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Lenny Keegan
DATOS BÁSICOS
Nombre: Cyprian Bowler.
Apodo: Syd.
Edad: 22 años.
Especie: Humano.
Clase Social: Clase Baja. No terminó ni la secundaria.
Orientación Sexual: Bisexual.
Inclinación: Según el caso, pero regularmente Versátil/Pasivo.
Nacionalidad: Británico.
Ocupación: Se dedica a la prostitución desde hace varios años.
PSICOLOGÍA
Syd creció antes de tiempo, pero eso no significa que ha madurado lo suficiente. En realidad, como aún es bastante joven, su mente todavía conserva la volatilidad propia de los adolescentes, por lo que a la fecha es común que tome decisiones equivocadas o precipitadas. No se esmera en crecer como persona porque secretamente está conciente de que lo que hace no está bien. Sin embargo, no le hace sentir lo suficientemente culpable como para dejarlo. ¿Costumbre? ¿Comodidad? Quizá. O tal vez se deba a que muy en el fondo se siente incapaz de hacer otra cosa ya, inútil para una profesión diferente. Ya no sabe si tiene aspiraciones, anhelos, metas o cualquier cosa que se le parezca. Hace tiempo que dejó de soñar con una vida mejor y aprendió a aceptar la que ya tiene. Quizá un tanto resignado, simplemente se limita a existir.
Aunque está constantemente rodeado de individuos, es un chico solitario. No tiene amigos verdaderos y esto es porque le cuesta mucho confiar en las personas. De todos modos, para sobrevivir a la profesión que tiene, sabe que es primordial dejar de lado cosas como los sentimientos. Por eso es normal que lo notes un tanto desapegado de todo y de todos, casi indiferente, como si nada le importara lo suficiente y todo le diera igual. Desde luego, esto es un mecanismo de defensa que se ha creado. Es bueno escuchando a otros, pero no hablando de sí mismo. Sería demasiado inusual que te contara algo de su vida antes de la prostitución, aunque no es algo imposible. Al verdadero Syd nadie lo conoce realmente.
HISTORIA
Considérate afortunado. Te voy a ahorrar leer líneas y líneas acerca de mi vida. Dónde nací. Quiénes fueron mis padres. A qué edad comencé a hablar. Cuál fue mi primera palabra. ¿A quién le importa realmente esa mierda? No, no voy aburrirte con eso. Si quieres saber algo sobre mi pasado, confórmate con saber que nunca conocí a mi padre y que mi madre era una tipa demasiado joven que un día de calentura metió la pata y se embarazó. Una historia común, ¿eh? Sí, sí, le pasa a todo el mundo. Y yo como muchos otros me convertí en una carga demasiado grande para ella. Debió dar de saltos, sentirse en verdad aliviada, cuando a los doce años me largué de la casa. Fue en una de nuestras tantas riñas; le prometí que nunca volvería a verme y a la fecha he mantenido mi promesa.
Quisiera decir que después de la huída mi vida comenzó a mejorar, que la pasé bomba y que mi nueva vida como chico independiente fue la mejor experiencia del mundo. Pero no, no puedo mentirles. Ocurrió exactamente al revés. No tener a dónde ir, a quien recurrir y para colmo los bolsillos llenos únicamente de agujeros, puede llegar a significar un verdadero problema, ¿saben? Fueron muchas noches las que tuve que dormir donde la noche me alcanzaba y muchos días los que tuve que engañar a mi estómago con lo poco que era capaz de conseguir. Un pedazo de pan, sobras de comida recolectada en botes de basura. No, no estoy exagerando. Yo no era el único, en la calle encontré a muchos otros como yo. Fue de ellos de quienes aprendí algunos trucos. Alcohol, cigarrillo, hasta drogarse con pegamento para no sentir hambre. Probé de todo, pero nada me gustó. Supongo que empecé a darme cuenta de que no sobreviviría a ese estilo de vida por demasiado tiempo, que tenía que buscar otra manera, que debía haber otra forma.
Por supuesto que la había.
Tenía catorce años cuando conocí a Darren. Yo estaba deambulando por ahí, cuando de pronto noté que me observaba. Creí que era uno de esos tipos que a veces se me acercaban a hacerme propuestas indecorosas, pero en lugar de eso, me ofreció trabajo. Sí, trabajo. Aún recuerdo sus palabras exactas: “Con esa cara que tienes podrías estar ganando muy buena plata. Si te interesa, llámame”. Y me dio una tarjetita con un número de teléfono. Yo no entendí a qué se refería con eso de mi cara, pero la palabra clave fueplata
. ¡Vaya que la necesitaba! Me estaba muriendo de hambre. Estaba harto de malvivir en las calles. Aun así, aunque resulte difícil de creer, no fui corriendo a llamarle. Pero finalmente, luego de un par de semanas, mi curiosidad fue demasiada y sucumbí.
El tal Darren me citó en un café y me explicó de qué se trataba todo. En resumen, él era un reclutador de jóvenes, algo así como un busca talentos. Sólo que aquí no debías poseer la habilidad de cantar o de actuar, sino aprender a vender y sacarle provecho a tu propio cuerpo. El sexo vende, eso es algo que todos sabemos, y cuando eres joven, vende mucho más. Podrán decir que tomé el camino más fácil, que debí esforzarme hasta encontrar otra manera, pero lo cierto es que cuando estás solo y desesperado, y alguien te ofrece la mano así, tan de inesperadamente y cuando más lo necesitas, es difícil decir que no.
Con la ayuda de Darren me mudé a Ámsterdam y comencé a hacer shows eróticos por medio de una webcam. Complacer a mujeres y hombres lujuriosos de todas partes del mundo, a través de una pantalla, no es tan difícil. Te acostumbras, incluso a los pedófilos pervertidos que con el tiempo se volvieron mis clientes más frecuentes y al mismo tiempo también los que mejor pagaban. Hasta que comenzaron a lloverme otro tipo de propuestas, ofertas con cantidades más grandes de dinero, pero que implicaban contacto directo, sexo real. Y una vez más, sucumbí a la tentación.
Siempre me gustaron las mujeres, pero en este negocio fueron los hombres quienes más se interesaron en mí. Mi primera vez la tuve con un tipo que me doblaba la edad y que me pagó demasiado bien por lo que significó tal evento. A partir de entonces le puse un precio a mi carne, a mi tiempo y a mi vida y me olvidé de sentimentalismos. Lo que empezó como un sacrificio que debía hacer para obtener dinero, terminó siendo algo que disfruto hacer hasta cierto punto. Me olvidé de Cyprian y me aferré a Syd, el tío de cara bonita que dice tener dieciocho años cuando en realidad tiene veintidós y que a esa edad ya suma una escandalosa cantidad de clientes que han pasado por su cuerpo joven que otros tratan como solo un depósito
DATOS EXTRA
▬ En efecto, nunca más volvió a saber de su madre.
▬Syd nunca se consideró homosexual, nunca sintió atracción por personas de su mismo sexo, pero su trabajo le enseñó a ser tolerante y aprendió a disfrutarlo. El 90% de sus clientes son hombres.
▬Tampoco se considera pasivo. Sencillamente hace lo que sus clientes le pidan a cambio del dinero y la mayoría de sus clientes suelen ser activos.
▬Comenzó a mentir acerca de su edad a partir de cumplió los dieciocho años. Esto porque se dio cuenta de que entre los clientes es frecuente la fantasía de acostarse con muchachos jóvenes.
▬A Syd no le desagradaba la escuela, de hecho, le gustaba ir. Aun así nunca ha considerado retomar sus estudios porque piensa que a esas alturas sería una pérdida de tiempo.
▬El nombre "Syd" lo tomó como un tributo a Syd Barrett, ex líder de la banda inglesa Pink Floyd, su favorita. Nadie sabe que no es su nombre verdadero.
Foro: http://crackedvultures-rpg.foroactivo.com
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Syd Bowler
DATOS BÁSICOS
Nombre: Cyprian Bowler.
Apodo: Syd.
Edad: 22 años.
Especie: Humano.
Clase Social: Clase Baja. No terminó ni la secundaria.
Orientación Sexual: Bisexual.
Inclinación: Según el caso, pero regularmente Versátil/Pasivo.
Nacionalidad: Británico.
Ocupación: Se dedica a la prostitución desde hace varios años.
PSICOLOGÍA
Syd creció antes de tiempo, pero eso no significa que ha madurado lo suficiente. En realidad, como aún es bastante joven, su mente todavía conserva la volatilidad propia de los adolescentes, por lo que a la fecha es común que tome decisiones equivocadas o precipitadas. No se esmera en crecer como persona porque secretamente está conciente de que lo que hace no está bien. Sin embargo, no le hace sentir lo suficientemente culpable como para dejarlo. ¿Costumbre? ¿Comodidad? Quizá. O tal vez se deba a que muy en el fondo se siente incapaz de hacer otra cosa ya, inútil para una profesión diferente. Ya no sabe si tiene aspiraciones, anhelos, metas o cualquier cosa que se le parezca. Hace tiempo que dejó de soñar con una vida mejor y aprendió a aceptar la que ya tiene. Quizá un tanto resignado, simplemente se limita a existir. Aunque está constantemente rodeado de individuos, es un chico solitario. No tiene amigos verdaderos y esto es porque le cuesta mucho confiar en las personas. De todos modos, para sobrevivir a la profesión que tiene, sabe que es primordial dejar de lado cosas como los sentimientos. Por eso es normal que lo notes un tanto desapegado de todo y de todos, casi indiferente, como si nada le importara lo suficiente y todo le diera igual. Desde luego, esto es un mecanismo de defensa que se ha creado. Es bueno escuchando a otros, pero no hablando de sí mismo. Sería demasiado inusual que te contara algo de su vida antes de la prostitución, aunque no es algo imposible. Al verdadero Syd nadie lo conoce realmente.
