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Cosas que pasan en mi cabeza y alguna que otra estupidez
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alexanderpaezblog · 4 months ago
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Aunque el paisaje es hermoso, simpre estas tomas se dan porque en la autopista elevada ocurrió algún accidente, y así fue...
#Asunción
#paraguay
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alexanderpaezblog · 4 months ago
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A bridge too far, Alex Schönberg
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alexanderpaezblog · 5 months ago
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🌇
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alexanderpaezblog · 6 months ago
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👁️👁️
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alexanderpaezblog · 8 months ago
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alexanderpaezblog · 8 months ago
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Keane en otra noche memorable en Asunción
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alexanderpaezblog · 9 months ago
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Belleza 🌑 y enredo 🪢
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alexanderpaezblog · 9 months ago
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Asunción en silencio a las 2 AM
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alexanderpaezblog · 2 years ago
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Siete eternos años han pasado ¿Y ahora qué?
El anuario que nadie estaba esperando, que a nadie le importa, y que todas mis tías y admiradoras reclamaban.
Voy a escribir una de mis frases más repetidas sobre todo cuando estoy bajo los efectos del alcohol y me hago del psicólogo: Los ciclos en la vida hay que cerrarlos, nunca hay que dejar una carrera a la mitad, mucho menos cuando te falta poco para llegar.
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Bueno, vuelvo a escribir sobre mi después de dos años, donde a causa de una pandemia mundial, agotamiento mental y mucha holgazanería para volver a escribir por hobbie, me obligaron a redactar estas líneas para dejar registro de que finalmente terminé la universidad con casi 30 años, tras muchos contratiempos estúpidos, en algunos casos, y algún que otro problemita de salud.
Yo tenía que recibirme en 2015, pero por motivos de fuerza mayor que ya no recuerdo, no pude hacerlo.
En 2016 enfermé gravemente, estuve siete días en el hospital y luego mi hermano también enfermó, y a fin de ese año le tocó a mamá parar al hospital, todo mal luego.
Todos mis ahorros fueron a la salud de los tres, lo importante es que sobrevivimos. En 2017 trabajé para pagar la cuenta de banco, en 2018 volví a intentar recibirme y cuando faltaban cuatro meses para hacer el desembolso, se desmoronó mi maldito pozo ciego. Sí, parecía que me orinó un elefante de tanta mala suerte. No tenía tiempo de lamentarme ni estallar en ira y frustración, ya que había un cráter gigante en el patio de mi casa con la cloaca acumulada de 18 años de toda la familia, así que me tocó mandar construir un pozo ciego nuevo. En 2019 no tenía ganas de hacer absolutamente nada que tenga que ver con el estudio, y pese a que tenía el dinero, me tomé un descanso ya que estaba cansado de hacerme la ilusión de tener el bendito cartón y que alguna desgracia difícil de creer vuela a suceder, pero ¡oh! sorpresa, no pasó un carajo ese año, (bola, me pasaron cosas muy buenas ese año) así que hice mía la frase más pelotuda utilizada por el planeta entero a finales de esa década: “ 2020, será mi año” ¡jajajajajaja!
No le voy a dedicar más de tres líneas a la pesadilla del 2020, lo único que voy a decir es que gracias a Dios tuve trabajo y mi familia sobrevivió.
A mediados del 2021 me volvió a la mente la energía de querer estudiar, pero necesitaba cerrar el ciclo arrancado allá por el 2012 y que fue pospuesto desde el 2016. Ya pensando en frío, reflexiono que la finalización de esta etapa de mi vida me agarró en un buen momento de madurez y aplomo. El 2022 fue un año donde me concentré totalmente en rendir los exámenes y preparar la tesis y aprendí de que a pesar de que yo siempre digo que el tiempo es oro, cuando se trata de tomarse el tiempo necesario para llegar a una meta no existe el “tiempo perdido”, ya que cuando lo lograste das cuenta de que queda mucho por hacer aún.
¿Y ahora qué?
Y ahora a darle rienda suelta a ese hambre de querer superarme nuevamente, siendo cada día una mejor versión de mi mismo mediante los conocimientos que seguiré adquiriendo. Gracias por leer hasta acá, en serio me costó un Perú escribir estas líneas. ¡Feliz 2023!
