Tumgik
justlikeheaven1 · 7 months
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Meditación
Regresé a casa cabizbajo, cargando en los hombros el peso de un día difícil, un error en la oficina, el llamado de atención del jefe, salir tarde del trabajo y toparse con un bus colmado de gente, un aguacero salido de la nada que me atrapó sin mi paraguas encima. 
Una vez en casa encendí el equipo de sonido, nada mejor que una buena canción para poner todo en su lugar, intenté con Nina, Fito, Charly, nada, acudí a Sinatra pero no me llegó, quizá Miles Davis….no hay respuesta, mi antena interna estaba desactivada, bloqueada, tal vez se había girado un grado y no recibía señal.
Intenté con la televisión, seguro que una película o el capitulo de una serie me anestesiarían, me alejarían de aquella incomoda sensación, navegué por cada aplicación pero, había tanto contenido que paradójicamente me fue imposible elegir algo, lancé un suspiro, rasqué mi cabeza y con las dos manos froté mi rostro, un tanto frustrado, otro tanto cerca de la desesperación.  Cuando retiré las manos de mi cara me encontré con mis zapatos, me pregunté dónde estaba, aspiré una bocanada de aire, sentí una necesidad incontrolable de quitarme los zapatos, me saqué los pantalones, fui en busca del tapete para practicar yoga, lo desenvolví y lo tiré al piso, me recosté boca arriba, con el cuerpo totalmente extendido, inhalé, exhalé, una, dos, tres veces, cerré los ojos.
Con la respiración calma, busqué relajar mi cuerpo, aquietar la mente, acallar a los seres que me habitan, siendo consciente de las sensaciones de mi cuerpo, sentí un leve movimiento en mi obligo, algo parecido a un roce, como si un vello se hubiera enredado en la ropa, halé ligeramente la camiseta y tuve la sensación de que algo se deslizó por el costado derecho de mi abdomen y al final un sonido, como si algo hubiera chocado contra el tapete, como si un objeto hubiese caído de mi cuerpo, miré mi costado y creí haber visto una diminuta mancha roja que se movía a toda velocidad, pero fue tan rápida que se desvaneció, seguro fue una impresión, una ilusión por haber apenas abrierto los ojos.
Me encontraba tirado en el piso de la sala, mi cabeza apuntaba hacia la puerta de la cocina, mis pies hacia la pared en la cual se encuentra el televisor, la chimenea y una pequeña biblioteca, creí escuchar un sonido, delgado, bajo, algo parecido a un cuchicheo, abrí levemente mi ojo derecho intentando encontrar el origen del sonido, la escena con la que me encontré era sorprendente, maravillosa, salida del mejor cuento infantil, aún así, por razones que no podría explicar, mantuve la calma, permanecí inmóvil, y observé como si se tratara de una película, un diminuto duende con gorro rojo le hablaba a un ratón con capa, un muñeco de peluche que reposa en el primer estante de la biblioteca, le daba instrucciones, gesticulaba, me señalaba, era evidente que lo que quiera que dijera me involucraba a mí, el ratón cobró vida, se levantó y emprendió el vuelo, estabilizó su posición y se quedó quieto, diría yo a un metro y medio del suelo, suspendido, miraba la biblioteca, como si buscara un título en particular, regresé la vista hacia donde hasta hace segundos había visto al duende pero, ya no estaba allí, creí ver algo rojo que velozmente se desplazaba hacia la habitación.
El ratón finalmente encontró un libro, en principio no pude notar de cuál se trataba, lo bajó de la biblioteca y lo puso en el piso, levantó su brazo izquierdo y saludó a un par de gatos de madera, los cuales lanzaron un ronroneo al unísono a la vez que movían la cola, en la habitación se escuchaban algunos ruidos, como si alguien esculcara, sacara cosas, arrastrara objetos.  Unos instantes después, de la habitación salió el duende con lo que parecía ser unos cartones sobre su cabeza, a su lado caminaba Stich, un peluche que generalmente está sobre la cama, Stich traía en una mano un frasco de vidrio lleno de papelitos de colores, en la otra, un pequeño astronauta, vi como todos se acercaban a mí, los gatos treparon hasta mi pecho, moviéndose con gracia, restregando sus cuerpos contra el mío, el ratón, el duende y Stich se posaron junto a mi cabeza, descargaron las cosas que llevaban en sus manos y abrieron el libro.
Yo seguía inmóvil, pero no porque no pudiera moverme, no porque me encontrara paralizado ante la escena asombrosa y onírica, me mantenía inmóvil porque a pesar de lo extraño de la situación no tenía miedo, ni sorpresa, ni inquietud, una tranquilidad gigante me invadía, mi cuerpo se encontraba asombrosamente relajado y mi mente absolutamente quieta.
El ratón, con una voz ronca pero agradable, con un delicioso acento del sur, leyó un entretenido cuento de Horacio Quiroga, entre tanto, el duende sostenía unas postales y las pasaba una a una, como si me las mostrara, se trataba de las postales que conservo de la Ciudad de Buenos Aires, así mismo, Stich abrió el frasco el vidrio, sacaba uno a uno los papelitos de colores, los desenvolvía, se los entregaba al astronauta que acto seguido, flotaba a la altura de mis ojos y me mostraba lo que tienen allí escrito, de pronto, el duende se golpeó la cabeza con la palma de su mano derecha, un ademán que indicaba que se había olvidado algo, desapareció y supe que estaba en la habitación porque nuevamente escuché algo que se arrastraba, luego como si un objeto hubiese caído de un estante, nuevamente algo se arrastraba, el duende traía consigo algo parecido a un libro, a medida que se acercaba a mí, noté que se trataba de una agenda negra, la abrió y le señaló al ratón, indicándole que leyera, Usar en caso de emergencia leyó el ratón, la sonrisa de ella se dibujó en mi mente en blanco, me encontré con su ojos, sentí sus brazos rodear mi cuerpo y cerré mis ojos, respiré emocionado, tranquilo, con la convicción absoluta de que todo iba a estar bien, inhale profundamente y abrí los ojos, en la sala, todo se encontraba en perfecto orden, los gatos de madera en su lugar acostumbrado, el ratón sentado en el primer estante de la biblioteca, el libro en su sitio, Stich había desaparecido, no había rastro de las postales, ni de la agenda, tampoco del frasco de vidrio, todo en perfecto silencio, me senté, levanté mi camiseta, revisé mi ombligo, primero con mis ojos, luego, lentamente, con mucho cuidado y delicadeza introduje mi dedo índice, sentí algo, lo atrapé delicadamente, llevé mi mano a la altura de mis ojos, se trataba de una pequeña mota.
