Escritora de historias propias, a veces ficker. Vegetariana y revolucionaria de a ratos.
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Les vengo a compartir la sinopsis corta de mi nuevo trabajo #ElClubDeLosCorazonesRotosYNudillosEnsangrentados disponible en #wattpad ¿Están listos para acompañar a Emilia en su nuevo trabajo? #newadult #newadultbooks #novela #bookstagram #nuevoproyecto #edit #sinopsis #romance #amistad https://www.instagram.com/p/CSaW0N3lWXR/?utm_medium=tumblr
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"Jamais vu" es el proyecto en el que trabajé este tiempo: una antología de cuentos, bajo la firma del Colectivo Aquelarre, del que formo parte hace un tiempo. El libro está disponible en #wattpad (links en bio de @witcheswritings). Su premisa fundamental es que Andy y Terry van a encontrarse en todas sus encarnaciones, una y otra vez, a través del mundo y el tiempo, por lo que cada bruja contará una o más de esas encarnaciones. "La última y me voy" es el primer cuento que escribí yo en la obra, esta vez centrado en la amistad, las despedidas y el seguir caminos diferentes; un poco de lo que la vida es, supongo. Espero que se den una vuelta por allá y me dejen su opinión, que voy a estar al tanto. #colectivoaquelarre #escritoras #wattpadlatino #wattpadenespañol #witcheswritings #recomendacion #libronuevo #cuento #mejoresamigos #jamaisvu #wattpadstory #wattpadespañol #wattpasbooks #frases #literatura #escritoresdeinstagram #escritoradeinstagram https://www.instagram.com/p/CQbt0gOFslT/?utm_medium=tumblr
#wattpad#colectivoaquelarre#escritoras#wattpadlatino#wattpadenespañol#witcheswritings#recomendacion#libronuevo#cuento#mejoresamigos#jamaisvu#wattpadstory#wattpadespañol#wattpasbooks#frases#literatura#escritoresdeinstagram#escritoradeinstagram
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Morir pobre pero vivir como artista - Un poco perdida (on Wattpad) https://www.wattpad.com/1054585137-morir-pobre-pero-vivir-como-artista-un-poco?utm_source=web&utm_medium=tumblr&utm_content=share_reading&wp_uname=WitchesWritings&wp_originator=CxM5yjXj%2BFYLnTu%2BtE1UaZVSy8BixaCWZZFJiy7ezzihnk%2Bokm0H%2FLZ%2BHkrxMsPNFgLGLUPtb4fPT5zmI%2FF%2BozN2U2OKdfW7VYwNzbMS2kMlGCvtLaHqnRj5Q%2BiecNpS Las integrantes del colectivo Aquelarre tenemos una o dos metas para enero de 2022: Ninguna puede morirse hasta esa fecha y, la más importante, financiar un viaje que permita un encuentro de todas en un país extranjero; la parte difícil es que lo queremos lograr a través de nuestros escritos. Este libro reunirá los pedazos de ese proceso, desde la perspectiva de cada una de las escritoras que, una madrugada borrachas, se prometieron charlas sobre letras sin la distancia que las separa desde siempre.
#amigas#amigasadistancia#amigos#amistad#blog#encuentros#enero#escritoras#viaje#writing#no-ficcin#books#wattpad#amreading
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Otra satisfactoria entrega del Colectivo Aquelarre. Nohara-Cirene es hiper talentosa.
Chequeen la cuenta y pidan lo que quieran.
Rest in me
Summary: (Modern!AU) In the aftermath of a terrible accident, Hinata and Sakura struggle to start anew.
Lenght: 3098 words
Author: CireneMQ (Nohara-Cirene)
Translator: Rainbow.feathers (Rainbowfeather)
Fandom: Naruto
Relationships: Sakura Haruno/Hinata Hyuuga
Warnings: Descriptions of severe injury, descriptions of recovery.
Disclaimer: This fanfiction was written as a commission for the very creative @wombatking who was kind enough to prompt us this beautiful idea! If you want to commission us anything don’t be afraid to ask!

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La primera comisión todavía me emociona.
Losing
Summary: Part four of my Time travel fic: The end is were we begin
Relationships: Haruno Sakura/Uchiha Sasuke, Uchiha Sasuke & Uzumaki Naruto, Uchiha Itachi & Uchiha Sasuke
Lenght: 2,118 Words
Warnings: Some angst, mentions of the curse of hatred as well as mentions of Sasuke not feeling good enough for Sakura.
