#( dialogue: yong sanjun )

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Sanjun está nervioso, se nota por como mira el suelo antes de ingresar a la cabaña principal, lugar que lo vio crecer hasta que deseó ser más independiente y mudarse un lugar cercano, esta vez solo. Es como si no platicasen en días cuando sabe que no es así, pues Junseong y él estuvieron juntos en el desayuno un momento, antes de iniciar con sus actividades y separarse, sin embargo a veces lo siente tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, dudando si es el hijo perfecto que el alfa esperaba. “¿Papá?” llama con suavidad a la vez que sus pasos resuenan por el lugar, manteniendo la flor que había recolectado exclusivamente para él tras su espalda, tenía pensando regalar otra cosa cuando Hanbin o algún psi le ayude con clases de costura.  “Traje algo… es para ti.” Sanjun no puede encontrar sus iris rojos con los del mayor, así que con cuidado extiende el girasol que sostenía en secreto, esperando que lo acepte.

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“Can you feel it kicking?” | @smileflowcr

Junseong  se  concentra,  sus  dos  manos  fácilmente  ocupando  toda  la  expansión  de  piel  ligeramente  hinchada  y  endurecida  donde  su  hijo  estaba  creciendo.  Frunce  el  ceño,  formando  un  pequeño  puchero  inconsciente  en  los  labios  de  muñeca  y  niega  con  la  cabeza.  -  —No,  ha  dejado  de  moverse.  Creo  que  me  detesta  —  -había  visto  cada  movimiento  en  el  vientre  de  Hanbin  y  su  curiosidad  le  hizo  preguntarle  si  podía  tocarlo  también,  fue  en  ese  momento  donde  Sanjun  dejó  de  moverse.  La  esencia  de  vino  especiado  se  nota  un  poco  frustrada,  también  entristecida  por  el  rechazo  del  cachorro.  -  —Sanjun,  es  papá.  Estabas  despierto  hace  unos  segundos,  no  puedes  irte  a  dormir  tan  pronto  —  -su  voz  siempre  ha  tenido  un  timbre  suave,  aletargado  en  ciertas  silabas  y  esta  vez  era  mucho  peor,  casi  pegándose  completamente  al  mayor  en  búsqueda  de  la  reacción  esperada.  Sus  pulgares  acarician  la  piel,  tal  vez  con  el  contacto  el  pequeño  lo  buscase. 

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El joven lobo regresó hace no mucho de una exploración y cacería, trayendo consigo pequeños animales a la manada, sabiendo que hay quienes esperan mucho de él siendo el hijo mayor del alfa. A veces se agobia, encontrando algo de paz cuando su hermana y él juegan, o cuando Hanbin decide llevarlo a un campo de flores donde pueda dormir rodeado de ellas, apoyado en el regazo del mayor. Pero ahora ambos estaban ocupados, así que Sanjun debe buscar consuelo por su cuenta en otra actividad, sentado bajo un enorme árbol mientras sus manos moviéndose en torno una piel de zorro que quería dar forma de chaleco, un objeto que le gustaría regalar a cierto lobo algún día… si su padre lo permite. Gruñe por lo bajo cuando las puntadas no le quedan bien, rompiendo el hilo e iniciando de nuevo, la esencia a tulipán roja tornándose un poco amarga por la frustración. “Supongo que no sirvo para esto…” murmura, inclinando la cabeza hacia atrás hasta que choca con la madera, perdiéndose en cómo las hojas comienzan a brotar nuevamente.

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Yong Sanjun, 20 años, 12/02/2004, acuario. Príncipe del Cinabrio y Cuarzo Rosado.

Es omega, su esencia es a tulipán rojo y durazno.

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Sanjun, ¿Cuál sería tu cita ideal con Yeongji?

"¿Cita?" la diestra se dirige a los cabellos propios, nervioso. Los momentos que ambos príncipes han compartido desde la infancia son en sus hogares tras visitas o en las fiestas celebradas en el Reino del Zafiro. Aún así, pensar en un momento íntimo y planeado, donde solo puedan ser un par de jóvenes enamorados hace que su rostro enrojezca. "No conozco mucho sobre el mundo, Yeongji debe saber de lindos lugares para visitar." pero no sabía cómo preguntarle sin perder la calma y que su lobo interior se lance a esos brazos que tanto adora. "Y si tengo que elegir... que sea alejado de la sociedad, donde pueda decir lo mucho que me gusta sin sentir culpa." la figura de su padre alfa está presente y él, como príncipe del Cinabrio e hijo mayor, siente una enorme responsabilidad de cumplir las expectativas que este tiene.

