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Dentro de mi llueve
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  El infierno existe, está aquí, a las tres de la madrugada despierta, sin ti  
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lisscast · 3 months ago
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No soy nadie para dar consejos… pero si estás esperando a alguien que ya no está, que ya se fue hace mucho, te entiendo. A veces uno se queda ahí… en pausa, en recuerdo, como si el amor pudiera regresar si uno se queda quieto el tiempo suficiente.
Pero el tiempo no espera. La juventud se va.
Y la vida, esa vida que podrías estar viviendo, no va a tocar la puerta dos veces.
Dicen que puede tomar hasta 8 años olvidar un amor. Ojalá yo no me demore tanto…
Ojalá tú tampoco.
Sean felices, no vivan del recuerdo.
Amen con intensidad, aunque tiemble.
Vayan al psicólogo.
Vayan a la iglesia si necesitan fe.
Sonrían.
Tomen Fanta.
Coman empanadas con limón
Y sobre todo:
Sean ustedes.
Pero sean ustedes amando a quienes sí están
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lisscast · 4 months ago
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Capítulo 10: NO HAY ABRAZOS PARA LOS QUE NO SE ROMPEN EN PÚBLICO
Hay días en los que no duele nada por fuera, pero por dentro… Por dentro parece que alguien dejó una navaja clavada y se olvidó de sacarla.
Me levanto igual. Hago lo que hay que hacer. Doy amor como si me sobrara. Les doy todo a los que amo, como si eso me mantuviera viva un día más, un respiro más. Y tal vez es cierto. Tal vez si no fuera por ellos, ya habría apagado la luz y cerrado la puerta para no volver.
Mis hermanos.
Ellos no lo saben, pero sostienen los pedazos que ya no puedo juntar. Los cuido como si el mundo estuviera al acecho, como si cualquier descuido se los pudiera tragar. Les doy el amor que nadie me dio nunca. Porque así soy: doy, doy, doy. Hasta cuando no me queda nada.
Pero el vacío… El vacío siempre vuelve.
Y nadie lo nota. Nadie ve a la persona que sigue de pie cuando debería estar en el suelo. Nadie se pregunta cómo carajo sigo levantándome cada mañana con este peso colgando del pecho. Porque el truco es simple: si no lloras frente a ellos, si no te desmoronas donde todos puedan verte, entonces no estás rota. Y si no estás rota, no necesitan abrazarte.
Nadie abraza lo que no se cae a pedazos en público.
Y no es que no agradezca el cariño que me dan. Pero no llena. Es como echar agua en un pozo sin fondo. Porque hay un tipo de soledad que no se cura con palabras amables ni con la compañía ocasional. Es más sucia, más silenciosa. Es ese hueco frío donde sabes que, al final del día, nadie viene a salvarte.
Y claro, ellos dicen que te quieren. Y tal vez lo hacen. Pero querer no es lo mismo que quedarse. Querer no es lo mismo que sostenerte cuando sientes que no puedes más. Querer no es lo mismo que mirarte a los ojos y decirte: “No tienes que ser fuerte hoy. No conmigo.”
Y yo, por alguna razón estúpida, sigo esperando eso.
Porque, al final del día, todos necesitamos amor. Incluso los que nunca aprendimos a pedirlo.
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lisscast · 5 months ago
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Capítulo 9: LA VIDA SIGUE, PERO NO PARA TODOS
La vida tiene esa forma estúpida de seguir adelante. No espera a nadie. No le importa quién se queda atrás. No le importa si te estás desmoronando en el baño a las tres de la mañana o si no puedes levantarte de la cama porque todo pesa el triple. Los autos siguen pasando, la gente sigue riendo, las tiendas abren, cierran, vuelven a abrir. Todo sigue su curso como si no importara que a ti se te está rompiendo algo por dentro.
Y las personas… Las personas son otra historia.
Son burdas. Insignificantes. Gente que te ve un poco pálida, un poco callada, y cree que todo tiene que ver con un maldito romance. Como si el único motivo para estar rota fuera un amor perdido. Como si el dolor se pudiera encerrar en esa caja simple y ridícula.
