endlessspringday
endlessspringday
Endless Spring day
5 posts
Don't wanna be here? Send us removal request.
endlessspringday · 5 years ago
Text
ENEMY ‖ one
Taehyung may be cocky, but he has every reason to be. After all, he never gets turned down by women – at least not until he meets you.
Tumblr media
word count: 11.2k member: taehyung ‖ hoseok genre: smut music: enemy
Keep reading
9K notes · View notes
endlessspringday · 8 years ago
Text
Masterlist
Mis historias:
BTS
Rain // Suga x lectora
Un encuentro en medio de la lluvia y una oportunidad inesperada.
Prólogo // Parte 1 //
Traducciones:
Sleep de ibangtanthings // J-Hope x Jimin x lectora 
Tras un intento fallido de suicidio, acabas intentando recuperar tu vida junto al chico que te salvó y su mejor amigo.
Parte 1 //
1 note · View note
endlessspringday · 8 years ago
Text
Sleep - Parte 1 (traducción
Autora Original: ibangtangthings
Texto Original: Sleep part 1
ADVERTENCIA: este fic/novela contiene conversaciones sobre suicidio, autolesiones, violencia, abuso de alcohol, etc. Si no estás de acuerdo con algo, si tienes algún problema con alguna de estas cosas o si estás sufriendo algo de lo nombrado anteriormente, por favor sé consciente de que tienes pleno control sobre lo que lees. {Nota de la autora original – N/A/O} Como siempre estoy abierta a cualquier tipo de discusión, y no me importa escuchar cualquier tipo de opinión aunque difiera con la mía. Sé libre de enviarme un mensaje y espero que disfrutes.
Resumen: Tras un intento fallido de suicidio, acabas intentando recuperar tu vida junto al chico que te salvó y su mejor amigo.
Tumblr media
Tenías una vida sencilla pero, sin embargo, era una vida que tú no habías pedido. No, nada traumático te había pasado nunca y nadie te había tratado mal. La depresión vino sin contenerse. Tu pensamiento podría ser considerado ingrato y oscuro. A nadie parecía importarle el dolor por el que estabas pasando incluso cuando este era obvio.
La cantidad de esfuerza que ponías en parecer estar bien no satisfacía a nadie a tu alrededor. Te reíste ante la estupidez del mundo al que le parecía que era bonito.
Era feo y no despiadado. Tras años haciéndole frente, finalmente habías llegado a tu tope. Ni siquiera te importó preguntar como había llegado hasta tal punto.
La vida no era algo que siguiera mereciendo la pena.
….
 —     ¿Por qué me estás dando tanta propina?— Preguntó Jane.
Era tu camarera de siempre en el mismo restaurante de siempre al que ibas todas las semanas. No se sabía tu nombre sin embargo, ya que tan sólo teníais pequeñas conversaciones incluso aunque hubieran pasado dos años. No era necesario para ella saberse tu nombre.
—     Ya no lo necesito. — Le dijiste, sintiendo como si mil dólares fueran demasiado y a la vez no tanto.
—     No puedo que…
—     Quédatelo. De verdad. — La interrumpiste, asegurándote de sonar todo lo seria que pudieras.
Por el contrario, tu pequeña voz sonó desesperada. Antes de que pudiera seguir protestando, te levantaste y saliste.
El aire era cálido e incómodo. La gente andaba de un lado a otro en las bulliciosas calles, siguiendo sus rutinas diarias o disfrutando de algo de tiempo libres de trabajo.
Trabajo… algo por lo que no te tendrías que preocupar nunca más.
Mirando a tu alrededor, no podías encontrar una sola cosa que te gustase sobre aquella ciudad. Unas frías lágrimas comenzaron a recorrer tu cara. La emoción atada a aquellas lágrimas se había convertido en algo familiar, no te molestaste en secarlas. Las dejaste caer como si formaran parte de ti ahora.
Tardaste unos treinta minutos en llegar al puente que parecía de alguna manera una larga carretera hacia el otro lado de la ciudad. Era como una burla sobre tu estancada vida, con un largo camino para alcanzar el simple bienestar.
Aun así el puente parecía ser la única cosa ofreciéndote un dulce alivio.
Nadie miraba en tu dirección. Las horas pasaban y veías como las olas rompían una y otra vez contra las rocas. El sol se puso y aun así las luces de la calle proporcionaban la luz justa como para mostrar como las olas se movían de forma más violenta ahora.
La naturaleza era bonita pero el hombre la había destrozado, y el hombre tenía la suerte necesaria como para tener tiempo de disfrutarla. Sin duda lo echarías de menos.
