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#Los Baños de Guardias Viejas
uniquetyphoonmiracle · 3 months
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Por cierto..pase una noche o dormi en LOS PALACIOS Y VILLAFRANCA [SEVILLA] donde nació JESUS NAVAS [que debuto en el SEVILLA con el entrenador CAPARROS con el que me fotografie de bar SAN ELOY de SEVILLA 29_5_14 día después de fichar por el GRANADA renunciando al LEVANTE y su club anterior al SEVILLA=00_05 fue en 1999 el VILLARREAL donde vi a VIRGINIA MAESTRO..]..que tras ganar la 1era UEFA EUROPA LEAGUE del SEVILLA [y tras verla tuve SEXO con PAOLA JIMENEZ DE ARMAS en el baño de la disco LA MANSION de MADRID ]..renuncio a un acuerdo con el CHELSEA por posible NOSTALGIA de SEVILLA..
Pues estuve en LOS PALACIOS Y VILLAFRANCA en Agosto 2016 con mi bici FREE_RIDER [comprada en el CARREFOUR=Encrucijada de CAMAS] ..porque el guardia RURAL "ANGEL" me recomendó desviarme a la PISCINA de PINZON..a beber, comer , recargar el móvil y bañarme..en vez de seguir hacia LEBRIJA [donde nació LOPEZ CARO=EXPENSIVE ..o último entrenador de ZIDANE y que ascendió al REAL MADRID "B" a 2da DIV. con mi ex vecino Manuel JORGE TELLO cuyo padre Abogado llevó mi herencia y el cual ficho por el LEVANTE..mientras que LOPEZ CARO tras un mes en RACING SANTANDER rompieron el contrato]..pues estaba DESHIDRATADO [apesar de que pude beber algo metiendo en un POZO enrejado el BIDON que encontré en la CIMA del PICO VELETA en sierra NEVADA días antes cuando vi a SEX MUSEUM y TRIANGULO DE AMOR BIZARRO [=canción de NEW ORDER como TRUE FAITH y grupo que se formo tras el suicidio con 23 años del cantante de JOY DIVISION=JUDIAS PARA NAZIS..que estaba entre 2 MUJERES la madre de su hija y una periodista ]..me dijo el guardia RURAL ANGEL que por esa zona [ISLA MENOR] había visto de todo y que sólo había ido a MADRID para declarar contra un PRESO en LA CARCEL DE SOTO DEL REAL..
Luego al día siguiente fui en bici de LOS PALACIOS a UTRERA [=CAPARROS, REYES, CEBALLOS y grupo LOS MUERTOS DE CRISTO] campo atraves y tuve que salir huyendo de un PITBULL [cantante apocaliptico del cd GLOBAL WARMING y cd CLIMATE CHANGE..que se llama ARMANDO CHRISTIAN] para luego coger el TREN a CADIZ [me baje en la parada ESTADIO o frente a su campo de fútbol en el que entre junto a la CRUZ ROJA como fotografie..pues ese día jugaban vs el MALLORCA la 1era jornada de 2da DIV 16/17] en cuya estación [UTRERA] había pintada con NOS HAN ROBADO EL FUTURO y fui junto a un tipo que leía la revista HISTORIA DE IBERIA VIEJA con portada de LOS NAZIS EN ESPAÑA
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Loser
Fragmentos de una semana cualquiera #11
Vidiota se sentó en la taza del baño rogando para que los quince minutos que separaban el ahora de las 9 de las noche pasaran lo más rápido posible. 
Un minuto, un solo minuto podría durar para siempre bajo todo esta masa de concreto que es el Parque Arauco.
Eso era, de cierta forma, preocupante. Vidiota siempre pensaba en cómo esas grandes masas de concreto y metal afectaban a nuestra propia existencia, como si tuvieran su propio centro de gravedad. Siempre ha tenido la secreta idea de que las leyes de la física se distorsionan bajo la masa de esos grandes edificios y que, de alguna forma u otra, estos siempre han subyugado nuestra propia existencia a la suya propia; como si de cierta forma nunca pudiéramos escapar de las sombras de estas deformes construcciones que se extendían más allá de lo que podíamos concebir.
-¿La hierba te puede volver paranoico? - Penso… -Cannabis Paranoia Sativa.
Leyó los garabatos escritos en la puerta; dos veces. Y trato de imaginar cuál de los guardias era el que se teñía el pelo para no verse tan canoso.
Se levantó y se mojó la cara. 
10 minutos para las 9.
Miro la espinilla que tenía sobre el labio. La había descubierto en la mañana, mientras se afeitaba. Cuando se acostó no estaba. Pero había amanecido ahí, instalada sobre el labio como un mal recuerdo de una adolescente el día de su primera cita. Pensó por un instante si sería una buena idea reventarla o solo dejarla ahí. Aún no estaba amarilla, pero supuso que pronto lo estaría. Era solo cosa de tiempo.
-¿Arrancando del trabajo?-
Pregunta retórica. A su lado, El Bodoque tomaba agua directamente de la llave.
-Siempre- Respondió Vidiota. Aunque no comprendía por qué estar parado todo el día, hablando de las virtudes de los Autos Hot-Wheels a viejas menopáusicas que intentaban comprar el cariño de sus nietos, podría ser considerado un trabajo como tal. 
En ocasiones, cuando vendía una pista de juguete inútil que sabía que era aburrida, a una vieja deprimente, acabada y con demasiado tiempo libre no podía evitar sentirse culpable.
Pero siempre había peores lugares donde estar.
-Animo compadre. Ya falta poco para irse.
Vidiota asintió aburrido, mientras decidía que lo mejor era dejar la espinilla ahí y esperar a que pasase lo que tenía que pasar. Bodoque se secó las manos en los pantalones, para después meterse una pastilla de menta en la boca, no sin antes ofrecerle una a Vidiota.
-No Gracias.
Vidiota se lavó las manos y se mojó la cara otra vez. Observó su propio reflejo, pálido y ojeroso por un par de segundos, pensando en las horas perdidas de sueño que nunca más recuperaría. 
Se sintió cansado y aburrido, de todo. Por tan solo un segundo pensó que sería del resto de su vida. Se vio a si mismo atrapado en un espiral inevitable de trabajos aburridos y agotadores, donde su vida se le escaparía de la misma forma que le ha ocurrido a muchos otros antes que él. Por un instante, imagino que sería algo bueno convertirse en un DJ de topless. Eso sí que sería un interesante ambiente de trabajo. Canciones románticas y lentas. Chicas desnudándose todo el día en un escenario. Sonrío. Quizás este era uno de esos momentos definitivos, una de esas señales del universo que la gente siempre espera, ese instante donde decides apretar el botón de Reset de tu vida cuando ves una epifanía descender sobre ti, de una manera tan abrumadora que te es imposible de ignorar, y casi puedes escuchar como en el fondo suena alguna canción melancólica de los 90’s, preferentemente de 1979 de Smashing Pumpkins, o en su defecto alguna melodía media grunge y nostálgica de Alanis Morissette, y te ves a ti mismo, caminando por una calle vacía bajo tristes faroles contemplando el comienzo de una nueva vida en el horizonte de una sucia calle.
Pero no. Sabía que mañana se volvería a levantar para estar puntual a las 11 de la mañana en el mismo lugar de siempre.
Esa clase de cosas nunca pasan. Las epifanías y señales del universo solo son cosas de películas y sitcoms totalmente predecibles.
Faltaban cinco minutos para las 9 de la noche. Sentía como si hubiese estado media hora en el baño evitando trabajar en vez de los diez que realmente estuvo.
Las leyes de la física distorsionadas otra vez.
Decidió que era un buen momento para volver.
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arqui-mequedo · 4 years
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Una de las obras de Manuel Millares nos ha servido de inspiración, concretamente una pintura sobre arpilleras cosidas que se encuentra en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca. Nos ha ayudado a hacernos una idea de como seria el terreno situado entre los núcleos poblacionales de la localidad de Guardias Viejas tras haber sido engullido todos los invernaderos que los separaban.
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Relato gay. Julio: Mi tío cachondo en tanga parte 1.
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Relato gay. Julio: Mi tío cachondo en tanga parte 1.
Mi nombre es Julio y tengo actualmente 32 años. Cuando perdí la virginidad de mi ano fue a la edad de 17. Y fue Mi con mi tío.
El hermano de mi papá se llama Gustavo y trabaja talando árboles. Un día mi padre estando en el teléfono mencionó que esperaba ver a mi tío pronto. Cuando terminó la llamada pregunté que quién era, respondió que Gustavo y que vendría a trabajar a Vancouver por un tiempo. Eso me alegró mucho. Mi tío es un hombre muy grande, con brazos muy trabajados y con panza cervecera a demás de que está muy barbón y peludo del pecho, porque lo hacía visto ya tiempo atrás en algunas reuniones. Es un verdadero macho. Cuando dijo que estaría un día en casa me alegré y más cuando mencionó que se quedaría en una cabaña a las afueras de la ciudad. Esa idea me fascinó más. Empecé a pensar la forma para poder quedarme con él en la cabaña, así podría espiarlo mientras se duchaba o cuando durmiera y quizá si todo salía bien que me cogiera.
Una semana después llegó mi tío. Al verme me abrazó con esos brazos enormes y velludos y me dijo que ya estaba muy grande. Olía a tabaco y a una loción que olía a madera. En la comida no dejaba de verlo y se dio cuenta por que apenas y me miraba yo desviaba la vista. Estaba completamente enamorado de mi tío.
Por la tarde mis padres se fueron a comprar las cosas que necesitaríamos para el asado. Mi tío se quedó al igual que yo. Yo aproveché y dije que me iba a duchar. Dejé la puerta abierta de mi baño y también la de mi habitación con la esperanza que mi tío pasada y me viera, pero no fue así. Al salir derrotado y olvidándome del tema por un rato me sequé muy bien con la toalla y me puse una de mis tangas favorita de estampado de cebra. Estaba buscando un short en mi armario cuando una voz muy masculina me tomó por sorpresa. Era mi tío.
—Por que usas calzones de vieja? Me dijo de forma morbosa.
—No son de vieja. —respondí un poco sorprendido.
—Las gangas son para mujeres.—sonrió.
—No es verdad. Las hay para hombres también. La que traigo puesta es de hombre.
Se acarició la barba .
—Tu papá sabe que usas tangas?
—No y no le digas por favor tío.
—Ok nenita, no diré nada, pero esta me la debes.
Me lanzó una mirada más morbosa a��n y siguió por el pasillo.
Mi corazón comenzó a palpitar fuertemente. Mi intención era que me viera, pero al no pasar baje la guardia y me tomó por sorpresa.
En la noche, en el asado ahora era mi tío el que no dejaba de verme y me sonreía de vez en cuando. De repente empezó a hablar de la cabaña y sacó una foto que le había enviado la compañía.
—Que bonita y relajante se ve. —dije al verla.
—Si y va a ser sólo mía por un buen tiempo.
—Que envidia, yo voy muy poco al bosque, estar todo el día rodeado de tantos pinos y él sonido de los animales debe ser grandioso.
—Vayan el fin de semana. —sugirió mi tío.
—Si papá por favor! —pedí.
Pero papá y mamá dijeron que estarían muy ocupados este fin de semana.
—Bueno, dejen que el chico vaya, ya tiene edad, casi cumple 18 y ya es todo un hombrecito.—sugirió mi tío.
Juro que al escuchar eso se me estremeció el culo y me comenzó a cosquillear el pene.
Después de hablarlo un rato accedieron a que fuera el fin de semana a la cabaña con mi tío.
Mientras mis padres estaba charlando y cuidando la carne mi tío me miraba morbosamente y me sonreía.
Pero nos interrumpieron, mi padre me pidió que fuera por los platos y mi tío se ofreció a ayudarme. Estando dentro de casa y caminó a la cocina habló.
—Bueno, convencí a tus papás de dejarte ir este fin de semana. —me decía sonriendo. —era lo que querías no? nenita.
—si, pero no soy una nenita.
—a ver… —me tomó de la cintura y abrió mi short para ver si traía la tanga. —traes todavía esa tanguita, entonces eres una nena.
Sus palabras me estaban exitando.
—De seguro vas a andar en tanga todo el tiempo que estés en la cabaña. —se acercó a mi oreja. —Si tienes una tanga que me quedé igual y yo también la uso. Me agarró el trasero y luego tomó los platos mirándome morbosamente y sonriendo y luego salió al patio. Mi verga comenzó a crecer. Jamás me había imaginado a mi tío en tanga, con ese cuerpo de macho. Intenté tranquilizarme y que se me bajara la erección. Salí al patio y llevé los demás platos. Al terminar de cenar nos despedimos y nos fuimos a dormir. La habitación de mis padres estaba al fondo y la mía al otro extremo del pasillo, luego la de mi hermano mayor que estaba en la universidad y luego cerca de las escaleras la habitación de huéspedes donde mi tío se iba a quedar. Salí de la habitación con la excusa de ir por agua y en eso mi tío iba sabiendo las escaleras.
—Traes pijama, pensé que dormías en pura tanguita, nenita.
—Si duermo en tanga. Y usted tío? Como duerme?
Me sonrió y me dijo al oído…
—Yo duermo sin nada.
Soltó una risita y se metió en la habitación. Y yo cuando regresé a la mía tenía la verga muy parada. Rápidamente busque en mi pagina favorita unas tangas que le pudieran quedar a mi tío, pedí 5 y una de esas me gustó mas que las otras, tenía estampado de camuflaje. Imaginármelo me ponía la verga dura.
Esa noche me di una masturbada deliciosa pensando en mi tío.
Por fin se llegó el fin de semana. En la estación de autobuses estaba muy nervioso, me imaginaba estando en tanga todo el día para que el macho de mi tio me viera. Idee un plan para que no solo fuera observado si no también tocado, quería sentir sus manos de leñador en mis nalgas aprentandolas, nalgeandolas, eso me ponía muy caliente. Casi pierdo el autobús por estar ensoñando.
Cuando llegué a mi destino mi tio no me esperaba. Le llamé pero me dijo que el camino era fácil, solo debía seguir el sendero y llegaría ala cabaña, que ahí me espraba y me preguntó si realmente venia solo lo cual respondi que si.
La caminata fue de casi 10 minutos, cuando por fin llegué y toqué la puerta me llevé una muy buena sorpresa. Mi tio abrió la puerta y estaba usando una de las tangas que habia dejado en el suelo de mi habitación. Le quedaba muy chica y muy apretada. En ese momento mi cuerpo vibró mucho. Su cuerpo de oso fornido, su pelo en pecho abundante y negro que rodaba también su panza cervecera, sus piernas peludas y bien formadas, esos brazos que partirían un tronco, todo me fascinó, pero mas su bulto, con la tanga apretada se le notaban mas las bolas firmes y rellenas y su verga que sufría por estar encapsulada dentro de esa diminuta tanga color amarilla. Su folaje pubico salía como un bosque negro y me exitaba mucho. Me quedé sin habla.
—¿Qué pasa? —me dijo pícaro y sonrió. Su barba negra brilló.
—Tío, esa es una de mis tangas…
—Si, la recogí de tu habitación, la he estado usando desde que llegué aquí. ¿Qué no era lo que querias? ¿a eso has venido no? A ver a tu tío en tanga ¿verdad nenita?
Se me caía la baba.
—se te ve muy rica tío.
—¿Te gustó nenita? —sonrió.
—tu también eres una, estas usando tanga.
—No, yo no soy nenita, soy un macho cachondo que quería sentir el morbo, solamente. Pasa. —me dijo seco.
Uan vez dentro se detuvo y me miró con perversión.
—enseñamé tu tanguita, nenita.
Deje la mochila en el suelo, me quité la playera y el pantalón rápidamente.
—traes una tanga muy pequeña nenita y de color azul.
No dejaba de ver su tanga apretada, parecía que estaba a punto de reventar.
—te traje unas a ti, me dijiste que si encontraba de tu talla te las pondrías.
—¿a si? A verlas. —sonrió.
Las saque rápidamente de mi mochila y se las mostré.
—Esas de seguro me quedan bien. ¿Cual te gustó mas?
—la de militar.
—bien, esa me la pongo después— Tomó una negra y paso seguido comenzó a quitarse la que traía puesta.
Quedé boquiabierto. Estaba viendo a mi tío completamente desnudo. Su verga era muy gorda a pesar que estaba dormida. Sus huevos bien rellenos estaban bien arropados en su mata de pelo negra y se veían riquísimos. La dejó aun lado y comenzó a ponerse la negra. Le quedaba divina. Le hacia notar un buen bulto.
—¿te gusta? — sonrió.
—si mucho.
—Ten. —me arrojó la tanga que se habia quitado. —no me la he quitado desde que llegué aquí, quiero que te la pongas. Pero antes quiero que la huelas.
Comencé a aspirar ese aroma a macho. La sangre me estaba hirviendo. Olía riquísimo. Estaba sudada y juraba también llena de semen. Era como una droga. Luego me quite la mía y al verme mi tio sonrio.
—vaya pedazo de verga te cargas para tu edad.
Me puse la tanga que uso mi tío y podía sentir su morbo.
—bien, tengo que cortar unos leños, vendrán mañana por ellos, estaré afuera.
Salió en tanga al patio. Yo miraba desde una ventana como cortaba los leños en tanga en medio del bosque, como su barba y el pelo en su pecho comenzaban a mojarse por el sudor. Yo no pude resistir mas y comencé a frotarme la verga. Sentir la tanga que usó mi tio me excitaba aun mas. Sus nalgas enormes y bien rellenas y firmes rebotaban al momento que daba con el hacha pero lo que mas me gustaban eran esos huevos llenos de leche rebotando.
Soy activo, asi que me imaginaba a mi tio abierto de piernas mientras le metía por el ano mi verga. En medio de un gemido llené la tanga de semen.
Mi tió entró después de unas 3 horas.
—Casi anochece, me daré un baño, después de eso iremos a cenar algo que aun no me hago de provisiones. Alístate.
Subi a la habitación de al lado y me puse mi ropa. Mi tio salió de la ducha con la tanga puesta. Y comenzó a vestirse con la pierta abierta. Se puso unos jeans y una camisa de cuadros color café y no la abotono del pecho, se veía su pecho peludo delicioso. Con esos jeans sele veían bien paradas las nalgas. Se puso unas botas. Un gran cinturón y un sombrero. Era todo un macho.
Fuimos a cenar cerca. A un bar. Mi tió me dijo que nos sentaramos  alejados de los demás.
—pide lo que quieras.
—¿lo que yo quiera?
—si, por estos días… —miro a todas direcciones— tu eres mi nenita y te voy a consentir.
Antes de convivir así con mi tío me hubiera enfadado que me llamaran asi, pero viniendo de el me hacia sentir caliente.
Se habia sentado frente a mi. Cuando la mujer llegó  a por las ordenes mi tio quito esa mirada lasciva . pero al irse la volvió a realizar.
Antes de que llegara la comida llegó la cerveza. Habia pedido dos tarros y a mi un refresco. Dejo su lugar y se sentó a un lado mio.
—¿Quieres un poco? ¿Tu padre te ha dado a probar?
—No y no quiere que lo haga.
—hace bien, ebrios los hombres hacemos cosas que no deberíamos hacer. —y paso seguido empezó a beber. Parecía que estaba muy sediento.
—y luego mi nenita ¿Qué tal te va en la escuela? ¿eres bueno?
—mas o menos, no soy bueno
Pero en eso un hombre se acercó a nosotros.
—Gutavo ¿Cómo esta? —saludó
—Rob que tal. Todo bien.
—supe que te dieron la dirección que habías solicitado
—era el puesto que quería. —sorbió. —el es mi sobrino julio, pasara el fin se semana conmigo.
—hola jovencito soy Rob, trabajo donde tu tío. —me dio la mano para que lo saludara y luego me dijo —muy atractivo jovencito.
—si.—respondió mi tío seco y luego pasó uno de sus brazos por mis hombros. —Es el mas chico de la familia.
—cuídalo bien, hay muchos oso por aquí, no lo dejes salir solo. —lanzo una mirada lasciva asi como las de mi tío.
—conmigo no le pasará nada. —comenzó a beber mas.
Otro hombre le habló al tal Rob y se despidió. Mi tío parecía que se habia enfadado.  
—no quiero toparme con un oso. —dije precupado.
—no te precupes mi nenita que aquí esta tu macho para cuidarte. —dijo y después bebió lo que le quedaba del tarro.
Eso me estaba enceniend. que el era el macho y que me protegía como una nena me calentaba.
Llegó la comida y comenzamos a cenar. Solo hubo platicas random pero en todo ese tiempo tomo 10 tarros.
—¿vas a querer un postre? Mi nenita va a pedir lo que quiera, que para eso esta aquí su macho. —me dijo al oído.
Oedi un pay solamente. Al terimanr pidió la cuenta y discretamente me tomo de la mano debajo de la mesa.
Se estaba comportando como si fuera mi pretendiente y por alguna extraña razón me gustaba mucho. Cuando llegamos a casa me tomo de la mano y me dijo que ya era hora de dormir y que al día siguiente iba a empezar lo bueno, pero no comprendí. Le dije que platicaramos un poco mas pero no quiso por que estaba un poco ebrio.
Se metió a su habitación y cerro la puerta. Me meti en la mia, me quite la ropa y me dormi en tanga. Unos minutos después escuché la puerta de su habitación abrirse y luego unos pasos por el pasillo para luego reresar a su habitación. Me quedé dormido, pero a mitad de la noche me despertó un gruñido. Provenía de la habitación de mi tio.
Me levante de la cama, abri mi puerta y se escuchaban gemidos. Mi tío habia dejado la puerta entre abierta, me asomé, lo veía con la verga de fuera jalándosela fuertemente, sus bolas peludas rebotaban salvajemente y se estab apretando un pezón.
Abri la puerta y mi tio me miro pero no dejo de jalársela.
—vete a tu habitación nenita. —me dijo gimiendo de placer.
—tio quiero ….
—veteee —gimió — ve…. —pero en eso un chorro de leche salió disparado acompañado de un gruñido seguido de otros tres mas. La leche le caía en el pecho y le escurría por los huevos peludos. Se levantó de la cama con la verga aun bien parada me sacó de la habitación y luego cerro la puerta.
Yo estaba confundido pero super extaciado.  Regrese a mi habitación. De rato mi tio entró, ya no estaba erecto y su tanga se veía humeda.
—Perdon nenita, es que estoy algo ebrio. Por la mañana hacemos cosas divertidas. Jalatela rico pensando en esa jalada que me di, esa leche salió por ti. Luego salió de la habitación.
Me la empecé a jalar. gemía y gritaba muy fuerte para que me escuchara. Lo imaginaba todo sudado, sus vellos llenos de su leche, sus huevos rebotando, estaba muy muy caliente y después de una hora de intensa jalada por fin pude venirme llenándome todo el pecho de leche y quedé profundamente dormido.   
Continua ….
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anniediscn · 3 years
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En retrospectiva, Petra le hubiera podido brindar más atención a todo el asunto, de no haber sido por los acontecimientos que se desataron inmediatamente después. 
El sueño había sido... Muy real. Y muy inesperado también. Había despertado con el corazón retumbándole fuertemente en el pecho y con gotas de sudor en la espalda, lo que hacía que su bata de seda quedase adherida a su desnuda piel, generándole una sensación pegajosa que sabía sólo se le iría si tomaba un baño. 
Un escalofrío le recorrió la espalda al sentir el fantasma de los dedos de J.R. en su cuello. Tragó saliva. Había sido solo un sueño. J.R. no había estado allí realmente y Petra no tenía fantasma alguno rondándole. 
Al sentarse en el sofá del lobby del penthouse, una incomodidad en el centro de sus piernas la puso en alerta, ¿cómo era que un producto de su mente la había dejado tan...? No. No lo diría. Porque no lo estaba, porque estarlo significaría que...