HISTORIA
Considérate afortunado. Te voy a ahorrar leer líneas y líneas acerca de mi vida. Dónde nací. Quiénes fueron mis padres. A qué edad comencé a hablar. Cuál fue mi primera palabra. ¿A quién le importa realmente esa mierda? No, no voy aburrirte con eso. Si quieres saber algo sobre mi pasado, confórmate con saber que nunca conocí a mi padre y que mi madre era una tipa demasiado joven que un día de calentura metió la pata y se embarazó. Una historia común, ¿eh? Sí, sí, le pasa a todo el mundo. Y yo como muchos otros me convertí en una carga demasiado grande para ella. Debió dar de saltos, sentirse en verdad aliviada, cuando a los doce años me largué de la casa. Fue en una de nuestras tantas riñas; le prometí que nunca volvería a verme y a la fecha he mantenido mi promesa. Quisiera decir que después de la huída mi vida comenzó a mejorar, que la pasé bomba y que mi nueva vida como chico independiente fue la mejor experiencia del mundo. Pero no, no puedo mentirles. Ocurrió exactamente al revés. No tener a dónde ir, a quien recurrir y para colmo los bolsillos llenos únicamente de agujeros, puede llegar a significar un verdadero problema, ¿saben? Fueron muchas noches las que tuve que dormir donde la noche me alcanzaba y muchos días los que tuve que engañar a mi estómago con lo poco que era capaz de conseguir. Un pedazo de pan, sobras de comida recolectada en botes de basura. No, no estoy exagerando. Yo no era el único, en la calle encontré a muchos otros como yo. Fue de ellos de quienes aprendí algunos trucos. Alcohol, cigarrillo, hasta drogarse con pegamento para no sentir hambre. Probé de todo, pero nada me gustó. Supongo que empecé a darme cuenta de que no sobreviviría a ese estilo de vida por demasiado tiempo, que tenía que buscar otra manera, que debía haber otra forma. Por supuesto que la había. Tenía catorce años cuando conocí a Darren. Yo estaba deambulando por ahí, cuando de pronto noté que me observaba. Creí que era uno de esos tipos que a veces se me acercaban a hacerme propuestas indecorosas, pero en lugar de eso, me ofreció trabajo. Sí, trabajo. Aún recuerdo sus palabras exactas: “Con esa cara que tienes podrías estar ganando muy buena plata. Si te interesa, llámame”. Y me dio una tarjetita con un número de teléfono. Yo no entendí a qué se refería con eso de mi cara, pero la palabra clave fue plata. ¡Vaya que la necesitaba! Me estaba muriendo de hambre. Estaba harto de malvivir en las calles. Aun así, aunque resulte difícil de creer, no fui corriendo a llamarle. Pero finalmente, luego de un par de semanas, mi curiosidad fue demasiada y sucumbí. El tal Darren me citó en un café y me explicó de qué se trataba todo. En resumen, él era un reclutador de jóvenes, algo así como un busca talentos. Sólo que aquí no debías poseer la habilidad de cantar o de actuar, sino aprender a vender y sacarle provecho a tu propio cuerpo. El sexo vende, eso es algo que todos sabemos, y cuando eres joven, vende mucho más. Podrán decir que tomé el camino más fácil, que debí esforzarme hasta encontrar otra manera, pero lo cierto es que cuando estás solo y desesperado, y alguien te ofrece la mano así, tan de inesperadamente y cuando más lo necesitas, es difícil decir que no. Con la ayuda de Darren me mudé a Ámsterdam y comencé a hacer shows eróticos por medio de una webcam. Complacer a mujeres y hombres lujuriosos de todas partes del mundo, a través de una pantalla, no es tan difícil. Te acostumbras, incluso a los pedófilos pervertidos que con el tiempo se volvieron mis clientes más frecuentes y al mismo tiempo también los que mejor pagaban. Hasta que comenzaron a lloverme otro tipo de propuestas, ofertas con cantidades más grandes de dinero, pero que implicaban contacto directo, sexo real. Y una vez más, sucumbí a la tentación. Siempre me gustaron las mujeres, pero en este negocio fueron los hombres quienes más se interesaron en mí. Mi primera vez la tuve con un tipo que me doblaba la edad y que me pagó demasiado bien por lo que significó tal evento. A partir de entonces le puse un precio a mi carne, a mi tiempo y a mi vida y me olvidé de sentimentalismos. Lo que empezó como un sacrificio que debía hacer para obtener dinero, terminó siendo algo que disfruto hacer hasta cierto punto. Me olvidé de Cyprian y me aferré a Syd, el tío de cara bonita que dice tener dieciocho años cuando en realidad tiene veintidós y que a esa edad ya suma una escandalosa cantidad de clientes que han pasado por su cuerpo joven que otros tratan como solo un depósito
DATOS EXTRA
▬ En efecto, nunca más volvió a saber de su madre.
▬Syd nunca se consideró homosexual, nunca sintió atracción por personas de su mismo sexo, pero su trabajo le enseñó a ser tolerante y aprendió a disfrutarlo. El 90% de sus clientes son hombres.
▬Tampoco se considera pasivo. Sencillamente hace lo que sus clientes le pidan a cambio del dinero y la mayoría de sus clientes suelen ser activos.
▬Comenzó a mentir acerca de su edad a partir de cumplió los dieciocho años. Esto porque se dio cuenta de que entre los clientes es frecuente la fantasía de acostarse con muchachos jóvenes.
▬A Syd no le desagradaba la escuela, de hecho, le gustaba ir. Aun así nunca ha considerado retomar sus estudios porque piensa que a esas alturas sería una pérdida de tiempo.
▬El nombre "Syd" lo tomó como un tributo a Syd Barrett, ex líder de la banda inglesa Pink Floyd, su favorita. Nadie sabe que no es su nombre verdadero.
✎ Gustos: ▬ Evidentemente, el dinero. ▬ La música. Para él es imposible pasar varios días sin ella. ▬ Las bandas legendarias como Pink Floyd, The Who, The Doors, etc. ▬ El fútbol. ▬ El verano y los días soleados. ▬ La playa, pero ha ido sólo una vez. ▬ La marihuana, pero sólo la fuma de vez en cuando. ▬ Los regalos que le hacen algunos de sus clientes, en especial si son zapatos o ropa. ▬ Los halagos. Sus clientes suelen hacérselos a menudo. ✎ Disgustos: ▬ El sushi. Cree que es asqueroso. ▬ Que le pregunten acerca de su familia y su pasado. ▬ Que lo juzguen por las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida. No lo molesta, pero sí le fastidia un poco. ▬ Los clientes que hablan mucho. Está tan acostumbrado a que sólo quieran para tener sexo que cuando le toca un conversador le hace sentir un poco incómodo. ▬ Que quieran besarlo en la boca. No le agrada demasiado (aunque podría haber alguna excepción), así que suele ponerlo como única condición entre todos los servicios que ofrece. ✎ Fobias: ▬ Ninguna. ✎ Manías: ▬ Arquea la ceja derecha cuando algo lo sorprende.
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Dylan Kavanaugh
DATOS BÁSICOS
Nombre: Dylan Hugh Kavanaugh.
Edad: 45 años.
Especie: Humano.
Clase Social: Clase Alta.
Orientación Sexual: Heterosexual.
Nacionalidad: Irlandés.
Lugar de Origen: Dublín, Irlanda.
Ocupación: Motociclista/Desempleado.
PSICOLOGÍA
Por donde lo veas, Dylan rebosa una sensación absoluta de liberación. Basta observarlo a lomos de su Harley, vistiendo los vaqueros más viejos y rotos de la historia y esa camiseta que pareciera la ha cogido de la ropa sucia y que va perfectamente con su corte de cabello nada trendy y su afeitado descuidado. Si no fuera por la flamante motocicleta que lleva a todos lados, pensarías que se trata de un indigente y no del hijo de los Kavanaugh. Desde luego, a él tu opinión no le interesa. Es más, lo tiene realmente sin cuidado. Se siente cómodo consigo mismo porque ese tipo de aire rudo que destila informalidad con su nulo sentido de la moda es Dylan, ni más ni menos que la persona que siempre deseó ser.
Casi nadie lo entiende y lo tildan de inmaduro. Lo ven como a un tipo cuarentón que pretende llevar una vida de adolescente. Nada más alejado de la realidad, pues Dylan está muy consciente de su edad pero para nada se siente viejo; piensa que la edad está más que nada en la mente de cada persona. Por otro lado, les parece totalmente incomprensible que teniendo todo a su alcance, la posibilidad de vivir cómodamente, él haya elegido esa vida que lleva. Y es que ha optado por vivir modestamente. Ha dejado de lado la ropa cara, los restaurantes de lujo y los hoteles de cinco estrellas. La cifra en su cuenta bancaria tiene varios ceros, pero sobrevive con apenas unos cuantos dólares al mes.
Dylan vive el presente y rara vez piensa en el futuro, por lo que no es común que haga planes a largo plazo. Con él todo es fugaz; un día está aquí y el otro allá, y quién sabe lo que le espera el mes siguiente. No tiene nada que envidiarles a los demás porque a diferencia de ellos él lleva una vida tranquila, libre de estrés. No es esclavo del trabajo, no tiene que darle explicaciones a nadie y va a donde quiere y cuando quiere, solo a acompañado. Para él andar en moto no es solo un hobby; se ha convertido en su forma de vida. Le gusta la ciudad y el bullicio de ésta, pero al mismo tiempo un espíritu como el suyo busca constantemente estar rodeado de naturaleza, con silencio, lejos de la gente, en contacto consigo mismo. Eso es justamente lo que las motos aportan a su vida: paz, libertad, felicidad, plenitud.
Sin embargo, aunque siempre haga lo que le gusta, su vida no es perfecta y él mucho menos, especialmente en este momento de su vida. Ha tenido vivencias duras y reveladoras (algunas bastante recientes), y por ese motivo, aunque siempre se ha caracterizado por ser un tipo humilde, hasta cierto punto agradable y que básicamente no se mete con nadie, los últimos años su humor se ha visto visiblemente afectado a consecuencia de sus problemas. Está en ese momento de su vida en el que si le tocas los cojones o simplemente lo miras feo, te pone en su lugar, y no precisamente de la manera más diplomática. Siempre fue bastante impulsivo pero sabía controlarse; ahora definitivamente recurre a la violencia cuando se siente amenazado. Está más gruñón, más pesimista, más malhablado, mucho más distante y le está costando horrores confiar en la gente después de que su ex lo traicionara con su mejor amigo.
Dylan está muy frustrado y enojado porque no le permiten ver a su hijo, y aunque no lo demuestre esto también lo tiene muy triste. Puede que esta situación le haya abierto los ojos de alguna manera porque de pronto le ha dado por cuestionarse cosas, dudar sobre otras, algo que desde sus veintitantos no hacía. También le ha hecho analizar a profundidad su vida, lo que vivió con sus padres ya fallecidos, y ha despertado en él sentimientos de culpa y de mucha soledad.
HISTORIA
Pudo haber tenido una vida perfecta, tranquila, libre de complicaciones, sin carencias de algún tipo, pero eligió el camino difícil, como si ansiara justamente lo contrario. Y es que aunque Dylan fue criado como hijo único por Gabriel y Nora Kavanaugh, un matrimonio irlandés y de una excelente posición social que le dio todo a manos llenas, los problemas siempre encontraron la manera de hacer mella en su vida.
