Hijos del este
El libro perdido
Capítulo 11: Fuego Azul.
Katsuki desenvaina la espada que heredó de su padre cuando el ejercito enemigo los encuentra en los campos de trigo, la hoja recta brilla como espejo por los aceites especiales con que debe ser afilada. Tiene las runas de Yuei y el dibujo del vuelo de un pájaro negro azulino. La empuñadura fue reforzada, aunque volvió a atar la cinta roja a su muñeca para no tener que preocuparse del retroceso de su fuerza y magia.
Otra vez está al frente de batalla, luego de que el espía confirmara que el ejército en Muzan no había partido por completo hacia el sur y que una parte se había ido a reunir con otra hueste en Deika.
Ahora lo acompaña casi toda su manada. Tras ellos la horda de nómades han hecho formaciones para favorecer el ataque de sus magos de largo alcance o con capacidad defensiva para proteger a los alfas que están al frente en la primera línea.
Frente al castillo, un ejército dagobense los espera. Su estrategia porta 2 líneas de vanguardia con grupos de artillería y otra línea magos y hechiceros en la retaguardia. Hay ollas de aceite hirviendo en la entrada, arqueros experimentados en las saeteras y a lo largo del matacán, mientras que en las esquinas del castillo se encienden antorchas gigantes.
Hay cierta tensión por ambas partes. Mitsuki les ofreció el duelo por muerte súbita. Consciente de que esta vez habrá más aldeanos al interior del castillo, pero la oferta fue rechazada y en su lugar mataron y colgaron en la puerta, a los dos mensajeros.
La formación del enemigo significa que esta es la última defensa que ofrecerán por la región del sur, pero, aunque es casi igual a ganar la guerra, esta formación es la más peligrosa de todas. La gente portadora de magia en Dagoba son los magos más mezquinos de todo el continente, por siglos fueron considerados paganos y ladrones de las virtudes de los dioses, pero su poder es tal que hace tiempo el imperio aprendió a aprovecharlos en su beneficio, y viceversa.
Esta vez morirá más gente y Katsuki está al frente junto a otros con magia de fuerza semejante que permita abrir una brecha. Necesitan que la segunda vanguardia y la caballería arquera se abra paso hacia los magos para que puedan matarlos rápidamente.
Katsuki ruge cuando el cuerno de guerra cruza el campo y el encuentro entre los ejércitos se lleva a cabo. Esta vez ni siquiera se detienen para frenar la lluvia de flechas, Katsuki sabe que solo puede hacer su magia dos veces al nivel en que su gente necesita que la use, y solo podrá conseguirlo si se mueve rápido, sin darle a tiempo al enemigo a identificar el flujo de energía en sus brazos. Fumikage rompe las flechas, tratando de abarcar la mayor extensión posible mientras Shoji vigila sus puntos ciegos y Ojiro se mueve ágil siguiendo los pasos de Bakugo.
Solo faltan unos metros para la colisión de vanguardias, cuando la tierra cruje. El suelo se parte y gruesas vides de espinas se levantan como látigos filosos.
A lo lejos Masaru y Mirai miran la batalla rezando a los dioses por sus hijos, todos ellos. Pero en especial por Katsuki porque aquí se cumple la primera visión que la matriarca de las tribus del sur viera hace tantos meses atrás. Un estruendo poderoso eleva cuerpos por decenas en el aire. Ese es su cachorro piensa Masaru aliviado y aterrado por igual, pero ese ataque ocurrió demasiado lejos del castillo.
Los ejércitos colisionan sin poder abrir una brecha en ningún sentido. Esta vez las fuerzas son más equitativas e inevitablemente la manada comienza a separarse a medida que los enemigos se defienden por más tiempo. Kirishima Intenta desesperadamente volver con Katsuki, pero un soldado lo embiste. Alza el escudo para protegerse del impacto, pero su cuerpo se desliza por la tierra varios metros y un dolor sordo cruza su antebrazo. La tierra está llena de baches, termina cayendo sobre una rodilla. De pronto, un peso pasa por encima de su espalda y hombro. Mashirao cae detrás del soldado que casi derriba a Eijiro y lo apuñala rápidamente en el cuello.
El omega ni siquiera se detiene a comprobar a Eijiro y sigue corriendo, esquivando enemigos, lanzando cuchillas, recuperándolas o robando cuanta arma encuentre en su camino para abrirse paso entre el mar de soldados directo hacia la mata de cabello amarillo, franqueado por Momo y Uraraka. Momo lanza proyectiles que liberan humo negro en diversos puntos mientras Ochako suspende los proyectiles que vuelan hacia ellos.
-¡Cánsenlo! – grita un capitán de cuadrilla dagobes, apuntando hacia a Katsuki al mismo tiempo que el rumor del cuerno de guerra se extingue. Ahora viene la caballería y no están listos.
