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En cuánto la mano del muchacho se posó sobre el miembro de Alex, éste soltó un pequeño jadeo, ya que dichas caricias le hacían temblar desde su abdomen bajo, hasta sus piernas. Se dejaba moldear a semejanza de él, creando un frenético movimiento entre ambos cuerpos. “Hazme tuyo...”. Afirmó con la voz ronca y entre cortada gracias a esos gemidos que lograba dar en cada oportunidad que tenía para tomar aire, pues los labios del contrario le callaban cada que lo volvía a dejar sin respiración con un beso profundo. Las manos del ojiverde viajaban por la espalda baja del muchacho, empujando sus caderas hacia él, para rozar su sexo con el ajeno una y otra vez, causando un poco más de firmeza en aquellas partes secretas que los hacían transportarse a un lugar desconocido.

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Obedeciendo cuál esclavo a las órdenes del chico, arrancó sus jeans y los ajenos en un sólo movimiento para no perder más tiempo y poder sucumbirse por completo en el placer al que Luke lo estaba llevando con cada toque y beso. Deshaciéndose finalmente de toda aquella ropa que le estorbase a los dos, quedando piel con piel, calor com calor y deseo con deseo, fundiéndose paso a paso en uno solo. Alex se debilitó sintiendo ese contacto tan directo, cómo la primera vez, pero en ésta ocasión lo había dejado paralizado, porqué no estaban bajo los efectos de una botella de vodka, sino que ahora todo era amor y pasión pura desbordándose en aquella diminuta habitación. Así que dejó a cargo de la situación a su compañero para que se apoderase de ésta y fuese quién de ahora en adelante pusiera las reglas. Se posó ahora él por debajo del muchacho, enredando sus piernas en las caderas ajenas, mientras se dejaban llevar por una marea de besos y caricias fuera de serie.

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Se dejó maniobrar cómo el mayor quisiera, a su antojo, y a su manera. Si bien, obviamente no era la primera vez que Alex se entregaba a un cuerpo ajeno, sin embargo ésta vez era diferente, tenía y sentía la necesidad de que él y sólo él lo tocase hasta el final de sus días y nadie más le pusiera una mano encima, pues estaba completa y perdidamente enamorado del chico, quién a su modo, le encantaba cómo era que manejaba toda la situación, comenzando a dejar escapar aquella fiera en su interior, lo cuál mataba a Alex en profunda pasión. Cuándo Luke se apoderó completamente de su cuerpo, el ojiverde se perdió en el placer que el primero en mención, culminaba cada vez más, y cómo respuesta eran aquellos primeros y suaves pero roncos gemidos del rizado, haciendo por inercia que sus caderas se movieran casi a la par de las contrarias, para causar una fricción continua llena de éxtasis y besos interminables que prendían fuego en esa pequeña habitación.

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Estaba en las nubes, en el mismo paraíso si se atrevía a decir. Alex lo llevaba al paraíso sin pensarlo, lo hacía sentir como una nebulosa por dentro, como si un big bang estuviese por pasar en su corazón pues el cariño que tenía por el menor era tanto que desbordaría.  No era difícil, se dijo a sí mismo, no era difícil amar a alguien como Quentin, es más, era demasiado fácil que se sintió estúpido por no aceptarlo a la primera parvada que hizo presencia en su estómago. “Me encantas más.”  Se dejó maniobrar como títere, aceptando la nueva posición sobre la cama. “Vamos al paraíso, amor.” Pidió con sus labios aún pegados a los ajenos, sin ganas de alejarse de éstos como si al hacerlo, los dichos desaparecerían de su alcance. Con toques tentativos buscó el final de la camisa del contrario, queriendo quitarla del camino con rapidez para poder deleitarse de lo que ésta cubría: aquel pecho lleno de tatuajes que tanto amaba. 

“Llévame a dónde quieras”. Dejándose arrancar la ropa de la manera más sutil, regresó la acción al mayor, dejando en descubierto su pecho y abdomen debajo de él, y aquellas ralladuras que por las cuales moría cada que tenía la oportunidad de verles de repente, pues siempre le pareció un misterio averiguar si existían más allá de lo visible. Sus besos comenzaron a bajar por el cuello del chico, acorralándolo en aquella cama individual, conforme el ritmo de éstos crecía, dejaba pequeños mordiscos mientras aspiraba el aroma ajeno una y otra vez, para lograr impregnarlo en su piel y no olvidarle jamás. Sus respiraciones se hacían una sola, mismas que poco a poco les faltaba el aire, pero se alimentaban de cada toque, de cada beso y de cada suspiro que decía más que mil palabras. 

