Tumgik
#mucho menos si vienen de una imbécil como yo
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Cada vez que publico algo haciendo referencia directa o indirectamente a mi experiencia como víctima de abuso psicológico, aparece alguien para darme algún consejo. Algunas personas dicen cosas muy interesantes, sobre todo otras víctimas que sufrieron abusos peores que el mío y que tienen mucho más para aportar sobre el asunto que yo, hablan desde la empatía, la solidaridad y la contención. Obviamente vengo a hablar de las otras, las que con toda la buena voluntad del mundo vienen a informarme cosas que se supone no se o a recomendarme métodos de sanación o superación que se parecen más a una tomada de pelo que a una ayuda bienintencionada. Hablé al respecto con mis amistades, con profesionales de la salud mental, con otras víctimas de abuso de toda índole, y les mostré mi “lista de personas que están autorizadas a dar algún consejo a una víctima de abuso y que no tienen ni puta idea de quién es”. Todas las personas consultadas estuvieron de acuerdo con la lista, y es la siguiente:
Otras víctimas
Psicólogxs
Psiquiatras
Y dentro de las personas que sí tienen una puta idea de quien sos: amistades y algún amor si es que existe tal cosa.
El resto mejor abstenerse, les aconsejo no dar consejos que no les piden y menos a desconocidxs, porque no saben con quién están hablando, cómo lo puede tomar, como le puede afectar, y aunque les parezca difícil de creer hay cosas que para alguien puede sonar positivo y para otra persona puede sonar muy negativo o abrir innecesariamente una herida que venía cicatrizando bastante bien. Una opinión sin sustento es peligrosísima. Igual un cráneo vacío en cuerpos aún vivos. Cuando menciono estas cosas me dicen “y para qué publicás si al final no querés que opinen o solo querés que opinen lo que te gusta a vos” y mi respuesta es “oh sí, quiero que opinen, que digan todas las cosas posibles, simplemente me dedico a bloquear idiotas. No soy escritor, soy un cazador de imbéciles, y la poesía mi cebo”.
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Acostumbradoalfindelmundolandia: linktr.ee/acostumbradoalfindelmundo
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otxoa-german · 5 years
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A medias
Quiero pretender que todos tenemos esa sensación de que dejamos asuntos a medias; mas habitual que poco frecuente. En mi caso me sucede mas que todo con mis seres queridos, justamente me siento un poco impotente con alguien que quiero mucho que bien esta pasando un mal rato. 
Es obvio que seria fácil pretender que quizás lo mejor seria hablar con esa persona y quizás resolver todo con un dialogo honesto y afable, pero la cuestión es que ser adulto apesta. Hay protocolos, hay situaciones incomodas de sobra y ante que nada... hay recuerdos que quizás hacen que todo parezca que quizás uno se este aprovechando del otro, aunque hayan buena intenciones. 
Es que... dejamos a medias siempre algo Como cuando vas a beber con los amigos o fumar con ellos, y sencillamente dejas el cigarro a medias porque sientes que no esta funcionando o no deberías estar en ello, pero en si ni terminas de desahogarte ni mucho menos de disfrutarte el cigarrillo. Sea lo mismo con la bebida, salir entre amigos y tomarte unas dos o tres cervezas, y realmente no sentir que las cosas sean buenas si sigues abusando de ello, asi que paras y intentas mantener una charla concentrado y et fijas que pierdes tambien la oportunidad de disfrutar de manera casi “Insconsciente”, pero tambien la ansiedad no te deja el darte una oportunidad para liberarte, entonces el sentido de responsabilidad te puede mas. 
Bien sino, puede ser también con amigos o parejas. Vease las amistades, tenemos siempre un par de personas que queremos de corazón, pero quizás dependiendo de tu personalidad... hay momentos donde cuando sabes que puedes hacer mas, quizas lo correcto o lo necesario. Sencillamente prefieres actuar de la manera que estan acostumbrados, en mi caso como un cabrón desinteresado.  Es que cuando terminas tomando algo, quieres igual hacer un poco de lo otro, quizas ser quien termine las angustia de tus amigos... pero recuerda que si te excedes demasiado, quizas las cosas se vuelvan o bien incomodas, o bien cambie el trato. Y hay cosas donde tu mismo dices “Venga, que lo mejor es ser prudente”, y no lo niego... pero tampoco puedo decir que sea siempre lo mejor. 
Tomando como ejemplo cuando dejas de estar en contacto con alguien y se reencuentra. Quizas las cosas fluyan mágicamente y no hayan rencores, o bien los haya de por si. Estoy seguro que cualquiera puede ser la razon que eliga, no habra realmente un error en esto... y es que a pesar de todo, cuando anduviste con alguien o estas con alguien... da esa sensación que quizas puedas ser mas “Compañerismo”, “Mas ligoteo”, “Mas dulce o agridulce”, pero entonces vez la reaccion del ajeno... y quizas o bien te empalagues o quizas te sientas poco apreciado. Es que como humanos, estamos acostumbrado que cuando vemos algo.. intentamos tomar medidas, sin darnos cuenta que dejamos lo de turno... a medias. 
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Tengo como siempre una anécdota, en este caso el hecho de alguien que... estuvo dolida, llorando y quizás un poco destrozada por mi ausencia. ¿Yo?, me sentía mal por no aclarar las cosas. Y me fue fantástico el poder hacerlo... pero no podía dejar de sentir que estaba siendo un grandioso imbécil por quizás no ser tan enfático. Recordando las palabras que una vez me digo una muchacha “Maho”, “Ángel, tu no quieres a nadie. Mucho menos a ti mismo, no puedo creerte cuando expresas algo, todo lo finges... eres alguien que no puedo reconocer” y me cuesta llevarle la contraria.  Ya que aunque en la actualidad no puedo decir que tengamos contacto alguno... es mas esa sensacion de saber que todo es mas “Razonable”, pero para nada “Emocional”.
Como hoy que sali con un compañero porque su novia le corto luego de una relacion desde el 2016, nos tomamos unos tragos y puse una de mis mejores caras tanto para parecer animado como para aconsejarlo. Dandome cuenta sus ojos llorosos, su real dolor y su sincera perdida... era hermoso ver una persona tan emocional por una persona, algo que siempre me castiga un poco.... porque entonces me auto examino y esta esa poca satisfaccion a las cosas. Donde bien soy un hombre con cero trato a la familia, en un pais ajeno, haciendo lo que le salga de la polla... y realmente le interesa un comino lo que le sucede a otros. 
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Quizas por ello, cosas como esta muchacha o el otro muchacho, me hace sentir culpables... porque los aprecio y me gusta el compartir con ellos. ¿Pero si me voy le extrañare?, bien este me dijo que cuando me vaya... le dará duro mi ausencia. Pero es que yo no puedo estar seguro si eso me pasara a mi... la gente la veo como temporales, cosas que vienen de turno y que sencillamente pueden ser desechable o reemplazables con otras; puesto que nadie me ha demostrado ser realmente una cuestion de “Largo plazo”, siendo la única persona que bien mantengo mis ganas de confiar y siempre creer, es en mi mejor amigo tou. Porque hasta con mis cercanos, siento que bien soy temporal en sus vidas... porque me acostumbre a serlo y ellos se acostumbraron. 
Lo siento mucho por aquellas personas que me tienen un aprecio o algun tipo de cariño... pero sencillamente soy un hombre que perdió todo lo que quería hace mucho; por ello mismo solo puedo pretender el vivir mi vida como una aventura, aun cuando solo me queda sabores amargos y sensaciones temporales; dándome como siempre en cuenta... que aquella felicidad y real sensación de querer ser feliz, amar con locura, creer en los milagros... como todo lo dicho anteriormente. Lo deje a media, por quizás mirar tanto atrás. 
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WHAT IS LOVE? / Jesús Tadeo Palacios Valverde
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Le quedan tres cuartos de hora al sábado y yo sigo detrás del timón del Lada, adormecido por los grillos, con un tufo que me rasguña la garganta y la nariz roja y ardiendo por los tiros que me metí en el Soltimbú. Pero ella, ella sigue sin aparecer. No importa, me digo. Todavía puedo esperarla, me miento.
Un mixto arde en mis labios. Yo mismo lo acabo de armar con el último moño que me quedaba y el resto del chamo que el Gonchi me fio en el baño de la discoteca. Dos caladas, y la noche es un gigante cayendo. Me gusta mirar cómo desaparece el pucho que sostengo entre los labios, cómo se va dejando coronar por el fuego, cómo se convierte en hilitos que reptan hasta lo más alto para perderse en la nuca inmensa de la madrugada que se derrumba en cámara lenta, que nos echa sus espaldas negrísimas encima.
El alma se me escapa, pienso, y sigo atrapado en el-tira-y-jala del bate a la jeta, de la jeta al bate, en este sábado huérfano de estrellas. Alumbrada por el vómito de los postes, la ciudad se ahoga en el espeso vaivén de un jugo de naranja: las veredas, los algarrobos cansados, la pista cubierta de baches y la esquina del parque en la que estoy cuadrado, hornándome.
Bajo la ventana. Feel the vibe with your mind. Me deshago del exceso de cenizas golpeando un par de veces al pucho, rápido, sin amor. Feel the vibe (feel the vibe). Un torbellino de luciérnagas salta al viento. Feel the vibe (Ahh, sing!). Y el dedo medio que vuelve a chasquear por la ventanilla un par de veces, no vaya a ser que me prenda la camisa empapada de wishky y ahí sí la cagada. Feel the vibe with your mind.  La ceniza brinca y se pierde en la música del Soltimbú y Come alive, everybody come alive.
Quince minutos. Impaciente, comienzo a imaginármela a ella y a su cabello recogido como suelen llevarlo las enfermeras o las policías. Sí, puedo verla atravesar la bruma que me late en las narices. Lentamente, la espesa neblina le lame las nalgas, clip-clop; y, de pronto, son mis dedos los hilitos blancos que el invierno lleva hasta sus caderas y clip-clop. Me deshago en el silencio del humo y entonces soy mil manos que se dejan arrastrar a las costuras hinchadas de un jean, a la silueta de un enorme caballo al trote.
Inhalo. Ni en el malecón tanta humedad, conchasumare. La espero, la espero y pronto me veo rebuscando en la guantera un casete, entre cajetillas mojadas de Lucky. Está corrido y enredado. Qué chucha, hay que sacarle la vuelta al reloj, calmar a la araña que me trepa por la nuca y que me obliga a seguir jalándole fuerzas a la vaina.
En el suelo, entre freno y embrague, encuentro un lapicero con la tapa mordisqueada. Ya sabes de qué lapiceros hablo, ¿no? Color verde fosforescente, tapa azul. De esos que terminan por embarrarte la mano y, cuando menos lo esperas, tu brazo, tu cara, todo, toditito, teñido de un azul candela.
Otros cinco minutos se fueron mientras rebobinaba la cinta, y la quinta brasa consumió el quinto bate que por quinta vez desarmé, volví a armar y me jalé en cosa de segundos. Mis manos, atrapadas en el ritual y gira que te gira, gira que te gira, como si en algún momento la fricción hiciera lo suyo y ¡Zas!, el mono haciendo una fogata: el casete se ha comido casi por completo la cinta. ¡Carajo, me quemo! Y la colilla sale volando por la ventana.
Media vuelta a las llaves y los faros del Lada parpadean. Tres balazos del tubo de escape: el carro ruge, se ahoga, se apaga y queda sepultado en el silencio de un motor tembloroso. Una vez más, el giro, el parpadeo, la tos de los fierros y el pedal. Rummmmm. Ya no falta mucho, hay que calentar.
                                                    ***
Sé que ella vendrá masticando una menta para disimula mi tufo. Sí, en cualquier momento la veré cruzar la esquina y "SISISISISISI", la cabeza como perrito de taxi.
La llamaré con un silbido, mientras mis ojos la pellizcan a la distancia. Vendrá corriendo y subirá de un portazo y me cubrirá con sus besos. Llevará un suéter verde Mao, espera, no, no, mejor uno verde Velasco, y me dirá que gracias por esperarme (tranquila, amor), que perdona la demora (ya, ya, nenita), que me peleé de nuevo con mi viejo (qué mierda te dijo), que estuvo jodiéndome (pero qué chucha te ha dicho, cuenta), que gracias y mua-mua-mua te amo, ¿sí? Mua-mua-mua y estoy harta de que ese pendejo insista con que te deje o, sino, dice que te va a meter el troncho por donde meas (...) y mua-mua no te preocupes porque es mi vida, y que yo sé que tú no te dejas de nadie (¡Ni cojudo!), y que ya vámonos porque se hace tarde y que perdona ¿sí?, no vuelvo a demorar (más te vale), aunque si me demoro, te provoco las ganas que me tienes ja, ja (¡!), y te pongo en fa en una, ¿no? Jiji. Cómo me gusta que termine las frases riendo, como incitando gestos que ni me pertenecen, ni quiero controlar.
Sí, carajo. Voy a morderla en la barbilla y mientras la radio se come el casete al que devolví las tripas, le diré que bien hubiera podido esperarla cien años, o más, o alguna vaina de esas. Y ella sonreirá. Luego, tomará la pelotita de chicle que dejé pegada al tablero y se llenará de mentol los labios. Entonces hará globitos que de inmediato yo reventaría con la lengua. Las primeras notas de Run to me de Double you nos lamerán las orejas y avanzaremos cinco cuadras hasta perdernos bajo la lumbre enferma de una ciudad que duerme recostada en la resaca de su gente.  
En la primera curva me buscará la boca, como siempre. Y yo me dejaré comer, igual que siempre.
                                                   ***
Cinco para las doce. ¡Cinco pa’ las doce y la putamadre!
Tardas como el culo. Seguro que te convenció la cojudez esa de tu viejo. Seguro hasta te ha llorado y tú te dejaste enredar por la misma huevada de siempre donde te grita sobre lo bueno para nada que soy y que deberías hacerle caso al Toño. ¿Qué cuál Toño? ¡No te hagas la que no sabes, Camila! ¡No me quieras huevear! ¿Cuál Toño, cuál Toño? ¡Toñito de Osambela, pues! ¡Por supuesto que conozco al maricón ese! Sé que desde hace tiempo te va a buscar a tu casa o que se cuadra en la esquina de la uni para panosearse con la bata blanquita de interno. ¡Me limpio el culo con su bata de mierda! Y sé que tu papá te restriega que él no es como el malviviente de tu Cheché que se la vive prendido del troncho y del trago, y jode que jode con esa poesía atorrante que habla de penes y putas y cosas que seguramente anda proponiéndote el muy desgraciado para que le des, y que no se lo vayas a dar porque olvídate que eres mi hija, mierda, y ahí nomás lo busco y ni bien lo encuentre al granputa ese, lo muelo a patadas y le meto el troncho por donde mea.
Y seguro por eso me tienes esperándote en vano, parado como pichula, Camila, porque ya te ganó la culpa de venir a verme a la hora que habíamos quedado. ¡Eso! Ya te remordió las entrañas lo de vernos para ir al cuarto y así poder hundirme en la vida que traes entre las piernas y que el imbécil de tu viejo no quiere que me des, pero que ya me has dado hace rato sin que lo sepa el muy huevón, y menos el Toñito ese que babea por ti con el estetoscopio en el cuello y su bata blanquita, ¡tremendo gilazo!, pero mira, ¡mira la hora! Soy bueno, ¡buenísima gente! Un tipo recontra paciente, sincero, a pesar de las cosas que tú conoces como ninguna otra persona, cómo nadie más lo hace, y que de nada vale repetírtelas.
Estoy cagado, tú lo sabes. Escribo y eso basta, aunque nadie más que tú me lea. Escribo sobre tu cuerpo mi tragedia. Me lees en la humedad de los versos que te di, versos ausentes de toda, de cualquier utilidad, pero más tuyos que míos, a fin de cuentas. Eso no da plata, dice tu viejo. Esa mierda no compra la casa y el carro que puedo ponerte, te miente el tarado de Osambela. ¿Qué pueden saber ellos de poesía? Dime, ¿qué? Carachosos, mugrientos, malcachados. ¡Qué saben los cerdos de métrica, de verso libre, ah?  La historia vendrá, veloz, descarrilada, y les pasará por encima. Se los llevará de encuentro. Cagadas de mosca por las que nadie habrá de llorar, porque nada dejaron. ¿Y así te vienen a decir que yo, el poeta, aquel que hace de su vida un intento de recuerdo, soy el inútil, el pobre diablo, el mantenido, el fracasado? Y, a pesar de eso, yo aquí, consumiéndome en la espera de verte llegar, sin saber de ti, ignorando si acaso vendrás o si ya fue y solo me aburres para mandarme a donde tu viejo y tu Toño quieren que me mandes. ¿Verdad? Putamadre, ¡y yo aquí de huevón con el motor encendido y esperándote, Camila!
Se acabó, Camila. ¡Me llegas al pincho! Llave a tope y casete en radio. Pedal a fondo y soy un proyectil que quiere encajarse en tu pecho.
