#diOS NENA DAME ALGO
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La PUTA FUMATA [Mujer de la falsa moral del Dinero y sus Vicios o excesos] con bolsa del ZARA [empobreci_miento de las masas para enriquecer IDOLOS y una ELITE politico_religiosa]
Solo la faltaba que estuviera escuchando gilipolleces sobre el amor, esperanzas o dios de algún idolo de oro y llevará una camiseta del Real Madrid o de la NBA..pues el problema real es de MALAS COSTUMBRES y FALSEDAD con lo que creo q no se puede ser FELIZ pero si una buena ACTRIZ jaja
FELIZ FALSEDAD es el cd de SOZIEDAD ALKOHOLIKA a su cd homonimo que cierra ROCK AND BLUES q según VIRGINIA MAESTRO la introdujo en el género al escucharsela a un vecino que estaba como un QUESO en vez de introducirse en el SEXO y no en la PUTA MUSICA o de IDOLOS de ORO, TABACO, ALCOHOL Y DROGAS..y lo que es peor de TODO PLANES ABSURDOS Y MALVADOS o ANTICRISTO mezclándose con Cantantes ESTADOUNIDENSES como NIKKI LANE=ARTE_FACTO del cd SIEMPRE ES HOY de CERATI x el q iré a MEXICALI (en su plaza de TOROS durante la prueba de SONIDO se le ocurrio su mayor Exito DE MUSICA LIGERA del cd CANCION ANIMAL cuya gira acabo con camiseta de VIRGEN DEL APOCALIPSIS o con CORONA de 12 estrellas en la q se basa la bandera de UNION EUROPEA tras morir su padre de cancer dias antes.. Y xq ahi suspendio su concierto de la gira FUERZA NATURAL x el Terremoto de 1 mes antes y pocos dias despues le dio el ACV del que nunca saldria en 4 años de CALVARIO para él y su familia con 50 años.. Suspendiendo su gira española q comenzaba en el MIRROR=ESPEJO.. de VALENCIA y acababa a orillas del MANZANA+eRES o sala RIVIERA).. un año después de visitar su tumba, la de su padre y la adjunta de JUAN CARLOS [=REY] TEJERO [=GOL_PISTA]
youtube
Dame algo dulce nena
Suelo volver amargo
Quiero tenerte así por horas
Y horas
No es una charla de computadoras
Es un presagio más feliz
Mundos imaginarios
Están frotando en el aire
Pasan por nuestros cuerpos
Ecos de mil radares
Cuanto te afecta
Nadie lo sabe
Ningún engaño te hace feliz
Es un presagio más feliz
Esto no es un invento
Para pasar el rato
No hay ningún artefacto
Que sea visionario















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fmk: suzi, aedan, yujin
Fuck: Yujin
Match: Suzi
Kiss: Aedan
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La alma de Ana
Acostumbrado a las noches de insomnio, Esteban se despertó ya entrada la tarde de un domingo de diciembre particularmente caluroso con la grata sorpresa de que se sentía descansado y con energía. Ésta vez no le había costado demasiado dormirse y no sabía por qué. Todos los días de esa semana había renegado hasta las cinco de la mañana dando vueltas en la cama, un poco por el calor y otro poco por la agobiante ansiedad que hace repasar recuerdos y situaciones incómodas del pasado en las que podría (o querría) haber actuado diferente.
Por eso cuando se despertó con esa liviandad, decidió hablar con su mejor amigo que tan sólo vivía a unas cuadras para avisarle que iba a visitarlo. El problema es que su amigo estaba por irse al parque y justo estaba por salir, asique no tenía mucho tiempo para llegar a su puerta e ir con él. Optó por sacarle la cadena a la bicicleta y arrancar por el camino de la izquierda para llegar lo más rápido posible. Si bien es el camino más directo, normalmente lo evitaba por el mal estado de la calle, además de que por el camino de la derecha estaba la despensa de Daiana y siempre que podía aprovechaba para saludarla desde la entrada, haciéndose el importante y el distraído, como si en realidad no hubiera elegido pasar a propósito por ahí. Hacía tanto que no tomaba el camino de la izquierda que se había olvidado de la sombría casa que quedaba a dos cuadras de la suya, en una esquina. Ésta casa tenía las ventanas tapiadas con maderas y hubo una época en la que recuerda haber visto una cinta de peligro en la entrada, que ahora ya no estaba por el pasar del tiempo y por las travesuras de los niños que jugaban en la calle, presumió.
Esteban trataba de esquivar los baches de la calle cuando pasó por la esquina de la casa sombría, y algo lo sorprendió. Desde una de las ventanas tapiadas se escuchaba una melodía que le resultaba muy familiar. Se escuchaba muy, muy bajo pero sin duda salía de ahí, no estaba en su cabeza. Permaneció unos instantes intentando identificar de dónde conocía esa canción hasta que se dio cuenta de que no tenía el tiempo para quedarse quieto, y siguió pedaleando.
Esa noche el insomnio volvió, lo exigía la idea de reconocer la canción que salía de las maderas que tapaban la ventana. La tarareó infinitas veces hasta quedarse dormido de la frustración. Posiblemente fuera la frustración misma lo que lo hizo tener un sueño más que extraño. En su sueño veía la imagen de una especie de hada con los ojos inyectados en sangre que le pedía jugar con él incesantemente. Él trataba de esconderse pero el hada lo encontraba y le pedía que juegue con ella, cada vez más violentamente. En un momento, mientras él intentaba huir, el piso que estaba cubierto por una alfombra negra, empezó a extenderse por todos lados sin final en toda su línea de visión. Una luz verde y un vapor transparente se formó en el techo y de allí bajó el hada con las manos sucias de sangre seca, riéndose. Por primera vez en el sueño, tuvo miedo.
Ahí fue cuando se despertó, y después de permanecer unos segundos en la cama pensando en el sueño, se levantó con un hambre voraz y antojo de tomar sopa.
-¿Sopa?- pensó, sorprendido. - ¿Sopa en pleno diciembre con éste calor?
Sí, sopa. Su panza no aceptaba otra cosa. Quiso tentarse imaginando otras comidas más adecuadas pero no hubo caso, asique nuevamente tomó su bicicleta y encaró para el camino de la derecha hacia la despensa.
Sin darse cuenta, mientras pedaleaba iba silbando la canción que había escuchado el día anterior al pasar por la casa sombría. Seguía dándole vueltas al asunto dedicándole toda su atención a descifrar de dónde conocía el tema incluso cuando entró y saludó a Daiana levantando las cejas mientras aún seguía silbando bajito la melodía.
Al principio cuando lo atendió, Daiana lo miró extrañada. Al darse cuenta de esto, Esteban empezó rápidamente a pedirle las verduras que iban a conformar su sopa.
-Dame... una cabeza de ajo, dos puerros... dame una calabaza, dos zapallitos, una cebolla blanca y una zanahoria... ah, y un paquete de fideos cabellos de ángel.
-¿Vas a hacer una sopa? - le preguntó Daiana con mirada incrédula.
-Sí, ya sé, con este calor... pero hoy me desperté con antojo.
Esa respuesta hizo que Daiana palideciera de golpe. Cuando le entregó las bolsas con su compra, le temblaban las manos.
-¿Estás bien? - Le preguntó Esteban.
Daiana hizo una pausa antes de responder, y le dijo que no.
-Entraste silbando esa canción horrible que me da escalofríos, y como si fuera poco vas a hacer una sopa de cabellos de ángel. ¿Vos no te acordás de la historia de Ana?
La cara de Esteban fue respuesta suficiente para que Daiana siguiera hablando.
-Ana, la hija de los difuntos dueños de la casa de esa esquina, la que tiene las ventanas tapiadas. ¿En serio no te acordás? Los vecinos de la casa de al lado se vivían quejando de que la nena gritaba y lloraba todas las noches hasta altas horas de la madrugada. Los médicos iban a verla y ninguno podía decir qué le pasaba. Hasta que una noche ningún vecino de la cuadra escuchó su llanto y sus gritos. Y por varios días no se escuchó nada más. Los vecinos estuvieron aliviados pero los devoraba la curiosidad de saber por qué había parado de una noche para la otra. No fue hasta que uno de ellos una mañana fue hasta la puerta de la casa sombría, que sintió un olor nauseabundo que salía por abajo de la puerta de calle y por las ventanas. Empezó a tocar el timbre y a golpear las puertas pero no contestaba nadie. Asustado, llamó a la policía, que apenas llegó derribó la puerta y vio la escena. Los padres de Ana estaban muertos, decapitados, y sus cadáveres estaban en el piso chorreados de sangre. Ana estaba en la cocina, muerta, con el cuerpo increíblemente consumido excepto las puntas de sus dedos y su cara. Era como si hubieran roído su cuerpo hasta los huesos dejando solamente sus dedos, llenos de sangre, y su cara petrificada en una sonrisa macabra. Los policías vieron también que sobre la hornalla había una olla grande llena de agua con las cabezas de los padres flotando, hinchadas, como si estuviera haciendo una sopa. En una de las paredes estaba escrito con sangre "Ana no duerme, Ana quiere jugar".
Esteban se quedó mudo. Esa era la canción que escuchó cuando pasó por la casa sombría, y la había estado silbando hasta antes de dormir la noche anterior, antes de soñar con el hada macabra que quería jugar.
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Te tengo pt2
— Que pasa si solo quiero que seas mala conmigo ahora — las palabras de Kieu My golpearon a Fatou como un tren en movimiento, vio lo necesitado que lucían los ojos de su novia, como el tono en cada palabra casi parecía una súplica y antes de que pudiera responder la niña mayor volvió a hablar — Recuerdas aquella vez que mis padres tuvieron un viaje de emergencia a Vietnam y no pudieron llevarme con ellos, te quedaste conmigo todo el tiempo y apenas recuerdo que salimos de la cama, estaba tan triste por no poder ir con mis padres, pero entonces me hiciste sentir tan bien que me olvide de lo que estaba pasando, así que por favor quiero que me duela, quiero que duela otra parte de mí que no sea mi corazón —.
Fatou sabía muy bien a lo que se refería su novia, aquella semana tormentosa hizo todo lo que pudo para tratar de consolar a la mayor, le dolió tanto el pecho que su novia se sintiera mal por algo que no podía controlar y aunque al principio hablaron de que Kieu My no tenía por qué sentirse culpable si no pudiera estar presente con su familia en esa crisis, la chica asiática se castigó mentalmente por no tener los ahorros necesarios para acompañar a sus padres en ese momento, porque siendo el ser tan considerado que ella era y con lo mucho que amaba a su familia Kieu My seguía repitiendo que era una mala persona por no ahorrar lo suficiente, de cualquier manera no es como si cada estudiante de preparatoria tuviera lo suficiente ahorrado como para costearse un boleto de avión de ida y vuelta a Vietnam.
