Tumgik
thingsidontthink · 3 years
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Cosas que no pienso
Qué diferente era la vida antes de la realidad, cuando no había preocupación alguna. Cuando no existía la incertidumbre del mañana y sólo estaba la despreocupación del ahora y el entonces. No había que prepararse con ningún sobresfuerzo, sólo era ir directo a la cama a descansar de nada más que vivir pleno. Una plenitud que no se debía a nada más que la nada, la nada de la felicidad del principio. Un tipo de felicidad de la que uno no se da cuenta, de esa que no puedes notar porque es tanta la costumbre que piensas que siempre será así. Pero el punto de este banal escrito es ese; despertar con el hecho de que tarde o temprano despertamos de ese rato tan finito, del que se llega a un momento en que no pensabas que siquiera fuera a culminar. Ese despertar es el de crecer, y empezar a saber que esa felicidad de costumbre tiene un fin al igual que casi todo en el universo. 
Despiertas y te enteras que ya no eres igual al de antes, que has cambiado y a lo largo de tu vida seguirás haciéndolo. Impresionantemente, aunque quisieras, no volverás a ser el mismo jamás. Caemos en cuenta del eterno devenir.
Ahora tu realidad es esta que te demuestra que la vida no es fácil, que prácticamente todo lo que te pase es total responsabilidad tuya. No importa si no encuentras tu carrera ideal, si de ahí tampoco consigues un trabajo digno y mucho menos tratar de vivir tranquilo. Todo lo que te sucede y haces de tu vida es por ti. Ya no habrá nadie que te respalde como lo hacían mamá o papá, nadie que llegue y te pregunte si estás bien porque todos ven por su propio bien antes que el del prójimo. Suena como un mundo individualista. Tal y como la misma palabra lo dice, estás solo. Por ese simple y solo hecho la vida se vuelve complicada. Hay oportunidades, pero no sabes dónde están. Lo que más fácil se encuentra es la desgracia del fracaso internalizado. Un sentimiento de vacío creado por uno mismo a causa de una preocupación extraña que inunda cada uno de tus días. La preocupación por el que todo salga como queremos, pero la realidad es que casi nada es como uno espera que lo sea. Así que te resignas y sigues viviendo tu vida de una forma conformista.
Llegas de trabajar y quieres hacer lo que mande tu propia voluntad, aunque pensándolo bien por un rato olvidaste qué era lo que te gustaba, sólo recuerdas que tenías un trabajo pendiente y que de eso depende tu bono, porque con lo que te pagan quincenalmente no te alcanza para el alquiler y aún falta el mandado de la semana que viene. Entonces comienzas y lo que queda del día sigues dedicándoselo al empleo, como si no tuvieras una vida. Pero la perdiste, tú ya no eres más que alguien inmerso en trabajar-ganar-perder por el resto de tus días. Eres alguien que, como si estuvieras programado para hacer las cosas por haceras y ya, eso es todo. Nunca piensa, sólo hace, sólo “vive”. No hay tiempo para reflexionar, para desestresarse, para descansar, para comer debidamente, para leer, para cultivarse, para distraerse, para perderse, para caminar, para escuchar, para detenerse y ni siquiera para aburrirse. 
Olvidas por completo que existe tal cosa como el hastío profundo; porque no piensas, sólo haces. Y si llegaras a pensar, lo único que obtienes es algo peor que sentirse vacío: tristeza, una caída paulatina, suave y silenciosa a la depresión. Por eso es mejor el estado de ignorancia, como un venado que, si supiera que un león espera por él entre la maleza para asecharlo, no saldría en ningún momento de su refugio. Sin embargo, el venado sale porque parte de su supervivencia es también comer. Desgraciadamente, que el león lo cace o no está fuera de lo que puede hacer el venado por sí mismo. Tú eres el venado y el león es el resto del mundo y todo lo que te rodea. La mayoría de las circunstancias en las que puedas encontrarte salen de tus manos y no puedes hacer nada más que seguir. La vida sólo te llama a vivirla.