La pista es un abanico en el que se estrellan todas las formas y colores que pueblan al desierto con veredas que es Piura. Y río, porque el verde huele a chicle y el amarillo cosquilleo bajo mis párpados y el rojo es rojo como roja es la boca de Camila, que seguro debe estar tirando en su casa con el baboso de Osambela, y su viejo que mira, que escucha complacido como el médico se la empuja a su hija y ella, feliz, entre globito y globito de Clorets, pensando en el carro y la casa que no puedo comprarle. Casi, casi, saboreo su desprecio. ¡Qué buen bajo, conchasumare! You gotta run to me/ Uuh can't you see/ You gotta run to me/ Uuh can't you see/ You gotta run to me
La calle se desdobla ante mis ojos y la veo encenderse en un remolino de neón que arranca de su sitio al pavimento, a los algarrobos de los sardineles y a los semáforos de la pista. Y se estira el camino, se estira como fideo y sigue y sigue hasta enredarse en los postes y cubrir de imágenes imposibles a las sombras de la ciudad que se sienten de vidrio, imágenes de mi pasado, un tornado del que no hay salida y en el que me siento disolver, ¡di-sol-ver!
Se me derrite el timón en las manos. Y que no vayas a manejar, juega la pichanga y anda a jatear a tu casa, broder. Y que con quién te crees que estás, oye, que mira, no hay problema, ni cosquillas me hace tu vaina, ¡parece que no me conocieras!, que dame y te las pago a la vuelta, que pásate el wiskacho para asentarlas, que sí te las pago, Gonchi, huevón, pero aguántame un toque, voy a ver a la Camila y luego me guardo, puta, te lo juro. Luego arreglamos. ¿Cuándo he sido falla contigo, Gonchi? Y trato inútilmente de poner al timón en su lugar, pero se me ha escurrido entre los dedos porque es de plastilina suavecita, suavecita, y no puedo mantener la dirección. No hay izquierda o derecha o adelante o atrás. Y entonces las luces, el motor ahogándose con la gasolina, el pie tocando la pelusa del tapete, la pista que no es pista girando en un abanico de luces largas como cohetes humeantes, y Camila tirándose a Toñito y su viejo aplaudiendo y mi troncho quemándome la pija, y los colores, las quemaduras en la boca… el golpe. Un grito ahogado. Un grito rasgando la cabeza del gigante que es la noche. Mi frente rompiendo la lechuza encima del velocímetro y mi cabeza es un revolver. PIUM-PIUM, y solo queda el silencio en tanto que caigo en el abismo de los días. Ojalá me despierte pronto, mi viejita se hace un desayunón los domingos.
                                                   ***
No puedo aguantarme las náuseas. El tufo me sube por la tráquea y termina en un batido de arroz, y algo que parecen ser los tomates de la hamburguesa que me sople en la bajona, saliendo nomás de la discoteca.
Con el huaico en la garganta, siento como un grito me escoce el hueco del pecho: Aunque esté molesto, la extraño.
Abro la puerta, la empujo. Zafo las piernas que el tablero oprime. Pujo, pujo. Por suerte, después de forcejear, aflojan mis huesos, truenan y toda mi humanidad se destroza contra el suelo. Ahora soy una lombriz en el asfalto. Un chasco.
Trato de levantarme. Intento ponerme de pie agarrándome de la puerta. La música sigue sonando, pero las piernas me fallan y muerdo la pista otra vez. Me faltan dos dientes. En su lugar una espesa cascada me baja por el mentón. Espera, ¿Por… por qué el Lada está subido al sardinel? La trompa retorcida, los vidrios regados como astillas en el piso y una humareda espesa alzándose desde el motor descubierto: El auto es un laberinto de fierros retorcidos. ¿En qué momento yo…? ¿Cómo es que…? ¿Q-qué? ¿Qué quieren ustedes? ¿Qué chucha me miran? ¿De dónde salió toda esta gente?
—¡El hijo de puta está zampadazo!
—Ya llamaron a la policía.
—Y encima anda todo reventado el conchasumadre este...
—¡Pobrecita! ¡Ayúdenme a sacarla!
—¡No la muevas, que la puedes fregar más!
—Pidan una ambulancia.
—¡Ponle la mano frente a la cara a ver si la flaquita respira!
 Te demoras mucho, Camila. ¿Ya ves? Ahora estos huevonazos vienen a joderme. Quieren buscarme la boca. ¿De dónde salieron? ¿Qué mierda están hablando? Una ráfaga de nauseas me obliga a devolver hasta el alma. La hiel me rebalsa la boca. Tengo la nariz rota, apenas y puedo respirar sin que me sienta hundir más y más en un inminente desmayo. El sabor a fierro me colma el rostro, me ahoga.
Veo venir más y más pies. Intento incorporarme, hacer frente a la multitud que se me ha echado encima. Lanzo inútil, flojamente, un par de ganchos al aire. Mis pies no responden. Mis rodillas se desmoronan. Los huesos clarean a través del jean.
Las luces de los tronchos que simulan ser postes son un vendaval en el que voces de extraños y dedos afilados se alzan en mi contra. ¿Me… me están mentando a la madre? ¿¡ME ESTÁN MENTANDO A LA MADRE!?
— ¡Váyanse a la mierda!
No me puedo sostener. Todo lo que queda en mis ojos son manchas luminosas. Mis extremidades son una plasta de tallarines. Y tú que sigues sin llegar. Y lloro, lloro cómo nunca antes lo había hecho, lloro tumbado boca arriba sobre la pista. Me encuentro duro, tiezaso, como el cadáver de uno de esos perros que los tucos amarran a los postes y Den Xiao Ping, perro traidor, amarrado al pescuezo. Solo que aquí no hay perros, ni tucos, solo yo tan hecho mierda de repente y sin saber nada de ti.
—¡Agárrenlo!
—¡No, déjenlo! ¡Está cagado!
— La chica no respira... ¡No respira!
—Pobrecita, yo la vi parada, aquí nomás. Segurito lo conocía.
— ¡Dios mío, la ha cogido contra el poste!
— La flaca le alzó la mano, pero el pendejo aceleró y se la llevó de encuentro. Sin asco.
—Sí, sí. Este andaba cuadrado allá atrás, por el parque. De la nada, prendió el carro y se fue de hachazo contra la niña. No le dejó tiempo a nada.
—¡ASESINO! ¡ASESINO!
 ¿Asesino? ¿¡Asesino yo!? ¡Soy un poeta, cojudos! ¿¡Lo entienden!? ¡Un poeta! ¡Un poeta es incapaz de matar! ¡Cómo voy a ser un asesino si la vida en mis versos cunde y palpita! ¿Por qué insisten con eso? ¡Lárguense y no me jodan!
Más y más pies se suman a la muchedumbre que me asfixia, y, a ellos, el chillido de algunos neumáticos. De pronto, vienen las primeras piedras. Las patadas feroces. What is Love? Baby don't hurt me. Don't hurt me. No more. El reproductor ha girado el casete de forma automática, y los bajos se confunden con el aullido de sirenas a cada tanto más cerca.
Cierro los ojos un momento. Dibujo tu cara en mis parpados. Te extraño mucho, Camila. I don't know why you're not fair. Y yo que te amo tanto… me plantaste, mujer. I give you my love, but you don't care. Y tu rostro se ilumina con el juego de azules y rojos, rojos y azules que se traslucen a la piel de mis manos. So what is right and what is wrong? Las piedras llueven y escucho sin poder moverme cómo sacan chispas al caer. Llueven sobre mí, pero no hay más dolor, Camila. Me dueles tú. Gimme a sign… Silbatos, bocinas, sirenas y faros consumen el lugar y tú, cojuda, tú que sigues sin aparecer.
What is love?
Tadeo Palacios Valverde (Piura, 1994). Escritor y bachiller en derecho. Becario del programa «Arequipa Imaginada» del Ministerio de Cultura del Perú (2017). A los 19, publicó el conjunto de cuentos de horror Susurros del Abismo (Caramanduca, 2014) y tiene inédito un libro de relatos. En 2016, obtuvo un Segundo Puesto en la II Edición del Certamen Literario Nacional Cinemafic 2015-2016, organizado por Cinematosis. Y, en 2017, resultó ganador del Certamen Nacional de Cuento Jurídico «La Justicia» de la Universidad del Pacífico. Escritos suyos aparecen en antologías nacionales e internacionales.
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cultura-ilegal · 6 years
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La mayor parte del tiempo no sé expresar bien lo que estoy sintiendo, ni si quiera lo que me esta pasando, porque a decir verdad, muchas veces yo tampoco sé con claridad qué es lo que sucede, la mayoría del tiempo no quiero pensar, ni levantarme de cama, muchas veces es como  un sacrificio salir con "amigos" porque acá es donde más mentimos y fingimos que todo esta bien. En cerca de un mes se cumple un año desde que intente suicidarme, días antes, publique una foto en instagram que decía "Cada vez quedan menos días" en la foto sonreía, algo que odio hacer, tenía alrededor de 15 comentarios de  conocidos, todos con buenas intensiones supongo, aún así, no sentí ánimos de quedarme, no recuerdo mucho de los días posteriores, recuerdo borrarme y afirmar que no sabía por qué lo había hecho,  en el fondo siempre lo supe pero preferí callar, luego vienen las preguntas en el hospital, en la casa y demás, evite el tema, no recuerdo aguante y luego me presente a trabajar con normalidad, días después presente mi carta de renuncia porque aunque me gustaba estar en el trabajo, sentía que no me la podía; Me acuerdo del Daniel, entramos a trabajar juntos, era mucho más grande y tenía dos hijos, supongo que su instinto paterno hizo que preguntara ¿Qué te paso?  respondí "nada" pero entendía más que las personas cercanas, no dijo nada y me abrazo "cuídate cabra chica, que te vaya bien en todo" nunca lo dije (porque nunca sé que decir) pero gracias, no sabes cuanto lo necesitaba en ese momento. Tenía la idea imbécil de que iba a terminar el año e iba a escribir un testamento dando las gracias y que la depresión iba a estar 100% superada pero las cosas no son tan mágicas como uno quiere que sean, la mayor parte del tiempo me hundo un poco más y me siento en el mismo hoyo, pero no todo es tan malo, hay días donde no recuerdo nada  y no me siento como la mierda, donde puedo decir te quiero sin miedo, sin titubear y creo que son esos pocos días que me ayudan un poco.
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SE QUERÍAN
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Aquella cerda no dejaba de hablar. Tenía que hacer que se callase. Así que la maté. Supongo que todas las historias de amor terminan igual.
Estábamos en su casa. Habíamos acabado allí como siempre. Ella buscando un polvo rápido y sentirse menos sola, yo queriéndola enamorar. Le había follado con mucho amor y ella había hecho ver que le había gustado. No me había despreciado, eso era suficiente. Llegamos a su piso  –una puta caja de cerillas en Besòs Mar, llena de mierda y gatos–. Me besó. Estàs molt sexy aquesta nit, cari. ¿Tú te has visto? Ven aquí. La estiré con fuerza. Le quité como pude la camiseta. Ella hizo lo mismo con mi falda. Fora. Així millor. Claro, cielo. La besé. Me mordió el labio. Clavó sus ojos en mí. Puta, que ojazos azules tan preciosos tienes. Mierda, no os he acabado de explicar cómo acabamos así. Total que follamos. De pena, pero lo hicimos. Mucho rollo con el feminismo pero la cabronaza no había aprendido a comer un coño en condiciones.
2 de la madrugada. Me  abraza. Soy feliz. Está dormida. Tengo la boca seca, necesito beber agua. Aprovecho y voy al lavabo. Me levanto. Trato de no hacer ruido, pero se despierta. On vas? Tinc set. No vagis descalça, cari. Ara torno. Me lanza un beso. Se tapa con la sábana y cierra los ojos.
Cuando estoy meando cojo y miro el móvil. Algunas llamadas sin importancia y mil mensajes de colegas y locos del Twitter. No contesto. Pasando. Miro el último mensaje que le había enviado antes de que me llamase borracha y acabáramos en su casa. ¿Por qué narices no me había contestado? Vaya pedazo de imbécil. Me subí las bragas y tiré de la cadena. Entiendo que yo sea una putamierda y ella no me aprecie, pero ¿despreciar a Vicente Aleixandre? No podía permitirlo.
Bebí agua.
Cuando volví estaba la luz encendida. Miraba el móvil.
La verdad, no sé qué coño seguía haciendo allí. Tendría que haberme largado antes de hacer aquella locura. Os juro que no me gusta el drama, es el drama que me busca a mí.
—¿Por qué no me contestaste?
—Què passa cari?
Si volvía a decir una vez más cari pensaba estrangularla con mis propias manos
—No te hagas la tonta. Ya sabes a lo que me refiero.
—Com?
—El mensaje.
—El missatge?
—Sí.
—Estàs molt intensita.
—Solo era un poema.
—Cari, això t’ho has de gestionar.
—¿Cómo?
Me puse encima de ella. Ya no sabía si quería matarla, follármela, o las dos cosas a la vez. Puto día en el que caí en tu embrujo, colega.
—Se querían…
—Com?
—Sufrían por la luz…
labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
—Escolta cuca…
Pensaba hacértelo escuchar, claro que sí. Esta vez no ibas a despreciar mi amor, zorra.
Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.
—Quina mandra, cari.
—Dime qué es lo que te da pereza exactamente.
—Va para, si us plau.
Se querían de noche…
Joder. Como tú y yo no hacemos.
Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.
—¿No tienes nada que decirme?
—Has de saber gestionar millor les emocions.
Si supiese gestionar mejor las emociones no dejaría que me tratases a palos, yendo detrás de ti como una puta perra y dándome sexo sucio y barato –y nada bueno, tengo que reconocer– a cambio de todo mi amor.
Se querían de amor entre la madrugada…
Lo que nosotras nunca tendremos.
Entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.
Nos miramos a los ojos. Ella no entendía nada. Entonces lo entendí todo. Después de aquello las cosas se pusieron raras de cojones.
Intentó abrazarme.
—Cari, ho sento.
Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Esto ya no sabías como gestionarlo, ¿eh cabronaza?
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.
Volví a ver el vacío en sus ojos. Algo muy frío. Helado. Como todo lo que adoraba la gente en aquellos días de mierda que nos habían tocado vivir. Como toda nuestra puta generación que solo sabía aplaudir el plástico y vivir en el eterno simulacro de unas existencias decadentes y psicodramáticas, por las que solo sentía asco.
—Sigues sin entenderlo, ¿verdad?
Amando.
Algo de lo que todos nosotros nos moriríamos sin saber qué cojones significaba.
Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.
Metió su mano por debajo de mi camiseta. Intentó tocarme los pezones. Me aparté. Ahora no tía. No vols? No comprendías nada. Me besó. La besé. Volví a caer en su trampa.
Se colocó encima mío. Clavó sus ojos azules –tan infinitos como insustanciales– en mí. Otra vez más. Tenía el coño empapado.
Oh, mierda, me hubiera gustado decirte tantas cosas… Supongo que siempre pasa igual en estos casos. T’agrada així? Sí claro, cuca. Ahora tenía sus dedos en mi coño. Estaba a punto de correrme.
Le agarré con fuerza el pelo. Me acerqué a ella. Le susurré al oído.
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
La quería. Demasiado, sabedlo.
Antes de que pudiera reaccionar la cogí del cuello. Lo apreté con fuerza. Trató de escaparse como una rata –la que era–. Chillaba como una cerda pero la callé rápido empujándola contra la almohada. Silencio. De nuevo. Comenzó a patalear. Me arañó con sus uñas de gel –rojas y alargadas, con las que me había hecho daño al meter sus dedos en mi coño–. Se dejó de mover.
Me aparté.
Me había resultado más fácil matarla que quererla. No sé. Me tumbé.
¿Qué coño había hecho?
—Cuca, desperta.
Alguien me zarandeaba.
—Cari, va.
Abrí los ojos.
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rodriiem-blog · 6 years
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BREAKDOWN MENTAL/EMOCIONAL...
Estoy como en un vacío mental? la verdad no se como sentirme, pero como que tengo la capacidad de darme cuenta de todo lo que esta pasando a mi alrededor, la verdad no se como explicarlo, filo, lo voy a intentar.
Antes que nada los voy a contextualizar un poco, así como para que entiendan mas o menos la historia. 
Voy en tercero medio, soy un tipo... normal? pero definitivamente estoy cagao' tengo una depresión de mierda, diagnosticada y toda la huea, el punto es que me salí del colegio y me voy a poner a trabajar en la empresa de mi vieja, una verdadera paja, pero prefiero eso a ir a perder el tiempo al colegio, o algo así. Les voy a contar lo que realmente pasa, y la verdad no me había atrevido a decirlo en voz alta hasta hace como 20 minutos que llore como imbécil escuchando Thunderclouds de Sia jaja, filo, El punto es que la verdadera razón de porque me voy del colegio, es porque ¡¡NO ME LA PUEDO!! (momento en que todo se empieza a tornar triste xd).
