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Capítulo 2 - Reflejo

Leavitt jamás fue un lugar tan cálido, siempre frío, siempre nublado y desesperante, usualmente fresco… pero hoy, precisamente hoy, la luz del tan añorado sol brillaba tan fuerte que no podía llevar mi armamento por más tiempo. Me lo quité de inmediato.

-Hey… ¿qué pasa? – me dijo el extraño - ¿por qué te quitas tu armamento? es importante.

-No puedo más con el clima, siento que caigo por falta de comida, no he dormido, esto pesa como nunca, estamos en medio de la nada y… y ¡ya me cansé! – mi voz se desquebrajó y las lágrimas iniciaron a gotear a través de mi rostro, la última semana no había sido la mejor y esto solamente era la gota que derramaba el vaso. Nunca había sido una persona que se quejaba y aguantaba cualquier adversidad. Los trenes varados sucedían todo el tiempo, pero nunca me había afectado tanto. -Lo siento- le dije.

Él movió la cabeza asintiendo una vez y se volteó para remover unas rocas que rodeaban el almacenamiento de emergencia del tren o lo que quedaba de eso.

-Una botella de agua y una lata de atún… que útil -dijo él de forma sarcástica- al menos nos dará energía para que logremos ubicarnos.

Asentí porque tenía razón, nos sentamos sobre unas ramas de lo que parecía ser un árbol seco e iniciamos a comer. Luego de unos largos minutos de silencio, él decidió hablar.

-¿Tu nombre? -me dijo con un tono algo rudo.

Lo volteé a ver y le respondí – Lanka.

-Interesante, yo soy Leonard, es impresionante conocer personas nuevas en estas circunstancias. -dijo él mucho más calmado.

-Mucho gusto. Hace tiempo que no hablaba con nadie.

-¿Familia?

Mi corazón se hizo pequeño en ese momento, mi familia, hace tiempo que no escuchaba la palabra. Creo que mi rostro se volvió más triste por lo que él decidió cambiar de tema repentinamente.

-Soy un escudero, regresaba a casa en el tren, cuando bueno, tu ya sabes lo que pasó.

En toda mi vida, yo jamás había visto un escudero, técnicamente es una persona perteneciente a la realeza, ellos no se transportaban en este tipo de trenes ni utilizaban ropa de exterminadores, por lo que quedé totalmente asombrada.

-¿Escudero? – respondí aún impactada

Asintió como si le hubiera preguntado algo raro o tal vez yo lo había visto de manera extraña. No lo sé.

Terminamos de comer lo poco que había, él se levantó y dijo que debíamos seguir caminando antes de que anocheciera, ya que, por las susodichas ratas, era la hora más peligrosa para estar afuera. Ellos podían estar fuera y ver en la oscuridad como si nada, pero la mañana los destruía. Mi arma era excelente, la había conseguido hace varios años y era casi lo único que utilizaba en las cazas… lo terrible era eso, las cazas de exterminación rompían mi corazón siempre. Intentaba ignorar ese hecho porque si me preocupaba cada vez que lo hacía todo simplemente sería peor.

Yo caminaba al lado de Leonard porque parecía que él sabía hacia dónde se dirigía, yo estaba cargando mi armamento y mi arma y él hacía lo mismo, eso hacía que el camino fuera mucho más cansado y tedioso. No le pregunté a dónde íbamos porque los escuderos siempre saben hacía dónde se dirigen, o eso era lo que me habían dicho.

Llegamos a un área un poco más verde, se podía oler el rastro de la lluvia en las hojas y la frescura del lugar se sentía fascinante, como si no perteneciera a este mundo.

-Bienvenida al bosque -dijo él sonriendo, era la primera vez que lo hacía y yo no entendía por qué – No te había querido molestar con esto, pero… me preocupa que las heridas en tu rostro puedan causarte más molestias ¿quieres verlas?

Hasta en ese momento caí en cuenta de que mi cara ardía y si rozaba mi mano sobre ella, se teñía de color rojo, por lo que le dije que me mostrara, no sabía cómo lo haría, pero luego de eso sacó un espejo de apariencia extraña, pero funcionaba normal. Extendió su mano mostrando mi reflejo y efectivamente, mi rostro estaba lleno de sangre seca y algunas heridas profundas que me asustaron porque realmente no dolían tanto como se veían.

Leonard sacó un paquete de gasas y vendaje, me lo dio y yo intenté limpiar lo más que podía, no tenía tantas opciones porque carecíamos de agua o alcohol.

Luego de unos minutos en los que él se veía incomodo, como si estuviera preguntándose si debía decirme algo o no, terminó su debate imaginario y se dirigió a mí con la pregunta más extraña:

-¿No lo ves? – me preguntó.

-¿Qué cosa? -le pregunté porque no sabía que pasaba, tal vez había hecho algo mal.

-Lanka… - se acercó al espejo y el reflejo mostraba cómo nuestros rostros eran extrañamente similares.

Me sorprendí. Ni siquiera lo había notado. Leonard era mi hermano.