Quick disclaimer: This chapter was commissioned by the always great @birkastan2018 who actually helped me to fix my grammar and turning points on the fics!! on my commissions blog @witcheswritings !
Keep reading
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En algún momento todas nos vamos a presentar, solo que... timidez y eso. Ya lo solucionaremos, pero nos van conociendo de a poco y como dice la talentosa Megu, ayudan mucho con el reblog sino están interesados o no pueden hacer un encargo todavía.


¡Abrimos comisiones!
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Agosto
Sumary: Agosto era un mes difícil para Baz.
Agosto era difícil.
Porque en agosto los ojos de Baz eran endemoniadamente tristes.
En agosto era cuando parecía buscar pelea por todo.
También era el mes donde parecía no ser capaz de conciliar el sueño o cazar decentemente.
Agosto parecía una tortura constante.
En agosto, Baz no hablaba con sus padres o Fiona.
En agosto, la madre de Baz había muerto a manos de vampiros.
Simon tardó un tiempo en entender. Al comienzo pensaba que era un mal día, luego una mala semana y al fin incluso creyó que había arruinado su relación; que Baz al fin cambió de parecer y quería dejarlo. Pero Penny; la siempre inteligente Penny; fue la que le señaló ese dato: agosto.
—¿Agosto? —había preguntado él.
—Sí, Simon: agosto —respondió ella—. ¡Es obvio!
Él había dudado. Pensaba que era ridículo. Que lo lógico era que Baz solo se había dado cuenta que perdía el tiempo con él. Pero agosto pasó y Baz volvió.
Volvió con ojos brillantes, piel blanca, sonrisa torcida y amor incondicional.
Volvió.
—Te extrañaba —le había dicho Simon, en medio de un abrazo apretado.
—¿Qué? —cuestionó el otro, arqueando una cena.
—Nada —mintió risueño.
Pero agosto volvería al año siguiente, consumiendo a Baz otra vez.
Y se enoja.
Y no duerme.
Y no caza.
Y se odia.
—Ella te amaba —se atreve a decir Simon, en un susurro ahogado, una noche que convence al vampiro de quedarse en su cama. Está haciendo pequeños círculos en el vientre de Baz, intentándo calmarlo.
—Ella me hubiera matado —replica, sorprendiendo al rubio. No se esperaba una respuesta civilizada—. Ella era como tú: haría lo correcto.
—Yo no te maté —le recordó.
—A veces lamento que no lo hicieras —susurra.
Entonces Simon se acerca más. No sabe qué busca con eso, tal vez solo mantener a Baz en la realidad, con él.
—No pienses así —le pide en un ruego que parece al borde del quiebre. Aún le aterra que Baz se pudiera hacer daño; recuerda el arrebato suicida en el bosque, cuando se dieron su primer beso. Y duele, y le gusta a partes iguales. Porque eso fue el inicio de ellos, a fin de cuentas—. Eres todo lo que tengo.
—Tienes a Bunce —le recuerda, sin promesas de nada de por medio y eso no pasa desapercibido para Simon.
—Estás cambiando de tema.
—Sí, lo hago…
El cuerto está oscuro. Simon se apreta más cerca de Baz. No sabe qué decir. Guarda silencio, retomando caricias que intentan ser relajantes para el vampiro.
—Ella está en paz, gracias a ti —suelta en un ultimo intento.
—Pero sigue muerta ¿no? —replica ácido. No hay una manera de que lo logre. Simon no lo hará sentir mejor.
—¿No hay algo que pueda hacer? —susurra acongojado.
Baz duda. No responde de inmediato, porque está cansado. Tiene los ojos cerrados a esa altura; están a 16 de agosto, lo que implica muchas noches sin dormir.
—¿Soportarme? —sugiere. Hay lágrimas rodando por sus mejillas. Es de esas noches donde llora hasta caer dormido. Donde las pesadillas lo harán despertar varias veces. Donde su madre se presenta muy seguido en su consciencia.
Simon lo abraza. Besa su mejilla, justo donde una lágrima se desliza.
