echoedtruth - Tumblr blog

echoedtruth · 20 days ago

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ᅠᅠᅠᅠ# 𝙷istoria.

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Un "hijo" hecho de arena y condena

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Echo no nació. Fue soñado.

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En una noche como tantas otras, el mundo dormía. Las estrellas respiraban sobre las ciudades, los campos y las almas que yacían entregadas al descanso. Sandman caminaba por el velo de los sueños como un susurro, dejando rastros de oro en cada pensamiento dormido. Su andar no era visto ni oído, pero su presencia traía consuelo. Paz. Pequeños milagros fugaces que solo duran mientras dura el sueño.

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Fue entonces cuando, al cruzar los umbrales de una pequeña casa antigua al borde de la ciudad, se detuvo. Dentro, una mujer dormía abrazada a una fotografía. Su cuerpo encorvado sobre el colchón parecía el de alguien roto por dentro. Sus lágrimas eran recientes. El retrato en sus brazos mostraba a un joven: cabello oscuro, ojos intensos, sonrisa apenas contenida… y una fecha de muerte escrita en el reverso, como una sentencia.

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Sandman la observó. Respiraba con dificultad, como si cada aliento doliera. En sus sueños no había prados ni estrellas, solo un abismo silente donde su hijo la observaba desde lejos, sin tocarla. Ella extendía los brazos, pero él siempre se desvanecía antes de poder alcanzarlo. Su dolor no tenía forma… hasta que Sandman decidió dársela.

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No fue un acto de poder, sino de compasión. El Rey del Sueño no debía alterar el orden natural, pero esa noche, su corazón —si es que los eternos tienen uno— pareció temblar.

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Así que lo creó.

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Tomó un puñado de su arena dorada, la más pura, la más antigua, aquella que alguna vez había visto nacer las estrellas. Y con cuidado, modeló la forma del hijo perdido. Su cuerpo tomó forma desde los pies, como si brotara desde la tierra misma del sueño: piernas, caderas, torso. Hombros anchos y brazos extendidos como para ofrecer un abrazo. Una boca cerrada, un pecho sin latido. Y al final, unos ojos cerrados aún, como si durmieran.

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Era idéntico al joven de la foto, pero hecho de algo más frágil y eterno: un cuerpo de arena dorada que brillaba como polvo lunar.

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Lo colocó junto a la madre dormida, y la figura lo hizo por sí misma: la abrazó. Un gesto simple, pero imposible. Ella, incluso dormida, sonrió entre lágrimas. Por primera vez en años, su respiración se tornó tranquila. Soñaba que su hijo volvía. Que no estaba sola. Que el suicidio no había sido la última palabra entre ellos.

Sandman sonrió, saliendo por la ventana para así dejarla sola con aquel sueño hecho realidad.

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Pero entre los rincones del mundo de los sueños también caminan sombras. Y una de ellas, más antigua y cruel que cualquier pesadilla, había estado observando.

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Pitch Black.

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Él conocía la arena. Sabía de qué estaba hecha. Sabía que podía ser moldeada tanto por ternura… como por terror. Y también sabía que todo lo bello podía volverse horror con apenas un toque.

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Se acercó al lecho de sueños como una serpiente arrastrándose por el olvido. Sus dedos —largos, huesudos, teñidos de sombra— rozaron la espalda de la figura dorada, y su magia fluyó. Infectó. Corrompió. Y entonces, el milagro se quebró.

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Los ojos del muchacho se abrieron en el sueño… y no eran ya pacíficos. En su rostro había confusión, después miedo. Su cuerpo comenzó a temblar. La arena chispeaba como si ardiera desde dentro. De pronto, una soga apareció en su cuello. Un taburete bajo sus pies. Sus manos comenzaron a temblar mientras su garganta se tensaba. No entendía por qué. No sabía quién era. Solo sentía… que debía morir.

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La madre gritó dormida.

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La figura ahorcada frente a ella no era su hijo. O quizás sí. Pero revivía su muerte, una y otra vez, colgando frente a su cama como una maldición. Y Pitch reía. Reía mientras la mujer se revolvía llorando, mientras la arena dorada se oscurecía por momentos, atrapada entre lo onírico y la pesadilla.