Si supieran.
Si supieran que el dolor no viene de un nombre o de un rostro. Viene de todo. De la vida misma. De cómo el mundo se siente demasiado áspero para una piel como la mía. De la forma en que todo duele más cuando eres jodidamente sensible.
Porque ese es el problema. Soy una romántica en un mundo que no tiene paciencia para los románticos. Vivo sintiéndolo todo con una intensidad que no tiene nombre. Todo me toca, todo me afecta. Una palabra, una mirada, una pausa en medio de una conversación. Las cosas pequeñas que nadie nota me perforan hasta el alma.
Pero ellos no lo entienden.
Para ellos todo es simple. Todo es blanco o negro. Estás bien o estás mal. Estás enamorada o no lo estás. Sufres por alguien o no sufres en absoluto.
Pero yo sufro por cosas que nadie ve.
Por la forma en que la vida me ha empujado siempre al borde. Por cómo tengo que tragarme las lágrimas cada día porque nadie tiene tiempo para una persona que siente demasiado. Por esa soledad silenciosa que se instala en el pecho y no se va, aunque estés rodeada de gente.
A veces me gustaría no sentir tanto. Ser como ellos. Vivir en esa inercia cómoda donde nada duele demasiado porque nada importa demasiado.
Pero no puedo. Nunca he podido.
Así que me quedo aquí, atrapada entre sentir demasiado y fingir que no siento nada. Mientras la vida sigue como si yo no existiera.
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lisscast · 6 months ago
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Capítulo 8: LA MUJER QUE HABLABA DEMASIADO
Siempre supe que había un límite.
Un punto exacto donde las personas dejan de escucharte, donde cada palabra que sale de tu boca se convierte en ruido blanco, en un zumbido molesto que alguien quiere apagar. Lo supe, pero nunca aprendí a callar a tiempo.
Por eso llegó ese día.
El día en que lo vi mirarme con esa expresión. Esa jodida expresión. No era odio, no era rabia, no era desprecio. Ojalá hubiera sido cualquiera de esas cosas.
Era peor.
Era hartazgo.
Era como si me hubiera convertido en una televisión con el volumen demasiado alto. En un grifo que gotea toda la noche y no deja dormir. En un perro callejero que sigue a alguien esperando una caricia, un poco de pan, cualquier cosa.
Ese día entendí que no importaba cuánto hablara, cuánto explicara, cuánto intentara desnudar mi tristeza con palabras. Ya no me escuchaba.
Me sonreía por obligación. Me respondía por compromiso. Me tenía en su vida como quien deja una planta medio muerta en una esquina porque no tiene el corazón para tirarla a la basura.
Y ahí estaba yo.
Hablando y hablando. Contándole mi tristeza en frases cuidadosamente editadas para no sonar demasiado rota. Para no sonar demasiado insoportable. Para no sonar como lo que soy:
Un desastre que nadie quiere limpiar.
No me abrazó. No me dijo que todo estaría bien. Solo me dejó terminar de hablar, esperó unos segundos y cambió de tema.
Como si nada.
Y entonces lo entendí.
Yo no era alguien a quien se cuidaba. No era alguien que se protegía, que se atesoraba, que se llevaba de la mano para que no se cayera.
Era la mujer que hablaba demasiado.
Y él estaba cansado de escuchar.
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lisscast · 6 months ago
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Capítulo 7: UNA FIESTA
La felicidad es ese perfume barato que se pone la gente para salir a la calle y no parecer jodida. Una chaqueta sobre una herida abierta. Un truco barato de luces en un escenario vacío.
Nunca la he entendido. Siempre me ha parecido un malentendido colectivo. Algo que todos fingen haber encontrado para no quedar en ridículo. Como si fuera un club exclusivo y yo estuviera fuera, sin boleto, sin pase, mirando desde la ventana a toda esa gente con copas en la mano, bailando, riendo, besándose como si nada doliera.
Pero yo sé que todo duele.
