Palabras silenciosas que esperan retumbar dentro del lector. /Poesía de Ergo Rodrerich/
Last active 60 minutes ago
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
La tarde elemental
A Alondra
El fuego elemental del que hablaba Borges en su poema, «Otro poema de los dones», tiene sus consecuencias diarias a cada atardecer en la Tierra. El fuego elemental solar nos ha atrapado a mi hija y a mí en estas tierras de Mazamitla, embelesados en su admiración. De todo ello no pudimos darnos cuenta, por supuesto, si no después de habernos sorprendido mutuamente atrapados en la mirada por esa luz que se nos escapaba.
La tarde elemental, podríamos decir ahora, nos hacía partícipes del más evidente paso del tiempo. Pero no era que lo viéramos como quien está a la orilla de un río, observando cómo se comba el agua formando sus flujos. No, era más bien sentirnos adentrados en esas aguas luminosas y ser partículas participantes del flujo y no admiradores ajenos. Aportábamos así una consciencia sorprendida, feliz en el proceso. Sabedores, al fin de cuentas, de que ese fragmento de la eternidad era, al mismo tiempo, la eternidad misma.
0 notes
Text
Explicando lo que no quiere
/Explicación: primero la luz me sorprendió indefenso y mi reacción apenas se dio cuenta de ello/
¿Cómo es que me sorprendí a mí mismo en este estado? Hoy supe de estos momentos tan escasos en que la mirada dejó entrar enteramente a todo el paisaje frente a mí sin que yo tuviera ningún pensamiento en absoluto.
/Segundo: bueno, ya me enteré y respondo con la escritura, no puedo dejar que esto sea olvidado, pero la luz insiste en absorberme por los ojos/
Estoy escribiendo de manera callada, si así pudiera decirse, porque no quiero interrumpir este silencio para dejar entrar en mi mirada este paisaje y que mis ojos sean los protagonistas absolutos de este momento.
/Al final el análisis, (¡ay, el análisis!) termina venciendo a todo y lo arrincona posibilitándolo a un significado al que nunca quiso llegar/
El sol vespertino se encuentra frente a mí, me ha brindado la oportunidad de ver mejor este paisaje otrora plano. Diversas zonas de luz y sombra han recortado en capas a la tierra, múltiples cerros se acomodan en crestas al fondo. El más lejano se pierde en la bruma y el cercano nos muestra los detalles de sus árboles. Es difícil no optar por la palabra armonía para calificar este inconcebible momento luminoso.
/Y ahora tengo el descaro de creer que he mejorado todo/
9 notes
·
View notes
Text
El ropero como símbolo
Hay, en casa de mis padre, un ropero negro ya descarapelado que ha perdido un poco su solidez. Ahí mi madre guarda su ropa bien ordenada y una caja fuerte cuyos únicos objetos de valor no tienen un alto costo en pesos. Reliquias de su madre, fotos de su juventud, unas viejas monedas ya sin valor. Tal vez un par de rosarios que sólo ella sabe a quién pertenecieron.
El ropero en sí ya tiene un símbolo de lo perdido, el closet le ha ganado, al parecer, en definitiva su puesto más práctico en las casas. De modo que mirar ese ropero en casa de mis padres resulta como la materialización de lo que se va desgastando y que va, claro está, más allá de las maderas de ese viejo mueble ya pronto desechable. Es como si ahí mismo viéramos el descascararse de la propia casa, el inexorable paso del tiempo que todo lo va reduciendo a polvo. Gasto que también vemos en las grietas de las bardas y en las de la calle. Y de repente todo se vuelve viejo y desgastado: las lámparas que cuelgan de los postes, la iglesia que ha perdido sus cúpulas, y hasta el mismo árbol del interior del jardín va mostrando su vejez a pesar del verdor de sus hojas.
Y no pasa mucho tiempo para que sintamos el propio desgaste en nosotros y quienes nos rodean. Las familias que crecieron felices y que ahora, ya adultos nuestros amigos, también se van desgajando en problemas.
Yo mismo me miro en esos espejos y me siento agotadamente viejo.
