Tumgik
#es casi tan fuerte como Mil Horas
elbiotipo · 10 months
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El coro de Pizza Conmigo es espectacular y la alegría encarnada, comparada con el resto de la canción que es una porquería. Lo cual encaja con la carrera de Alfredo Casero.
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soft-pxachy · 5 months
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⤷  ❝sex hotline❞ — myg (s.m)
➤ Pareja: yoongi x lectora!fem
➤ Recuento de palabras: 8.6k 
➤ Género: sexo telefónico! smut y obscenidad!
➤ Resumen:  La idea de tener tu primer orgasmo hablando con un extraño atractivo a través del teléfono te asusta muchísimo, pero tal vez no sea tan malo como crees, después de todo, Min Yoongi era el mejor en su trabajo.
➤ Advertencias: 18+ | lenguaje maduro y explícito | sexo telefónico | diferencia de edad (edad legal) | charla sucia | palabras sucias y picantes obviamente | masturbación (ambos) | dom!yoongi sub!lectora | la lectora es virgen | elogios y  ligera degradación | Yoongi es coqueto y sabe lo que hace y dice | sobreestimulación | semi-exhibicionismo | mucha mucha tensión sexual | la voz de Yoongi (sí es una advertencia) ➤ Si no eres mayor de 18 años, POR FAVOR, no leas. Si lo haces es bajo tu propia responsabilidad, ten en cuenta las advertencias.
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♥︎ softpxachy's
⤷ masterlist ♡ taglist ♡ instagram
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Min Yoongi se había convertido en el operador más solicitado desde que se unió a la empresa Delight, y tenía cientos de clientes esperándolo impacientes.
Yoongi se había demostrado a sí mismo que podía mantener a su boca en un muy buen uso; haciendo que hombres y mujeres se enamoraran de su voz profunda y sensual en una sola llamada telefónica. 
Sus palabras fácilmente podían hacer que cualquiera cayera en sus trampas; pintando escenarios oscuros y sexuales que sus clientes hubieran preferido mil veces experimentar en la vida real.
Y Yoongi no era tonto, él sabía que muchas personas querían escuchar su voz, sabía que tenia un gran ego y lo usaba completamente a su favor. Él sabía que su voz podía derretir a sus clientes, sabía cómo  hacer que la gente se corriera con solo decirles palabras pecaminosas y seductoras a través del teléfono. Y le pagaban ochenta dólares por hora.
Obsceno, frío y con una lengua afilada. Ese era Suga en tres palabras.
Y su personaje no tenía ninguna gran diferencia con su yo real.
Yoongi se sentó cómodamente en el colchón de su cama, levantando las rodillas mientras frotaba su creciente erección a través de sus pantalones de chándal delgados.
—Dime cuánto lo quieres, cariño. —Yoongi murmuró con su voz ronca y áspera a través de su teléfono hacia la persona al otro lado de la línea mientras fijaba su posición sobre el colchón. —Dime cuánto quieres sentir mi polla follando ese pequeño y mojado coño tuyo.
La mujer al otro lado de la línea gimió, fuerte, obviamente tocándose a sí misma. —Sí, sí. Quiero tanto tu polla, Suga…
Y Yoongi tuvo que hacer todo lo posible para evitar que un resoplido cayera de sus labios al escuchar el tono tan ansioso y necesitado de su voz.
—Mmh por supuesto que lo quieres, es una pena que no pueda estar allí contigo. Joder, te follaría tan fuerte y duro hasta que estés llorando. ¿Quieres eso?
—Oh Dios…  sí, sí, quiero que me folles así, por favor, por favor, ya casi llego…
Y ahí estaban, las palabras mágicas que encendían la excitación en su cuerpo, haciendo que Yoongi no pudiera pensar en nada más que en hacer que su cliente se corriera y que se sintiera satisfecha. Porque eso era lo que Yoongi quería. Satisfacción.
—¿Lo haces? Huh, qué pena, no creo que puedas manejar mi gran polla. —Yoongi gruñó sombríamente al escuchar a su clienta gemir de frustración ante sus palabras, y eso sólo alimentó más su ego .—Fóllate más fuerte por mí, ¿sí, cariño? Empuja esos dedos más profundo dentro de ese apretado coño tuyo. Mierda, mi polla está palpitando por ti, bebé. Muéstrame lo hermoso que suenas cuando te corres.
—Joder, Suga, justo así…
Yoongi agarró el teléfono con más fuerza, pudiendo escuchar los sonidos húmedos y lascivos al otro lado de la línea, lo que lo hizo morderse el labio inferior, la imagen que se formó en su mente lo estaba poniendo más duro a cada segundo que pasaba y sólo lo hizo comenzar a frotar su pene de arriba hacia debajo de una forma tan lenta y casi burlona; esparciendo el líquido preseminal que brotó de su punta por toda su longitud, gruñendo un par de ánimos sucios más a su clienta.
—Esa es mi chica, folla más fuerte ese coño, nena. Vamos, córrete para mí, ensucia tus sábanas, quiero escucharte…
—Dios, Suga, voy a correrme….
Y Yoongi sonrió diabólicamente al escucharla, sintiéndose tan complacido y realizado. Era uno de los mejores sentimientos, hacer que alguien se sintiera bien, incluso si él era solo un extraño con quien estaba hablando por teléfono. Su polla se retorció en el apretón de su mano al escuchar los gemidos de placer volviéndose más fuertes cuando por fin su clienta llegó a su orgasmo.
—Eso es todo, déjalo salir, bebé. Joder, te escuchas tan jodidamente deliciosa… —murmuró palmeando con más fuerza su erección sobre su puño; disfrutando con los gemidos ahogados y la respiración agitada de su clienta al otro lado. —Te corriste muy fuerte, ¿verdad, cariño? —preguntó en medio de una risita burlona. 
—G-Gracias, Suga. Eres el mejor.
Yoongi sonrió.— Me alegro de haber podido ayudarte, cariño.
—¿Te puedo llamar de nuevo la próxima semana?
—Por supuesto, pero tienes que esperar en la fila, bebé.
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Ahí estaba T/n; contemplando si debería terminar su ensayo que literalmente debía entregar en una hora o llamar al número que estaba escrito en ese el papel que por accidente se le cayó a una de sus profesoras después de decirle lo espantoso que había sido el primer ensayo de su materia.
No la podían culpar, T/n había intentado devolverle el pequeño trozo de papel, pero su profesora ni siquiera le dio tiempo de hablar cuando salió del salón de clases maldiciendo a todo lo que se atravesara en su camino.
Y cuando T/n la inspeccionó de cerca, quedó más que confundida que al principio.
Suga
28 años
698-8876-203
Trato de averiguar de qué o quién podía ser ese número pero seguía sin saberlo, podría ser literalmente cualquiera y cualquier cosa. No era una tarjeta de visita habitual, o una tarjeta de presentación de alguna empresa, era solo la información personal de alguien escrita desordenadamente en una tarjeta blanca. Y eso le hacía sentir una inmensa curiosidad que la atraía como si se tratara de un imán.
—Suga… —T/n se susurró a sí misma y sus cejas se arrugaron con desconcierto.— ¿Quién diablos se llama Suga?
Volvió a repetirse esa pregunta mientras caminaba de un lado a otro en su habitación, pensando seriamente si debía marcar ese número misterioso que estaba escrito en la tarjeta. Eran las tres y media de la tarde, y ciertamente no pensó que su atención estaría cien por ciento es ese número misterioso en lugar de su ensayo.
Sí, podría ser la información privada de alguien y estaba siendo una completa entrometida, pero tal vez este hombre Suga quisiera recuperar su tarjeta, quién sabe.
Con un resoplido, se acercó a su mesita de noche y retiró el cargador de su teléfono, sintiendo instantáneamente como su corazón latía más rápido mientras marcaba lenta y vacilantemente el número extraño en su dispositivo.
—¡Joder, lo que sea!  —suspiró presionando el intimidante botón verde de llamada, escuchando su teléfono resonar el timbre una y otra vez haciendo que las palmas de sus manos sudaran cada vez más.— No debería… —murmuró por lo bajo recostándose en su cama, dándose cuenta de que esto estaba mal, pero cuando quiso colgar, la pantalla de su celular se iluminó anunciando que la llamada había sido contestada.
—¿Hola?
Mierda.
Espera,  ¿Qué mierda?
¡Esa voz! ¡¿Qué diablos era esa maldita voz baja?!
—¿Hola? — Se volvió a escuchar, pero T/n parecía estar en estado de shock.
El hombre al otro lado de la línea tenía una voz tan baja, oscura y áspera que hacía que su corazón diera vueltas y vueltas, y T/n mentiría si dijera que no la hacía sentir escalofríos.  
Yoongi dejó escapar una pequeña risita ante el silencio, rodando los ojos mientras fijaba su posición en la silla y levantando los pies sobre la mesa de madera frente a él.— No me hagas hablar solo, cariño.
Un jadeo repentino salió de los labios secos de T/n cuando el tono de su voz se volvió firme. Había un matiz estricto y dominante en la voz de aquel hombre que la hacía quedarse quieta; estaba demasiado conmocionada para responder mientras su mente intentaba comprender la situación en la que se había metido.
—Yo-yo… —tartamudeó de a poco, queriendo golpearse la cara al no ser capaz de formular una oración entendible.
Yoongi frunció el ceño ante eso, levantando una mano para jugar con su labio inferior antes de formar una sonrisa.— ¿Sí? —bromeó con un tinte de diversión. A pesar de que no podía escuchar su voz claramente como él quería, podía comprender que definitivamente era una mujer, una muy joven.
—T-tú eres uhm… ¿S-Suga? —T/n murmuró con nerviosismo apenas encontrando su voz para preguntar eso.
— El único.— Yoongi respondió ensanchando su sonrisa mientras despeinaba su cabello con la otra mano, comenzando a maquinar su siguiente movimiento para poder comenzar con su trabajo y darle una noche especial de puro placer a una nueva clienta.
—Yo, uh- alguien dejó caer tu... tarjeta con tu n-número en ella, ¿y supongo que la quieres de vuelta? — T/n se las arregló para preguntar aquello a pesar del temblor evidente en su voz.
Y no supo qué hacer cuando no recibió ninguna respuesta.
Hubo un silencio total y absoluto, y T/n quería cavar su tumba allí mismo, pensando que realmente había sido tonta al llamar a aquel número y decir eso. Y por otro lado, Yoongi no podía creer lo que estaba escuchando, intentó procesar cada palabra que dijiste, y una vez que lo hizo, entendió todo.
Kim Yejoon, la caliente profesora a la que le había dado su número la semana pasada, ¿Se le cayó la tarjeta?
Se pasó la mano por la cara con frustración, gruñendo profundamente al caer en cuenta de la situación, pero a pesar de eso, Yoongi sabía que no debería hacer de esto un gran problema, no había nada malo después de todo. Y además, tenía una nueva llamada para que la disfrutara.
Se encogió de hombros rápidamente, sin darle muchas vueltas al asunto antes de hablar.— Bueno, bebé, ¿sabes por qué le di mi tarjeta a ese 'alguien'?
Bebé. Él la había llamado bebé.
T/n casi estuvo a punto de suspirar de nuevo al escucharlo llamarla así, debía de admitir que su voz realmente le estaba haciendo algo a su cuerpo, esa voz monótona y profunda la estaba haciendo agitarse en su lugar y le costaba pensar correctamente.
—Uhm, ¿P-por qué? — T/n susurró, poniéndose cada vez más ansiosa y nerviosa al mismo tiempo.
—Esta es una línea directa de sexo telefónico, querida.
Y ahí T/n juró que su mandíbula casi se cayó al suelo al escuchar eso, joder, no había forma que su profesora supiera que este tipo Suga trabajaba como operador de sexo telefónico, ¿O sí? Dios, estaba segura que nunca volvería a verla igual después de esto.
—L-lo siento mucho... Dios mío, puedo volver, espera... No sé, tal vez pueda devolverle esto a...
—No tienes que estar nerviosa por eso, bebé.— Yoongi habló por lo bajo, casi en medio de un ronroneo que hizo que la respiración de T/n se cortara por el rápido giro de su voz, sonando tan sexy y sensual.
—¿Cómo?
—¿Cuántos años tienes? —Yoongi ignoró su pregunta mientras él mismo hacía una; dándose cuenta de que podría sacar algo divertido de toda esta situación.
—No sé si debería decírtelo… —T/n murmuró por lo bajo, e inconscientemente cerrando sus piernas en un intento de evitar que se excitara si seguía hablando con él.
—Oh, es una pena…— Yoongi habló con falsa inocencia en su voz y T/n juró que pudo sentirlo formar una sonrisa al otro lado de la línea.—Quería... ya sabes... hacerte sentir bien, al menos.
Y sus palabras fueron muy tentadoras. Demasiado.
En algún punto de su desordenada mente T/n se dio cuenta de que quería esto, algo de espontaneidad y adrenalina con algún extraño, no tenía nada que perder y tenía que vivir un poco al final de todo, esta sería probablemente la primera y última vez que experimentaría algo como esto, así que aceptó de inmediato.
—T-tengo diecinueve… —murmuró casi en un susurro esperando que aquel hombre no cortara la llamada tan pronto como escuchara su respuesta, pero no fue así, porque lo que recibió fue un audible gruñido al otro lado de la línea que le puso la piel de gallina.
Yoongi no pudo sorprenderse más de una buena manera, era muy raro para él recibir llamadas de clientes que no tuvieran veinticuatro años o más, y aquella jovencita podría ser su primera vez. Y la idea le gustaba más a cada segundo.
—Oh, nena… —resopló mordiéndose el labio inferior antes de agregar con una sonrisa pintando en todo su rostro.— Creo que eres la primera clienta que tengo que es tan joven.
Y tan pronto como T/n escuchó eso pudo jurar que una ola de calor recorrió todo su cuerpo; haciéndola removerse sobre la cama y respirar de forma densa y pesada.
—¿Eso es algo bueno? —preguntó agarrando con más fuerza su teléfono para evitar frotar sus piernas entre ellas; buscando algún tipo de fricción donde más lo necesitaba.
—Oh, depende, cariño. ¿Todavía quieres continuar? Puedo hacerte sentir realmente...— Yoongi habló con su voz ronca justo antes de hacer una pausa y gemir en voz baja para sí mismo ante lo que estaba imaginando.— Realmente bien…
Él ni siquiera estaba diciendo nada sexual todavía y T/n ya podía sentir sus bragas empapadas pegarse a su piel sensible.  ¡Esto no sucedería si su voz no fuera tan sexy!
—S-sí. —respondió después de pensarlo y en medio de un suspiro tembloroso.
La polla de Yoongi se retorció dentro de sus pantalones, excitándose con la simple idea de guiar a alguien probablemente nuevo en la vida sexual.
—¿Quieres decirme un nombre, cariño? Nombre real, nombre falso, algún apodo favorito, como quieras que te llame. —preguntó con calma ajustando su posición sobre el sofá.
¿Era malo que T/n quisiera escuchar a este extraño decir su nombre con su voz profunda y tan jodidamente sensual?
—¿Me prometes que no me hackearás o algo así? —preguntó por lo bajo aún sintiendo irreal toda esta situación en la que estaba.
Y Yoongi se rio ante eso, encontrando realmente adorable esa pregunta. Su tono oscuro era todo lo contrario de tu tono dulce e inocente, se le hizo realmente lindo hablar con alguien con una voz tan animada y adorable, al menos para él.
—¿Hackearte? Oh, bebé… —comenzó a hablar antes de chasquear su lengua aún divertido. —Estás hablando con el mejor operador que existe, gatita. Otros clientes estarían celosos de que estés recibiendo toda mi atención en este momento, y no ellos. Estás a salvo conmigo, te lo prometo.
El rostro de T/n se enrojeció por completo al escucharlo, dándose cuenta de que si aparentemente era el “mejor” entonces eso significaba que hacía bien su trabajo, ¿verdad?
Bueno, fuera lo que fuera, ya era demasiado tarde para echarse atrás.
—Bueno, uhm... soy T/n.
Yoongi se mordió el labio, cada vez más emocionado. No podía esperar a que experimentaras lo que estaba a punto de darte.
—T/n… —Tu nombre sonaba tan sensual cuando él lo decía, y T/n pudo jurar que la atmósfera en su habitación de repente se volvió cien veces más caliente con sólo escucharlo decir su nombre de esa forma.— T/n, estás de acuerdo con lo que estamos a punto de hacer, ¿verdad? ¿Tengo tu pleno consentimiento?
—Mmh-ju… —T/n musitó sintiendo su corazón bombear rápidamente en su pecho, nerviosa porque realmente se había dado cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Sexo telefónico. Un jodido sexo telefónico.
Todo su cuerpo se estremeció de repente y un dio un pequeño brinquito sobre la cama al escucharlo  gruñir inesperadamente y a su voz volverse más dura y firme antes de hablar. —Quiero escuchar palabras, niña.
—S-Sí señor. —T/n respondió de inmediato, no queriendo molestarlo más y que pudiera dejarla con el calor a tope en su cuerpo, sin darse cuenta realmente de lo que había dicho.
Mierda.
Los ojos de Yoongi se agrandaron en estado de shock y su mandíbula se abrió mientras procesaba todo; como operador de sexo telefónico había experimentando múltiples fetiches y roles que le pedían sus clientes y sabia como manejar cada llamada que venía con esas instrucciones para hacer todo lo que su cliente deseara, pero ciertamente no esperaba que esa palabra repentina saliera de tus labios.
Echó su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos por un breve momento mientras sentía como su pene se endurecía cada vez más.. Era muy difícil para él contenerse porque todo lo que quería hacer era decirte las cosas más sucias y desagradables contra tu oído. Él quería cumplir todas tus sucias fantasías que no sabías que tenías, pero sabía que necesitaba reducir la velocidad.
—¿Señor? Oh, ¿Qué te hace llamarme así, bebé? —preguntó con un tono arrogante cubriendo su voz mientras palmeaba de a poco su dura erección; haciéndolo sisear ante la sensación.
—N-No lo sé… —T/n murmuró completamente sonrojada, sentía su garganta seca y no sabía qué responder sin sentirse tan avergonzada.
—Oh, sé que jodidamente lo sabes, T/n. Te excita, ¿verdad? ¿Quieres que alguien te domine, cariño? —preguntó con dureza y sin poder evitar sonreír con orgullo al escuchar el pequeño gemido silencioso que ella dejó escapar. —¿Qué haces cuando alguien te hace una pregunta? ¿Mmh?
Yoongi volvió a preguntar y el tono de su voz hizo que T/n se removiera impaciente sobre la cama, sintiendo como la humedad en su entrepierna hacia que sus bragas mojadas se frotaran incómodamente contra sus pliegues, él tenía toda la razón en todos los sentidos posibles. Quería que alguien la dominara, alguien que la controlara en un plano puramente sexual, era una de tus mayores fantasías.
—Sí, s-señor. Yo quiero eso. —T/n respondió tímidamente por lo bajo.
—Oh cariño, no tienes por qué ser tímida conmigo. ¿Estás sola? 
—Sí, señor. —T/n volvió a responder de la misma forma dócil de antes, dirigiendo su atención a la perilla de la puerta como si alguien estuviera a punto de irrumpir en su habitación, sintiendo todo su cuerpo temblar al escucharlo reír.
—Entonces no hay nada de qué preocuparse. Sólo somos tú y yo, nena. Ahora, antes de que podamos pasar al lado más... divertido, quiero ser un poco neutral por ahora, ya que es tu primera vez. Así que dime, ¿cuándo fue la última vez que te follaron?
Neutral. ¿Eso fue neutral?
T/n podía sentir a la perfección su rostro arder en vergüenza ante sus palabras y tuvo que cerrar sus ojos con fuerza mientras trataba de controlarse. Su voz la volvía loca, y hacía tanto calor que si no fuera una tímida virgen ; podría haberse masturbado todo este tiempo hablando con él.
—Uhh… — T/n musitó antes de reírse nerviosamente. —Y-yo... no he... todavía no…
—Oh, Dios mío, cariño… —Yoongi gimió por lo bajo al escucharla; apretando el grosor de su polla con más fuerza aún por encima de sus pantalones.— Lo siento mucho… —agregó soltando una risita mientras movía su cabeza de un lado a otro.— ¿Aún quieres seguir con todo esto?
—Sí, sí señor. Por favor, lo quiero. No me importa, por favor solo… —T/n habló en medio de un suspiro tembloroso, cerrando los ojos con fuerza dándose cuenta de su estado. —Estoy muy excitada en este momento y...
—Oh, cariño, está bien, ¿sí? Sé lo que quieres. —murmuró con calma al otro lado de la línea.— Es mi trabajo hacerte sentir bien nena, no tienes que preocuparte.
—Está bien… —T/n exhaló al mismo tiempo que asentía con su cabeza, como si él la pudiera ver.
—Dime lo mojada que estás para mí, T/n. —Yoongi preguntó con su voz varias octavas abajo, moviendo su mano de arriba abajo por toda la longitud de su erección que se cernía dura entre sus piernas abiertas, pero aún sin liberarla de su confinamiento.
T/n no dudó ni siquiera un segundo en obedecer su orden, llevando su mano libre por debajo de su short para presionar sus dedos ligeramente contra su coño vestido, haciéndola gemir cuando frotó de a poco sobre la mancha de humedad en sus bragas, estimulando de a poco su pequeño y necesitado clítoris, sólo haciéndola sacudir sus caderas hacia arriba en busca de más fricción.
—Estoy muy mojada, s-señor. —habló en un gemido bajo y estrangulado.— Mis bragas están húmedas p-por tu culpa.
Ni siquiera podía creer que en realidad ella estuviera hablando de esa forma tan sucia, hizo todo lo posible por no sonar tímida, pero simplemente no podía evitarlo, toda la situación la estaba sobrepasando, y la voz de aquel hombre al otro lado del teléfono la hacía sentir más caliente a cada segundo que pasaba.
—¿Si? ¿Te estás tocando, bebé? —Yoongi arrulló con voz burlona disfrutando con su respiración agitada; casi pudiendo escuchar los movimientos que hacía.— Joder, las cosas que le haría a tu precioso coño si estuviera allí contigo, T/n… —habló y sus palabras solo la hicieron querer seguir escuchándolo.— ¿Quieres saber?
—Sí, sí señor, por favor… —T/n respondió y su tono desesperado la hizo temblar sobre la cama.
—Mmh, eso es lo que quiero escuchar. —Yoongi murmuró finalmente decidiéndose por deslizar su mano debajo de sus pantalones; agarrando firmemente la gruesa circunferencia de su polla y dejando escapar un gemido gutural ante el contacto.— Comenzaría por comerte el coño, bebé. —admitió y casi tuvo que reprimir una risita al escucharla gemir ante sus palabras. —Imagina mi lengua lamiendo una y otra vez tu bonito y mojado coño, bebé. ¿Puedes sentirlo?
T/n dejó escapar jadeo desesperado cuando sus dedos recorrieron delicadamente de arriba hacia abajo justo por la mitad de su coño, imaginando que él estaba con ella, diciéndole exactamente qué hacer y casi pudiendo sentir su lengua húmeda y caliente arrastrándose entre sus pliegues con fervor, podía sentir la humedad filtrarse a través de la tela de sus bragas mojando sus dedos y eso la hizo quejarse.— Sí, señor.
—Tócate, T/n. Juega con tu coño mientras escuchas mi voz.
—Lo estoy haciendo, pero por favor... ¿Puedes… —T/n sollozó por lo bajo ante su orden, no queriendo hacer nada más que darse un poco de placer con ayuda de su sensual y erótica voz. —¿Puede ayudarme, señor?
—Oh, qué niña tan obediente tengo aquí. —Yoongi sonrió ante eso al mismo tiempo que con sus dedos esparcía el líquido preseminal que escurría de la punta por toda su dureza; usándolo como lubricante, excitado con la simple idea de que aún necesitabas ayuda para tocarte, y por supuesto que él estaba encantado de ayudarte.— Lleva tus dedos a tu clítoris, gatita, comienza a frotar suavemente ese pequeño botón para mí.
T/n siguió sus instrucciones y obediente llevó sus dedos hacia arriba, frotando de a poco sobre su clítoris y gimiendo al sentir un repentino rayo de placer recorrer todo su cuerpo una vez que aplicó presión.— A-ah, s-señor…
—Mmh, se siente bien, ¿no es así, cariño? Solo sigue tocándote bebé, hazte un favor y desvístete por completo. —ordenó segundos antes de escucharla asentir levemente y comenzar a quitarse la ropa lo más rápido que pudo.— ¿Escuchas bien las instrucciones verdad? Eres una buena niña.
—Oh… —T/n musitó al escucharlo, sin poder evitar sonrojarse ante la forma en que sonaba ese apodo cariñoso saliendo de sus labios, haciéndola subir de nuevo a la cama y hundir las manos entre sus piernas, a espera de una nueva orden.
—¿Quieres jugar con tu pequeño coño hasta que te corras, bebé?
¿Cómo podían sus palabras crear un efecto tan grande en ella? T/n podía sentir su rostro calentándose a cien grados mientras se permitía volver a disfrutar del maravilloso placer que le estaban dando sus palabras tan sucias. Cerró los ojos cuando sus caderas se empujaron hacia su mano, y sus dedos fueron rápidos en volver a frotar lentamente círculos delicados en su pequeño punto de placer.
