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aphantasticletters · 3 years ago
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CIUDAD ENCALADA, CIUDAD TOMADA
Ver el escaparate de la antigua Joyería Ruiz pintado de blanco ha hecho que Twitter y parte de Sevilla se levante en armas. Ultraje, rabia, estupor (y temblores). Ante esta reacción, el Ayuntamiento y la Gerencia de Urbanismo han paralizado las obras por el momento. Podríamos indignarnos y refugiarnos en el valor emocional del local como comercio pequeño y tradicional, pero la interrupción repentina de estos trabajos no tiene una razón meramente subjetiva. 
Esta agresión al patrimonio local supone también una violación de las leyes urbanísticas: por estar la tienda protegida por el Plan Especial de Protección  del PEP 8.3 del subsector Duque-Salvador, como por formar parte del entorno de la Capilla de San José, BIC desde 1912.
Se da además la circunstancia de que es una tienda, espacios que tradicionalmente no son considerados elementos patrimoniales y no están protegidos porque se les ha considerado algo efímero y sujeto al cambio. El hecho es que los mármoles polícromos (nunca he leído tanto sobre mármoles como en estos últimos días), remates de latón y rótulos de metal que conformaban la fachada de la joyería han sido retirados y/o cubiertos por una capa de pintura plástica blanca. Nos han quitado una parte de nuestra ciudad. 
Esta pérdida no es un hecho aislado: verano a verano, aprovechando la época de obras oficial, se nos arrebata un trocito más de ciudad. No muy lejos de la Joyería Ruiz, en el Pasaje de las Delicias, el azulejo ochentero de una antigua peluquería y que podíamos considerar un elemento muy singular por estilo y técnica, ha sido cubierto deliberadamente aprovechando el mantenimiento del pasaje*. De nuevo, de blanco refulgente.
Así nos está quedando un centro histórico que muta a blanco, albero y granate de forma casi impuesta; que borra la heterogeneidad de los comercios que históricamente han dado vida a la calle. La nostalgia restaurativa que intenta devolver a la ciudad a un momento de esplendor estético (¿pero quién decide qué momento?) está también impulsada por la normativa local de publicidad, que se ha ido extendiendo desde el entorno triple BIC de la Avenida de la Constitución hasta Santa Cruz y Plaza del Salvador: fachada comercial blanca salvo que esta sea patrimonial; tipografía predeterminada dorada de altura fija; toldo blanco o dorado y logo monocromo, con salvedades. 
Salvedades que hacen que sólo los comercios pequeños respeten la ordenanza al extremo. Poco ha cambiado la imagen de la avenida, salvo por la retirada del rótulo de Calzados Catedral/Pibe. El resto continúa siendo la marea de colores corporativos, logos y tipografías variadas de las franquicias que la pueblan. ( RIDPG como colectivo?) vemos cómo se va perdiendo la singularidad de la ciudad: se cierra un comercio, se retira un rótulo o se pinta un azulejo, se le da un lavado de cara a la fachada y listo para que venga cualquier otro negocio que durará poco más de tres años. 
Al fin y al cabo, ¿qué importancia tiene unas letras de plástico, un azulejo o una fachada comercial cuando hablamos de LA modernización de la ciudad? Nos estamos deshaciendo alegremente de todo lo que consideramos viejo para parecernos a otras “ciudades más modernas, no como Sevilla”, con fachadas blancas y tiendas con modernos logos sin serifa, dejando por el camino las trizas de una ciudad singular y, a veces, más moderna de lo que pensamos. 
*En el último año han cerrado  o cambiado de local: Mercería Peña (C/Puente y Pellón) y Sastrería O’Kean (Plaza Nueva). El rótulo de Loterías Sagasta ha sido reemplazado y el de la Casa de Soria (C/Jovellanos) ha sido retirado.
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