El hogar de mis pensamientos más profundos, y de mis sentimientos más sinceros.
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El jardín: una historia de una
Mujer de singular presencia, cuyos pasos se asientan ligeramente sobre el camino. Danza sin prestar atención a ningún compás; atisbo tenue en su memoria es su paciencia, prefiere seguir su propio ritmo. Levantando el rocío sobre las flores, marcha titubeante sobre los charcos que han dejado atrás las nubes, aquellas que durante largo tiempo se habían posado sobre sus rizos finos, pero que creyó que después de todo ya le habían abandonado.
Sin prestar mucha atención, no lograba entender que había algo que todavía ensombrecía su pequeño jardín. Un lugar aislado del mundo, privilegio para aquellos que pudieran pisar su tierra. Sus campos antes enverdecidos, comenzaban a secarse de tanto frío; y dentro de esa imagen lúgubre, encajaban también sus tulipanes, que ya empezaban a morir.
Cada cierto tiempo entonces, regaba sus macetas, trayendo consigo cierta esperanza del mañana; pero luego de un par de horas, renunciaba al darse cuenta de que haría falta mucho más. Negando incesantemente con su cabeza, se volvía a sí misma frente al espejo de su habitación; levantando así su copa, comenzaba a olvidarse del amor que un día les juró.
Pasaban así los días, una y otra vez ignorando las señales que recibía; más luego volvía en sí por un momento, y como escondiendo del sol su rostro, lentamente caminaba de vuelta a su jardín ¿Dónde se había quedado? ¡Qué más daba! Le parecía mejor volver a empezar: un poco por aquí, un poco por allá.
El dulce aroma del rocío le maravillaba ¿por qué tener solo tulipanes si podía plantar también crisantemos y orquídeas? ¿Qué tal un par de girasoles y narcisos? Un poco por aquí, un poco por allá; mucho espacio había en su jardín.
En busca de un poco de calor, las múltiples flores se dejaban guiar por el brillo en su sonrisa, y se inclinaban hacia ella buscando el sol. Pronto, su compañía le hacía sentir mejor, ¡cuán dulce era el néctar de su eterna juventud! ¡Cuánta vida fluía ahora entre sus manos!
Comenzó a pasearse entre sus ramas pero, temiendo que pudieran tener espinas, las arrancaba de tal forma que no podían crecer nunca más. Bajo la niebla de sus ojos eso parecía ser lo mejor y, en medio del silencio que se producía cada vez, encontraba incluso satisfacción.
Lo volvió entonces una práctica recurrente, y celebraba mientras descalza pisaba el césped; para que, en complicidad de unas cuantas manos vacías, finalmente volviera a levantar con devoción el elixir de su inherente contradicción. Parecía divertido, acaso lo era, seguro que sí.
Pero no se daba cuenta, y no alcanzaba a ver, quizás ni siquiera se había tomado la molestia de pensar, que después de tantas flores arrancar, había quedado un enorme vacío en su jardín. Tristemente, si el atisbo de un tallo crecía entre todo ese desorden, no pasaba mucho hasta que decidiera pisotearlo, o dejarlo morir de sed.
¿Cuál era el temor, y cuál la tremenda determinación, de evitar que algún día el paisaje volviera a ser color de rosa? Pero no había culpable alguno, al menos no ahora, porque ¿Quién podría señalarle por haber decidido dejar al amor morir?
Cristian Himself.
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Negación
¿Aún me recordás?
No sé si como yo a ti. Contigo no necesitaba nada, eras todo para mí.
¿Aún soñás conmigo, o sólo pensás en mí como un amigo?
Siento como un vacío cuando te veo estando tan lejos de mí, de pronto recuerdo que te has ido y entonces no sé qué será de mí.
¿Aún me recordás? Yo a vos sí, ¿Aún sonreís cuando ves mi foto? Porque yo sonrío con solo pensar en que vos estás aquí.
No se qué vendrá, pero yo no necesito nada si vos sos feliz.
- Cristian Himself.
Apuntes 2016.
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Proceso
Lloro por tu ausencia, lamento de cien noches,
de sollozos interminables, suplicando a Dios clemencia.