—Señor, ayúdeme, por favor. —T/n pidió inocentemente tratando de mantener a raya los gemidos que amenazaban salir de sus labios.
—Es un placer, gatita. Para eso estoy aquí, ¿verdad? —Yoongi gruñó mientras liberaba su polla de su confinamiento, saliendo disparada hacia arriba entre sus piernas; completamente duro como una roca.— Maldita sea bebé, escucharte me ha puesto tan duro…
Y T/n soltó una respiración áspera ante eso, jugando con su clítoris cada vez más rápido, mojándose más y más cada segundo que pasaba, antes de que su voz la hiciera temblar.— Tu pequeño coño debe estar tan desesperado por una polla, ¿eh? ¿Es eso lo que quieres?
—S-señor… —T/n gimió con los ojos cerrados mientras se concentraba en su voz caliente.
Yoongi gruñó entre dientes cuando comenzó a bombearse a sí mismo, usando el líquido preseminal para humedecer su polla en cada firme movimiento, imaginándose que era tu mano apretando su polla  y con tus ojos mirándolo dulcemente, probablemente nerviosa por tomar una polla por primera vez.— Bebé, quiero escuchar cómo te corres por primera vez, debes sonar tan jodidamente hermosa…
Y eso hizo que T/n jadeara con fuerza, moviendo sus dedos más rápido sobre su clítoris intentando alcanzar su nivel máximo de placer, los gruñidos de Yoongi en su oído la hacían sentir increíblemente mas húmeda, se lo imaginaba sentado en algún lugar, follándose con su mano mientras escuchaba sus pequeños gemidos, todo se sentía tan bien, y deseaba tanto haberlo hecho antes.
—Cariño, joder, me estás volviendo loco. Si yo estuviera ahí contigo te daría tanto placer, T/n. Te haría correrte más rápido y más fuerte de lo que tus pequeños dedos pueden hacerlo. Te encantaría mi lengua en tu lindo coño, y a mí me encantaría tanto probarte…
—Oh, señor… —T/n gimió con fuerza, dejando caer su cabeza hacia atrás sobre la cama retorciéndose de puro placer, sus sucias palabras hicieron que su estómago se revolviera y que su interior se apretara alrededor de la nada, formando un nudo incómodo en su vientre que parecía que se rompería en unos segundos.— Creo que voy a…
—Oh, ¿vas a correrte para mí, cariño? —Yoongi habló soltando una pequeña risita arrogante mientras escucha sus gemidos resonar cada vez más fuerte y desesperados, haciéndolo acariciar su pene más rápido, sintiendo las fuertes oleadas de placer correr por sus venas con cada firme movimiento de su mano en su pene endurecido.— Suenas tan jodidamente adorable. No puedo dejar de pensar en lo bonita que sonarías en la vida real.
—Señor, e-estoy tan cerca… —T/n lloriqueó frotando su clítoris más fuerte y más rápido, con el sudor acumulándose en su frente y con sus mejillas al rojo vivo, deseando que él estuviera con ella para que le hiciera todo lo que le estaba diciendo.— ¿Puedo, ah, puedo correrme por favor?
—Qué buena niña, pidiendo permiso primero… —Yoongi suspiró profundamente ante el tono desesperado en su voz, y dejó escapar un fuerte gruñido cuando frotó el glande enrojecido e hinchado de su pene con su pulgar, imaginando que era tu caliente y húmeda lengua contra su punta queriendo probar todo de él. —¿Quién te está haciendo sentir bien, hm?
—Tú, tú s-señor, por favor… —T/n suplicó tratando de contener su orgasmo tanto como pudiera hasta que él le diera el permiso de hacerlo.
—Así es, cariño. Joder, nunca había tenido un cliente tan obediente como tú, eres una chica tan buena…
—Señor… no puedo contenerme más, por favor, por favor… —T/n volvió a lloriquear por su orgasmo, podía sentir el nudo en su vientre volverse más apretado, podía sentir sus piernas temblando y podía sentir sus dedos mucho más resbaladizos y cubiertos con su humedad mientras seguía tocándose.— P-por favor, solo…
Yoongi se rio por lo bajo de su desesperación, moviendo con más fuerza su mano sobre su pene y sintiendo como el cosquilleo se acentuaba en su pelvis de la misma forma, el simple hecho de que él fuera el primero en ayudarla a darse placer y hacerla sentir bien aumentaba por demás de su excitación y ya podía sentir que él también estaba cerca.
—Córrete para mi bebé, quiero escucharte. —Ordenó en medio de un gruñido y con su voz agitada.
Ni siquiera necesitó decir algo más que cuando escuchó sus gemidos agudos y rotos le fue imposible no formar una sonrisita orgullosa en todo su rostro, podía escuchar los sonidos húmedos de su orgasmo rompiéndose en su cuerpo y podía escuchar su respiración acelerada y errática.
—Joder, s-señor… —T/n lloriqueó apenas siendo consciente de lo bien que se sentía todo este placer acumulado dentro de ella, su cuerpo estaba flotando con la intensidad de su orgasmo, apretó con más fuerza su teléfono mientras intentaba bajar de su nube de placer aunque parecía casi imposible, con su vista borrosa apenas enfocándose en nada más que el dulce éxtasis de su liberación.
El sonido de los gruñidos guturales de Yoongi en su oído la hicieron temblar en su lugar, ahí supo que él también había llegado y todo su rostro se enrojeció al imaginar su semen brotando de su pene; manchando sus dedos y abdomen, y la simple imagen la hizo jadear por lo bajo.
—Esa es mi chica, ¿Te gustó, cariño? —Yoongi preguntó después de unos largos segundos donde solo se escuchaban sus respiraciones agitadas a través de la llamada.— ¿Cómo te sentiste?
—Muy bien, señor… —T/n admitió con su pecho subiendo y bajando buscando relajarse.
—¿Hiciste un desastre en tus sábanas, bebé? —preguntó cerrando los ojos ante la simple imagen antes de recibir un pequeño asentimiento por parte de T/n haciéndolo reír.— ¿Esperabas que tu primer orgasmo sucediera así.
Y al escuchar esa pregunta T/n casi juro que quería que la tierra se tragara viva, no lo había hecho, en absoluto, y tener la revelación de que acababa de tener su primer orgasmo con un extraño a través del teléfono, mientras él le hablaba sucio, mientras él se corría con ella, le hizo sentir una terrible vergüenza.
—L-lo siento, eh... yo no... yo no... —T/n balbuceó moviendo su cabeza de un lado a otro, sin saber qué decir exactamente para dejar de sentirse así.
—¿Por qué te disculpas, gatita? —Yoongi preguntó al notar su cambio y bajando el tono de su voz, sabiendo lo mucho que a la gente le encantaba cuando lo hacía.— ¿Estás avergonzada?
—Yo-yo...
*llamada terminada*
Inmediatamente T/n lanzó su teléfono al borde de la cama, sintiendo sus  manos temblar mientras caía en cuenta de todo lo que había pasado.
¿Por qué diablos había hecho eso? ¿Por qué simplemente no cortó la llamada antes de que las cosas llegaran hasta este punto? ¿Por qué no podía negar que le había encantado tanto escucharlo decirle todas esas cosas y la forma en la que hizo correrse con solo su voz?
Miró su cama hecha un desastre y sus dedos cubiertos con su orgasmo y sus mejillas ardieron ante la vergonzosa vista.
¿Qué se suponía que debía hacer? Ya se sentía lo suficientemente avergonzada y humillada con todo lo que pasó, y solo podía pensar en lo que aquel hombre estuviera pensando de ella, cortando la llamada después de haberla hecho correrse sin siquiera un gracias.  
—¡Por qué! ¡Qué carajo! —gritó con frustración poniéndose de pie mientras caminaba como un pingüino torpemente hacia el baño para limpiarse.
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Era imposible mirar a su profesora de la misma manera que antes. T/n ni siquiera pudo concentrarse en todo lo que duro su clase porque sólo estaba pensando que se suponía que su profesora pasaría una noche caliente de sexo telefónico si le hubiera regresado la dichosa tarjeta.
Si se la hubiera devuelto como la buena estudiante responsable que era, ¡Entonces ella podría haber tenido el mejor momento de su vida y no estaría siendo un dolor en el trasero para todos los alumnos justo ahora!
Esto era tan trágico.
Y cuando regresó a su casa la realidad la golpeó como una bofetada en la cara, mirando detenidamente la espantosa tarjeta que estaba colocada en su mesita de noche, encogiéndose al recordar lo que había sucedido el día anterior.
Pero no podía dejar de pensar en él. En Suga.
Durante toda la mañana, él fue lo único que ocupó su mente. Su voz. Su elección de palabras tan lascivas. La forma en que la hizo sentir. La forma en que la hizo correrse.
Demonios, quería volver a sentir eso.
¿Qué pasaría si lo volvía a llamar?
Todo su cuerpo rogaba por volver a sentir esa sensación de euforia, volver a sentir la forma en que sus piernas temblaban cada que escuchaba su profunda voz, guiando sus movimientos para darse placer, o la forma en la que sintió mariposas en el estómago cuando tuvo su primer orgasmo, deseaba sentirlo una vez más.
—No, no… —se dijo a sí misma sacudiendo la cabeza.
Además, él probablemente terminaría la llamada inmediatamente que supiera que era ella de nuevo, ¿verdad?
Estaba tratando de ser inteligente, de pensar con la cabeza fría, pero el calor en todo su cuerpo le hacía las cosas difíciles. Quería volver a escucharlo, escuchar su voz profunda y áspera en lo más profundo de su ser. Quería que le dijera qué hacer, que la controlara, incluso si en realidad no estaba aquí con ella. Su voz era realmente embriagadora, tenía que admitirlo, pero ¿Era la decisión correcta llamarlo de nuevo?
Al carajo, ¿Dónde estaba la diversión entonces? ¿Dónde estaba la adrenalina de hacer algo que no estaba correcto sólo para poder disfrutar un poco?
Así que cuando menos se dió cuenta ya estaba tomando su teléfono y la tarjeta blanca, sus pulgares marcaron rápidamente el número y el timbre de la llamada sonó inmediatamente, y allí estaba de nuevo, las palmas de sus manos sudando, el agarre apretándose alrededor del teléfono mientras esperaba que él respondiera, como la última vez.
Pero esta vez no fue tan rápido en responder. Su teléfono emitió un pitido, lo que indicaba que la pusieron en espera, así que espero lo que le pareció una eternidad, pero la pantalla de su teléfono marcó que solo había sido un minuto y veinticinco segundos.
Tal vez no debería haber hecho esto…
—Hola.
Oh no.
Su voz era absolutamente igual a como la recordaba, y T/n sintió inmediatamente el cosquilleo familiar circulando por todo cuerpo, con la sensación disparándose hasta su centro.
—Hola… —respondió por lo bajo, mordiéndose el labio justo después mientras trataba de evitar que sus rodillas le fallaran. —Soy yo, T/n.
Y el cuerpo de Yoongi se congeló al escucharla, deteniendo sus pasos a mitad de su camino hacia la nevera para tomar un poco de agua, esto era mucho más importante.
No dijo nada mientras se sentaba en su sofá, juntando las cejas. No podía creer que lo hubiera llamado de nuevo después de su abrupto corte la noche anterior.  
—¿T/n? ¿Estás bien? —preguntó a los pocos segundos. —¿Por qué... por qué llamaste?
T/n frunció su entrecejo ante sus palabras, no tenía ese mismo tono seductor y oscuro en su voz, se escuchaba demasiado dulce, hasta preocupado.
—Mmh quiero… —T/n comenzó a hablar aclarándose la garganta de a poco y buscando las palabras adecuadas para decir. —Bueno, quiero hablar contigo de nuevo…
Y Yoongi simplemente no pudo luchar contra la sonrisa que se deslizó en sus labios, mordió su labio al instante de escucharla y desviando su mirada hacia sus pantalones; sintiendo como su pene se endurecía con solo el recuerdo de la noche anterior, no lo entendía, ella no estaba haciendo nada y tenía un gran efecto en él.
—¿Ah, si? —murmuró de forma arrogante y el cuerpo de T/n tembló por la forma en que pronunció esa simple palabra.— No puedes tener suficiente de mi voz, ¿verdad, bebé?
—No… —T/n respondió tímidamente, recostándose sobre la cama y tratando de ponerse cómoda.
—Eso pensé. Disfrutaste la última vez que hablamos juntos, ¿eh? Pero, ¿Por qué terminaste la llamada tan rápido, bebé? Yoongi preguntó fingiendo un tono de decepción en su voz sin borrar su sonrisa antes de agregar. —Quería hablar contigo un poco más.
Y T/n pudo jurar que su corazón casi saltó fuera de su cuerpo con esas palabras, la atmósfera en su habitación rápidamente se volvió más espesa a medida que trataba de pensar en las palabras correctas para decirle, pero a Yoongi le encantaba bromear con ella, sentándose mejor en su sofá con una gran sonrisa en su rostro, imaginando que probablemente ella estaría sonrojada en este preciso momento.
—No es necesario que respondas si te sientes incómoda…
—¡No! No, es eso… —T/n se apresuró a responder saliendo de su trance.— Está bien. Lo hice porque estaba demasiado avergonzada, porque… bueno…
La risita que Yoongi dejó escapar la hizo temblar en su lugar. —Shh, shh. No digas nada más, sé lo que quieres decir y lo entiendo completamente. Además, llamaste para pasar otro buen rato, ¿O me equivoco?
—Sí… —T/n susurró por lo bajo, deslizando una mano entre sus pantalones cortos mientras para comenzar a jugar con el borde de sus bragas. —¿P-Puedo tocarme, señor?
Yoongi soltó un profundo suspiro al escucharla, excitándose de inmediato, el hecho de que le pidieras permiso hizo que se palmeara su polla a través de sus jeans.
—Mmh, que buena niñita tengo aquí, pidiéndome permiso, como la última vez. —habló antes de reír por lo bajo al escucharla jadear ante sus palabras. —Adelante bebé. Toca tu pequeño coño como te enseñé.
Y en el momento en que comenzó a escuchar los pequeños gemidos y maullidos silenciosos lo hicieron morderse el labio y dejar el celular a un lado para poder desabrochar su pantalón, bajándolo junto a su bóxer hasta la mitad de sus muslos; liberando su pene medio duro.
—¿Quieres que te ayude a correrte de nuevo, bebé? ¿Quieres oírme hablarte sucio mientras te tocas? ¿Hum?
—Sí, sí, p-por favor… —T/n respondió rápidamente, asintiendo con su cabeza como si él pudiera verla mientras jadeaba más fuerte; podía sentir lo húmedas que se estaban poniendo sus bragas mientras seguía frotando lentamente su clítoris por encima de la tela.
—Buena niña. —La elogió comenzando a mover su mano de arriba a abajo sobre su ya dura y palpitante erección antes de hablar en medio de un gruñido.— Mierda, todo lo que quiero es sentir tu lengua contra mi polla, T/n… —murmuró echando su cabeza hacia atrás sobre el respaldo, con los ojos cerrados mientras dejaba fluir su imaginación y aumentaba sus movimientos. —¿Quieres eso? ¿Quieres chuparme la polla, bebé?
Y tan pronto como preguntó aquello T/n pudo escuchar a la perfección como Yoongi escupía sobre su palma; usando su saliva como lubricante para poder bombearse más fuerte antes de que un gutural gruñido que dejó escapar ante la fricción la hiciera temblar y a su coño apretarse alrededor de la nada, encontrando increíblemente eróticos los sonidos húmedos que Yoongi le estaba regalando.
—Sí, sí quiero… —T/n respondió al mismo tiempo que deslizaba sus dedos por debajo de sus bragas, haciéndola soltar un gemido lascivo por lo sensible y mojada que ya estaba, sintiendo sus dedos bailar entre sus pliegues resbaladizos de a poco.  
—Oh, ¿lo quieres? Mmh, pero tengo la sensación de que no lo has hecho, ¿estoy en lo cierto? —Yoongi preguntó con arrogancia sin dejar de mover su mano y suspirando de solo pensar en enseñarle cómo darle una buena mamada.
T/n tenía muchas ganas de decir que sí lo había intentado y mentir, pero no tuvo el corazón para no hacerlo.
Frunciendo el ceño, suspiró con tristeza antes de responder.— No, todavía no.
—Está bien, bonita. ¿Quieres que te diga cómo hacerlo?
—Sí, por favor, por favor, señor… —rogó con entusiasmo volviendo a frotar sus dedos contra sus pliegues, imaginando que eran las manos de él las que estaban jugando con su coño en ese momento.
El cuerpo de Yoongi se estremeció por su tono desesperado, murmurando un "mierda" en voz baja antes de continuar.
—Eres una niña tan ansiosa, ¿verdad? Pero probablemente no puedas tomar mi gran polla dentro de tu pequeña boquita. —comenzó a hablar con su voz ronca, los movimientos sobre su pene se volvieron más firmes antes de formar una sonrisa arrogante y agregar. —Tal vez te ahogues con mi polla como una buena zorra.
Su habitación inmediatamente se sintió mucho más caliente que al principio cuando sus sucias palabras nublaron la mente de T/n, su elección de palabras lo único que estaban haciendo eran que alzara sus caderas contra su mano con pura necesidad, podía sentir el sudor cubriendo su cuerpo y se sentía sucia, pero le encantaba sentirse así con solo escuchar su voz.
La voz de Yoongi se volvió más profunda mientras seguía balbuceando palabras lascivas sin contenerse al mismo tiempo que agarraba su polla con más fuerza, atrapando el líquido preseminal que goteaba de la punta para deslizarlo por todo lo largo de su dura erección, estaba tan desordenado, y podía sentir sus testículos más y más tensos a cada segundo.
—Dime qué tan mojada estás… —gruñó con su voz ronca apretando el agarre en su miembro. —¿Qué tan mojada está mi bebé, hm?
—Estoy tan mojada señor… —T/n gimoteó de puro placer mientras pellizcaba cuidadosamente su clítoris.
—¿En realidad? No te creo. —Yoongi murmuró divertido, ralentizando sus movimientos antes de escucharla lloriquear por lo bajo.
—Lo prometo… —T/n respondió por lo bajo haciendo todo lo posible por sonar lo más convincente posible y solo escuchándolo soltar una risita oscura.
—¿Te importaría meter un dedo dentro de ese coño entonces? —pidió con ilusión en su voz y sonriendo al escuchar el silencio que se instaló ante sus palabras.
—No sé si puedo hacerlo… —T/n susurró tímidamente deteniendo sus movimientos, pero sintiéndose emocionada con la simple idea.
—Sabes que puedes, T/n. Puedo guiarte a través de esto, ¿sí? Puedo ayudarte, enseñarte cómo hacerlo. —Yoongi habló con calma, antes de que un gruñido saliera de su garganta. —Mierda, mi polla palpita solo con la idea de que te folle con mis dedos bebé, ¿Quieres eso?
—Sí…— T/n admitió en medio de un jadeo al escucharlo decirle aquello.— Quiero hacerlo…
—Buena niña. —la elogió formando una sonrisa maliciosa, podía sentir ponerse más duro de solo pensarlo. —¿Puedes meter tu dedo medio dentro de tu boca por mí bebé? Chúpalo y ponlo bien húmedo para mí.
T/n podía jurar que todo su rostro ardía de vergüenza mientras hacía lo que Yoongi le había ordenado obedientemente, estaba completamente sola, pero ¿Por qué sentía que había cientos de ojos observando cada uno de sus movimientos?
Decidió provocarlo un poco y ver que podía obtener de él, creando pequeños ruidos de succión con su lengua antes de liberar su dedo con un chasquido húmedo de saliva, estremeciéndose al escuchar la risita oscura que Yoongi dejó escapar.
—Ah, cariño. Quieres jugar así, ¿eh? —Yoongi murmuró mordiéndose el labio ante el sonido, casi imaginando que era polla lo que estabas chupando y no tu dedo. —Ahora dirígete lentamente a tu entrada, y empuja la punta de tu dedo ligeramente, ¿sí?
T/n mantuvo sus ojos fijos en el techo mientras presionaba su dedos contra su entrada, metiendo de a poco solo la punta antes de sentir un repentina rayo de dolor dispararse a través de su centro y por todo su cuerpo, haciéndola gemir y echar la cabeza hacia atrás sobre su almohada, con sus ojos cerrados con fuerza mientras sentía que sus paredes húmedas se apretaban alrededor de su dedo con fuerza.
—Eso es bebé, relaja tu cuerpo y no dolerá tanto, recuerda respirar, ¿de acuerdo? —Yoongi murmuró suavemente, privándose a sí mismo de tocarse sólo para hacer que se sintiera bien. —Quiero que empujes tu dedo suave y lentamente, se sentirá bien, lo prometo.
T/n pudo sentir como su voz inmediatamente ayudó a relajar su cuerpo mientras seguía sus instrucciones, inhalando y exhalando mientras movía su dedo de a poco dentro de ella, aún acostumbrándose a la extraña pero placentera sensación, podía sentir su humedad deslizarse entre sus muslos y a su clítoris palpitar de pura necesidad.
—Eso es, esa es mi niña… —Yoongi gruñó con su pecho subiendo y bajando en densas respiraciones mientras su propio placer abrumaba su cuerpo. —Empieza a meterlo y sacarlo a tu propio ritmo, bebé. Vamos, sé que puedes hacerlo.
Y el adorable gemido que se escuchó a través de la llamada lo hizo sonreír, T/n podía asegurar que nunca había sentido algo así antes, todo se sentía tan delicioso, podía sentir el placer burbujeando en su interior con cada débil movimiento de su dedo dentro y fuera de su coño, su interior estaba ardiendo y los sonidos húmedos no tardaron en escucharse en cada embestida que se daba a sí misma.
—Señor, se siente tan bien… —T/n gimió removiéndose sobre la cama tratando de asimilar la cantidad de placer que estaba sintiendo. —Te deseo tanto…
—¿Oh sí? —Yoongi se burló con una sonrisa pintando en su rostro, casi juró que pudo sentir su polla palpitar con su afirmación. —¿Me deseas? Oh, apuesto a que quieres mis dedos en lugar de los tuyos, ¿eh? Apuesto a que puedo hacer que te corras tan jodidamente duro, te haría hacerte gemir mi nombre hasta que tus vecinos puedan oírlo.
—S-señor, por ​​favor, por favor… —Lloriqueó con fuerza mientras movía su dedo a un ritmo más fuerte dentro de ella, sintiendo que su orgasmo aumentaba a cada segundo, casi a punto de golpearla. —Haz que me corra por favor... quiero tus dedos, quiero tanto tu polla…
—Oh mierda, mierda T/n. ¿Sí? ¿Quieres mi polla en tu pequeño coño? —Yoongi gruñó ante la simple idea, volviendo a bombearse con la misma fuerza de antes, apretando el agarre en su polla y haciendo que sus movimientos fueran más duros y bruscos en su grosor. —Pon tu teléfono en el altavoz y usa la otra mano para jugar con tu clítoris, cariño.
Ordenó y T/n obediente lo hizo, colocando su teléfono sobre su estómago y usando su otra mano para volver a frotar su sensible clítoris, gimoteando ante la sensación de placer duplicado golpeando su cuerpo de repente, todo lo que decían en las redes sociales sobre lo bien que se sentía masturbarte no era absolutamente nada comparado con lo que estaba sintiendo ahora. Era mucho, mucho mejor.
El nudo apretado comenzó a formarse en la parte inferior de su vientre más rápido de lo que esperaba, luchando por mantener las piernas abiertas mientras su mente estaba llena de lujuria. —Dios, sí lo quiero tanto, me voy a correr…
—Gime mi nombre, bebé. —Yoongi pido en un nuevo gemido gutural, su voz inestable y aireada delataron que estaba cerca de romperse también. —Quiero escuchar esa bonita boca decir mi nombre.
—¿S-Suga? —T/n jadeó sin aire y confundida, antes de escucharlo soltar una pequeña risita.
—Yoongi. Llámame Yoongi. —aclaró divertido y negando con su cabeza a pesar del calor en todo su cuerpo.
Y T/n sonrió ante eso, estuvo a punto de decir algo más pero un nuevo destello de placer recorrió su cuerpo, borrando todos sus pensamientos, su espalda se arqueó y sus piernas temblaron cuando su orgasmo se rompió dentro de ella, viajando por cada uno de sus nervios, sintiéndose tan abrumada y con el placer al rojo vivo instalándose en cada parte de su cuerpo y haciéndola jadear su nombre uno y otra vez en respiraciones agitadas y temblorosas.
—Joder, Yoongi… —gimoteó su nombre una y otra vez, volviéndose adicta a la deliciosa sensación y con su mente centrándose únicamente en el placer y nada más, y lo que la dejó fuera de combate fue escuchar aquel ronco gruñido brotar de los labios de Yoongi.
Yoongi rápidamente se apresuró a poner su teléfono en el altavoz para colocarlo en la mesita frente a él, sus dedos se pasaron por su cabello, apartando los mechones sueltos y húmedos por el sudor de su rostro mientras cerraba los ojos, llevando su mano disponible hacia abajo para apretar la piel sensible de sus testículos, gruñendo entre dientes mientras se masturbaba con más fuerza.
