Tienes que aprender que no puedes salvar a todo el mundo, que de vez en cuando necesitarás soltar su mano para salvarte, y eso no te convertirá en una mala persona.
Miro las cascadas congeladas que abandonaste, palpo sus ásperos torrentes cristalizados y el hueco a la orilla en donde nos sumergimos a medio cuerpo; era nuestra laguna, alguna vez calentada por el sol y el azufre de tus pensamientos.
Días como hoy me doy cuenta de lo afortunados que podemos ser; hay personas que nos admiran y que reconocen nuestros esfuerzos; saben por lo que hemos pasado y podemos llegar a ser inspirador en sus vidas. Uno anda como si nada y para otros podemos ser un todo.