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Cuando se siente no hace falta entender
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Suspensión
La última vez que Eric caminó las calles de Villa María fue hace dos años. Le pregunto como se siente, si nostálgico o feliz y me responde que está bien, pero que lo moviliza pensar la cantidad de veces que paseó por la ciudad con las valijas y el corazón en las manos. En el viaje le dije un par de veces que no se ilusione con verlo a Germán, que si no podía verlo, pasaríamos un día hermoso igual. Eric sonreía diciendo que no estaba ilusionado y que se sentía fuerte. (Aunque una hora atrás le sacaba foto a los pasajes y los subía a instagram para hacerle saber que estaba yendo para allá)
-Si estuviera débil, me movilizaría estar acá. Pero estoy en un momento feliz de mi vida, estoy fuerte amiga –me (se) decía mientras buscábamos un lugar para comer.
Cada cuadra lo remontaba a un momento con su ex novio y de verdad se notaba el esfuerzo que hacía para aparentar superación. Caminábamos y me contaba que la primera vez que se vieron, él se vino de Rio Cuarto sin conocerlo personalmente y que Germán lo había ido a buscar en remís a la terminal.
Miraba el teléfono impaciente por si Germán le escribía con ganas de verlo. Su primer y único novio con el que había mantenido una relación a distancia por un año. Yo no lo conocía personalmente, pero Eric siempre se dirigió a él como el amor de su vida, él único que lo había hecho sentir (y eso que soy testigo de la cantidad de cuerpos a los que intentó querer después de él)
-Escribile. Decile que estás acá –le digo.
-¿Vos decís? No no, escribile vos, decile que sos una amiga mía y que siempre lo quisiste conocer. Tiene novio, no puedo escribirle yo.
-¿Qué? Escribile vos tonto, se quisieron en algún momento, mirá si no se van a ver cuando tienen la oportunidad.
-Bueno, le mando un audio.
Nervioso le avisó que estábamos acá y lo invitó a tomar mates a la costanera a la tarde.
“Hermoso día para la costanera nos tocó eh… Que pena, me hubieras avisado antes que venías y te hacía un tiempito. Imposible que nos veamos hoy, estoy armando el bolso porque viajamos con Juli a Mendoza esta noche”
Julian era su pareja actual. Aunque a principios de año estaba dispuesto a dejarlo e irse a vivir a Rio Cuarto si Eric quería volver con él. Eric no quiso. A lo mejor porque no se sentía listo para volver a estar en una relación, o porque todavía quería explorarse en otras personas. No sé, pero Eric dijo que no y Germán reaprendió a querer con otra persona.
Ahora era Germán el que lo rechazaba y la cara de mi mejor amigo borró cualquier rasgo que indicara que hacia segundos, ahí había una sonrisa.
-Ya está –dijo con los ojos mojados-. Voy a eliminar el chat y borrar su número.
Siempre me dio risa la seguridad con la que la gente borra a alguien de sus redes sociales, como si eso de verdad cambiara algo. ¿Qué importa eliminar a alguien de la memoria de un teléfono de 16 gb si de la memoria que importa y nos tortura no se puede borrar? Por lo menos en Whatsapp no queda registrado la suavidad de los labios, o la magia de un abrazo.
Eric borró a Germán e instaló Grinder. Eligió de perfil una foto en la que lo roto no se le ve y enseguida una cantidad de hombres le mandaron un mensaje. A mí me daba ternura como intentaba encontrar a alguien que tomara mates con nosotros en una aplicación para tener sexo. Ese es el efecto Sin Germán, pienso yo: Buscar a otros en donde pueda encontrar aunque sea una porción de él.
Caminamos por la Plaza de la Vida y Eric me miraba poco, estaba contestándole a chicos que ni foto de sus caras tenían. Hasta que invitó a uno a que viniera a pasar la tarde con nosotros y le dijo que no sabía si podría. Eric le pasó su Whatsapp para que le hablara por ahí cualquier cosa.
Enseguida le llegó un mensaje de un número desconocido al celular que decía “Si quieren los alcanzo en auto hasta la costanera”
-¿Qué? –me reí yo- ¿Un desconocido viene exclusivamente a alcanzarnos en auto y se va?
-Se ve que si –se rió también-. Ay no sé ni el nombre, bueno, cuando lo vea le pregunto.
