Un espacio digital dedicado a la crítica y al diálogo entre el cine, la literatura y el arte. Proponemos merodear por los pliegues de cada mundo explorado y conocer qué otros mundos los hicieron posibles.
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
RECORRIDOS
LUIS ORTEGA
Director, productor, guionista, intérprete y músico.
Nacimiento: 12 de julio de 1980. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Como Director
Lulú (2014)
Ludmila en Cuba cortometraje (2013)
Dromómanos (2012)
Verano maldito (2011)
Los santos sucios (2009)
Monobloc (2004)
Caja negra (2001)
Como Intérprete
Su realidad (2014)
Fantasma #4
Nocturnos (2011)
Los santos sucios (2009)
Cielo
Como Productor
Lulú (2014)
Ludmila en Cuba cortometraje (2013)
Dromómanos (2012)
Como Guionista
Lulú (2014)
Ludmila en Cuba cortometraje (2013)
Dromómanos (2012)
Verano maldito (2011)
Los santos sucios (2009)
Monobloc (2004)
Caja negra (2001)
Como Director de Fotografía
Ludmila en Cuba cortometraje(2013)
Caja negra (2001)
Como músico
0 notes
Text
El pibe Luis Ortega: una poética de los márgenes
En el año 2008, una entrevista que el periodista Enrique Syms le hizo al director de cine y músico Luis Ortega (1980) tuvo eco en todos los portales de noticias: Un hijo de Palito Ortega confiesa que mascaba caramelos con LSD, decían en todos lados. En calidad de hijo del ex cantante popular, ex gobernador y ex senador nacional fue levantado por todo el periodismo del momento. Lo cierto es que Luis reveló en esa entrevista con gran sinceridad qué lugar habían ocupado las drogas y las prostitutas en los primeros años de su juventud. Es a partir de esas confesiones que comenzaron a nombrarlo “el díscolo” de los Ortega, no solo por su bajo perfil a nivel mediático sino por su recorrido como artista, siempre sobre los márgenes.
Pero a Luis parece importarle poco qué puedan opinar sobre él como hijo de Palito. Desde sus primeras incursiones en el cine con Caja negra hasta el último largo sobre la vida de Robledo Puch, Luis Ortega eligió el cine, y posteriormente la música, como lenguajes para entender el mundo. Inspirado por personas a las que conoció en contacto con los bajos fondos de la ciudad de Buenos Aires, Luis insiste en representar lo indecible, lo inaccesible en los seres humanos condicionados pero no determinados por las clases sociales. Aquello que existe en la realidad y no es objeto del lenguaje convencional, o mejor dicho, que los discursos hegemónicos barren hasta dejar al margen entre la palabra y la verdad: la calle como elección de escenario para una historia de amor, una joven cartonera que adopta a un chancho como mascota y sufre sin consuelo por él, dos enanos que se hamacan y caminan sobre las vías del tren hablando de amor; la paz que encuentra la familia Puccio en ese convivir con personas secuestradas, la persona detrás de un asesino múltiple como Carlos Robledo Puch.
En esta oportunidad ponemos en escena parte de la obra de Luis Ortega, aquella que más atraviesa y amplifica el sentido de eso que llamamos marginalidad. Todos somos marginales en algún lugar de nuestra existencia, de eso nos habla el cine de Luis Ortega, que es profundamente existencialista y de una poética delicadamente clarificadora y, al mismo tiempo, de una perspectiva muchas veces monstruosa de la realidad. En una entrevista Leonardo Favio describe a “el pibe Luis Ortega” como “un poeta maravilloso, un realizador de una profundidad y una madurez que se va a tener que cuidar porque esas cosas no pasan en vano, es muy duro ese camino”, dice Favio.
En este sentido, siguiendo a Ana Amado en su libro La imagen justa. Cine argentino y política (1980-2007), el último Nuevo Cine Argentino aparece para retratar la crisis social y económica de fines de los noventa, con directores como Stagnaro, Caetano y Martel, y surge como nuevas formas de narrar en el cine político no vinculado directamente con la dictadura. En estas películas, así como en el cine de Ortega, Trapero y Carri siempre se asoma un pasado traumático o un presente conflictivo; además, Amado destaca la elección por la representación de mundos privados más que públicos. Son documentales y ficciones, a veces fusiones entre uno y otro género, atravesados por una mirada poética y política en tanto dimensión innegable que atraviesa toda la existencia humana.
El movimiento en Luis Ortega es dialéctico, nunca es uno. Él confiesa que hace cine para conocerse a sí mismo pero ese camino no es desde una estética individualista abstraída de la realidad sino una búsqueda en territorio, en contextos sociales y políticos determinados. Se habla a sí mismo pero también alude a una identidad nacional. Sus propuestas estético-narrativas transcurren en la plaza de Recoleta, en un barrio de San Isidro, en una villa. Su forma elegida en general es la de la ficción documental y gran parte de sus personajes son personas que él conoce en esos mundos que habita para luego plasmar en una de sus películas. Recorreremos un poco esa lectura de los márgenes.
0 notes