¿Qué tan caótica debería ser la vida para ser simétrica?
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Todos se difuminan. Es como una escala de grises, pero se me hace imposible reconocer quién tiene la esencia perfecta.
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Me encanta la sensación de no poder explicar los sentimientos, porque realmente son tan hermosos que las palabras no pueden contener todo lo que son. Y está bien, porque es abstracto y solo lo sentimos, no intentamos describirlo. Solo está coexistiendo junto a nosotros, y eso es bellísimo. Siento que nos vuelve eternos poder sentir mucho: la música, el arte, las personas, las ideas y muchísimo más. Al final, es nuestra esencia y nos forjamos de todo lo que hemos sentido a lo largo de nuestra vida consciente. Hay gente que es como un black hole y todo lo que siente lo acumula y se olvida en algún lugar de su memoria, pero también están quienes son como un quasar (y todos podemos serlo) que sienten y luego lo comparten con todas las personas para poder crear nuevos sentimientos a través de muchísima luz y amor, de creación.
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Habría querido traer mucho más que impulsos, más que mis deseos más primarios; empero el tino de la voluntad humana ha provocado que mis anhelos sean extravitales. No pretendo, naturalmente, trascender al cosmos - ni al propio, ni al atemporal-; sin embargo, me arroba la sutil necesidad de ser fragmento de extensión. Amputar mi necedad e imponer mi fugacidad en las palabras incita a trascender, pues no hay corrupción más humana que despojarse de la existencia corpórea. Aquella voluntad de extender nuestras capacidades, de despojarnos de lo natural nos dirige al sesgo de lo absurdo. Nuestra visión del bosque, índole de la existencia, se trastoca para anteponernos y convertirnos en el espiral eterno que no comprende aunque intente. El bosque como proporción globalizadora de la vida, y la vida misma como proporción variable de admiración no son más que ideas efímeras para embellecer nuestra inacción ante la agonía de nuestras incoherente consciencia. A pesar de todo, seguimos bailando, insistimos en ser mañana, tarde, y noche; pero nuestra revolución no se encuentra en seguir un patrón lineal. Sintamos la plenitud de ser absdurdos a través de nuestras palabras, de liberarnos de la estructura que posee un comienzo y un final. Considerémonos eternos por ser puentes de lenguaje, por levitar en lo abstracto y alcanzar nuestra existencia. Los lienzos más sensatos no son los que nos impulsan a ser pensamiento, sino los que confluyen para que seamos expresión. Converjamos en frescos con historia o sin ella para recordar que no es la palabra la única forma de alcanzar la cúspide del lenguaje. La manera en la que percibimos nuestras sensaciones palpita en cada consciencia para comprender que tanto técnica como lenguaje sucumben ante la expresividad de nuestras pretensiones, o tal vez, la impulsan.
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El bosque como proporción globalizadora de la vida, y la vida misma como proporción variable de admiración. La inacción también es una acción.
La visión de San Eustaquio, Pisanello (siglo XIV)

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Estaba sesgado.
Observé por mi ventana, y me apuñalaste;
me perdí, otra vez, en mis susurros;
los impulsos detonaron mi alma.
Sí, soy incoherente porque insisto en revelarme, insisto en trascender; mas no soy tarde ni mañana. ¿Lineal? La eternidad me aturde.
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Bailé espontáneo en tu cielo
Fui tu tiempo, me creaste
Alineado con el tino de la fugacidad sería un fragmento, un recuerdo.
Pero sucumbí.
Mi lámpara es multifacética.
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las caricias que florecen en tu mente
incitan a pensar en tu esencia
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me quema la existencia
no soporto la constancia
me irrita la fragilidad
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Su existencia era tan frágil y decadente; era excitante su arte y su mente.
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Preguntarse sobre el presente
Creo que nuestra manera de vivir sería muy diferente si en lugar de hacernos preguntas respecto al pasado y el futuro, las hiciéramos mucho más respecto al presente. Por ejemplo, en lugar de preguntarnos, ¿cuál fue el origen? ¿por qué fue así el origen? ¿cuál será el final? ¿por qué será así el final?, preguntarnos ¿por qué estoy aquí? ¿qué deseo ahora? ¿qué puedo hacer ahora? Y más importante, ¿cómo podría relacionarme con los demás? Porque si existimos es en relación a la existencia de otros: yo existo porque tú existes; yo soy yo porque tú eres tú; yo soy este algo porque ese algo es otro algo. Es crucial pensar, por lo tanto, ¿qué me rodea? ¿quién me rodea? ¿cómo me afecta su presencia? ¿cómo se siente esa persona? ¿cómo me gustaría relacionarme con esa persona?
Si nos preguntáramos asuntos cruciales en presente, nos motivaríamos más a la acción, por el simple hecho de que sólo podemos actuar en el presente. Ya no sufriríamos tanto, porque quien está en acción es poco lo que sufre. El sufrimiento viene de pensar demasiado, más que nada en el pasado y el futuro. Según yo encontré la respuesta al cómo fue el inicio y a cómo será el final, al por qué de todo. La respuesta quizá no sea ni buena ni mala, pero a mí no me resulta alentadora. Sin embargo, ¿de qué me sirve haberme hecho esa pregunta, haber obtenido esa respuesta, si no está directamente relacionada a mi presente? Más bien debí haberme hecho la pregunta de ¿por qué estoy aquí? ¿qué quiero hacer? ¿qué puedo hacer? ¿cómo lo puedo hacer? Porque lo único que importa es mi presente, lo que siento ahora, lo que hago ahora. ¿Qué importa si obtengo una respuesta existencial relacionada al pasado o al futuro, si no tengo la respuesta de mi presente? Está bien pensar en el pasado y el futuro para reflexionar, para enderezar el presente, pero vivir en ellos no nos lleva a ningún lado. En lugar de pensar ¿qué pasará? sería mejor pensar ¿qué puedo hacer ahora para que eso pase? O, en lugar de ¿por qué se fue?, pensar más bien ¿cómo es que su partida me afecta? ¿por qué me afecta? ¿qué puedo hacer para que ya no me afecte? Es decir, siempre pensar en el pasado o el futuro pero relacionados al presente.
Cambiar el lenguaje del pensamiento de pasado y futuro a presente implica un gran cambio de percepción. El simple hecho de pensar ¿qué puedo hacer ahora? ¿qué hay a mí alrededor? ¿qué sucede a mi alrededor?, después de horas de haber pensado en el pasado y el futuro, hace que la concentración cambie rápidamente de objetivo y nuestro ánimo cambie también. Nos ponemos atentos e ingresamos a una dimensión espectacular, similar a la que experimentábamos cuando éramos niños; así de brillante y lúcida. Sin embargo, es importante tener en cuenta que si a veces resulta tedioso u aburrido enfocarse en el presente, es porque se le está intentando ver con ojos de pasado y futuro, es decir, con la intención de seguir pensando en el pasado y el futuro. Para que realmente haya un “click”, el presente debe ser visto con ojos de presente.
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¿me palpita la vida con cada ritmo?
sucumbo, no comprendo
pretendes expresión, y no te recrimino; te maravillas
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El drama suele ser insostenible, impetuoso y corroe, siempre, en mi cansancio.
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