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Pero la figura… no desapareció.

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Aun después del sueño. Aun tras el tormento. Cuando la madre despertó sola, con el pecho agitado y la habitación fría, lo que Sandman había creado… seguía existiendo.

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Porque esa noche, la luna estaba llena.

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Y su luz cayó sobre el cuerpo de arena como una bendición inesperada. Lo bañó en silencio. Y entonces, los ojos del muchacho —ojos dorados, como espejos de aquel polvo sagrado— se abrieron de nuevo. Ya no en el sueño. Ya no en el abismo. Sino en el mundo intermedio, ese donde existen las cosas que nunca debieron nacer.

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Y respiró.

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Echo.

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Era su nombre porque no era el original. No era el hijo perdido. Era su eco. Una distorsión que no sabía por qué existía, pero que se movía, pensaba, miraba. Pitch lo observó con fascinación. Una criatura sin alma, sin corazón, sin recuerdos. Solo una conciencia vacía atrapada en un cuerpo de arena y luna.

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ㅤ“ᅠ¿Qué eres?ᅠ”, preguntó. Pero Echo no respondió.ㅤ“ᅠ¿Quién te dio permiso para seguir existiendo?ᅠ”

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Silencio.

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Pitch Black no entendió de inmediato lo que esa criatura era.

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No era un simple sueño. No era una pesadilla suya. No respondía a su voluntad, y aun así estaba hecho de materia onírica: arena viva, retorcida por luz de luna y el recuerdo del amor de una madre. Era una anomalía. Una herejía.

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Y sin embargo, existía.

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Lo encontró temblando en la frontera entre el sueño y el vacío, recién emergido de su propio nacimiento imposible, con la arena aún humeante como si acabara de salir de un crisol maldito. No tenía alma, ni nombre, ni propósito. Solo unos ojos dorados y una expresión que no sabía qué sentir. Lo observaba todo como si acabara de despertar en medio del fin del mundo.

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Pitch lo miró… y decidió que lo tomaría como suyo.

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Si no era sueño ni pesadilla, entonces lo moldearía en algo útil. Un arma. Un sirviente. Un símbolo de que incluso la esperanza podía pudrirse si se la tocaba con la oscuridad adecuada.

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Así lo arrastró a su reino.

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No fue un hogar. No fue un refugio. Fue un calabozo de sombras puras, construido con miedo crudo. Pitch lo lanzó al corazón de su dominio: un pozo sin cielo ni suelo, donde habitaban las pesadillas más antiguas del universo. Bestias hechas de culpa, de remordimiento, de cosas susurradas en la infancia que nunca se desvanecieron.

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Y allí lo dejó.

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Los primeros años fueron silenciosos, fríos, eternos. Echo no hablaba. No comía. No dormía. Simplemente… estaba. Observaba el horror con los ojos muy abiertos, pero no reaccionaba. Las pesadillas se arrastraban hacia él, lo rodeaban, trataban de infiltrarse en su mente, susurrarle terrores. Pero él no temblaba. No suplicaba. No conocía el miedo.

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Eso enardeció a Pitch.

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No por odio, sino por algo peor: necesidad. Lo necesitaba quebrado. Sumiso. Humano.

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Así que empezó a intervenir. Lo visitaba cada noche —aunque no existía el tiempo en aquel lugar— y con cada visita, aumentaba la intensidad. Lo arrojaba al interior de las peores pesadillas humanas: sentirse olvidado por una madre muerta, mirar a alguien amado caer y no poder alcanzarlo, gritar en un pozo sin eco. Lo hizo revivir su propia muerte, aunque jamás la vivió. Lo obligó a observarse sangrar sin razón. Lo despojó una y otra vez de lo poco que era.

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Pero Echo no lloraba.

Y eso, para Pitch, fue inaceptable.

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Una noche, Pitch ya no soportó la resistencia muda de esa criatura. Se hartó de los ojos dorados que lo miraban sin reproche, sin temor, sin nada. Se hartó de que no pudiera moldearlo. No como quería.

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Así que lo marcó.

