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La esencia del arrepentimiento es la prevalencia del acto...

Annita Maslov

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No hay mejor tema para las artes en la actualidad que el erotismo. La sexualidad. La desnudez. Sólo este tema nos sacará del espejismo de lo virtual, nos sacará de la comodidad del programa, alterará las conclusiones de la sibernética. Sólo el sexo, desnúdo y cálido nos hará volver al cuerpo como única realidad tangible lejos del engaño de todos los humanismos. Sexo, sagrado y antiguo sexo.

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Un rey sin tierras dice: "La extensión de mi cuerpo se adentra más allá de mi cuerpo. Va y viene habiendo recolectado flores y perfumes que nadie más poseerá. Mi cuerpo es una extensión que pronto descubrí, más allá de mis manos, tocando a otros, más allá de mis pies entrándo en las casas, bebiendo una copa, instalándose en la sala, recibiendo alimentos, conociendo las alcobas y hasta soñando sosas que eran propias de mi vida. Va y viene con la única licencia que podría tener un rey: poseo la corona humilde del viajero, conocedor del viento y los cauces susurrantes de pequeñas quebradas escondidas que calman el calor abrasador de los pies. He comprendido ya, que el cuerpo de un rey es su reino, su palacio, sus murallas y todos sus subditos. Un rey ve su cuerpo y lo ve todo, porque el único es la huella del todo y sólo quien descubre que es único a través de sus propias manos, descubre que es rey.

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La eternidad se concentra en el acto; nosotros somos la suma de todas las edades. Un leve movimiento hubiera podido alterar este recurso de mi vida; un leve movimiento y nada sería igual. Este acto es perfecto porque no pudo ser de otra manera; de todas las probabilidades, éste es el acto más perfecto, más completo, más cercano del final perfecto, del suspenso absoluto del sueño. Un paso en falso y todo se echará a perder.

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Hay tantas libertades cuantos amos hayan. Para que alguien sea un amo, debe inventar una forma de libertad y venderla. Aquel que la compre, se hará su esclavo. ¿Alguien necesita comprarla?

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Si pudiera precisarse la desaparición de algo, suponiendo aún que sea posible una desaparición absoluta, podría afirmarse algo concreto de la muerte. Dada la ausencia argumental, la muerte es el momentum por antonomasia de la transformación. En efecto, cuando alguien muere y, como sabemos, no desaparece, la transformación de su existencia sucede en las germinaciones brotantes en los demás existentes cuyo poder actuar se ve afectado por el poder actuante del transformado.

Así las cosas, la operación de este argumento en la idea reversa sería esta: toda presencia naciente, debo referirme así a un recien nacido, porta y soporta la memoria genética de sus ancestros en una selección especial de prioridades cuyo efecto es la presencia de sierta familiar repetición en cierta asombrosa diferencia. Tal presencia naciente actuante, transforma los efectos cual factor nuevo en los cálculos de las sucesiones. El naciente es transformación operante. Puede afirmarse, que tal operación inicia desde el cambio ormonal de la madre en la germinación del óvulo, y aún no sabemos la manera oculta en que esto opera en el padre.

Aquel momentum que es la muerte, es la condición ineludible de la naturaleza. Aquello que hemos llamado "vida" es nacimiento, transformación y muerte, siendo estas tres la misma cosa. ¿De donde le viene a toda especie el principio bruniano de mantenerse en el estado actual, es decir, vivo?

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Las baratijas de la historia pueden llegar a costar mucho dinero; las cosas realmente valiosas lo son tanto, que se convierten en invaluables.

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Fuera de mí hay un yo. Me lo encuentro y nos reímos. Me lo encuentro en los lugares y en la gente. Hay gente que me cae mal y gente que no. A veces creo que la que me cae bien es ese yo disfrazándose para que no lo sorprenda y yo siga creyendo que sólo hay un yo: yo. Cuando miro a los ojos a la gente que amo u odio, siento que me veo a los ojos; cuando consigo hablarle a alguien de lo que amo, descubro que esa persona descubre que también lo ama; cuando llego a un lugar donde nunca he estado y respiro ese aire, siento ese ambiente, escucho esos movimientos, siento que, por el contrario, todo ese lugar me reconoce. Creo que he dejado una huella antes por todas partes y creo que ahora no hago más que encontrarlas.

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Hay una luz en el fondo del precipicio. Estoy allí mirando hacia arriba. ¿Deseo saltar o subir? Cuando intento subir me doy cuenta de que cargo cabezas y brazos en mi espalda, en un saco que sobrepasa mi ínfimo tamaño. Cuando intento saltar me doy cuenta de que he estado ahí parado por mucho, las huellas de mi llegada se han borrado y parece que no han estado ahí jamás. Mis pies henden el suelo y las raíces no me dejan mover. Soy un árbol cuyo único fruto crece en la parca más inalcanzable sobre el vacío.

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Somos criaturas peligrosas, tenemos el poder del autoengaño. ¿Quién hay más poderoso que el creador del creador? Gozamos el poder de la fe y padecemos el poder del autoengaño. Podemos creer en cualquier cosa que nos lleve a donde queremos: si sufrimos el desprecio de nuestros padres, es posible que amar sea doloroso porque necesitamos creer en el amor del otro, y creemos tanto que el amor del otro se vuelve algo posible, no en sí mismo, sino bajo el disfraz de nuestros padres. Entonces, el temor más grande que padecemos como autoengaño, es el desprecio que, por cierto, "deberá ocurrir"; porque el truco está en las comillas, el truco está en que no hubo desprecio, ni amor, de parte del otro, sólo un misterio que viene de su propia profundidad.

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Copas en la mesa, prendas en la sala, ruidos en el pasado y sudor en las sábanas. La realidad es un recuerdo que crepita sobre la piel.

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Si las lágrimas contuvieran un poco menos del alma, quizás no sabríamos que existe.

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Las palabras que escuchas no se quedan en tus oídos sino que se adentran en el remolino; quizás escuchas lo que quieres oír. Aquellos que hablaron gritan quizás desde el remolino y no dijeron lo que querían decir. Que no te preocupe la verdad, mira bien si los dos remolinos pueden unirse y convertirse en uracán. ¿No es mejor destruir el mundo que te rompió el corazón enseñándote la esperanza en la verdad?

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Si nada es perfecto, ¿por qué ocurre esto y no otra cosa ahora mismo?

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No pueden haber dos soles en el cielo; cuidate y sé precavido cuando algo en la tierra tenga una doble sombra. Los engaños requieren que alguien los crea.

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La lucha de muchos es dispersa. La lucha de uno es dispersa si sigue a los muchos. El valor de la lucha y la valentía del luchador se revelan en la precisión del objetivo. Cada cuerpo debe concebir un objetivo que nunca ha sido pretendido, de lo contrario, ya es, al menos, la lucha de dos y no hay dos cuerpos iguales, por lo tanto, uno de los dos se engaña y llama honor a un esfuerzo sin valor, menos puede llamarse a sí mismo un valiente.

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Todos los actos de un artista, loco y risueño, son el calor y la luz de una llama que marca la palabra arte en los órganos sensoriales de todos los cuerpos.