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alexanderpaezblog · 3 years ago
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La ultima vez que presencié un vómito verbal fue en una tarde de abril, cuando una señora tuvo un ataque repentino de moral. Se paró frente de mi y dijo que estaba decepcionado de mi y mi hermano, por el hecho de que traíamos a casa a nuestras novias para pasar la tarde.
Nos describió todo lo que en su cabeza se imaginaba que podía pasar en cuatro paredes mientras ella dormía. Para ella, el pasar tiempo con nuestras potenciales esposas era algo incorrecto y que hacía que el espíritu de Dios no llegara a nuestra casa.
Pero no solo fue eso, a ese vómito verbal le siguió una cadena de pensamientos xenofóbicos y de calificativos irreproducibles referente a la moralidad de sus hijos y de nuestras acompañantes, quienes para nada son unas desconcidas.
Una de las cosas que yo no tolero es cuando una mujer habla mal o denigra a otra mujer y utiliza adjetivos despectivos por temas que tienen que ver su forma de ser, de vestir, pensar, por su nacionalidad o estado de salud.
Luego de ese y otros episodios similares, me di cuenta que acababa de conocer a la mujer más prejuiciosa en lo que va de mi vida. Lo digo con vergüenza y pesar, la mujer que me trajo al mundo desbloqueó un nuevo nivel de maldad: el de calificar de puta, enfermas, interesadas, malas personas, y mujeres de “bajo nivel” a mis amistadas y hasta a la novia de mi hermano.
Lo que más me decepcionó fue su argumento del porqué dijo todo eso que pensaba de las mujeres con quiénes compartíamos desde hace ya un buen tiempo. Les comento.
Dos semanas posterior a haberse desahogado de todos esos pensamientos discriminatorios, volvió a usar la misma metodología. Pide hablar con nosotros en la sala y dice que vio un video en YouTube que le hizo entender por qué ella había descargado tanta rabia, y pensamientos tan denigrantes y tóxicos.
Argumentó que es una reacción a su proceso de desapego hacia sus hijos y que por ciertos lapsus su cerebro se desconecta de su cuerpo y sus emociones más agresivas y primitivas se apoderan de sus acciones y eso hizo que dijera todo lo que dijo por las mujeres que nos acompañaban. Nos pidió paciencia y que comprendamos que ella no quiere que elijamos mujeres que se parezcan a ella, ya que eso demuestra que nosotros necesitamos a un psiquiátra para lograr despegarnos de ella.
Lo que acaba de decirnos no tenía un ápice de lógica, sobre todo al querer justificar su accionar. Lamento enormemente que la mujer que me trajo al mundo se haya convertido en un ser humano tan despreciable, y paradójica mente, que afirme que todos los defectos que encuentra en nuestras amistadas mujeres, son los mismos comportamientos que supuestamente ella dice tener.
“Es una puta”, “te convierte en una persona promiscuá”, “es mala”, “fracasó muchas veces”, “se quiso suicidar en una ocasión”, “dejó dos relaciones que no le funcionaron”, “te rebajás a una mujer que solo sirve para abrirte las piernas”, “te va a llevar a la ruina”, “es igual a mi, te gustan las locas como yo, por eso hay algo en ella que te hace click y por eso tenés que buscar un siquiátra”. "Tenés que cuidarte de esas mujeres que te quieren solo para conseguir sus papeles de residencia, cuidate que las extranjeras son aprovechadoras".
Pese a lo duro que fue oír esto de la boca de alguien que dice tener esas mismas características, lo que más me decepcionó es que me pedía que solo la escuchara y que no le diga nada, ya que solo quería plaguarse. ¿Y ustedes, con qué monstruos conviven todos los días?
¿¡Vieja, en qué mierda te haz convertido, maldita sea!?
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alexanderpaezblog · 3 years ago
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29, y mi primera crisis de ansiedad de los treinta menos cuarto
Corría el mes de octubre del año 2011 cuando la inquietud invadía una vez más mi mente y los suspiros no paraban de salir de mis entrañas una y otra vez. Me encontraba en el trabajo, sí, mi primer trabajo luego de haber terminado la secundaria, y a tan solo seis meses de haber empezado a trabajar, mi preocupación era de que no estaba invirtiendo mi dinero en comprar una casa, ya que desde chico me habían dicho de que esa debería ser mi principal meta apenas logra conseguir un empleo.