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Oír las aventuras del mayor le ayuda a visualizar el mundo exterior, el mismo que no suele explorar porque, a diferencia Yeongji, es un omega que ha sido sobreprotegido desde pequeño y más cuando se presentó como tal. A veces olvida que es el siguiente en gobernar, creyendo que su padre preferiría a una alfa como Jimin y aunque Hanbin intente aliviar la inseguridad, esta regresaba cuando les veía interactuar. “Le preguntaré cuándo tiene que viajar para acompañarlo, en caso que diga que no te informaré por alguna carta y que preguntes a los ciudadanos por mí.” Ellos no eran como sus padres de jóvenes, creciendo en una época de paz o donde los conflictos ya no era tan recurrentes, así que es normal que quieran entender las preocupaciones de su gente. ¿Él llegaría a ser un rey gentil como su padre omega pero fuerte como su padre alfa? No le gusta pensar en eso cuando está acompañado pero como siempre, Yeongji tiene la habilidad mágica de sacarlo de sus dudas con gestos tan sencillos como un sonido divertido o el contacto entre ambos. “Vuelve a decir que es aburrido y serás la cena de la pantera, lobo travieso.” Intenta parecer amenazante cuando su rostro es más estrujable al reír como ahora por la mordida. “Jisan suena adorable, si alguien pregunta diré que es nuestro hijo.” Busca nuevamente un roce, ahora es la zurda que busca las el rostro ajeno, acariciándolo como si fuese la flor más delicada y especial de todas. “Así que debes tomar responsabilidad y visitarnos más seguido.”

Estaba  en  su  sangre  la  aventura,  Yeongji  creía  que  no  podría  ser  un  rey  como  tal  si  alguna  vez  se  le  pedía  quedarse  presente  en  el  reino  o  bien,  se  casaba  con  un  omega  que  fuese  un  príncipe  también.  No  aspiraba  a  esas  cosas,  por  ello  atribuye  la  sensación  de  incomodidad  en  su  estomago  cuando  piensa  en  un  omega  sin  rostro,  siendo  su  esposa  o  esposo.  -  —Fue  una  misión  de  reconocimiento  también,  pude  ver  a  la  cara  a  nuestra  gente,  conocer  sus  inquietudes,  hablar  con  ellos  sobre  como  mejorar  las  cosas.  Debería  venir  un  día  Sanjun,  conocer  a  la  gente  que  vas  a  gobernar  te  ayudará  a  no  cometer  errores  —  -había  gente  inconforme  con  un  emperador,  con  alguien  sumamente  poderoso  y  sanguinaria  como  fue  Junseong  y  claro,  su  propio  padre.  Yeongji  quería  cambiar  esa  visión  que  tenía  el  pueblo,  hacerles  ver  que  eran  diferentes.  -  —Me  alegro  de  que  te  haya  gustado,  ponlo  en  tu  habitación  donde  golpea  el  sol  todas  las  mañanas  y  verás  como  florecerá  —  -recibe  su  beso  y  es  el  mejor  regalo  que  podría  darle,  su  esencia  golpea  su  nariz  y  tiene  que  soltar  un  pequeño  gruñido  en  forma  de  suspiro,  apoyando  la  mejilla  sobre  el  hombro  del  otro  y  observar  la  planta.  -  —¿Qué  clase  de  nombre  aburrido  es  Mini  Yeongji?  —  -  no  puede  evitar  reírse,  mordiendo  el  hombro  del  omega  suavemente  para  alejarse  muy  ligeramente,  acariciando  cuidadosamente  las  espinas  con  una  de  sus  manos.  -  —¿Qué  tal  JiSan?  Es  la  combinación  de  nuestros  nombres.

