Tumgik
#volví en forma de chapa
xp-factor · 1 year
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Así lo dijo el canon mijo
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chycho · 4 months
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TIC TAC
 “Yo no voy a poder” es la frase que me acompaña desde que soy muy chico. Aún no le encuentro el porqué ya que creo que en mi casa siempre me motivaron y me consideraron una persona capaz. Puede que solo de la boca para afuera mientras que sus actos y expresiones no dijeran lo mismo, o que sea causa externa, vaya a saber el motivo, pero la frase está y aparece, y calculo que seguirá apareciendo. Pero, siempre hay un pero por suerte, la encontré y ahora la puedo escuchar cada vez que aparece y se que es.
Saber que es no se refiere a saber de donde vino, quien la puso, ni como sacarla, pero se que es inofensiva de alguna forma, molesta pero inofensiva.
Hace poco se me ocurrió una metáfora, comparación o buscaré como se dice, quizás es analogía, para poder explicar que me generan estas 5 palabritas.
Me imagine manejando un auto, sin poder bajarme ni entender nada de mecánica, pero sí manejando. A medida que avanzo escucho un ruido, y si acelero y comienzo a ir más rápido ese ruido se hace más fuerte. Es preocupante y prefiero desacelerar y frenar, y cuando lo hago me doy cuenta que el ruido desaparece. Vuelvo a intentarlo y otra vez ese tic tic tic que me hace pensar que el ruido me puede llevar a romper el auto, o peor aún a un accidente que termine con mi vida, toda una tragedia. ¿Me siguen?. Ante esa duda prefiero avanzar pero lentamente, con ese tic cada vez más despacio veo que el auto se mueve y esta todo bien. El problema es que voy muy despacio, casi como detenido. si me bajo llego antes. De golpe una subida, y se que si no acelero no la paso. Me encomiendo al que sea y ruego que ese tic tic soporte lo justo y cuando la termino escalar, aliviado de ya no tener esa carga, aunque la verdad ni recuerdo como lo hice, como pude soportar ese tic tic, solo tuve que hacerlo, no fue tan grave ni difícil, paso, nada se rompió y ahora vuelvo a mi caminito normal.
Estos momentos se repiten y la dinámica es similar, en algunos casos logro encontrar caminos alternativos para evitar exponerme a tic tic ruidosos y frecuentes, otras menos consigo alguna grúa que me lleve hasta otro punto, o quizás espero que pare la tormenta y paso cuando haya sol. Obvio que esto lleva tiempo, preocupación, angustia, y no es agradable para mi.
Un día pase por un camino de pasto y el tic desapareció, estaba relajado y no me di cuenta, y pude acelerar tanto como mi auto daba. Quiero decir que mi auto puede andar rápido, bastante, pero nunca lo exigí por ese bendito tic tic. Volví al asfalto y volvió el tic, ya que iba despacio, como siempre, me anime a ir un poco por la banquina, y se fue, volví y volvió, pasto y nada. Ahí me di cuenta, ahí algo me dijo que ese ruido es algo que está pegado en la rueda. Será una piedrita, clavo, chapa, vaya a saber quien me lo puso, quien generó esa rueda ruidosa, pero es solo eso.
Desde ahí entendí que ese ruido va a estar durante todo el camino, que el “yo no puedo” va a aparecer a pesar que lo intente tapar con frases inteligentes como “yo puedo”. Creativo me dicen.
Que aparezca y sepa que no me va a romper el auto, que no me va a hacer chocar, que no va a generar un problema, me permite acelerar. Puedo ir a la velocidad que yo quiera, ahora si soy yo quien controla la máquina, con los riesgos que eso implica claramente.
Ese tic y ese tac están, cuando acelero lo escucho mas mas mas mas y mas fuerte y constante, pero puedo no darle bola, poner música o jugar con su frecuencia, aunque esto último no es lo más entretenido. Algún día podré ir al mecánico y que me lo saque, o quizás conseguir las herramientas, pero mientras tanto solo está y solo es un poco molesto pero nada más.
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unknown359 · 3 years
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¡Oh Tumblr! No vas a creer lo que acaba de pasar.
Madre le dijo a Moshi(🐵) que me hablara a la sala de la casa, lo cual no hice porque estaba desnudo, tenía que vestirme.
Madre subió las escaleras y llamó a la puerta de mi habitación:
- ¡Ábreme!
A lo que yo contesté:
- Estoy desnudo, ¿que paso?
- ¿Eso que importa? Ábreme la puerta *pega en la puerta de forma agresiva*
- No quiero pelear, no te voy a abrir.
- ¡Yo si quiero pelear, tengo muchas ganas de pelar! ¡ABREME LA PUTA PUERTA! *LA PATEA CON GRAN FURIA HASTA ROMPERLA Y LOGRAR ENTRAR*
-¿Que te pasa? - dije yo.
Después de eso comenzó a decirme demasiadas cosas sobre mi persona, muchas ciertas, no te voy a mentir. Yo no dije nada, me mantenía callado, ignorandola porque como le dije, no quería pelear con ella y darle una respuesta era hacer que la perra siguiera y siguiera.
Así nos mantuvimos hasta que se le ocurre decir:
- Todavía te encierras en tu cuarto exigiendo privacidad.
No dije nada pero, pues si wey no mames, merezco privacidad estúpida.
- Voy a mandar a quitar la puerta - Dijo con gran fanfarria.
Yo le dije - No puedes, ya estoy grande.
- Ah no puedo pendejito, si puedo esta es mi casa.
A continuación te voy a decir lo que le dije, pero oye, estamos de acuerdo a que le dije que no quería pelear, ella se mostró grosera y agresiva desde el principio y después amenzo con quitarme mi privacidad solo porque es madre. Pues no, me dije, eso si que nel.
Así que le dije:
-Esta es nuestra casa, mi papá nos la dejó. Así que no me puedes quitar la puerta.
- ¿Ah es tu casa? *Entre lágrimas de cocodrilo* Con eso me estas diciendo que cuando sea una pobre anciana me vas a hechar a la calle.
- Yo solo puse cara de 🤨 yo no dije eso.
-Si, si lo dijiste, pero sabes que, esta no es tu casa a mi demuéstralo con un papel.
-No dije eso, dije que no me puedes quitar mi privacidad, si quieres le preguntamos a mi papá.
-Ah pues pregúntale, no se quien te metió esas ideas en la cabeza, DIME QUIEN TE LAS METIO, DIME QUIEN TE DIJO ESO.
Yo solo me quede en silencio porque me di cuenta que ya habíamos llegado a ese punto.
Si, verás, madre es super manipuladora y dramática, así que siempre va a distorsionar lo que uno le dice a su conveniencia, por ejemplo, en este caso yo deduzco que para estas horas ya debió haberle marcado a sus hermanas diciéndoles que yo fui muy malo y que la amenace de correrla, les va a decir que seguramente mi papá me dijo que yo le dijera eso. Seguro ya mando mensaje a mi hermano mayor diciéndole que acaba de discutir con (Unknown) porque le dijo que la odia y que cuando pueda la va a correr de la casa.
Seguramente ya publicó algún estado raro en FB y WhatsApp poniendo algo como:
"Donde pisa una leona, una gata no borra su huella y nadamas acuérdate que el amor de una madre es el más grande que hay, pero enveces los hijos no valoran, pobrecita de mi".
¿Que como se que ya hizo todo eso sin tener que revisar las redes?
Pues porque llevo años soportando este comportamiento de su parte, es real, ella está loca. Me hubiera encantado grabar para quemarla en Tik Tok y tener evidencia de que esta mujer me trata mal y después se hace la víctima.
Como sea Tumblr, estoy pensando en irme de la casa, pero al mismo tiempo no quiero darles esa satisfacción sabes, y a parte, soy un inútil, me criaron como inútil y me volví un inútil, no tengo amigos más que a Stev, Clark y Misi (🐱🐱🐱) y no sabría donde dejarlos, además me dolería separarme de ellos solo por la perra de madre.
Adjunto evidencia de la puerta rota, la chapa esta bien 👍🏽
(La puerta esta rayada porque mi hermano mayor se creía cholo y lleno de dibujitos toda la habitación, afortunadamente pude pintar las paredes pero la puerta no).
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esuemmanuel · 4 years
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¿Caí en un sueño profundo?
Fui llevado por unas manos blancas al jardín de un inmenso palacio que resplandecía con la luz de un astro que mis ojos no podían ver. Caminé por un sendero luminoso que me tibiaba las plantas de los pies; iba descalzo, podría decir que desnudo, pues no sentía ropa cubrirme el cuerpo; no sentía ni el cuerpo, sólo podía percibir ligereza y vacuidad, pero una colmada de regocijo y perfumada serenidad. Llegué a las puertas del palacio y las manos que me guiaban dejaron de estar. Todo era tan blanco, tan limpio, que podía ver reflejado en las paredes el reflejo de una luz que destilaba fulgores celestes y dorados. Quise verme o, al menos, lo que reconocía como “Yo” en esas paredes de espejo en las cuales la luz parecía atravesarme y escuché, muy suavemente, vibrando en el centro de mi esencia, una melodiosa voz que me decía: “Eres Tú”. De inmediato, se abrieron las puertas ante mí, dejando al descubierto un pasillo arrebolado de luz dorada, el cual me invitó a pasar con la vibración de sus átomos, los mismos que podía percibir con el simple hecho de sentirlos. Entré, ya no caminando, sino flotando. Mi energía se paseaba como una esfera divina de luz que iba siendo guiada por ese camino de dorados matices. Vi amplias puertas a mis costados mientras a mi sentido del olfato llegaban las tenues notas aromáticas de un perfume que jamás había olido en mi vida; era una mezcla entre azahar, gardenia, jazmín y magnolia, un compendio místico de esas bellas flores que, en mi vida material, alguna vez, olí. Algo en mi recuerdo se abrió y, como si hubiese recuperado la forma de mis ojos, sentí aflorar de mis lagrimales densas gotas de agua que contenían toda esa emoción de la que estaba siendo testigo. Seguí andando por ese largo pasillo que parecía no tener fin y comencé a toparme con ventanales que daban hacia todas las partes del Universo; galaxias enteras, planetas habitados e inhabitados, estrellas y cometas, soles y lunas... y la Tierra, el lugar del que había venido. Desconocía si mi visita a este lugar era por haber trascendido la carne o sólo estaba siendo invitado porque había alcanzado un cierto grado de profundidad al dormir y esto era meramente un sueño. No me importaba. Me sentía libre, ligero, entero y amado, tan amado que no quería despertar. Atravesé con una sorpresa inconmensurable la belleza que se me estaba mostrando para llegar al fondo de ese pasillo que se hacía más angosto al andar. Me detuve frente una inmensa puerta, la cual tenía incrustadas en las chapas, hermosas piedras que parecían dilatarse ante la luz que profería mi esencia. Percibí un sonido que dio paso a la apertura de esa preciosa puerta y no pude más que abrazarme a la oscuridad, no pude ver más... todo se había vuelto oscuro, pero no dejaba de sentir una dicha tremenda al estar ahí. No había colores, ni sabores, ni sonidos, ni aromas... sólo nada.
Cuando volví en mí, estaba sentado frente a una máquina de escribir, mis manos eran pequeñas, las miraba atolondrado, confundido, un poco perdido y asustado. Miré a mi rededor y me encontré en una habitación llena de objetos antiguos; algunos cubiertos con sábanas blancas ya algo sucias por el tiempo, otros tapizados de una gruesa capa de polvo. En el trayecto de mi mirada, me topé con un espejo de cuerpo completo. Caminé a él un poco aturdido y, conforme me iba acercando, empezó a formarse en el reflejo lo que parecía ser mi cuerpo. Era un niño de no más de seis años, vestía un pequeño pantalón a la rodilla, una camisa de manga larga con un moño de corbata, los zapatos y los calcetines eran cafés. Miré muy bien mi rostro, era totalmente diferente a quién era o había sido —ya no lo sabía—. Me empecé a sentir fuera de lugar y de tiempo. No conocía el lugar en el que estaba y, sin embargo, pude adivinar en dónde se hallaba la puerta de salida de ese ático en el que había aparecido. Lo primero que pensé al bajar los escalones fue que quería dormir; necesitaba hacerlo. Quizás si volvía a dormir, regresaría al lugar que me había traído aquí. Pero, en mi confundido andar, lo que logré fue caerme.
Recuperé la consciencia ignorando cuánto fue el tiempo que pasé inconsciente. Me desperté bajo el calor de un suave edredón, yacía recostado en una amplia cama, en el interior de una habitación iluminada con las luces de unas velas postradas en bellos candelabros con acabado de oro. Seguía en el mismo lugar en el que desperté, en el mismo tiempo, en el mismo cuerpo... había dejado de ser el que era para volverme un niño en un tiempo que desconocía. Vi a una bella mujer sentada a mi costado, tomándome la mano, dormía. La miré con una confusión que rayaba en el susto. Sabía que ése no era mi lugar ni mi momento. Había retrocedido en el tiempo y no entendía en lo absoluto qué estaba haciendo ahí. La sentí moverse y apretarme la mano. Cerré los ojos para hacerla pensar que seguía inconsciente, pero percibió el temblor de mis párpados y la escuché sonreír en calma. “Ya despertaste, mi amor... por fin, me habías asustado tanto, ¿qué hacías jugando en el ático?”, me preguntó con una voz tan dulce y delicada que algo dentro de mí vibró mágicamente. Abrí un poco los ojos, en realidad, sólo abrí uno. Pude ver entre las sombras a esa bella mujer con ojos azules, mirarme fijamente, emocionada hasta el llanto; sus lagrimas resbalaban por sus pálidas mejillas y acababan en la curva de sus labios, los mismos que me sonreían con una bondad que me suavizaba el temor en el que me sentía. Se aferró más a mi pequeña mano y me la besó con esos suaves labios. “Háblame, mi amor, ¿qué hacías allá arriba?”, me clavó la mirada en el rostro mientras con su mano libre acarició mis mejillas. No sabía qué decirle, la verdad es que desconocía qué hacía allá arriba. Yo, simplemente, había aparecido ahí, pero... ¿cómo le iba a decir eso? ¿Qué iba a pensar de mí? Me sentí más ajeno a lo que ya me sentía. Tuve que improvisar e inventarme una historia digna de contar en otra página...