Te imaginó arrodillada frente a él como una buena chica, con tus manos descansando en tu espalda mientras lo mirabas dulcemente, esperando ansiosa a que te pintara la cara con su semen, marcándote como su pequeña zorra, pensando en lo jodidamente caliente que sería eso. Y fue esa misma fantasía la que lo hizo derramarse en un gruñido gutural.
—Mierda… —Yoongi gimió viendo como los chorros calientes de semen brotaban de su punta uno tras otro, cayendo sobre el piso con cada movimiento errático de su mano; haciendo un desastre mientras pensaba en ti. —Mereces un premio bebé, nadie había logrado hacer que me corriera así…
Y T/n no pudo sentirse más avergonzada después de escuchar eso, saliendo de su cama para dirigirse al baño y limpiar todo el desastre entre sus piernas. —No voy a terminar la llamada de repente como la última vez. —advirtió por lo bajo y sonrió al escucharlo reír.
—Esto no es tan malo, ¿verdad? —Yoongi habló en medio de un denso suspiro mientras se desplomaba sobre el sofá.
—Sí, es malo.
—¿Por qué? ¿Te hice sentir incómoda? —las cejas de Yoongi se fruncieron con duda, no queriendo que por algo que haya dicho volviera a pasar lo mismo de la noche anterior.
—No, no para nada, déjame terminar… —T/n respondió de inmediato al escucharlo antes de reír nerviosamente por lo que estaba a punto de decir.— Es ... es sólo que creo que necesito más de ti…
No hubo respuesta, así que continúo.
—Yo-yo realmente quiero verte, ¿sabes? Tal vez... eh, ¿continuar esto en la vida real? —preguntó mordiéndose el labio nerviosa, no sabía qué esperar, no sabía si Yoongi quería verla también o tan siquiera saber de ella, pero ya lo había dicho.
El pecho de Yoongi se oprimió con tanta fuerza que el corazón casi se le cayó al suelo, suspiró en silencio mientras bajaba la cabeza. La forma en que tu voz sonaba tan ansiosa y ferviente solo hacía todo más difícil para él.
Desde que entró a trabajar a Delight, había una única regla que todos tenían por igual: ningún operador debía tener una relación privada con un cliente. Estaba estrictamente prohibido. A los trabajadores se les enseñaba a manejar los sentimientos, recordándoles a sí mismos que solo estaban ahí para satisfacer; para alimentar las fantasías y los deseos de cada cliente. Ese era el único objetivo.
¿Pero cómo podía decírtelo? ¿Cómo podía decirte que era absolutamente imposible algo entre ustedes dos? Yoongi no era tonto, a pesar de todo, él sentía algo por ti, desde la vez que tan inocentemente llamaste a su número sin saber que era una línea directa de sexo, y había odiado la forma en que su pecho se retorció con inquietud cuando terminaste la llamada.
Estaba atónito, tan desconcertado con todo lo que tenía que ver contigo, y no podía evitar pensar demasiado.
Él también te deseaba, demasiado.
Pero no se arriesgaría a perder su trabajo.
—Yo… —murmuró apenas encontrando su voz y aclarándose la garganta. —Lo pensaré, T/n.
—Yoongi, espera…
*llamada terminada*
Tumblr media
N/A: Por finn uno de los oneshots que tanto me pedían está de regreso! Lo sé les debo una disculpa porque este oneshot es también mi favorito y ya quería volver a publicarlo, so espero que les haya gustado igual que la primera vez y que hayan disfrutado de este pequeño maratón, prometo estar mas seguido por aquí pupis  Gracias infinitas por todos sus comentarios y paciencia, las amo mucho  ♡ prev
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jsff21 · 1 year
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"The end of the stage. The end of the way, Starmoon."
Hola, no sé cuando leas este mensaje, probablemente sea más largo que los anteriores. No lo sé, al menos creo que lo más importante es agradecerte por todo lo que vivimos, por todo lo que alguna vez sentimos y sobretodo por haber sido mi novia, mi amiga y mi fiel compañia.
Lo eh dicho antes en la llamada de hace pocas horas, mi intención nunca va ser incomodarte, nunca va ser que estés mal, al contrario, te amo tanto que siempre querré lo mejor para ti.
Y porque te amo, no te insisto. Quiero que seas feliz y si eres feliz así, no puedo contradecirte.
Agradecerte, porque me hiciste ser alguien muy feliz, con muchos deseos, con tantos sueños y verte me daba la inspiración de seguir cada vez más.
Como todo, nada es perfecto, sufrimos situaciones deshonrosas para ambos, que de alguna u otra manera nos hicieron forjar un caracter diferente y medir las consecuencias de nuestros actos.
Contigo entendí, que el amor no se busca, sino que llega solo. Di tantas vueltas para enamorarme y al final creo que estar contigo fue la mejor decisión en ese momento.
Perdoname por las veces que lastimé tu corazón, perdonamé por al principio no saber valorar todo lo que eres. No me justifico, mi inmadurez no merecía jugarte malas pasadas.
Perdonamé si mi atención hacia ti, en algún momento no la sentiste, perdonamé si me ausente en muchas cosas.
Perdonamé si hubo, cosas que sentiste que no valoré, si hubo problemas que tal vez no toleré.
Por lo que sea la razón, Perdonamé, se que no fui la mejor persona.
Perdón si la última vez que hablamos por celular, fui un poco grosero, solo quería lo mejor para ti.
Y sobretodo perdoname si fuí un mal amigo.
Durante casi 8 años, estuviste conmigo, y durante 5 de esos 8 años fuimos todo lo que en memoria pudimos ser.
La conexión tan fuerte que había, quisiera nunca olvidarla pero al parecer el que piensa demasiado, termina perdiendo la cabeza..
Me encanta tu mente creativa, tu inspiración por lo que te gusta, tus ojos, tu sonrisa y todo lo que eres. Cuando te veía sentía que eras lo que quería.
Las sensación de mirarte a los ojos cuando estabas feliz, es de las cosas más lindas.
Durante este largo recorrido, has sido la persona que más eh amado y más eh querido tener tan cerca. Como nunca.
En verdad, en el momento que terminamos, no quería hacerlo, pero sentía que te había perdido por completo. Para mi fue totalmente innevitable no proceder. Quería seguir contigo en ese momento pero me quedaba corto si lo hacía. Quería decirte eso porque tal vez nunca lo comente, me dolió mucho más de lo que espere. De todas formas, agradezco que me lo hayas dicho, enserio es algo importante que lo hayas hecho. Seguí enamorado de ti más tiempo como te pudiste dar cuenta, era algo muy dificíl pero bueno gracias por todo eso luna.
Tus besos suaves, no los olvidaré... Rompecabezas, recuerdas?
Todos tus regalos...
La vez que te vestiste de Diosa..
La primera vez que fuimos al cine..
La primera opción a quien llamar..
Los años, el tiempo, las sonrisas y las alegrias.
El montón de escapadas...
Los cuadros..
Las fiestas sorpresas..
El roce del calor..
La sinfonia de tu voz..
Todos los poemas..
Todos los lovee que mencionas..
Cartas...
Sensaciones...
Emociones...
La sensación del calor de tu piel, de verdad es única, no entraré en detalles pero creo que me comprendes.
La última vez que pintamos obras sin sentido.
Todo.
Gracias por presentarme a tu familia.
Gracias por haberme hecho saber que era muy importante para ti.❤️
Gracias por vivir conmigo todos esos momentos especiales.
Gracias, por haber sido mi pareja durante tanto tiempo y aguantarte todos mis problemas y alegrías.
Enserio, tome tan sinceramente, la vez que me pediste disculpas por que se había terminado la relación y que no te habías dado cuenta de lo egoísta que habías sido. Aunque era yo mirandote de frente, tus palabras me llegaron tanto que mi corazón, se rompió en mil pedazos y de una u otra forma se alivio la sensación con el pasar de los dias. Porque como te dije aquel día "Nuestra amistad va a ser muy dificíl que continue", y lo sabía, miranos ahora.. Las palabras tienen poderes no? No porque yo no quisiera, Pff, yo encantado de escucharte hablar acerca de cualquier cosa. Sino que los impedimentos, iban a ser muy duros para nosotros.
Me duele amarte tanto, sabes?.. Enserio, es dificíl de pensar como todo colapsa.
Me duele, que no puedo saber, que hiciste durante tu día.
Me duele como no tienes idea, el saber que mi amiga ya no está conmigo.
En mi mente seguira que somos familia y creéme no te lo digo por mal, te lo digo porque siento que nuestra amistad va más allá de ello, sabes que siempre vas a poder contar con mi apoyo donde quiera que estés. Si es que lo necesitas, no pienso obligarte.
Creo que no hace falta decirte, que apoyaré tus ideas de querer comerte al mundo, asi sea que nisiquiera tu creas. De todas formas es fascinante, mira todo lo que has conseguido, de verdad que me sorprendes.
Luna, siempre estaré dispuesto a escucharte, no importa donde estés, si necesitas a alguien que te escuche, aquí estaré. Eso hacen las familias asi no de hablen durante meses, (que creo que es lo que va a pasar). Años? No lo sé.
Como te dije una de las últimas veces que nos vimos, "Antes de que te olvides de mi, antes de que no hablemos más y si por si alguna vez llegas a cambiar de parecer o si alguna vez no me vuelves hablar, quiero decirte que te amo y que siempre estaré y que estoy agradecido contigo"
Se que mis palabras aveces pueden ser melancolicas o tal vez no.. No lo sé.
El punto es que es la total verdad.
Enserio, me alegra todo lo que has avanzado en tu carrera.
Espero con la persona que estés, te brinde mucha felicidad, estabilidad y todo lo que te haga bien. Que te cuide y te quiera mucho, que valore todo lo que haces.
Como alguien que quiere lo mejor para ti, te deseo el mayor de los exitos siempre.
Espero algún día podramos hablar bien y reírnos de esto. No sé si en la cita de 2027 que está pendiente o que pero jajaja. Probablemente ya vivirás en el país que quieres..
Enserio si quisiera, al menos que regresara mi mejor amiga❤️🌙. De verdad la falta que me hace es demasiado.
Te amo.
Tu me enseñaste tumblr.. jajaja.
Si fuera por mi, siguiera escribiendo todo en notas. Te agradezco también, por eso.
Siempre hay algo más que decir pero al parecer ni escribiendo me callo, asi que culminaré.
Gracias por ser mi familia❤️🌙. Espero que cuando nos veamos de nuevo, lo sigas considerando así. Aunque no se cuando sucederá.
Estoy un poco loco, deberia dejar de escribir todo lo que siento y pienso ja. Se me da mal aveces..
Siempre estaré dispuesto a esucharte.
Espero nos volvamos a ver.
Gracias Starmoon.❤️🌙. Espero tengas muchas alegrías.
Hasta que se permita...
JS.
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pedripepinillo · 2 years
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headcanons de gavi como novio primerizo:
- nunca jamás en toda su vida se imaginó tener pareja
- literalmente siempre en las comidas o reuniones familiares las tías le preguntaban por su novia, o novio.
- y él solo se quedaba callado con una sonrisa incómoda en su rostro :D
- honestamente nada fue planeado, fuiste la primera persona que llamó su atención en el sentido romántico.
- admira muchas cosas sobre vos, sobre todo la capacidad de ser adorable y entenderlo en todo lo que se le ocurre <3
- ibas en su mismo curso, pero eras de nuevo ingreso, así que no sabía nada sobre ti, y al verte inmediatamente su corazón quedó flechado.
- tal vez era tu forma tan linda y dulce de hablar, o la manera hipnotizante en la que caminabas. no sabía muy bien de que se trataba todo, lo único que sabía es que sentía cosas lindas por vos.
- cuando comenzaron a salir era tímido, no quería mostrar su verdadera forma de ser por miedo a no gustarte ):
- luego se fueron acoplando el uno al otro muy rápidamente !!!!
- ahora, gavi es leo……….
- los sentimientos de pablo suelen ser más fuertes y carnales que los de otras personas, pero así es su personalidad.
- siempre se esfuerza por ser el mejor novio del mundo, sabe que es tu primer novio, y vos también sos su primera pareja.
- te da muchos detalles, ya sean flores, chocolates, cajas de galletitas e incluso cartas escritas a mano.
- TE HACE PLAYLISTS !!!!!! tiene mil y un listas de canciones dedicadas a su relación <3
- literalmente esta tan enamorado que parece un bobo. sus amigos lo molestan con que es un gobernado pero no lo puede evitar, ese chico te ama demasiado.
- hablando a cada hora por mensaje, hacen facetime todas las noches aunque se hayan visto en el día.
- siempre te da cumplidos porque piensa que eres la persona más especial que ha conocido
- le encanta ponerte apodos, ya sea algún diminutivo de tu nombre o simplemente “bebé” “amor” “mi vida” “cariño” etc…
- casi nunca tienen peleas, y cuando las tienen son por cosas sin importancia. gavi ha aprendido que su personalidad es explosiva, así que cuida mucho sus palabras cuando se enoja, porque no te quiere hacer daño.
- escúchenme bien. LE. FASCINA. QUE. USES. SU. ROPA
- cuando hace frío te presta su buzo, sabe que jamás se lo vas a devolver pero le encanta que lo traigas vos porque así siente que una parte de él está siempre a tu lado
- le gusta abrazarte y que su perfume se quede en vos <3
- y también le gusta cuando lo besas en la frente porque siente que es un buen chico TT
- protéjanlo
- finalmente, esta TAN enamorado, que te deja ganarle en el fifa.
nota: este fue un pedido pero se me borró el ask ): gracias anon por la idea <3 recuerden que los pedidos siguen abiertos (solo gavi o pedri)
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gvmvsadness · 4 months
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Como me pesan las fechas a pesar de perder intencionalmente la noción del tiempo para no recordarlas. Mi buena memoria no cambia a pensar de atrofiarme la mente intentando olvidar cosas que no quisiera enfrentar, que no quisiera aceptar. Pensar en el suicidio de papá, en que terminamos justo por estás fechas, cuando yo lidiaba con cosas que no quería lidiar y termine por consumirme como alguno de tantos cigarrillos entre mis dedos. Esperándote alguna tarde y sabiendo que terminarías por comprender que era demasiado tarde para que pudiera arreglarse algo entre nosotros.
Y a veces me sigo aferrando a ideas absurdas, cómo a qué alguna vez serás la mujer con la que voy a casarme y todo podrá ser diferente.
Pero no será así, y me alegra no haberme ido a refugiar en un lugar donde no voy a dejar de sentirme vacío. Porque no voy a dejar de sentirme vacío así cómo así, lo más difícil de cambiar es que no es nada fácil y hay que enfrentar las situaciones, pase lo que pase, haga lo que haga. ¿Por qué entorpecería mi proceso escondiéndome de todo lo que he avanzado con todo y mis retrocesos?
Yo solo sé que por supuesto que soy suficiente. Que me escondo de aquello que me encuentra porque siempre espero encontrarme de nuevo contigo pero no merezco esperar entre las sombras mientras te diviertes por ahí con alguien más, no merezco esperar a que te aburras o notes que no estoy tan mal cómo para volver arrastrándome a ti. Aunque intente hacerlo, lamento ese último mensaje, y esa última llamada, aunque agradezco que no respondieras y no haber insistido. Y tal vez vuelva a suceder porque estoy pasando por estados emocionales catastróficos a cada hora que pasa. Me siento de mil y un formas y no me avergüenza porque me asustaba mucho el hecho de ya no poder sentir. Estaba perdiendo mis emociones, estaba perdiendo la razón. Y ahora la razón me habla mientras resbalan algunas lágrimas por mis mejillas.
No me engaño diciéndome que no te extraño porque lo hago, y quisiera haberte buscado desde hace mucho, y no me habría importado volver a ser una especie de títere y ceder ante cualquier cosa. Y volver a manipularnos mutuamente para quien que tanto. ¿Cuánto odio puede ocultarse en un amor enfermo? ¿Cuánta inseguridad en un apego tan fuerte, en un dependencia tan lasciva?
¿Cuánto tiempo pasará para que pueda aceptar el hecho de que simplemente te tengo sacar de mi vida? De la cuál ya estás fuera, pero ¿Cuánto tiempo pasará para entender que lo realmente importante es que te tengo que sacar de mi mente?
Porque durante el día mientras veo las nubes alguna me recuerda tu silueta y pienso quien te tomara de la cintura al caminar por la Avenida de regreso a casa.
Cuando miro la Luna pienso en quien te arreglará el cabello cuando ya estás demasiado ebria.
Y en noches cómo esta, cuando camino bajo la lluvia y mi tristeza se empapa conmigo pienso en quien te abrira la sombrilla y la detendrá mientras tú enciendes tu cigarro. Pienso mucho en ti, casi cuando hago cualquier cosa, por eso ya no pienso mucho, ni hago mucho, y cuando lo hago no aguanto mucho. Me lástima ver la Luna, me lástima caminar por la avenida y me lástima encender un cigarrillo en noches cómo está cuando me empapan mi tristeza y la lluvia.
Tengo que soltarte porqué aunque nunca demostré del todo lo vulnerable que soy ante ti, es obvio que lo soy y tal vez tenía sentido cuando de alguna manera el beneficio era proporcional al daño o al menos cubría la cuota mínima de la dosis de afecto por la que podía arrastrarme sin pensarlo hacía tus ojos.
El amor no es eterno, mi corazón no aguanta tanto y si sigo así, mis pulmones terminarán por colapsar en poco tiempo. Estuve evitando tanto tiempo esto, pero nos vemos en otra vida, o quizás no, pero tampoco en esta de nuevo. Supongo que avanzar no es posible si no tomas las desiciones más difíciles.
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monvria · 2 years
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Hermana mía, hermano mío.
Resumen: La fraternidad, bella como es, acopia odas para sí; pero ella es complicada, más aún entre inmortalidad condicionada.
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Llegan a Cartagena y desembarcan rápido. El viaje, dentro de lo que cabe, ha sido ameno o por lo menos no tumultuoso, y han llegado en la hora cronometrada tal como se había planeado. Rodrigo está aquí porque ahora, tal como le han dicho, ha quedado subordinado a Nueva Granada. Le consta al chico que esto ha provocado pleitos en sus ciudades importantes, las autoridades están vaticinando un y mil hechos aún no sucedidos, temen que Nueva Granada no sea tan indulgentes como lo fue Perú y que corten esos grados de autonomía que han tenido a lo largo de los años.
Pero Rodrigo no está acá para resolver esos embrollos, ni siquiera discutirlos ni nada. Esta acá porque, por insistencia, debe ir a conocer a Nueva Granada tal como lo hizo antaño con Perú. Quien está a cargo de él en la pequeña comitiva le comparte un poco de lo que sabe; primero, no irán hasta Santa Fe, sino que el encuentro será en Cartagena; segundo, a quien le deberá pleitesía es a una mujer; tercero, no es más mayor que él.
No es mucho pero es lo suficiente, suficiente para hacerse ciertas ideas en la cabeza y ningunas de ellas logran cuajar en su imaginario. Solo espera que en trato sea igual que Miguel, sino mejor, y si es lo contrario no le queda más que apechugar.
Cuando entran a la vivienda no hay celebración ni ceremonia, no hay nada. Solamente quienes lo han estado acompañando y quienes, supone, viven y sirven en esta vivienda. Ellos rápidamente se presentan, se saludan solemnemente y hablan a mil de diferentes tema, pero rápido unos de los hombres le llama y lo direcciona al fondo del vestíbulo y ahí está, Nueva Granada, con dos personas al lado franqueándola. Lo han estado esperando, sabe.
Rápido se presenta, de forma bastante penosa, pero la chica no le recrimina ni comenta algo al respecto. Entonces se presenta ella, de una forma bastante mejor que él, mucho más, y medio se acompleja de eso.
Pero los encargados quieren que se conozcan como es, más a profundidad, y por eso le dejan a “solas” en una sala de la morada.
Ahí Rodrigo se da cuenta de la formas de la joven frente a él. Tiene modales impecables y por eso le da pavor; está todo tan mínimamente calculado que lo siente antinatural. Por ello es imposible que no venga a colación el recuerdo del trato de Miguel. Miguel también tenía modales impecables, pero cuando no había nadie lograba soltarse un poco de esa exigencia.
Quedan ahí metidos una hora y cuando sale solo sabe que ella se llama Catalina Gómez, pero que sin ningún problema puede referirse por su nombre y no por el apellido, que lo prefiere de hecho, y que le tratará bien, como debe de esperar. No hubo mucho más aparte de eso y presagia él que la relación que tenga con ella, cual sea que tengan, va a ser como mucho frívola, de subordinado a maestro, quizás más distanciada que la que tuvo con Miguel que solo existía por temas económicos, marítimos y portuarios y ya.
Pero esa visita no es la última y la siguiente queda es viviendo una temporada con ella, lejos de las tierras donde él tiene jurisdicción, cosa que se vuelve más cotidiano en él viviendo más en estas tierras que en las suyas, la cual visita apenas tres meses como mucho. El resto del año está bajo el techo de Catalina y así la conoce más.
Los domingos no se trabaja, es lo que dice el padre de la parroquia en el pueblo montañoso donde se han quedado esta temporada. Aprovechando ese día han ido a los potreros que colindan ya casi con la selva porque Catalina quería dar algún paseo por la zona, pero este paseo es de los que se interrumpen a cada tanto el paso, porque la muchacha cada que algo le llama la atención va y lo agarra y lo tantea en la mano; lo mira con una agudeza de gato porque algo que ha aprendido Rodrigo viviendo este tiempo con ella es que su curiosidad es mil veces más fuerte que la de él, por eso, piensa el muchacho, destaca tanto Catalina. Su empirismo la lleva a estar varios pasos por encima de él y no le sorprendería si esa fue una de las razones por la cual Antonio la nombró virreinato.
—¡Apaña!— Dice Catalina y toma casi desprevenido al chico que, por suerte, logra atrapar lo que le tiró. Cuando lo ve, del susto cae de culo porque en sus manos tiene una muda de serpiente. Catalina solo se ríe —¿No lo has roto, sí? No hay culebras en la zona, no se asuste— Pero Rodrigo le quiere replicar que si hay piel hay culebras, pero Catalina, sin voltearlo a ver, porque anda virando rocas a ver qué encuentra debajo de ellas, le dice que es raro que esté la serpiente justo donde ha mudado de piel.
Rodrigo no le puede replicar eso, porque desconoce si es cierto o no y, entonces, prefiere meter la piel en el zurrón que está cargado de todas las cosas que a ambos le han llamado la atención a lo largo del paseo. Si les pillan llevando basura a la casa más de una regañada les darán, pero Catalina es bastante perspicaz y sabe cómo esconderlo, si no, sabe qué decirle a sus cuidadores para salir endeble.
Catalina se para y se limpia las manos con la nagua y prosigue su camino. Está en su ambiente, en total plenitud, gusta más de estar en el campo y selva que del pueblo o ciudades, un contraste con él.
Se adentran en la selva y escuchan sus sonidos, pero lo que más se oye es una corriente de agua al fondo, posiblemente el río o la quebrada cercana al pueblo, donde su gente va y recoge el agua, y el cual llama poderosamente la atención a Catalina que ha salido corriendo hasta allá. Rodrigo grita y pide que le espere, que lleva el zurrón consigo y está bastante pesado, le hace ir más lento que ella a pesar de ella ir en nagua y le toma un par de minutos llegar hasta donde está.
Catalina está sentada en una roca a orillas del río, con las alpargatas fuera y los pies metidos al agua. La ve temblando, el agua está fría y aún no se acostumbra y ha quedado hipnotizada viendo el agua. Siempre hace eso ella, quedar en blanco cuando está en un río o una quebrada, incluso delante de un riachuelo; hay algo que la hace ponerse en ese trance y el cual él nunca ha podido desvelar el porqué, y ella tampoco le dice, porque eso es una maña que ha captado de ella, que resguarda fuertemente ciertas cosas de su forma de ser.
Y sigue aún muy inmiscuida para sus adentro que cuando el otro le alcanza y le posa las manos encima de los hombros hace sobresaltar a la chica, quien entonces contesta con agarrarle por los hombros y tirarlo hacia abajo, quedando bruscamente sentado al lado suyo. Pero quitando ese pequeño percance, al igual que ella, él ha quedado viendo al infinito, no hacia el agua sino allá, hacia la selva.
—Cuéntame algo, Rodri— Dice Catalina. Rodrigo se le queda viendo a lo boboleto.
—¿Qué?
—Me lo debes porque cada noche, cuando no puedes dormir, vas y me buscas solo para que te cuente cuentos.
Sí, tiene razón Catalina, pero Rodrigo no es un buen cuentista, no es su don y por más que piense es incapaz de inventarse todas esas historias que a Catalina le resulta tan sencillas de crear. Sea cual sea el cuento de ese día, es totalmente nuevo y refrescante.
—Si cuentas algo, lo que sea, le contaré algo personal mío— Fue la propuesta expedida de Catalina para con él. Le sorprendió y no quiso descartarlo; en todo lo que llevan viviendo juntos es raro que la muchacha diga algo de sí misma, cuestiones personales, es reacia a contarlo y lo poco que sabe han sido cosas tan banales que a veces le sorprende que se lo haya ocultado.