—Siempre lo hago —le recuerda. Eso no calma tanto a Baz como le gustaría. Pero, por ahora, sirve para que duerma de una vez.
Porque agosto siempre era complicado.
Porque en agosto la madre de Baz había muerto.
Pero Simon Snow estaba allí para acompañarlo, hasta que septiembre llegara y todo volviera a estar bien.
#carry on#bazsnow#baz grimm pitch#simon snow#simon#baz#fiona#hurtconfort#romance#fanfiction#fanfic#fandom
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Ganador
Sumary: Hilary necesita recordarle a Kai que está ahí para él.
Ship: Kai/Hilary
Sentía su corazón golpeteando contra su pecho, pareciendo querer atravesar su caja torácica. El miedo y la preocupación la mantenían en un estado parecido al transe. Sencillamente su cabeza no estaba comprendiendo lo que ocurría, porque… Kai no podía estar perdiendo.
"Vamos, Kai" ��pensó angustiada. No se sentía capaz de gritar para darle ánimo, incluso en medio de los chillidos del público, donde bien podía pasar desapercibida entre el barullo.
Las fans del ruso-japonés parecían al borde del pánico ante la posibilidad de ver derrotado al chico que les robaba suspiros.
Veía angustiada el gesto duro del muchacho, en medio de la beybatalla que le robaba algunas exclamaciones de sorpresa y enfado, cada tanto.
Deseaba hacer algo. Deseaba recordarle a Kai que ella estaba allí, entre el público, solo mirando aterrada cómo cada golpe del contrincante hacía bailar tambaleante a Dranzer, quitándole el aliento.
Los rumores eran de un nuevo beyluchador que prometía mucho. Pero de vez en cuando surgían esos rumores: de algún muchacho que pensaba poder derrotar a los campeones y alardeaba de eso, dando publicidad falsa de sus habilidades, porque iba a caer ante los mejores.
Pero Kai parecía perder centímetro a centímetro.
Esto no podía estar pasando.
Ella estaba apretando las manos contra su pecho, en un gesto que parecía buscar que su corazón se calmara. Se hallaba algo perdida en Kai y su mirada. Esa mirada que siempre parecía distante y segura, ahora parecía dudar, parecía con miedo. Y la idea hizo que algo en su interior se revolviera.
Él no podía tener miedo. Él era Kai Hiwatari. Él era de los más fuertes. Él la tenía a ella para respaldarlo.
Entonces, el miedo y la preocupación se vieron opacadas por un nuevo sentimiento: la ira. Caliente y casi palpable, subiendo rápido por cada terminación nerviosa, haciendo hervir su sangre.
Kai no podía tener miedo, porque ella estaba allí para respaldarlo. Él no podía olvidarse de ello. La sola idea la sacó de sus casillas: dio una zancada hacia adelante, sosteniéndose con ambas manos del barandal que delimitaba el fin de las gradas, inclinándose lo más que podía hacia adelante, para estar segura que se acercaría lo más posible y podría ser escuchada por el muchacho.
—¡Kai! —gritó con todas sus fuerzas, sintiendo su garganta arder— ¡Más te vale ganar esto, porque de lo contrarío no volverás a tocarme un cabello!
Tal vez, podría haber pasado desapercibido en medio de todas las demás voces, pero este grito había hecho que uno de los beyluchadores más famosos del mundo, se desconcentrara para girarse en dirección a la muchacha que enunció tal amenaza. El público en ese sector se quedó callado, ante la sorpresa de que esa chiquilla de cabello castaño hizo desconcentrar al portador del Dranzer.
Hilary no fue consciente de nada, excepto cómo la mirada de Kai pareció brillar relajada; esfumándose el miedo; mientras un atisbo de sonrisa aparecía en sus labios. Ese tipo de sonrisas que él dejaba escapar cuando la veía entrar a la habitación. Invisible para el resto, pero muy clara para ella.
El intercambio no duró más de unos segundos, que parecieron eternos para toda la multitud de espectadores, anonadados ante el extraño lapsus en el encuentro.
Kai giró para mirar a su contrincante. El otro beyluchador lucía herido en su orgullo al haber sido ignorado por el ruso-japonés, pero un inexplicable escalofrío recorrió su columna vertebral cuando recibió una mirada dura y la sonrisa afilada. No era la misma que una fracción de segundo antes. Era aterradora. Era el preludio del fin.
