#cómo le llamabas a las mantarrayas!!! kajskajs
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veerasm · 1 year ago
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La mano libre del agarre todavía sostiene el folleto, admirándolo y no precisamente por la información detallada de las exposiciones. El conflicto de guardarlo y que sea arrugado inevitablemente en uno de sus bolsillos le hace sopesar qué hacer con él. Decantándose por el método con el que cree que mejor podría cuidarlo, decide plegar el papel a la mitad y meterlo con cuidado dentro de su billetera. Esta regresa al fondo de uno de sus bolsillos y su mano busca la de su amigo, prácticamente por inercia. Como en su núcleo supiera que estaría listo para cogerle de nuevo.
"¿Tu fuente principal siempre es tiktok?" Intenta fastidiarlo, suavecito y empujando su hombro contra el ajeno, lo que resultaba un poco irónico porque él también había dado con lugares asombrosos en esa aplicación.
Más tarde, el nuevo espacio en el que ingresan se siente extraído de un auténtico sueño. Veera echa la cabeza hacia atrás con maravilla, girando de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, ojos barriendo las paredes en silenciosa estupefacción mientras animales parecían flotar encima de sus cabezas. La suave danza de luces azules creaba un filtro de tonalidades frías les trasportara hasta el océano— si ese ha sido el propósito de los diseñadores, tendría que felicitarlos. Al mismo tiempo, sus pies siguen los de Ivan hasta que ya no hay dedos que lo guían. Sólo entonces se detiene y mira hacia abajo, con el otro adelantándose a reclamar un asiento. El escocés no tarda en hacer lo mismo cuando se acomoda de rodillas a su lado.
"Son preciosas... ¿No te parece como si sonrieran también?" Murmura con las comisuras de sus labios hacia arriba mientras uno de sus dedos señala en la dirección de la que había llamado su atención. ¡Los orificios que asemejaban un auténtico rostro feliz! "No pienses en el cristal, déjate llevar por la magia del momento... Ahora, no somos Jinhwan y Veera, sino dos peces en el fondo del mar," va dejando caer su cuerpo hacia atrás. Primero un codo, luego el otro, y eventualmente su espalda tocando la textura acolchada del cojín. Sin embargo, a los pocos segundos sus ojos vuelan al perfil contrario. Tiene los ojos cerrados y una respiración leve que sube y baja su pecho a ritmo lento. Mira las mejillas, el perfil de la nariz, la curvatura de los labios que podrían aventurarse hacia los suyos en la promesa de su próxima elección. Desmenuza cada retazo de aquella imagen con una curiosidad que crece y se extiende en oleadas de cosquilleos sobre su piel. Piel que ha tocado Ivan, piel que no ha tocado también.
Sin embargo, como atraído por sus propios pensamientos, giran hacia él y lo dejan sintiéndolo al descubierto, cual cervatillo que ha sido atrapado por las luces altas de un auto cortando la tranquilidad de la noche. Sin darse cuenta, Ivan le obliga a apartar la vista, con las manos jugueteando sobre su abdomen, dedos que se pellizcan y tironean en el proceso.
"Mnh, eso," mordisquea el interior de la mejilla. "En primer lugar, no estás saliendo con nadie," pestañea rápido. Al menos eso cree, seguro Ivan le habría informado de lo contrario. "En segundo lugar, tienes experiencia, muy importante porque— no tendría mucho sentido si no lo tuvieras, ¿cierto?" Una risita espontánea y nerviosa le interrumpe. "Por último—" le mira por el rabillo del ojo tanteando la posibilidad de una expresión favorecedora. "Creo que— eres el único con el que no me sentiría raro."
Si pudiera elaborar mejor en el último punto, agregaría lo mucho que le fascina escucharlo hablar, verlo sonreír, tocar canciones, hablar de conejos, consentirlo— ¡Oh, dios! ¡Podría haberse vuelto adicto a su atención sin siquiera darse cuenta! Pero nada de eso se escuchaba lógico y la mente le chirría en un torbellino de pensamientos nerviosos que todavía le cuesta ordenar. Así que: next!