El viento silva cuando una lanza viaja hacia Bakugo. Kirishima jadea cuando se da cuenta que no logrará proteger a Katsuki, pero un borrón castaño golpea la punta de la lanza con una espada. El arma gira sobre su propio eje, elevándose y mashirao agarra el astil y lo empuña, contiene el aire y lo lanza ensartando a dos enemigos por el cuello y pecho.
- Tokoyami y Shoji, se ocupan de la perra que maneja las vides, les tomará demasiado tiempo venir – Grita el omega junto a Katsuki- Tenemos que idear otro plan.
Katsuki gira cortando enemigos, mientras su mente piensa en como demonios acercarse. Las cortinas de humo ayudan a que no los rodeen y a marear a los enemigos, pero también impiden que ellos se acerquen. Además, solo les queda un tiro de su parte.
A lo lejos las antorchas del castillo se encienden y Masaru gime cuando ve las llamas azules. Las mismas que la historia cuenta como responsables de la matanza en la guerra del exterminio.
- Ahí va, otra explosión…Levanta la cabeza Masaru tu cachorro saldrá vivo de esta…Shiyo llegará a tiempo para recibirlo…- le dice Mirai.
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A su alrededor, el campo que rodea la ciudadela está llena lanzas astilladas, flechas cuerpos moribundos que se arrastran lejos de los salvajes que rematan a sus enemigos. Los muertos reflejan el horror de la batalla que se prolongó por horas sin que pudieran iniciar el asedio de las murallas. La sangre comienza a secarse en su cuerpo, sus manos estaban entumidas por una mezcla de cansancio y frío, más la última flama seguía en pie en lo alto del muro.
A su espalda los sobrevivientes se agrupan y recogen los heridos, algunos la llaman porque no queda nada más por hacer. En tanto las catapultas de doble tiro esperan su orden para derribar la puerta. Mitsuki todavía se da cuenta que el sabor de la victoria no será como la primera, sino insípida y manchada con más pérdidas de las que calculo debían ocurrir y se vuelve amarga a medida que la enorme antorcha de fuego azul se mantiene intacta, la única que no pudieron derribar con las catapultas, luego de que Mirai le advirtiera que esas llamas habían estado en su visión.
Desde ahí se ve cómo un espíritu de guerra, inaudito y desafiante. De pronto no es como el fuego, su corazón azul se oscurece y el halo de luz se alarga mientras una sombra humana se trasluce a través de ella. Primero es una figura engañosa, casi cómo una ilusión, pero está segura de lo que ve más no de lo que es, porque ¿Cuanta crueldad hace falta en el imperio para quemar un muñeco en fuego azul? ¿Era una burla contra su gente calcinada en la guerra del exterminio? Pero su instinto no la domina, negándose a dejar que el insulto la ciegue.
Katsuki está solo en los campos, el hombro adolorido, la ropa manchada con sangre, restos de huesos y carne fresca, tras liberar poderosas explosiones para abrirse camino al frente. Desde ahí la antorcha humana se ve más grande y humea con la burla tácita de Dagoba. De pronto el peso del honor, la responsabilidad y su gente cae sobre sus hombros, pero es cómo una marea de voluntades que lo empujan a dar un paso al frente mientras apunta la espada hacia la estatua jurando que un día regresará por su cabeza.
Más un sonido metálico brama en lo alto de la muralla.
Katsuki apenas logra ver las siluetas de varios hombres sobre los parapetos, pero están ahí, agitados, enojados y divididos. De pronto uno cuelga y cae de cabeza hacia la tierra, otro corre de un lado al otro y se detiene abruptamente. Desaparece en las llamas con un grito atroz y un agudo silbido corta el aire hasta que el sonido amortiguado de una flecha gigantesca se entierra sobre el suelo a casi 6 metros de él.
Punta y astil son de acero y plata, pero su aspecto monumental casi no tiene diferencias con un arpón, cuya cadena de cobre sigue unida a la torre que sostiene la antorcha de fuego azul. El cuerpo que debiera ser gigantesco cae sobre la cadena, se desdibuja en llamas más pequeñas que se propagan a lo largo del arpón hasta formar un círculo perfecto en la tierra.
El calor regresa a su cuerpo con brusquedad mientras gritos de advertencia se oyen a lo lejos cuando el fuego fatuo se eleva en una masa de pólvora crepitante recuperando su forma humanoide. La enorme estatua reaparece frente a Katsuki y se abalanza rápido con manos hechas de esquirlas.
Katsuki, apenas tiene tiempo de repeler el primer zarpazo, más logra contraatacar sin darle tiempo a la razón para distraerse pensando en que cosa tiene al frente sino en como matarlo.
Nómade tras nómade se apresura para llegar hasta su posición. El cuerno de guerra vuelve a gritar para pedir auxilio, alertando a los soldados y magos que se habían retirado.
