mauriciomeschoulam
mauriciomeschoulam
mauricio meschoulam
2K posts
Internacionalista y profesor del departamento de Estudios Internacionales de la UIA desde 1993. Maestro en estudios humanísticos con especialización en historia. Doctor en Políticas Públicas y Administración con especialización en Terrorismo, Mediación y Paz. Director del Centro de Investigación para la Paz México AC cuyas investigaciones son continuamente publicadas a nivel nacional e internacional..Miembro del Foro de Seguridad Internacional de Halifax y del Institute for Integrated Transitions (IFIT).  Último libro: Miedo y Construcción de Paz en México, CIDE.  Articulista de El Universal . Analista en Foro TV, W Radio y otros medios nacionales e internacionales. . Twitter @maurimm Instagram @mauriciomesch (continuamente hago lives sobre temas internacionales)
Don't wanna be here? Send us removal request.
mauriciomeschoulam · 5 days ago
Text
¿Qué hemos aprendido en ocho años sobre Trump, sus amenazas y su forma de ejercer presión? En El Universal
Publicado originalmente en El Universal en este link: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/que-hemos-aprendido-en-ocho-anos-sobre-trump-sus-amenazas-y-su-forma-de-ejercer-presion/
¿Qué hemos aprendido en ocho años sobre Trump, sus amenazas y su forma de ejercer presión?
Intentar comprender a Trump es, como siempre, un enigma. Es cierto que se trata de un personaje que en ocasiones parece profundamente impredecible. Pero también es cierto que él emplea esa impredecibilidad estratégicamente, al servicio de sus intereses y metas. Sin embargo, una revisión cuidadosa de sus acciones —desde su primera gestión hasta hoy— revela ciertos rasgos que, a pesar de la evolución que ha tenido en estos años y de estar ahora rodeado por un círculo mucho más leal y condescendiente, se mantienen bastante firmes. Por ejemplo, se ha vuelto común hablar de la idea de TACO (Trump Always Chickens Out, es decir, Trump siempre se echa para atrás), lo cual sugiere la imagen de un presidente que lanza amenazas al vacío solo para luego no cumplirlas. No obstante, esa noción no alcanza para explicar todas aquellas ocasiones, desde 2017 a la fecha, en las que sí ha cumplido sus amenazas, ha lanzado ataques severos y ha mostrado disposición a correr riesgos considerables. Hoy, cuando Trump reparte cartas a diestra y siniestra, emplazando a múltiples países —México incluido— a negociar o rendirse ante la inminente aplicación de altos aranceles a partir del 1 de agosto, vale la pena recuperar algunos de esos rasgos que lo caracterizan. Hacerlo puede ayudar a enriquecer la discusión sobre sus decisiones, su conducta y las posibles formas de negociar con él.
1. Todo parte de un diagnóstico negro de su país tanto a nivel interno como externo. Vivimos en mundo en donde “se ha perdido el respeto a EU”, en el que los actores “se aprovechan y sacan ventaja” de la superpotencia, y en el que se ha negociado tratos injustos y desfavorables para Washington.
2. La meta central de Trump, por tanto, es mucho menos material que simbólica y política. De lo que se trata es restaurar el nombre y el respeto hacia la superpotencia, y solo a partir de esa restauración, negociar términos que él percibe como favorables.
3. Para ello, Trump emplea la amenaza, la fuerza y la presión máxima. Lo mismo en ámbitos como el comercial, que el militar, el político o el diplomático. Para ese presidente, negociar con una contraparte usualmente implica primero colocarla contra la pared aplicando todo el poder de la superpotencia y bajo amenazas que sean consideradas creíbles.
4. Para que las amenazas sean creíbles, Trump necesita mostrar que está determinado a aplicar la fuerza que ha prometido aplicar, a pesar de los costos que la superpotencia tenga que pagar. Esto va desde aspectos que vimos en su gestión pasada como “bombardear a ISIS hasta el infierno” (usando por ejemplo la MOAB o Madre de Todas las Bombas en esos bombardeos), o abandonar múltiples tratados o acuerdos como el TPP, el acuerdo climático de París, el acuerdo nuclear con Irán, o incluso asesinar al General Soleimani, entonces el segundo hombre más importante en ese país, o bien, asuntos que podemos observar durante su actual gestión como lanzar bombardeos masivos contra los houthies o incluso anunciar y aplicar el retiro del respaldo estadounidense a Ucrania en armamento y en cooperación de inteligencia, además de los bombardeos en contra de instalaciones nucleares iraníes a pesar de correr un riesgo real de involucrar a EU en una guerra prolongada que ni él ni su base deseaban. 
5. La imposición masiva de aranceles por todo el planeta, aplicables a socios y rivales por igual, forma parte del esquema que señalo, puesto que, aunque se trata de asuntos que se encuentran en el ámbito económico, no en el militar, son componentes centrales de la restauración del respeto, el poder y la revaloración de la forma como los otros países tratan a EU, además de que son frecuentemente usados para negociar en ámbitos no siempre vinculados directamente con lo comercial como lo es el caso del fentanilo entre otros.  
6. Dicho todo lo anterior, la aplicación de fuerza máxima por parte de Trump suele terminar siendo limitada. Trump no tiene una inclinación por sostener conflictos durante demasiado tiempo. En efecto, durante su gestión previa ordenó bombardeos contra Assad, el entonces presidente sirio, u ordenó asesinar al general iraní Soleimani, pero rápidamente buscó replegarse y evitar un conflicto prolongado. Por ejemplo, tras la represalia de Irán contra bases en Irak que alojaban tropas estadounidenses, declaró que, como “no hubo heridos”, el asunto se consideraba concluido. Días después se supo que sí hubo heridos entre soldados de EU, pero Trump nunca retomó el tema. Irán, de hecho, no había cedido ni un milímetro ante sus tácticas de presión máxima, y Trump optó por mantener la confrontación en el terreno de las sanciones. Algo similar acaba de ocurrir. Trump ordenó bombardeos profundos sobre instalaciones nucleares iraníes, utilizando equipo y armamento que solo Washington posee, pero rápidamente indicó que los aviones B2 ya regresaban a casa, proyectando así una acción limitada exclusivamente a esos ataques. Posteriormente se anunció que Irán respondía con una represalia también limitada, y se informó que los pocos misiles lanzados por ese país habían sido todos interceptados. Sin embargo, más tarde nos enteramos de que las bases estadounidenses en Qatar sí sufrieron daños por el ataque iraní. Aun así, Trump ya había decidido que esta ronda de confrontación militar con Irán estaba cerrada.
7. Es decir, no es que sea un presidente que solo “alardea” acerca del uso de la fuerza. Sí la usa. Pero lo que vemos como patrón usual, son tácticas de ataque y repliegue, especialmente (a) si esos ataques producen la percepción de que él está cumpliendo con algo que prometió, (b) si él percibe que sus acciones generan cierto impacto en la conducta de sus contrapartes y/o (c) si él puede encuadrar los hechos como una victoria moderadamente presentable ante sus audiencias interna y externa.
8. En caso de que no se cumplan esas condiciones, Trump busca demostrar que sí está dispuesto a escalar, algo como lo que sucedió con China entre abril y mayo. Pero esto solo persiste hasta que su instinto detecte la posibilidad de llegar a un acuerdo, situación que inmediatamente favorece y anuncia.
9. Al final, su inclinación por presentarse como el “hacedor de acuerdos”, prevalece sobre cualquier otra cosa. Trump siempre está buscando acuerdos. Otros en su círculo, probablemente buscan circunstancias diferentes como la “transformación de la economía estadounidense”, o “el retorno de las manufacturas a EU”, o incluso “disuadir a China de una confrontación en el Pacífico” o cosas similares. Pero Trump, quien termina tomando las decisiones, más bien busca producir condiciones o acuerdos que él pueda presentar como más favorables que los que antes existían. Piense en el Canal de Panamá. Hemos pasado ya de las declaraciones acerca de que “EU podría tomar el Canal de Panamá” por la fuerza si es necesario, a una considerable moderación: “Juntos, recuperaremos el Canal de Panamá de la influencia china” como lo enunció el secretario de defensa hace unas semanas. La mesura en sus demandas, tras la aplicación de la fuerza o amenaza del uso de la fuerza, es completamente usual en su mundo. 
10. Para lograr todo lo anterior, Trump está dispuesto a negociar con el mismo diablo, si eso se requiere para evitar el infierno (tomando prestado el título de un texto de IFIT). No importa si se trata de grupos designados como terroristas por parte de su propio país o administración, o actores que él considera enemigos intratables. Su necesidad de producir acuerdos para favorecer lo que él estima como sus intereses, es la brújula que determina con quién y cuándo se negocia. Directamente. Esto puede implicar conversaciones directas entre Washington y los talibanes en medio de una campaña de atentados terroristas de éstos en contra de civiles afganos y occidentales, conversaciones con Kim Jong-un, el líder norcoreano, conversaciones directas con Hamás o conversaciones directas con Irán, sin importar el desagrado de aliados como Israel en estos dos últimos casos. La realidad es que a un personaje como Trump nadie le puede decir con quién o cuándo se negocia.
11. Al final del camino, sin embargo, Trump no toma decisiones con criterios técnicos, sino políticos y, por tanto, sus resultados no están en el universo de lo técnico (como las cifras, los datos o la evidencia), sino en el mundo inmaterial en donde se halla el “nombre”, el “respecto”, los mensajes, la percepción y la comunicación de la victoria que sacará a su país del declive y le encaminará a una “nueva era de oro”. Así que, al margen de la realidad evidenciable, parece haber otras realidades narradas que necesitan ajustarse a esa versión de la historia. Lo mismo para hablar de que “no hubo heridos” tras una represalia iraní, o que “Corea del Norte había dejado de ser una amenaza”, o que “ya había eliminado al terrorismo de la faz de la tierra”, que para demostrar que su guerra comercial actual está “haciendo a EU grande otra vez”.
Instagram: @mauriciomesch
TW: @maurimm
0 notes
mauriciomeschoulam · 19 days ago
Text
¿Cuánto daño sufrió el proyecto nuclear iraní? Diez puntos para entender las versiones encontradas
Publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/cuanto-dano-sufrio-el-proyecto-nuclear-irani-diez-puntos-para-entender-las-versiones-encontradas/
Todos los días llegan reportes que parecen contradictorios. La CIA, por ejemplo, sostiene que la mayor parte del material que Irán ya había enriquecido (unos 400 kg) quedó enterrada bajo los escombros tras los bombardeos, y que el proyecto nuclear de ese país ha sido retrasado “por años”, según reportes de prensa basados en declaraciones anónimas. Paralelamente, el jefe del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, indicó el domingo en una entrevista que Irán podría reanudar el enriquecimiento de uranio “en cuestión de meses” o incluso antes, a pesar de los daños provocados por los ataques israelíes y estadounidenses a sus instalaciones nucleares. La clave para leer correctamente estas declaraciones está en esta parte de la entrevista: “elementos clave del programa siguen en pie”, dijo Grossi. En esta guerra de declaraciones, en otras palabras, los actores van poniendo el énfasis en unos aspectos u otros. Y, en este punto, todo depende de factores políticos, diplomáticos, de metas y objetivos de los actores en cuestión. Por tanto, hay muchos elementos que necesitan comprenderse para poder evaluar mejor este tema. Aquí algunos puntos importantes:
Primero, como ya explicamos antes, Irán no posee armas nucleares, y desde el punto en que se encontraba antes de la “guerra de los 12 días”, hasta el punto en que podría ensamblar un arma nuclear enviable y detonable, habría un proceso de entre uno y tres años.
Segundo, Irán sí estaba enriqueciendo uranio a un grado de pureza muy superior al requerido para fines civiles. Había logrado purificar, a ese nivel, unos 400 kg de uranio, material que sería suficiente—una vez superado el proceso mencionado arriba—para fabricar unas 10 bombas atómicas, si es que decidiera hacerlo. Todo esto, repito, antes de los daños ocasionados por los ataques israelíes y estadounidenses.
Tercero, desconocemos si la dirigencia de Teherán—es decir, el Ayatola y su círculo cercano, no el presidente, cuyas funciones son otras—había tomado la decisión de dar los siguientes pasos para avanzar en el proceso señalado. Solo sabemos que se decidió acumular mucho más material enriquecido, pero únicamente al 60% de pureza. También sabemos que, en caso de decidirlo, el tiempo necesario para enriquecer ese material del 60 al 90% sería corto, y posteriormente, Irán podría haber dado los pasos para detonar un primer dispositivo nuclear (no un arma, sino un dispositivo, lo cual no es lo mismo, ya que permitiría solo una explosión local, insuficiente para montar el dispositivo en un misil y garantizar su envío y detonación) como demostración de capacidades.
Cuarto, la razón por la que Irán no había avanzado en ese proceso es esencialmente política. A Teherán le funcionaba demostrar que tenía la capacidad de fabricar un arma nuclear, pero que no había decidido completar el proceso, lo cual le otorgaba una posición de fuerza en cualquier negociación, así como una capacidad disuasiva considerable. Ésta, sumada a su proyecto de misiles y a su eje de alianzas regionales, fue parte de su poder durante muchos años.
Quinto, todo eso cambió a raíz de los atentados del 7 de octubre contra Israel, implementados por dos de sus aliadas dentro del eje: Hamás y la Jihad Islámica. A ello se sumó la decisión de otros miembros del mismo eje de alianzas—Hezbollah, los houthies y las milicias proiraníes en Siria e Irak—de entrar en guerra contra Israel. Ese país respondió con fuerza masiva, como ya sabemos, lo que resultó en un debilitamiento considerable de ese “anillo de fuego” que Irán había construido. Aún más, los golpes directos entre Israel e Irán durante 2024 terminaron por erosionar todavía más la capacidad disuasiva que Teherán había desarrollado.