Grito en todas partes, en medio del ruido, y del silencio,
soltando golpes, perdiendo la paciencia.
Me cuestiono si tu sabes, o yo sé,
si acaso alguno sabe, o si aún existe la inocencia.
Pierdo el hilo, y aún suspiro,
pero no con tanta recurrencia.
Y en el proceso me pregunto, ¿cuál era el asunto?
¿Por fin me declaro libre o con una total demencia?
- Cristian Himself
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El amor en tiempos de pandemia
"Al final sí importa muchísimo el interés, porque en ausencia del amor como tal, es lo que te motiva a hacer lo que haga falta para sacar adelante una relación, aunque se trate del mero comienzo. Importa aún más ahora, porque la gente está en medio de un escenario en el que tiene que mentalizar al amor de una forma diferente, un amor privado del contacto físico, la manifestación más básica que siempre ha tenido. Entonces piensan si realmente se la quieren jugar con esas reglas, en una pandemia. Sin saber cuánto pasará para verse y, aún entonces, cómo será. En este contexto las inseguridades aumentan, porque la incertidumbre también lo ha hecho. Eso implica que, ahora más que nunca, el amor es para los valientes y, yo añadiría, para los que aún quieren tener fe".
- Cristian Himself.
Apuntes.
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Ironía
Cuando te fuiste, creíste haberlo hecho con cuidado,
pero dejaste tras de ti todo un desastre,
platos rotos, ropa sucia y un corazón destrozado.
Por un momento no dije nada, en silencio quise afrontarlo,
más por la mañana noté tu ausencia
y el dolor se me clavó en el costado.
Pasaron así los días, y no hallaba cómo olvidarlo,
quise verme como el fuerte, pero terminé siendo avergonzado.
Y la moraleja de la historia es la misma ironía de su proceso,
mientras yo sufrí por ti durante días, tú ya vivías de otros besos.
- Cristian Himself
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No es que te preguntes
No es que te preguntes acerca de mis días,
ni que te levantes por las noches pensando en si dormía.
No es que te preguntes si te recuerdo todavía,
y sé que de tu parte no hay más de lo que había.
No es que te preguntes si me encuentro bien,
ni pretendo que siquiera lo quieres saber.
No es que te preguntes lo que voy a hacer,
que si los versos que escribí al final si fueron cien.
No es que te preguntes si un día volveré,
si hay esperanza o si el destino será cruel.
No es que te preguntes cuántas veces te soñé,
o que te interese cuando casi te llamé.
No es que te preguntes si de verdad te amé,
porque lo hice, como nunca más lo volverás a ver.
Y no es que no le importe a nadie,
o que eso no tenga validez,
pero, al final del día, tampoco es que te preguntes.
- Cristian Himself.
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Retrospectiva
Te has olvidado, oh mi presente, de mi hermoso pasado. Te has olvidado, oh amargura, de mi vieja y abundante felicidad de niño. Te has olvidado, oh alma mía, de hacerme volar mientras sonrío. Me he olvidado, oh amigo mío, de lo que me hacía ser yo mismo. De esas palabras hermosas creadas para una sola mirada en el mundo. De ese corazón que dejé en las manos de aquella chica que no lo mereció.
Hoy vida mía, te has olvidado de mis hermanos, aquellos encontrados en momentos tontos. Te has olvidado de los sueños que teníamos, y del gran hombre que quisimos ser en comparación de otros.
Pero sobre todo, corazón mio, te has olvidado de ser fugaz y ardiente a los deseos de la vida y del presente. Te has olvidado de enorgullecerte, y de alegrarte de quien eres, te has puesto a pensar en lo que un día tuviste, y hoy lo extrañas nuevamente.
- Cristian Himself.
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Oasis
Parecías tan inocente, parecías tan perfecta, parecías tan inalcanzable, pero terminaste siendo alcanzada por todos. ¿Dónde quedo el encanto de tu mirada? ¿Dónde quedó el calor del sol?
Me siento como un desierto, más solo que nunca, nada tiene vida y toda esperanza se esfuma.
