#AutoHumor

[illuminatingfacts]

When your Ford Fiesta levels up with a little focus! 😂🚗💊

[lmhf]

Car Dents in Hell!

There aren’t many things in the modern world as frustrating and upsetting as getting your car smashed.

For many Americans, their car is an extension of themselves.

Getting hit in your car feels like getting punched in the face.

Then, just to make it suck even more, your insurance company won’t cover the accident—or your deductible is so high it makes your insurance useless.

THE LMHF Solution: Put a funny sticker on it!

Splat on a Wile E. Coyote or Thor’s Hammer.

If you’re going to have to drive around with a dent, you might as well laugh at it—and make others laugh too.

[tmarshconnors]

Why I Refuse to Watch BBC Top Gear Without Jeremy Clarkson.

Introduction:

Top Gear, the iconic automotive show, has been a staple in the lives of gearheads and casual viewers alike for decades. However, for many enthusiasts like myself, the show lost a vital element when Jeremy Clarkson, one of its charismatic hosts, departed. Despite the BBC's efforts to keep the show alive, I find it challenging to engage with the new Top Gear without the trio of Clarkson, Hammond, and May at the helm.

Dynamic Chemistry:

One of the primary reasons I refuse to watch BBC Top Gear without Jeremy Clarkson is the unmatched chemistry he shared with co-hosts Richard Hammond and James May. The trio's banter, camaraderie, and genuine friendship were integral to the show's success. The dynamic and playful interaction among them created an atmosphere that was not just about cars but about the joy of exploring the automotive world together.

Unapologetic Wit:

Jeremy Clarkson's unapologetic wit and irreverent humor were a trademark of Top Gear. His bold and often controversial statements added a layer of unpredictability to the show, making it not just about reviewing cars but also about entertainment. Clarkson's fearless approach and willingness to push boundaries made Top Gear a unique and unforgettable viewing experience.

Authentic Passion for Cars:

Jeremy Clarkson's genuine passion for cars was evident in every episode. His enthusiasm was infectious, and it resonated with viewers who shared the same love for automobiles. Whether he was test-driving a high-performance supercar or embarking on an epic road trip, Clarkson's genuine excitement and appreciation for the automotive world were a driving force behind the show's success.

Irreplaceable Presenter:

Despite the BBC's efforts to introduce new presenters, it's challenging to replace the irreplaceable. Jeremy Clarkson's larger-than-life personality and magnetic presence on screen were a significant part of Top Gear's appeal. While change is inevitable, sometimes the magic created by a specific combination of personalities is impossible to replicate.

Conclusion:

In my eyes, BBC Top Gear without Jeremy Clarkson feels like a shell of its former self. The unique blend of humor, camaraderie, and genuine passion that Clarkson brought to the show is something I, and many other fans, continue to miss. While the BBC may have found new hosts to carry the torch, the original trio's legacy remains unmatched, leaving me with a firm stance on refusing to watch Top Gear without the one and only Jeremy Clarkson. I have since then moved on and wachted and watching The Grand Tour on Amazon.

[casiquesi]

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[bigloveinthetime]

Autohumor

Kada sam dobro raspoložen razmišljam da se ubijem,kada sam loše raspoložen razmišljam kako da se ubijem.

[capitanaysureal-blog]

PASÉ SIN PITAR

Ayer viajaba. Estaba en el control del aeropuerto, descalzo, con una mano en el pantalón, para cogerlo y no deleitar a los xeñores polixías con mis lunares rojos de mis calzoncillos.

Pasé, sin pitar.

El instante de suspense y tensión al pasar por debajo de esa puertecita radioactiva detectora de malos hábitos es... es como palpable, es adrenalina pura. Es cómo el prender de la ducha y escoger si sufrir el primer rayo de agua fría, o tratar de vivir al límite de lo cotidianos y esquivar esa primera lección moral matutina.