“¡Mami!” La voz de Anna la hizo ignorar su tren de pensamientos. “¡Mami, mami! ¡Ven pronto!” 
Quizá era mejor así. 
Petra corrió hasta la habitación de sus hijas. Anna estaba trepada en la cama de Ellie, quien por alguna razón, independientemente de los gritos de su hermana, continuaba dormida. (¡Un milagro! Más sencillo lidiar con una que con las dos, pensó). 
“¿Qué pasa?” Petra se sentó en la cama vacante y palmó a su lado, esperando que su hija fuera con ella. Anna negó. “Anna no puedes dormir con tu hermana, no eres un bebé,” aún cuando bebés Petra se había negado a dejarles compartir cuna. Claro hubiera sido más barato, pero también necesitaba que sus hijas tuvieran un sentido de individualidad. Que tuvieran personalidad propia y no un apego insano por la otra—Jamás se lo perdonaría si alguna de las dos terminaba como Anezka.
“Por favor mamá, sólo hoy.” 
Petra suspiró, cruzándose de brazos. 
“¿Qué pasó?” 
“Tuve un mal sueño mamá,” Anna dijo mientras que se acomodaba a un lado de su hermana. “Era sobre la tía Anezka... Y babička,” Petra sintió sus hombros tensarse bajo la mención. “Tenían antorchas y gente encapuchada que las seguían y venían por ti y por Ellie... Y por mí también.” En la oscuridad de la recámara de sus hijas, los ojos de Anna se llenaron de lágrimas. “No quiero que te pase nada, mamá. O a Ellie. O a mí.” 
Petra tensó la mandíbula. Todo este asunto del caso de homicidio—defensa propia—de su hermana le estaba afectando no solo a ella, ¿cómo había sido tan ciega como para no velar por el bien de sus hijas? Que si bien, no estaban involucradas directamente en ello, no eran tontas y veían lo que ocurría a su alrededor. 
“No va a pasarme nada,” se levantó entonces de la cama vacía y, tomando a Anna en brazos, se acomodó a un lado de su otra hija, quien al sentirla, abrió los ojos de manera confundida. “Sh...” Acarició el cabello de Ellie con suavidad. “Voy a dormir aquí hoy, ¿to je v pořádku?” 
La cama era demasiado pequeña para las tres, (habría que decirle a Krishna que checara colchones matrimoniales para cambiar las camas de las gemelas), pero Petra se las arregló para meterse bajo las sábanas y abrazar a cada una de sus hijas. Ignorando el mal sabor de boca que la conversación le había dejado. 
“Fue sólo un sueño,” susurró a Anna quien se aferró a su pecho, asintiendo con la cabeza. “Sólo un sueño...” Y esta vez, no se refería sólo a la pesadilla de Anna, sino al suyo también. 
                                           ♡
Petra había sido capaz de dormir, despertarse y meterse a la ducha sin tener que pensar en... El sueño con J.R., sin embargo, al tener que preparar a las niñas para el brunch semanal, un mensaje la distrajo por completo: ‘Voy rumbo a la oficina del fiscal, quiero ver si hay algún cambio en el caso.’ No había nada fuera de lo ordinario en aquel mensaje de texto, sin embargo su mente no tardó mucho en llenar su cabeza con imágenes y sonidos no aptos para todo público.
Oh, rayos. No podía pensar en esto tan cerca del brunch familiar. Las Villanueva tenían una habilidad extraña para leer ojos. Jane lo sabría inmediatamente y Petra prefería ir al arcade en temporada de gripe antes de tener que contarle a Jane acerca de su...
“Mamá,” Ellie se acercó a ella, envuelta en una toalla. “Anna quiere usar el conjunto amarillo, pero yo no quiero usar el conjunto amarillo porque me recuerda a Pammy el Perico. Dile que prefiero el rosado.”
“Díselo tú,” Petra le dijo, encaminándola de vuelta al cuarto de baño. “Puedes usar tus palabras, además el conjunto amarillo no se parece en nada a Pammy el Perico, es de una colección exclusiva de Banana Republic.” Ellie viró los ojos, pero hizo como indicado y volvió con su hermana. Segundos después escuchó una discusión desencadenarse en el baño. No interferiría, tenían edad suficiente para negociar y llegar a un acuerdo. 
Y como era usual, tenía razón. Anna y Ellie salieron del baño hacia su clóset y, prenda por prenda, sacaron unos pantaloncillos cortos y una camisola azul. Se habían ido por lo neutro, ¡brava! 
“No olviden ponerse crema en las piernas,” advirtió Petra antes de salir de su habitación, permitiéndoles privacidad suficiente para que se vistieran a gusto. “¡Y no tarden demasiado! Su tía Jane y Mateo no deben tardar en llegar.” 
Y hablando de Jane... El mensaje aún la esperaba sin respuesta. 
Petra desbloqueó su teléfono casi que con miedo—hacer énfasis en el casi—y lo releyó varias veces. Estaba conflictuada. ¿Qué tal si no contestaba? No tendría que haber problema alguno si no lo hacía, ¿cierto? J.R. sabía que era una mujer muy ocupada y seguramente le daría lo mismo que Petra respondiera o no... Pero ¿y si estaba aguardando por una confirmación? No habían hablado de que J.R. volviera a la oficina del fiscal después de que Petra hubiera dado su declaración a la policía, ¿que tal si quería la aprobación de Petra? ¿Un emoji de pulgar arriba serviría? 
El sonido de la puerta la hizo brincar en su lugar. Diablos, Jane había llegado. El mensaje de J.R. tendría que esperar, no quería ser interceptada por Jane y sus dotes Villanueva. 
“¡Niñas, Mateo está aquí!” Gritó a tiempo que abría la puerta. Mateo la saludó con una sonrisa, pero ni bien Anna y Ellie salieron de la habitación, perfectamente bien vestidas y peinadas, empujó ligeramente sus piernas para hacerse espacio y corrió hacia la sala con ellas. Pudo escuchar un sonido de disgusto por parte de una de sus hijas, pero no alcanzó a tomarle suficiente importancia porque lo primero que Jane hizo al verla, fue pasarle la funda de su computadora. 
Petra la miró con una ceja enarcada.
“Terminé el primer capítulo de tu libro,” Jane dijo entusiasmada. “Pero quiero que lo leas antes de que lo mandes a tu publicista.” 
“¡Oh!” 
Claro... El libro. 
Con todo el asunto de... Eso... Lo había olvidado. “Bien, pasa. Podemos revisarlo en mi recámara. Aprovechamos el tiempo antes de que nos traigan la comida. Krishna dijo que la orden estaría pronto.”
                                          ♡
Todo ocurrió demasiado rápido. 
“Petra Solano queda bajo arresto por el homicidio de su hermana Anezka Archuletta,” se sintió palidecer. Esto no podía ser posible. Su declaración a la policía había sido un éxito, J.R. se lo había dicho. Ahora sólo había que esperar a que el fiscal retirara los cargos, ¡y le había dicho que era muy plausible! 
“¡Esto es ridículo!” Una parte de sí esperaba que esto se tratara de una mala broma. Que fuera su madre haciendo una gran escena sólo para conseguir dinero, pero ni bien sintió un par de ásperas manos tomar sus muñecas por la fuerza, supo que esto era real. “¡Oiga, un momento! ¡No me toque!” 
No había razón para esposarla. 
No frente a sus hijas. 
“¡Jane!” Le gritó, implorándole con la mirada que hiciera algo. Sus niñas no la podían ver así, y quizá fue sentido común o quizá fue que en sus ojos la más pura desesperación se veía reflejada, pero ni bien Petra escuchó el primer ‘clic’ de las esposas, Jane ya se había llevado a las niñas y a Mateo a la habitación.
Su mente estaba hecha un desastre. No comprendía qué había pasado para haber llegado hasta aquí. Todo había salido bien. Había hecho todo en su poder para no llegar a una vieja y húmeda celda y de una u otra manera, había terminado en una. 
¿Qué pasaría con Ellie y Anna? Sabía que Rafael cuidaría de ellas, independientemente de aún seguir molesto con ella por lo ocurrido con Luisa, pero por alguna razón, quizá la certeza de que sin una mano firme para guiarlas, las gemelas podrían desviarse fácilmente de camino y convertirse en una copia exacta de su madre, no se sentía completamente cómoda con la idea de tener que pasar toda la vida tras las rejas. 
Tenía que salir de allí. No sabía cómo lo haría, pero lo haría.
Se rehusó a llorar mientras tomaban sus huellas digitales y su retrato, se negó a llorar incluso una vez que estuvo completamente sola, aguardando por una respuesta a todas sus preguntas, aunque la verdad era que el nudo en su garganta y la picazón en sus ojos estaban volviéndose más insoportable con cada segundo. 
“¿Petra Solano?” Un guardia de seguridad se acercó a las celdas provisionales y Petra se levantó rápidamente. “Puede irse. Han pagado su fianza.” 
Se preguntó quién lo habría hecho. Jane no tenía suficiente dinero para pagar su fianza y dudaba que Rafael quisiera hacerlo. Daba lo mismo quien lo hubiera hecho, lo importante era que estaba a punto de salir de allí y podría darse una ducha. 
Apestaba a cárcel. 
Caminó con la espalda recta y una expresión soberbia. Una parte de sí quería gritarle a los incompetentes policías quienes la habían tratado cual muñeca de trapo durante su estadía, pero prefería no meterse en más líos siendo ya una sospechosa por asesinato—defensa propia. 
Sintió los brazos de Jane antes de realmente poder ver de quién se trataba, y si bien Petra no era una persona afecta al contacto físico, dejó que Jane la abrazara, incluso que le respirara en el cabello. Suponía que haber presenciado todo el arresto también la había dejado sacudida, no podía culpar que quisiera asegurarse que estuviera bien. 
“Estoy bien,” le dijo a Jane antes de sus ojos se percataran de la otra figura que estaba a su lado.
El aliento se le quedó atorado en la garganta. 
“Recibí un mensaje de la oficina del fiscal,” J.R. dijo con una sonrisa contagiosa. “Parece que te liberé de los cargos.” Petra había querido saltar de la pura emoción; no tenía nadie con quién compartir la noticia, por lo que realmente no estaba apresurada por tomar el teléfono, pero de haberlo estado, los dedos de J.R. desatando el nudo de su bata la hubieran detenido. Recordaba claramente el escalofrío que le había recorrido el cuerpo cuando la desnudó, y si bien Petra estaba sorprendida, no opuso resistencia alguna cuando las manos de J.R. la sostuvieron del cuello y la obligaron a entrar a su penthouse. “Ahora...” 
Petra carraspeó. 
No era el momento. 
Con los ojos bien abiertos, como un ciervo atrapado en las luces de un auto, extendió la mano hacia su abogada. J.R. pareció encontrarlo extraño, pero no cuestionó la acción (y menos mal). 
“Gracias por sacarme de aquí, J.R.” Y quizá era que Petra había estado en prisión o que sus recuerdos de la noche anterior la estaban haciendo ver más estirada que de costumbre, pero J.R. no hizo afán alguno de corregirla acerca a su nombre. “Es totalmente ridículo que esté aquí, no hice nada.” 
“Encontraron los tornillos faltantes en el cajón de tu oficina.” 
Su cuerpo se heló. No era posible. Petra no sabía ni lo más mínimo acerca de construcción, que la policía pensara que haber quitado los tornillos del barandal del balcón era cosa suya era francamente estúpido, había que verla para darse cuenta. 
“Debió ser mi madre,” se excusó. Aún con el gancho era hábil. “Tiene que ser.” 
“Concuerdo,” J.R. intentó calmarla pero lamentablemente no estaba funcionando. “Voy a sacarte de esto, Petra.”
Kletba. 
La mano en su cuello... 
Dios, cómo quería sus manos en su cuello, apretando, forcejeando, aplicando la presión suficiente para hacer que Petra soltara gemidos y lloriqueos y pudiera profundizar el beso hambriento en el que se veían involucradas.
Una mirada inquisitiva la quemó entre sus recuerdos lujuriosos y Petra tuvo que mirar hacia cualquier lado que no fuera a Jane... O a la otra Jane. 
Qué pésimo lugar y momento para acordarse de todo este asunto. 
“Bien.” Dijo con la voz ligeramente ronca. “Porque sólo quiero irme de aquí.”
Y olvidarse, de una vez por todas, del maldito sueño enfermo que la estaba haciendo perder la cabeza. 
                                          ♡
Rafael y Jane la dejaron sola al poco tiempo de haberse asegurado de que estaba realmente bien, y con Anna y Ellie dormidas, tuvo la oportunidad de sacar sus sales de baño y comenzar a llenar la tina con agua caliente. Necesitaba relajación urgente y era demasiado tarde para encontrarse con el masajista del Marbella, así que su propio spa personal tendría que ser suficiente (por ahora).
“¿Señora Solano?” La voz de Krishna, estresada como siempre la recibió del otro lado de la línea. “¿Está bien? Escuché que había ido a prisión y yo...”
“¡Krishna!” Su asistente calló de inmediato. No estaba de humor para lidiar con su incompetencia ahora. “Llama a la cocina, por favor que me suban una botella de mi blanco usual y que me preparen una tartaleta de fresa. ¡Y pepinillos! Que me traigan pepinillos.” 
“¿Usted los... Usted los recibirá?”
“Pues claro que yo los recibiré Krishna. Dile al botones que entre al penthouse y lo deje en mi habitación. Encárgate de la propina, sácalo de la cuenta.” 
“Por supuesto señora Solano.” 
La línea quedó en silencio después de eso y Petra, negada a lidiar con más personas en lo que restaba de la noche, se metió a la bañera, importándole poco si se le mojaba o no el cabello. El agua caliente hizo que sus músculos se tensaran momentáneamente acostumbrándose a la sensación antes de que por fin se relajaran, dejándola caer en un estado de quietud que desde hacía días no conseguía. 
¿Por qué su madre estaba intentando incriminarla? Esto no tenía que ver con venganza, Anezka no le servía para nada, y si lo que necesitaba era dinero entonces inculparla de asesinato no la ayudaría para salir de la miseria. Ahora lo único que le quedaba era Petra como fuente de ingresos. No había razón para que la quisiera tras las rejas. 
Respiró hondo y apretó los ojos. Ya era suficiente. 
No quería pensar más en el asunto. Haber ido a prisión, aunque fuera por escasas 3 horas había sido más que suficiente para dejarle en claro que jamás quería volver. 
Tenía que desestresarse. 
“Recibí un mensaje de la oficina del fiscal,” escuchó la voz de J.R. entre sus pensamientos. “Parece que te liberé de cargos.” 
Petra se removió un tanto incómoda en su bañera. 
Cuando había pensado en desestresarse no había querido decir que haría algo, especialmente pensando en... J.R. 
“He pensado tanto en ti, Petra...” J.R. susurraba en su oído mientras que le dejaba besos húmedos en el cuello. “Me vuelves loca.” 
Sus piernas se abrieron inconscientemente bajo el agua y una mano escurridiza comenzó a bajar con caricias hacia su vientre y el hueso de su cadera. 
“Te deseo tanto. No tienes idea.” 
Con la mandíbula apretada y los ojos cerrados de manera casi dolorosa, Petra dejó que sus dedos acariciaran el escaso y sedoso vello que crecía en su pubis—No, ¡suficiente! No haría esto. 
Era extraño.
Y probablemente irrespetuoso.
Además, si lo hacía, ¿qué significaba esto para ella? 
Petra no era... Bueno, no creía serlo. 
Siempre había pensado que las mujeres eran bonitas, pero suponía que toda la gente pensaba en ello porque bueno, las mujeres sí eran bonitas. 
Había conocido una gran cantidad de mujeres hermosas durante sus años de esposa trofeo a lado de Rafael. Mujeres exitosas, realizadas, con sonrisas de comercial, con curvas voluptuosas, con ojos brillantes, sin embargo ninguna le había provocado algo. 
No lo que J.R. había despertado en ella.
No esas... Inexplicables ganas de querer pasar tiempo con ella o conocerla un poco más. Esas inexplicables ganas de querer que pusiera su mano sobre su muslo para reconfortarla. O... Que hiciera otras cosas con ella. 
Cosas más...
Íntimas. 
¿Se debería esto al estrés? ¿Se debería a su inmensa soledad? ¿O se debería a que J.R. había avivado algo que por mucho tiempo había dejado dormido? 
En momentos como este deseaba haber generado una relación con Luisa durante aquellos años de matrimonio con Rafael, quizá le hubiera venido como anillo al dedo preguntarle esto a ella, seguro que tendría una buena respuesta. O al menos una graciosa para aligerar la tensión. 
Petra no estaba escandalizada de que pudieran gustarle las mujeres, que eso quedara bien claro, era el siglo veintiuno y ella era una mujer de negocios y de mucho mundo, pensar en ser algo más allá de heterosexual no la ponía a llorar de miedo, pero sí que la descolocaba. 
Más aún porque la mujer que le había despertado la crisis de identidad sexual a los casi cuarenta era... Bueno, su abogada. 
Y Petra sabía que era una mujer guapa—diría guapísima pero no quería parecer soberbia—pero hasta ella con su roto compás moral sabía que involucrarse con la mujer que empleaba para intentar probar su inocencia en la corte era... Bueno, problemático por ponerla simple. 
“Ugh,” esto del baño relajante no estaba funcionando. 
De mala gana tomó su bata y se enredó el cabello en una toalla. En su habitación, el botones había dejado el carrito de servicio. Una botella de vino rosado, una tartaleta de fresa y un frasco de pepinillos, justo como había pedido. 
Desde el brunch Petra no había comido nada, pero la realidad era que con todo este asunto hasta el apetito se le había desaparecido. 
Agradecería a Krishna por la mañana por haber sido tan servicial, pero ahora, lo único que quería era su cabeza se callara un momento.
Sin importar que la ventana de su habitación estuviese abierta, o que sus caras sábanas de algodón egipcio fueran a arruinarse debido a la humedad de su cuerpo, se lanzó a la cama y puso la cara contra la almohada. El cansancio y desesperanza que durante el día había estado reteniendo la embargaron rápidamente y bastó con respirar profundo y cerrar los ojos para que su cuerpo comenzara a ceder con la presión. 
Mañana sería otro día. Lleno de posibilidades nuevas y, ojalá, una solución a su predicamento.
...Al de la muerte de Anezka claro estaba.
Su cuerpo yació inerte sobre el colchón y su boca se entreabrió mientras que el sueño invadía la habitación.
“Te ves exquisita, Petra...” Escuchó la voz de J.R.
Hm.
Bueno, tal vez mañana también podría encontrarle una solución al... Otro predicamento.
Pero...
Mañana.
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genoviarpg · 3 years
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TRAMA O2: THREE DAYS GRACE
El reino de Genovia puede parecer un espacio tranquilo para vivir, pero la realidad es que siempre está ocurriendo algo en sus alrededores. Esta semana, sus habitantes estuvieron envueltos en 3 diferentes acontecimientos:
Durante los clásicos desayunos de la Reina en los Jardines de la Rosa, su anciano, anciano gato Sir Gordo Louie, se extravió. Los guardias reales lo perdieron de vista un momento y se sospecha que se quedó dormido entre alguno de los arbustos del laberinto, ¡qué gato tan oportuno! justo cuando lo buscaban para su baño semanal. 
Los invitados que disfrutaban del desayuno fueron informados para que reportasen su avistamiento en cualquier momento.
En las Plantaciones de Peral, muchos genovianos se reunieron para disfrutar de un día de campo, ya fuese sentados bajo los grandes árboles en un picnic, volando cometas hechas por ellos mismos o simplemente recorriendo la extensión del terreno en una caminata. Pero claro, la actividad más acaparada siempre son los globos aerostáticos, que, maniobrados por un especialista, pueden llegar a la altura perfecta para tener una vista increíble de la ciudad. 
No cabe duda que es el lugar más apacible para relajarse y convivir entre amigos o familia.
Por otro lado, la mayor acción ocurría en la costa, donde se estaba llevando a cabo un clásico concurso de surf para los más intrépidos, infestada de una banda sonora a todo volumen muy americana y una vibra ochentera que era compartida por sus espectadores mientras disfrutaban de una bebida tras otra y apoyaban a sus competidores favoritos con diferentes gritos y porras. 
Las olas de genovia son difíciles de remontar...¿quién gozará de la victoria?
¡Un saludo a todos! por lo que escuchamos por IM’s, varios usuarios se encontraban en exámenes parciales, así que decidimos cambiar de trama hasta ahora para que tuviesen más tiempo de regresar y ponerse al día con sus interacciones.
Como verán, tenemos 3 locaciones distintas para esta trama y pueden abrir starters sobre la que más les agrade, así como mantener las interacciones viejas que deseen seguir desarrollando. Es importante que en sus starters quede claro en qué locación se encuentran para que no haya confusiones. Los personajes pueden haber estado en cualquiera de las 3 o en todas, ya que ocurren en días no especificados y la temporalidad queda adaptable a sus interacciones.
Si tienen alguna duda, con gusto se las respondemos en el main. Gracias por su paciencia y esperamos que se diviertan, estaremos próximamente realizando más promoción al main para conseguir más usuarios y poder armar tramas más grandes y específicas.
reina mia y rey nicholas.
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cxrsedlovers · 4 years
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❃AMNESIA MUNDO TRÉBOL: PRÓLOGO
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•️ੈ۪۫✦• • • ━━━━━
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Orion: Ah, (Nombre). ¿Estás despierta?
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Orion: ¿Cómo te sientes? ¿Te duele en alguna parte? ¿Puedes verme?
➜ Elecciones:
Orion...
Un... Insecto...
Quién eres?
Orion...:
Orion: Oh, bien. Aún recuerdas de lo que hablamos entre mundos.
Orion: Y te ves como si estuvieras bien. ¡Estoy aliviado! Por ahora, al menos.
Un... Insecto...:
Orion: Um. Estás bromeando, ¿verdad?
Orion: Realmente eres algo. Estar tan tranquila al respecto...
Orion: Me sorprende que puedas bromear justo después de despertarte aquí así.
¿Quién eres?: 
Orion: Dame un respiro...
Orion: Si hablas en serio, entonces es mejor que pulses el botón de reseteo y escojas “NUEVO JUEGO”, ¿de acuerdo? [JAJAJAJA sí, entendido].
—Fin de las opciones—.
Orion: ...Bien, basta de tonterías. Solo te lo diré una vez más. Mi nombre es Orion...
Orion: Te acuerdas, ¿verdad? Voy a ser tu compañero de espíritu de ahora en adelante, ¡así que vamos!
Orion: Ahora, entonces... Íbamos a hablar con tu familia primero, ¿verdad?
Orion: Escuchar información de tu familia llenaría los bancos de tus recuerdos...
Orion: Pero... El único problema es...
Orion: ¡Parece que vives aquí en este lugar tú sola!
Orion: Ya ves, mientras dormías, eché un vistazo a mi alrededor.
Orion: Me parece que tu casa es un estudio.
Orion: Buena iluminación, gran espacio de almacenamiento, baño separado, lavandería interior, y la construcción no es muy vieja...
Orion: Hay un intercomunicador con un monitor, y desde este botón aquí, diría que tu unidad de apartamento tiene su propio bloqueo automático y código.
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Orion: Parece que la seguridad es bastante buena.
Orion: A juzgar por tu apariencia,.. Pareces tener edad para la escuela secundaria o la universidad.
Orion: El problema es que no tienes parientes cerca con quienes hablar.
Orion: No sé si solo estás viviendo sola por ahora, o si estás sola en este mundo...
Orion: Oye, ¿cómo te sientes cuando miras alrededor de tu habitación? ¿Puedes recordar algo?