1 note
·
View note
Text
Facilidad de la música
Otra canción llega a tus oídos. Otra canción que la evoca irremediablemente. Haz perdido la cuenta de cuántas canciones has dicho que son «la canción de nosotros». La gama es enorme, tienen rock en español, a Annie Lennox, música brasileña (que llegaron a bailar), los paisajes lacustres y matemáticos de Bach. Recuerdas también aquella noche que pasaron juntos (la primera) con el arrullo imposible de Janis Joplin. Está vivo su recuerdo (no de ella, de su amor mutuo) hasta en algunos sones de Mono Blanco. Por todos lados hay música y por todos lados surge la felicidad del tiempo compartido. Eso te lleva a asegurar algo, algo... pero no quieres reconocer qué.
0 notes
Text
Cartucho 1
Para Allan Guillermo
Dejarse golpear por la realidad (metafóricamente hablando, claro) es de cobardes. Quiero decir, esperar a que las situaciones que más agradan y nos hacen sentir felices, lleguen y se manifiesten ante nuestros ojos o nuestra piel, es cosa de perezosos y, concluimos, si dejas que así funcione la cosa, raras veces te vas a encontrar con la felicidad.
Por el contrario, hay que salir a buscar esos motivos. Agarrar el toro por los cuernos, como se dice vulgarmente. Abrir los sentidos conscientemente y busca, en lo que está al frente, los motivos que nos hacen felices. Pocas veces me he visto defraudado cuando procedo de esa manera. Total, la luz, el frío y mi disposición siempre estarán al alcance de mis ánimos.
___
¿Y qué decir de los árboles y los insectos voladores? Ante la distancia está mi mirada que resumirá las visiones. ¿Qué hay del tiempo de escritura y la consciencia de que un lector me espera? El tiempo es el viento perfecto que no existe y pasa entre nosotros. ¡Bendito aquel que lo reconforma!
___
Es que a veces las cosas son como un conejito. No lo veo, está escondido tras esos matorrales secos o en su madriguera. No puedo olerlo, pero sé que está ahí. He de armar alguna estrategia, erraré el camino 20 veces, pero he de encontrarlo. Ya lo veo saltando y huyendo delante de mí. Ya le percibo su corazoncito latiendo más rápido que sus patitas contra la tierra. Lo hallaré luego de buscarlo, me mire y siento su cuerpo entre mis manos y luego lo libere. Es que a veces hay que salir a buscar las cosas y encontrar nuestros propios conejitos huyendo y disponibles.
___
Y resultado
Cabalgar voluntariamente lo percibido. Hay una luz de atardecer que incide sobre una plantita solitaria, cabálgala. Hay música que no me significa nada sonando en la radio, la cabalgo. Hay un ruido de motor que pareciera distraerme sin conseguirlo, lo cabalgo.
Soy un jinete gracias a la mirada y la consciencia del frío sobre mi piel, las riendas son mi propio pensamiento que en realidad no dirigen nada. Las espuelas son mi consciencia apenas reconociendo la dirección que debe tomar todo este encabalgamiento.
Soy jinete, caballo y fuerza, el universo particular que se dice: ah, mira, soy eso y termino siendo.
5 notes
·
View notes
Text
Salvación
Jamás podrá, esa luz en lo verde de los árboles salvarme de mis problemas. Jamás la roca que piso, y de la que advierto también su participación en mi mundo, tendrá una ayuda minúscula para mí y mis problemas. ¿Ven aquella ave blanca que surca el cielo y desaparece? Ni por asomo vendrá a solucionar la situación ésta en la que me hundo. Así podría seguir mencionando al cielo, la noche, aquella piel, unos cuantos besos, mi capacidad de memoria, y seguir interminablemente. Ninguno de ellos, nadie, me servirá de soluciones. Y, sin embargo, los escribo.
10 notes
·
View notes
Text
Sueño de volar
A mi madre Ángela, quien también tenía alas
Todos queremos irnos de aquí (el "aquí" particular de cada uno). ¿Cuánto de huida tendrá el sueño ese de volar? Algunos lo querrán por disfrutar las vistas y la rapidez del viaje, pero ¿no será en el fondo un “irse de aquí”? Claro que damos por sentado que allá es mejor que aquí, aunque en realidad no tengamos prueba alguna y ni siquiera nos tomemos el tiempo de investigarlo, y en el fondo ni siquiera nos importe nadita cómo es allá. La cosa es irse ya de aquí.