Hace años ya, que ir al colegio se transformo en una clase de ¿tortura para mi?, onda me costaba una vida llevarme bien con mis profes, siempre encontré que mis compañeros eran unos imbéciles, el ambiente en general era una mierda y mas en cima para peor yo no estaba dispuesto a seguir las reglas como el hoyo que tienen los colegios, lo conversé una vez con unos amigos que tengo, son mayores que yo y son un matrimonio, el Jose y la Pauli <3 Ellos me hicieron entender que el sistema escolar que existe no esta hecho para todos, así de simple y que si yo no me adaptaba estaba bien, no era algo anormal en el fondo, filo, el punto es que desde ese momento como que ¿me rendí? o algo así, en el fondo me transforme como en el alumno mierda del colegio, (vamos a nombrar este colegio como “CÁRCEL INFERNAL =  “C.I” que era el colegio al que iba en ese entonces) ya no me importaba lo que me dijeran, actuaba dependiendo de como me sintiera, etc. Por ejemplo muchas veces me dieron crisis de pánico estando dentro del colegio, lloraba, me ahogaba y pucha quedaba pa' la caga' básicamente, (aclaro que jamas en mi vida hice el show de llorar al frente de gente y hueas así que en vdd encuentro demasiado patéticas #sorryNOTsorry) ya po' la cuestión es que antes de tener la conversación con mis amigos que les nombre anteriormente, me hacia el duro no mas y entraba a las clases y me quedaba piola y fin del cuento. La cosa es que después del cambio de mentalidad que tuve, como que me empece a preocupar mas de mi, de reponerme bien después de las crisis, calmarme y en el fondo hacer lo necesario para volver a estar bien compuesto, si era necesario no entraba a las clases no mas, la huea es que anda a hacer entender a una inspectora que es como las hueas y no esta NI AHÍ con lo que te pueda estar pasando y lo único que quiere es que entres a la puta clase y OBVIO que la muy hueona no escuchaba razones tampoco, filo, me salia con la mía igual, obvio que me tenia que comer una anotación que parecía Biblia la huea, pero me daba lo mismo.
Quiero agregar a esta historia a una persona que estuvo conmigo en todo ese proceso escolar como las hueas que pase en la “C.I” que es mi mejor amiga, se llama Meli, también hacer mención a la Cami Lesbi y la Anto que también eran muy cercanas a mi y siempre full apañe.
Con la Meli pasamos como ¿lo mismo al mismo tiempo?, siempre me apoyó en todo y obvio que yo a ella también, no se, es raro de explicar y de entender, filo, el punto es que todas estas hueas mierda como que me unieron demasiado a ella en vdd... El punto de esto y a lo que quiero llegar es que con ella y las chiquillas hice 1° y 2° medio en la “C.I”, estábamos todos chatisimos del colegio en vdd, así que cuando pasamos a 3°medio (Todos pasamos literalmente haciendo exámenes especiales xd)  nos cambiamos todos juntos al mismo colegio en el que iba otra amiga de nosotros, la  “Cami RZ”, que fue la que nos incentivó a hacer este cambio.
Ya... imagínate que salimos de vacaciones, pasamos todos milagrosamente de curso, nos habíamos ido del infierno de colegio en el que estábamos y solo para aclarar, las peores cosas que pasé y pasamos ahí, nos se las conté, ¿quizás lo haga algún día?, no se, filo, el punto es que todo estaba como bacán, ¿cachai?, el panorama se veía bonito básicamente. 
Ya po' el tema es que entré al nuevo colegio, estaba con mis amigas, el ambiente del colegio era bacán!!, había mucha libertad, empece a conocer gente la raja con la que tenia ene cosas en común, etc. Como que en general el colegio era claramente mucho mejor que el que les nombre anteriormente, vamos a nombrar a este, “COLEGIO POLÉMICA” = “C.L”. Todo partió super bien, las cosas estaban fluyendo de forma bacán y en general estaba todo bien, pero OBVIAMENTE tenia que volver la perra latera de mi depresión a cagarme todo xd, hueón básicamente mis emociones se fueron a la chucha, mi motivación por estudiar se fue a la cresta (que incluso estando bien ya es bastante baja), traté de aguantarme nomas y seguir en el colegio porque de verdad me gustaba, pero no pude jaja, onda tengo promedio 4,4 y tengo 4 promedios rojos y CERO motivación de subir mis notas y ponerme a estudiar y todas esas mierdas que tenemos que hacer las personas normales. La huea es que siempre me mostré como desinteresado?) con todo este tema, actuaba como si no me importara nada y vivía mi vida básicamente carreteando todos los fines de semana y fumando marihuana todos los días, pero la razón por la cual tome ese camino fue porque sentía verguenza?), o frustración?), y como que igual era mi vía de escape para no pensar tanto, porque siempre que estaba lucido me daban crisis de pánico, ansiedad y pucha básicamente casi todo lo que abarca una depresión.
La verdad es que me voy a poner a trabajar con mi vieja porque es la única opción que tengo y soy un fracasado de mierda, obvio todas estas hueas tienen consecuencias, pero yo hablo mas allá de las cosas académicas, onda estoy SEGURO que con mi mejor amiga nos vamos a alejar mas que la chucha, con suerte vamos a hablar, porque es básicamente lo que a ido pasando este ultimo tiempo, ella se a unido mucho a la Cami Lesbi y la Anto (cosa por la cual estoy dms feliz, obvio) y como que nosotros hemos perdido mucho nuestra cercanía, sera culpa mía?, sera culpa de ella? NO SE! y la verdad a estas alturas me da paja pensar en eso, presiento que voy a quedarme solo, pero en cierta forma yo me lo he buscado, filo, tampoco me voy a lamentar, es solo que tengo el presentimiento de que se vienen momentos de mucha soledad en mi vida, siento que voy a perder a mucha gente y con mis viejos no puedo contar para nada porque son muy ¿cerrados de mente? o quizás ese no es el concepto correcto para definirlos, osea tengo confianza para contarles algunas cosas pero la mayoría de las cosas que me pasan no... y nuestra relación “padres e hijo” literalmente se basa en casi puras mentiras o mas que mentiras ¿omisiones de información?...
Tengo un mejor amigo que se llama Víctor, el también es muy importante para mi y estará de cumpleaños en un par de días, el único problema es que vive en otra ciudad y no nos vemos mucho, el punto de nombrarlo acá y es la razón por la cual estaba llorando mientras escuchaba a Sia xd, es que mis viejos no me dejaron ir a verlo para su cumpleaños, en conclusión pasare toda una semana de lo que se supone es “celebración”, acostado en mi pieza con ganas de nada, sin abrir las cortinas y llorando solo... 
Nada mas que decir.
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drxnk1nlxve-blog · 6 years
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Por más vidas a tu lado.
Sin duda que eres una mujercita bastante ansiosa, pero yo he querido esperar que sea la hora exacta para darte unas pequeñas palabras respecto a lo que siento hacia ti. La verdad es que, pese a que te creas que no tengo muchas cosas para decir más de lo que ya he dicho, sin duda que sí, las tengo. Si hay algo que sabes de sobra es que cuando se trata de ti, podría escribir completos libros de miles de tomos mencionando hasta el más mínimo detalle de un sinfín de cosas de mi mujer.
Qué decirte, princesa mía... Dime, ¿quién no estaría feliz de estar a tu lado hace un año y nueve meses?, ¿quién no se sentiría dichoso de poder compartir contigo tantas cosas? Porque te aseguro que si hay una sola persona que estuviera en mis zapatos y no se sintiera al menos el mínimo de feliz a lo que yo estoy, podría decir que es un completo imbécil, y que, por suerte, no tiene la alegría de tenerte en su vida.
Como ya lo he dicho en varias oportunidades, pero que, no por eso es menos importante, agradezco cada una de las situaciones por las que hemos pasado durante todo este tiempo juntos, que, pese a que suene imposible, me han hecho aprender muchas cosas no tanto tuyas o mías, sino que me han abierto los ojos para poder observar el mundo, (bastante mierda la mayoría del tiempo), que nos rodea. Sin duda alguna, fuera de ser Kael, de ser Cèlestyne o la persona que sea, me has hecho ser alguien mucho más fuerte, más inteligente, capaz y valiente respecto a las muchas cosas que puedan suceder en mi vida.
Eres, (sin miedo a caer en lo repetitivo, en lo obvio y en lo jodido), una de las personas más valiosas en mi vida, alguien que, pese a lo que fuese, me daría un miedo de puta madre si llegase a perderle, alguien tan importante en diversos ámbitos de mi vida, y además de aquello y más, eres alguien profundamente especial para mí, mujercita.
Te amo con cada parte de mi alma, mañosa mía, realmente lo hago; creo que jamás en la vida alguien podría amar con la intensidad con la que yo lo hago por ti, porque vamos, todo mundo tiene miedo de amar en estos tiempos, todos le temen a sentir algo tan fuerte, tan importante, especial y demás por miedo a salir lastimados, pero qué va, por ti me metería al pleno infierno a quemarme vivo. Te amo como ya nadie ama, te amo como en los viejos tiempos, donde las cartas eran el único medio para tener contacto con tu ser amado, y leías cada una de sus palabras guardándolas como el tesoro más preciado e importante, donde prevalecía el contacto, las miradas, los hechos.
Deseo que tanto este como el punto anterior queden grabados en tu memoria; jamás en lo que me resta de vida, y próximas que vengan en mis anheladas reencarnaciones, te dejaré. Seré tu sombra, tu guardián, tu protector, tu compañero y, si gustas, tu eterno amor.
 Gracias por cada recuerdo, por cada palabra, por cada una de tus benditas sonrisas. Gracias por ser tú, y por dejarme compartir y entrar a tu vida. Te amo con todo mi ser, princesa. Feliz año y nueve meses, y tranquila, que vienen infinitas nuevas fechas que conmemorar.
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sham-sia · 6 years
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La sombra que guía mis pasos 7 - Dos pares de parejas volando
-No.
Shigaraki levantó la mirada y la fijó en Sensei.
-Tengo otros planes para ese muchacho, y tú ya has elegido a uno. Es justo que yo también tenga a otro, para nuestros planes.
-Dijiste que dos sería demasiado.
-Los planes han cambiado, Shigaraki. Hay nuevos jugadores en el escenario, y uno de ellos tiene un bono especial que no comprende, pero que nos será muy útil. Uno que entenderás cuando llegues a un nivel de entendimiento superior.
El muchacho se rascó el cuello, sin decir una palabra, con irritación.
-Nos servirá para obtener nuestro objetivo mucho más rápido. Además, aprenderás cosas interesantes, que nadie más sabe en el mundo... salvo un gremio de elegidos. ¿Acaso no te interesa?
La mano cayó y Shigaraki se quedó callado unos momentos.
-¿Qué tiene ese que no tenga el resto?
-Un secreto, Shigaraki. Uno que muy poca gente sabe. Si lo revelamos ahora, perderemos una gran ventaja. Pero cuando esté aquí, lo comprenderás. O, quizás, lo veas durante el festival deportivo. Tengo muchas esperanzas en ellos dos.
.-.
-Deku- el gruñido llegó en el pasillo, poco después del almuerzo -¿Qué demonios crees que estás haciendo?
-Ese... no es mi nombre, Bakugo- Izuku se dio vuelta y lo miró a la cara, serio. Sin fruncir el ceño, sólo con un rostro serio.
-Como sea. ¿Qué crees que haces?
-¿Hacer qué?
-Estar con ese de General.
-Shinsou.
-Ese. ¿Qué te crees que...
Izuku suspiró.
-Bakugo, o lo escupes o me voy.
El rubio levantó las palmas, temblando, y unas pequeñas explosiones empezaron a formarse en ellas.
-Deku...
-Adiós, Bakugo.
Se dio la vuelta y una mano aterrizó en su hombro, pesada, apretando con fuerza.
-¡No te irás hasta que me respondas!
-Haz una pregunta clara, entonces, y suelta- tocó su mano con un dedo.
-¿Por qué te juntas con uno de la General?
-Porque es agradable comer galletitas y hablar de cosas con él.
-¿Hablar? ¿Sabes cuál es su habilidad especial?
-Sí, y él sabe cuál es la mía. Es interesante lo mucho que puedes crecer cuando intercambias ideas de forma civilizada.
-¿Qué es esa...?
-Bakugo Katsuki, o dejas de portarte como un toro embravecido, o me voy- dijo Izuku, con cansancio -Ya pasó la época en la que podías empujarme e insultarme como si nada, y un héroe profesional no puede tener esta actitud.
No le sorprendió la reacción del otro. Lo miró, con una mezcla de aburrimiento y desdén, y cuando se hizo evidente que no iba a calmarse, empezó a retroceder, caminando hacia atrás, en dirección al aula.
-¡No hemos terminado de hablar, Deku!
-Con esa actitud, sí, hemos terminado.
-¡Dek-!
-O paras o te paro. Suficiente daño has hecho ya con tu carácter de mierda en esta vida. ¿O es que se puede ser héroe si matas a alguien y no te afecta en nada?
Casi se mordió la lengua. Casi.
-¿De qué-?
-“Si tanto quieres una habilidad especial, deberías ir al techo y tirarte. Quizás tengas una cuando reencarnes”- lo miró fijo, serio y con el ceño fruncido -¿Qué habría pasado si en verdad me hubiese tirado del techo? ¿Se te habría permitido entrar a Yuuei con una muerte culposa en tu historial?
-No fuiste tan imbécil como para-
-No es imbecilidad. Es una avalancha de cosas que se vienen todas juntas y lo único que quieres es que pare, Bakugo, porque no para y te hundes y no puedes respirar. Te veo y no puedo dejar de pensar cómo manejarías una situación delicada, si no es a los golpes y explosiones. Y eso terminará en gente inocente muerta, Bakugo. Sería irresponsable, amoral y despreciable el no decírtelo.
-¿Por qué-?
-¡PORQUE ALGUIEN TE LO TIENE QUE DECIR, BAKUGO!
El grito resonó por el pasillo, e Izuku sintió que el enojo le subía a la cabeza.
-Porque si no, será cuando estés en el campo, y muera alguien, pero tú no puedes cometer errores, no, porque eres perfecto y el mejor en todo, de seguro es culpa de alguien más- dio un paso hacia él -Y luego sucederá de nuevo, y racionalizarás otra vez, y así sucesivamente. El ser héroe no es sólo ser un perro rabioso buscando villanos que moler a golpes, o a explosiones. Es buscar alternativas no violentas en casos delicados. Y tú no tienes lo que se necesita para ello, saques las notas que saques en los exámenes. Y yo no tengo por qué tolerar tu mierda, BAKUGO.
Lo último lo dijo apretando los dientes. Casi dejó salir su arena, pero lo pensó mejor. No lo merecía. Bakugo no se merecía que usase sus habilidades con él fuera de los ejercicios. No iba a romper las reglas escolares por un acosador con el ego del tamaño del de Endeavour.
-Y Shinsou es mucho más agradable que tú. Al menos podemos mantener una conversación interesante sin que me insulte, me golpee o me empuje. No sé si sabrás lo que es eso, Bakugo, el ser civilizado.
Las palabras le sabían a hielo, y poco a poco enfrió su cabeza. El otro lo miraba, atónito y mudo. Izuku se preguntó por qué le había tomado un intento de suicidio el ver lo patético que era. Se dio la vuelta y continuó caminando, sintiéndose algo más ligero, pero no del todo bien
.-.
Poco después, la clase 1-B declaró la guerra a la clase 1-A.
Shinsou no estaba entre ellos.
.-.
Seis días a la semana, después de clase, Izuku entrenaba en el gimnasio.
Lunes, mércoles y viernes con Shinsou, martes, jueves y sábados con All Migth o Aizawa. Por lo que parecía, el otro muchacho también tenía toda la intención de tener un buen papel en el festival deportivo.
-¿Y cuál es tu idea revolucionaria esta vez, Midoriya?- le preguntó, pasándole una botella con jugo, sentados dentro del gimnasio mientras la lluvia golpeteaba el techo.
-No te vi en la declaración de guerra, Shinsou.
-No me interesan esas tonterías...
-Pero quieres ir a la 1-A.
-Sí.
-No sé si es realmente tan buena como dicen, en comparación con la General, pero si así lo quieres, te ayudaré.
La botella quedó a medio camino de la boca de Shinsou. Un par de ojos, con muchas ojeras, se giraron hacia él.
-¿Traicionarías a...?
-No se trata de traicionar, sino de cooperar.
-Quiero oír cómo giras esto en algo positivo. Suenas como un agente doble.
-Esto no es una película de espías.
-Entonces sigue- dijo, sin sacarle los ojos de encima, bebiendo.
.-.
-¿Crees que funcionaría?
-Si nadie da el ejemplo, nadie lo seguirá. Y leí en algún lado que, si quieres que se haga algo, debes de dar el ejemplo. Hablar es fácil.
-Esquivar la bufanda de Aizawa-sensei es difícil.
-Exacto. Si sale bien, bien. Si no, al menos lo intentamos, y habrá dos festivales más para probar otras cosas.