— Esu Emmanuel©️, Primera Parte.
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yobajealinfierno · 4 years
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II - 5 senti 2
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                                                           🔥 En este lugar comienza el verdadero Infierno. Mino está en la entrada juzgando los pecados de los condenados. Asigna a cada alma su castigo e indica el círculo al que debe descender. En este círculo están castigados los lujurioso, cuya pena consiste en estar sumergidos en un gran torbellino de aire, una tormenta infernal que les hace vivir en una soledad absoluta viendo a otras almas girar y girar sin poder comunicarse con ellas.                                                           🔥    II CÍRCULO DEL INFIERNO
Algunas almas que aquí moran: Cleopatra, Helena, Aquiles, Paris y Tristán.
PENSAMIENTO La gente como yo piensa que tiene un imán para los tarados. Pero lo cierto es que no existe tal magnetismo. No tenemos la potra de que los seres más extraños (y a la par más especiales) del mundo se nos crucen en nuestra vida. En realidad creo que hay mucho loco por ahí suelto y por tanto resulta muy fácil (cuestión de probabilidades) conocer a muchos, además que somos personas que en realidad estamos interesadas en el encuentro con este tipo de individuos. A veces los forzamos y otras muchas suceden, pero estamos abiertos a que pasen y no huimos del momento. Lo atrapamos. Nos sentimos cómodos con personas que no son populares ni les interesa serlo. Perder es su virtud, su vocación, su destino. Y de alguna forma siempre nos ha seducido la idea de perder, de ahogarnos en la nada. Ya lo escribí en este poema. Esas personas son de las que hablo en mis historias.
Somos raros, lo especial no está en nuestro ADN. Nunca fuimos la gente que molaba en el colegio, nunca hemos sido el líder de nuestro grupo de amigos, nunca destacamos por nuestras mediocres notas, nunca se nos dieron bien los idiomas, nunca tuvimos especial facilidad para hacer reír a otras personas, nunca necesitamos sentirnos autorrealizados, nunca supimos gestionar nuestras lágrimas, nunca quisimos estar por encima de nadie, nunca tuvimos miedo al fracaso. Todas estas cosas nos han llevado del cielo al fango (en este caso al infierno) en cuestión de minutos y todo por culpa de nuestra cabeza. Funciona rápido. Por impulsos. Siempre está pensando. Se agobia con facilidad. Toma decisiones irracionales. Se atasca en tonterías. Disfruta a medias de las cosas. Tiene pensamientos estúpidos como éste. ES UNA PUTA TORTURA, COLEGAS. Y entre tanto te inflas a cervezas y te pones hasta el culo de birra porque las drogas son demasiado duras para ti, te dan miedo, te producen rechazo y esta es la manera más próxima de viajar a otra dimensión en la que llegas a sentir la cara como si fuera cartón-piedra, el mismo material que se utiliza para decorar los belenes en Navidad.  
Siempre he querido ser amigo de los frikis. No puedo con la gente que cree que es interesante, especial, mejor. Gente que está convencida de que su vida es la más guay del mundo o que es la más desgraciada de todas. HOLA. TENGO NOTICIAS MUY FRESCAS. TU VIDA ES IGUAL QUE LA DEL RESTO. IGUAL DE PUTA E IGUAL DE BONITA. DISFRÚTALA Y NO NOS DES LA TABARRA. Nunca he sido de dar la chapa a la gente con mi vida y quizá por eso tampoco puedo con las personas que quedas con ellas y no paran de hablar de sus movidas, sin importarle lo más mínimo tus cosas. Sólo vienen a soltar su discurso y se marchan. Esto lo hacen porque posiblemente se sienten superiores a ti. En realidad, si me pongo a pensarlo, me doy cuenta que no me gusta precisamente justo lo que hago yo. En el fondo cada vez que escribo, yo estoy haciendo lo mismo. Al fin y al cabo aquí estoy soltando historias, descendiendo a mis infiernos. Historias que probablemente os importen poco. 5 SENTI 2
Hubo un tiempo el que iba en bici a todas partes.Tenía una antigua que llevaba mucho tiempo sin utilizar y decidí sacarla del trastero para moverme por Madrid. Volví a subirme en ella en cuanto el precio del abono joven se me terminó al cumplir la puta edad adulta que fija la EMT para clavarte sesenta pavos al mes. Empecé a ir al trabajo con este medio de transporte. Hacía poco que ella y yo nos acabamos de conocer y ya estaba tan acostumbrado a su uso que la llevaba a todas partes. Incluso en nuestras primeras citas. Es decir, si quedábamos a tomar una cerveza o a cenar, la bici venía conmigo, lo que nos obligaba a ir a un lugar donde hubiera una mesa al lado de la ventana para no perder de vista la bicicleta y que no me la robaran. Había comprado un candado en el chino pero era tan malo que directamente no lo utilizaba y no me iba a gastar el dinero en uno que fuera irrompible. De todas formas era absurdo, porque si en ese momento de vigilancia aparecía un pavo para robarme la bicicleta, estoy seguro de que no me hubiera atrevido a salir corriendo detrás de él para recuperarla. Es probable que incluso le aplaudiera y le diera la enhorabuena por llevársela. 
Ir con la bici a todas partes era un rollo porque nos limitaba bastante a la hora de escoger un sitio y cuando dábamos un paseo, yo iba arrastrando la bicicleta conmigo. Era un poco raro y más aún cuando empiezas a conocer a alguien, lo último que piensas y quieres es que haya un objeto metálico estorbando entre los dos. Se había convertido en una especie de hijo pequeño de esos que son unos pesados y molesta a sus viejos todo el rato vayas a donde vayas, hagas lo que hagas. A ella no le gustaba nada que apareciera con la bicicleta, así que tuve que buscar un término medio si quería tener una mínima oportunidad de gustarle. Decidí, con su permiso, subirla todos los días a su casa. No tenía ascensor y cargaba con ella por las escaleras para dejarla en el piso y así poder pasear libres de las ataduras que nos imponía mi vieja bicicleta. 
Mientras otros iban con sus coches de puta madre, y motos con estilo, a buscar a su pareja, recién aseados, desprendiendo un aroma fresco a colonia y desodorante Axe, yo aparecía con una bicicleta, sudado por dar tantos pedales y oliendo a chotuno rico. Tenía que ser ella el amor de mi vida porque si después de eso no había salido huyendo de mí, significaba que me quería, aunque fuera un poco.  
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Aún conservo la fotografía que me hizo una tarde desde su balcón mientras esperaba con la bici en la entrada del portal. Probablemente, para mí, era una de las cosas más emocionantes. Quedar con ella, plantarme en su portal y que se asomara por la ventana a saludarme con esa sonrisa que tanto me gustaba. Quizá a vosotros os parezca una auténtica chorrada o algo carente de significado, pero para mí, esas cosas, son las que siempre me han llenado. Las cosas que a simple vista parecen más pequeñas e insignificantes son las que me hacen feliz. Es decir si yo tuviera que pedir la mano a una mujer, no lo haría en el castillo de Disneyland París, posiblemente lo haría frente a la montaña rusa o la casa del terror de El Parque de Atracciones de Madrid. Lo simple, sencillo, e incluso lo que es especialmente cutre para los ojos de los demás, para mí tiene mucho más encanto que los fuegos artificiales que la gente se inventa.
Ese año viví el verano más intenso de mi vida y quiero pensar que el suyo también así lo fue. No hacía mucho que nos acabamos de conocer y ya me consideraba la persona más feliz del mundo gracias a aquella chica que se hacía pasar por judía. Iba y venía de su casa en mi bicicleta. Siempre con los auriculares escuchando música hasta que un día me paró la policía: 
-¿Sabes que le podemos multar por ir con los cascos puestos?
-Pero si llevo la música bajita…
Les debí parecer tan gilipollas que me dejaron marchar. Por supuesto que el volumen lo llevaba siempre a tope, tanto que era incapaz de escuchar el tráfico. Dejé de ponerme los auriculares por miedo a una multa que no me podía permitir y no tanto por la conciencia de saber que era algo bastante peligroso, pero en ese verano, la poli aún no me había descubierto y disfrutaba de aquellos paseos por dos razones: la música y quedar con ella. Ir o volver de su casa era un placer. Si iba hacía allí, significaba que iba a ser muy feliz, y si volvía de su piso, la felicidad era tan plena que ya me duraba para toda la semana. Si a eso le sumamos que iba escuchando mi propia banda sonora, todo era perfecto. Me encantaba dejarme caer por las calles sin dar pedales y cogiendo mucha velocidad por la propia inercia, al ritmo de la música aleatoria que me iba saliendo por las orejas. 
Era muy feliz. Aún puedo recordar las canciones que sonaban en aquella época y una noche que volvía de su casa justo cuando estaba llegando a Avenida de América me saltó “La copa de Europa” de Los Planetas. Vale. Si nunca has escuchado esta canción, merece la pena que pares de leer esto ahora mismo y dediques diez minutos a esta obra de arte con el volumen a todo trapo en tus auriculares. Es posible que no entiendas la letra. Si es así, puedes seguirla aquí. De esta manera disfrutarás más del relato. Después continúa leyendo.
Es una canción profunda, que va de la oscuridad más plena a la luz más brillante. Un tema que escuché cuando era niño por primera vez y con el tiempo fue adquiriendo todo el significado que me aguardaba. Tengo nítido el recuerdo de estar cruzando Doctor Esquerdo a la altura de O'Donnell en el momento que sonó aquel verso tan desgarrador, real, y bonito:  “Cuánto tiempo he perdido allá afuera, cuánto por descubrir en mi cabeza. Es tan vasto que da casi pereza. Casi pienso que no tengo fuerzas para hacerlo y encontrar dentro de mí algo nuevo.” La vida es eso. Escarbar dentro de ti hasta encontrar algo nuevo. Alguien que te cambie la vida para siempre. En el camino perderás el tiempo, te equivocarás, y cuando la gente te diga que la vida es estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, no les creas. La vida es una búsqueda, y en el camino pasarás por momentos que crees que son ideales, y luego descubrirás que no, que había otros mucho mejores aguardándote y es entonces cuando te ves reflejado en “Tierra”, esa canción de Xoel López que dice: “Y lo intento cada día ser todo lo que había imaginado. Y me encuentro que la vida siempre tiene algo preparado que supera cualquiera de mis fantasías. Nada comparado con lo que realmente sucedía”. 
Mi bici la dejé en su casa, ella me dejó, falleció y nunca la pude recuperar. Pero eso es otro asunto, que en realidad es por el que estamos aquí. Estaba hablando de ese verano tan caluroso. Especialmente infernal. De esos en los que en todas las noticias se anuncia que hemos alcanzado temperaturas históricas y todo el mundo en Twitter se amotina contra el calor como si fueran a acabar con él a base de blasfemias, gifs y hashtags. #PutoCalor. Años atrás yo había empezado a dormir en mi casa dentro del cuarto de baño. Una experiencia que me llevó a escribir, años más tarde, Mi silencio habla de ti, que si me lo permiten decir, es mi pequeña obra de arte, de la que me siento más orgulloso. El libro de mi vida. Una historia donde me dejé el corazón y las tripas. Fue una dulce introducción a la locura. Una historia escrita prácticamente dentro de un baño. Los que ya la leísteis lo sabéis, y aunque muchos quizá pensaron que era algo surrealista, lo cierto es que mi baño se convirtió en mi habitación durante un tiempo. Allí leía, escuchaba música, escribía, tocaba canciones, e incluso dormí durante un verano. Trasladé mis trastos más queridos a esas cuatro paredes y creo que mereció la pena aquella locura. Creo que es el momento perfecto para publicar esta fotografía que inmortaliza ese momento:
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Lo cierto es que estoy hoy aquí para contar que un lugar con cuatro paredes se puede convertir en una auténtica fortaleza. Esa fue la primera fortaleza que monté con mis propias manos, pero la verdad es que estas edificaciones se desmoronan si las armas para tu propia defensa y no por la protección de las personas que te importan. Aquel refugio, mi cuarto de baño, acabó desmantelado por motivos obvios. Me esta volviendo loco. Sin embargo, como decía, ese verano tan caluroso, logramos montar juntos la fortaleza más segura que la historia de la humanidad haya visto nunca. Es verdad que antes habíamos hecho nuestros pinitos. Es decir, enredados en la cama montábamos una cueva (que consistía básicamente en meterse debajo de las sábanas) cuando las cosas nos salían mal. Teníamos la firme creencia de que allí dentro nada malo podía pasar y la verdad es que nos sentíamos totalmente protegidos. Pero lo que hicimos en ese verano era un paso que iba más allá. Su casa era un loft bastante práctico y bonito. Un cuarto de baño, una habitación, y por otro lado estaban, en la misma estancia, la cocina, el comedor y el salón. Me gustaba mucho esta disposición aunque tenía la gran pega de que el aparato del aire acondicionado estaba justo en el salón para enfriar o calentar esa parte de la casa. Lo que hacía que en la habitación los inviernos fueran duros y los veranos infernales. Fuimos a comprar un ventilador y os juro que era imposible encontrarlo. En cualquier tienda estaban agotados. Daba igual si era un pequeño comercio o el puto MediaMarkt más grande del planeta. No había existencias por la maldita ola de calor. Al fin encontramos uno que resultó ser el que ya nadie quería. Pequeño, metálico y ruidoso. Lo enchufábamos y abríamos todas las ventanas de la casa para hacer corriente, pero aún así no corría ni un halo de aire fresco. Estábamos algo desesperados. No sabíamos qué hacer. Aquello parecía el infierno.