Ahora ya hacía frío y aun así te mantuviste en las barandillas, mirando el mar. Tomaste una larga bocanada de aire, sabías que se te agotaba el tiempo. La luna estaba en el cielo, iluminaba el agua bajo el puente y hacía relucir tus reaparecidas lágrimas.
Sacaste tu móvil del bolsillo y miraste la hora.
11:00
Con una pequeña risotada, tiraste el móvil hacia las olas y te quitaste los zapatos. Por alguna extraña razón, el sonido enmudeció. Los coches pasaban detrás de ti silenciosamente y las olas no hacían ruido del todo.
—     Lo siento. — Susurraste a tus padres y a ti misma.
Subiendo la barandilla, sollozaste lágrimas de miedo, pena, exhaustación, enfado y de alivio. Cerraste los ojos, estiraste tus brazos y decidiste contar hasta tres antes de precipitarte.
1…2…
—     ¿¡Qué haces!?
Un fuerte agarre alrededor de tu cintura te empujó hacia atrás hacia fuera de las barandillas hacia el suelo, mientras una voz te gritaba con gran furia e incredulidad.
Tus codos tomaron toda la fiera de la caída pero no lloraste de dolor ni nada. Era como si el tiempo hubiera parado a tu alrededor de repente. Los coches aún eran inaudibles y la voz de la persona hacía eco en tu cabeza.
Él había caído sobre su espalda, junto a ti y rápidamente se había levantado para sujetarte contra el suelo.
—     ¿¡Qué!? ¿¡Qué estás haciendo!? — Grito confuso, y cuando por fin le miraste a la cara, sus mejillas estaban llenas de lágrimas.
Reposó su cuerpo sobre el tuyo, dejando caer su peso sobre ti para que así no pudieras moverte. Cuando sacó su teléfono para llamar a la policía y a la ambulancia, tus lágrimas caían más rápidamente aún y la única cosa que conseguiste gimotear fue “no”.
Te resististe a él pero no tenía sentido.
—     Te estoy ayudando ahora mismo. Por favor, para. — Gruñó, usando toda su fuerza para mantenerte quieta. Cuando finalmente no podías moverte más, apartó tu pelo y secó las lágrimas que aún quedaban en tu cara.
—     Todo está bien. Tú estás bien. — Dijo.
Escuchar esas palabras te hicieron sentir mal. Las náuseas eran tales que el mundo daba vueltas a tu alrededor, pero en vez de vomitar, te desmayaste.
No habías dicho nada desde aquella noche. Los doctores del hospital hicieron aquello que estaba dentro de sus posibilidades, y tras ello fuiste transferida al ala de psiquiatría.
La enfermera te llevó hasta tu cuarto y te desató de las ataduras alrededor de tu muñeca y tobillos. Estuviste allí durante horas mirando la ventana enrejada o fingiendo ver las noticias. Era el único canal disponible.
Te daban deban de comer y aunque estuvieras comiendo, tenías la sensación de no estar comiendo comida de verdad. Llegaste a especular que te daban algo para incrementar tu apetito pues tu extrema hambruna era la única razón por la que comías.
Esa era la rutina todos los días durante dos semanas y agitar tu cabeza negando, declinando reunirte con tus padres cada vez que iban a visitarte.
Tras eso, dejaron de ir.
—     El seños Jung está aquí para verle. — La enfermera Ahn te repetía diariamente.
Negaste con la cabeza y volviste a mirar fijamente la ventana, siendo capaz de ver tan solo el cielo y nada más-
—     Insiste en venir a verle todos los días hasta que le vea. — Te dijo.
Tras continuar en silencio un rato, finalmente te dejó sola.
Eso era todo lo que querías. Quedarte sola. El mundo era un lugar mucho más fácil en el que vivir cuando tan sólo estabas tú.
Pero él sin embargo no te dejaba en paz. Al siguiente día volvió de nuevo, y así durante otra semana entera.
—     Dice que no piensa irse hasta que le vea. Si se queda fuera una vez pasada la hora de visita le arrestarán. — La enfermera Ahn te dijo. — ¿Quiere que le deje entrar?
Afirmaste una vez y ella fue a coger tu silla de ruedas. Era la primera vez que ibas a la sala de visitas y era más pequeña de lo que habías imaginado.
—Una hora. —Dijo el doctor.