Caminamos hasta una esquina y Eric la mandaba audios tratándolo de “Boludo” y con la mejor onda. Lo invitó a tomar mates otra vez y el “chico grinder” como lo había agendado le dijo que no tomaba mates. “Bueno, una cerveza entonces” y el chico le contestó “Así que ahora te gusta la cerveza”
-¿Cómo sabe que no me gusta la cerveza? –se reía mi amigo y un auto con los vidrios oscuros nos tocaba bocina.
-Ahí está –le digo yo señalando el auto y nos acercamos.
El chico grinder bajó el vidrio y Eric dejó de caminar. Miré a mi mejor amigo que estaba paralizado y volví a mirar a la persona que estaba dentro del vehículo.
-¿Y? ¡Subanse!
Me acerqué a saludar al morocho sonriente con lentes de hipster y Eric se acercó tembloroso a la puerta del acompañante.
-Viste que te dije –me decía Eric con los cachetes colorados-. Sabía que si ponía una foto mía en Grinder me iba a hablar haciéndose pasar por otro.
-¿Qué? ¿De que hablás?-le dice Germán mientras mi mejor amigo no dejaba de mirarme con confusión.
-¿Por qué me hablás desde otro número?
-¿Ah?
Los dos pensábamos que Germán se había hecho pasar por el chico de Grinder, pero el chico de Grinder nunca le mandó un Whatsapp. Claro, Eric había eliminado el número de su ex novio y fue pura casualidad que justo le hablara cuando le había pasado el número a otra persona.
Sin querer, Eric volvió a verlo. Hablaron de todo y si había silencios, alguno de los dos se apuraba en eliminarlos. Como si supieran que cuando el auto se frenara en frente de la costanera, y las puertas se abrieran, otra se cerraría para siempre. O por lo menos, por mucho tiempo. Germán fingía no acordarse que estaba estudiando Eric, y Eric aprovechaba cualquier situación para tocarlo. Le acomodaba la etiqueta del pullover para sentir el cuello que había respirado tantas veces, le tocaba la mano y aguantaba las ganas de abrazarlo en ese mismo instante.
-¿Y que hacen acá? –preguntó Germán.
-Vinimos a acompañar a una amiga a que se encontrara con un chico de Tinder –se rió nervioso- Igual que nosotros ¿te acordás? Mirá si resulta como nuestra historia, y termina siendo el amor de su vida
Germán sonríe.
-Se está dando todo igual…
El auto se convirtió en una máquina del tiempo y cada rincón verde del otro lado de la ventanilla los remontaba a cuando se querían. Quería bajarme para que dejaran de recordarse y se sintieran, por lo menos una vez más. Pero Germán no tenía intención de dejar de ser recuerdo. Y la imagen desde el asiento trasero resumía el capítulo actual de su historia: Germán sin dejar de mirar al frente y Eric sin dejar de mirarlo a Germán.
Soy bastante perceptiva. Y estoy segura de que Germán deseaba soltar el volante para abrazarse a Eric hasta que volviera a Rio Cuarto. Se le notaba en la voz. En la presencia. Pero sabía que si dejaba de mirar al frente, el problema no sería chocar con otro vehiculo. Sino chocarse con la mirada por la que se desarmó, lloró y se quebró tantas veces. El peor accidente sería mirar los ojos marrones que eligieron no mirarlo cuando él si lo miraba. Porque sabía que en esas pupilas se vería roto. Amando como nunca, pero roto. En cambio con la atención en la ruta, viajando a Mendoza con Julián y enterrando a Eric en el fondo de su alma, no corría peligro. Y ni siquiera necesitaba el cinturón de seguridad.
Llegamos a la costanera. Se saludaron con un beso frío en la mejilla y un “Que andes bien” de cortesía por esos dos chicos que descubrieron el fuego al primer contacto. Eric se largó a llorar apenas nos bajamos del auto. Y le mandó un audio preguntándole si había sentido lo que él sintió. Germán contestó que fue lindo verlo y recordar, pero nada más. Eric lloró en el puente. Lloró en el lago. Lloró en el bar tomando una lágrima mientras escuchábamos la discografía de Coldplay. Lloró como se llora cuando las ilusiones se rompen y la realidad se nos ríe. Nunca lo había visto así.
-Llegué tarde. Él me quiso como nadie y yo llegué tarde. Siempre fue él el que lloró por mi y ahora me toca a mí.
Varias cosas dijo Eric esa tarde. En una, estoy completamente de acuerdo.