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Recuerdo ese primer síntoma de ansiedad, que me retorcía los intestinos. Esta situación fue detectada por una compañera con quien estaba trabajando ese día, ella me dijo que nos detuviéramos en una estación de servicios para tomarnos un descanso. Una vez que nos trajeron nuestros respectivos cafés, me preguntó el motivo de mi inquietud que no callaba ninguna sílaba en esos suspiros que exhalaba.
Le explique que estaba preocupado por mi futuro, ya que no veía la hora de poder comprar un terreno y empezar a pagar las cuotas, ya que para ese entonces ya me había comprado lo que creía necesario y suficiente para poder trabajar en cuanto a ropa y artículos personales, ya que no tenía necesidad de pagar por un alojamiento u otros servicios.
Recuerdo que mi compañera, de nombre Carolina, me pregunto ¿y tus ambiciones, es solo la meta de tener un terreno la que tienes? ¿A caso no te gustaría estudiar y ser un profesional?
Usando un tono de regaño me dijo que lo primordial es que me centre en poder estudiar y proponerme ser un profesional en lo que sea, y que por más que lo desee de forma inmediata, el poder adquirir una propiedad a tan temprana edad siendo de clase media baja, era una meta alcanzable pero no debería de ser una situación que me generara tanto estrés, porque todo tiene su momento en la vida, todo tienen un proceso y sus tiempos.
Las palabras de esta compañera fue un balde de agua fría que me hizo pisar tierra y entender de que es tonto sufrir por las cosas que aún no han pasado, y que más bien las ideas que tengamos para el futuro deberían de servir como combustible, como motivación, como un fuego que nos ayude a conseguir lo que queramos.  
Digamos que con esa conversación terminó mi primera sensación de ansiedad de mi etapa de adulto joven.
Esta conversación me sirvió muchísimo ya que en los años siguientes, sobre todo entre 2014 y 2015 cuando estaba por culminar la universidad y ya trabajaba en el oficio que estaba estudiando, me seguían dando episodios de cierta ansiedad, pero todo era culpa de mi propia irresponsabilidad ya que la solución era simple, salir más temprano de casa para poder llegar a tiempo al trabajo. Cólicos interminables, problemas intestinales y hasta episodios donde me llegaban a templar las piernas y a entumecer el brazo derecho, sí, así se manifestaba mi cuerpo ante ciertos niveles de estrés, y no, nunca consulte esto con un médico. Obviamente, el llegar tarde a mi trabajo por estar atrapado en un bus en medio del tránsito mientras se construía el superviaducto, no era el único motivo de mi estrés… hubo situaciones mucho peores, pero no amerita detallarlos en este escrito. Con el tiempo logré acomodar mis puntos de vista sobre cómo poder manejar mi estrés y a ser más responsable y disciplinado. Estos ajustes hizo que pudiera alcanzar muchas metas propuestas y pese a mi capacidad casi nula de sentir felicidad por ello, sí podía sentirme satisfecho por lo conseguido.
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A casi una década de esa primera conversación con Carolina, en los últimos meses más difíciles de la pandemia me puse a pensar que me era raro que literalmente no sintiera ninguna emoción, sentía como que estaba anestesiado. Bueno el pasado 26 de marzo el efecto de esa anestesia termino. ¿Qué sensación sentí apenas pasó el efecto? Sí, la misma que sintió ese joven de 18 años preocupado por comprar un terreno y que no sabía qué hacer con su dinero y que se había comprado los 5 pantalones y camisas más dos zapatos que le bastaban para poder trabajar…,bueno, y así fue que tuve un especie de ataque de ansiedad a mis 29 años, donde por primera vez pude dimensionar esa sensación de querer escapar o salir corriendo a cualquier otra parte.
