mannyyyy04
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mannyyyy04 · 2 years ago
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La tristeza llega y la insuficiencia se hace presente; el alma queda vacía y corazón se vuelve deprimente.
Es algo silencioso. Aparentemente estás bien, por dentro te retuerces...
-Así me siento yo.
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mannyyyy04 · 3 years ago
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Pregunta a la otra persona: cómo está, cómo se siente, si le ha ido bien y trata que se habrá contigo; no importa que tú estés mal, siempre puedes ayudar a alguien a que esté bien:)
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mannyyyy04 · 7 years ago
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Los jóvenes no somos buenos
“John Keating.- I always thought the idea of education was to learn to think for yourself. Nolan.- At these boys' age? Not on your life!”-Dead poets societ,1989.
Cuando recuerdo mi infancia, en especial aquellos hitos importantes para mí, noto que a pesar de ser un excelente estudiante de “nueve y diez”, de ganar concursos de declamación y oratoria, de bailar, cantar o actuar cada fin de ciclo escolar, de no ser un joven en exceso materialista, libertino, irresponsable, etc., nunca recibí la aprobación y el reconocimiento efusivo que ese niño, y posteriormente adolescedor necesitaba.
Creo que ese es el motivo por el cual pasé muchos años buscando la forma de agradarle a las personas, de conseguir mi dosis diaria de atención y principalmente aceptación. Para ser más preciso, buscaba mi trofeo de “buen chico”. Conforme fui madurando caí en cuenta de que yo ya me consideraba un buen joven, aunque para muchos no lo era. Así que ahora, trataba de convencerlos de lo equivocados que estaban.
Obviamente fracasé en varias ocasiones. Por este motivo, quiero regurgitar (con todo y ácidos gástricos y restos) una palabrería acerca de esta polémica pregunta que me asalta al observar tanta crítica hacia la juventud: Entonces… ¿Qué es un buen joven?
Cualquiera podría fácilmente arrancar una hoja y comenzar escribir una gran lista de “valores” que todo joven debe de tener. En esa lista incluiría, por supuesto, normas. Cómo ir vestido desde los zapatos hasta el cabello, de qué manera hablar y dirigirse a los demás, cuanto tiempo dormir, cómo y qué comer, cuánto y qué leer, qué estudiar, que opinar y que callar; incluso cómo pensar y percibir la vida a nuestro alrededor, y por si fuera poco, a quién amar y en qué creer.
La lista puede seguir, y seguir, y seguir… sin embargo, el objetivo de tanta literaria, es hacer notar todo aquello que aparentemente no necesita ser escrito en la lista y que comúnmente no se considera necesario en la formación de un joven.
Dicen por ahí que un joven sin rebeldía, no es un auténtico joven. Concuerdo totalmente con tal afirmación y me atrevo a poner esta palabra en el primer lugar de mi lista de características que todo joven debe tener. Evidentemente no es posible afirmar que la rebeldía es un valor o un antivalor, más bien es una actitud muy peculiar ante la vida.Para entrar en contexto, existen varias definiciones académicas de “rebelde”, veamos algunas:
“El que faltando a la obediencia debida, se rebela (‖ se subleva).” *1 “El que falta a la obediencia debida o al mandato de la autoridad.” *2 “Difícil de dirigir o doblegar.” *3
Cuando leo cada una de las definiciones, lo único que puedo pensar es que la rebeldía es una actitud que ante la vida no sirve para nada y que existe en las personas como un defecto que nos arrastra a vivir experiencias desagradables o dañar a nuestros semejantes.
Muchas veces he escuchado que se menciona la siguiente exclamación: “¡Es un rebelde sin causa!”. A lo cual yo contesto interrogante: entonces… ¿se puede ser un rebelde con causa? y ¿Qué causas son válidas para permitirse la rebeldía?
Como un ejercicio, imaginemos a aquel joven que crece en una familia disfuncional; su padre es una persona neurótica que basa la educación en regaños más que en consejos, pues en su niñez creció igualmente en una familia autoritaria y reprimida, por lo cual transmite a su hijo la mayoría de reglas y normas explicitas e implícitas que aprendió.