—¿Es así?. . . — Le dice, viéndola a la cara antes de volver a mirar hacia la selva recordando hechos de dos siglos atrás —Mi nombre. . . fue en honor a ese hombre que exploró mis costas— Pero piensa y después añade— Nuestras costas—
Pero para aquella época Catalina sabe que sus costas no eran suyas y, muy posiblemente, las costas de él tampoco fueran de él.
—Este señor— Prosigue el chico —No recuerdo el nombre pero sí el apellido; Núñez de Balboa es. Bueno, ese señor me dio el nombre, en honor a ese explorador llamado Rodrigo de Bastidas— Antonio poco lo vio en aquel entonces, sino que nada. Rodrigo estuvo más al cuidado de estos señores españoles que del propio España. Aun así recuerda una vez estando en Acla Antonio lo vio y se le acercó, y recuerda vívidamente el «¿Cuál nombre le dieron?» y él contestó «Rodrigo» y le sonrió —Ese fue el nombre, el apellido vino después, un siglo después cuando en Natá de los Caballeros, que es un poblado yendo hacia el oeste de mis tierras, había un cura que me cuidó un tiempo y le agarré tanto cariño que le dije que me diese su apellido—
Es cierto y al mismo tiempo no. En efecto, su apellido «Ayala» es por ese cura, pero él ya poseía un apellido para ese entonces. Su segundo apellido «Dávila» le es sencillo de rastrear, sabe muy bien quien se lo dio fue Pedro Arias Dávila que, que en su rivalidad con su propio yerno y viendo cómo el nombre de Rodrigo se lo dio él, quiso hacer lo mismo, pero como todos ya lo conocían por ese nombre no le quedó de otra que apellidarlo dándole su propio apellido y utilizarlo, en parte, como una burla para con el propio Balboa. Para ese tiempo, por edad, no captaba todo ese hecho rancio. Ahora, estando más grande y pensando en ello no le da más que un gran pesar.
Pero más pesar le dio compartir apellido con él, quien fue parte fundamental del porqué ya no recuerda si tuvo padre o madre, abuelo o abuela. Antes de España, Balboa y compañía no recuerda casi nada, como si el mero hecho de vivir bajo el yugo de Pedrarias fue lo suficiente como para intentar olvidar cualquier cosa antes de ellos. Quizás por eso queda tan anonadado viendo la selva y porque prefiere los pueblos y ciudades a éstas.
—¿Eso es todo? —¿A poco quiere algo más?
Catalina se ríe. Le está vacilando, pilluela que es —No, no. Está bien, ganas por hoy— Vuelve ella a ver al agua, ve su reflejo y las pequeñas ondas que nacen por mover su pie aquí y allá. Hay alguno que otro pececillo nadando por ahí, acercándose cada vez más al pie de la joven que, cada que mueve, asusta al animal y se esparce por ahí —Le podría ser recíproco y contarle sobre mi nombre, pero le diré sobre otra cosa. Me gustan los ríos—
—Como si no se notara.
Pero Catalina rápido le pega a la espalda con la palma abierta, acción que suena, para hacerlo callar o mejor dicho interponer su autoridad a la de él. Le dio la palabra y nunca le interrumpió, exige lo mismo para con ella —Y los lagos, y los riachuelos, las quebradas también. El mar un poco, no mucho— «Me da miedo» quiere agregar, pero prefiere guardarlo —Porque me recuerda a alguien importante—
Su acompañante le mira con interrogación. Catalina en cambio se debate si decirle o no, no se lo ha dicho a nadie más, ni a sus superiores y no tiene por qué decirle al chico al lado suyo. Por mera jerarquía incluso lo puede castigar si se sobrepasa en preguntarle, pero cree ella que quizás sea eso necesario, decirle a alguien sobre ella y su relación.
—Madre, a mi madre me recuerda— Añade Catalina y vuelve a ver al agua, más cerca de lo que ha estado en todo este transcurso —Si miro al agua siento que la puedo ver, ella, su rostro, todo. Ella está ahí, viéndome también— Eso quiere creer, incluso quiere creer que esa mujer que recuerda con tanta efervescencia es su madre. Ve a los niños de diferentes poblados y algunos tienen padre, pero todos tienen una madre y desde siempre se ha preguntado cuál es la suya. Esa doña, quien cuando ve al agua a veces se le aparece, si hace eso significa algo y quiere creer ella que es una conexión entre ambas, y si es eso, una conexión, quiere pensar que es una de madre e hija como ve en los pueblos y sus habitantes.
Rodrigo se acerca más al agua, copiando lo que ha hecho Catalina, a ver si puede visualizar lo que sea que ve dentro de allí pero Catalina, quien por fin ha salido de su trance y ahora le invade el miedo porque ha sobrepasado el dar información más de lo necesario, quiere evitar que el otro indague más y como acción solo se le ocurre meter rápido una mano, agarrar agua y tirárselo a su acompañante para que se le quite cualquier atisbo de pregunta que pueda tener. Y le funciona, porque él se embravece y hace exactamente lo mismo y acaba en una guerra de tirarse agua a las orillas del río. Es un método muy infantil para evitar hacer frente, piensa Catalina, pero a las finales aún sigue siendo muy joven y el otro igual y aquí nadie les ha visto, solo han sido ellos dos y como mucho, espera ella, su madre también.
Cuando terminan su guerra de echarse agua, se piden no volver a contar sobre ello, porque ambos ahora quieren que esa información que se han compartido no sea oída por otros aparte de ellos. Ahora sí, ya jurado lo dicho, han salido huyendo de ahí porque ya es tarde y no quieren meterse en problemas, sobre todo Catalina quien en su posición le pesa más. Pero como si la vida les odiase, justo cuando intentan cruzar la cerca, puesto que en la vivienda donde han quedado es la única en todo el pueblo con el perímetro cercado, se ha molido los dedos de su mano derecha al escalar el portón de cañazas. Ambos quedaron trasquilados. Rodrigo en un acto de caballerosidad se ha querido tirar la culpa pero Catalina no cede y se echa la culpa ella, diciendo que todo ha sido su plan, desde salir de aquí hasta escalar las cañazas y tal para entrar, y que por consiguiente el castigo solo a ella debe ser.
Quedaron igual de castigados, más a la susodicha que al otro, pero terminó con ambos volviéndose más cercanos. Para Rodrigo ya le ha disipado en parte el temor que le socaba ser subordinado a Nueva Granada. Para Catalina es más el hecho que ya no se siente tan sola como antaño.
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Ha quedado un buen tiempo viendo y reviendo la hoja en mano, como si del cielo le fueran a caer las respuestas. Sabe que su emancipación de España será bien recibida por su hermana, pero es consciente cómo le ha llamado durante esos diez años cuando prefirió ir por las sendas realista y no unírsele, denegando las solicitudes de Bogotá y Cartagena, incluso reventándole los barcos cuando mandó a una serie de incursiones para desterrar a cualquier realista del istmo e independizar el área como tal; quizás sea ella quien debería pedirle disculpas después de todos esos problemas.
Pero aquí está, buscando las palabras correctas para redactar la carta. Se ha decidido, claro está, de las tres opciones por la más plausible. Su élite le ha dejado claro que dinero no hay, en las arcas solo hay polvo y que debe de decantarse por una unión ante estos tres: México, Perú o Colombia. Rodrigo no sabe cuántas esperanzas haya tenido los dos delegados mandados por el Imperio Mexicano, pero sabe bien que no les debe de sorprender el no ponderar su solicitud; México le es tan ajeno como le fue su lealtad a España hace nada, poco conoce a los gemelos y lo mismo para aquellos que conformaron la Capitanía General de Guatemala quienes se les ha unido.
Sus autoridades eclesiásticas en cambio pugnan fuerte por Perú. Hablan y hablan maravillas del susodicho. «Recuerde don Rodrigo, que Panamá y Lima están más cerca entre sí que de Santa Fe». Hacen alusión a la historia y los hechos, que lo del siglo diecisiete fue un error y tiene la oportunidad de enmendarlo, si es que debe enmendarse.
Pero el resto, quienes en verdad tienen el poder, la economía y lo militar, insisten por la tercera opción y al muchacho también empieza a aceptarlo; tiene una corazonada y, en parte, están ahí sus hermanos, con quienes ha convivido a lo largo de estos siglos y quienes, quiera o no, lo conocen mejor y viceversa. El proyecto también le resulta convincente. Entonces, a pesar de la división entre opciones, casi no recibe ninguna negativa por decantarse en ésta, mas le han dicho que redacte la carta a ya sabe quién.
La cuestión es que no halla las palabras, porque siente que esto ya es una carta más personal que diplomática.
Tamborilea los dedos en la mesa y cree que se le ha ocurrido el mensaje perfecto. Con pluma en mano escribe y escribe. A veces borra una línea que no le gusta, o no ve menester, y prosigue con su prosa hilando palabras, ideas, hechos. Está tan absorto que se le pasa el tiempo y cuando termina, ya la tarde hace presencia, pero tiene entre sus manos la carta perfecta y vuelve a transcribirla, esto sí, para quedar en una hoja pulcra en totalidad.
El mensaje está redactado de tal forma que no importa a cual hermano le llegue la carta, quien en verdad podrá captar el verdadero mensaje es Catalina.
Entonces no le debe de sorprender que sea ésta quien le responde, ya sea porque fue a la única que le llegó la carta o la única que se tomó la molestia, pero lo que en verdad sí no le debe de sorprender es la brevedad de la respuesta. Es un simple «Me complace» proseguido de un manchón todo extraño en la hoja, como un tachón, tan impropio de ella, de algo que es ahora ilegible. Pero a pesar de lo breve, sabe, todo lo que ha vivido así lo demuestra, que el júbilo que debe tener Catalina por la noticia es inmensurable.
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Los resoplidos que anteceden a las muecas es lo único que han hecho ambos hombres durante unos largos minutos. Llevan así, intentando detenerlo pero les es imposible. Francisco porque lleva desde hace cuatro días sin creer lo que ha hecho, y ver al responsable en la condición en la que está como castigo, no ha hecho más que intentar salir desde los labios una buena carcajada que hasta el momento ha hecho bien en evitar emitir. A Rodrigo no le importa que Francisco esté obteniendo gracia a costa suya, al contrario, están en las mismas que él de intentar no carcajear, más por verle la cara con mueca toda rara que hace su hermano en su dura batalla contra la risa.
Se lleva las manos y ladea la cabeza de un lado a otro para calmarse. Cuando cree que lo ha hecho, alza la mirada y ve a Rodrigo y vuelven a empezar de nuevo las muecas y resoplidos. Rodrigo solo puede sonreír de lado mientras cruza los brazos a la altura del pecho y ve hacia arriba, hacia el techo y sus vigas de madera.
Escucha un respingo, por el moquillo seguro —No lo puedo creer— Dice Francisco, Rodrigo sigue viendo al techo —Usted ha cometido tal salvajada. ¿Creyó que iba a funcionar?— Añade y no le importa esperar una respuesta, tiene todo pero es que todo el tiempo del mundo.
Rodrigo exhala y se toca el mentón, lo rasca, pensando en una respuesta correcta —Si le digo que sí miento— Responde —Pero no me arrepiento— Prosigue y se encoge de hombros.
Lo que no sabe Francisco es que él no ha hecho nada aún. Su pecado fue comentarle a Catalina que esto de Colombia era un fangal, que la ha hecho más mal que bien y que prefería constituirse como un país hanseático en una forma deliberada para corregir su metida de pata porque ahora, se pregunta, si no era mejor irse con Perú cuando sus clérigos se lo comentaron en aquella reunión hace cinco años atrás.
Entonces no le sorprendió que hace tres noches atrás, cuando andaba tirando pata por el monte de por ahí, le hayan retenido porque pensaron que intentaba irse del lugar. Aún con el aliento atorado en la garganta trata de aclarárselo a Catalina y aunque al final ella titubea en una intento de reconocimiento ante el error, termina igualmente por “castigarlo” por sublevación y como muestra de ejemplo, que no perdona a nadie aunque sea hermano suyo. Su castigo es privarlo de libertad durante un tiempo, en un cuchitril de celda, hasta que haya pagado por su insolencia.
Pero Rodrigo no se puede quejar, en parte, porque aún en su intentona de castigo ejemplar es nada comparado a otros. Reconoce que Cundinamarca le ha sido laxa y tiene más comodidades que alguien en su igualdad de condición. Solo se ha cebado en una cosa y cuando salga se lo hará saber, pero mientras tanto es como si estuviera encerrado en su cuarto, solo que mucho pero mucho más pequeño.
Por fin deja de ver al techo y mira a la cara de Francisco quien no le ha quitado mirada desde entonces. Ve también cómo en esa cara serena ahora cambia a preocupación, porque el Istmo se ha levantado de su lugar y se le acerca, se le acerca y sabe que no será para nada bueno. Cuando está en los barrotes le hace señas para que venga.
—Pancho.
—No.
—¿No? No de qué, sino te he dicho nada.
—No, no quiero. Cuando se refiera a mí como “Pancho” es porque algo trama.
Ahora es Rodrigo quien resopla y hace muecas. Tiene razón Pancho en parte. Desde esto de Colombia han dejado de lado referirse por sus motes que tuvieron durante la colonia. Coco, Cata, Pancho, Roro, Rodri no existen en sus vocabularios porque se han inmiscuido en este proyecto y ahora tratan de actuar siempre como adultos pensando que, eliminado ciertos atisbos de su niñez, dígase en este caso los apodos o recortes de nombres, les han conferido más madurez. Cuando son utilizados ahora es porque alguna vivarachez quieren hacer.
—Cómo somos los más desvalijados, los más pequeños y nuestro poder político es basura, digo yo que nos sale mejor separarnos de esta cosa, unirnos usted y yo y conformar un nuevo país. Al menos estaríamos en igualdad de condiciones, creo yo— Le comenta Rodrigo y éste sólo ve como Quito se vuelve a tapar la cara con ambas manos, encorvarse y, por fin, reírse sin impedimento. Rodrigo le acompaña con la sonrisa más ancha que ha lanzado en meses; se estira y vuelve a reclinarse de costado contra los barrotes. Saca un brazo para abanicar a su hermano, no vaya a ser que quede sin aire.
—¿Sabe qué significa cuando dos entidades conforman un país en “igualdad” de condiciones?
Rápidamente el Istmo vuelve a estirar el brazo entre los barrotes, a ver si puede alcanzar a Quito para propinarle un buen cascote por intentar entrever que él no sabe, pero como está lo suficientemente lejos se ha quedado el primero con las ganas —Por supuesto, y no se preocupe, no es necesario que compartamos lecho matrimonial; camas separadas hasta alcobas, que somos muy machos para que dos varones compartan cuarto aunque estén “casados”— Ahora carcajea Francisco y Rodrigo ríe.
—Tentador, tentador— Responde Francisco mientras restriega sus dedos en los ojos enjuagando las lágrimas de la risa e intentado que el moqueo no empeore.
Pero no añade más porque han recobrado rápido la compostura. Han escuchado pasos afuera y en cada segundo este se amplifica. Saben que alguien viene para acá y por ello han tomado sus posiciones originarias, se han quitado el habla y hasta las miradas.
Cuando entra Catalina no les sorprende, ni tampoco cuando no le dirige mirada alguna al Istmo mientras le pregunta a Quito cómo se ha comportado el retenido. Quiere Rodrigo burlarse de ello pero no está aquí para sumar una noche más en la chirola. Al menos Francisco es un buen cómplice y alaba el “buen” comportamiento que ha tenido su hermano todo este tiempo, sin añadir más ni menos información, lo suficientemente aceptable para que Cundinamarca por fin le de libertad bajo amenaza de volver hacer algo similar si vuelve a repetir lo cometido. «Habrá más castigos, peores incluso».
—¿Peores dice? Más me he sentido castigado por usted negarme el derecho a bañarme que por estar encerrado aquí. Huelo a rata muerta.
—Huele peor que rata muerta— Le contesta Catalina, pensando que su hermano le replicará, pero no pensó que su réplica vendría en forma de abrazo para pegarle el olor inmundo que cargaba encima. Para más inri Catalina no puede con la fuerza del otro y le es imposible despegarlo de sí. Está a dos de volverlo a encerrar si no fuera que justo ahí entra María, que entre risas intercede por él e impide que Catalina se vuelva a cebar con él.
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Hay un hecho que Rodrigo siempre dio fe de ello: Catalina no llora. No lo hizo de niña, ni de adolescentes y de adulta nunca lo vio. Máximo fue cuando en ciertas circunstancias poseía los ojos aguados, pero no escapó ninguna lágrima. Los únicos atisbos de vulnerabilidad eran esos, los ojos brillosos y el cambio de tono de voz por intentar que ésta no quiebre.
Para él, Catalina era infranqueable en ese aspecto. Felicidad, esperanza, irá, enojo, euforia, impaciencia, preocupación, culpa, todos eran sentimientos más que aceptables para su hermana ¿Pero tristeza? No, porque es la puerta a la vulnerabilidad, aquella que desde niña, cuando le dieron el Virreinato, ha hecho lo imposible por ocultar. Ha hecho de su propia persona una mitificación, de aquello que buscan y esperan de ella y lo ha cumplido a rajatabla.
Entonces le sorprende que cuando entra a su alcoba la ve hecha una bolita en la cama. Pareciera que no ha captado que hay un intruso en su cuarto porque no lo larga ni emite comentario alguno ni da muestras de reconocimiento a su presencia.
Aún tiene un poco de respeto a la privacidad de su hermana así que cierra la puerta detrás de él y se le acerca a la cama. Se sienta en los bordes de la misma y le toca el hombro pero ella sigue sin reconocerlo. Casi que parece un cadáver, porque no hay movimiento alguno más all�� del sube y baja del pecho. Sabe que Catalina está en shock o en fase de duelo, porque no hace mucho se han largado Quito y Venezuela. Ha sucedido lo que los cuatro sabrían que sucedería tarde o temprano, ya desde el atentado contra el Libertador.
Admite que le sorprendió que los primeros días haya estado ella impasible, al menos por fuera, porque la conoce bien y sabe que ira es lo que burbujea desde sus adentros, pero lo ha ocultado lo suficientemente adecuado para que nadie más que él sepa de ello. Pero al parecer todos tienen un punto de quiebre y por fin el de Catalina ha llegado.
La agarra por los hombre y la moviliza de tal forma que la hace parecer casi que un muñeco de trapo. Están casi que de frente en un abrazo, y la mujer sigue sin verle la cara pues lo ha escondido en el pecho de su hermano, pero sus manos se aferran fuerte en donde están posadas. Escucha por primera vez quejidos. Son bajitos, casi que debe pegar su cabeza a la de ella para captarlos, pero ahí están. Ahora sabe que Catalina sí llora. Igual no la detiene por más que esté destrozando la camisilla que lleva puesta entre lágrimas y mocos de la susodicha; no tiene palabras para decirle tampoco porque él no sabe consolar, nadie le ha enseñado eso y si lo hace sabe que lo hará torpemente.
Solo le queda acompañarla que, para su gran sorpresa, ahora él también está en las mismas pero por razones diferentes. Mientras que Catalina llora por el fracaso de este proyecto llamado Colombia y lo que ha implicado, él llora por la destrucción de la imagen mitificada que tenía sobre ella, porque la imagen que ella vendió a sus mayores y jefes él también la compró.
Cundinamarca se aferra con más fuerza a él, tanto que seguro habrá dejado marcas en las áreas de la espalda del otro donde se ha agarrado. Rodrigo intuye que es una petición, que no la deje, que sigan juntos en un nuevo proyecto. Si Cundinamarca hubiera alzado la cabeza en ese instante y le hubiera visto a los ojos, sabría que el Istmo le dio una negativa a su solicitud. Por eso le sorprende que una semana después de aquella noche le hayan compartido la información que él se ha ido y que seguro intentará constituirse república tal como lo han hecho sus hermanos.
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A Rodrigo no le sorprende que cuando se acerca al balcón, allá en el segundo piso, vea abajo a su hermana practicando esgrima con su sable. La casa donde están es relativamente grande, pero no lo suficiente para seguir alargando este juego que es evitarse lo máximo posible el uno del otro.
Catalina, quien es ahora la República de la Nueva Granada, no le hizo gracia el último intento de separación de su hermano. No puede creer en parte que haya aprovechado la guerra civil para irse. Pero ahora, nuevamente, está bajo su techo. A su hermano no le sorprendió nuevamente un castigo por ello, pero vaya que sí el método.
Como antaño se la cortado libertades, pero en vez de recluirlo en un cuartito, lo ha hecho en la vivienda que llevan compartiendo desde hace más de tres décadas. Se podría pensar que es una situación mucho mejor, pero para el hombre no es así, porque al menos en un cuchitril sabe que no tiene libertad pero en la casa, todo libre para él y algo de sus alrededores, no, es un espejismo solamente. Lo sabe bien porque no puede irse más allá de las inmediaciones del mismo, porque cuando lo ha intentado lo ha parado en seco el caporal.
Su hermana quiere que esté siempre al lado suyo, tanto así que ya parece sombra suya. Solo ha salido de aquí cuando ella se va muy lejos del área. Confirmó esto una vez, cuando ella se largó de la casa por un mes entero. Le resultó raro y cuando pidió respuestas le han contado que no está muy lejos, a solo un día a caballo como mucho.  
Recuerda bien que esa vez el aburrimiento fue tan atroz que pensó que cayó en la locura, manifestándose en como él se dejó crecer el vello facial. Algo que comenzó como un arranque de locura (y curiosidad, en parte) lo dejó totalmente perplejo cuando vio que creció uno lo suficientemente satisfactorio, entonces se lo dejó. Por tanto casi se ríe cuando llegó su hermana de aquel viaje y lo vio. A la pobre le cogió un patatús y el hombre hizo bien en aguantarse la risa porque sabe que, al no reírse, hará rabiar más a su hermana; sacará conjeturas que se ha dejado esa pelambrera en la cara para joderla y ya, pero como no lo ha hecho, esto de reírse, ahora no sabe qué pensar la mujer.
La locura le salió bien y fue un buen vacilón y vio como en las comidas Catalina no podía  dejar de verlo, aunque lo intentara disimular. Para salvaguardar la salud de su hermana decidió cortarse la barba, pero se dejó el bigote y ahora es una constante en la mesa.
Una constante en la mesa porque es el único lugar donde se ven seguido. Se han evitado lo máximo posible, tanto que a veces es cómico. Si uno está en la planta principal el otro estará en el segundo piso. Si uno está al norte de la vivienda el otro seguro andará por el sur. En el este, en la biblioteca, al oeste en uno de los tantos cuartos que tiene la casa. Y así con cada recoveco de la morada.
Pero a Rodrigo ya le está pasando factura esto del aburrimiento, entre la libertad de mentiritas y evitar su hermana lo máximo posible, no tiene mucho con qué entretenerse. Ya la biblioteca se la ha pateado de arriba abajo, y debe admitir que tampoco es un hombre de letras, no al grado de su hermana. Solo le queda su queridísimo rabel, que por suerte se lo han podido traer. De sus posesiones es la que más atesora, más aún que lo adquirió por mano propia, antes de independizarse de España, cuando fue a Veraguas y un campesino de las montañas le vendió dicho instrumento. Desde entonces se ha dedicado día y alma a tocarlo, y le ha sorprendido que haya sobrevivido tanto tiempo en sus manos. Entonces se lo ha pasado en todo este cautiverio tocando su rabel, día sí y noche también, diferentes toques que recuerda cuando estaba en sus pueblos, cuando la muchedumbre se ponía a palmear y cantar.
Apoyado en el barandal del balcón ve como Catalina por quinta vez desde que presta atención estoca un tronco de madera. Está cansada la mujer, puede ver, la piel está brillosa del sudor y es bastante notable la respiración de la susodicha aunque él esté a esta altura y un tanto lejos. Cuando ella se voltea cruzan miradas. Ninguno de los dos osa quitarla y han quedado así, viéndose en todo lo que no se han visto durante este tiempo.
Cuando dejan de estar en ese duelo de miradas, su hermana desaparece de su vista; ha entrado a la morada y por algún motivo, por algún gusanillo del interior seguro, él permanece donde está.
Ha demorada bastante pero a las finales llega. Rodrigo supuso que la demora tiene una excusa simple: se fue a bañar. Porque Catalina quizás no sea tan caprichosa de su imagen comparada con María, pero aun así gusta de estar pulcra en todo momento y jamás permitiría estar con él estando toda sudada si el momento no lo amerita. Por tanto llega, bien aseada e incluso puede captar el olor a jabón de ceniza y se siente al lado de él, en este banco de dos plazas de madera.
En su mano lleva el rabel y sorprende a su hermano, quien tiene los ojos abierto de par en par. Catalina se lo cede pero aún no dice del porqué ha traído consigo el instrumento. Está mirando al horizonte, como pensando qué decir, hasta que por fin halla las palabras.
—¿Puedes tocar?— Le solicita y el hombre solo puede alzar la ceja, porque esa no es la respuesta que esperaba. Ve a Catalina mordiéndose el labio, buscando nuevamente en su mente qué decir —Siempre lo he estado escuchando, aunque no nos veamos, aunque esté en otro cuarto, siempre llega a mí lo que tocas. Me gusta. No sé qué música es, pero me gusta—
—¿Le gusta la música en rabo de micho?— Le contesta y la mujer voltea rápido la cabeza, para verle con la cara de incógnita más grande. Ante un «¿Cómo?» y riéndose seguido, el hombre también se ríe con ella —Rabo de micho, como el animal, así se llama el instrumento—
—Micho, micho. . . Así les llamas a los gatos, creo. ¿A dónde ve que esto tenga forma de cola de gato?