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El corazón de Sanjun se llena de una suave felicidad al notar cómo su pequeño presente y consejo del omega de ojos rosados logra calmar sus propios nervios y aliviar el ambiente entre ambos. Ha dedicado horas a aprender sobre cada planta en la tierra, confundiéndolas en una que otra ocasión, creyendo que eso podría acercarlo al alfa al igual que Hanbin logró hacerlo hace años. “No vengo a pedir algo, lo prometo…” Aquella caricia le ayuda en brindarle valentía para expresar todo lo que pasaba por su mente, palabras que había repetido más de una vez en el trayecto a la cabeza, dándose cuenta lo mucho que había extrañado un momento a solas y donde no necesite sujetar la mano de Jimin o Hanbin para hablar. El comentario sobre el pasado le hace pensar algunas travesuras que cometió junto a su hermana, ganándose una charla sobre lo mal que estaba romper algunas cosas pero siempre con un tono calmado, evitar así que se sienta como un cruel regaño y recibiendo sonrisas de los lobos. “Sé que estás ocupado y debes ayudar, appa—appa dice que siempre haces lo mejor para nosotros.” Y lo ha visto, ha notado cómo todos le tienen en alta estima no solo por ser el líder, sino porque se preocupa por el bienestar de cada uno. Sanjun solía soñar en convertirse alguien fuerte y sin miedo, capaz de hacer frente a cualquier amenaza y proteger a sus seres queridos como el otro lo había y seguía haciendo, aunque todo terminó en una ilusión cayendo en el olvido cuando se presentó como omega en lugar de alfa. “Así que quise traerla para—expresar un poco mis sentimientos hacia ti…” le sería bastante fácil decirlo con palabras al ser alguien sensible desde que tiene memoria, la misma que conserva recuerdos donde su pecho dolía ante la preferencia por su hermana menor. Sanjun aprieta sus manos en torno a su abrigo, alzando un poco la voz. “Quería saber si podía ayudar en algo, ya sabes, pasar tiempo juntos… pero entiendo si hay cosas más importantes en tu lista.”

La  mención  del  omega  mayor  le  hace  formar  una  sonrisa  natural  y  relajada  en  su  faz,  que  aunque  no  parecía  notarse  mucho,  su  esencia  dejaba  entrever  todo  el  amor  y  la  satisfacción  que  la  sola  mención  de  su  esposo  lograba  traerle  a  su  vida.  -  —Y  nadie  conoce  sobre  flores  más  que  tu  padre  —  -pero  seguía  siendo  un  obsequio  curioso  teniendo  en  cuenta  que  no  había  hecho  nada  recientemente  que  pudiese  ser  galardonado  con  la  insignia  de  admiración.  Junseong  baja  su  caricia  del  cabello  hasta  el  costado  del  rostro,  descendiendo  hasta  que  su  mano  acaricia  debajo  de  la  barbilla  del  omega  menor  como  cuando  era  cachorro  y  estaba  en  su  forma  bestial,  levantando  el  hocico  del  canido  y  presionaba  su  hocico  entre  la  palma.  Quería  que  levantara  la  cabeza,  que  luciera  orgulloso  y  gallardo,  y  no  tímido  y  retraído.  -  —Aunque  aun  me  cuestiono  a  que  debo  el  obsequio  tan  repentino,  ¿qué  es  lo  que  vas  a  pedirme?  —  -pregunta  a  forma  de  broma,  soltándolo  solo  para  dirigirse  a  los  gabinetes  de  la  pequeña  cocina  para  buscar  algún  florero  donde  colocar  el  girasol  que  el  menor  le  dio.  Lo  llena  de  agua,  colocando  la  flor  dentro  y  es  cuando  vuelve  a  elevar  los  ojos  rojizos  hasta  el  muchacho,  alzando  una  ceja  en  forma  de  cuestión.  -  —¿Qué  sucede,  Sanjun?  No  es  que  no  aprecie  tus  obsequios,  pero  debo  recordarte  que  tu  y  Jimin  a  veces  me  regalaban  algo  para  compensar  que  rompieron  otra  cosa.  No  le  dirá  a  tu  padre  si  es  algo  importante,  pero  tienen  que  repararlo  si  fue  así… 

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Los iris escarlata se iluminan cuando el otro responde positivamente a su pregunta, quizás podría enseñarle o mejorar su escaza habilidad para remendar objeto, así como también se fija en la reacción a la prenda, si le gusta la forma o pelaje que utilizó. “Se me da bien cazar y recolectar flores o frutas… pero coser es mi peor pesadilla.” Dice con una voz algo entristecida, pensando en lo gracioso que debe ser para los demás que un omega no pueda hacer cosas más hogareñas. Sabe que puede pedir tanta ayuda como quisiera, nadie se atrevería a negarle algo al hijo mayor del alfa, pero quiere aprender a ser más independiente y conseguir un bonito presente que dar a futuro. Sanjun recuesta la cabeza en el hombro del otro, pasando los dedos por pequeñas figuras que hizo en la zona de la espalda. “Es algo especial, no puedo dejárselo a un adulto.” La voz del omega suena suave, casi como si estuviera hablando consigo mismo, sintiendo las mejillas sonrojarse un poco quizás por la cercanía que tango le gusta o como que sigue pensando en que le gustaría ver al otro usándola. “Además no quiero molestar, mis padres tienen muchos deberes con la manada.”