Recortando ese momento cuando las palabras no funcionaron para Kieu My el contacto corporal parecía calmar la angustia en la mente de la niña, así que Fatou trato de destruir cada pensamiento de culpa que asechaba a su novia, empezaron con carias en el cabello y a lo largo de la espalda de la mayor acompañado de cálidas palabras de cuan buena era Kieu My y que a veces no se daba el crédito que merecía, los toques se fueron convirtiendo en besos suaves y a medida que la mayor empezó a entusiasmarse y aparecer más hambrienta ante el tacto de Fatou la situación fue subiendo de nivel hasta que en un momento Kieu My estaba sobre la niña menor pidiéndole a su chica que le hiciera el amor, que necesitaba sentir cualquier otro sentimiento y que solo Fatou la podía ayudar, entonces no pudo negarse ante tal petición y comenzó a devorar la boca de la mayor y la amo toda esa tarde repitiéndole una y otra vez, mientras la hacía temblar sobre ella, que era un ser tan dulce y amable, que sus padres estaban orgullosos de lo tan buena hija que era y que no tenía por qué ser tan dura consigo misma, pero cuando la mayor estaba a punto de alcanzar su segundo orgasmo de sus labios se escapó que en realidad no merecía a Fatou, esto solo hizo que la ira hirviera dentro del pecho de la mencionada y casi sin pensarlo la palma de su mano se impactó contra el trasero de Kieu My quien abrió los ojos con sorpresa y fue empujada para quedar sentada sobre el regazo de Fatou que le dio una mirada determinada cuando le dijo — No quiero que vuelvas a decir algo como eso, no quiero si quiera que lo pienses, no me hagas perder el control Kieu My —.
Se miraron por un segundo abrumador en la que la cara de Kieu My se sonrojo por la vergüenza de ser reprendida por su novia no pudo mantener la mirada fija en Fatou por más tiempo por lo que miro en el regazo donde se encontraba, desnuda de la cintura para abajo y con esa acción Fatou comprendió que dichos pensamientos solo estaban siendo aún más intensos dentro del brillante cerebro de la mayor por lo que las siguientes palabras que soltó trato de pronunciarlas suaves pero demandantes, quería hacerle saber a Kieu My que lo que estaba por suceder tenía que ser completamente con su permiso — Estas portándote mal contigo misma en este momento Kieu y sabes lo mucho que odio cuando haces eso, así que puedes dejar que te enseñe un poco de auto reconocimiento a mi manera o puedes pedirme que recupere tu ropa y nos acurruquemos un poco más, sabes que haría cualquier cosa que me pidieras, pero antes de eso necesito que hables conmigo porque ambas sabemos que eso es importante para ti —.
La niña asiática se tomó su tiempo para responder y volvió a concentrarse en los ojos marones de Fatou quien espero paciente a una respuesta por parte de Kieu My — Tal vez quisiera que me muestres algo de eso —.
Lo que vino después de eso es algo con lo que la mente de Fatou ya no puede seguir divagando, ya que la Kieu My sobre su regazo que le dijo hace aproximadamente 5 minutos qué quer��a que le doliera otra parte de ella que no fuera su corazón, vuelve a captar su atención cuando le dice con un tono en su voz que la hace ver tan deseable en el regazo de Fatou— Dijiste que harías cualquier cosa por mí, prometiste que si me perdía a mí misma otra vez me traerías de vuelta, Fatou por favor, ¿podrías por favor recordarme lo buena que puedo ser? —.
— ¿Realmente sientes que esto es lo que necesitas bebé? — ahora la voz te Fatou era más seria quería estar completamente segura de que Kieu My estuviera pidiendo realmente esto.
— No me hagas hablar más Fatou, ya dije lo suficiente — Kieu My le reprochó a la menor, arrugando su nariz por un instante y dando un pequeño rebote de impaciencia, la niña mayor no dominaba por completo el arte de la paciencia y a Fatou le gustaba tanto la Kieu My malcriada.
—¿Necesitas ayuda para recordar ser educada señorita Vu?, tal vez solo necesitas un pequeño recordatorio — le dijo Fatou a la niña impaciente, ya cediendo a la petición de la mayor le dice — Muy bien señorita Vu, si esto es lo que necesitas, levántate de mí regazo para que podamos empezar con tu recordatorio — continuo y Kieu My salto desde su lugar cumpliendo con la demanda de su novia esperando junto a la cama por su siguiente orden.
Fatou se dirigió a la salida de su habitación, si iba continuar con la petición desesperada de su novia, necesitaba asegurarse de que su hermano no estuviera en casa — Fatou — la voz de Kieu My resonó por la habitación antes de que Fatou saliera por completo y buscara a su hermano —Shssss!!!! nena, la paciencia es una virtud, dame…— antes de que terminara su respuesta Kieu My le dio un quejido de molestia girando los ojos en un claro gesto de berrinche.
— Kieu My — la voz dura de Fatou fue suficiente para que la mayor guardara silencio y bajara la mirada, Kieu My sabía que no debía jugar demasiado con el papel de malcriada, si quería realmente ser recompensada por lo que dejo que Fatou saliera de la habitación.
No tarto demasiado, la niña menor grito el nombre de su hermano y cuando no obtuvo respuesta fue que observo la nota pegada en su puerta “Se hacía tarde para mi Fafa, lamento no despedirme, pero no me pareció adecuado con tu amiga en ese estado, espero que todo esté bien, PD: No me esperes a dormir ;).”
Fatou en verdad se sintió feliz de que Ilai ya no se encontrara en casa, entro de nuevo a su habitación, tomo a Kieu My de la mano para colocarla boca abajo sobre sus piernas y le susurró al oído — Recuerdas lo que hablamos sobre las palabras de seguridad — la niña sintió como el suave susurro de Fatou la hacía estremecer, así que solo pudo asentir con un breve movimiento de cabeza a lo que obtuvo como respuesta el impacto de la palma firme de Fatou sobre su trasero, no fue tan difícil de soportar fue más bien inesperado, pero el gemido que soltó la mayor hizo que Fatou sonriera para luego decir más fuerte y claro esta vez — Si no usas tus palabras terminaremos con esto en este instante — apenas termino con su oración cuando Kieu My ya estaba hablando — No, por favor Mister, seré buena —.
La palma castigadora de Fatou ahora masajeaba el trasero de Kieu My contenta de que su chica comenzara a entrar en su modo de niña obediente — Muy bien señorita Vu me alegro de no tener que recordarte como debes llamarme en estos momentos, ahora se buena y responde lo que pregunte —.
— Axolotl, si quiero que se detenga, Estrellas, si es soportable y Verde, si estoy bien — la sonrisa de Fatou llego a sus ojos cuando la voz de Kieu My canto sus palabras de seguridad, la impaciencia todavía clara, pero ligera en su voz.
— De acuerdo bebé, ¿estás lista para ser una buena chica para mí? — Fatou le dice mientras desliza los pantalones de chándal fuera de las largas piernas de su novia.
— Quiero ser buena Mister — Kieu My responde con su voz dulce.
— En ese caso vas a recibir diez palmadas para mí, y mientras las tomas me dirás, ¿Por qué mi linda niña salió de casa con nada más que un pantalón de chándal y una blusa de manga larga aun con el frio que hace en las calles de Berlín? — con esas palabras Fatou baja su mano sobre el trasero ahora desnudo de Kieu My, quien rebota sobre las piernas de la menor, se lo toma bastante bien hasta que llega a la quinta palmaba ferros, que la hace ligeramente temblar pero aun manteniéndose callada, es por eso que antes de llegar a la sexta palmaba Fatou se detiene solo para acariciar la zona afectada mientras dice — Señorita Vu diez palmadas pueden convertirse en veinte, realmente quiere ser una pequeña mocosa y no hacer lo que te he pedido, te aseguro que mi palma puede durar más que este lindo trasero tuyo — otra palmada fuerte llega a Kieu My, ella solo gime en respuesta demasiado terca como para aceptar que Fatou la hiciera hablar de lo que la estaba atormentando en primer lugar, así que decide que puede tomar la palma fuerte que ya se encamina a la novena ráfaga en su trasero, deja que los pensamientos en su mente se amortigüen con cada golpe que recibe. El calor se extiende por sus mejillas desnudas, ella sabe que si esto alguna vez saliera a la luz tendría que asesinar a alguien, a pesar de eso Kieu My cree que estar en esta posición con Fatou puede llegar a ser su lugar favorito en el universo.
A medida que la palmada número trece se aproxima, cada mal sentimiento se eclipsa con la picazón que está sintiendo, por más terca que pueda ser, el dolor comienza a escalar dentro de ella, aunque la sensación también le resulta excitante, nunca pensó que siendo la chica tan fría que era pudiera desear cederle el control a alguien, pero con Fatou todo le resulta más fácil, confía tanto en ella que permite que la vea de esta manera. Gime con cada chasquido nuevo, ¿el número?, eso ya empieza a verse borroso en este momento.
Fatou está empezando a subir su intensidad, las mejillas del trasero de Kieu My rebotan y zumban furiosamente. La rodilla izquierda de Fatou se inclina hacia arriba mientras pasa su pierna derecha sobre ambas extremidades de la niña mayor, exponiendo los puntos sensibles donde el trasero de Kieu My se encuentra con sus muslos, la menor ahora también se concentra en la tierna carne mientras dice — Señorita Vu, estas empezando a ser codiciosa, ¿Cuál es tu palabra bebé? — las lágrimas se acumulan en las esquinas de los hermosos ojos de Kieu My cuando responde — Verde Mister — con determinación en su voz, incluso cuando la picazón de antes ahora se vuelve un hormigueo doloroso, sus manos se hacen puños, los nidillos empiezan a tensarse, ella gime con la mandíbula apretada.
— Veinte palmadas no son suficientes para mi nena maleducada, he ¿qué te parecen cuarenta? — Fatou habla entre cada nueva palmaba sin piedad, Kieu My se retuerce, moviendo las caderas en un débil intento por evitar los golpes de castigo por su silencio. La mano que la castiga se vuelve más dura y firme después de cinco nuevas repeticiones, la humillación al imaginar cómo debe verse en este momento la invade, es una mocosa retorciéndose sobre el regazo de su novia mientras la azota hasta las lágrimas, justo como lo había querido.
#kieutou#kieu my vu#fatou jallow#druck#nada de esto tiene sentido#esto es mas por mi que por cualquier otra cosa#obscenidad#leve?#no se porque mi cabeza tubo que irse por este rumbo
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motivación agridulce
ojala pudiera mantener mi concentración
me estuve drogando
lo estuve haciendo solo
creo que tengo que bajar un poco
no se porque
vendí mi alma hace mucho
me siento como un fantasma ahora
conversaciones nocturnas con sabor a cine con vos
eso me mantenía ocupado
llévame a un lugar mas allá
me estuve drogando
pero nunca me despierto
siento que me estoy desvaneciendo
dame estimulación
dame estimulación ahora
dame levitación
dame meditación como dios
me estuve drogando
creo que tengo que ir mas despacio
pero vendí mi alma hace mucho
me siento como un fantasma ahora
conversaciones nocturnas
eran nuestra droga
eran nuestro cine
me estuve drogando viendo cine clásico
creo que tengo que ir mas despacio ahora
hay mucho romance en la pantalla
besos encuadrados en blanco y negro
no se a donde me estoy moviendo
si encontras ese brillo en los ojos
sabes lo que significa
estuve muy fuera de tu alcance la ultima vez
dicen que el mundo ya no cree en mi
lo que no saben es que nosotros tampoco creemos en el
siempre estamos buscando un escape
crecimos muy rápido y aprendimos muy poco
haces que las estrellas se pongan “calientes”
ahora conozco la velocidad de las estrellas
ahora estoy perdido en el laberinto entre tus pecas
ahora estoy algo tonto de nuevo
me estuve drogando de nuevo
pero me siento como un turista
me mostraste lo que antes no podía ver
pero solo fueron obsesiones con sueños de hollywood
nena odio decirte esto pero no sos lana del rey
vivíamos adentro de canciones hasta que todo se volvió aburrido
así es como la vida es
nena odio decirte esto pero no sos tan genial como vos pensas
dejando sueños en la almohada
te pusiste en modo reina del drama
y veo un “acá vamos de vuelta”
nena odio decirte esto pero sos la persona mas interesante que alguien puede llegar a conocer
todo el mundo sabe
en la manera en que brillas
tenes el corazón bañando en cromo
estuvo roto pero por eso brilla así ahora
solo vos sabes lo que lloraste
toda la paciencia que tenes no es suficiente para pensarme
tenes tu labial de cereza
me hace pensar
en lugares donde antes no pensaba
tenes tu ropa combinada
me hace pensar rápido
en lugares donde otras chicas nunca llegaron


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LAZARUS
Jane odió la imagen que le devolvía el espejo. 5 mg de diazepam descendieron por su garganta y redujeron a cenizas el incendio que la cafeína y la absenta habían provocado en su sistema nervioso. Bajo las bombillas amarillas, los círculos oscuros eran más notables. No podía ocultar que portaba en su vientre una llama infernal. La bilis negra crecía en su interior, marcada a fuego en sus ojos felinos. Una melancolía demasiado profunda para alguien tan joven. Abrió la botella de bourbon y bebió del tapón. Tenía rastros de lápiz de labios de alguna de las chicas. Tomó aire. Una respiración pesada. A duras penas podía mantenerse en pie. Fijó su mirada en la botella y vaciló un segundo. ¿Y si la lanzaba contra el espejo del tocador? Todo estallaría en mil pedazos de cristal. Brillad, diamantes, sobre la moqueta. Sujetadores de encaje, una cajetilla azul de American Spirit, colillas, tangas de rayas bretonas y de colores fluorescentes, unas tenacillas y manchas de alcohol, se arremolinaban bajo sus botas de piel en un torbellino de inmundicia. Reprimió el impulso. Tendría que correr con los gastos y la deuda aumentaría. Maura había conseguido, al fin, echar una soga a su cuello.