—Por la voluta, esto de aquí— Le enseña Rodrigo —Que en conjunto con el mango le da esa imagen de cola de gato. Incluso aquí, ve — Se acerca más, para enseñarle —Si ve, pareciera cuando los gatos caminan y enrollan sus colas, cuando están felices pues. Por eso le dicen rabo de micho—
Pero deja de alargar el tiempo y le concede su petición. Toca una canción, no tiene nombre pero su autor se llamaba Eusebio Gallardo, un indio civilizado de La Mesa, quien le acompañó aquella vez en Veraguas. Si el Señor es misericordioso seguirá vivo el indio. Recuerda bien los acordes, porque todo el día el indio tocaba, y Rodrigo anonadado le pedía que repitiera una y otra y otra vez, hasta que quedó grabado a fuego en su memoria. Es una canción más alegre que triste, y en un sonido agudo. Cuando Rodrigo termina de ejecutar la pieza ve que Catalina tiene la cabeza apoyaba en las palmas de las manos, y que tiene los ojos cerrados, pero sabe que le ha escuchado en todo lo que lleva tocando, su mera sonrisa la delata.
—Bien escondido lo tenías. No me mire con esa cara, sabe a lo que me refiero. Veinte años atrás Rodrigo, veinte años.
Capta lo que quiere decir y casi modula el «¡ah!» de impresión. Por la vergüenza se rasca el bigote —Ahora ya sabe porque apestaba tanto al tocar la guitarra— Ve posado el rabel de forma solemne en su regazo, antes de empezar a girarlo de un lado al otro en su eje, viendo cada una de sus partes —No puedo tocar ningún instrumento de cuerda que posea más de cuatro—
—No guitarras, entonces. Solo eso.
—Usted tiene el requinto, María la bandola, de Francisco no recuerdo qué instrumento; yo tengo el sovacón, pero nunca me lo vieron porque no traje instrumento conmigo, solo éste, y no lo sacaba por miedo a perderlo y por eso tampoco me lo vieron. Así que sí, esto y lo otro, es lo único que puedo tocar. Ya ve porqué lo manco.
Catalina se ríe, es bueno saber la razón piensa —Incluso en eso discernimos, pero ya verá, un día usted y yo tocaremos a dúo una pieza, con el mismo instrumento. Lo sé— Lo dice tan convencida que hasta el hombre le cree. Pero ve entonces que Catalina vuelve a ponerse seria, hasta que cierra los ojos para añadir —¿Puede tocar otra?
Por suerte puede decir que posee un buen repertorio. Le complace y vuelve a tocar, otra canción sin nombre y tono nuevamente alegre. Han quedado hasta la noche, uno tocando y la otra escuchando; se cometan y añaden historias. Pese a todo, la música sigue siendo el puente que los une a ambos.
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Era la primera vez que el Istmo estaba en frente con Alfred F. Jones, personificación de los Estados Unidos de América, quien andaba por sus tierras. Cuenta él que estuvo por la capital colombiana y antes de regresar a su casa ha venido acá a pasar unas semanas. Al Istmo no le convencía del todo el cuento echado por el rubio, pero independiente del qué hará de buen anfitrión, lo mejor posible al menos, porque aunque antes no se han visto las caras Rodrigo conoce bien a su gente y ya años atrás le han sido un problemón y si tuviera las suficientes agallas los catalogaría casi que de ladillas.
Alfred tiene un porte altivo, una postura un tanto peculiar que algunos podrán tachar de falta de educación y una sonrisa constante, tanto así que parece antinatural. Es bastante risueño pilla Rodrigo, y parece no molestarle ensuciar sus lustrosos zapatos mientras camina por las calles de tierra de Ciudad de Panamá. Incluso cuando no es tanto él quien lo hace, sino un chiquillo sin padre que corre por las calles y pisa un changual salpicando al rubio. Dándose la vuelta el chirre ve su error y sabe que el susodicho es gringo y cuando se disculpa no hay más que horror en su cara, pero Alfred no parece molestarse y asiente al niño en reconocimiento aceptando las disculpas, dejando que éste salga corriendo lejos de ahí.
Por eso el Istmo se torna cauto con él. El gringo no se ajusta a la previsión que tenía de él, adquirida de tanto tratar con su gente y de las jugarretas que le ha hecho desde que se firmó ese tratado y las cuestiones del ferrocarril. Hasta parece diferente a las cartas que el rubio le ha mandado, bastante concisas pero amenazantes. Acá en cambio Alfred es bastante amistoso, concede el castaño, tiene un interés en todo lo que ve y no le hace asco incluso indagar en los recovecos de la ciudad viendo a su gente hacer cosas. Parece el tipo que es capaz de hacer oficio de mierdero por un día solo para vivir la experiencia de recoger mierda de las casas y depositarla en el lugar designado para ello.
Al menos no todo es disidía en su ciudad y puede alojar al visitante en el Central Hotel, que parecer ser del gusto de Alfred. Quizás por eso nunca lo veía por acá, porque tiempo atrás le han remitido que él andaba por Colón («Aspinwall le dicen, señor») más nunca le dio por pasar acá, seguro, a sabiendas que esto era más un pueblón que ciudad; no presentaba las comodidades con las cuales se había encaprichado ya hace tiempo. No está a su altura. Pero al menos este hotel es lo suficientemente bueno para él.
Una vez llegado al hotel piensa que por fin podrá despegarse del gringo e irse para su casa, allá en Santa Ana, sino a descansar o bien ver qué nuevo trabajo le han dejado en la mesa. Pero el rubio, cortés él, lo invita y Rodrigo para seguir manteniendo la hidalguía (no vaya a desencadenar otro incidente de machete y plomo) accede siendo la única muestra de que no quiere su rostro cansado.
Jones es el que toma las riendas de la conversación y habla de todo. Toca sus temas favoritos, habla de las ciencias naturales y la paleontología con tal entusiasmo que caracterizaría a la de un niño. Es bastante elocuente y da gusto escucharlo, algo así como da gusto escuchar a su hermana en su faceta de cuentista. Aunque el Istmo no mete mucha cuchara en la charla, sí añade uno que otro comentario e incluso preguntas, las cuales Estados Unidos contesta con toda la alegría del mundo, extendiéndose más allá de lo necesario a la hora de responder, pero al castaño no le molesta.
Tiene carisma, admite, tanto o más que el francés y lo acompaña esa viveza que parece caracterizar a cualquier país de este lado del hemisferio.
Mientras pasa el tiempo también lo hacen los temas de conversación, entonces no le debe de sorprender cuando de un momento a otro tocan temas de política. Con una cara de interrogante deja que el rubio se explaya, y vaya que lo hace, tanto así que ya empieza a tocar temas que le salpican directamente al Istmo pero éste, queriendo saber qué piensa el otro, no lo para y deja que siga.
Habla un poco de esto y un poco de aquello, con bastante soltura puesto que ahora son los únicos en el salón, no hay oídos franceses ni colombianos en la sala. De a poco va a más y llega en un punto que arremeter contra Colombia, su hermana, diciendo que no entiendo cómo carajos no le ha cedido a él la construcción del canal si ya ha hecho el ferrocarril y era implícito que también haría lo otro. Que se ha dejado engatusar por el francés otra vez, solo porque su población babea por él y porque tiene la suficiente cortesía para dejarse invitar a beber chocolate caliente santafereño.
Está a dos de decir cierto adjetivo hacía su hermana, que es justo la línea del cual no debe pasar, que lo ha dejado más que claro cuando el rubio lo ha visto levantarse rápidamente, tanto que ha caído la silla donde estaba por lo brusco del movimiento, y ha dejado el decoro a un lado poniendo dos puños contra la mesa, el cual hace sonar, como soporte al peso del hombre.
—¡Basta!— Dice el Istmo, en tono fuerte pero con calma, en contraposición a la acción que ha hecho hace segundos, pero aún su postura muestra lo contrario.
—¿Es su hermana, cierto?— Contesta en su inglés tan característico, aún con su sonrisa, que poco a poco va borrándose en el rostro —Mis disculpas por la insolencia—
Han vuelto como estaban minutos atrás, ahora con el ambiente tenso. También ha vuelto la sonrisa a la cara de Alfred, menos grande pero ahí está, y le sonríe con complicidad. Parece satisfecho consigo mismo, al menos, es lo que capta Rodrigo. Vuelven los temas inocentes y ahí siguen, solo que ya el castaño no participa y deja el otro decir cualquier cosa, más porque anda pensando en lo que acaba que suceder que en otra cosa.
Ya cuando por fin puede ir a su casa es que se inmiscuye en sopa de techo. Aquello que le ha dicho el gringo es suficientemente serio para contárselo a Catalina, no solo el adjetivo, que es lo de menos, sino la arremetida contra ella. El Istmo no piensa que Estados Unidos haya sido tan imbécil como para contárselo a bocajarro. Entonces capta, él le ha contado todo eso porque sabe que no le dirá a Colombia; le ha testeado y se ha salido con la suya. Así como él dejó que el rubio hablase para saber más de él, lo mismo hizo con él en contarlo todo aquello hasta llegar a la línea. Ha visto la laxitud con la que dejó quejarse y seguro captó las grietas entre la relación de ambos hermanos porque ante una relación consolidada no dejaría que llegase a quejarse hasta donde se quejó.
Lo peor del caso es que ha atinado el gringo porque Rodrigo no piensa contárselo a Catalina. Se lo guarda porque es información valiosa que sabe y seguro le servirá a posteriori.
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El secretario no está convencido pero Rodrigo le insiste que no ha pasado nada, que no debe preocuparse y puede irse de ahí. Si algo necesita, le llamará, mientras tanto no. El secretario de simpático bigote duda, le da una última mirada y termina acatando lo solicitado por él. Cuando ve la puerta cerrar el hombre puede dar un suspiro grande.
«Ay Dios. Señor, señor» piensa para sus adentros. Qué vergonzoso que el pobre señor tuviese que entrar para verificar que todo estuviera bien. No pensó que su risa fuera tan estruendosa como para que alguien se preocupara. Pero no es de menos, sí que le causo gracia la carta que tiene en la mano.
Veintiún años, veintiún largos años que por su propia naturaleza le debió parecer un parpadeo, pero no ha sido así. Entonces a veces pilla que este año ha sido más largo en pasar pero el anterior no y vuelve a emboliarse en esto del tiempo. Pero retoma. Veintiún años ya. Desde que se separó de su hermana y ésta, con rabia y todo, se la ha jurado. Han tenido sus piques incluso, como el del 08, pero a las finales cada quien tienen sus propios dolores de cabeza y se han ignorado la mayor parte del tiempo. Más se ha enfocado en todo el calvario que supone tener a Alfred a dos que tres pasos de su casa y resolver lo de la frontera oeste, que ya lo ha llevado a pelearse con la vecina y tirarle plomo por consiguiente, ya sin inmiscuirse en todo el aquelarre de sus políticos y ver como se destrampan por el rampante personalismo que andan gestando y sus cismas. Así que no ha tenido tiempo de resolver las cosas con Colombia e imagina él que ella tampoco para con él.
Pero entonces le ha llegado una carta, una carta personal y otra diplomática. La primera solamente para él y, en una pequeña nota afuera del sobre que venía con ella, dejaba en claro que solamente él podía leer el contenido de esta carta, sin nadie más a sus espaldas, a solas pidió. Y cumplió.
Se imaginaba él una carta cuyo mensaje era quizás maldiciéndole, quizás siendo más diplomática pero con una que otra jurada en ella. Quería él, en parte, que fuera todo lo contario, no uno con un mensaje de condescendencia, pero al menos sí a partes iguales, que reflejara ya sus condiciones y dejar de lado esas tornas de señor y subordinado que han cargado tantos años atrás, desde el siglo diecisiete. Pero Colombia le sorprende porque su carta ni párrafo lleva, ni línea si quiera, son dos simples palabras: «Le reconozco». Es tan absurdo que ha tenido que reírse porque no lo cree. Le ha hecho la misma jugarreta que hizo el siglo pasado, cuando mandó lo que quedaban de realistas en el istmo a Sevilla y le notificó la independencia.
E igual no le debe de sorprender, debe sentirse tonto también, porque si hay una característica un tanto peculiar que lleva encima su hermana es el hecho que a veces puede ser bastante lacónica. «A veces decir poco es más» fue lo que le dijo una vez dentro de una carpa, siglo atrás, en estas expediciones de guerra de independencia. La recuerda con un manto en los hombros, por el frío, y él también poseía uno que no le ayudaba en nada, cosa que le hizo no escuchar lo que antecedía a esa oración. Pero entonces ella añadió que se estaba comparando con María (¡cuándo no!) y la forma en que daba órdenes a las milicias. María, como siempre, se explaya y explaya y, cuenta Catalina, podía ver los rostros de dudas entre la soldadesca porque no captaban bien lo que quería decir la pelinegra. No sabe si creerle eso a Catalina porque, aunque lo niega, sabe que a veces envidiaba ciertos aspectos de María y, en esos raros momentos que se sentía inferior a ella, solía decir cosas referente a ella degradándola. ¿Qué María era mejor soldado que ella? Pero al menos ella no llegaba toda desvalijada bañada en cortes y sangre ¿Qué María tiene más osadías en desarrollar los planes? Pero de qué le sirve si a las finales lo discute con ella y solo es aceptado si tiene su visto bueno ¿Qué María es, y siempre ha sido, más libre que ella? Pero, bueno, alguien debe ser el que los ponga en la tierra y echarse a los hombros esa responsabilidad, y eso le corresponde a ella.
Vuelve a suspirar y es que le ha entrado la añoranza de épocas pasadas. Le pesa el pecho también. Aprovechando que no hay nadie más que él en el salón se desparrama en la silla, como si estuviera en su casa y vuelve a mirar nuevamente la carta y su mensaje. Lee una, dos, tres, cuatro, varias veces que no puede contabilizar. Y se irgue, porque quiere contestarle aunque no haya mucho qué responder pero, cuando va redactando ya el segundo párrafo se rinde y evacua el plan. Es muy pronto. Han pasado veintiún años pero aún es muy pronto. Siente que, si se han de hablar nuevamente, el primer encuentro después de veintiún años, tiene que ser cara a cara más que en cartas que lo ve un tanto impersonal para el contexto en que los atañe.
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Don Máximo viene de la estirpe de los cimarrones, eso cuenta él, usa todo su ser como muestra de ello; su piel negra, el cabello corto y crespo, la naturalidad con la cruza el monte sin miedo alguno; hasta les ha contado que sabe de toques con los que se solían comunicar su gente en la selva, toques de tambores de cuñas, pequeños, porque la movilidad en la selva era crucial para sobrevivir. Por eso le funge como baquiano, porque se sabe a pie juntillas el camino para llegar a la vieja Yaviza. Lo que no sabe don Máximo es que sus dos protegidos pueden llegar al poblado sin la necesidad de un guía, porque aunque puedan demorar más, tarde o temprano se orientarían a la dirección en la que es porque este terreno se les hace tan familiar que les anula el temor a perderse. Pero matan el ego en el momento y tampoco les negará su buena voluntad, ni las burras que les ha prestado como transporte, porque acá carretera no hay y aún la calle de tierra y piedra es lo normal.
El don está ansioso, dice que falta poco, no menos de media hora y que han llegado en buen día —Tú y tú — los señala a ambos, con dos dedos de la misma mano, en forma de tijeras y con ojos abierto como gato —¿Celebran Reyes? Acá lo celebramos, al Niño Dios también, todas las noches hasta el seis— Ahora ha sembrado la incógnita el cimarrón y parece ser que no quiere compartir más.
Colombia, que ahora y en todo el viaje solo se ha referido como Catalina, le manda una cara de interrogante a su hermano haciendo que éste simplemente se encoja de hombros. —Déjalo ser, no le mates el sentimiento. No seas mala— es lo único que comenta el hombre y como respuesta solo obtiene un pepo de corozo, que lo ha lanzado Coco, porque cómo se atreve a ponerla de mala. Pero no lo ha hecho de forma maliciosa, claro que no, si debe describirlo es más en la naturaleza de cómo hacían de niños cuando nadie veía y querían desquitarse de forma sana.
Tampoco es que se puede quejar, ella fue quien vino hasta acá, sin que el otro le invitara. Vino porque necesitaba un descanso del tumulto negro que se había formado en su casa, que por gracia divina su superior lo ha controlado, incluso le recomendó unas vacaciones y, de todo lo que podía escoger, lo hizo acá. Se lo comentó en una carta cuyo remitente iba a su hermano, no el del sur, el otro, pese que han sido casi ya cincuenta años sin verse. Aún hay cierta animosidad entre los dos, lo siente, pero se revela más en forma de torpeza en cómo tratarse. Sigue dándole vergüenza recordar cuando le recibió en el aeródromo, se saludaron, ahí normal, hasta que quedaron viéndose las caras porque ¿qué es lo que prosigue? Entonces lo “enmendaron”, intentando abrazarse de forma lerda pero no es lo mismo y abortaron la acción. Y volvieron a verse las caras.
Qué mal que aún les quede unos cuantos minutos más de trayecto, porque no quiere recordar más nada de esos momentos hasta que le pidió una solicitud. Pensó que se lo negaría, porque quién es ella para andar solicitando cosas en casa ajena, pero el otro solo asintió una, dos, tres veces y le dijo que está bien. Este plan de venir acá es idea suya, parte de su escapatoria momentánea, y quizás de algo más.
Por fin entran al pueblo y el don ha salido corriendo calle abajo diciendo «¡Mama, mama!». Ambas naciones quedaron estupefactas y se ven los rostros buscando una explicación. Sienten los ojos posados en ellos, los ojos de los habitantes de este pueblo y por ello prosiguen su paso por donde ha ido su guía.
Catalina inspecciona el pequeño pueblo, le parece familiar, similar a unos que tiene a lo largo y ancho del país. Las casas son de madera, de tambo, una que otra de pencas tipo rancho; las primeras a veces como cuartos anexos también tiene estructuras de penca. Son de uno y dos pisos, algunas con balcón y otras no, y las que tienen son diferentes, con balcones largos que dan frente a la calle y otras con un pequeño balcón, de tipo cubículo, hecho quizás solo para dos sillas y poco más. Quienes tienen el privilegio de tener balcón en la vivienda lo aprovechan al máximo, ve, porque donde haya balcón ve vida y la gente, en su mayoría ya ancianos, los niños y mujeres, hacen vida social principalmente ahí.
Algunas de esas personas son amistosas, cuando cruzan miradas saludan y algunos incluso sonríen. Los niños son los más ansiosos y alzan ambas manos hacia arriba saludando enérgicamente. Los más mayores, quienes pueden corretear por ahí sin tener un adulto detrás de la nuca, los persiguen saludando y preguntando por su nombre y ella les contesta porque no hay necesidad de quedarse muda. Uno bastante vivaracho le señala el acento, diciéndole que es raro y de dónde es por eso y ella solo ríe, porque le hizo gracia en parte, y porque era la excusa perfecta para guardarse de información. Por el rabillo del ojo capta que su hermano vio este intercambio y sonrió antes de volver la vista al frente, haciendo un “aquí no ha pasado nada”, pero Catalina no ha querido quedarse con la duda y le va a preguntar, sino fuera que Máximo regresa, disculpándose, pero presentándole a su madre que con sus buenos años encima aún camina a paso rápido y tiene una lucidez envidiable.
Su presentación revela mucho de la señora. Es la partera del pueblo, también la más versada en la cultura de su hogar y quien preside las celebraciones de la vieja Yaviza, sabe sobre plantas y medicinas y es tan ágil con las manos porque de pequeña arreglaba las mallas de pesca de su padre. Tiene seis hijos, Máximo uno de ellos y es el segundo mayor, pero dos están fuera de aquí y del Darién. Hace par de años que ya no le llegan para el Día de Reyes visitantes que no sean de los caserones y pueblos circundantes a éste, y por eso está contenta, porque por fin le ha llegado gente extranjera y si algo le encanta es compartir sobre su cultura que tanto ha amado y protegido.
Son los que le ceden techo también. Un cuarto un tanto pequeño en el segundo piso, tiene una cama de tambo y penca y hay una hamaca auxiliar. Un taburete hace de mesa para poner cualquier cosa encima suyo y arriba de la cama hay un chuzo colgado en horizontal, donde intuyen y ahí suelen colgar una que otra ropa. A ninguno de los dos le molesta esta modestia, al contrario, les hace revivir recuerdos ya no tanto de la niñez, sino de todo lo que han vivido a lo largo de los años donde a veces se dormía en la tierra, otras en bohíos, algunas en ranchos, casi siempre en casas de adobe y, ahora, en una casita de madera franqueada por el río y el Darién al fondo. Mamita Blasina les ha dicho que «mi casa es su casa» y que se sientan cómodos, que no teman caminar por ahí solo que respetando las alcobas personales, por supuesto, y que aprovechen el pequeño balcón de la morada. Dice también que aprovechen lo más costoso de esta casa, habla de las dos sillas de cuero curtido recién adquiridas, tan pulcras que las tachuelas ni óxido tienen, pero les hace el inciso que hoy no, porque ya está anocheciendo y deben ir al centro del pueblo a festejar el penúltimo día de Reyes.
Ninguno de los dos quieren hacer rabiara a los anfitriones, tampoco hay necesidad, y desde que Máximo habló sobre los Reyes y el Niño Dios a ambos les ha picado la curiosidad de saber de qué va esa celebración.
Van caminando solamente ellos dos, no se pueden perder porque el pueblo es chico y hay gente yendo para allá, por tanto llegan en minutos ya cuando el sol está casi por ocultarse y son las lámparas de queroseno las que alumbran el lugar. Pero antes de llegar ahí desde hace dos cuadras atrás ya escuchan toques al fondo, son sonido de tambores de diferentes afinaciones lo que han escuchado. A Catalina se le hacen tonos familiares, que no similar, como si ya lo hubiera escuchado en otra parte.
Se han sentado en uno de los bancos porque no son protagonistas de la festividad, como foráneos prefieren quedarse al margen y ver. Pero no les dura mucho el plan cuando un hombre de la multitud se le acerca, específicamente a Catalina, y le extiende la mano invitándola a participar. Duda pero siente un empujón en la espalda. No le hace falta mirar que es su hermano quien le incita a aceptar. Entonces cede pero en eso que se levanta y va le escucha decir «y no me la devuelva» y ella, sin mirar atrás, le dice al parejo «y no me regrese con él».
Antaño por la insolencia le habría dicho algo, un regaño o similar, una confrontación cara a cara y algo más. Pero mucha agua ha cruzado por debajo del puente y ya no es lo mismo, son otros tiempos; ella tampoco es la misma y para bien, se repite siempre, ha vivido tanto en tan poco tiempo que ha relegado la iracundia; más miedo ha tenido ella contra sí misma que contra España, más cerca ha estado (apuesta ella) de fenecer por su propia mano que por un tercero y eso ha volcado en ir en otra dirección.
La tambora indica el ritmo, las palmadas acompañan al primero. Son dos filas, mujer contra hombre y bailan al son de la música, frente al altar del Niño Dios. Las cantalantes, porque no hay una específicamente designada para ello, sino que toda mujer presente fungen como tal, evocan una canción de muchos temas: viajes, diario vivir, árboles y flores, Cristo y más. Catalina les acompaña en las palmadas en vista que no sabe la letra, y baila también, con su parejo del frente, pero a eso que termina el canto quienes tienen al lado salen de la pista y les dejan solo los dos ahí.
El ritmo, que anteriormente era de cadencia lenta, adquiere rapidez y ahora a la tambora, además de las palmadas, se le añade otros tambores que acompañan en la emisión de sonidos. Es como el sonido de horas atrás, aquél que le evocaba familiaridad. Ve al parejo bailándole en cortejo y ahí ya todo le hace sentido. Baila con la misma soltura que él, cada paso que hace va en sintonía con el hombre y pareciera pues que han practicado para este momento, porque todo movimiento es coherente y ninguno titubea en dar tal o cuál paso. Desde la multitud quienes no participan ni en canto comentan sobre ello. Tiene buen oído Catalina y escucha «qué bonitos pasos», «esa muchacha es de aquí» y alguien, que ella no ve, contesta «de Garachiné,  seguro»; pero un niño dice no, que ya habló con ella y su acento es raro y no es de estas tierras; otro de ahí confronta al chirre y entonces Catalina deja de prestarle atención a lo que dicen.
Más interesante es escuchar lo que dice la gente sentada a su costado, casi de espaldas. Son más comentarios de alabanzas pero hay uno en particular que le llama la atención. «Varios reales hubieran dado por ella, solo para bailar una pista» y uno, sabe muy bien quién, contesta «cotizada está, y mucho, y me halaga haber compartido pista con ella» y a Catalina le invade el orgullo.
Da una vuelta, y otra más, y ahí acabó todo. La ovación (dentro de lo que cabe) es grande y sus protectores, Máximo y su señora madre, se le acercan a felicitarle. Vuelve donde anteriormente estaba, en la banca larga, y por el cansancio e intentar calmar su respiración no ve que Rodrigo no está ahí, sino es hasta que le pone una mano en el hombro, como antaño y, como aquel entonces, se sobresalta pero no se desquita, ya no, más le presta atención lo que le extiende: un vaso con guarapo.