Una de las normas que el padre siempre le recalcó al joven desde su niñez es, que no podía permitirse obtener una calificación menor que 9 en la escuela. Aquel niño vivía situaciones de intenso estrés cada vez que presentaba examen, debido al miedo de ser reprendido si obtenía notas no aceptables para su padre.
Como era de esperarse, en una ocasión el niño obtuvo un 8 en su examen; él rompió en llanto, mientras su estómago se revolvía de tan sólo pensar en los regaños que recibiría al llegar a casa.
Con el tiempo aquel niño fue creciendo y finalmente optó por rebelarse. Se permitió a sí mismo obtener  8, 7, e incluso 6 de calificación. Nunca más presentó un examen con el estrés de antes. Cabe aclarar que pocas veces obtenía 10, pero ahora estudia la universidad y puede contar con los dedos de sus manos las veces que reprobó.
¿Quién está en lo correcto? ¿La autoridad (el padre) o el joven? ¿Debió el joven seguir esforzándose por mantener excelentes promedios, aún a costa de su salud emocional y psicológica? ¿Es un rebelde con causa o sin causa? ¿Su causa es valida de rebeldía?
¿A qué quiero llegar con esto? A que las características que la mayoría de las personas le atribuyen al perfil del “buen joven”, no siempre son las más convenientes para la formación de un futuro adulto, íntegro y considerablemente sano emocional y psicológicamente. Gran parte de la formación en el hogar se basa en repetir las virtudes, aunque lamentablemente en este proceso se transfieren también, los peores patrones de conducta.Sin embargo, hay que hacer un apartado en el tema de la rebeldía, pues puede malinterpretarse, veamos qué opina Fernando Savater de aquella rebeldía que no es un grito desesperado por hacer lo que me siente bien, sino el reflejo de una ansiedad.
      “[…] cuando a uno le gusta sentirse «culpable», cuando uno cree que un placer es más placer auténtico si resulta en cierto modo «criminal», lo que se está pidiendo a gritos es castigo... El mundo está lleno de supuestos «rebeldes» que lo único que desean en el fondo es que les castiguen por ser libres, que algún poder superior de este mundo o de otro les impida quedarse a solas con sus tentaciones. […]
      “[…] El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo. […] lleva la contraria porque sí, todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los que le rodean: es […] rebelde sin causa.”*4
Ser rebelde no quiere decir estar en contra de todo lo que me dicen que debo hacer; no se es rebelde por fumar cigarrillos, se es irresponsable con la salud por hacerlo. Cuando se hace algo que no es conveniente para uno, por mero placer, se deja de ser el rebelde que esta sociedad necesita, el que cambia su mundo y el de los que lo rodean; uno se convierte en un “niño caprichudo”.
La rebeldía es, entonces, una pregunta profunda de si lo que debo hacer es lo mejor para mí y para los que me rodean.
Volvamos a la historia: lo que el niño hizo hace varios años fue desobedecer. La pregunta es: ¿La desobediencia hace malo al joven? Otra palabra dura que nos hace remontarnos a los pasajes bíblicos y a los tremendos castigos del Dios del antiguo testamento. Seguro por eso la palabra está, literalmente, satanizada.
Chandra Mohan Jain, mejor conocido como Osho, plantea una interesante metáfora acerca de la desobediencia:
      “[…] En Japón hay árboles que tienen quinientos, seiscientos años, y sólo miden veinte centímetros de altura. […] Puedes ver que las ramas son viejas, aunque sean pequeñas; es un hombrecito muy pequeño, pero se puede ver la vejez en las hojas, en el tronco, en las ramas. Y la estrategia que utilizan es ésta: […] cuando las raíces salen y tratan de llegar a la tierra, las cortan. No tienen que hacerle nada al árbol; simplemente le van cortando las raíces. El árbol puede vivir durante miles de años, pero nunca florece, nunca llega a dar fruto.”*5
Está sobreentendido en la sociedad adulta que aquel niño que es obediente, es buen chico. Si realiza todas sus responsabilidades, si pasa gran parte de su día en casa, si no cuestiona a sus profesores y a sus padres, etc.