➜ Elecciones:
No puedo recordar nada.
Nada se ve familiar.
No puedo recordar nada:
Orion: Ya veo... Supongo que no podría ser tan fácil.
Orion: Estabas durmiendo sola con el pijama puesto, así que está bastante claro que estás en tu propio apartamento y que esta es tu habitación.
Nada parece familiar:
Orion: Espera. ¿Hay alguna posibilidad de que esta no sea tu habitación?
Orion: ...Ugh, si partimos en esa dirección, estaremos yendo por un tiempo.
Orion: Sería extraño, sin embargo, usar pijama y dormir en la habitación de alguien.
—Fin de la opciones—.
Orion: Por ahora... ¿Por qué no miras alrededor de la habitación? ¡Como en tus cajones y cosas!
Orion: No puedo tocar el mundo humano, así que no he podido mirar por allí.
Orion: Lo que pude descubrir al mirar a mi alrededor fue que vives sola y que es en algún momento de agosto.
Orion: ¿Lo ves? Tu calendario está en agosto ahora mismo. En agosto, el clima es bastante agradable.
Orion: De todos modos... ¡Mira si puedes buscar en tu habitación alguna pista!
➜ Elecciones (aquí deberás escoger todas hasta que des con la acertada):
Dentro de los cajones.
A lo largo de las puertas dobles.
Estante para libros.
Cama.
Aire acondicionado.
Arriba del escritorio.
Bote de basura.
Perchero.
Bolsa.
Dentro de los cajones:
Orion: Bolígrafos, papelería, sobres...
Orion: —suspiro—, ...No hay nada aquí que nos diga qué tipo de persona eres.
A lo largo de las puertas dobles:
Orion: Hmm, solo cosas al azar aquí. No hay mucho que ver... ¿Hmm?
Orion: ¿Qué es esto en la parte de atrás?
Orion: ...¡Esto es solo un cómic femenino! ¡No tienes que esconder algo como esto!
Estante para libros:
Orion: Hmmmmm... No hay nada que parezca un álbum.
Orion: Si hubiera imágenes, podrían desencadenar algunos recuerdos fuertes...
Orion: Hmm, el resto parece un montón de libros difíciles.
Orion: “Psicología básica”... “Psicología clínica actual”...
Orion: Huh. ¿Estabas estudiando psicología en la escuela?
Cama: 
Orion: Es la cama en la que estabas durmiendo. 
Orion: A pesar de que solo estabas durmiendo, ¡es tan genial!
Orion: Ahora que lo pienso, instintivamente hiciste tu cama tan pronto como te despertaste, ¿eh?
Aire acondicionado:
Orion: Estabas durmiendo con el aire acondicionado encendido.
Orion: Por eso se siente tan bien aquí. Tiene sentido.
Arriba del escritorio:
Orion: ¿Estabas trabajando en un ensayo para la escuela?
Orion: ¡Oh, un cuaderno! ¡Veámoslo más tarde!
Bote de basura:
Orion: Hmmm, solo está lleno de cajas de snacks vacías.
Perchero:
Orion: Sabes... Sin ofender, pero estos sombreros parecen fuera de temporada.
Orion: Es agosto, así que creo que deberías sacar más sombreros de verano. ¿Se trata solo de mí?
Bolsa:
Orion: ¡Oye!
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Orion: ¡Ahí está tu identificación de la escuela!
Orion: Bien, esto debería proporcionarnos un montón de información.
Orion: ...
Orion: Parece que tu nombre era exactamente como lo recordaste, después de todo.
Orion: Además... Eres una estudiante de universidad. Primer año de psicología superior.
Orion: La dirección de tu escuela también está aquí. Parece que por ahora podrás seguir yendo a la escuela.
Orion: ¿Hm? Es agosto ahora mismo. ¿No son las vacaciones de verano, entonces?*
[*En Europa, América del norte y partes de Asia el horario escolar es sobre los meses de septiembre-octubre y termina sobre mayo-junio (generalmente), como estamos hablando de Japón, técnicamente en el juego empezarían el año en septiembre].
Orion: ¿Huh...? Aunque soy un espíritu, parece que sé mucho sobre cuando las escuelas están de vacaciones.
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Orion: Hee-hee. Tengo bastante conocimiento sobre la vida humana, ¿no?
Orion: ¡Espera! Eso significa...
Orion: ¡Tenemos mucha suerte! ¡Estás libre durante este mes!
Orion: ¡Podríamos recuperar tus recuerdos antes de que te expongas a la crueldad y la codicia de otras personas!
Orion: Conocer a más personas podría ayudarte a recordar, pero también sería más fácil dejarse engañar, así que...
Orion: Es una suerte poder movernos durante las vacaciones de verano como esta. ¡Disparemos para el final del mes!
➜ Elecciones:
No me importa conocer a otras personas.
Sí, apurémonos.
No me importa conocer a otras personas: 
Orion: ¿Sigues diciendo eso?
Orion: Escucha, si sigues siendo tan ingenua, serás engañada por un humano terrible antes de lo que crees.
Orion: El 99% de la raza humana no piensa en nada más que satisfacer su propia codicia.
Orion: También he escuchado muchas historias de miedo de alguien que visitó el mundo humano antes.
Orion: Así que no bajes la guardia, ¡no te dejes engañar!
Sí, apurémonos: 
Orion: Haré todo lo posible por ayudar. ¡vamos a por ello!
—Fin de las opciones—.
Orion: Bien, entonces, veamos...
Orion: ¡Oh! ¡Encontré un teléfono móvil!
Orion: ¡Esta es la fuente de información más importante! ¡Veamos qué contiene!
Orion: ¡Tal vez recuerdes algo del historial de tu teléfono!
➜ Elecciones:
Cierto, apurémonos y miremos.
Estoy un poco asustada...
Cierto, apurémonos y miremos:
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Orion: Espero que haya nombres claros ahí, como "Madre" o "Padre" o "Mi amigo"...
—Fin de las opciones—.
Orion: Oh, ¡hay nueva información! Parece que hoy es 1 de agosto. ¿Lo ves? Esta desplegado en la pantalla.
Orion: ¡Bien! ¡Tenemos un mes entero de vacaciones de verano!
Estoy un poco asustada...
Orion: Cierto... Por supuesto que estás asustada. No tienes ni idea de que puede haber aquí.
Orion: ¡Pero, sé valiente! Es necesario para recuperar tus recuerdos.
Prólogo general | Masterlist | 1 de agosto
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La exploración en tiempos oscuros, pt. 23. Finalizando el 2020 en Xbaatún, Yucatán.
Justo el 31 de diciembre cerramos el año con un recorrido más tranquilo y “turístico” que de costumbre. Arreglamos una visita al parque natural Oxwatz, en cuyos terrenos se encuentra el sitio arqueológico de Xbaatún, el cual no conocía ninguno de nosotros. 
Salimos a las 8 de la mañana con rumbo a Tekal de Venegas, donde nos encontramos con el señor Manuel Chan, quien sería nuestro guía.
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Nos dirigimos hacia Oxwatz, cuyo nombre significa “tres vueltas”. Llegamos a una terracería bastante pedregosa que nos obligó a ir a muy baja velocidad. Gracias a ello pudimos ver varios animales en el camino, entre ellos un zorrillo, coatí y posiblemente una marta. Después de más de una hora de trayecto llegamos hasta las ruinas del antiguo rancho que da nombre al parque natural. Ahí nos encontramos con algunos muros medio derruidos y un par de grandes piedras que posiblemente habían sido llevadas ahí desde el cercano sitio arqueológico.
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De inmediato pudimos ver que la zona es muy particular, ya que a diferencia de otros puntos de la península de Yucatán, aquí abunda el agua superficial; existen lagunas, pantanos y cenotes. Al pie del rancho pudimos ver el primero de estos cuerpos acuáticos, una laguna usada para recorridos en kayak. Nosotros no teníamos interés en ello, por lo que únicamente tomamos fotografías y después de ello nos dirigimos hacia Xbaatún. 
Pasamos por algunos potreros y don Manuel nos mostró un par de piezas sueltas que ahora se encontraban formando parte de albarradas modernas. Llegamos a una zona muy peculiar que contenía numerosas construcciones de planta circular, algo que nunca habíamos visto. La teoría es que se trata de tumbas, pero no se han excavado aún.
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A unos metros de ahí nos encontramos con una segunda laguna que tuvo un mirador reciente, aunque nuestro guía nos explicó que aquella estructura de madera no tuvo mucho éxito y se encontraba en malas condiciones. A penas unos pasos más allá nos encontramos con un bien conservado juego de pelota de grandes dimensiones y sobre uno de sus taludes pudimos ver los restos de lo que parecía un templo miniatura ya derrumbado, pero que aún mostraba bastante de la forma que debió tener cuando estaba en pie.
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A unos metros de ahí llegamos hasta una estructura que mostraba, entre los escombros, algunos vestigios de la escalinata que llevaba a su cima. Luego de ello, caminamos un poco hasta llegar a la base de la gran estructura principal del sitio. Se trata de un basamento piramidal que ronda los 20 metros de altura y que conserva algunos muros en pie.
Me pareció muy similar al gran basamento de Xuenkal, aunque su base parece ser de una forma diferente. Ambos edificios están construidos con grandes piedras de color blanco y muestran grandes secciones de su arquitectura aún en su lugar.
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Ascendimos con sumo cuidado y en la parte alta, justo antes de la cima, pudimos ver que el muro remataba en una cornisa que rodeaba toda la plataforma superior. Coronando toda la mole se encontraba un pequeño templo, muy similar al que vimos en el juego de pelota; nos pareció bastante peculiar que un edificio tan grande sostuviera una estructura tan insignificante en comparación.
El descenso fue sin incidentes y con ello terminamos el recorrido por el sitio arqueológico de Xbaatún. Regresamos al viejo rancho de Oxwatz, donde habíamos dejado estacionado el jeep, pero aún nos faltaba ir a visitar el cenote azul, el cual se encuentra al final de otro camino.
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Este cenote hace honor a su nombre, sus aguas son de un turquesa profundo y están llenas de peces. Nuestro guía nos dijo que el líquido es tan limpio que puede tomarse directamente y que las lluvias habían provocado que el nivel subiera más de 6 metros, estando en ese momento a 3 sobre su altura normal.
El único que quiso meterse un rato a nadar fui yo, a pesar de no llevar en el equipaje ningún traje de baño, tuve que sumergirme en ropa interior. Esto nos hizo bromear sobre el regreso de la “arqueología en calzones”, ya que de esa misma forma habíamos cruzado un río para llegar al sitio de Ciudad Vieja en Oaxaca.
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Después de salir del agua, caminamos de regreso al jeep y emprendimos el regreso por un camino más fácil de transitar pero más largo. Llevamos a Don Manuel hasta su casa en Tekal de Venegas y nos despedimos. Regresamos a Izamal para comer, aunque solamente encontramos un local que vendía panuchos en el mercado. Nuestro plan era ir hasta Dzebtún para ver el último atardecer del año en lo alto de la estructura principal, tal como 366 días antes habíamos hecho Ernesto y yo; pero el tiempo no nos iba a alcanzar, así que quisimos subir al gran Kinich Kak Moo en su lugar.
Caminamos algunas cuadras con ese propósito pero en la entrada los guardias no nos dejaron pasar ni por 5 minutos. Así desistimos y nos quedamos sin atardecer desde estructura maya. 
Finalizamos nuestro día y llevamos a Eduardo a su hotel, llevándonos nuevamente el jeep. Fernando compró algunas cervezas para celebrar el año nuevo y yo me quedé dormido bastante temprano mientras que mis compañeros permanecieron despiertos un poco más.
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youtube
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Lobo herido
Tras una discusión con Joel, Ellie sale del condado de Jackson para aclarar sus ideas, lo que ocasionará todo tipo de consecuencias y sentimientos.
FanFiction AO3                                             
                                                   ...
Con las primeras estrellas iluminando el cielo, llegó a las murallas de la comunidad de Tommy. Cuando vio los focos encendidos en las torres de control, suspiró aliviada. Espoleó a la yegua para que se acercara.
Los guardias en sus respectivos puestos tardaron un momento en reconocerla. Después de dar un par de órdenes e instrucciones por radio, las enormes puertas de hierro de la zona sur chirriaron al abrirse. El olor a carne asada al fuego se elevó en el aire y traspasó la entrada, provocando que su estómago gruñera ansioso. Por desgracia, tenía asuntos más importantes que atender primero.
El dolor se lo recordaba constantemente.
Ellie conocía a los guardias; sabía que, al menos por su parte, la noticia de su regreso tardaría más tiempo en correr por las calles del condado. El resto de la discreción dependería de ella misma.
Dirigió a la yegua hasta los establos. El alumbrado de la calle y la luna proyectaban sombras sobre los tablones de madera, haciendo parecer a los caballos mucho más grandes de lo que eran. No obstante, cuando Ellie se acercó a ellos, la mayoría dormían o se ponían nerviosos al verla.
La yegua relinchó suavemente cuando Ellie aflojó las cinchas y soltó las correas de la silla de montar. Rellenó su abrevadero de heno fresco y la dejó descansar.
—Hoy lo has hecho muy bien —susurró—. Gracias.
Abandonó los establos y se dirigió a casa. Era extraño porque, por una parte, deseaba llegar cuanto antes a la pequeña cabaña que se encontraba en el ala noreste de la comunidad, pero al mismo tiempo, estaba retrasando su camino de vuelta, arrastrando los pies y tomando los caminos más largos para llegar hasta allí.
Desde la gran mayoría de los porches traseros, se elevaban pequeñas columnas de humo, revelando las barbacoas nocturnas que las familias habían organizado. En un punto lejano, percibió los acordes de una guitarra que acompañaba a la tranquilidad de la noche. Alguien se había tomado la molestia de colocar en algunas fachadas y balcones pequeñas macetas con lavanda, amapolas y tulipanes. Durante esos días no había llovido, pero los farolillos de aceite reflejaban su luz sobre las gotas de rocío.
Queriéndolo o no, tarde o temprano, se presentó frente a la puerta de vieja madera, de la cabaña con fachada de color verde desgastado y agrietado.
Sigilosa, entró en casa. Las luces del salón estaban encendidas. Ellie tentó a la suerte.
—¿Joel?
Un completo silencio respondió a su llamada.
Asomó la cabeza por la entrada al salón, que se encontraba en la primera puerta del pasillo, a la izquierda. No había rastro de Joel, aunque parecía que no llevaba mucho tiempo desde que había abandonado la cabaña. La decoración era sencilla y rústica, creaba un ambiente hogareño. Había un sofá, dos butacas y una mesita redonda. En las paredes había colgados una serie de cuadros que mostraban varios escenarios boscosos y en diferentes estaciones del año. Pero lo que más destacaba sobre el resto era la pequeña foto enmarcada sobre la chimenea. Joel y su hija Sarah enseñaban su mejor sonrisa a la cámara.
Ojalá hubiera podido conocer a Sarah, debía de ser una niña muy dulce para hacer sonreír a Joel de esa manera. ¿Cuándo había sido la última vez que lo había visto tan feliz desde que el destino hizo que sus caminos se cruzaran? Sin poder recordar un momento en específico, subió las escaleras que conducían al piso superior.
La habitación de Joel se encontraba al final del pasillo, mientras que la suya estaba junto a las escaleras y el baño. Entró en el aseo y cerró la puerta. Se examinó las heridas del rostro en el espejo. Poco quedaba de la niña que había sido. De no ser por sus ojos verdes, creería estar viendo a otra persona devolviéndole la mirada, observándola con una expresión distante que contenía una latente furia. Estaba manchada de sangre, tanto propia como ajena. Presionó con cuidado sobre el pómulo izquierdo, hinchado y con un leve color morado, haciendo una mueca.
Se levantó el pliegue de la camisa de leñador roja. Los años posteriores a su integración en la comunidad le habían proporcionado horas de trabajo, en las que incluía cuidado de los establos y de los caballos, reparaciones y mantenimiento en la turbinas de la central, así como patrullas y exploraciones alrededor del condado y construcciones de nuevos edificios. Incluso había ayudado a Joel a levantar un pequeño huerto en la parte trasera del jardín. Conforme fue creciendo, el resultado de su persistente ejercicio físico se volvió más visible. Seguía teniendo una complexión delgada, pero sus brazos ahora eran fuertes, su abdomen firme y sus piernas ágiles y sigilosas.
No obstante, eso no significaba que fuera inmune a los golpes y torturas que le deparaban a todo aquel que se adentraba en el mundo exterior: Tenía múltiples moretones y heridas esparcidos por la piel, haciendo un contraste grotesco con sus pecas.
Se desvistió y entró en la ducha. El agua fría y refrescante cayó enseguida sobre su cuerpo magullado. Suspiró de alivio. Cerró los ojos y dejó que el agua le lavara la cara y el pelo. Luego los hombros y la espalda. Apoyó las manos en la pared y bajó la cabeza. Una pequeña parte del dolor parecía diluirse y abandonar su cuerpo. En un momento en que volvió en sí, abrió los ojos y observó, un poco embelesada, cómo el agua de la ducha formaba un charco que se teñía de rojo y tierra sucia.
Unos minutos más tarde ya se encontraba en su habitación, con ropa interior fresca y unos jeans y converse nuevos de su armario. También eligió un top deportivo de color negro para después, aunque no sabía qué camiseta podría ponerse. Una pequeña parte del cabello húmedo lo recogió en un moño y el resto dejó que se secara solo.
En época de verano siempre dejaba la ventana abierta, con las cortinas meciéndose con cada brisa de aire. Muchas veces se había sorprendido observándolas mientras se movían. Le trasmitían paz, como si el mundo se hubiese detenido, guardando silencio. Una vez más encontró consuelo cerca de la ventana. Una ráfaga cálida le acarició el torso desnudo. Sintió escalofríos cuando el viento rozó sus heridas.
Todo había ocurrido muy deprisa.
Desde que llegaron a la presa de Tommy, no había hecho más que conocer a gente nueva, y varias de esas personas les era arrebatada la vida, sin que ella pudiese hacer nada por impedirlo: Algunos niños enfermaban, pero no disponían de los medicamentos necesarios ni del personal especializado para atenderlos; Muchos hombres y mujeres buenos eran asaltados por bandidos, o eran devorados por una manada de infectados.
Se suponía que, después de todo lo que le había pasado, todo lo que había hecho, no podía ser para nada, que ella había nacido para morir por una causa mayor.
Pero Joel tomó la decisión por ella, y no había vuelta atrás.
Las pesadillas no tardaron en aparecer. Al principio eran arbitrarías, una o dos por semana. Luego empeoraron y tenía casi todos los días. Despertaba agitada, temblando bajo las sábanas, cubierta de un sudor frío. En medio de la oscuridad daba igual si cerraba o no los ojos. Volvía a ver sus rostros vacíos de vida: Tess, Sam, Riley… Le decían que seguían esperando su turno para reencontrarse con ella. Podía recordar el sonido de sus arañazos en la puerta, gritando agónicos desde el otro lado. Muchas veces se replanteó no dormir con tal de que los muertos no la atormentaran. En las noches de insomnio, su mayor aliada era su guitarra, con la que componía pequeñas canciones sobre una bestia que deambulaba por sus sueños.
Esa misma mañana había decidido hablar del tema con Joel.
—No es culpa tuya —le dijo él—. Estas cosas —acarició su reloj roto— han pasado desde siempre, los humanos hacemos lo que sea por sobrevivir.
Ellie negó con la cabeza, desesperada por la culpa. Necesitaba que Joel lo comprendiera.
—Toda esa gente seguiría viva. Ya no habría más hambre, más chasqueadores.
—¡Eso no lo sabes! —replicó Joel—. ¿Y si no hubiese servido para nada? Tú habrías muerto y el mundo seguiría igual. Y lo seguirá estándolo.
Fue entonces cuando Ellie estalló.
—¡No tenías derecho! ¡Deberías haberme dejado morir!
Cogió su pistola, se colgó el arco del hombro, recogió un poco de comida en su mochila y salió corriendo. Escuchó la voz de Joel llamándola a gritos, más dolida que enfadada. No volvió la vista atrás.
Atravesó las concurridas calles de la presa. Durante el verano, las actividades laborales y la vida cotidiana comenzaban a primera hora de la mañana, antes del amanecer, para aprovechar los horarios más frescos y descansar durante el tiempo en el que el sol se cernía desde el cielo.
Pasó entre la multitud. Los vecinos se preguntaban extrañados a qué venía tanta prisa. Algunos creyeron que les estaban atacando de nuevo los bandidos o se había avistado un grupo de infectados cerca de la zona.
Salió de los establos montada en su yegua y se adentró en el bosque al galope. Cabalgó en dirección al sur, dejando el curso del río a su izquierda. Hizo que la yegua se alejara lo más rápido posible de allí, hasta que dejara el que consideraba su hogar muy lejos, sin dejar rastro.
Había extraños casos en los que un ciudadano decidía abandonar el condado porque prefería una vida en solitario, o sólo estaba de paso hasta continuar con su camino. Tommy, pese a que rompía el esquema de su comunidad unida, entendía su situación, además de que no podía obligarlos a quedarse.
En el fondo y con el paso del tiempo, Ellie fue comprendiendo ese estilo de vida. Por supuesto, su estancia en Jackson seguía siendo mejor que la de Boston, pero seguían teniendo muros. Cabalgar le devolvía la libertad para aclarar sus ideas y desconectar de sus problemas.
Cuando se distanciaron lo suficiente, aminoró la marcha y fue al paso. A pesar del ruido del agua correr con imparable ímpetu por su cauce, podía oír, o más bien sentir, al animal resoplar con esfuerzos repetidas veces.
Era un ejemplar hermoso, de un color marrón claro y crin bien cepillada. Su velocidad se comparaba con su fidelidad por Ellie, aunque sentía un gran miedo por los disparos, el fuego y los infectados. No podía reprendérselo.
La había bautizado con el nombre de Lluvia. Le contaron que, cuando era poco más que un potrillo, le gustaba revolverse en el barro los días de lluvia. Lavarla después era casi inútil porque, daba igual si la dejaban en su cuadra, ella hallaba el modo de abrir de nuevo la puerta y seguir bajo la lluvia. A Ellie le pareció tan graciosa la anécdota que el nombre estaba decidido.
Le dio unas palmaditas en el musculoso cuello.
—Buena chica.
A mediodía pararon a descansar y comer. Ellie se sentó entre las raíces de un roble, bajo el cobijo de su sombra, mientras Lluvia se dedicaba a pastar cerca de allí. Leyó por enésima vez la carta de Anna. Siempre que no encontraba suficiente consuelo con Joel lo conseguía en el recuerdo de su madre.
La leía muy despacio, tratando de imaginar cómo sería su voz, qué aspecto tendría… ¿Era posible añorar a alguien a quien no se había conocido? Ellie creyó que sí.
—“Busca algo por lo que vivir” —leyó en voz alta—. “Hazme sentirme orgullosa”.
En la última sílaba se le quebró la voz. Detestaba llorar. Debía ser fuerte. Protegería a cuantos pudiera… a cualquier precio. No fallaría a nadie más.
Fue sorprendida por Lluvia, que resopló sobre su cabeza y le besuqueó el pelo. Ellie pasó un brazo por debajo del animal y la abrazó.
—Lo sé, chica.
Una pequeña brisa levantó susurros entre las hojas de los abetos. La vegetación a su alrededor, helechos, trigo y bayas silvestres, formaron bellas olas. En las ramas de los arboles, a los lejos, percibió el sonido de un pájaro carpintero ocupado con su nido. A unos metros vio a una mamá jabalí con sus pequeños, siempre alerta y cerca de ellos. Entre los arboles un joven ciervo llamaba a una posible pareja.