—¡Dranzer! —vociferó Kai en el llamado de su bestia bit. Prácticamente, el calor se pudo sentir hasta las gradas. Brillante y destructor. El ataque duró apenas un momento. No dio tiempo de algo más que una blasfemia, de parte de la nueva promesa del beyblade: su bey cayó en pedazos calientes, fuera del plato.
Hilary deseó chillar de felicidad. La victoria le había quitado un enorme peso de encima, justo antes de ser consciente de las miradas que seguían puestas en ella. Giró avergonzada, con las mejillas ardiéndole.
—¿Cuándo pensabas contarme que tú y Kai eran novios? —le cuestionó Emily. No era capaz de encontrar su enfado, debajo de la sorpresa que experimentaba ante la noticia.
—Pues… bueno… —tartamudeó aún roja de vergüenza. El día anterior se había negado a formalizar su relación con Kai. No se sentía con el coraje para hacerlo y eso había desestabilizado al muchacho; no importaba lo mucho que había fingido aceptarlo con entereza. Él era más serio, más formal. Necesitaba esas seguridades de etiquetas a relaciones y anuncios públicos para aclarar. Pero ella no—. Verás… —balbuceó. No podía con esto, ella no quería ser el centro de la atención. No había querido esta situación. Así que corrió lejos de la multitud, de improvisto.
—¡Hilary! —oyó la voz de su amiga detrás, pero hizo caso omiso de ella.
Bajó a los pasillos del subsuelo, dónde los camarines de los beyluchadores estaban. Necesitaba esconderse de las miradas curiosas y los interrogatorios. Necesitaba sentirse segura por un momento. Corrió en pánico, hasta estrellarse con un pecho familiar, dónde hundió su rostro, siendo acunada en un abrazo. Una mano comenzó a deslizarse por su cabello, en un gesto que la relajaba, pareciendo espantar todos sus tontos miedos. Luego, enroscó un mechón castaño en el índice.
—¿Qué gané? —cuestionó la voz grave que en su corazón se sentía como un arrullo. La insinuación matizaba la pregunta.
Hilary rió bajo, entre los brazos de Kai. No podía evitarlo, su novio parecía un témpano de hielo para todos, pero allí estaba, haciendo un comentario travieso, solo para ella.
—Tú eliges —replicó, levantando la mirada para toparse con una suave sonrisa.
Si debía ser sincera, nada le importaba, si Kai podía recordar que ella estaba ahí para él. Si tenía esa hermosa mirada que la hacía feliz, ni siquiera le importaban los interrogatorios que debería enfrentar. En ese instante, nunca se sintió tan segura de su amor por Kai.
—Gané suficiente por hoy —le aseguró él. De verdad se sentía un ganador.
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Morir pobre pero vivir como artista - Las brujas estamos escribiendo (on Wattpad) https://my.w.tt/nQn2QQocDcb Las integrantes del colectivo Aquelarre tenemos una o dos metas para enero de 2022: Ninguna puede morirse hasta esa fecha y, la más importante, financiar un viaje que permita un encuentro de todas en un país extranjero; la parte difícil es que lo queremos lograr a través de nuestros escritos. Este libro reunirá los pedazos de ese proceso, desde la perspectiva de cada una de las escritoras que, una madrugada borrachas, se prometieron charlas sobre letras sin la distancia que las separa desde siempre.
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Lo notarías
Sumary: Simon teme ir a la casa de los padres de Baz, desde que son novios.
Simon no aceptó ir a la casa de los padres de Baz.
Eran las primeras vacaciones en su primer año en la universidad y llegado el momento, Baz invitó a su novio a la casa de sus padres. Iba a visitarlos luego de meses sin verlos y pensó que Simon aceptaría, básicamente porque no podía quedarse sólo en el piso que él y Penny compartían. La chica se iría con Micah y todos sabían que a pesar de la invitación para Simon, la pareja necesitaba estar a solas. Mientras que el nuevo Normal aún llevaba unas alas de dragón que requerían ser cubiertas con hechizos, si es que quería salir a la calle.
—¿Cómo que no? —preguntó Baz, levantando ambas cejas.
—No creo que sea buena idea —respondió el rubio. Se veía incómodo, revolviendo sus risos con una mano, sin siquiera sostenerle la mirada al otro—. Tu padre apenas se acostumbra a que tú tengas novio. No parece justo con él.