—Para la señora de Garachiné y máxima de reales.
—Y la más cotizada, no lo olvide— Le contesta Catalina y el hombre solo le toca reír.
Cuando Catalina despierta es más del mediodía. Se asusta y sale del cuarto, pero no ve a nadie hasta que se asoma al balcón y ahí está Rodrigo sentado, viendo el paisaje, no más. Cuando capta su presencia solo atina a decir «Eu» como saludo y ésta casi tiene un encuentro con su palma en la cara.
Bien desayunada y almorzada por igual regresa al balcón. Se le une a su hermano que sigue ahí y quedan un rato sin decirse nada, hasta que ésta lo ve de reojo y algo capta su atención. El hombre se asusta porque le viran la cara sin previo anuncio y ahora queda viendo es a su hermana y no, por décima vez, a dos loras cotorreando.
—Antes de irnos allá se afeita, ¿sí?
—Tú. . . ¿con qué autoridad?
—¿Desde cuándo me tuteas?
—Oh, disculpe usted, madame. Mandamás de los Andes, los llanos y los dos mares.
—Y el Darién.
—No. El Darién ya tiene uno, yo, su monsieur.
—Tanto suyo como mío es, no sea ridículo. Pero aféitese, hasta le haré el favor— Porque a Catalina aún no se le ha olvidado aquella vez cuando llegó a la morada y lo vió, con barba y bigote del más feo gusto adornando su cara, que gracias a la divina providencia se lo quitó y dejó el segundo, más aceptable. . . hasta cierto punto.  Y aunque ahora solo tiene los cañones de pelo quiere evitar por todos los medios que crezca más, por su bien, porque da igual cómo sea su relación siempre le hará la salvedad que debe ir bien presentado cuando esté en público.
—Favor, favor— Dice Rodrigo antes de levantarse y tomar rumbo adentro —Quédate aquí, vuelvo—
Cuando vuelve trae consigo un saco, objeto que conoce bien porque en todo este viaje lo ha visto solo que, queriendo dejar el chisme a un lado, no le preguntó el porqué de su presencia o qué traía adentro. Admite también que se olvidó del mismo.
Su hermano mete el brazo dentro del saco y de ahí extrae un acordeón, de botones, y se lo cede.
—¿Un presente? ¿Para mí?
—Sí, bien. Nunca pude serle recíproco. ¿Recuerdas lo último que me regalaste? Allá por el ochenta y ocho, o nueve, por ahí.
Hace memoria e intenta recordar. No recuerda exactamente la ocasión, porqué o qué, pero en ese entonces le regaló un zamarro de piel de jaguar, para cuando cabalgase o fuese a cazar o como mejor lo emplease, pero también recuerda otra cuestión. Que después del regalo y un poco de charla ésta llegó a discusión. Tan arribistas ambos, se sacaron los trapos sucios, hasta que en un punto como contrarréplica Catalina le dijo que para qué quería volver a ser estado federado, si sus gobiernos, bien debe saberlo porque fue prueba de ello, eran tan efímeros y degenerados, como él; que diese gracia a Dios que aún seguía con vida. Encolerizado Rodrigo le alza la mano, para pegarle, pero nunca baja; ha quedado suspendida al aire porque ambos han vuelto en sí, en shock, sin creer hasta dónde han llegado. Catalina con los ojos abiertos de par en par, y él también, pero es ella quien tiene la postura más tensa y quien le recorre un hilillo de sudor por la sien, en una posición más de ataque que de huida, pero sintiéndose más vulnerable a la par.
No hubo golpes, pero tampoco disculpas. El hombre recogió sus cosas, asintió a modo de despedida y se fue. Fue, en parte, la última vez que lo vio, porque desde entonces no se vieron más las caras y la única comunicación que tenían eran por cartas, más por obligación que por placer, y era todo tan lacónico entre ambos, tan impersonal, que todo dentro de la escrito parecía falso, si no es que lo era.
—Sí, ya recordé— Pausa y se irgue buscando mejor posición en la silla de cuero —¿Pero qué le hace pensar que sé tocar acordeón?
—De tus tierras me llega acá música de acordeón. Es increíble la radio, ¿no crees?
—Ajá. Haciendo memoria, mucha memoria, ¿Qué fue lo que me dijo aquella vez? ¿Qué era manco para ciertos instrumentos? Mire, yo también— Dice, mira el acordeón y le asusta; son muchos botones y cuál hace qué cosa —Mi gente del norte le gusta, sí, no significa que sepa.
—Entonces te enseño.
—No me hagas reír.
—Ríase, pero te enseño. Yo sé tocar; mandé al diablo al violín y ahora el acordeón es mi único amor, querida o amante, y te la quiero compartir.
—Eso no es muy cristiano de su parte— Pero ese comentario ha salido con tanta debilidad de su boca que Rodrigo sabe que ya ganó.
Ahí pegan más las sillas, casi a la par, y Rodrigo comienza haciéndole una demostración. Le indica, pues, que lo vea más como una armónica y así le irá mejor. Le enseña los tonos, cuándo o no abrir el acordeón, la posición más amable para tocar y así se van. Catalina lucha, porque tocar un instrumento de buenas a primeras no es fácil, mucho menos si es la primera vez, pero ahí ve que le es natural. No toca como experta y tampoco como para decir que se defiende, pero sale notas más claras de las que puede creer.
En eso que siguen Rodrigo le hace la salvedad que siempre se va por los tonos más graves y ella solo se encoge de hombros. Entonces él le sonríe a mitad y dice que es natural para ella, «es lo que toca tu gente al fin y al cabo». El hombre también ve las manos de su hermana, que ahora que presta atención nota los cortos furtivos aquí y allá. Se muerde la lengua, para no preguntarle sobre ello, tampoco es un enigma, sabe bien de dónde vienen dichos cortes tanto de ahí como el gran qué le adorna la frente. Para cuando se enteró lo que le pasó no hace mucho, ha querido escribirle para saber cómo está, pero por pura cobardía no lo hizo y ahora, teniéndola en frente, lo cobarde de nuevo sale a la palestra.
Aunque buen escenario lo tenso entre ambos aún sigue en el ambiente. Han tenido una cordialidad en todo este transcurso pero aún no es suficiente, no tanto como para hacer preguntas y contestaciones equivalentes de dónde salieron sus nombres o si creen haber tenido familiares antes de Antonio. Quizás, solo quizás, en otro momento será.
No saben cuántas horas llevan en esto, si es que llega a horas, pero a Catalina ya los dedos le piden clemencia y para por hoy. Cuando los toca con los pulgares puyan y, en la punta, está roja. Rodrigo se apresura a agarrarle las manos y sobar la punta de los dedos, aplicando una técnica de acordeonistas que ha conocido y que le han enseñado para aplacar el dolor de tanto tocar.
—Con más práctica verá como tocarás como Dios manda, y si hay suerte, se cumplirá lo que dijiste; usted y yo tocando al unísono una pieza con el mismo instrumento.
Sorprendida abre los ojos Catalina. Se le olvidó aquello y le impresiona que lo haya recordado, pero es cierto que lo prometió. Ve el detalle que le hace Rodrigo a sus manos y cuando éste se retira toca la punta de sus dedos, ya sin dolor. Se repite en su cabeza que así será.
—Pero antes de eso debo ver con mis propios ojos si usted en verdad es merecedor.
—Es al contrario— Rechista sin malicia, y señala el acordeón en su regazo para que se lo ceda y así hace. Pero antes de tocar voltea a verla, añadiendo —Igualmente si quieres escucharme tocar, solo pídelo ¿sí? Bien sabes que jamás te negaré eso, tal como espero que jamás me niegues un baile.
Entonces toca una pieza de ritmo moderado, ni lento ni rápido, con una estructura que a Catalina se le hace familiar, no, más bien sabe qué género es. El hombre toca con soltura, ni los botones debe ver, su mirada está puesta es hacia el frente, al sinfín. No mantiene el cuerpo rígido, sino que lo mueve aquí y allá al son de la música y en cierto punto parece bailar sentado. Se vale, a veces y en el momento concreto, del zapateo o el silbido para agregar un “sonido” más a la ecuación y que así la pieza se oiga completa. La mujer escucha atentamente y cuando termina la canción se ve en la obligación de decirse para sí misma que no pida repetición, por más que le duela, porque sabe que si no para seguirán acá hasta el anochecer.
—No es tan común escuchar un pasillo que lleve acordeón, porque eso que usted ha tocado es un pasillo, sé que atiné. Y los tonos, son agudos— Ahí ríe Catalina, no por gracia— Siempre se dice que los tonos agudos son “felices”, pero acá, mire usted, no me ha dado más que sensación de melancolía sino tragicomedia, pero algo bonito al fin y al cabo. ¿Cómo se llamaba la pieza?
—Panamá y Colombia.
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Nota
Para mejor lectura »aquí«.
Una tesis —unilateral— de la relación entre estos dos.
Esta cosa tiene tantos datos históricos, pero la pereza me gana por tanto no cito y me disculpan. Pero hago la salvedad sobre una cuestión: los cortes/cicatrices que posee Colombia, haciendo alusión a las guerras civiles o confrontaciones armadas, está basado en el headcanon de @animeluci-98thpg o Nikis (desconozco su user acá), o ambas, porque no recuerdo quién era la autora original o si era algo compartido.
Panamá y Colombia - Alberto Galimany (ver. acordeón por Aceves Núñez) 
Aunque la verdadera canción «tragicómica» es el himno La Libertadora. 
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lavakitabeka · 7 months
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El llamado del hogar
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Resumen
Johnny ama dar, siempre ha buscado que Kenshi tenga todo lo que quiere y más. Es experto en desarmar a Kenshi para darle justo lo que necesita, a veces despierta en él deseos que no sabía que tenía.
Johnny quiere una familia.
Kenshi se la quiere dar
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Tags
Charla de Almohada ☆ Cría ☆ Contenido sexual implícito pero muy poquito ☆ Peluda Doméstica ☆ Amo mucho a esos idiotas
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La vida de Kenshi ha cambiado mucho.
Es agradable despertar en una cama calientita y acogedora acurrucado al lado de la persona que le gusta, sin la urgencia del reloj sobre su cabeza. Solía despertar angustiado por el tiempo, en una cama vacía, apenas tibia, testigo de un sueño escaso.
Kenshi se siente afortunado de que los dolores en sus músculos se deben a hematomas causados por el agarre posesivo pero amoroso de Johnny sobre él y no por las brutales palizas de disputas territoriales o porque fue niñera del sujeto equivocado.
Agradece cada mañana despertar con el no tan sutil aroma de la pasión en su lecho, donde la fragancia de Johnny se entrelaza con la suya, recordándole que Johnny es su refugio. Aún si odia el aliento matutino, prefiere mil veces ese aroma sobre el amargo y ácido olor a alcohol, cigarrillos y sexo ajeno en una habitación demasiado pequeña.
Kenshi ama poder compartir su día con alguien sin el temor de cometer un deliz que pueda costarle la vida, o peor aún, alguien cercano a él.
Darse cuenta de lo mucho que ha cambiado es abrumador. Gracias a Johnny ha aprendido a abrir su corazón y construir lo que tanto deseó por mucho tiempo, un hogar. Por fin, ha encontrado uno.
Y es en esta nueva versión de su vida en que el miedo a perderlo todo lo atormenta sin tregua, como un zumbido molesto al fondo de su mente.
Toda su vida ha servido a un propósito ajeno a sus anhelos, fue un perro de pelea, fue un guerrero y ahora es un líder. Nunca tuvo la oportunidad ni el tiempo de desear algo más, fue criado para cumplir.
Con Johnny, ha descubierto el placer de querer más, de entregarse por completo a ese sentimiento. Se ha vuelto mimado, anhelante de aún más cariño y cuidado. Quizás por eso, ahora, ante la mera noción de pérdida se siente tan vulnerable y débil.
Lo odia
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Johnny está siendo especialmente salvaje hoy, golpea a Kenshi con un ritmo feral como el de un perro en celo que Kenshi cree que ha durado horas, robándole el aliento y reemplazando sus gemidos con sollozos rotos. Aún cuando es doloroso seguir porque Kenshi se siente como un nervio expuesto ardiendo en carne viva, ruega por más, porque se ha vuelto adicto a la sensación de estar abierto y lleno. El deseo primario por hacer sentir bien a Kenshi impulsa a Johnny a adorarlo constantemente con palabras dulces, susurrándole al oído lo perfecto y especial que es para él. A Kenshi se le destrozan las entrañas y se le desgarra el corazón con las atenciones de Johnny.
Johnny se tambalea hacia adelante, comienza a fallar en su ritmo, ahora es áspero y desordenado, se acerca a Kenshi para preguntarle ¿si está cerca?, las caricias descuidadas pero bien intencionadas arrojan a Kenshi un poco más por ese delicioso precipicio, todo comienza a ser demasiado, siente que va a desmayarse.
Pero es la necesidad cruda en la voz de Johnny lo que regresa a Kenshi de su casi estado de éxtasis. Johnny no parece darse cuenta de que está hablando en voz alta, está perdido en el placer persiguiendo algo, una fantasía fugaz, implora si puede correrse dentro, se aferra desesperadamente a Kenshi, un abrazo de oso que enjaula a Kenshi, se siente pequeño y protegido. La tensión es demasiada y en un gemido agudo como si hubiera sido herido, Johnny susurra, lo suficiente fuerte para que Kenshi alcance a escucharlo.
"Desearía poder embarazarte"
En cuanto esas palabras escapan de los labios de Johnny, Kenshi duda, no sabe si salieron más por la fiebre del momento o porque realmente reflejan los sentimientos más profundos de Johnny, una necesidad silenciosa que desconocía. Se siente genuina, la voz de Johnny es desesperada y ansiosa, crudamente seria. Johnny quiere algo y Kenshi no puede resistirse a dárselo.
Asiente sin decir nada y anima a Johnny, elevando sus quejidos para mostrar su disposición a entregarse por completo, aparentando sus entrañas para que Johnny se derramé dentro de él, como tanto quiere.
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Están sudados, pegajosos y ciertamente tener los 85 kilos de tu musculoso novio aferrado a ti como un koala es agotador, pero Kenshi no quiere moverse, su pequeña burbuja alejada de todo es demasiado cómoda para molestarse por sentirse asqueroso.
Acaricia la espalda de Johnny, suavizando los esporádicos temblores que agitan sus músculos. En silencio, Kenshi siempre se regocija al saber que es él quien provoca que Johnny tardé en recobrar el aliento después de sus encuentros. Sus dedos trazan suaves senderos sobre la piel de Johnny, explorando cada curva con atención. Disfruta mucho trazar un mapa mental del cuerpo de su amante, es relajante y cariñosamente íntimo.
Kenshi no puede evitar perderse en pensamientos sobre lo que ocurrió hace un momento. Sigue reviviendo las sensaciones y sonidos, procesando si todo fue real porque parece demasiado bueno para alguien como él , un dilema con el que sigue peleando, su pasado lleno de dolor y sangre aun nubla su juicio para aceptar las cosas buenas en su vida. Como las palabras de Johnny, por alguna razón la mención apasionada de Johnny por querer embarazarlo provoca que su pecho se caliente, su núcleo gira de una manera extraña y nueva.
No puede quedarse con la duda
—¿Johnny?—Pregunta con cautela, esperando la respuesta amortiguada de Johnny por estar recostado sobre su pecho. Aún no se han despegado un centímetro, demasiado perezosos para siquiera intentarlo.
—Cinco minutos más, Kendoll, por favor…— murmura Johnny, parece un niño y eso a Kenshi le da ternura, se siente paternal. Es tonto, pero evoca un sentimiento nuevo que lo estremece, alimentado por las palabras que iniciaron todo.
—¿Puedo ser raro contigo?— pregunta Kenshi con timidez en su voz. El miedo persiste, no es por temor a perder, sino por el anhelo de revelar algo que quizás solo sea una fantasía y no algo más.
—Kenny, no te diré que no si me pides que me ponga ese traje de conejo—bromea Johnny con ternura, intentando aligerar la atmósfera. No funciona porque Kenshi siente el rubor subir a sus mejillas y parece reprenderse mentalmente, esto es importante.
—No, no se trata de eso — Tal vez es por el tono amenazante o dolorosamente serio de Kenshi, pero Johnny inmediatamente se endereza y busca su mirada (jeje sí, irónico lo sé), esto es algo serio, no quiere que Kenshi le oculte algo por creer que lo toma todo como un juego.
—Ey, cariño, sabes que era solo una broma ¿verdad?. Puedes ser raro todo lo que quieras conmigo, siempre —dice Johnny, reuniendo el tono más gentil y comprensivo que puede, tranquiliza a Kenshi lo suficiente como para que lance su pregunta.
Kenshi respira, y obliga a sus nervios a calmarse. Es Johnny, está bien, puede hacerlo.
—Tú...¿quieres embarazarme?
Por un tiempo solo hay silencio
Son los 10 segundos más largos e insoportables que Kenshi ha experimentado en su vida, se siente como un idiota y ya está casi listo para retractarse y pedir disculpas, queriendo huir y enterrarse en el agujero más cercano porque su cerebro imagino cosas.
Pero entonces la voz de Johnny interrumpe su vergüenza.
—Sí
¿Qué?
— Lo quiero, Kenshi—confiesa Johnny. No esperaba que su pequeña fantasía saliera de esta manera. Había evitado a toda costa imaginar en la posibilidad de formar una familia con Kenshi. Lo ha pensado por un tiempo desde ese viaje a Japón, cuando Kenshi mostró una paciencia y atención ridículamente increíbles hacia uno de los hijos de su clan.
El pequeño no podía tener más de cinco años, y lloraba por no poder comprender porque estaba en una reunión con puros adultos aburridos que hablaban ruidosamente entre sí. El llanto fue bastante malo como para ignorarlo y Kenshi se acercó al pequeño.
Johnny temía que la firmeza de Kenshi fuera demasiado para el pobre niño, pero quedó asombrado por la ternura y la paciencia con las que Kenshi lo trató, su novio era una cajita de sorpresas. No va a mentir, al principio, estaba celoso al ver cómo Kenshi mostraba un lado tan dulce y atento que nunca había compartido con él, Johnny se sintió desplazado. Sin embargo, esa incomodidad pronto se transformó en un anhelo al ver la calidez que desprendía Kenshi, su mente dio rienda suelta a escenarios hipotéticos en los que Kenshi tuviera una vida doméstica, un hombre atento como él, tenaz pero dulce, que siempre pone a otros antes que así mismo se vería muy bien criando a un niño o dos.
Johnny se dio cuenta de que Kenshi sería un padre maravilloso.
Un buen padre para sus hijos.
—Yo... mierda, sí, me encantaría jugar a la casita contigo, con todo el paquete incluido. Sería genial tener un mini yo corriendo por ahí, tardes de películas y pancakes con la receta de mamá, ¡sí, joder! Nuestro hijo sería el más rudo de la escuela, les patearía las pelotas a cualquier imbécil que se atreviera a molestarlo porque tendría los mejores padres del mundo que saben patear traseros.
Johnny se emocionó y comenzó a hablar acaloradamente, compartir su pequeño saco de fantasías con Kenshi era liberador.
—¿Un mini tú? Hay suficiente con un Cage en el mundo— Kenshi había estado escuchando atentamente. Se sintió aliviado, la horrible ansiedad que estrujaba sus entrañas se dispersó rápidamente al oír las divagaciones de Johnny sobre una familia. Le sigue el juego, hablar de esto se siente bien.
— ¡Oh, vamos! Amarías tener una versión pequeña mía.
—Tal vez.
Ríen y se acurrucan con más fuerza, la sonrisa tonta de Johnny calienta el corazón de Kenshi. Es tan cálido que duele, el amor duele y nadie le advirtió a Kenshi de ello.
—A mí no me molestaría tener un mini Takahashi.
Johnny se defiende y Kenshi no puede evitar la carcajada que se le escapa.
—Cuidado con tus palabras, se pueden volver realidad.
—Lo digo en serio, siempre y cuando no hereden tus ojitos de huevo cocido.
—Estás jodido si dejaría que nuestros hijos heredarán tu idiotez.
—Cualquier hijo nuestro merece mi encanto, Kendoll.
No puede evitarlo y Kenshi atrae a Johnny para un beso, un sí a todo lo que quiere, un sí a esto, un sí a un nuevo cambio en su vida. Es aterrador, pero sabe que estará bien porque Johnny está a su lado.
Johnny ama dar, siempre ha buscado que Kenshi tenga todo lo que quiere y más. Es experto en desarmar a Kenshi para darle justo lo que necesita, a veces despierta en él deseos que no sabía que tenía.
Johnny quiere una familia.
Kenshi se la quiere dar.
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Notas
Lo mismo pero en español porque es mi idioma madre ☆
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xherrera-08 · 2 years
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-Es demasiado Khai, no lo hagas por favor-suspiro y me miro directamente.
-Confía en mi Kilan, puedo hacerlo-agarre sus manos y el aprete dándole confort.
-Tengo mucha fe en ti, pero esto es peligroso, es demasiado-sus manos fueron hacia mis hombros y acaricio mi rostro-Te perderé si lo haces, lo sabes, sabes que será el fin de los tiempos asi solo lo intentes.
-Pero no hay otra opción, ¿O sí? -sus ojos marrones me miraron intensamente, se lo que reflejaban sus ojos, sabia que su miedo a perderme se hacia mas real. Pero no había otra salida.
El monstruo en mi interior pedía a gritos salir, pero por años estuve conteniéndolo, cada día que pasaba aprendia poco a poco de lo que se entrelazaba en mi interior, pero era demasiado fuerte. Mi salud mental y física se empezaron a ver comprometidas y Kilan era testigo de ello, hizo cosas inimaginables por mantenerme a salvo…Su amor me mantuvo, hasta el día de hoy.
- ¿Por qué tu? ¿No puede hacerlo nadie más? -su suplica retumbo en el pecho y sentí mil cuchillas a travesar mi ser.
-Sabes que no, soy la que lleva adentro el caos, por ende tengo que destruir todo a mi paso o ser la solución-suspiro lentamente buscando las palabras adecuadas-Sabes que te amo Kilan, arrase con cada ser maligno para sacarte del infierno aunque eso me dejara en coma casi un año, pero la maldad se esparce y no puedo seguir sintiendo en mi piel cada cosa mala que pasa en el mundo, ¿acaso no ves lo que es ahora la sociedad?-se aleja hacia la entrada y pone su mano en el pomo de la puerta-Lo siento, mi corazón, mi mente y mi alma no pueden cargar mas con la miserableza de este mundo cruel, entiéndeme, por favor.
- ¿No es suficiente con el amor que sentimos para aguantarlo? -rogo una vez más.
-Te amo, te amo tanto que hare de este un mundo mejor para que puedas tener la familia que siempre soñaste, para que puedas estar tranquilo de las personas que rodean a tus hijos, a tu mujer y a cada persona que este estrechamente ligada a ti.
-Ya veo…Es algo, algo tan lindo, pero tan doloroso, no quiero perderte, pero también anhelo lo que tú, quiero vivir en un mundo bueno y libre de caos.
-Y asi será, te lo prometo.
Ese día, fuimos uno, cada hora que pasaba solo podía mirar lo perfecto que era este ser humano, Dios sin duda alguna tenia preferidos y vaya que se encargo de hacer la vida terrenal placentera en diferentes aspectos. Pero como todo en este mundo, nada duraba para siempre y mi fin había llegado.
Me sumí en el caos de mis demonios, levante cada partícula de tierra del globo terráqueo, pero cumplí mi cometido, mi destino, yo fui caos y pureza, yo salve al mundo de un 2do impacto…Y aunque mi corazón le pertenece a aquel humano, me quedaba la satisfacción de que, gracias a mi viviría en un mundo mejor, con personas mejores y se que cada paso que diera, yo estaría asegurándome de que nada le pasara.