13 de marzo 2024
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justlikeheaven1 · 7 months
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Komorebi
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En alguna ocasión, muy a su pesar, nos levantamos muy temprano, ella preparó un café y lo puso en un termo a la vez que salíamos corriendo de casa con la oscuridad del amanecer aún sobre nosotros, fuimos en busca del bus o del colectivo com dice ella ahora, algo de nerviosismo y apuro advertía yo cada que ella miraba por la ventana a la vez que observaba con insistencia el reloj, bajamos del bus y corrimos hasta la orilla del río, tomábamos pequeños sorbos de café para apaciguar el frío de aquella mañana de invierno, mientras veíamos como el sol emergía desde la profundidad del río de la Plata.
En otra oportunidad, presenciamos por causalidad un alumbramiento al interior de un bote que se encontraba anclado a orillas del río Tigre.
Una mañana, después de carreras y nerviosismo ante la posibilidad de perder el Ferry que nos llevaría de vuelta a Buenos Aires, nos encontramos sentados en la terminal de buses de Montevideo, comiendo los sandwiches de huevo que habíamos preparado en el hostal de Punta del Este.
Gritamos las letras de Johansen en el Niceto Club, bailamos con la música de Juanes en aquel parque de Buenos Aires, la vì gozar ante el embrujo de las tamboras en el Konex, le pedí que fuéramos novios aquella noche en la Fernández Fierro, cantamos a reventar a Fito en el Movistar, en el mismo lugar donde nos emocionamos con Drexler, brincamos hasta el cansancio con el Diamanete y me pasé de copas a su lado escuchando a los Alcolirykoz.
Anduvimos en Tuc Tuc por la troncal del caribe mientras nos reíamos por las picaduras de las aguas malas, nos arrastramos bajo el sol inclemente de Isla Mujeres y encontramos la redención en San Guaré, no estoy muy seguro si en su hermosa playa o en el oscuro lago fosforescente o allí, aterrados en alguna parte del mar mientras careteábamos.
Los días nos han encontrado tirados en la cama, hablando, acariciándonos, riendo, llorando, la he visto asombrada ante la belleza de una flor, ante lo inexplicable de una obra de arte en algún museo en Baires o en Ciudad de México o en Bogotá, la he visto suspirar ante la inmensidad de los cerros en Machu Pichu o el horizonte encapotado de Lima, he notado como se derrite ante la sonrisa inocente de los niños, sobre todo de aquellos a los que adora, la he visto cerrar sus ojos y deleitarse al borde de las lágrimas ante un plato delicioso, la he escuchado mientras comparte su inmensa luz a más de uno que ha tocado su puerta buscando un refugio ante la oscuridad.
Es un recuento corto, muy pequeño, de todos aquellos simples instantes que he compartido a su lado, como aquellos simples instantes que rememora 22 en el cuerpo de Joe, en aquel instante en el que el viento trae a sus manos un trozo de hoja que cae del árbol, o como aquellos momentos en los que Hirayama fotografía aquel árbol intentando capturar el komorebi, aquellos pequeños instantes que le dan sentido a la vida.
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justlikeheaven1 · 1 year
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Black
Julio de 2017, estoy sentado a la mesa en un pequeño apartaestudio, ameno, acogedor, me levanto y camino hacia el gran ventanal que hace las veces de puerta de acceso al balcón, quito el seguro y corro la puerta, el viento frío del invierno me eriza la piel, el olor húmedo en el aire viene a confirmarme que estoy a un poco más de cuatro mil kilómetros de casa, en un edificio ubicado sobre la Avenida Manuela Pedraza, en el barrio de Núñez, Buenos Aires, Argentina, cómo es posible que esté allí, en qué momento la vida me llevó hasta este lugar, cuántos acontecimientos tuvieron que coincidir para estar parado en aquel balcón, con la ciudad latiendo en cada uno de mis sentidos.
El recuerdo viene a mí, mientras leo un texto de Leila Guerriero, en el que, sugiere a quienes tengan pretensión de ser periodistas, que escuchen a Pearl Jam, a Bach, a Calexico, y vienen a mí porque cada vez que pienso en Pearl Jam pienso en Black, en aquellas últimas líneas de la canción I know someday you'll have a beautiful life,  I know you'll be a star In somebody else's sky, but why? Why? Why Can't it be, oh, can't it be mine y pienso en aquella canción porque fue la canción que le dediqué silenciosamente a la mujer que solía vivir en aquel apartaestudio, aquella mañana del 2014 en el que creí, sería la última vez que la vería.
Nos conocimos hace mucho tiempo, recién despuntaban los 90, década turbulenta, 10 y 6, aunque podemos mover un poco la aguja del tiempo, ajustar en 11 y 6 para que concuerde con aquella balada de Fito, nuestras madres eran amigas, por lo que recordamos, buenas amigas, de esas cercanas, incondicionales, de las que es difícil encontrar, cuando ellas se reunían a conversar, a confesarse, a brindarse apoyo mutuo, nosotros jugábamos, algo pasó allí, algo encajó, como el par de piezas de un rompecabezas ubicadas en el lugar correcto, sin embargo, para aquella época la diferencia de edad era…, abismal, como abismal fue el 18 y 14, de la época aquella en la que quisimos jugar a que todo funcionara.
Pero no funcionó, crecimos, caminamos, tomamos caminos distintos, serpenteantes, de esos que cada tanto se entrecruzan, momentáneamente, por instantes, con cierto sabor a capricho, capricho de la vida, del tiempo, de los caminantes, caminantes que obsesos, orgullosos, decididos a desoír el capricho, lograron romper la sincronía de su caminar, y de esta manera, los cruces de camino se transitaron a destiempo.