Sexto, hubo algunas evaluaciones que concluyeron que Irán sí estaba tomando la decisión de dar los pasos hacia el ensamblaje de la bomba atómica mencionada arriba. Desde esa perspectiva, este era el único recurso que le quedaba a Teherán para mantener un poder de disuasión ya muy mermado frente a Israel y Estados Unidos, entre otros. Sin embargo, esto no ha sido confirmado ni por las autoridades encargadas de las inspecciones, ni por buena parte de la comunidad de inteligencia internacional. La única confirmación, repito, fue la duplicación del uranio enriquecido al 60%. Como vemos, todo lo anterior está profundamente marcado por decisiones políticas y es parte clave de los procesos de negociación.
Séptimo, la razón central para lanzar los ataques contra Irán no fue el punto exacto en que se encontraba su proyecto nuclear, sino la oportunidad militar que se detectó tras el momento de debilidad antes descrito. La conclusión a la que llegó Israel—y que transmitió a Trump—fue que Irán solo estaba usando tácticas dilatorias en las negociaciones, pero que eventualmente sí decidiría armar la bomba. Por tanto, esta, y no otra, era la ventana de oportunidad para atacarle, especialmente porque ya había transcurrido el plazo de 60 días que Trump había impuesto a Teherán para lograr un acuerdo.
El octavo elemento es, por tanto, la política que se produce tras los ataques contra las instalaciones nucleares iraníes, especialmente en EU. Si Trump admite que los daños al proyecto nuclear iraní fueron menores, o bien, que Irán puede reanudar sus actividades nucleares en pocos meses, eso implicaría que el “trabajo” no está concluido, y lo obligaría ya sea a reanudar los ataques directamente o al menos a permitir que Israel lo haga. En todos estos aspectos, la reacción de Trump ha sido decisiva, tanto al declarar enfáticamente que el proyecto nuclear iraní quedó completamente destruido, como al mantener su postura de no involucrar a EU en una guerra mayor.
Noveno, no podemos conocer aún la evaluación definitiva y determinante sobre los daños sufridos por el proyecto nuclear iraní. Solo tenemos reportes preliminares basados en inteligencia obtenida de distintas formas. Por tanto, ninguna de las declaraciones que hoy escuchamos puede considerarse concluyente.
Finalmente, el décimo punto: las declaraciones emitidas en sentidos opuestos no son mutuamente excluyentes. Es posible que el complejo y sofisticado proyecto nuclear iraní haya sufrido daños de tal magnitud que le tomaría a Irán muchos años reconstruirlo con la misma complejidad. Pero también es posible, como indicó Grossi, el director del OIEA, que ciertas piezas clave del programa hayan permanecido en pie. Es decir, fueron dañadas, pero no de manera irreversible (por ejemplo, las centrífugas de Isfahan, que no fueron destruidas, sino que quedaron inoperantes por sobrecargas de energía). Reparar esos daños podría tomar algunos meses, y aunque el proyecto en su conjunto siga severamente dañado, Irán podría estar en condiciones de volver a enriquecer uranio más pronto de lo que hoy parece. Esto es, al menos, lo que Grossi señala.
Nosotros no lo sabemos, y probablemente no lo sabremos del todo sino hasta dentro de un tiempo. Pero es importante leer cada declaración considerando quién la emite y en qué contexto político —tanto en EU como en el mundo— se produce. Seguiremos atentos.
1 de julio, 2025
1 note · View note
mauriciomeschoulam · 1 month ago
Text
Hegseth en Asia y el dilema de las alianzas en la era Trump 2.0
Artículo publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/hegseth-en-asia-y-el-dilema-de-las-alianzas-en-la-era-trump-20/
El pasado fin de semana, Pete Hegseth, secretario de defensa de Estados Unidos, pronunció un discurso clave en el Diálogo de Shangri-La, el foro de seguridad más relevante de Asia, organizado por el IISS en Singapur. Ante una audiencia compuesta por ministras y ministros de defensa, funcionarias y funcionarios de alto nivel, y prominentes figuras de la comunidad internacional de seguridad, Hegseth subió al estrado con un doble propósito. Por un lado, dejar claro que la administración Trump tiene hoy dos prioridades estratégicas: su seguridad fronteriza y la contención de China. Por otro, intentar restaurar la confianza de aliados de EU, muchos de los cuales —presentes ahí mismo en la sala— observan con creciente recelo las decisiones de Washington. Tras casi cinco meses de un gobierno marcado por el desconcierto y las rupturas, el mensaje de Hegseth buscaba enviar una señal: “Estados Unidos Primero” no debe interpretarse como “Estados Unidos en solitario”. Aseguró que Washington sigue comprometido con sus alianzas y que el enfoque pragmático y de “sentido común” de Trump no pone en riesgo la cooperación estratégica con sus socios, particularmente en Asia. Pero el ambiente en la sala decía otra cosa. Para quien prestó atención al gesto contenido de muchas delegaciones, al tono de las preguntas y a los márgenes de las conversaciones, quedó claro que las palabras de Hegseth, por más cuidadosas que fueran, no alcanzaron para disipar las dudas. La desconfianza —visible ya en la gestión anterior de Trump— se ha profundizado en estos primeros meses de su nuevo mandato, y en foros como Shangri-La esa tensión se vuelve palpable.
Veamos primero qué dijo Hegseth, y luego, comparto algunas reflexiones al respecto:
1. Trump es un presidente pacifista, quiso comunicar Hegseth. Que quede claro, señaló, que esta administración no busca iniciar guerras, sino terminarlas. Sin embargo, la doctrina que guía esa línea política es “Paz mediante la fuerza”, basada en fortalecer la capacidad militar de EU, restaurar la cultura de combate y garantizar la disuasión a través del poder militar creíble, con énfasis en mérito (no en temas de identidad como raza o género), entrenamiento riguroso y tecnología avanzada.
2. En particular, Hegseth dijo que EU no está buscando una guerra con China, que esta administración respeta a su gente, al país y a su cultura milenaria. Pero a la vez, la acusó de querer imponer su hegemonía en Asia mediante tácticas coercitivas y expansión militar. Así que, a pesar de que EU. no busca un conflicto, no permitirá que China domine la región ni invada Taiwán, e instó a los aliados a reducir su dependencia económica de Beijing.
3. Hegseth subrayó el apoyo a socios del Indo-Pacífico para que desarrollen capacidades defensivas autónomas. Anunció ejercicios conjuntos, nuevas bases, despliegues y acuerdos industriales, especialmente con Filipinas, Japón, Australia e India. Habló de iniciativas como PIPIR (Asociación para la Resiliencia Industrial del Indo-Pacífico, una iniciativa que fue, por cierto, lanzada por la administración Biden y que ahora es destacada por Hegseth), para robustecer cadenas de suministro y reparación en la región. Anunció producción regional de misiles y sistemas autónomos, ampliando la resiliencia de la infraestructura militar colectiva.
4. Al final, el secretario de defensa concluyó apelando a la historia, la responsabilidad moral y la urgencia del momento. Llamó a los aliados a actuar rápidamente frente a amenazas reales, invirtiendo en defensa como única forma de evitar guerras futuras y asegurar la paz.
Pese a lo anterior, solo bastó escuchar la siguiente sesión, en la que participaron Kaja Kallas, la alta representante de la UE para política exterior y política de seguridad, así como el ministro de defensa japonés y el de Vietnam, para percibir el ambiente de tensión que prevalece en este tipo de espacios respecto a las relaciones de EU con sus muy distintos aliados en el mundo.
Permítame ponerlo de esta manera: el 2 de abril —fecha que Trump ha bautizado como el “Día de la Liberación”— coincidió con el segundo día de algunos de los ejercicios militares más importantes realizados por China en los mares y el espacio aéreo que rodean Taiwán; ejercicios que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, denunciaba ahí, desde el escenario del Diálogo de Shangri-La. Mientras esos ejercicios chinos tenían lugar el 2 de abril, Trump mostraba un gran cartel con el nombre de Taiwán —territorio que Hegseth se comprometía a defender— marcado con un arancel del 32%. En ese mismo cartel figuraban también Japón y Vietnam —cuyos ministros de defensa estaban sentados en el panel que he mencionado— con aranceles del 24% y 46%, respectivamente. Y aparecía también la Unión Europea —cuya representante para la política exterior compartía ese mismo panel— con un arancel del 20%.
En palabras simples, Trump lleva años criticando precisamente a esos aliados, por su injusto trato hacia EU, por aprovecharse de ese país, por orillarle a gastar presupuestos excesivos para defenderles sin que ellos estén dispuestos a pagar por su propia seguridad, por sacar ventaja de los pésimos negociadores de EU del pasado. Es más, de acuerdo con Trump, la razón principal de que la Unión Europea se haya formado, por ejemplo, fue para “joder” a Estados Unidos. El 2 de abril, finalmente, Washington se estaba “liberando” de todo eso.
Así que parece difícil que, después de un discurso como ese —y más aún cuando viene acompañado de medidas como una guerra comercial de la magnitud que se ha lanzado—la confianza pueda restablecerse de forma simple. Porque esa guerra, en la cabeza de Trump, parece tener más fines políticos que económicos. A ello se suman otras acciones, como retirar temporalmente el respaldo a Ucrania en armamento e inteligencia solo porque su presidente no fue lo suficientemente agradecido o se mostró reacio a capitular bajo los términos impuestos por la Casa Blanca. Y así, entre muchas medidas más, el mensaje de Hegseth, por cuidadoso que sea, no basta para disipar la desconfianza.
Es verdad que unos días después de anunciar los aranceles de la “liberación”, Trump los suspendió temporalmente, como usualmente lo hace, para permitir tiempo a las negociaciones. Pero también es verdad que cuando Trump percibe que sus contrapartes no efectúan concesiones suficientes, lanza amenazas de duplicar o triplicar esos aranceles.
Con todo ello, lo que prevalece es un entorno de incertidumbre, el sentimiento de que la relación entre EU y sus aliados—como lo decía el participante de uno de estos foros en 2016—es meramente transaccional y no estratégica.
Dicho lo anterior, es importante señalar que Hegseth no dice mentiras cuando habla de la prioridad de la región asiática para esta administración, o de la cooperación militar entre EU y muchos de sus aliados.
Es completamente cierto que más allá de quienes han presidido EU, hay una convicción generalizada que rebasa los partidos y actores políticos en Washington, de que China representa una amenaza que necesita ser detenida y que, para ello, la colaboración con aliados como Japón, Australia, India o Filipinas, además de otros como Reino Unido, es crucial.
La cuestión es que, tras estos cinco meses de Trump, ese ambiente de colaboración y sociedad no es lo que se sentía en el diálogo de Shangri-La. Los participantes y la audiencia hablaban una y otra vez acerca de cómo se han roto las instituciones y las reglas—no solo por parte de actores como Rusia o China, sino también por parte de Washington con las acciones que está tomando—y que cuando no hay reglas lo único que prevalece es el desconcierto y la anarquía.
En un contexto como ese, la única alternativa que queda a los países es sopesar adecuadamente los intereses nacionales, y calibrar las decisiones de contener, confrontar, negociar o asociarse con una superpotencia como China a partir del resultado de esa valoración.
Así que, a pesar de lo que Hegseth diga, parece muy difícil que cambie la percepción de que una mano se está encargando de sembrar la desconfianza, la impredecibilidad y la incertidumbre, mientras que la otra mano busca aportar certezas y solidificar la cooperación entre aliados. Esto, por supuesto, va más allá de ceses al fuego en la guerra comercial, suspensiones temporales de aranceles o ejercicios militares conjuntos. Esto ya está el aire que se respira. Y no me cabe duda que va a tener repercusiones de largo plazo.
0 notes
mauriciomeschoulam · 2 months ago
Text
La operación “Spiderweb” de Ucrania contra bases rusas: primeros apuntes
Artículo publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/la-operacion-spiderweb-de-ucrania-contra-bases-rusas-primeros-apuntes/
Justo un día antes de la segunda ronda de conversaciones directas Kiev-Moscú, Ucrania lanzó una operación contra bases aéreas muy adentro en el territorio ruso, para lo cual empleó 117 drones según Zelensky. De acuerdo con el Servicio de Seguridad Ucraniano (conocido como SBU), esta operación consiguió destruir o dañar 41 aviones militares rusos de largo alcance. Este tipo de aeronaves son empleadas usualmente para el envío de misiles en contra de infraestructura militar y civil ucraniana. El tamaño del daño es aún desconocido y es difícil confirmar si lo que afirma Kiev es preciso, pero estamos sin duda ante un golpe maestro contra Rusia sobre todo en términos tácticos, políticos y simbólicos. Estos hechos, una vez más, han logrado impactar la narrativa durante un momento crucial en las negociaciones. Hay medios como The Economist que hablan de que el ataque “reescribe las reglas de la guerra”. En muchos sentidos esto es correcto. Sin embargo, es importante calibrar adecuadamente la dimensión de un ataque así, dado que esta es esencialmente una guerra que se está librando por tierra. Ucrania ha desarrollado enormes capacidades en cuanto a sus drones, pero también Moscú, y en esa competencia, los drones de Kiev no han conseguido detener los muy lentos pero firmes avances rusos. Por tanto, no podemos asumir que este último ataque ucraniano por impactante que sea, conseguirá alterar los cálculos de Putin, sobre todo si hacemos una revisión más profunda de la historia de esta guerra. Acá unos apuntes al respecto. 
1. La operación ucraniana es relevante en muchos sentidos.Primero, porque logra demostrar una vez más cuán vulnerable puede ser Rusia, lo que ha ocurrido varias veces en distintos momentos a lo largo de esta guerra. Segundo, porque nuevamente exhibe el poder de los drones y cómo es que este tipo de armamento de bajo costo puede ser tan eficaz en las guerras actuales. Tercero, porque independientemente de que se confirme la dimensión del daño, el hecho de haber atacado tan adentro en territorio ruso, generará sin duda algún efecto—no sabemos de qué tamaño—sobre la capacidad de largo alcance de Rusia para seguir golpeando a la infraestructura ucraniana desde esas distancias. Cuarto, y, sobre todo, por el efecto psicológico, simbólico, político y narrativo que una operación así está logrando de manera inmediata. Me concentro en esto último. 