Shinsou masticó despacio, pensando.
-Sabes, Midoriya, es algo tan loco que podría funcionar- le dijo, sonriendo.
.-.
La puerta de entrada era demasiado pequeña, notó Izuku.
Calculó mentalmente las posibilidades que hubiera un cuello de botella en el punto de partida, y eran altas. Miró a Shinsou, quien le devolvió la mirada, y asintió. Llamó a un par de fantasmas antes que diesen la señal de largada.
-¡COMIENCEN!
Su fantasma le envolvió los pies, y saltó hacia la parte superior de la entrada, rebotando en las paredes. Tras él, un segundo fantasma llevaba a Shinsou en brazos, y al aterrizar en el suelo, resbaló y cayó hacia atrás. Sintió el frío del piso antes de registrar lo que había pasado, y vio a Todoroki Shouto congelando el camino.
-¿Te crees que me detendrás con eso, mitad y mitad?- ladró Bakugo a sus espaldas, acompañado de un coro de explosiones.
Coro que quedó acallado por un entrechocar metálico, frente al grupo.
-Y dale con el reciclaje- dijo alguien que Izuku no reconoció, a sus espaldas.
Los robots de la prueba de ingreso estaban allí, y eran demasiados. Los de cero puntos, gigantescos, esos que Izuku apenas había logrado empezar a detener... Y Todoroki los congeló en un instante.
-Espera- le dijo a Shinsou, cuando su fantasma lo depositó al lado -En cualquier momento...
Con un crujido, uno de los robots comenzó a caer, y luego le siguieron los demás, haciendo retumbar el suelo. Un muchacho que Izuku no conocía casi queda atrapado bajo un pedazo de metal, pero su fantasma lo agarró de la cintura y lo sacó del camino.
-Ahora, por arriba. Je- se le escapó una risita la ver a Shinsou en sus brazos, rodeado de arena, como si fuese una princesa. Tomó impulso y saltó, sosteniendo a Shinsou para que la inercia no le hiciera daño en el cuello o en el resto del cuerpo.
-Midoriya, mierda- dijo entre dientes, observando la altura a la que estaban yendo.
-Calma, no te soltaré- era divertido, en cierta forma, el tener un traje de chica mágica a medio transformar con él -Je, chica mágica- dijo, llegando a la parte superior de los robots. Un coro de explosiones los seguía.
-¿Yo?
-No, yo, tú serías... no sé, pero serías.
Descendieorn del otro lado, y el fantasma de antes tomó a Shinsou y salió disparado hacia delante, tras Todoroki. Izuku sentía el viento en la cara, la adrenalina en el cuepro, y el deseo de llegar juntos, de probar su nueva teoría, de demostrar que había opciones...
Un trozo de metal salió volando hacia ellos e Izuku lo atrapó al vuelo. Parecía una plancha de algo, quizás de revestimiento de los robots. Por el sonido de explosiones que se escuchaba, sabía quién la había lanzado.
-¡DEKU! ¡ERA PARA EL BASTARDO ESE! ¿QUÉ HACES AYUDANDO AL FENÓMENO?
Sí, definitivamente había hecho bien en agarrarla.
Se acercaban a un... ¿precipicio? No, era una serie de plataformas de roca conectadas por cuerdas. Todoroki estaba a medio camino, pero él corría. Izuku y Shinsou podían saltar. Intercambiaron una mirada, y vio una sonrisa nerviosa, pero confiada.
-¡DEKUUU!
-¿Tanto te gusta Midoriya, Bakugo?- preguntó Shinsou, y el rubio paró en seco, mirándolo con furia.
-¿Y a ti qué te importa?
-Ahora, me subes a tu espalda y atraviesas el obstáculo conmigo. Tu objetivo es llevarme a salvo al otro lado. Luego, sal del trance cuando Midoriya y yo estemos a doscientos metros por delante de ti.
El fantasma dejó a Shinsou, y se unió a Izuku, quien empezó a saltar al lado de Bakugo.
-Je- dijo, sonriendo -Debe ser bonito que te carguen, no sólo cuando eres bajo.
-Je, sin duda- dijo Shinsou, y Bakugo empezó a cruzar el obstáculo.
Cuando llegaron al otro lado, Todoroki estaba casi a la salida del campo minado. Demasiado lejos. Izuku sabía que no iban a llegar, así que extendió la mano hacia Shinsou, tomó el trozo de revestimiento, y le ordenó a su fantasma que saltase.
(Por el borde exterior no se podía, lo había leído antes. No pasar por el obstáculo, o pasar por sobre el delimitador en forma de cerca, era descalificación automática.)
-Estás loco- dijo Shinsou, aferrándose al revestimiento junto a Izuku.
-¡Sólo los locos logran cosas imposibles!- gritó, en medio del viento, cuando caían hacia el campo minado.
Sobre una mina.
La explosión los impulsó hacia delante, y con su fantasma protegiéndolos, pasaron por encima de Todoroki.
-¿Tu heladera corre, Todoroki?
-¿Heladera?
-Llega luego que nosotros.
Todoroki dejó de correr, como si hubiese perdido las ganas. A metros de la llegada, que Shinsou y Midoriya atravesaron corriendo, a todo lo que les daban las piernas. Los fantasmas ya se estaban deshaciendo, y sólo entonces el muchahco bicolor pareció reaccionar.
-¡Y el primer puesto es un empate!
-¡Bravo, Shinsou!- Izuku levantó la palma y el otro muchacho chocó los cinco -¡No puedo creer que no nos hayamos hecho pedazos en el camino!
-Creo que ya nos hicieorn pedazos antes, y ahora aprendimos- jadeaba y estaba bañado en sudor, pero sonreía. Izuku se sentía igual.
-¡DEKU!
-Oh, vamos- la sonrisa se le enfrió diez grados al ver a Katsuki yendo hacia ellos, junto con... ¿Todoroki?
-¡¿QUÉ DEMONIOS FUE ESO?! ¿CÓMO TE ATREVES A TRAICIONAR A LA CLASE ENTERA?
-Nadie me sugirió que hiciéramos nada parecido, Bakugo. No rompimos ninguna regla. ¿Y cómo es eso de traición?
-¡EL MITAD Y MITAD PARÓ A METROS DE...!
-Lo sé, Bakugo, no es de tu incumbencia. Estamos segundos, supéralo.
Shinsou pestañeó, sorprendido ante la interrupción de Todoroki. Observó la tabla de posiciones, y vio que Bakugo y él estaban en el segundo puesto, estando Izuku y él mismo en primero. Volvió la mirada hacia el muchacho de pelo bicolor.
-No sé quién eres.
-Shinsou Hitoshi- dijo, extendiendo la mano -clase General.
Todoroki hizo silencio, mirando la mano extendida.
-Esto es una competencia, bicho raro- gruñó Bakugo -¿A quién se le ocurre hacer esto?
-Históricamente, a quienes hacen lo que se consideraba imposible- dijo Izuku, sonriendo -No hay sólo una forma, Todoroki, Bakugo, de lograr lo que se desea.
El rubio parecía a punto de explotar.
-Lo que sí es ilegal es agredirse entre pruebas- dijo Izuku, con voz firme, mirando a Bakugo.
.-.
Cinco millones.
Diez en total, cinco para los dos primeros puestos, para la prueba de caballería.
Izuku empezó a transpirar cuando todas las miradas se clavaron en ellos.
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bashdupondmoretti · 4 years
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I’m out.
𝑶𝒄𝒕𝒐𝒃𝒆𝒓 𝟏𝟖, 𝟐𝟎𝟐𝟎. 𝑴𝒐𝒔𝒄𝒐𝒘, 𝑹𝒖𝒔𝒔𝒊𝒂. 𝑳𝒆𝒔𝒔𝒐𝒏 𝒍𝒆𝒂𝒓𝒏𝒆𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒉𝒆𝒆𝒍𝒔 𝒌𝒆𝒆𝒑 𝒕𝒖𝒓𝒏𝒊𝒏𝒈. —Se siente una eternidad desde que estuvimos aquí… —¿Sí, verdad? —respondió Knight. Fueron las únicas palabras que emitió Sebástian desde que se subió al vuelo privado hasta que pisaron tierras rusas. Sebs le había pedido un “pequeño” favor a uno de sus mejores amigos, aprovechándose de que este era piloto y contactó a Dante para que pudiera trasladarlo a él y a Albert Knight a Moscú, Rusia. El trato con él era simple. Dante no preguntaba y Sebástian tampoco le daba mucha información; conciso, justo y se ahorraban problemas por ambos lados. El búnker del Kremlin de Moscú fue la primera parada para los cabecillas de la mafia corsa. Parte de su ejército seguía trabajando allí, rindiendo cuentas a Sebástian o directamente al padrino, Antoine Colonna. Los vitoreos fueron cesados cuando Albert golpeó la mesa con fuerza con el puño. Se le veía frustrado, emputado, intentando controlar su temperamento. Tenía que hacerse cargo por los errores de su mejor amigo y quien también asesinó. Veinte años después, seguía jodiéndole la existencia. —Supimos que ustedes recibieron una carta… —Y vienen por nosotros. —respondió Sebástian a uno de los reclutas. —No van contra la mafia, sino por nosotros, los hijos de Alphonse. ¿Alguno tiene idea de qué pudo haber hecho mi padre? Todos se miraron confundidos, a ver si alguien tenía alguna respuesta cuerda o lógica para el mayor de los Dupond-Moretti. Nadie emitía ninguna palabra, ninguna mosca volaba por aquel lugar. La tensión se sentía y con ello, la incertidumbre. Era una guerra inminente. Si tocaban a alguno de los de la mafia francesa, correría sangre y por montones. Nadie se quedaría de brazos cruzados. Artiom Dzagóyev, uno de los espías de la mafia en Rusia, cruzó el umbral de la puerta en una rápida carrera y se colocó en frente de Sebástian. Venía agitado, con la piel sudorosa y el cabello desordenado. El moreno parecía asustado, tanto que Sebs se vio en la obligación de llevarlo hacia otro lado, fuera de las miradas curiosas y de un Albert Knight furioso. —Rhage, carajo… Se viene feo para ustedes, para todos. —Dime, qué pasa. ¿Supiste algo? —Esto es más grave de lo que pensamos. Esta vez el corazón empezó a latir con fuerza, amenazando con salirse del pecho. Aquella máquina de matar se veía acorralada cada vez que pensaba en su mujer, en su hijo, en su familia. Pero lejos de ceder a la vulnerabilidad, lo ocupaba a su favor. Si se metían con ellos, se meterían con él. Y aquello, desde luego, no le convenía ni a sus peores enemigos. —No me queda mucho tiempo, Rhage, es solo que tu padre… tu padre. Mierda, tu padre y tu suegro, Axel Klaffert eran socios. —¿Socios? —Joder, la historia es larga… —¡Y cuéntamela, imbécil! —No tengo mucho tiempo, Rhage, solo unos minutos. Y haciendo caso al tiempo que tenían en contra, Artiom le contó uno a uno los detalles que hizo que la Bratvá jurara venganza contra los hijos de Alphonse Dupond-Moretti. En tiempos pasados, Alphonse y Axel Klaffert, líder de la mafia alemana, eran amigos y más que compartir una amistad, crearon la temida alianza entre las mafias franco-alemana; todo eso a sabiendas de Albert Knight y el padre de este, Jean Je Colonna, padrino de la mafia corsa en los noventa. Se ayudaban mutuamente, traspasando información y cómo no, ayudándose en posibles ataques que pudieran sufrir como organizaciones criminales y de tráfico. Más de alguna vez se salvaron el culo, tanto Alphonse a Axel y viceversa. No obstante, Alphonse en el intento de ayudar al alemán, acabó perdiendo él. —Tu padre, siendo uno de los neurocirujanos más reconocidos de Europa, fue buscado por la Bratvá para salvar la vida al padre del Pakhan de esos años, a mediados de los noventa. Sufría de cáncer cerebral. No era terminal, por lo que era salvable si es que Alphonse se esmeraba en hacerlo. Era salvable, mierda… lo era. —¿Por qué estás tan nervioso? —Lo que no sabían es que Alphonse estaba metido a morir con Axel. —Te hice una pregunta... Él lo ignoró y siguió contándole todo lo que sabía. Axel Klaffert se enteró que Alphonse estaba tratando al padre del líder de la mafia rusa e intentó convencer al padre de Sebástian para que este lo dejara morir; a su conveniencia. En una primera instancia, Alphonse se negó; su juramento como médico se lo impedía. Pero pronto se vio amenazado él y su familia, y cómo no, sus actos ilícitos podían llegar a la policía. Su fachada como reconocido neurocirujano peligraba y los turbios negocios en sus restaurantes europeos también. El alemán se aprovechó que le debía un favor, por lo que Alphonse tampoco pudo poner resistencia al pedido de Axel Klaffert. Cuando llegó el día de la cirugía de extracción del tumor, ocurrió lo inevitable: una hemorragia que acabó con la vida del padre del jefe de la Bratvá; una complicación que pudo haber sido controlada, pero que Alphonse dejó pasar con la complicidad y el silencio comprado de sus compañeros. —¿Entonces Axel sabía de todo esto? Mierda, entonces tendría sentido… Hace unos años Julienne mató al Pakhan y… —Justo de eso te quería hablar, Rhage. —tragó saliva sonoramente. Seguía sudando como animal, respiraba nervioso y podía jurar que estaba a punto de llorar. —El ataque no es solamente contra ustedes. Es contra ella también. Tu esposa también está en peligro, tanto como tú y tus hermanos. Por un segundo, la respiración se le cortó y fue él quien sintió una gota de sudor frío recorrerle la sien. El miedo era real, tanto que se odió por estar ahí en Rusia y no en New York con su mujer, protegiéndolos. La mafia podía esperar, ¿su esposa y su hijo? Claro que no. Ellos eran su prioridad. Entonces la historia continuó. Los principales enemigos de la mafia alemana eran los rusos y Alphonse, a nombre de la Unione Corse, era aliado de los Klaffert, por lo que cuando dejó morir al padre del líder de la mafia rusa, tomó el primer puesto de la lista negra tras acatar la maquiavélica solicitud de Axel. Matar al padre del Pakhan de la Bratvá le saldría caro y más de veinte años después, tendría sus consecuencias. —Y entonces por eso, años después, lo fueron a buscar... —Durante muchos años los buscaron, Rhage. Con más fuerza, otras no tanto. Pero nunca les quitaron el rastro y ahora… Ahora que Julienne tiene tu hijo y tú te casaste con ella, fue el plan perfecto para ellos. —¿El plan perfecto? —La carta nunca la escribió Alphonse., pero todo lo que dice la carta es real. Alphonse se ganó a la Bratvá de enemigos y juraron venganza contra ustedes porque cuando pretendían hacerlo, Knight se adelantó y lo mató él. Pero la carta solo fue carnada y ustedes cayeron. Como bien sabemos, a Alphonse poco le importaba lo que sucediera con los demás... El estómago se le revolvió de pronto cuando aquella fatídica escena se le cruzó por la cabeza. Knight matando a sus padres. ¿Tendría algo que ver? ¿El padrino de la Unione Corse tenía conocimiento de esto? La cabeza le dio vueltas; su familia estaba en peligro y él al otro lado del mundo. Pero Airtom no se calló. Siguió. —Y ahora van tras ustedes. Tras tus hermanos y tu familia, Rhage. —¿Y qué hizo Axel para que los rusos lo odiaran tanto? —Eso no lo pude averiguar, solo sé la parte de los rusos. Y... yo debo irme, Rhage, pero por favor… Vete lo antes posible. Tu mujer, tu hijo y tus hermanos están en peligro. Por favor, vete. Entonces se escuchó un pitido que venía directamente desde el abdomen de Airtom y el espía de la mafia francesa echó una carrera maratónica, tan rápido como pudo hacia la salida del búnker. Cuando pretendía abrir la puerta con evidente desesperación, un grito aplacó a todos los que estaban reunidos. Un duro y agudo “aléjense”. Todos hicieron caso y estando a una distancia de al menos sesenta metros, una fuerte explosión se sintió en el subterráneo del Kremlin, dejando a todos en el piso tras desestabilizarlos por las ondas expansivas. El pitido en los oídos, la pérdida del equilibrio y los gritos se sentían. Sospecharon de un ataque, de una emboscada; cualquier opción era factible. Sebástian, pese a la nube de humo que le impedía la visión, intentó llegar hacia el origen del siniestro con agudeza y agilidad felina. Pero cuando pudo ver, ya no había nada, solo las paredes regadas de sangre, órganos, huesos astillados y partidos, eliminando todo rastro de lo que pudo haber sido una persona. Entonces lo supo: los rusos le entregaron esa información a cambio de su vida; arrebatándole la vida con una bomba amarrada al cuerpo. Una vez que Sebástian supiera, procederían al ataque. —Albert… ¿Tú sabías algo? —pudo sentir la presencia del padrino francés a su espalda. Sebástian estaba en shock. No supo cómo reaccionar. —Si supiera, hubiese evitado venir hasta acá chaval. —Axel Klaffert está detrás de todo esto. —le contó aún conmocionado. —Axel instó a mi padre a matar a uno de los rusos. Y ahora… Mierda, ahora estamos jodidos. —Ese cabrón pagará. —prometió Knight. —Pero primero los rusos. Solo unos días más y volveremos, Charles. Estaremos bien. Y solo serían cuatro días más. Cuatro días en los que cualquier cosa podía pasar.