Eres como aquel viento tan distante, cuya frialdad me recorre todo el cuerpo, pero no eres solo una brisa, sino más bien una tempestad. Viajas sin poder ser capturada, viajas tan libre como naciste, tan libre como me hiciste sentir. Pero estando en mi desierto no fuiste el Oasis que salvara mi sed, sino al contrario, el espejismo ante mis ojos que nunca podré tener.
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Círculos.
Una y otra vez lo hablamos, hace ya algún tiempo y también hace no tanto. Dijimos que nos iríamos, pero al final aquí estamos, después de todos estos años. Aún no puedo comprenderte, ni tampoco a mi mismo desde que tú, y ¿quién podría?
- Cristian Himself.
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Amor inconveniente
Hola, ¿cómo estás?
Espero que muy bien. Quise escribirte ésta carta porque ha pasado cierto tiempo desde que te marchaste pero, al parecer, aún te siento aquí. Cielos, cuántas cosas han ocurrido también, vaya que ha sido un torbellino. En fin, vine aquí también para despedirme, suena extraño, yo mismo no lo acabo de entender, pero de alguna manera creo que es necesario hacerlo para que tú termines de irte también.
Y es que sé que realmente tú has seguido adelante, y supongo que eso es genial, aunque realmente no pueda sentirlo así, pero a final de cuentas sigo viendo tu silueta roja pasar por mi ventana, siempre que me voy a dormir y siempre que acabo de despertar. Lo cierto es que yo nunca quise que te fueras, y me dolió mucho que lo hicieras. Es curioso lo que hace la gente, cuando dos personas quieren estar juntas entonces es algo que acuerdan, lo planean, hay una propuesta de por medio; pero cuando eso se termina, muchas veces ocurre por una decisión unilateral.
Supongo que eso es lo que pasó, supongo que por eso he sufrido tanto, supongo que por eso no te he olvidado, porque a final de cuentas tú fuiste quien decidió irse, pero yo había decidido quedarme un poco más, no sabré decirte exactamente porqué, quizás debido a que en el fondo aún guardaba cierta esperanza de que miraras hacia atrás, de que extrañaras estar a mi lado. Pero entiendo que tú no tienes la culpa de eso, fui yo mismo el que pensó de esa manera, el que tuvo ese deseo en su corazón. No lo sé, es complicado.
Creo que no existe algo tan improbable como el amor, sólo un momento de absoluta incertidumbre, junto con una pizca de inmensa fortuna, puede hacer coincidir a dos personas de la forma correcta. Porque no hay una fórmula universal, ni tal cosa como la ley de la atracción de los opuestos o la de dos caras de la misma moneda. Para cada quien funciona diferente, y eso está bien, es suficiente. Tú y yo éramos muy similares en casi todo, y eso pareció funcionar siempre ¿no?
Pero hay que ser capaces de ser sinceros con nosotros mismos, pues de lo contrario ¿cómo habríamos de serlo con los otros realmente? Por eso no importa la forma que tenga nuestro amor, siempre y cuando sea auténtico. Sin embargo, sé que no es algo sencillo ¿cómo saber que es amor? Supongo que puedes pensar en muchos ejemplos, quizás no pasen de clichés, quizás lo hagan, no lo sé, porque al final la única persona que puede decidir si lo es o no es uno mismo.
Después de tanto tiempo, creo que el amor no se resume en algo tan concreto, pero si lo hiciera seguramente sería en algo parecido a “creer”. Y es que cada uno ama como sabe hacerlo, y apuesta toda su alma en el intento de ser correspondido, quizás no de la misma manera, pero sí en la misma medida, porque el amor es universal en tanto lo abarca todo, pero no es que posea un único rostro, se presenta de muchas formas, tiene toda clase de colores, y se encuentra en cualquier momento.
Yo sé que tú me amaste, siempre lo supe, pude sentirlo cada vez que lo dijiste, y pude verlo cada vez que te miré, pude olerlo en cada desayuno que preparaste, y pude escucharlo en cada latido, cada vez que aguantamos la respiración frente a frente ¿Sabes? Fue algo maravilloso, y te estoy demasiado agradecido por ello. ¡Dios! Lo disfruté tanto... que no quería que terminara nunca, y lamento que por eso me haya aferrado, que por un momento no estuviera dispuesto a dejarlo ir. Es sólo que... estoy aquí con un montón de recuerdos maravillosos y aún así parece como si tuviera que olvidarlos todos, perdona pero, no tiene sentido. Y, a pesar de eso, sé que debo hacerlo jaja, no sé qué diablos.
