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Poetas & Poetas
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  Pero los días son una red de triviales miserias...
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poetasypoetas · 4 days ago
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Rima V, Gustavo Adólfo Bécquer, "Libro de los gorriones"
No digáis que agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira; podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías, mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras siga avanzando sin saber a dónde camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila, mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuedos, ¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!
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poetasypoetas · 11 days ago
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Es ya el cielo...
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poetasypoetas · 3 months ago
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In memoriam A.H.H, de Alfred Lord Tennyson
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poetasypoetas · 4 months ago
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El Toro, Miguel Hernandez
Como el toro he nacido para el luto  y el dolor, como el toro estoy marcado  por un hierro infernal en el costado  y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto  todo mi corazón desmesurado,  y del rostro del beso enamorado,  como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,  la lengua en corazón tengo bañada  y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,  y dejas mi deseo en una espada,  como el toro burlado, como el toro.
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poetasypoetas · 4 months ago
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El Crimen Fue En Granada
1. El crimen
  Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas de la madrugada. Mataron a Federico cuando la luz asomaba. El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara. Todos cerraron los ojos; rezaron: ¡ni Dios te salva! Muerto cayó Federico —sangre en la frente y plomo en las entrañas— … Que fue en Granada el crimen sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
          2. El poeta y la muerte
  Se le vio caminar solo con Ella, sin miedo a su guadaña. —Ya el sol en torre y torre, los martillos en yunque— yunque y yunque de las fraguas. Hablaba Federico, requebrando a la muerte. Ella escuchaba. «Porque ayer en mi verso, compañera, sonaba el golpe de tus secas palmas, y diste el hielo a mi cantar, y el filo a mi tragedia de tu hoz de plata, te cantaré la carne que no tienes, los ojos que te faltan, tus cabellos que el viento sacudía, los rojos labios donde te besaban… Hoy como ayer, gitana, muerte mía, qué bien contigo a solas, por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
          3.
  Se le vio caminar…                       Labrad, amigos, de piedra y sueño en el Alhambra, un túmulo al poeta, sobre una fuente donde llore el agua, y eternamente diga: el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
- Antonio Machado.
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poetasypoetas · 7 months ago
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Es Una Tarde Cenicienta y Mustia, Antonio Machado
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poetasypoetas · 8 months ago
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Los versos, Anna Ajmátova.
Son bagazos de insomnio, mechas carbonizadas de velas torcidas, toque de alba en cientos de campanarios blancos… tibio banco de la ventana bajo la luna de Chernigov, son abejas, melilotos, polvo, tiniebla y ardor.
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poetasypoetas · 8 months ago
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T.S. Eliot. I. Los hombres huecos. [04]
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poetasypoetas · 8 months ago
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Guillaume Dubufe, Diane sortant de son bain, 1893
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poetasypoetas · 8 months ago
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Interior of the Pantheon, Rome by Giovanni Paolo Pannini
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poetasypoetas · 9 months ago
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Serenata (Candelario Obeso)
Dicen que hay guerra Con los cachacos, Ya mí me chocan Los zambapalos…      Cuando los godos Sí fui. soldado, Porque defendía Mi humilde rancho… Si alguno quiere Treparse a lo alto, Que busque escalera Por otro lado… Ya pasó el tiempo De los esclavos; Somos hoy tan libres Como los blancos… Yo, por mi parte, Cuando trabajo, Como en mi casa; Si no, me aguanto… Muchos conozco, Pobres baldados, Que han muerto de hambre Después de guapos…  
¿Quieren la guerra Con los cachacos? Yo no me muevo De aquí, de mi rancho… Si alguno intenta Subir a lo alto, ¡Busque escalera Por otro lado!…
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poetasypoetas · 9 months ago
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La terredad de un pájaro
La terredad de un pájaro es su canto, lo que en su pecho vuelve al mundo con los ecos de un coro invisible desde un bosque ya muerto. Su terredad es el sueño de encontrarse en los ausentes, de repetir hasta el final la melodía mientras crucen abiertas los aires sus alas pasajeras, aunque no sepa a quién le canta ni por qué, ni si podrá escucharse en otros algún día como cada minuto quiso ser: más inocente. Desde que nace nada ya lo aparta de su deber terrestre, trabaja al sol, procrea, busca sus migas y es sólo su voz lo que defiende porque en el tiempo no es un pájaro sino un rayo en la noche de su especie, una persecución sin tregua de la vida para que el canto permanezca.