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Con violencia, lo atrapó entre sus sombras. Lo arrojó con furia contra el suelo de ónix, su cuerpo de arena quebrándose como vidrio húmedo. Echo intentó incorporarse, pero Pitch se le echó encima con una velocidad que cortaba el aire. Le sujetó el rostro con una garra que ardía como el hielo más profundo, hundiéndola con desprecio en su mejilla. La arena chispeó, dorada y herida, salpicando luz como sangre solar.

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Echo forcejeó, apenas, sin saber por qué. Sin entender el instinto.

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Pero Pitch ya no estaba jugando.

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Invocó una daga —una hoja afilada hecha de miedo puro, de tinieblas solidificadas—. Una hoja que cortaba no piel, sino esencia. No era para matarlo. No. Era para profanarlo. Para dejarlo incompleto.

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Y con una precisión inhumana, abrió su rostro de un tajo.

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Desde la frente hasta la mejilla, el corte brilló como una grieta en la noche. Luego, con una lentitud cruel, hundió sus dedos en el hueco que acababa de crear, abriendo el rostro de Echo como una flor trágica. El ojo izquierdo se resistió —la arena a su alrededor siseaba, chirriaba— pero Pitch lo arrancó igual.

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No con rapidez. Con brutalidad ritual.

Echo gritó.

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Por primera vez. Un grito que no venía del cuerpo, sino de lo que no tenía: del hueco donde otros tienen alma. Fue un sonido seco, áspero, cargado de algo tan puro y antiguo que ni siquiera los sueños pudieron contenerlo. No fue por miedo. Fue por dolor. Un dolor que no tenía nombre porque era el primero que había sentido jamás.

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Pitch se echó hacia atrás, con el ojo aún palpitando en su garra.

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Sonrió. Y se lo quedó.

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No como trofeo. Como recordatorio. Como amenaza viva. Lo encerró en una urna de obsidiana que colgó en lo más alto de su reino: como se cuelga una advertencia en la entrada de una prisión.

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La herida de Echo nunca cerró del todo.

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La arena de su rostro quedó más oscura, casi negra, y se mueve en espasmos, como si respirara. A veces gotea luz. A veces, niebla. A veces, murmura palabras que nadie enseñó. Desde entonces, la cavidad donde estaba su ojo izquierdo se convirtió en una herida abierta al mundo: un recuerdo constante de que no nació. De que fue hecho. Forzado. Incompleto.

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Y Pitch, aún inclinado sobre él, le susurró con voz de abismo:

ㅤ“ᅠAhora sabes lo que es temerme. Ahora tienes una razón. Ahora… eres mío.ᅠ”

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Pero Echo no respondió.

No gimió. No suplicó. No huyó.

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Simplemente se levantó.

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Su mejilla aún sangraba arena dorada, cayendo en hilos que flotaban como polvo estelar. Caminó. No corrió. No miró atrás. Como si el dolor lo hubiera hecho real. Como si la herida lo hubiera despertado.

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Y así comenzó su existencia.

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Ni sueño. Ni pesadilla.

Solo un eco.

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Una criatura sin lugar.

Marcada por compasión, odio… y luna.

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Algo que no debió existir.

Y sin embargo… aquí está.

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echoedtruth · 20 days ago

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ᅠᅠᅠᅠ# 𝙲uriosidades.

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ㅤ⠀ 001. Aunque Echo mantiene una forma humana estable, su cuerpo de arena gris oscura se resquebraja a veces de forma involuntaria. En zonas como los dedos, el cuello o los omóplatos, pequeñas grietas se abren y dejan escapar filamentos de arena dorada que se desvanecen en el aire. Estas fisuras no duelen, pero marcan su fragilidad existencial: como si en cualquier momento pudiera deshacerse. Algunos creen que son la forma en la que su verdadera naturaleza intenta emerger.

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ㅤ⠀ 002. La presencia de Echo no impone terror como Pitch Black ni consuelo como Sandman. En cambio, produce una tristeza profunda, una especie de vacío reconfortante. Estar cerca de él es como recordar un sueño que solía doler, una memoria triste que ya no quema pero aún pesa. Es un recordatorio viviente de lo que se perdió, de lo que pudo ser.