Una madrugada me desperté con el calor y el sonido atronador del ventilador. Estuve un rato luchando para volver a quedarme dormido. Imposible. Al rato ella se giró sobre la cama y fui a comprobar si se había despertado.
-¡Oye! ¿Estás despierta?
-Sí… Es imposible dormir con este calor.
-¿Y qué hacemos?
-¿Nos pegamos un tiro?
-¡No! ¡Qué yo te quiero viva! -Se rió al escuchar esto-
-Pero no te preocupes, moriríamos los dos. No es que me pegue yo el tiro y ya está. Lo hacemos a la vez, contamos hasta tres y listo. Así ninguno sufre la pérdida del otro.
-No me termina de convencer tu técnica ¿Y si cuando llegamos al número tres uno de los dos se raja y decide no hacerlo?
-¿Con este calor? Venga ya… Mejor un tiro a tiempo que vivir el verano de Madrid.
-Estás colgada. Yo prefiero vivir aquí contigo, en este infierno, que en el del otro mundo.
Se hizo el silencio durante diez largos segundos y al fin ella volvió a hablar.
-¿Crees que existe un infierno?
-¿A qué te refieres?
-Que si existe el cielo, el infierno, el purgatorio, el Niño Jesús, los jodidos Reyes Magos… Todo lo que nos han contado de pequeños.
-No lo sé. A lo largo de mi vida he creído en todas esas cosas de forma intermitente. A veces pienso que sí, otras que no. 
-Lo fácil es creer en ello ¿no?
-Bueno, depende. Si crees en ello estás obligado a cumplir una serie de preceptos y ser una buena persona si quieres ir al cielo.
-Por eso. Puedes ser un falso toda tu vida, un auténtico cabrón, y al final, cuando estás a punto de morir, te arrepientes y evitas ir al infierno porque Dios te va a perdonar. Nadie quiere morir. Por eso nos hemos inventado otro lugar al que ir, mucho más perfecto que este mundo, cuando seamos pasto para los gusanos.
-No sé. No pienso mucho en mi propia muerte, pero ahora que lo dices lo que me da un miedo terrible es que tú puedas morirte.
Esa noche era imposible que pudiera imaginar que poco tiempo después ella moriría. Recuerdo lo que dijo para responderme.
-Yo no voy a morirme. Al menos aún es demasiado pronto para eso.
-Y yo no voy a dejar que te mueras nunca.
-¿Viviremos para siempre?
-Así es.
-Pero es imposible.
-Nosotros lo conseguiremos. 
A pesar del calor, nos abrazamos. Ahora sé que la fallé y en ese momento, sin saberlo, la mentí. Ella estaba temblando. Le daba mucho miedo hablar de esto. Se agobiaba si se ponía a pensar en este tema y podía pasar noches enteras sin dormir.
-Ahora soy incapaz de volver a conciliar el sueño, entre esto y el calor que hace, me resulta imposible. Ya podría mi casero haber puesto el aire acondicionado en la habitación... Vaya genio. 
De pronto tuve una idea porque a veces tengo buenas ideas.
-Oye ¿y si nos vamos a dormir al salón?
-No cabemos en el sofá.
-No, no. Nos llevamos el colchón al salón. 
-Ojo, pues eso puede ser una buena opción. A ver si al final vas a ser listo y todo.
-¡Qué maja! Tu siempre tan simpática…
-¡Idiot! -Siempre me llamaba así antes de darme darme un beso inesperado- ¡Si te quiero más que a nada!
Nos dimos un beso largo y nos pusimos manos a la obra. Era las tres de la mañana. Quitamos la pequeña mesa que había entre la televisión y el sofá, y arrastramos el colchón entre los dos hasta el salón. Cabía bastante justo pero al final logramos encajarlo. Encendimos el aire acondicionado y así fue como construimos nuestra pequeña fortaleza y conseguimos vencer al infierno durante aquel verano. Como el colchón había sustituido a la mesa que utilizábamos para comer y nos daba mucha pereza volver a mover el colchón a la habitación cada vez que teníamos que desayunar, comer y cenar, pasamos todo ese verano comiendo tumbados allí con una bandeja mientras veíamos alguna serie en la televisión. Eso era el puto paraíso. 
Ella, de broma, se quejaba del nuevo orden de su casa.
-Entre la ropa que tendemos en las vigas del comedor y el sofá en el salón, esto parece un puto chiringuito.
-Es verdad, pero antes no podíamos dormir y ahora sí. Y además le estamos pillando el gusto a lo de comer sobre un colchón.
Con el tiempo he descubierto que mi descenso al infierno se ha visto pronunciado por descubrir canciones, años después de todo esto, que hablan de nosotros, de nuestra historia. Y esto me alegra y me entristece a partes iguales. Todas estas canciones son capaces de explicar lo que yo me veo incapaz de expresar. Milhouse de Cupido podría ser perfectamente la banda sonora de nuestra fortaleza. Estoy seguro de que le hubiera gustado la canción y el grupo. Se hubiera dado cuenta claramente de la conexión y sería una de nuestras canciones, que ahora lo es, pero de otra forma, unilateralmente. A ella no le llega esa música. Sólo me martillea a mí.
Varios meses después de su muerte y aquel intento fallido de sacarle información al nuevo propietario del piso en el que ella vivió de alquiler, volví allí buscando respuestas. Por qué dejó de hablarme, por qué se marchó a África sin decirme nada, por qué había muerto. Tenía un montón de preguntas que aunque me daba miedo revelar, necesitaba la explicación para liberarme de alguna forma. Me volví a plantar en el portal y llamé al telefonillo. Lo hice varias veces hasta que, después de un rato, el mismo hombre que me colgó meses atrás, me respondió. Le conté toda la historia. Esta vez me escuchó con paciencia y después de diez minutos, pregunté si ella había dejado algo en la casa y si él se lo había encontrado cuando compró la casa.
-¿Qué si hay algo de la muchacha? Madre mía… Todo el trastero está lleno de las cosas que dejó. El antiguo propietario me ha pedido que las deje allí hasta que encuentre un hueco para ellas. Estoy deseando perderlas de vista.
Me alegré infinitamente al escuchar eso pero a la vez no entendí absolutamente nada ¿Qué sentido tenía que qusiera recolocarlas y no tirarlas a la basura? ¿Por qué las seguía guardando? Le rogué que me dejara visitar el trastero, que sería algo rápido y le prometí que no volvería a molestarle nunca más. Me dijo que no, que me olvidara. Le insistí mucho, tanto que me dijo que iba a llamar a la policía. No tuve más remedio que ponerme el propósito de olvidarme de aquel enigma porque me estuvo obsesionando durante un tiempo. Lo malo es que cuando intentas olvidar algo que no debes olvidar nunca, tarde o temprano sale a tu paso. Me mudé a Malasaña hace poco. Ni muy lejos, ni muy cerca de lo que fue su casa. Lo suficiente para no tener que pasar nunca por allí. La semana pasada quedé con unos amigos en la Plaza del 2 de Mayo a tomar unas cervezas. Después nos fuimos de allí a Fuencarral y sin darme cuenta cogimos la Calle La Palma, donde ella vivía, y justo a la altura de su portal, que intenté no mirar bajo ningún concepto, me di cuenta que entre la basura (que en Malasaña por desgracia siempre abunda) habían dejado tirada una bicicleta. Y sí, amigos. Por imposible que parezca, eran los restos de mi antigua compañera del asfalto de Madrid. Bastante más oxidada que la última vez que la vi. Me quedé parado. Miré hacia su ventana y vi la luz encendida del salón, allí donde fundamos nuestra fortaleza, donde ganamos nuestra copa de Europa, y cuando me iba a poner a llorar, porque me imaginé que en cualquier momento se iba a asomar por el balcón, uno de mis amigos me dio un manotazo en la espalda diciéndome que no me quedara empanado. Seguí adelante como si no pasara nada. Fuimos al Ocho y Medio a tomar unas copas, en mi cabeza sólo pensaba en ella y en la bicicleta. Cuando decidí volver a casa, me atreví a pasar de nuevo por su calle para cerciorarme de mis restos. La bici ya no estaba, la luz del salón se había apagado y fue entonces cuando entré en el segundo círculo del infierno. El olvido no quería dejarme marchar.
No entendía nada. Salí de allí con paso tembloroso. Decidido a que la cosa no iba quedar así a pesar de que llevaba años intentando que se quedara así. Me puse los auriculares. Subí el volumen a tope. Le di al aleatorio y esta canción volvió a hablarme de ella. Ojalá un día recupere mis cinco sentidos. Al menos sé que el infierno está repleto de buenas canciones.                                                           🔥
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lasvocesdelosotros · 3 years
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marzo 2021
01
 Sí. Horizontal, nueve letras: “un gato que ladra; 
un revólver de azúcar; una gotera en el piso…”
¿Inverosímil?
Esa es de once letras.
Increíble.
Última. Horizontal, nueve letras: “Adjetivo que 
describe al tabernero en Año Nuevo, al suicida 
consiente y suturado; a Sísifo mañana…”
¿Aburrido?
Desganado.
Ah…
 Leonardo Teja
  02
 A los amantes nunca se les extraviaba la prisa de los ojos, se tropezaban con ella cuando se iban rumbo al estacionamiento, o al despedirse de lejos y en la vereda, antes de abordar taxis distintos. Jamás desaparecía de su mirada el recuerdo de haber querido instalarse en una habitación un par de horas, e irse sin que nadie les hiciera preguntas que no vinieran al caso
 Leonardo Teja
 03
Fui descubriendo cada vez con más intensidad el hueco de sus cuencas, que se dilataba a mi alrededor. De tanto mirar ese vacío se me emanciparon los ojos.
  Rodrigo García Bonillas
  04
 Y pronto descubrí que mi cabeza, sin tener vocación para el insomnio, sin tener vocación para el insomnio, reflexionaba muy a sus anchas durante la noche. Y así empecé a beber el insomnio como una droga, y el insomnio me consintió al principio y yo lo amé, y cuando me traicionó también lo amé, porque me traicionó por amor, por amor a mis días, por amor a mis equilibrios circadianos, para que ahora, que me acerco al mediodía de mi viaje, pueda degustarme más sutilmente, siendo ya él viejo en este mundo y yo una presa fresca que puede quemar en holocausto.
  Rodrigo García Bonillas
   05
 Nadie sabe lo que pesa su cadáver. Nadie sabe el dolor de que su muerte huela bien, a sol fresco.
  Rodrigo García Bonillas
   06
 sentiré que la noche entierra sus dedos en mi pelo y me mueve con lascivia la cabeza, hasta azuzarme y llevar a que la abrace con mi pedazo de carne angustiada, pues es amiga de la escoria y los cobardes y yo soy cobarde para todos, ella ama mi cobardía con los demás y quiere que acuda, llagado, a rascarle diminuto sus inmensas verijas, con la imaginación a tope, mi carne menguada, y así, sacando fuerza de flaqueza, le entregue mis únicas semillas, el tren de mi cerebro, la mecha que antiguas lumbres me disparan cuando el sueño se disipa, y así, con las semillas baleando la entraña, la noche se burlará de mis intentos y reirá de la esterilidad de mi simiente: ojalá que ría con cantos de pájaros en el azul más profundo, que es cuando ella se me queda muerta entre los brazos.
  Rodrigo García Bonillas
  07
 Pero es fantasma. En otras tierras la noche obliga a miles de insomnes que la soben. A cada uno se le entrega a su manera. Yo, el maricón, no siento asco. Sobre todo porque no me gusta las mandrilas y ésta, que nos cachetea a todos los insomnes, es más fuerte que un toro, que el toro que baja cada mediodía junto con los demonios y seduce a otras mentes más lúcidas, desde antaño, para grabarlas en una plancha de bilis oscura, blanco y negro, con la mano izquierda rozando el carrillo izquierdo y la mente vagabunda, mientras buscan en vano sobre el mar una isla para morder arena.
  Rodrigo García Bonillas
  08
  siendo yo de naturaleza sanguínea, la noche me violenta hasta hacerme un bilioso oscuro. Habiéndome impostado el humor, no tengo más vía que apostar por su lubricación. De ahí que tenga gusto por el cunnilinguis: la noche se siente más a gusto si empleo mi parte más vergonzosa, que no es mi pene, sino mi lengua. En cada desayuno tengo que pasar grandes tragos en los bebederos para mover los vellos púbicos que percibo con incertidumbre en alguna zona próxima a mi garganta. Y por eso me ama la noche. Por eso me ama. Porque en el odio me muestra qué es crear, aunque no vaya yo nunca a roncar con voz eterna para el resto, ni tampoco llegue al fondo.
  Rodrigo García Bonillas
  9
 Al llegar al claro del mercado de Sonora un círculo de infierno cafre casi nos traga entre ladridos, gemidos, balidos, berreos, pío pío, rebuznos, relinchos, graznidos, susurros, gorjeos, chillidos, vagidos, zureos, quiquiriquís, glugluteos, voces, maullidos, bufidos, resoplidos y uno que otro crótalo, y más de un chasquido. Sólo callaban los peces. De sucumbir en la turba nos salvó una pareja de pavos reales que, empinados en cajas de cartón, dejaban que la cola les tendiera y casi nos picara, aunque estuviéramos a varios metros, los ojos, solas criaturas celestes en el reino de este nuevo mundo. A toda la escena diluviana pusieron de su cosecha la entrada oblicua de luz lunar por el claro, los focos ocultos que empollaban crías y ese olor de comida excretada o de excremento comido, o de comida excretada, comida y vuelta a excretar hasta la náusea, que se sospechaba en todo rincón sin esperanzas de olisquear una ramita de laurel, aunque la zona de yerbas distaba apenas tres pasillos.