El más satisfactorio y real "irse de aquí" es, para mí, la escritura. No es que busque la creación de paisajes para andar por ellos mientras escribo, es que me satisfago de ser otro mientras voy desarrollando mi escritura. Entonces, al ser otro, el lugar donde me encuentro se transforma, aunque siga siendo el mismo y ese, señores míos, es el mejor y definitivo de los viajes. Logro llegar allá que es dentro de mí mismo. ¡Y todo es tan bello en este vuelo!
1 note
·
View note
Text
Sueño con Borges
Este sueño lo tuve hoy momentos antes de despertar. Lo escribo para no olvidarlo, pero, sobre todo, para que alguno de ustedes, amigos cuentistas o novelistas, desarrollen una idea mejor hecha con esto.
Estaba Borges dentro de una oscura biblioteca (obviamente) y a su lado izquierdo, alejados a unos cuantos pasos, había una mujer y un joven que parecía ser mulato. El joven lanza una red, una telaraña extendida, hacia Borges. Éste la esquiva inclinándose hacia atrás y mirando cómo la red pasa muy cerca de sus narices. Hay cierta felicidad en él por haber evitado ese ataque. La telaraña alcanza a atorarse en todos sus puntos externos dentro de las paredes y pilares de la habitación esa donde está nuestro escritor. Por cierto, la construcción toda es de madera. La telaraña queda a tal inclinación que Jorge Luis puede verla como si fuera un restirador de un dibujante técnico, muy al alcance de sus manos. Los espacios vacíos entre los hilos de la telaraña son muy grandes, bien podría caber ahí la mano extendida de cualquier persona. Una cosa observa el argentino, esos espacios entre los hilos están cubiertos de una especie de ese jabón líquido que los niños soplan para dar forma a las pompas que vuelan nacaradas por los aires. En el resplandor delicado ese Borges advierte figuras que registran, móviles, la vida del joven que le lanzó ese extraño objeto. Dada la agresión que vimos al principio Jorge Luis (se advierte que no está ciego, obviamente) sabe que tiene que actuar en consecuencia. Saca un gran cuchillo y apunta sobre las figuras desplegadas con intención de reventar el delicado material. Sabe que, al provocar esa destrucción, dañará al joven enemigo. Por su parte éste avanzaba hacia Borges, pero al verlo hacer esa acción se ha detenido, aterrorizado. El joven le alcanza a decir algunas palabras apenas audibles que Borges entiende y detiene su ataque. Comprende que, en el despliegue ese de la telaraña, hay la posibilidad de una lectura infinita no sólo sobre la vida del joven, las lecturas abarcarían el mundo entero y guarda su cuchillo y se dedica mejor a la contemplación y la lectura.
Ese es mi sueño, se los regalo para que lo extiendan y lo mejoren.
1 note
·
View note
Text
La invención de la tarde
Tarde cuatro
Ven, toma mi mano y termina de subir el cerro. Mira hacia abajo y advierte las calles de la ciudad. Esas vías por las que caminamos tú y yo todas las tardes muestran la extensión de mi ciudad. Extranjera, he permitido tu circulación entre los caminos sólo en las horas vespertinas. Cuando te acompaño sientes mis manos claramente tocando tu piel a esas horas, es que son la luz vespertina con la que te acaricio, te cubro y te amo.
0 notes
Text
La invención de la tarde
Tarde tres
A Argelia
Dios me ha abandonado pues ahora no lo veo. Mi ventana sobre los techos de las casas me permite un inventario de lo que veo. La copa de los árboles, el taller de jabones de mi vecino, la cancha deportiva rebosando gritos, el patio de mi casa con mi madre lavando ropa. De repente la tarde comienza y comprendo al mirar de nuevo las cosas. El enorme árbol comienza a agitar sus hojas haciéndolas audibles a los oídos de mi madre quien voltea maravillada hacia el origen de ese dulce sonido. Un rayo de luz ilumina su rostro y ella cierra los ojos para dejarse sentir en el rostro el viento aquel que agitara al árbol. Esa imagen me basta para saber que dios ha vuelto con nosotros.