De cualquier manera, estoy dispuesto a seguir por mi propio camino, porque siempre te quise libre, y siempre lo seguiré queriendo. Para mí es demasiado difícil la forma en la que todo esto ha ocurrido, pero voy a enfrentarlo aún así.
Sólo espero que sepas que yo también te amé, te amé demasiado, tanto que para mí no tenía sentido quedarme aquí sin ti ¿Qué se hace con todo esto entonces? Intenté guardarlo y al final algo se echó a perder. Pero eso me ha hecho ver muchas cosas.
Tú me hiciste sentir toda clase de sentimientos, y todos ellos fueron muy intensos, no sé dar una explicación, pues, tal como te dije, nunca había sido así con nadie más. Es curioso cómo es que fuiste tú la que había estado esperando, la que me había visto desde hace mucho tiempo y la que pensó en mí en medio del silencio, para que al final haya sido yo el que no quisiera irse. Esto es algo muy nuevo para mí, lo cual también resulta muy extraño.
Sin embargo, aunque mi corazón tuvo el deseo de hacer tantas cosas por ti como nunca lo había hecho antes, lo cierto es que creo que todo eso siempre estuvo allí. Supongo que sólo hacía falta que llegara alguien por quien sintiera que valiera la pena darlo, y puedo decirte ahora que cada vez que hice algo sentí que tú eras la persona correcta.
En aquellos días tú sonreías con esos labios tan hermosos que tienes, y tus ojos se iluminaban como si estuvieras recibiendo algo que habías estado anhelando por mucho tiempo. Así solía pensar que todo estaba bien, que así estaba todo bien. Pero al final viniste a decirme que hubieron muchas veces en las que no te agradaba mi forma de hacer las cosas, en las que sentiste incomodidad o algo por el estilo. Vaya, me hubiese gustado saberlo antes, cuando realmente importaba.
Y, aún así, lo siento pero, así soy yo, al menos solía serlo. Me gustaba hacer toda clase de detalles por ti, planearlo aunque me tomara meses, o hacerlo de la manera más espontánea, como sea, sólo para que un día tu sonrieras con lo que te diera. Solía memorizar los lugares en donde me encontraba un puesto de flores, y prestar atención a los detalles, para que, en el momento menos esperado, pudiera hacerte ver que siempre estaba pensando en tí. Cada canción que me gustaba era sobre lo que teníamos, y cada cosa que ocurría en mi vida la reservaba para el momento en que pudieramos hablar. Eso hizo que cada risa la guardara para compartirla contigo, y que cada momento de frustración lo externara delante de tí para que me ayudaras a encontrar el camino. Ese solía ser, alguien que te tuvo en cuenta en cada aspecto de su vida, esa solía ser mi forma de amar, una entrega total, aunque nadie lo pidiera.
Así que lo siento, lamento si ahora mi amor te es inconveniente, si te molesta que envíe una carta antes de marcharme, o si compongo una canción para recordar los buenos momentos, si camino por tu calle, o si espero poder hablar con quien era mi mejor amiga. Sí, lo siento, lamento que ahora todo eso parezca fuera de lugar. Si piensas que mi amor puede desaparecer de la noche a la mañana, que si pasan un par de días llenos de silencio ya te habré olvidado, que el hecho de que al ir caminando mi mano ya no esté acompañada de la tuya pueda hacer que no me duela ver cómo acompañas a alguien más, pues entonces realmente nunca conociste mi amor. Lo que yo te ofrecí no fue fugaz, ni desechable, no fue sutil ni improvisado. En realidad, para mí todo cambió de la noche a la mañana, nunca vi un final anticipado, no fue nada sencillo, sé que no lo fue para ninguno de los dos.