Te habían explicado el primer día cuando llegaste que las visitas eran monitorizadas por los guardias, pero que era tan sólo para aseguraste de que no te hacías daño a ti misma o a otra persona. Por lo demás, estas visitas eran privadas.
La enfermera Ahn te desató y salió de la habitación. Tan pronto como salió de la habitación, Jung Hoseok entró en esta.
Caminó hacia ti de forma nerviosa, con una expresión seria en el rostro y una lágrima cayó de cada uno de sus ojos.
—     Ah… lo siento. — Dijo sonriendo, molesto consigo mismo, secándose las lágrimas.
—     Por favor, siéntate.
Te sentaste juntando tus manos sobre la mesa, una costumbre a la que habías sido forzada aquí. El staff solía comprobar que no había ningún signo de autolesiones.
—     Por favor, vete. — Dijiste, de manera monótona y mirando directamente en sus ojos.
—     No. — Te respondió seriamente.
—     ¿Por qué? — Preguntaste molesta, desviando tu atención a la mesa.
—     Eso es precisamente lo que he estado intentando descifrar, ¿Por qué harías eso? — Dijo, haciendo que te molestaras aún más. Te estaba preguntando lo mismo que los doctores te habían seguido preguntando durante tu terapia. — Pero me he dado cuenta de que no quiero saberlo. Sólo me interesa saber qué tal estás ahora. — Te dijo honestamente.
Justo en ese momento los doctores entraron y Jung Hoseok se levantó.
—     ¿Podría venir a visitarla tanto como le sea posible de momento? — El doctor Yoo preguntó honestamente.
—     Dijisteis que era una visita privada. — Te quejaste.
—     Sí pero ha conseguido que hables por primer vez desde el incidente.
Te mofaste de sus palabras, el “incidente”… esto no tenía nada que ver con él.
—     Puedo todos los días. — Dijo mirándote a ti y no al doctor.
—     Muy bien. —Dijo ella, saliendo.
Él se volvió a sentar y todo lo que querías era salir corriendo de la habitación, y nunca más volver a ver a nadie más en este lugar.
—     ¿Hay algo que necesites? ¿Algo que quieres que te traiga? — Preguntó, empujando la silla un poco más y apoyando los codos sobre la mesa.
Pregunta tras pregunta, te quedaste  callada. Era mejor si él acababa disuadido sobre volver a visitarte. Quizás estaba esperando un “gracias” por tu parte pero parecía más listo que aquello.
—     El tiempo se ha acabado. — Dijo el guardia.
—     De acuerdo. — Volveré mañana a la misma hora, Y/N.
Te cogió por sorpresa que dijera tu nombre pero le miraste directamente a los ojos. Por primera vez te sentiste aliviada por ver a la enfermera Ahn y la silla de ruedas.
Él vio como te ataba a la silla de ruedas. Antes, te habrías sentido avergonzada de tal situación pero tras tanto tiempo alienándote, la vergüenza era un sentimiento desconocido.
Al siguiente día supiste que Jung Hoseok era un mentiroso. No fue, en vez de eso una cesta de regalo llegó.
—     Esto es para ti pero tan sólo puedes usar las cosas bajo mi supervisión. — Te explicó la enfermera Ahn mientras dejaba la cesta sobre el pequeño escritorio de tu habitación.
Cogió una silla y se sentó en la esquina, limándose las uñas a la par que muriendo de aburrimiento.
El plástico hacía ruido mientras ibas abriendo los diferentes regalos. Altavoces, vaselina, calcetines, un osito de peluche y un calendario con fotografías de diversas orillas de ríos.
“He tenido que quedarme trabajando hasta más tarde que normalmente, estaré allí mañana seguro. A tus padres les gustaría verte también. — Hoseok.” Decía la tarjeta atada.
De manera sorprendentemente repentina, el sentimiento de vergüenza volvió.
—     ¿Tienes un espejo? — Le preguntaste a la enfermera  Ahn, cosa que le sorprendió pero sin decir nada te lo dio.
Tu cara había adelgazado ligeramente, y con una inspección más minuciosa viste que el blanco se había apoderado de tu piel. La peor parte se la llevaban tus descuidadas cejas y el pequeño bigote que amenazaba con seguir creciendo.
—     Tómate tu tiempo. — Te dijo la enfermera Ahn de manera casual.
Tras una hora punteando, te pusiste algo de vaselina en los labios y te diste cuenta de lo cortados que estaban.
—     Quiero más agua. — Pediste.
—     Lo siento, Y/N. Hay una sequía y todos tienen tan sólo tres vasos de agua al día. Si quieres más, tienes que pagar por ello. — Te respondió y podías ver que no le hacía gracia aquello.