2. Como ha sucedido incontables veces, Ucrania consigue sorprender no solo a Rusia sino al mundo entero. Gracias a esta operación, toda clase de medios realzan las destrezas de las fuerzas especiales de Kiev, la capacidad ucraniana de adaptarse a las nuevas dinámicas de la guerra, y, por tanto, retoman el relato de la resistencia. Al final, Kiev ha conseguido resistir una y otra vez contra un enemigo mucho más poderoso. El golpe político en contra de Moscú es muy fuerte. A pesar de intentar minimizar las pérdidas rusas, las críticas internas por parte de distintas voces y blogueros militares, no se han hecho esperar. Estos temas afectarán sin duda también la propia narrativa de Putin de invencibilidad. 
3. Sin embargo, estos vuelcos narrativos en ciertos momentos de los últimos tres años, han incluso levantado las expectativas sobre Ucrania. Hemos documentado ampliamente cómo llega a prevalecer en Occidente, tras hechos específicos—como por ejemplo las ofensivas ucranianas de septiembre del 22 que consiguieron recuperar una buena parte del territorio que Rusia había conquistado, o bien, la ofensiva ucraniana sobre Kursk, territorio ruo, el año pasado—una sensación de que al final del camino, Ucrania no solo podrá conservar su territorio, sino que logrará hacer que Rusia se repliegue y le devuelva lo que invadió, Crimea incluida. El problema es que esas expectativas han tenido efectos políticos entre distintas audiencias, y cuando esas expectativas no se cumplen con la velocidad que los tiempos políticos requieren, se produce un efecto pendular: de la esperanza a la desilusión, impactando en una narrativa que habla ahora sobre la inminencia de la derrota ucraniana y, por tanto, la inevitabilidad de sentarse a negociar con Putin bajo sus términos. 
4. Es por ello que es indispensable sopesar adecuadamente hechos como los de ayer, dimensionar adecuadamente los posibles impactos, regresar a lo que está pasando en los más importantes frentes de la guerra, y comprender justamente que una guerra larga es muy fluida. En ella ocurren victorias tácticas de los dos lados todo el tiempo, y suceden demostraciones, como ahora mismo, de la capacidad de adaptación que los ej��rcitos van logrando conforme el tiempo pasa. 
5. En este caso, hay que observar primero la forma como Putin decidirá responder. Hasta ahora, cada vez que Moscú ha sufrido derrotas que estima como importantes, su respuesta ha sido escalatoria, lo que ha incluidos desde movilizaciones masivas y elevar las campañas de drones y misiles contra ciudades ucranianas, hasta explotar la guerra de nervios elevando la retórica nuclear. Este tipo de acciones buscan activar una contra narrativa, haciendo penetrar la idea de que “a una superpotencia como Rusia no se le puede derrotar”. 
6. Pero más allá de las guerras de nervios y de narrativas, en el territorio de las hostilidades, lo más importante es entender que esta es una guerra esencialmente terrestre, peleada palmo a palmo entre trincheras, rondas de artillería y campos minados. Los drones ucranianos han jugado un rol central para detener los muy lentos avances rusos, pero ya desde hace muchos meses, no han conseguido parar completamente el progreso de Moscú. Esto último sigue y, por lo que hoy se aprecia, podría seguir ocurriendo ante las nuevas ofensivas que Rusia ya está dibujando. 
7. De manera paralela, buscando golpear la moral ucraniana y desgastar a su sociedad, Rusia se ha mantenido lanzando ataques con misiles y drones contra ciudades ucranianas. En este rubro es en el que quizás pueda haber algunas afectaciones, aunque, conociendo a Putin, lo primero que Rusia hará será demostrar que no es así, y que seguirá lanzando estos ataques cada vez que lo desee. 
8. En suma, no parece que lo ocurrido el domingo sea suficiente como para alterar los cálculos de largo plazo de Putin y, por tanto, orillarle a negociar de forma distinta a como ya lo tenía planeado.Es decir, como lo vimos acá mismo el sábado pasado, un cese al fuego temporal siempre es posible y con ello Putin enviaría a Trump el mensaje de que está negociando seriamente. Pero si el presidente ruso opta por aceptar dicho cese al fuego, será esencialmente por sus cálculos respecto a Trump, no por lo sucedido con el ataque ucraniano de ayer. O bien, quizás precisamente para impulsar su propia contra narrativa, esta operación ucraniana podría simplemente endurecer la postura rusa. 
Lo estaremos observando.
2 de junio, 2025
2 notes · View notes
mauriciomeschoulam · 2 months ago
Text
¿Qué hay detrás del desencuentro Trump-Putin respecto a Ucrania?
Artículo publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/que-hay-detras-del-desencuentro-trump-putin-respecto-a-ucrania/
El pasado noviembre, en un panel del Foro de Seguridad Internacional de Halifax, una académica canadiense dijo que ella estaba ansiosa por ver qué ocurriría la primera vez que Putin dijera “no” a lo que Trump le pidiera. Todos hablaban sobre cómo Trump se alinearía con Rusia, amenazaría a Kiev con suspender el respaldo, y trataría de forzar a Zelensky a negociar un acuerdo desfavorable. Pero esta académica reparaba en algo crucial que, varios meses después, parece estarse materializando: el momento en el que el obstáculo para la estrategia de Trump no sería Europa o Zelensky, sino Putin. “Lo que Vladimir Putin no entiende es que, si no fuera por mí, ya habrían ocurrido muchas cosas realmente malas en Rusia, y me refiero a REALMENTE MALAS”, declaró Trump en redes sociales. “¡Está jugando con fuego!”. El expresidente ruso Medvedev respondió, también en redes: “Yo solo conozco una cosa REALMENTE MALA: la Tercera Guerra Mundial ¡Espero que Trump lo entienda!”, tocando con ello una de las fibras más sensibles del propio discurso del presidente estadounidense. ¿Cómo hemos llegado a este punto de estancamiento en las negociaciones y a este nivel de frustración en Trump? ¿Qué sigue? 
1. Como he dicho antes, es imposible desconectar todas esas declaraciones y negociaciones, del terreno de las hostilidades. Así que retomo algunos puntos que ya he comentado acá añadiendo nuevos elementos al análisis: Toda guerra tiene objetivos políticos. En el caso de Rusia, las metas políticas para haber invadido Ucrania siguen todas ahí. Al mismo tiempo, las negociaciones están fuertemente impactadas primero, por quién está venciendo en el campo de batalla, y segundo, por el cálculo de los actores en pugna en cuanto a los costos por seguir luchando y su disposición a seguir pagando esos costos a fin de obtener las metas políticas que indico. Esa combinación de factores termina aterrizando en cualquier esfuerzo diplomático relacionado con la guerra. 
2. No podemos hablar de “la guerra” o “el apoyo” a Ucrania sin acercarnos con más detalle a lo que realmente está pasando en el campo de batalla. Una revisión del mismo indica que (a) Ucrania tiene escasez de tropas y dificultad para movilizar tropas nuevasmientras que Rusia mantiene su capacidad de movilización. No sin problemas por supuesto, pero su superioridad numérica en el terreno que ya era un factor desde hace mucho tiempo, lo está siendo cada vez más; (b) Ucrania lleva meses con escasez de municiones de artillería, cruciales para una guerra como esta. La está intentando compensar con su muy desarrollada capacidad en drones, pero eso no sustituye las municiones de artillería que requiere; (c) EU es quien provee a Kiev la mayor parte de esas municiones, Europa lo hace en mucha menor medida; (d) Si Europa tomara la iniciativa de remplazar a EU en ese factor específico, no podrá hacerlo en el corto plazo, quizás en el mediano plazo y eso está por verse. 
3. Por tanto, el análisis de la estrategia negociadora de Trump desde febrero, requería contemplar los siguientes factores: primero, si EU realmente retirara su respaldo en armamento a Ucrania, Kiev empezará a resentir la escasez de municiones en lo inmediato; segundo, esto implicaría que el ejército ucraniano debería espaciar más las rondas de artillería que lanza contra Rusia a lo largo del amplísimo frente de batalla quizás durante el resto del 2025, y tercero, esto no haría sino contribuir a los avances que Rusia ha efectuado sobre territorio Ucraniano de manera lenta pero firme a lo largo de los últimos meses. 
4. De regreso a las mesas de negociaciones. Todos los anteriores elementos han sido conocidos y evaluados por los actores involucrados: Trump, Zelensky, Putin y toda Europa. Esto de entrada otorga una posición de fuerza a Rusia a la hora de efectuar sus demandas. Es decir, nada de lo que hemos dicho implica que Rusia no esté pagando costos humanos, materiales, económicos y políticos por la guerra. La diferencia es que Rusia sigue demostrando que está dispuesta a pagar esos costos, puesto que, si se efectúa una proyección de la guerra hacia uno o dos años más, bajo las condiciones que describo, Ucrania pierde más en contraste con Moscú. Rusia podría incluso hacer más intentos por colapsar las líneas ucranianas y ganar todavía más territorio. Y todos los involucrados en el terreno diplomático lo saben bien. 
5. Pero además de eso, lo que ocurrió durante los últimos meses es que (a) Trump exhibió su prisa, la necesidad de cumplir su promesa de negociar “la paz” de manera veloz y la única forma de hacerlo con esa velocidad en un momento en el que Rusia tiene la posición de fuerza, era obligando a Zelensky (y a Europa) a aceptar los términos de Putin sin pedirle demasiado a cambio; (b) La administración Trump efectuó concesiones a Putin incluso antes de negociar lo que incluye el reconocimiento de que las metas ucranianas “no son realistas”, de que Ucrania tendría que ceder su territorio y de que tendrá que abandonar sus aspiraciones de entrar a la OTAN sin ofrecer a la vez alguna alternativa de garantías de seguridad a Kiev, y por último (c) El mensaje de Trump para Zelensky (claramente escuchado por Putin) fue que si Ucrania no se adaptaba a esos términos, Washington le abandonaría de manera definitiva. 
6. Por tanto, todo estaba dispuesto para que Putin exigiera más concesiones antes de siquiera considerar concederle a Trump el premio de un alto al fuego provisional de 30 días. Además de las concesiones territoriales y la renuncia de Ucrania a formar parte de la OTAN, por lo visto, Putin tenía pretensiones adicionales alineadas con sus metas originales. Esto consistía, en sus palabras, “desnazificar” y “desmilitarizar” a Ucrania—es decir, la cabeza de Zelensky y un gobierno más afín a Moscú en su lugar, además de la reducción del ejército ucraniano al mínimo—agregando a todo ello otras metas relacionadas con la OTAN, en esencia su repliegue militar de zonas consideradas por Rusia como su esfera de influencia. 
7. Desde la lógica de Putin entonces, aceptar un cese al fuego de 30 días solo otorgaría un respiro a Ucrania y reduciría la capacidad de Moscú para seguir efectuando demandas que Putin sigue considerando importantes. Así, este es el primer “no” que Putin expresaba a Trump con toda claridad. 
8. El problema mayor es que con ello, Putin está chocando directamente con algo que para Trump era, es y seguirá siendo crucial: la prisa para proyectarse como un presidente que cumple con su palabra (aunque esto implique acuerdos vagos, inconclusos, o ceses al fuego que eventualmente colapsan como el de Gaza) y exhibirse como el “peacemaker” que él dice ser. 
9. Para compensarlo, Putin ha ofrecido otras alternativas como ceses al fuego unilaterales de algunos días, o negociaciones directas entre Rusia y Ucrania, pero nada de esto ha podido reducir la frustración que Trump está sintiendo en este punto. Trump percibe que ya es hora de que Putin le devuelva el favor de lo mucho que el presidente estadounidense ha conseguido para Moscú, y eso es lo que estamos observando estos intercambios en redes sociales. 
10. Sin embargo, de manera paralela a estos desarrollos, Rusia parece estar iniciando una nueva ofensiva. Por ahora el ejército ruso está mostrando sus más veloces avances en lo que va del año, añadiendo a ello varios de los bombardeos más intensos con misiles y drones que ha lanzado desde el inicio de la guerra. Pero además de eso, Moscú está abriendo un nuevo frente en el norte ucraniano. 
La gran pregunta es, por supuesto, qué sigue al respecto. Algunas posibilidades: 
A. Trump podría “retirarse” del tema, como ya ha amenazado antes. Esto implicaría, obviamente, que EU abandonaría por ahora los esfuerzos de mediación y la guerra proseguiría inmersa en sus propias dinámicas. Lo que no queda claro es si ese “retiro” estadounidense supone seguir suministrando armamento a Ucrania en los niveles actuales, eliminarlo (como lo demanda una gran porción de quienes votaron por Trump) o acaso aumentar ese respaldo para enviar a Putin alguna señal. En cualquiera de estos tres casos, es muy posible que Trump explore la vía de incrementar las sanciones contra Rusia,probablemente mediante penas y aranceles secundarios contra países que siguen comerciando con Moscú como India o China entre muchos más. 
B. Evaluando sus opciones, Putin podría seguir tratando de satisfacer a Trump mostrándole que Rusia es seria en cuanto a su intención de negociar. Para ello, Putin incluso podría ofrecer algunas concesiones mínimas con tal de mantener vivas las conversaciones en las que eventualmente Moscú podría finalmente aceptar algún cese al fuego temporal o alguna clase de memorándum de entendimiento, que permita a Trump colgarse la medalla del éxito sin que ello implique que Rusia abandone metas que considera desde 2022 como cruciales (por ejemplo, respecto a la OTAN). 
C. O bien, Rusia podría seguirse oponiendo, proyectando que está dispuesta a pagar todos los costos que implicaría seguir prolongando la guerra por varios años más, incluso el costo por potenciales sanciones adicionales o aranceles secundarios de Trump. Al final del camino, desde la perspectiva de Putin, a una superpotencia nuclear como Rusia no se le puede derrotar y, por tanto, siempre encontrará formas de seguir buscando las metas estratégicas que le orillaron a iniciar la guerra. 
