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Dispositivos electrónicos

Vivimos en un mundo invadido por dispositivos electrónicos, tablets, teléfonos celulares, pantallas, etc. y es común ver en lugares públicos, personas de todas las edades, desde niños muy pequeños hasta adultos mayores utilizándolos embelesados, sobreponiendo la convivencia persona a persona.

¿Cómo hemos llegado a ello? Puede haber diferentes respuestas, pero muchas veces nosotros mismos, alentamos el uso de los dispositivos ya sea por nuestra propia comodidad cuando tenemos hijos pequeños para que estén entretenidos en un lugar público, para ahorrar tiempo cuando podemos hacer algún trabajo fuera de la oficina o simplemente por aburrimiento.

Pero ¿nos hemos puesto a pensar a partir de que edad es conveniente empezar a utilizar un dispositivo electrónico? la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños menores de dos años no usen para nada los dispositivos electrónicos, y hasta los 5 años recomiendan no estar más de una hora diaria frente a las pantallas.

Varios autores coinciden en que lo mejor sería no dar un dispositivo hasta los 6 años ya que durante estos años es donde se desarrollan a nivel cerebral las llamadas funciones ejecutivas que son las que nos diferencian del resto de las especies: concentración, inhibición de impulsos, memoria operativa, planificación, autorregulación emocional, etcétera. Existen investigaciones que han encontrado una estrecha relación entre abuso de pantallas y concentración. El Dr. Dimitri A. Christakis, director del Centro de salud, comportamiento y desarrollo infantil del hospital de Seattle ha dedicado buena parte de su vida a estudiar como las pantallas influyen en el desarrollo de los niños. Encontrando que a mayor cantidad de horas pantalla, mayor probabilidad de que un niño tenga problemas de concentración.

La concentración es un proceso ejecutivo que requiere de voluntad, consciencia y perseverancia. Por el contrario ¿qué puede mejorar su capacidad de concentración? Actividades como jugar con bloques de madera, puzles, leer cuentos, juego simbólico o seriaciones son muy efectivas para fomentar la iniciativa activa y voluntaria de nuestros hijos, así como estar en contacto con la naturaleza enseñan a nuestros hijos a esperar, a ser pacientes y a retrasar la gratificación. En esencia, son los padres y sus valores, los que determinarán, la manera de aprender de la niña y será decisión de cada uno en qué momento sus hijas estarán listas para poder utilizar un dispositivo electrónico y enseñarles que lo que tienen en sus manos no es un juguete e implica gran responsabilidad, de tal manera que hay que establecer límites de tiempos, restricciones en contenidos, controles parentales. No olvidando siempre vincularnos con nuestros hijos a través del cariño y comunicación.