De repente caíste en la cuenta de que todo lo que te rodeaba estaba siendo pagado de todas formas. — ¿Quién está pagando para mi tratamiento? ¿Mis padres o la aseguradora?
—     Ese chico que te trajo aquí al principio. Jung Hoseok.
_____ Seis meses más tarde _____
 —     No es la mejor manera de comenzar tu nueva vida pero es tu decisión, tu elección. Si haces que él sea tu única condición para tratar ponerte mejor entonces piensa sobre las posibles consecuencias. ¿Qué hay sobre tus padres? ¿No quieres mejorar por ellos? — Te preguntó el psiquiatra.
—     Son mis padres, ellos no cuentas. No puedo encararme a ellos… confío en él. — Respondiste.
—     ¿No confías en tus padres? Te preguntó.
—     Gracioso, ¿verdad?
La sesión acabó más rápido de lo normal. La enfermera Ahn te escoltó hasta tu habitación. La única cosa que podías hacer era mirar a través de la ventana y preguntarte qué estaría haciendo él.
—     Ha venido. — Llamó horas más tarde y pegaste un brinco, esperando a que abriera la puerta e intentando esconder… lo emocionada… que estabas. No, quizás ansiosa.
—     ¡¡Waaaaah!! ¡¡ Feliz cumpleaños Y/N!! — Penetró a través de las puertas de la sala de visitas y te cantó cumpleaños feliz mientras cortaba un trozo de tarta.
Tus ojos miraron su sonrisa asombrada mientras dejaba un plato enfrente de ti y te abrazaba desde atrás.
—     Aquí no se celebran cumpleaños. — Dijiste, viendo como encendía una vela.
Sopló la vela y era la primera vez en algún tiempo desde la última vez que oliste una.
—     Pues lo acabamos de hacer. — Dijo emocionado, sentándose al lado tuyo y tomando un pedacito.
Tomó otro trozo y lo alzó hacia tu boca.
—     ¿Dónde estabas? —  Preguntaste mientras saboreabas la tarta y recordabas el sabor del azúcar glaseado. Su sonrisa se convirtió en un ceño fruncido y apretó los labios pensando una respuesta.
—     He estado fuera de la ciudad unos días. Fui a ver a mi familia y a mi viejo amigo Jimin. Fue algo de último minuto. ¿Por qué? ¿Me has echado de menos? — Dijo, mientras se dejaba caer sobre la silla de manera arrogante.
Bajaste la mirada, lejos de sus ojos y asentiste.
—     Hey… — Se inclinó hacia delante.
—     Nada de tocar. — Le advirtió el guardia.
—     Lo sé. — Respondió con una expresión seria.
—     He tomado una decisión. — Le dijiste bajito.
—     ¿Sí? — Te sonrió de nuevo.
—     Voy a salir de aquí pero no voy a volver a casa. No puedes seguir intentando que cambie de idea, ¿de acuerdo? — Le pediste.
Se lo pensó durante un segundo antes de responder. — De acuerdo. Dijiste que confiara en ti así que así haré. — Te dijo apoyando su mano en la tuya.
El guardia se dio cuenta de esto y en seguida fue hasta vuestro lugar.
—     Termínate tu tarta, estaré de vuelta pronto. — Te prometió antes de besar tu mejilla y sonreírte mientras el guarda lo cogío y se lo llevaba de allí.
Tras aquello por fin sonreíste.
_____ tras otros seis meses_____
               La libertad no era algo que esperaras con muchísimas ganas. De hecho, te asustaba salir de aquellas puertas y volver a aquella triste cosa a la que llamabas vida.
               Ni mucho menos estabas extremadamente feliz o ilusionada ante la idea de salir de allí y empezar de nuevo. La única razón por la que te dejaron salir antes era que ya no eras un caso de extremo peligro, y se estaban quedando sin habitaciones.
               Aunque evitaras los oscuros pensamientos, seguías triste constantemente. Tan sólo una hora de felicidad estaba permitida pero estabas feliz de por fin poder tener esperanza, esa felicidad encontraría de algún modo la forma de quedarse permanentemente.          
—     Vamos, Y/N. — Te dijo la doctora Ahn tras verte quedarte frente a las puertas sin movimiento alguno.
Te diste la vuelta para mirarla a ella y al pasillo una última vez. Empujaste la puerta para abrirla, viste la acera, la carretera y las salidas. La primera cosa que se te vino a la mente fue cuánto odiabas vivir en la ciudad.