Por ahora, la segunda opción parece la más probable, pero cualquiera de las tres es plausible, además de que, existen muchas otras combinaciones de probabilidades, por ejemplo la A y la C. Todo va a depender de lo que se defina en las próximas semanas. Quizás lo más importante de la psicología de Trump—algo que ya entendíamos bien desde su gestión previa pero que ahora está quedando incluso más claro—es que se trata de un actor enormemente transaccional. En declaraciones presenciales o en sus redes sociales, él puede expresar cualquier cantidad de comentarios o desacreditar a cualquier contraparte, para tan solo unos días después anunciar que ha logrado un acuerdo favorable a EU. Putin entiende muy bien que puede seguir jugando con ese rasgo de su personalidad. Con todo, pensar que todas las cartas están bajo el control del presidente ruso, podría ser un error de cálculo y no sería la primera vez que eso le sucede.
*31 de mayo, 2025*
0 notes
mauriciomeschoulam · 2 months ago
Text
Gaza entre tres fuerzas: Netanyahu, Hamás y Trump
Artículo publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/gaza-entre-tres-fuerzas-netanyahu-hamas-y-trump/
El de Gaza es uno de los conflictos que Trump se había comprometido a resolver desde su campaña. Y en efecto, la colaboración entre la administración Biden en su último mes y el equipo negociador de Trump encabezado por Witkoff, consiguió establecer las bases para un cese al fuego de tres fases que inició el 17 de enero. La fase 2 se empezaría a negociar el día 14 de la fase 1. Lamentablemente las partes no consiguieron un acuerdo y el alto a las hostilidades colapsó desde inicios de marzo. Desde entonces, se reanudó una intensa ofensiva israelí con el objeto señalado de presionar a Hamás para la liberación de los restantes rehenes y derrotar a esa agrupación. Pero recientemente esa ofensiva ha escalado aún más sin que ello consiga liberar a más rehenes, y el gobierno de Netanyahu ha anunciado el inicio de una operación todavía más intensa para ocupar porciones completas de la franja, lo que, como ya sabemos, elevará incluso más el costo humanitario de la guerra. Esto, sin embargo, no es consistente con lo que desearía o aprueba la mayoría de su sociedad. ¿Qué factores hicieron colapsar al cese al fuego y han impedido a las negociaciones avanzar desde ese punto? ¿Qué factores están haciendo hoy a Trump chocar con Netanyahu y de qué depende que ese conflicto pueda resolverse?
1. Partamos de la base de que, de manera consistente con encuestas desde hace meses, el último estudio de opinión del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv indica que el 70% de israelíes desea el cese al fuego inmediato y la liberación de los rehenes, aunque ello implique que Israel efectúe serios compromisos para ello. Seis de cada 10 israelíes piensan que la continuación de la guerra tiene motivaciones políticas por parte del gobierno actual en quien solo 24% confía. Además, 74% considera que el gobierno no tiene un plan para finalizar la guerra. De hecho, casi la mitad de israelíes aprueba el plan de transición egipcio para un gobierno palestino en Gaza; solo 20% apoya el restablecimiento de asentamientos judíos en Gaza y una cantidad inferior, apenas 16% de israelíes favorece una administración militar israelí sobre Gaza. Esto se suma a la disidencia entre reservistas y al creciente número de filtraciones en los medios acerca del descontento militar con el curso que ha tomado una guerra que perciben interminable y políticamente motivada.
2. Hay, sin embargo, otra serie de planos que necesitan ser examinados. Empecemos por decir que durante el tiempo que duró la fase 1 del último cese al fuego, Hamás se puso el objetivo de demostrar con alta visibilidad (a) que no está muerta ni acabada, lejos de ello, (b) que ha conseguido reclutar a decenas de miles de combatientes para sustituir a las decenas de miles que han muerto, (c) que si bien ha perdido mayormente su arsenal, conserva la capacidad para seguir luchando de forma asimétrica una guerra de guerrillas, empleando su vasta red de más de 800 km y ocho plantas subterráneas de túneles construidas debajo de la infraestructura civil de centros altamente poblados, y por último (d) que sigue en control del gobierno en Gaza a pesar de más de año y medio de una guerra devastadora en su contra. La razón de fondo es que hoy no existe una alternativa al gobierno de Hamás que sea viable e implementable para el control y administración de Gaza. Por tanto, ante esa falta de alternativas, cesar las hostilidades implica que Hamás es quien llena los vacíos que se han producido.
3. En suma, si las metas expresas de Netanyahu eran la liberación de los rehenes y la destrucción de las capacidades militares y políticasde Hamás, quedó clarísimo en esas semanas que lo segundo no solo estaba lejos de conseguirse, sino que ambas metas parecían estar en contradicción. Conseguir la liberación de rehenes termina por fortalecer el mensaje y con ello la supervivencia de Hamás como cuerpo político.
4. Esto fue generando enormes presiones en Netanyahu por parte de los partidos más extremos de su coalición. Si Netanyahu seguía delante con las negociaciones bajo las condiciones que describo, su coalición no sobreviviría a la fase 2. Por tanto, se tendría que convocar a elecciones nuevas con la probabilidad de que él perdiera el liderazgo del país de manera definitiva, con las consecuencias de encontrarse además en medio de tres procesos judiciales por cargos de corrupción.
5. Esto en pocas palabras, añade dos componentes que están fuera de las manos de Trump: primero, las posiciones más extremas en el gabinete de Netanyahu que se oponen a seguir adelante con cualquier clase de negociación y segundo, por tanto, la supervivencia de Netanyahu como líder del país.
6. El siguiente elemento que no puede obviarse es Hamás. Tras sus demostraciones de fuerza política durante el último cese al fuego, hay posturas fuertes en la organización que no solo se niegan a ceder el gobierno en Gaza, sino que se oponen a desarmarse y quizás exiliarse. Esto no incluye a toda la gama política de esa agrupación, pero por lo visto, sí incluye a la rama militar que orquestó y ejecutó los atentados terroristas del 2023 y quien ha sostenido toda la guerra desde su inicio.
7. Para entender todo el panorama, se necesita evaluar su lógica. A partir de entrevistas y declaraciones efectuadas desde octubre del 23, además de filtraciones de cartas y mensajes varios, Hamás ha expresado con claridad que la situación en la que se encuentra Gaza es precisamente lo que ellos buscaban. Hamás deseaba, según indicaba su liderazgo, “despertar al mundo de su letargo” ante la situación palestina, reposicionar el tema, convertir el Estado Palestino en una realidad viable y para ello “generar un estado de guerra permanente” con Israel. En esas mismas entrevistas, el liderazgo de Hamás expresó que los civiles palestinos muertos o heridos eran “mártires necesarios para una causa mayor”.
8. Siguiendo esa línea, los rehenes israelíes resultan fichas de negociación indispensables para Hamás. De un lado, se genera una presión psicológica y política en Israel por parte de amplios sectores de la sociedad para efectuar concesiones a fin de liberarlos, incluso ante el costo de la potencial supervivencia de Hamás en la franja. Del otro lado, si esas concesiones no se efectúan, entonces Hamás puede justificar internamente su resistencia frente a Israel, toda vez que sus tácticas siguen produciendo un aislamiento político y diplomático de ese país que también puede eventualmente acarrear costos económicos considerables.
9. El resultado de todo ello es que la guerra persiste sin un final visible, con una lógica solo de hostilidades ascendentes (ahora ya bajo la amenaza expresa de Netanyahu de ocupar Gaza permanentemente) y con un costo humano entre la población palestina difícil de describir. Si bien se calcula que han muerto unos 22 mil combatientes de Hamás, hay un número muy superior a ese monto de civiles muertos, la mayor parte niños y mujeres, sin mencionar que además de ello la mayor parte de los rehenes aún cautivos, según se estima, han perdido la vida.
10. En este contexto y considerando su urgencia por conseguir acuerdos a fin de cumplir sus propias promesas, Trump y su equipo han estado proponiendo medidas parciales como, por ejemplo, un cese al fuego temporal de 60 días a cambio de la liberación de 6 a 10 rehenes israelíes. Pero todas esas propuestas se enfrentan con la contradicción de fondo: Netanyahu y su coalición no se conforman más que con una “victoria total”, es decir, el completo desarme y exilio de Hamás, mientras que esa agrupación considera que debe y puede seguir resistiendo, y que mientras más tiempo pase, más es posible golpear psicológica, política y diplomáticamente a Israel, a fin de acelerar cada vez más un choque entre Trump y Netanyahu.
11. Para ser claros, el gobierno del primer ministro israelí tiene ya una enorme presión interna por parte de ese 70% de su población que desea un cese al fuego inmediato, y que considera que la guerra solo continúa por sus propias motivaciones políticas. Además de ello, hay presión externa que procede de aliados importantes de Israel como son Francia y Reino Unido (no olvidemos que se trata de países que contribuyen no solo a armar a Israel sino incluso le han defendido directamente frente a ataques de Irán o de los houthies), lo que se suma a las acusaciones de genocidio y crímenes de guerra que hay contra Israel en cortes e instituciones internacionales, organizaciones y gobiernos. Pero a todo lo anterior, ahora debemos añadir otra presión: la que procede y seguirá creciendo por parte de Trump.
12. En los últimos días, el presidente estadounidense ha venido mostrando su frustración con Netanyahu de diversas formas. Primero, ha estado negociando directamente con Hamás. Segundo, está negociando directamente con Irán un acuerdo que probablemente va a estar muy lejos de las expectativas del primer ministro israelí. Tercero, Trump conversó directamente con el ex jihadista y nuevo presidente sirio, Al Sharaa, y liberó las sanciones estadounidenses contra ese país a pesar de que Israel se mantiene ocupando y atacando partes del territorio de Siria. Cuarto, Trump firmó compromisos militares con los países del Golfo, algunos de los cuales claramente reducen, por no decir eliminan, la ventaja tecnológica con que Washington ha blindado a Israel en su región.
Estos elementos entonces, representan una especie de carrera. Una carrera entre el presidente estadounidense que quiere mostrarse efectivo y cumplidor de sus promesas, Netanyahu que busca sobrevivir políticamente a través de seguir prolongando la guerra, y Hamás que busca resistir a pesar de todo.
24 de mayo, 2025
0 notes
mauriciomeschoulam · 2 months ago
Text
La desconfianza como motor político: Elecciones, extremismos y teorías conspirativas
artículo publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/la-desconfianza-como-motor-politico-elecciones-extremismos-y-teorias-conspirativas/
Este fin de semana hubo nuevamente elecciones en tres países europeos; Rumania, Portugal y Polonia. Una vez más vemos como crece la discusión sobre el desempeño de las extremas derechas o los partidos populistas, nacionalistas y anti-europeístas. Sin embargo, el fenómeno no es nuevo, y con toda honestidad no hemos terminado de comprenderlo; por más años que llevamos hablando de ello, la desconfianza en las instituciones en una gran cantidad de sociedades en el mundo sigue en aumento. Esto no es, de ninguna manera, lo único que explica los ascensos de las extremas derechas en Europa, el respaldo a Trump en EU o las victorias de candidatos que no son políticos tradicionales en regiones como América Latina. Hay muchos otros factores económicos, demográficos, sociales e internacionales que habría que incorporar a la ecuación. Pero, específicamente el factor de la desconfianza tiene que ser leído con más detenimiento toda vez que de ahí se derivan otros fenómenos como, por ejemplo, el crecimiento en cascada de las teorías de conspiración o la tendencia a confiar no en la “verdad” que procede de la evidencia, sino en la verdad que “sentimos”.
El liderazgo de AfD (el partido de extrema derecha en Alemania) indica que sus críticos lo han entendido completamente al revés: “No hubo un giro a la derecha”, dijo hace un año Torben Braga, uno de los portavoces de AfD: “Lo que ocurrió es que ciertas convicciones—demandas políticas que siempre han estado presentes en la sociedad—han encontrado un portavoz después de haber sido suprimidas durante décadas”.
Podemos coincidir o no con planteamientos así, pero lo que es un hecho es que se trata de un fenómeno en crecimiento. Permítame compartirle los siguientes datos:
1. De acuerdo con Cass Sunstein (2016), el mayor predictor de que alguien crea en una teoría conspirativa es su creencia previa en otra conspiración. De manera que, si una persona ya pensaba, por ejemplo, que los ataques del 9/11 fueron obra interna de Washington, se vuelve altamente probable que otro tipo de teorías conspirativas penetre en su sistema de creencias. Las teorías conspirativas, nos explica el autor, funcionan como cascada.
2. Este tema no es menor. Investigación conducida hace unos años por instituciones como Harvard revela que: (a) las noticias falsas tienen un mucho mayor alcance e impacto que las noticias verdaderas.Un tuit con información falsa tiene 75% más probabilidades de ser retuiteado y puede llegar hasta 100 veces más lejos que un tuit con información real, y (b) la principal puerta de entrada en el proceso de radicalización de extremistas de derecha, es a través de sitios de internet que hablan de teorías conspirativas. Desde uno de esos sitios, la persona normalmente accede a otro similar, y a otro, y a otro, y así sucesivamente, dando pasos cada vez más firmes en la escalera de la radicalización. La investigación refleja que, aunque la mayor parte de esas personas limita su interacción al internet o a las redes, sí hay un pequeño sector que avanza en su proceso extremista, y decide usar la violencia en contra de quienes percibe como parte del “mal”. No es casual el paralelismo entre el crecimiento en internet de esas teorías conspirativas y el ascenso de crímenes de odio en sitios como EU o RU.
3. La penetración de las teorías conspirativas tiene un componente de crecimiento orgánico a raíz de los algoritmos que utilizan las redes sociales, algoritmos que no solo favorecen la conformación de cámaras de eco que se refuerzan a sí mismas y profundizan la polarización, sino que privilegian la visibilidad que adquieren los posts que reciben mayor interacción (y mucho más cuando ésta se produce entre personas que tienen un elevado número de seguidores), lo que termina sacando de los márgenes a estos adeptos y los lleva a la conversación central. Apenas hace pocos años, las plataformas de redes sociales han decidido actuar.