Su primer acto de rebeldía verdaderamente importante fue cuando se negó tajantemente a asistir a la universidad. No le interesaban los estudios, jamás soñó con convertirse en “Dylan Kavanaugh, el médico”, o en un famoso abogado. Le costaba visualizarse a sí mismo llevando una vida tan convencional y aburrida. Él sólo quería ser Dylan, y Dylan no tenía nada que ver con eso. Desde luego, sus padres no lo entendieron y empecinados con la idea de que se convirtiera en alguien, en un hombre de bien, lo presionaron para que cursarse una carrera. Con tal de que quitárselos de encima Dylan eligió una al azar: Arquitectura. Les dijo que si debía estudiar entonces lo haría en un lugar de renombre y eligió la mejor universidad del país ubicada en Toronto, donde al fin lejos de ellos obtuvo un poco de libertad.
Por supuesto, el hecho de dejar la casa y rodearse de un ambiente diferente y de gente completamente nueva fue la oportunidad perfecta para que adquiriese nuevos hábitos. Y no precisamente los mejores ni los más sanos. Alentado por las malas amistades, a los diecinueve años probó por primera vez las drogas y tontamente se enganchó. A partir de entonces nada volvió a ser lo mismo. La universidad pasó a ser una mera trivialidad. Comenzó a faltar a clases, y cuando se presentaba lo hacía siempre en muy mal estado, con resaca y hasta con moretones en la cara, ya que como buen ‘chico malo’ no era raro que se viera involucrado en peleas. Un día, simplemente abandonó la escuela y se tiró de lleno a los vicios. No se lo dijo a sus padres y durante casi un año fingió estar dedicado a su carrera, hasta que un buen día éstos le hicieron una visita sorpresa y descubrieron la cruda realidad por sí mismos.
El estado en el que Dylan se encontraba era alarmante. No solo su departamento era una porquería, él mismo era un desastre andante. Había adelgazado alrededor de ocho kilos y, en general, su apariencia física era la de un joven enfermo que necesitaba ayuda. Su madre estaba angustiadísima y Gabriel, su padre, no dudó en exteriorizar su molestia ante el engaño y su falta de madurez. Muy decepcionado, en un arrebato, el hombre cometió la imprudencia de gritarle a su esposa que había sido un gran error adoptar al hijo de otros. Fue así que en medio de aquella discusión Dylan descubrió que Gabriel y Nora no eran sus padres biológicos, que había sido adoptado. No podía creer lo que escuchaba, que se expresaran así de él, que lo miraran con vergüenza, como si estuvieran verdaderamente arrepentidos de haberlo acogido como hijo. Algo se fracturó de manera irremediable. Esa fue la última vez que Dylan vio a sus padres.
Volvió a mudarse, esta vez a la ciudad de Vancouver. Allí, muy dolido por la reciente revelación, Dylan comenzó a perder el control de su vida. Pasaba días y noches verdaderamente intoxicado. Tocó fondo una mañana de abril en la que despertó en un callejón, cubierto de vómito y con la ropa ensangrentada, sin poder recordar absolutamente nada del día anterior. En ese momento se prometió a sí mismo que dejaría atrás esa vida sin sentido y entró por decisión propia a un programa de rehabilitación. Meses después, ya completamente rehabilitado de su adicción a las drogas, Dylan compró una motocicleta y conoció a Robbie, un motociclista cuyo estilo de vida era básicamente vivir al máximo la pasión por la aventura sobre dos ruedas, sin preocupaciones, siendo libre. Le fascinó tanto la ideología de Robbie que cuando éste lo invitó a unirse a su próximo viaje, aceptó sin dudar.
Así, Dylan se convirtió oficialmente en un biker y durante los siguientes años se dedicó a viajar por el mundo, junto a su inseparable amigo Robbie y demás compañeros. Estuvo aquí y allá, sin residencia fija; conoció a muchas mujeres, mas ninguna pasó de ser un simple acostón. Hasta que un día se cruzó en su camino Sharon, una mujer que con su belleza y personalidad locuaz supo captar su atención. Su relación fue sumamente pasional, con polvos a todas horas y en todos lados. Cinco meses después, ella quedó embarazada. Tuvieron un niño al que llamaron Lee. Con ella Dylan encontró la estabilidad que no sabía que estaba buscando. Las cosas marcharon bien, fueron felices durante casi cuatro años, pero todo acabó de manera abrupta cuando encontró a Sharon y a su mejor amigo Robbie en la cama.
Ese día Dylan enloqueció y molió a golpes a Robbie, enviándolo al hospital. Cuando le reclamó a Sharon su traición ésta mostró una faceta que él no conocía de ella y como una verdadera arpía le gritó en la cara que nunca lo había amado en realidad, que todo había sido por interés y que durante esos cuatro años de relación se había estado revolcando con Robbie, con quien se entendía y a quien verdaderamente amaba. Dylan estaba furioso y en un arranque de ira no fue capaz de contenerse y la golpeó. Sharon le advirtió que eso no se quedaría así, que se arrepentiría por haberla tocado. Cumplió, ya que ese mismo día fue ante las autoridades y lo acusó por agresión física. Pero las cosas no pararon ahí. Días después, como la perra vengativa que era, mintió y dijo que él la aterrorizaba, acechándola día y noche, amenazándola con quitarle a su hijo e incluso con matarla si no le permitía verlo. Solicitó una orden de restricción en su contra y a causa de los antecedentes violentos de Kavanaugh, se la otorgaron.
Actualmente Dylan tiene prohibido ver o acercarse a su hijo. No puede llamarlo o contactarlo por ningún medio y esto lo enoja y lo deprime por igual, ya que Lee es lo más valioso que tiene. La situación lo ha orillado a hacer una revisión a su vida y se ha dado cuenta de que quizá necesita hacer algunos cambios, aunque aún no sepa muy bien cuáles. También ha aceptado los errores cometidos tiempo atrás, lo que a su vez lo ha hecho viajar a Banff, luego de más de veinte años de ausencia, en busca de un respiro y de una posible reconciliación con su pasado.
DATOS EXTRA
▬Aunque se crió en Canadá, Dylan siente un profundo amor por Irlanda, el país que lo vio nacer y que conoce muy bien ya que sus padres solían viajar mucho por sus negocios y él les acompañaba.
▬Tenía más de veinte años sin pisar Banff. Acaba de regresar y todo lo siente extraño, muy cambiado.
▬Sus padres le heredaron todo, excepto una cosa: el negocio de la familia que tanto significaba para ellos.
▬Una parte de él se siente profundamente arrepentido por no haber asistido al funeral de Gabriel y Nora, a quienes siempre vio como a sus padres verdaderos pese a que no lo engendraron.
▬Nunca ha intentado averiguar nada sobre sus padres verdaderos, si están vivos o muertos, y honestamente no le interesa. Para él sus padres siempre serán Gabriel y Nora Kavanaugh.
▬Desde que se rehabilitó no ha vuelto a consumir drogas, aunque sí fuma bastante y bebe a menudo.
▬Tampoco ha vuelto a golpear a una mujer, como hizo con Sharon. A pesar de que quizá ella se lo merecía sabe que estuvo mal y en el fondo también se arrepiente de no haber sabido controlarse.
▬Lee, su hijo, tiene cinco años y a causa de los sucesos ocurridos y las confesiones de Sharon, su ex, alguien le ha metido la siguiente duda: ¿realmente es su hijo? Porque bien podría ser de Robbie, su mejor amigo, o de cualquier otro. Dylan ni siquiera se atreve a pensar en ello.
▬Después de su hijo, su motocicleta Harley Davidson es lo que más atesora en esta vida.
▬Actualmente la orden de restricción sigue vigente, por lo que todavía no puede acercarse a su hijo. Y eso no es todo, también enfrenta dos demandas, una impuesta por Sharon y otra por parte de Robbie, quien motivado por Sharon lo ha acusado por enviarlo al hospital.
▬Tiene una cicatriz en la cabeza bastante grande a causa de un fuerte accidente que tuvo en la moto.
▬Es un amante de la adrenalina y practicar deportes extremos le ha ayudado a mantener una buena condición física. Sabe surfear, escalar, esquiar, bucear. Curiosamente nunca se ha lanzado de un paracaídas y le apetece mucho hacerlo.
▬Tiene en total nueve tatuajes; dos en la espalda, dos en el pecho y el resto en los brazos.
▬Le apasiona la música, sobre todo el rock.
▬Es común verlo vestir de negro y usar gafas oscuras.
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Darren Roxburgh
DATOS BÁSICOS
Nombre: Darren Nicholas Roxburgh.
Edad: 32 años.
Fecha de Nacimiento: 11 de Noviembre de 1985.
Especie: Humano.
Clase Social: Clase Alta.
Orientación Sexual: Homosexual.
Nacionalidad: Australiano.
Lugar de Origen: Melbourne, Australia.
Ocupación: Abogado penalista y profesor de Derecho.
PSICOLOGÍA
Darren es y siempre será un hombre con mucho magnetismo, por eso es común verlo constantemente rodeado de personas. Amigos, colegas, clientes, alumnos, admiradores… Que no quede duda de que a la gente le gusta; lo encuentran fascinante, demasiado encantador. Lo más increíble es que nunca tuvo que esforzarse para conseguir esto y tampoco es algo que pidió: sencillamente está en su naturaleza. Cualquiera pensaría que lo que causa sensación es su atractivo físico, porque sí, hay que decir las cosas como son: es un hombre muy bien parecido, gallardo, con un porte y un carisma que impresionan y que lo vuelven el centro de atención. Pero no, su éxito no se debe únicamente a eso. No es solamente una cara bonita. Mucho tiene que ver su intelecto y su carácter, sus conocimientos y habilidades, la actitud con la que se mueve y encara a la vida. Es la esencia poderosa que destila, tan misteriosa y pasional, lo que lo vuelve terriblemente seductor.
Si existe en el mundo una persona extrovertida y con mucha confianza en sí mismo, ese es él. Sin embargo, no llega a ser soberbio. Todo lo contrario. Como buen abogado penalista suele ser directo y honesto en sus opiniones, mismas que a veces pueden llegar a herir las sensibilidades de los demás, pero es también de lo más simpático y con un gran sentido del humor. Cuando no está trabajando se le puede ver animado, sonriendo, relajado. Sin embargo, aunque es buen conversador y destaca por ser sociable, mantiene cierta distancia y en muchos casos solo deja ver a los demás su capa exterior.