Pasé, sin pitar, pero con una esquina de mi pensamiento llena de miedo, cómo si por algún motivo, yo, sin saberlo, fuera de lo más malo del mundo y la puertecita detectora se volviera loca a mi paso entre sus piernas y empezara a pitar, a chillar, y mi alter ego malhechor apareciese y con una sonrisa malvada en mi rostro sacara un kalashnikov de mi entrepierna y empezara a pegar tiros al aire y la polixia aérea me cosiera a balazos. Pero no, pasé sin pitar. A todo esto, yo había puesto mis mochilas en esas cestas, verdes, para pasar por su pertinente puertecita. Un xeñor negro y polixía, en ese orden, miró por ese televisor suyo dónde puede ver el interior de mis pertenencias, y en mi mochila vio algo sospechoso, algo cuadrado, algo muy loco. Su rostro oscuro se sorprendió y con un dedo señalando el monitor ese que penetra mis ahora querencias y con los ojos clavados en mí, dijo:

- ¡¿Es eso un libro?!

- Xí xeñor polixía

Pensé.

Sí, dije, afirmando con mi cabeza al son de esas dos letras tan totales. Y cogí mi mochila, mi sujetador de pantalones y mis zapas para largarme.

- Enséñemelo.

Directo, rápido y seguro. En ese momento mi yo interior estalló, mis reflexiones absurdas y baratas, que no es lo mismo, se prendieron y no pararon. En ese instante me vi como el mayor terrorista de la literatura existente. El Pablo Escobar de las letras. El Al Capone de la lírica. El Jesús de las páginas. Y una sonrisita de autohumor me tapó la cara, y el xeñor agente medio ofendido me miró, mal, como si fuera a pulsar un botón y en un instante llegara la polixía de las palabras. Los SWAT de los cuentos. Pero no, le mostré el libro y esa tensión empezada y terminada en mí se acabó. 

El libro era de Saramago, mayor encabalgador de palabras jamás parido, la génesis de la justicia literata. 

Mi paso descalzo, con las botas en las manos, era titubeante, no por miedo o por estar nervioso, sino porqué trataba de comprender por qué alguien se aíra tantísimo con un libro, ¿qué odio contra la literatura se esconde tras esa firme cara oscura?

Me apresuré, me meaba.

El vuelo zarpaba en cuarenta y cinco minutos, y mi pequeña vejiga y mi miedo a la espera no son buenos compañeros. Me apresuré al baño y me apresuré al mear. Al terminar de mear en esas lápidas colgadas en la pared traté de tirar de la cadena, o pulsar el botón para lavar esa cosa blanca, pero no había botón, había un láser, un láser que se activaba al apartarme. No sé, dime tonto, pero no lo había visto en mi vida, por eso entenderás que mi reacción interna fuera exagerada. ¿Qué clase de brujería es esa? Me imaginé un baño con contraseña, uno con una palabra secreta que tienes que descubrir mientras meas, con un acertijo, o con algo que se destape al mearle encima. ¡ALCACHOFA! y ras! agua por un tubo. Pero no, solo era un láser. También entenderás que mi exagerada emoción se desplomara. Pero antes de apartarme leí, un cartel, encima de las lápidas blancas. Este inodoro no utiliza agua. Usted acaba de ahorrar más de un litro. ¿Más de un litro? ¿Cómo se come eso? Abarca demasiado. ¿Cuanta agua se necesita para limpiar mi pis? Más de un litro… No empecemos a jugar a ser Dios. Y me aparté, y de repente un sonido extrañísimo me sobrepasó, como si el baño blanco con la nariz tapada inspirase a lo loco por la nariz y los mocos entraran directo a su cerebro de lavabo. Me sentí astronauta. Luego, durante el vuelo, volví a mear y ese baño de mierda, sin cartelitos y de color azul, se tragó mi pis aún con más ansias, como si fuera a devorar todo el aire ahí presente, fue una lección de humildad importante, y estando como a muchísimos metros en el cielo, toqué de pies en la tierra. Qué vas a ser tu un astronauta, o un terrorista de las palabras. Pringao'.

[casiquesi]

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