Durante mucho tiempo nos perdimos el rastro, no supimos nada el uno del otro y tampoco nos lo preguntábamos, o al menos no nos lo preguntábamos con suficiente fuerza como para querer indagar por el otro. Por coincidencia, o tal vez por aquel capricho de la vida, o simplemente por así pasó, sin que mediara ningún tipo de alineación planetaria, tuve, por motivos laborales, que regresar a aquel barrio en el que crecimos, en el que nos conocimos y el cual, suponía yo, ella aún vivía, los recuerdos esperaban agasajados en las esquinas, atentos, prestos al asalto, en aquel lugar me pregunté qué sería de su vida.
¿Qué hubiera pasado si no existiese internet? ¿habría encontrado la forma de saber algo de ella? ¿hubiera elegido quedarme con la duda? Nunca lo sabré, una vez en la oficina, busqué su nombre el Google, digité el correo electrónico que creía recordar, no había rastro, no sé con exactitud, cuántas horas y cuántos días dediqué a la búsqueda, hasta que un día, finalmente, encontré su rostro en una foto, un perfil de aquella red social de Google ya desaparecida, bajo la fotografía un mensaje que indicaba que vivía en otro país, lejano, al sur, muy al sur de mis posibilidades.
Se han enfrentado a aquella situación en la que, redactan con total decisión un mensaje, lo leen, les parece perfecto, pero al momento de hacer click en enviar, la mano sufre una especie de parálisis temporal, el cerebro ordena hacer click pero el cuerpo, como si recibiera un mensaje de otra parte del cerebro, un mensaje de prudencia, se resiste a cumplir la orden, así una vez y otra vez, hasta que la región del cerebro que dio la orden primaria, recapacita, decide que es mejor pensárselo bien, que tal vez no es oportuno enviarlo, que quizás, se van a remover fibras, que posiblemente lo mejor es dejar las cosas tal como están, ¿les ha pasado?.  Me enfrenté a dicha situación por un par de semanas, después de sopesarlo mucho, mi dedo índice, tal vez agotado de tanta tensión, de tanto tire y afloje, cayó pesadamente sobre el botón del mouse, el mensaje fue enviado, la mariposa aleteó.
Los mensajes fueron y vinieron, la alegría del reencuentro virtual, ponernos al día con los últimos acontecimientos de nuestras vidas, revivir situaciones pasadas, con todo y los reproches, a veces indirectos, otras veces con todo el peso de su franqueza, un nuevo distanciamiento, porque tal vez era lo mejor, porque tal vez era mejor dejar las cosas como estaban, porque tal vez era mejor no revivir aquello que nunca fue, que no sería, una reconsideración, nuevos mensajes, saludos paulatinos, compartir películas, canciones, enterarnos de las rutinas de cada uno, y, en algún punto, la mariposa volvió a aletear, ella vendría a Colombia, en algún momento, en una fecha cercana, le encantaría que nos encontráramos, le pareció buena idea que fuera a buscarla al aeropuerto.
El encuentro se dio, ¿nervios?, muchos, ¿dudas?, por doquier, sin embargo, después del abrazo del reencuentro, fue como si la distancia nunca se hubiese dado, la conversación fluyó, esa sensación de cercanía, de confianza, de intimidad, se hizo presente con naturalidad, hablamos, reímos, ella lloró, la acompañé al reencuentro con su familia, abrazos, sonrisas, recuerdos, tensión, en un momento, ella reposaba su cabeza sobre mis piernas, mientras escuchábamos a su abuelo hablar, sentados en el sofá frente al televisor, ella se levantó para buscar algo, y, de la nada, en movimiento rápido, hábil, sus labios se posaron en los mis, fue solo el contacto, no más allá, no fue suficiente nada más, la mariposa aleteó un poco más fuerte, el sunami empezaba a gestarse, la marea empezó a agitarse, yo, no tenía la más mínima idea del impacto que provocarían aquellas olas.
Un poco más de tres años pasaron desde aquel momento, desde el momento en el que el sunami tuvo lugar, tres años de gigantes olas, grandes inundaciones, las esperanzas parecían haberse esfumado, cuando la oscuridad parecía apoderarse de todo, una mañana helada en la Ciudad de Cusco, pequeños rayos de sol rompieron la espesa capa de nubes, nuevos mensajes de texto, la familiaridad, la intimidad nunca se fueron, se recobraron al instante y unos meses después, fuera de cualquier lógica, en contra del más optimista pronóstico, ahí estábamos, caminando, tomados de la mano, esta vez fue ella, me llevo de la mano a caminar por Corrientes. 
10 de mayo de 2023
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justlikeheaven1 · 2 years
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Nuevo Año
Son cerca de las 12 del medio día del primer viernes del nuevo año, estoy, estamos en un pequeño apartamento en el norte de la ciudad, afuera, el sol hace todo lo posible por romper la barrera de nubes, adentro, el frio se apodera de los espacios aún vacíos. Ella se encoge en su nueva cama, reflexiona acerca de la firmeza del colchón, "hace mucho frío" me dice, en ese tono particular que tiene de vaticinar lo que se viene, se acurruca a mi lado y me pide que la "arrunche". El espacio huele a pintura, a tierra, a vacío, aún no se impregna de su perfume, poco a poco va tomando forma, va ajustándose a su gusto, va acomodándose a su estilo como si se tratara de un camaleón, aún no se ha mudado pero ya ha hecho más refacciones de las que yo he hecho en el espacio que ocupo hace un poco más de 4 años. Su rostro cambia de expresión cada dos por tres, de repente sus ojos se iluminan, es su niña que se alegra por el espacio, por las cosas nuevas, su primer cama, su primer sofá, el primer comedor, nevera lavadora, luego frunce el ceño, es la preocupación de la adultez, el trabajo, las cuentas, las cosas que aún faltan, ahora, entrecierra los ojos, como afinando la vista, es la soñadora que busca el mínimo detalle, imagina la decoración, encuentra los colores que no hacen juego con la pared, el piso, los muebles, sus labios dibujan un pequeño arco de tristeza, tristeza por los cambios, por lo que cree que no estará. Me quedo con el brillo de sus ojos, con la sonrisa cada vez que resuelve una incógnita de decoración en su cabeza, con los sueños de las visitas que recibirá y lo que descubrirá en su nuevo barrio. Deseo poder apaciguar su tristeza, no con palabras, con hechos que le demuestren cuánto me gusta, cuánto agradezco cada día por tener su compañía, cuánto deseo verle tranquila, orgullosa, satisfecha. El nombre del wifi es Hogar, un nuevo hogar que se inundará de amor, que será testigo de su ilusión, de las palabras con las que llevará luz a quienes la necesitan, de sus noches de insomnio, de nuestro besos y risas, de los festejos por sus logros, de sus nuevos proyectos, de nuestros nuevos proyectos, será un hogar temporal, porque estoy seguro que su deseo de crecer la llevará a lugares que ya se ha imaginado.