Salió a la parte trasera del local y se encendió un pitillo. El sol inició su descenso. Se escondía tras la línea infinita que dibuja la carretera y que marca el término del municipio y el comienzo de las tierras áridas. Un buen lugar para perderse. Jane sostuvo el cigarrillo en los labios, se frotó las manos. En la hora del ocaso, el viento arrastra la arena y las salsolas sobre el asfalto, la temperatura baja once grados. Los días de diciembre nunca fueron tan cálidos como aquel invierno, ni las noches tan frías. Pensó en seguir la trayectoria de las nubes rosas y añiles, caminar en busca de los ardientes rayos, y adentrarse en el desierto del Sit para no volver. Los franceses querían colonizar Argelia con delincuentes, soldados rebeldes, cortesanas y hospicianos. Se confundieron de continente y así fundaron el Agujero de Dios. El redoble de la batería de I Put a Spell on You sonó desde el jukebox de la sala. Al caer la noche se encienden las luces de la ciudad y el cartel de neón del Blue Moon anuncia el desfile de la carne humana. Los silbidos, carcajadas e improperios, de una lascivia caduca y senil, envilecen las últimas estrofas del clásico interpretado por Creedence Clearwater Revival. Un grito de pánico, un taconeo apresurado y el ―¡maldita Jane!, ¿estás ahí?‖, arquearon sus cejas. Maura apareció ante sus ojos iluminada por el fluorescente de la puerta del almacén, que hacía guiños, al punto de fundirse, como todo en aquel lugar. Ataviada con un vestido de terciopelo granate, y unos aros de oro que podrían haber pertenecido a Marilyn Monroe, Jane expulsó la última bocanada de humo en su cara.
— Te necesito ahí dentro. — Yo no curro los viernes. Es noche de ―chicas‖. Sólo he venido a…
— ¿A beber gratis?
Jane tiró la colilla y la pisoteó hasta que el polvo negro se confundió con la arena que ensuciaba sus botas desgastadas. La intervención lacónica y mordaz de Maura había herido el poco orgullo que le quedaba. Antes de que pudiese volver a abrir sus labios, pintados de un color teja que sobresalía por las arrugadas comisuras, Jane replicó:
— No voy a hacerlo. — Tienes que salir a la barra. A Brittany le ha dado un chungo y Quinn ha tenido que bajarla. — No voy a quitarme la ropa. — ¿Te he dicho que lo hagas? — ¿Por qué no sale Chelsea?, ¿dónde está? — Eso querría saber yo. No ha venido, y no ha llamado. Luego se inventará algo de su hijo. La semana que viene tendrá que venir gratis o buscarse otro sitio. — Qué difícil elección… Jane no levantó la vista de sus botas. — Deberías comprarte unas nuevas. La suela izquierda ha empezado a despegarse. — ¿Con el dinero que te debo? No pienso entrar, si no… — Por Dios bendito, ¡está bien, está bien! – Maura movió la cabeza. – Sólo sube y di que se ha acabado, pero que sigue el descuento hasta las doce. Y que mañana habrá doble sesión. — ¿Sin Chelsea? — Ya me ocuparé yo de eso. Vamos, pajarita. Hay alguien que te espera. — ¿Qué, quién? — Ya lo verás. — ¿Cuánto va a ser?
Maura se tocó el lóbulo derecho y se mojó los labios. Alzó la mirada hacia el cielo vespertino. Jane observó el turquesa de sus ojos. Parecía una estrella de cine de los años cincuenta venida a menos. Su belleza serena estaba enmascarada por los años, el maquillaje barato y las pestañas postizas, pero conservaba los rasgos delicados de una Madonna renacentista y la cabellera color fuego, heredada por sus tres hijas, que caía sobre su nuca como acariciada por una suave brisa marina. Se llevó una mano a la cadera y la otra la acercó a la mejilla de su nieta.
— Te doy la mitad de lo que me debes. – Cogió la barbilla de Jane y apretó su mandíbula con fuerza. – Ni se te ocurra volver a hacer una tontería.
Víctima y verdugo emprendieron el camino hacia el cadalso, acompañado por una melodía de órgano y sintetizadores. Pink Floyd, pensó Jane. De vuelta en el camerino se reencontró con su reflejo. Los ojos inyectados en sangre, el iris multicolor más verde que nunca. Aquella noche de luna creciente una frialdad mortal se había colado en su espina dorsal. No había oración ni plegaria que pudiera aniquilar aquel mal. ―Anda, dame eso‖, dijo Maura antes de arrancar de su cuello la bufanda que cubría su pecho, y de quitarle la chaqueta vaquera gris que llevaba sobre una camiseta del mismo color. Estaba llena de agujeros de quemaduras de cigarrillo. Le recortó las mangas con las tijeras que había sobre el tocador. Quedaban a la vista las pronunciadas clavículas bajo los tirantes de un sujetador negro. ―Tampoco es que haya mucho que enseñar, pero así está mejor‖. Jane le devolvió una mirada envenenada. Maura miró de arriba abajo la mercancía. Meneó la cabeza al reparar en los shorts vaqueros deshilachados y las medias con una carrera que avanzaba desde la rodilla al muslo izquierdo. ―Espero que con lo que te he perdonado tengas más que suficiente porque, cariño, también necesitas unas medias nuevas‖. Jane suspiró. ―No me digas que es moda. Los 80 ya pasaron.
Maura abrió la puerta de la sala y la empujó hacia la barra. Sintió el nudo corredizo oprimir la piel de su garganta. La náusea subió de golpe, de su estómago a su cabeza. Qué bien lo había orquestado todo aquella vieja bruja irlandesa. Robert Plant se desgañitaba sobre notas eléctricas. Deseaba que enmudeciese a los presentes, los cuatro viejos gatos a los que servía cada noche. Deseaba que todo acabase de girar, que los focos rojos y naranjas, semáforo saturnal, explotasen sobre sus cabezas y el techo se desplomase, sepultándolos en su impotente lujuria. Se sentó en la madera de la barra para impulsarse con las manos hacia arriba. No le quedaba pulso en las muñecas. Hacía días que no se alimentaba de otra cosa que de maíz, centeno y cebada destilados en Tennessee. Había decidido morir, pero le faltaba valor para empujar la banqueta bajo sus pies y esperar al crujido del cuello. Lo mejor era dejarse ir. Sucumbir. Como todas las plantas hicieron el pasado verano. Consiguió ponerse en pie y contempló a su audiencia. Rostros descarnados que llevaban escrita una vida de miseria, sus fechorías tatuadas en el cuerpo. Un puñal clavado en un corazón sangrante sobre la carne marchita, el nombre de una mujer vapuleada en el pecho. Hienas hambrientas que hacían corro alrededor de jarras de cerveza. ―¡Es Jane!‖, dijo uno de ellos. ―Anda, hiéreme nena, hiéreme‖. Iba a acabar con aquella majadería y pronunciar el mensaje de Maura cuando, entre todas las caras empapadas en sudor y libertinaje, sintió una mirada latir en su pecho. ―Desde que te amo‖, gritaba Plant en un arrebato. Cantaba a un amor de los que golpean en el vientre. El mismo dolor profundo penetró en Jane cuando entre la penumbra rojo oscura vislumbró el azul metálico de aquellos ojos. Ojos de los que había luchado por deshacerse durante cuatro años. Por las noches contaminaban su sueño, hacían que despertara y que tuviese que ahogar su desesperación bajo la almohada. La observaban desde el fondo de la habitación tras una neblina del color de la nieve sucia. Aquellos ojos se encontraron con los suyos cuando abrió los labios, y no fue capaz de articular palabra. ¿Había regresado Dean Branwell de entre los muertos?
Jane se tambaleó sobre la barra. ¿Dónde estaban su sudario y su máscara de huesos y sangre? ¿Era un delirio? Los recuerdos galopaban desbocados. ―Janie, tú y yo, somos dos piezas mal colocadas en el tablero de ajedrez que es el Agujero de Dios, este abismo cósmico‖. Recordó aquellas palabras, y muchas otras, pronunciadas en las tardes etílicas en el ático. La voz, profunda, resonó en sus oídos mucho después de que se hubiera marchado. En el susurro del viento, entre el murmullo de los niños que jugaban en el parque, en el silbido de los botellines de vidrio, en el eco de su propia voz. Había días en que pensaba que Dean sólo había sido una invención de su mente. Otros, creía verle en cada joven, en cada hombre que se acercaba a la barra. El verso de Ginsberg tatuado en el antebrazo derecho. El cuervo en el izquierdo, sobre las prominentes venas. El valle estaba emponzoñado con su ausencia. Levantó la cabeza para apartar el flequillo de su frente. Entre el hedor a marihuana y a cerveza derramada, sintió su olor. Denso, embriagador. A tierra mojada. Estaba allí. Otra gélida noche de diciembre condujo en mitad de la niebla para llamar a su puerta. Había recibido una carta de su hermano desde Sitka, Alaska. La única vez que vio caer una lágrima por sus mejillas. La primera noche en que estuvo dentro de ella y convergieron bajo las estrellas. Sus ojos azules brillaban a la luz de las velas. Sentía los latidos de su corazón en su pecho, en sus labios, en sus venas. Cuando el cielo empezaba a teñirse de rojo hundió los dedos en su piel. No era un buen momento para que saliera el sol.
―¿Por qué te has alistado?, le preguntó cuatro años atrás. En la Wurlitzer sonó, de forma profética, Babe I’m gonna leave you. ―¿Por qué no? Tengo que verlo, para entenderlo. I ain't no fortunate son‖. Jane sabía que ésa no era la verdadera razón. Dean necesitaba escapar o acabaría absorbido por aquel lugar, atrapado en el espacio-tiempo. Fue la última noche que estuvieron juntos en el Blue Moon. La visión de Dean con Led Zeppelin de fondo en aquel antro, una vez más, sólo podía ser una broma cósmica.