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Sigue asombrándome la enorme cantidad de personas que afirman, con orgullo, que no creen en el amor. Yo tampoco creo en el amor, o al menos dejé de creerle. Lo que me asombra es que lo dicen como si eso fuera un logro, una liberación, una especie de trofeo. Hinchan el pecho como una rana croando segura de que recita un poema. No creer en el amor es, sin duda, un monumento a la racionalidad. La misma que inventó la bomba atómica, y cosas aún peores como los platos cuadrados o el freelance mal remunerado. Yo tampoco creo en el amor, y eso me resulta de las peores tragedias a las que puede acceder el ser humano. Y no me refiero al amor romántico, esa gran mentira del Disney clásico, libros, películas y doctrinas que pretenden inculcar un romanticismo tóxico y cancerígeno, dominante y enfermizo, que merece cada gota que destila mi desprecio. Hablo de todos los diferentes tipos de amor que se pueden dar, y si no saben a qué me refiero, entonces van y lo averiguan. No creer en el amor del Disney clásico bien, pero no creer en el otro amor es el principio del final de la empatía. Es muy probable que Hitler tampoco creyera en el amor, aunque confiara ciegamente en el zodiaco. Yo no puedo evitar descreer del amor, pero me cuido de no mostrarlo como un trofeo, no le veo el sentido a sentir orgullo por no amar. Sé diferenciar entre el sentimiento más noble al que puede acceder nuestra especie, y las estupideces que hicieron muchos que por estar enamorados salpicaron de mierda la cosa. Los zombies, para mal y para peor también se enamoran y dan el peor ejemplo, dejando al amor mal parado como culpable de su cambio mental pero no, yo creo que no, que esa gente venía zombie de antes, y se culpa al amor porque no queremos admitir que nuestras amistades son zombies, o que nosotros lo somos. Las estupideces no vienen del amor, vienen de los estúpidos. Si cada persona hiciera una lista con la cantidad de inmundicias a las que fueron sometidas por imbéciles o idiotas que se creían más vivos que nosotros cagándonos, y otra lista con la cantidad de personas que amaron y les dieron amor, seguro la de imbéciles es más extensa. Ahí está la respuesta.
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kiro-anarka · 4 years
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Reconozco que no me he atrevido. Tenía previsto escribir desde el puro sarcasmo después de soportar un día tras otro esa broma macabra con la que los cerebros del despiste y la provocación política, primos hermanos de los sospechosos habituales que vienen manejando las cloacas del Estado desde hace décadas, han conseguido una vez más ocupar el debate público, marcar la agenda política y judicial, la apertura de los telediarios y los titulares de la mayoría de los medios. Pero me resulta imposible tomarme a chufla ese ofensivo disparate que relaciona incluso penalmente las manifestaciones del 8 de marzo con la expansión del covid en España.
Había pensado hacer una especie de confesión definitiva, un anexo a incorporar a esos delirantes informes realizados por agentes de la Guardia Civil, relatando las conclusiones “lógicas” que pueden extraerse de la acusación sobre la que se basa esa ¿investigación? que dirige la jueza Rodríguez-Medel: el Gobierno, perfectamente consciente de que en Madrid había estallado el contagio descontrolado del coronavirus, decidió a través de su delegado en la comunidad autorizar la manifestación del 8M.
Por resumir: si alguien en sus cabales da la más mínima verosimilitud a esa especie, debería entonces continuar el razonamiento hasta el final. Está claro que Pedro Sánchez quería acabar con su matrimonio, al permitir que su pareja, Begoña Gómez, participara en la manifestación. Y es obvio que planeaba liquidar además a la mitad de su gobierno, empezando por sus vicepresidentas Carmen Calvo o Nadia Calviño, y siguiendo por la ministra de Educación o el nunca suficientemente apaleado Fernando Grande-Marlaska, salvo que todos ellos manejaran también la información exacta sobre la posibilidad de contagiarse, y en ese caso habría que pensar que habrían decidido formar una especie de secta suicida dispuesta a autodestruirse en la conmemoración del 8 de marzo. En una demostración máxima de entendimiento en la coalición, también ministras de Unidas Podemos, empezando por Irene Montero, se mostraron decididas a jugarse la vida unos metros más allá de la pancarta de las socialistas. (Una decisión corroborada “documentalmente” por el vídeo de un off the record posterior de la ministra de Igualdad en el que reconoce, ¡oh, cielos!, que seguramente este año no fue tanta gente a las manifestaciones a causa de la preocupación por el virus). Por algo el portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, el doctor Raboso, sostiene que las marchas feministas “convirtieron a España en una bomba epidemiológica” que provocó “una hecatombe” (ver aquí). A la que contribuyeron también, por cierto, dirigentes del PP como Cuca Gamarra o María del Mar Blanco (ver aquí). No fue el caso de Ana Pastor, médica de formación, expresidenta del Congreso y actual diputada, que teniendo síntomas gripales compatibles con los del virus (como se confirmó a los pocos días) no acudió a la marcha ni avisó a sus contactos, a quienes por las mismas fechas abrazaba y besaba con el mismo afecto que Ortega Smith a sus compañeros de Vox en Vistalegre (lean a Esther Palomera en eldiario.es).
¿Y qué me dice, señoría, del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, tan sereno y afectuoso en apariencia, tan creíble aunque sólo fuera porque no le nombró este gobierno social-comunista sino el mismísimo Mariano Rajoy (ver aquí)? Pues ahí donde lo ve y sabiendo desde muchos días antes que Madrid era una “fiesta del virus” dejó acudir a la manifestación del 8M ¡a su propio hijo!, en un acto por el que convendría abrir una pieza separada de esta causa por presunto filicidio.
Habría concluido esa disparatada narración con una confesión íntima a la que ya me referí en estas páginas (ver aquí): yo mismo acudí a la manifestación del 8M. Después de casi cuatro décadas ejerciendo el periodismo, buena parte de ellas en el territorio de la política, no he sido capaz de disponer de fuentes, aunque sólo fuera una, que me advirtiera del infierno en el que me metía junto a un numeroso grupo de amigas y amigos, en el que había escritoras, actrices, una célebre guionista, un alto cargo de la cultura, una editora reconocida, una cantante de éxito, una pianista de prestigio… ¡hasta una experimentada enfermera de León caminaba a mi lado, por dios! No nos lo perdonaremos nunca, y eso que nos pasaba lo mismo que confesó Irene Montero en la confianza de ese off the record pisoteado indecentemente por ABC: estábamos muy preocupados por el coronavirus, hasta el punto de procurar no tocarnos ni abrazarnos ni besarnos…
Pero no. Aunque hay corresponsales que observan alucinados el hecho de que este país gire en torno a una memez como la que esa instrucción judicial plantea siguiendo a su vez el hilo de la cometa soltado desde el PP, Vox y sus altavoces mediáticos, la cosa no tiene la menor gracia. Por un doble motivo: el primero, porque es evidente que se aprovecha nada menos que una pandemia con miles de muertos para seguir atacando, ensuciando y demonizando al feminismo. Porque si no fuera así, estarían poniendo querellas o citando a declarar a responsables de los transportes públicos, los clubes de fútbol, las salas de conciertos, el estadio de Vistalegre… que ese mismo 8 de marzo congregaban en conjunto a millones de personas. Sólo les interesa interpelar (y manipular) a organizadores de manifestaciones feministas. No entienden ni aceptan ni respetan la lucha por la igualdad. Y si pueden mancharla incluso utilizando un coronavirus que ataca a la humanidad entera, ¡sin complejos!.
El segundo motivo es aún más vergonzoso e indignante. Mientras llenamos debates parlamentarios, telediarios, tertulias y portadas de periódicos con una causa penal extraterrestre sobre el 8M –que antes o después acabará en la papelera y que no tiene similitud en ninguna parte del mundo–, han logrado durante semanas dejar en la oscuridad el mayor horror humano de esta pandemia: lo ocurrido en las residencias de mayores. Y muy especialmente la gestión protagonizada por el Gobierno de la Comunidad de Madrid, donde se concentra el mayor número de muertes. Primero intentaron desviar toda la responsabilidad al Ejecutivo central por la declaración del estado de alarma, pese a que todo el mundo sabe que las competencias sobre geriátricos y hospitales siguen siendo de cada comunidad autónoma. Para bien o para mal. Es un insulto a la inteligencia utilizar la autoridad para fotografiarse junto a aviones cargados de mascarillas o para presumir de lo logrado en el IFEMA y lavarse las manos cuando se trata de explicar por qué no se medicalizaron las residencias en las que morían por miles ancianos y ancianas sin atención sanitaria.
Esta semana, en infoLibre, hemos publicado los documentos que demuestran que Isabel Díaz Ayuso y su consejero de Sanidad, Enrique Ruiz, mienten cuando describen como “borrador” un Protocolo enviado a residencias y hospitales con “criterios de exclusión” que ordenaban no trasladar a mayores con determinadas patologías o grado de dependencia (ver aquí). Y el propio consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero (de Ciudadanos), ha confirmado que advirtió a sus superiores de que ese abandono de los residentes a su suerte no sólo era "indigno" sino que suponía una “discriminación de graves consecuencias legales” (ver aquí). La lectura de las distintas versiones del Protocolo deja en evidencia el serial de falsedades y manipulaciones que Ayuso, con el asesoramiento siempre osado y contundente del aznarismo, ha ido administrando en sede parlamentaria y ante los medios. Pretende además confundir a la ciudadanía mezclando lo que es una práctica deontológica reglada que corresponde al personal médico (el llamado triaje que obliga a decidir por criterios sanitarios a quién se intenta salvar la vida y a quién no) con lo que ha sido una directriz política desde el gobierno autonómico que tuvo una consecuencia tan trágica como incontestable: el 80% de los fallecidos en marzo en residencias madrileñas no fueron derivados a hospitales en aplicación de esos “criterios de exclusión” (ver aquí).
No aprendemos. Ni siquiera en mitad de una pandemia que ha puesto patas arriba el mundo que conocíamos. Siguen tomándonos por imbéciles y seguimos acumulando méritos para que se sientan cómodos en ese ecosistema que abona la rueda permanente de la provocación-respuesta-crispación-equidistancia. Intentan convertir el 8M de 2020 en un revisitado 11-M de 2004. Si durante años alimentaron teorías conspiranóicas sobre unos atentados que desde el primer minuto sabíamos que eran obra del terrorismo yihadista, harán lo posible ahora para convertir una marcha feminista en una especie de aquelarre genocida. Y para ello tanto les vale distorsionar los datos conocidos de la epidemia aquel domingo como la influencia interna de un alto mando de la Guardia Civil llamado Diego Pérez de los Cobos.
Para extraer las muchas lecciones que deberíamos sacar de esta crisis inédita y compleja, deberíamos empezar por no caer en todas las trampas que nos tienden quienes acostumbran a imponer los marcos de debate público. No toquen con sus sucias manos al feminismo, que al parecer les quita el sueño incluso más que miles de muertes que quizás no pudieran evitarse, pero al menos deberían servir para que afrontemos todos los cambios de modelo socio-sanitario que sean precisos para no pasar otra vez por el mismo drama.
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elarea · 4 years
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Odio eterno al fútbol moderno
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El siguiente artículo fue escrito por Nacho Carretero para Jotdown y resume a la perfección el espíritu que alienta a El AreA. 
El fútbol, tal y como siempre lo hemos conocido, terminó en 1994. En concreto en el verano de aquel año, cuando se disputó el Mundial de Estados Unidos. Ocurrió en el acontecimiento cuatrienal algo insólito: Nike hizo un anuncio sobre balompié protagonizado por la selección de Brasil. Después vendrían muchos más, pero aquel fue el primero y recuerdo que mi todavía esponjoso cerebro preadolescente pensó: «¿Nike? ¿Un anuncio de fútbol? Pero ¿estos no son de baloncesto?». Y lo eran. A la multinacional no le importaba aquel deporte de la vieja Europa en el que los clubes no eran franquicias, las ligas no eran negocios privados y las televisiones retransmitían un partido a la semana sin anuncios que interrumpieran el juego y con espectadores separados en gradas para evitar una vistosa batalla campal.
Aquel juego que se multiplicaba por las calles de niños con rodillas ensangrentadas no daba pasta. Pero cuando el soccer cruzó el Atlántico Nike abrió los ojos: miles, millones de personas salidas de sabe Dios dónde estaban deteniendo sus vidas por ver aquel deporte lento y en el que era posible terminar con empate. Y dijeron: «¡Un momento!». Y ahí terminó todo.
Se formó paulatino un tsunami de anuncios en los que Eric Cantona se levantaba el cuello de la camiseta y decía au revoir. El merchandising, lento pero firme, lo inundaría todo: el fútbol se empezó a comercializar como nunca antes y arrancó una lenta mutación que destrozó su esencia. De deporte a producto sin que nos diéramos cuenta. No solo Nike, claro. Decenas de empresas se unieron a la orgía y comenzaron a «abrir mercado», sobre todo en China y Oriente Medio. Sin duda un puñado de tipos se hicieron millonarios —y se siguen haciendo— descubriendo este filón, pero lo que es al hincha de a pie la metamorfosis lo noqueó. Y en ese estado de shock seguimos, desesperados por reconocer el que un día fue un deporte sin deformar. Locos por recuperar su esencia sepultada bajo montañas de dólares y euros.
Cuando quisimos reaccionar los equipos habían decidido que los jugadores llevasen los números que quisieran, en lugar del 1 al 11 de toda la vida, necesario para recitar las alineaciones de memoria en el bar. Descubrimos con horror a peloteros con el 58, el 99 o a imbéciles que, si el 9 estaba ocupado, se ponían en la espalda 1+8. Delanteros con el 2, defensas con el 33, mediocentros con el 19… Inexplicable. La faena la completaron poniendo el nombre encima del número. Y claro, eso en España se tradujo en una colección de horteradas que ensuciaron cientos de camisetas, estilo Guti Haz, que decidió ponerse las iniciales de sus hijos, o el francés Julien Escudé, que se puso en el dorsal SQD. Sin comentarios.
Toda esta crítica, por cierto, vale para aquellos dorsales legibles, ya que algunas innovadoras grafías cool se olvidaron de que los jugadores llevan un numerito en la espalda para que los aficionados podamos saber quiénes son. En este punto se abre otra vía: la comercialización masiva de equipaciones empujó a los clubes a perpetrar nuevos diseños para las camisetas, obviando la historia y tradición que las elásticas portan (o al menos portaban) consigo. Así, no solo asistimos al rediseño anual de camiseta, sino que contemplamos con horror cómo, por ejemplo, la segunda casaca de la Juventus es verde pistacho, la del Madrid llegó a portar un dragón y hasta el Barça puso sus centenarias rayas en horizontal. Ni siquiera el balón es ya blanco con ribetes o pentágonos negros. Qué va, ahora los balones son de colores, con dibujos de mierda. Y en invierno hay que jugar con una pelota amarilla a pesar de que en España hay dos partidos al año, como mucho, en los que nieva. Sobre las botas de los futbolistas prefiero no opinar. Deslizo el dato de que el año pasado algunos jugadores comenzaron a competir con una de cada color. Y no fueron expulsados de la Liga.
Alguno dirá: «Pero bueno, si todo esto enriqueció al fútbol, lo llenó de dinero y lo hizo mejorar y desarrollarse. Eres un retrógrado». Y yo diré: «Sí. Y me da igual». Añoro el fútbol subdesarrollado de antes, sin fans histéricos haciendo fotos al delantero rival después de que haya metido un gol a su propio portero, ni treinta periodistas desplazados a otro país por un partido. Sin anuncios de cremas hidratantes y bancos. Sin niños preocupados por el color de sus botas. Yo quiero el fútbol en esencia. Sin señores prostituyéndolo.
Sí, en el fútbol soy retrógrado. Y totalitarista, añado. Porque opino que el fútbol no es la vida. Que no se pueden trasplantar los ideales que aplicamos en nuestra realidad al fútbol profesional. Yo en la vida, por ejemplo, creo en la libertad por encima de todas las cosas, en los derechos individuales y humanos y en la solidaridad. En el fútbol, en cambio, apoyo un intervencionismo y prohibicionismo salvajes. Prohibiría casi todo lo que implique lucro, en pos de una competición pura, esencial, basada en el talento y capacidad de cada club para sacar lo mejor de sus chavales. Y doctrina comunista para el dinero que surja: se reparte. Si no a partes iguales, sí de una forma proporcional. Neutralizadas las tonterías con mano de hierro, volveríamos a disfrutar del deporte sin más, con jugadores a los que el peinado no les importe más que los goles (léase Dertycia o el Tato Abadía) y que no hagan anuncios de calzoncillos mientras dicen «máquina» y «monstruo» cada tres palabras. Volveríamos al fútbol con identidad. La identidad o, mejor dicho, la ausencia de ella, es otra de las claves que definen el fútbol moderno: en este caso el asunto se fue al garete un año después del Mundial de Estados Unidos, en 1995. La ley Bosman remató la faena.