Pero está bien, de verdad. No planeo seguir haciendo cosas a la nada, pensando en alguien a quien realmente ya no le importa ¿Qué sentido tiene? Quizás no sea capaz de comprender cómo es que todo lo que un día te hizo feliz terminó siendo insuficiente y que ahora ya no provoque nada en tí. Pero sí entiendo ahora que debo marcharme, que quizás para tí esta forma de amar no es lo que quieres, lamento que después de esperar tanto tiempo al final te dieras cuenta que este amor te es inconveniente, pero está bien, porque debe haber alguien allá afuera que sepa valorarlo, y que lo haga tanto que ésta vez no sea sólo yo el que se quede, que se dé cuenta que en él hay muchas cosas que ya no se encuentran en todas partes, como tú misma llegaste a decir cada vez que te obsequiaba un ramo de flores.
Es por eso que realmente no puedo decirte que encontrarás a alguien mejor, porque no va a ser así, nadie te va a amar como yo lo hice, ni tendrá todos los detalles que yo alguna vez tuve, ni te mirará de la misma forma, simplemente nadie será como yo lo fui contigo. Y eso está bien, porque nadie es igual a ningún otro, porque nadie ama de la misma forma y, aunque nunca encuentres a alguien que te ame más que yo, eso aún así estará bien, porque aún así te amará de la forma correcta, la que tú consideres conveniente. Y ¿sabes? Eso será suficiente.
Así que me voy, realmente sin saber a dónde, sólo sé que lejos. Me acompañarás quizás otro par de noches, pero un día mis sueños volverán a estar vacíos al dormir, las cosas tomarán su curso y yo seré también una versión distinta. Por ahora queda mucho por delante, y espero que tengamos éxito en todas esas cosas y, cuando así sea, tendremos que guardar nuestras anécdotas para gente nueva, y estaremos bien.
Siempre tendrás de mí una sonrisa, allí en donde te conocí, allí en donde caminé contigo, y allí en donde te vi por última vez. No pido nada a cambio, no ésta vez. Ni espero que lo sepas, ya perdí el interés. Solo espero que estés bien y yo también.
Ojalá seas muy feliz.
Atte:..
Cristian Himself.
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De flores y amores
Cuando un hombre elige dar flores a una mujer puede haber muchas cosas de por medio. Ciertamente, ante los ojos de ciertas personas puede parecer un cliché, un obsequio con cierto descuido, que fue elegido casi como un comodín.
Sin embargo, para aquellos que regalan con conciencia, las flores tienen un significado muy especial. Representan no sólo su esfuerzo por ahorrar y con ello poder entregar un regalo a cierta mujer, sino que en realidad son también esos momentos de estrés por querer encontrar la combinación perfecta, entre flores grandes, chicas y pequeños adornos, para así establecer armonía entre todas ellas y los colores tan diversos que allí se encuentran. De esta manera, llevar las flores correctas es como elegir el traje perfecto para pasar con ella la noche más especial. Una carta de presentación, y el reflejo de su interés.
Para quienes regalan flores, se trata de probarse a sí mismo cuánto conoce a aquella persona; "¿Le gustarán éstas?", "Esta es su favorita", "Sus ojos harán juego con éstas, se verá preciosa"... Y tener ese miedo de confirmar con la expresión de su rostro, el tamaño de su sonrisa, o la intensidad en el brillo de sus ojos, si después de todo le gustarán o no.
Se trata de guardar en el celular, y en nuestra propia mente, las ubicaciones de cada puesto de flores que nos sea posible, y con ello crear un nuevo mapa de la ciudad que antes no existía, cuyo título llevará el nombre de aquella persona especial. Y, de esa forma, volverse recolector, negociador, y un floricultor aficionado, que se va grabando el nombre de las flores que más le han gustado.
Se trata de conocer la sensación de fragilidad, y de compromiso absoluto, en el intento desesperado de que nada ni nadie maltrate esas flores, sin importar si tenemos que atravesar por mares de gente en las calles y el transporte. Sin importar si llueve, o si sopla el viento, sin importar lo que se presente estamos listos para interponer nuestro propio cuerpo con tal de mantener su integridad y su aroma puro.