El viejo Chevy rojo pasó por delante de sus ojos. Se perdió dando brincos sobre la bachateada carretera, dejando tras de sí una nube de polvo. La última imagen que conservaba de Dean era al volante de aquella camioneta, el cabello rubio trigo agitado por el viento. En la televisión pasaron unas imágenes, captadas desde una base militar estadounidense, de una tormenta de arena que ocultó el sol durante más de cuarenta minutos. Se erguía como una ola sobre la tierra. El polvo que se filtraba por las mosquiteras de las ventanas y las puertas, el que se posaba en sus botas y que recogía al barrer su habitación, podía ser el mismo que llenaba los pulmones de Dean. Imaginó su cuerpo sepultado en el desierto iraquí y rezó, rezó y rezó, de rodillas ante su cama, aunque nunca antes lo había hecho, porque no fuera cierto. Un escalofrío recorrió su cuerpo como el rayo atraviesa el cielo borrascoso. Era Dean. No era ningún espectro de la noche plutónica. Era Dean a quien veía caminar bajo la luz escarlata. La tormenta iba a comenzar. ―He llorado, mis lágrimas caen como la lluvia, no escuchas, ¿no las escuchas caer?‖, decía Plant. Eran sus ojos, el hoyuelo en el mentón cubierto por una incipiente barba rubia, la chaqueta de la guerra de Corea del viejo Leonard. Después de todo, estaba vivo. La ira creció en sus entrañas, hasta explotar en su cavidad torácica y exhalar un suspiro de abatimiento, precedido de un alarido sordo, en su larga caída hacia el infierno.
“Cuánto te amo, cariño. Estoy enamorado de ti, pequeña. Pero nena, desde que te amo Estoy al punto de perder la razón”.
Dean se había hartado de escuchar aquella canción en su adolescencia. Las primeras estrofas acallaron el chirrido de la desvencijada puerta del Blue Moon. Las campanas de la iglesia acababan de tañer. El tercer toque. Descendería en busca de Jane.
Media hora antes observó el cartel encenderse desde la carretera. La luna llena titilante, las letras en cursiva. Luces de neón azules y rosas que enviaban una señal de recreo disoluto a los transeúntes. El que se atreve a mirar en su interior es porque espera encontrar lo que andaba buscando. El Blue Moon había existido desde demasiado tiempo atrás. El mal residía en él, en sus paredes, en la barra y los taburetes de madera, en el reloj al que Quinn siempre olvidaba cambiar la pila, en la bandera roja, blanca y azul que coronaba los estantes llenos de botellas sobre los que había unas pinturas pop. Cowboys y cowgirls, caballos, una ermita, carretas, y otras escenas que rememoraban el Viejo Oeste. Todo el que había bebido allí tenía alguna historia que contar. A quién le había partido la mandíbula cerca de la barra, a quién había desplumado en su mesa de billar, las tetas de quién había visto una noche de viernes. Como la de aquel 17 de diciembre.
Dudó en girar la llave, apretar el embrague, y conducir carretera abajo hacia el abandonado parque industrial. Camino del Blue Moon había pasado por delante de los almacenes cerrados y de la acería. Letreros y puertas oxidados. Candados echados hasta que con la orden de embargo llegase un comprador o se produjese un sospechoso traspaso y cambio de nombre. El viento discurría entre las estructuras gargantuescas que proyectaban su sombra en la carretera polvorienta. Un cementerio de acero y hierro. Dean tomó el desvío de regreso a la civilización subsistente. Las farolas se encendieron y arrojaron su mortecina luz sobre un escuálido gato pardo. Rebuscaba entre los desperdicios a los pies de un contenedor en la puerta de la Taquería. Encendió la radio y buscó una emisora de música. Una prostituta daba vueltas en círculo junto al paso de cebra. Se acercó a la ventanilla del copiloto cuando el semáforo se puso en rojo. ―¿Una mamada? Ponle precio‖. Dean sonrió y negó con la cabeza. Subió al coche de atrás. Comenzó a sonar la versión de una canción que le costó reconocer, contaminada por sonidos robotizados. Sin embargo, las líneas del bajo eran inconfundibles: ―Dejé que te usaran para sus propios fines‖. La niebla comenzó a crecer y a inundar el valle. Al bajar del viejo Chevy, en el parking del Blue Moon, sintió el frío pegarse a sus huesos. En la ventana parpadeaban los neones rojos: GIRLS, GIRLS, GIRLS. ¿Cuántas noches de vigilia fueron, las chicas, el único tema de conversación? En el desierto no había mucho más que hacer. Esperar. Jugar al fútbol. Recordar. Hablar de casa. Un término vago para Dean. ¿Estaba su hogar en la península de hielo?, ¿o en aquel agujero? Una extraña fuerza gravitacional le había devuelto a aquella endiablada tierra desértica.
I Put a Spell on You y un clamor de expectación llegaron hasta sus oídos cuando pisó el Blue Moon. Quinn recogía billetes arrugados de los hombres que se apiñaban en la barra. Una mujer pelirroja aplaudía y se servía un vaso de whisky. Dean se fijó en sus uñas color sangre. Le costó reconocerla. El tiempo había hecho mella en su rostro y su figura, pero la manicura y los aires de grandeza eran los mismos de siempre. Y sus piernas. Nunca llevaba pantalones. Jane las había heredado.
— Dios me guarde la vista. Dean Branwell. — Maura… — ¡Yo soy la resurrección y la vida! ¿Sabes que hoy es San Lázaro? Cuatro días tardó en regresar con los suyos. ¿Cuánto has tardado tú?, ¿eh, Dean? — No lo sé… me fui en… — Yo juraría que fue hace cuatro años cuando te largaste a matar talibanes. Dean guardó silencio. ¿A cuántas personas había matado? Bajó la vista. ¿A cuántos mató Sansón con la quijada del asno? Se mordió los labios en un gesto de desaprobación que Maura no comprendería. — ¿Qué quieres? — He venido a ver a… — Shhh, frena. Ya sé a quién buscas. ¿Qué quieres beber? — Ah, whisky está bien. — Quinn, pásame un vaso para el muchacho. — Branwell. Quinn hizo un gesto con la cabeza que Maura interpretó al instante. Dean y él ya se habían visto. Llenó el vaso con la botella de whisky que acababa de abrir. — Jane no está. No trabaja hoy. — Lo sé… Quinn me ha dicho que estaría aquí, dentro de un rato. — ¿Eso ha dicho? Nunca me entero de nada. Entonces debe de ser ella, y no las ratas, la que anda haciendo ruido ahí atrás. Quinn se alejó como si no acabara de escuchar el tono de reprimenda de su jefa. Apagó las luces de la barra para encender los focos rojos y los silbidos comenzaron. — Has llegado justo a tiempo para el espectáculo. Va a salir Brittany. — ¿Puedes decirle a Jane que estoy aquí? La esperaré fuera. Maura soltó una carcajada.
— Al soldadito le avergüenza nuestro show. — No me avergüenza. Prefiero esperar fuera. Fumarme un cigarrillo. — ¿Quieres uno? – le ofreció su pitillera plateada. – Puedes fumar aquí. — No, gracias. Tengo el mío. — ¿Aquella mierda con olor a césped mojado que te solías liar? – Dean asintió. – Cuando acabe Brittany, iré a buscarla. Chelsea no ha venido.
Echó un vistazo al local antes de salir. Una chica rubia se movía de manera trágica sobre la barra. El tanga de vinilo con la bandera de Estados Unidos brillaba en medio de la oscuridad escarlata. Se lió un cigarrillo y esperó a escuchar la voz de Jane. Pero sólo escuchó la de David Gilmour desde la sala. Las campanas de la iglesia tañeron. El segundo toque. Escuchó un grito. El tercer toque. Las seis de la tarde. Dio una profusa calada y tiró la colilla. Sintió un leve mareo, el aire frío se metió en sus oídos. Se reanudaron los silbidos y unos riffs que debían provenir de la guitarra del dandy oscuro.
Abrió la puerta y, en medio del humo, surgió la melena cobriza. Una llamarada de fuego en el horno. Los labios carnosos, entreabiertos, relucían. Vislumbró en su mente el cuadro de la hija de Herodías. El gesto de éxtasis. La pequeña cicatriz en el labio superior. La melena se movía sobre los pequeños hombros, salvaje. ―Todos intentan decirme que no me haces bien‖, continuaban Led Zeppelin. Sus caderas no seguían el ritmo de la música. Un ardor bajó por la garganta de Dean hasta más allá de su vientre. Sintió el peso de Jane. Vio su cabeza apoyada sobre su pecho. La vio descansar en su cama. Desnuda. La melena cobriza sobre la almohada. Bajo el estallido de la batería, su cuerpo se estremeció con violencia. Los ojos abismales de Jane se encontraron con los suyos. Escuchó el trueno y vio su cuerpo tambalearse.
Jane cayó sobre los vasos y los botellines de cerveza. La sangre comenzó a discurrir por la piel. Quieta en el colchón de pedazos de vidrio. Destellos verdes emanaron, como luces del norte, de la madera sucia de la barra. Dean sintió el dolor punzante y el calor de la sangre. Corrió hasta ella. Imaginó al gusano del Nilo hundir los dientes, pequeños y afilados, desgarrar la media por completo e iniciar la erosión. Rememoró el tacto de sus rodillas, su mano en ascenso hasta su interior. Las glándulas comienzan a segregar. El veneno se cuela en el torrente sanguíneo. Detiene su corazón licántropo. ¿Dejaba de latir cada vez que buscaba su cuerpo en la cama y sólo encontraba un espacio vacío? A través de las medias rotas pudo ver cicatrices que no recordaba. Advirtió las costillas, demasiado marcadas. Cicuta, acónito y opio envenenaban su mirada. Había sucumbido a un odio visceral hacia la raza humana. Quiso alargar la mano, alcanzar sus tobillos y suplicarle perdón. Cuatro años atrás, debieron haber escapado de aquel lugar donde todos los desgraciados parecían haberse puesto de acuerdo para encontrarse. Le dijo a Jane que eran dos piezas lanzadas al vacío de aquel agujero cósmico. Ahora era demasiado tarde para ponerse filosóficos.
Lo comprendió cuando su presencia causó una herida más profunda que su ausencia. Jane consiguió incorporarse en un movimiento furioso, propio de un animal herido. No aceptó la ayuda de ninguno de los hombres que se ofrecieron a levantarla. Dejó caer su cuerpo hacia adelante y cogió la solapa derecha de la chaqueta de Dean con la fuerza que pudo extraer de sus entrañas. Con su mano izquierda, por la que circulaba la sangre, presionó su nuez. Dean cerró los ojos y esperó a la caída del filo sobre su cuello. Imaginó que luego besaría sus labios fríos. Salomé y Jokanaan. Lo único que sintió fue la suave caricia de su mano en su frente. Bajó por su mejilla hasta llegar a su boca, donde el olor a herrumbre de la sangre que la manchaba se coló por su nariz. Abrió los ojos y se encontró con su gélida expresión. Medusa de jade y cobre. Quiso despetrificarla y comenzó a decir su nombre, ahogado bajo los sollozos de Robert Plant. Y aunque no llegó a escucharlo, Jane lo leyó en el aire y respondió con la anhelada y ronca voz: ―Tú no eres Dean. Dean murió en el puto desierto.