Yeongji  ni  se  inmuta  ante  el  golpe,  sintiéndolo  más  como  una  caricia  en  la  frente  que  como  una  acción  para  agravarlo.  El  mayor  se  enfoca  en  lo  que  le  muestra,  un  trozo  de  cuero  con  piel  de  zorro  que  parecía  estar  ya  trabajada  lo  suficiente  para  convertirla  en  alguna  prenda,  tomándola  entre  sus  manos  y  analizándola  para  observar  las  marcas  de  claras  puntadas  de  aguja  e  hilo.  -  —Un  poco,  no  soy  muy  habilidoso  como  otros  lobos  que  se  dedican  a  remendar  juguetes  o  hacernos  la  ropa,  pero  mamá  me  enseñó  al  menos  a  remendar  mis  prendas  —  -comenta,  devolviendo  la  piel  hasta  el  dueño  y  buscando  el  hilo  y  la  aguja  para  volver  a  comenzar  el  trabajo.  -  —Me  sorprende  más  que  tu  no  sepas  hacerlo,  sé  que  eres  lo  más  parecido  a  un  príncipe  en  la  manada,  así  que  tienes  a  todo  el  mundo  dispuesto  a  servirte  —  -bromea,  dándole  un  ligero  golpe  con  el  hombro.  No  era  una  mentira,  Sanjun  era  muy  amado  por  su  personalidad  sensible  y  caritativa,  siempre  queriendo  ayudar  a  los  demás  y  demostrando  que  entre  todos  los  omegas,  nadie  podía  encajar  más  en  la  descripción  de  diccionario  de  uno. 

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La  mención  del  omega  mayor  le  hace  formar  una  sonrisa  natural  y  relajada  en  su  faz,  que  aunque  no  parecía  notarse  mucho,  su  esencia  dejaba  entrever  todo  el  amor  y  la  satisfacción  que  la  sola  mención  de  su  esposo  lograba  traerle  a  su  vida.  -  —Y  nadie  conoce  sobre  flores  más  que  tu  padre  —  -pero  seguía  siendo  un  obsequio  curioso  teniendo  en  cuenta  que  no  había  hecho  nada  recientemente  que  pudiese  ser  galardonado  con  la  insignia  de  admiración.  Junseong  baja  su  caricia  del  cabello  hasta  el  costado  del  rostro,  descendiendo  hasta  que  su  mano  acaricia  debajo  de  la  barbilla  del  omega  menor  como  cuando  era  cachorro  y  estaba  en  su  forma  bestial,  levantando  el  hocico  del  canido  y  presionaba  su  hocico  entre  la  palma.  Quería  que  levantara  la  cabeza,  que  luciera  orgulloso  y  gallardo,  y  no  tímido  y  retraído.  -  —Aunque  aun  me  cuestiono  a  que  debo  el  obsequio  tan  repentino,  ¿qué  es  lo  que  vas  a  pedirme?  —  -pregunta  a  forma  de  broma,  soltándolo  solo  para  dirigirse  a  los  gabinetes  de  la  pequeña  cocina  para  buscar  algún  florero  donde  colocar  el  girasol  que  el  menor  le  dio.  Lo  llena  de  agua,  colocando  la  flor  dentro  y  es  cuando  vuelve  a  elevar  los  ojos  rojizos  hasta  el  muchacho,  alzando  una  ceja  en  forma  de  cuestión.  -  —¿Qué  sucede,  Sanjun?  No  es  que  no  aprecie  tus  obsequios,  pero  debo  recordarte  que  tu  y  Jimin  a  veces  me  regalaban  algo  para  compensar  que  rompieron  otra  cosa.  No  le  dirá  a  tu  padre  si  es  algo  importante,  pero  tienen  que  repararlo  si  fue  así… 