Para él su vida privada tiene una gran importancia y esa es la razón por la cual muchas veces se muestra misterioso y reservado en los temas relacionados con el amor. Nadie sabe cuántas parejas ha tenido o si actualmente se encuentra en una relación formal con alguien. A veces se deja ver con mujeres, pero no por mucho tiempo y nunca con la misma en más de una ocasión, lo que les hace suponer a más de uno que entre sus planes a corto plazo no está el matrimonio ni los hijos. Cuando le preguntan sobre eso, Darren lanza una broma y logra esquivar hábilmente la cuestión.
En el ámbito profesional busca la perfección en todo lo que hace y es muy ambicioso y competitivo, pero sin llegar a caer en la arrogancia. Simplemente le gusta el trabajo bien hecho. Se fija objetivos y no quita el dedo del renglón, hasta que logra conseguir lo que se ha propuesto. Esto lo convierte en un hombre cuya tenacidad es francamente admirable. Tiene los pies bien puestos sobre la tierra y un gran sentido de la responsabilidad, pero también es cierto que se permite correr riesgos, si lo considera pertinente.
Como abogado penalista es excelente y tanto sus clientes como sus colegas lo saben. Es un profesional meticuloso y comprometido al cien por ciento con su trabajo. Dedica mucho tiempo al estudio de las leyes y normas, así como a investigar los casos, más allá de revisar los expedientes. En los juicios es implacable, tiene grandes dotes de comunicador, por lo que resulta tremendamente argumentativo y no se deja intimidar. Muestra mucho aplomo y un gran control de sus emociones, características que les permiten desenvolverse eficazmente bajo presión. Es cortés cuando debe serlo, pero puede volverse agresivo de un momento a otro si la situación lo amerita, y su trabajo, definitivamente, le exige mucho de eso: ser directo, provocativo y desafiante. También es muy intuitivo, bastante observador. Posee un ojo crítico, con una gran capacidad para analizar situaciones y personas.
Como profesor es un poco más flexible, pero sin dejar a un lado la formalidad que lo caracteriza. Nunca lo verás tuteando a alguno de sus alumnos o tonteando en clase con ellos. De hecho, es bastante es estricto; les exige mucho y demanda excelencia. De vez en cuando se permite hacer alguna broma para liberar tensiones, pero no transcurrirán ni cinco minutos antes de que él vuelva a retomar su clase con la seriedad habitual. Esto lo ha llevado a ganarse la confianza y el respeto de sus alumnos.
HISTORIA
Paul Roxburgh, abogado, y Judy Taylor, profesora de idiomas, siempre desearon una familia grande. En sus planes estaba tener al menos tres hijos y, posteriormente, con el tiempo, rodearse de nietos y bisnietos. Pero sus deseos pronto se vieron frustrados cuando, luego de muchos intentos por quedar embarazados, el médico les informó que lograr la concepción no sería cosa sencilla a causa de los problemas de fertilidad que descubrieron en Judy. Afortunadamente, esto no los desanimó y mantuvieron las esperanzas. Gracias a su perseverancia, luego de muchos intentos, mismos que se prolongaron por alrededor de diez años, ocurrió el milagro.
Ya desde pequeño, Darren se robaba las miradas y acaparaba la atención de la gente. Era prácticamente imposible no acercarse para verlo de cerca y acariciarle la mejilla cuando éste se les cruzaba en el camino, pues era un niño hermoso y muy simpático, risueño a más no poder. También era muy inquieto, rebosante de energía, misma que solía quemar haciendo travesuras casi todos los días. La más recurrente: romper objetos dentro la casa. Pero sus padres nunca lo reprendieron severamente. No podían. ¿Cómo hacerlo? Él siempre fue su adoración; su único hijo, cuya llegada a este mundo fue inmensamente anhelada.
No hay mucho más que agregar sobre su infancia, excepto que fue muy feliz y siempre estuvo rodeado de sus seres queridos. Fue mimado por todos: abuelos, tíos, primos... Curiosamente, era el único infante varón de la familia y estaban sumamente encantados con él. Cuando creció, las cosas no cambiaron demasiado y continuó siendo el favorito, el único capaz de lograr que todos sus parientes se reunieran en sus cumpleaños, en sus graduaciones, en los juegos de baloncesto. Porque sí, Darren demostró tener mucho talento para los deportes, aunque eso no fue en lo único en lo que destacó. Prácticamente todo se le daba bien. En la escuela, sus calificaciones, siempre impecables, dieron mucha satisfacción a sus padres, quienes no podían estar más orgullosos de él. Para ellos, Darren era el hijo perfecto. No les dio jamás un dolor de cabeza, ni siquiera en la adolescencia, ya que lejos de ser un muchacho rebelde, parecía tener ya los pies muy bien puestos en la tierra.
El día que les anunció a sus padres que su deseo era estudiar leyes para convertirse en abogado, es al día de hoy uno de los más satisfactorios de toda su vida. Por supuesto, tuvo todo su apoyo; secundaron todas sus decisiones, incluso si éstas significaban estar lejos de él. Como cuando deseó irse de intercambio a Grecia, a una famosa y prestigiosa Universidad ubicada en Atenas. Al principio, la idea era permanecer en Grecia solamente un año y luego volver a Australia, pero Darren eligió quedarse y terminar su carrera allí. Quisiera decir que su decisión de permanecer en Atenas fue únicamente porque la UNKA causó un gran impacto en él, ya que sí, así fue, estaba fascinado, pero no fue solo eso. Ocurrió algo más. Algo que él no esperaba. Algo que le cambiaría la vida.
Darren siempre sospechó que en cierto aspecto de su vida era diferente a los demás, pero no lo comprendió realmente hasta que conoció a Richard Daimler. Ambos estudiantes de UNKA, Zegods, con un futuro prometedor… Los jóvenes se entendieron desde el inicio y forjaron lo que parecía ser una buena amistad, pero cuya relación fue obteniendo tintes diferentes. Y es que siempre hubo cierto magnetismo en aquel muchacho que el australiano no fue capaz de ignorar. Había algo que se producía cada vez que se encontraban y estaba consciente de que sólo lo tenía con él. ¿Atracción? ¿Tensión sexual? Sí, y mucho de ambas. Cuando se miraban a los ojos saltaban chispas. Aunque era algo completamente nuevo y diferente, Darren jamás lo sintió como algo incorrecto o inadecuado. Siempre se mostró discreto con sus emociones, pero en el fondo él quería entender. Y más importante aún: quería sentirlo. Sabía que ese tipo de conexiones no se dan todos los días ni con todo el mundo, que se te presentan y debes tomar la decisión de sumergirte en ellas o dejarlas ir. Él no quería dejarla ir. Afortunadamente, ambas partes mostraron su deseo de llegar a más.
Lo de Darren y Richard fue breve pero muy intenso. Nunca llegaron a tener una relación formal, ante los demás se comportaron siempre como dos excelentes amigos, pero aquello a Darren se le metió hasta los huesos. Nunca admitió estar enamorado, pero lo estuvo. Las circunstancias y el tiempo se encargaron de hacerle pensar que Richard no sentía lo mismo, y cuando éste partió al finalizar su intercambio, se convenció de ello. Eso le partió el corazón, pero como el hombre aguerrido que siempre fue, continuó con su vida con la misma pasión y entusiasmo. Se graduó con honores, el trabajo llegó prácticamente solo y hoy en día es un abogado y profesor exitoso.
DATOS EXTRA
▬Decidió que quería terminar su carrera en UNKA, así que se quedó luego del año de intercambio. Desde entonces vive en Grecia.
▬Sus padres viven en Australia y constantemente lo incitan a casarse porque ansían como pocas cosas en la vida tener nietos. Darren solía visitarlos cada año para pasar con ellos la Navidad, pero su insistencia en el tema ha sido tanta y se ha vuelto tan abrumadora, que a la fecha suma dos años sin pisar su tierra natal.
▬Evidentemente Darren mantiene su homosexualidad en secreto. Nadie lo sabe, es muy discreto. No es un aspecto de su vida que le avergüenza pero está consciente de la sociedad en la que vive y en cómo podría afectarle hacer pública su preferencia sexual, principalmente en el trabajo. En cuanto a lo personal, no se anima a contarle a sus padres porque no sabe cómo van a tomar la noticia. No quiere decepcionarlos. Sabe lo orgullosos que están de él y lo mucho que desean que forme una familia y teme romperles el corazón.
▬Richard Daimler significó un antes y un después en su vida. Fue su primera experiencia homosexual... aunque para él fue mucho más que solo una experiencia.
▬Aunque suene extraño decirlo así, ha estado con algunas mujeres, pero solamente porque se ha visto obligado a hacerlo. No le disgusta su compañía, es todo con caballero con ellas, pero no hay una atracción sexual. Irónicamente él les resulta tremendamente atractivo a las féminas, por lo que no es extraño que haya más de una con deseos de conocerlo y acercarse un poco más.
▬Da clases porque le gusta, no por necesidad. Su familia siempre tuvo dinero y a él le va bastante bien como abogado penalista, por lo que sería suficiente para llevar una vida cómoda.
▬En sus años de estudiante perteneció a la fraternidad Zegods. Era uno de los chicos más populares, capitán del equipo de baloncesto, asediado a más no poder.
▬Pocos lo saben pero sabe preparar bebidas y es excelente en la cocina. Su especialidad es el pastel de carne, el platillo más típico de su natal Australia.
▬Es muy cuidadoso con su imagen. Siempre huele bien, su ropa está impecable y, para mantenerse en forma, hace ejercicio todos los días.
▬Tiene una fijación con el orden. Su departamento está increíblemente limpio y es muy minimalista.
▬No fuma pero sí le gusta beber cuando la situación lo amerita. Como no lo hace muy a menudo y en grandes cantidades, si se descuida y se pasa de copas, se vuelve un poco impertinente.
▬Tiene mucha facilidad para los idiomas. Además del inglés actualmente domina a la perfección el griego, francés y un poco de español. Está aprendiendo alemán y el chino está en sus planes.
▬Cuando vacaciona siempre elige lugares con clima cálido y que tengan playa. No para broncearse, sino para practicar deportes como el surf, nado, buceo, etc.
▬Conduce un Mercedes-Benz CLS 63 color gris.
▬Le gustan los perros pero no ha podido tener uno porque no posee el tiempo suficiente para cuidar de él. Con los gatos es diferente, nunca han sido de su completo agrado.