Quinn apareció detrás de la barra, rodeó la cintura de Jane con sus brazos y la arrastró hacia el suelo. Se batió con él y volvió a mirar a Dean con una rabia desmesurada. Quinn susurró en su oído y consiguió que su diafragma dejase de subir y bajar a la velocidad que lo había hecho hasta entonces. Agarró su muñeca y se la llevó de la barra. La canción terminó. Los abucheos del público continuaron. Maura gritó desde el fondo de la sala algo que satisfaría su sed. Los ánimos se calmaron. Dean rodeó la barra y pasó por debajo hasta llegar a la puerta que comunicaba con el almacén. Al final del pasillo estaban Quinn y Jane. Escuchó los tacones de Maura detrás de él y el sonido de una nueva canción. La Wurlitzer no dejaba de girar. Maura los alcanzó. ―Sabía que lo harías. Si no fueras de mi sangre, estarías en la puta calle. ¡No deberías volver a esa barra, nunca más!‖. Dean observó la reacción de Jane con recelo. Apretó el cuello de Maura con sus manos y la sostuvo contra la pared unos segundos. ―Cállate, vieja zorra‖. Quinn gritó basta y le obligó a soltarla. Maura tosió antes de continuar. ―Deberías estar en la calle. Eres una desagradecida, como tu madre.‖ Jane levantó la mano para abofetearla pero Quinn lo evitó. Abrió una puerta y la empujó adentro. ―Quédate ahí y no salgas hasta que te hayas calmado, ¿ok? Maura masculló ―puta loca. — Tengo que volver a la barra. Alguien tiene que atender la barra… Branwell, haz que se limpie y luego la llevaré al hospital. ¡Maldita sea! – Quinn se pasó la mano por el largo cabello. – Maura, no entres ahí dentro. Déjala en paz. — No iba a entrar. Que se maten entre ellos, si quieren. Dean se quedó sólo en el corredor cochambroso, vagamente iluminado por un tubo fluorescente que emitía un irritante zumbido eléctrico. Parpadeaba. Debía estar agotado, o en aquel condenado pasillo había menos de diez grados. El papel verde desvaído que cubría las paredes de madera comenzaba a levantarse. Algunos trozos habían sido remendados con pintura roja. Había un par de flechas, borrones y letras. Indicaciones de los pintores, o mensajes satánicos. Golpeó la puerta dos veces. No hubo respuesta. Jane jugueteaba con dos brochas. La mesa del camerino estaba llena de botes: laca de uñas, pintalabios, y cajitas transparentes de bordes plateados y negros que parecían acuarelas de todos los colores perceptibles por el ojo humano. Tenía enrollado un pedazo de tela en la pierna, y apoyaba su frente en su mano derecha, los dedos hundidos en el cabello revuelto. Se volvió hacia él con una expresión de indiferencia hasta que arrugó la frente, y estiró los labios, en un claro gesto de dolor. Se llevó la mano al muslo. La herida debía de escocer, pensó Dean. — ¿Qué quieres? – preguntó en un hilo de voz. — Jane… Sweet Jane en la sensual voz de la cantante de Cowboy Junkies sonaba en el bar en el que pidió un café y una porción de tarta de queso al salir del hospital. Una extraña nostalgia se apoderó de su corazón cuando vio un anuncio en la pequeña televisión que había al final de la barra. Tres hipsters entraban en un bar y pedían unas Modelo Special. El spot era ridículo. Pero le trajo a la memoria el día que fueron al rodeo con Harley. Le hizo una foto a Jane con una lata de Modelo en la mano. Cuando vio que se acercaba a ella con la cámara, le quitó el sombrero texano a su padre y se lo puso. Salió con la mirada perdida en sus botas. El ala ancha sólo dejaba al descubierto su sonrisa de niña y la nariz pequeña. Trató de evocar su rostro. Sus ojos verdes se volvían difusos. No conseguía recordar la última vez que la vio. De manera intermitente regresaba a su mente una imagen. Tumbada sobre una toalla con aquellas gafas ridículas de su tía y un bikini de color mostaza. Le estaba pequeño en la parte de arriba, pues lo usaba desde que tenía catorce años. La toalla tenía soles dibujados. Recordaba el color del bikini y aquellos soles porque cada vez que veía al astro salir, por encima de las dunas, sentía que tenía una razón para volver. Le dejó un billete de dos dólares de propina a la camarera por haber elegido esa canción y se fue en busca del primer Greyhound en dirección al Agujero de Dios. — Janie… — No me llames Janie. Ya no soy una niña. Sólo John me llamaba así. — Quinn me ha dicho que está en Forca. — Sí. ¿Cuándo has hablado con Quinn? ¿Te ha dicho él que vinieras, o estabas de paso? — Jane, he venido porque quería… — ¿Querías darme la noticia en persona? — ¿La noticia? — ¿De que no volaste por los aires? — ¿Por qué dices eso? Jane rió con sorna. — Dios… Eres increíble. No escribes, no llamas… ¿Cuánto hace que volviste? El subnormal de Martin vino y me dijo que no sabía nada de ti. Volvió hace dos años. ¿Lo sabías? Cuando me vio aquí, la otra noche, me dijo: ¿no seguís en contacto? Así que quise pensar que habías muerto. Era mejor que pensar que no… Dean no la dejó terminar. — Para. No había ni una sola noche en que no me fuese a dormir pensando en ti. Veía… veía tu melena sobre la almohada. Veía eso sólo porque había empezado a olvidar tu cara. — ¿Qué mierda es ésta? ¿Lo has sacado de alguno de tus libros? No me jodas, Dean. ¿Sabes qué? Vete a la mierda. Tú y tus visiones. Si de verdad hubieses… si eso fuera verdad te habrías quedado, ¿no? — ¡Te ibas a ir a la universidad! — Sí, ¡no al puto Marte! Hubiera vuelto los fines de semana y podías haber venido a verme… ¡No me jodas! No compares esto. No me digas que te fuiste al puto Irak porque yo iba a ir a la universidad. Dime, dímelo de una vez. ¿Por qué te alistaste? — No lo sé… Dean retrocedió. Miró su reflejo en el espejo y metió las manos en los bolsillos de la coreana. Apretó los labios. Caminó hacia la puerta antes de volverse a mirar a Jane. Se había levantado de la silla. — ¿Por qué te alistaste? Avanzó de nuevo hacia ella, hasta poder sentir su respiración. Su cabello parecía rojo bajo la luz amarilla de las bombillas. Dean dirigió su mirada al espejo. Evitaba encontrarse con la mirada de Jane pero giró la cabeza y, por encima de su hombro, clavó sus ojos en los suyos. En ese breve instante en que volvieron a encontrarse, a través del espejo, recordó al Dean que conocía. — Quizá sólo quería volverme loco allí. Sonó sincero. — Tenía que escapar. — ¿De mí? Dean se llevó las manos a los ojos y las arrastró por su cara hasta acariciar su barba. Rió con amargura. — Dios mío, Jane. No, mierda, no. Claro que no. De esto. De este lugar. ¿Sabes lo que me esperaba aquí? ¿Qué iba a hacer yo?, ¿cortar el césped de Harry? ¿Vivir de su pensión? ¿Trabajar en la acería… que ahora está cerrada? ¿Volver al maldito polo norte? No había nada. ¿Recuerdas cuando acabamos el instituto? Todos aquellos sueños se fueron. ¿Recuerdas aquella noche en el monte, cuando te besé y me pediste que parase? Jane bajó la vista. — Sabes que no podía… — Me di cuenta de lo que iba a pasar. Y tú también lo supiste. Dean tragó saliva antes de continuar. — Cuando me fui, sabías por qué lo hacía, Janie. Lo vi en tus ojos. No podía seguir aquí. Hubiera acabado en el lago. Quinn apareció y el silencio escaló de sus gargantas a las paredes. Se quedó bajo el marco de la puerta. Era consciente de que cruzar su umbral sería una profanación. Lo supo al inhalar el aire enrarecido. El mismo que se respira en las sábanas revueltas que dejan los amantes en el lecho tras el sexo. Pero la posición de los cuerpos que observaba era la de una intimidad ajada. No le hizo falta abrir los labios. Jane caminó hacia él, no sin antes, con la vista perdida en la moqueta, dirigirse a Dean: ―Nos vemos por ahí‖. Quiso tener la última palabra. Siempre quería hacerlo. Aunque después sintiera el frío eco del vacío. Quinn le preguntó si estaba bien y se limitó a asentir con la cabeza. Le puso su chaqueta de cuero alrededor de los hombros y la ayudó a subir al coche. Perdió la vista en la tierra árida, iluminada por el fluorescente azul que colgaba sobre la puerta del almacén. Quinn echó el candado y se sentó al volante. Preguntó de nuevo si estaba bien, pero Jane no se molestó en contestar. Encendió la radio y se recostó en el hundido asiento del Ford. Quinn suspiró, apartó la mecha de cabello que caía sobre su frente y puso las llaves en el contacto. — Estoy bien. Quinn asintió sin dejar escapar la preocupación que empañaba sus ojos. Un destello color café brillaba en ellos. — Gracias. — ¿Por qué? Jane sonrió. Cerró el puño y le propinó un suave golpe en el hombro. — Conduce. Quinn le devolvió la sonrisa y arrancó. El lenguaje no verbal entre ellos crecía como tela de araña. Envolvía sus silencios. Quinn abrió ese canal porque en un mundo adulterado por psicofonías electrónicas, pantallas de óxido y estaño, Jane era real. La observó encoger los hombros en uno de sus gestos felinos y, antes de meter tercera, la escuchó suspirar. Leía en voz alta el nuevo cartel de neón del motel más cercano al Blue Moon: ―Un motel barato. Para tener relaciones sexuales con un desconocido‖. Quinn dejó escapar una risita antes de decir: ―En el Americana ofrecen HBO‖. Jane apoyó la cabeza contra la ventanilla y perdió la vista en la oscuridad plomiza. La noche, a las afueras de la ciudad, brilla desenfocada. Manchas, curvas y ráfagas de luz rojas, amarillas, azules y verdes. Círculos que atraviesan las pupilas.
Pasaron por delante de the Tavern, Hal’s Hamburgers, la gasolinera Texas, Weiss Liquors, y el Diner 24 horas de la siguiente avenida, junto a la mueblería de Ed. Entre el día está muerta, pero al ponerse el sol se enciende una gran luz roja en el techo y los fluorescentes del gran escaparate iluminan los paneles que han colocado sobre el cristal y en los que se puede leer en pintura roja: ―Going out of business. Everything must be sold to the bare walls‖. Los siguientes negocios hacen anuncios parecidos. Liquidaciones totales, cierre inminente. Pero llevan así desde antes del verano. En la Taquería hay un par de motos y coches aparcados. Los automóviles que se cruzan en su trayectoria ciegan sus ojos, con sus faros blancos. Lunas llenas que alumbran la profunda desolación de la atmósfera nocturna que reina más allá del bulevar, de camino hacia el lago. El viento de los últimos días hizo jirones las vallas publicitarias.