Gracias a esa absurda obediencia, en varias ocasiones el mundo se ha perdido la oportunidad de conocer grandes filósofos, músicos, pintores, bailarinas y ¡bailarines!, actores. Ha perdido en la obediencia y el insano juicio; magníficos deportistas, analistas, lideres, escritores. Y por si no fuera suficiente, nuestro mundo ha perdido padres que sepan escuchar a sus hijos, que vivan el dar y recibir amor, que den tiempo y no dinero, que den consejos en vez de palos.
¿Por qué? Porque nunca se detuvieron y analizaron si lo que aprendieron de sus padres fue lo mejor para ellos mismos. Nunca se cuestionaron si lo que enseñaban servía de algo, o simplemente era producto de la costumbre y los convencionalismos.
No hay que culpar al joven por ser rebelde… ¡Porque él necesita ser rebelde! No es rebelde por gusto, lo es por ley natural, porque si se adapta morirá, si no físicamente, si en esencia.
Basta con mirar a nuestro alrededor y preguntarnos; si lo que estamos enseñando se supone que sirve… ¿Por qué el mundo pinta una visión cada vez peor?
¿Por qué las cosas no mejoran? ¿Por qué cada generación tiene contacto con las drogas, el alcohol y el sexo, más joven que la anterior? ¿Por qué hay cerca de 99 mil divorcios que aumentan exponencialmente en México cada año?*6 
¿Por qué todos los días 2 niños menores de 14 años mueren en México a causa de la violencia? ¿Por qué hay niños en la filas del narcotráfico? ¿Por qué las muertas de Juárez? ¿Por qué nuestros representantes políticos son deshonestos y ambiciosos?*7
No se puede ser obediente en una sociedad disfuncional, porque las reglas y normas a las que obedeces no te permiten crecer, decidir, independizarte, madurar. No se puede callar cuando las mujeres abusadas han enseñado que se debe hablar o seguir sufriendo. No se puede dedicarse en la vida a lo que dijeron que se debe de ser, cuando tantos hombres alcohólicos han demostrado que si no sigues tus sueños y pasiones, creces siendo una persona infeliz. No se puede permanecer en casa, cuando tantos adultos han mostrado que tarde o temprano te tienes que valer por ti mismo.
¿Qué es un buen joven? Lo siento, pero los jóvenes no son buenos. Son jóvenes y siempre lo han sido; son revoltosos, maleducados, rebeldes, contestones, fachosos e irresponsables. Son obesos, diabéticos,  bulímicos, anoréxicos, ninfómanas, adictos a la tecnología, drogadictos, alcohólicos y fármaco dependientes. Los jóvenes de hoy hacen mítines, queman bombas molotov, se manifiestan, hacen carteles y los exponen a la sociedad “adulta” cual si fueran bofetadas. No, no son buenos; son narcotraficantes, asesinos, ladrones, asaltantes, violadores, pandilleros, hackers, infiltrados, desempleados, deseducados y ninis.
Incluso si no son todo lo antes mencionado, para gran parte de la sociedad adulta siguen sin ser buenos.
Porque los jóvenes de hoy reflexionan y exigen respuestas de cambio hacia la basura de mundo que les legaron sus padres, quienes no hicieron lo suficiente por ellos mismos. No son buenos porque cuestionan al profesor-dictador del conocimiento. No son buenos porque deciden qué hacer con su vida, porque sueñan, porque buscan seguir sus sueños, porque analizando, desprecian el modelo en el que fueron criados, negándose a seguir reglas y normas que son meramente costumbre dentro de ese modelo, ya obsoleto, carente de amor y de atención; pobre en consejos, pero podrido en reprendas; plagado de padres que también son alcohólicos, drogadictos y codependientes, enfermos emocional, psicológica y espiritualmente. Negándose a seguir con las costumbres irracionales del núcleo familiar, el foco de infección de donde surge la entropía paralizadora.
Cada vez que alguien habla de un “buen chico”, generalmente imagino que le observo por la ventana de una casa, sentado en el sofá viendo la televisión, perplejo, inmóvil.Ahí está, un bonsái, haciéndose viejo, sin conocer jamás lo que es dar fruto.
Escrito por: David Alor Enciso el 5 de marzo del 2015   
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mannyyyy04 · 7 years ago
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"All I want is nothing more, to hear you knocking at my door"
-Kodaline
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