Girando la esquina, en pantalones y un oscuro cárdigan, Hoseok iba caminando con una enorme sonrisa y un ramo de pequeñas flores rosas.
Todo lo que tenías era una pequeña bolsa llena de cosas que él te había ido llevando al cabo del último año. Empezaste a llorar mientras llegabas a él y él tan solo te tomó en sus brazos mientras te decía que lloraras tanto como quisieras.
—Quiero dormir, Hoseok. — Le pediste mientras sorbías y esa fue la primera vez que le llamaste por su nombre.
—Por supuesto. Tanto como quieras. — Dijo mientras cogía tu bolsa y te guiaba hacia el coche.
Te sentaste atrás, oliendo las flores y haciendo el mayor esfuerzo posible para no mirar a través de la ventana. Ver las bulliciosas calles ya era algo estresante.
—Casi llegamos, te lo prometo. — Te dijo y aunque hacia un año desde que no te montabas en un coche, sabías que estaba acelerando.
               Su casa era bonita, era espaciosa con un pequeño jardín. Definitivamente era más grande que tu pequeña habitación en el hospital y lejana a cualquier edificio alto.
— ¿Vives aquí con Jimin? — Preguntaste lo impecable y nuevo que todo parecía.
               —No llegará hasta mañana. Le dije que necesitarías un segundo para asentarte. — Te contó mientras iba a por un vaso de agua para ti.
               Te lo bebiste inmediatamente, y te llevaste la mano hacia la boca, otro hábito del que debías deshacerte. Tan sólo tenías que tomarte un medicamento y era por la mañana.
               —Ve a descansar, Y/N.  Estaré aquí. — Dijo mientras cogía el vaso de agua de tus manos y te llevaba a tu habitación.
               —Es muy grande — Comentaste mientras te preguntabas si era la habitación principal.
               —Duerme en la habitación de Jimin pues, es más pequeña. La habitación más pequeña es nuestro almacén. Empezaré a vaciarlo mientras duermes. — Señaló hacia el pasillo. — Ve, está bien.
               Y estaba bien. Hasta que te despertaste y Jimin te miraba fijamente en su cama.
               — ¿Eres la amiga de Hobi? — Preguntó, mirándote curioso.
               — ¿Hobi?
               —Jung Hoseok. —Respondió.
               Asentiste y también él tenía una amable y cálida sonrisa.
—He hecho el desayuno. Iré a despertar a Hobi ahora. — Salió de la habitación y saltaste, lleno directamente al cuarto de baño para refrescarte.
Sobre la mesa había tres platos puestos, cada uno tenía huevos revueltos, salchichas una tostada.
—No sabes cocinar, deja de intentar impresionar a todo el mundo que acabas de conocer. La vas a asustar. — Oíste como Hoseok se quejaba a Jimin mientras ambos entraban en la cocina.
—Hyung, sólo estoy siendo hospitalario. — Exclamó Jimin.
—No tienes por qué comerte eso, Y/N. Te haré lo que quieres. — Te dijo Hoseok, apartando el plato.
—Tan sólo tenemos comida basura. Lo he hecho lo mejor que he podido, Y/N. — Suspiró Jimin.
               —Huele bien. —Dijiste silenciosamente, aunque no fuera el plato más elaborado de desayuno, era simple y era aún mejor que cualquiera de los desayunos que habías estado tomando durante el último año.
               Hoseok pareció darse cuenta de esto y volvió a dejar el plato en frente de ti. El silencio incómodo que se había formado en torno a los tres era sorprendentemente agradable.
               — ¿Quieres más? — Te preguntó Hoseok justo cuando terminaste.
               Jimin estaba preparado para saltar de su silla y preparar más pero negaste con la cabeza.
               —No quiero agobiarme a mí misma. Iré a ducharme. — Dijiste, sabiendo que el agua te calmaría.
               Hoseok te mostró como hacer funcionar el baño y te acercó una de sus toallas.
               — ¿Por qué no vamos a comprar cuando acabes? Olerás como el champú para hombres todos los días si no vamos. —Dijo con seriedad.
               Asentiste y él se fue dejándote sola. Al cabe de diez minutos el sueño y la tensión de tu cuerpo se habían ido. Estabas bien, te convenciste a ti misma.
               ____
                 La terapia de compras. Esa era el mejor tipo de terapia que había según Hoseok y sus palabras te hicieron reír.
               Él estaba emocionado sobre tu risa y eso causaba que la gente os mirara a ambos.