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¿Qué hay de lo mío?
Jean-Marc Bosman jugaba en el Lieja belga cuando interpuso una demanda tras su fallido traspaso al Dunkerque francés que llegó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE). El fallo, favorable al jugador, tuvo un mar de fondo que revolucionó el fútbol: la defensa de Bosman planteó que debían interpretarse los artículos 48, 85 y 86 del Tratado de Roma del 25 de marzo de 1957. En este tratado se prohíbe que las asociaciones o federaciones deportivas puedan establecer en sus reglamentos limitaciones en el acceso de jugadores profesionales extranjeros ciudadanos de la UE a las competiciones que organizan. La UEFA llevaba incumpliendo la legislación treinta y ocho años. En España, por ejemplo, los clubes solo podían alinear a tres extranjeros por partido, lo que favorecía a los jugadores nacionales y dotaba de sentido a la cantera. También, claro, discriminaba a los extranjeros. En 1995 cambió todo: el libre mercado llegó al fútbol y los totalitaristas del balón nos sentimos atropellados. El balompié se convirtió en un mercadeo, en un zoco de futbolistas en continuo movimiento. Se creó el llamado mercado de invierno, la posibilidad de fichar en mitad de la temporada y empezaron a brotar como hierba mala representantes, agentes, intermediarios, agencias de representación, comisionistas, relaciones públicas… Si el merchandising había edificado la base, el fútbol negocio se culminó con el traspaso indiscriminado de jugadores. El resto de listillos a los que el fútbol les había importado siempre un bledo se unieron al carnaval al son del dinero. Todo tipo de personajes olisquearon ganancia fácil, la tomaron y huyeron dejando la esencia del fútbol podrida sin remedio. Algo que, evidentemente, les importa un carajo. Nunca les gustó el fútbol.
Se multiplicaron los fichajes sin sentido, las contrataciones innecesarias, las multipropiedades de jugadores, la especulación… Chavales que salían de Sudamérica con dieciséis años para jugar en Abu Dabi, futbolistas propiedad de un fondo de inversión incapaces de decidir su destino, equipos que fichaban a japoneses para aumentar la audiencia en aquel país, cantidades de dinero estratosféricas… Un circo que pulverizó la identidad de los equipos. Los jugadores dejaron de estar en comunión con las gradas. El fútbol perdió otra esencia, la de ser algo más que un negocio, la de que los clubes no sean simples empresas con empleados, sino asociaciones con un valor y sentimiento defendidas por profesionales que creen en ellas y alentadas por el verdadero sentido de su existencia: la masa social. Hoy, miles de jugadores vienen y van sin saber nada del club para el que compiten. Los representantes salen en las revistas del corazón y las canteras se marchitan (con honrosas excepciones) haciendo que lo poco que quedaba de sentimiento, de unión entre hincha y club, se haya evaporado. Ahora cuenta solo fichar más y mejor, tener dinero y estrellas. Todavía recuerdo cómo nos reíamos de Japón cuando nos contaban que allí los aficionados siguen a jugadores concretos y no a equipos. La «cristianización» y la «messinización» en Europa nos devuelven ahora la bofetada. ¿Qué hemos hecho con la pasión?
Con el mercadeo instalado en el fútbol los clubes se convirtieron en objeto de deseo para especuladores y millonarios. Llegaron y llegan a nuestro fútbol los jeques y «petro-ricos», que nada entienden del balón —y mucho menos de fidelidad a unos colores— y se creen que a esto se gana fichando a los que más veces salen en la tele. Exijo que no haya un solo hincha que no deteste a estos nuevos engendros, equipos que vendieron su alma al poderoso caballero en busca del éxito sin reparos.
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De la grada al sofá
Completado el negocio, faltaba exportarlo a todos los rincones del mundo y a todos los salones de España. Y llegaron ellas, las televisiones. Y pusieron la guinda al show, a la mascarada que hace irreconocible el fútbol actual. Los directivos del ente desparramaron sus millones sobre la mesa en los llamados «derechos de televisión» y los presidentes de los clubes babearon. Que nadie piense que usaron esos fajos de papel moneda para reinvertir en sus clubes, en cantera o mejoras. Qué va: lo que hicieron fue pagar más por fichajes inútiles y engordar la burbuja absurda del fútbol hasta hacerla insostenible. Todo gracias a la usura, al negocio y al ansia de hacer dinero utilizando como medio algo que, hasta no hace mucho, era solo pasión y entrega.
Con los clubes y la Liga ya sobornados, las teles comenzaron a disponer del juego a su antojo. Decidieron que, para optimizar las audiencias, no se podían disputar todos los partidos a la misma hora, arrebatándonos los añorados carruseles de los domingos. Ahora se juega el viernes, el sábado desde la mañana hasta la noche cada dos horas, lo mismo el domingo y un último partido el lunes. Les importa un carajo que los chavales no puedan ir al estadio porque su equipo juega entre semana a las 22:00 horas. O que se arruine el ambiente de un derbi porque lo pongan un viernes. Diría que el objetivo es sacar hinchas de las gradas para sentarlos en el sofá. Si no, no se entiende por qué los horarios son de locos, con partidos de Copa un jueves a las once de la noche. O por qué no se avisa hasta dos semanas antes de cuándo se juega el encuentro, mientras que en otras ligas, como la inglesa o la holandesa, dan el calendario detallado e inamovible en verano. Y aun así hay quien se sorprende por ver las gradas de los estadios ingleses siempre llenas, con tres mil hinchas visitantes. «Es que es cultural», llega a decir algún periodista deportivo al servicio de este fútbol-negocio.
Es justo decirlo. Dentro de la mercantilización del fútbol hay niveles. Inglaterra, siempre respetuosa con sus tradiciones, mantiene una nobleza para con sus hinchas, facilitando horarios, desplazamientos y precios de las entradas. Igual o parecido pasa con Alemania. Dense un paseo, sin embargo, en España. Acudir a un encuentro resulta ridículamente caro. Resuena todavía hoy en mis oídos el dato que se hizo público en los cuartos de final de la Champions 2013-14. La entrada más barata del partido Atlético de Madrid-Barcelona costaba más que la más cara del Bayern de Múnich-Manchester United. Inaudito. Recuerdo también un cruce entre el Schalke 04 y el Athletic de Bilbao. El equipo alemán ofreció entradas a los hinchas vascos por veinte y treinta euros. Los alemanes, para acudir a San Mamés, tuvieron que pagar noventa euros. Los aficionados del Schalke desplegaron una inolvidable pancarta. «Entrada noventa euros = un euro por minuto. ¡El fútbol no es sexo telefónico!».
La asistencia media a los campos de la Liga el pasado año no alcanzó el 65 %, mientras que en Alemania llegó al 91 % y en la Premier inglesa se situó en el 95 %. La Liga, dirigida por el señor Javier Tebas, no quiere espectadores en el campo, los quiere en el sillón para que las televisiones sigan pagando. Y a los pocos valientes que todavía reúnen coraje para asistir a la grada, los sangran. Sirva otro ejemplo de hace dos años. A falta de pocas jornadas para que ganase la Liga, el Atlético de Madrid visitó al Getafe, equipo cuyo estadio parece un erial en cada partido. Se preveía una visita masiva de hinchas rojiblancos, el campo por fin rebosaría vida. Ojalá. Rápidamente los directivos afilaron sus colmillos y pusieron un precio grotesco a las entradas visitantes que arruinó el ambiente. De nuevo todos al sofá, no vaya a ser que el fútbol reviva.
Y, encima, arruinados
Comentaba el presidente del Eibar, Alex Aranzábal, en un reportaje para Jot Down, que el dinero de los derechos de las televisiones debería ser, lógicamente, beneficioso para los clubes. «Pero los clubes se gastan todo lo que ganan. La televisión les da dinero para que ellos fichen más caro y paguen más a los jugadores, con lo que la situación de deuda sigue igual. Es un bucle». Aranzábal se refiere a la deuda que asola al fútbol español: el colmo, la estupidez supina. Si has arruinado la esencia y autenticidad de la competición en nombre del dinero, al menos tendrás una competición millonaria, ¿no? No.
La Liga y los clubes españoles (salvo, otra vez, honrosas excepciones) son tan ridículos y esperpénticos que se han cargado los valores del deporte y encima están arruinados. Sacrificar todo en pos del beneficio les ha hecho ansiar cada vez más y, mientras los aguiluchos se enriquecían sin mirar atrás, los clubes inflaban una burbuja que ahora no saben cómo pagar: casi todos en la ruina, jugadores sin cobrar, intervenciones judiciales, concursos, sanciones que imposibilitan fichar, denuncias… Un absurdo en el que solo los grandes —concretamente dos: Madrid y Barça— sacan tajada gracias a las audiencias. Esto ha convertido el torneo en un previsible duopolio en el que los dos coñazos de siempre se disputan todo, se quejan de todo y compran todo. También todo lo ocupan: televisiones, periódicos, tertulias, escaparates… Una generación entera de chavales a los que les gusta el fútbol tiene hoy dos opciones: Madrid o Barça. El resto se ahogan y el cadáver toma definida forma de comparsa para que el «madribarçismo» pueda seguir creciendo. Y, sin despeinarse, Javier Tebas, el director de todo este desaguisado, elige eslogan: «La mejor liga del mundo».
La mejor liga del mundo, por cierto, tiene nombre de banco. Se llama, desde hace unos años, Liga BBVA. La pérdida de identidad no es solo una idea abstracta, es una venta de dignidad en toda regla. La Segunda División es la Liga Adelante, el eslogan del susodicho banco. Nada escapa al negocio, que avanza destruyendo el fútbol a su paso. ¿Saben dónde se va a celebrar el Mundial de 2022? En Qatar. Sí, ese país del golfo Pérsico con tantísimo arraigo y tradición balompédica y en el que en verano se alcanzan temperaturas de cincuenta grados. No es una exageración. El año pasado se registraron cincuenta y dos grados en el mes de julio. El Gobierno qatarí prohíbe por ello salir a la calle en esas fechas durante el día a sus ciudadanos. Es un misterio cómo irán entonces los hinchas a ver morir a los jugadores sobre el césped. Organizar un Mundial en Qatar, digámoslo claro, es inviable. Además de estúpido. Pero el dinero manda. En concreto, quienes manejan el dinero mandan y, con decisiones como las del Mundial 2022, demuestran a las claras cuánto les importa el fútbol. Y de paso cuánto daño le están haciendo.
La Copa del Mundo no es el único torneo desvirtuado. La Copa Intercontinental es ahora el Mundialito de Clubes. Ni hablar de galas indignas como los premios de la Liga (una especie de Goya a lo —aún más— cutre) o el Balón de Oro, que en pocos años ha pasado de ser una anécdota a ser el evento por excelencia en el año futbolístico.
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Santiago Cepsa Adidas Microsoft Pepsi Bernabéu (dramatización)
El diablo también ha comprado las almas de los clubes. Camisetas sin mácula como la del Barça o el Athletic portan ahora publicidad. La del Barça, por cierto, es Qatar Foundation, el mismo país que albergará el Mundial mientras organizaciones como Amnistía Internacional siguen denunciando la sistemática violación de derechos humanos del Gobierno, que en su código penal recoge la tortura como método de castigo, por ejemplo.
Pero qué más da: dan dinero. Eso es lo que cuenta. Nadie debería levantar una ceja si mañana el Camp Nou pasa a llamarse Qatar Stadium. El Bernabéu va camino, se llamará Cepsa Bernabéu en unos años. En otros casos ya es una realidad: el estadio del Espanyol se llama Power 8 Stadium (qué precioso y entrañable nombre para preservar la tradición y romanticismo del club), el del Arsenal, Emirates Stadium, y el del Bayern de Múnich, Allianz Arena. Todos ellos cubiertos de asientos, la UEFA obliga, no vaya a ser que a algún aficionado se le ocurra vivir la pasión de un partido de pie, sin comer pipas.
Es más, todavía quedan algunos hinchas que, atención, cantan y animan a su equipo durante el partido. Se entregan a sus colores sin pedir casi nada a cambio y entienden el apoyo como una muestra de fidelidad. Fidelidad a un escudo y colores como símbolo de identidad, algo que pierde todo el sentido si quienes manejan esos códigos son ajenos a lo que significan: el fútbol moderno da la razón a quien se sorprende de que haya aficionados que animen a once millonarios corriendo tras un balón. La razón de ser de este asunto es que afición y equipo sean uno, sean lo mismo. Y puedan apasionarse sin vuelta de hoja por los mismos devenires terrenales: ganar o perder un partido. Eso es todo. Qué grandeza. Qué alivio en un mundo en el que todo es tan serio y racional.
Son estos hinchas unos extraños seres que consideran el fútbol el último reducto que la civilización les concede para dar rienda suelta a la naturaleza humana en forma de gritos, apego irracional y un folclore que solo quien no lo comparte se toma demasiado en serio. Por suerte cada vez son menos y, en España, la Liga, encabezada por Javier Tebas, ya está manos a la obra para neutralizarlos definitivamente. No descansarán hasta que todos se queden sentaditos, en silencio y, a poder ser, en casa. Que molestan menos. Los estadios, mejor, para los turistas japoneses y los millonarios rusos. Ellos sí pueden pagar el precio de las entradas.
Seamos realistas. La deriva del fútbol es imparable. Si hay posibilidad de riqueza nada ni nadie detendrá el negocio. Ocurre en todos los órdenes de la vida y es bueno para el progreso de la humanidad. El único anhelo pretendido en esta diatriba es mostrar que algunos soñamos con santuarios de autenticidad. Soñamos con preservar algunas actividades inocuas o no importantes y mantenerlas al margen de la vida real. Algunos entendemos el fútbol como una de estas actividades, un oasis en el que lo único que importe sea lo esencial, sin lucro ni negocio, una competición de alma primitiva y auténtica. Tal vez solo cuando por fin los grandes clubes-empresas del mundo acuerden hacer una liga cerrada al estilo NBA llegue nuestro momento: el momento en el que el resto de equipos regresen al amateurismo, recuperen lo que antaño les daba sentido y compitan entre ellos sin otro objetivo que la impagable gloria de vencer.
Puedes leer este artículo en El AreA
Fuente I Jotdown
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enbreveabram · 5 years
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Todo el mundo usa a todo el mundo
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“Esto se comenzó a escribir el 31 de Diciembre de 2019. Ya se acabó otro año. Dicho sea de paso”
LA NUEVA VIEJA VIDA
Después de convertirme en un maldito ludópata me di cuenta de que a la gente ni con todo el amor ni con todo el dinero se les puede tener en estado de gracia. Se les olvida que antes de ser nosotros no había nada ni nadie. Se pierde la sensibilidad. 
- ¿Qué te gusta para hoy?
- Nacionales a ganar... Scherzer es mucho mejor pitcher que Greinke. Su  efectividad en esta postemporada es brutal. Vamos de la mano de “Mad Max” Scherzer.
Ya bien decidido, me dirijo a la caja..
- ¿Cuánto paga Nacionales?
- Trae cuota de más ciento treinta y cinco
- Dame Nacionales a ganar. Mil pesos. Por favor.
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Tal vez no soy un ciudadano ejemplar ni mucho menos, pero entiendo perfectamente de qué se trata la vida después de tanto especular.
Nunca he subestimado mis hobbies, de uno u otro modo me han dado de tragar hasta hoy. 
Hablando de mi familia, siempre hemos sido un desastre. Nadie piensa en el día después. Nos amamos tanto que no nos amparamos los unos a los otros. En fin... palabras más, palabras menos. 
Voy llegando a mi casa. Están discutiendo y no se porqué. 
Cruzo a mi cuarto en línea recta. Abro mi computadora. Los Nacionales van perdiendo ¡Puta madre! No llevo ni cinco minutos en mi casa y el cielo se nubló.
Subo el volumen del juego. Tocan a mi puerta:
- ¡Sal! ¿Nó estás oyendo? 
En el partido: Adam Eaton conecta jonrón y se empata el juego ¡Vamos, cabrones! Mañana voy con una morra y ocupo dinero. 
- ¡Ángel! ¡Sal, chingadamadre! 
Si, me llamo Ángel. Me caga. Quinta entrada del partido y ya no tengo uñas. Suena el azote de las puertas aledañas. Momento cumbre del juego y de la discusión. 
- ¡Ya me voy a la chingada! 
Dos outs en la pizarra para Los Nacionales de Washington y viene a batear el dominicano Juan Soto. No se callan el hocico en la sala 
- ¡Pues saca tus pinches cosas y lárgate! 
