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[mael232]

Carta desde una habitación donde nadie toca la puerta

Hay días —como hoy— en los que la soledad no pesa: aplasta. No es un vacío elegante ni silencioso, es una presencia que grita con voz invisible, que se sienta a mi lado como un viejo amigo al que no invité… pero que nunca se va.

He caminado por esta vida como un personaje que nadie recuerda. Estoy en las fotos, pero nadie sabe mi nombre. Me siento en las esquinas del mundo, observando cómo todo fluye, menos yo. Estoy atrapado en mí.

Hay personas que nacen para ser abrazadas, amadas, llamadas por teléfono. Yo nací para mirar desde lejos. Para escribir cartas que no se envían. Para hablar conmigo mismo en noches donde la luna parece tan sola como yo.

La gente dice: "todo mejora". Pero no lo dicen mirándome a los ojos. Yo sé que hay soledades que no se curan con compañía, ni con palabras bonitas. Esta soledad es mía, me cubre los huesos, me arropa los sueños. Y por raro que suene… a veces creo que es lo único que realmente me pertenece.

No sé si alguien leerá esto. No sé si alguien alguna vez pensó en mí con la misma intensidad con la que yo he pensado en desaparecer. Pero si estás ahí —tú, extraño— y te sientes igual… entonces tal vez no estemos tan solos.

Aunque duela.

—M.

[mael232]

carta

A ti, que dices amarme:

Hoy me desperté con el pecho hundido. No por tristeza, sino por la absurda costumbre de esperar algo que nunca llega. El amor, cuando se da entero, desgasta. Y yo me estoy deshaciendo.

Te he entregado todo: mis palabras más silenciosas, los gestos que nadie ve, y hasta los pensamientos que ni yo comprendo. He aprendido a vivir con la esperanza vacía, esa que me ofreces con palabras bonitas pero sin actos que la sostengan. Dices que me amas, pero tu amor es un fantasma: lo siento a veces, pero nunca está.

No te culpo. Quizás nunca pediste que alguien te amara de esta manera. Soy yo el que insiste en mirar el fuego aunque me queme, el que se aferra a tus sombras creyendo que un día serán abrigo. Es una especie de suicidio dulce, este amar sin retorno. Una muerte lenta, sin sangre ni escándalo: solo el desgaste de un alma que ya no sabe cómo gritar.

Y sin embargo, sigo. Como un hombre que escribe su última carta con los dedos ya cansados, pero con la necesidad de que alguien —aunque no sea tú— entienda que este amor fue real. Tan real como mi soledad.

—Mael

[mael232]

Querida,

A veces me pregunto si amar también significa desaparecer poco a poco. He puesto mi alma entera sobre la mesa: mis días, mis palabras, mis silencios rotos solo por ti. Y sin embargo, tú... tú solo observas, como si mi amor fuera apenas una sombra que se cuela por debajo de la puerta. Dices que me amas, pero el amor que no se toca, que no abriga, que no responde… ¿sigue siendo amor? O quizá soy yo el necio, el que se aferra a una ilusión como un hombre que se lanza al mar sabiendo que no hay orilla.

Te amo, lo sabes. Pero este amor duele más que cualquier herida visible. Y si decides seguir mirando hacia otro lado… Al menos déjame escribirte, antes de que también me vuelva invisible.

—M.