“La tierra se sacudió, el viento soplo vorazmente, cada edificio templo desde sus cimientos…Pero el caos había cumplido su cometido, despojo a la tierra del mal dando su vida misma, porque eso dictaban las escrituras sagradas y aunque su corazón estuviera comprometido…Seria recompensado volviendo a este mundo, sin recuerdos, con caos en su interior, pero con una oportunidad de ser feliz sin morir para salvar a todos”
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bookishnerdlove · 6 months
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TV 39
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De vuelta al interior de la mansión, Selia pudo sentir sus mejillas rojas y congeladas calentarse un poco. Después de quitarse el chal, Selia subió corriendo las escaleras y se acercó a los endurecidos Mohos. "Puedo purificarlo". Sin embargo, a este ritmo, pareció llevar unos mil años. El deshumidificador debería ser más rápido que esto. Selia intentó recordar la historia original mientras caminaba lentamente por la mansión. Lina no purificó a los mohos endurecidos uno por uno como una aspiradora. Los mohos tenían sus raíces, y cuando Lina las purificó con el poder de un santo, los mohos pegajosos desaparecieron. Aunque su poder era débil, pero seguía siendo Stern, Selia intentó encontrar la fuente. Sólo pudo notar que en ciertos momentos, los Mohos se hacían más fuertes en detalles muy pequeños. Le tomó casi dos horas e incluso empezó a sudar frío. Aquí está la cosa. En el primer piso, al entrar por la puerta principal, hay un recibidor. A diferencia de lo habitual, había un enorme tapiz más alto que la altura de Selia sobre el parapeto, pero había una puerta negra abierta en la pared expuesta. “¿Señora Seria? ¿Qué estás haciendo aquí? Seria se sorprendió cuando Lenon apareció de repente. Ella retrocedió y, de repente, el cuerpo de Lenon se sacudió.   "¡Agh, señorita Susan!" Era Susan… ¿entonces ella era la costurera de esta mansión verde? Con la fuerza de una mano, levantó ligeramente a Lenon por el pecho y lo colocó de lado. No, Lenon ni siquiera era baja y, sin embargo, podía levantar a un hombre alto tan alto. "Asustaste a la joven dama, Lenon". "¡Ay dios mío! ¡No lo hice! Lenon ya no podía hablar. Estaba caído en la mano de Susan. "Lenon, ¿te desmayaste?" “Por favor, no me hables así. Señora Selia”. "¿Te desmayaste?" Serla rápidamente habló casualmente. Susan sonrió, pero no era tan cálida y suave como Martha. Había una sonrisa aguda que extrañamente le recordaba a Abigail. “Jovencita, los hechiceros están aquí, ¿te gustaría bajar? Oh, Su Alteza…” Susan habló con preocupación. “Su Alteza me ha dado su consentimiento”. Dijo Selia.   “Bueno, entonces, dado que la mansión es tan tranquila y aburrida, creo que puedes bajar y echar un vistazo. Yo te acompañaré." Selia nunca había visto a los hechiceros en persona, por lo que sentía curiosidad. Ella asintió ante la sugerencia de Susan. Susan le tendió la mano a Selia como un caballero y siguió a su escolta a través de la puerta abierta debajo del tapiz. En el sótano se percibía un claro olor a humedad y abajo parpadeaban luces de colores. Una voz que cantaba como un encantamiento, energía intangible que tenía una trayectoria extrañamente diferente a la del poder sagrado. "Esos son los hechiceros de Nessla". El problema fue el olor extraño. El olor a huellas quemadas. Seria sacó su pañuelo y se tapó la nariz. El olor era definitivamente una huella. Eran las mismas huellas que solían hacer pociones para dormir para personas con poderes sagrados. Significaba que podría desmayarlos. El olor no era fuerte, pero si lo olías lo suficiente, seguramente te desmayarías. Aunque puede que no afecte mucho a Selia ya que ella era Stern. Similar a Lesche, que tenía poder divino en su cuerpo y era el jefe de la decimoséptima casa del Imperio Glick. Seria, con el pañuelo sobre la nariz, se acercó a los hechiceros. "Dado que Su Alteza no está aquí, no debes quemar la huella". Un hechicero, que sostenía lo que parecía un sello, miró a Selia. Era un hombre alto y delgado con el pelo cortado con un patrón único. “Ah, tengo entendido que Su Alteza el Gran Duque está ausente. Pero es un procedimiento necesario para expulsar esta siniestra oscuridad”. La voz arrogante le revolvió los oídos. Si fuera el original el que estaba aquí, estaría muerto. Cuando Selia no respondió, la voz del hechicero se volvió aún más molesta, como si pensara que Selia estaba asustada. “¿Quién es usted, señora?” "Mmm."   “Señora, respóndame…” "Callarse la boca. Te atreves a ser descarado y me insta a responder. ¿Sabes quién soy? Selia le dio una mirada que la Selia original le habría dado. El hechicero inmediatamente se recuperó y cerró la boca. Apartó la mirada del hechicero y miró la caja única que se encontraba en la parte superior de este sótano. La caja, con su llamativo borde dorado, brillaba sola en este sótano oscuro y lúgubre. —¿Es esa la Caja del Mar Azul de la que me habló Lenon esta mañana? Dentro había un solo mechón de cabello castaño rojizo. Con toda probabilidad, ese lugar parecía ser la fuente de la magia, pero los hechiceros estaban aquí quemando hierba impresa y cantando códigos extraños. Selia intentó alcanzar la caja y los hechiceros intentaron golpearle la mano con un palo, pero Susan inmediatamente agarró el palo. "¿Has perdido la cabeza? ¿Sabes dónde estás ahora? Su espíritu de gruñido era extraordinario. El espíritu de Susan era feroz, pero Selia estaba acostumbrada al espíritu de Abigail, así que estaba bien. Más bien, los hechiceros inmediatamente dejaron caer la cola como si no fueran inmunes. Mientras tanto, Selia levantó la mano en un intento de purificación. "Como era de esperar, no funciona". Pero efectivamente era la raíz de los Magos. Cuanto más acercaba su mano a la caja, más pesada se volvía la energía. Advirtieron los brujos. “Señora, si interfiere más con nuestros rituales…” “Nos vamos”. Dijo Selia. Fue divertido. Selia era Stern, por lo que sabía bastante sobre rituales. No fue como hacer un dibujo mágico, pero hablar con él en el medio no rompió el proceso de purificación. Fue una buena actitud ignorar a las personas que no conocían. Selia salió del sótano con Susan sin pensarlo dos veces. "Debe estar sorprendida, jovencita". "No estoy bien. Gracias por ir conmigo”. Susan sonrió con los ojos muy abiertos. Quizás fue porque se sentía leal para proteger a alguien, no por la sensibilidad que provenía de la malicia. Su sonrisa era tan aguda como siempre y le recordaba a Abigail. Esa noche, colocaron sobre su mesa del comedor un mantel nuevo bordado con flores. Las pequeñas motas de tierra al lado también se veían hermosas, como si hubieran sido tejidas individualmente con hilo de lana. Selia sonrió cuando escuchó que Susan los había hecho. Pensaba que Susan era muy buena cosiendo y tenía manos tan duras como las de Abigail. Y ella tuvo que admitirlo. Ella se estaba enamorando de esta mansión. No importa cuánto pensara en ello, parecía estar más absorta en la gente de aquí que en la mansión verde... ¿A quién no le gustaría este lugar que ofrece una cierta sensación de tranquilidad? "Nadie ha sido tan amable con Selia desde el principio". Selia tragó un suspiro mientras observaba a Martha calentar la manta y hacerla esponjosa. Esta noche iba a dormir sola en su propia habitación y planeaba ordenar sus complicados pensamientos. Sin embargo…. “¿Por qué estoy otra vez en el dormitorio de Su Alteza?” Martha le dirigió una mirada de horror. “Lo siento, mi señora. Las sombras se extendieron hasta el dormitorio de la Gran Duquesa. No es mucho, pero no podemos dejar que tu precioso cuerpo duerma en un lugar donde las paredes son todas negras”. "..." Selia miró a Lesche. Parecía cansado, a diferencia de lo habitual. No importa lo fuerte que fuera, tenía que patrullar la frontera todo el día sin ningún caballero, por lo que era natural que estuviera cansado. Incluso podría haber luchado solo contra un demonio. Selia le entregó una rama de plata a Lesche. No había señales aparentes del ataque de Magia, pero fue por las dudas. "¿Por qué?" "Quédatelo." “¿Por qué necesito esto cuando hay un Stern cerca? “ "No puedo purificar a Su Alteza como lo hice con Lenon". "Es un poco extraño, pero ahora que lo pienso, soy tu marido, ¿no deberías abrazarme a mí y no a Lenon?" “¿Estás diciendo que quieres un abrazo? Hmm, si no está en el dormitorio, entonces el pasillo del primer piso está bien. ¿Deberíamos salir?" "¿El primer piso está bien?" Lesche se rió con expresión divertida. "A veces eres tan inocente, jovencita". “….?” Dijo Lesche y agarró la rama plateada y la arrojó hacia arriba y hacia abajo como una daga. Selia se sentó en la cama y miró la espalda de Lesche mientras él contemplaba el fuego de la chimenea. Tenía hombros y espalda anchos y una cintura estrecha, como debería tener un personaje principal. Francamente, tenía un rostro estupendo, pero su cuerpo por sí solo parecía hacer que muchas mujeres se enamoraran de él. "Ahora que lo pienso, ¿no deberíamos ir a la capital una vez que termine el invierno?" Lesche no mostraba mucho su rostro en la sociedad imperial, pero los nobles del Imperio Glick tenían que pasar por el palacio imperial al menos una vez al año para solicitar una audiencia con el emperador. Por supuesto, no todos los nobles podían ver el rostro del emperador. Pero pudiesen verlo o no, era deber de todo noble solicitar una audiencia. Y como Lesche era el Gran Duque de la Casa de Berg, sería aceptado tan pronto como solicitara una audiencia. "Ahora que estás casado conmigo, también tienes que presentarte en las reuniones sociales". "Su Alteza, hoy bajé al sótano". “¿Qué pasa con los hechiceros?” “Estaban bromeando un poco, pero Susan los detuvo”. Oyó reír a Lesche. Ella balanceó las piernas ligeramente. Las zapatillas que Martha le había regalado se tambalearon. Eso fue todo. En la mesita al lado de la cama, había un vaso de leche humeante que había traído Martha y una flor nueva en un jarrón vacío. Las flores fueron un regalo de Susan, por supuesto. No era una flor real. Era una flor hecha tejiendo hilo de lana porque aquí las plantas mueren rápidamente, pero era una artesanía realmente elaborada. Aun así, era tan buena como cualquier otra flor. “Hola Susan, por la noche…” Recordando lo que le pidió a Susan que hiciera en privado, Selia tocó las suaves flores ligeramente. En la historia original, nadie, ni siquiera Martha, había aparecido. Parecía que Martha era la única cuya muerte era segura, pero ¿los demás decidieron no dejarla sola en la mansión y morir juntos? La mente de Selia era complicada. ANTERIOR Read the full article
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kirisnews · 11 months
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Beber agua en San Juan de Abajo, un gran riesgo para la salud
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Title: Beber agua en San Juan de Abajo, un gran riesgo para la salud
URL: https://paginacentral.com.mx/beber-agua-de-las-tomas-publica-en-san-juan-de-abajo-un-gran-riesgo-para-la-salud/
Highlights & Notes
Beber agua de las tomas pública en San Juan de Abajo, un gran riesgo para la salud Vecina de San Juan de Abajo narra el riesgo que representó para sus hijos beber agua de la toma pública
León, Guanajuato – Veinte días con diarrea y vómito. Ese es el precio que Martha y su familia tuvieron que pagar por no contar con acceso al servicio de agua apta para el consumo humano. Vive en San Juan de Abajo y ya no confía en la toma pública, pero no le queda otra alternativa. Fue hace casi un año cuando sus dos hijos se enfermaron gravemente del estómago. El médico que los atendió atribuyó los síntomas al consumo de agua con altos niveles de cloro o incluso contaminada.
Ella no tiene que caminar casi una hora para llegar a la toma pública. Pero no es ajena a los riesgos que implica el consumo de esa agua.
Afirma que hay días en que el agua de la toma comunitaria, que está a menos de 100 metros de su casa, sale tan blanca que parece leche rebajada
Me duraron como 20 días con diarrea. De hecho, ya estaban deshidratados y todo. Mi esposo tuvo que comprar garrafones porque no podían tomar agua en el momento de eso. Lo que pasa que sale muy blanca. Sale con mucho cloro, parece leche”. La cura no fue barata: entre las consultas y los medicamentos, el remedio le costó alrededor de 3 mil pesos por sus dos hijos. “Es muy delicado cualquier enfermedad de esas. A veces uno no se da cuenta. Como aquí no hay servicio médico, tiene uno que salir a la ciudad para atender a los niños y si es un gasto fuerte”. Mientras que se resuelven los amparos para que SAPAL los dote de agua digna en su domicilio, no le queda de otra más que adaptarse.
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tierradenod · 11 months
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🗡Luces resplandecen a través de los ventanales de imponentes arquitecturas, la naturaleza oscura reclama los lugares olvidados y la metrópolis parece rugir cada noche con más fuerza. ¿Has decidido en donde esperarás el final de los tiempos? La multitud de figuras en las sombras te guían hacia el Palacio Imperial, tierra prometida en donde el Príncipe de la Camarilla se complace en recibirte. A pesar de tu extraño parecido a HAN SOHEE y ser parte de los TREMERE, eres más que bienvenida a la ciudad DANBI NA (DANA). Si las consecuencias no quieres pagar, deberás respetar cada una de las tradiciones y cuidar siempre tu espalda...   
ONIGIRI, la administración de Tierra de Nod se alegra de darte la bienvenida. A partir de este momento cuentas con 24 horas para realizar el envío de la cuenta de tu personaje. Cualquier consulta estamos a tu disposición. ¡Muchas gracias!
OOC
Nombre / Pseudónimo — onigiri. Pronombres — ella / suya. Edad — +25. Zona horaria / País — -4gmt / chile. Triggers — desordenes alimenticios, incesto, maltrato animal/infantil, violación, arañas y payasos. ¿Estás de acuerdo que tu personaje continúe siendo utilizado por la administración como PNJ en caso de unfollow? — Sí / No. IC
Nombre — danbi na (dana). Faceclaim — han sohee. Pronombres — ella / suya. Nacionalidad — coreana. Fecha de nacimiento — 13 de marzo 1962 Año en el que se convirtió en vampiro — 1989. Generación asignada — doce. Clan y secta — cupo 7a, clan tremere, la camarilla. Detallar el nivel que posee en cada disciplina
auspex: uno. dominación: uno. traumatargia (senda del movimiento mental): dos. Personalidad—
es determinada y la disciplina es su pan de cada día; sometida a entrenamientos desde corta edad. es natural que las ideas se mantengan rondando por su cabeza durante largas jornadas, y que no importa el cansancio de sus extremidades. ella llevará su cuerpo al límite sin importarle las consecuencias. porque siempre se levanta.
solía ser manipulable. pero ya es un atributo del pasado que aprendió a usar a su favor, es estratégica, mueve hilos de terceros a su antojo. sin importarle sus emociones, porque nunca nadie se preocupó de las suyas; ¿por qué debía ser considerada con el resto? más cuando el último acto egoísta de terceros la convirtió en esto.
es desconsiderada, egoísta e hiriente. se cansó de ser la muñeca con la que podrían hacer lo que quisieran. la chica ignorada, la utilizada por placer. la que desconoce las verdades. de la que todos se ríen. ahora, ella ríe más fuerte.
¿Quiénes eran antes de ser vampiros y qué mantienen de su antigua vida?
tw: bullying, muerte de un familiar cercano, abuso de poder.
nacida en territorio surcoreano en el año mil novecientos sesenta y dos, la menor de los na nació para brillar. enamorada de la música desde temprana edad, se sentaba a un lado del piano de su madre y podía mirarla por horas. sus extremidades se movían casi por inercia y una risita se escapaba cada que una nueva voltereta aparecía en escena. se arrastraba, sin importarle que sus prendas terminasen sucias o en dobleces descuidados.
con el avanzar de los años, su conexión con las melodías y ritmos sólo aumentaron. comenzó a asistir a clases de ballet con tan sólo cuatro años y un brillo de esperanza en su rostro. recuerda el primer día de clases como el mejor de su vida. entre chillidos entusiasmados le contó a su hermano menor todo lo que había podido hacer. las felicitaciones de su maestra, sin saber, que paulatinamente la envidia alimentó más de un ánima de sus compañeras.
nunca fue muy apreciada por las personas de su edad, pero ella se seguía pidiendo encajar: ¿cuál es mi problema? se preguntó cada noche antes de rendirse ante el cansancio del llanto que corría por sus mejillas. aun así, ella continuó siendo amable. acostumbrada a la soledad junto a sus pares, su familia lo era todo para ella. absolutamente todo.
por lo que la muerte de su madre, en su sexto cumpleaños, la destrozó. ya no podía ver un piano de cola como antes, más cuando el caso continuaba sin ser resuelto y cuerpo se ausentaba de ataúd que permanecía cerrado en pequeña capilla. ¿por qué me dejó? ¿por qué todos terminan haciéndolo? se cuestionó mientras observaba sus brillantes zapatos negros, con el impoluto vestido en tonalidad oscura.
los pésames de desconocidos no la consolaron. ellos no sabían. no tienen idea de lo que es madre, ¿cierto? le murmuró a su hermano, con el llanto corriendo por sus mejillas sin detenerse. nunca la había visto quebrarse de esa forma. nunca más lo hizo.
las clases continuaron durante el resto de su infancia y su adolescencia. la universidad nunca es una opción cuando tu carrera artística se mueve de la forma en la que la suya lo hizo. los papeles de relleno se transformaron en secundarios y, sin darse cuenta, se convirtió en la protagonista del cartel del cascanueces con veinte años de edad.
las heridas en sus pies, sus uñas mordidas y las partes de su cabeza que perdieron cabello por estrés, además de ser consecuencia de los peinados que la acompañan desde que tiene memoria, eran una huella sobre su piel de su constancia, disciplina y determinación. nunca lo vio como una desventaja, una fealdad; eran marcas de que era suficiente. que era mejor que las demás, porque llevaba su cuerpo al límite. en todo sentido. ¿y sus emociones? no tengo tiempo para ellas.
con veintitrés años conoció a quien llamó el amor de su vida. lo amó con locura, con cada parte de su ser, pero era manipulación. una ilusión.
pudo vivir con volverse la otra en una relación. el secretismo tras los telones y la oficina del instructor de ballet. los papeles protagónicos comenzaron a caer con mayor frecuencia, y los atribuía completamente a su esfuerzo, nunca a la relación amorosa que había constituido con quien tenía prácticamente la misma edad que su padre. no le importaba, ella era demasiado madura para su edad. eso decía: no le digas a los demás, danbi, ellos no entenderían. y le creyó, claro que lo hizo.
duraron años… ella y un par de muchachas más que aspiraban a mejores puestos. pero ellas lo sabían. no eran ilusos. no necesitaban que las amasen con tanta necesidad como la menor de los na.
nacida en territorio surcoreano en el año mil novecientos sesenta y dos, la menor de los na creció para ser manipulada.
¿Qué sabe sobre quien los convirtió en vampiros?
‘ danbi estaría muy feliz de verlos reunidos aquí el día de hoy ’ la voz masculina resuena la capilla. erguido con un traje negro y una sonrisa en el rostro, nadie podría presagiar que tras esa mirada brillante se escondía un fantasma en vida. estaba destruído. una muerte más para añadir al registro familiar.
la sangre de las mujeres lim está maldita.
durante miles de años, sin ningún patrón de cantidad de años entre cada muerte, una mujer del antiguo linaje de los lim desaparece sin dejar rastro entre los veintisiete y treinta años de edad. ninguna registra un problema de salud ni son víctimas de algún accidente, simplemente, dejan de contestar para siempre. la policía cierra los casos ante la poca cantidad de pistas, volviéndose una encrucijada de la que no pueden salir.
y eso pasó con dana. sin embargo, ella ahora conoce la verdad. la inmortalidad entregada de parte de su tatarabuela, impulsada por el deseo de su madre de volver a verla. de estar junto a ella. la eligió, entre otras opciones existentes en la familia. la arruinó a ella. y la odia. tras cada muerte, la dinastía se muda a territorio japonés con el propósito de servir a la camarilla. volviéndose una ofrenda para los antiguos dioses y legado de vitae. ella no fue la excepción. pero espera ser la última.
Curiosidades
uno. de su vida humana sólo tiene recuerdos. el primer anillo obsequiado por su padre y una brazalete que su hermano le regaló en su graduación. ambos descansan en su hogar familiar, como una remembranza de la vida que perdió.
dos. tras su funeral, visitó por última vez a quien fue el amor de su vida. y descubrió que no sólo era una más en su lista de engaños y títeres. sino que cada una de las palabras que en algún momento acariciaron su oído, que se volvieron el desencadenante de su último suspiro antes de dormir, no sólo iban dirigida a ella. mismas frases, obsequios y forma de actuar. ni siquiera sufrió su desaparición. pensó asesinarlo, pero sería mucho más fácil. en su lugar, destrozó su vida antes de irse a territorio nipón.
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karenarella22 · 1 year
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Capítulo 10
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La puerta del baúl se cerró sobre su cabeza dejándola ceñida en una completa oscuridad, más allá del motor del auto que era encendido en ese momento, podía oír el sonido de su corazón galopando a mil por hora dentro de su caja torácica, la adrenalina bombeando por sus venas abriendo paso a una nueva energía que no tenía hasta el momento.
Por más odioso que ese momento fuera, estaba tranquila e incluso un poco contenta, no por ser secuestrada, sino que por que aquello le resultaba una confirmación de que iba por el camino correcto dentro de su investigación y se encontraba más cerca de resolver el porqué de aquel horroroso día que no puede quitarse de la mente.
El auto comenzó a moverse con lentitud dentro del complejo, se quitó el pañuelo de la boca escupiendo sobre el pequeño espacio, no sabía que fármaco era el que estaba en aquel pañuelo pero la amargura que le dejaba en la boca poco a poco iba haciendo efecto en su sistema.
Aeryne sabía que tenía que salir de allí lo más pronto posible o las cosas no terminarían bien ya que una vez que pasara la barrera de seguridad a la salida del complejo y estaría perdida sin saber a donde la estaban llevando. Tanteó el tapizado del baúl tratando de sentir algo que pudiera ayudarla a cortar con las ataduras que le rozaban las muñecas comenzando a quemar el área. Sabía que tenía poco menos de 1 minuto para que el auto llegara a la salida del estacionamiento, si es que no había tráfico dentro del mismo eso podría hacer que tardara un poco más, pero en horario de temprana la mañana como aquel realmente estaba bastante deshabitado.
Comenzó la cuenta regresiva en su cabeza.
60, 59, 58, 57….
Arañó el costado derecho del mismo luego de encontrar un hoyo en el tapizado, con el poco rango de movimiento que le daba el espacio, tiro de la tela lo más fuerte que pudo rasgando gran parte de del forro del maletero y se tomó su tiempo buscando con las manos, no podía confiar en sus ojos cuando casi no veía nada.
Le tomó casi cuarenta segundos despegar el borde completo de la carcasa de hierro de la que estaba hecha el auto mientras sentía la sangre escurrirse sus dedos, la alfombra estaba tan pegada que se rompió las uñas quitándola del lugar, pero  incluso eso no la detuvo, la adrenalina le ayudó a seguir adelante. Cuando quitó al fin la tela que parecía cuero vio algo que podía ayudarla a salir de allí con vida, una pequeña abertura dejaba entrar la luz iluminando un poco el interior del carro  y sintió alivio del aire fresco de otoño golpear su rostro.
10, 9, 8, 7…
El auto se detuvo en el peaje de salida, donde el detective entrego su identificación para ser anotado como cualquier otro oficial de salida.
-Buenos Días oficial- el chico sonrió cansado, según los movimientos que Jason estudió durante semanas, el oficial Jake Bunsen debería estar cursando sus últimas horas de trabajo como oficial a cargo del ingreso y egreso del personal en el garaje cosa que se notaba por sus pronunciadas ojeras.-¿Noche agitada?- espero con impaciencia que le devolviera sus credenciales.
-Un poco señor- tecleó unas cosas en la pantalla. El ruido incesante de unos golpes le llamó la atención, giró la mirada de un lado al otro e imaginó que aquellos ruidos venían de la película que estaba viendo por Netflix en el computador.
Formó un puño con las dos manos y golpeó el vidrio que cubría en parte la abertura por la que entraba luz. Sacó una mano moviéndola en el aire, sabía que todavía no había salido de la estación, solo tenía que llamar la atención de alguien lo suficiente como para que detuviera el auto.
-¡Ayuda! Por favor que alguien me ayude, el detective Johnson me tiene secuestrada, ¡ayuda!- pateaba desesperada el techo del incomodo baúl.
El oficial Bunsen había oído los gritos claramente pero estaba tan nervioso que no sabía cómo reaccionar, tenía sueño y hambre, no una muy buena combinación cuando tienes que pensar con claridad y rapidez. Le tendió una ficha y una lapicera al detective, decidió que lo mejor que podía hacer en ese momento era demorarlo lo suficiente para que llegara la verdadera ayuda que él no podría brindar a quien quiera que estuviera allí. Fingió tipiar distraído mientras miraba la computadora “concentrado” en su trabajo, en tanto, enviaba una alerta de seguridad general a las computadoras principales de la comisaria. Recibió los papeles firmados por el detective y los dejó a un lado llevando las manos al cinturón que reposaba sobre sus caderas.
-Mis credenciales oficiales…- la voz del ahora secuestrador se tornó cada vez más desafiante. La doble barrera no se levantó e inmediatamente Jason supo que lo habían descubierto. Pudo escuchar a lo lejos el grito de Aeryne a lo lejos, pero supo mantener la postura al menos por un tiempo.
Pudo llegar a percibir una patrulla estacionar del otro lado de la calle, estaba atrapado.
-Detective, le voy a pedir que apague el motor del auto y deje las manos sobre el volante donde pueda verlas- Vio como el novato desenfundaba el arma en tanto salía de la cabina dirigiéndose junto al auto. Empuño el arma 9 milímetros apuntando directo a los miembros superiores, no tenía en mente matar a su colega aunque fuera un maniático que tenía a alguien encerrado en el maletero de su auto.