4. Una de esas teorías es, por ejemplo, QAnon, o Q-Anónimo: La convicción de que el mundo es dirigido secretamente por un grupo de pedófilos satánicos que operan una red de tráfico de niños. De acuerdo con esta teoría, personalidades como Obama, Hilary Clinton, George Soros y ciertas celebridades, están incluidas en este grupo selecto. Trump, en esta narrativa, habría sido reclutado por militares para deshacerse de esta red. Según se ha reportado, estas teorías proceden de una persona o grupo anónimo que utilizaba el nombre “Q”, quien alegaba que tenía acceso directo a secretos de gobierno. Este era un fenómeno absolutamente marginal, pero que paulatinamente fue ganando adeptos y se ha convertido en parte de la conversación central. Su penetración en internet y redes sociales es inmensa. Apenas en 2020, Twitter eliminó miles de cuentas relacionadas con QAnon y Facebook eliminó casi 800 grupos asociados. Pero hay mucho más al respecto.
5. Además de su propia dinámica de crecimiento orgánico, la amplificación de teorías como QAnon, fueron asistidas por figuras públicas como el propio Trump en su gestión previa: "Escuché que estas son personas que aman a nuestro país", fueron sus palabras en una conferencia de prensa en 2020 a pregunta expresa sobre QAnon, "…realmente lo único que sé, es que parece que les agrado”.
6. Y por supuesto, además de ello, está el impulso que se da al mismo fenómeno por parte de actores políticos internos e internacionales que buscan, a través de la propagación de este tipo de información, avanzar distintas agendas.
7. Pero hay que entender los factores subyacentes: El barómetro de confianza Edelman publicó en 2023, que en la mayor parte del mundo existía una altísima desconfianza en instituciones como gobiernos o medios de comunicación tradicionales. “Los gobiernos y los medios alimentan un ciclo de desconfianza”, dice el reporte, “y son vistos como fuentes de información desorientadora”. A nivel global, solo cuatro de cada 10 personas confían en los líderes gubernamentales. Interesantemente, dice el barómetro, la desigualdad de ingresos genera “dos realidades de confianza”. En otras palabras, la desconfianza crece cuando la brecha entre quienes más y menos tienen se incrementa. A su vez, la desconfianza alimenta la polarización y, en un círculo vicioso, la polarización también contribuye a alimentar la desconfianza. En cambio, en esa muestra global, muchas más personas confían en empresas y en el sector privado o en organizaciones sociales que en gobiernos o medios.
8. Pensemos, por ejemplo, en el caso de Argentina. Antes de las elecciones en las que gana Milei, solo el 20% de personas confiaba en el gobierno y solo cuatro de cada diez confiaban en los medios de comunicación tradicionales. Mucha más gente confiaba en el sector privado. En cambio, viene una persona percibida como ajena al mundo de la política tradicional, quien mediante un lenguaje disruptivo muestra que comprende y empatiza con la ira, la frustración y el hartazgo, y comunica propuestas simples, fáciles de asimilar, que parecen tener sentido, y como resultado, logra respaldos impactantes. La frase “al carajo con la casta” enciende y resuena. Eliminar toda clase de ministerios, también resuena. Dolarizar para terminar con esa inflación que corroe todos los días el bolsillo, conecta. Eliminar al “ineficiente” Banco Central también.
9. Más recientemente, el barómetro de confianza Edelman de 2024 indica que países como Alemania o Francia—dos de los sitios en donde las últimas elecciones del parlamento de la UE mostraron enormes avances de la derecha extrema—se encuentran en la “zona roja de la desconfianza”, al igual que muchos otros países europeos, o al igual que Estados Unidos. Todos ellos son países en donde la desconfianza en instituciones como los gobiernos o en los medios de comunicación tradicionales, es brutal.
10. Acá el punto es que se trata de percepciones no solo acerca de la ineficacia de las instituciones tradicionales (a veces asociadas a factores económicos como las crisis o la inflación, a veces a factores políticos como la tolerancia a la migración) sino también acerca de (a) lo distante que se percibe a la política tradicional de los asuntos y problemas cotidianos, (b) el hartazgo percibido cuando este distanciamiento es ignorado o incluso a veces promovido desde esas élites lejanas.
11. Esto se conecta con otros factores como el sentimiento arriba señalado acerca de que la información es manipulada. Esta nueva versión del barómetro Edelman, ya en 2024, refleja que 63% de una muestra global piensa que sus gobiernos y sus líderes no dicen la verdad; 64% de encuestados piensa que los reporteros y periodistas manipulan la información a propósito.
12. Los resultados de nuestra investigación en México a lo largo de una década son consistentes con esos datos. A través de estudios cualitativos y cuantitativos (en muestras nacionales) detectamos ese mismo enojo, hartazgo y frustración con los medios de comunicación tradicionales, pero asociado de manera directa a la corrupción sistémica percibida. Desde la visión de nuestros participantes en estudios hasta antes del 2018, existía una asociación perversa entre gobierno y medios de comunicación que buscaban “propagar información falsa o alterada” al servicio del sistema. No muy diferente que lo que detectan estudios globales arriba señalados.
13. Esto arroja enormes tareas que no han sido adecuadamente atendidas a pesar de años de discusiones al respecto: Primero, si de verdad se trata de fenómenos globales, se requiere entender qué es lo que, en el fondo, está hermanando a tantos países. Segundo, elaborar mejores diagnósticos al respecto, incluyendo el estudio más hondo de las instituciones que sí generan confianza o los gobiernos que han conseguido romper las brechas de confianza señaladas. Tercero, desarrollar estrategias que sean más eficaces en escuchar, empatizar y actuar a favor de la construcción de confianza hoy tan erosionada, lo que es válido no solo para gobiernos, sino para medios de comunicación e instituciones académicas entre muchas más.
20 de mayo, 2025
0 notes
mauriciomeschoulam · 2 months ago
Text
Entre acuerdos y conflictos: lo que revela el viaje de Trump a Medio Oriente, mi artículo en El Universal
Durante un foro de inversión en Riad, el expresidente Donald Trump declaró que Estados Unidos dejaría de intervenir y de imponer modelos de gobierno en Medio Oriente. Su discurso, aplaudido por la audiencia saudí, criticó las décadas de política estadounidense en la región, particularmente las intervenciones en Irak y Afganistán. En esta nueva etapa bajo su liderazgo, se pondría fin al modelo de “construir naciones” y ya no se daría “lecciones sobre cómo vivir”, pues esas nociones, implementadas lo mismo por republicanos que por demócratas, “destruyeron más de lo que construyeron”. Mientras el presidente pronunciaba esas palabras en Arabia Saudita, sus equipos estaban logrando compromisos económicos, comerciales y de defensa por cientos de miles de millones de dólares con tres países del Golfo; Hamás e Irán estaban negociando de forma directa con EU (contra la voluntad de Netanyahu); se prometía negociaciones directas entre Ucrania y Rusia en Turquía, y los actores económicos globales agradecían el cese al fuego en la guerra comercial entre EU y China. El viaje de Trump a Medio Oriente dice muchísimo acerca de su personalidad, su enfoque, sus decisiones y sus intentos por lograr avanzar su visión del mundo, pero también es muy revelador acerca de los monumentales obstáculos que sus planteamientos enfrentan. Señalo algunos de esos aspectos…
Haz click en el enlace para leer el artículo completo.
#
0 notes
mauriciomeschoulam · 2 months ago
Text
India-Pakistán y el riesgo de jugar con fuego: una crónica de la escalada, mi artículo del 13 de mayo en El Universal.
El miércoles pasado India lanzó un esperado ataque contra Pakistán. En un texto previo explicamos el contexto y las causas por las que esperábamos ese ataque a raíz de un atentado terrorista en la zona de Cachemira administrada por India. Nueva Delhi atribuye ese atentado a un grupo apoyado por Pakistán, cosa que Islamabad niega categóricamente. En ese texto también explicamos por qué se esperaba una escalada contenida, pero señalamos que, a pesar de la intención inicial de las partes de mantener el conflicto en un rango limitado, una espiral ascendente de violencia podría escapar al control de ambos países. Así, a pesar de que inicialmente percibimos que el ataque indio contra Pakistán relativamente seguía las reglas de esa contención, también nos percatamos de que Nueva Delhi había cruzado ciertas líneas, lo que escaló las hostilidades de manera muy veloz. Cuando el sábado en la madrugada parecía que el conflicto se estaba saliendo de control, y considerando que se trata de dos potencias nucleares con alto potencial de desestabilización no solo regional sino global, tuvo que llegar una intensa actividad diplomática liderada por Washington para finalmente conseguir un cese al fuego. A pesar de algunas violaciones reportadas, ese cese al fuego se ha mantenido. Sin embargo, es importante tratar de entender lo que pasó y, sobre todo, dimensionar qué puede suceder cuando dos potencias nucleares activan una lógica de acción-reacción como la que vimos.
16 de mayo de 2025
0 notes
mauriciomeschoulam · 2 months ago
Text
Cese al fuego entre India y Pakistán. En mi participación del 15 de mayo en La Hora de Opinar hablo sobre este tema con Leo Zuckermann.
Para ver el programa completo, haz click en el siguiente enlace:
1 note · View note
mauriciomeschoulam · 3 months ago
Text
Les comparto mi participación en Hora de Opinar sobre la reunión de Trump con Zelenski en el Vaticano.
29 de abril de 2025
0 notes
mauriciomeschoulam · 3 months ago
Text
¿Nuevo equilibrio de terror? Armamento, disuasión y riesgos en un mundo multipolar, en El Universal
Publicado originalmente en El Universal en este link: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/nuevo-equilibrio-de-terror-armamento-disuasion-y-riesgos-en-un-mundo-multipolar/
¿Nuevo equilibrio de terror? Armamento, disuasión y riesgos en un mundo multipolar
El armamentismo y el militarismo de otros tiempos, están de vuelta. La realidad es que nunca se marcharon a ninguna parte y podemos apreciar, a lo largo de las décadas de la posguerra fría, varios picos y caídas en estos rubros. Sin embargo, a partir de una serie de arreglos internacionales como los tratados para limitar o regular las armas, y a partir de nuevas prioridades y nuevos acomodos en el sistema internacional, fueron otros los problemas de seguridad los que marcaron la agenda durante años. No era lo mismo para EU combatir a Al Qaeda que lo que fue combatir a la URSS. Considere solamente que un país como Estados Unidos disminuyó sus despliegues de tropas en Europa en casi diez veces desde los puntos más álgidos de la Guerra Fría. Hasta antes de la guerra en Ucrania, la mayor parte de los países de la OTAN habían ido reduciendo considerablemente su gasto militar, justamente uno de los reclamos de Trump. Hoy en cambio, todo eso viene de vuelta. No se trata solamente de la expansión de los gastos en ejércitos y en armamento, o los mucho mayores despliegues de tropas que ya estamos viendo, sino del crecimiento de una profunda convicción acerca de que “nos equivocamos”; acerca de que las potencias solo entienden el lenguaje de la fuerza y el poder, y que, por tanto, solo “nuestras mayores capacidades” militares y una verdadera determinación a usarlas, podrán producir—a partir de la disuasión—alguna clase de estabilidad. ¿Hay alguna alternativa a ese pensamiento? En el texto de hoy lo revisamos. 
Fuimos demasiado inocentes, sostiene esta línea argumentativa—muy presente en ensayos, artículos, reportes o en foros internacionales en Occidente. El planteamiento de la era de la posguerra fría consistía en que, gracias a la globalización con sus flujos comerciales y financieros, la interdependencia económica que se ha generado (incluso entre potencias en competencia como China y Estados Unidos, o bien, entre antiguos rivales como Rusia y los países de la Unión Europea), además de un complejo sistema de derecho internacional, arreglos e instituciones multilaterales, las probabilidades de guerras mayores habían disminuido considerablemente. Por consiguiente, sigue el argumento en Occidente, “nos fiamos” de países como Rusia y China, “les abrimos las puertas” de este sistema internacional, establecimos proyectos económicos, energéticos, comerciales y financieros con ellos, y creímos que, debido a ello, nunca se atreverían a hacer algo como lo que Rusia está haciendo hoy con Ucrania. Los costos serían altísimos, según creíamos.
“Debemos, por tanto, repensarlo todo”, según indican estos ensayos y personalidades. Las grandes potencias, al más puro estilo del realismo político, considerarán siempre sus decisiones y prioridades a partir de sus intereses y agendas, dentro de las cuales, lo económico siempre será secundario. Otros factores como la ocupación de espacios geográficos cruciales y el cada vez mayor incremento de las capacidades armamentistas son la única opción para contener las amenazas a lo que percibimos como nuestra seguridad nacional. Esas amenazas siempre han existido, pero durante muchas décadas la lectura era que éstas ya no procedían principalmente de otros estados nacionales. Por ejemplo, EU determinó durante muchos años que las mayores amenazas a su seguridad nacional procedían de actores no-estatales como Al Qaeda o ISIS. Otros estados priorizaron amenazas como organizaciones criminales, insurgentes o paramilitares, o bien, otro tipo de factores como la demografía o el riesgo ecológico entre muchos más.
El retorno de la rivalidad entre las superpotencias no inicia con la invasión frontal rusa a Ucrania, sino desde varios años atrás. Pero la interpretación que se está haciendo, por ejemplo, desde Europa Central y del Este, es que se desaprovechó la ventana de oportunidad que existía para realmente disuadir a Putin. Se debió actuar con mucha más fuerza contra él desde el mismo instante en que Rusia invade y anexa Crimea en 2014. La decisión de apoyar a Ucrania con armamento, con la expansión de los despliegues de la OTAN o con medidas como incorporarla a la Unión Europea, llega demasiado tarde y con muy escasa determinación, dijeron los ministros exteriores de Eslovaquia, Bulgaria y Letonia en el foro de Bratislava en 2022. El ministro de Letonia incluso indicó que no se trata de que la OTAN despliegue a un par de miles de soldados en algún lugar para que entonces, “cuando Putin decida invadir”, esas 2,000 tropas salgan corriendo a “avisarnos” que Rusia está invadiendo. Al revés. De lo que se trata es de ejercer despliegues militares y armamentistas de tal magnitud en todos los países de la OTAN en la zona, que a Putin ni siquiera se le ocurra la posibilidad de invadir como lo hizo con Ucrania; además de sumar a esa alianza, decían los ministros, a otros países que aún no forman parte de ella como Moldavia o Georgia.