-Siempre lo voy a sentir así ¿Sabés por qué? Porque el sentimiento no se va. Pueden pasar mil personas entre medio, un montón de tiempo o de kilómetros. Pero el sentimiento está como suspendido ¿Entendés? No se muere, se suspende. Las circunstancias lo suspenden, lo condicionan, lo moldean. Podés congeniar con otras personas, sentirte bien y querer a otra gente. Pero cuando conectaste así con alguien, el sentimiento solamente se suspende.
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minúsculos versos sin sentido
tengo los labios en tu cuello y por más fría que sienta tu piel el pulso que dejó de oírse es el mío
van seis brazos que borraron mi abrazo y supongo que está bien
van mil balas que me disparo y la sangre no sale agujeros en la piel pero la hemorragia es interna para que no la veas ni la sanes
me siento un globo de cumpleaños de esos que se caen al suelo algunos nenes pasan me agarran juegan y me mantienen en el aire si toco el piso pierden (¿cómo pierden ellos si la que se cae soy yo?) se cansan caigo al piso y una vez ahí agotada de posibilidades de divertir solo queda un último juego:
pisarme explotarme y aturdir
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Caída
Entender que no hay cajita dónde guardarme para que no me rompa
Y que a quién me camina no le molesta pincharse los pies con mis rotos (creo que ni siquiera dimensiona que estoy hecha de vidrio)
Ojalá supiera cómo abrazarme a mí misma y darme besos en cada sitio que palpita aguardando destrucción
Estoy a poco frío de entender que no me vas a cuidar de él
Y no hablo de que me lo saques con tu calor (no te voy a mentir, lo extraño) te juro que a esa pérdida la asumí hace tiempo
Hablo de cuidarme
Desde ahí, desde donde estás
De que tengas en cuenta que atrás de tus risas hay un corazón que todavía desinfecta la herida
No vas a cuidarme
Y es lo que me repito en cada abrazo que no llega, en cada gesto que te invento para que no arda tu nada, en las manos congeladas porque si.
Me voy a seguir rompiendo (si es que puedo deshacerme en trozos aún más chicos) lo que va a cambiar es que un día voy a entender
que no interesa
evitar mi caída
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Irme
¿y si me voy? bah, hace rato no estoy pero me refiero a hacer tangible mi ausencia a dejar de disfrazarla de estar y verla por fin abrazarse desnuda a la nada que evito
si siempre fui aire solo que jugué a ser cuerpo, alma y poesía cuando sus ojos me sacaron a bailar
si siempre fui silencio y si me escucho voz rota
si Galeano me viera reiría viendo al fueguito bobo jugar a arder la vida con fósforos consumidos
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Probarme en tu veneno
Que escalofriante manera de amarse a uno mismo la de anhelar abrazos que duelan como dolemos. Vamos saltando en piedras de labios tiernos hasta encontrar unos que nos hagan resbalar y rompernos las rodillas, tal y como rompimos. Adictos a las caricias indiferentes, a las mismas que caracterizan nuestro propio tacto en la piel que rechazamos. Replicar las pistolas con las que matamos y desear que la misma bala con la que perforamos organos de otros nos desangre con lentitud.
Ansiar el tiro del que nos protegen.
Saborear el plomo en caderas distintas a las que nos ofrecieron chalecos antibalas y en lugar de aceptarlos, ensuciamos de muerte.
¿No es lo mismo besarnos las propias caderas?
Esquivamos las serpientes inofensivas y le regalamos el cuello a las que nos llenan del veneno que conocemos y emociona: el mismo con el que infectamos. Sabemos como intoxica y nos mata la envidia de producirlo sin probar(nos)
Que escalofriante manera de amarse a uno mismo la de anhelar besos que conviertan nuestras lenguas en el fuego con el que quemamos.