Siempre he estado fuera de esa fiesta. Nunca supe dónde era, nunca me dijeron cómo llegar, nunca me invitaron. O tal vez sí y nunca quise ir.
La verdad es que no me siento bien. Nunca me he sentido bien. No es tristeza, no es dolor, no es rabia. Es otra cosa. Algo más sucio. Más denso. Como el humo de un cigarro que nunca se disipa. Como un cuarto lleno de gente que habla demasiado alto, pero en otro idioma que no entiendo.
Y ahí estoy yo. De pie. Mirándolos. Preguntándome si alguna vez sabré de qué carajo están hablando.
No me han amado, pero ¿qué más da? ¿Qué se supone que signifique eso?
El amor es un truco de magia para los crédulos. Una promesa que se rompe en cuanto la aprietas demasiado. Un farol en mitad del océano que solo lleva a más naufragios.
No lo necesito. No lo busco. No lo espero.
Pero a veces —cuando la ciudad está callada, cuando el frío se cuela bajo la piel, cuando el teléfono lleva horas muerto— me pregunto cómo sería.
Cómo se sentiría entrar en esa fiesta.
Solo para ver si de verdad hay algo ahí adentro.
O si todo es otro maldito engaño.
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lisscast · 6 months ago
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Capítulo 6: LA GENTE FELIZ ME DA NAUSEAS
La lluvia no se detiene. Cae como si el cielo estuviera harto de sostenerla. Llueve sobre los edificios, sobre los autos varados en el tráfico, sobre los idiotas que corren con las manos en la cabeza como si fueran a derretirse. Y llueve sobre mí.
Es una de esas noches. Fría, densa, con el sonido de las gotas golpeando la ventana como si quisieran arrancarme algo. Algo que ya no tengo.
El teléfono vibra. Mensajes, invitaciones, gente que cree que el alcohol y la música pueden arreglar cualquier cosa. Ven a la fiesta, dicen. Ven, te divertirás.
Las mismas caras de siempre. Las mismas conversaciones huecas. Las mismas risas forzadas. Todos fingiendo que la vida es maravillosa, que el amor no es una trampa, que la felicidad no es un chiste de mal gusto.
Pero yo no. Yo no sé fingir.
Así que me quedo aquí, en la única compañía que sé soportar: la mía. Me sirvo un trago. Escucho la lluvia. Respiro hondo.
No es que odie a la gente.
Solo que no tengo paciencia para su estupidez.
No tengo paciencia para los brindis vacíos. Para los abrazos falsos. Para la felicidad manufacturada. No quiero sonreír cuando no tengo ganas. No quiero escuchar historias que no me importan. No quiero estar en un cuarto lleno de gente pero sintiéndome más sola que nunca.
Así que dejo que el teléfono siga vibrando hasta que se cansa.
Y la lluvia sigue cayendo.
Y yo sigo aquí.
Porque al final, siempre elijo lo mismo. Siempre elijo la soledad.
No porque me guste.
Sino porque es lo único que me queda.
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lisscast · 6 months ago
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Capítulo 5: DOS ANIMALES HERIDOS
No respondiste de inmediato. Dejaste que el mensaje se quedara ahí, brillando en la pantalla como una bengala en la oscuridad. Pero al final, lo hiciste. Algo corto. Algo sin compromiso. Algo lo suficientemente neutro como para no abrir la puerta demasiado, pero tampoco cerrarla del todo.
Y así comenzó.
Conversaciones de madrugada, mensajes largos, silencios cómodos. Dos desconocidos jugando a no serlo. Y en medio de todo, esa sensación extraña de encontrarse en alguien más.
Porque era lo mismo. La misma historia, el mismo desastre, el mismo infierno contado con diferentes nombres y diferentes ciudades.
Los dos habían sido engañados. No de cualquier manera, sino de la peor. Esa clase de traición que te arranca algo del pecho y nunca te lo devuelve. La que te convierte en un espectro de lo que eras. La que te enseña a desconfiar de todo, incluso de la felicidad.