Lluvia rebuscó con su hocico dentro de la mochila de Ellie. El exceso de confianza por parte del animal le arrancó una sonrisa a la chica.
—¿Qué está buscando, señorita mimada?
Ellie sabía la respuesta de antemano. Como pudo recuperó su mochila y sacó dos manzanas. No eran del todo frescas, pero Lluvia no dio señales de exigencia. Cortó una por la mitad con su navaja y ofreció una parte a su yegua. El animal le hincó el diente con un ligero relincho alegre.
—De nada, señorita —rió Ellie.
Reemprendieron la marcha poco después. Continuaron a trote por la senda del río. Unos kilómetros más adelante, se abría hacia un torrente que conectaba con otro afluente. La única opción para cruzar el pequeño cañón había sido un puente, pero ahora sólo quedaban sus restos de hierro, esperando que también se los llevara la corriente.
Se desviaron dirección suroeste tomando un atajo por un desnivel. Cuando llegaron a los límites del territorio de la presa, Ellie tiró de las riendas. El sol indicaba una hora cercana a la tarde, y ella sólo pensaba en continuar. Más allá era terreno desconocido, al menos para ella. Viró la vista hacia atrás, reordenando todo el camino que habían recorrido. Todavía podían explorar un poco más, se dijo, luego regresarían antes del anochecer y hablaría con Joel.
La meseta comenzó a pronunciar su altitud, pero su yegua era capaz de superar cualquier obstáculo que se le interpusiera. Avanzaron a campo través, cruzaron por pequeños arroyos y descubrieron coches abandonados y viejas autopistas tomados por la naturaleza.
Por encima de las copas de los arboles, un graznido, altivo y orgulloso, cruzó por la zona. Ellie miró hacia arriba y contempló, asombrada, un águila surcando los cielos.
Lluvia pareció leer sus pensamientos. Una sensación de vértigo creció en su estómago a medida que la yegua incrementaba la velocidad, levantado hojas caídas y polvo a su paso.
Había perdido la noción del tiempo. Tanto ella como la yegua estaban empapadas en sudor. Habían llegado a una colina. Varios árboles coronaban su cima. A cientos de kilómetros de allí la cordillera seguía extendiéndose. Bajo sus pies se abría paso un valle, y en una zona en particular de la llanura, en medio del bosque, había lo que parecía un edificio abandonado rodeado de toneladas de chatarra.
Otra persona más sensata hubiera dado la vuelta, pero el instinto le decía a Ellie que se acercase, tenía una corazonada. Ató las riendas de Lluvia a las ramas más bajas de un árbol, prometiendo que regresaría pronto y bajó por la ladera.
Se acercó a la montaña de chatarra y descubrió que había entrado en un desguace de coches. El lugar parecía haber estado en activo mucho antes de que se iniciara el brote. La mayoría de los coches se encontraban apilados en columnas oxidados por el tiempo. Pronto fue consciente de que no estaba sola: un grupo de cazadores había levantado un pequeño campamento en el centro de las instalaciones. Todos llevaban ropas andrajosas y sucias, y peor aún, estaban armados. Eran demasiados para que se ocupara una sola persona. Lo mejor hubiera sido dar la vuelta y avisar al condado. Pero algo llamó su atención. Mientras algunos de ellos hacían guardia, otros, cocinando conejo sobre una hoguera, hablaban de los últimos preparativos para atacar “a esos idiotas de la presa”.
El corazón le golpeó con fuerza dentro del pecho. Instintivamente, llevó una mano a la pistola que ocultaba tras la cintura. No tenía muchas balas, sólo la utilizaría en caso de emergencia. También tenía su arco y varias flechas en la mochila, pero ¿sería suficiente? Tras examinar otra vez la posición del grupo, lo más conveniente era ocuparse primero de los vigías y después rodear por los flancos al resto. Odiaba reconocerlo, pero en su situación era casi imposible que saliera con vida si se enfrentaba a ellos.
Estaba a punto de dar la vuelta y salir de allí… cuando sintió la sonrisa fría de una navaja en el cuello.
—Quieta, mierdecilla —gruñó un hombre—, o te echaré de comer a los infectados.
Ellie apretó la mandíbula, pero hizo caso al cazador. Levantó las manos sin hacer movimientos bruscos, y tuvo que dejarse arrastrar hasta el campamento.
—¡Eh, mirad todos! —gritó el hombre con voz triunfante—. Mirad lo que he encontrado fisgoneando entre la basura.
Los demás se aglomeraron a su alrededor soltando maldiciones y risas. El hombre continuó hostigándola y la hizo ponerse de rodillas cuando todos se reunieron cerca de la fogata. En cuanto estuvo imposibilitada le quitaron la pistola, el arco y la mochila. Cruzaron sus brazos detrás de la espalda y le agarraron de los hombros.
Un hombre de mediana edad, que debía ser el líder, se abrió paso entre sus compañeros. Se había dejado barba de varios días y el sol le había quemado la piel. Lo que más destacaba de ese tipo es que era el único que no llevaba ningún arma.
—¿Quién eres? ¿De dónde vienes?
—Que te den —se limitó a decir Ellie.
El hombre no perdió el tiempo. Le dio un puñetazo en la cara. No había utilizado toda su fuerza; era una advertencia.
—Verás, mis chicos y yo hemos sido enviados para espiar una comunidad donde sospechamos que hay una gran cantidad de suministros y comida. Sería de gran utilidad que nos ayudases.
Ellie se había percatado del conejo chamuscado y las botellas de cerveza vacías.
—Creo que ya estáis servidos.
El segundo golpe no tuvo tanta clemencia; El líder sacudió la mano.
—No hay nada en varios kilómetros a la redonda —continuó, caminando a su alrededor—. ¿Eres de la presa?
Ellie no contestó. Siguió su mirada sin pestañear. El hombre captó el mensaje. Hizo un gesto y los que la sujetaban dieron un paso atrás.
Esta vez fue una cadena de golpes continuos en la cara y en las costillas. La cabeza le daba vueltas y llegó un momento en que no pudo mantenerse sobre sus rodillas. El rostro cayó contra el suelo, contraído y crispado por el dolor.
Hubo un murmullo de risas. Los que tenían armas de fuego habían dejado de apuntarle. No representaba una amenaza para ellos. Buscó por el rabillo del ojo dónde se encontraba sus cosas. Además del líder y el tipo de la navaja, había un bandido armado con una palanca de hierro. En un hombro llevaba colgado su arco, y en el otro, su mochila. Un tipo más pequeño, con una gastada gorra amarilla, examinaba su pistola minuciosamente, como si fuera la primera vez en mucho tiempo que no veía una cosa tan limpia y cuidada. Se deshizo de su tablón de madera astillada. A su lado, otro con cara de comadreja, sentado en el capó de un coche, sostenía una escopeta sobre su regazo. El último miembro de la banda era el más callado. Era un grandullón con un bate de béisbol, rematado con púas de hierro en el extremo.
Por suerte, ninguno de ellos había considerado buscar bajo la ropa: Una navaja era más fácil de esconder.
—Podría estar así todo el día —aseguró su captor.
Ellie le fulminó con la mirada. En el mismo tono dijo:
—Yo también.
Al hombre le pareció graciosa la respuesta, o quizá estaba imaginando qué otros métodos de tortura podría utilizar después.
—¿Dónde está tu novio?
Ellie debió haberse mordido la lengua.
—¿Y el tuyo? —Sabía que algunos hombres no consentían que se pusiera en duda su “virilidad”. Esta vez el tipo le puso más ganas y le dio una patada en el estómago.
El líder se acuclilló junto a ella y le obligó a mirarlo directamente a los ojos, agarrándole del cuero cabelludo y levantando su cabeza. Se tragó un gemido, y pudo comprobar, complacida, como el hombre había quedado decepcionado por su reacción. Fue suficiente para actuar: En un rápido movimiento sacó la hoja de su navaja y la hundió en la yugular del cazador, matándolo casi al instante.
Instintivamente los demás que se encontraban cerca retrocedieron, golpeados por el aturdimiento, incapaces de moverse. De haber tardado un segundo más en reaccionar, Ellie hubiera sido acribillada allí mismo. Pero se apartó, con la adrenalina corriéndole por las venas.
El grito de otro asaltante rompió el momento de desconcierto de sus compañeros:
—¡Ha matado a Jason! ¡Acabad con ella!
Los bandidos levantaron de nuevo sus armas, con los cañones apuntando a Ellie. No había tiempo para pensar. En un intento desesperado por salvar la vida, se deslizó tras la carrocería de un coche, antes de que la primera salva de balas silbara, a centímetros de su cabeza.
—¡Vamos! ¡Dispersaos y matadla!
Aquel lugar era como un enorme laberinto. Había varias secciones de pasillos conformados por coches apilados, toneladas de chatarra acumulada y columnas de vehículos colocadas sin sentido.
El edificio que había visto desde la colina resultó ser un taller. Entró y dejó tras de sí la puerta. Presionando con fuerza sobre la superficie, buscó en cada rincón cualquier objeto que le sirviera como arma. El aire en el interior estaba concentrado de moho y gasolina a partes iguales. Había varias estanterías de acero inoxidable cubiertas de polvo, un coche que había visto días mejores y manchas de aceite por el suelo. En el otro extremo de la estancia había una puerta automática del tamaño de un automóvil, pero no creía posible que nadie pudiese entrar por ahí, al menos de forma rápida. Su única oportunidad de salir viva de allí se debía encontrar en el piso superior. Trató de calmar su respiración y aguzó el oído. Pudo escuchar un grupo de pisadas rodeando el edificio. Dejó de perder más tiempo. Subió los escalones de las escaleras que llevaban al primer piso de tres en tres y abrió la puerta que citaba “Sólo personal autorizado” de un empujón. Había llegado a una pequeña oficina o puede que un despacho. Casilleros, papeles, un escritorio… Nada que le ayudase.
Detrás del escritorio había un ventanal. Frotó en círculos con una mano el cristal amarillento y echó un vistazo al exterior. Sólo vio más columnas de coches aplastados y ninguna señal de los asaltantes. Pero estaban allí. La calma antes de la tormenta. Para su fortuna, justo debajo de la ventana había un tejado chapado que, probablemente, rodeaba todo el lateral de la fachada.
Escuchó pasos en la planta baja. ¡¿Cuándo habían entrado?!
—Mira alrededor del coche —oyó decir a uno—. Yo buscaré arriba.
Escudriñó rápidamente por el despacho alguna herramienta para forzar la ventana. Lo único nuevo en lo que no había reparado antes era en una taquilla que se encontraba junto a la puerta. No se lo pensó dos veces.
Sus propios latidos la ensordecían en un espacio tan reducido. Esperó paciente, observando la línea vertical que formaba la puerta entreabierta de la taquilla. Entró el tipo de la palanca de hierro, su sombra se proyectó sobre la puerta desde dónde se escondía. Pero estaba de espaldas. Rápida y sigilosa, salió de la taquilla, le tapó la boca y le apuñaló en el cuello. El hombre gruñó y forcejeó de dolor. Ellie hundió la navaja una vez más, y la palanca se resbaló de entre los dedos del bandido.
—Aquí no hay nada. ¿Has encontrado algo? —dijeron desde abajo. Se apresuró a recuperar su arco, su mochila y también esperaba que el arma del reciente cuerpo le fuera de utilidad—. ¿Me has oído, pedazo de idiota?
Colocó el extremo de la palanca en el marco de la ventana y ejerció fuerza. Unos segundos más tarde pudo abrirla lo suficiente para salir por un pequeño hueco. Calculó cada paso que daba sobre el tejado. Estaba ligeramente inclinado, así que avanzó lo más cercano posible a la pared exterior, amortiguando el ruido de las suelas contra el metal.
Entre el techo y la tierra firme había una separación de unos tres o cuatro metros. Estaba acostumbrada a saltar desde esas alturas, pero no podía delatar su posición sin saber dónde se encontraba el grupo enemigo. Faltó poco para que se resbalara cuando vio cruzar al tipo de la gorra amarilla junto a un autobús escolar. Enfocaba la vista en dirección al taller, puede que a la puerta automática, pero no se movía de ahí. Era cuestión de tiempo que torciera la mirada hacia la esquina del edificio y la descubriera. Cogió su arco, apuntó tensando una flecha y la gorra adquirió un nuevo color.
Los demás no parecían haber percatado otra baja. Unos metros más adelante encontró una vía de escape: La tubería de un desagüe.
Tal como sospechaba, el compañero que había entrado con el tipo de la palanca no tardó en dar la voz de alarma:
—¡Mierda, joder! —sus gritos salieron por la ventana. Ellie no se detuvo. Se apresuró a bajar aferrada al desagüe—. Se lo ha cargado. ¡Esa cría ha matado también a Dick!
A unos metros del suelo se soltó y agazapó en el coche más próximo. Oyó gritos en la distancia, soltando maldiciones y órdenes. Los que quedaban vivos empezaban a impacientarse, clamando venganza con el pago de su sangre.
El autobús no estaba lejos, tan sólo había una separación de unos quince pasos. Reptó bajo los coches y comenzó a avanzar. Cuánto más se acercaba para recuperar su pistola, más se ensuciaba la ropa de grasa y polvo. Tampoco era algo que le importara.
Luego encontró un surco de sangre, estaba cerca. La que se había convertido en el arma favorita del bandido de la gorra amarilla la esperaba al lado de su cuerpo inerte. La urgencia hizo que Ellie extendiera el brazo para alcanzarla. Pero alguien la alejó de una patada y un brazo con una vertiginosa fuerza la sacó de su escondite.
—¡Está aquí! ¡Está…!
Ellie le calló de un puñetazo. Agarró con las dos manos la muñeca del hombre, apretando los dientes, impidiendo que el arma blanca se acercara más a su rostro. La hoja de la navaja tembló a escasos milímetros de sus ojos. Se negó a desistir: Le dio un rodillazo en el estómago. El bandido retrocedió soltando un quejido. Tanteó a su alrededor, cogió un objeto de superficie delgada y fría, y le dio de lleno en la sien. La botella se rompió al instante en su cara y cayó de bruces. No creía que estuviese muerto, pero no tenía tiempo para averiguarlo.
—¡Hija de…!
Escuchó más pasos detrás de ella y el chasquido de una escopeta al recargar. La situación se le estaba complicando. Recogió su arma y se puso a cubierto tras el parachoques delantero del bus. El espejo retrovisor estalló en mil pedazos. El bandido soltó una risita.
—¡Así es cómo quedará tu cara! —gritó el cara de comadreja.
Ellie revisó cuántas balas le quedaban; Ese idiota de la gorra había gastado más de la mitad del cargador durante el tiroteo. Tendría que improvisar con lo que tenía. Recargó el arma y se escabulló por el otro lado del vehículo. Un ataque directo resultaría inútil, debía abatirlo de otra manera.
Saltó por encima de un todoterreno. Oculta, estudió las opciones que podía tomar el bandido mientras la buscaba. Había llegado a una encrucijada donde se conectaba dos pasillos en paralelo. Al parecer, no era tan idiota como había creído en un principio: Si decidía atacar ahora la vería acercarse en las cuatro direcciones.
Ni siquiera había pensando en utilizar el arco. No tenía ángulo para una buena trayectoria, arriesgándose a fallar y desperdiciar su elemento sorpresa. Sabía lo que era más indicado. De nuevo bajo los coches, se arrastró moviéndose en dirección a su objetivo, presionando ligeramente el dedo índice en el gatillo.
—¿Dónde te has metido? —se burló el hombre—. ¡En cuanto te vea te volaré la cabeza!
Ellie se deslizó hasta la cintura fuera del coche, apuntando desde abajo. Vació el resto del cargador en el pecho del hombre: dos en el abdomen y otro en el torso. Cayó en su propio charco de sangre y convulsionó hasta que dejó de moverse.
Ellie se puso de pie y guardó la pistola. Miró el cadáver, pensativa. Había demasiada tranquilidad para su gusto. Según recordaba, había seis hombres en el campamento y había matado a cinco.
¿Y dónde demonios se había metido el grandullón del…?
¡CRACK!
En el último momento pudo esquivar el golpe dirigido a su cabeza; la puerta de un viejo coche no tuvo tanta suerte. El tipo recuperó rápidamente la compostura, revelando una enorme abolladura de metal y los restos del cristal de la ventana esparcidos por el suelo.
El hombre ladró:
—¿Matas a mis amigos y pretendes salir viva de aquí? ¡¿Cómo te atreves?!
No le dio cuartada para atacar. Era superior en peso corporal y utilizaría esa ventaja para desgastarla o matarla en cuanto tuviera una oportunidad.
Ellie se vio obligada a retroceder ante la montaña de carne, la palanca de hierro preparada para lo que se avecinaba: El bate fue en dirección a su costado, con un rápido brinco hacia atrás lo volvió a esquivar. Pero el bandido, a pesar de su tamaño, también era ágil en sus movimientos. Empuñó su arma con los brazos en alto y, cegado por la ira, los bajó hacia Ellie. Había leído sus intenciones ante un esquive repentino y tuvo tiempo suficiente para plantar con fuerza los pies en el suelo y tensar los brazos con la palanca de hierro.
El impacto del golpe se extendió por todo su cuerpo, casi haciéndola desfallecer de dolor. Bloqueó dos ataques más y al tercero su vista se nubló.
Los dedos del gorila, despiadados, se cerraron en torno a su cuello y la lanzó por los aires. La caída de unos cuantos metros la dejó sin aliento. La palanca se había deslizado por el suelo, lejos de su alcance. El grandullón cargó contra ella, bate en lo alto, listo para dar el golpe definitivo.
Ellie, todavía en el suelo, retrocedió flexionando las piernas y palpó en busca de su arco. Levantó un brazo para coger una flecha de su mochila y tensó la cuerda, obligándose a ignorar sus músculos agarrotados y enfocar su visión. El primer proyectil acertó en su pecho y lo hizo parar en seco, interrumpiendo su grito de guerra. La segunda y última flecha le dio directo en el corazón. La sangre se extendió por su sucia camisa, tornó los ojos y antes de caer al suelo ya estaba muerto.
Jadeando, Ellie apoyó la espalda en la rueda de un coche. Había llegado a su límite. Su aliento se entrecortaba al respirar, sus manos rígidas temblaban, la sangre caía tortuosamente de su rostro. Podría permitirse un minuto de descanso. No obstante, la presencia de alguien acercándose le puso de nuevo en alerta. Perpleja, observó al bandido que la había descubierto entrar en el depósito de vehículos. Se acercaba penosamente a ella, cojeando y con una fea herida al lado de la cara.
—Nosotros estamos acabados, pero ¿y tú? El resto de nuestro grupo nos encontrará y nos vengará. O puede que también los mates a todos. Pero siempre habrá alguien que consiga llegar hasta ti. Conocerá a los que te importan y los torturará hasta la muerte. —Enseñó una hilera de dientes ensangrentados—.  Todo será culpa tuya.
Lo que pasó a continuación ni siquiera ella podría explicarlo después. Surgió de su garganta un grito gutural, más propio de un animal que de un ser humano, y se abalanzó sobre el hombre, que lo derribó contra el suelo y lo contuvo bajo su cuerpo. El desgraciado no tuvo tiempo de reaccionar más que de asombro antes de que comenzaran los golpes. Ellie tornó los nudillos en blanco y bajó los puños directos a su cara. Una, otra, y otra, y otra vez, hasta que todo se tiñó de rojo y comenzó a doler demasiado.
Se dejó caer a un lado. Un cielo despejado y de un azul intenso la rodeó por completo. Sus abrumados pulmones buscaron aire, hambrientos de oxigeno. Recordó que todavía no estaba fuera de peligro y se obligó a levantarse. Clavó las uñas en la tierra y con un terrible esfuerzo se irguió. Salió del cementerio de coches, ahora siendo también el de aquel grupo de bandidos.
No se molestó en inspeccionar los cadáveres en busca de suministros y munición. El furor del enfrentamiento poco a poco estaba abandonando su cuerpo, y si no actuaba rápido, pronto su instinto de supervivencia recaería sobre ella, la agotaría por completo, y correría el riesgo de caer desmallada, o peor aún, no tener fuerzas suficientes si debía enfrentarse con criaturas más peligrosas que asaltantes y asesinos.
Trastabillando y encorvada, reunió las energías que le quedaban en subir por la colina. La pendiente era más pronunciada, y la mochila, más pesada de lo que recordaba. Se guardó los improperios para ella.
Lluvia continuaba esperándola entre los árboles de la cima. Al verla, el animal comenzó a actuar nervioso, como si fuera un desconocido que escondía malas intenciones. Al intentar acercar una mano para tranquilizarla, la yegua captó el olor a hierro y muerte, y corcoveó y luchó con sus riendas en medio de relinchos asustadizos.
A Ellie se le encogió el corazón. Su aspecto de debía de ser terrible para que su yegua no la reconociera. Tal vez esa fue la misma sensación que sufrió el último cazador antes de que arremetiera contra él. No quería pensar más en aquello.
Se le acababa el tiempo. El sol no tardaría en ocultarse tras las montañas. El cielo comenzaba a tornarse de un color anaranjado.
—Hey, pequeña —dijo con un hilo de voz—. Soy yo. Ellie—. La yegua la observó con precaución; al menos, había llamado su atención—. Shh, shh. Ya está, tranquila —susurró con suavidad. Al verla más dispuesta, Ellie volvió a tender una mano y el animal se dejó acariciar el hocico. Su expresión se relajó—. ¿Estás mejor? Escucha. Tenemos que volver, ¿de acuerdo? Tenemos que volver… a casa.
Le dio un beso entre los ojos y subió en su montura, con la esperanza de poder aguantar todo el camino de vuelta sin perder el conocimiento. Se concentró en recordar la primera vez que entró en el condado de Jackson, el viento frío en la estación de otoño, la risa de los niños al jugar en la nieve, el pacífico sonido de una fogata, las clases de guitarra con Joel, el hermoso rostro de Dina… Por todo ello resistiría un poco más. Sólo un poco más.
Y lo demás era historia. Apoyada en la ventana de su habitación, seguía preguntándose cómo todavía continuaba en pie. No le tenía miedo al dolor, al menos, el físico. Pero a veces se tomaba un tiempo antes de empezar a curar sus heridas: Resistiría todo hasta poner el último vendaje, sin gritar o gruñir. Con un poco de suerte dormiría toda la noche por el cansancio, pese al dolor sordo que le acompañaría los días posteriores. Después todo volvería a la normalidad. No podía permitir que Joel empezara a hacer preguntas, o Tommy, o… ella…
No sabía cuál era su relación actual con Dina. Se conocieron poco después de instalarse en Jackson y desde entonces eran muy buenas amigas.
Pasó varios años hasta que se diera cuenta de lo que sentía por Dina. Durante un tiempo se negó a creerlo. Pocas personas se habían acercado tanto a su corazón. Riley había sido una de ellas. Tras su muerte fue levantando una barrera, que creyó impenetrable, hasta que llegó Dina, y comenzó a ver grietas en el muro que había creado. Cuando por fin aceptó lo que ocurría, estaba muy emocionada, y también asustada, pero algún día reuniría el valor para decírselo a su mejor amiga.
Todas sus esperanzas se hicieron añicos cuando oficialmente comenzó a salir con Jesse, otro de sus amigos y con el que Ellie solía coincidir en la mayoría de sus días de patrulla. En el fondo, había visto el golpe de la verdad cernirse sobre ella: No podía ignorar la sonrisa de Dina al cruzar una mirada con Jesse, no podía ignorar el interés de Dina en querer conocer más sobre el chico, no podía ignorar que Dina hablaba siempre sobre él…
Y, sin embargo, por mucho que le doliese, Ellie no tenía derecho a interferir entre ellos. Seguiría siendo su amiga y apreciaría todos los momentos que seguirían compartiendo. Transcurrieron los meses posteriores y el dolor fue mermando en su interior, en un asfixiante silencio, cuando Dina en persona le contó que había terminado con Jesse. No dio más detalles, y Ellie casi se sintió egoísta.
