She/her • Virgo • 21 • INTJ • I’m a writer, not a human
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Money Bowl

How to Create a Money Bowl
You will need:
Bowl
Rice - for abundance
Money Oil
Coins, cash, etc. (This can even be paper with dollar signs/money signs written in green or gold.)
Cinnamon sticks - for money
A green candle - for money, prosperity, abundance, wealth
Bay leaves
Basil (or other money related herbs and spices)
Pyrite - to attract money and prosperity
Clear Quartz - to amplify the spellwork
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Fill your bowl with rice up to a height you're comfortable with.
On a separate plate or napkin, layout the basil. (You can add any other spices or herbs that will help with your money bowl.) Dress the candle with your money oil. (This can be purchased pre-made from your local magick shop or you can make your own. If you don't have any, you can use whatever oil you have on hand.) Roll the candle in the herbs and make sure it's coated well.
Place the candle at the center of the bowl and start placing your stuff inside! I used rolled up cash (whatever amount you'd like), cinnamon sticks, basil with my petitions written on them, etc. Feel free to add more money-drawing items or remove what you feel isn't serving you.
Decorate your box with crystals and other items. I used a pyrite elephant and pyrite cluster since pyrite is associated with money and wealth, but I also used a clear quartz to amplify the shellwork and boost the money-drawing power.
I placed my bowl on top of my clear box with tips from the place I bartend at, but you can put your bowl wherever makes sense to you. The key is to "work" the bowl and continue to add/remove items, light the candle, add drops of oil, replace an old candle with a new one, etc. Since I have my bowl sitting on top of my money box, inserting money into the box is like I'm "feeding" the box/bowl with that energy.
I think the most important part to remember is that this bowl is personal and entirely up to you. Everyone's bowl will look different and people will "work" their bowls differently, which I think is really cool. There is no right or wrong way to make a money bowl, but it is a lot of trial and error. I'd love to hear what other people would use in their money bowl, so feel free to comment below to let me know!
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The correspondences listed above and noted in the description can be found in Llewellyn's Complete Book of Correspondences.
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El lago
Había estado nadando tranquilamente ya por un par de horas, cuando sentí que algo me rozó el pie. Voltee hacia abajo, intentando ver desde la superficie algún pez o alga que pudo haberme tocado, pero todos sabían que en ese lago no había vida, solo agua y a veces yo.
Cristalina, azul, y mía. Esa agua era temida por todos los pueblerinos, menos por mí. Decían que el lago tenía algo inherentemente malo en él y yo nunca entendí sus argumentos. Me sumergía casi todos los días en el lago, disfrutando la solitud en la que siempre he vivido. Pero… Algo extraño sentí ese día al salir del agua. Volteé para examinarla, para ver si encontraba algo más que a mí misma en el reflejo y justo antes de seguir mi camino, me pareció ver una mano, una mano humana, hundiéndose en la profundidad negra del lago.
Me tallé los ojos y volví a examinar: nada. “Ah, mejor así”. Preferí no alterar mis pensamientos.
El sol se estaba poniendo mientras yo exprimía mi cabello y sentía las gotas frías de agua deslizándose en mi cuerpo. Subí a mi van y manejé a casa, pensando aún en aquella mano que había visto en el lago. En el lago nunca había habido peces, yo siempre tenía la esperanza de ver alguno pero en en año que había estado viviendo ahí, nunca vi nada. Desde la Navidad que me mudé a este pueblo hasta hoy: noviembre 22, nunca había visto tan siquiera una planta en esa agua, aunque nunca me importó mucho. Me interesaba y amaba la intimidad que sentía estando ahí, sola.
Llegué a casa, aún húmeda y me di una ducha. Debía de llegar a trabajar a las 8, pues mi horario comenzaba a las 10 y 2 horas me eran apenas suficientes para arreglarme. La danza exótica no fue mi primera opción de trabajo, pero una vez que encontré que era buena en ello y que lograba pagar todas mis necesidades, me quedé. Era divertido.
En mi último baile privado de la noche, noté que Alex, mi cliente, había sacado una píldora transparente, con polvo amarillo dentro y, creyendo que no me daría cuenta, vertió el contenido en mi trago. Era un cliente frecuente mío y al parecer, se había cansado de sólo verme bailar. Sonreí. Algo bueno estaba a punto de suceder.
Me acerqué a él, bajándome de la mesa y sosteniéndome en el tubo, para finalmente sentarme en sus piernas. Con una mano tomé su cabello para poner su cara en mi pecho y con la otra cambié las bebidas, pues él siempre pedía lo mismo para los dos y no sé daría cuenta. Las reglas del baile privado son fáciles, puedes ver pero no tocar, por lo que esa breve interacción entre los dos lo volvió loco. Minutos antes de que se acabara el tiempo del baile, le di un beso y tomé la bebida limpia para hacer un brindis. Ambos nos acabamos los tragos y yo ya estaba preparándome para lo que sabía que vendría.
Alex salió primero del pequeño cuarto y yo lo seguí. Ya era mi hora de salida. Cerré los ojos, pensé en mi bello lago y fui a cambiarme. Cuando regresé a las mesas, el guardia estaba sacando a Alex del club, pues ya estaba ligeramente drogado. Lo empujó y dejó sentado en el suelo antes de cerrar la puerta. Yo le di un abrazo de despedida al guardia y salí por la otra puerta.
Cuando salí vi al pobre en el suelo. Lo ayudé a subir a mi van y partimos. Alex se tambaleaba en la parte de atrás, mientras yo manejaba hacia mi destino. Revisé que nadie estuviese siguiéndonos y que nadie estuviese cerca cuando me estacioné a un lado del lago.