—Mi padre ni siquiera acepta en voz alta que soy un vampiro —le recordó, usando un tono que parecía llamarlo “idiota” tácitamente. Su argumento apestaba.
—Lo sé… es solo que…
—Si no quieres venir, solo dilo —lo cortó enfadado.
—No es eso… —dudó.
Baz no se molestó en seguir la discusión. Solo se puso de pie y salió del piso, ignorando que Simon lo llamaba a su espalda. No iba a aceptar que su novio hirió sus sentimientos al rechazar la invitación. Le gustaba tener al rubio cerca y pensarse lejos tanto tiempo era dolorosamente irreal para él.
Al día siguiente, Baz se marchó a la casa de sus padres, sólo.
—Creí que el señor Snow te acompañaría —comentó su madrastra, luego del abrazo de bienvenida.
—No pudo acompañarme —respondió neutro. Fingió que no le afectaba. Era tan bueno como su padre para no dejar entre ver lo que ocurría realmente en su cabeza.
Baz quería practicar violín antes de la cena. Necesitaba despejar su mente, antes de sentarse a la mesa y tener cara a cara a sus padres y hermanos pequeños, que querrían historias y plática sobre él.
Tocaría una de esas canciones que su madrastra detestaba, por ser demasiado taciturnas, y luego estaría mejor.
“Estúpido Snow” —pensó una sola vez, antes de comenzar.
Pero alguien llamó a la puerta de la biblioteca en la que se encontraba.
—Adelante.
—Basilton —susurró Vera. Ella lo llamaba así a solas, a pedido de Baz. Lo conocía desde niño, le era extraño que lo llamara “señor"—. Alguien lo busca —explicó nerviosa, sin siquiera disculparse por la interrupción.
—No espero a nadie —le aseguró, levantando las cejas extrañado.
—Es el muchacho rubio —soltó en un susurro más bajo, haciendo que Baz contuviera la respiración—. Es el señor Snow.
Baz se puso de pie y salió disparado con un agradecimiento a Vera, cuando pasó junto a ella. Corrió por las escaleras.
Cuando llegó al umbral de la puerta, se halló con una escena familiar: Simon, mojado, de pie en el centro de la alfombra de entrada. Tal y como la primera víspera de Navidad en que visitó su hogar, de improvisto.
Baz deseó burlarse de él. Porque era tan tierno y era tan inmensamente tonto por seguir intentando llegar a su casa en taxi, cuando sabía que (esta también) estaba embrujada y nadie quería entrar.
Al vampiro le hubiera gustado burlarse de él. Pero Simon temblaba. Simon lloraba.
—¿Simon? —masculló conmovido, aún inmóvil en el lugar.
—No atendías el teléfono —dijo el otro, con voz temblorosa. Luego sorbió su nariz.
Y algo hizo click en la mente de Baz: Simon no tenía magia que lo protegiera.
El moreno se abalanzó sobre su novio, para quitarle el morral que colgaba de su mano.
—Vas a enfermarte —lo regañó, sacando la varita para secarlo.
—Lo siento… —susurró lloroso—. No debí…
—Luego hablamos —le pidió, aún preocupado por las mejillas demasiado rojas y la nariz que seguía sorbiendo ¿Era el llanto o el frío?
—¿Basilton? —llamó la voz de su madrastra, cuando se acercaba a ver qué ocurría.
—Madre, Simon llegó ¿Podrías llevar un termómetro a mi recámara, por favor? Creo que está enfermando —se apresuró a decirle, antes de que ella hiciera preguntas que Baz no podría responder.
—De acuerdo —asintió la mujer, aún dubitativa. Luego salió.
—Lo siento —volvió a sollozar Simon. Lucía terrible.
—Cállate —le pidió con la preocupación tiñendo su voz. Si tan solo hubiera atendido al estúpido teléfono… pero no, él estaba ocupado siendo orgulloso—. Vamos. —Hizo que su novio pasara el brazo por encima de sus hombros para ayudarlo a subir las escaleras. Ya arriba, lo ayudó a ponerse uno de sus pijamas y lo metió en la cama. La piel estaba tomando temperatura, pero no sabía si era una buena.