  Rodrigo García Bonillas
  10
  Querer corregir perversiones desemboca en crear otras de segunda generación: me volví neoplatónico con los fantasmas, a los que me entregaba en mentido amor griego, y llegué a ser artista que merecía ser expulsado del circo según aquel hombre de las cavernas y de los Altos, don Leopoldo.
  Rodrigo García Bonillas
  11
 Es tan rápido destruir y tan cansado edificar. ¿Por qué empeñarse en la dignidad de la altura, si podemos llevar la vida del escombro?
[...]
¿Acaso no lo tenemos todo por descubrir? Estamos fatigados. Y no sabemos si estamos fatigados de tanta fatiga y hacen ganas de aplicarse al esfuerzo. Todo es lo puesto sobre lo puesto sobre lo puesto. A estas alturas somos babeles del espíritu. Ya no sabemos hacia dónde elevarnos. Seguimos destruyendo porque nadie escarmienta en carne ajena y nosotros ya estamos hechos cenizas.
  Rodrigo García Bonillas
  12
 el sueño fue así: muchas personas, pasmadas, miraban por vez primera, como dicen que vieron en París a Léotard cuando hizo el número inaugural de acrobacias con trapecio, a los hombres pendular, y ellos hacían que el mundo fuera una alcoba de relojes cuyas oscilaciones sucedían a cielo abierto, pues el circo no tenía carpa.
  Rodrigo García Bonillas
  13
  Las esfinges de África no somos aladas. No la esfinge ática que liquidó el rey del incesto, sino pura bestia terrena. Al menos me hubiera tocado su genio. Sólo recibí los enigmas de la mujer y la pelambre del león. Aborto de melena y pintura. Al menos su vulva, al menos sus garras. Pero de todos modos es necesario ser activo en el circo o inasible. Entre más viril, más me asemejo a sus hembras. Gruño, iracundo, en brama, y me brota la violenta coloración. ¿Qué bestia es al mismo tiempo el león y su presa? ¿A qué bestia se le maquilla la melena amarilla cuando más ganas tiene de trizar las membranas a gritos, a gatas? En cuatro estaba cuando me vieron aire de esfinge y a fuerzas los cazadores me dejaron hecho un ardid.
  Rodrigo García Bonillas
  14
 Algunos de nosotros nacen bajo el sello de la cólera. Pero no, en general somos más aéreos, por eso en el alto Egipto protegíamos los pulmones en forma de vaso canópico. Ahí éramos parientes de dioses nefastos. Bueno, estoy falseando el mito. Hablo de los babuinos, mis familiares sobrios, con quienes comparto sangre hasta el nivel de familia. Más adelante, en el género, sigo sólo con los driles, y todavía más adelante, por mi rostro y por la especie, sólo con las esfinges y las prostitutas. Mi chapas no son frías, aunque sean azules, de ahí la proclividad a la sangre y los genitales que por todas partes nos enjaretan: nos hacen parecer asesinos, lunares, viriles, oscuros, infernales, taurinos, fálicos.
 Rodrigo García Bonillas
  15
 A lo lejos el incendio, aún lo veo tan ajeno. Esperando a que las llamas nos alcancen y nos prendan todo el cuero. Cada uno con su historia. Cada uno en su lamento. Arreglando en lo incierto que han destrozado toda el alma, todo el cuerpo
 Jessica Canales
  16
 ¿Qué hacemos luego de esto cuando esto no deja de pasar? ¿Esperar a que termine? ¿Terminará? Sería como mirar un incendio en el bosque desde la cima de un monte hasta que las llamas nos prendan el cuero.
 Jessica Canales
  17
 Yo no más quiero que me den su cuerpo. Porque sin cuerpo no hay muerto y yo quiero lavarlo porque al cielo sólo entran los sin mancha. 
[...]
Pienso que mis plegarias se afilaron al rendirse de buscar a Dios cuando las lancé al cielo, y al volver me hirieron. Un día mi abuelo le pegó a la mesa y gritó: “Sin cuerpo no hay muerto. Así que para mí Diana está viva”. Como si al nombrarte viva o muerta tapáramos el hueco de tu ausencia.
 Jessica Canales
  18
 Nada. Nada era entonces y creo que antes tampoco lo fui. Yo soy luego de sin ti. Porque luego de sin ti me supe sin nada y no porque lo significaras todo sino porque en buscarte me encontré perdida. Es el colmo que una diana se pierda cuando su función es ser destino de todas las flechas. Soy un animal herido, con úlceras en vez de garras.  
 Jessica Canales 
  19
 Son tantos los muertos que no hay tiempo para hundirlos tanto como para no escucharlos.
  Jessica Canales
  20
 ¿A quién más, como a mí, sedujiste con esos pactos tuyos de mirar sonriendo sin nada que decir? Qué ojos se quedaron mudos después de ver cómo te asesinaban. 
[...]
Tengo algo de cada muerto y jamás he sabido cuándo es que comencé a contarte entre ellos. Yo tenía esa camisa tuya y la perdí, primero pensaba que estaba en algún cajón o empaquetada en la mudanza, pero no. La perdí, tengo una prenda de cada muerto y la tuya la perdí.
 Jessica Canales
  21
 Luego de saber lo que es traer perdido a alguien uno es capaz de besar las manos de quienes tienen la gentileza de aventar cuerpos despedazados en la orilla de la carretera porque el que alguien esté desaparecido provoca que los tiempos: presente y pasado se mezclen como agua puerca y hasta que la respiración vuelve a estar en calma el pasado se queda abajo, en el fondo de los suspiros.
[...]
¿Cómo se le pasan a uno sus desaparecidos?
  Jessica Canales
  22
 Habrían los hijos de enterrar a sus padres y no los padres andar buscando a sus hijos. Ese primer y seco puñetazo al rostro: Diana no llegó a traido consigo un eco que no termina. Luego de tantos años. Como si la suma del tiempo fuera una promesa de menguar el golpe violento de tu ausencia. Ojalá que te hayan metido un plomazo en la cabeza. 
 Jessica Canales
  23
Quiero abrazar cadáveres helados, oler la fétida exhalación que expulsa el alma cuando se marcha. Quiero saber que si les corto la piel no van a sangrar. Para vivir necesito muerte.
 Jessica Canales
  24
 Curioso que uno “tenga” un desparecido. ¿No? Cuando justo es lo opuesto, es lo que uno no tiene. Nosotros andamos por la vida sin muerto. Te hablo pues desde mi vida luego de tu muerte. Porque te maté para vivir yo. Diana estás muerta y te traigo encarnada en mi vida para continuar. Tamaulipas, México está pecho tierra bajo fuego y tú… eres una más que no alcanzó a tirarse al piso a tiempo. 
   Jessica Canales
 25
  A los días encontraron unos cuerpos a orillas de la carretera.
Vayan a ver si alguno de esos es suyo.
Reconocí a Juanito por la ropa.
Tenía la cara desfigurada. 
Lo dejé enterrado junto a su padre, en el camposanto.
No lloré. 
Ya no pude, me había secado desde antes.
 Mónica Perea
 26
 El miedo a la muerte me hizo huir, como a muchos otros.
La desaparición del doctor trajo miedo para todos.
Me vine a la capital porque no quedaba de otra.
No pude defenderme más.
No puedo defenderme más.
Pero ya no tengo miedo.
 Mónica Perea
  27
no sé si estoy viva o muerta porque nada me sabe,
porque mi cuerpo siempre está cansado,
porque cada día estoy más vieja.
Quiero hacerle compañía a mis difuntos
y despertar de esta muerte en vida.
Abro los ojos frente a la muerte.
El tiempo queda atrapado en las arrugas de mi cara,
mi cuerpo pesa
porque la tierra me reclama como suya
 Mónica Perea
  28
 Dentro de ella, joven pero mujer de muchos muertos, el veneno corre como la lumbre sobre un bosque marchito. En el dolor llega la ceguera, aparece después de sentir que su pupila es un grano de luz, una pequeña hormiga de fuego brillando al atardecer sobre el agua
   Clyo Mendoza
29
 Se embota la sangre en la punta de sus dedos, cientos de cuerpos le nacen y le crecen dentro para reventarla. Cientos de mujeres como ella misma se enflan para caer de una piel a otra, de una piel a otra, de una piel a otra, infnitamente
 Clyo Mendoza
   30
Cae en sí misma, cae fuera de sí misma, cae en el mar donde siempre es de noche. Ahí dentro los animales se llaman con nombres propios y se escuchan los resortes del agua al vencerse. Se escucha a la muerte, la única que sabe romper el músculo del mar y entrar y salir del mundo. Alarga sus manos para ubicarse. Aprieta puños. Se agita y se merma, se hace habitar por pequeños seres, pequeños pájaros de la carroña que volaron desde siempre alrededor de ella como partículas de polvo, siempre pendientes, siempre ávidos.
 Clyo Mendoza
   31
Aquí estoy, éste es el mar. Escucho a sus animales llamarse con nombres propios No recuerdo mi nombre No importa mi nombre Podría llamarme tierra Podría llamarme florecida árbol leño orquídea los escucho tienen nombres endrinos y su voz es la de piedras rompiendo piedras
 Clyo Mendoza
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Capítulo 1: La Fiesta
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Grietas en la Presa Masterlist
Ella es una tranquila estudiante de ingeniería y física que trata de olvidar los demonios de su pasado, y él es el playboy del campus intentando pasar página. Su amistad es poco probable, pero podría forjarse con el propósito de hacer más resistentes las presas que ambos se han construido para protegerse.  (BuckyxLectora Universidad au)
Recuento de palabras: 1955
N/A: No iba a publicar este fic hasta dentro de algún tiempo, porque llevo jugueteando con el desde hace días y no quería quedarme atascada en ningún argumento, pero acabo de ver Infinity War y he decidido que necesito un poco de negación en mi vida  (no quiero hacer spoilers, pero mientras los títulos de crédito empezaban a pasar por la pantalla, me giré hacia mi amiga y le susurré “¿Qué mierda es esta?”) así que ¡aquí está el principio de un fic casi todalmente Fluffy de Bucky!
Tumblr media
¿Por qué le dejo que me lie para hacer estas cosas? Si hubiera podido elegir, habría pasado la noche del viernes en casa, en mi habitación, con la música a todo gas, siendo la anfitriona de mi fiesta para una. Definitivamente no hubiera elegido pasear por una de las salas de juego clandestinas más grandes de la ciudad, vigilando a algún idiota que ha robado uno de los diseños de Stark.
En serio, ¿Por qué le dejo que me convenza para hacer estas cosas?
Oh, claro. Porque me paga mucho dinero.
“¿Cuánto crees que cuesta este sitio?” La voz de mi jefe me llegó desde el intercomunicador que había implantado en un broche de diamantes sujeto a mi pelo, cerca de mi oído.
“No tengo duda de que podrías permitirte comprarlo, pero te sugiero que tengas un poquito de autocontrol, Tony. Ya estas caminando sobre papel de fumar con Pepper.”
Hizo un sonido de burla y le escuché pedirse una copa así que dirigí la mirada hacia el bar y le vi inclinándose sobre un vaso en la barra. Le dirigió una sonrisa a la mujer que estaba sentada a su lado y no pude contener la risilla al ver que casi se desmaya. En serio. El efecto que Tony Stark causa en las mujeres me desconcierta. Aunque supongo que yo no soy objetiva. Después de todo, el hombre es como un tío para mi. Me cambiaba los pañales cuando era un bebé y no deja que nadie lo olvide.
“¿Canario, has visto ya a alguien?” le murmuró al vaso de whiskey para no despertar sospechas por estar hablando consigo mismo. Me volví y continúe con mi repaso a la multitud.
El humo de los cigarros y la luz tenue hacía difícil ver a nadie, pero miré de todas formas. “Creo que uno de mis profesores está por allí. Pero aparte de eso, no veo a nadie sospechoso.”
Puede prácticamente sentir a Tony poniendo los ojos en blanco. “No va a tener pintade sospechoso.”
“Eso lo sé Tony. Por cierto, cuando mi padre te dijo que me vigilaras, no creo que tuviera en mente que me llevaras a sitios de apuestas ilegales y a fiestas con la mafia Rusa.”
“Canarito, sabías en lo que te metías cuando aceptaste ser mi asistente. Además, ¿cómo si no se supone que te voy a tener vigilada?”
“Sí. Un sueldo alucinante y me pagas la universidad. No me estoy quejando. Sólo lo digo.” Había algo que me sonaba raro y me daba vueltas en la mente, así que me callé y traté de concentrarme en ello. Tony seguía balbuceando por el intercomunicador, pero le ignoré. Era una habilidad necesaria que había aprendido años antes.
Pensé de nuevo en el video de vigilancia que me había enseñado en el que se veía el robo y la llave que alguien le había practicado a uno de sus lacayos para robarle el diseño de la nueva arma. No es necesario decir que la persona que dejó que le quitaran el diseño había sido despedida.
“Tony… ¿Cómo estás tan segura de que ha sido un hombre el que lo ha robado?”
Por el rabillo del ojo, entre la niebla de humo de tabaco, le vi mirar hacia mi y ladear la cabeza hacia un lado. “¿Por qué?”
“Hay una mujer allí. La que lleva el vestido verde y perlas, la próxima vez que se acerque por allí, fíjate en ella. Se mueve como la persona del video.”