-Sabe que eso no va a suceder oficial…- miró al frente sosteniendo el volante con las dos manos, sopesaba las opciones que tenía, las cuales no eran muchas. Pronto logró entender que no saldría de aquel lugar con Aeryne, no vivo al menos, por lo que tomó la decisión más sensata que pudo obtener dentro de su intrincado cerebro. Si no salía de allí ella tampoco lo haría.
Con unos pocos movimientos logró dar marcha atrás estrellando el baúl del auto contra la camioneta de traslado que se encontraba esperando en la fila detrás de él para poder salir.
Aeryne Wolf se encontraba adolorida por el primer impacto, sin saber lo que sucedía no logró cubrirse a tiempo y dando un cabezazo de frente al borde del maletero. La sangre ahora también corría por su rostro. El latigazo del segundo golpe llegó demasiado tarde para siquiera notarlo, no sabía como pero parte del maletero se había desprendido y tenía la pierna cruzada por una barra metálica de un lado al otro.
Un grito desgarrador se oyó desde el maletero por lo que el oficial Bunsen decidió hacer lo más sensato y dio la voz de alto para luego abrir fuego contra las llantas del carro el cual pudo detener antes de que diera el tercer golpe al auto de traslado a sus espaldas.
Maurice Williams llegaba al estacionamiento en el momento que retumbaban  los disparos de arma de fuego en el lugar. Corrió pendiente abajo acercándose a la escena esperando ver a la chica.
-Salga con las manos en alto ¡Ahora!-Bunsen gritaba al que luego de esto sin dudas se convertiría en ex detective, este rogó que estuviera muerta, no podía dejar evidencia de aquel delito. Bajo perezoso del auto con las manos en alto, lo despojaron de arma reglamentaria y su placa mientras él se dejaba ser sin oponer resistencia.
Maurice se acercó a la cajuela sin escuchar movimiento alguno, por lo poco que pudo apreciar de las imágenes que recibió en su computador su oficial subalterna se encontraba en grave peligro, pero aún con vida antes de los impactos. Pudo observar por un momento el estado del maletero sintiendo que lo peor se materializaba frente a sus ojos. Llenó el espacio entre los dos autos y con una palanca que un compañero detective le acercó pudo abrir aquel cajón de muerte.
La chica apenas podía mantener los ojos abiertos luego del segundo golpe, el dolor en su pierna izquierda se había dispersado al punto en que la extremidad parecía haber desaparecido del espacio. Las lágrimas ya no bajaban de su mejilla pero seguro que habían manchado cada centímetro de su piel detonado lo tanto desesperante que había sido esa experiencia para la pobre.
Sintió las caricias de una mano callosa sobre su cabello.
-Ya casi termina Aeryne, ya casi...-
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woman-child91 · 1 year
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No la he leído. Pero, la vi toda. Solamente voy a omitir mis razones de Fujoshi. Porque, tal vez seas hombre y no te guste el Yaoi.
Aquí voy. ¡Va a ver spoilers!
• *Boruto*: (el personaje). No lo soporto. Se la pasa criticando a su papá la mayoría del principio. Lo insulta, falta al respeto, etc. Solamente porque Naruto ES HOKAGE y esta trabajando. Sip. Me recuerda a mi, ¡cuando tenía 9 años! Boruto tiene 12 o 13. Y el no tiene papitis, como yo. Yo jamás le faltaba el respeto a mi papi querido. Solo que lo extrañaba mucho de chiquita. Pues, el es mecánico de carros y trabaja como 8 - 10 horas diarias. Así que cuando llegaba de la escuela, lo tenía que esperar en casa y solo podía convivir con el como 2 horas. Porque me dormía temprano.
• *Hinata*: Era mi personaje favorito preferido. Pero, ¡aquí le cambiaron la personalidad por completo! Antes de que me digan que es porque ya se casó. Pues, Minato y Kushina jamás cambiaron de personalidad después de casarse o vivir juntos. Me arta cada vez que alguien dice que Adults Hinata es como Minato. ¡No! No lo es. Hinata es una esposa tóxica con Naruto. Se la pasa enojándose con el, gritándole, sacándolo a la calle, etc. ¿Acaso, Minato alguna vez hico eso con Kushina? No.
• *NaruHina*: Está era mi pareja heterosexual favorita ANTES. Pero, ¿saben a que me recuerdan ahora? A un compañero que era ex soldado. Estaba conmigo en la universidad. El decía y no era broma. “Ay, maestro. Cr��ame, yo prefiero arriesgar mi vida en guerras, que soportar un solo minuto más a mi esposa. Es una víbora venenosa. Todo el día se la pasa insultándome, criticándome y ni si quiera puede controlar a nuestros hijos. Yo tengo que intentar educarlo para que no sea tan malcriado o termine mal. No miento. De hecho, siempre le pido a mis comandantes que me manden a cualquier país de guerra. Lo que sea, para no tener que verle la cara a esa cacatúa escandalosa.”
¿Les resulta algo familiar? Naruto se la pasa en la oficina. Incluso cuando Shikamaru le decide que se vaya a ver a su familia y que deje eso para mañana o que ya termino. Naruto le pregunta si ya no hay nada más que hacer.
Pues, cada vez que va a la casa con Hinata. Ella lo trata casi igual que a mi compañero. También no soporto que Hinata actúa toda sumisa y linda con el en frente de otros.
Hinata es como esas novias que son todas lindas y sumisas durante el noviazgo. Pero, en cuanto se casan, saca el cobre.
• *SaiIno*: Okay, por favor. Esta pareja es más forzada que el calzón de un peleador de sumo. A Sai le practicaron lobotomía. Porque, todos los momentos de amistad qué pasó con Naruto, fueron repentinamente cambiados por falsas memorias de Ino. Ósea, todo lo que vivió con su mejor amigo (tuvo un sueño Tsukuyomi con Naruto abrazándolo) fue reemplazado con Ino.
El le dice a su hijo estas cosas, “sino fue mi primer amiga. Ino me cambio para bien. Ino me enseño la luz.”
• *Debiluchos*: Sasuke y Naruto fueron hechos tan débiles para que, Boruto se viera más fuerte. Hasta a Naruto se le olvidaron todos los jutsu a que podía hacer antes.
• *Luna y Sol*: Bueno, pues… este si no se como explicarlo sin que suene algo gay. Pero, lo intentaré. Okay, Orochimaru le sembró la idea a Mitsuki desde que nació, que su “sol” era Boruto. Mitsuki no… se encariño con Boruto por su propia cuenta. Solamente fue porque su papá le sembró esa idea y se la repetía una y mil veces.
Digo, es como una relación chafa y copia barata de Sasuke y Naruto. A ellos nadie les dijo que se hicieran amigos. De hecho, Sasuke intento por años en olvidarse de su “sol”. Intento odiarlo y no sentir nada de cariño por el. Pero, jamás pudo hacerlo. Al menos, no al 100% como quería.
Tengo muchísimos ejemplos de escenas en donde su amistad y hermandad por Naruto, salió a flote. Pero, no quiero sacar todos los momentos al sol. Porque, no importa como lo leas, esos momentos hacen que Sasuke se vea como un novio sobre protector.
• *Himawari*: ¿Algunos de ustedes han visto a Sailor Chibi Chibi Moon? Pues, es una niña de 3 años que es la mejor y original versión de Himawari. Himawari, tiene mucho poder. Es talentosa sin necesidad de esforzarse. Sin embargo, es una inútil que jamás utiliza sus poderes para algo útil. Se tardo como más de 100 episodios en usar ese poder para salvar a alguien.
Sailor Chibi Chibi Moon únicamente estuvo como en menos de 20 episodios. Pero, ella uso sus poderes para salvar a Sailor Moon en varías ocasiones e incluso le dio nuevos poderes. Solamente se tardo como unos 4 o 5 episodios. ¿Y les recuerdo que tiene 3 y Himawari como 10?
Himawari fue empujada por un niño. Todo TikTok se volvió loco y empezó a hablar pestes del niño y a defender a ella. ¿Saben porque la empujó? Fue porque, el es como Obito. Le cuesta mucho trabajo ser bueno en ninjutsu, taijutsu, etc. Se la pasa entrenando día y noche con su abuelito. Entrena y se esfuerza diario. Da todo lo mejor de él.
Pero, Himawari no tiene que hacer el más mínimo esfuerzo y no valora lo que tiene. Hasta dijo, “No se si quiera ser kunoichi. A lo mejor solo me convierto en una aldeana.”
Ósea, no va a aprovechar todo el talento que tiene. Mientras niños como el que la empujó, tienen que trabajar muy duro para mejorarse. Pues, si sueño es convertirse en un shinobi.
• *La Bella Y La Bestia*: Yo soy sumamente superficial sobre personajes ficticios. Porque, creo que si voy a ver más de 900 episodios. Lo mínimo es que los personajes sean bonitos. La mayoría del elenco original de Naruto Shippuden fue cambiado físicamente. Los hicieron a muchos tan, pero tan, feos. Eso no me simpatiza.
Y no, no me digan que cambiaron porque se hicieron más viejos. Kakashi, Minato, Tsunade (en Naruto y Naruto Shippuden), Jiraiya (creo que prefiriera tener sexo con él que con, Kiba, Naruto, Gaara, Iruka o Yamato en Boruto), Orochimaru y Kushina. Ninguno de ellos envejeció o se ve feo.
• *Refritos no solo pasan en telenovelas*: Le copiaron a muchos episodios de Naruto y Naruto Shippuden. Incluso hasta a una película. Y solamente me hacían ver como Boruto no le puede llegar ni a los talones a Naruto y Naruto Shippuden.
• *Sasuke*: Le hicieron lo mismo que a Vegeta en Dragón Ball Súper. Le cambiaron completamente la personalidad. Les quitaron esa sombría, obscura, cool, orgullo, dignidad por la que se le caracterizaba. Ya no es nada como el Sasuke que yo conocí en Naruto y Naruto Shippuden. Fugaku se ha de estar retorciendo en su tumba.
Voy a inventar una frase parecida a la de Obito. “You either die a hero, or live long enough to see yourself become the villain.”
Ahora voy yo con, el pobre de Sasuke. “Te mueres siendo un personaje épico y súper cool, o vives lo suficiente para verte convertido en un perdedor mediocre.”
• *Haciendo amigos*: Esto es un sacrílego y blasfemia. Hicieron que Boruto convirtiera en enemigos en sus amigos. Como lo hizo su papá. No es creíble. Boruto no tiene el carisma que tenía su papá. Solamente me hace odiarlo aún más. Digo, una cosa es que Naruto say convertido al demonio psicopata de Gaara en un Testigo de Jehobá/Naruto. Digo, se la pasa medio el tiempo casi casi diciendo, “¿Tiene algunos minutos para que le hable aserca de nuestro Dios y salvador, Naruto? Yo era un pecador. Pero, Naruto me enseñó el camino. Me hizo ver que el amor hacia el prójimo puede más que el odio y rencor.”
• *Trampa*: Mataron a Kurama. ¿Y solo para que? Para que el estupido de Boruto se volviera más fuerte que su papá. Para que su papá ya no fuera tan poderoso y no lo opacara.
° ° ° ♡ ° ° °
Creo que son todas las razones. Por las que odio taaanto Boruto - Next Generations. Tengo más pero son con temática Yaoi y no quisiera incomodarte o asquearte.
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piangeva · 1 year
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⠀⠀ <3 02, Agosto, 2023 <3
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hola mi linda lunita, últimamente no he encontrado el tiempo ni la inspiración para venir acá y dejar sobre palabras mis sentimientos y pensamientos más complicados, pero aquí estoy e intentaré ser lo más claro posible.
mañana hacemos tres meses desde que casi con el corazón en la boca y temblando como estúpido te pedí poder decirle a la gente que soy tu novio. de hecho cuando estaba trabajando en eso con las canciones más cursis de fondo, lo único que tenía claro era no quería que fuera un "¿quieres ser mi novio?" sino un "¿puedo ser tu novio?" siento que hay mucha diferencia entre ambas propuestas aunque lleven al mismo final. me gusta tanto quién eres y me gusta tanto que me gustes que no quería que sonase como si fueras una flor linda y te arrancase para llevarte a casa, quería que sonase como si yo tuviera la dicha y el placer de poder ser la flor que está justo a tu lado. no quiero cambiar tu realidad ni interponerme en tu desarrollo personal, solo quiero estar contigo y poder gritarte lo orgulloso que estoy de ti y de ser tu novio. tal vez esa sea una de las cosas más cursis que he escrito en mi vida, pero lo escribí sonriendo y sin pensarlo, son mis palabras más genuinas.
esta última semana no ha sido la mejor y yo sigo sin ser el mejor a la hora de gestionar esas emociones, tal vez soy demasiado hippie sin tener ni una sola posición en piscis, me muevo en círculos alrededor tuyo sin estar muy cerca pero lo suficiente para correr a ti cuando me necesites. pero sí quiero comentarte lo distinto que se siente esto, es tan nuevo pero no nuevo de extraño o ajeno, sino como cuando te regalan justo lo que querías.
antes solía pensar que yo era el responsable de mantener a mi pareja bien, pensaba que si el ambiente se sentía pesado o extraño era porque yo había hecho algo mal y eso había dañado la armonía de la persona que me gusta. no sé si pensaba que yo era el único que podía afectarle o si estaba seguro de que todo lo hacía mal, pero cada que el ambiente cambiaba o mi pareja me comentaba que no se encontraba bien, yo me ponía incluso peor. me mataba pensando qué había hecho esta vez, qué podía hacer para arreglarlo y no hacía más que empeorar todo sin darme cuenta, lo que usualmente terminaba en discusiones fuertes. si te preguntas si me siento así ahora contigo, en absoluto. no me infectas, no dañas mi humor y te has encargado de darme la seguridad suficiente para entender que no te he hecho nada y que existen más personas (usualmente más tontas que yo) o situaciones del día que pueden lastimarte y dañarte el día. sigo siendo bastante tonto, pero quiero creer que estar conmigo no te hace sentir peor y que tal vez el que me ponga tan insistente y te hable tanto cuando te noto raro te saque alguna sonrisa.
yo solía pensar y estar convencido de que el amor era convertirse en una sola persona, sufrir juntos hasta el punto de estar igual de mal. suena muy trágico y barroco pero era mi mentalidad, errónea y triste, pero poco a poco aprendí a soltarla.
me gusta quien soy, me gustan mis emociones y me gusta como hablo, me desenvuelvo y como vivo. y a todo eso que soy, le gustas tú. no me robas nada, me das mil cosas, me agregas tantas cosas hermosas que ya no sé dónde ponerlas supongo que debo hacer un jardín en forma de corazón lleno de tulipanes y camelias. no estoy agradecido contigo porque me ames, estoy agradecido porque existas, estoy agradecido de que vivas y de que estés aquí, gracias por ser quién eres, por tus emociones, tu forma de hablar y tu forma de vivir. me encanta amarte y no creo que el amor pueda brillar más que ahora, pero una parte de mi sabe muy bien que todos los días vas a hacer que brille más. sinceramente no sé si lo que dije tiene o no tiene sentido, su conjugue bien los vernos o si usé las palabras adecuadas pero tampoco le importa mucho, mi novio suele decirme que adora lo caótica de mi mente y el enredo de mis palabras.
te amo, mi estrella más grande.
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memoriasdelecturas · 1 year
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El oficio de escritor es un arte o más bien una artesanía, y el método depende un poco de las circunstancias. A veces tomo un bloc de papel y garabateo el texto con una escritura, que por desgracia, se vuelve ilegible al cabo de cuatro o cinco días, se marchita, en cierto modo, como las flores, pero puede ocurrir también que vaya derecho a la máquina de escribir y haga una primera versión. En ambos casos, utilizo todos mis impulsos para cada frase; luego tacho, y elijo la que prefiero. […] a la tercera o cuarta revisión, armada de un lápiz, releo el texto, ya casi limpio, y suprimo todo lo que puede ser suprimido, todo lo que me parece inútil. Eso es un triunfo. Al pie de las páginas escribo: suprimidas siete palabras, suprimidas diez palabras. Estoy encantada, he suprimido lo inútil.
Cuando se pasan horas y horas con una criatura imaginaria, o que haya vivido en otro tiempo, ya no es sólo la conciencia la que la concibe, entran en juego la emoción y el afecto. Se trata de una lenta ascesis, se hace callar completamente el propio pensamiento; se oye una voz: ¿qué puede decirme este individuo, qué puede enseñarme? y cuando se oye bien, no nos abandona más. Esta presencia es casi material, se trata en suma de una «visitación». A veces, es algo bastante extraño, la primera visitación se produce en un momento en el que sabemos aún muy poco de ese personaje que se volverá importante para nosotros. Se impone, quizás a través de un clima, como si estuviéramos ya, sin saberlo, dispuesto a recibirlo […] Me ocurre también, me ocurría sobre todo en el pasado, que me adueño de mis personajes demasiado pronto, antes de que hayan dicho todo ellos mismos, y en ese caso el libro fracasa, pero llega un día en que vuelvo al trabajo. Escribí —enteramente— una o dos versiones de Adriano que arrojé al cesto. Las razones de este fracaso eran muy simples: no había cotejado lo suficiente los textos que le concernían, y no había visto lo suficiente los paisajes en los que se había desarrollado su existencia; no había reflexionado lo suficiente sobre ciertos temas para ser capaz de hacerle hablar de ellos. Después, un día, recordé el personaje de Adriano, y debo decir que regresé al trabajo con indecible alegría.
No creo en los escritores que dicen: «Yo consagro todo mi tiempo a mi trabajo». Es probable que consagren una buena parte a conversar, a fumar, a distenderse en un salón o en un café. El poder de concentración del espíritu en el trabajo es tan fuerte, tan agotador, que no los imagino manteniéndolo durante veinticuatro horas, ni siquiera doce. Además, sería agotarse reservas, enriquecimientos necesarios, así como no ver el sol, no mirar los árboles, sería aislarse del medio natural. Existe también un medio humano que nos es esencial, aun si en todos los casos no se le atribuye un gran valor.
Todo escritor es útil o es nocivo. Es nocivo si es farragoso, si deforma o falsifica (aun inconscientemente) para obtener un efecto o un escándalo; si se acomoda sin convicción a opiniones en las cuales no cree. Es útil si ayuda a la lucidez del lector, lo desembaraza de timideces y de prejuicios, le hace ver y sentir lo que ese lector no hubiera visto o sentido sin él. Si mis libros son leídos, y si llegan a una persona, a una sola, y le aportan una ayuda cual-quiera, así fuera por un momento, me considero útil. Como creo también en la duración infinita de todas las pulsiones, como todo continúa y se vuelve a hallar en otra forma, esta utilidad puede extenderse bastante lejos en el tiempo. Un libro puede dormir cincuenta años, o dos mil años, en un rincón de una biblioteca, y de repente lo abro, y descubro en él maravillas o abismos, un renglón que me parece haber sido escrito sólo para mí. En esto, el escritor no difiere del ser humano, en general: todo lo que decimos, todo lo que hacemos trasciende, más o menos. Debemos tratar de dejar atrás nuestro un mundo un poco más limpio, un poco más bello de lo que era, aun si ese mundo es un patio trasero o una cocina.
Nunca cierro nada, ni siquiera mi puerta. Tengo libros y títulos en la obra la cabeza que probablemente no tenga tiempo de escribir, pero en nuestra obra debe de haber algo inacabado, como esa línea interrumpida que los alfareros mexicanos dejan en sus dibujos, para impedir que el espíritu quede prisionero.
Marguerite Yourcenar | Cómo escribo
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mahxshxjo · 1 year
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🌙┊ 。.゚✧*  — ♡ #FTNAR_0001 날 밀어 넣어 준비가 안된 무대로 몰아 넣어수치를 느끼게 멘탈 을 흔들 DREAMING ABOUT THE ROMANOV 어놔 싸늘한 관중 무너져 더는 널 못 참아 두고 #52_JELLYMOON 。.゚✧*
Ni siquiera el frío de aquella banca de madera en la que reposaba logró perturbar los primeros minutos de sueño de la pelirroja; sus ojos aún completamente cerrados mientras una sutil sonrisa se dibujaba en su rostro permanecían intactos. Entre sueños, Aeri se esforzó en cubrirse del helado invierno que cubría la carretera, bajo ese saco desgastado que apenas ayudaba a que su cuerpo mantuviera un poco el calor, aunque no era de mucha ayuda.
De pronto, sintió la necesidad de abrir los ojos, encontrándose con una escena completamente distinta a la que recordaba había visto antes de intentar dormir. ¿Se trataría de un sueño? Aunque la vista era tan realista... no podía no ser real. Extendió sus manos, sus brazos y piernas, finalmente sonriendo al descubrir que se encontraba rodeada de un campo lleno de vida, lleno de flores preciosas que bailaban con la sutil brisa primaveral que también volvía más cálido su interior, haciendo desaparecer ese frío.
Observó el inmenso azul del cielo cuando reposaba en el jardín que se cubría del más colorido verde. Su sonrisa se volvió tan amplia como nunca. De hecho, no recordaba cuando había sido la última vez que había expresado felicidad con un gesto así, al menos una que fuese sincera, que naciera desde lo más profundo de su corazón, no una que tuviese que mostrar por mera cortesía, por educación, por costumbre. Una mariposa se acercó tímidamente hasta ella, sacándola de sus pensamientos. La pequeña criatura se posó en uno de los olanes de su vestido blanco, sólo por un corto momento antes de irse volando en busca de su próxima parada. Aeri, curiosa se alzó para seguir el recorrido que la mariposa eligió hasta que se topó con la silueta de un niño.
Este le sonreía con ternura, provocando que su corazón se llenara de un sentimiento nostálgico que parecía incluso desbordarse de su pecho.
—¡Aeri! La llamó el infante, haciendo ademanes que la invitaban a seguirlo. Ella no tuvo duda alguna en dirigir sus pasos hacia allá. No sólo su rostro le resultaba familiar, aún sin conocerlo sentía que podía confiar en él. La sensación familiar estaba tan presente como las ganas de descubrir a donde iba. Descalza caminó por el césped, siguiendo tanto a la mariposa como al agradable pequeño que entre brincos se reía, contagiándola de esa inmensa felicidad hasta que ella misma comenzó a reír, a saltar por todas partes, disfrutando de la sensación cálida de ese soleado aunque sutil día.
El sol brillaba con gentileza, no era demasiado fuerte y el ambiente primaveral era precioso, cálido, nada intenso.
Sus pupilas se posaron sobre la figura del pequeño que entre sonrisas la seguía llamando. De un momento a otro, este se acercó a un precipicio, pero fuera de causarle temor, se sintió aún más atraída. Casi corrió para encontrarse a su lado; más allá del borde de la colina, llevó su mirada hacia abajo, encontrándose con un par de personas. 
Unas jóvenes junto a un adulto que le miraba con tanta ternura como todas las demás chicas que parecían ser menores que ella, pero más grandes que el niño.
Todos ellos la llamaban, lanzándole juguetonamente un poco de agua mientras la pelirroja reía contenta, gozando de la compañía de esas personas que si bien desconocía su mente, su corazón sin duda reconocía, pues este había aumentado su ritmo hasta parecer ir a mil por hora dentro de su pecho. Como un incesante tambor sonando firmemente. Aeri ni hacía el intento de escapar de esas gotas de agua que mojaban su rostro, pues la estaban haciendo sentir de lo más feliz, especialmente ante la alegría en el rostro de todos.
El menor de todos le tomó de la mano con tanta sutileza que no pudo evitar sentir que sus ojos se humedecían ante el gesto. 
—Alekséi... Murmuró la pelirroja antes de tener que soltar esa cálida mano conforme este se alejaba de ella, intentaba descifrar si ese era su nombre... si su mente no la estaba traicionando y de verdad podía recordarlo. Concentrada en el menor, de fondo aún escuchaba las risas de todos, aún cuando todo comenzó a avanzar como en cámara lenta. El joven saltó y comenzó a caer al precipicio, y aún cuando la expresión en su rostro era la sonrisa más bonita, una inexplicable tristeza llenó el interior de Aeri.
El cuerpo cayó al agua, salpicando una gran cantidad de agua.
Sobresaltada abrió los ojos dándose cuenta de que todo había sido un sueño, producto de su mente. El agua no era otra cosa que la simple nieve que se había derretido en su rostro. Visualizó entonces el escenario frente a ella, siendo uno completamente diferente al que había visto mientras dormía. Tembló un poco debido a una fría ráfaga invernal que casi heló sus huesos; Aeri se abrazó a sí misma, sintiendo un par de lágrimas deslizarse por sus mejillas, confirmando así la tristeza interior que sentía mediante un sollozo que hizo eco en esa solitaria noche.
Cubrió su rostro con las manos, deseando no haber despertado. Era un sueño tan perfecto, había sido tan real como la soledad que la había acompañado por todos esos años. La sensación familiar de esas personas aún corría por su alma, aún cuando no tenía idea de porqué soñaba con ellos justo en ese momento.
Nuevamente cerró los ojos y los apretó fuerte aunque las lágrimas no cesaban, sin embargo, haría lo posible por seguir durmiendo, por continuar viviendo ese sueño de fantasía, lo intentaría fuerte.
No obstante, la realidad era que no importaba cuánto se esforzara por escapar de ese escenario invernal y solitario, hasta ese momento estaba anhelando algo imposible de alcanzar.
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