Pero la voz de la razón le recordaba que seguía siendo su mejor amiga. Y además, ¿cómo podría tener alguna oportunidad con alguien como Dina? Sólo era… una chica…
No fue hasta el baile de hacía unas semanas que todas sus expectativas cambiaron. Se había organizado una fiesta en la vieja iglesia del condado. Ellie, a petición de su amiga, acudió a regañadientes. Se dedicó a observar desde la barra cómo todos disfrutaban de la velada, sin preocupaciones, sonriendo. Luego vio a Dina, la llevó a la pista de baile. Y luego… Luego…
Había imaginado muchas veces cómo sería besar a Dina, en una infinidad de escenarios y circunstancias posibles. Compartir un beso con ella fue mucho mejor que en cualquiera de sus sueños, tanto que, creyó que todavía no había despertado. Y cuando le devolvió la sonrisa, en su mente pronunció el juramento de protegerla hasta su último aliento si fuera necesario.
Y eso fue lo que hizo.
Sangrándole el corazón, se apartó de sus brazos y se marchó. Lejos del ruido, de la gente y de Dina.
Lo que más le dolía recordar era su expresión, a medio camino entre el desengaño y la aflicción. Pero era firme en su decisión. No podía permitir que se repitiera de nuevo. Otra vez no. Dina no se convertiría en una de esas cosas. Ella no.
Después de esa noche, hizo todo lo posible por no encontrarse con Dina, y cuando no tenía más opción, intercambiaba un par de palabras con ella, sin mirarla a la cara, y se escabullía rápidamente. Estaba haciendo lo correcto… ¿verdad?
Sacudió los pensamientos de su mente. Bastante suplicio había tenido por un día.
Sacó el botiquín que guardaba bajo la cama. Se sentó lentamente junto al escritorio y empezó a sacar lo que necesitaba para limpiar y desinfectar cortes. Luego un rollo de vendas estériles y tijeras. Dispuesto todo, levantó la mirada frente al espejo para estudiar de nuevo sus magulladuras… pero lo que vio le heló la sangre.
Al principio no la había visto. Creía que eran imaginaciones suyas, un montón de ropa en un rincón le estaría jugando una mala pasada. Pero allí estaba ella, mirando fijamente sus ojos en el reflejo y después desviando la vista a su cuerpo, con el rostro pálido.
“No, no, no” pensó Ellie, histérica. “Todos menos ella. ¡Cualquiera menos ella!” Sintió ganas de gritar y salir corriendo de allí, perderse en el bosque y que no la volvieran a ver jamás.
Rápida como el destello de una bala, haciendo caso omiso del dolor repentino de su cuerpo, agarró la camisa que había llevado puesta, o lo que quedaba de ella, para cubrirse el pecho.
—¿Qué…? ¿Qué haces aquí? —balbuceó. Las palabras se le atragantaron en la garganta—. ¿Cómo has entrado?
Dina pareció volver en sí. Se aclaró la voz, fijando la vista en algún punto del suelo. Esa noche vestía una camisa de tirantes blanca, con unos jeans cortos y unas sandalias. El pelo oscuro lo tenía recogido en su habitual moño, salvo por dos mechones ondulantes, uno a cada lado de los oídos.
 Dina levantó lo que parecía un libro que llevaba consigo.
—Venía a devolverte esto, tu cómic de Savage Starlight —respondió—; He llamado a la puerta, pero nadie respondía. No estaba cerrada con llave, así que he entrado un momento.
Malditos fueran Dina, la doctora Daniela Star y Joel.
Pero sobretodo se culpaba a sí misma. Se echó el pelo hacia atrás, dando vueltas de un lado a otro por la habitación. Tenía que ser una pesadilla.
—¿Por qué has venido ahora? Podrías haber esperado hasta mañana.
—Sé lo de tu pelea con Joel y he venido a verte en cuanto he sabido que habías vuelto. Quería saber cómo estabas.
—Estoy bien —contestó tajante.
Dina frunció el ceño.
—¿A eso lo llamas estar bien? —señaló con la barbilla, desafiante, aparentemente recuperada de la conmoción inicial. Dina odiaba que la mintieran, más aún cuando la verdad estaba frente a ella y los demás no se dignaban a reconocerlo. —Ellie —replicó, acentuando una ceja. Dijo muy despacio—: No estás bien.
Dada la situación, Dina fue capaz de comprender que necesitaba adoptar un temple más tranquilo.
Ella dio un paso.
—Déjame verte.
Ellie retrocedió otro.
—¡No! —dijo. Los nervios la empezaron a agobiar. Hizo un gran esfuerzo por hablar con calma—. No… no es nada, en serio. Tan solo unos rasguños.
—¿Unos rasguños? —contestó Dina, casi ofendida—. He visto muchas heridas a lo largo de mi vida y sé que esos no son “unos rasguños”, Ellie; No me iré hasta que sepa que estás bien.
El peso de su mirada era difícil de mantener para Ellie. Ella era más alta, pero en ese momento se sentía tan, tan pequeña. No quería que la viera en un estado tan vulnerable…, o que creyera que era… un monstruo. Se decía que las bestias en sus momentos más difíciles resultaban más peligrosas.
Bajó los hombros, derrotada. No podía negarse. Se dejó caer en la silla. Dina interpretó que podía acercarse. Se sentó en el borde de la cama y, tomando un algodón con alcohol, levantó la barbilla de Ellie hacia la luz de la lámpara. Dina observó su moretón, despectiva.
—Estás hecha una mierda —murmuró. Acercó el algodón con cuidado a su pómulo y palpó la zona hinchada. El aire se concentró por un momento de olor a alcohol. Ambas arrugaron la nariz.
Dina estaba demasiado cerca para la salud mental de Ellie. La miró como si fuera la primera vez que la estuviese viendo, y al mismo tiempo, como si no lo hubiera hecho en años. En otras circunstancias, se hubiera dicho que le parecía hermosa. Si Dina percibió en algún momento la mirada de Ellie sobre ella, no dio indicios de notarlo.
—Las manos —indicó su enfermera provisional.
Ellie rezó porque las manos no le temblaran tanto. Extendió una mientras la otra seguía sosteniendo la camisa sobre el pecho. Tenía los nudillos en carne viva, saciados de la sangre de ese último capullo. Dina negó con la cabeza y continuó con su labor.
Debía admitir que Dina tenía una gran habilidad para curar heridas. Las examinaba con detenimiento, fruncía el ceño y no abría la boca hasta quedar satisfecha con su trabajo. Tenía las manos tan suaves como recordaba, a diferencia de las suyas, que eran callosas; Le enseñó la otra cuando se lo pidió.
—El otro —Dina hizo una excepción y rompió el silencio cuando atendía los nudillos restantes—, ¿cómo ha quedado?
Ellie no se lo había preguntado en ningún momento. Tal vez estaría inconsciente un par de horas o quizá estuviese muerto.
—No lo sé —admitió—, pero di más de lo que recibí. —Un segundo después de decirlo sabía que había cometido un error.
—Qué bien. —Dina presionó más fuerte de lo debido en los últimos dedos—. Debes de estar muy orgullosa.
Ellie se forzó a no apartar la mano, como si acabara de tocar una sartén hirviendo. Casi juró haber visto una leve expresión de arrepentimiento en los ojos de Dina. Ellie la distinguía como sinónimo de diversión, risas y bromas, y conocer esa faceta seria y preocupada de Dina fue desconcertante para ella.
—La espalda.
—¿Qué?
—Ya me has oído. Vamos a curar ese desastre.
—Dina…
—No lo volveré a repetir, Willians.
Ellie se encaró con Dina. Sus rostros estaban a centímetros de distancia. Tuvo que reunir toda la fuerza de voluntad para no desatar la furia que contenían sus ojos, de lo contrario… Los ojos oscuros de Dina era difíciles de descifrar. Se mantenían firmes sobre los de ella, pero quién sabía qué había tras esa osadía. Puede que en el fondo la estuviese asustando.
Soltó un largo suspiro, todavía los dedos estaban entre los suyos. Lentamente, sintiendo palpitar sus músculos con cada movimiento, se dio la vuelta y le mostró a Dina su espalda.
La chica detrás de ella sofocó una exclamación.
A la luz de la lámpara del escritorio pudo percibir sus recientes heridas. A juzgar por el dolor, debía de tener un horrendo moretón en la zona de la derecha, bajo la axila, y unos cuantos cortes extendidos por el trapecio y la dorsal. También, para temor de Ellie y asombro de Dina, la fuente de luz hacía destacar las líneas y marcas tenues de antiguas cicatrices. Se movió incómoda; Dina era la primera persona que las veía: Tenía una herida de flecha en el hombro derecho. Tuvo suerte de que el proyectil entró limpiamente, sin perforar el hueso o una arteria; varios arañazos ferrosos de infectados y dentelladas de perros salvajes habían grabado su costado.
Lo que nunca reconocería, sin embargo, era que el dolor despertaba con frecuencia bajo las cicatrices, como si las heridas se hubieran abierto de nuevo.
Dina las delineó una a una con el dedo índice, sembrando caricias en cada poro. Pese a su naturaleza curiosa, no preguntó por el motivo de cada herida. De todos modos, Ellie era incapaz de hablar ahora. Le había dejado la garganta seca.
Su amiga mojó un paño en alcohol y lo acercó a su piel, pero retrocedió en el último momento. Percibió que le temblaban las manos.
Ellie lo entendía demasiado bien. Existía una gran diferencia entre curarse a sí mismo y a un ser querido. Los recuerdos la llevaron a aquel frío invierno que tuvo que tratar la horrible herida de Joel, cuidarlo, y, cuando no lo hacía, cazaba por su cuenta para ambos. Ya había pasado mucho tiempo desde aquella experiencia, pero a cambio la hizo madurar aún más para su edad.
Dina la devolvió al presente. En su reflejo vio que trataba de relajarse. Contó una, dos veces que respiraba profundamente. Cuando abrió los ojos, brillaron de determinación. Ellie sintió una oleada de orgullo crecer en su interior.
—Quizá te escueza un poco —advirtió Dina.
Ellie no dijo nada. Se aferró a la espaldera de la silla y dejó que Dina hiciera su trabajo. En varias ocasiones apretó la mandíbula y se arañó las palmas de las manos al formar un puño. Pero no siseó y evitó en la medida de lo posible mantener el cuerpo tenso. Lo último que querría era hacerle creer a Dina que no lo estaba haciendo bien.
Después de limpiar y desinfectar, Dina usó el vendaje estéril para cubrir los cortes y heridas más severos. Al cabo de unos minutos había terminado de tratar a Ellie. Con la petición de Dina cumplida, daría el visto bueno a sus heridas y se iría a casa, no tendría que darle más explicaciones. Volverían a distanciarse con tal de protegerla.
No podía estar más equivocada.
Ellie dio un respingo cuando las cálidas manos de Dina rodearon su cintura. Cerró los ojos. Contuvo el aliento, trató de ordenar sus pensamientos. Mas Dina hundió el puente de la nariz en su espalda, donde había recibido tantos golpes y maltratos, pero nunca un beso, hasta ahora. Fue breve y concisa besando una a una cada cicatriz expuesta. Y Ellie no encontraba el modo de decirle que parara. ¿Era eso lo que realmente deseaba?
—A veces siento como si no te conociera en absoluto —susurró Dina, como en un estado de trance—, como si fueras todo un misterio para mí.
Ellie soltó todo el aire contenido, exasperada.
—Tú no lo entiendes —contestó ella—. Ese hombre hablaba de encontraros. Luego os torturaría y os mataría. ¡Y yo lo vería todo, sin poder hacer nada!
—Y tú olvidas que tengo muy buena puntería.
Tenía razón. Un rifle en manos de Dina era un arma temible. Era capaz de disparar a cualquier enemigo y corregir la trayectoria de la próxima bala, sin importar la distancia, la fuerza del viento o la humedad del aire: La peor pesadilla hecha realidad para los supervivientes más desesperados y los infectados más peligrosos.
Pero Ellie no dio un brazo a torcer. No estaba dispuesta a arriesgarse. Un error. Un solo error y lo volvería a perder todo.
Ya no podía ocultar su temblor. La culpa, la impotencia, el odio… Volvían a cobrar vida dentro de ella, presionando su pecho, amenazando con ahogar por completo su mente.
Desconocía si Dina podría tener alguna idea de qué estaba ocurriendo en su interior, pero la abrazó con fuerza y afecto. Se había convertido en su salvavidas.
—Actúas como si la supervivencia de la humanidad recayera sobre tus hombros.
Un poco más relajada, Ellie deslizó una mano por los helechos de su tatuaje, de tinta negra y brillante, hasta posarla en la pequeña polilla. Allí dónde ocultaba su cicatriz más profunda.
“Si tú supieras…” se dijo con pesar.
Le debía una explicación a Dina, pero era difícil incluso para ella saber exactamente qué le estaba ocurriendo. Levantó la vista y allí estaba de nuevo. Un alma atormentada, que no decía lo que tendría que decir, que no amaba a quien tendría que amar y que no moría cuando tendría que morir.
—Estas semanas he tenido un sueño recurrente —comenzó a decir—. Sueño con un lobo, o que yo soy el lobo… No estoy segura. Voy por el bosque, buscando algo. No sé qué es. Y cada vez voy más deprisa, corro entre los arboles… —calló un instante. Dina se había quedado muy quieta—, hasta que encuentro a un hombre con un rifle. Él también me estaba esperando. Me abalanzo sobre él y… se oye un disparo, por encima de los alaridos del hombre y los míos.
Sus palabras quedaron flotando en el aire. Ellie observó cada movimiento de Dina, dejando que se acercara más a su cuerpo. Encontró un lugar cómodo e íntimo tras el oído de Ellie. Su aliento le produjo cosquillas cuando habló.
—¿Crees que eres la única que tiene miedo de acabar sola? ¿Cómo crees que se sentiría Joel? ¿Cómo crees que… yo me sentiría si te perdiera?
En contadas ocasiones había presenciado inquietud en Dina. Una de las cosas que más le gustaba de ella era su valentía. Era capaz de levantar la moral de un grupo de expedición perdido en una tormenta de nieve u organizar a todo un equipo en medio de una emboscada.
Tomaba la responsabilidad en los momentos más agobiantes. Ya pasado el peligro, estando apartadas a un lado o encontrándose a solas, le reconocía que nunca había dejado de tener miedo, pero era lo que tenía que hacer.
Pero Ellie nunca hubiera estado preparada para lo que Dina le confesó esa noche, la desmoronó por completo:
—A mí también me aterras, Ellie —le susurró—. Me aterra lo que te pueda pasar.
Ojalá hubiera encontrado una respuesta ante las palabras de Dina. ¿Qué se suponía que tenía que decir? ¿Cómo se suponía que se podía luchar contra un golpe tan demoledor como el miedo impreso en la chica que amaba? Estaba cansada. Cansada de reprimir lo que sentía.
Dina retrocedió para levantarse, y se sintió vacía. La desgarró por dentro.
—Te dejo un rato a solas. Nos vemos por la mañana. —Ya estaba en el marco de la puerta. Algo en el tono de su voz, parecido a la tristeza, la hizo reaccionar.
“Busca algo por lo que vivir”.
—Dina —la llamó.
Antes de que fuera consciente de lo que hacía, se dirigió hacia ella, sin vergüenza porque le viera el torso desnudo, y, con suma delicadeza, le rodeó la cintura, acarició su mejilla y la besó.
Había tomado a Dina por sorpresa, pero reaccionó rápido y la correspondió. Al principio fue un beso tímido. Ellie apoyó las manos alrededor de la cintura de Dina, y ella rodeó con sus brazos los hombros más anchos. Cuando rompieron el primer beso, entreabrieron los ojos, con las frentes pegadas y la nariz una al lado de la otra. Ambas esperaban la aprobación de la otra para continuar. Con un acuerdo mudo, retomaron el beso. Esta vez Dina dirigió el ritmo, sus manos se hundieron en el cabello castaño rojizo, y Ellie, siguiendo a su compañera, subió lentamente las manos, acariciando su espalda y acercando más sus cuerpos. Dina le regaló un suspiro de placer sobre sus labios. Fue entonces cuando las lenguas se encontraron, queriendo rememorar su tacto en una dulce danza.
Ellie olvidó todo lo que no tenía que ver con Dina. En algún momento el dolor de sus músculos había mitigado y sus cicatrices aliviado. El peso de responsabilidad que cargaba en sus hombros se volvió más ligero; La había colmado de paz. Notó bajo la piel las notas de la guitarra que interpretaba la canción “Ecstasy” de Crooked Still, que la hicieron flotar, y con Dina entre sus brazos, creyó que volaba. Era… feliz.
Sus mejillas se humedecieron repentinamente. Dina paró en seco, con una expresión de preocupación.
—Ellie, ¿qué te ocurre? —tomó sus mejillas.
Y luego advirtió que estaba volviendo a llorar. Ellie se apresuró a apartarse las lágrimas. Un nudo en la garganta le estaba impidiendo hablar con claridad.
—Estas últimas semanas me he comportado como una idiota contigo… y ahora estás aquí… y estamos tú y yo…
—No, no, Ellie —le acarició con el pulgar las pecas del rostro—, eso ya no importa. —Calló un instante, sus ojos se abrieron de par en par—. ¿Cuánto tiempo has estado conteniéndote?
—… Demasiado.
—Eso es cruel incluso para ti. Sólo… suéltalo.
Ellie fue consciente en ese momento de que era lo que más había necesitado escuchar. Simplemente se dejó llevar. La abrazó con fuerza, creyendo que si la dejaba marchar la perdería para siempre. Sin embargo, Dina no se apartó. Su rostro se refugió en el hueco de su cuello. Dina dejó que sacara todo lo que tenía dentro, esperando paciente hasta que se tranquilizara. Le acariciaba el pelo y le susurraba al oído palabras cálidas, reconfortantes. Poco después su pecho dejó de temblar y su llanto cesó.
Su amiga le preguntó si se encontraba mejor. Ella asintió y se sorbió la nariz. Dina le apartó las últimas lágrimas y besó su mejilla, justo en su moretón.
—Ahora vamos a buscarte ropa nueva.
Dina buscó en su armario algo digno de su criterio. Algunas perchas pasaban indiferentes ante ella y otras le parecían más interesantes. Que Ellie tuviera buen aspecto se lo había tomado como un tema personal. Dina nunca dejaría de sorprenderla.
—La ropa rasgada y manchada de sangre pasó de moda hace mucho tiempo —comentó acercándose de nuevo a ella—. Esto te quedará mucho mejor.
La chica se había decantado por una camiseta blanca de manga corta, que se ceñía a su cuerpo, bajo una camisa tejana con las mangas deshechas intencionalmente. Ellie no pudo evitar una leve sonrisa, era uno de sus estilos favoritos.
Su amiga dio vueltas a su alrededor mientras se volvía a vestir. Pensativa, se acarició la barbilla.
—¿Qué te parece? —Ellie extendió los brazos frente a ella.
—Hmm… Todavía le falta algo…
Después de un momento de reflexión, Dina dijo:
—Bueno, puede que no esté siempre para ayudarte si sales herida, así que…
Se quitó la pulsera de Hamsa alrededor de la muñeca y se la ofreció a Ellie. Ella era escéptica a todas las religiones y clases de creencias, pero conocía muy bien el significado de esa mano plateada con un ojo azul. Había perdido la cuenta de las veces que Dina le había contado la procedencia de sus antepasados, pero nunca olvidaría la emoción de su voz al relatarlo.
—Un símbolo de protección —recordó Ellie—. Pero… Dina, es muy importante para ti. ¿Seguro que quieres dármela?
Dina esbozó otra sonrisa.
—¡Claro que sí! Así donde quiera que vayas tendrás un pedacito de mí. No será un arma muy intimidante, pero cada vez que la veas recordarás a dónde debes regresar.
Nunca encontraría palabras suficientes para agradecer todo lo que había hecho Dina por ella. Le apartó un mechón de pelo detrás del oído.
—Te quiero —le susurró.
La chica echó la cabeza atrás para soltar una carcajada. Esa era la Dina que conocía. Escucharla reír era una sensación agradable.
—¿De qué estás hablando? —dijo—. Todo el mundo me quiere.
Ellie camufló su repentina timidez contagiándose de la risa de Dina, aunque de una manera más discreta.
—Sabes… a lo que me refiero…
—Sí, lobo. Creo que sí…
Se inclinó para besarla. Fue un beso más corto que el anterior, y sin embargo, era igual de sincero. Dina se separó un poco, sólo lo suficiente para mirarla a los ojos. Su expresión se había vuelto seria.
—Solo prométeme una cosa, Ellie: Haz las paces con Joel. Él es casi como un padre para ti. Eres lo único que le queda.
Ellie observó esos ojos suplicantes que tanto la habían enamorado.
—Lo prometo —dijo. Y en silencio, también prometió que, llegado el momento adecuado, le contaría a Dina toda la verdad.
De repente, la puerta principal se abrió con estrépito; La guitarra tocó unos últimos acordes y sus pies volvieron a tocar tierra.
—¿Ellie? —se oyó la voz de Joel, urgente.
Todavía entre sus brazos, Dina miró por encima del hombro.
—Aquí, Joel —contestó en voz alta.
—¿Dina? —La voz de Joel llegaba amortiguada a sus oídos cada vez que hablaba—. ¿Ellie está bien?
Ambas cruzaron una mirada. Tontamente, Ellie se encogió de hombros.
—Sí, Joel —respondió Dina con cierta ironía—. Ellie está bien.
Hubo un momento de silencio.
—Dios… —suspiró Joel.
Antes de marcharse, Dina le recordó cómo debía tratar sus heridas si quería evitar que se infectasen, tomó prestado el próximo capítulo que le correspondía, Savage Starlight: Elemento extraño, e instándole con la mirada (“Sabes lo que tienes que hacer”), se despidió de Ellie.
Se quedó viéndola cruzar la puerta y bajar las escaleras. Sólo cuando perdió a Dina de vista permitió que sus rodillas flaquearan. Tuvo que apoyarse en la pared para no perder el equilibrio. Sus labios aún cosquilleaban.
—Hola, Joel —saludó Dina jovial desde la entrada.
—Hola, Dina—. Ellie advirtió que quería mostrarse educado, pero seguía habiendo tensión en su voz—. ¿De verdad que Ellie está bien?
—Ha estado en peores situaciones, te lo seguro. Oh, y me ha dicho que quería hablar contigo. —Alzó la voz y gritó—: ¿Verdad que sí, Ellie?
La idea de volver corriendo al bosque y enfrentarse a una horda de infectados ahora no le parecía tan descabellada. Dina no esperó que respondiese.
—Buenas noches, Joel.
—Buenas noches, Dina. Y gracias por hablar con Ellie.
Escuchó unas sandalias alejándose y luego la puerta cerrarse con un chirrido. El silencio volvió a reinar en la cabaña. Se había pactado una tregua entre ellos. En las ocasiones que discutían, se tomaban un tiempo cada uno, hasta decidir cuando finalmente querían hablar las cosas. Era como una muestra de respeto para demostrar que tenían interés por arreglar sus problemas.
Entonces Joel comenzó a subir las escaleras. A medida que se acercaban sus densos pasos, más rápido latía su corazón. ¿Cuál sería su primera impresión al verla? ¿Estaría enfadado? Sea cual fuera la respuesta, estaba dispuesta a enfrentarse cara a cara con Joel, enterraría sus nervios en el fondo de su estómago.