Saqué a Alex de la van, él aún estaba ligeramente consciente, pero para este punto, solo podía caminar unos pocos pasos para después caer. Yo me quité la ropa, sintiendo la brisa fría en mi piel y me metí al agua. Mi víctima, al verme desnuda, me siguió y cayó a mi lado.
Nadé con él para llevarlo a la parte más profunda y cuando sentí que él apenas podía mantenerse despierto, sostuve su cuello debajo del agua. Él pataleaba y manoteaba, pero la droga le había quitado toda su fuerza y solo bastaron unos pocos minutos para que su cuerpo quedase inmóvil. Solté el cadáver y me dispuse a nadar, tranquila.
Después de unas horas de haber nadado, sentí que algo rozaba mi pie. Volteé hacia abajo y vi una mano, la mano de mi última víctima.
Me tallé los ojos para revisar otra vez: ya no había nada “Ah, muy bien. Mejor así”. Preferí no alterar mis pensamientos.
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El relicario de Nadia Salazar
Hace no mucho, creo que podría decir que fue hace un par de días, me encontré un bonito memento en mi librería favorita. Era un relicario antiguo, que antes perteneció a una persona muy importante para una tal Nadia Salazar. Lo que hacía ese bonito y brillante objeto ahí, nunca lo sabré, pero siempre me consideraré afortunada de haberlo encontrado.
Siendo la persona curiosa que todos llegaron a conocer, no pude resistir la idea de abrir el relicario justo después de habérselo comprado al amable señor que me atendía cada que visitaba su tienda. Dentro, tenía una foto y en el espacio siguiente, decía Nadia Salazar en una cursiva bonita, pero casi ilegible.
Antes de dejar el lugar, escuché un susurro y giré la cabeza para volver a ver a Roberto, el hombre que cuidaba el establecimiento. -¿Disculpe, dijo algo?-. Pregunté con voz bajita, como diciendo algo que no debería. -No, Clara. Yo no dije nada, pero, por favor, regresa con cautela. Y cuídate bien, que ellos se enojan fácil.
Solté una pequeña risa y agité mi mano para despedirme de él. Ahora que lo recuerdo, tal vez esa fue la primera señal de su locura. Pobre, Roberto, tan solo... Y sentado en el piso en ese charco rojo. En fin, después de llegar a casa, recuerdo haberle mostrado mi nuevo presente a toooda mi familia. Me recibió mi tía en la planta baja.
-Clara, ¿dónde está tu tío? ¿Y por qué tienes manchadas las manos?
-No sé dónde está, nana, de repente se pierde con tía Lola y ya no lo veo-. Respondí, sincera.
Ella tomó el teléfono y comenzó a hacer unas llamadas. Yo me fui hacia mi habitación y en el camino se la mostré a todos mis primos. Entré a cada una de sus cuartos para presumirles mi collar. Algunos reaccionaron bien, lo revisaban, tocaban, examinaban como su fuese un tesoro conocido y otros no tanto. Uno de ellos incluso intentó quitármelo.
La dinámica era la misma siempre. Me dejaban salir una vez al mes, siempre con supervisión, pero a veces salía por las ventanas o a través de los barrotes erosionados por el tiempo. Aunque esta era una de las veces que salía con permiso, noté algo extraño en la actitud de nana cuando regresé.
Yo amaba a Nana, era de las pocas tías que me trataban bien. Me apapachaba cuando perdía el control y me daba esos riquísimos polvitos amarillos cada que me sentía mal. Decidí entonces tomar el relicario y regresar a la planta baja con Nana y reconfortarla. Bajé los seis pisos, me asomé por casi todas las ventanas: las que daban hacia la calle y las que daban hacia las habitaciones de todos mis primos. En algunas escuché tumulto, gritos y muebles moviéndose, esas las evitaba porque mi objetivo era claro y no iba a dejar que nadie me detuviera.
Cuando llegué a la planta baja, no vi a nadie. Giré todo mi cuerpo para ver si encontraba a alguien, pero estaba completamente vacío.
-¡HEY! ¡No te muevas!
Voltee a ver quién me gritaba así de feo y reconocí a la tía Lola.
-¡Hola, tía! ¿Has visto a Nana? ¡Mira lo que encontré! Es un relicario y se lo quiero regalar. - Clara, por favor no te muevas. ¿De dónde sacaste eso?
-De la librería a la que siempre voy, obvio. ¿Por qué preguntas?
Su cara se empalideció como si estuviese a punto de tomar su último suspiro y sacó su radio
-Nadia, baja por favor. Está aquí.
Lo último que recuerdo de ese día fue cómo Nana bajó de las escaleras y se acercó a mi. Tomó el relicario y vio la fotografía. Su cara se volvió muy preocupada y me dio a beber esos ricos polvos amarillos disueltos en agua. Mis manos estaban pegajosas. Tenían algún líquido seco color vino y mi ropa también. Estaba empapada de ese color... Ahora que lo pienso, Nana y Nadia Salazar se parecen muchísimo. Solo que Nadia tiene muchos años menos. ¿Serán parientes?
En fin, ahora lo único que hago es estar en mi habitación. Ya no puedo hacer nada porque remodelaron y ahora todo es blanco y acolchado. Además, tengo esta blusa blanca que nada más no puedo quitarme. Solo me quedo escuchando todo lo que dicen fuera de mi puerta.
Dicen que ese día me buscaron en todas las habitaciones, que el tío Roberto fue asesinado, que el relicario era de él y que yo ya no podré salir más. A veces me llegan pensamientos raros a la cabeza, pero los descarto de inmediato. Yo no haría algo así, jamás he lastimado a nadie, pero las imágenes de mi tío y su sangre escurriéndose en el suelo no se van. No sé qué me está pasando.
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Orpheus & Eurydice
Commissioned illustration for Follow Me Down, a TTRPG inspired by Greek mythology.
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