               —Eso ha sido ingenioso. — Dijiste, satisfaciéndole.
               Mientras caminabas alrededor de la tienda cogiendo todo aquello que una chica pudiera necesitar, no pudiste evitar preguntaste cuánto tardaría aquello.
               — ¿Le dijiste a Jimin que era tu amiga?
               —Lo eres. ¿Por qué? ¿Le debería haber dicho otra cosa? — Te preguntó mientras cogía algunos snacks. — Se lo diré en algún momento.
                —Quizás es mejor que no lo sepa. — Le dijiste. De esa forma, él te trataría como el resto de personas.
               —Oh, un secreto entre nosotros. Ok. Lo entiendo. — Dijo, pretendiendo que sellaba sus labios.
               Le dejaste escoger ropa para ti, sabiendo que habías dejado todo atrás en la casa de tus padres. Parecía feliz de tener el rol de estilista y a ti no te disgustaban sus elecciones. Estaba cuidándote y de momento parecía que todo iba bien.
               Recordaste todas las promesas que él había hecho.
—     Porque Y/N, no lo entiendo. No entiendo por qué alguien tan preciosa y bonita como tu, querría morir. El momento en el que te miré a los ojos supe que merecías algo mejor. — Dijo.
               Tus lágrimas tiñeron tus mejillas y no podía acercar su mano para secarlas, la amenaza del guardia mantenía sus manos para sí mismo.
—     No quiero tu ayuda. Ni siquiera me conoces.
—     Y/N escúchame. No me voy a alejar de ti. Incluso cuando estés mejor no te voy a dejar sola. No te estoy pidiendo nada a cambio. Ni siquiera te estoy pidiendo que seas feliz. Sólo quiero que te dejes de sentir de esta manera. Déjame que te ayude Y/N. Cuidaré de ti, lo prometo.
               Con eso, firmaste los papeles que hacían que él fuera tu tutor, dejando atrás tu antigua vida y centrándote en recuperarte…
—     Hoseok. — Dijiste de camino a casa y te miró a través del espejo retrovisor.
—     ¿Sí? — Te preguntó, apartándose hacia un lado y asegurándose de que estabas bien.
—     Me gusta tu nombre.
—     Creo que necesitas descansar. —Se rio y continuó conduciendo.
7 notes · View notes
endlessspringday · 8 years ago
Text
Rain - Parte 1
Descripción: ¿Qué pasa cuando hay una sucesión de extrañas casualidad? __ A Suga kinda fanfic.
Palabras: +1000
Género: Songfic & Fluff.
Prólogo //
Tarde, llegabas tarde, para variar. Odiabas la lluvia y encima se te había ocurrido la grandiosa idea de darle tu paraguas a un músico. Y llegabas tarde, no había tiempo de pensar en ello. Sólo te faltaban unos cinco minutos hasta llegar al estudio y después de entrenar podrías pararte a pensar en lo ocurrido, pero hasta entonces eso no ocurriría.
              El estudio tenía en realidad un nombre más largo pero toda tu familia y amigos sabían a qué te referías cada vez que lo nombrabas. Era una academia de baile que se encontraba a unos 15 minutos andando de tu casa. Habías comenzado a ir hacía unos dos años, cuando te cansaste de no poder practicar bien baile en tu casa. Había sido una de las muchas cosas que querías aprender y, poco a poco, copiando pasos, empezaste a aprender más.
              Cuando entraste por primera vez allí te sorprendió lo especioso y nuevo que parecía todo siempre. Las salas de ensayo, grandes o pequeñas, eran blancas cosa que les daba más amplitud de la que ya tenían. Otra cosa que te sorprendió fue lo felices que parecían estar todos allí, tanto los estudiantes como las personas que trabajaban allí. En realidad, era raro que una persona estuviera más que unos días o semanas allí, normalmente iban para reforzar algo o aprender cosas de un profesor específico pero en tu caso, y dada la cercanía a la que se encontraba de tu casa, era el mejor lugar al que asistir.
              No sabías qué harías el día que tuvieras que dejar de ir, aunque preferías pensar que eso no ocurriría nunca, al menos no en un momento cercano. Era el sitio al que ibas cuando necesitabas respirar algo de tranquilidad y distraerte del resto del mundo. Tus padres a veces habían hecho comentarios argumentando que les parecía una tontería que fueras allí si no te ibas a dedicar a ello de manera profesional, no entendían que era tu única forma de aliento a veces. O que en realidad te encantaría hacer de aquello tu vida.