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Capítulo 1 - Tren

Sus ojos pestañeaban de una manera pesada, era como si le cada vez que lo hacía, la energía de su cuerpo se agotara. Yo simplemente lo veía, ya llevaba desde hace tiempo sentado frente a mí en el tren, yo comprendo que ya era suficientemente tarde, probablemente había tenido un día más cansado que el mío. El frío de la noche estaba haciéndose presente y las personas bajaban poco a poco en sus respectivas estaciones, pero “él” seguía allí. Ni siquiera había movido su cabeza para dar una señal de interés indicando hacía donde se dirigía. A mí todavía me quedaba suficiente camino por recorrer, y el cansancio iniciaba a atormentar mi cabeza porque mis ojos se cerraban y yo los obligaba a permanecer abiertos.

Este tren jamás fue de mis favoritos: siempre había personas un tanto extrañas, vagabundos pidiendo dinero, los asientos normalmente estaban sucios y la luz titilante no alcanzaba a iluminar cada rincón; tenía todos los motivos para permanecer entre los de antigua generación y eso hacía que fuese mucho más barato. Mi trabajo como exterminadora nunca pagó lo suficiente para que yo viajara todos los días hacía mi hogar de la mejor manera, pero en este mundo hecho pedazos, al menos tenía un medio de transporte… en fin, yo creo que no tenía motivos para quejarme.

En la cabina no habían más de 5 personas, contándome a mí y al extraño quien seguía sentado sin cambiar de posición, le vi a los ojos y él respondió con su mirada deteniendo su patrón de pestañeos. Sus ojos eran verdes con un tanto de marrón, de piel media clara y cabello castaño, llevaba un equipamiento y una bufanda, probablemente también tenía la misma labor que yo, por lo que me atreví a hablarle.

-Ehem… hola? Llevas ya varias horas aquí, ¿sabes hacía dónde te diriges? - le pregunté.

-No has pasado tú el mismo tiempo que yo? – me respondió de manera un tanto molesta

-Sí, pero yo subo acá casi todos los días y nunca te vi. – respondí seria

Solamente soltó un suspiro y dejó de hablar por lo que decidí no molestarlo más, tal vez había tenido un día suficientemente cansado y yo interrumpiendo de esta manera.

De la misma forma, desde el momento en que las personas vivieron unas de las peores catástrofes radioactivas de la historia en Leavitt, solamente restaba frío e indiferencia ante cualquier situación. Las personas habían dejado de serlo para convertirse en individuos incapaces de comunicarse y empatizar con el que tenían enfrente. Yo ya había pasado el tiempo suficiente esforzándome por cambiar las cosas, pero eso a lo único que conllevó fue a nada, ¡en donde vivo ni siquiera es una casa, que digo, ni siquiera es una construcción! Supongo que es algo que tuve que improvisar para “protegerme”.

Como mencioné anteriormente tengo un trabajo, pero no lo es realmente. Es más como una obligación para obtener créditos suficientes para poder comer e ir de un lugar a otro. Lo que hay que hacer no es muy complicado, pero es cansado y peligroso ya que debo encontrar los “nidos de ratas” y acabar con ellas… el problema es que las ratas no son lo que piensan. Son seres extraños, humanos o animales mutados de tal forma que pueden causar daño.

El sueño me vencía. Cerré los ojos y me quedé escuchando el sonido chirriante del tren sobre las vías viejas.

De repente se detuvo y cuando desperté estaba en completa oscuridad. No podía moverme y mi corazón palpitaba demasiado rápido hasta que una voz me habló intentando calmarme. Me preguntaba si eso era un sueño o que era lo que pasaba, perdida en la confusión, mi mente se apagó y no supe que fue lo sucedido.

Mis ojos se abrieron lentamente y lo primero que pude ver en medio de la penumbra fue una luz tan tenue que solo alumbraba el rostro de el extraño sentado frente a mi.

-Has despertado ¿estás bien? El tren se ha estrellado en algo, creo que estamos varados, pero como ya sabrás es mejor no salir por la noche. Y… - dijo él de forma preocupada, yo no dejé que terminara lo que iba a decir porque vi hacia abajo.

-AAHHHHH ¿¡DÓNDE ESTÁ MI PIERNA!? -grité

-No lo sé, no lo sé, no se ve nada… -dijo él con angustia

-La necesito. Es todo lo que me queda. No me alcanzará para otra prótesis. -entré en pánico porque era lo que me quedaba, era mi armamento básicamente y sin ella me sentía insegura, vi el susto en sus ojos y me tranquilicé, tal vez estaba debajo de algún asiento y la encontraría la mañana siguiente.

-La encontraremos mañana. -dijo él – No te preocupes por ahora, puedes estar herida y no te has dado cuenta, es mejor no moverse.

Y efectivamente así fue, la luz de lo que quedaba de sol aparecía y el tren se iluminaba poco a poco revelando que mi pierna prostética estaba a unos cuantos metros de mi, pero yo estaba llena de moretones y el extraño ya estaba despierto excavando una salida.

Decidí ayudarle con la fuerza que me quedaba, las manos me sangraban y el estómago sonaba cada cinco segundos por el hambre, pero debía establecer mis prioridades en ese momento, por lo que después de lo que se sintieron como horas, logramos salir.

Y eso fue lo que inició nuestra aventura.