El dominicano conecta batazo y… ¡Jonrón! !A webo! Juan Soto saca la pelota del estadio y con hombre en la antesala del home ganan Los Nacionales.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué estaban gritando? -Pregunto-
- Nada. Ya se fue. 
Desde que estoy metido en las apuestas paso más tiempo en casa. No se si esto sea bueno o malo. Eventualmente habría un cambio gradual. Casi no salgo y no me apetece. Uno inconscientemente cambia sus actividades ¿No es así?... No creo que lo haya vivido todo, pero si lo suficiente como para no echar de menos las bacanales en cualquier departamento y estar con mujeres que no saben ni porque la calentura las tiene mareadas. Ya no me gusta salir a destruirme todos los días. Tuve que conseguirme un trabajo los fines de semana para despejarme un poco de tanto pasar horas como imbécil checando estadísticas y tendencias de partidos en la computadora hora tras hora.
TODO EL MUNDO USA A TODO EL MUNDO
Salí con Piernas (vamos a llamarla así) al día siguiente de que ganaran Los Nacionales. Piernas es una mujer fascinante. Amo la manera en como piensa, la sutileza con la que trata a la gente, el olor a ese jabón que se le empapa en los hombros cada que sale de bañarse, la manera en cómo saca la lengua cuando sabe que la estoy mirando; entre muchas cosas más, pero sobretodo sus piernas. Imposible no llegar hasta su entrepierna a besos con fervor cada que me deja hacerlo.
- ¿Qué hiciste ayer? ¿Fuiste al casino? Desde que no tienes celular ya no tengo a donde marcarte.
- Nada. Fui a dejar un pedido de café y ahí me quedé platicando. Todo bien. 
- No eres bueno para mentir ¿Sabías?
- Relájate. Cada quien se gana el dinero como quiere, y con eso me basta y sobra para invitarte a salir y comprarte estos aretes azul violáceo que, por cierto, no se si exista ese pinche color.
- Disculpa, tuve un mal día en el trabajo ¿Y eso que querías salir?
- No es nada, solo quería platicar contigo. Todo bien. 
Tenía rato sin ver a Piernas, tanto que parecía una persona extraña. No le puse mucha atención a eso, todos tenemos buenos y malos ratos. Y a veces no somos capaces de disimularlo.
Piernas ha estado algo distanciada desde ese día. Hay días en que he querido invitarla a algún sitio, talvez a un café o a tomar unos mezcales. Solo quiero charlar con ella, con suerte me deje acariciar sus piernas. 
Escuchar a las mujeres y darles toda la atención son de las cosas más hermosas de esta vida. El imbécil que se la pasa insultándolas y repitiendo como simio acorralado “quién entiende a las mujeres” es el mismo imbécil que consigue sexo sin pagar cada año bisiesto. Recuerden que la mujer es el centro de atención, díganles detalles lindos  y siempre mirando a los ojos, ellas siempre quieren la verdad con seguridad, y eviten ser el borracho de las fiestas, no buscan al ser más desagradable. Se los dice el idiota que ya cambió el chip.
COMPROMISO
Ya es la una de la mañana, se acaba de terminar el último partido de basquetbol. Hoy tocó perder. Lo entiendo, así es esto. Ya pasé por la etapa de hacer berrinches y lloriqueos después de cada derrota. Ya aprendí a amarrarme los huevos, hacerles un moño y entender que no siempre se gana. Mañana será otro día. Hay que empezar a analizar los próximos juegos (si, a la una y media de mañana). Tengo sueño pero no me puedo dormir, mañana hay juegos a temprana hora y tengo que verlos. ¿Si veo los juegos voy a ganar mis apuestas? ¿Va a repercutir en algo el hecho de verlos? No lo sé, pregúntaselo a tus creencias. Guarda silencio y ve a preparar café. (Sí, ahora hablo conmigo mismo.)
- ¡Buenos días, flaco! Quedaron campeones los Nacionales. La sufriste gacho ¿Verdad? 
- Buenos días. No, ya sabía que iban a ganar. Es mas, ni lo vi. 
- ¿Qué vas a meter hoy?
- Me gusta Tigres a ganar y las altas en el juego de Rayados. Ya regresó El Turco a dirigirlos.. 
- Hoy entró una cajera nueva ¿Ya la viste? Tiene cara de que se la come toda. Cotorreala ¿O tienes vieja?
- ¡Jaja! No. Ahorita no tengo tiempo para salir con mujeres. Primero hay que hacer billetes. 
¿Y Piernas? ¿Ya no es una mujer fascinante? Si lo es, pero no voy a andar gritando a diestra y siniestra sobre las mujeres con las que salgo ni con las que me enredo. Eso es una bajeza. (Si, otra vez hablo conmigo mismo.)
- Me das Tigres a ganar y over de goles en Rayados. Por favor.
- Si, permiteme. 
- Eres nueva ¿Verdad? 
- Sí, entré hoy. Así que dame un segundo, no le entiendo muy bien al sistema, todavía. 
- No te preocupes… Ha de ser extraño trabajar en un lugar donde vienen puros hombres ¿No crees?
- La mayoría ni sabe que existo, se la pasan viendo las pantallas ¡Jaja! Aquí tienes.
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Hoy voy a salir con Piernas. Iremos al estadio de béisbol. Otra vez luce fantástica. La veo y es como si fuese la primera vez. Lleva puestos los aretes que le regalé. Le apostaría a que no existe el color azul violáceo, pero no le gusta que apueste. Quiere que la salude con un beso en la boca, es muy obvia viene sonriente y acaba de remojarse los labios. Que raro, nunca hace eso. Siempre nos besamos solo cuando estamos totalmente solos, y estoy de acuerdo con eso. Así funcionamos. 
- Tengo hambre. Compraré un hotdog ¿Quieres uno, Abraham?
- No, gracias. Estoy bien.
- ¡Jaja! Estoy bromeando. No comes carne ¿Cierto? Lo supuse por el tatuaje en tu brazo. 
- ¡Ah! No, no, no. No es por eso. Tienes razón, no como carne, pero lo del tatuaje es algo más hippie. Supongo.
Esta es la primera vez que invitan a Los Sultanes de Monterrey a participar en la liga del pacífico. Son un asco. Siempre hay que apostar que van a perder en esta liga. En esta ocasión van perdiendo como por cinco carreras.
- Abraham ¿Quieres ir a mi departamento?
- Me hubieras dicho que te aburría el béisbol ¿Quieres ir a otro lado? Vamos a Topaz a echar cheve, si quieres, igual y está M.P. para cotorrear como la vez pasada. Se puso cool ese día.
- Me refiero a estar a solas… ya sabes. Me entiendes ¿Verdad?
- ¡Ah! Va, va. Por supuesto. Si, claro. Va, va. 
Nunca he sabido entender a detalle las indirectas o señales, prefiero la sinceridad. Ni siquiera me terminé la cerveza. En la vida hay que saber priorizar. 
Tengo que admitir que en ese momento pasar mi lengua por su entrepierna era lo que menos esperaba. La última vez que Piernas y yo nos vimos no quedamos del todo bien, pero en fin, como ella dice “todo el mundo usa a todo el mundo”. Y no es que esté mal, poco a poco lo voy entendiendo. Nadie es el dueño de nadie, nadie tiene que decirte que hacer y qué no; efectuar cosas en algún momento y por algún instinto no te hace cambiar como persona ni cambia de golpe tu trato con la demás gente. No tienes porque estar atado a algo o a alguien y que tu vida dependa de lo que hay en su mochila. ¿Será mi miedo al compromiso? Talvez, pero nunca he estado tan seguro. Estamos para usar y ser usados. Es nuestro rol y hay que aceptarlo dignamente, eso hará que realmente exista la asepsia entre las personas. Perdón, pero parece que nadie quiere pormenorizar este tema. 
BUSCANDO HACER ASEPSIA
Ya tengo un buen rato de no ver a mis amigos. No sé cuando tiempo he estado en casa. No quisiera ser egoísta con ellos. Para mi fortuna, A.B. me acaba de invitar al Buffalo Wild Wings a ver un juego de fútbol, la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Flamengo. A.B. le apostó a que River queda campeón. No se si ir o no, hoy también juega
Rayados, están obligados a ganar para clasificar y juegan de locales. Claramente tengo que apostar mi dinero en ese partido. 
De momento recordé que por ese restaurante está el casino Winland. Así podré matar dos pájaros de un disparo. 
- ¡Ya compra un celular, cabrón! Ya viene para acá también A.L.
- ¡Jaja! Así estoy bien, A.B. Me concentro más en lo que tengo que hacer.
- Pinche vato neandertal. ¿Cómo andamos en las apuestas?
- Bien, todo bien. Ahorita voy a ir aquí al Winland a meterle unos centavos a Rayados.
River perdió, y que bueno. Como buen simpatizante de Boca Juniors tengo que odiar deportivamente a River. 
Ya extrañaba cotorrear con los compas. No parece que dejé de hacerlo por mucho tiempo, pero siempre es bueno estar con la gente que estimas.
- Ahorita vengo, weyes
Salgo del lugar y cruzo la avenida Alfonso Reyes para llegar al casino. Entro y veo las hojas con las líneas de los partidos. Ya tenía rato sin venir a este casino, las cajeras ya no son las mismas y hay demasiada gente. Me gusta más al que siempre voy
- Hola, Tía ¿Cómo ha estado? 
- ¡Qué milagro, mijo! Hace mucho que no te veía aquí
- Ya sé, pasa que volvieron a abrir el casino Gran Palacio y me queda caminando de mi casa. ¿Qué va a meter hoy?
- Qué bien. Pues, no sé, a lo mejor al basquet y a Rayados
- Al parecer todos vamos a ciegas con Rayados. Déjeme meterle de una vez porque ando aquí en el Buffalo con unos amigos. Suerte, Tía. 
La Tía es una señora mega apostadora que siempre está en ese casino. Me cae muy bien. No tanto su hijo, es medio altanero. Pobrecito. Por eso no gana ni en las canicas.
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- Buenas tardes. Rayados vs Atlas: Rayados a ganar en handicap. 
- Ok. ¿Cuánto sería?
- Ochocientos pesos. Porfavor.
Terminé de platicar con estos weyes y me fui al trabajo.  
Las apuestas en cualquier rubro de la vida son el mejor y más desconsiderado invento homogéneo. Solo tienes de dos sopas: o ensamblas tu camino para ganar, o sigues siendo un ser miserable que deja todo al azar repitiendo que “es el destino”. Apostaría sus vidas en un juego de los Yankees con Gerrit Cole como pitcher abridor si fuese legal. Ya les dije en que apostar ahora que comience la temporada de las Ligas Mayores de béisbol. Los llamados Bombarderos del Bronx hacen que uno gane sin mayor dificultad. 
Recuerdo lo imbécil que era cuando comencé a apostar en los deportes. Apostaba en lo primero que veía, algo semejante al típico guey que le tira la onda hasta a su mamá y termina en su cuarto pagando por ver lo mas nuevo en el mundo del porno. Hablando de la industria de las tetas de plástico (no tengo nada en contra de las tetas de hule, a mi me gustan, pero prefiero la suavidad y la dulce caída de los senos orgánicos) ¿Se han detenido a observar cuánto daño le hace la pornografía a los weyes que besan más a su abuela que a las mujeres de su edad? Esto ya se ha vuelto un problema para los masturbadores crónicos, creen que los pechos de las féminas deben ser de tamaños descomunales como las de su actriz porno favorita. Bienvenidos al mundo real.
IMPLOSIÓN
Ya se acabó la temporada de béisbol de ligas mayores y estoy perdiendo a lo estúpido por apostar en el fútbol sabiendo que es mi peor deporte. 
Llevo días tratando de hallar la manera de como mejorar mi efectividad en el fútbol de aquí a que comienza el béisbol. Cambiar de estrategia. A diferencia del fútbol, el béisbol es un deporte mucho más estadístico, y solo dependes en un 85% de un solo jugador: el pitcher. 
En el béisbol el pitcher viene siendo algo así como la mera verga. Obviamente hay unos mas vergas que otros. 
Fui a casa de Piernas porque como ya es costumbre, en mi casa no puedo pensar a gusto.
- Piernas ¿Estás en tu casa? 
- No. Estoy en el trabajo ¿Por?
- Quería saber si me dejas hacer unos pendientes ahí en tu casa. Pasa que aquí en la mía no me puedo concentrar.
- Si, está bien. Nada más lleva algo de cenar porque no tengo nada y traigo mucha hambre. 
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Llegué al supermercado a comprar cosas para hacer una pasta para la cena. Las pastas son mi hit en la cocina. En específico la arrabiata. Es la pasta más sencilla, difícil de preparar.
- Oye, me está mandando mensajes un compa. Quiere que vaya a su casa a echarnos unas cheves. Se siente mal por lo de su papá. 
- Qué mala onda. Pues, dale
- Mañana vengo por la computadora ¿Va?
- Sí, aquí voy a estar
Siempre puedes modificar la estrategia para lograr el objetivo final. En cualquier aspecto de la vida. Si se te antoja barrer, se el/la mejor barrendero/a; si te gusta pintar, ve y rayate hasta las nalgas; si quieres ser el/la más huevón/a, ve y duérmete como res muerta durante todo el puto día. Haz lo que quieras hacer, no lo que debas de hacer. Y si no encuentras la estrategia, relájate. Total… TODO EL MUNDO USA A TODO EL MUNDO.
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pruebopruebapruebe · 5 years
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2019: En retrospectiva, lo haría todo igual*
“No es que no me gusta quien soy, es que no me gusta quién soy y eso es lo que quiero cambiar, no quién soy”.
Empecé el año solterx para ocuparme de mis problemas, con una agenda con ideas para analizar y regresando en cuerpo y alma a la casa de mi viejo, a tener flashbacks horribles a cada rato. Eran los primeros días de febrero y me dije que, por qué no, haría un rewatch de Hannibal. Lo haría bien, desde el inicio, poniendo harta atención y buscando los términos que no conociera.
Sólo iba por la ship, pero Will me era tan… relatable. Pensé [articulo ahora]: si pudiera verse en el exterior lo que hay en mi mente, luciría como Will, ¿qué fue lo que dijo al principio?, “mi lugar en el espectro está más cercano a los aspergers y autistas que a los sociópatas y narcicistas”. Y odia que le psicoanalicen, no es una persona agradable cuando lo psicoanalizan [como yo].
{Mi vida está llena de forshadowing}.
Entonces llegó el 1x11 (creo) y Gideon dijo “I don’t know if I will ever be myself again. I don’t know if I’ve got any ‘self’ left over” e ”It’s hard to be with another person when… you can’t get out of your own head”.
[Me da algo de cuco que las obras de ficción que reviso me influencien lo suficiente para que mi personalidad cambie con ellas porque me hacen ver cosas de mi vida de otra manera, ¿pero no es ése, acaso, el fin último de una obra? Y veía articuladas tantas ideas que me resonaban, que no pude articular unidas al mismo tiempo frente a profesionales en que no confías y a los que no puedes entregarte, ¿cómo hacerlo? Cómo articular: siento que algo me falta y no sé qué es, no sé qué pieza me falta para completar mi identidad y que tome forma, no puedo ver esta masa como alguien con identidad y drive y existencia, he conversado con amigxs y desconocidxs, lo he analizado sobrix y drogadx, he estado solx y acompañadx, quiero pertenecer y crear lazos y me cuesta, no puedo, y aunque esté allí presente no me siento conectadx, y no puedo disfrutar del grupo, la paso mal, me siento humilladx, me siento tontx y fuera de lugar, en un ambiente hostil, ¿por qué todxs pueden hacer su vida en este mundo de mierda menos yo? No sé si alguna vez he estado realmente enamoradx, a veces dudo de tener la capacidad de enamorarme como se debe, como corresponde, por más empeño que le ponga. Me desagrada tanto que me llamen “loquillx” o similares cuando he dicho algo normal. Quiero pensar que son iguales a mí, que vivimos este mundo de la misma manera, que sentimos estas emociones, que tenemos las mismas dudas y preocupaciones, ¿cómo lo hacen para ser tan naturales al hablar, al desplazarse, al opinar, al estar en público sin hacer nada? Quiero llegar a ese estado de maestría, pero lo he intentado e intentado y no puedo, ya hablar de diferencias razonables no me alcanza, ¿por qué son tan fuertes, capaces e inteligentes? Por qué soy tan débil, incapaz y estúpidx. Me dicen que el mundo está lleno de imbéciles, ¿pero no es muy narcisista pensar que todxs lxs demás están equivocadxs menos tú? Y no quiero lucir narcisista… y preocuparse de esas cosas es narcisista, me preocupa tanto que me miren, que me vean, que me rechacen, y estoy cansadx, estoy exhaustx, vengo todas las semanas religiosamente y siento que mis problemas están en el fondo de un lago y en estas sesiones sólo removemos la superficie, ¿por qué no me dice mejor lo que piensa de mi cabeza en palabras técnicas? ¿No sería mejor mi colaboración si sé sobre qué premisas estamos trabajando? Tengo miedo de convertirme en lo que odio. Tengo miedo de compartir mis pensamientos y sentimientos. No me gustan mis emociones. He trabajo por años para evitarlo, pero no importa cuánto avance, vivo con rabia y vergüenza por mis recaídas y comportamientos agresivos, violentos, odio que siempre quedarán en la memoria de alguien, o peor, en la memoria de alguien que me lo recordará, que me felicitará por lo mejor que estoy, odio cualquier implicancia de que antes estuve visiblemente peor o en un mal estado, siento que podría matar a alguien por borrarle sus recuerdos míos. No soporto la pena, pero a veces un algo superior a mí toma control y dice “no más, basta, se acabó, a partir de este momento eres unx perrx y sólo importa salir vivxs de aquí” y hago de tripas corazón y aunque en mi mente pienso con calma y lógica las consecuencias de mis acciones y el daño que le estoy haciendo a otra persona, mi cuerpo actúa igual, mi mente me dice que nos dolerá, pero es necesario, que aguante, y a veces es por rabia y me pregunto si acaso conozco otra emoción que no sean esas dos porque aunque me ven alegre por dentro estoy destrozadx y no sé por qué y la ayuda que me dan no es suficiente, no sé si sé cómo se siente amar a alguien, no sé si sé cómo se siente estar enamoradx, hay muchas cosas que no sé si sé cómo se sienten y las pregunto y la gente no me da una respuesta, y quiero saber para comparar, porque tengo esta idea que no hemos explorado, ¿qué tal si realmente percibo cosas de manera distinta a la gente normal? Mientras más pienso esta idea más forma tiene, pero me da miedo decirla porque implicaría que me volví loca, o que siempre lo he estado y por eso nunca me di cuenta, porque lo cierto es que vivo en mi cabeza porque no me hallo en el mundo].