 El pasado 26 de marzo tenía tres invitaciones para la noche, un asado, y dos cumpleaños, los tres eventos en tres ciudades distintas pero cercanas. Durante todo ese día por alguna razón que no logro explicar, me sentí como aquel joven de 18 años preocupado en poder comprar una casa lo más pronto posible, como si fuera que el tiempo se me iba a acabar. (Instagram se pasó mostrándome publicidades de casas y dúplex ese día)
Esa noche me sentí igual o peor que el día en que tuve esa conversación con aquella compañera. Las tripas se me enredaron, me empezó a faltar el aire y sentí esa sensación de querer salir corriendo. Toda esa sensación estuvo acompañada de constantes imágenes en mi cabeza de las propiedades que había consultado y que debido al sueldo que gano, en mi presente inmediato no está a mi alcance, la diferencia en esta situación.., eh.., bueno ya no era un pendejo de 18 años, sino un hombre de 29 años que invirtió sus ganancias y casi nulos ahorros en sus estudios y equipamientos para amoblar una departamento pequeño, pero ¿por qué me sentí así?
La respuesta es muy estúpida, porque a mis 29 años y casi nula vida social me habían invitado a tres acontecimientos sociales y no tenia puto guaraní,  ¿y a donde rayos se me fue mi dinero ese mes? Básicamente en pizzas, vinos y perfumes. Así es, placeres banales que me bajan el estrés en mi trabajo carente de rutina (¡Gracias a Dios!).
Sigo sin entender por qué de repente sentí perder el norte al ver que han pasado casi 10 años de haberme propuesto eso que tanto me preocupaba a mis 18 años recién cumplidos. ¿Me estanqué?, ¿perdí mi tiempo?, ¿Mis contratiempos fueron tan grandes que me impidió culminar ciclos y comenzar otros? (y esto último puede ser).
Llámale ataque de ansiedad o mi primera crisis existencial previo a los 30, pero mi reacción fue subir al auto pese a que estaba el tanque en reserva e ir hasta el cumpleaños que me quedaba más cerca, tomar dinero prestado, comprar tres latas de cerveza y fingir una sonrisa que con el paso de los minutos se convirtió en verdadera y compartir con un grupo de desconocidos que tienen conflictos generacionales variados y similares a los míos.
Lugo de la tercera lata reflexioné que no me tiene que importar el tiempo ‘perdido’, ya que queda mucho por hacer, y pese a que estoy en los 30 menos cuartos y que personas cercanas, y mis yo de otras personalidades, intentaron en varias ocasiones boicotear mis metas, gané experiencia que me ayudarán a no meter la pata en mi próxima gran inversión, que me ayudará a por fin disfrutar de adulto grande de eso que tanto me quebrantó en mi etapa de pendejo recién graduado de la secundaria.
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alexanderpaezblog · 5 years ago
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#Happiness, more or less It's just a change in me, something in my #liberty (en Areguá) https://www.instagram.com/p/CIv8NgljQSq/?igshid=102n204q7mtgr
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alexanderpaezblog · 5 years ago
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"Es muy pesado criar hijos adultos"
- Mi madre, con trastorno bipolar.
45 minutos antes, me pidió para que le haga masajes en los pies porque no se podía mover por fuertes dolores en el cuerpo, mientras indicaba: 'no te preocupes, que yo no tengo depresión' .
Cinco minutos después de la atinada frase, se pone a cantar alabanzas evangélicas con una fuerza increíble.
Mantener la tranquilidad y tragar sus amargas palabras es una muestra de amor gigantesca, hacia ella y a mi mismo, ya que los fantasmas de un final a lo Tarantino acecha muy fuerte.
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alexanderpaezblog · 5 years ago
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🎤🎥 (en Telefuturo) https://www.instagram.com/p/CHOjYHajO9l/?igshid=ek4f2ziall5s
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alexanderpaezblog · 5 years ago
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Hay días, tardes, noches o madrugadas en las que cuesta despegarse de la pantalla, pero vale la pena cuando lo que estás preparando es una buena historia. https://www.instagram.com/p/CG1EnYlDFhz/?igshid=hjgih16i2t2h
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alexanderpaezblog · 5 years ago
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Concentración, sueño y hambre, mientras trato de resumir en menos de 40 segundos una crónica policial #journalistatwork #madrugadas 📸 @fernandoluisromero (en Asunción del Paraguay) https://www.instagram.com/p/CE6PZ60DKw7/?igshid=18ovh2x46iwnj
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alexanderpaezblog · 6 years ago
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Podes leerlo en:
La diosa del pelo rojo
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