Podía dejar el girasol sobre la mesa e irse antes que el otro contestase su llamado, huir a su hogar y esconderse bajo las cobijas, desahogarse por horas antes de comer, fingiendo que todo estaba bien bajo una sonrisa. Sentirse inferior y un poco inútil ya era algo normal, su corazón dolía de tantas puntadas cuando notaba el trato de su padre a Jimin, preguntándose qué podía hacer para sorprenderlo, recibir un pequeño halago o unas palabras de amor. Su padre omega comprendía cómo se sentía, intentarlo consolarlo durante el día, era quien mejor conocía al alfa y por ende, Sanjun confiaba en que existían razones por la cual el más alto era tan distante a veces. Tal vez las cosas serían diferentes si él no fuese el primer hijo o quizás no existiera en lo absoluto. “Appa dijo que los girasoles significaban alegría, amor y… admiración.” Y nadie sabía mejor de la flora que Hanbin. Las mejillas del omega enrojecen a pesar que está acostumbrado que su cabello sea acariciado, pero lo que hacía diferente esta ocasión es Junseong quién lo mima, dejando salir un poco de su esencia a tulipán. “Pero si hay otra flor que te guste… puedo conseguirla.” Dice con timidez, alzando un poco la vista, esperanzado que este momento pueda unirlos o recuperar el bonito vínculo que solían tener a pesar que ya no es el mismo cachorro que solía colgarse de su espalda y seguirlo para todos lados, escondiéndose detrás suyo cuando otro lobo intentaba saludarlo y buscando su esencia que le hacía sentirse seguro y tener dulces sueños. “O si prefieres otra cosa, también puedo conseguirlo.” Cazar animales grandes puede ser una tarea difícil para él, acostumbrado a conseguir presas pequeñas, mas siempre ha estado dispuesto hacer todo lo posible por complacerlo, sin importarle que sus esfuerzos parezcan no sean suficientes.

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Sanjun no logra reaccionar a tiempo, fueron las últimas palabras las que lograron regresarlo a tierra justo para dar un pequeño brinco ante el contacto, llevando una mano sobre su corazón por el susto. “¡Ah, Yeongji!” exclama un poco alterado y con el rostro sonrojado, aunque no tarda en acompañarle con una risa de regreso y golpeándolo suavemente en la frente. Ha presenciado por años y en silencio cómo el mayor intentó unirse a otros, sintiendo un dolor en el pecho al desear ser uno de ellos, sin embargo lograba ocultar la tristeza con una sonrisa en cada charla, después de todo seguía siendo su mejor amigo y a quién más adora. “No es nada, solo intentaba hacer esto…” agrega, señalando la piel que parece más un desastre a una prenda. No estaba siendo del todo sincero, pues su mayor preocupación tenía relación con el alfa de la manada y lo insignificante que se sentía, mas no desea amargar al otro con sus miedos, al menos no cuando lo tiene solo para él. Si fuese como Yeongji de seguro su padre le miraría con orgullo, aunque eso también signifique que no podría intentar un cortejo. El omega mueve instintivamente su cuerpo hacia el otro, buscando su calor. “¿Sabes coser?” pregunta, acercando el objeto hacia él.

Su  actividad  favorita  luego  de  hacer  los  rondines  de  prueba  con  el  alfa  de  la  manada,  su  padre  el  beta  y  sus  contrincantes  para  el  futuro  puesto  de  alfa,  era  poder  hablar  de  todas  sus  vivencias  con  Sanjun.  Los  dos  no  podían  evitar  orbitar  alrededor  del  otro,  inclusive  cuando  Yeongji  ha  salido  con  otros  omegas,  he  besado  a  estos  bajo  la  luna  y  se  han  prometido  tal  vez  intentar  un  cortejo  solo  para  que  el  casanova  alfa  decida  dar  un  paso  atrás  y  evitar  que  las  cosas  se  escalasen  a  más,  o  romper  genuinamente  un  corazón.  Su  lobo  y  su  corazón  habían  elegido  un  solo  camino  hace  algunos  años,  aquel  que  persigue  oliendo  el  ambiente  y  detectando  la  amargura  de  aquel�� tulipán  rojo  solo  para  hacerle  fruncir  el  ceño  ligeramente.  -  —Si  estas  tan  distraído,  cualquiera  podría  morderte  la  cola  si  estuvieses  en  forma  bestial  —  -para  enfatizar  su  comentario,  Yeongji  prácticamente  salta  sobre  el  otro  y  jala  ligeramente  una  de  las  piernas  más  cercanas,  riéndose  por  el  gesto  juguetón  entre  los  dos  antes  de  sentarse  al  costado  del  omega.  -  —¿Qué  sucede?  Te  noto  pensativo. 

