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 Sentí otros grados de presencias. Como si tu existencia ya no estuviera y la mía tan sensible que imperceptible, que prescindible. Esa noche no estuviste, me preguntaba todo el tiempo a quién le hablaba, qué quería preguntar realmente

¿A dónde fuiste?

Es injustificable mi existencia en este lugar, por momentos subterránea, por momentos flamante. Indescriptible insomnio, ya no se si todo esto es falta de sueño o sobrante de vida. ¿Dónde estás? Como si ya no pudiera responder. Una existencia fuera de tiempo será siempre invinculable con este ahora, con tu materia rozándome la espalda en esta oscuridad sobrante de vidas; éstas nos presencian silenciosas, analizan nuestras vidas llenas de voces inconscientes. Nos callan las lágrimas y por momentos brindan sobre nuestros besos, que respirando polvo se aburren.

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Amnesia

Aquí nadie aparece los domingos. Y resulta que los sueños más locos se presentan en las noches de los sábados. Nadie a quien contárselos. Llegan imágenes de toda una vida. Aparecen personas que conocí y gente que nunca ví en esta vida. Sobrevienen cosas que tanto deseo y que hace mucho tiempo no obtengo. Surgen heridas y nadie asiste a estos encuentros para comunicarlas. Y de repente despierto. Me sale sangre del dedo índice izquierdo y me acuerdo como era tocarte; me duele. Sentirte en el tacto era lo primero que quería hacer al despertar. Así, a medida que mi mano te sentía, tu cuerpo despertaba y casi sin previo aviso nos empezábamos a contar los sueños. Es injusto que tu perfume quede en las sábanas y que lo reconozca, pero que haya borrado tu cara de mi memoria. Mi memoria olfativa mucho más fuerte que cualquier otra, es la que me conduce a los sueños. Es la que me alcanza las palabras tempranas y primitivas que te diría si tan sólo brotaras de la nada y te posaras al costado de mi cuerpo cálido, pero aún inmóvil. Si tan solo te separaras del inframundo de los sueños, te desprendieras del recuerdo, del deseo. Si tan solo te compadecieras del esfuerzo enorme que tiene que hacer mi memoria para inventarte y simplemente te aparecieras un domingo, probablemente de lluvia, nos abrazaríamos un rato...con mi dedo índice bajaría por tu piel hasta tu inconsciente, en donde ambos nos quedaríamos dormidos hasta olvidarnos las caras.

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Viendo un siglo matarnos

Somos una de las últimas generaciones de este sistema, o por lo menos de aquel siglo XX; por supuesto que todas las mierdas caen encima de nosotros. No me cabe duda, que todos nos sintamos tan presionados, obligados a seguir algo que nuestros ojos ven desmoronarse. ¿Cómo eso no podría ser traumático? Cómo no podría generar alguna patología ver irse todo lo que te dijeron que deberías tener.Es como una dicotomía operando en nuestra psique, permanentemente, desde el primer minuto de vida. Me siento (y de hecho lo soy) como la hermana menor de una familia, aquella persona que va a tener que ver morir a todos. Cómo no va a debilitar la mente ver morir a todo tu alrededor. Fuimos hijos de un siglo desaparecido. Borrándose en su paso mismo.Mi psiquis apenas se estaba formando cuando sólo se escuchaba decir <se avecina el fin del mundo>. Apenas en un comienzo de siglo, y todo lo que vino después, por supuesto fue nada más que muerte y miseria. Un siglo descomponiéndose.

2000

2001

2003

2008

Pensando esto me pregunto ¿Cómo nuestra psique no podría estar podrida? ¿Cómo es que piden que siga sosteniendo, avanzando? Cuando antes de nacer ya estaba diagnosticada de muerte. Cómo pretenden implantarnos positivismo si nuestra existencia emergia prácticamente en la disolución de un mundo. Escuchando voces venideras de todas las direcciones promulgando lo perdido que estábamos. Cómo es que nos reclaman salvar a este mundo, nos reclaman estabilidad, si nuestra pequeña y naciente psiquis, para la edad de seis años, ya sabía, entendía en su profundo inconsciente (colectivo)  que no quedaría nada por hacer. Disculpen que esto sea tan depresivo, es que soy centennial.