Eugenio Montejo
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poetasypoetas · 9 months ago
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Standing Nude by Edgar Degas
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poetasypoetas · 9 months ago
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A Ghost Story (2017) Dir. David Lowery
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poetasypoetas · 10 months ago
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Por estas asperezas se camina de la inmortalidad al alto asiento, do nunca arriba quien d’aquí declina.
Garcilaso de la Vega
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poetasypoetas · 11 months ago
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Yo amo el recuerdo... (Charles Baudelaire)
Yo amo el recuerdo de esas épocas desnudas, En que Febo se complacía en dorar las estatuas, Cuando el hombre y la mujer en su agilidad Gozaban sin mentira y sin ansiedad, Y, el cielo amoroso acariciándoles el lomo, Desplegaban la salud de su noble máquina. Cibeles, entonces, fértil en frutos generosos, No estimaba sus redes un peso muy oneroso, Pero, loba de corazón henchido de ternuras vulgares, Amamantaba al universo con sus pezones morenos. El hombre, elegante, robusto y fuerte, tenía el derecho De mostrarse orgulloso de las beldades que le llamaban su rey; ¡Frutos puros de todo ultraje y vírgenes de grietas, Cuya carne lisa y firme atraía las mordeduras! El Poeta actualmente, cuando quiere concebir Estas nativas grandezas, en los lugares donde se dejan ver La desnudez del hombre y de la mujer, Siente un frío tenebroso envolver su alma Ante este negro cuadro lleno de espanto. ¡Oh, monstruosidades llorando su vestimenta! ¡Oh, ridículos troncos! ¡torsos dignos de máscaras! ¡Oh, pobres cuerpos retorcidos, flacos, ventrudos o fláccidos, Que el dios Utilitario, implacable y sereno, Niños, los fajó en sus pañales de bronce! ¡Y vosotras, mujeres, ¡ah!, pálidas cual cirios Que roe y que nutre el libertinaje, y vosotras, vírgenes, Del vicio materno arrastrando la herencia. Y todas las fealdades de la fecundidad! Nosotros tenemos, es verdad, naciones corrompidas, De los pueblos antiguos, bellezas ignoradas: Rostros corroídos por los chancros del corazón, Y como quien diría bellezas de la languidez, Pero estas invenciones de nuestras musas tardías No impedirán jamás a las razas enfermizas Rendir a la juventud un homenaje profundo, -¡A la santa juventud, al aire simple, a la dulce frente, A la mirada límpida y clara como un agua corriente, Y que va derramando sobre todo, indiferente Como el azul del cielo, los pájaros y las flores, Sus perfumes, sus cánticos y sus dulces colores!
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poetasypoetas · 1 year ago
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Nunca conseguiré recomponerte del todo,
Armarte, encolarte y ensamblarte adecuadamente.
De tus enormes labios surgen
Rebuznos, gruñidos y cacareos obscenos.
Esto es peor que vivir en un corral.
Supongo que te crees un oráculo,
El portavoz de los muertos o de algún que otro dios.
Treinta años llevo ya luchando
Por drenar el cieno de tu garganta,
Y aún no sé por qué.
Trepando por mis escalerillas, con botes de pegamento
Y cubos de lisol, me arrastro como una hormiga
Enlutada por los herbazales de tu ceño
Para arreglar tus inmensas placas craneales y limpiar
Los túmulos blancos, vacíos de tus ojos.
Un cielo azul, como de la Orestíada,
Se arquea sobre nosotros.
Oh, Padre, tú mismo
Ya eres tan retórico y arcaico como el Foro Romano.
Saco mi almuerzo en una colina de cipreses negros.
Tus huesos estriados y tus cabellos de acanto se confunden
Esparcidos en su viejo caos hasta el horizonte.
Haría falta algo más que la descarga de un rayo
Para crear una ruina semejante.
De noche, me acurruco en la cornucopia
De tu oído izquierdo, resguardada del viento,
Contando las estrellas rojas y esas otras de color ciruela.
El sol sale por detrás del pilar de tu lengua.
Mis horas se han desposado con la sombra,
Y ya he dejado de escuchar el roce de una quilla
Contra las piedras lisas del muelle.
El coloso, de Sylvia Plath.
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