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Podía dejar el girasol sobre la mesa e irse antes que el otro contestase su llamado, huir a su hogar y esconderse bajo las cobijas, desahogarse por horas antes de comer, fingiendo que todo estaba bien bajo una sonrisa. Sentirse inferior y un poco inútil ya era algo normal, su corazón dolía de tantas puntadas cuando notaba el trato de su padre a Jimin, preguntándose qué podía hacer para sorprenderlo, recibir un pequeño halago o unas palabras de amor. Su padre omega comprendía cómo se sentía, intentarlo consolarlo durante el día, era quien mejor conocía al alfa y por ende, Sanjun confiaba en que existían razones por la cual el más alto era tan distante a veces. Tal vez las cosas serían diferentes si él no fuese el primer hijo o quizás no existiera en lo absoluto. “Appa dijo que los girasoles significaban alegría, amor y… admiración.” Y nadie sabía mejor de la flora que Hanbin. Las mejillas del omega enrojecen a pesar que está acostumbrado que su cabello sea acariciado, pero lo que hacía diferente esta ocasión es Junseong quién lo mima, dejando salir un poco de su esencia a tulipán. “Pero si hay otra flor que te guste… puedo conseguirla.” Dice con timidez, alzando un poco la vista, esperanzado que este momento pueda unirlos o recuperar el bonito vínculo que solían tener a pesar que ya no es el mismo cachorro que solía colgarse de su espalda y seguirlo para todos lados, escondiéndose detrás suyo cuando otro lobo intentaba saludarlo y buscando su esencia que le hacía sentirse seguro y tener dulces sueños. “O si prefieres otra cosa, también puedo conseguirlo.” Cazar animales grandes puede ser una tarea difícil para él, acostumbrado a conseguir presas pequeñas, mas siempre ha estado dispuesto hacer todo lo posible por complacerlo, sin importarle que sus esfuerzos parezcan no sean suficientes.

Junseong  siempre  tuvo  una  mala  relación  con  su  padre,  tan  mala  hasta  el  punto  de  que  tuvo  que  derrocarlo  en  una  pelea  para  poderse  liberar  de  sus  garras  y  conseguir  la  libertad  y  el  poder  sobre  una  manada  que  él  creía,  lo  merecía  mucho  más  que  el  viejo  lobo  demencial  que  lo  trajo  al  mundo.  Por  ende,  cuando  tuvo  su  primer  cachorro,  Junseong  sufrió  del  miedo  de  convertirse  en  la  misma  figura  autoritaria,  distante  y  frívola  que  él  tuvo.  Cuando  Sanjun  estaba  en  el  vientre  no  era  complejo  ser  amoroso,  las  cosas  comenzaron  a  cambiar  cuando  el  niño  crecía  y  él  se  sentía  imposibilitado  a  veces  de  abrazarlo,  besarlo  o  decirle  lo  orgulloso  que  estaba  de  él.  Sanjun  creció  solo  para  convertirse  en  un  omega,  que  colocó  la  cereza  sobre  el  pastel,  no  porque  fuese  un  sexista  y  no  le  gustasen  los  omegas,  pero  quería  decir  que  su  hijo,  su  primogénito  y  quien  debería  llevar  la  corona  ahora,  era  mucho  más  débil  que  sus  pares.  A  veces  se  regañaba  a  si  mismo  por  ese  pensamiento  tan  arcaico  y  desagradable,  cuando  deseaba  tener  un  hijo  más  parecido  a  Yeongji  o  la  mismísima  Jimin,  comparando  a  sus  dos  cachorros  como  un  bastardo  infeliz,  viéndose  al  espejo  justo  como  veía  a  su  padre  en  aquel  entonces.  -  —¿Hm?  No  te  escuche  llegar  —  -aquello  hablaba  de  lo  disociado  que  estaba,  porque  no  había  percibido  su  presencia,  ni  su  esencia,  ni  escuchado  sus  pasos.  Deja  la  piel  de  coyote  en  la  que  estaba  trabajando,  prestándole  atención  y  moviendo  su  cuerpo  en  dirección  al  muchacho,  observando  la  bonita  flor  que  le  era  obsequiada  y  no  puede  evitar  reírse  ligeramente  mientras  la  tomaba  en  las  ásperas  manos.  -  —¿Estas  cortejándome?  —  -pregunta  a  broma,  alzando  la  zurda  que  se  mantenía  libre  para  colocarla  sobre  la  cabeza  del  muchacho,  palmeándola  con  cariño.