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Averno
Si es verdad que en la mirada se expresa el alma, me voy a delinear con negro los ojos y llenar de polvo gris mis párpados lo voy a hacer una y otra vez hasta teñirla de oscuridad
Voy a tirar a la basura esta ropa de colores vivos y abrazarme a telas rotas Voy a sacarme lo rubio del pelo y olvidarme de que alguna vez fui vida
Mis lágrimas van a formar un rio No, mejor un lago Para no dejarlas salir Y que se estanquen hasta pudrirme la esencia
Y cuando me beses la boca vas a morderme los infiernos vas a respirarme el cuello queriendo prender las luces con tu aliento y cuando te des cuenta de que no podés, que ya no me queda brillo alguno en la piel va a consumirte la excitacion de sentir a cada uno de mis demonios masturbarte
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Pierdo
No recuerdo una guerra contra el tiempo de la que el alma no haya regresado rota Pierdo, siempre pierdo porque las agujas besan mejor Pierdo, porque no voy a poder nunca abrazar mas fuerte que las horas
Te confieso que me asustás, también que te odio y envidio por como acariciás los muslos de la gente que amo, por esa capacidad tuya de tocar dónde toqué e instantáneamente borrar las huellas de mis pasiones
No me alcanzan las palabras para odiarte costumbre no importa que tan rápido corra siempre vas a ir adelante
Hoy no duermo porque no pienso darle al reloj el gusto de verme dormir cuando quiere que duerma
Te reto a otra batalla Te reto a apagarme el dolor a secarme el llanto te reto a vaciarme de angustia tan rápido como me vaciaste de amor
Te ruego que te alejes de los próximos cuellos que bese de los corazones que toque de las canciones que cante
Te ruego que dejes a mi tacto sobrevivir en pieles y no en memorias (una vez, aunque sea una puta vez)
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Paseos de madrugada.
-¿De dónde me conocés? -Paseaba por el puente de sus labios y me encontré con tus restos -Nunca te ví -En el paisaje de su boca estoy de paso. Pero prometo saludarte si algún dia, paseás por el puente de su alma.
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Sonamos
La primera vez Necesitamos música Para que nuestros labios tímidos Se animaran a bailar
Y asi fueron los besos Absorbiendo notas Aprendiendo melodías Memorizando como tocarlas Convirtiendo nuestros cuerpos en los más dulces instrumentos
"Y eso que no hay música" Me dijiste la segunda vez Y yo me morí de ganas De decirte que escucharas
Que si es cómodo el silencio Es porque lo hicimos canción
Que siempre que seamos sin pensar Nuestras bocas ensayan Cada tema hasta el final
Pero nunca hay final Porque el volumen solo baja cuando te vas
También bajan los tonos Bajo yo con ellos El volumen baja Pero te espera:
Volvés, me tocás y sonamos Tan alto como la primera vez
Nos olvidamos de las cuerdas desafinadas que más de una vez amagaron con cortarse, Nos olvidamos De las marcas en los dedos Cuando dolía cada acorde
Volvés, me tocás y sonamos
Y te juro, No hay canción que me guste más
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Ambivalencia
Amo los escalofríos cuando me besás Odio como me cala el frío cuando te cansás de nuestras bocas
Amo fundirme en vos cuando me abrazás hasta confundir el limite de nuestros cuerpos, hasta sentirte sentirme y sentirnos y olvidar en cual de esas tres palabras estoy Odio cuando no me apretás con tus brazos y que la respuesta sea en ninguna
Amo los te quiero cuando están de más Odio que aparezcan para salvar noches tristes cuando estamos de menos
Amo cuando me acariciás con delicadeza Odio llenarte de mis caricias para disimular que faltan las tuyas
Amo el tango de nuestras pieles cuando no hay nadie frente al escenario Odio no entender porqué dejamos de bailar si solo somos dos en el teatro
"Dejá de pensar en cuando vamos a dejar de volar y si estás volando un poquito, disfrutalo"
Amo volar Odio como se me rompen todos los huesos en el aterrizaje
Amo y acepto la incertidumbre si me das la mano Odio como me ahogan las dudas cuando me la soltás
Y amo tus instantes Amo que me falten Mientras quieran volver
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Después de la luna
ya llevo demasiada madrugada acariciando una piel que hace rato lleva un perfume que lejos está de ser mío
te miro la boca las pestañas las cejas el huequito en el cachete te miro entera te miro tanto
te miro los ojos mientras me doy cuenta que no importa si están cerrados o despiertan porque de igual manera no me miran a mí
insisto en la busqueda de tus manos heladas en este túnel de sabanas oscuras y las encuentro aferrándose a una almohada cuando tenés para elegir cualquier parte de mí
a veces maldigo haber conocido tus abrazos en invierno porque me acostumbré a usarlos de abrigo y ahora vuelve el frío y ahora te vas vos
envidio la tranquilidad con la que respirás mientras yo siento que me falta un buenas noches disfrazado de beso para poder descansar
no me tomás por sorpresa mi amor me regalaste un viaje a la luna y me subiste allá en dos noches
(cuando ya había llorado casi todas tus estrellas)
diluí adioses en tu saliva me llené la lengua de despedidas en cada beso espacial porque sabía que cualquiera podría ser el último antes de aterrizar
y mejor dejo el celular porqué ya se asoma el sol recordándome que con luz no te puedo abrazar y me duermo soñando que a lo mejor vos también me soñás
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¿Puente o refugio?