Hablaban de eso sin dramatismo, como dos soldados que se encuentran después de la guerra y comparan cicatrices. Sin lágrimas, sin lamentos, solo constatando los hechos: Sí, me jodieron. Sí, te jodieron. Sí, nos jodieron a los dos.
Y entonces llegaba la verdad más jodida de todas.
No era tristeza lo que sentían. No era rabia. Era algo peor.
Era miedo.
Miedo al amor. A caer en la misma trampa. A perder el control. A volver a necesitar a alguien. Porque necesitar a alguien es una sentencia de muerte. Es firmar tu propio final con una sonrisa en la cara.
Así que aprendieron a vivir sin eso. A estar estables solos. A no depender de nadie. A no buscar a nadie. A llenar el vacío con trabajo, con rutinas, con pequeñas distracciones que los mantuvieran alejados de la única verdad que no querían enfrentar:
Que sin amor, la vida es más fácil.
Pero también es una jodida sombra de lo que podría ser.
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lisscast · 6 months ago
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Capítulo 4: UN MENSAJE A LAS 2:24 AM
La vida es un chiste cruel y la madrugada, su peor remate.
Sigues en la cama con la botella vacía en el piso, con el cigarro apagado en el cenicero lleno de colillas que huelen a derrota. La noche es una bestia que te ha devorado entero y escupido los huesos. No queda nada de ti. Solo un montón de carne cansada y recuerdos que duelen como heridas infectadas.
Entonces vibra el teléfono.
Una sola vibración corta el silencio como un cuchillo en la garganta. Lo miras sin moverte, sin respirar, porque ya sabes cómo funciona esto. Has estado en este juego antes. La mayoría de veces es nada. Basura. Una publicidad, un recordatorio inútil, algún imbécil que mandó un mensaje equivocado.
Pero esta vez no.
Es un mensaje real. De alguien real.
“Hola. No sé por qué, hoy pensé en ti. ¿Cómo estás?”
Te quedas mirando la pantalla. 2:24 AM. La hora de los jodidos, de los insomnes, de los que han perdido algo o a alguien. No es él, no es quien quieres que sea. Pero es alguien. Y es amable. Y es dulce.
No sabes qué hacer con la amabilidad. No sabes qué hacer con la dulzura. Llevas demasiado tiempo tragando veneno como para recordar cómo sabe algo limpio.
Cierras los ojos. Te dejas caer en la cama. El teléfono sigue brillando en la oscuridad, esperando una respuesta.
Piensas en ignorarlo. Piensas en responder. Piensas en que quizá —sólo quizá— no estás tan muerto como creías.
Y por primera vez en mucho tiempo, sientes algo que no es solo vacío.
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lisscast · 6 months ago
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La madrugada es una broma de mal gusto. La ciudad duerme, la gente descansa, el mundo sigue girando, pero tú sigues despierta, jodida, envenenada por el insomnio y el recuerdo de alguien que ya no está.
Las tres de la mañana son el infierno. No hay ruido, no hay distracciones, solo el sonido de tu propia respiración y el maldito zumbido en tu cabeza. Caminas por la casa con los pies descalzos, como un condenado esperando su sentencia.
Miras el teléfono. Nada.
La revisaste hace cinco minutos, la revisarás otra vez en cinco más, aunque sabes que no hay mensajes, que no va a haber mensajes, que si llega alguno será de una aplicación de descuentos o del banco recordándote que sigues jodido.
Te sirves otro trago. El vino barato tiene ese sabor agrio, a derrota, pero te lo bebes igual. Quema un poco, pero no lo suficiente. Nada quema lo suficiente.
Te sientas en la cama y enciendes un cigarro. La habitación está llena de humo y fracaso. Te preguntas cuántas noches más vas a seguir así, pero en el fondo ya sabes la respuesta: todas. Todas las putas noches hasta que tu cuerpo colapse o te vuelvas lo suficientemente loca como para hacer algo estúpido.
Y entonces piensas en él. En su boca, en sus manos, en la forma en que se reía después de decir algo cruel. Le odias. Le odias con todas tus fuerzas. Y le amas. Lo amas con la misma intensidad enferma con la que odias todo lo demás.