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Junseong  siempre  tuvo  una  mala  relación  con  su  padre,  tan  mala  hasta  el  punto  de  que  tuvo  que  derrocarlo  en  una  pelea  para  poderse  liberar  de  sus  garras  y  conseguir  la  libertad  y  el  poder  sobre  una  manada  que  él  creía,  lo  merecía  mucho  más  que  el  viejo  lobo  demencial  que  lo  trajo  al  mundo.  Por  ende,  cuando  tuvo  su  primer  cachorro,  Junseong  sufrió  del  miedo  de  convertirse  en  la  misma  figura  autoritaria,  distante  y  frívola  que  él  tuvo.  Cuando  Sanjun  estaba  en  el  vientre  no  era  complejo  ser  amoroso,  las  cosas  comenzaron  a  cambiar  cuando  el  niño  crecía  y  él  se  sentía  imposibilitado  a  veces  de  abrazarlo,  besarlo  o  decirle  lo  orgulloso  que  estaba  de  él.  Sanjun  creció  solo  para  convertirse  en  un  omega,  que  colocó  la  cereza  sobre  el  pastel,  no  porque  fuese  un  sexista  y  no  le  gustasen  los  omegas,  pero  quería  decir  que  su  hijo,  su  primogénito  y  quien  debería  llevar  la  corona  ahora,  era  mucho  más  débil  que  sus  pares.  A  veces  se  regañaba  a  si  mismo  por  ese  pensamiento  tan  arcaico  y  desagradable,  cuando  deseaba  tener  un  hijo  más  parecido  a  Yeongji  o  la  mismísima  Jimin,  comparando  a  sus  dos  cachorros  como  un  bastardo  infeliz,  viéndose  al  espejo  justo  como  veía  a  su  padre  en  aquel  entonces.  -  —¿Hm?  No  te  escuche  llegar  —  -aquello  hablaba  de  lo  disociado  que  estaba,  porque  no  había  percibido  su  presencia,  ni  su  esencia,  ni  escuchado  sus  pasos.  Deja  la  piel  de  coyote  en  la  que  estaba  trabajando,  prestándole  atención  y  moviendo  su  cuerpo  en  dirección  al  muchacho,  observando  la  bonita  flor  que  le  era  obsequiada  y  no  puede  evitar  reírse  ligeramente  mientras  la  tomaba  en  las  ásperas  manos.  -  —¿Estas  cortejándome?  —  -pregunta  a  broma,  alzando  la  zurda  que  se  mantenía  libre  para  colocarla  sobre  la  cabeza  del  muchacho,  palmeándola  con  cariño.

Sanjun está nervioso, se nota por como mira el suelo antes de ingresar a la cabaña principal, lugar que lo vio crecer hasta que deseó ser más independiente y mudarse un lugar cercano, esta vez solo. Es como si no platicasen en días cuando sabe que no es así, pues Junseong y él estuvieron juntos en el desayuno un momento, antes de iniciar con sus actividades y separarse, sin embargo a veces lo siente tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, dudando si es el hijo perfecto que el alfa esperaba. “¿Papá?” llama con suavidad a la vez que sus pasos resuenan por el lugar, manteniendo la flor que había recolectado exclusivamente para él tras su espalda, tenía pensando regalar otra cosa cuando Hanbin o algún psi le ayude con clases de costura.  “Traje algo… es para ti.” Sanjun no puede encontrar sus iris rojos con los del mayor, así que con cuidado extiende el girasol que sostenía en secreto, esperando que lo acepte.

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Está acostumbrado a ser rodeado por el aroma de quien posee el título de ‘mejor amigo’ y la suya a tulipán rojo aparece con timidez cuando ambos cuerpos se rozan levemente. Yeongji era distinto a él, un príncipe extrovertido que lograba hacer amigos a donde sea y con nuevas historias que contar en cada reencuentro, por otro lado Sanjun solo podía presentarle la nueva flora que ha cuidado con esmero o alguna anécdota divertida junto a su Jimin, así que no es sorpresa que sus orbes rojos brillen ante las palabras. “Oí a mi padre hablar sobre eso, una parte de mi sospechaba que te uniste a la misión.” Lo raro es que Myeongji no le acompañase sabiendo que son inseparables. La atención ahora se posa sobre el presente mencionado, sujetando la caja con cuidado de no dejarla caer, apreciando la hermosa planta  y las espinas que quiere tocar. “Papá me ha hablado de cactus.” Pero jamás ha crecido uno, prefiriendo un jardín más colorido y donde los felinos no puedan lastimarse por sentir curiosidad. “Es adorable, muchas gracias Yeongji.” Sonríe de oreja a oreja y pronto el rostro se colorea cuando las miradas se cruzan y se apresura para dejar un tímido beso sobre la mejilla ajena. No tiene ahora un regalo para él, pero se asegurará de conseguir algo para la próxima reunión. “Puedo ayudarlo a crecer con mi poder, me gustaría tenerlo en mi habitación o llevarlo por el castillo, también debo colocarle un nombre… ¿Tienes una sugerencia? O le pondré Mini Yeongji.”