—¿Baz? —preguntó con tono perdido.
—Aquí estoy, Snow —respondió más molesto que preocupado, esta vez. Ya estaba seco y bajo mantas, solo quedaba ver si lo que temía era cierto y Simon pescaba un resfriado, porque ya no era pura magia caminando por la nieve, sino solo un Normal.
—Lo siento…
—Ya lo dijiste, pero ¿por qué? —Se acomodó mejor, sentado junto a él en la cama.
—Por no venir contigo. Lo siento.
Baz sonrió desganado. No podía decirle que con llamar hubiera bastado y eso lo hacía sentir un poco culpable. Porque solo Simon Snow era tan tonto como para tomar un taxi y correr en medio de la nieve para hablar.
—Ok.
—¿Ok? —preguntó. Sus ojos tenían algo de inconsciente en ellos. Lucían algo perdidos bajo los párpados caídos. Iba a enfermarse, Baz tenía razón.
—Sí, está bien —le aseguró, tocando su frente con la palma de su mano. Necesitaría un termómetro para asegurarse, pero la piel estaba demasiado caliente y el contraste con su piel fría lo confundía un poco.
—De verdad, lo siento —repitió.
—Lo sé —le aseguró en un suspiro. Se inclinó cerca, recargándose sobre su codo, junto a la almohada de Simon, para mirarlo a los ojos—. ¿Me quieres contar por qué no querías venir? —susurró. Simon parecía tan frágil en ese momento, que no se sentía correcto elevar la voz.
—Tenía miedo.
—¿De los fantasmas?
—No —negó sin parecer percatarse de que su novio bromeaba con él—. De que lo notaras.
—¿Notara qué?
—De que notaras que soy menos que tú.
—¿De qué hablas? ¿Deliras? —Volvió a llevar la mano a la frente de su novio, comprobando su temperatura, pero Simon se removió, tomando la muñeca ajena para guiar la mano de Baz a su pecho.
—Aquí, en tu casa —explicó—, con toda la magia. Y el lujo. Y tu bonita familia —su voz tembló. Los ojos se rebalsaban en lágrimas—. Lo podrías notar fácilmente. Soy menos que tú. No soy nada en comparación…
—Detente —le ordenó—. No seas idiota.
—Siempre puedes cambiar de parecer —siguió, recordándole lo que dijo en el baile de graduación.
—No lo haré.
—Y si lo haces, yo voy a apartarme —continuó, pareciendo ignorarlo. Las lágrimas rodaban por sus mejillas ahora—. Tal vez me mate. Pero voy a apartarme, si eso quieres. Y aquí… aquí es tan fácil que lo entiendas…
—No voy a dejarte —lo cortó, apretando su mano—. Deja de decir eso. Yo no te dejaré. Te esperé demasiado, Simon —lo llamó por su primer nombre, intentando ser suave con el otro muchacho, a pesar de querer sacudirlo por la frustración—. Nunca, nunca creí que habría un final en el que tú tomaras mi mano y no me mataras. Pero lo tengo. Tengo este final contigo. —Besó el lunar de su mejilla, sintiendo la sal de las lágrimas en sus labios—. Y no voy a dejarlo. No me importa la magia. No, si te tengo a ti.
Simon aún lloraba, cuando sus dedos temblorosos se posaron en la nuca de Baz para atraerlo débilmente. Se besaron entre lágrimas y promesas.
Cuando llamaron a la puerta, debieron separarse. Baz secó las lágrimas de Simon con sus dedos. Un fugaz intercambio de sonrisas y Baz invitó a que pasaran. Era su madrastra con una bandeja con té y un termómetro.
—La próxima vez, podría solo venir con Basilton, señor Snow —comentó la mujer amablemente, dejando la bandeja.
—Lamento llegar así —se disculpó el rubio, mientras Daphne le entregaba el termómetro a Baz.
—No se preocupe. Es bienvenido cuando quiera. Pero parece que pescó un resfriado —señaló.
Baz puso el medidor en la boca de Simon, antes de que este hablara.
—Conoces las reglas, Basilton —le dijo la mujer, mirando hacia el sofá ubicado en un lateral de la habitación.
—Lo prepararé en un momento —murmuró, luciendo avergonzado—. Aún le teme a los fantasmas.