En un artículo muy bien argumentado de ese año, The Economist afirmaba que Putin no debía de ninguna manera sentir que sus amenazas nucleares tuvieron éxito. Es decir, indica el texto, Moscú ha sido altamente eficaz en persuadir al mundo entero de que, si algún país de la OTAN hubiese entrado a Ucrania con tropas o aviones para defenderle, ello haría al conflicto escalar velozmente hacia una guerra nuclear. Occidente debía, en cambio, invertir recursos, armas y el mayor esfuerzo—y sin miedo—para que Putin “sea derrotado” y comprenda que sus capacidades nucleares no le permiten andar invadiendo países de su región.
La cuestión es que este pensamiento no se limita a Europa. Un ejercicio de simulación conducido por el Centro para una Nueva Seguridad Americana reveló también en 2022 que, si Washington buscase defender a Taiwán en caso de una invasión china, el conflicto podría rápidamente tornarse nuclear. Por tanto, recomendaba el equipo de expertas/os, esa invasión debe evitarse a toda costa mucho antes de que ocurra. La única alternativa para lograrlo, indicaba su ensayo en Foreign Affairs, es un mucho mayor despliegue de fuerza por parte de Estados Unidos en Asia, y comunicar eficazmente a China que Washington está absolutamente determinada a usar esa fuerza en caso necesario, de manera tal que Beijing piense mucho mejor las cosas antes de atreverse a invadir.
Esa serie de argumentos, como se puede ver, están siendo muy sólidamente estructurados y esgrimidos. Su penetración, sobre todo desde 2022, ha crecido a medida que pasan los días, y sus aplausos y vítores se están volviendo ya parte de la normalidad, sin que parezca estarse construyendo algún argumento alternativo que tenga un mismo nivel de eficacia y convencimiento. Y si acaso ese pensamiento paralelo sí existe, no está logrando la penetración necesaria como para incidir en la conducta de quienes están tomando las decisiones.
No es necesario volver a explicar, décadas después, los riesgos que conlleva un equilibrio de terror como el que se está reconstruyendo.
Quizás el problema mayor consiste en asumir que estamos ante “el retorno” de la Guerra Fría, o en una “Guerra Fría 2.0” siendo que 2025 es 2025, no 1950. Las condiciones económicas del planeta por citar solo un ejemplo, son completamente diferentes, lo cual genera niveles de interdependencia que no se conocían en otras eras. Ante semejante interdependencia, el precio que hay que pagar por o una guerra o incluso por “castigar” al enemigo es demasiado alto. El mundo esta apenas comenzando a visualizarlo. Además, la conflictiva actual no es bipolar sino multipolar. La proliferación nuclear está siendo un factor no en uno o dos conflictos, sino en varios, en cada uno de los cuales se está leyendo la “ventaja” de tener armas atómicas y capacidades militares de alta tecnología. Más allá de ello, hoy existe una infinidad de “otros” conflictos activos (140 en total según el IISS), los cuales podrían llegar a insertarse en esta lógica de rivalidad entre superpotencias, generando otros frentes y otros huecos altamente vulnerables. Por último, actualmente contamos con más investigación. La economía del comportamiento, por ejemplo, nos ha explicado a lo largo de los últimos años, el rol de la irracionalidad en la toma de decisiones, lo cual, trasladado al escenario que planteamos, nos podría dejar en manos de algunos cuantos líderes que nadie puede asegurar que actuarán de manera racional en todo momento.
En fin, no es que acá tengamos las respuestas. Simplemente tenemos que empezar por asumir primero, que las lógicas de pensamiento que hoy están teniendo altísima penetración, nos colocan ante escenarios de equilibrios de terror que son insostenibles en el largo plazo; segundo, que el sistema de instituciones y arreglos multilaterales ha sido insuficiente para ofrecer alternativas eficaces ante lo que hoy está ocurriendo, y tercero, que se requiere hacer enormes esfuerzos para repensar y reconstruir a partir de esos aprendizajes. La paz armada es apenas un estado de “paz negativa” con un alto potencial de terminar por explotar de alguna u otra forma. La paz no se limita a la ausencia de guerra o violencia. Estudiar a fondo los factores que sí construyen y sostienen—de manera positiva—un estado de paz (tanto al interior de las sociedades como entre los países) es una tarea seria, a la que se han dedicado importantísimos centros de estudio y pensamiento desde hace décadas. Este es el momento de releer esas toneladas de investigación, adaptar ese conocimiento a las situaciones actuales y construir una línea de pensamiento alternativo que pueda ser a la vez convincente y viable.
Instagram: @mauriciomesch
Twitter: @maurimm
1 note · View note
mauriciomeschoulam · 3 months ago
Text
¿Negociaciones o conflicto EU-Irán? El contexto
Artículo publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/negociaciones-o-conflicto-eu-iran-el-contexto/
El acuerdo nuclear iraní
1. El Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) es un acuerdo firmado entre Irán, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, China y la Unión Europea, en 2015, con el objetivo de limitar la actividad nuclear iraní al punto de asegurar que ese país no estaría en capacidad de armar una bomba atómica durante la vigencia del convenio, a cambio de liberarle de la mayor parte de las sanciones que existían en su contra.
2. Trump argumentaba que ese era el peor acuerdo jamás firmado y, desde su campaña en 2016, prometió modificarlo sustancialmente, o abandonarlo. Las objeciones que él, y la mayor parte de opositores al acuerdo hacían, se pueden resumir así: (a) el acuerdo tenía fecha de caducidad (del 2025 al 2030), tras lo cual Irán podría reanudar su actividad nuclear por fases hasta convertirse en un “estado nuclear legitimado”; (b) el acuerdo no abarcaba el programa de misiles iraníes, el cual siguió progresando desde entonces; (c) tampoco se incluyó, como parte del pacto, algún tipo de restricción al respaldo iraní a distintos actores no estatales y milicias en su región, contrarios a los intereses de EU y/o de sus aliados.
3. El argumento de Obama y quienes le respaldaban consistía en que se trataba solo de un “piso”. Es decir, por un lado, se cubría lo más urgente: el progreso nuclear de Irán hacia una bomba atómica. Pero por el otro, se estaba estableciendo una base de colaboración que iba a permitir: (a) equilibrar las relaciones de Washington en Medio Oriente, buscando con ello acercarse de manera más eficiente a sus objetivos estratégicos, y (b) construir canales de comunicación que permitirían a EU atender otros temas—como la emergencia de ISIS—para los que la cooperación con Teherán era indispensable. Lo demás podría negociarse en su momento. No había una “crisis” inminente, sino una plataforma para trabajar desde ahí.
4. Lo anterior reflejaba, como argumentaba Trita Parsi en Foreign Affairs, una labor, quizás inacabada, pero en progreso, de construcción de confianza. Sin esa confianza, lo demás no funcionaría ni funcionará, indicaba Parsi. La cuestión es que esa confianza se fue quebrando con los años y hoy se encuentra en su punto más bajo en una década o más.
5. Ello ocurrió debido a varios factores. El primero y más obvio, es el abandono del acuerdo nuclear por parte de Trump en 2018. De hecho, desde el inicio de su gestión, Washington abandonó o amenazaba con abandonar varios acuerdos firmados y/o vigentes. Al hacerlo, se enviaba el mensaje de que pareciera que no se estaba negociando y firmando con un estado, sino con personas que podían ir y venir, y que, por tanto, el cumplimiento de los compromisos estadounidenses dependía de quién ganara o perdiera en las elecciones.
6. Pero, además, entre Washington y Teherán los ánimos se fueron calentando. Trump juraba que sus tácticas de presión máxima iban a hacer que los iraníes se sentaran a renegociar todo, cosa que nunca ocurrió. Lo que sí ocurrió fue el endurecimiento de las posturas en Teherán, lo que se exhibió de dos formas. Una, el abandono escalonado de sus propios compromisos del acuerdo nuclear. Irán fue reencendiendo centrífugas que habían sido apagadas en 2015, fue enriqueciendo uranio cada vez a mayor grado de pureza, y fue paulatinamente bloqueando las inspecciones internacionales. Y dos, Teherán decidió lanzar una estrategia de acoso en contra de intereses de EU y sus aliados en su región. Esto llegó a un punto tal que se fue generando una espiral ascendente de violencia entre esos actores, la cual culminó en 2020, con el asesinato del General Soleimani, el segundo hombre más poderoso en Irán, a manos de Washington, y el ataque de represalia de Irán contra bases iraquíes que alojaban soldados estadounidenses.
El regreso a las negociaciones con Biden
1. Si bien se logró desescalar esa espiral, varios de esos fuegos siguieron encendidos y la confianza no pudo ser restablecida de manera suficiente. A eso es a lo que Biden se tuvo que enfrentar desde que arrancó su gestión, cuando ese presidente se comprometió a revivir aquel acuerdo nuclear. Las negociaciones que iniciaron en 2021, nunca fueron directas Washington-Teherán, sino que se llevaron a cabo a través de terceros, firmantes del pacto. A pesar de etapas en las que las conversaciones llegaron a progresar e incluso se logró un borrador que parecía estar ya casi finalizado, la realidad es que las negociaciones acabaron colapsando una y otra vez.
2. Además de los temas propios del acuerdo nuclear, otros factores externos incidieron negativamente como la represión en Irán al movimiento liderado por las mujeres en 2022, la cercanía y colaboración de Teherán con Rusia tras el estallido de la guerra en Ucrania o bien, más recientemente el inicio de la conflictiva entre Israel y Hamás, además de la escalada entre Israel y Hezbollah.
3. En cuanto a este último conflicto, recordar que son los aliados de Irán (Hamás, la Jihad Islámica, Hezbollah y los houthies, entre otros) quienes han combatido en mayor o menor grado contra Israel, el máximo aliado de Washington en la zona. Esto orilló a EU a amenazar a Irán y a posicionar buques de guerra, escudos antiaéreos y tropas para disuadir a Teherán de involucrarse en el conflicto de manera directa. Incluso cuando hace un año Irán lanzó más de 300 misiles y drones contra Israel, Washington y otros aliados se encargaron de derribar cientos de ellos. Todo este entorno, naturalmente, ha incidido negativamente en el avance de las negociaciones señaladas.
4. A todo lo anterior hay que añadir la victoria electoral de Trump y su retorno a la Casa Blanca en modo recargado.
Es en este contexto que podemos evaluar lo que parece una modificación de estrategia de Teherán.
Rebasar el umbral nuclear: ¿La nueva estrategia de Teherán?
1. Irán es desde hace años un estado ubicado en el umbral nuclear, es decir, un país que está técnicamente preparado y tiene la capacidad para producir armas nucleares, aunque aún no las haya fabricado. Irán tiene varias toneladas de uranio enriquecido a un grado de pureza del 60% y si lo decidiera, podría enriquecer ese uranio al 90%—nivel necesario para la bomba—y en unas pocas semanas cruzar el umbral.
2. Hasta este punto, Teherán había decidido permanecer en ese punto sin dar los pasos siguientes. Esto obedece por un lado a que, al no rebasar ese umbral, Irán puede mantenerse negociando y evita atraer un ataque de parte de EU o Israel, pero al mismo tiempo, esa estrategia le otorga la capacidad disuasiva suficiente para proyectar una posición de fuerza como estado con “capacidad nuclear” aunque, por decisión propia, no tenga aún las bombas.
3. Dicho eso, los movimientos reportados por la AIEA en 2024 podrían implicar un cambio de estrategia al respecto.
4. Independientemente de si la decisión de rebasar el umbral nuclear ha sido tomada o no, lo relevante del tema es que esto ya está siendo leído como una alta escalada del nivel de riesgo en sitios como Israel, así como otros países de la región. Concretamente en Israel empiezan a crecer las voces que señalan que ese país tiene que pensar de manera más estratégica, detener las hostilidades actuales en Gaza y concentrare en esfuerzos diplomáticos y, en caso necesario, militares para contrarrestar lo que en Israel es percibido como su mayor amenaza existencial.
5. Masoud Pezeshkian, un reformista, resultó victorioso en la contienda electoral para la presidencia en Irán el año pasado, contienda que se efectuó tras la muerte del presidente Raisi. No obstante, en Irán la política exterior, la política de seguridad y la política nuclear no están en las atribuciones del presidente. Se trata de rubros que controla el líder supremo, el Ayatola Alí Khamenei quien puede, efectivamente, encargar ciertas funciones al presidente. Pero es muy poco probable que veamos cambios sustanciales en esos rubros en los que las Guardias Revolucionarias Islámicas tienen mucha mayor influencia que la figura presidencial.
Trump: ¿negociaciones o una nueva guerra?
1. Dado el contexto anterior, y siendo precisamente Trump quien abandonó el acuerdo nuclear, el tema regresa a su mesa en esta nueva gestión con un importante grado de premura.
2. A diferencia de la ocasión previa, Irán hoy se encuentra en una posición regional más débil. Tras los enfrentamientos con Israel, su eje de aliados en la zona como Hezbollah o las milicias proiraníes, ha sido enormemente diezmado. El gobierno de Assad, su aliado, colapsó, y hoy Irán ha perdido no solo sus posiciones en Siria, sino sus rutas para suministrar armamento a esos aliados, especialmente hacia Hezbollah que se ubica en Líbano. Por si eso no basta, sus intercambios de fuego con Israel le dejaron más vulnerable, con defensas antiaéreas dañadas y, sobre todo, se exhibió su incapacidad de disuadir a Israel.
3. Lo que pasa es que esa combinación de factores no le aleja, sino que le acerca a la potencial decisión de ensamblar la bomba atómica y crear con ello un disuasor que hoy mucha falta le hace.
4. Por tanto, el tema para Trump es prioritario y como dijimos, sus tácticas para resolverlo incluyen una combinación de amenazas militares y económicas, pero también una puerta abierta hacia una negociación.
5. Además de ello, Trump está pidiendo que las negociaciones con Teherán sean directas, no a través de terceros como ha sucedido desde que ese presidente abandonó el pacto nuclear. Ayer mismo Trump anunció que las pláticas sí serían directas. Pero en caso necesario, EU también ha solicitado a Rusia mediar entre Washington y Teherán.
