Text
Meses
Durante muchos meses, olvidé que podía ser yo mediante letras. Olvidé que podía simplemente venir y llenar de símbolos medianamente con sentido.
0 notes
Text
Despertar
Anoche, abrí los ojos sólo para darme cuenta de que estaba despierto. Sin sentir nada más que el despertar, cerré los párpados. Pero olas de olvidos llegaron aliterando mis pasos. Pasos que imaginaba dar porque soñaba: soñar despierto es lo que haces cuando no duermes.
Cuando estás despierto. Cuando por más que quieres, no puedes conciliar el sueño, o leer, o dormir, o soñar. Sí, soñar, porque abrí los ojos para darme cuenta de que estaba despierto, sigo despierto, sigo… sigo esperando a que lleguen los tres recuerdos que me prometí.
Tres recuerdos oxidados en el fondo de un comedor hecho de madera.
youtube
0 notes
Text
Techo
Creo que a veces hay razones por las cuáles te quedas mirando el infinito. Por las cuales se te apaga un poco la mente y sólo comienzas a dejarte ir. Algunas son buenas razones, otras sólo son… razones. A veces son recuerdos, a veces deseos, a veces… a veces ni siquiera sé que son. Cómo esto que escribo: ¿es una carta? ¿es una prosa, un poema, un cuento? No estoy seguro, sólo me senté y no pude evitar que las letras salieran de mis dedos y las palabras de mis pensamientos.

Al principio, al sentarme a escribir, pensé que quizá podría hallar la persuasión que llevo a Helena hasta Troya, pero claramente no tengo ni la elocuencia ni el oro de Príamo para tal cosa. Entonces ¿para qué escribo? ¿para qué te escribo? Creo que no tengo una respuesta, porque tan sólo estoy mirando al infinito, claro, si el infinito fuera una página en blanco.
Aunque muchas veces, en este tiempo, me he quedado mirando el infinito pensando en el todo y la nada, en lo que ha pasado y casi parece una ficción: ¿En verdad pasó todo esto? ¿en verdad ha pasado este tiempo? Dudas existenciales de quien viaja en Metrobús cada mañana.
Claro, también debo decir que a veces me quedo mirando al infinito por las noches, ese infinito con forma de techo de mi habitación y me pongo a recordar el primer momento, el último y los intermedios. A veces, hasta puedo percibir los recuerdos que se acumulan en las paredes, y pierdo la mirada mientras sonrío estúpidamente (o diabólicamente) trayendo a mi memoria los momentos que me parecían eternos…

…Antes de caer en cuenta de que hoy todo eso está muy lejos, y que no sé hasta cuándo seguirá este absurdo ciclo de rememoraciones. Se me detiene el corazón por momentos y mis ojos se van a la nada, recordando canciones como vestigios de mi existencia. Me digo que estoy preparado para todo ¿pero será cierto? No, no lo estoy.
En fin, me he extendido mucho y no he dicho nada más que galimatías. Me dejé llevar escribiendo como cuando te dejas llevar mirando el infinito. A veces hay buenas razones para eso, a veces no. Aunque yo nunca sé la diferencia, y creo que no sirve de nada saberla, al final, lo que me importa es que siempre lo que no recuerdo sonriendo.
youtube
0 notes
Text
Una carta
¿Hace cuánto que no escribo una carta? ¿Hace cuánto no lo haces? ¿Alguna vez lo hiciste? Seguramente, como yo, envías correos, mensajes, dm, y notas de audio amenazadoras en el chat de vecinos, pero cartas… creo que ya he olvidado cuándo fue la última vez que me senté a escribir algo con la intención de ser una carta. Y es raro porque a mí me gustaba enviarlas. Como H.P. Lovecraft, creo, o no sé si sigo creyendo, que el arte epistolar, o lo que es lo mismo, mandar cartas, era algo que la gente del siglo XVIII hacía para divertirse. Supongo que no había muchas diversiones en aquellos tiempos. Tampoco es que yo haga mucho por divertirme o para parecer un poco más interesante.
Bueno, es que como decía Nasrudín: “si no tienes nada que decir, mejor di algo que nadie entienda para que puedas huir en la confusión”, heme aquí que estoy preparando algo que quiero que sea una una gran huida, o al menos, una carta.
Me doy cuenta de que te estoy escribiendo esto porque los caracteres de un chat no me satisfacen. Porque hoy, quiero ser amplio y extenso, casi casi, barroco. ¿Por qué? Porque por alguna razón siento que me quedan cortas las palabras: siento la necesidad de crear oraciones interminables, concatenadas, como un shiritori malévolo ideado por Isócrates y Cicerón, para extraviar sentidos y significados entre un mar de letras unidas apenas por un sentido único, pero tan tenue, tan oculto de las miradas, que se confunde con palabrería y galimatías, oscuras y sin sentido.
Todo para huir, para ocultarme del hecho de que tengo tanto por decirte y no quiero decir nada; decir nada pero sin quedarme callado porque quiero que escuches mi voz, que leas esta carta y te preguntes si es para ti. Sí es para ti, pero no lo es: sólo quiero hacerme presente, denunciarme como un ser vivo, que habla, que escribe, que se pierde y escribe cartas para distraer la atención de quien se detiene a ver, a escuchar y leer todo. Porque no tengo nada que decir, que no se haya dicho ya.
Quizá escribir cartas es como nadar: nunca se olvida. Pero no recuerdo cuándo fue la última vez que escribí una carta, que doblé el papel y lo metí un sobre. Y lo entregué. Y espere semanas para obtener respuesta. Y esperé y esperé. No recuerdo si recibí respuesta.
No sé si quiero respuestas.
1 note
·
View note