Una sombra se proyectó en la puerta de su habitación, y tras ella, apareció Joel, con su vieja camisa verde de cuadros y unos vaqueros gastados, a juego con sus zapatos de montar marrones. Sus labios, bajo una barba cada día un poco más canosa, no mostraba ninguna emoción, pero al cruzar una mirada con Ellie, las arrugas de su rostro se relajaron, sólo un instante antes de que advirtiera su moretón en la mejilla y se acercara a ella, preocupado. Ellie no supo articular palabra para protestar y mucho menos alejarse de su toque.
—Oh, pequeña… —Acunó su rostro con las manos. Ellie siempre se maravilló de lo cariñoso y protector que podía llegar a ser Joel, para un hombre tan grande y curtido. Supuso que esas eran unas de las cualidades que significaba ser padre—. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo te has hecho esto? Y… tus nudillos están…
Ellie respiró hondo, y se lo contó todo. Desde su recorrido a caballo, hasta su descubrimiento del desguace. Describió lo que planeaban los asaltantes y cómo había acabado con ellos uno por uno. No se arrepentía, pero tampoco sentía orgullo en lo que había hecho; Joel escuchaba atentamente, en un completo silencio, en el que pasaba de la curiosidad a la incertidumbre, del más espantoso pánico al más puro alivio.
En el último momento, Ellie decidió omitir su encuentro con Dina: Tenía que asimilar todo lo que había ocurrido y confesado en esa habitación.
Joel necesitó unos segundos para ordenar sus pensamientos. Parecía luchar contra sus propias emociones, el recuerdo de su pasado.
—Durante mucho tiempo me culpé por la muerte de Sarah. Hubiera sido muy fácil rendirme antes este nuevo mundo si ella ya no estaba.
Los ojos de Ellie amenazaron con escocer de nuevo.
—Lo siento mucho, Joel… por todo.
—No quiero que cometas el mismo error. No te estoy pidiendo que lo superes ahora, ni tampoco que lo olvides, pero… intenta vivir con ello y sigue adelante. Tienes a tus amigos, a Dina y a mí. ¿Lo sabes, verdad?
—Gracias, Joel.
—No, Ellie. —Plantó un beso sobre su cabeza—. Gracias a ti.
Daba igual los años que pasaran. Los brazos de Joel la reconfortaban después de haber presenciado el infierno. Estaba a salvo. Estaba en casa.
Joel echó un rápido vistazo al final de las escaleras. Ellie temió su próximo comentario. Su padre movió las cejas, con aire de complicidad.
—Oye, y… ¿le has pedido salir?
—¡Joel! Sólo somos amigas.
—Sí, claro. —Sonrió con diversión—. Pero podéis ser todavía más, si dais el paso.
—¡Joel! —En sus años de convivencia con él, había descubierto que sentía una gran curiosidad por lo que hacía su pequeña: Su primera patrulla, su primera fiesta… Pero hablar de temas amorosos con Joel no era tan habitual.
Por suerte, él lo dejó estar. La contempló durante un instante con fuertes manos sobre sus hombros.
—Te estás haciendo mayor —dijo con nostalgia—. ¡Y yo muy viejo!
—Eh. Sigues dando mucho miedo. A veces pareces un loco cuando te enfadas.
Joel tuvo que tomárselo como un cumplido.
—Gracias… creo. Debes de tener hambre. ¿Qué te parece si preparo algo para cenar mientras pones la mesa?
La sugerencia hizo que su estómago volviera a reclamar atención.
—Eso suena bien, Joel —sonrió en el cuello de su camisa. Tenía un hambre voraz, comparable al de una bestia. Un pensamiento brotó con súbito en su mente, el primer paso, ahora también junto a su tatuaje, para aprender a perdonarse—. Joel.
—¿Sí?
—Quiero adoptar un perro.
La cara de Joel era un poema.
—¿Un perro?
—Sí —respondió Ellie. Sus ojos tenían un brillo especial—. Uno de color negro. Y grande, como un lobo.
                                                  ...
Y con esto terminamos el fic. Muchas gracias por haber llegado hasta aquí. Cualquier duda, pregunta o crítica constructiva son muy bien recibidas ^^
Espero haber saciado un poco la espera hasta la fecha de salida de la secuela. Aguantemos un poco más, Neil Druckmann y su increíble equipo lo están dando todo por entregarnos el juego lo más pulido posible. Cruzo los dedos porque la trama, al menos, sea igual de buena que la anterior.
Resistir y sobrevivir.
¡Nos rockeamos y leemos!
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jose-a-perez · 4 years
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ELIZABETH BÁTHORY, LA CONDESA QUE SE BAÑABA EN SANGRE PARA MANTENERSE JÓVEN
La condesa Elizabeth Báthory sentía especial atracción por la sangre, y no solo se contentaba con beberla, como es habitual en los llamados asesinos vampíricos, sino que se bañaba con ella para impedir que su piel envejeciese por el paso de los años.El caso de este personaje resulta verdaderamente interesante para la historia del crimen en serie, partiendo del hecho que es una de las pocas mujeres que asesinó de una manera tan cruel a cerca de 650 doncellas.Báthory nació en 1560 en el seno de una de las más ricas familias húngaras. Su primo era primer ministro de Hungría y su tío, rey de Polonia.Entre su familia se registraron antecedentes esotéricos, como un tío adorador de Satanás y otros allegados adeptos a la magia negra, entre los que está la propia Báthory, ya que desde su infancia fue influida por las enseñanzas de una nodriza que se dedicaba a las prácticas de  brujería. A los 15 años de edad se casó con el  conde Nadasty, conocido como el ‘héroe negro’, quien se vió obligado a dejarla por un largo tiempo para participar en una batalla.Durante la espera de su marido, ella se aburre por el aislamiento al que estaba sometida y se fuga para mantener una relación con un jóven noble al que las personas del lugar denominaban el ‘vampiro’, por su extraño aspecto, pero regresó al castillo y empezó a mantener relaciones lésbicas con dos de sus doncellas. Desde ese momento, y para distraerse en las largas ausencias de su consorte, comenzó a interesarse sobremanera por el esoterismo, rodeándose de una siniestra corte de brujos, hechiceros y alquimistas.A medida que pasaban los años, la belleza que la caracterizaba se iba degradando y, preocupada por su aspecto físico, le pidió consejos a la vieja nodriza. Ella le indicó que el poder de la sangre y los sacrificios humanos daban muy buenos resultados en los hechizos de magia negra, entonces la convenció de que podría conservar su belleza indefinidamente si se bañaba con sangre de doncella.Años más tarde, cuando su marido falleció, no tardó en probar esos “placeres". Los baños de sangre se convierten en su obsesión.Su primera víctima fue una jóven sirvienta que la estaba peinando. Cuando accidentalmente le dio un tirón, en un ataque de ira, Báthory le propinó tal bofetada que la sangre de la doncella salpicó su mano. Al mirar la mano manchada del rojo líquido, creyó ver que parecía más suave y blanca que el resto de la piel, llegando a la conclusión de que su vieja nodriza estaba en lo cierto y que la sangre rejuvenecía los tejidos. Entonces, con la certeza de que podría recuperar la belleza de su juventud y conservarla a pesar de sus casi cuarenta años, mandó que cortasen las venas de la aterrorizada sirvienta y que llenaran una bañera con su sangre.A partir de ese momento, los baños de ese tipo se convirtieron en su gran obsesión, hasta el punto de recorrer los Cárpatos en carruaje, acompañada por sus doncellas en busca de jóvenes a quienes engañaban prometiéndoles un empleo como sirvientas en el castillo. Si la mentira no resultaba, procedía al secuestro, drogándolas o azotándolas hasta que eran sometidas.Una vez en el castillo, las víctimas eran encadenadas y acuchilladas en los fríos sótanos, bien por un verdugo, un sirviente o por la propia condesa. Luego hacía que derramaran la sangre por su cuerpo y, para que el tacto áspero de las toallas no frenara sus efectos, ordenaba que varias sirvientas elegidas por ella lamieran su piel. Si alguna mostraba repugnancia o recelo, la mandaba torturar hasta la muerte. Si por el contrario reaccionaban de forma favorable, las recompensaba. En algunas ocasiones, las víctimas que le parecían más sanas y de mejor aspecto eran encerradas durante años en los sótanos para extraerles pequeñas cantidades de sangre mediante incisiones con el fin de beberla. Las calaveras y los huesos eran también aprovechados por los hechiceros. Durante once años los aterrados campesinos veían el carruaje negro con el emblema de la condesa Báthory rastrear el pueblo en busca de jóvenes, que desaparecían misteriosamente dentro del castillo y que nunca volvían a salir.Por los gritos estremecedores que provenían de aquel lugar, en todo el pueblo se empezó a extender el rumor de que algo raro sucedía. Posteriormente comenzaron a explorar las inmediaciones y encontraron los restos de más de una docena de cuerpos.Atacar a una familia de poder en esa época era algo difícil. Por ese motivo, el emperador no prestó atención a las quejas de su pueblo, pero finalmente decidió enviar una tropa de soldados para que irrumpiera en el castillo. Aquello fue en 1610. Al entrar, los soldados encontraron en el gran salón del castillo un cuerpo pálido y desangrado de mujer en el suelo, otro aún con vida, pero terriblemente torturada, que había sido pinchada con un objeto para extraerle la sangre; y una última, ya muerta tras ser salvajemente azotada, desangrada y parcialmente quemada. Además, en los alrededores del castillo hallaron otros cincuenta cadáveres. En los calabozos encuentran a gran cantidad de niñas y jóvenes aún con vida, a pesar de que algunas tenían señales de haber sido desangradas en numerosas ocasiones. Una vez liberadas las cautivas, sorprenden a la condesa y a varios de sus brujos en una de las habitaciones del castillo. Rápidamente son detenidos y conducidos a la prisión más cercana.Los crímenes sádicos de Báthory fueron cometidos aproximadamente durante diez años. En el juicio sobraban pruebas para condenar a Elizabeth Báthory, pues no solo se encontraron ochenta cadáveres sino que, además, atestiguaron los guardias que la vieron matar. La misma condesa confesó haber asesinado, junto con sus hechiceros y verdugos, a más de 600 jóvenes y haberse bañado en ese fluido cálido y viscoso para conservar su hermosura y lozanía. La seducía el olor de la muerte, la tortura y las orgías lesbianas. Sus cómplices, hallados culpables, fueron  decapitados unos y otros quemados en la hoguera. Ella fue condenada a una muerte lenta: la emparedaron en el dormitorio de su castillo, dejándole una pequeña ranura por la cual le daban agua y algunos desperdicios como comida. Murió a los cuatro años de permanecer en esa tumba, sin intentar comunicarse con nadie ni pronunciar palabra. Fue una especie de suicidio, ya que de repente decidió dejar de comer y falleció en 1614, cuando tenía 54 años de edad.
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isasnmblog · 4 years
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Gotas de agua
Para :mi futura yo
El mejor momento del día es la ducha, para muchos no es mas que la limpieza que se hace diariamente en nuestro cuerpo con agua y jabón,pero yo lo veo de forma diferente.
Aquella tarde mientras sacabas a tu perrito (Nicky) un yorshire terrier,el cual espero que siga contigo, por mas pequeña que fuera sentiste una gota caer en tu nuca,y deslizarse por tu cuello hasta desaparecer,probablemente iba a llover,vi como las nubes se amontonaban y el cielo se tornaba de gris.
Corrí chapoteando en los pequeños charcos que se iban formando, un poco de lluvia no me haría mal, el aire frio era agradable,pero por los chillidos de nicky me di cuenta de que a diferencia de mi, el estaba asustado,lo tome entre mis brazos y acaricie su lacio pelaje, decidi que lo mejor era llevarlo a casa,mire mis zapatos sucios de barro los cuales tuve que dejar en la entrada de la puerta mientras mi mama me sermoneaba con que iba a enfermarme,intente explicarle que solo fueron unas pequeñas gotas de agua que estaría bien.
Entre en el baño y me desvestí,estaba yo sola,me mire en el espejo y me pregunte cuanto habia a cambiado,no solo fisicamente,sino tambien mentalmente,dicen que el dolor cambia a las personas ¿pero en que las convierte?, no lo se, supongo que si me detengo a pensarlo bien pues no es realmente malo o bueno, simplemente es desconocido, en las viejas fotografías a medida que pasan los años me doy cuenta que quizas no he cambiado solo he crecido,por doloroso que sea supongo que he llegado a ese punto en el que ya no soy una niña lo que significa que la gente espera mas de mi.
Pero el baño no es un momento para pensar en los demas,es un momento para mi,para ser yo sin preocuparme por lo demás,para dejar de usar mascaras,para ser tan transparente como el agua.
Abri la llave dejando que el agua humedezca mi piel,que la acariciara,tome la espoja y restregue mi cuerpo con el jabón olor a frambuesa,dejo salir las lagrimas de mis ojos por todo lo que antes no llore,e intento convencerme que solo es agua saliendo de mis ojos.
Me gusta el agua a veces me siento como ella,ya he estado en sus tres estados;Liquido,solido y gaseoso.
Solido
He sido fria e indiferente como el hielo, congelada y congelando a todos a mi al rededor,pero no era asi con todos, solo lo era con ciertas personas que quizas si se merecian mi frialdad,pero eso no evitaba que me sintiera mal, algunos dicen que es una forma delicada a llamar la crueldad, pero yo nunca fui cruel, fui honesta porque si observas bien eso es lo que mas le duele a las personas; que les digas la verdad que no pueden aceptar, puede que mi exterior en algun momento fuera frio mas mi interior jamas lo fue, me encargue de que el hielo y la frialdad fuera un arma de supervivencia y por feo que suene es la realidad: para no ser destruida tuve que destruir a los demas,los tuve que congelar.
Liquido
Pero el hielo por mas que parezca en realidad no es inquebrantable, el hielo tambien puede romperse, pero yo no me rompí porque me esforcé mucho para que eso no sucediera aunque tarde o temprano terminase sucediendo,yo no me rompí,yo me derretí, esa capa fria no era para siempre, ahora simplemente estaba en un estado liquido y cambiante,deje que todos entraran en mi, baje la guardia, era una paz aparentemente interminable junto al miedo de que acabase,pero aquel estado era un estado de lagrimas y sensible un caos interno de cuando las mareas subían y bajaban que no sabia cuando terminaría, entonces entendí aquella frase del agua se esta acabando ... el agua no es infinita,el agua se esta agotando, todos parecen necesitar de ella, de mi, pero la están malgastando tanto que va a llegar el momento en el que no quede nada de ella.
Gaseoso
Si aun recuerdas el ciclo del agua,entonces deberás saber que aun no ha terminado,pero este no es solo el ciclo del agua también es mi ciclo, "Se denomina gas al estado de agregación de la materia compuesto principalmente por moléculas no unidas, expandidas y con poca fuerza de atracción, lo que hace que los gases no tengan volumen ni forma definida, y se expandan libremente hasta llenar el recipiente que los contiene", yo me coverti en gas, algo sin forma,sin fuerzas, en todas partes y a la vez en ninguna,solo me expando e intento llegar a no se donde, crecer, amar,bailar,correr,estudiar...no sabia a donde me estaba llevando hacer esas acciones,quería llegar a algún lado,anhelaba llegar,el problema es que no estaba segura de a donde o el porque lo estaba ansiando tanto.
Plasma
El cuarto estado del agua que para muchos es desconocido es muy parecido al gaseoso solo que en este estado ya no estas perdida,ahora estas libre,no querías romperte pero cuando lo hiciste fuiste libre finalmente,en este estado me hice parte del universo,pude brillar sin apagar a los demás, me convertí en una estrella que estaba llena del mar del cosmos y agua fluorescente generadora de luz, ahora no estaba perdida, estaba conmigo.
Al igual que el ciclo del agua debo pasar por estos estados varias veces,pero se van haciendo mas fáciles, soy solida pero también liquida,soy gaseosa pero también plasma,soy cambiante y a la vez se quien soy, yo soy agua en todos sus estados.
¿Qué estado eres ahora?
Tuya Isa
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mysteryweb · 5 years
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No deberías confiar en nadie | Bodyguard!AU
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Capítulo 01: El nuevo guardaespaldas.
Capítulo 02: No tengo nada.
La expresión de Harley cuando vio a Quentin alegró un poco a Peter. La respuesta recibida por su guardaespaldas lo había puesto de malas. Sí, su trabajo era protegerlo, para eso había sido contratado. ¿Estaba mal intentar tener algo más allá de lo laboral con él pese a eso? No pudo evitar pensar en la película The Bodyguard, había encontrado a su madre mirándola un día y le hizo compañía –había sido durante la fatídica semana en la que había perdido su teléfono y reacio a comprarse el mismo, debió esperar una semana a que el nuevo modelo saliera a la venta-.
—¿Puedo quedármelo? —le preguntó Harley, agarrando a Peter del brazo mientras ambos se acercaban al hombre que estaba con el cuerpo apoyado sobre la camioneta. Al ver la acción de Harley, Quentin se incorporó con lentitud. Peter limitó sus acciones con un gesto.
—Es amigo, Quentin —advirtió—. Harl, él es Quentin.
—Es un verdadero placer conocerlo, señor —reconoció el muchacho que sin un dejo de timidez, lo miró de arriba abajo un par de veces, sin inmutar al hombre en cuestión.
—Ya veo —dijo Quentin, mecánicamente.
—Vamos a llevarlo a su casa —agregó Peter.
En la camioneta, Harley y Peter estuvieron enviándose mensajes ya que, con Quentin a metros de ambos, no podían hablar demasiado de él.
—Vienes a la noche, ¿no? —le dijo Harley asomándose a la ventanilla abierta del asiento trasero donde Peter se hallaba sentado.
Peter cerró los ojos con fuerza y los restregó con dos de sus dedos. Algunas veces, su mejor amigo hablaba demasiado.
—Seguro —soltó.
—Nos vemos luego, Q —saludó Harley al guardaespaldas que también había bajado la ventanilla cuando atravesaron el portón de su hogar. El muchacho se colgó y le dio un sonoro beso en la mejilla que ni Peter ni Quentin habían estado esperando.
—¡Harley! —le gritó su amigo cuando salió corriendo a la puerta de entrada.
—¿Tu amigo siempre es así de enérgico? —le preguntó Quentin poniendo en marcha la camioneta y subiendo las ventanillas.
—No lo has visto ebrio. Puede subirse a un parlante y bailar la noche entera en ese estado.
A través del espejo, a Peter le pareció ver la mueca de una sonrisa en su guardaespaldas. El camino de regreso sucedió en silencio, Peter revisando sus redes sociales, y Quentin manejando. Cuando llegaron a destino, ni siquiera se detuvo a esperar a que él le abriera la puerta.
—¿Adónde irás esta noche?
Peter lo miró, sorprendido; pero luego recordó para qué habían contratado a Quentin.
—La fiesta de un amigo.
—Sí sabes que tengo que ir contigo, ¿no?
—Sí, porque es tu trabajo. Ya me lo dejaste bien en claro —dijo Peter, molesto.
—Por supuesto que es mi trabajo —reiteró Quentin sin comprender las palabras de su protegido.
» sgrogers: Quentin
» Ese chico te quiere.
« No te sigo.
» sgrogers: Estuve revisando sus redes y si el chico no es bisexual, no está muy lejos de serlo.
« Steve, si sabes que entré a trabajar hoy, ¿verdad?
» sgrogers: ¿Y qué tiene?
» ¿Y si eres el crush de ese chico?
» :P
« Estás loco…
—Estás loco —repitió Quentin las palabras que le había enviado a su mejor amigo antes de seguir alistándose y retomar su trabajo secundario como chofer de Peter—. Tu amigo sí que conoce gente —le dijo al llegar al final de la larga fila de un centro nocturno.
—¿Qué puedo decir? El chico es conocido en el medio.
—Seguro…
—Realmente esperaba entrar sin tener que hacer esta tremenda fila —bufó Peter—. ¿Quieres esperar aquí? Iré a ver si puedo comunicarme con él. Desde aquí es imposible oír algo con el ruido de los vehículos.
—De acuerdo.
Peter salió de la fila, y Quentin fue lo suficientemente ingenuo como para creer sus palabras. Pasaron casi quince minutos hasta darse cuenta que había sido burlado por un niño. Pidió permiso para saltarse la fila y vació su billetera para que el guardia de seguridad lo dejara pasar. Tuvo mala suerte de encontrarse con un conocido apenas cruzó la puerta. Ese niño iba a tener la reprimenda de su vida cuando diera con él. El problema era cómo lo encontraría en ese océano de personas. Rastrear su GPS sería estúpido; la idea de llamarlo por los parlantes había tomado forma por unos pocos segundos porque, por supuesto, ya no tenía dinero para sobornar a nadie más. Decidió que lo mejor, aunque estuviera toda la maldita noche, sería hacerlo a la vieja usanza y empezó a buscarlo preguntado ocasionalmente por él –o Harley- a alguno de los asistentes a la fiesta de un sujeto inexistente. Luego de haber estado yendo de un lado a otro por un largo período de tiempo, una no muy segura muchacha le dijo que le pareció haberlo visto yendo al baño. Quentin entró al baño de hombres y si bien estaba preparado para vaciar su cargador contra alguien en cualquier momento, sintió un escalofrío recorriéndole la espalda cuando lo encontró. Quentin no pudo soportar su mirada cristalina y las lágrimas rodando por sus mejillas. Se metió al cubículo abierto y sacó de ahí al tipo que estaba con él.
—¡Oye! ¡¿Quién te c-?!
Quentin se tragó todo lo que quería decirle en ese momento y apoyó el arma que sacó de entre sus prendas sobre el mentón del desconocido.
—Vete de aquí —le susurró fríamente. El hombre salió despavorido mientras se agarraba los pantalones que tenía bajos. El guardaespaldas guardó su arma y se acercó a socorrer a Peter que estaba poniéndose de pie con ayuda del sanitario—. ¿Te encuentras bien?
Cuando trató de ayudarlo, Peter se zafó y lo miró.
—¿Qué rayos haces aquí?
—Vine a buscarte.
—Yo no te lo pedí. Y no me vengas con eso de que “es mi trabajo” —Peter sostenía su cuerpo apoyando la palma de su mano contra uno de los laterales del cubículo. Quentin estaba a centímetros de él, inmóvil—. ¿Qué?
—Estás ebrio. ¿Tu amigo vino contigo?
—No lo sé. ¿Qué? ¿Te interesa?
El hombre resopló.
—Vamos, Peter. Te llevo a casa.
Quentin volvió a tratar de agarrar al muchacho del brazo, pero él volvió a zafarse.
—No me toques —le dijo. Tambaleándose y chocando con la gente que bailaba en medio de la pista, Peter llegó hasta la camioneta y se lanzó al asiento trasero. Quentin abrió la puerta contraria, chequeó su pulso y recibió un golpe en la mano luego de revisar su temperatura apoyando su palma sobre la frente del muchacho.
—Debería llevarte al hospital.
—Déjame dormir —le pidió Peter arrastrando las palabras hasta caer dormido. Quentin lanzó una risilla y se sentó en su asiento. En parte estaba calmado al darse cuenta que había ingerido un sedante, pero la otra, estaba consciente que Peter no sería el primero de la lista, y quién sabe el destino de los ingenuos que bebieran lo mismo que él. Deteniéndose en un semáforo, le dio aviso a su amigo que trabajaba en el lugar, dándole lujo de detalles del tipo que había estado forzando a Peter en el baño. Un sonido estridente oído por unos segundos llamó su atención. Era el teléfono de Peter. Quentin miró hacia atrás y vio al aparato prenderse y apagarse en una fracción de segundos. No iba a agarrarlo, eso sería meterse en su vida privada, y a él no lo habían contratado para eso. Estuvo seguro de su decisión hasta el semaforo siguiente y luego de haber oído el irritante sonido por las largas siete cuadras que lo distanciaron del siguiente semáforo en rojo. Se aferró al volante y cerró los ojos con fuerza unos instantes. Se giró y sacó el teléfono de Peter del bolsillo de su chaqueta. Había un par de mensajes de un remitente desconocido, y luego unos de Harley, preguntando por su paradero. Quentin le respondió que lo estaba llevando a casa. Harley fue escueto en su respuesta. Era como si en lo que expresaba en sus mensajes se vislumbrara que Peter iba a tener problemas. Y los hubiera tenido de no ser porque estaba dormido. Quentin lo agradeció. Realmente no sabía cómo hacerle entrar en la cabeza a ese muchacho que su vida pendía de un hilo y que sus acciones eran lo único que seguían manteniéndolo con vida.