Convertí mi refugio en un puente A vos Convertí estas letras en voz
No para que me escuches Sino para que me sientas En el génesis
Ahora quiero refugiarme de mi refugio O lo quiero de vuelta Pero sin olor a otros Lo quiero mío ¿Quién mierda soy?
Me cuesta escribirme Animarme a matar palabras Seleccionar las indicadas y condenarlas a ahorcarse en el silencio
No tengo poemas vírgenes A todos los tocaron un par de ojos Porque esa presión me limita Me salva de sentir la mirada De mis propios ojos
| ¿Quién mierda soy, en la sombra de estos renglones que no leés? |
¿Quién soy cuando me leo?
Leeme. Así continúo con la farsa de llamarle libertad A versos que me encierran
Por favor leeme
Que no aguanto viajar sola hacia los pueblos de mi alma Que prefiero puentes que conduzcan a otras conciencias, antes que mojar los pies en la pestilencia de mis lagos.
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Castillo
Dieciocho años tardó en construirse este castillo enorme. Cualquiera que pasa caminando se detiene a observarlo y se queda atónito ante tanta hermosura. Unos cuantos sienten la necesidad de acercarse y por lo menos tocar el cristal frágil del que está hecho, otros se asustan y siguen su paso. Este castillo huele a éxito, belleza, futuro, prestigio, incluso huele a música. Huele a todo; menos a libertad. En las paredes hay ventanas para simular transparencia y en las puertas hay controles de libertad (esta última no es compatible con el material del castillo, cuando la tiene cerca, se derrumba)
Siempre hay guardias en la entrada, regulando los ingresos y salidas. Evitando cualquier amenaza de revolución. Pero cuando yo me acerqué, no había nadie. Entonces entré. Entré, besé, abracé y llené de amor cada rincón. Me amé a mí amando ese castillo. No podía creer que estaba dentro y los reyes tampoco entendían como alguien como yo podía hacerlos bailar.
"Ojalá pudiera quedarme para siempre en este pasillo con vos"
Me dijiste haciendo tuyos mis labios.
Y yo te creí. Aún sabiendo que vos no creés en para siempres.
Cada día que pasaba amando ahí adentro me hacía caer a pedazos el miedo. A la mierda la moral, las advertencias, los juicios, yo estaba siendo feliz. Lo que no veía, era que mientras yo estaba ahí, el cristal al que tanto protegían de la peligrosa libertad, también se caía. Lento, sintiendo, disfrutando cada quiebre. Gozando romperse. Anhelando el derrumbe.
Y un día, no fue el techo, sino que las paredes también comenzaron a caer. Y yo, ilusa, soñadora y con el sentido de la realidad atrofiado (propio de cualquier loco que se animó a querer) creí que con amor, podría evitar que se caigan. O mejor, podría dejarlas caer y armar con abrazos un castillo más hermoso todavía. Con olor a todo, pero sobre todo a libertad.
Ahí fue cuando me vieron. Los guardias que lamentaron su imprudencia de dejarme pasar, con mi sonrisa libre y ganas de acariciarte, me vieron. Y corrieron a agarrarme los brazos, a arrancarte de mi pecho. Hago fuerza para volver, grito, lloro y pataleo ante la impotencia de no poder hacer nada para quedarme ahí.
-No me saquen por favor –digo sin parar de llorar.
Los tipos que me arrastran a la salida me ignoran y yo te busco con la mirada. Mirame, por favor, mírame. ¿Dónde estás? Mirame y deciles que no querés que me vaya. Te busco con los ojos por la habitación y te encuentro con las manos sosteniendo las paredes. Y en ese momento entendí.
No girarías a mirarme. No me pedirías que me quede. No me darías la mano si eso significaba dejar caer la pared. Porque no arriesgarías tu castillo por mí.
-Costó tanto armarlo para desarmarse por un par de ojos achinados-
Cruzamos las puertas, los guardias me dejan caer con fuerza y sangro. Y desde el césped, miro cada paso de reconstrucción de lo que casi se rompe por quererme.
Saliste a verme un par de veces, y con la mirada fría me (te) convenciste de que ya no hay nada. Miro cada paso de la reconstrucción. Pusieron nuevas ventanas de falsa transparencia. Pusieron más perfume de éxito, belleza, futuro, prestigio, música. Como si no hubiesen hospedado nunca a la libertad.