6. Aún así, y a pesar del momento que vive, Irán ha elegido responder mostrando una postura de fuerza, muy característico de Teherán a la hora de negociar. El Ayatola había descartado negociaciones directas y ha amenazado a EU con responder contra sus bases militares si es que ese país le ataca. Las amenazas también contienen el componente implícito de que Teherán podría desatar una guerra regional atacando a otros aliados de EU, así como instalaciones petroleras de la zona.
7. Ante todo el panorama, los mayores factores que podrían disuadir a Trump de atacar Irán podrían ser: primero, él mismo y su aversión a involucrarse en una guerra mayor, especialmente en Medio Oriente tras haber prometido que él nunca lo haría; segundo, la creciente cercanía de Irán con Rusia y con China, y la apertura que una confrontación Washington-Teherán podría ocasionar para que esos niveles de cercanía crecieran; y tercero, la conexión entre este y otros temas relevantes de la agenda de Trump. Tras su guerra arancelaria global y los nubarrones que podría enfrentar su economía, añadir componentes de inflación y torbellinos financieros al petróleo y otras variables relacionadas, resultaría muy contraproducente para su agenda.
Por supuesto, y como siempre, Trump se buscará exhibir como absolutamente dispuesto a pagar esos costos a fin de negociar bajo sus términos. Pero tratándose del Ayatola, alguien que encontró la forma de tomarle la medida durante su gestión previa, habrá que dar un muy puntual seguimiento a todos los temas que señalo, y si es que las negociaciones inician, tendremos que monitorearlas un día a la vez.
12 de abril, 2025
0 notes
mauriciomeschoulam · 4 months ago
Text
Guerra comercial de Trump: menos de comercio y más de Guerra Total
Hace casi un año, en entrevista para la revista Time, Steve Bannon, exasesor de Trump y una de las personas más influyentes en su pensamiento, ya nos había advertido que Trump venía en modo de “Guerra Total”. El argumento central de Bannon era que Trump sentía que en su gestión previa había sido “demasiado suave”, y que esta vez lo movía una “visión apocalíptica”. Esto último no puede faltar en las conversaciones sobre la guerra comercial que ese presidente ha desatado por todo el planeta. Porque frecuentemente, y con razón, se habla de las dimensiones económica, comercial y financiera de todo el tema arancelario. Pero hace falta hablar más acerca de la parte “guerra”, lo que pasa por comprender que, para ese presidente, la lucha está menos en los instrumentos, y mucho más en los fines que implica restaurar la grandeza de EU y colocar los intereses de ese país antes que los de cualquier otro: “America First” y “Make America Great Again”. En un mundo en el que todos los actores—aliados y adversarios por igual—se “aprovechan” de EU, le “sacan ventaja” y son “injustos” con ese país, solo la aplicación de la fuerza puede doblegar a las contrapartes. En este universo de la lucha de poderes, los criterios técnicos para la toma de decisiones son lo menos importante. Lo es mucho más el despliegue de fuerza, y la proyección de la determinación a usar esa fuerza a pesar de los costos que inevitablemente habrá que pagar. Así que es necesario entrar al tema desde esta otra dimensión.
5 abril de 2025
0 notes
mauriciomeschoulam · 4 months ago
Text
“ES PATÉTICO”: lo que revela un chat de alto nivel en EU sobre política exterior.
Artículo publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/es-patetico-lo-que-revela-un-chat-de-alto-nivel-en-eu-sobre-politica-exterior/
En entrevista con el Daily del NYT, Jeffrey Goldberg se mostraba abiertamente sorprendido e incrédulo acerca de lo que acababa de vivir. Él, un periodista, había sido incluido, por error, en una conversación en la que se discutían temas de alto nivel de seguridad. La entrevista en buena medida, así como la mayor parte de lo que del tema se ha escrito, ha versado sobre la gravedad del error, sobre potenciales violaciones a los mecanismos para tener ese tipo de conversaciones acerca de temas de seguridad nacional o acerca de planes inminentes de guerras o ataques. Todo eso es fundamental. Pero me quiero concentrar por un momento en lo que en ese chat se revela pues nos dice mucho acerca del momento que viven EU y el mundo. Primero, el tema de los houthies en específico y el rol de EU en su combate. Segundo, el tema de la relación EU-Europa. Tercero, y de forma vinculada, el choque entre una visión aislacionista y la visión que busca conseguir “la paz a través de la fuerza”.
29 de marzo de 2025
0 notes
mauriciomeschoulam · 4 months ago
Text
La hipótesis de un gran conflicto armado: recuperando una visión del 2021 en Francia
Publicado originalmente en El Uiversal en este link https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/
Hace un año, la revista Foreign Policy publicó un texto que tenía por título: “Escandinavia se está preparando para una guerra”, una guerra mayor con Rusia para ponerlo de forma clara. De manera similar y antes de la invasión rusa a Ucrania de gran escala, The Economist reportaba en 2021 que las fuerzas armadas francesas se estaban preparando para una guerra de alta intensidad. Es decir, el liderazgo militar francés ya desde un año antes de dicha intervención rusa, preveía que en los siguientes años se viviría un conflicto internacional de escala mayor con una “cantidad de muertes que no hemos visto desde la Segunda Guerra Mundial”, y estaba modificando sus estrategias para enfrentar esa posibilidad. Cuatro años después, en estos precisos momentos y frente a todo lo que está sucediendo con Trump, justamente Francia es quien está siendo contemplada para liderar la defensa europea, lo que incluye un paraguas de protección nuclear que, hasta ahora, Washington proveía.
Lo interesante es que, en teoría, hasta hace pocos años, estábamos viviendo los tiempos más pacíficos de la historia. Las gráficas y los datos estadísticos, como los publicados por Steven Pinker de Harvard, en su libro del 2011: Los mejores ángeles de nuestra naturaleza. ¿Por qué ha disminuido la violencia?, o más recientemente, en 2015 por Max Roser, un economista de Oxford, demostraban que, tras 600 años de conflictos armados de distinta naturaleza, después de los años 80 y muy notablemente después del 2000, las caídas en las cifras de estos conflictos y en las muertes a causa de ellos, eran brutales. Pinker incluso argumentaba que la disminución en la conflictividad se debía al ascenso de la democracia, el capitalismo, la civilización industrial e instituciones internacionales como la ONU.
En el fondo, hay un problema conceptual: el artículo en que se publicó la gráfica de Roser se titula: “600 años de guerra y paz”, asumiendo que cuando no hay conflictos o muertes por conflictos armados, entonces se puede hablar de años de paz. Ese es uno de los mayores malentendidos existentes puesto que la paz no es únicamente la ausencia de guerra o violencia, sino muchas otras cosas. Entre otros temas, el miedo a la violencia no solo nos produce una “sensación” o “percepción” de falta de paz, sino que el miedo a la violencia es en sí mismo parte constitutiva de la falta de paz. La investigación ha demostrado que el miedo nos hace reaccionar de maneras peculiares. Cambiamos nuestras conductas. Sospechamos del vecino. Buscamos de dónde agarrarnos para proteger nuestra seguridad vulnerada. Cambiamos nuestras leyes. Apoyamos iniciativas o políticas de mano dura. Nos volvemos más intolerantes. Odiamos más y cometemos más crímenes por ello. Y sí, también nos preparamos para la guerra.
Cuando las potencias deciden entrenarse, armarse y alistarse para un conflicto armado mayor, no estamos en condiciones de paz. La paz armada no es una paz de raíz, sino una potencial antesala para la guerra, que depende no solo de las muy débiles voluntades humanas, sino de circunstancias que frecuentemente escapan a ellas. Cuando hacemos que la “paz” se sostenga en proyectar fuerza y poder, en realidad estamos descansando sobre la base de lograr que los rivales nos tengan miedo. Y nuevamente, cuando nuestras relaciones se basan en el miedo, no estamos en paz. Esto último, repito, no es una opinión, sino una afirmación basada en amplia investigación efectuada a lo largo de décadas.
En concreto, el texto de Foreign Policy que señalo analiza el cambio de postura de la región escandinava hacia la preparación militar en medio de tensiones crecientes tras la invasión a gran escala de Rusia en Ucrania. Suecia y Finlandia, tradicionalmente neutrales, han formalmente reconsiderado sus posiciones recientemente uniéndose a la OTAN. Este cambio refleja una tendencia más amplia en la región hacia la militarización y la alineación con las potencias occidentales. Las acciones de Rusia en Ucrania han destruido la noción de estabilidad en el Ártico, lo que ha llevado a un aumento en la acumulación militar y preocupaciones sobre un posible conflicto en la región. Aunque los análisis más expertos consideran que una guerra total en el norte es poco probable, las tensiones están en su punto más elevado desde tiempos de la Guerra Fría, con tácticas de guerra híbrida siendo implementadas ya en el presente, y, sobre todo, con el potencial de cálculos erróneos que plantean riesgos significativos. La importancia estratégica del Ártico, particularmente en términos de las capacidades militares de Rusia, subraya la necesidad de una vigilancia continua y esfuerzos diplomáticos para evitar la escalada.
Esto cobra aún más relevancia cuando alguien como Trump emite amenazas que cuestionan el rol de la superpotencia ante la OTAN.
Ahora bien, si miramos el plano mayor, es notable la evolución del conflicto armado como era visualizado, ya desde 2021 o incluso antes, por las fuerzas armadas francesas. Se trataba, indicaba The Economist, de una transformación generacional. Hace 35 años, el ejército francés se dedicaba mayormente a labores de “mantenimiento de paz”. Durante la década del 2010 al 2020, las mismas fuerzas armadas estuvieron entrenándose principalmente para combate de contrainsurgencia, lo que pusieron en práctica en regiones como el Sahel en África. Pero en su visión estratégica para la siguiente década, la dirección militar en Francia estaba decidiendo prepararse para conflictos entre estados, guerras de mayor escala que no solo contemplaban posibles enfrentamientos con Rusia, sino con otros países como Turquía. Este escenario ya tenía incluso su propio acrónimo: HEM (Hypothèse d'engagement majeur—Hipótesis de enfrentamiento mayor).
La visión francesa en realidad exhibe la propia evolución del conflicto armado en los últimos años. Después de la Guerra Fría, a pesar de una cantidad de conflictos locales que persistieron, en lo general, el planeta aparentaba encaminarse hacia un mayor estado de paz. Unos años después, sin embargo, hubo un crecimiento en el número y las capacidades de distintos actores no-estatales de carácter violento (tales como organizaciones terroristas o criminales), los cuales han formado parte de varios de los conflictos armados que aún experimentamos en nuestros días. Piense en los ataques terroristas del 2001 y las intervenciones militares que le sucedieron, en las guerras en Siria, Libia o Yemen, o en el caso de un país como México, un caso muy diferente, pero igualmente violento.
Sin que esas circunstancias se hayan esfumado, ahora estamos viviendo nuevamente el escalamiento de la rivalidad y confrontación entre las superpotencias, salvo que, para enfrentar esta rivalidad multipolar, hoy las potencias cuentan con capacidades tecnológicas sin precedentes. Esto se manifiesta desde rubros como la ciberguerra o la guerra informativa, hasta muchos otros como las guerras comerciales y tecnológicas, las sanciones, la competencia y conflicto por espacios geográficos y esferas de influencia, o la carrera armamentista que se encuentra otra vez, completamente desatada. La guerra en Ucrania es, lamentablemente, uno de los resultados de esa serie de factores pues a pesar de que es alimentada por factores locales y regionales, es imposible de entenderse sin valorar la rivalidad global que viene creciendo y que, ya desde el 2021, podía revisarse en los planteamientos de Francia que estoy ahora recuperando.
Las lecciones pasan por comprender que las verdaderas condiciones de paz no se limitan a la disminución de la guerra o la violencia visible, o una reducción en las muertes o daños materiales por los conflictos que explotan. Cuando explotan, ya estamos tarde. Mucho antes, y sobre todo cuando las potencias anuncian estarse preparando para la guerra, se necesita construir actitudes, instituciones y estructuras que no solo propicien esa paz, sino que la sostengan (IEP, 2024). Tomar conciencia de ello es fundamental si queremos un planeta distinto.
Instagram: @mauriciomesch
Twitter: @maurimm
1 note · View note
mauriciomeschoulam · 4 months ago
Text
Del liderazgo al repliegue: Trump y la transformación del poder estadounidense
Artículo publicado originalmente en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/del-liderazgo-al-repliegue-trump-y-la-transformacion-del-poder-estadounidense/
Quizás lo primero al abordar estos temas es trabajar con humildad. Es difícil que, en medio del torbellino, podamos realmente elaborar con seriedad las tendencias históricas que apenas percibimos se asoman. Cuando no hay la suficiente perspectiva, podría lo mismo tratarse de espejismos, o eventos que hoy nos parecen transformativos, siendo que, en realidad, en solo años, todo retorna al curso en el que hace poco estábamos. Lo digo de manera especial porque las estructuras no se mueven a partir de las decisiones de un solo hombre, incluso si éste es Trump. En todo caso, lo que hay es una serie de factores de fondo, los cuales parecen acelerarse o afloran a raíz de medidas concretas que un gobierno o una serie de gobiernos implementan. Para entenderlo mejor, es necesario evaluar de dónde venimos en el sistema internacional y tratar de distinguir algunos cambios en las dinámicas de fondo.
Del sistema bipolar a la unipolaridad y luego, la multipolaridad
1. Tras el final de la Guerra Fría, el mundo pasó de la bipolaridad que marcó el entorno global a un breve espacio de tiempo en el que prevaleció la unipolaridad. Durante la Guerra Fría, prácticamente todos los temas políticos internacionales, los conflictos, incluso guerras civiles locales, se insertaron en esta lógica en la que se tenía que optar por estar a lado del bando capitalista-liberal, o del bando comunista-socialista: pero terminada la Guerra Fría, ya en los años 90, parecía que el colapso del comunismo, el fin de la Unión Soviética y todo el bloque que le respaldaba, había engendrado un mundo liderado por Estados Unidos y sus aliados.