Dean… ¿Era posible que hubiera vuelto? Jane sintió ganas de llorar, pero reprimió el impulso. ―Hubiera acabado en el lago‖. Quinn escuchó el moqueo de la nariz y sintió que algo andaba mal. Movió su mano hasta rozar su muslo, con dulzura, por encima de la herida. Al sentir el contacto de su piel Jane quiso sonreír, pero sus labios se curvaron en un tímido intento que acabó con un mordisco del labio inferior. Puso su mano izquierda sobre la de Quinn y se pasó la derecha por los ojos, en caso de que hubiera escapado alguna lágrima, antes de mirar a través de la luna delantera como el coche descendía por la carretera hacia el corazón del valle. Miles de luces, dispersas, provenían de las dos ciudades que rodeaban el lago. Brillaban bajo un cielo sin estrellas, cubierto por nubes de color violeta y ultramar que se habían tragado la media luna. Cerca de las montañas crecían cúmulos nimbos azafranados. Irrumpió un rayo. La cólera de Dios. — Nos va a pillar la lluvia. Comentó Quinn. El trueno se escuchó por encima de la radio. — Jane, ¿qué pasa? — Nada… Estaba pensando que todas las carreteras que llegan hasta el valle descienden de las montañas y acaban aquí. Es como si no apuntasen en dirección hacia afuera. Sólo hacia aquí. Caen allí dentro y terminan. No siguen. Quinn envolvió la mano de Jane y la apretó con fuerza antes de volver a ponerla sobre el volante. — Tienen que curarte. Una serie de momentos dolorosos se confundieron en su mente. La sirena de una ambulancia. Luces estroboscópicas. Árboles, borrosos. Estaban aparcados delante de casa. Quinn la ayudó a caminar hasta la puerta por si resbalaba. El suelo estaba mojado. ¿La medicación había hecho su efecto? Al encender la luz del cuarto de baño tuvo miedo. Su corazón latió convulso. No apartó la vista porque quería escudriñar la imagen. El pánico pasó a ser congoja. No eran las píldoras administradas por el médico de urgencias. Ni el alcohol de horas antes. Ni la tétrica luz que proyectaba la lámpara de la mesita de noche desde el dormitorio. Por la ventana del baño entraba el resplandor rojizo de la tormenta. El viento volvía a golpear con fuerza. Arrojaba las gotas de lluvia contra las ventanas. Era ella. No reconocía su propia imagen en el espejo. Desde que llegó el frío, en los primeros días de noviembre, había experimentado una sensación extraña ante su reflejo. Pero nunca tan angustiosa como esa noche. Al entrar al hospital y verse reflejada en las puertas de cristal, comenzó a sentirlo: ―Me miro a mí misma, pero no soy yo. Es una persona distinta. No soy yo. Me pesan los párpados. Estoy cansada. Muy cansada. Siento una neblina… en los ojos‖. Se dijo aquellas palabras, en la soledad de la estancia, para tratar de convencerse de que lo que veían sus ojos sucedía. Al menos en su mente. El estómago comenzó a retorcerse. Agarró la camiseta que llevaba puesta y la hizo un nudo sobre su pecho. ―Veía tu melena sobre la almohada… Dean… desgraciado, hijo de puta‖. Si había alguien que no quería ser, era la imagen proyectada de otra persona en una época remota. Abrió el cajón que había bajo el lavabo, sacó las tijeras y pegó un corte a cada uno de los lados de su cara. Sintió una satisfacción inaudita. Comprendió lo que Dylan debía sentir al tocar I shall be released. Lo sintió al ver caer los mechones cobrizos sobre el lavabo. Envolvió el cabello restante con su mano, como si fuera a hacerse una coleta, y volvió a dar otro corte. Lo soltó y vio como caía justo por encima de sus hombros, sin llegar a rozarlos. Dejó las tijeras sobre el mármol blanco. Alzó la vista, y no odió la imagen que le devolvía el espejo. Se sentó sobre la cama deshecha. Dobló el cuello al lado izquierdo y luego al derecho. Crujió. Movió la cabeza y se sintió liviana. Una claridad inesperada comenzó a atravesar los huecos de la persiana americana e iluminó sus manos sobre sus muslos. El reloj de pulsera de Quinn, sobre la cómoda, señalaba las 7:13. El viento y la lluvia habían cesado hacía tiempo. Ahora sólo se escuchaba el ruido de los disparos que llegaban desde el salón. Un hombre gritó: ―¡Sal, si todavía estás vivo!‖. Quinn se había quedado dormido en el sofá con el televisor encendido. John se le apareció de forma espectral. Cuando se levantaba para ir al instituto, le encontraba allí con la botella de Jameson en el regazo. En la tele, Kris Kristofferson suda con una escopeta entre las manos. Se le ha acabado el tiempo. Billy el Niño se rinde ante Pat Garrett. El sombrero negro, que Coburn porta con elegancia, le recuerda a aquel que John llevaba el día que fueron al rodeo. Dean le hizo una foto con él puesto. Rió para sus adentros con rabia. Aquellos días... Se preguntó si ése era el verdadero gusto de la nostalgia. No el deseo de volver atrás porque esos días fueran especialmente buenos, sino simplemente porque entonces todavía no había perdido la esperanza de que llegara un tiempo mejor. No sólo no había mejorado, había ido a peor. Jane se preguntó si era posible que algún día cambiase su sino. Si allá fuera, en el firmamento que comenzaba a desteñirse bajo los primeros rayos de sol, en las estrellas que desaparecían bajo los azules claros y los naranjas pálidos, no estaría escrita su fortuna, como creían los astrólogos babilónicos. ¿Irreversible? En vez de rendirse ante ella, como Billy, quizá debería coger el arma y disparar hasta quedarse sin balas. O sin alma.
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Tauro (h) & Sagitario (m) 💕
Sagitario iba contenta a la casa de Tauro, hoy tenía tantas cosas que contarle y no podía esperar hasta la noche. Llamo al timbre en cuanto salto los dos pequeños escalones de la ya familiar casa, sacó sus audífonos de los oídos y espero a que alguien abriera.
-Sagitario! - la madre de Tauro abrió la puerta limpiándose las manos con una toalla de cocina.
-hola señora, ¿cómo está usted?
-Bastante bien, estoy preparando el almuerzo.
-vaya genial, ya se de dónde venía ese olor tan delicioso.
La madre de Tauro río y la invito a a pasar.
-Gracias cariño, en ese caso, puedes quedarte a cenar si quieres.
-claro! muchas gracias, eh Tauro...
-En su habitación, le dije que la limpiara un poco, es un sucio- hizo una mueca de disgusto para luego sonreír-puedes subir sí gustas.
-Gracias!
Sagitario subió las escaleras escuchando música cuando se acercó a la habitación, y es que Tauro estaba cantando y bailando mientras limpiaba.
-Se que tú me amas y me amas solo a mí ¡oh beibe!
Sagitario reprimió una risa y en seguida sacó su celular.
-por dios esto vale oro.
-Soy tu hombre uo, soy tu hombre uo uo. Cuando me miras siento tu deseo nena...
Estuvo grabándolo durante un rato más a través de la pequeña abertura de la puerta, cuando en una ocacion en la que Tauro limpiaba el espejo que quedaba frente, se le a figuro que la vio, pero después Tauro se movió de su punto de visión hacia el lado derecho de la habitación.
-¡Te atrape pequeña ruin! - la puerta se abrió de golpe y sagitario cayó en su trasero soltando un chillido.
-¡maldicion! me has dado el susto de mi vida!
-No lo siento, ahora dame tu celular.
Tauro estiró la mano hacia ella.
-Primero ayúdame no?
-no
-entonces ni tienes mi celular ni lo que te compre hoy.
Sagitario estaba fuera del suelo en un dos por tres.
-Dame -no te traje nada ja!
-en estos momentos quisiera que fueras hombre para darte una buena paliza en esa cara que tienes.- Tauro dijo amenazandola con la mirada viéndola pasar hacia su poof azul y lanzarse.
-pero! Como mi madre me educó tan bien tienes suerte, no te haré nada - cerró la puerta detrás y se encaminó a su silla giratoria sentándose mientras daba vueltas - ¿Que me cuentas hoy Sagi ?
Sagitario sonrió.
-uh prepárate que te vas a caer de la silla.
-nací listo.
-Que fanfarrón
-Tu me lo pegaste pulga.
-cállate que si de insultos se trata tú sales llorando con tu mami.
-Es un apodo duh
-Como sea, ¡¿recuerdas el refugio de animales que vimos la otra vez ?!
-como no recordar si pasamos por ahí como setecientas veces.
sonrió divertido
-hoy decidí entrar
-enserio ? Y sin mi ? Que clase de mejor amiga eres tú?
-tú nunca te viste interesado
-¿Quien aquí tiene cinco perros, dos peces y un hurón?
-... tú
-y de esos cinco perros ¿cuantos son adoptados de un refugio ?
-tres
-ándale
-uy perdón
-no te perdono, ahora prosigue
Sagitario rodo los ojos riendo.
-Cuando entre te juro que fue hermoso había un montón de personas cuidando y bañando a los animales!
-nada nuevo
-deja que termine!
-lo siento
-en lo que estaba, Cuando fui a ver a los cachorros, vi pasar a un dios frente a mis ojos- sagitario suspiro y Tauro se removió incómodo en su silla.
-¿un dios ?
-si ! Un chico demasiado guapo para ser real! Creí que solo tendría la suerte de observarlo pero me hablo ! ¿Puedes creerlo? Yo ! Sagitario la chica feto!
-no eres un feto
-si lo soy, bueno, lo qué pasó es que comenzamos a platicar de todo y el... redobla tambores!
Tauro de mala gana comenzó a golpear sus piernas como si de un tambor se tratase.
-¡me invitó a salir mañana en la tarde !
sagitario se levantó del poof alzando los brazos sonriente. A Tauro se le detuvo la respiración.
-...en-enserio?
-si! Oh dios tienes que ayudarme, mañana vamos a ir de compras y escogeremos un buen atuendo, mi armario da pena.
-yo creo que te ves linda.
-no seas tonto
Los dos quedaron en silencio y de pronto sagitario se lanzó a los brazos de Tauro.
-estoy tan emocionada tau, tengo un buen presentimiento de esto.
Tauro no dijo nada solo se dedicó a abrazarla y oler su cabello, el típico olor a vainilla que representaba a su mejor amiga.
-si tú lo dices...
Al día siguiente
-sagitario llevamos aquí desde las ocho de la mañana buscando ropa y ¿adivina que tenemos ? Nada ! Nada y ya son las cuarto de la tarde! Mis pies agonizan.
-es que debe ser especial! No seas un bebé
-a penas y lo conoces y no soy un bebé.
-olvidaste lo de la primera presentación vale oro?! Tantas películas de amor que nos a hecho ver cancer.
-pero si ya te vio en el refugio, y además así no se dice.
-como sea, oh por Dios
Tauro vio como sagitario se echaba a correr hacia la ventanilla de un local en donde había un lindo vestido azul. Corrió a alcanzarla.
-este, tiene que ser este, ven - lo tomo de la mano y lo llevo dentro - disculpe?
-si?- una señora regordeta de cara amable sonrío.
-el vestido azul que tiene ahí enfrente... tiene en talla mediana?
-claro que si, acompáñeme.
Los dos siguieron a la señora y está les entregó un vestido, sagitario corrió a los probadores y Tauro aprovechó a descansar en el sofá. Después de unos nueve minutos la chica salió.
-Tau?
-si?- el chico dejo de ver la pantalla de su celular y se encontró a la chica más bella de todas.
-vaya , te vez... te vez hermosa.
Ella solo río y se dirigió al espejo de cuarto paredes.
-señorita se le ve espectacular! Tiene que llevárselo se ve bellísima! A demás a su novio se le nota que le encantó, solo mire su cara!
A Tauro se le desfiguró el rostro y sagitario sintió sus mejillas arder.
-eh nosotros no am no somos novios - dijo ella y pronto la señora se sonrojó.
-oh lo siento yo solo creí que...
-no se preocupe, no pasa nada - Tauro la interrumpió.
Al final media hora después iban en el auto de Tauro con el vestido y zapatillas nuevas, llegaron a la casa de sagi y ella se fue a arreglar mientras Tauro se quedaba platicando con los padres de sagitario.
-aún sigo esperando el momento en que tú la invites a salir...