              Y hoy era justo el peor día para llegar tarde: había una reunión para algo que aún no habían contado a nadie. Era un secreto de estado casi y te intrigaba demasiado saber qué pasaba como para no ir. Lo único que os habían dicho es que era importante y que sería una oportunidad que probablemente no se volvería a repetir.
              Cuando viste que tan sólo te quedaban un par de calles para llegar apretaste el paso, casi corriendo. Necesitabas llegar, no podías fallar. El por qué de llegar tarde tampoco te importaba en ese momento, lo importante es que llegaras.
              Entraste corriendo al ascensor, te miraste en el espejo que había en este y te diste cuenta de lo mojada que te encontrabas. Maldito día para que tuviera que llover. Cuando saliste a la planta de la academia y entraste, la chica que se encontraba en la mesa de recepción te indicó dónde debías ir y te advirtió de no molestar dado que, en efecto, llegabas tarde.
              Si había algo que al parecer se te daba bien era llamar la atención, cuando abriste la puerta y entraste en la sala de ensayo tus zapatos chirriaron haciendo que todos, que se encontraban al frente la sala, se dieran la vuelta y maldijiste a todos los santos posibles. Y maldijiste aún más al ver qué tres personas se encontraban allí: JHope, Jimin y Jungkook, de BTS, mismo grupo al que pertenecía el rapero al que amablemente habías dado tu paraguas.
              Debía ser tu mayor día de suerte. En cuanto te vieron tu coreógrafo habitual te hizo una seña para que te acercaras en cuanto soltaras tus cosas. El resto había dejado de prestarte atención enseguida. Sentiste una punzada pues cuando viste que te miraban, notaste la seria mirada de JHope en ti y te hizo sentir mal, sabías que era por ti y por llegar a tarde, aunque siguió hablando y le escuchabas de fondo aunque no eras capaz de entender qué decía.
Cuando estabas acabando de soltar las cosas y te acercaste al resto, Jimin te tiró una toalla, cosa que te pilló por sorpresa, le miraste y con una sonrisa le agradeciste, secándote un poco y volviéndosela a dar.
El grupo normal de ensayo erais unos 20, persona arriba persona abajo, dependía del día.
-Os vamos a enseñar una coreografía y a partir de ahí seleccionaremos. Esta coreografía no es la final, ni la canción tampoco, pero nos servirá para ver qué podéis hacer. Pero antes queremos ver haciendo freestyle, para ver cómo sois cada uno.
En ese momento se acercó el coreógrafo de la academia y te dijo lo único que debías saber.
-Aprovecha esta oportunidad, cuando acaben las dos horas te contaré todo. Ahora concéntrate. Y al resto, ¡suerte! Confío en vosotros.
Hicisteis tres filas, todos teníais el espacio suficiente para poder moveros perfectamente. Estabas nerviosa, como para no estarlo, tenías delante tuya a tres bailarines a quienes admirabas mucho, Jimin que había sido tu alma salvadora en un principio pues cuando empezaste en la academia fue en contemporáneo, Hoseok había sido tu fuente de inspiración para salir de tu zona de comfort y Jungkook simplemente era capaz de moverse al son de cualquier canción, cosa que te fascinaba.
Respiraste profundamente y cuando la canción comenzó a sonar sentiste como todos los poros de tu piel vibraban al compás que esta marcaba y a los dos segundos ya estabas moviéndote. Decidiste ir por lo fácil y hacer aquello que sabías. Antes de que te dieras cuenta tenías a Jimin delante tuya, aunque lejos, cuando la música ya había parado. Te miraba expectante, y cuando vio que abrías los ojos y por fin le mirabas, asintió sonriendo para sí mismo y sin decir palabra se acercó a Hoseok que estaba al lado del aparato de música mirándoos a todos, uno por uno. Jungkook se encontraba atrás de todos vosotros, inspeccionándoos también.
—De acuerdo, os daré otra noticia.  —Dijo Hoseok con una sonrisa. — Una de las chicas que escojamos serán aún más afortunada, pero no puedo dar más información. Y ahora, comencemos con lo de verdad.
Las siguientes dos horas fueron el peor momento de tu vida hasta el momento, no eras consciente de qué iba a pasar exactamente, sabías algo de que conseguiríais una plaza como bailarines del nuevo comeback de BTS y que te jugabas tu futuro puesto que seguramente no se te volvería a cruzar una oportunidad así, pero por lo poco que sabías decidiste que si no acababas en el equipo, que no pasaba nada.