6 de enero de 2023.
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justlikeheaven1 · 2 years
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Feeling Good
Me gustaría tener una canción para cada instante de la vida, me gustaría regalarle una canción para cada instante de su vida, en esto días, cada vez que la veo sonreír, la foto frente al espejo, sus mensajes llenos de adjetivos para describir lo delicioso del palto que degustó, aquel video del chocolate erupcionando de ese volcán de tierna masa, las imágenes de los hermosos follajes tras los que se esconde el pleno azul del cielo, sus caminatas por las empedradas calles, el riel del tren, cada vez que pienso en ello, pienso en este fragmento de canción
“Dragonfly out in the sun You know what I mean Don’t you know? Butterflies all having fun You know what I mean Sleep in peace when day is done That’s what I mean And this old world is a new world And a bold world, for me”
y deseo profundamente que sea así como se sienta.
Agosto 5 2022
undefined
youtube
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justlikeheaven1 · 2 years
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Regresar
El avión inicia el descenso, ella está sentada en la silla que da al pasillo, un nudo se instala en su garganta, los latidos incrementan la velocidad, ella no es consciente pero si la persona que está en la silla del lado mirara con detenimiento, notaria un pequeño temblor en sus manos, no es miedo, ha volado muchas veces, ladea su cabeza para ubicar sus ojos en el pequeño espacio que sobre la ventana deja el pasajero que insiste en fotografiar el inmenso río, ella alcanza a pellizcar una pequeña imagen de la inmensidad, un diminuta esquina es suficiente para que su cuerpo se inunde, los ojos sirven de rebosadero y las lágrimas resbalan sin ningún impedimento sobre su rostro, la nostalgia hace presencia e inmediatamente es abrazada por la felicidad, el agradecimiento regocijado empuja entusiasmado el líquido salado.
Regresa a casa, regresa al hogar que recibió hace 10 años a esa adulta precoz que a fuerza de golpes, de tropiezos, de inclemencias sacó a flote a la niña inocente, que habida de amor recuperó la capacidad de sorprenderse con las cosas simples de la vida.
Tendrá un olor diferente el río, sonarán diferente las voces con acento porteño, qué sentirá cuando recoja sus pasos por las veredas en las que conoció el valor de la amistad, cuando abrace a la familia que eligió y que la hizo sentir amada, cuando encuentre en las esquinas sus más preciados recuerdos, qué pensará cuando el frío reconozca sus huesos, aquella niña la espera en cada tango que se escape de los locales, en cada bocado que su boca reciba, en las estaciones del subte que abordó en busca del amor, en los pasillos de los colectivos que abordó para alcanzar un sueño, en la voz robótica del tren que le anunciaba la siguiente parada, en el abrazo que a pesar del tiempo está ahí para ella, en los hermanos de la vida con familias ampliadas.
El viaje a penas empieza, las sorpresas están agasajadas en cada rincón prestas a robarle una sonrisa, un suspiro, una lágrima, la vida está en movimiento, es un viaje a su interior para reencontrarse, para reconocer su valentía, para aceptar lo maravillosa que ha sido su vida, la vida que decidió construir a pesar de la incredulidad de los que algún día estuvieron a su lado.
Agosto 4 de 2022, Buenos Aires, Argentia
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justlikeheaven1 · 2 years
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Magia
Aquello de la pandemia empezó como un rumor, noticias de sitios lejanos en los que las cifras de muertes ocasionadas por un virus por entonces desconocido, millones de personas que eran sometidas a cuarentenas estrictas, lo veíamos a través de las pantallas como si se tratase de una película de ciencia ficción, como si nunca fuera a tocar a nuestra puerta, como si nunca fuera a cerrar nuestras puertas.
Mediaba marzo, creo que en el aire circulaba una especie de optimismo, a pesar de que las noticias que venían del exterior no eran alentadoras, en nuestra fase de negación, muchos creímos que el aislamiento no se iba a mantener más allá de un par de semanas, sin embargo, los números dejaron de ser números, empezaron a tener nombres y rostros muy cercanos a nosotros.
Temimos por nuestros seres queridos, temimos por nosotros, el mañana dejó de existir, realmente sólo teníamos el ahora, pero un ahora lleno de miedo, ahora bien, poniendo cada cosa en su lugar, fuimos privilegiados, logramos cubrir nuestros gastos, por un largo tiempo conseguimos esquivar el bicho.
A pesar de los privilegios, de la fortuna de tener la cabeza ocupada con temas laborales, el miedo se colaba en la primera inhalación de descuido, la desesperanza nublaba la cabeza y finalmente el ánimo se venía al suelo.
En esos días, a pesar de panorama, logré comprobar mi buena suerte, Ella puso sobre la mesa un frasco de vidrio que en otros tiempos contuvo dulce mermelada, su tapa está cubierta por un papel de colores vívidos que se sostiene gracias a una elegante cinta que termina en un bonito nudo. A través del vidrio puedo ver un sinnúmero de papelitos multicolores cuidadosamente doblados.
Al destaparlo surge la magia, mensajes cortos, puntuales, amorosos, divertidos, poderosos, mágicos, al leerlos me elevan por un instante, acto seguido me traen al aquí, al ahora, eliminan todo aquello que nubla mi cabeza y me inundan de agradecimiento, agradezco por la vida, por un día más, por la salud de mis cercanos, por la inquietud, por las ganas de querer soñar, porque a pesar de los días difíciles al final todo viene, todo pasa, agradezco por su transitar que coincide con el mío.