Tauro se atragantó con el pedazo de pastel que estaba comiendo y miro a la mamá de sagitario. ¿Que le pasa al mundo el día de hoy ?
-¿disculpe?
-sabes de qué hablo-ella sonrió.
-Anna! - sip Tauro llamaba a los padres de sagitario por su nombre, lo conocían desde los cinco años.
-hijo, se nota la mala vibra que enmanas cada vez que sagitario tiene una cita - río el padre de sagitario dándole unas palmaditas en la espalda, mientras se llevaba un pedazo de pastel y soda a la sala de estar.
-mira cariño, sabemos que te gusta sagitario desde la primaria- Dijo Anna cortando los vegetales para la cena.
-oh dios
-no tienes que avergonzarte
-si, si tengo que, soy demasiado obvio
-no para ella
-gracias por los ánimos Anna
La madre de sagitario río he iba a decir algo pero el timbre sonó.
-yo voy ! -se escucho la voz de sagitario quien corrió las escaleras y abrió la puerta antes de que su padre lo hiciera y la avergonzase.
-Tom!
-buenas noches linda
-buenas noches lindo
termino de abrir la puerta el padre de sagitario.
-Papá!
-lo siento, lo siento, solo bromeaba!- dijo el divertido tomando de su gaseosa.
-qué gracioso señor-dijo el un poco nervioso.
-si lo se , la quiero antes de las ocho de acuerdo?- lo apunto con el dedo
-sí señor... nos vamos ? -miró a sagitario
-si- salieron por la puerta pero a la mitad del camino se detuvo -oh espera olvide algo !
sagitario corrió dentro hacia a la cocina y abrazo a Tauro tomándolo por "sorpresa " ya que el anteriormente estaba espiando.
-gracias por todo, deséame suerte.
-suerte - la abrazo mientras la madre de sagitario los veía enternecida.
Sagitario le dio un beso en la mejilla
-te quiero - y se hecho a correr.
-también te quiero.
11:00 p.m
Tauro estaba durmiendo desde que llegó a casa a las siete, no quería saber nada del mundo hasta que el sonido de su celular lo despertó.
-hola ?
-Tauro - sagitario sollozo
En un dos por tres Tauro estaba poniéndose una camisa pantalones y sus zapatos.
-¿donde estás ?
-en el parque...
-voy para haya.
Colgó y se hecho a correr hacia su auto. Ocho minutos después se encontraba aparcando en el parque donde el y sagitario pasaban el rato. La busco con la mirada y la vio sentada debajo de un árbol.
-porque mierda no estás en tu casa ? -dijo el al llegar frente a ella.
-no quería
-se supone que debiste haber estado en tu casa a las ocho.
-no quería...
-deja esa mierda. Tus papas han de estar como locos.
-les dije que estoy en tu casa
Tauro rodo los ojos suspirando y se sentó a su lado.
-dime qué pasó
-el es un completo idiota
-ya lo suponía
-no es gracioso Tauro
-perdón, pero porque si apenas me llamaste hasta ahora ?
-...
-Sagitario
-...
-sagitario dime
-la cena fue un desastre, el no fue para nada lo que pensé, es un estupido total, solo es una cara bonita y... cuando estábamos en su auto después de cenar intentó sobre pasarse conmigo.- ella lloró
-dime que no es lo que escuche -Tauro sintió una inmensa ira. Ya iba a levantarse cuando sagitario lo detuvo.
-tranquilo, yo misma le rompí la nariz y me encargue de que no se me acercara mas- ella sonrió con nostalgia.
-nunca me dejas ser un caballero - dijo Tauro fingiendo molestia mientras se sentaba a su lado abrazándola.
-tonto- ella río sirviéndose los mocos y Tauro sonrió,aún así se veía linda.
-tonta
-... porque tengo tan mala suerte ?
-será porque hueles a tufo ?
-tú hueles a tufo, yo me bañe hoy
-de todos modos hueles a rayos
sagitario sonrío y se giró a mirarlo
-sabes ? eres lo mejor que tengo, no sabes lo mucho que te quiero- lo abrazo más fuerte.
-yo te quiero más
De pronto Tauro no supo que había pasado pero tenía los labios de Sagitario sobre los suyos, eran suaves y cálidos. Los mejores labios del mundo.
"Oh rayos "
Sagitario se separó y le dio una sonrisa radiante mientras se acomodaba en su pecho para observar las estrellas y Tauro solo miraba hacia enfrente sonriendo cómo estúpido mientras la abrazaba...
Tenía un buen presentimiento.
__________________________
Después de tanto tiempo .... hola 💕 Perdón por mi ausencia corazones
-Somniumpisces
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Entre batas y libros 4
Como ese, tuve muchos encuentros con el Dr. Quiroga. La mayoría con alguna “torpeza” de mi parte como tirarle un café encima, empujarlo sin querer mientras entregaba unos papeles en pediatría o que él tuviera que salvarme de caerme por las escaleras.
Ya sé que parece que soy un desastre andando pero les juro que no es así. No suelen pasarme esa clase de cosas, al menos no tan seguido. ¡Era por él! Me ponía en un estado en el que no podía hacer dos pasos sin quedar en ridículo.
Pero debo reconocer que, si no fuera por uno de estos incidentes, las cosas no hubieran llegado hasta dónde lo hicieron. Mi relación con él no hubiera llegado a tanto. No me habría involucrado y… no habría sentido el dolor que sentí.
Fue uno de esos días en los que las cosas salen mal desde que te levantás de la cama. El despertador sonó tarde, el maquillaje no quedó como debía, todo lo que tocaba se caía y, para rematar, el colectivo pasó de largo ante mi pobre brazo levantado. En fin, mal. No llegué tarde al trabajo de milagro y empecé mi jornada poniendo la mejor sonrisa de la que era capaz. Cuando atendés al público es así, sonreís o sonreís.
Como al salir de casa hacía bastante frío, me había puesto una remera debajo de la camisa y un sweater por encima de esta última. Pero, gracias al calentamiento global y a mi “maravilloso día”, a media mañana empezó a subir la temperatura. Como soy una persona calurosa, no aguanté mucho estar con tanta ropa haciendo casi unos 18ºC por lo que, en uno de mis descansos, me di una escapada a la sala de descanso de los médicos de planta y, aprovechando que no había nadie, me saqué la remera que tenía bajo la camisa. Después de todo ese revuelo de prendas para sacarme la bendita remera, pasé por la cafetería a tomar algo y, cuando terminó mi descanso, volví a mi silla a atender a los afiliados. De ahí, mi día siguió tranquilo.
No fue sino hasta una hora antes de terminar mi jornada que noté que mi collar no estaba en mi cuello, donde tenía que estar. Al darme cuenta de esto entré en un estado de desesperación bastante grande ya que ese collar es muy importante para mí. Tiene la medallita que mi papá me regaló cuando cumplí 15 años y un dije que mande especialmente a hacer cuando cumplí 18, una media luna con nudos celtas grabados y un corazón por encima de la punta inferior.
Aunque suene exagerado, estaba al borde de las lágrimas. Recorrí todo el hospital buscándolo, preguntando a todo el mundo si lo habían visto. Llegué al punto de cuestionarme si me lo había puesto, pero estaba convencida de que así había sido. Casi nunca me lo saco, solo para bañarme.
Ya habían pasado dos horas desde que me había puesto a buscar. Estaba a punto de rendirme y ponerme a llorar como una nena chiquita.
Sin embargo, cuando pasaba por uno de los pasillos para ir a buscar mis cosas al sector de lockers, alguien me agarró del brazo y me detuvo. Como estaba tan concentrada en mi tristeza y en evitar ponerme a llorar ahí mismo, no había notado que había alguien más ahí conmigo. Lo que dio como resultado que soltara un pequeño grito debido al susto que me había llevado.
-Perdoname, Rebecca - me dijo una voz demasiado familiar. - No quería asustarte.
Lo reconocí antes de darme vuelta para verlo. Quiroga…
-No, está bien Dr. Quiroga. No fue nada. - traté de contestarle lo más calmadamente que pude, aunque con la mirada puesta en mis zapatos.
-¿Está todo bien? - preguntó, después de que me puso la mano en la barbilla y levanto mi rostro hacia él para verlo mejor.
Quise contestarle que sí, pero no pude. Fue uno de esos momentos en los que estás tan angustiado que ante una pregunta considerada se produce un quiebre en el control de las emociones. Se me cerró la garganta y las lágrimas comenzaron a reunirse en mis ojos.
Fue recién cuando Quiroga me secó una de ellas que noté que habían empezado a salir sin mi permiso. Cambió la mano de mi barbilla a mi mejilla y pasó el pulgar lentamente por ésta, como si fuera una caricia, para adueñarse de mi lágrima. Después, se la llevó a los labios y la besó como si se tratara de un tesoro.
Yo no podía estar más sorprendida por esa acción. Creo que me quedé mirándole, pasmada con los ojos abiertos como platos, mientras él se llevaba esa pequeña lágrima a los labios. Muy lindos y apetecibles labios.
-¿Qué merece tus lágrimas, Rebecca? - me preguntó mirándome directa e intensamente a los ojos, como si así pudiese ver a través de mí. Como si buscara algo, algo específico.
-Yo… Yo perdí… - no podía articular más de dos palabras. Ya no sólo por mi angustia sino que también por el efecto que él tenía en mi persona. El tipo se llevaba un dedo a la boca y yo quedaba fuera de juego. Que desastre.
-¿Ésto? - dijo levantando frente a mis ojos mi collar.
No lo podía creer. Ahí estaba.
No lo pensé. Mi cuerpo actuó por su cuenta lanzándose a sus brazos y abrazándolo como si fuese un salvavidas en el medio del océano.
-Gracias, gracias, gracias…
-No hay de qué - en ese momento, sentí cómo me devolvía el abrazo poniendo una de sus manos en mi espalda baja. Fue la señal que necesité para darme cuenta de lo que estaba haciendo.
Reaccioné y me separé de él, tratando de que el sonrojo no fuera a mayores. Al ser tan blanca como un papel, es algo que resalta enseguida.
-Perdón, me pudo la emoción.
-No hay problema - me contestó riéndose por mi actitud vergonzosa y remilgada. - Creo que esto es tuyo, entonces - agregó poniendo el collar en mi mano.
-Sí, sí. Mil gra…
-¿Todo bien?
-Sí, pero… Falta un dije… - la luna, esa luna que me representaba, no estaba.
-¿En serio? - dijo con un tono preocupado. Seguro que mi expresión no ayudaba tampoco. - Estaba así cuando lo encontré… - Pobre, podía notar la culpa en su voz.
-No, está bien. No es culpa tuya - trataba que eso pareciera, al menos. - ¿No viste un dije en forma de luna por ahí, de casualidad?
-No… Perdón, Rebecca.
-No, no. De verdad, está bien. Sólo preguntaba… - respiré hondo para aguantar la tristeza y contener las lágrimas.
-¿Qué te parece si como compensación te invito a cenar este viernes? - me preguntó así como si nada, tomándome totalmente por sorpresa.
-¿Qué? - estaba alucinada, lo que él pareció notar ya que empezó a reírse como si le hubiera contado un chiste.
-Eso. ¿Qué te parece si, como disculpa por tu dije perdido, te invito a cenar el viernes? - Mi mandíbula no llegó al piso sólo porque era físicamente imposible.
-Eh… ¿No tendría que ser al revés, yo invitarte como agradecimiento?
-Dame el gusto, ¿sí? - me dijo de una forma que se me antojó muy seductora, acercándose tanto a mí que nuestras narices casi se rozaban.
-Supongo… Sí.