Miro con el corazón destruido como se acerca un príncipe a las puertas y los guardias no demoran ni un segundo en dejarlo pasar. Me imagino que con él es fácil abrazarse con las luces prendidas.
El castillo volvió a verse precioso.
Y entendí.
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Calor sin estrofas
¿Te enojás si no te muestro mis poemas? ¿Y si no quiero leer los tuyos? Es que ya probé abrazos de poetas y sé lo que duelen cuando faltan
Algún día tal vez, me den ganas de hojear tu cuaderno y preguntarte porqué usás esos colores Algún día tal vez, te explique el porqué del blanco y negro de los míos
Me dejé leer ¿sabés? Leí y me leí leyendo Y sé como siente la gente como nosotros, los que amamos en rimas y lloramos en versos
Sé y no quiero saber más
Porque ya me besaron con ortografía perfecta, ya me volvieron la metáfora más rebuscada y con el mismo lápiz que me hicieron arte, me dibujaron un punto final
Así que por favor Si me besás, olvidate de todos los tildes y no me prometas ninguna coma
Si me besás, apagá mi imaginación, no dejes lugar a dobles sentidos que sea el beso más literal de todos
Que no se entienda la caligrafía, No me importa
No quiero saber más nada de como se acaricia cuando hay poesía
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Otra forma de sentirte
Algo tienen en común vos y el enojo: Ninguno me habitó con intención de quedarse. Pero en algo son distintos, amor. El enojo se va a ir y no quedarán restos Pero a vos te voy a seguir agarrando (aunque no quiera) la mano en mis sueños
No quiero que se vaya Se me hace más fácil no pensarte si me olvido que te quiero Se me hace más fácil sonreír si te culpo por cada lágrima Pero se está yendo Y deja espacio para invadirme, al cariño que pensé que mandaste a dormir, cuando me confesaste que el tuyo apagó la luz, cerró los ojos y no los volvió a abrir
Se está yendo Y le repito las razones por las que debería quedarse ¿Para qué? Si al final solo bastó que te nombraran, Bastó abrazar a mi tía que usa tu perfume para sentir que los ojos se me mojaban al darme cuenta de que a quien tenía entre mis brazos no eras vos
Pensé que en nuestra última conversación te sentí lo suficientemente fría para dejar de sentirte por lo menos así
Y acá estoy Abrazándome al enojo que me da sentir que me rompiste Insistiendo para que por favor no se vaya y me deje con las veces que me armaste con un beso.
Pero se está yendo Y sé que pronto voy a estar a solas con este corazón que te quiere, que aunque le duela te perdona mientras grita que va a estar bien si estás bien, que no alcanzó ni va a alcanzar ningún frío para olvidarme del calor que me regalaste
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Desde acá arriba no duele más
Basta de suelos, de fondos, de pozos acá coincidimos con ganas de volar y que sea desde esta terraza alta dónde los edificios brillan alumbrando cada dolor
Envolvé lo que te duele en seda Prendé las cicatrices y las heridas que todavía te miran abiertas Prendelas
Dejá entrar el humo que sabe de gargantas rotas y que en su paso queme todo lo que tiñe de tristeza tu voz que se consuma hasta la última gota de amor que quedó a la mitad
El pecho siente celoso el fuego de arriba y reclama su porción de llamas El humo le pide paciencia y sigue hacía él
Cuando lo recorre entiende que de acá salió la angustia que se escapó a las cuerdas que acá hay mucho más tanto más para provocar incendios
Y enciende todo hasta consumirlo y con las cenizas hacer risa así se despide el dolor por lo menos hoy abandona el cuerpo en carcajadas
Y nosotros volamos Creyendo en la promesa de que es permanente Que mientras ardan los ojos así, no van a llorar El corazón está tan liviano que vuela Y desde aca arriba no duele más
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Dolor de vos
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Hoy me duele la garganta más que nunca Porque además de saliva Me encuentro tragando te extraños Que me raspan Cada vez que no los digo
Me están ofreciendo tazas de té caliente con mucha miel Pero yo sigo tomando tragos helados De algo que ya se terminó y sin embargo Me resulta interminable
Me duele la garganta más que nunca Y así rota Canto Adjunto al poema Una de las canciones que te escribí Esperando que se escuche El amor que se me quedó atascado en las cuerdas Y que desafina por no poder salir
Así rota Me miro al espejo Acariciándome el cuello Y les digo Que es para que deje de doler Pero miento Porque en realidad busco acercarme A los restos de vos que no grito Y que todavía queman ahí
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