Ella acarició el hombro del chico, como si estuviera orgullosa o solo lo calmara. Simon no podría decidir cuál de las dos era.
—Fiebre —anunció Basil, cuando quitó el termómetro de la boca de Simon y lo examinó—. Felicidades, Snow. Pasarás unas horas en cama.
—¿Unas horas? —cuestionó extrañado. Los resfríos no tardaban horas en ser curados. Pero cuando Baz y su madrastra sacaron sus varitas, lo entendió—. No es… —no llegó a terminar la frase, cuando lo golpearon con hechizos de curación.
—Descanse, Simon. Nos veremos en el desayuno —se despidió Daphne, antes de irse.
Simon solo deseaba dormir. Se sentía extremadamente cansado. Tal vez por la fiebre. Tal vez por los hechizos.
—¿Duermes aquí? —le preguntó a Baz en un balbuceo adormilado.
—En el sofá —respondió—. Nuevas reglas de la casa, con esto de tener novio. Dicen que no es un motel, como para que traiga a alguien y duerma en mi cama. Iban a obligarte a tener otra habitación, pero les recordé que le temes a los fantasmas.
Simon apenas sonrió, embotado en sueño. Su último recuerdo fueron los fríos labios de Baz sobre los suyos.
Baz se levantó extremadamente temprano, a la mañana siguiente. Quería ensayar violín, antes de que Simon despertara para desayunar. Le dejó una nota, solo por si acaso despertaba antes de que regresara. Creyó que no era necesario, pero de cualquier forma lo hizo.
Se acomodó en la biblioteca, dispuesto a tocar algo que no fuera totalmente deprimente, ya que Simon le quitaba la inspiración para esas canciones; al menos cuando estaban bien. Pero nuevamente, alguien llamó a la puerta. Suspiró pesadamente, antes de invitar a que pasaran. Así fue que una cabellera rubia se asomó, con una sonrisa traviesa.
—¿Qué haces? —cuestionó en tono de regaño. Simon estaba descalzo, caminando hasta el sofá junto a él. Llevaba una manta sobre los hombros.
—Me asustan los fantasmas —bromeó, acomodándose con los pies sobre el mueble.
—Estás enfermo —lo regañó.
—Lo sé, por eso traigo la manta —replicó tranquilo—. Vera me atrapó cuando me escabullía por el pasillo, dijo que al menos debía traerla —confesó inocente.
—Voy a golpearte con otro hechizo de curación —le advirtió con enfado.
—¡Pero estoy mejor! —protestó con un puchero en los labios.
—Vuelve a la cama, Snow —le ordenó—. Te llevaré el desayuno —dijo, poniéndose de pie. Estaba claro que no podría ensayar.
—Pero ibas a tocar. —Señaló el violín.
—Lo haré luego —le aseguró—. Ve a la cama o te llevaré —advirtió. Simon sabía que estaba alardeando sobre su súper fuerza.
—¡Pero quiero oírte!
—¿Qué? —Arqueó una ceja.
—Nunca puedo oírte. Quiero hacerlo —le explicó.
Baz lo observó con sorpresa. No sabía que a su novio le interesaba lo que él pudiera o no tocar en el violín. Simon lo distraía, por eso no tocaba cuando él lo rondaba. Iba a decirle que lo haría más tarde, cuando estuviera seguro de que estaba recuperado, pero volvieron a llamar a la puerta. Parecía que las vacaciones estaban destinadas a interrumpirlo en su intento por ensayar. Esta vez, era Vera, quien traía una bandeja con té.
—Traté de convencerlo de dormir un poco más —Vera le comentó a Baz, dejando la bandeja en una mesilla—. Espero que usted lo convenza de comer y descansar, señor Pitch —casi fue un pedido. Les dedicó una suave sonrisa y luego salió.
—Gracias, Vera —dijo Baz. Suspiró, sirviendo el té y entregándole una taza a Simon—. Bebe esto y luego vuelve a dormir. Aún no estás recuperado, Snow.
—Solo si tocas para mí —negoció. Bebió un sorbo de té y sonrió ampliamente. Era ridículamente lindo cuando sonreía así.
—Debería mandarte a dormir con un hechizo —murmuró fingiendo que no había caído con esa treta. El esfuerzo fue en vano cuando su novio tomó su mano y lo miró a los ojos, casi suplicando en silencio.