Yeongji  como  la  amenaza  que  suele  ser  a  veces,  solo  se  ríe  de  forma  divertida  y  denotando  que  efectivamente  su  objetivo  siempre  fue  provocarle  un  pequeño  infarto.  Cuando  está  satisfecho  con  dejar  su  esencia  en  el  cabello  del  omega,  es  que  sale  de  entre  los  arbustos  con  un  salto,  se  limpia  algunas  hojitas  que  se  pegaron  y  sin  más,  se  tumba  al  costado  del  otro.  Sus  rodillas  están  juntas,  al  igual  que  sus  muslos,  mientras  sus  manos  se  posan  en  el  pasto  debajo  de  ellos  y  Yeongji  deja  caer  un  poco  su  peso  hacia  atrás,  sosteniéndose  a  si  mismo,  su  hombro  rozando  el  contrario.  -  —Estuve  con  papá,  visitamos  las  colonias  de  la  Aventurina  Negra  para  levantar  censo  de  información,  fuimos  a  algunas  de  tu  padre  —  -por  eso  estaba  de  regreso,  Youngdae  al  parecer  ni  siendo  un  rey,  podía  dejar  de  moverse  como  un  general  para  Junseong.  Supone  que  viejos  hábitos,  no  mueren  tan  fácil.  -  —Te  traje  algo  —  -dice,  rebuscando  ahora  en  un  bolso  que  traía  una  pequeña  cajita  de  madera  que,  al  abrirla,  albergaba  un  cactus  pequeño  al  cual  le  brotaron  varias  flores  rosadas,  pequeñas  y  que  lo  hacen  lucir  adorable.  -  —La  persona  que  me  lo  vendió,  dijo  que  es  un  cactus.  No  requiere  mucha  agua,  pero  si  recibe  la  cantidad  de  sol  correcta  puede  dar  flores.

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A pesar que Sanjun no tenía un poder similar a su padre omega, desde que tiene memoria ha sido educado entre cientos de flores, aprendiendo sus nombres y cómo cuidarlas, pasando horas en el bello jardín cuando Hanbin sale con su hermana menor, como hoy. Los felinos lo reconocen apenas pone un pie dentro, rodeándolo en busca de mimos y algunos permanecen cerca del príncipe mientras riega las pequeñas, haciendo uso de su habilidad de controlar la temperatura para volverla más cálida y que, así, brotasen dientes de león que plató semanas atrás. Pero un sonido cercano lo sobresalta, una voz que podía reconocer en cualquier lugar del mundo y que causa en él un suave tinte en sus mejillas. “Casi detienes mi corazón, Yeongji.” Exclama, disfrutando la forma que lo acaricia como si fuese un gatito pequeño, sus ojos cerrándose por un instante. “¿Qué tal todo por tu reino? ¿O fuiste de aventura con el tío Seoja?” la diestra da suaves golpes en el suelo, invitándolo tomar asiento a su lado. A diferencia de su mejor amigo, joven dragón de Cinabrio no sale de casa, siendo una excepción las fiestas organizadas por otros reinos aliados y donde asiste como futuro monarca.

El  reino  del  cinabrio  no  había  cambiado  mucho  desde  la  ultima  vez  que  lo  visitó,  hace  tal  vez  cinco  o  seis  meses  ya.  Su  padre  había  vuelto  para  traerle  noticias  al  emperador  y  él  sin  tener  mucho  que  hacer  o  decir,  sabía  exactamente  a  donde  moverse  para  saludar  a  su  mejor  amigo.  Los  pasillos  son  calurosos  y  eternos,  pero  prontamente  detecta  el  aroma  a  tulipanes  y  duraznos  sobresaliendo  de  entre  todas  las  demás  flores  del  jardín  del  edén.  El  ambiente  es  más  fresco  una  vez  ingresa  en  la  cúpula,  una  de  las  panteras  negras  le  saluda  bostezando  y  enseñando  los  colmillos,  pero  Yeongji  sabe  que  no  tiene  mucho  tiempo  antes  de  ser  detectado  por  su  esencia  por  lo  que  sin  preámbulo  se  escabulle,  disminuye  su  aroma  y  cuando  menos  lo  espera,  silva  de  forma  estruendosa  para  llamar  la  atención  del  menor  entre  los  arbustos.  -  —¡Sorpresa!  —  -dice,  con  una  sonrisa  en  su  faz  y  una  mano  cayendo  directamente  a  revolver  los  cabellos  del  otro.