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redpartidaria · 8 years ago
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Danilo visita Villa Liberación y la Maternidad de Los Mina El presidente Danilo Medina llegó de sorpresa a Villa Liberación en Santo Domingo Este, para constatar las condiciones de hacinamiento en la que habitan 362 familias. En su recorrido por esa barriada, el gobernante comprobó que allí las viviendas no tienen baños y que los apartamentos carecen de escaleras y ventanas, mientras que las casas están deterioradas. El mandatario estuvo acompañado por el ministro de la Presidencia, José Ramón Peralta, y el director de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obra del Estado, Francisco Pagán, a quien le instruyó de inmediato que asuma los trabajos de reparación y terminación de las viviendas. Luego Medina se trasladó a la maternidad de Los Mina para supervisar los trabajos de remodelación y remozamiento de ese centro hospitalario. La Maternidad de Los Mina será reinaugurada en las próximas semanas y está entre los 56 centros sanitarios en los que se está trabajando en todo el país. También acompañaron al Presidente el alcalde de Santo Domingo Este, Alfredo Martínez; el asistente del presidente, Carlos Pared Pérez, y la diputada Isabel de la Cruz.
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redpartidaria · 9 years ago
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Los corruptos, deshonestos, falsos, hipócritas...
Este tipo de salida o frase, cuando precede un discurso determinado, genera grandes simpatías en los que la presencian o la leen. La generalidad de las personas no quiere saber de personas “corruptas". A esto se puede sumar la repulsa general a los falsos, hipócritas, desleales y mentirosos. Son estos individuos los más repelidos en la sociedad. Si usted toma cualquier foro o cualquier reunión, encontrará como todos detestan las conductas tipificadas por los calificativos mencionados.
Este odio y repulsa mayoritaria nos podría llevar a una conclusión feliz; la hipocresía, deshonestidad, corrupción, falsedad y malignidad son usualmente condenadas y por ende, estamos en una sociedad que es todo lo contrario a la hipocresía, la deshonestidad, la corrupción y la falsedad.
Pero sabemos que no es así y que como consecuencia de ello, como mucho, tenemos solo unos pocos amigos reales que literalmente podemos contar con los dedos de la mano y nos sobran dedos.
Lo más interesante es que esta calificación de ellos, los corruptos, los falsos,hipócritas, deshonestos, desleales, y mezquinos, nos excluye totalmente de todas estas conductas. Y yo me pregunto ¿podemos verdaderamente decir que no somos, o nunca hemos sido hipócritas, falsos, deshonestos, desleales o mezquinos? Yo me atrevería a decir que si, que lo hemos sido. ¿Por qué no nos reconocemos o identificamos en nada con esas malas conductas? Simplemente porque somos acríticos y no nos es fácil reconocer nuestras propias bajezas y miserias morales.
Pero el caso es que, más de uno de los que lean este artículo han colaborado, ejecutado o están ejecutando acciones desleales, deshonestas, hipócritas, corruptas o falsas. Incluso, han participado activamente en desconocer el mérito de alguna persona meritoria o han colaborado para indirectamente perjudicar a alguien.
Usted puede pensar que esta idea es en extremo negativa, pero supongamos lo contrario y que usted está completamente inmaculado. Este tipo de personaje ideal es descrito en las escrituras judeo-cristianas. Un ser inmaculado como lo fue María, y de quien nació un hombre por obra y gracia del Espíritu Santo.
Si usted es una persona sin hipocresía, sin falsedad, sin engaño, sin deshonestidad entonces cosas mayores o parecidas habrá experimentado o podrá experimentar. El toque físico a sus vestidos podrá producir milagros y en todo caso, su palabra y trayectoria serán algo excepcional.
Sin embargo, la realidad es que no vivimos en un mundo de ángeles. Somos seres sujetos a pasiones, deseos, debilidades y coyunturas que en más de una ocasión nos han llevado a hacer lo incorrecto a los ojos de la moral, la ley, la religión, la familia o la amistad.
Creo que tanto los que publican sus discursos contra “la gente corrupta" y todos los demás adjetivos relacionados, como aquellos que son los primeros en seguirlos, componen un grupo curioso de “víboras peligrosas” completamente acríticas que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga que está en el suyo propio.
Si usted estuviese libre de todas esas miserias humanas que he venido mencionando, en el mejor de los casos, sería un maestro espiritual, guía de muchos y fuente real de sabiduría y orientación. Pero no es así. Usted y yo somos seres corruptos. Nos suben a la mente los más terribles y espantosos pensamientos. A veces la oposición de las mismas con nuestra educación o idea del bien nos obliga a borrarlas de inmediato de nuestra mente, pero están ahí, sólo han sido removidas de lugar.
Hemos ejecutado cosas negativas. Tenemos secretos. Sabemos que hemos fallado y le hemos fallado a gente. Presumir o presentarse como bueno, honesto, puro, es algo que ofende la inteligencia o el sentido común de cualquiera que haya vivido un poco.
Ante muchas personas, por lo tanto, el discurso de la auto-proclamada honestidad, honorabilidad o moralidad total empieza a ser algo no solamente apestoso y falso, sino algo que inspira reserva y temor. Simplemente porque si quien lo dice es humano, ese discurso no puede ser verdad enteramente.
La verdadera honestidad y moralidad empieza, en mi opinión, por reconocer todo lo delincuencial e inmoral de que es capaz nuestra propia naturaleza.
Esto implica una admisión y un tener siempre presente nuestros delitos, y en consecuencia, el presentarnos, sin imprudencias, como personas reales o humanas que en medio de todos sus defectos pueden querer algo bueno para algo o alguien, pero que en síntesis se trata de un individuo capaz de las mismas cosas “malas” que públicamente todo el mundo condena y que a la vez practica.
Excluirse de la hipocresía, falsedad, mezquindad, inmoralidad, deslealtad etc., es en suma, un ejercicio de neurosis, es algo no sano. En el mejor de los casos somos un “work in progress” (una obra en desarrollo). Somos personas con defectos y debilidades que caminan hacia una luz o un ideal moral, y que en tal tarea experimentamos avances, retrocesos y caídas.
Dejemos las pretensiones de pureza sin igual para Cristo, Mahoma o Buda, y seamos simple y auténticamente humanos. Sobretodo, humanos reales.
Grace Moya  
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