0 notes
Text
La invención de la tarde
Tarde dos
Lloro en mi cuarto solitario. El último amor me ha abandonado y ahora estoy solo nuevamente. Un vertical rayo vespertino encandila sorpresivamente mis ojos y voy a buscar su origen allá afuera en la calle. Encuentro todo iluminado de oro, y con el viento me decido caminar. Voy mirando el cielo y la luz que desciende. Comprendo con la mirada que no hay nada fuera de lugar, todo está dispuesto en un espacio preciso para que yo pueda avanzar entre su vacío intermedio. El jardín luminoso de todo este campo en la ciudad me recibe en su silencio y me habla y me acepta sin decir nada.
0 notes
Text
La invención de la tarde
Tarde uno
Hemos trabajado duro toda la mañana, el sudor y el cansancio se apoderó de nosotros durante el jornal del día. Apenas sí nos hemos mirado entre nosotros, lo que importaba era la terminación de la tarea. La comida comenzó el relajamiento de nuestros ánimos y hemos abandonado tenedores y platos luego de sentirnos satisfechos. Pronto los rayos del sol se han tornado amarillentos y diagonales. El mundo de siempre ahora nos parece extraño. Suavemente las imágenes entran en nuestros ojos y aceptamos todo con ternura. Pronto nos descubrimos viéndonos a los ojos y es natural comenzar las charlas. Contamos cualquier cosa y estamos atentos a lo que dice el otro. De repente ya nos estamos contando nuestros anhelos más profundos, nos damos cuenta de la coincidencia y ahí entre la amarilla tarde sabemos que estamos en la mejor hora del día.
7 notes
·
View notes
Text
La mensajera
Hoy caigo en cuenta. Escribo para ustedes, pero mis letras no llegarían a sus manos de no ser por la intermediación de la noche, que siempre espera afuera. Espera a que yo termine para llevar como correo postal estas letras como cartas a ustedes, destinatarios ciertos. Y es que la noche siempre espera en la calle, recargada sobre sí misma con impaciencia. Me parece hoy mismo escuchar sus chasquidos como apurándome a que termine. Así podrá ya repartir mi trabajo terminado rápidamente, pues siempre tiene prisa de que todos se enteren que he escrito a la luz de su sombra.
14 notes
·
View notes
Text
Construcción
Aquí me siento y me construyo, dueño absoluto del tiempo y creador de este espacio. Fluyen las palabras como en un previsible y desconocido mecano de figuras precisas. Se cumplen mis designios en este árbol simbólico de fonemas resucitados. Los supuestos límites demarcados de la hoja de papel miran hacia afuera generando en su finito un cosmos sintáctico de autoexistencia. Lo mejor es el ritmo que deliberadamente trata pasar desapercibido y es mediante este papel que esta construcción se solidifica mientras leo.
22 notes
·
View notes
Text
Desaparezca el frío
Ahora soy todo piel. El frío comienza a ascender con sus tabiques de temperatura baja. He quedado estático y dejo que el clima haga de las suyas en mi cuerpo. La atmósfera me oprime con su carácter de piscina: por doquier encuentro sus motivos húmedos. Ha sido tal la opresión del frío que comienzo a detectar mi último granito de calor dentro de mi pecho. No puedo permitir que continúe este descenso y me decido a escribir para sentir el fuego de mis letras.
23 notes
·
View notes
Text
Instrumental
Me gusta creerme un cirujano, diseccionar el cuerpo del lenguaje para luego irle conectando, reacomodando sus propias palabras dentro.
Me gusta imaginar que dibujo, como antes, animales, rostros, manos, y que estas letras son el resultado de ese juego.
Me gusta soñar que soy lo que ya nunca seré: un novelista que sabe contar historias, convertido en una ventana que permite la visión limpia del paisaje y los acontecimientos.
Cualquier cosa que sueñe, imagine o suponga, necesita de un instrumental básico, un lápiz, una libretita, y una historia. Pero los ánimos, ese principal herraje, nunca se han ido de mi lado.
2 notes
·
View notes
Text
Zum-zum
Un silencio largo interrumpido, una luz que desaparece sin formar sombra, un sonido tan redondo como absurdo, la colección final de mis palabras con las que te engaño, la incomprensión de un producto ilógico y sin aristas, la invención abstracta que logra satisfacciones incomprensibles luego de este zum-zum gratificante.
8 notes
·
View notes