"¡Y-Y qué hiciste en tu viaje! Cuéntamelo todo, todavía no hemos podido ponernos al día con el otro."
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¿que si no tiene nada que preguntarle? claro que lo tiene, de hecho, es probable que posea un número de dudas mayor de lo que veera si quiera pueda imaginarse. algunas en relación a la propuesta, otras a los límites de su vínculo y, la mayoría, van destinadas a sí mismo — esas últimas son sus predilectas de ignorar, siempre lo ha hecho. ya se lo hizo saber al escocés cuando le (mal)aconsejó días atrás, escuchar a los intereses emocionales siempre suena como una buenísima idea, perderse en la ilusión y la calidez acaba siendo tan atrayente para ivan que, ¿cuántas veces tenía que explotarle todo en la cara para percatarse? no, quizá es ese dolor final el que más disfruta. el poder decirse, lo sabía. una y otra vez.
así que, no le ofrece más que un sereno silencio con el que pretende ganar unos instantes de calma con sus adentros. cuando él le mete prisa, ivan le dedica una sonrisa suave, con el brillo de la diversión de siempre. 
‘ ¿el folleto que vandalicé? ’ el chasquido de lengua indica la burla  que enfatiza al estirarse un poco para recuperarlo del banco. mucha atención no le había prestado a lo escrito, su investigación se había dado por otra fuente. ‘ lo vi en internet — en tiktok ’ se aclara la garganta con lo último, pero sí es cierto que ha estado investigando para crear un itinerario acorde antes de llegar ahí. ahora, le pasa el folleto para que lo tome, junto a un alzar de cejas un tanto juzgón que en silencio le advierte un no lo pierdas.
los dígitos que se afianzan al agarre de foráneos le provocan un algo que no le está dejando pensar demasiado bien. estira con sutileza en lo que pretende liderar el camino, quiere distraerse observando los carteles que le puedan permitir orientarse mejor. a simple vista, está tranquilo — demasiado tranquilo. habría que atravesar todas sus barreras para reconocer el sentido auténtico, que no es más que una señal de todo lo contrario. vaya, que si veera pudiera leerle la mente, no daría a basto por la velocidad en la que están circulando sus pensamientos. porque no puede, ¿verdad? en silencio le roba una mirada furtiva desde la esquina del ojo. qué estúpido por sentirse así de expuesto.
el destino lo había descartado en un primer momento al considerar que podría detonar algún malestar en su temor por las profundidades. una decisión egoísta, lo admitiría. al llegar al espacio de luces tenues, lo que ilumina es el enorme tanque de agua que cubre la pared en su totalidad y el techo. en sus aguas, medusas, mantarrayas y otras criaturas del océano habitan como si nada, con la calma ajena en lo que sucede para sí. ‘ mira, ven ’ lo va dirigiendo hasta la zona de cojines, lo suficientemente grandes para acoger a un par de adultos. ¿incluso si medían como ellos? qué importa, ivan es el primero en tomar asiento, tira con suavidad de veera para que él haga lo mismo. después, deja ir el agarre. una vez que sus cosas quedan a un lado, se deja caer y, boca arriba, se enfoca en su visión de los peces. ‘ son lindas las mantarrayas ’ apunta con una sonrisita que se le asoma. en realidad, nunca había tenido la oportunidad de encontrar algo bonito en el agua. hasta ese momento. ‘ ¿cómo es que puede existir un cristal así? que no se rompe ’ la voz ha bajado en decibelios, como si subir el tono pudiera importunar a esas criaturas que tan lejos están de ellos.
deja los párpados caer, inhala y exhala con sutileza. si lo piensa, no está tan mal. está divirtiéndose y le gusta ver a veera contento — por ese resultado, los esfuerzos no se sentían como tal. permanece, ¿qué? quizá un minuto así. ‘ entonces … ’ habla y, poco a poco, abre esos ojos que buscan enfocarse en foráneos. ‘ ¿por qué quieres que sea yo? ’ ya se lo ha dicho, ¿no? que se debía a su experiencia, que no había nadie más a quien pudiera pedírselo. y, ¿si lo hubiera?  no, ¿qué más si quiera está esperando escuchar?
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