—Por favor… —susurró—. Nunca tocas para mí.
—Me distraes —confesó de sopetón. Sentía sus mejillas ardiendo. Nunca se lo había dicho y aún le era extraño que Simon le dedicara esas miradas. No fue hace tanto que solo se insultaban y trataban de hacerse la vida imposible, en la escuela.
—Guardaré silencio —prometió.
Baz le sostuvo la mirada un momento. Porque nunca creyó que tendría un final en el que Simon Snow sostuviera su mano. Mucho menos, pidiendo que tocara, prometiendo guardar silencio.
—Desayuna. Yo tocaré —aceptó. Dejó un beso en su mejilla y se acomodó por enésima vez, para tocar. Fue un gran esfuerzo, pues su novio parecía entrometerse en cada uno de sus movimientos. Simon Snow era una constante distracción. Por eso falló las primeras notas, cambió de canción varias veces y se reacomodó en la silla como buscando una comodidad que no parecía capaz de conseguir. Suspiró, casi rendido.
—Te amo. —Baz dio un respingo, obligándose a mirar al muchacho a su lado—. Lo siento —dijo Simon, sacudiendo la cabeza de lado a lado, pareciendo volverse consciente de lo que había dicho. Agachó la mirada, pareciendo avergonzado de romper la promesa de guardar silencio.
—También te amo —replicó Basil, haciendo sonreír al rubio.
Baz quiso reírse. Era ridículamente gracioso que se hallara en un final feliz con el que fue El Elegido a su lado. Y con ese pensamiento; casi como si fuera magia empujándolo; cerró los ojos, digitó con los dedos sobre las cuerdas del violín, deslizando el arco, haciendo que una dulce melodía flotara en la habitación.
Simon dejó la taza de té, para acurrucarse en el sofá. Estaba sonriendo bobamente, disfrutando de uno de los muchos talentos que su novio tenía. A pesar de sus esfuerzos, se durmió arrullado en la magnífica interpretación.
Si debían ser sinceros, ninguno había creído posible un final en el que ambos fueran felices. Sin magia y con una melodía de violín, que no era triste, envolviéndolos.
Simon se enteraría, mucho más tarde, que esa canción no pertenecía a ningún violinista reconocido. Sino que era una composición propia de Baz. Después de todo, Simon Snow parecía interferir en todos sus movimientos.
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Alevosía.
No sé si haya nacido para dar pelea y aprendí que la verdad es pura y nunca juega.
No se esconde, se expone, aunque no quedes conforme; aunque duela y tú prefieras que el concepto se deforme.
Y es que es más cómodo cerrar los ojos en la lluvia, aquí hay un pomo o dos de las sustancias que me arrullan. Y hago caso omiso de mis obituarios, desentierro y limpio el esqueleto del armario.
Y pienso en todo lo que diste, y en lo orgulloso que estás hoy que todo existe. Se siente excelente sentirse inocente, crecer nuevos dientes estando consciente. De quién soy para morder mejor. Y de que todo siempre va mejor. Si mejoró el color es porque estuve trabajando, no gracias a dios.
¿Quién soy yo en un concepto mayor? Un rato libre, un escape, un sabor. Me he preguntado siempre si le pertenezco al sol o a la luna, o a nadie. ¿Y si el dueño soy yo?
Aquí la situación es que no siempre estoy de buenas y una invitación no siempre es lo que abre las puertas, estás jodido, te digo y sé que es un fastidio pero si crees en una idea y no la escribiste, es homicidio.
Y está bien, es como el color celeste; el que quiera estar tranquilo con su mente que le cueste.
Si le da miedo, pues no apueste, el purgatorio está lleno de tibios que nomás no entienden. Que hay que arriesgar poquito, que estás así de cerca de cambiar lo que está escrito.
Y que nadie trae ventaja. El que más lejano llega siempre es el que más trabaja.
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¡Ella me respondió! #soyfeliz #degrassie #cassiesteele #cassiesteelefan
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#UnTragoDeLetras #LaEstrellaFugaz #Responsable #NoCambies
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¡Ve a serlo! #UnTragoDeLetras #LaEstrellaFugaz #Feliz #cambiar
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Cosas que encuentran en mi página de Facebook #UnTragoDeLetras #LaEstrellaFugaz #Bruja
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