Así, al regalar flores se comparte un reflejo de nuestro propio corazón, es la suma de todo el esfuerzo, y la materialización de los latidos sobreextaldados que nunca se detuvieron, sino hasta que nuestras manos rozaron las de aquella persona especial, en el momento de entregar ese obsequio, de rendir esa pequeña parte de nosotros, esperando que pueda ser suficiente y que pueda ser aceptada.
- Cristian Himself
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Un momento aquí
Muchas son las cualidades con las que se puede describir al ser humano pero, de todas ellas, quizás la más exacta sería “frágil”. Porque sin importar cuán indestructible se crea el hombre más poderoso del mundo, al final del día su vida depende de la sangre que corre por sus venas. Ya el gran Nezahualcóyotl lo declaraba diciendo:
“¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí”.
Somos, pues, un proyecto que se muestra inacabado, incompleto, imperfecto, porque cada día pendemos de un hilo que no podemos ver ni manipular por nosotros mismos. Así, algunos se van después de mucho tiempo, y otros lo hacen mucho antes pero ¿qué hay para los que todavía nos quedamos un momento aquí?
Hemos dado cada paso llenos de dudas, porque sabemos hacer las preguntas, pero no sabemos darles respuesta. Y dentro de esa gran verdad, desconocemos la razón del orden de la vida, no sabemos porqué unos se van y otros se quedan, pero intentamos vivir a nuestra manera, Algunos buscan incanzablemente descubrir esa razón, que es la única que explica el propósito de su existencia, y otros, declarando conocerla, viven de tal forma que creen honrar la memoria de los que ya se han ido.
Pero ¿cómo vivir? Si lo hacemos pensando en los demás, luego entonces esa vida no nos pertenece, somos tan sólo un cascarón alquilado hasta el día que podamos pagar su renta. Y si lo hacemos pensando en nosotros ¿qué será de aquellos que ya no tienen la misma oportunidad? Pero la vida no se vive en negros y blancos, sino que también está llena de muchos matices.
En cada uno de nosotros permanece cierta escencia de todas aquellas personas que hemos conocido. Cuando nuestra madre se va, aún se encuentra en los rizos de nuestro cabello, y cuando nuestro padre se marcha, aún le vemos en el color de nuestros ojos. Más en el concepto de la vida hay tanto egoísmo como en el de la muerte, odiamos la idea de no poder reclamar la potestad divina que decide el momento de partir y el momento de nacer.
Es una cuestión de tiempo, y de cómo decidimos invertirlo mientras estemos un momento aquí. Podemos elegir pasar el resto de nuestros días tratando de comprender una cuestión tan profunda como el mismo océano, o podemos hacerlo aceptando todo aquello que nos limita, todo aquello que nos hace humanos. La fragilidad, la ignorancia, el egoísmo, la nostalgia; la persistencia, la racionalidad, la habilidad y la esencia de aquellos que nos acompañaron por un tramo del camino que nos tocó recorrer.
Sobre justicia no sabemos, aunque vivimos rodeados de leyes, y sobre discernimiento nos hemos equivocado, aunque creemos haber aprendido ya tanto. Por lo tanto, de nada sirve invocar todas esas cosas cuando el momento de partir ha llegado para alguien. No lo entenderemos, hasta que comprendamos que nosotros no tenemos el control, sin importar cuántas lunas alcancemos, no tendremos el control. Seguimos siendo nosotros mismos, como siempre lo hemos sido, y seguimos estando sólo un momento aquí.
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Rosas
Un atisbo tenue, casi imaginario, que se levanta y se estira, como queriendo escapar de su esfera, como yendo de un plano a otro, como volviéndose real. Y es que, ¿acaso no es así cada sueño, cada recuerdo? Como un tesoro intangible, pero cuya imagen es tan viva, cuya presencia tan fuerte en nuestros corazones, que parece que casi podemos tocarlo, olerlo, saborearlo, vivirlo.
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Volver
De sus ojos el recuerdo le perseguía perpetuamente, y de su voz el anhelo que guardaba constantemente ¿Dónde estaría ahora? En su corazón, en su mente, en su boca y en sus sueños indudablemente. Si, ella estaba en todas partes.