Apagas el cigarro, miras el techo, cierras los ojos. El sueño no llega. El olvido tampoco.
Solo llega la madrugada.
Y la madrugada …
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lisscast · 6 months ago
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Capítulo 3: El puto insomnio
El insomnio es como un perro rabioso que te sigue a todas partes. No importa cuántas pastillas te metas, cuántos tragos te sirvas, cuántos cigarros apagues en el cenicero lleno de cenizas y promesas rotas. Siempre está ahí. Mirándote. Lamiéndote las heridas abiertas.
Las tres de la mañana son la peor hora del mundo. Es cuando la ciudad se queda muda, cuando los idiotas ya dejaron de gritar en los bares, cuando las putas han contado sus billetes y los conductores de taxi bostezan en la esquina. Es cuando estás solo. Solo de verdad.
Te levantas y caminas por la casa como un fantasma barato. No enciendes la luz porque ya conoces cada jodida grieta en la pared. Te miras en el espejo del baño y ahí está: la cara de alguien que se ha perdido a sí misma en algún lugar entre la última copa y la primera mentira que se contó.
Te sientas en la cama y tratas de recordar en qué momento todo se fue a la mierda. Pero la verdad es que no hubo un momento. No hubo una explosión, ni una escena dramática. No. El olvido es un goteo constante, como una tubería rota que nadie arregla hasta que la casa se inunda y ya es demasiado tarde.
Quieres dormir, pero la almohada se siente como piedra. Cierras los ojos y ahí está ella. Su voz. Su risa. Su perfume mezclado con el de su champú barato. Todo sigue ahí, intacto, como si el tiempo fuera un fraude y el pasado una enfermedad incurable.
Entonces piensas en llamarle. En enviarle un mensaje. Pero, ¿para qué? Para hacer el ridículo. Para recordarle que sigues jodida. Para que él lea tu mensaje y luego apague el teléfono mientras se acurruca con alguien más.
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lisscast · 6 months ago
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Capítulo 2: La rutina del desastre
El dolor se vuelve un hábito. Al principio piensas que va a mejorar, que en algún momento va a dejar de doler, que el tiempo hará su maldito trabajo. Pero el tiempo es un estafador, un bastardo que te promete alivio y solo te da más días iguales.
Te levantas tarde. No porque estés descansando, sino porque pasaste la noche dando vueltas en la cama, fumando, bebiendo, esperando que el sueño llegue como un ladrón y te robe la consciencia. Pero el sueño es un cobarde. No llega cuando lo necesitas, sino cuando menos lo esperas: en medio de una conversación, en la fila del banco, mientras conduces con los ojos pesados y la mente en otro lugar.
El día transcurre como todos los demás. Sales a la calle, pero la gente te molesta. Todos parecen tener un propósito, un destino, una razón para existir. Y tú solo estás ahí, sobreviviendo, sintiéndote un extraño en tu propia piel. Entras a un bar porque no tienes nada mejor que hacer. Pides un trago, y luego otro, y otro más. El alcohol es lo único que realmente entiendes.
Los amigos te llaman, te preguntan cómo estás. Mientes. Dices que bien, que ocupado, que todo en orden. No quieres que nadie te vea en este estado. No quieres consejos baratos ni frases motivacionales. Así que te encierras. Cierras las cortinas, apagas el teléfono, vuelves al refugio de la botella y las pastillas. Y entonces piensas que quizás, solo quizás, esta sea la vida que te toca vivir.
Porque nadie te dice esto, pero a veces el dolor no desaparece. Solo se convierte en parte de ti.
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lisscast · 6 months ago
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Capítulo 1: La Nada
No hay peor forma de morir que seguir vivo. Y perder a alguien es eso, un asesinato lento en el que el mundo entero te clava puñales invisibles mientras fumas otro cigarro y bebes otro vaso de vino barato. No te mata de inmediato, pero sientes cómo la carne se pudre por dentro.