Me acerqué hacia la mesa de dados y fingí estar interesada en lo que estaba pasando. Esperaba de verdad que fuera ella. Cuanto antes recuperáramos los diseños, antes me podría ir a mi casa. Había sido una semana muy larga con muchos exámenes trimestrales y trabajo y Tony había estado especialmente pesado por una fecha limite en la que necesitaba mi ayuda y que estaba a punto de llegar y lo único que yo necesitaba eran dos días de relajación pura y dura.
“Levas razón. Pondré a los chicos a ello. Lo has hecho bien, niña. Nos vemos en el coche.”
“Oh, gracias,” resoplé, ignorando la risilla de Tony. Antes de dirigirme a la puerta, hice una parada en el bar y pedí un chupito. Tenía alcohol en mi casa, pero no le haría daño a nadie si empezaba la noche ya.
Me abrí paso lentamente entre la multitud de gente bien vestida, suspirando aliviada una vez que estuve fuera del mar de diamantes, perlas y terciopelo. Puede que me haya criado rodeada de riqueza, pero aprendí muy pronto que siempre tiene un alto coste. Lo aguantaba por el bien de Tony, pero estaba ansiosa de volver a mi vida normal, mi vida universitaria. O, lo que me había convencido a mi misma de que era una vida normal. Trabajando para Tony Stark, supongo que uno nunca sabe de verdad qué es normal.
Como en una película de James Bond, Tony estaba apoyado en un coche deportivo demasiado caro que, honestamente, no me importaba lo suficiente para saber de qué marca era. Se enderezó cuando me acerqué y me abrió la puerta del copiloto. Le miré, cruzándome de brazos. “¿Estás bien para conducir? Te has pasado un montón de tiempo en la barra del bar esta noche.”
Puso los ojos en blanco. “Entra dentro, Canarito. No estoy ni cerca de estar borracho. ¿Crees que pondría en riesgo tu vida?”
Punto para Tony. Deslizándome por el asiento de cuero pulido, esperé hasta que Tony estuvo sentado al volante antes de hablar de nuevo. “¿Jarvis?”
“¿Sí, Señorita T/N/A?”
“Haz una parada en la licorería de la tercera, por favor. Tony me debe una botella de vino muy cara por lo de esta noche.”
“Así lo haré, Señorita T/N/A. Señor, Stark, gire a la derecha en la siguiente intersección.”
“Gracias, Jarvis.”
“¿Desde cuando atiendes sus ordenes?” preguntó Tony tratando de parecer enfadado, pero yo le conocía muy bien. Me quería y me malcriaba como lo haría si fuera mi tío de verdad.
Si Jarvis tuviera una cara, ahora estaría sonriendo. “Desde que dice por favor, y gracias. Los modales son importantes, Señor Stark.”
Se escuchó mi carcajada, casi cubriendo las protestas bien intencionadas que provenían del asiento del conductor. De todas las creaciones de Tony, Jarvis era mi favorita.
Tras parar en la licorería, Tony me llevó a la casa que me había comprado. Tener a Tony Stark como amigo de la familia, tiene definitivamente sus ventajas. No pagar renta, alcohol caro, universidad gratis… ¿Qué más puede pedir una chica?
“Joder,” murmuré cuando vi todos los coches aparcados en la calle mientras nos acercábamos. “Se me olvidó de que Nat y Wanda daban una fiesta esta noche.”
“Te vendrá bien. Sal de tu caparazón.”  El coche se detuvo en el medio de la calle. Tony se giró en su sitio para mirarme. “En serio, diviértete esta noche, niña. La semana que viene tenemos que encargarnos de esa presentación.”
“Oh, ¿va Tony Stark de verdad a preparar algo por una vez en su vida?” ante mi broma, simplemente levantó una ceja y yo cambié mi sonrisa por un gesto mas serio. “Vale. Haré mi mejor jugada, te volveremos a poner a buenas con la junta de nuevo.”
Cogí mi bolso y salí del coche. Antes de irse, bajó la ventanilla. “Lo digo en serio, Canarito. Ve a la fiesta. Hazme sentir orgulloso y no hagas nada que yo no haría.”
“Vale… no es una lista muy larga.” Solo había dado un paso cuando de repente me giré antes de que Tony pudiera irse. “Espera, ¡Tony!” me miró mientras intentaba quitarme la horquilla del pelo. Me costó un par de segundos, pero finalmente la separé de mi pelo. Tirándola al asiento del pasajero, me incliné para hablar con él. “Solo voy a cometer ese error una vez.”
La primera vez que Tony me llevó a una misión de reconocimiento, como la llamó él, se me olvidó devolverle el intercomunicador. La siguiente vez que le vi, me dio la chapa con todas las cosas nos había escuchado cotillear a Wanda, Nat y a mi.
Incluso ahora, se reía. “Me alegró mucho saber que Wanda finalmente le había pedido salir a Sam.”
“Oh, que te den, Tony.”
Mientras me retiraba, gritó. “¡Diviértete! ¡Usa protección!”
“Lárgate, Tony.”
El rugido del motor acelerando me dio todo el permiso que necesitaba para finalmente sonreír. Por raro que pareciera, tenía que admitir que mi vida sería mucho mas dura sin mi jefe barra pseudo-tío en ella.
Pero ahora tenía que enfrentarme a una casa llena de chicos de universidad y chicas de hermandad borrachos. Realmente, lo único que quería es llegar a mi habitación y cambiarme el vestido. Todo el mundo sabía que nuestros dormitorios estaban fuera de los límites de la fiesta, así que era mi lugar seguro. Mi destino. Sin embargo, estaba vestida como para caminar por la alfombra roja, así que pasar desapercibida era algo que me iba a costar.
“¿Necesitas ayuda con esas escaleras, muñeca?”
Exactamente al que yo quería ver. Apretando los labios, caminé hacia las escaleras del porche y le dediqué una fría sonrisa al hombre que estaba sentado en el balancín con un cigarro entre los dedos. “Hola Bucky.”
“¿Tu cita no ha ido bien? Solo es media noche y ya estás en casa.” Hizo un chasquido con los labios y meneó la cabeza. “Es una pena. Te has emperifollado para él. Qué desperdicio.” 
“¿Emperifollado? Qué estamos, ¿en los años cuarenta?”
“Obviamente no, ya que tu cita te hubiera acompañado hasta la puerta de casa en lugar de dejarte en medio de la calle.” Le dio otra calada a su cigarro antes de ponerse de pie y dejarlo caer al suelo, usando su zapato para aplastarlo. “¿Dónde están los modales hoy en día?”
Mirando a propósito el cigarro pisoteado en el suelo del porche, levanté una ceja. “Eso. ¿Dónde están los modales de la gente?
Se rio y me abrió la puerta usando su mano libre para hacer el gesto de que yo pasara primero. “Después de ti, muñeca. ¿Ves? Yo sí tengo modales.”
“Vaya cosa,” respondí secamente. Había tanta gente allí. Cómo había acabado haciéndome amiga de dos de las personas más sociables del campus era un misterio. Yo era lo opuesto a Wanda y Nat. Pero de alguna manera, funcionaba.
El calor del cuerpo de Bucky detrás de mi me puso de los nervios. Puso su mano en mi cintura y se inclinó hasta que sus labios estuvieron cerca de mi oído y su cuerpo prácticamente pegado al mío. “Tendías mucha suerte si me tuvieras, T/N/A.”
“En tus sueños, Barnes.”
Esa condenada sonrisa despreocupada en su condenadamente precioso rostro con ese condenado guiño que hacía él era todo lo que podía soportar. Por supuesto, en cuanto iba a responderle algo ingenioso y alejarme diciendo la ultima palabra, tuvo que ponerse totalmente encantador. Agarró con su mano mis dedos mientras se ponía en frente de mi y se llevaba mis nudillos hacia los labios, en un beso delicado. “Puede que algún día, T/N. Puede que algún día.”
Se fue, envuelto por la multitud de cuerpos borrachos. Resoplé y me giré hacia las escaleras, encaminándome a mi habitación. Qué bastardo arrogante y presumido.
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bulmarex · 6 years
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volví con mis mierdis en forma de chapa
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tir-nan-og · 4 years
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por Ariel
Hace 3 meses, salvo un par de días que estuve muy arte y medio cocinero, fui paulatinamente evitando las redes sociales (sobretodo FB), hasta dejarlas absolutamente, un par de semanas nomás a modo de desintoxicación. Nada de stalkear, ni chatear por privado siquiera, ni nada. Solo wasapeo con mis cercanos.Ya venía desde antes con varios golpes, temitas densos, mi viejo que tenía cáncer, entre otras cosas. Un combo bajón, a lo que se sumó la cuarentena -y todo la podredumbre que explicitó-, y para terminar de coronarla la agonía y muerte de Pipa, la perra de 15 años que cuidaban mis padres, en el mes de mi cumple y el de mis progenitores. Fue hace 3 meses y un par de días. La muerte en sí es algo triste e inevitable, pero el no poder acompañar a mis viejos y a la Pipa en el proceso, y el que no quisiesen sacrificarla (nunca fueron muy pro eutanasia) lo hizo un poco más duro de transitar. ¿Quizá en parte tenían la esperanza de que mejore, o tener tiempo para despedirse? Les sugerí un par de veces que la sacrifiquen para que no sufra más (se deterioraba día a día), pero no insistí demasiado. Cuando ya fue evidentemente insostenible, aceptaron llevarla al vet para dormirla. Al menos pudieron darle mimos hasta el final.Si tengo que ser objetivo no fue taan terrible, a fin de cuentas es más como uno se enreda con todo eso. Aunque el combo pegó fuerte. No diría que para mal, por la perspectiva con respecto al miedo a la muerte, y la resistencia que uno tiene a dejar morir lo que ya no da para más.Esta perspectiva tanatológica (?) la tuve presente a lo largo de casi toda la cuarentena, representada de muchas formas.--No niego la existencia del virus y su alta contagiosidad, ni el riesgo de que colapse el sistema sanitario, pero siempre me pareció más coherente el buscar la inmunidad de rebaño. Tampoco soy de los que usan el bozal como tapaboca, sino como "nasobuco". Circunstancialmente ya no lo uso. No rompan. Me siento un gil habiendo respetado estrictamente la cuarentena durante 3 meses, viviendo solo. Y a pesar de que desde el principio no me cerraba para nada todo esto, en muuuchos sentidos, y no solo en relación a la “lucha contra la pandemia”. Se me hizo cada vez más obvio que no iba a salir bien, y que a futuro iba a ser recordado con vergüencita.No soy “anti-cuarentena”, a lo sumo soy “anti” esta cuarentena, o como quieran llamarla. Tengo amistades más radicales en lo que anti-cuarentenismo respecta, pero con filosofías de vida y relación con la muerte muy particular. No son la caricatura con la que anduvieron entreteniéndose.Y si, también me da algo de miedo esto del covid, porque tengo familiares que son población de riesgo. Yo mismo lo sería, en cierto grado. Me parece sensato tomar ciertos recaudos y toda la cosa. Pero la mediocridad, la obstinación, la orgía de hipocresía y maldad me agotaron. Por esto me fui de las redes. Y por eso también volví.--De las primeras cositas que pensé fue que el asunto estaba sobredimensionado. Que fue excesiva la reacción de decretar confinamientos compulsivos, poco saludable psicológica y socialmente. Admito que me la tragué un poquito el 19 de marzo, viendo con buenos ojos que al fin el gobierno se pusiese las pilas. Pero me duró muy poco, apenas horas. Más aún viendo todo lo que siguió. Iba a ser una laaaarga agonía, y no evitarían los contagios y muertes, sino retrasarlos. La pandemia fue siempre el menor de nuestros problemas.Otra cosa muy evidente, que el gobierno nacional (y otras administraciones, provinciales, municipales…) estaba siendo represivo no solo económicamente. Muy progre todo. No era muuy difícil darse cuenta que las medidas tomadas, por lo menos, estaban al filo de dejar de ser éticamente aceptables (no, no lo fueron). Tampoco que estaban haciendo mierda la economía. Bah, todo en general, y que a futuro iba a ser peor que la pandemia misma (aviso, por si todavía no se están dando cuenta), afectando incluso la salud de la población y generando más muertes. Pero el miedo hace maravillas, tan así que en un primer momento fue mayoritaria la adhesión a creer que “la lucha contra pandemia” era lo más importante.La agonía y muerte de Pipa por otro lado fue para mí una especie de muestra gratis de cómo te puede pegar emocional/psicológicamente que te pase con un ser querido humano. Por las redes me encontré varias historias dramáticas de este tipo, además del delirante caso “Solange” de público conocimiento. Pero en general hubo una gran cantidad de testimonios, sobre variados asuntos y aspectos, de esos que te hacen como mínimo dudar de la versión oficial, y que dan cuenta de la enormidad de irregularidades del sistema/Estado.Uno puede decir: bueno, lo que se publica en los medios de comunicación o en las redes sociales puede estar manipulado, recortado, amplificado, tener oscuros fines políticos, etc. Pero más allá de que esto puede ser tramposo por la tendencia a irse a los extremos (desde creer full a descreer completamente, sin matices), cuando ya te empiezan a llegar testimonios tremendos de primera mano es medio incareteable que se está yendo todo un poquito más al carajo de lo que se cree.Pero no todo es negativo obviamente. En las crisis surge lo peor, y también lo mejor. Entre todas las cosas buenas que trajo la pandemia, como por ejemplo el apreciar la libertad y el contacto humano (aunque no para todos al parecer jaja), es que está haciéndose explícita la naturaleza decadente y viciada del Estado argentino, de la política, y en particular de la coalición gobernante, de la cuál se me hace difícil no pensar que son fundamentalmente un rejunte de psicópatas, estafadores, charlatanes, mediocres, más algún que otro colgado.Lo mejor es que se caen las caretas.(sigue en los comentarios)
Disclaimer: acá es donde me pongo verdaderamente “polémico”.Entre otras cosas, estoy muuy cansado desde hace años de lo endogámico, agobiante y envilecido que se fue tornando el para mi hoy agonizante “progresismo” -que supuestamente venía a ser una superación de lo anterior-, siendo que yo mismo era un tanto progre y zurdito, y en cierto modo lo sigo siendo, a mi modo. Pero lo de estos meses fue demasiado.Me harté de tanta hipocresía, de las estupideces, del fanatismo y tribalismo. Del doble-pensar, y doble-vara para juzgar, de la lógica blanco o negro. De la reivindicación de la rapiña, buchoneo y escrache, haciéndolo pasar por “justicia social”. De la obediencia, estatolatría y condescendencia con el poder político por parte de supuestos rebeldes, anarquistas y anti-sistema. De la tibieza de los que tienen por deporte señalar “tibieza” en los demás; del fascismo de los que le dicen facho a cualquier cosa; de la conformidad en la mediocridad de los “idealistas”.Me asqueé de la ignorancia, la banalidad y superficialidad de los que flashean intelectualidad, pensamiento crítico y superioridad moral mientras están en una nube de pedos haciéndose pajas ideológicas inconducentes. Me aburre el snobismo del concheterío progre clasemediero.Cansado de los supuestamente muy comprometidos o conscientes políticamente (partidizados/ideologizados diría yo) encarnando la apatía, que se la pasaron pelotudeando, burlándose y despreciando a los “anticuarentena”, los “conspiranoicos”, los “odiadores”, o a los chivos expiatorios de moda mientras, por un lado, ellos mismos son parte de una secta ideológica conspiranóica con una forma de pensar nivel terraplanista y, por otro, estando como desentendidos de los desastres y sufrimiento que está generando el gobierno, con el que al parecer tienen simpatía y probablemente votaron. Y de los que normalizan y justifican cosas que directamente están MAL, no sujetas a dobles interpretaciones. O peor, celebrándolas desvergonzadamente.Harto de la insensibilidad y maldad de los que sacan chapa de tener “empatía” y “conciencia social”.