Y es así que el invierno se iba y el verano también, el tiempo, el mundo, cambiaban una y otra vez, pero ella permanecía, ella siempre estaba allí, a veces sonriendo y a veces durmiendo, a veces callaba, y otras veces hablaba. Todas y cada una de sus facetas las había guardado en su corazón, como preciosos recuerdos que atesoraba y recordaba, cada noche, cada día. Porque todo le gustaba, todo lo quería, completamente, la quería a ella.
Más cuando a la lejanía escuchaba sus palabras, que con dulzura se enunciaban, no estaba él seguro si podía tomarlas para sí ¿Quién le daba el derecho? ¿Acaso no puede ella querer a cualquier otro? ¿Acaso era él el único que ella esperaba que se quedase?
Sin seguridad, recostó su cabeza en su almohada, y con los ojos cerrados deseó poder conocer los secretos de su corazón, y aunque luego se sintió cansado ¿qué más daba si se dormía o no? Estando dormido o despierto ella siempre estaba allí.
Más en todo ello existía una triste ironía, pues aunque siempre la tenía presente, ella estaba siempre ausente ¿Cómo, pues, no podía ver que cada palabra, cada verso y cada gesto se quedaban danzando por el aire en espera de que ella los tomase para sí? ¿Cómo no podía ver cuánto le quería? ¿Y no percatarse de todas las veces en que esperó por verla?
Luego entonces, entendió que a veces el amor es como un mensaje en una botella de cristal, que se arroja al mar sin saberse si algún día volverá, si será correspondido; que a algunos les toca dar sin recibir, pero que eso nunca será malo. Se daba cuenta que no se trataba de temer si saldría lastimado o no, y aún eso no le importaba, quería amar, amar muchísimo, con todo su corazón, pues ¿Qué persona no merece ser amada?
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“Partida”
Querida:
Escribo esto con los últimos fragmentos de mi conciencia, antes de que ésta se disipe con el viento de la primavera, entre el polvo y las jacarandas. Y lo hago sólo para que entiendas el motivo de mi partida, si es que algún día te das cuenta de que ya me he ido.
Ahora sé que existen muchas formas de querer a alguien, todas ellas parte de la personalidad de cada uno. Nacen de su esencia misma, porque cada quien se proyecta ante el mundo a través de la forma en la que sabe amar. No es, por lo tanto, sorpresivo, que del corazón emane la vida.
Pero ¿qué ocurre cuando se encuentra la felicidad con alguien y, sin embargo, no puedes ser tú mismo?
Estoy buscando respuestas por todas partes, pero siguiendo el mismo patrón de siempre, es decir, queriendo escuchar algo que me dé la razón. Es un proceso similar a cuando, estando decaídos, quisiéramos oír sinfonías de oscuro matiz, porque nos sentimos comprendidos. Así, pues, sólo busco consuelo en las palabras que deseo escuchar, y no necesariamente en aquellas que expresan la verdad.
Pero no puedo evitarlo ¿no se supone que con la persona que elijas estar debes poder ser totalmente libre en tu espíritu? Más ahora he venido a un encuentro conmigo mismo, y he decidido luego inhibir mis sentidos, atando con cadenas todo cuanto solía ser, de tal forma que ahora, mirándome frente al espejo, nada logro reconocer. El brillo de mis ojos se ha escapado, mostrando ahora un oscuro opaco semejante a la neblina, inunda mi rostro y se desborda por mis mejillas.
No obstante, cuánto deseo que no sufras más con esto, pues debes saber que lo he decidido por mi mismo, nadie me lo ha pedido, nadie excepto mi corazón desesperado. Quería conservar un brillo mucho más sublime que el mío propio, el de la sonrisa de quien resguarda diez mil atardeceres en sus ojos. Porque se había apagado, el fuego interno que refulgía con ímpetu se había extinguido por el mar de un sollozo impaciente. ¿Y yo qué podía hacer? No puedo curar un corazón quebrantado, ni un alma entristecida. Por un momento había pensado tener el poder de hacer felíz a alguien, pero luego me encontré con que las semillas que yo había plantado en ese jardín, se quedaron inertes al estar debajo de una tierra infértil, por lo cual me dí a mí mismo en sacrificio, esperando mirar de nuevo esa luz que tanto extrañaba.