El fuego es feroz, pero endeble ante las estocadas de la espada de Masaru, parece perder forma y tamaño cuando logra cortar un miembro. Un nuevo tajo y entonces arremete usando todo su peso para separar las esquirlas que comienzan a mellar los bordes de su espada, al tiempo que el calor comienza a acumularse de forma alarmante.
La enorme criatura gime y se tambalea, débil ante el empuje del enorme alfa, pero sus llamas ya han puesto al rojo vivo la espada sagrada. La criatura dispara sus dedos en todas direcciones, salpicando ascuas y chispas junto a las esquirlas de acero para propagarse por todo el alrededor. El fuego naciente es tan poderoso que caldea el aire, su sola cercanía quema la piel y retiene la llegada de los primeros aliados.
Katsuki comprende tarde que su cuerpo se rendirá de seguir en medio de las flamas azules, más se niega a caer mientras la primera flecha atraviesa el cuerpo de la bestia. A su espalda Kyoka es la primera en responder mientras el resto de la manada y nómadas intentan llegar hasta él para prestar ayuda. Un incauto intenta saltar las flamas, pero su acto solo sirve para demostrar el poder crematorio de las llamas. Con horror los soldados retroceden al ver el cuerpo incendiarse con alaridos espantosos mientras alguien grita por agua.
El cenizo despedaza el otro brazo de la criatura mientras tose ahogado por el humo de los muertos que comienzan a calcinarse a su alrededor. La bestia brama de forma aguda, sin poder regenerar el miembro y desesperada por rematarlo salta hacia adelante, justo cuando Katsuki cae sobre una rodilla. El golpe de gracia se eleva casi encegueciéndolo pero es frenado por una figura femenina.
-¡Levántate Katsuki! – exige la mujer mientras defiende su legado. Su muchacho despierta y se impulsa sobre sus pies, pero la espada de su madre esta al rojo vivo sin siquiera haber logrado la mitad de daño que él.
La bestia retrocede, pero no pierde de vista la debilidad en el nuevo contrincante y se afana en ella, más el hijo ruge aún con lágrimas en los ojos para recordarle que él era su adversario.
La madre entonces tuerce el gesto y se aguanta el dolor de las quemaduras en sus manos, Katsuki se interpone entre ella y la bestia sin espada ni escudo, para liberar una explosión tan espantosa que todo y todos a su alrededor fueron despedidos a metros de distancia.
Mitsuki abre los ojos, aturdida y lívida. Casi no puede sentir sus miembros, pero se fuerza a girar, empujar sus brazos inútiles y alzar la cabeza ensangrentada en busca de su cachorro. Esta sorda de un oído y apenas puede caminar sin perder el equilibrio, ni mucho menos enfocar la mirada hacia el frente. Los hombres a su alrededor lucen igual o en peores condiciones salvo por el fiel vástago Kirishima que se apresura en alcanzarla con espada en mano mientras grita el nombre de Katsuki.
El humo se espesa y con él, la sangre de Mitsuki se enfría ante la idea de perder su sangre y heredero. Frente a ella un cráter enorme se formó donde antes existió el fuego fatuo y en medio yace Katsuki con la mano izquierda ensangrentada y un corazón de carbón partido en dos.
- ¡El respira, está vivo! -Grita Eijiro deslizándose por el cráter mientras Shoji, Tokoyami y Ojiro corren en su auxilio.
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Desde el castillo, el ultimo silente cruza el pasadizo secreto para tomar rumbo hacia la capital arriba de un caballo gris y ojos rojos. La noche es demasiado vieja para que sea prudente seguir su viaje hacia el puente Deika, pero a toda costa debe llegar a la capital para informar que el imperio acaba de perder la región del sur y que los Nómadas ahora saben cómo destruir al Fuego Azul.
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Это альтернативный конец?
Где Азулино не становится человеком и полностью уничтожает единорогов тем самым наступает постапокалипстичекая эра ведь без единорогов нет леса
Розита - дочь Коко живёт в этом новом мире под правлением Азулина и чтобы хоть как-то обеспечить себя и мать занимается проституцией с ранних лет
Таким образом она рано или поздно попадает к самому Азулинв в руки и она до боли напоминает ему умершего старшего брата
Все это заворачивается в ужасное в своем проявлении отношения между девочкой и жестоким правителем
Никакого счастливого конца или привязанности
Только боль/ Is this an alternate ending?
Where Azulino does not become a man and completely destroys the unicorns, thus the post-apocalyptic era begins, because there is no forest without unicorns
Rosita - Coco's daughter lives in this new world under the rule of Azulin, and in order to somehow provide for herself and her mother, she has been prostituting herself from an early age
Thus, sooner or later, she falls into the hands of Azulin himself and she painfully reminds him of his deceased older brother
All this wraps up in a terrible in its manifestation of the relationship between the girl and the cruel ruler.
No happy ending or affection
Only pain
Text on the second picture:
Your eyes... Almost the same as his...
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