Entiendo que varios puedan sentirse tocados e interpelados por todo este despotricar visceral. Un poco era la idea, un poco es lo que pasa por aguantarse tanto tiempo: estoy cansado de mantenerme al margen, callado, dudando de mi criterio e intuiciones. Entiendo también que mucha de la gente que estuve representado, en otros ámbitos son más coherentes y sensatas, pero al meterse en política anteponen lo emocional a lo racional.No es la manera en la que “idealmente” me gustaría expresarme. Podrían tomarlo como una cagada a pedos a ver si se despabilan y dejan de estar en la pelotudez, si es que ya no lo están haciendo.Y no me refiero particularmente a los simples votantes del FdT. Celebro los que nunca confiaron del todo, o los que se arrepintieron, y especialmente a los que siempre hacen la suya.No me jode que hayan votado una u otra cosa. Menos si se abstienen de hacerlo. Ni siquiera que tengan una u otra preferencia ideológica de tooodo el espectro ideológico, ya de por si muy diverso. Porque en mayor o menor medida se puede rescatar algo de todas las corrientes, además de que personas con genuinas buenas intenciones hay en todos lados, por más que tengan ideas equivocadas o incompletas. Y porque entiendo que las cámaras de eco o apego a tradiciones familiares limitan la capacidad de comprensión de lo que ocurre fuera... y se puede caer en prejuicios u opiniones sin fundamentos. La ignorancia no es el problema, sino el no ser conciente de ella, nunca cuestionárselo, y volverse un soberbio que anda canchereando sistemáticamente.Esto también es un llamado a los que andan por ahí guardándose, a los que creen que es al pedo hablar o disentir, por resignación, por miedo a ser “políticamente incorrectos” y que los rechacen.Y quien piensa que estoy siendo parcial pegándole “solo” al progresismo y al gobierno: 1) no me conoce, 2) no entendió el texto ni la trampa en la que está sumida la fragmentada sociedad argentina.Si alguien tiene dudas o no entiende algo, si alguien quiere desarrollar algún punto, incluso con respecto al tema pandemia/cuarentena; debatir, aportar, sea por acá o por privado son bienvenidos.Ojo, las insolencias NO van a ser toleradas.¡Feliz primavera!
23.09.20
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problemasycaos · 5 years
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Pesadilla (2)
Jueves, 10 de septiembre.
- ¡Schratte, despierta! Mueve tu jodido culo blanco de la cama. Tenemos que tomarte declaración.
El que hablaba era Morris, un agente que llevaba más de treinta años en el cuerpo. Mientras hablaba daba golpes con su porra a los barrotes de aquel calabozo de cuatro metros cuadrados con el único propósito de molestar a todos los reclusos que se encontraban en esa sala.
Mike se levantó de ese incómodo colchón, aún con la ropa de hacía dos días. Se frotó los ojos con sus dedos y abrió sus párpados despacio, intentando acostumbrarse a la fuerte luz que allí había.
- Vamos, joder. No tengo todo el día.
Prosiguió el policía, indicándole a Mike que sacara sus manos por los huecos de los barrotes para colocarle las esposas. Una vez hecho, abrió su celda y le dejó salir, señalándole el camino hasta la sala de interrogatorio.
Cuando se encontraba entre esas cuatro paredes, se sentó sobre la silla de metal, bajo esa luz fluorescente tenue y deprimente.
Apoyó sus manos en la mesa y esperó varios minutos a que llegaran las personas indicadas para interrogarle.Tras una larga espera, la puerta se abrió y tras ella aparecieron los mismos agentes que le habían detenido. Primero pasó el de mayor edad y después el más joven, el cual llevaba una libreta y una carpeta con todas las pruebas.
Éste último se sentó frente a él, mientras que el otro hombre se mantuvo de pie, con los brazos cruzados, como si aquella fuera la típica escena de un policía bueno y otro malo.
- ¿Otra vez tú? ¿No había una persona más inexperta?
Ironizó Mike, con su mirada fija en el chico joven, el cual se colocaba una y otra vez las gafas por puro nerviosismo.
- Schratte, aquí las preguntas las hacemos nosotros, ¿te queda claro? 
El segundo policía dio un sonoro golpe sobre la mesa de chapa y alzó su voz, seguramente para intentar intimidarle.
Mike se limitó a alzar sus brazos, al igual que sus cejas, dándoles pie a que comenzaran cuanto antes. 
El más ingenuo colocó una cámara de vídeo que apuntaba hacia el interrogado y pulsó el botón para que todo quedara registrado, después carraspeó.
- Michael Schratte, ¿de qué conocía usted al señor Patrick Smith?
Su voz sonaba tensa, e incluso se le habían llegado a trabar varias palabras.
- Yo no conocía a ese tipo. - Clavó sus codos sobre la superficie y centró sus ojos en el joven agente. - Hace un par de semanas salí de un local, había bebido varias copas de más, y dio la casualidad de que ese hombre… Patrick, iba igual o peor que yo. Sin querer me choqué con él y fue ahí cuando comenzó todo. Se alteró y empezó a empujarme mientras gritaba cientos de insultos, a lo que yo reaccioné de la misma forma. Después llegamos a las manos, ambos recibimos varios golpes, pero consiguieron separarnos. Yo me fui de allí, y desde entonces no volví a verle. Ya os dije que esto se trataba de un error, joder. Yo no he matado a nadie.
Los dos hombres se miraron sin mediar palabra, y acto seguido Mike continuó hablando.
- El día del asesinato yo estaba en mi casa. Sé que nadie puede corroborarlo, pero soy inocente.
El guardia del bigote soltó una carcajada que resonó por toda la sala.
- ¿De verdad crees que somos tan gilipollas como para creernos eso?
- ¿Qué más pruebas hay contra mi?
El detenido ignoró por completo las palabras del hombre y le formuló la pregunta al que tenía enfrente. El chico volvió a colocarse las gafas y comenzó a revisar todos los papeles que tenía sobre la mesa.
- Fuiste la última persona que vio con vida al señor Smith, y el arma que se usó para acabar con él tiene sus huellas, señor Schratte.
- ¿Qué? ¿Cómo que tiene mis huellas? ¡Eso es imposible, joder, imposible!
Su voz también se alzó, y se alteró de un momento a otro, incluso comenzó a dar golpes con el puño cerrado sobre la mesa
.- ¡Todo esto es un error! ¿O es que no lo veis? ¡Es una jodida trampa!
- Cálmate, Schratte. - Pidió el policía que se encontraba sentado.- Cálmate si no quieres que te de una paliza aquí mismo y diga que has intentado agredirme. - El otro agente colocó su mano sobre la porra y miró a Mike desafiante, pues seguramente no era la primera vez - ni la última - que se aprovechaba de su autoridad. El otro compañero le recordó que todo estaba siendo grabado y este cesó sus amenazas.
Mike respiró hondo, soltando varias bocanadas de aire por la boca, intentando calmarse.
- No hablaré más hasta que no esté presente mi abogado.
Comentó, aferrándose a las leyes que le habían leído anteriormente, y tras ello se levantó de la silla para volver de nuevo a su celda.
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lasleonas · 6 years
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La íntima obsesión de Silvina D'Elía y Rosario Luchetti en sus regresos a las Leonas
El alto rendimiento también son los abdominales de Rosario Luchetti y la musculatura de brazos y piernas de Silvina D'Elía. Las dos chicas están esculturales en sus respectivos regresos a las Leonas, después de una serie de renuncias y retiros que las quitaron de los primeros planos. Llama la atención lo bien que volvieron Charito (34 años) y Pity (32), cuando parecía que las dos ya habían pasado a la historia grande de la selección. Lucen impecables físicamente y conectadas con el juego, como se está observando en la novedosa Pro League.
Por diferencias con los dirigentes de la Confederación Argentina de Hockey, Luchetti dio el primer portazo en julio de 2014, volvió para jugar el Champions Trophy de Mendoza de aquel año y se retiró a principios de 2015. D'Elía, en cambio, se fue y retornó más veces durante aquellos años de cortocircuitos y malhumores: hizo un último intento durante el ciclo de Agustín Corradini a mediados de 2017, pero su intención no prosperó. A fines del año pasado, ambas fueron rescatadas por Carlos Retegui, el DT que las sacó campeonas en el Mundial de Rosario 2010 y medallistas de plata en los Juegos de Londres 2012, entre otros lauros. Ahora, quieren consagrarse en la última estación: Tokio 2020.
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-¿Cómo se vio todo desde afuera?
-Luchetti: En realidad bien, siempre seguí a las chicas como una ex jugadora e hincha: sufriendo cuando perdían y también cuando ganaban. Claro que extrañaba la adrenalina de jugar en la alta competencia, algo normal para cualquiera que vistió la camiseta argentina y se retira. Pero en su momento me fui totalmente tranquila y muy convencida de mi decisión. En ese período afuera aproveché para entrenar a equipos de mi club, Belgrano Athletic y además retomé mi carrera de corredora inmobiliaria que todavía no pude terminar. Y después, de todo: cumpleaños, eventos, festejos, todas esas cosas que en la selección estás obligada a dejar de lado. Aprendí a vivir de manera diferente, con más tiempo libre.
-D'Elía: Al principio no estuve tan pendiente de las chicas. Me fui a principios de 2015 y obviamente vi los partidos de los Juegos Olímpicos de Río. Después me tocó mirar de afuera el Mundial 2018. Pero siempre quedás de alguna manera ligada al seleccionado, porque es parte de la vida de una. En estos tres últimos años disfruté de cosas que no había podido al integrar el plantel, como asistir a distintos eventos o ir más seguido de visita a Mendoza para ver a mi familia. Además empecé un curso de coaching ontológico a distancia y estuve trabajando como entrenadora de divisiones inferiores en SITAS, Cissab y GEBA. Pero siempre estás vinculada con esta camiseta: la relación entre una jugadora y su seleccionado nunca se va a romper.
-Si revisan hacia atrás, solo les quedó pendiente la conquista de una medalla olímpica dorada. Ya tienen una carrera hecha: ¿Qué las impulsó a volver?
-Luchetti: A mí me tentó, me motivó y me incentivó el proyecto. Sobre todo que esté al frente Carlos Retegui, que es un entrenador muy ganador y quien me llevó a lograr varios títulos con las Leonas. Además, me interesó el desafío en sí. La verdad es que cuando charlé con él me transmitió esas ganas de ganar la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y te convence muy fácil por la manera en que te habla. Siento que mi tiempo acá está bien invertido, más que nada por el entrenador que es él.
-D'Elía: Justo tenía esa frase: una sabe que está invirtiendo bien en esta selección. Ahora, tanto el Chapa Retegui como yo vemos las cosas de manera diferente porque estamos más grandes. Cuando me llamó, la charla fue linda: me contó lo que quería hacer y el rol que iba a tener. Hoy vuelvo diferente, porque cuando empecé con él era de las más chicas, luego de las medianas y ahora de las más grandes del plantel. Entonces está bueno el desafío de venir a colaborar y sumarme al grupo desde donde me toque. La idea es sumar a partir de la experiencia y, obviamente, la medalla dorada está todo el tiempo en mi cabeza: en cada pasada, en cada sesión en el gimnasio y en cada día de entrenamiento.
-A veces puede volverse peligrosa la idea de que la medalla olímpica de oro se convierta en una obsesión…
-Luchetti: Es que para mí, la medalla dorada "es" una obsesión. Si no, no estaría acá. A veces les digo a las chicas en los entrenamientos: "Sorry si rompo mucho las pelotas". Pero me volví obsesiva de ganar, del alto rendimiento, de ser la mejor, de entrenarse a full, de ser muy minuciosa en los detalles. Realmente es así: si no fuera una obsesión, no estaría de vuelta en este equipo pensando en que podemos ganar la medalla de oro.