Mayo 30 2022
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justlikeheaven1 · 2 years
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Merecen
Finalizando su jornada decidió, como de costumbre, consultar la bandeja de entrada de su correo, su cara se contorsionó con que lo que parecía ser un gesto de incredulidad, se acercó a la pantalla y revisó con detalle cada uno de los datos y comprobó que sí, que todos estaban en orden, sin embargo la cifra no concordaba, no le resultaba posible ver ese número en su comprobante de pago.
-Seguro es un error - dijo su yo adulta
-Recuerda el ascenso - dijo desde el fondo su yo niña, con una amplia sonrisa.
Arqueando sus cejas revisó una vez más, con mayor atención cada línea del comprobante, sí es verdad, todo está en orden, sí es verdad, jamás había recibido una suma igual a cambio de su trabajo.
Su cabeza hizo un rápido recorrido por los lugares transitados, todas aquellas veces que añoró un poco más para cubrir sus necesidades, aquellas en las que   agradecía lo recibido pero no dejaba de pensar que merecía más a cambio de todo el trabajo que realizaba, aquella en las que no recibió nada, en las que fue difícil dormir ante la incertidumbre del mañana, también recorrió, cómo no, aquellas en las que renunció a todo y saltó al vacío persiguiendo su sueño, cuántas veces lo consideró un error, cuántas veces se arrepintió y cuántas más tuvo la capacidad de convencerse de que era lo correcto, aunque la nevera estuviera vacía.
Aún así, a pesar de los malos días, del invierno que parecía instalarse en su vida, nunca permitió que la lluvia sofocara su luz, a pesar de los vientos de la tormenta, la cubrió, la protegió y fue caminando compartiéndola, ayudando a encender la luz de aquellos que no contaron con la. misma fuerza o valentía o perseverancia.
Siguió creyendo en su sueño, continuó incrementando su luz, e insiste en ayudar a otros a mantener sus luces encendidas, les cuenta cómo salto al vacío, en qué se equivocó y les sugiere formas para que hagan su propio salto.
Así que sí, lo merece, lo merecemos le dice al oído su niña, y si la vida en verdad se trata de un flujo de energía, y si en ese espectro existe la correspondencia o la justicia o como quiera que se llame, definitivamente ellas merecen mucho más.
20/04/2022
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justlikeheaven1 · 2 years
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Hoy
Elegimos una relación a distancia, unos cinco mil kilómetros de distancia, un poco menos de 6 horas de vuelo de distancia, durante cerca de tres años nos veíamos cada 6 u 8 meses, compartimos 20 o 30 días, lunas de miel, amor intenso, sin reservarnos nada, por una acera transitaba la pasión casi desenfrenada, por la otra, entre tanto, nuestros demonios iban rompiendo la idealización, nosotros transitábamos por el medio de la calle mirando de frente a la pasión y con el rabo del ojo, como aquel que ve pero quiere pensar que no vio, vigilábamos la otra acera.
Pasamos de vernos esporádicamente a vivir bajo el mismo techo y como si ello fuera poco, llegó la pandemia para ponernos a compartir los días enteros, tal vez para que nos pusiéramos al día con todo el tiempo que la distancia nos había arrebatado.
La pasión y los monstruos venían incluidos, ya no tenían aceras distintas para evadirse, era inminente su encuentro, se trenzaron en una lucha intensa, entre tanto, con frecuencia nuestros ojos se encontraban y destellos de amor paralizaban la lucha.
He podido verme reflejado en tus ojos y reconocer en mi un ser amoroso, empatico, divertido y generoso que no conocía y aunque me llevó mucho más tiempo aceptarlo, me encontré en tus lágrimas con ese ser oscuro y despreciable que suele esconderse tras mis ojos, y me asusto y me sorprendo que toda aquella oscuridad se resguarde en mi interior.
Me siento agradecido y afortunado de tener la oportunidad de recibir tanta contención y comprensión, de encontrar en este preciso momento una persona con tanta luz y con tal generosidad que a pesar de toda la oscuridad que me habita siga insistiendo en mantener la luz encendida.
Han sido tiempos difíciles pero a la vez de mucho aprendizaje, hoy tengo la certeza de que las cosas no pasan por algo simplemente pasan y quiero tener la valentía y ser lo suficientemente inteligente para disfrutar esto que pasa hoy en mi vida y sobre todo para entregar lo mejor de mí, simplemente para que en un punto los dos tengamos razones de sobra para agradecer por todo lo acontecido.
15/04/2022
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justlikeheaven1 · 3 years
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Cuarentena
En estos días, mientras salía al supermercado a hacer compras me quedé pensando en esa sensación de los primeros días de la cuarentena, cuando las calles estaban vacías, unos pocos carros las recorrían, la pocos que transitábamos nos mirábamos con cierta sospecha, como si los otros fueran portadores del temible virus, las medidas de bio seguridad, por más absurdas que nos resultaran, eran respetadas estrictamente, se guardaba la distancia debida, desinfectábamos nuestros zapatos y manos antes de entrar al supermercado y manteníamos todo el tiempo la mascarilla.
Han pasado casi 20 meses desde aquellos tiempos y ya poco a poco, por lo menos para mí, vienen siendo imágenes de una película, de una mala película que se va perdiendo entre la maraña de cosas para recordar, usar tapabocas es lo más común independientemente de la incomodidad que genera, pero como con todo, terminamos adaptándonos a las condiciones que la vida nos va poniendo de frente.
Mientras pensaba en ello, reflexionaba sobre las batallas que se han librado al interior de nuestras casas, convivir las 24 horas del día, los 7 días de la semana con aquellas personas que si bien son nuestros seres más queridos, más cercanos, en tiempos normales compartimos unas tres o cuatros horas al día, sin contar las horas que dedicamos al sueño, pasamos a ser, parejas, familiares, compañeros de trabajo, la gente que te cruzas en el gimnasio, compañeros de almuerzo, el soporte, el cariño, el que nos aguantó durante los momentos de crisis, de los cuales intentamos escapar en muchas ocasiones pero a los que finalmente, sin excepción terminamos sucumbiendo.