[Cómo decir: es mi último intento, ya no doy más, el cansancio me supera, tengo este último poco de energía y si esto no funciona… Entonces me rendiré].
También anoté otras frases que me resonaron de la serie: All sense of who you are has been distorted by your illness y I desmantle who I am and I move it brick by brick y también you are waking up to who you are. That’s all you need to understand, entre otras. Hay muchos diálogos que prácticamente ejemplifican cómo se vive/luce/actúa alguien con una enfermedad mental y/o neurodivergencia [cuando ya sabes sobre relaciones narcisistas, puedes ver los hilos y la serie se vuelve mucho más interesante].
Así empecé las sesiones en mi mente. Diarias, en cada momento que se pudiera, investigando y aplicando en mí mismx. Incluso construí, finalmente, mi propio espacio físico mental, un lugar firme, sereno, al que regresar. Mi propio hogar en mi mente, donde mi niñx interior pudiera estar protegidx.
[Hablar de niño interior suena patético, pero funciona].
Creo que el enorme desgaste que sufrí el primer semestre se debió en gran parte a ello. También creo que fue lo que me mantuvo andando. Sea como sea, empecé a tener… problemas que antes no tenía. No podía procesar cambios rápidos e imprevistos, mi desplante frente a conocidos se redujo de manera considerable, no podía discernir si me decían la verdad o mentiras y bromas, empecé a rascarme la cabeza hasta hacerme daño y -el que realmente me asustó- era incapaz de mirar a los ojos a mis amigos. Sentí que me acercaba, día a día, hacia la locura, y no le hallaba una explicación.
Dejé que mi psiquiatra supiera de mis autosesiones, un poco. Que fuera corroborando mis conclusiones. Tomé hora con un psicólogo para reactivar mi memoria, mis conocimientos previos sobre los que mi yo actual construyó su conocimiento actual. A pesar de ir sesión a sesión, no sentí que le tomara el debido peso a lo que le decía. Me fui soltando y sesión a sesión llegaba con lo que debió lucir como saltos de información, hasta el punto en que, cuando le pedí tareas, me dijo que no me las daría porque ya pensaba demasiado y muy rápido. 
Guardé páginas en marcadores, guardé los videos que me interesaron en una playlist. Revisé testimonios de gente, busqué en redes, me informé de artículos y blogs, y sitios oficiales con información científica y cuentas medio esotéricas con conocimiento popular. Lloraba en el metro y recopilaba información en cada momento libre que tenía y tomaba de mis clases los conceptos y áreas que me servían para entender el aprendizaje y el desarrollo infantil y adolescente.
Ya de antes traía un poco de bagaje: funcionamiento de la depresión, posibles motivos biológicos, tratamiento y cómo funciona. Ansiedad y las reacciones que provoca en el cuerpo, adrenalina, trauma, estrés postraumático, flashbacks y triggers y poco más, más que nada porque el asunto era lidiar con las emociones, calmarlas, acompañarlas, entender de dónde venían, qué las activaba, etcétera, pero ahora mi intención no era sólo informarme para entender, sino informarme para utilizar esa información.
Abuso y sus secuelas, señales, mecanismos, tipos de abuso, subtipos de abuso, cómo sanarlo, cómo aproximarse al tema, cómo tomarlo y mirarlo y analizarlo. Cómo funciona, cómo se vive. Tipos de terapias y sus mecanismos. EMDR. Qué esperar del paciente, cómo ayudar al paciente, cómo reaccionar si tu paciente te dice esto o aquello [”qué significa que mi paciente piense muy rápido”], qué puede señalar. Parentalización, gaslighting, alienación, golden child, scapegoat, black sheep, pensamientos circulares…
Empecé a separar. Esto que siento, ¿de dónde proviene? ¿Qué lo explica? El PTSD encaja, y he hecho enormes avances, pero quedan este montón de cosillas que no vienen de allí, aunque puedan parecerse. Luce como abuso, podría ser abuso, pero luce como un tipo específico de abuso cuyas particularidades no logro encajar con precisión a mi caso.
Había perdido la pista. Seguí investigando y aplicando, pero no era por allí la cosa. No sabía por dónde meterme a mirar.
Bueno, me dije. Es hora de dar un paso atrás. Analizar mis experiencias de vida con esta nueva información, para rescatar aquellas cosas cuyo inicio no estaba en el trauma.
“Sé que en algún momento alguien me dijo que yo también tenía déficit atencional y sé que corre en la familia. Mmmm… podría ser un buen punto de inicio“. Lo fue. Encontré patrones en lxs individuxs de la familia, de distintas generaciones. Explicó muchas más cosas, pero no todo.
Luego llegó Good Omens y me di un alto, incluso volví a visitar a mi viejo. Necesitaba recopilar más evidencia para analizar bajo el nuevo paradigma y ver si éste se sostenía o no. Además, debía hacer el mismo ejercicio con aquellas cosas que atribuí al PTSD/ChildofNarcissistic[Step]Mother, por supuesto. Just to check everything was rightfully in it’s place before the storm.
Con Good Omens vino finalmente el “acepta tu queerdad interna y déjate de webiar si sabís que erís no binarix y asexual no weí más”. Se lo dije ebrix a mi viejo una noche, junto a todas las demás cosas que tenía que decirle. Y luego con calma. Para poder cerrar el ciclo del PTSD y del CoN[S]M. Or at least to save the progress.
Luego vino cachar gracias a Aziraphale que el susto que tuviste durante la clase sobre neurodesarrollo ante la prueba flash para autismo fue justificado. Porque resulta que sí, eres autista.
[Por supuesto, luego vino tratar de que me creyeran, soportar la segunda práctica, el estado de sitio, el estallido social].
Fue agotador. No terminé el intensivo.
Encontré mi última pieza. 
Estoy listx para rendirme.
31XII2019
*Casi todo igual. Dejaría el segundo semestre antes de perder a mi amigx.
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raulcardos · 5 years
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Hasta siempre, Cruz Azul
Nací el 10 de enero de 1968.
Justo en esa “primera temporada de mi vida”, la 68-69, aunque yo no tenía ni idea de lo que era el futbol, el Cruz Azul ganó su primera liga, que se convertiría en un bicampeonato en la 69-70.
De alguna u otra manera, supongo, yo estaba destinado a irle al Cruz Azul. Y el Cruz Azul, a hacerme feliz. No recuerdo siquiera cuándo me empezó a gustar el futbol. Digamos que lo amo desde que tengo memoria y que soy fanático del Cruz Azul desde que tengo memoria.
Crecí en la década de los 70’s y si bien no tengo en la memoria esos primeros dos campeonatos, si recuerdo al Cruz Azul tricampeón del 71-72, 72-73 y 73-74 y por supuesto, al bicampeón del 78-79 y 79-80. Con ese equipo viví mis primeros años, buena parte de mi infancia. Recuerdo ir al estadio Azteca con mi papá o con mis amigos y los suyos. Recuerdo perfecto al Gato Marín, con sus shorts de tenis y sus sweaters de rayas. A Quintano, Sánchez Galindo, Fernando Bustos, Héctor Pulido, Nacho Flores, Jara Saguier, el Wendy Mendizábal, Rodolfo Montoya, Adrián Camacho, en fin.
El Cruz Azul me acostumbró a ganar: 7 títulos en mis primeros 10 años de vida, el mejor portero de la liga, un equipo poderoso, atractivo, ganador. No entendía cómo alguien podía irle a otro. Vino después una gran sequía, de 1980 hasta 1997, en la que perdimos 4 finales, sí. Pero como bien dicen, con los colores hay que estar en las buenas, en las malas y en las peores, así que ahí estuve, siempre. Feliz con los triunfos y triste, muy triste con las derrotas. Aguantando, apoyando, queriendo. Siempre pensando que ese equipazo con el que crecí volvería a serlo algún día, sin duda. Después de todo, si en solo 10 años había ganado 7 títulos, sería solo cuestión de tiempo.
Y llegó el título de 1997. Un final épico. No pude ir a León pero lo recuerdo perfecto. La imagen de Hermosillo con el rostro ensangrentado anotando ese penal no la voy a olvidar jamás. Lloré. Sí, lloré de la emoción, por el campeonato y porque estaba seguro de que ese gran Cruz Azul estaba de vuelta, de que ése sería el primero de mucho más por venir, el primero de otra racha histórica.
Lo que no sabía, es que esa racha sería histórica, sí, pero por la cantidad de finales perdidas y la manera en la que las perderíamos todas. Viendo hacia atrás me queda claro que ese gol del Pachuca en el Estadio Azul en la final del invierno 99 fue un claro aviso de lo que vendría después. El subcampeonato en la Libertadores en el 2001, perdiendo en penales después de ganarle a Boca en su estadio, la manera tan increíble de perder contra Toluca en el 2008 y ni qué decir de la derrota contra el América en el 2013. Recuerdo perfecto que estaba en la sala de espera del aeropuerto a punto de salir a Madrid. Recuerdo que fui el último pasajero en abordar el vuelo, cuando al medio tiempo ellos tenían un expulsado y nosotros íbamos arriba en el marcador. “Ya está”, pensé, “llegando a Madrid festejo”. Y llegando a Madrid llamé a mi mujer que no sabía cómo explicarme lo sucedido. Me senté a llorar en el piso en pleno aeropuerto. La gente debe haber pensado que se me había muerto alguien, no sé.
Así ha sido más o menos mi historia, tan parecida, supongo, a la de muchos fanáticos que han crecido queriendo tanto a esos colores. Irle al Cruz Azul es lo más bizarro que puede uno hacer. Es como querer a una mujer que sabes que te va a lastimar una y otra y otra vez, pero que es a la vez increíble. Es tener una coraza, aprender del fracaso, hacerte amigo de la frustración, entender que todo lo malo es posible y que si algo increíblemente inverosímil puede pasar, va a pasar. Es entender perfectamente eso de que “el último minuto también tiene 60 segundos” y que esos 60 segundos son una eternidad que siempre te jugará en contra. Es caer y levantarse, solo para volver a caer y volver a levantarse. Una, otra y otra vez. Aguantar las burlas a un grado en el que ya ni siquiera duelen. Sufrir. Aprender a sufrir, sí.
Quienes le vamos al Cruz Azul somos amigos muy cercanos del sufrimiento porque en el fondo sabemos, o queremos pensar, que la vida no puede ser tan jodida tanto tiempo. Que “ya nos tocará la nuestra”. Que las cosas van a cambiar. Jugadores van y vienen. Entrenadores también. Nada nos asusta y nada nos sorprende ya. Hemos visto de todo.
O al menos eso pensaba yo. Pensaba que ya había visto de todo cuando, hace poco más de un año, leí que el equipo había contratado a Ricardo Peláez como director deportivo. Ricardo Peláez, sí. Ese Ricardo Peláez que estaba en el América años atrás cuando nos arrebataron la ilusión. Me pareció extraño, sí, pero no me sorprendió porque, como dije, si le vas al Cruz Azul ya nada te sorprende.
“Es la primera medida realmente distinta que he visto en años”, pensé. Y me pareció una buena medida. Es difícil saberlo, pero sigo pensando que Peláez le iba a cambiar la cara al equipo, a la institución. Pienso que el título estaba cada vez más cerca con él. Pienso que hubiera sido increíble que lo dejaran trabajar, que lo dejaran decidir, que lo dejaran traer a Mohamed si era ésa su apuesta. Pienso que estábamos a nada de cambiar para siempre.
Pero después pasó lo que pasó. Como en un guión de Club de Cuervos, aparecieron en escena esos dos personajes detestables, Victor Garcés y Alfredo Álvarez. Y me di cuenta, en unos minutos, solo con ver al primero hablando en la tele, que no, el Cruz Azul no ha cambiado ni quiere cambiar realmente. Me di cuenta de por qué ha pasado lo que ha pasado durante todos estos años. Me di cuenta de que esa grandeza que viví, esos colores de los que me enamoré, son solo un espejismo. No existen. No están. No más. No son los jugadores los culpables. Tampoco Siboldi, el nuevo técnico. Es más, puede ser que Siboldi los haga campeones. Lo dudo mucho, pero puede ser. Pero lo que vi, va más allá. Mucho más allá. Me di cuenta de que llevo toda mi vida apoyando a un equipo cuyos dirigentes, desde que murió el padre de los Álvarez, no están interesados en el futbol, ni mucho menos en la afición. No entiendo como un tipo como Billy Álvarez escucha a un imbécil como Garcés hablar como lo hizo y no lo echa en ese instante y le pide disculpas a Peláez pero sobre todo, a la afición. No lo entiendo, pero por eso entiendo perfectamente todo lo que pasa y todo lo que ha pasado.
¿Por qué, Cruz Azul?, ¿por qué te empeñas en hacerle cosas así a tu afición?, ¿no nos has visto llorar ya bastante?, ¿no te es suficiente emocionarnos año con año, vernos gritar, creer, confiar, para después terminar como siempre, dolidos, decepcionados, derrotados?, ¿no ves cómo te queremos, tantos, desde hace tanto?...
“Hagamos un fondo entre muchos, tratemos de comprar al equipo”, me han dicho Azules de cepa como yo. 
“Raúl, regálales una campaña, algo que les ayude a recobrar identidad, carácter, algo que les haga darse cuenta de la grandeza de los colores que representan”, me han propuesto también muchos, muchísimas personas.
“Lo haría, y gratis, si sirviera de algo”, respondo siempre.
Pero después de escuchar a ese imbécil de Garcés, que todavía no entiendo por qué carajo reapareció o qué poder tiene en el equipo, me doy cuenta de que todo es inútil.
Así que hoy, casi 50 años después, me voy. No más. No puedo más. Aguanté de todo, viví de todo, apoyé siempre. Lloré, peleé, discutí, todo. Pero ya no más. Pensé que lo había visto todo, pero no algo como lo que pasó esta semana.
Sí, sé que tal vez soy solo “un aficionado”. Sé que a la directiva le da lo mismo. Es más, sé que ni siquiera se notará mi ausencia, pero no me importa. Quiero ser congruente conmigo mismo y para mí es importante cambiar. Como sé que tal vez si tú que me lees y que también le vas al Cruz Azul y te sientes igual de avergonzado, decepcionado y traicionado como yo decides hacer lo mismo, tal vez mi voz y tu voz sean las de muchos más y tal vez, quien sabe, finalmente pase algo.
Ni un partido más. Ni un boleto más. Ni un jersey más. Nada. Se acabó. No los veré ni por la televisión. El Cruz Azul podrá ser tricampeón otra vez con el imbécil de Garcés y Alfredo Álvarez al mando, me da igual. Mientras ellos estén ahí, mi apoyo se acabó. Ojalá algún día el equipo se venda. Ojalá. Solo así podrá volver a ser grande. Pero sobre todo, solo así podrá volver a ser respetado. Hoy el Cruz Azul es el hazmerreír de la liga. Una institución que, al menos a este aficionado, le da vergüenza. Mucha vergüenza. No más.
Gracias Cruz Azul por todas las alegrías que me diste. En verdad siento mucho ver en qué te han convertido esos idiotas. Suerte en lo que viene. Ojalá nos volvamos a cruzar en otras circunstancias.
Por lo pronto, yo me bajo del tren. Hoy tienes un aficionado menos. Solo uno menos, sí, pero uno que te quería de verdad.
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