-Cuando formaban parte del seleccionado en la etapa anterior, las dos mostraron también una actitud muy fuerte fuera de la cancha, ante dirigentes y entrenadores. Eso llevó a renuncias y retiros temporarios. ¿Hoy pueden garantizar que va a haber "paz", por llamarlo de alguna manera, para enfocarse exclusivamente en el objetivo deportivo?
-D'Elía: Entiendo lo que piensen de afuera. Pero para mí, decir siempre la verdad es estar en paz, sobre todo conmigo misma. Cuando una es más chica actúa de una manera y con el tiempo hacés una autocrítica y decís: "Uy, quizás no me manejé de la mejor forma". Pero soy una persona convencida de lo que hace y que va a ir siempre para adelante. Si hoy tuviera que afrontar una situación, sería menos impulsiva que hace cinco años, pero no dejaría de demostrar lo que pienso, lo que siento y respetar mis convicciones. Pero tal vez actuaría de manera más pensante, cuidándome a mí y al grupo.
-Luchetti: A mí no me interesa hablar de lo que pasó, ya es parte del pasado: en su momento hablé con la gente que tenía que hablar y con otra no me he encontrado. Fueron momentos distintos a los de hoy y ahora estoy acá para un proceso nuevo; miro hacia el futuro. Ya saqué conclusiones de aquello, hice una autocrítica de todo el proceso, pero ya estoy acá y mi objetivo de hoy es Tokio.
-Hoy representan la generación más grande y ya hay una brecha con algunas de 15 años. ¿Cómo manejan esa diferencia de edad con las que recién se incorporan?
-D'Elía: En nuestro caso es raro porque nosotras somos las que llegamos o nos reincoporamos al grupo. Por lo menos yo tuve que acomodarme a lo que venía haciendo. Pero las más chicas vienen con otra personalidad y son más de llevarse el mundo por delante, que en muchas cosas es mucho mejor que antes. Aunque me siento con Celina Di Santo, que tiene 19 años, y charlamos sin problemas. Yo trato siempre de transmitir lo que en su momento me trasladaron las más grandes, con experiencias y anécdotas. También me gusta escuchar a las más jóvenes para ver cómo se sienten. Eso está bueno porque nutre al grupo.
-Luchetti: Creo que es un intercambio de experiencias. Nosotras hemos vivido muchas cosas como jugadoras y no por eso nos las sabemos todas. Y ellas tienen otros modos, costumbres. Se manejan de otra manera también fuera de lo deportivo, en el ámbito social. Desde nuestra posición sería muy tonto tomar una postura de bajar línea y marcar que las cosas sean de tal o cual manera. A mí me gusta saber cómo ven ellas distintas situaciones porque tienen otra visión. Termina siendo un intercambio permanente y eso está bueno.
-Más allá del bagaje de experiencia, ¿no les dio un poco de miedo saber si iban a estar a la altura en sus respectivos regresos al equipo?
-D'Elía: Sí, obvio. A mí me pasó. Esos miedos me aparecieron en la pretemporada: si me la iba a poder bancar y volver a esa rutina que consiste en vivir para el equipo. La cabeza maneja todo, y aquella semana de enero antes de empezar me preguntaba si podría o no resistir en lo físico, y si iba a estar conectada con el hockey de hoy, que es más dinámico y de mayor roce. Tuvimos un mes de preparación y debutamos en la Pro League contra Bélgica, que dentro de todo fue accesible, aunque lógicamente tenés esa incertidumbre acerca de cómo te vas a sentir. La realidad es que me siento bien, más allá de que estoy más grande y me cuido mucho más en un montón de cosas. Lo disfruto muchísimo y me ayuda a estar de la mejor manera.
-Luchetti: Al momento que acepté volver me puse en función de eso. No sé si era miedo, si no más bien la inquietud acerca de si el cuerpo iba a responder. Cuando nos mandaron el plan fìsico individual en el verano fue duro, pero yo estaba tranquila: era cuestión de venir a la selección, entrenarme y pasar por la prueba de juego. Lo que más me preocupaba era saber si iba a poder soportar este ritmo del día a día. Este modo automático de entrenarse-dormir-comer. Pero estoy tranquila con la decisión que tomé.
-¿Qué notaron de diferencia en cuanto al juego en todos estos partidos de la Pro League?
-Luchetti: El hockey hoy es un juego más físico, se juega pelota por pelota, con una ida y vuelta todo el tiempo. El secreto es jugar bien en las dos áreas, defensiva y ofensiva, y en realidad ya casi no existe la transición de un lado a otro. Antes había más elaboración de juego, ahora es ir y venir, llevar la bocha rápido de tu área a la del rival. Y más todavía con los cuatro cuartos, que todo es más rápido.
-D'Elía: Al no haber tanta elaboración, creo que el juego se volvió más aburrido para verlo, al menos para mí. Ojo, quizás para un espectador le parece mucho más divertido y dinámico. Pero a mí me gusta la elaboración de juego, las jugadoras pensantes, el equipo que sabe a lo que juega. Yo disfruto de ver a Holanda, porque combina su filosofía del hockey con su manera de entender y desarrollar el juego.
-¿Cómo lograron tener los físicos que exhiben ahora?
-Luchetti: Creo que el cuerpo tiene memoria y eso lo comprobamos. Y al tener la cultura del seleccionado, hemos aprendido mucho y nos pusimos en el "modo profesional". Entonces las dos nos cuidamos en cada detalle desde el minuto uno en que nos incorporamos.
-D'Elía: Igual, la vida de selección hace que vos te cuides. Durante estos tres años afuera me cuidé igual, pero cuando el Chapa me dijo "¿empezamos?" me puse en modo seleccionado, como dice Charo. Aparte, en mi caso tenía más temor porque la parte física fue lo que siempre más me costó entrenar. Apenas recibimos la convocatoria, fui a la nutricionista y le pedí: "Quiero estar mejor que nunca". Ahora, ella misma está sorprendida porque estoy mejor que en 2010.
-Luchetti: Si bien podés darte tus gustos, al final el cuerpo te pide siempre que vuelvas a las costumbres sanas. Si ya aprendiste a comer, vas a comer bien. Más que nada por el compromiso de tener un objetivo importante en mente.
-D'Elía: También los años te dan ese conocimiento de tu cuerpo y de tu cabeza. Entonces decís: "Puedo comer todo, pero tengo que ver en qué momento, cuando y qué cantidad". Son ciertos deslices controlados.
-Hasta Río 2016, Argentina tenía una foja impecable de no haber bajado de las semifinales en cualquier torneo desde 1998. Pero tanto en esos Juegos Olímpicos como en el Mundial 2018, el equipo terminó relegado. ¿Sienten que la selección hoy está un poco desplazada en la rama femenina y que hay que remar de nuevo para volver a estar mano a mano con Holanda?
-D'Elía: Hay que cambiar la palabra presión por desafío. Igual a la Argentina se la respeta mucho en el mundo del hockey, más allá de estos años que a todos les tocan, porque Australia y Alemania también lo vivieron.
-Luchetti: Todo el equipo tiene ese deseo de volver y estar entre el Nº 1 y Nº 2 de nuevo: nosotras, que regresamos, y las que están entrenándose desde hace tres años. Vas hablando con las chicas y es lógico: todas quieren ganar y subirse al podio. Este año, los Panamericanos de Lima hay que ganarlos, no hay opción. Pero va a estar difícil porque Estados Unidos ya nos perdió el respeto en Guadalajara 2011 y Toronto 2015. Se la creen y hacen bien en hacerlo.
-Imaginemos que todo sale bien y que llega la gran cita de Tokio 2020. ¿Cómo se ven ustedes en ese momento?
-D'Elía: Todos los días me veo con la medalla dorada colgada y llorando. Lloré en el Mundial de Rosario 2010, pero este llanto en los Juegos Olímpicos sería todo: una medalla ganada, el fin de mi carrera y todos los recuerdos del hockey juntos.
L uchetti: No tengo promesas ni juramentos: la promesa es el día a día entrenándome. Cuando no puedo más en un entrenamiento, me imagino que estoy en el último minuto de la final y eso me hace esforzarme un poquito más. Me "invento" imágenes de una semifinal que nos clasifica, para después jugar una final y ganarla. Por suerte, los pensamientos son todos positivos, tratando de dar siempre un poco más.
-D'Elía: Lo mejor de todo es que depende nosotras.
-¿Te parece?
-D'Elía: Obviamente que tenés rivales muy capacitados para ganarnos, pero el Chapa piensa siempre en su equipo, más allá de que respete a los contrarios. Y hace que funcionemos pensando en eso, en nosotras. Entonces si hacemos todo, pero todo lo que hay que hacer, que es mucho, será muy difícil que no logremos nuestro sueño.
-Luchetti: Por eso creo que apostamos bien: el tiempo está bien invertido. Como dice Retegui: "La pelota puede pegar en el palo, salir y perdiste", pero vamos a estar preparadas para pelear en las altas ligas, digamos. Nos entrenamos para ser el mejor equipo del mundo. Vamos a llegar convencidas de que dimos todo y nuestra cabeza estará preparada para ir a la guerra, como fue en el Mundial de Rosario 2010. Para nosotras es nuestra última oportunidad, porque la última parada será Tokio.
Por:
Gastón Saiz
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juglaresa · 8 years
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El Viejo de la Ford 100
Hacía más de doce años que no escuchaba esa voz metálica y monótona, con una pizca de angustia y aburrimiento que salía del megáfono diciendo: “Compro mesa, silla, heladera, compro vajilla, compro nuevos, usados, compro madera, chapa...”. Tenía olvidada la existencia de esa voz, de ese canto triste que me generaba un poco de espanto en las tardes de calor a la hora de la siesta, sin embargo tenía presente que había otras voces que sonaban en el barrio cuando yo era pequeña, el que vendía helados y pasaba con una campanilla diciendo “Lloren chicos lloren”; el sodero, que alargaba la palabra para hacerse notar presente cuando llegaba al hall de mi casa; el afilador, con un silbido que rompía los tímpanos; la avioneta que pasaba promocionando “Las Heras 788, Fábrica de calzado para damas, abierto todo el día” sumado al sonido que hacia el cacharro volador. Pero ninguno me generaba lo que la voz que salía por el megáfono, que hoy vuelvo a escuchar y me trae escalofrío. ​ El espanto respecto de la voz de la camioneta Ford 100, a la que se le descascaraba la pintura y sonaba a batería de ollas viejas, tenía razones sucedidas en mi infancia. Alguna vez mi madre nos había dicho a mi hermano y a mi, “O se portan bien o paro al viejo barbudo de la camioneta y le digo que se los lleve gratis”. Si, gratis encima. Nos hacia creer que no le importaba ni que le diesen plata. Mi hermano con tres años y medio no entendía nada, pero yo con seis, tenía miedo, y a su vez me sentía responsable por él. ​ El barbudo de la camioneta vieja era el chofer, un tipo que según decía Elsa, la tía gorda y canosa, por unas monedas se llevaba de tu casa todo aquello que ya no querías seguir acumulando, y lo subía a su chatarra de cuatro ruedas. Sólo una vez habíamos visto la cara del chofer. Jugábamos con mis primas y mi hermano en la vereda de la casa de la abuela Antonia, que vivía a la vuelta de nuestra casa. Jugábamos a la mancha, corríamos y gritábamos, para que mi hermano no nos tocara con las manos sucias de barro, los vestidos impecables que nos ponían, con volados en las mangas y moños en la espalda encima del culo (Como si el culo fuese el regalo). Diana, Malena, Paula, yo, y Miguelito que nos perseguía. Diana y Malena eran hermanas, rubias de ojos claros, Diana tenía rulos y Malena pelo lacio, se llevaban un año de diferencia, Diana era como yo, y Malena un año más chica. Ellas eran las hijas de tía Elsa. Tía Elsa era gorda, pero las chicas eran dos palos de escoba como su padre Carlitos, que sufría de todos los males del mundo, diabetes, colesterol, presión alta, no le faltaba nada, o eso decía la tía y entonces lo tenía siempre a dieta. No lo dejaba comer nada, y se comía todo ella. Carlitos era el hermano de mi mamá. Paula, la otra prima, era hija única de mi tía Gloria, también hermana de mi mamá. Mi tía Gloria era profesora de inglés, había quedado viuda muy joven de un viejo que tenía mucha plata. Se creía muy refinada, siempre mezclaba palabras en inglés en medio de las frases, y nadie la entendía. Ella se hacia la que le había salido sin querer, y aclaraba el significado de lo que había querido decir. Paula, era callada, introvertida, la teníamos que obligar a jugar, porque la tía no la dejaba para que no se manchara las prendas que la había comprado en Miami, en alguno de los dos viajes que hacia al año. Cuando pasaban un par de horas Paula se desinhibía, pero todas las semanas costaba lo mismo. Miguelito mi hermano, era el más pequeño de todos, en esta época que cuento lo de la mancha, él tendría cuatro años y era un terremoto. Tenía el pelo lleno de rulos dorados y los dientes le habían salido todos torcidos, pero mi mamá decía que en cualquier momento se le iban a caer así que no había que hacerse problema. Él estaba siempre feliz, contando algún chiste de jaimito que le contaba el abuelo Pepe, o levantando las polleras de las primas y riéndose de la picardía. ​ Mientras íbamos de aquí para allá en la vereda, chillando como locos, escuchamos venir esa voz metálica, en conjunto con el sonar de la camioneta toda enclenque que en el medio de la hora de la siesta, salvo por nuestras vocecitas agudas ese ruido parecía el de una nave espacial aterrizando en tierra. Miguelito me agarró la mano, las chicas se abrazaron y Paula se tapó los oídos con los dedos porque le molestaba el ruido en los dientes. A mi orden de “A la guarida” nos escondimos en el jardín delantero de la casa de la abuela, entre unos arbustos donde teníamos armada una especie de rancho. Desde la trinchera espiamos como a una velocidad mínima y a ritmo pesado, como si una rueda le pidiese permiso a otra