En lo personal han sido 20 meses de aprendizaje, de conocerme viéndome en los ojos de ella, reconociendo lo pesado que puedo llegar a ser, viendo reflejado en sus lágrimas todos mis miedos, mis dudas y mi desesperanza, reconociendo en su abrazos todo el amor que puedo dar y haciendo mi mejor esfuerzo por recibir todo el amor que ella a bien tiene para mí.
Conversaciones eternas sobre temas banales o sobre los más importantes que nos aquejan, que aquejan al país y los que preocupan a la humanidad, discusiones, gritos, peleas, pataletas.
Mientras leo y escucho que afuera la salud mental de una buena parte de las personas se encuentra afectada, que si esta situación termina en algún momento no sabremos muy bien cómo nos encontraremos y como avanzaremos, me siento afortunado por la forma en la que he tendido la oportunidad de vivirla, por la compañía, toda completa, con todo lo hermoso, lo humano y aquello que no me he disfrutado, porque como la vida misma, esta ha sido una experiencia en la que hemos tenido esperanza, en la que nos hemos sumido en la desilusión, en el dolor y la tristeza, en el temor constante de vernos afectados o que nuestros seres queridos sean aquejados por las circunstancias, por la rescilencia de buscar con constancia como levantarnos, limpiarnos el rostro, sacudirnos la cabeza y ponernos al frente de nuevo, muy a pesar de que no sepamos como se pinte el horizonte.
Gracias.
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justlikeheaven1 · 3 years
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Imagina que tomas un vuelo, te asomas por la ventanilla y no vez nada, no hay luz de luna y abajo la oscuridad ha devorado lo imaginado, mantienes la vista ahí, intentando entender qué ha pasado allí abajo, de repente, a lo lejos una diminuta luz se enciende, luego otra y como si se tratase de una secuencia programada, lentamente el paisaje va adquiriendo aquella una forma que tenías en mente.
Ahora imagina que cada una de aquellas luces es una persona, ¿cuántas crees poder reconocer? ¿cuántas crees que hay allí?¿cientos, miles?, ahora bien, imagina con cuántas de ellas puedes tener la oportunidad de interactuar y aún más difícil, a cuántas de ellas puedes llegar a tocar, y no me refiere a un contacto físico, en cuántas de ellas vas a poder dejar una idea, una inquietud, una lección, aportar aunque sea en una minúscula parte a que su vida sea un poco mejor, incentivarlas a que se hagan preguntas difíciles, que se sumerjan en lo profundo de su ser para encontrar respuestas a los ¿para qué? que a diario nos lanza la vida.
Eduardo Galeano escribió alguna vez que que somos un mar de fuegos y que no existen dos fuegos iguales, cada quién brilla con su propia luz y que entre aquel mar de fuegos existen fuegos que arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Cuán afortunados somos aquellos quienes hemos tenido la oportunidad de caminar de vez en cuando al lado de este tipo de fuegos.
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justlikeheaven1 · 4 years
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Una bolsa gigante
¿Cuántas historias me has contado? ¿Cuántas más no me he permitido preguntarte?
Si nuestra edad reflejara las historias vividas hoy cumplirías más de 100 años, es posible que como me pasa a mí, algunas de ellas elegirías no haberlas vivido, pero finalmente están allí, talladas en ti, hacen parte de lo que eres hoy en día.
Y en aquella bolsa estarán por supuesto, las historias que te arrancaron lágrimas, las que más de una vez te llevaron a sentirte confundida, triste, perdida, sin rumbo, con ganadas de detener el mundo y bajarte de él, pero si te fijas bien justo al lado existe un grupo mucho más grande que solemos ignorar, y son todas aquellas historias que cuentan la forma en la que te recogiste, te abrazaste, tomaste aire y le pusiste la cara a la lluvia, te enfrentaste a tus demonios y no para vencerlos sino para, con mayor valentía, abrazarlos, aceptarlos y asumirlos como parte de tu ser.
Sobre ellos vas a poder ver a un grupo que suele no brillar mucho, o tal vez es brillante solo que en ocasiones nos resistimos a ver sus colores, es como si nuestros ojos tuviesen un filtro para ignorarlos, en ese grupo, están aquellas historias en las que tomaste todos tus aprendizajes y los pusiste al servicio de los demás, de los tuyos, de tus cercanos, historias de charlas eternas escuchando a los otros y guiándolos para atender sus dolores, recorridos a través de ciudades en busca de alguien con necesidad de un abrazo, hablar, hablar, hablar, llorar, llorar, llorar hasta que salga toda la mierda y esos momentos de tensión terminen en carcajadas que inyectan combustible para levantarse y continuar adelante.  Y ni que decir de las historias de tu paciencia, disposición y amor para escuchar a ajenos, a aquellos con los que no te une nada diferente a ser una persona, sensible y compasiva, escucharlos con paciencia, consolarlos pero con la entérela siempre de poner la verdad sobre la mesa.
También hay historias de aquellas que las cuales los que no nos arriesgamos nos encantaría contar, de esas temerarias, de borracheras memorables en compañía de amigos incondicionales para celebrar o para querer olvidar, de esas que no nos atrevemos contárselas a nadie pero que tal vez, algún día de aquellos que nos toma revisando nuestra gran bolsa nos roba una sonrisa picara y logra hacernos sonrojar.
Y están las historias de amor, de los amores bonitos de esos amigos que estuvieron y te ayudaron a crecer pero tal vez ya no estén más, el amor de aquellos que aún acompañan el caminar aún así pasen días, semanas o meses sin saber nada de sus vidas, el amor de tu hermana, representado en todo cuanto ella es hoy, y cuánto de tu amor ahí allí en su construcción.