Las noches son las peores. Cuando el silencio se instala en la cama, cuando estiras la mano y solo encuentras sábanas frías y un vacío tan inmenso que se mete en tus huesos. Te levantas a las tres de la mañana, caminas por la casa como un espectro, prendes la televisión y no ves nada, lees un libro y no entiendes una maldita palabra. Así que vuelves a la botella.
El vino se convierte en el mejor amigo, el confidente. Pero el problema con el vino es que siempre te lleva al mismo lugar: a los recuerdos, a las conversaciones en la madrugada, a la risa que ahora solo existe en tu cabeza. Y entonces te preguntas si realmente vale la pena seguir o si simplemente deberías dejar que la nada te trague de una vez por todas.
Pero no, no es tan fácil. Porque el cuerpo sigue funcionando. Te duele la cabeza, el estómago revuelto, las pastillas en la mesa de noche esperando hacer su trabajo. Te las tomas porque necesitas dormir, pero el insomnio es terco, es un hijo de puta persistente. Cierras los ojos y ahí está de nuevo: el vacío.
El tiempo no lo cura. Solo te enseña a disimular.
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lisscast · 6 months ago
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Miedo
Me pregunto si algún día volveré a amar, o si solo seguiré aquí, atrapada en este recuerdo oxidado, encadenada al miedo. Miedo a que me hagan mierda otra vez, a que me vean, me quieran, me usen y después se larguen, llevándose lo mejor de mí como si fuera un maldito souvenir.
Me pregunto si hay algo roto en mí. Algo jodido. Algo que hace que todo me salga mal. O tal vez así es la vida, un mal chiste contado por alguien que ni siquiera se molesta en reír.
Es humano desear amor, compañía, alguien que te mire y no quiera desmontarte pieza por pieza. No quiero morir sin conocer lo que es el amor, pero cada vez que se acerca, me encuentro retrocediendo, como si fuera un animal asustado, como si la única forma de sanar fuera quedarme lejos de todo lo que podría curarme.
Digo que ya sané, pero entonces, ¿por qué sigo temiéndole al amor?
Por Lisset Castañeda
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lisscast · 6 months ago
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Rutina
Las 5:00 a.m. otra vez. Mismo jugo, misma proteína. El reloj no se detiene, y yo tampoco, pero tampoco avanzo. Solo sigo. Trago lo que toca tragar y me preparo para otro día de nada.
Las tardes son iguales. La misma mierda. La misma espera. Un cigarro con sabor a canela, como si eso hiciera la diferencia, como si pudiera engañar al tiempo con un aroma distinto. Pero el tiempo no se deja engañar. Me mira, se ríe, sigue caminando.
Los viernes, el hotel UNU. Vino en la mesa, la copa en la mano. El mundo sigue girando, y yo con él, pero en un punto fijo, como un clavo en la madera. La gente entra, sale, ríe. Yo bebo.
Mis hermanos están ahí, los amo más que todo este vasto mundo, pero el vacío sigue despierto conmigo a las tres de la madrugada. No hay nada que lo llene, nada que lo calme. Solo estoy aquí, respirando, despierta, esperando… esperando qué.
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lisscast · 7 months ago
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Me haces sentir culpable de todo: de tus palabras, de tus actos, de lo que soy y de cómo reacciono a tus mentiras. Me llamas loca, violenta, agresiva, mientras tú sigues engañándome como si fuera mi deber soportarlo. Creí que habías cambiado, pero una vez más me doy cuenta de que todo es mentira. Sabes que no tengo a nadie, que no sé cómo salir de esto, y usas eso para seguir lastimándome. Deja de fingir que me amas. Lo que me das no es amor, es lástima disfrazada. Me doy pena de conformarme con tan poco, de aceptar tu vacío como si fuera suficiente, de engañarme a mí misma pensando que merezco menos de lo que deseo. Ahora entiendo por qué todo se siente frío y vacío: porque nunca hubo nada real. Nunca una foto, nunca una iniciativa, nunca un amor sincero. Solo un juego donde siempre pierdo, mientras tú sigues siendo todo lo que nunca quise y, sin embargo, no sé dejar ir.