La camioneta se estacionó frente a la casa, y Quentin se desabrochó el cinturón de seguridad para girarse y mirar a su protegido. De repente, recordó las palabras de su mejor amigo, que existía la posibilidad de que Peter fuera, como mínimo, bisexual. El hombre se sonrió y negó con la cabeza.
—¿Qué tanto me miras, pervertido?
—¿Estabas despierto?
—Desde hace un par de cuadras —respondió el muchacho incorporándose con lentitud—. No tenía ganas de levantarme.
Las manos de Peter comenzaron a tantear sus bolsillos, a meterlas dentro de ellos con desesperación hasta que Quentin le extendió su teléfono.
—Se te estaba por caer de la chaqueta —mintió.
—Gracias —susurró Peter, mirándolo de soslayo.
—Ah, debo advertirte que le respondí a Harley. El sonido me estaba haciendo doler la cabeza.
—¿Ese es también tu trabajo? —exclamó Peter.
—Mi trabajo es protegerte, pero a ti parece no importarte tu vida siquiera un poco —Peter arqueó una ceja—. ¿El tipo del baño? —el aludido rodó los ojos—. Te dieron un sedante, pero pudo haber sido cualquier otra cosa y quién sabe dónde hubieras terminado.
—Estaba teniendo el mejor momento de mi vida y lo arruinaste.
Quentin sintió una vena hinchándose a un lateral de su cabeza cuando Peter habló.
—Eres un niño de mierda —espetó, sin siquiera pensar en sus palabras antes de dejarlas salir de entre sus labios. Vio cómo en cuestión de segundos el rostro de Peter se transformaba hasta terminar por darle una sonora cachetada y bajar de la camioneta dando un portazo. Quentin apoyó la frente sobre el asiento—. Grandioso. Acabo de perder mi trabajo.
El guardaespaldas salió del vehículo y siguió los pasos de Peter dentro de la mansión. Pero ignorando dónde estaba la habitación del muchacho se quedó a los pies de la imponente escalera que se alzaba frente suyo.
—Peter se encuentra en su habitación —una voz femenina lo hizo desviar su mirada. Una mujer apoyada contra el umbral del living con una copa de martini en la mano lo miraba—. Tú debes ser su nuevo guardaespaldas. No nos han presentado —la mujer se acercó a él y le extendió su mano derecha—. Mary Parker.
—Quentin Beck —dijo el aludido su nombre dándole un suave beso a la mano de la mujer ocasionando que sonriera melodiosamente.
—No trate de hacer buena letra conmigo, señor Beck. Es con Peter con quien debe hacer eso —dijo ella bebiendo otro sorbo de su bebida—. ¿Quiere un martini?
—No bebo.
—¿Qué tal un jugo de naranja?
—Eso estaría bien.
Mary volvió su mirada hacia él, sorprendida, y le sonrió.
—Necesita ver más películas, señor Beck —sugirió, antes de entrar al living y dirigirse al espacio de bebidas que había en un rincón, seguida por el guardaespaldas.
—Creo que ahora tendré tiempo de sobra para eso —reconoció Quentin mientras suspiraba.
—¿Por qué?
—Tuve un intercambio de palabras con su hijo.
—No te preocupes. Se le pasará —lo calmó la mujer dándole un vaso con la bebida que había pedido.
—Gracias.
—Ahora bien, ¿puedes decirme qué sucedió? —Quentin dudó respecto a cuánto podía contarle a esa mujer sobre lo sucedido, pero sus palabras cambiaron el rumbo de la conversación—. Peter es un chico maravilloso. Tiene excelente calificaciones en la escuela, cosa que no entiendo si sale casi todas las noches, pero es algo rebelde. Supongo que ha notado eso.
—Es fiel con los que se lleva bien.
—Sea sincero, señor Beck. Mi hijo es un estúpido. Le rascas la cabeza y ya confía en ti ciegamente. Y para eso fue contratado. Que le importe un bledo los caprichos de Peter: así sea con un humor de los mil demonios, traerlo a casa con vida ya significa que está haciendo bien su trabajo. No importan las consecuencias.
En la habitación de Peter la luz estaba tenue. Un accesorio agregado a la cámara de su teléfono iluminaba un poco más la escena. Detestaba hacer eso, pero tenía qué. Ya estaba siendo chantajeado, ¿qué más daba entregar un poco más de material? Verse reflejado en la pequeña pantalla del aparato le resultaba grotesco. Usó el mando a distancia del trípode que sostenía el teléfono para recorrer su cuerpo, su erección que a los pocos segundos y con un grito clavado entre sus labios, explotó. Se quedó mirando el techo unos instantes antes de volverse hacia la trípode, gateando sobre el colchón. Agarró el teléfono y se sentó. Escribió un rápido mensaje y envió el archivo.
—Qué asco.
🔮🕸
Capítulo completo (llegué a la cantidad máxima de caracteres 😂) en AO3.
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arqui-mequedo · 4 years
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Para explicar la renaturalización que queremos llevar acabo en torno a los caminos hemos decidido compararla con las olas de del mar debido a la proximidad del mismo. De este modo se trata de una serie de olas que se adentran en esta zona del campo de dalias llevándose los plásticos de este tipo de cultivos y dejando zonas renaturalizadas que se van intensificando a medida que nos acercamos al litoral. Esto lo hemos querido representar con este video. En él aparecen tres olas las cuales representan cada un camino, la primera ola que representa el camino que recorre toda la costa rodeando al Faro de Punta de los Baños, la segunda ola que representa el camino que parte desde uno de los núcleos de Guardias Viejas pasando por el Castillo de Guardias Viejas, el Cuartel de Carabineros y otro núcleo urbano de la localidad de mayor tamaño hasta llegar a la localidad de Almerimar. Por ultimo la tercera ola que representa el camino que une los dos núcleos urbanos mas alejados de la costa con la localidad de Almerimar.
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memolands · 3 years
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Castillo de Guardias Viejas - The coastal artillery battery in Los Baños de Guardias Viejas
Castillo de Guardias Viejas – The coastal artillery battery in Los Baños de Guardias Viejas
The castle erected in the 18th century near the rocky surface low rise of the Mediterranean Sea. It was restored in 1980 and in 1985 was declared a Bien de Interés Cultural Monument. In 1764, during the reign of Carlos III of Spain, the monarch promulgated a regulation in order to create a defensive coastal device, which protects from corsairs. José Crame, a military engineer from the Kingdom of…
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cielolovebarum · 3 years
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EL XB – 123
EL LIBRO 30
POR
LA SANTA BERTHA
 EL XB – 123
EL XB – 123
EL XB – 123
 EL PRIMER CONTACTO  RE MASTERIZADO
 Y entonces vemos al curioso El XB-123 piloteando la Nave automáticamente, pero no resulta ser un humano porque era un robot colector, reverenciador e informador y construido de una forma especial por El Bobe.
ERS.- Quien eres tú y porque nos salvaste ¿???
Y entonces el xb le contesta con una voz electrónica pero muy graciosa.
EXB.- Cual pregunta quieres que te conteste primero ¿???
ERS.- La Primera ¡!!!
EXB .- Yo soy El XB-123, El Robot que controla La Star One bautizada por El Betirrines ¡!!!
Y mientras que El Robert interrogante mente preguntaba El XB bien sorprendido contestaba mientras que LaCris, LaCar y El Enrique hacían cara de what.
ERS.- Que ¿???
EXB.- Fijate, fijate, fijate ¿???
ERS.- Y como sabes eso ¿???
EXB.- Ooooh ¿???
ERS.- Como que ooooh ¿???
EXB.- Porque tú me construiste, peneque ¡!!!
Y otra vez todos se quedaron tan sorprendidos que no podían hablar.
ERS.- Que ¿???
EXB.- Tu me programaste para que yo estuviera aquí exactamente El mismo Día a La misma hora y ahora quieres que te conteste La segunda Pregunta ¿???
ERS.- Ya no es necesario ¡!!!
Entonces ya todos se tranquilizaron y se levantaron para echarle una mirada a La Cabina.
ESC.- Entonces no nos vas a raptar, hijo de La Chingada ¿???
EXB. – Que chistoso habla tu amigo, El Robert ¿???
Y como a todos se les hizo muy graciosa La Forma de contestar de El XB, todos comenzaron a reír y se volvieron a sentar.
TODOS.- Ja-ja-ja ¡!!!
ERS.- Este puto se llama El Enrique ¡!!!
ESC.- Que pues ¿???
ERS.- El XB, podrías explicarme porque no me acuerdo de ti ni de tu construcción ¿???
EXB.- Cual pregunta te contesto primero ¿???
ERS.- La Primera ¡!!!
EXB.- Y cuando atraviesas La Barrera de El Tiempo utilizando Las medidas Correctas, esta si responde a tu petición inofensivamente pero cuando la agredes como tú lo hiciste ahora ella te merma La Mente en un 97 % de La Vida, si o no o no y si y ten cuidado al contestar porque nos regresan al pasado como el juego de las serpientes y escaleras ¿???
ERS.- Que bien me conoces ¡!!!
EXB.- Y ahora quieres que te conteste La segunda Pregunta ¿???
ERS.- Ya no es necesario ¡!!!
EXB.- Pero todos están esperando por ti ¿???
ERS.- Y como cuanto les debo ¿???
EXB.- Extrañamente ellos te deben a ti ¡!!!
ERS.- Híjole hasta sentí re bonito ¿???
EXB.- Cual es tu interjección de molestia ¿???
ERS.- Urda Palurda ¿???
EXB.- Y como la repite El Sammy y ten mucho cuidado porque solo la vas a poder pronunciar una sola vez y si te equivocas vamos a tener que regresar al pasado y entonces si nos vas a complicar toda La Vida a todos ¿???
ERS.- Entonces es una causa de equivocaciones duraderas ¿???
EXB.- Ten cuidado ¿???
Y entonces El Robert se quedo callado, muy pensativo en lo que Las Muchachas y El Enrique se detuvieron y acomodaron para poder respirar mejor porque sentían que Los Nervios ya los estaban traicionando y hasta El mismo XB dejo de moverse.
ERS.- Surda ¿???
Y entonces todo comenzó a cambiar en el karma del bobel porque salían de su cuerpo rayos y centellas para todos lados, pero no lastimaban a nadie porque brotaban con cero amperaje y después cambio a miles de personalidades en un par segundos y de pronto apareció de la nada El Bel-Thor para posarse en sus piernas.
EL BEL-THOR.- Y orgullosamente le informaremos a todo el público en general, a Los Periódicos, a La Radio, a El Cine y a La Televisión que el águila real fue encontrada herida en Aztlán ( pero resulta que los territorios de aztlan corresponden desde Texas hasta Washington State ) hace ya mucho tiempo atrás, allá por las selvas de La Vaporosa por El Robert M. Sánchez y después de que la levanto para curarla al pasar los meses está sano y cuando estuvo lista para volar el rotter la soltó para liberarla pero ella ya no se quiso ir para convertirse en la favorita de todos los fans de El Pheriberto Sánchez rock band y la mascota oficial del equipo de futbol llamado Los Toltecas, pero también les diremos que se convirtió en El Símbolo Sagrado de todo El Imperio de Los Otorgadores de El Pesilcasan con el señor Pedro Silverio Sánchez Calderón al frente de La Black And White Records y de El Escudo Nacional.
Y entonces se la dio a Las Muchachas para que la cargaran y la acariciaran por un buen rato para que se familiarizaran con ella porque le gustaba mucho los apapachos.
ERS.- Vamos, agárrenla ¡!!!
LCR.- Que no nos va a lastimar con sus garras ¿???
ERS.- No ¡!!!
LCG.- Estas seguro ¿???
ERS.- Es una águila bien peligrosa pero también es bien inteligente y conoce a sus amigos y en este caso amigas ¡!!!
Y cuando Las Muchachas comenzaron acariciar las suaves plumas de El Bel-Thor, este se acorruco suavemente entre sus brazos.
LCR.- Ay, que bonita ¿???
LCG.- Y que fuerte ¿???
ERS.- Sosténgala  un rato con ustedes ¡!!!
LCR.- Muy bien ¡!!!
Y entonces El Robert se saco de onda cuando El XB lo llamo…
EXB.- Oye, Marrano ¿???
ERS.- Ay, hijo de La Chingada ¿???
EXB.- Ya te pareces a tu amigo, pero La nave ya está flasheando Los focos Rojos esperando por La Ordenes ¿???
El Robert le dio Las Ordenes Al XB para activar Los Mandos GPS 25 en lo que las muchachas preguntaban por el baño y el robot les señalaba con la mano derecha hacía atrás.
EXB.- sigan las flechas rosas
Y en lo que ellas se fueron al baño…
ERS.- Cambia La Frecuencia a menos tres K para viaje de larga distancia y modera El Factor tres para destino instantáneo y programa para choque de cortina invisible ¡!!!
El Henry se acercaba a ellos.
EXB.- Entendido y Anotado ¡!!!
Para preguntarle al bobe
ESC.- Y oye hijo de la chingada y mi vieja y mis hijas que ¿???
Y antes de contestar El Robert El XB se le adelanto.
EXB.- me tome la libertad de adelantarme a los acontecimientos y me las lleve a un lugar por los planetas cuadrangulares en donde les compre una casa para ustedes
Para tranquilizar las preocupaciones del sosa.
ESC.- seguro que están seguras
Y cuando atravesaron El Umbral llegaron a La Galaxia Nune 12.
EXB.- ahhh, aahhh, aaahhh
En lo que las muchachas regresaban del baño y se sentaban con El Enrique que también se regresó a su asiento al mismo tiempo.
ERS.- eres una verdolaga elexis
EXB.- ooohhh
Y de pronto apareció El Planeta Arten y se prestaron para aterrizar.
ERS.- con cuidado niño de hojalata
desarrollando Las Maniobras perfectamente.
EXB.- yo soy, yo soy, el ruletero, que si que no el ruletero…
Y cuando La Nave se poso en tierra firme se descendió un carrito automático para que los transportara por tierra firme.
ERS.- ELEXS, llevate La Star One por espacio numero 11 para que se refugien y regresas a Las 00:10 Horas, entendiste ¿???
EXB.- Sus ‘o rdenes jefe ¿???
ERS.- Apúrate pues, Sonso ¡!!!
Y la nave despego en un vuelo vertical dejando a nuestros cuatro amigos ahí en medio de La Carretera con El Carrito Fuller 356 y El Bel-Thor.
Entonces El Robert cargo su mochila repleta de pasta y abordaron El Vehículo para dirigirse a La pequeña Ciudad de El Targos mientras que el bel-thor volaba sobre dé ellos.
Y conforme llegaron al poblado se metieron rápidamente a una pequeña cantina que parecía restaurante, pero de mala muerte porque El Arten no existían las categorías, pura raspa.
ERS.- Entremos ¡!!!
Y cuando entraron a La Estela, El Bar estaba lleno de maleantes, lógico.
Pero nuestros amigos tranquilamente caminaron por el pasillo que brindaban las mesas para no dejar de echar un buen ojo de precaución y se dirigieron a La Barra.
ERS.- No digan nada y solo síganme ¡!!!
Y entonces La Banda de Música de El Momento se reventaba Los últimos Éxitos del radio OX 750 del SM.
ERS.- La Carla y La Cristi mientras siéntense en esta mesa, digo sillas y pidan lo que quieran mientras El Enrique y yo regresamos.
La Cantina se veía muy extraña porque estaba llena de clientes de todo El Universo y otros apostando en El Casino.
Entonces llego La Mesera para atenderlas en lo que ellos pedían a los maleantes un poco de información en La Barra.
ESC.- Mejor me regreso a cuidar a Las Muchachas ¿???
ERS.- Sera mejor que te regresas a cuidar a tu puta madre ¿???
ESC.- Estoy coto ¡!!!
ERS.- Ya lo se pendejo ¡!!!
Entonces en la barra El Mesero les sirvió Los Tragos por adelantado.
ESC.- gracias
Y los muchachos pagando por adelantado le dijeron.
ERS.- Quien es La Riata en El Arten ¿???
Y si Los Tragos costaban 10 centavos de crédito porque El Mesero les cobraba de más.
EM.- Son cien créditos mas ¡!!!
Y sacando El Billete se lo puso en La Barra.
EM.- Se llama El Uren Tator ¡!!!
ERS.- En donde lo puedo encontrar ¿???
EM.- Son cien créditos mas ¡!!!
El Robert otra vez saco El Billete y se lo puso sobre La Barra.
EM.- En La Mesa 14 se encuentra uno de sus achichincles llamado El Señor Burda ¡!!!
Entonces El Robert y El Enrique se dirigieron a La Mesa 14, pero todavía el mesero alcanzo a gritarles.
EM.- Y solamente dispárale Los Tragos ¿???
El ambiente en El Estela era de lo más agradable siempre y cuando no hubiera broncas.
ERS.- Y disculpe, es usted El Señor Burda ¿???
ESB.- Quien lo busca re joven muchacho ¿???
ERS.- Mi nombre es El Robert M. Sánchez y ando buscando al Señor El Uren Tator ¿???
Y entonces de pronto se acercaron Los Pistoleros de El Burda e inmediatamente colocaron sus manos sobre Las Fundas de Las Pistolas.
ESB.- Y para que lo quieres ¿???
ERS.- necesito El Ejercito para que me apoye en una guerra ¡!!!
ESB.- Y acaso tienes conciencia de lo que cuesta una guerra, muchacho ¿???
ERS.- Definitivamente ¡!!!
ESB.- Y tienes El Dinero suficiente para costearla ¿???
ERS.- Otra vez ¡!!!
ESB.- Que ¿???
ERS.- Definitivamente ¡!!!
Y entonces El Burda lo quiso tantear y El Robert le callo la Boca simbólicamente hablando.
ESB.- A ver, préstame un crédito ¿???
Y entonces El Robert saco un billete de mil créditos y se lo dio.
ERS.- Le presto mil ¡!!!
ESB.- Ahorita no nos podemos mover de aquí pero te daré La Clave para que no los vayan a matar cuando encuentren a Los Guardias.
ERS.- Lo escuchamos ¡!!!
ESB.- Y siguiendo directo por La Carretera hacia El Norte a 10 kilómetros se van a encontrar un pequeño poblado llamado Los Atúrrales y ahí sale a las 10 de La Mañana un viejo camión que va rumbo al costado este…
ERS.- Nosotros llevamos transporte ¡!!!
ESB.- Ni se les ocurra viajar en privado porque les aseguro que no llegan ni a medio camino y no les conviene porque tienen que hacerlo por La Fuerza en El Chimeco ¿???
ERS.- Perdón ¡!!!
ESB.- Y después sube por unas montañas muy altas y al terminar ese trayecto bajan por las planicies desérticas y después llegan a un pueblito llamado Los Anégales en donde queda La Terminal de El Camión y después se regresa a Las 10 de La Noche y este recorrido por ocho razones lo hace diariamente, pero antes de bajar de El Camión le preguntan al chofer donde quedan Los Pozos Petroleros y se dirigen para allá pero no se preocupen porque los estarán observando y se van acercar a ustedes para que se identifiquen, pero si no llevan La Contra Seña serán aniquilados inmediatamente ¿???
ERS.- Y cual es La Contra Seña ¿???
ESB.- 1964 ¡!!!
Entonces El Robert saco un billete de a 200 créditos y se los puso en la Mesa haciéndole la seña con la mano derecha al mesero para que se acercara.
ERS.- Para Los Tragos ¡!!!
Y todos Los Secuaces de El Burda se le rindieron a El Robert.
LS.- Eso ¿??? Cuatacho ¿??? Así es ¿??? Órale ¿???
ESB.- Y porque no se sientan con nosotros para tomar un trago ¿???
ERS.- Otro día señor El Burda y por lo pronto disfrútenlo ¡!!!
ESB.- Fue un placer conocerlos ¡!!!
Entonces El Robert y El Enrique pasaron a recoger a Las Muchachas y dejaron El Pago sobre La Mesa y salieron de ahí para subir a su carro y partir rumbo a Los Atúrrales con el bel-thor.
LCR.- Como les fue muchachos ¿???
ERS.- Bastante bien, pero voy a sacar la cabeza para gritarle al bel-thor NO VUELES ALTO ¡!!!
ESC.- yo diría ¿???
LCG.- Y no les hicieron daño ¿???
ESC.- Solo La Chica Espacial ¿???
LCG.- No me refería a eso ¿???
ERS.- Llegaremos en un momento a Los Atúrrales ¡!!!
LCR.- Y después ¿???
ERS.- Nos iremos a cenar ¡!!!
ESC.- Now you’re talking ¡!!!
Y conforme llegaron al poblado de Los Atúrrales se fueron a cenar tranquilamente con el bel-thor y después se hospedaron en El hotel Basha Sione para dormir profundamente y dejar El Fuller 356 encargado por La Mañana estaban listos para partir a Los Anégales en El Chimeco
Y el camión era un transporte muy viejo que carecía de Los costados de metal quedando al descubierto todos Los Asientos y Los Pasajeros que como no encontraban espacio arriba en La Parrilla abusaban por subir adentro todo tipo de cosas y animales, lo cual el bel-thor por orden del bob volaba muy alto para seguirlos por los aires mientras El Chofer les decía.
EC.- Arriba y Adelante ¡!!!
Y nadie guardaba El Orden para subir el resto de todo el equipaje porque Las Reses lo harían mejor si subieran solas, así es que nuestros amigos esperaron hasta El último Momento por adquirir un asiento y ya adentro del autobus.
ERS.- Siéntate LaCar ¡!!!
LCR.- Gracias mi amor ¡!!!
ESC.- Y tu mama también ¿???
LCG.- Que amable ¿???
LCR.- Uuuy, que decente, me extrañas ¿???
LCG.- Pues ya ves manita ¿???
Y después lacar le pregunto albo por su familia.
LCR.- estoy preocupada por mi familia mi amor
ERS.- el xb  me dijo que está bien en el futuro y cuando termine esta gira las mandamos con ella, no te preocupes
LCG.- es cierto, que paso con ella
ESC.- el robot la cambio a una nueva casa cerca la mía
Las muchachas se tranquilizaron por él momento, pero El Camión no avanzo más de un par de cuadras adelante cuando le hizo La Parada a un vendedor.
EV.- Peeets ¿??? Peeets ¿??? Peeets ¿???
Y los cuatro soltaron las carcajadas.
LC.- Ja-ja-ja ¡!!!
LCR.- Que dijo ¿???
ERS.- No lo se, pero porque mejor no le preguntas a el ¿???
ESC.- Pero el nos va a contestar de La misma manera ¿ ???
LCG.- Eso es cierto ¡!!!
Pero El niño que iba atrás de sus asientos se los contesto.
EN.- Vende pepitas ¡!!!
El Pepitero iba recorriendo a Los Pasajeros para venderles su producto y cuando les llego su turno, El Vendedor les grito muy fuerte en Los Oídos como pago por sus burlas.
EV.- PEEEEEEEEEts ¿???