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Su cuerpo se llenó de paz, seguridad, alegría y con más importancia, se llenó de amor. Luke no se enamoraba, ni siquiera tenía relaciones duraderas porque su personalidad repelaba a todo aquel que se acercara, los que prevalecían eran contados en una mano y sinceramente queridos por el castaño. Sin embargo, Alex había llegado con el propósito invisible de llenar todos esos huevos en el alma de Luke, y lo había conseguido con solo semanas. Era único, irrepetible, y el mayor solo quería gritar al mundo cuán feliz lo hacía ese muchacho de largas piernas y rizos preciosos. Una vez dentro de la habitación, pegó a su amado contra la pared, sin importar que tan necesitado se vería en el momento. Solo quería sentirlo, besarlo, hacerle saber cuanto lo quería con solo pocas caricias. 

Aquellos besos se volvían adictivos, no quería parar, no quería dejarle de besar, era cómo si alguien le hubiese avisado que al otro día llegaría el fin del mundo, y tenía que llenarle de amor a base de besos cómo si fuese la última vez. Hacía mucho que no se sentía de esa manera: Amado. Y mejor aún, por la persona que lo flechó desde la primera vez que cruzó mirada alguna con él. El chico que se convirtió en su crush inmediatamente, su amor imposible, que hoy, por fin podía tenerlo entre sus brazos sin dar explicaciones a otros y hacerle el más feliz del universo. “Me encantas tanto...”. Dijo en una voz muy baja que el siguiente beso cortó por completo. Con una ligera fuerza, lo jaló de su playera para tumbarle en la cama con cuidado, y ponerse sobre de él para continuar con la magia del momento, pues literalmente, veía estrellas a su alrededor, una constelación llena de amor y felicidad unidas, cómo las mismas almas de ambos.

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“¿Para siempre? Acepto.” Mientras tuviera la posibilidad de verlo todos los días, Luke aceptaría los términos y condiciones que éste pusiera sin pensarlo dos veces. Sus manos encontraron caminó entre los rizos, ese sentimiento de familiaridad llenándolo con la máxima intensidad pues no se había sentido más en casa como en esos momentos. “Te amo.” Dejó salir entre besos, sin importar el tamaño tan grande de esa palabra pues era verdad, lo sentía desde el fondo de su alma, de su persona. Tiró del más alto, adentrándose con él a su habitación, con todas las intenciones de recobrar los días perdidos en esa noche.

Esas dos últimas palabras lo dejaron atónito, sin aire por segundos, pues aunque sabía de los sentimientos del muchacho hacia él, era la primera vez que escuchaba con claridad lo que Luke siempre había querido decir en ocasiones anteriores. Se aferró a su cuerpo, para continuar aquel beso que lo hacía volar entre nubes, llenando su corazón y proclamando por dentro que ese momento no se terminase nunca. “Te amo”. Repitió, en un susurro firme, y seguro de lo que decía, lazando esas dos bellas palabras desde el lugar más bello de su ser. Siguió el camino de éste, dejándose llevar y perder en lo que poco a poco se volvía una droga para Alex: Los besos de su amado.

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@Quentin: Oh yeah btw... New look! 😛

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“Ay cálmate, no te libras de mí así de sencillo.” Lo molestó, recobrando rápidamente la rutina de hacerlo reír con sus comentarios tontos y fuera de lugar, pero así era Luke y la sonrisa del contrario era su mejor paga. “¿Tanto tiempo? vaya, no recuerdo haber firmado eso, ¿venía en las letras chiquitas del contrato?” Bromeó de nuevo, alzando su rostro para besar tiernamente la barbilla del de rizos. “Te adoro muchísimo, más que nada por los Skittles.”Imitó el guiño,  y por fin, tiró del ajeno para que sus rostros se encontraran a milímetros por fin. Captó el detalle de su rostro, desde los pequeños lunares hasta los diferentes tonos de verde en sus ojos, cautivado con la belleza de Alex. “Ven aquí.” Susurró antes de pegar sus labios en un beso. 

“Correré el riesgo”. Susurró, con una voz aún más ronca de lo normal, pues la presencia del contrario lo hacía ponerse nervioso y juguetón a la vez. “Sí, venía hasta abajo ¿no lo viste?, era un especie de para siempre”. Alzó ambas cejas mientras sus manos viajaron hasta la cintura del muchacho, acercándole un poco más. “¿Ah si? Pues yo te quiero porque eres el más bonito de todos”. Cerró su frase con un beso que lo llevaría a la galaxia más lejana y se quedaría allí por semanas, o quizá para siempre.