rueda, pasaba la Ford 100, y el barbudo que tenía una barba larga y un tanto canosa, una gorra roja desteñida y percudida, fruncía la frente como forzando la vista. Le hablaba con su boca bien cerca a un control por el que después llegaría su voz al megáfono que estaba sobre el techo de la cabina de la camioneta. Tenía puesta una musculosa blanca de morley, y se notaba que estaba sufriendo calor porque su piel se veía brillar de sudor. ​ Esa noche cuando me fui a dormir, después de rezar un padre nuestro, y dos Ave María, mi madre estaba por apagar la luz del velador giratorio con dibujos de animales que yacía en mi mesa de luz. Ese velador hacia las formas de los animales proyectadas en la pared, y a mi me encantaba mirarlos antes de dormir e imaginarme que estaba en la selva. Esa noche le pedí a mi mamá que no apagara la luz, que quería dormir con el velador encendido. Mi madre que notó algo raro en mi conducta me preguntó cuál era la razón y le dije que habíamos visto al viejo de la ford. Cometí un grave error, porque eso ayudó a confirmar su teoría de que el viejo podría llevarnos, y durante años fue la amenaza fija de nuestra madre. ​ Fue pasando el tiempo, y entre que nos volvimos más grandes y el barrio se fue poniendo cada vez más peligroso, fuimos dejando de jugar en la calle. Mi prima Paula se fue a hacer el secundario en Estados Unidos, y Diana y Malena entraron pupilas en un colegio de monjas de la Capital. Miguelito era el único que seguía andando más en la calle porque era varón. Andaba en bici con un grupo de chicos del colegio. Mi mamá no me dejaba andar mucho sola por la calle, porque yo ya había desarrollado, y tenía tetas y culo. Ella decía que tenía el cuerpo de una mujer pero no podía pensar como tal todavía. Una tarde que me quedé en casa de mi abuela Antonia y estaba muy aburrida, en plena edad del pavo, no sabía que hacer. Todos los juegos me parecían aburridos, y la abuela para que no la molestara más haciendo preguntas del estilo cómo había sido su primer beso y si se había casado virgen, me dio dinero y me mandó al kiosco de revista a comprar alguna de chimentos. ​ Era un día de semana de otoño. En la manzana frente a la casa de la abuela había una escuela y se escuchaban los ruidos de los chicos del turno tarde corriendo en el recreo. Yo crucé la calle y fui caminando junto al paredón de la escuela. No había nadie porque era la hora de la siesta. Sólo se escuchaban los chicos hasta que sonó el timbre del fin de recreo y todo quedó en silencio de nuevo. Venía caminando distraída contando las baldosas. De pronto me chistan desde una camioneta Ford 100 que estaba estacionada. Era el viejo barbudo. El mismo viejo, sólo que ahora estaba pelado, la barba la tenía más larga y completamente blanca. No llevaba gorra roja, pero si la camiseta de morley. Me chistó con el vidrio bajo, y de pronto abrió la puerta. Me dijo: -Nena, ¿no querés ver como me hago la paja? ¡Mira que lindo!.- El tipo tenía el pantalón de jean celeste clarito bajo, a la altura de las rodilla, un calzón blanco, y en su mano derecha manipulaba su miembro peludo y parado. Lo recuerdo como una salchicha con arrugas. No me asusté ni hice ningún tipo de alarma. Me había detenido en la vereda casi contra la pared cuando me había chistado. Debe haber pasado todo en menos de un minuto y lo recuerdo como un momento eterno, detenido en el tiempo de mi vida. Lo mire con un poco de pena, que mientras pasaban los segundos se convirtieron en asco. En mi mano tenía enrollado el billete de cinco pesos verde que me había dado la abuela Antonia. De pronto sentí que mi mano estaba sudando y el billete se retorcía humedecido. El viento se agitó, y las hojas que estaban secas y caídas sobre la vereda hicieron un remolino a mi alrededor. ¿Qué era hacerse la paja? ¿Porqué este viejo barbudo estaba en su camioneta ofreciéndome mirarlo? No tenía certezas sobre la propuesta, nunca había escuchado esa expresión, pero si sentía que no debía ser nada correcto. El perro del vecino de enfrente empezó a ladrarme desde la terraza. El viejo sacudía su salchicha como estirándola y notaba que se pasaba la lengua por las labios, en un movimiento rarísimo como de lamerse comida que le había quedado. Tenía colgada una cinta roja en el espejo retrovisor, y una estampita de San Cayetano. Pensé que Antonia se iba a preocupar si seguía demorándome, y también que si alguien me veía ahí parada me retarían. Muy amablemente como una señorita de mi casa le dije: No, gracias, tengo cosas mejores que hacer”, y seguí caminando, ahora a un ritmo más veloz. Llegué al kiosco de diario un poco agitada, aunque me concentré enseguida en mi tarea. Observé las opciones de tapas de revista que había. Susana Gimenez declarando “Humberto me quiso agredir, y yo me defendí”, en otra Thalia con la espalda descubierta: “No me gusta que me comparen con Natalia Oreiro”. Después estaban las de política el clan Macri y decía algo de “la familia”. Terminé comprando una revista gente que tenia a Julio Iglesias bautizando a su hijo en la tapa junto a su mujer. Antonia era fan de él, creía que iba a ponerse contenta. Volví a casa de la abuela, dando la vuelta por la otra manzana para no volver a cruzarme con la ford 100. No me crucé a nadie en el camino. Conté quinientos setenta y ocho pasos hasta el zaguán de la casa. Al llegar me senté junto a la abuela en la silla hamaca con revista en mano y sin decir nada pasé la tarde intentando leer, pero de rato en rato se me venía la imagen del viejo barbudo manoseándose. No se lo conté a nadie hasta que mi primer novio de los catorce años me explico lo que significaba hacerse la paja y me pidió que se la haga. ​ Sigo viviendo en la misma ciudad que cada vez me da menos ganas de caminar y me hace sentir que vivo encerrada en el dos ambientes que comparto con mi actual novio, donde me siento enjaulada. Estoy sentada en mi balcón leyendo la revista Rolling Stones, escucho la voz del camioncito pasar “Compro mesa, silla, heladera, compro vajilla, compro nuevos, usados...”. Sé que no es la misma Ford 100, pero todas suenan igual por el filtro del megáfono, me da piel de gallina y se me acelera el corazón como de espanto.
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lfaangirl · 4 years
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volví en forma de chapa ahre
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carlosbaviera-blog · 5 years
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Mi experiencia con la creacion de Tulpas
Con fines puramente didácticos y preventivos me dispongo a narrar una problemática respecto a la creación del tulpa o nirmāṇa que tuvo lugar en el verano de 2018. No entrare en detalles sobre mi vida personal ni quiero hacer apología a estas practicas pero diré que ese verano consideraba el uso de conjuraciones un elemento clave para el desarrollo de las facultades humanas de cara a las inminentes posibilidades del perfeccionamiento de la modificación genética y las corrientes transhumanistas. Se dió el caso que, siguiendo las pautas de��William Walker Atkinson, conseguí tras dos meses de deconstrucción del espacio y proyección sobre el objeto (una chapa con imperdible del grupo Korn que tenia desde la adolescencia, ya que debe tratarse de un objeto fácil de portar y con cierto valor simbólico), conseguí empezar a representar una ramificación autónoma de mi conciencia en forma del personaje Yuno Gasai, protagonista de la serie de animación Mirai Nikki. Las interacciones al principio fueron puramente accionadas por mi manualmente y el tulpa carecía de presencia personal mas allá de la visualización y, excepcionalmente, auditiva. No fue sino cuando empece a abandonar el proyecto debido a los exámenes de septiembre cuando, al no dedicarle mas de cince minutos del día a la construcción meditavida, empezaron a hacerse notables las manifestaciones. Se dieron principalmente durante las horas de estudio o antes de dormir y lejos de ser conversaciones estructuradas y dialogables se trataba de frases irrisorias y vejaciones contra mi propia persona. La voz era poco constante pero en las manifestaciones mas nítidas podía identificar claramente la vez del doblaje al castellano interpretado por Melissa Gedeón. Así pues, volví a dedicarle treinta minutos diarios al ejercicio con el fin de controlar la emanación, perdiendo horas de estudio y bajando significativamente mi rendimiento. En ese momento fue cuando se empezó a hacer molesto- Durante las meditaciones se me presentaban fugazmente impresiones visuales o auditivas cada vez mas regularmente, siempre con un tono burlesco. Descalificativos como “pajero” o “zampapollas” fueron algunas de las manifestaciones que se solían dar y me empezó a preocupar la posibilidad de haberme autoprovocado algún tipo de esquizofrenia. En este punto y ante la imposibilidad de recurrir a la ayuda de mis padres, intenté reformular la proyección hacia la imagen de Jesucristo, apelando a la bondad y la sabiduría del corpus. Usé corrector ortográfico para marcar la chapa con un crismón y le dedique cuanto tiempo tuve en proyectar, completar y construir la imagen de Cristo sobre la chapa frente a mi. Las vejaciones del tulpa-Yuno se mantuvieron durante unas pocas semanas, cada vez menos frecuentes. A partir de Agosto ya no oía su voz ni me interceptaban esos pensamientos a excepción de en los sueños muy de vez en cuando. A la misma manera, al poco de empezar el curso empezaron a sorprenderme vaivenes de carácter sapiencial o bíblicos, los cuales si bien al comienzo se me parecían curiosos recuerdos inciertos que surgían a mi parecer en momentos de aburrimiento, empezaron a descontrolarse a las pocas semanas. En este punto había dejado de intentar crear el tulpa de Jesus y solo llevaba la chapa conmigo los días que me ponía chaqueta, sin embargo, creo que por temor a mi experiencia pasada, no paraba de pensar en la posibilidad de la aparición de aquel nuevo personaje en mi mente. Me temo que mi temor debió dotar de consistencia final al fenómeno ya que empece a sentir la presencia de un hombre adulto de rostro incierto cerca de mi al andar por la calle o en mi casa, dando pequeños sermones cuando hacia algo censurable como escupir en la calle. “No deberías hacer esas cochianadas” o “dale un euro a este hombre, vamos”. Frases por el estilo me persiguieron durante semanas, incomodandome hasta el punto de evitar pasar cerca de una iglesia por si promovía la aparición del tulpa que, a pesar del carácter bonachón, era realmente una experiencia espeluznante. Fue entonces cuando decidí desandar lo andado y seguí unos rituales para desestructurar la representación del tulpa mediante la quema de papeles con su nombre ne velas negras y la repetición de mantras. El método funcionó al cabo de pocas semanas durante las cuales, debido creo que a mi confusión, temor y prisa por deshacer la imagen que tan cuidadosamente había generado durante el verano, se empezaron a mezclar las dos emanaciones. A veces la voz de Jesucristo se presentaba junto a la imagen de la chica anime en mi mente, increpandome si me masturbaba o si miraba otros animes. Otras veces antes de dormir la presencia del Jesucristo-chica anime  se hacia notoria en mi propia cama y me asolaba durante horas en la madrugada con sus aforismos insultantes. “Deberías cuidar mas a tu familia, maricón”, “Donde están tus oraciones nocturnas, bakka”. Despues de unas semanas, dejaron de ser frecuentes y tire la chapa a la basura una vez creí conveniente su abandono.
No pretendo con esto desaconsejar el uso de tulpas para fines místicos o didácticos, pero para mi la experiencia fue realmente devastadora psicologicamente y lo desaconsejo gravemente. 
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memorandumdigital · 7 years
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Este es Michichi, mi gato. No es su mejor foto, ni tampoco la más graciosa. Tengo miles más graciosas. Esta es, sin embargo, su última foto. Y de eso hace 6 meses. Michichi se fue de mi casa un viernes 21 de julio de 2017. Tras echarlo de debajo de mi coche para poder salir sin riesgo, corrió a la acera de en frente. Allí, se sentó alerta debajo de la furgoneta de un contratista. Cuando volví a casa, como siempre lo llamé. La diferencia es que esta vez no volvió. No sé qué fue de él. Lo busqué. Al principio sin demasiado ímpetu, nerviosa pero con esperanza. En el medio, esa ingenuidad se esfumó, pero perseguí cada pista. Al final, desistí. Se evaporó, por lo menos, de mi vida. Hay quién me dice que lo acepte, que lo olvide. Lo he aceptado, me cuesta, pero lo he hecho. Y es que Michichi fue mi primer amigo animal y no uno cualquiera. Tenía una personalidad muy especial, junto con su forma de relacionarse conmigo. No era el más cariñoso, ni el más cercano, ni siquiera el más limpio porque el maldito no tenía ni idea de tapar sus propios meos, pero era mi amigo gato. Y es difícil pensar que no lo voy a volver a ver. Y más aún que quizás sea mi culpa, por echarlo, por traer a un perro, por no ponerle chip y posponer lo de cambiarle la chapa. Un simple cambio podría haber hecho que las cosas fueran diferentes. O no. Es una tontería pensar en ello, pero es la realidad. Solo espero que, esté dónde esté, nunca jamás piense que yo lo abandoné, que no hice por encontrarlo. Sé que esto es triste, e incluso puede que haya quién lo considere cursi. Pues sí, pero me gusta proclamar a los cuatro vientos que quiero a mi amigo gato y que nunca me olvidaré de él. Así no funcionan las cosas.
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