Foro: http://godsandstonesrpg.foroactivo.com
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NOMBRES
Achilles Aidan Alastor Albus Alfie Allen Alster Andreas Archibald Arlo Athelstan Athelstan Harold Athelstan Howard Balthazar Benedict Bentley Bradley Bruno Buster Braden Bradley Bramsön Byron Cael Caelum Caleb Cassian Cedric Christopher "Kit" Christos Cillian Conrad Cyphorus Cyprian Cyrus Cyrus Leander Dante Demosthenes Voltaire Ebenezer Elijah Elphias Emmet Enoch Ephraim Erich Ernst Ewan Ferran Gabriel Halston Hansen Harlan Helix Hendrix Humphrey Ignatius Indigo Ingmar Iñigo Isaiah Iwan Jackson Jakob Jeremiah Kade Kaleo Keziah Kurt Lachlan Lazarus Lemuel Lester Lloyd Luther Marlon Marvolo Maynard Maxwell Miles Milos Moncrieff Henry Morgan Ned Nicodemus Odiseo Orestes Petro Randall Ransley Riah Romain Ross Rufus Russell Sage Sawyer Servas Sigur Silas Thaddeus Theobald Thiago Tobias Tyrone Vespin Randolph Vinnie Wyatt Zenas Elijah Zechariah
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OTROS:
Captain Emilia Imperatore Bjørnvad Miri Ann Beuschel Anton Honik Elliott Crosset Hove Bodil Jørgensen Søren Malling Christian Tafdrup Theophilus James Wigley Charlemagne Sigismund
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LINKS:
http://www.sadisticandshattered.com/names/list_male_names.htm http://names.mongabay.com/data/49000.html http://www.babynameguide.com/categorygerman.asp?strGender=&strAlpha=K&strCat=German&strOrder=Name https://www.germany101.com/german-baby-boys-names-iz
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http://www.taringa.net/posts/noticias/11522826/Estatura-vikinga-promedia.html https://thevalkyriesvigil.com/2014/02/05/el-aspecto-de-un-vikingo-iii-la-apariencia-fisica-de-los-vikingos/
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Riordan Slorach
Para la mayoría de las personas, Wolfgang es un maldito misterio, alguien con una personalidad completamente incomprensible. Pero es sencillo juzgar y pensar eso si no lo conoces realmente. Ninguno de ellos tiene idea de la desgarradora historia que lo precede, el pasado tan terrible que lo atormenta hasta el día de hoy. Si lo supieran, seguramente justificarían cada una de sus acciones. Se dice que el trauma y las excesivas emociones tienen el poder de cambiar el comportamiento y la personalidad de las personas, y Wolfgang es un claro ejemplo de ello.
En esencia, no es un mal hombre, pero sí alguien dispuesto a hacer cosas terribles. Esto porque es un ser esencialmente rencoroso y en muchas ocasiones, dependiendo la situación, hasta agresivo. Alguien que nunca olvida y que tampoco perdona. Jamás. Su vida está regida por el deseo de venganza pero, ¿quién podría culparlo de querer hacerlo, cuando le destrozaron la vida de semejante modo? A simple vista, parece alguien normal, pero la verdad es que en su corazón se viven grandes batallas. Está muy dañado, demasiado herido. Tiene mucho odio, coraje y resentimiento, hacia su padre, aunque ya esté muerto, pero especialmente hacia su tío, quien sigue vivo, pero no por demasiado tiempo. Como es de esperarse, estos sentimientos tan negativos, tarde o temprano terminan por salir a flote, a veces en las situaciones u ocasiones menos pensadas, a veces incluso contra personas que no se lo merecen.
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Danilo Schubert
Cuando era niño quise hacerme amigo de dios invitándolo a mi casa. Nunca vino.
DATOS BÁSICOS
Nombre: Wolfgang Albertus Leisser Silberschneider.
Edad: 30 años.
Especie: Humano – Inquisidor.
Clase Social: Clase Media.
Orientación Sexual: Homosexual.
Nacionalidad: Germano.
Lugar de Origen: Sacro Imperio Romano Germánico.
Estado Civil: Soltero.
PSICOLOGÍA
Para la mayoría de las personas, Wolfgang es un maldito misterio, alguien con una personalidad completamente incomprensible. Pero es sencillo juzgar y pensar eso si no lo conoces realmente. Ninguno de ellos tiene idea de la desgarradora historia que lo precede, el pasado tan terrible que lo atormenta hasta el día de hoy. Si lo supieran, seguramente justificarían cada una de sus acciones. Se dice que el trauma y las excesivas emociones tienen el poder de cambiar el comportamiento y la personalidad de las personas, y Wolfgang es un claro ejemplo de ello.
En esencia, no es un mal hombre, pero sí alguien dispuesto a hacer cosas terribles. Esto porque es un ser esencialmente rencoroso y en muchas ocasiones, dependiendo la situación, hasta agresivo. Alguien que nunca olvida y que tampoco perdona. Jamás. Su vida está regida por el deseo de venganza pero, ¿quién podría culparlo de querer hacerlo, cuando le destrozaron la vida de semejante modo? A simple vista, parece alguien normal, pero la verdad es que en su corazón se viven grandes batallas. Está muy dañado, demasiado herido. Tiene mucho odio, coraje y resentimiento, hacia su padre, aunque ya esté muerto, pero especialmente hacia su tío, quien sigue vivo, pero no por demasiado tiempo. Como es de esperarse, estos sentimientos tan negativos, tarde o temprano terminan por salir a flote, a veces en las situaciones u ocasiones menos pensadas, a veces incluso contra personas que no se lo merecen.
En el fondo, Wolfgang está tan enojado, tan frustrado, que muchas veces no está buscando a quien repartir culpas, sino quien pague por ellas. Es probable que ese sentimiento tan negativo, el de algún día poder terminar con todos esos monstruos (aunque en el proceso, él también se convierta en uno) que tanto mal le causaron, sea la principal cosa que lo motiva a levantarse cada mañana. Durante el día, vive anhelándolo, y cuando cae la noche, sueña con ello. Esto lo ha transformado en una persona obsesiva, alguien que va por la vida esquivando todo aquello que se le cruza en el camino y que tiene que ver con un mundo más allá del suyo. Sobre todo esas cosas que lo comprometen, esas cosas que involucran emociones. Esto es porque él tiene una gran dificultad para expresar sentimientos, para crear lazos afectivos. Desde luego que siente, y mucho, no es una maldita máquina, aunque a veces él quiera hacerle creer a otros (y también a sí mismo) que sí lo es. Lo que pasa es que Wolfgang aún sufre algunas de las secuelas que trajo consigo el abuso sexual que sufrió en su infancia. Y jamás lo admitiría abiertamente (aunque las acciones hablen por sí solas) pero, en el fondo, se odia a sí mismo. Quizá porque creció creyendo que él provocó lo que le ocurrió en el pasado.
Es raro que el rubio muestre una sonrisa, al menos no una auténtica que le nazca del corazón. Se conduce por la vida con un bajo perfil, habitualmente reservado y silencioso. La mayoría de las veces da esa sensación de ser intratable, que poco o nada le interesa, que nada lo satisface o lo llena, y no hay verdad más absoluta que esa pero, esporádica y paradójicamente, aún se permite algún deleite, aunque éste dure demasiado poco. Uno de ellos es el sexo, la única cosa en la que, además de la dulce promesa de una venganza, encuentra la realización parcial del ser. Sin embargo, recordemos que sufre cierta dificultad cuando se trata de demostrar y/o desarrollar vínculos afectivos. ¿Será ésta una carencia voluntaria o involuntaria? Tal vez un poco de ambas. En ocasiones elige estar solo, porque ha llegado a sentirse cómodo así, pero la mayoría del tiempo lucha contra sí mismo y muestra esa incapacidad de relacionarse con otro desde lo emocional, ya que siente verdadero pánico ante la idea de volverse nuevamente débil, porque no desea enfrentarse otra vez al sufrimiento y el abandono. En otras palabras, para Wolfgang, abrir el corazón a otro es también abrir la puerta al dolor. Por ese motivo, todas sus “relaciones” (si es que se le pueden llamar así) han sido meramente superficiales y fugaces. Wolfgang tiene encuentros sexuales, coge, pero jamás hace el amor. Se despoja del barniz civilizado y deja sólo su lado primitivo, guiado únicamente por sus instintos, actúa y no profundiza en esas relaciones. Entonces, se produce el desarraigo. No sabe lo que es compartir intimidad, no deja que nadie lo conozca, porque siempre pone esa barrera entre él y los demás. Expone que no necesita de nadie, pero es el orgullo (y también la decepción) quien habla por él y la realidad es que muchas veces vive esa soledad como una carga.
Intenta disimularlo pero, detrás de su aparentemente inquebrantable y férrea estampa, de esa intensa y a menudo desafiante mirada, de su vida sin complicaciones que gira en torno a meras trivialidades, tiene una baja autoestima y hay mucha infelicidad. Pobre criatura, tan oscuro y tan vacío. Aunque él no pueda verlo, pese a su edad y madurez, en el fondo sigue siendo ese niño de cinco años con miedo. Es débil. Increíblemente vulnerable. ¡Ja, qué ironía! Podrías romperlo del mismo modo en que él podría romperte a ti, aunque eso no significa que vaya a permitírtelo. Por eso, no insistas en fastidiarle la vida más de lo que ya lo han hecho, porque puede ser tan temible como peligroso, incluso sanguinario y cruel. Ya ha asesinado, ¿lo recuerdas? Y a su propio padre. ¿Por qué dudaría en volver a hacerlo, si se tratara de un insignificante extraño?
HISTORIA
Todos pierden la fe en algún punto de sus vidas.
Wolfgang no tuvo una infancia feliz. De hecho, no tuvo infancia alguna, ya que ésta le fue prontamente arrebatada. ¿El culpable de tal bajeza? Quien menos se hubieran imaginado: Klaus Leisser. Además de tío paterno, Klaus también era sacerdote, uno de los buenos, como habría opinando Gottlieb, padre de Wolfgang. Los dos hermanos siempre tuvieron una excelente relación, y como Gottlieb siempre fue muy devoto de la religión católica, para él, Klaus era su máximo orgullo, otra especie de deidad que adoraba y respetaba ciegamente y que anteponía a todo lo demás. Quizá por eso cuando el pequeño Wolfgang, con tan solo seis años de edad, acudió a él para contarle lo que su tío le hacía cuando se quedaban solos, la impropiedad con la que tocaba sus partes íntimas y el miedo que éste le provocaba, Gottlieb le soltó tremenda bofetada que le dejó la boca rota y temblando el esqueleto. El hombre no podía creer que su propio hijo, al que consideraba extremadamente consentido por su madre, y por consecuencia muy débil de carácter, se atreviera a inventar que Klaus venía abusando sexualmente de él desde los cinco años. Ni siquiera por ser su hijo le otorgó el beneficio de la duda y desechó inmediatamente toda posibilidad de que su hermano fuera un asqueroso pederasta. Para Gottlieb, Klaus era un hombre intachable, sagrado, y un insolente niño, así se tratara de su propio y único hijo, no tenía ningún derecho a manchar su pulcra reputación. Pamela, la madre de Wolfgang, que siempre fue una mujer débil, en extremo sumisa y por ende fácilmente manipulable por su esposo, tampoco se atrevió a dudar de Klaus y apoyó la opinión de su esposo.