Tenía, pues, que irme, con el único propósito de que te quedaras. De todas formas, no podía permanecer a voluntad, pues desde un inicio sólo era un invitado. Sin embargo, quisiera no quedar en el olvido, aunque ciertamente no he de volver, pues yo mismo no conozco el camino, ésta vez no me esperes al amanecer.
Porque ahora hay una celda que resguarda a mi espíritu, de la cual tampoco poseo las llaves que puedan abrir la cerradura, pues sólo aquella persona que me liberó la primera vez, puede hacerlo de nuevo. Con todo, no es algo que me preocupe, pues la prisión en la que se encuentra mi espíritu está hecha de barrotes de fierro, por los que constantemente asoma sus brazos extendidos, con un ramo de flores entre sus manos, intentando todavía con desesperación manifestarse ante el mundo, pese a que ya nadie le escucha, ni nadie le espera. Luego entonces se arrincona entristecido, ya habiendo sido apaciguado por el silencio que le rodea, y su corazón se desangra en lágrimas, por las que se escapan los recuerdos que alguna vez creyó poseer.
Me he negado a mí mismo, una y otra vez, con tal de que te quedes. No puedo explicarlo, por favor no lo esperes. Hay cosas que no se pueden comprender, y sólo deben aceptarse tal cual son.
Todo parece ahora tan contradictorio, de tal forma que lo que pensé que era cierto ahora ya no lo es. Y así entonces entregué también mis recuerdos al vacío, sabiendo que no recibiría nada más a cambio sino tan sólo el olvido. Me despedí pues, no sólo de mí mismo, sino también de una imagen que resguardaba en mi mente y en mi corazón, la de aquella persona a la que amaba de forma desmedida, sin comparación.
¡¿Cuán difícil es entenderlo?! Incluso para mí. Pero ahora me encuentro agotado, y el tiempo es demasiado corto como para desperdiciarlo cuestionando todo lo que es, todo lo que será, y todo lo que ya no es más. Yo quisiera que nos concentráramos en amarnos porque, con todo ese esfuerzo, con todo el sacrificio, con cada lágrima por el miedo de perdernos en medio del caos que hay en nuestros corazones, ¿qué no es eso, finalmente, lo que hemos estado haciendo?
Yo lo único que pido es que un día abras los ojos y mires todo lo que te rodea. No se trata de merecerlo, sino simplemente de saber si se quiere o no. Porque nunca se ha tratado de que seas perfecta, sino simplemente de que seas feliz.
Más aquí no hay arrepentimientos, no hay llanto, no hay dolor. Porque el lugar en el que me encuentro está perdido en medio de la oscuridad. Por tanto, no te preocupes por mí, ni te preguntes cómo me encuentro, tan sólo estoy durmiendo, así como tú lo haces, aquí todo es apacible. Hay una sinfonía que suena a lo lejos, no puedo distinguirla bien aún, pero sus notas resuenan en medio de la noche, siento que me llama, como si fuera tu misma voz la que pronuncia mi nombre, pero no escucho, no la reconozco. Todavía no es tiempo, por ahora mi alma va a donde quiere, pero déjala que lo haga, hasta que tú estés lista. Y si tú quieres mi corazón, aquí sigue delante de ti, simplemente cierra tus ojos y me encontrarás.
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Dear friend, I know it ain’t easy
Dear friend, I've seen your face looking to an empty place. Where's your smile now, and the sparkle in your eyes?
Dear friend, I know it ain't easy, to lie about love, when love is bigger than us.
Dear friend, I know it ain't easy, to go to sleep thinking about a person who's thinking about someone else who isn't you.
Dear friend, I know it ain't easy, to hear the voice of that person, and suddenly feel that your wings shatter and you fall into emptiness... and there is nothing you can do about it.
Dear friend, I know it ain't easy, to see that person smiling next to someone else, I know it.
And, dear friend, I know it well, because I dream of you, hear you and see you in every place, but you're not there, because, dear friend, you're with someone else.
- Cristian Himself.
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