Estoy en un abismo al que no quería llegar, donde incluso he pensado en desaparecer porque no encuentro paz, y aún así me preguntas qué me pasa, como si no supieras. Me llamas deprimida, me haces sentir menos, me comparas, y mientras yo trato de entenderme, tú sigues confundiendo mis emociones con tus mentiras. Me dices que me amas y al día siguiente estás con otra, abrazándola, besándola, dándole todo lo que nunca quisiste darme a mí.
En más de un año, nunca una foto juntos, nunca un abrazo sincero frente al mundo. No entiendo cómo puedes ser tan cruel, cómo puedes decir que me amas mientras todo en tus actos me grita lo contrario. Jamás esperé esto de ti, jamás. Pero ahora lo veo claro: siempre me trataste como si no valiera nada. Y sí, yo lo permití.
Si eres feliz con ella, si realmente lo eres, ¿por qué no me dejas ir?
Si esto es para TÍ
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lisscast · 7 months ago
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Escrito por Lisset Castañeda
Me odias, lo sé. Lo huelo en el aire rancio que se queda atrapado entre nosotros cuando compartimos la misma habitación. No es el odio que grita y destroza puertas, no; es un odio que gotea lento, como el agua sucia que nunca se seca. Me desprecias, y aún así, aquí estás, encadenado a mí por razones que ni tú entiendes. Ni yo.
Me dices que mi carácter es el problema. Que mi boca afilada es lo que cortó esta relación en pedazos. Pero, ¿quién afiló este cuchillo? ¿Quién lo empuñó primero? Tú, con tus promesas de papel, con tus mentiras envueltas en risas, con tus ojos que sabían mirar a todos lados menos a mí.
Hiciste que creyera que el amor era una casa, pero era un campo de batalla disfrazado. Y mientras yo me defendía con las manos desnudas, tú llegabas con balas en la lengua y puñales escondidos en las palabras bonitas. Me propusiste todo y me entregaste nada. Nada excepto dudas, exceptuando el sabor metálico de la traición.
Aún así, no me dejas. No terminas esto. ¿Por qué? ¿Qué encuentras en quedarte aquí, atado a alguien a quien dices odiar? ¿Es el poder de verme retorcerme? ¿Es el placer sádico de culparme por tus propios crímenes? Quizá solo es el miedo, el miedo a verte solo frente al espejo, sin nadie a quien culpar más que a ti mismo.
Yo soy el villano en tu historia, lo entiendo. Es más fácil así. Es más fácil llamarme “amargada”, “difícil”, “imposible”, que admitir que tú plantaste esta semilla podrida en nuestro jardín. Yo soy tu excusa para no cambiar, tu saco de boxeo emocional, tu resaca de todos los errores que cometiste y que nunca quisiste enfrentar.
Pero aquí estamos, atrapados en este juego sucio, este maldito vaivén entre el odio y la necesidad. Ninguno de los dos tiene el valor de soltarse, y quizás ese es el peor pecado de todos.
Yo no te perdono. Y tú no me amas. Así es como vivimos, como animales heridos que no se matan, pero tampoco se dejan libres. Y mientras tanto, el mundo sigue girando allá afuera, indiferente a este infierno que construimos juntos.
Maldito sea el amor que duele más de lo que sana. Y malditos nosotros, por no saber dejarlo morir.
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lisscast · 7 months ago
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oye,
aquí estoy, intentando tragar esta mierda, pero se me atoró en la garganta. él ya no está, ni siquiera en su cuerpo. sólo queda una sombra, una indiferencia que me quema más que cualquier cosa. me miente, me engaña, y aunque lo sé, aún me duele como si fuera NUEVO
no hay palabras que sirvan, sólo este vacío que se agranda. y yo aquí, esperando algo que nunca va a llegar. tal vez ya nunca me amó, tal vez nunca lo hizo.
y me quedo con esta puta tristeza, que no se va, que se pega al alma. pero al final, ¿qué más da? seguimos aquí, como siempre.
— Lisset Castañeda
6:05
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