Hoy al iniciar el día, estoy seguro que muchos tendrán tu nombre en sus cabezas, algunos no se animaran a enviarte un saludo por las distancias que se haya construido, pero seguro, que tendrán bonitos deseos para ti, tus amigos, los más cercanos y expresivos te harán llegar mensajes o palabras de agradecimiento, de amor y reconocimiento por todo lo que eres y todo cuánto has aportado a sus vidas, y serán aquellos saludos y aquellos deseos, incluso aquellos que no lleguen, los que podrían darte una idea de cuán importante eres y de lo valiosa que resulta tu vida, tu vida al servicio de los demás, tu vida para ayudar a guiar a aquellos que se enfrentan a aquellas calles oscuras que ya transitaste.
Yo entre tanto, con el privilegio de tu presencia, agradezco lo bondadosa, amorosa y paciente, las enseñanzas y la guía constante que me brindas, y deseo de todo corazón que te permitas sonreír, que te permitas reconocer todo lo bello que te habita y lo importante de tu aporte para la construcción de mejores vidas para aquellos que tienen la posibilidad tocarte de alguna forma, deseo que regresen los viajes para que tus ojos sigan asombrándose ante la magia de la naturaleza, que los ojos de tu niña se encharquen ante lo inmenso, y que esa misma niña rompa a carcajadas siendo todo lo autentica que sueles ser, que tengas la posibilidad de tocar a muchas más personas con tu magia, que te ames cada día más y que sigas coleccionando mucha más historias.
Hoy te regalo una bolsa más grande para las sigas coleccionando, para que las repases de vez en cuando y de esta forma, reconozcas cuánto valor ahí en ti.
Feliz cumpleaños, no dejes de construir historias.
Te amo
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justlikeheaven1 · 4 years
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Gracias
¿Le han puesto atención a aquellas canciones que hablan sobre puntos de una Ciudad? ¿nombran alguna calle? y después ¿les viene a la cabeza algún recuerdo asociado a esa calle?
Estoy seguro que a muchos les ha de pasar, pero hoy se trata de mí, hace unos días escuchaba una canción interpretada por Fabiana Cantilo en la que le pregunta a su interlocutor ¿No ves que va la luna rondando por Callao? y de inmediato se me vino a la cabeza la tarde aquella en la que me encontraba a un par de pasos de la esquina de Callao y Libertador, transcurría febrero y hacía un calor insoportable, estaba almorzando en una mesa ubicada sobre la vereda, bueno, sobre el andén, acompañaba la comida con una cerveza helada que venía de lujo para el clima intenso de aquella tarde, yo me encontraba en la parte baja ya que si elevaba mi mirada hacia el oriente se tiene una pequeña sensación de que la Av Callao desciende de una pequeña elevación, mi mirada estaba justo en aquella dirección cuando la vi venir, traía un paso apurado porque se hacía tarde, las mejillas enrojecidas y la frente transpirada, así llegó hasta nosotros, nos reímos un rato, esperamos a que tomara su almuerzo y después dimos un recorrido bajo el intenso rayo de sol.
No recuerdo el camino exacto que seguimos aquel día, pero digamos que subimos por Callao, giramos a la izquierda tal vez por Manuel Quintana y luego desviamos por Talcahuano y llegamos hasta Tucuman, allí nos tomamos un café frio en Negro Café, esta es apenas una de las pequeñas anécdotas que tengo la fortuna de guardar en mi cabeza, una de todas aquellas calles que están impregnadas de sonrisas, pasos, besos, historias, han transcurrido 33 meses de un ritmo constante de aprendizaje, caminatas, emociones, símbolos y señales que hemos venido dejando, por ahora entre Buenos Aires, Montenvideo, Punta del Este y Bogotá.
Paradójicamente ante la buena suerte que nos permitió llenar nuestro camino de tantas calles que hacen parte de grandes piezas musicales o de hermosos relatos literarios el último mes hemos estado confinados en algo más de 50 metros cuadrados, nuestras carcajadas no retumban en el Parque Nacional, nuestros besos no suenan sobre la Av Cabildo mientras esperamos el colectivo, no la espero a que llegue a la tarde a casa sobre la Av Manuela Pedraza, no vamos a desayunar a Cortaderas y no atravesamos la Ciudad a bordo del tren, transitamos de la habitación a la sala esquivando con mucha dificultad el tráfico de cobijas el cual nos retrasa bastante nuestro camino, nos ponemos cita en la cocina para elegir que vamos a tomar de desayuno, a veces, cuando estoy con suerte puedo tomarla de la mano y acompañarla en su baño matutino, nos vestimos generalmente a la carrera y luego nos vamos a nuestros trabajos, por fortuna ese corrido nos resulta relativamente corto y a diferencia de otras épocas ahora somos vecinos de ofician, me basta con poner mi mirada por encima de la pantalla de mi computadora para encontrarme con su rostro abstraído por su pantalla , una pequeña mueca me basta para atraer su mirada y si logro ser algo ingenioso hasta puede que me lance una sonrisa.
No todo resulta tan en buena onda, hay días en los que discutimos por esto o por aquello y entonces estos cincuenta y tantos metros cuadrados se convierte en una ciudad entera, nuestras miradas raramente se encuentran, nuestras voces se acallan, y la relación vuelve un poco a aquellas épocas en la que estábamos a 5000 kilómetros de distancia, con la gran diferencia que estar bajo el mismo techo nos ha llevado a que ya no hagamos uso de las herramientas tecnológicas para acercarnos un poco.