Por un tiempo, tras la inesperada acusación de Wolfgang, las violaciones de Klaus hacia su sobrino, cesaron. Wolfgang, que sufría mucho por lo que su tío le había hecho, continuó intentando hacer que sus padres le creyeran. Pero el infante sólo logró que éstos empezaran a verlo como un mentiroso y malcriado que se merecía el peor castigo por su insolencia. Por si esto no fuera suficiente, al poco tiempo, detectaron en él ciertas actitudes y conductas algo inusuales en un varoncito, como cuando fue sorprendido besando en la boca a uno de los hijos de sus tantos vecinos. ¿Por qué lo había hecho? No supo cómo explicarlo cuando se lo preguntaron. Era solo un niño, traumatizado y atormentado al que nadie quería escuchar. Aunque los vecinos, que también eran extremadamente religiosos, se quejaron de lo que Wolfgang había hecho, responsabilizándolo de todo y llamándolo «engendro», el incidente no pasó a mayores y quedó como un penoso episodio, luego de que los padres de Wolfgang ofrecieran sus sinceras disculpas y prometieran poner mano dura en la educación de su hijo.
Para desgracia de Gottlieb, Wolfgang también era un mal estudiante, retraído, que no era capaz de concentrarse. Todas estas cosas provocaban desencanto en el hombre, pero lo que más lograba afectarlo, era su “anormalidad”, ya que tras analizar su conducta y escuchar varias opiniones, se convenció de que era un desviado sexual. Desde luego, el hombre culpó a su esposa, argumentando que sus desmedidas atenciones femeninas lo habían afectado, confundiéndolo. Gottlieb estaba horrorizado. Nada tan espantoso como un hijo anormal. Él, como muchos otros, veía la homosexualidad como un pecado, como un desorden mental, por eso no dudó en buscar algún método –así fuera éste uno muy desesperado- que lograra curar a su hijo y salvar a su familia del escándalo.
A pesar de que la evidencia acerca de la manipulación quirúrgica del cerebro, en la que se decía era capaz de “curar” a enfermos con diferentes padecimientos psiquiátricos, como depresiones graves, trastornos de la personalidad, etc., no surgió hasta varias décadas después, desde entonces ya existían médicos que gustaban de experimentar de manera clandestina éstas prácticas. Uno de esos médicos era Roth Burckhardt, suizo de nacimiento y entrañable amigo de Gottlieb. Burckhardt llevaba un tiempo realizando lobotomías, práctica que consistía en destruir, sin que se extirpara, el tejido nervioso que se creía necesario, en este caso, la corteza prefrontal del cerebro. Esto, en realidad, no era una lobotomía propiamente dicha, pero sirvió para abrir camino en el tema. Era un acto espantoso, si hay que recalcarlo, ya que Burckhardt utilizaba, literalmente, un picahielo y un mazo de caucho, y con él martilleaba en el cráneo, introduciendo el picahielo a través del conducto lacrimal del paciente, y una vez adentro, martilleaba y lo movía como si estuviera haciendo puré, hasta cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro. De este modo “liberaba” a los pacientes de su padecimiento mental. Por eso muchos decidían probar con sus seres queridos, con la esperanza de que éstos sanaran. No obstante, los riesgos que corrían aquellos que eran sometidos a ésta práctica eran muchos, puesto que en el mejor de los casos los pacientes se convertían en “otras” personas, ya que su personalidad cambiaba radicalmente (en algunos casos parecían idos, como si les hubieran lavado el cerebro), mientras que algunos otros, los menos afortunados, fallecían tras la operación.
Gottlieb siempre estuvo muy consciente de los riesgos que implicaba una lobotomía, pero para él era mucho peor que Wolfgang, al crecer, viviera como un degenerado su perversión sexual. Así, convencido de que estaban muy a tiempo de impedir que su hijo desarrollara por completo su “anomalía”, decidió ponerlo en manos de Burckhardt, para que éste llevara a cabo el procedimiento. Wolfgang, que en ese entonces tenía solamente siete años, rogó a su padre que no lo sometiera a tal cosa. El niño estaba tan aterrorizado que, con lágrimas en los ojos, en medio de berreos y sin entender muy bien la razón que había orillado a sus padres a hacerle tal cosa, rogó y prometió que sería un niño bueno que no les daría más dolores de cabeza. Sólo así fue como convenció a Gottlieb de no hacerle la lobotomía, con la condición de que a partir de ese día, su educación quedaría a cargo de su tío Klaus, quien se encargaría de formarlo e instruirlo para convertirlo también en un sacerdote.
Wolfgang no tuvo más alternativa que cumplir el deseo de su padre, que no dudó en llevarlo a la brevedad posible ante su hermano, el lobo disfrazado de cordero. Klaus se mostró complacido, lo recibió con una cínica sonrisa, y tras darle un afectuoso abrazo a su sobrino, mismo que sólo significó la bienvenida a su antiguo calvario, aseguró a su hermano haber tomado la mejor decisión. Según Klaus, la homosexualidad, a diferencia de otros pecados, tenía un juicio severo administrado por Dios mismo, por tanto, éste sólo podía ser tratado a través del único camino posible: ser llevado ante el Señor. Sin Jesús, su pecado no tendría perdón, sin perdón, no habría salvación, y sin salvación, sólo habría una condena eterna en el infierno.
Así, Wolfgang se unió a la escuela dominical, a donde acudía por el día a estudiar la Biblia, para así poder llevar a cabo el santo sacramento de la comunión, mientras que por las noches, su tío, con el pretexto de instruirlo en el arte de la oración, visitaba su dormitorio para retomar el abuso sexual que por algunos años se vio interrumpido. Wolfgang nunca olvidará el miedo que sentía cuando Klaus entraba a su habitación. Siempre le pedía que se diera la vuelta y mirara la pared, y enseguida lo recostaba boca abajo sobre la cama, para luego tumbarse encima de él, inmovilizándolo con el peso de su cuerpo, con la cara hundida entre las almohadas, para que nadie pudiera escuchar sus gritos ni sus súplicas, cuando el hombre comenzaba a moverse dentro de él, jadeando y gimiendo muy cerca de su oído.
Nunca entendió por qué su tío lo ultrajaba, maltrataba y ofendía de aquel modo. Él nunca lo deseó. Lo soportaba por miedo, por sometimiento, por ignorancia. Muchas veces deseó hablar, pero seguro de que nadie le creería, como había ocurrido con su padre, quien no dudaría en volver a considerar la lobotomía, desistió. Se mordió la lengua y aguantó. No obstante, el calvario pronto se convirtió en un verdadero infierno, y la situación, en algo insostenible. Con el paso del tiempo, Wolfgang descubrió que aquellas “sagradas” paredes no albergaban a un solo monstruo, como consideraba a su tío, sino que había más como él y que, por tanto, él no era el único niño que sufría aquellos abusos, mismos que fueron en incremento y ya no solo por parte de su tío, sino también de cada uno de los miembros del aberrante grupo de pederastas religiosos.
Así, transcurrieron varios años. La única forma en la que Wolfgang logró librarse de los abusos, fue al cumplir doce años, pues tanto Klaus como el resto de sus “amigos” parecían preferir a niños pequeños, y para todos ellos él ya era bastante mayorcito para lograr satisfacer sus degenerados deseos. Apenas tuvo la oportunidad, huyó. Su casa no era el lugar más indicado para buscar refugio, su madre ya había muerto y el único que estaría allí sería su padre, pero al no tener otro sitio a dónde ir, se volvió su única alternativa. Esa misma noche, Wolfgang y Gottlieb tuvieron el peor de sus enfrentamientos, luego de que el hombre se empeñara en que su hijo debía regresar a donde su tío Klaus. Wolfgang, hartó de la situación, de que jamás quisiera escucharlo, volvió a gritarle en la cara lo que su querido hermano era, cómo había abusado de él por tanto tiempo y cómo seguiría haciéndolo con otros niños. Gottlieb se le fue encima con la intención de molerlo a golpes, pero Wolfgang, que se había convertido en un jovencito muy ágil, logró esquivarlo y lo golpeó en la cabeza con un atizador.
Muy lejos había quedado el niño retraído que jamás se defendía, que aguantaba sin chistar, dando paso a un Wolfgang que, presa del rencor y del odio que su padre provocaba en él, le prendió fuego en su propia casa. Sin remordimiento, se quedó a presenciar cómo su padre ardía frente a sus ojos. De algún modo, Gottlieb se había vuelto cómplice de Klaus, por lo que se merecía el castigo. Fue allí, mientras veía a su padre morir, que tuvo una revelación: no viviría en paz hasta vengarse de todos los que tanto daño le habían hecho. Ideó un plan. Volvería a la iglesia, sí, pero ya no para encaminarse hacia el sacerdocio, como su Gottlieb le había impuesto, sino para convertirse en un inquisidor. Con la ayuda de sus entrenadores y poniendo todo su empeño, pronto llegaría a ser un letal elemento dentro de la organización, y qué mejor que permanecer en la iglesia, cerca de sus enemigos, para saber exactamente cómo y dónde cazarlos, una vez que llegara la hora de hacerlo.
DATOS EXTRA
▬Hasta hace algunos años, aún lidiaba con la autoaceptación. Y a pesar de que por un largo tiempo luchó por controlar sus emociones, no lo logró. Aceptó su homosexualidad a la edad de veinte años.
▬En el pasado, cuando aún se encontraba lidiando con problemas de identidad sexual, llegó a acostarse con una mujer, pero la experiencia no le resultó satisfactoria.
▬A nadie le consta, porque no tienen pruebas, pero entre los inquisidores se rumorea sobre sus preferencias sexuales. Esto ha provocado que muchos de ellos le hagan comentarios ofensivos o que incluso lo rechacen. Wolfgang ha intentado mantenerse al margen, pero a causa de su temperamento ha llegado a responder agresivamente a sus provocaciones, lo que le ha costado varias reprimendas. No le conviene que se confirme su homosexualidad, porque la iglesia la reprueba abiertamente y además de desterrarlo, le darían caza para castigarlo. Eso arruinaría sus planes. Ha pensado en desviar los rumores involucrándose con una mujer.