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“Usted puede pasar a todos lados, joven Lex.” Contestó, una radiante sonrisa dándose paso en sus labios. Estaba emocionado, quería gritar de la felicidad porque por fin tenía a su persona favorita a centímetros y no a kilómetros. Lo tenía ahí, a la distancia de un brazo, listo para ser llenado por sus apapachos y palabras bellas; así que sin más preámbulos, se abalanzó hacia el más alto, rodeándolo por el torso con sus brazos, aspirando su aroma como si fuera la última bocanada de aire que recibiría en un tiempo. “Dios, te extrañé tanto. Tienes prohibido desaparecer así, idiota.” Y sí, sus palabras podían ser duras, pero el sentimiento detrás de éstas era pura nostalgia. “Te ves tan bonito. ¿Por qué eres así? Te odio.”

Se quedó allí por unos segundos, admirando la belleza del contrario. En semanas que no le había visto, sentía un cambio en el chico, no sabía que era, pero lucía cada vez mejor, y por su puesto ese sentimiento llevaba consigo a un zoológico con interminables manadas que revolvían su estómago cada que Luke se encontraba a milímetros de él. Le abrazó cómo si fuera la primera vez, o tal vez la última, casi dejándolo sin aire. “Yo también te extrañe mucho, tenía miedo de no volver a verte”. Se separó un poco, sólo para mirarle lo necesario y dejar un pequeño beso en su frente. “Tendrás a Alex los trescientos sesenta y cinco días del año, lo juro”. Le regaló un guiño sellando su promesa aún con esa mínima distancia. “Dudo mucho que me odies, Skywalker. Y menos porque traje conmigo Skittles”.

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Habían pasado semanas en que ambos chicos no habían podido ni verse el polvo, entonces ya era hora de que toda aquella distancia por fin se acortara a centímetros. A su último aviso antes de llegar, pasó rápido a la cafetería por dulces, y un par de órdenes de hamburguesas que les harían llegar más tarde. Llegó lo más rápido posible a la cabaña del contrario y antes de tocar, acomodo su cabello y su ropa, para que aquel par de ojos azules le viesen cómo nunca antes. Unos segundos después, ya estaba allí, frente a él, el chico que le había robado el corazón. “¿Me permite pasar, joven?”.

Tan pronto el último mensaje se envió, Lucas dispuso de su tiempo para encender su computadora, conectarla a la pantalla plana y buscar alguna estúpida película que, sabía bien, solo verían por quince minutos antes de que alguno de los dos se pusiera de cariñoso. Estaba emocionado, como si se tratase de la primera cita con el rizado –de alguna manera lo era, pues llevaban un ratote sin verse –y quería que todo estuviera perfecto. Se aseó rápidamente, buscó frituras y espero en la cama, queriendo que los minutos pasaran más rápido. Entonces, un llamado a su puerta llegó, escuchándose como los cantos de ángeles. “¡Alex!” Saltó, literalmente, a corresponder la llegada del menor.

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sms: QUIERO QUE VENGAS YA A VERME, ME VALE SI TIENES COSAS QUE HACER. sms: DAME ATENCIÓN. sms: Me encantas :( sms: YA VEEEEEEEEEEEEEEEN *crying emoji x5*

sms: VALE VALE VALE, EN UN RATO VOY. sms: ¿Necesitas algo? ¿Chocolates? sms: ¿Skittles? sms: Eres muy bonito :( sms: Ve encendiendo el Netflix, llego en unos minutos.

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sms: Te extraño, cara de sapo. sms: ¿Dónde estás? sms: Te adoro mucho, muchísimo. sms: De aquí a donde se terminen las estrellas. sms: Espero que estés bien. Dale un mega abrazo y muchos besos a Darcy :c --Luke<3

sms: Yo también te extraño, changuito. sms: ¿Podemos vernos? sms: Te adoro muchísimo más, espero no se te haya olvidado eso. sms: Yo de aquí a la última galaxia. sms: Ella te manda un beso enorme, bebé. sms: Ya quiero estar contigo.

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Luek: Te diría que te ves bonito Luek: Pero estoy enojado contigo y no pienso halagarte cuando estoy enojado

Quentin: Pero....

Quentin: ¿Por qué el enojo? :(

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Quentin: En mi defensa...

Quentin: Los lentes eran de Brook.