Tal vez todo lo que mencioné es mejor que se quedé así, sin analizarlo. Es mejor no abrir los ojos, porque una vez que lo haces o te resignas o quieres hacer algo al respecto, algo que pueda cambiar tu situación, pero cuando ves que no hay mucho que hacer también te resignas. 
—¿Qué puedo hacer? — Me preguntas, y yo te respondo —Nada, ya mejor ni le pienses.
¿Qué puedo decirte? Después de todo lo que nos queda es vivir por vivir. No creo que tenga nada de malo quedarse haciendo lo mismo quedarse haciendo lo mismo por el resto de la vida, aunque no te guste del todo o nada. 
Todo eso y más son simplemente cosas que no pienso.
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thingsidontthink · 3 years
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La buena y mala idea de salir de tu país
Todos hemos pensado alguna vez que sería buena idea vivir en otro país que no fuera el tuyo, que está plagado de corrupción, desempleo y una sociedad intolerante, o simplemente porque te enamoraste de otro país. Éstas parecen ser razones justificables para decidir irte de tu lugar de origen, pero a muchos se les olvida que, de esta forma, también estarían contribuyendo a la llamada fuga de cerebros o braindraining, que no es más que “la emigración de individuos ya formados y de talento (por lo general para ya no regresar) a otras naciones más desarrolladas, impulsados principalmente por la falta de oportunidades de desarrollo, la falta de apoyo a la investigación científica o por motivos económicos.” Aunque no sólo para quienes tienen talento en el ámbito científico, sino, quienes quieren ejercer libremente lo que estudiaron con mucha honra. Entonces, apoyar a la fuga de cerebros significaría una especie de pérdida económica y social para tu país, que afecta indirectamente y a largo plazo el desarrollo de éste.
Entre las opciones de los mejores lugares para ejercer, normalmente están países del primer mundo como Estados Unidos, Canadá, Suiza, Francia y demás países de Europa del oeste (cabe recalcar que Europa del este no disfruta de las mismas condiciones de la del oeste). Por el solo hecho de mencionar algunas potencias mundiales no hace falta mencionar porqué son buenas opciones para cambiar de residencia en función del ejercicio de la profesión.
Todo lo anterior son hechos casi irrefutables del porqué deberíamos abandonar nuestro país de origen si éste no nos facilita crecer profesional ni económicamente, pero de lo que no suele hablarse antes de atreverse a decidir sobre viajar, y posiblemente ya no regresar, es de tu propia vida: tus amigos, tu familia, la comida que te gusta o incluso tu propia casa.
Los programas de intercambios o de trámite para visas de trabajo en otros países sólo te hablarán de los beneficios que obtendrás una vez tú salgas; el dinero, la estabilidad económica, la casa donde podrías vivir, etcétera. Sin embargo, y por muy triste o cursi que pueda parecer, esas cosas no van a llenarte completamente si no estás en contacto directo con quienes conviviste casi toda una vida. No te ponen a pensar en que vas a extrañar, en que no es tan fácil empezar solo en un lugar que es totalmente nuevo para ti, ¡y con toda la razón!, pues de esa manera no venderían tan bien como lo hacen.
Con todo esto establecido no planeo desanimar a quienes piensan en planes tan grandes como cambiarse de país, sino de reflexionar más acerca de cómo te sentirás tú y los seres que amas, además de desacostumbrarse de tu cultura casi por completo. Claro que no podrás evitar los sentimientos que surjan en la marcha, por ello siempre hay que tener en mente porqué decidimos irnos, y también plantearse maneras de regresar de vez en cuando porque también es importante no olvidarte de tus raíces. Nunca hay que olvidarse del lugar en el que nacimos y fuimos criados.
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thingsidontthink · 3 years
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Un hombre es lo que piensa todo el día
Ralph Waldo Emerson
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