▬En realidad, Gottlieb, padre de Wolfgang, siempre tuvo la sospecha de que su hermano Klaus era pederasta. Esto porque, antes de que Wolfgang lo acusara de abuso sexual, ya habían llegado a él ciertos rumores sobre él. No obstante, desde el inicio, a causa de la devoción que sentía por su hermano, prefirió hacerse de oídos sordos. Es probable que haya creído en la acusación de su hijo desde el inicio pero, como siempre, antepuso a Klaus a todo lo demás.
▬Nadie supo nunca que el incendio donde murió Gottlieb no fue un accidente, sino que Wolfgang lo provocó con la intención de asesinarlo. La muerte de su único hermano ha sido el golpe más duro que ha sufrido Klaus.
▬Han sido muchas las ocasiones en las que Wolfgang se ha topado de frente con su tío Klaus, quien abusara de él cuando pequeño. El hombre actúa ante él como si nada hubiera pasado, quizá pensando que con los años Wolfgang ha logrado olvidarse del pasado, que tal vez apenas lo recuerda, o que quizá sencilla y mágicamente se ha borrado de su mente. No es así.
▬Por obvias razones, Wolfgang dejó de creer en Dios. De alguna forma, culpa al creador de lo que le pasó. Si es verdad que ama incondicionalmente a todos sus hijos, ¿por qué jamás lo ayudó cuando se lo rogó siendo tan solo un pequeño?
▬Aunque han pasado poco más de catorce años desde la horrible experiencia y con el tiempo logró superar la mayoría de las secuelas psicológicas que le dejó el abuso sexual, todavía experimenta algunas. Problemas de sueño a causa de las recurrentes pesadillas, sentimientos de culpa e inferioridad, conductas auto destructivas, aislamiento, y algunas veces ansiedad y depresión.
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Wolfgang Leisser
Cuando era niño quise hacerme amigo de dios invitándolo a mi casa. Nunca vino.
DATOS BÁSICOS
Nombre: Wolfgang Albertus Leisser Silberschneider.
Edad: 30 años.
Especie: Humano – Inquisidor.
Clase Social: Clase Media.
Orientación Sexual: Homosexual.
Nacionalidad: Germano.
Lugar de Origen: Sacro Imperio Romano Germánico.
Estado Civil: Soltero.
PSICOLOGÍA
Para la mayoría de las personas, Wolfgang es un maldito misterio, alguien con una personalidad completamente incomprensible. Pero es sencillo juzgar y pensar eso si no lo conoces realmente. Ninguno de ellos tiene idea de la desgarradora historia que lo precede, el pasado tan terrible que lo atormenta hasta el día de hoy. Si lo supieran, seguramente justificarían cada una de sus acciones. Se dice que el trauma y las excesivas emociones tienen el poder de cambiar el comportamiento y la personalidad de las personas, y Wolfgang es un claro ejemplo de ello.
En esencia, no es un mal hombre, pero sí alguien dispuesto a hacer cosas terribles. Esto porque es un ser esencialmente rencoroso y en muchas ocasiones, dependiendo la situación, hasta agresivo. Alguien que nunca olvida y que tampoco perdona. Jamás. Su vida está regida por el deseo de venganza pero, ¿quién podría culparlo de querer hacerlo, cuando le destrozaron la vida de semejante modo? A simple vista, parece alguien normal, pero la verdad es que en su corazón se viven grandes batallas. Está muy dañado, demasiado herido. Tiene mucho odio, coraje y resentimiento, hacia su padre, aunque ya esté muerto, pero especialmente hacia su tío, quien sigue vivo, pero no por demasiado tiempo. Como es de esperarse, estos sentimientos tan negativos, tarde o temprano terminan por salir a flote, a veces en las situaciones u ocasiones menos pensadas, a veces incluso contra personas que no se lo merecen.
En el fondo, Wolfgang está tan enojado, tan frustrado, que muchas veces no está buscando a quien repartir culpas, sino quien pague por ellas. Es probable que ese sentimiento tan negativo, el de algún día poder terminar con todos esos monstruos (aunque en el proceso, él también se convierta en uno) que tanto mal le causaron, sea la principal cosa que lo motiva a levantarse cada mañana. Durante el día, vive anhelándolo, y cuando cae la noche, sueña con ello. Esto lo ha transformado en una persona obsesiva, alguien que va por la vida esquivando todo aquello que se le cruza en el camino y que tiene que ver con un mundo más allá del suyo. Sobre todo esas cosas que lo comprometen, esas cosas que involucran emociones. Esto es porque él tiene una gran dificultad para expresar sentimientos, para crear lazos afectivos. Desde luego que siente, y mucho, no es una maldita máquina, aunque a veces él quiera hacerle creer a otros (y también a sí mismo) que sí lo es. Lo que pasa es que Wolfgang aún sufre algunas de las secuelas que trajo consigo el abuso sexual que sufrió en su infancia. Y jamás lo admitiría abiertamente (aunque las acciones hablen por sí solas) pero, en el fondo, se odia a sí mismo. Quizá porque creció creyendo que él provocó lo que le ocurrió en el pasado.
Es raro que el rubio muestre una sonrisa, al menos no una auténtica que le nazca del corazón. Se conduce por la vida con un bajo perfil, habitualmente reservado y silencioso. La mayoría de las veces da esa sensación de ser intratable, que poco o nada le interesa, que nada lo satisface o lo llena, y no hay verdad más absoluta que esa pero, esporádica y paradójicamente, aún se permite algún deleite, aunque éste dure demasiado poco. Uno de ellos es el sexo, la única cosa en la que, además de la dulce promesa de una venganza, encuentra la realización parcial del ser. Sin embargo, recordemos que sufre cierta dificultad cuando se trata de demostrar y/o desarrollar vínculos afectivos. ¿Será ésta una carencia voluntaria o involuntaria? Tal vez un poco de ambas. En ocasiones elige estar solo, porque ha llegado a sentirse cómodo así, pero la mayoría del tiempo lucha contra sí mismo y muestra esa incapacidad de relacionarse con otro desde lo emocional, ya que siente verdadero pánico ante la idea de volverse nuevamente débil, porque no desea enfrentarse otra vez al sufrimiento y el abandono. En otras palabras, para Wolfgang, abrir el corazón a otro es también abrir la puerta al dolor. Por ese motivo, todas sus “relaciones” (si es que se le pueden llamar así) han sido meramente superficiales y fugaces. Wolfgang tiene encuentros sexuales, coge, pero jamás hace el amor. Se despoja del barniz civilizado y deja sólo su lado primitivo, guiado únicamente por sus instintos, actúa y no profundiza en esas relaciones. Entonces, se produce el desarraigo. No sabe lo que es compartir intimidad, no deja que nadie lo conozca, porque siempre pone esa barrera entre él y los demás. Expone que no necesita de nadie, pero es el orgullo (y también la decepción) quien habla por él y la realidad es que muchas veces vive esa soledad como una carga.
Intenta disimularlo pero, detrás de su aparentemente inquebrantable y férrea estampa, de esa intensa y a menudo desafiante mirada, de su vida sin complicaciones que gira en torno a meras trivialidades, tiene una baja autoestima y hay mucha infelicidad. Pobre criatura, tan oscuro y tan vacío. Aunque él no pueda verlo, pese a su edad y madurez, en el fondo sigue siendo ese niño de cinco años con miedo. Es débil. Increíblemente vulnerable. ¡Ja, qué ironía! Podrías romperlo del mismo modo en que él podría romperte a ti, aunque eso no significa que vaya a permitírtelo. Por eso, no insistas en fastidiarle la vida más de lo que ya lo han hecho, porque puede ser tan temible como peligroso, incluso sanguinario y cruel. Ya ha asesinado, ¿lo recuerdas? Y a su propio padre. ¿Por qué dudaría en volver a hacerlo, si se tratara de un insignificante extraño?
HISTORIA
Todos pierden la fe en algún punto de sus vidas.
Wolfgang no tuvo una infancia feliz. De hecho, no tuvo infancia alguna, ya que ésta le fue prontamente arrebatada. ¿El culpable de tal bajeza? Quien menos se hubieran imaginado: Klaus Leisser. Además de tío paterno, Klaus también era sacerdote, uno de los buenos, como habría opinando Gottlieb, padre de Wolfgang. Los dos hermanos siempre tuvieron una excelente relación, y como Gottlieb siempre fue muy devoto de la religión católica, para él, Klaus era su máximo orgullo, otra especie de deidad que adoraba y respetaba ciegamente y que anteponía a todo lo demás. Quizá por eso cuando el pequeño Wolfgang, con tan solo seis años de edad, acudió a él para contarle lo que su tío le hacía cuando se quedaban solos, la impropiedad con la que tocaba sus partes íntimas y el miedo que éste le provocaba, Gottlieb le soltó tremenda bofetada que le dejó la boca rota y temblando el esqueleto. El hombre no podía creer que su propio hijo, al que consideraba extremadamente consentido por su madre, y por consecuencia muy débil de carácter, se atreviera a inventar que Klaus venía abusando sexualmente de él desde los cinco años. Ni siquiera por ser su hijo le otorgó el beneficio de la duda y desechó inmediatamente toda posibilidad de que su hermano fuera un asqueroso pederasta. Para Gottlieb, Klaus era un hombre intachable, sagrado, y un insolente niño, así se tratara de su propio y único hijo, no tenía ningún derecho a manchar su pulcra reputación. Pamela, la madre de Wolfgang, que siempre fue una mujer débil, en extremo sumisa y por ende fácilmente manipulable por su esposo, tampoco se atrevió a dudar de Klaus y apoyó la opinión de su esposo.
Por un tiempo, tras la inesperada acusación de Wolfgang, las violaciones de Klaus hacia su sobrino, cesaron. Wolfgang, que sufría mucho por lo que su tío le había hecho, continuó intentando hacer que sus padres le creyeran. Pero el infante sólo logró que éstos empezaran a verlo como un mentiroso y malcriado que se merecía el peor castigo por su insolencia. Por si esto no fuera suficiente, al poco tiempo, detectaron en él ciertas actitudes y conductas algo inusuales en un varoncito, como cuando fue sorprendido besando en la boca a uno de los hijos de sus tantos vecinos. ¿Por qué lo había hecho? No supo cómo explicarlo cuando se lo preguntaron. Era solo un niño, traumatizado y atormentado al que nadie quería escuchar. Aunque los vecinos, que también eran extremadamente religiosos, se quejaron de lo que Wolfgang había hecho, responsabilizándolo de todo y llamándolo «engendro», el incidente no pasó a mayores y quedó como un penoso episodio, luego de que los padres de Wolfgang ofrecieran sus sinceras disculpas y prometieran poner mano dura en la educación de su hijo.