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ㅤ⠀ 003. Echo a veces experimenta visiones, emociones o reflejos que no sabe si le pertenecen. Recuerdos de una infancia humana, de risas y gritos, de una madre llorando. Son los fragmentos del hijo que inspiró su forma, pero Echo no puede distinguir si los vivió o si solo son sombras residuales del sueño de Livia. Esta confusión lo atormenta: “¿Estoy recordando… o solo repitiendo lo que nunca viví?”

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ㅤ⠀ 004. El nombre Echo no fue elegido, fue sentido. “No soy el niño. Solo el eco de lo que él fue.” Así se define a sí mismo. El nombre le llegó como un susurro interior la noche que despertó. Un eco es lo que queda cuando la voz original ha desaparecido: una repetición distorsionada de algo que ya no existe. Y eso es lo que él es… o cree ser.

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ㅤ⠀ 005. El ojo que Pitch le arrancó no ve en el plano físico. Pero cuando Echo duerme o entra en estados alterados de poder, imágenes abstractas —paisajes oníricos, símbolos, recuerdos ajenos— lo atraviesan. Pitch asegura que con esa herida le “abrió la visión al miedo”, pero Echo sospecha que es más: una ventana a los sueños colectivos de la humanidad, o a algo aún más profundo y primigenio.

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ㅤ⠀ 006. Dentro de su cuerpo hecho de arena, Echo a veces encuentra fragmentos que no reconoce: una carta rota, una pluma quemada, una llave oxidada. Son residuos de sueños olvidados o recuerdos de personas que ya no existen. Nadie sabe por qué los conserva, pero él los guarda como si fueran importantes… como si algún día fueran a decirle quién es realmente.

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ㅤ⠀ 007. Echo es uno de los pocos que recuerda la Isla antes de la barrera. Nació antes del encierro. Caminó por el mundo real antes de ser confinado junto a los demás. Esta perspectiva lo hace diferente: sabe cómo era la libertad, la luna en su estado puro, y eso lo consume.

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ㅤ⠀ 008. Aunque teme profundamente a Pitch, Echo mantiene una relación inusualmente cercana con sus Nightmares. Los llama por nombres que él mismo les puso (como Vesper, Ash, Umbra o Noct), y a menudo se le ve acariciándolos, durmiendo junto a ellos o susurrándoles secretos que nadie más escucha. Algunos creen que es porque están hechos de la misma oscuridad que lo hirió; otros dicen que los caballos lo reconocen como uno de los suyos… pero con luz en el pecho.

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⠀⠀⠀# 𝚂kills + 𝙿owers .

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Cuerpo de arena onírica

Está hecho de una mezcla inestable de arena oscura y fragmentos dorados: materia nacida del sueño, corrompida por la pesadilla. Puede deshacerse en un torbellino de polvo para desplazarse o desaparecer, reapareciendo en otro lugar como una ráfaga de viento negro con destellos dorados. Sin embargo, este don tiene un límite: cuanto más lo utiliza, más se desestabiliza su forma física. Si abusa de él, su cuerpo comienza a agrietarse y desmoronarse desde dentro.

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Generación de pesadillas conscientes

Puede proyectar imágenes en los sueños ajenos, pero no genera terrores como Pitch. Sus pesadillas son emocionales: recuerdos distorsionados, culpas que arden, ausencias que duelen. No provoca miedo, sino confrontación interna. Verlo es recordar lo que no quieres enfrentar. Sus proyecciones no son invasivas: son como susurros que se adhieren al alma dormida y la obligan a mirar hacia dentro.

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Eco emocional

Tiene la capacidad de percibir las emociones intensas de quienes duermen o sufren cerca de él. Puede revivir fragmentos de recuerdos que no le pertenecen, quedar atrapado en sus emociones, como si fuera parte de ellas. Aunque no lo admite, esto lo hace profundamente empático… y también peligrosamente vulnerable.

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Armas de arena

Echo puede manipular su cuerpo de arena onírica para formar armas afiladas con un brillo tenue y un filo letal. Estas armas, oscuras con vetas doradas, parecen hechas de obsidiana viva mezclada con luz atrapada: cortan casi cualquier material físico o mental, desde acero hasta proyecciones dentro del sueño. No son permanentes y requieren concentración para mantenerse estables; cuanto más compleja el arma, más esfuerzo consume mantenerla.