2. Este mundo unipolar de los 90s era un mundo marcado por el liberalismo (en su versión neoliberal). En lo político, esto estaba representado por un “único sistema válido”: la democracia y su contexto respaldado por los derechos humanos. En lo económico, esto significaba el libre comercio, el libre cambio, y la prevalencia del sistema capitalista-transnacional-globalizado. En lo internacional esto significaba el fortalecimiento de las instituciones multilaterales, el derecho internacional, el refuerzo o establecimiento de bloques comerciales y políticos entre países.
3. El 11 de septiembre del 2001, todo cambió. Los ataques terroristas al World Trade Center (emblema económico de aquel mundo unipolar que señalo) en NY, al Pentágono y el fallido a la Casa Blanca (el signo del poder unipolar que señalamos), no solo representaron golpes simbólicos, sino un giro en la política internacional y en la vida diaria de millones de personas. Washington y sus aliados se embarcaron en la guerra global en contra del terrorismo. Sobrevinieron las intervenciones estadounidenses en Afganistán y en Irak, la lucha internacional en contra de Al Qaeda primero y posteriormente ISIS, una de sus escisiones. Desde los foros internacionales hasta los viajes turísticos, desde las decisiones de las empresas hasta la redacción de los documentos de seguridad nacional, tuvimos dos décadas marcados por este entorno.
4. En cuanto a conflictos en el mundo, era notable que, en su mayor parte, se trataba de pugnas violentas que incluían a uno o más actores no-estatales violentos. Si bien no desaparecían, las guerras entre estados nacionales dejaban de marcar el mapa de la conflictividad global. Por tanto, la multipolaridad no podía entenderse ya incluyendo solo a los países y sus gobiernos. El análisis de dicha multipolaridad tenía que incluir a un número de actores no-estatales que en muchos casos competían en peso, poder y capacidad coercitiva con los estados. Piense en el ISIS que conquista la tercera parte de Irak, o en los cárteles transnacionales que operan en Latinoamérica, solo por citar ejemplos.
5. El 2017 es quizás el año del cambio, aunque esto en realidad venía gestándose desde tiempo atrás. Estados Unidos, en sus estrategias de seguridad nacional reconoce que no es ya el terrorismo su mayor amenaza, sino la “Competencia entre las grandes potencias” (lo que en realidad se refiere más a la lucha y confrontación entre estas). Rusia y, en especial China, habían pasado de socios a rivales estratégicos y había que enfrentar el reto.
6. Las áreas de confrontación entre las potencias son muchas. Algunas de ellas incluyen la ciberguerra, las guerras informativas, la competencia por espacios de influencia económica y geopolítica o la carrera armamentista. En el caso de Rusia, esta conflictiva pudo apreciarse con claridad en sitios como Georgia en 2008, en la guerra siria entre 2011 y 2015, pero especialmente en Ucrania ya desde el 2014. El caso de China ha mostrado incluso mayor complejidad.
7. Desde Obama, pero especialmente en tiempos de Trump, la rivalidad de EU y sus aliados con China ha tenido sus mayores manifestaciones en cuestiones como la guerra comercial entre ambas potencias, la guerra tecnológica, la expansión china en sus mares colindantes y el esfuerzo de Washington y sus aliados por contener esa expansión, o bien, la competencia entre ambas potencias por ganar alianzas, espacios de influencia económica o política en todo el planeta, por supuesto que América Latina incluida. Sin embargo, el tema más sensible de todos es probablemente Taiwán. Estados Unidos mantiene desde hace décadas una política de reconocimiento de una sola China con capital en Beijing, pero que además incluye una ambigüedad estratégica y el mantenimiento de relaciones no oficiales con Taiwán. A medida que la confrontación entre Beijing y Washington vino escalando, EU ha empleado a Taiwán como una especie de palanca para rivalizar y también para negociar, situación que ha tenido a este tema en punto de ebullición. Las probabilidades de un conflicto inmediato siguen siendo bajas, pero mientras más se activa la dinámica conflictiva, estas probabilidades han venido creciendo.
8. El tema de Ucrania se remonta a varias décadas atrás y puede resumirse como el espacio geográfico que representa, en los ojos de Putin y un amplio sector político y militar que le respalda, la mayor amenaza a la seguridad rusa a raíz de la expansión y asertividad de la alianza militar rival, la OTAN. Si bien la alianza atlántica ha afirmado que su crecimiento en la órbita rusa no representa amenaza alguna, Moscú lo ha leído, desde mucho tiempo atrás, completamente de otra manera. La intervención rusa en Georgia en 2008, posteriormente en Siria (indirectamente desde 2011 y directamente desde 2015), y más específicamente en Crimea y en el este ucraniano desde 2014, pretendieron, desde la perspectiva del Kremlin, mandar las señales que indicaban hasta donde estaba dispuesto a llegar Putin si percibía que sus intereses serían amenazados. No obstante, una combinación de factores y eventos internacionales e internos, tanto en Ucrania como en Rusia, pusieron la mesa para que el presidente ruso tomase la gran decisión. Esto resultó en la mayor guerra entre Estados-Nación desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial, evento que ha tenido múltiples efectos económicos y políticos internacionales.
9. Así que, a las brutales consecuencias por la pandemia del COVID 19, ahora había que añadir los efectos por la rivalidad entre las superpotencias, concretamente por la guerra en Ucrania cuyo desenlace sigue siendo desconocido. Esto ha impactado en aquellos temas de los que antes hablábamos, por ejemplo, el aumento de presupuestos y despliegues militares, una aceleración de la carrera armamentista y la enorme desconfianza en las instituciones y el derecho internacional para resolver conflictos.
Más a fondo: un sistema multipolar en el que el polo mayor se encuentra en declive relativo: EU en pleno repliegue global
“La capacidad de Estados Unidos de manejar sus finanzas está directamente ligada a su capacidad de permanecer como el poder militar predominante a nivel global…Así es como los imperios caen. Todo empieza con una explosión de deuda. Termina con una inexorable reducción de los recursos disponibles para el ejército, la fuerza naval y la fuerza aérea”. Esto escribió el historiador Niall Ferguson en 2009. Dieciséis años más tarde, cuando ese país tiene una deuda mucho mayor, cuando la superpotencia se enfrenta ante la posibilidad de incumplir con los compromisos que esa deuda genera, y cuando lo que se discute continuamente es la autorización para permitir que esa deuda siga creciendo, el análisis de las implicaciones que todo ello tiene en temas de poder y geopolítica, resulta más oportuno que nunca.
En nuestra última consulta del rastreador en vivo de la Fundación Peter G. Peterson, la deuda pública de EU era de 36.22 billones—lo que representa aproximadamente el 126% de su PIB actualizado a este año. Más de una tercera parte de ese monto se adeuda a los gobiernos de ciertos países. Japón sobrepasó a China como el mayor acreedor de la deuda estadounidense hace unos años. Pero es importante considerar que, a pesar de haber estado reduciendo el monto de deuda que posee, China—justo el mayor rival de la superpotencia—sigue siendo el segundo mayor acreedor de dicha deuda.
Como explica Ferguson, y mucho antes de él, autores como Paul Kennedy, los problemas de las grandes potencias, inician cuando sus deudas comienzan a tornarse impagables. Porque lo que pasa con un superpoder como lo es Estados Unidos en nuestra era, es que no solo se trata de una deuda existente, sino que ésta crece a diario, pues el país opera con un gigantesco déficit. Como resultado, continuamente necesita elevar su techo de endeudamiento.
Hay quienes piensan que ese tipo de deudas son administrables, y mientras se cubran los intereses y se manejen con cuidado, no hay mayor problema, pues después de todo, estamos hablando de Estados Unidos, la mayor economía del mundo, la que proyecta mayor estabilidad y confianza (solo considere el atractivo que siguen generando los bonos del tesoro estadounidense como “refugio seguro” para el dinero).
Sin embargo, tanto el déficit como una deuda de ese tamaño, generan consecuencias en la toma de decisiones, especialmente cuando de una superpotencia se trata. Un poder global como lo es EU, tiene incontables compromisos más allá de sus fronteras, la necesidad de desplegar tropas en decenas de sitios en el planeta, la carga de mantener presencia marítima en puntos estratégicos, de contar con bases aéreas, de mantener al día todo su equipo militar y competir eficazmente en las carreras armamentistas, de sostener a las tropas desplegadas, llevar a cabo ejercicios militares, respaldar alianzas y proyectarse como el país que no solo cuenta con la mayor fuerza del planeta, sino que está dispuesto a utilizarla. Todo lo anterior, manteniéndose, además, siempre a la vanguardia tecnológica mediante investigación y desarrollo de tecnología de punta. Esa serie de factores, sumados, tienen un costo económico brutal. Y sí, por supuesto que Estados Unidos es el país que más invierte en lo militar.
El problema es que cuando el dinero escasea, las decisiones acerca de cómo se deben asignar los recursos necesitan tomarse de acuerdo a las prioridades. Hay rubros o regiones que sí ameritan la inversión o el gasto. Otros, en cambio, tienen que verse sacrificados. Además, cuando el país decide destinar esos recursos escasos, digamos, a una aventura militar en el exterior, entonces también requiere de sacrificar algunos rubros en política económica interna. Simplemente no alcanza para todo. O bien, está ahí la alternativa de seguir creciendo la deuda, y con ella, los intereses que hay que cubrir cada mes. Esto genera discusiones y tensiones que debilitan a esa superpotencia aún más, pero imponen preguntas ineludibles. Por ejemplo, si se decide atacar a Irán en caso de que ese país armara su bomba atómica (tal y como se le ha amenazado) y ello arrastra a Washington a una guerra de mayor plazo, ¿cómo exactamente se pagará esa guerra? O bien, si la decisión de Biden hubiese sido permanecer en Afganistán, ello naturalmente hubiese implicado re incrementar la presencia de tropas estadounidenses en ese país desde 2,500 hasta quizás unas 10 o 15 mil más. La pregunta es, ¿cómo exactamente esa decisión se pagaría? ¿Qué rubros tendrían que sacrificarse del presupuesto? O bien, ¿es pertinente seguir incrementando la deuda con otros países? ¿Es pertinente seguir aumentando el monto de intereses que hay que pagar cada mes?
Al final del camino, las decisiones se han ido tomando de acuerdo con la visión de cada administración, pero teniendo siempre encima el peso de esa creciente deuda. Obama, por ejemplo, diseñó su doctrina, basada en una reducción de tropas y delimitación de los conflictos en los que EU participa, confiando a aliados locales la protección de los intereses de Washington mediante su equipamiento y entrenamiento. Trump en 2017 optó por una visión más transaccional. Alejarse de conflictos internacionales cuando fuese posible, concentrarse en objetivos limitados y prioritarios, pero eso sí, exigir a aliados compartir los costos o pagar de alguna forma la presencia y el compromiso estadounidense, exhibiendo la disposición a abandonar a esos aliados en caso de incumplir. Esto último dañó la imagen de confiabilidad de Washington como un socio responsable, y generó una sensación de vacío que sus rivales aprovecharon. Biden reubicó sus energías y sus prioridades hacia sus dos monumentales rivales: China y Rusia. Asumiendo que Estados Unidos no podía estar en todas partes al mismo tiempo, ese presidente quería elegir sus batallas. La cuestión es que los temas de Ucrania. Rusia, la OTAN y Medio Oriente, le reventaron en la cara sin que hubiese podido dirigir adecuadamente las prioridades que él evaluaba.
Trump 2025 ante todos esos factores
Si los factores que arriba señalo tienen un peso que rebasa a las decisiones de cualquier individuo como Obama, Biden o Trump, entonces lo que estamos viendo en el mundo, es una serie de intentos por administrar de la manera más eficaz posible esta serie de corrientes de fondo.
El caso de Trump podría parecer ambiguo:
a) Por un lado, ese presidente hace eco de un 70% de la población estadounidense que, según encuestas, no favorece las intervenciones internacionales de su país en sitios como Medio Oriente. Trump conecta eficazmente con un sentimiento generalizado que dice que los problemas y enemigos de EU no están afuera, sino adentro del país o en sus fronteras y, por tanto, se requiere priorizar lo que a EU más importa. America First: No estar peleando luchas lejanas, ajenas y costosas, sino que EU, su agenda y metas palpables y tangibles deben prevalecer antes que cualquier otra cosa.
b) Al mismo tiempo, Trump busca seguir adelante con la política de repliegues. Esto implica definir en qué sitios prefiere que la superpotencia no opere (y, por ejemplo, desea cargar a Europa el peso de Ucrania y la conflictiva con Rusia, o incluso cuando prefiere replegar las tropas de Siria o afirma que en su plan para Gaza no habrá tropas estadounidenses en el territorio).
c) Para todo ello, necesita que sus negociaciones funcionen, pero más allá de su estilo personal, sus decisiones y acciones mantienen el continuo de repliegues (y, por tanto, vacíos percibidos)
d) Ahora bien, por el otro lado, y de manera paralela, Trump efectúa despliegues del poder de EU en contra de aliados y adversarios por igual, con el fin de negociar “la paz a través de la fuerza”, con ello un mundo más estable en el que EU pueda seguir obteniendo réditos que sí sean claros e inmediatos ante lo que él y el sector que representa estiman como los verdaderos intereses del país.
En otras palabras, en Trump parecen coexistir esta larga tendencia de replegarse y actuar de formas más quirúrgicas a partir de prioridades selectas, y por tanto, contribuir a la percepción de que la superpotencia que marcó la historia del último siglo está ahora generando vacíos por doquier, con una especie de rebote paralelo, mediante el que sí se actúa con base en la fuerza (por ejemplo contra los houthies de Yemen, a través de aranceles en todo el planeta, o incluso las amenazas de “reclamar” el control de Groenlandia o el Canal de Panamá). Esto último podría ser evaluado como los intentos de la superpotencia por contrarrestar esos vacíos percibidos.
Esta es, en suma, la forma como Trump elige administrar los muchos factores que arriba señalo. Pero eso no significa que esos factores no estén operando corrientes que rebasan a ese presidente. Material por supuesto para mucha reflexión y del que no puedo seguir ahondando en un texto periodístico en el que ya me he extendido. Pero lo seguiremos comentando.
28 de marzo, 2025
2 notes · View notes