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Al final siempre es mi culpa por esperar cosas de la gente

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No es esto lo que quiero para mi

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Los días de lluvia eran nuestros favoritos.

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Noches.

Parece que a algún romántico le rompieron su carta de amor esta noche, en pedazos, y en frente de sus narices. Que el mundo se paró por un instante para escuchar el latido de su muerto corazón, y este silencio mudo nos está matando un poquito a todos. La luna hoy está triste, y ningún lobo se atreve a llamarla con un aullido. Los perros dejaron de perseguir a los gatos, y ellos dejaron de darse mimos en los tejados de la ciudad. El tráfico paró su intenso ruido y no se escucha ni un pitido. Por la calle no se ve a ninguna pareja, y los poetas esta noche no escriben sobre amor, escriben sobre soledad y lágrimas en mitad del folio.

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Todo cuenta, incluso lo que no salió como queríamos.

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Tu carta.

Hace ya varias horas que anocheció, y no hará mucho tiempo desde que yo creía que el sol iba a volver a salir de nuevo mañana. Pero mira… Parece que no va a hacerlo.

Para esto Benedetti, Neruda y Bécquer, inventaron la manera de asfixiar palabras, para recobrar el aliento de unos versos que lloraban sangre, cuando ellos en realidad querían llorar tinta. 

Y mírame a mi, que hace unos días escribía cómo era la comisura de tus labios y ahora me tenes escribiéndole una carta de despedida. Aunque ya no sé si es para esos ojos tuyos o para todos esos momentos que no habremos vivido. Que hoy era día para besarte, y hoy iban a ser todos los días. 

Esta carta quiere decirte que todos los días me ponía mis mejores galas y mi mejor sonrisa para intentar conquistarte, que incluso cambié de corte de pelo porque algo me decía que te iba a gustar más. También, que cuando escuchaba tu nombre siempre una pequeña risa me helaba la garganta y no podía evitar que mis ojos adquirieran un brillo especial. 

Dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, pero también está la otra cara de la moneda en esta historia, que dicta que yo siempre supe lo especial que eras cuando ni siquiera te tuve. 

Aunque si es cuestión de confesar, tengo que reconocer que siempre supe que estoy hecha para estar sola, con ninguna compañía que no sean los desgarrados versos de Carlos Salem, que me recuerdan lo hecha mierda que puedo llegar a estar a veces. El final de esta carta te quiere dar las gracias, porque al fin y al cabo fuiste una de las mejores inspiraciones que tuve, ojalá otros muchos puedan recitarte todas las palabras que hablan de vos en mis escritos… Y que su historia tenga un final inolvidable.

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Ganaste.

Me querías fuera de tu vida, me fui.

No querías volver a leer nunca más un mensaje de texto mío, no te volví a mandar.

No querías volver a ver mi cara, desaparecí.

Ganaste, no vas a volver a saber de mi, por más que yo me muera por saber de vos, por volver a leer un mensaje tuyo, por volver a ver tu cara.

Ganaste.

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