LCR.- ay señor
Entonces los cuatro pidieron todas Las Bolsitas que pudieron cargar era algo así como si se fueran acabar, pero no es cierto.
LCR.- A mi deme cuatro ¡!!!
LCG.- A mi tres ¡!!!
ESC.- A mi deme unas cinco ¿???
ERS.- A mi deme solo una, porque ya después las pagaran ¿???
LCR.- Que no las vas a pagar ¿???
Y como las muchachas no entendieron la broma El Robert saco un billete pequeño y le pago para que El Vendedor le entregara su cambio.
Y no acababan de pagar ni de saborear La Primera Pepita cuando se subió una señora gorda que batallaba para pasar por el pasillo del camión gritando su producto.
LS.- Campahuadas ¿??? Campahuadas ¿??? Campahuadas ¿??
Y todavía se estaban aventando Las Pepitas a La Boca cuando volvieron a soltar La Risa.
LC.- Ja-ja-ja ¡!!!
LCR.- Que dice ¿???
Y entonces El Niño de atrás les volvió a contestar.
EN.- Empanadas ¡!!!
ERS.- Que les pasa, se van a orinar ¿???
ESC.- Pero oye hijo de La Chingada ¿???
LS.- Campahuadas ¿???
Y cuando La Señora estuvo cerca de ellos les volvió a gritar a los oídos pero más fuerte para desquitarse de La Burla dejándolos casi sordos a todos.
LS.- Campahuadas ¿???
Y entonces los cuatro pidieron una orden que consistía de tres empanadas gigantes y se las comenzaron a comer, pero no llegaron más que a La Primera Mordida… cuando.
Se subió un muchacho con su carrito para gritar.
EM.- Bolchones, estufas, lavadoras y fierro viejo que vendaaaaaaaaaaan ¿???
Y los pasajeros comenzaron a sacar de sus bolsas de yute todos Los Metales de desperdicio que traían y se lo vendieron al burrero y hasta una lavadora vieja que no servía.
LCR.- Pero que barbaros ¿???
Y cuando se bajó El Ferrero se subió otro vendedor.
OM.- Chocolates, dulces, palomitas, muéganos y refrescos ¿??
Y ahora el que se le adelanto fue El Robert porque se le atoro la campa.
ERS.- Deme una sorda pero bien frita y que no van a querer ustedes ¿???
LCR.- Deme uno ¡!!!
LCG.- Con sus palomitas ¡!!!
ES.- Y con muéganos y chocolates ¡!!!
Pero como los vendedores también eran muy escandalosos todavía le grito bien fuerte a laca en los oídos.
OM.- Refrescooooos ¿???
LCR.- Ay, señor ya me dejo sorda ¿???
Y después de pagarle El Robert se alejo y cuando termino de vender su producto se bajó del camión para que se subiera un muchacho muy jovenon con su carro de camotes que silbaba tan fuerte como una máquina de ferrocarril.
EC.- Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ¡!!!!
ERS.- Ay guey ¿???
EC.- Hay camotiiiis ¿???
Y agarrándose Los Oídos con las dos manos La Carla les grito a Los Muchachos para ver si ellos podían detenerlo.
LCR.- Nos están dejando sordos ¿???
Y todavía se los silbo de cerca.
EC.- Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ¡!!!
Pero como no lo pudieron lograr de todos modos le compraron Los Plátanos y os camotes y seguir comiendo, pero a esas alturas ya era un atascadero en El Camión porque la basura no toda la tiraban para afuera pero a nadie le importaba porque estaban ya bien acostumbrados a ello y cuando de repente se escucho una voz cantando muy alegre.
CEC.- Y cuando la luna se pone re grandota como una pelotota que alumbra el callejón, paw paw ¡!!!
Pero todos Los Pasajeros volteaban para todos los lados muy desconcertados porque ellos y los animales no alcanzaban a ubicar al cantor.
CEC.- Se oye el maullido de un pobre gato viudo que a su gata no pudo amar con devoción de paw paw, antes me daban ‘pa mi helado mi whisky y mi high ball, paw paw.
Y la cámara de cine que estaba filmando esta película también se molestó porque no podía localizar al cantante y el lente le dio La Vuelta por todos los lados al camión y solo encontró un letrero por la parte de atrás diciendo…
AQUÍ VOY CON OTRA CARGA DE NOPALES
Mientras La Voz seguía cantando.
CEC.- Ahora con lo que me a pasado me tienen mas helado que un refrigerador, paw paw ¡!!!
Y hasta que por fin dieron con el condenado cantoral que era un joven de una mediana edad tirado en El Rincón de El Camión por una esquina en donde no estorbaba porque sus piernas habían sufrido La Poliomielitis desde que tenía cinco años.
Y entonces todos Los Pasajeros comenzaron a reírse de el, poniendo El Muchacho una cara de una foca muy triste por la humillación con Los Ojos vidriosos como para llorar y sumiendo El Pescuezo de la vergüenza.
Y cuando El Robert se dio cuenta de esto, se sintió tan indignado como para golpearlos casi a todos mientras que Las Muchachas y El Enrique tragaban saliva.
Pero después de la sorpresa El Publico se arrepintió por su mala acción y lo re compenso de más dándole carretadas de dinero.
CEC.- Dios los bendiga a todos ¿???
Y El Robert continuaba muy molesto por las injusticias de la vida y entonces le dijo al chofer que se detuviera por media montaña y entonces se bajo del camión y se fue caminando para Los Cerros Áridos y en una planicie se detuvo como a unos dos cientos metros de distancia.
Y no estaba tan lejos como para que los pasajeros no lo alcanzaran a ver haciendo todo tipo de dengues, corajes y berrinches y después en silencio se sentó por un rato para meditar del dolor que le causaba todo esto y muy enojado se incorporó para levantar Las Manos al Cielo y comenzar a gritar.
AAAAAAAAAAAAAAAHHH, DESGRACIADO Y TU SABES MUY BIEN QUE NO ME DEBES UNA PORQUE ME LAS DEBES TODA INFELIZ DE POCA MONTA, AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH
Y todos se le quedaban viendo muy extraño porque no alcanzaban a oír que es lo que estaba vociferando, pero si le estaba feroz mente reclamando a La NADA.
ERS.- Y desgarra toda mi vida desgraciado y si eso te complace Hijo de La Chingada pero no te andes pasando de verga con Los Débiles y a mi no me vengas con tus pinches mamadas y coloradas de siempre, ten poquito de huevos para que encares La Desgracia en Vivo y ya no te hagas pendejo, me oyes estúpido ¿???
Y entonces ante La Sorpresa de todos comenzó a descender un hermoso ángel acompañado del bel-thor y se posó por El Suelo a un lado de El Robert y le dijo.
EHA.- Y si tú supieras por la que estamos pasando todos en la eternidad ni siquiera vendrías para reclamarnos todo lo contrario te pondrías de nuestro lado no que esa clase de reclamos nos hace ver como si fuéramos tus enemigos y no lo somos ¿???
ERS.- Pues ve dile a tu patrón que no se pase de verga y que me entregue todo su gran poder para poder sacarlo de La Barranca y poner en orden todo El Universo ¿???
EHA.- Mi patrón no es tonto, pero todos reconocemos que esta equivocado cuando reacciona demasiado tarde por Las Agresiones pero La Meta lo ubica como El Mejor ¿???
ERS.- A costillas de Los Pendejos ¿???
EHA.- Algún día encontraras tu lugar ¿???
ERS.- Ardo en deseos de hacerlo ¡!!!
EHA.- Porque tú serás El Mesías de Los Acuarios ¡!!!
ERS.- Para eso hay que ser muy inteligente y yo no lo al contrario, soy una bestia ¿???
EHA.- Los Acuarios son muy inteligentes como dices tú, pero están más vacíos que un tonel de leche y tú los a completas a todos ¡!!!
ERS.- mi hermano el betirrines es tacuario
EHA.- tu hermano el betirrines es el segundo de cristo
ERS.- Yo Creo ¿???
EHA.- Yo soy ¡!!!
ERS.- Pero ve como me estoy arrastrando con ustedes sabiendo que ni los pelo y ni creas de pendejo te esté pidiendo nada ¿???
EHA.- El Robert M. Sánchez, tú eres uno de los nuestros y que todavía no te das cuenta o voy a tener que agarrarte a patadas para que lo entiendas y ve y regresa con los tuyos porque el cantante ya te está muy contento caminando ¿???
Entonces El Ángel se elevó por Los Aires con El Bel-Thor y desapareció por El Cielo Azul.
Y mientras que El Robert regresaba al camión no muy conforme del todo, pero si satisfechos sus amigos, los pasajeros y el chofer que lo recibieron muy contentos pero no sabían porque a pesar de ver caminando al cantante por él milagro.
O sea que no estaban muy seguros si El Robert intervino o no en la trama. El Enrique estaba hasta La Madre de ver como El Cantante arrastrándose ( caminando ) les daba Las Gracias a todos Los Pasajeros como si ellos hubieran hecho La Gracia de que el ya pudiera caminar.
ESC.- Que gacho eres cuate ¿???
CEC.- Dejad que Las Niñas vengan a mi ¿???
ESC.- Chinga a tu madre ¿???
CEC.- Porque ¿???
ESC.- Porque al que verdaderamente te ayudo ni lo pelas ¿???
Entonces El Cantante lo comprendió y se dirigió Al Robert.
CEC.- Siñor ¿???
ERS.- Dime ¡!!!
CEC.- Virda qui cuando si da una cosa si da sin interés ¿???
ERS.- Ni con recargos extras ¡!!!
Entonces El Cantante le contesto al Enrique.
CEC.- Ai ‘ta ¿???
Y rabiando El Enrique ya casi se le echa encima al cantante para matarlo.
ERS.- Cálmate, El Enrique ¿???
ESC.- Que no estás viendo a este pinche mal agradecido de mierda ¿???
Entonces todos se quedaron con Los Ojos Cuadrados cuando El Cantante de repente se cayó en el suelo y se incoo para abrazarse cariñosamente de Las Piernas de El Robert llorando de puro agradecimiento.
CEC.- Eres mi Dios Señor y cualesquiera sea tu nombre ¡!!!
ERS.- Ni Dios es mi Dios, muchacho ¿???
CEC.- Permíteme servirte lo que me resta de vida, por favor ¿???
ERS.- Que pues, no cargo con lastres ¿???
Y entonces El Enrique al descubrir la incomprensible broma del cantante cambio su actitud con respecto al ex enfermo.
ESC.- Me engañaste hijo de La Chingada ¿???
CEC.- Como a un verdadero chino ¡!!!
Entonces El Chofer dio La Orden de Aborto.
EC.- Al abordaje ¡!!!
Y otra vez Las ignorantes Reses se agolparon como brutos para subir al camión para seguir avanzando mientras que El Bel-Thor lo hacía por arriba después de esta ejemplar aventura.
ERS.- Y cómo te llamas ¿???
CEC.- El Ernesto Canto, mi señor ¡!!!
ERS.- No me llames así ¿???
CEC.- Entonces nada mas me voy y ya ¿???
ERS.- Eso es lo único que tienes que hacer ¡!!!
CEC.- Pues no mi señor, me quedo ¿???
a un par de kilómetros más adelante se subió La Señora de La Comida con todas sus viandas riquísimas para dejar atrás el candente para que apareciera felizmente La Flora y La Fauna.
ERS.- Ya pidan de comer muchachas, El Enrique…
CEC.- Yyyyyyyy ¿???
ERS.- El Ernesto ¡!!!
CEC.- Les recomiendo El Puchero del día, hasta se van a chupar Los Dedos ¿???
LCR.- A ver señora, sírvame un puchero del día por favor ¿??
LS .- A la orden, señorita ¡!!!
LCG.- Uno para mi también ¡!!!
ESC.- Y a mí deme uno pero con doble porción de carne ¡!!!
CEC.- A mi me lo sirve muy normal ¡!!!
ERS.- Y a mi me lo sirve triple con una super porción extra four de carne en una bolsa ¡!!!
Y después de servirles sus pucheros a nuestros amigos el bobe saco la mano con la bolsa de carne y bajo el bel-thor para atraparla con él pico y la seño siguió sirviendo hasta que acabo y fue a dar de comer en La Boca al chofer porque no podía manejar y comer al mismo tiempo
Y la cuestión es que con el movimiento del camión a todos se les iba cayendo El Caldo en La Ropa y como veían que para todos los demás era lo más natural a nadie le importaba nada y se revolcaban de gusto aún más riendo con la comida tirándoseles, pero lo más chistoso fue cuando El Camión alcanzo una subida.
Porque todos comenzaron a bromear cuando se frenaba y arrancaba al mismo tiempo tirando todo El Caldo sobre ellos mismos y luego con La Inclinación de la Loma hasta La Carne Rusa se les caía al suelo pero era una sacro santa obligación levantarla y comérsela así se llenara de tierra (como le sucede a los perros)
ERS.- Ni modo ¿???
LCR.- Que barbará ¿???
LCG.- Si me viera mi mama ¿???
ESC.- Ya hasta me estoy rascando La Panza con Las Patas ¿???
CEC.- No se preocupen que ahorita regresa La Señora para servir mas ¿???
Y después de darle de comer al chofer La Señora regreso para doblete arles Las Porciones y nadie protestaba por el exceso de la comida.
Y para colmo de males de repente El Camión ya no pudo subir la cuesta y tuvieron que bajar Los Pasajeros para arrempujarlo, pero Los Pasajeros esperaban más que los arrempujaran a ellos.
Y ni modo que tuvieran que hacerlo en contra de su linda voluntad si a todos les urgía llegar a su destino, pero cuando llegaron a La Cima lo de mas fue lo de menos porque ya se fueron de pura bajadita y muy contentos.
Y terminaron comiendo como marranos casi tirándose de panza ‘parriba y después cuando le pagaron La Señora se bajo para que subiera otro vendedor.
EG.- Delgaoooooooos ¡!!!
Entonces ahora La Carla ya le había agarrado confianza al niño de atrás y le pregunto.
LCR.- Y ahora que venden ¿??
EN.- El Gas, señorita ¡!!!
LCR.- El Gas ¿???
LCG.- Y que es lo que no venden aquí ¿???
EN.- Nada ¡!!!
Y como Los Pasajeros le entraban a todo y sin tapujos comenzaron a comprar los tanques de gas para llevar.
Bueno, hasta Las Muchachas se atrevieron a comprar el suyo.
LCR.- pues si, pero a mí deme un tanque chiquito ¡!!!
EG.- Si Señorita, y para usted ��??
LCG.- Que sea otro de a litro ¡!!!
LCR.- Págale El Robert ¡!!!
ERS.– Y que tu no quieres uno hijo de La Chingada ¿???
ESC.- Que sea uno de a cinco kilos para hacer una bomba ¿???
ERS.- Y tu El Ernesto ¿???
CEC.- Yo paso…
ERS.- el más honesto de la clase
CEC.- a comprar uno de 20 kilos para que me lo lleven a la casa
LCR.- Y en donde vives El Ernesto ¿???
CEC.- no tengo casa
ERS.- chinga tu madre
EG.- Son tres cincuenta, señor ¡!!!
Y después de que le pago El Robert al gasero, El Ernesto le pregunto…
CEC.- pero ahora le hablo de usted y no lo olvide.
ERS.- que educado, hijo de la chingada
CEC.- Y deseo que me de trabajo o deseo trabajar para usted ¿???
ERS.- Ahorita no tengo vacas antes, No ¡!!!
CEC.- Porque ¿???
ERS.- Como dice mi hermano El Peterete que tiene muchas diligencias que atender ¿???
CEC.- Y para que me curo mi señor y si me iba a soltar La Rienda como al caballo bayo mejor me hubiera dejado morir ¿???
LCR.- No seas así Bob ¿??
LCG.- SIBO
ESC.- en eso tiene razón elerne
ERS.- YYY Uuuyyyy que filoso falsos se han vuelto around here ¿???
Pero se ve que El Ernesto oyó mal El Nombre de El Bob.
CEC.- No seas así El Bobe ¿???
ERS.- El Bob ¡!!!
CEC.- No seas así El Bobe ¿ ???
ERS.- El Bob ¡!!!
CEC.- No seas así El Bobe ¿???
Entonces todos se pusieron a reír al ver que El Ernesto no podía nombrar bien su nombre por una falla muscular de la boca.
ERS.- y no que me hablabas de usted
CEC.- Ya no es agradecimiento señor El Bobe porque veo que usted es una buena persona de los bragaos y aparte de que me cayó bien y ahora estoy más seguro que nunca que yo quiero trabajar para usted ¿???
ERS.- Y si no te doy trabajo ¿???
CEC.- Me echare como un perro a sus pies y ya no podrá evitarlo ¿???
LCR.- Ya no lo hagas sufrir mí amor y dale trabajo ¿???
ERS.- Lo bueno es que no sabe mi casa si no quién sabe ¿???
CEC.- Pues desde ahorita ya no le perderé La Huella mi señor ¿???
ESC.- Al rato te pongo al tanto El Ernesto Canto, chale me salió en verso sin reverso y sin el más mínimo esfuerzo ¿???
ERS.- Y lo bueno que en La Black And White Records todos mandan menos yo pero cuando el chimeco llegue a Los Anégales pones un tanto cuanto a El Ernesto Canto y yo si soy poeta y y en el aire las compongo y me bajan los calzones y…
Y entonces las muchachas lo detuvieron a tiempo para no escuchar las pala brotas que por consecuencia le seguían al verso obsceno.
LCR.- Ya, Ya, Ya…
LCG.- ya no lo sabemos
ERS.- Chale ¿???
LCR.- Y por eso te quiero El Bobe, porque eres guapo y tienes una personalidad arrolladora, pero como persona eres mucho mejor ¿???
LCG.- a todo dar
Y entonces de repente se espantaron los pasajeros y saltaron como resorte de sus asientos porque algo extraño andaba por ahí abajo del piso y no sabían que era…
mientras que El cansado Chofer a lo lejos veía Las torres Gemelas de la ciudad que algún día El George Bush iba construir y anunciaba La Llegada de El Camión a su destino.
EC.- Señoras y Señores Los Anégales a La Vista ¡!!!
Y TODA LA GENTE PARADA EN LOS ASIENTOS GRITABA CON ALEGRIA, PERO MIRANDO AL PISO MUY PREOCUPADOS PARA TRATAR DE LOCALIZAR AL BUSCA PIES
Mientras que El Bel-Thor se preparaba para aterrizar.
 FIN
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diderxt · 4 years
Text
Danm Hands.
Corría, con los cabellos pegándose a su cara sudada, con los labios secos, mientras que lo abrigaba el cuero de Gaviota*. Solo llevaba consigo los guantes negros que le había regalado su padre y una bolsa con bocadillos.
Sí, su huida había sido planeada, detrás suyo corrían guardias que su madre había mandado. Diderot corria hacia aquel árbol entre la frontera de ambos reinos, donde luchaban soldados Dealleranos y los pacíficos Softieles que morían atravesandos por las espadas de la nación oscura, era el momento, su guerra estaba comenzado de nuevo, luego de tantos años y al otro lado de su dimensión otra terminaba.
Pudo recodar a su padre, contándole la historia del gran árbol que abría una puerta fantástica a otro lugar desconocido, también recordó las leyendas contadas por los magos y hechiceros del reino y claro sus fanáticas criaturas inferiores a ellos. "Deberás correr tan rápido, con un único deseo cuando la historia entre los dos mundos sea marcada para siempre ", dijo el rey de Diderot, moviendo sus manos. Cuanto echaba de menos al hombre que le dio la vida.
Siguió corriendo, hasta observar el tronco viejo destellante. Se lanzó con el corazón estrujado y deseado poder vivir por fin lo que esté anhelaba. El viaje fue corto, aunque para los humanos fueron unos años.
Cayó en 1945. Tuvo que  aconstumbrarse a vivir como un solitario viajante sin nacionalidad o idioma—. Terminó de contar a los niños que le miraban anonadados y luego estallaban en gritos y alegrias.
— ¡De grande quiero ser como Diderot! — proclamo el rubio niño con los ojos brillantes luego de escuchar a la joven de cabelloa oro y ojos de cristal, quien sostenía un vaso en sus manos.
— ¡Niños es hora de dormir, no molesten a Dakota! — gritó el padre de los dos pequeños desde la puerta vieja de madera que te llevaba al exterior.
Los niños, obedientes a su padre asistieron levantándose del suelo, ambos corrieron a las mantas y sabanas que se extendían en el piso en una esquina cercana a la pared del "baño" de la casa.
Sintió su corazón estrujarse, llevaba ya un año viviendo con ellos, escondiendo su verdadero ser con las manos bañadas en sangre y símbolos que afirmaban su existencia monstruosa. Pero para aquellos humanos Diderot era una niña que por su belleza seguro era de la realeza.
Luego de saltar el portal del gran árbol había caído en Inglaterra, junto a las familias pobres que habían perdido a gran parte su gente en la guerra, una guerra que ya había terminado.
Aquella familia pobre y con necesidades le ofrecía a la chica invasora un plato de comida, y un techo en que resguardarse de las lluvias, el invierno y el caliente sol de verano. Le enseñaban también su idioma, sus costumbres ignorando de donde pevenia, a cambio Diderot cuidaba de los niños, ambientado esto en historia maravillosas de su mundo, como todo un autor de novelas fantástica.
Se levantó de la silla donde de encontraba sentada, recostandose en su esquina donde dormía, a la luz de las velas pensó en su madre hasta quedarse dormida. O eso hasta que a la mitad de la noche, las voces de los padres de ambos pequeños susurraban preocupados.
—Nos ha ayudado con los niños, debemos seguir ayudándola. —Aseguraba el hombre.
—Ian, no estamos comiendo, nuestro plato se lo ofrecemos a ella, a penas podemos darle a nuestros hijos. —Alegaba su mujer.
—Esa niña también es parte de nuestra familia, seguiré sacrificando cada centavo, cada plato por ella, recuerda quien nos ayudó a nosotros cuando la guerra comenzó, —replicó.
—Algún día se irá, sin mirarnos, sin dar las gracias.
—Esperaré hasta entonces, mientras tanto seguiré ayudándole incluso con mi vida. —Dio por finalizada la conversación él.
Diderot, testiga de todo con un nudo en el pecho, esperó hasta que ambas respiraciones se nivelaran en paz, ya dormidos. Se movió con sigilo, evitando que madera crujiera bajo sus pies, hasta llegar al lugar donde ambos adultos dormían plácidamente ignorando los ojos azules que se volvían más cristalinos por el llanto silencioso, que les miraba.
—Es momento de que me vaya —murmuró entre sollozos, la rubia.  —pero no me iré sin agradecerles, a cambio les ofrezco la suerte.
Dicho aquello, por primera vez, luego de un año volvió a quitar los guantes de cuero de sus manos, posando estas en las frentes ajenas cerrando los ojos.
Fue capaz de reproducir cada escena de la vida de ambos, sonrió al verlos sonreír,, tragó saliva cuando ambas vidas se ponían intensas, ante la muerte del hijo mayor en la guerra frente a los ojos del padre, cuando Ian llegaba a su casa con la vista baja y en medio de lágrimas su mujer le abrazaba. Se llenó de la amargura de ambos mientras sufría ella también en silencio, extrañaba a su madre, pero había encontrado un nuevo hogar.
Conjuro a la suerte en voz baja, usando los dones de su familia, aquello que en Dealler llamaron: "las manos malditas", manos capaces de sembrar la dicha y desdicha en otros, Diderot, agradecida, los bendijo, asegurando que nunca les faltaría el dinero o la comida.
Y como un fantasma desapareció de aquella casa, llevando consigo el recuerdo de una bella familia.
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                        cuero de gaviota ; animal nativo de Dealler grande, de tierra con piel de oso.
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