Para desgracia de Gottlieb, Wolfgang también era un mal estudiante, retraído, que no era capaz de concentrarse. Todas estas cosas provocaban desencanto en el hombre, pero lo que más lograba afectarlo, era su “anormalidad”, ya que tras analizar su conducta y escuchar varias opiniones, se convenció de que era un desviado sexual. Desde luego, el hombre culpó a su esposa, argumentando que sus desmedidas atenciones femeninas lo habían afectado, confundiéndolo. Gottlieb estaba horrorizado. Nada tan espantoso como un hijo anormal. Él, como muchos otros, veía la homosexualidad como un pecado, como un desorden mental, por eso no dudó en buscar algún método –así fuera éste uno muy desesperado- que lograra curar a su hijo y salvar a su familia del escándalo.
A pesar de que la evidencia acerca de la manipulación quirúrgica del cerebro, en la que se decía era capaz de “curar” a enfermos con diferentes padecimientos psiquiátricos, como depresiones graves, trastornos de la personalidad, etc., no surgió hasta varias décadas después, desde entonces ya existían médicos que gustaban de experimentar de manera clandestina éstas prácticas. Uno de esos médicos era Roth Burckhardt, suizo de nacimiento y entrañable amigo de Gottlieb. Burckhardt llevaba un tiempo realizando lobotomías, práctica que consistía en destruir, sin que se extirpara, el tejido nervioso que se creía necesario, en este caso, la corteza prefrontal del cerebro. Esto, en realidad, no era una lobotomía propiamente dicha, pero sirvió para abrir camino en el tema. Era un acto espantoso, si hay que recalcarlo, ya que Burckhardt utilizaba, literalmente, un picahielo y un mazo de caucho, y con él martilleaba en el cráneo, introduciendo el picahielo a través del conducto lacrimal del paciente, y una vez adentro, martilleaba y lo movía como si estuviera haciendo puré, hasta cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro. De este modo “liberaba” a los pacientes de su padecimiento mental. Por eso muchos decidían probar con sus seres queridos, con la esperanza de que éstos sanaran. No obstante, los riesgos que corrían aquellos que eran sometidos a ésta práctica eran muchos, puesto que en el mejor de los casos los pacientes se convertían en “otras” personas, ya que su personalidad cambiaba radicalmente (en algunos casos parecían idos, como si les hubieran lavado el cerebro), mientras que algunos otros, los menos afortunados, fallecían tras la operación.
Gottlieb siempre estuvo muy consciente de los riesgos que implicaba una lobotomía, pero para él era mucho peor que Wolfgang, al crecer, viviera como un degenerado su perversión sexual. Así, convencido de que estaban muy a tiempo de impedir que su hijo desarrollara por completo su “anomalía”, decidió ponerlo en manos de Burckhardt, para que éste llevara a cabo el procedimiento. Wolfgang, que en ese entonces tenía solamente siete años, rogó a su padre que no lo sometiera a tal cosa. El niño estaba tan aterrorizado que, con lágrimas en los ojos, en medio de berreos y sin entender muy bien la razón que había orillado a sus padres a hacerle tal cosa, rogó y prometió que sería un niño bueno que no les daría más dolores de cabeza. Sólo así fue como convenció a Gottlieb de no hacerle la lobotomía, con la condición de que a partir de ese día, su educación quedaría a cargo de su tío Klaus, quien se encargaría de formarlo e instruirlo para convertirlo también en un sacerdote.
Wolfgang no tuvo más alternativa que cumplir el deseo de su padre, que no dudó en llevarlo a la brevedad posible ante su hermano, el lobo disfrazado de cordero. Klaus se mostró complacido, lo recibió con una cínica sonrisa, y tras darle un afectuoso abrazo a su sobrino, mismo que sólo significó la bienvenida a su antiguo calvario, aseguró a su hermano haber tomado la mejor decisión. Según Klaus, la homosexualidad, a diferencia de otros pecados, tenía un juicio severo administrado por Dios mismo, por tanto, éste sólo podía ser tratado a través del único camino posible: ser llevado ante el Señor. Sin Jesús, su pecado no tendría perdón, sin perdón, no habría salvación, y sin salvación, sólo habría una condena eterna en el infierno.
Así, Wolfgang se unió a la escuela dominical, a donde acudía por el día a estudiar la Biblia, para así poder llevar a cabo el santo sacramento de la comunión, mientras que por las noches, su tío, con el pretexto de instruirlo en el arte de la oración, visitaba su dormitorio para retomar el abuso sexual que por algunos años se vio interrumpido. Wolfgang nunca olvidará el miedo que sentía cuando Klaus entraba a su habitación. Siempre le pedía que se diera la vuelta y mirara la pared, y enseguida lo recostaba boca abajo sobre la cama, para luego tumbarse encima de él, inmovilizándolo con el peso de su cuerpo, con la cara hundida entre las almohadas, para que nadie pudiera escuchar sus gritos ni sus súplicas, cuando el hombre comenzaba a moverse dentro de él, jadeando y gimiendo muy cerca de su oído.
Nunca entendió por qué su tío lo ultrajaba, maltrataba y ofendía de aquel modo. Él nunca lo deseó. Lo soportaba por miedo, por sometimiento, por ignorancia. Muchas veces deseó hablar, pero seguro de que nadie le creería, como había ocurrido con su padre, quien no dudaría en volver a considerar la lobotomía, desistió. Se mordió la lengua y aguantó. No obstante, el calvario pronto se convirtió en un verdadero infierno, y la situación, en algo insostenible. Con el paso del tiempo, Wolfgang descubrió que aquellas “sagradas” paredes no albergaban a un solo monstruo, como consideraba a su tío, sino que había más como él y que, por tanto, él no era el único niño que sufría aquellos abusos, mismos que fueron en incremento y ya no solo por parte de su tío, sino también de cada uno de los miembros del aberrante grupo de pederastas religiosos.
Así, transcurrieron varios años. La única forma en la que Wolfgang logró librarse de los abusos, fue al cumplir doce años, pues tanto Klaus como el resto de sus “amigos” parecían preferir a niños pequeños, y para todos ellos él ya era bastante mayorcito para lograr satisfacer sus degenerados deseos. Apenas tuvo la oportunidad, huyó. Su casa no era el lugar más indicado para buscar refugio, su madre ya había muerto y el único que estaría allí sería su padre, pero al no tener otro sitio a dónde ir, se volvió su única alternativa. Esa misma noche, Wolfgang y Gottlieb tuvieron el peor de sus enfrentamientos, luego de que el hombre se empeñara en que su hijo debía regresar a donde su tío Klaus. Wolfgang, hartó de la situación, de que jamás quisiera escucharlo, volvió a gritarle en la cara lo que su querido hermano era, cómo había abusado de él por tanto tiempo y cómo seguiría haciéndolo con otros niños. Gottlieb se le fue encima con la intención de molerlo a golpes, pero Wolfgang, que se había convertido en un jovencito muy ágil, logró esquivarlo y lo golpeó en la cabeza con un atizador.
Muy lejos había quedado el niño retraído que jamás se defendía, que aguantaba sin chistar, dando paso a un Wolfgang que, presa del rencor y del odio que su padre provocaba en él, le prendió fuego en su propia casa. Sin remordimiento, se quedó a presenciar cómo su padre ardía frente a sus ojos. De algún modo, Gottlieb se había vuelto cómplice de Klaus, por lo que se merecía el castigo. Fue allí, mientras veía a su padre morir, que tuvo una revelación: no viviría en paz hasta vengarse de todos los que tanto daño le habían hecho. Ideó un plan. Volvería a la iglesia, sí, pero ya no para encaminarse hacia el sacerdocio, como su Gottlieb le había impuesto, sino para convertirse en un inquisidor. Con la ayuda de sus entrenadores y poniendo todo su empeño, pronto llegaría a ser un letal elemento dentro de la organización, y qué mejor que permanecer en la iglesia, cerca de sus enemigos, para saber exactamente cómo y dónde cazarlos, una vez que llegara la hora de hacerlo.
DATOS EXTRA
▬Hasta hace algunos años, aún lidiaba con la autoaceptación. Y a pesar de que por un largo tiempo luchó por controlar sus emociones, no lo logró. Aceptó su homosexualidad a la edad de veinte años.
▬En el pasado, cuando aún se encontraba lidiando con problemas de identidad sexual, llegó a acostarse con una mujer, pero la experiencia no le resultó satisfactoria.
▬A nadie le consta, porque no tienen pruebas, pero entre los inquisidores se rumorea sobre sus preferencias sexuales. Esto ha provocado que muchos de ellos le hagan comentarios ofensivos o que incluso lo rechacen. Wolfgang ha intentado mantenerse al margen, pero a causa de su temperamento ha llegado a responder agresivamente a sus provocaciones, lo que le ha costado varias reprimendas. No le conviene que se confirme su homosexualidad, porque la iglesia la reprueba abiertamente y además de desterrarlo, le darían caza para castigarlo. Eso arruinaría sus planes. Ha pensado en desviar los rumores involucrándose con una mujer.
▬En realidad, Gottlieb, padre de Wolfgang, siempre tuvo la sospecha de que su hermano Klaus era pederasta. Esto porque, antes de que Wolfgang lo acusara de abuso sexual, ya habían llegado a él ciertos rumores sobre él. No obstante, desde el inicio, a causa de la devoción que sentía por su hermano, prefirió hacerse de oídos sordos. Es probable que haya creído en la acusación de su hijo desde el inicio pero, como siempre, antepuso a Klaus a todo lo demás.
▬Nadie supo nunca que el incendio donde murió Gottlieb no fue un accidente, sino que Wolfgang lo provocó con la intención de asesinarlo. La muerte de su único hermano ha sido el golpe más duro que ha sufrido Klaus.
▬Han sido muchas las ocasiones en las que Wolfgang se ha topado de frente con su tío Klaus, quien abusara de él cuando pequeño. El hombre actúa ante él como si nada hubiera pasado, quizá pensando que con los años Wolfgang ha logrado olvidarse del pasado, que tal vez apenas lo recuerda, o que quizá sencilla y mágicamente se ha borrado de su mente. No es así.
▬Por obvias razones, Wolfgang dejó de creer en Dios. De alguna forma, culpa al creador de lo que le pasó. Si es verdad que ama incondicionalmente a todos sus hijos, ¿por qué jamás lo ayudó cuando se lo rogó siendo tan solo un pequeño?
▬Aunque han pasado poco más de catorce años desde la horrible experiencia y con el tiempo logró superar la mayoría de las secuelas psicológicas que le dejó el abuso sexual, todavía experimenta algunas. Problemas de sueño a causa de las recurrentes pesadillas, sentimientos de culpa e inferioridad, conductas auto destructivas, aislamiento, y algunas veces ansiedad y depresión.
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