Tengo suerte, tengo suerte de levantarme a la mañana y ver su rostro adormilado, tengo suerte de tener un abrazo antes de salir de las cobijas, tengo suerte de probar sus deliciosas recetas de cocina, tengo suerte de que me acicale la espalda cuando compartimos el baño, tengo suerte de escuchar su voz de aliento, o sentir su mano en mi hombro, o sus besos en mi cuello mientras estoy angustiado frente a la computadora, tengo suerte poder ofrecerle un té, tengo suerte de salir del trabajo y encontrarnos frente a la pantalla del televisor a ver un programa de tv, tengo suerte de tener conversaciones absurdas y reírnos como niños, o de tener discusiones transcendentales y aprender de su sabiduría, he tenido la suerte de meditar tomado de su mano, de tomar mis primeras clases de yoga, de rompernos las piernas con nuestros primera sesión de gimnasio en línea, tengo la suerte de leerle antes de irnos a dormir, tengo la suerte de que lea mis escritos y me invite a escribir, tengo la suerte de que me preste sus oídos cuando parloteo sobre libros y podcast y películas y ridiculeces, tengo la suerte de hacerle el amor y en contraprestación recibo las mejores experiencias sexuales que nunca hubiera imaginado, tengo la suerte de que esté aquí a mi lado, tengo la suerte de sentirme amado, mientras escribo esto han pasado cerca de 48 horas durante las cuales no nos hemos dirigido la palabra, y más allá de lo doloroso que resulte esto para los dos, me entristece saber lo afortunado que soy a diario y lo poco que te lo digo, deseo profundamente que para el día 15 en el que ojalá leas esto y en el que conmemoramos un mes más de habernos elegido hayamos podido dejar de lado nuestro orgullo y éste tipo con buena suerte esté retribuyéndote algo de todo aquello hermoso que me regalas a diario.
Te amo, Gracias.
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justlikeheaven1 · 4 years
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Hermenegilda
Recién empezó la cuarentena noté que en el baño, en la esquina inferior derecha de la puerta una araña había construido su telaraña, se lo comenté a Mile y ella me pidió que no la deshiciéramos que le permitiéramos estar ahí, así que hemos respetado su hogar a pesar del aspecto desarreglado que le da al baño, digo yo, en un arranque de ingenio decidí llamarla Hermenegilda, Herme de cariño, hace unos días, nos preguntábamos con Mile ¿qué comerá Hermes? y mosquitos le contesté yo, son muy pequeños para ella me indicó ella, así que un poco en estos tiempos en los que la solidaridad aparentemente está aflorando, una noche se nos coló un zancudo por la ventana, Mile me l señaló, era uno de los grandes, yo entré en modo casería y lo perseguí con la toalla del lavamanos, ni bien se posó cerca al baño le atest�� un golpe con la toalla, el pobre cayó, lo tomé por el ala y lo puse con delicadeza sobre la telaraña, Herme lo fue devorando paulatinamente.
Han pasado ya varios días en los que no hemos podido salir de caza una ves más, cada vez que abrimos la puerta la telaraña de Herme vibra y ella sale engañada pensando que ha caído un insecto, estamos un poco preocupados por su alimentación, ya hasta he pensado en salir al jardín a ver si hay algo, sin embargo también pienso ¿no es acaso su responsabilidad proveerse su propio alimento? en fin, espero resolver esta dicotomía para la próxima. Ya veremos hasta cuando nos acompaña Herme.
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justlikeheaven1 · 5 years
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justlikeheaven1 · 5 years
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Salimos muy de mañana enfrentado el frio absurdo del invierno porteño, tomamos el tren, nos mantuvimos en silencio, recordó estar sentado al lado de la ventana y divisar en el horizonte como el sol iba escapando de las fauces del río mientras nosotros corríamos para escapar de las pesuñas del tiempo que nos jugaba en contra, tu corrías entusiasta mientras yo absorbido por el pesimismo te seguía incrédulo, al fin llegamos y es posible que hayamos sido de los últimos en abordar, recorrimos pasillos, subimos al segundo piso buscando un buena ubicación.
El viaje inicio, buscamos algo de tomar para calentarnos un poco, nos adueñamos de una esquina de aquel ventanal mientras nos alejábamos poco a poco de la costa de buenos aires y nos entregábamos sin más a las inmensidades de La Plata, en el horizonte la icónica arquitectura encogiéndose, desapareciendo tras la bruma de la fría mañana.
Nos perdimos y nos encontraos caminando por las calles de Colonia ante la inverosímil imagen de los autos deteniéndose para darnos el paso en la ciudad huertana de semáforos, tomamos el autobús con destino a Montevideo y nos dormimos esta vida y la otra, llegamos ya entrada la noche, nos ubicamos y caminamos por el centro de la Ciudad con las manos congeladas hasta llegar a aquel pequeño café.
Justo allí, frente a la Plaza Cagancha me cumpliste un sueño, estuvimos como si se tratase de la sala de casa frente a frente con Hernán, escuchándolo, riéndonos a carcajadas, con los ojos a punto de las lágrimas, lo abrazamos, conversamos.
A la mañana siguiente, en medio de un ambiente confuso apareció tu aventurera, nos fuimos directo al terminal y tomamos un colectivo el cual después de horas de recorrido nos expulsó frente a la costa, los fuertes vientos chocaban contra nosotros, de un lado el mar, del otro el río, un largo recorrido por la fría costa mientras soñábamos con la posibilidad de vernos en alguno de los balcones que vigilan el horizonte, las aguas empujadas por el viento chocando contra las rocas, nos helamos, nos perdimos, nos encontramos.
¿Cuántos churros hubiésemos comprado con los que nos costó esa horrible pizza y esa Coca-Cola desabrida? me olvidé el pasaporte en el hotel, te olvidaste de DNI, nos cagamos de la risa, tomamos un taxi en medio de la lluvia que nunca paró desde la noche, ¿cuántos churros con lo que nos costó el taxi?, los sancoches de huevo en la terminal, que viaje increíble, deseo profundamente que me des material para escribir acerca de muchos recuerdos más así. 
Gracias.
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justlikeheaven1 · 5 years
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13
Tembo es un mono peludo que se fue de Colombia hará unos 6 años para acompañarte, me cuentan que a veces te abraza en las noches y te da calor a la madrugada, también que de vez en cuando su cabeza es mojada por el rocío salado de tus noches tristes, ha sido objeto de múltiples intentos de secuestro pero finalmente se las arregla para regresar a tus brazos.
Lazaretto un felino rojo sin pelo que me vigila a diario mientras trabajo, sus ojos atentos, pendientes al momento en el que por instantes sales de mis pensamientos, me ronronea en silencio y me atrapa con sus curiosos bigotes y encausa mis suspiros de nuevo hacia ti.
Stitch el último en unirse a la manada, me acompaña cada noche, me abraza con sus orejas y me roba una sonrisa cuando bate su pequeño rabito indicándome que te extraña.
Cuánta magia tienen estos tres peludos.
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