Hoseok siguió al frente de la sala, Jimin y Jungkook se mezclaron con vosotros para que todos pudierais ver bien como se hacían los pasos. Sabías lo que bien que bailaban todos ellos pero verlos en persona era otra cosa, parecía que sus cuerpos fluían con la música. Incluso sus pelos parecían moverse al ritmo de esta. Hoseok iba marcando los ocho de forma rápida pero iba repitiéndolos para que pudierais repetirla después e iba marcando el ritmo con sonidos, de forma seria. No parecía el JHope que todos veían en la tele, sin duda se tomaba el baile en serio cosa que te parecía fascinante.
Cuando te quisiste dar cuenta las dos horas habían pasado y estabas en el suelo de la sala de ensayo sentada, todos se habían ido y tan sólo se escuchaba música venir de otras salas. Os habían dicho que volverían al día siguiente para daros los resultados. Y decidiste irte, poco más podías hacer.
Todo había ocurrido demasiado rápido y sin sentido, desde el momento que habías puesto un pie fuera de casa. ¿Cómo es que te habías cruzado con Suga al ir a la academia? O sea, era posible ya que como bien sabías las oficinas de su agencia y donde estaba su sala de ensayo era en un lugar cercano a donde estaba tu casa y el estudio de baile pero era raro, no conocías a nadie que lo hubiera visto alguna vez, a los demás sí. Pero Suga… él no era de salir a la calle.
Y… ¿Una oportunidad de trabajar para Big Hit? ¿Era eso siquiera posible? Al parecer sí y más de lo que creías, ahora necesitabas un poco de suerte. Necesitabas ese trabajo, como el comer. Era tu oportunidad de demostrar que las metas son iguales para todos y que al menos, por una vez, tu familia debía confiar en ti por muy difícil de creer que les fuese. Seguías estudiando, seguías sus normas como siempre, no habías rechistado ni una sola vez pero necesitabas poder entregarte al baile por una vez.
El camino te había elegido, no era tu culpa si te habías cruzado en su camino y te querías quedar ahí. Debían entenderlo. Lo necesitabas.
0 notes
endlessspringday · 8 years ago
Text
Rain - Prologue
Descripción: ¿Qué pasa cuando hay una sucesión de extrañas casualidad? __ A Suga kinda fanfic.
Palabras: 390.
Género: Songfic & Fluff.
La lluvia caía, no la podía ver pero sí escucharla golpeando contra la ventana de la habitación en la que se encontraba. Debía componer la base una canción y sin embargo la madre naturaleza parecía estar creando un ritmo más apropiado de lo que él había conseguido en toda la mañana. Necesitaba despejar la mente, no era capaz de concentrarse, ni siquiera había escrito una sola nota sobre la partitura que se encontraba en el teclado.
Comenzó a canturrear un poco pero paró en seco y decidió que sería mejor buscar un par de cosas en la ferretería antes que seguir perdiendo el tiempo y así pues dejó todo en Stand-by, cogió la sudadera que se encontraba mal colgada en el perchero además de su gorro y una mascarilla negra, y salió de la habitación.
Había empezado a llover menos aunque no le molestaba, es más, prefería que el día estuviera así a que hiciera calor. Miró el móvil un momento, para ver qué hora era aunque eso hacía tiempo que le había dejado de importar y volvió a meterlo en su bolsillo cuando vio que tenía mensajes pero que todos procedían del mismo chat: el de su grupo, no es que hubiera demasiada gente que pudiera quererle contactar.
               Dobló una esquina, ya sólo le quedaba una calle para llegar, y justo cuando lo hizo, se topó con alguien, fue a disculparse pero vio que en realidad la otra persona debía hacerlo. Se trataba de una chica algo más baja que él, no podía ver su cara, llevaba unos vaqueros, una sudadera que le quedaba demasiado grande con la capucha tapándole la cara junto a su flequillo y le estaba dando un paraguas.
               —Lo siento… toma. Dis-discúlpame. — Sin apenas tiempo para reaccionar tomó el paraguas y la chica, instantáneamente, siguió caminando a ritmo acelerado, sin darle tiempo a decirle una palabra. No llovía así que decidió no abrir el paraguas.
               Llegó a la tienda poco después y compró las tres cosas que le faltaban para construir una nueva estantería en su estudio. Cuando salió, y aunque no llovía, decidió abrir el paraguas y volver así hasta el estudio.
               Cuando se sentó y encendió el piano de nuevo las notas parecieron emanar solas de la nada: de vez en cuando un soplo de aire fresco no viene mal.
0 notes