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⠀⠀⠀# 𝐃𝐄𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃𝐄𝐒 :

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Colapso emocional: Cuando absorbe demasiada carga emocional ajena, su cuerpo comienza a desmoronarse y su mente se fragmenta. No fue hecho para sentir tanto.

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Materia inestable: Su arena es vulnerable ante ciertos elementos:

• La arena pura de Sandman lo debilita y lo dispersa.

• El miedo puro que emite Pitch lo desestabiliza por completo, haciéndolo temblar, romperse o perder el control.

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Falta de “centro”: Echo no tiene alma ni identidad fija. Eso lo vuelve sensible a ataques existenciales, manipulaciones mentales o dudas profundas. Puede quebrarse sin que nadie lo toque.

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echoedtruth · 20 days ago

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ᅠᅠᅠᅠ# 𝙿erfil .

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ᅠname : ⠀⠀⠀⠀ echo ᅠnickname : ⠀⠀⠀ ⠀ the anomaly ᅠcreation date : ⠀⠀ 1910 ( 115 y.o. ) ᅠplace of birth : ⠀⠀ orvieto, italy ᅠparents : ⠀⠀⠀ ⠀ pitch black ... sandman ᅠcurrent year : ⠀⠀ fourth year ᅠstory : ⠀⠀ rise of the guardians ᅠpronouns : ⠀⠀⠀ he / him ᅠsexuality : ⠀ ⠀ undefined

ᅠfaceclaim : ⠀⠀⠀ choi beomgyu fr. txt

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⠀⠀⠀⠀# 𝙿hysical description .

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⠀Echo no parece humano. Pero tampoco parece otra cosa. Simplemente… existe. Contra toda ley, contra todo final.

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Echo tiene el cuerpo de un joven de unos veintitrés años, pero no está hecho de carne: su piel es de arena onírica, negra y gris, como ceniza densa que nunca se disuelve, siempre suspendida, levemente ondulante si se le mira de cerca. Sin embargo, desde dentro, brilla un leve resplandor dorado, como si algo puro e incorrupto intentara salir, atrapado en una forma rota.

Lleva una chaqueta bomber beige, vieja, algo raída en los bordes, abierta sobre una camiseta clara con letras borrosas. Pantalones cargo verde militar, desgastados, con los bolsillos pesando hacia los lados. Camina con cierta pesadez, como si el mundo lo empujara hacia abajo.

Su ojo derecho es dorado, intenso, casi líquido; parece ver más allá del presente. El ojo izquierdo está cubierto por un parche negro simple, atado con una tira ajustada; debajo está la herida que Pitch Black le dejó al marcarlo como suyo. De su pelo cae un flequillo oscuro, algo revuelto, que nunca termina de acomodarse.

Sus manos también son de arena compacta, con los dedos largos y movimientos suaves. En la muñeca izquierda lleva una pulsera metálica rota. Y a pesar de no tener venas ni sangre, hay momentos donde la luz de la luna le atraviesa, y por un segundo parece hecho de estrellas.

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⠀⠀⠀⠀# 𝙿ersonality .

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Echo es una criatura silenciosa, melancólica y difícil de descifrar. Aunque fue creado sin alma ni recuerdos, carga con una tristeza profunda, como si su sola existencia fuera una herida abierta. No habla mucho, pero su mirada lo dice todo: observa el mundo con una mezcla de curiosidad, dolor y distancia.

Fue marcado por el miedo desde el primer instante, lo que lo volvió sumiso ante Pitch, aunque dentro de él arde una voluntad dorada que se resiste a romperse. Tiene una sensibilidad extrema, siente todo con una intensidad que no siempre entiende, y muchas veces imita emociones humanas sin comprenderlas del todo.

Echo puede parecer frágil, incluso sombrío, pero hay algo inquietante en su quietud. Es como un reflejo roto de alguien que nunca fue, deseando pertenecer, deseando que alguien lo vea y lo reconozca como real. Más que cualquier cosa, Echo busca sentido. Quiere existir… y que su existencia signifique algo.

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