-Perfecto - dijo mientras se le formaba una enorme sonrisa de satisfacción. - ¿Salimos a la misma hora el viernes, no? ¿A las 9?
-Sí, a las 9 - no podía no sonreírle cuando él parecía tan contento, además de que yo también lo estaba. Estupefacta, pero muy contenta.
-Listo - dijo mientras comenzaba a alejarse - nos vemos en la puerta a esa hora.
-Eh… ¿Dr. Quiroga…?
-Marco - me cortó abruptamente, deteniéndose un momento. - Decime Marco - sonrió con cierta petulancia, se dio la vuelta y se fue.
¡OH, POR DIOS! ¿Qué acababa de pasar?
Tenía una cita con el Dr. Marco.
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Hola a todxs, p*tos!!! Aquí estamos al tanto tiempo, que no me había vuelto a conectar yo que sé, desde la última plaga por lo menos xD Eso sí, ni mucho menos penséis que me había olvidado de nuestra pitecántropa favorita. Así que me parecía una deshonra no dedicarle una entrada como ella se merece... Remontándonos años ha, este ser agreste se encabezonó en que quería hacerse una cuenta dedicada a Egipto, su gran pasión, y ni corta ni perezosa así lo hizo, y mandó una petición de amistad a Violeta rezando lo siguiente:
ya esta echo el nuevo facebook=)
como no e cojido de alguna pelicula algun personaje de egipto=)
Ya está hecho, como si lo hubiese hecho con arcilla o algo xD y como no, he COJIDO de algun personaje de egipto... Vamos a ver que yo me entere, ¿y como se coge de una película a un personaje de egipto? Se ha dado el viaje al país para ir a coger a una persona o como va la cosa? No veas, si que se ha tomado molestias... Pero lo peor es... ¿que es un personaje de egipto? Es que Egipto en si ya es una pelicula y las personas son meros personajes? ¿Son meras fichas en su siniestra partida de damas chinas? Y lo gracioso es que dice “como no”, como si eso fuera lo más normal del mundo vamos, como comerse un pato lentejas...
ya e subido mis primeras imagenes en este facebook^^
dios ya tengo 2 peticiones de amistad , que vienen de tu facebook jejeje
joder tengo 45 peticiones de amistad nose si aceptarlas
Uh, telita, ya ha subido sus primeras imágenes... Primeras que me juego el trono a que fueron las últimas, la emocion del primer día que te haces la cuenta, luego las ideas empiezan a escasear y que le den por culo a la cuenta xD Dios, y ya se habia motivado porque tenía dos peticiones de amistad, es una cosa esa para tirar cohetes, me hago yo cuentas falsas de esas y me llegan 99 de golpe, a mi y a todo el mundo que se la haga, no te creas que eres ya la maravilla del mundo por eso. Y dice “que vienen de tu facebook”, oye, vendrán de mis amigos, no de mi Facebook xd y luego era ella la que se ponía paranoica diciendo que si yo me agregaba a sus amistades o no se qué movidas, pero luego ella si puede ir cogiendote a tus amigos, o tos moros o tos cristianos sabuesa! Joer, 45 peticiones, no se si aceptarlas, igual son de la mafia que vienen a sacarte información comprometida xD Muy fácil, si los conoces aceptalos anda, yo si me llega mi compadre el chato pues claro que no dudo en aceptarlo, señas de que no sabías quienes eran mono muerto, y NOSE es nariz, aprende a escribir y dejate de aceptar peticiones anda xd
esque amistad en comun son todos tuyos ejeje
menos mal tambien hay chicas
sahil khan khan solo quiere sexo
Ves? Amistad en común son todo tuyos, como en plan diciendole a Violeta que si alguno de esos la violaba ya era culpa suya por tenerlo en amigos, ya era complice del crimen xD Menos mal que hay chicas? Cucha, eres una machista, no puede tener Facebook un hombre o qué? Faltaría más vamos. Y a ver si te crees que una chica no te puede matar, no generalices anda, y si tantos problemas tienes no agregues a quien no conozcas experimento 626
Dios, esto ya es la pera, Sahil Khan Khan solo quiere sexo, parece el nuevo exito de reggaeton de Caribe Mix 2019 xD Pues poco sexo va a querer por una pantallita hija, y ni que lo conocieras tú de toda la vida para saber lo que quiere o deja de querer, a lo mejor quiere un porsche y tú no lo sabes, que solo pienses en eso es tu problema nena, y ya como estabas en ambientillo egipcio ahí creyendote la faraona o algo ya tenias amigos árabes ahí, no veas, tu propio harem en un momento y va quejándose
ese me hace video llamadas
y envia gif de penes
y de sexo
me a pedido foto mia, jajaja le e enviado una super fea falsa
Me hace video llamadas? Pues no se las cojas oiga, y para empezar para que lo aceptas si no lo conoces, ya estás expuesta a eso, luego no te quejes. Facebook te dice cuando mandas u aceptas peticiones que si conoces al personaje en cuestión, tú no aceptes eso mija, que luego si te matan encima es culpa tuya xd Envía gif de p*nes? Y eso es malo o qué? Dame su feisbuk para agregarlo hombre, eso es alegría, si como no los veas en gifs no los vas a ver en otro lado contra xD Aunque me da miedo dicho así en plural, parece que un mismo gifs haya un ejercito o algo... Y de sexo? Como es un gif de sexo? xD Ahora me entero yo de que existen gif de sexo, eso que es, de esto ♂♀ ? En plan simbolos de sexo masculino y femenino? Porque otra cosa... Ehhh, eso es ilegal, dice que le ha enviado una foto super fea falsa, y luego dices que subir una foto de lum es usurpar la identidad? Claro, pero luego cogerle a una pobre persona una foto y mandarla a un pederasta ya no es, que va, así va el mundo... Y es ella quien para llamar super fea a la gente? Tía, ya que te pones a mandar una foto de una fea para ahuyentar al muchacho mandale una tuya y así ya le da un telele en el momento en que la vea, porque sermás feo que tú yo creo que es dificil ya... Y no es falsa, es de una persona que no eres tú, pero la persona existe oiga xd
no son muy habladores los españoles
Vamos a ver... No es que no sean muy habladores, es que si no los conoces como c+ño quieres que te hablen pedazo de neandertal? Si solo te vas agregando a moros que no entienden ni tu idioma pues normal que no te hablen, o te hablaran en letras moras y no los entenderás xD Vamos, seguramente que J.Z se hace un Facebook, agrega a sus amigos y familia y dice... Uf... no son muy habladores los españoles... Vamos hombre xD y encima eres una racista, ya si no son españoles no puedes hablar con ellos o qué? Hay que conocer mundo hombre, abrete a nuevas fronteras hijas p+tas, hay que tener divrsidad... Y otra cosa, vale que no entiendas el idioma y no puedas hablrles, pero los latinos no hablan español? Hay lo dejo...
#facebook#loca#gorda#neus#neve#egipto#egiptomania#soloquieresexo#gifdepnes#gifdesexo#fotofalsa#fea#españoles#peticionesdeamistad#45#sahil
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la Maricona
nada tan sublime como lo bestial.
y me enredo en tu lengua naranja fuerte lo de nuestros adentros se hace agua.
soy una inmundicia ofende dioses vieja huerto de frutos mamertos como la intuciòn.
y te sali retorcida. te sali vertiginosa. te salí loca, maricona. la qué dice la verdad. la qué honra los méritos y hace macumbas para socavar la emoción. soy andrajosa y un total despilfarro de mierda y purpurina: qué asco pensar en el fin del mundo. o anestesia. o propaganda, o fuero muerte de concepción inmune. dame ternura por favor.
y le pido a dioS qué nos ayude
a èl, qué hizo tan poco por nosotras
qué hizo nada. Qué nos dejó enfermas
qué nos dijo equivocas
pero no me queda otra deidad
asesine a todxs les santos
porque todxs de alguna bufona materia mentían
le suplico al facho dios qué me deje vivir en este tramo hasta casa...
¿porque no diosa?
y me desarmo toda
pienso,
soy la ninfa mas gorda de los sicarios
me da adrenalinanal todo esto
ya se qué es estúpido
pero sin embargo lo doy todo y me reuno
con la fuerza de guerrera qué solo una marica negra puede tener.
marica negra y gorda , toda una vida de dramas y misterios
traumitas de cuarzo cristal
alelì y la fauna de mi socorro
pero acà estoy
parada con miedo
pidiéndole al pelotudo de dios
qué me ayude
doy asco.
lo quería toda de verdad toda
la verdad de qué me rompiste
la novedad de qué me gusto
la verdad de mis encantos se ruboriza cuando analizo la vida. y se hace consecuente, atorranta y devoradora la hambre qué me caracteriza. hola soy una gorda perdida. la verdark q me atomiza es la misma de siempre, no me salvo ni me libero, sigo eligiendo chongos pakis como amoral y me endeudo el corazón marica qué propone nuevos tiempos. me largo. estoy harta. harta del tiro y el reviente, loca manía la mía de proponerme heroína , siempre. basta. soy una animalita salvaje me lamo las heridas mientras corro a contraviento y te digo hola desde dónde puedo, pero ambos sabemos no están afiladas mis armas, entonces tiro perpleja una disculpa anónima y me hago humo, yo no soy la marica sin sueños. tengo miles, de pastelería a familia y de rica a muerta, tengo millones de sueños, y les pido perdón por la realidad a les q le someto, les sueños, les mortuorias. y caì en tu encanto de joggin adidas y paquete ajustado, otra vez, me vas a pedir qué sea tu perra, y yo solo obedezco. otra vez las verdades , vos queres qué yo te penetre pero primero me haces tu animalada, entiendo las reglas de los chongos como vos. y todo lo qué tengo es mi llanto en gemido de silencio, y todo lo qué doy es lo qué vos quieras, soy sumisa y altruista. y así me destruyo, una vez cada tanto, con los chonges binarios.
su pálida cara de normal
escuchando volver
el burlón mirar de las estrellas
siento la escencia de la tierra en mi.
soy espejo del amar.
no pido
solo obtengo el infinito
tengo miedo
tiemblo
doy firmamento
me abrì
`por fa
no me lastimes.
haciendo santuarios
escucho lo qué hablo
me susurro al oído
se tierna
y tode se hace vida.
doy naturaleza a mis caricias. ruego porque no partas. y no culpo a nadie ni nada, es qué tu amor puede lo qué nadie, estoy loca por toda vos y sin embargo todavìa no conozco la felicidad. quien me arregla? porque tengo qué estar rota. cuando hablo de vos o de lo qué creo, no es necesario qué me armes con el revólver más complejo,solo te pido piedad, escucha.
Solo me queda aceptar qué estoy loque. y seguir,como un Quiròn en celo, herida y sanadora herida, y, sanadora.
no puedo salir sola a la calle.
es horrible pero me pasa. me imagino lo peor. qué me masacran. y porque no sentirlo? si se mata mucho por acà. no puedo quedarme ni un ratito sola, me consumo toda, doy latigo fiel y me mato de a poquito. por favor cúrame, dame paz. mil pastis todo bien yo las trago todas y sigo encerrada. soy un enigma tal vez, al parecer, quizás. denme una flor para masticar algo y largarme violenta violeta sobre los mieditos. ahg qué asco las miedas sinfonías sin claros ni el estupor ni la idea. soy una protoplasmatica sueña. soy una guerrera con desórdenes esquizoafectivos hambrienta muy hambrienta. taura flora y fauna nativa.
reza por mi dios de mierda , reza por todas nosotras, las únicas, las flema, las nenas infierno las pasadas, las soñadoras, dejame salir a la inmundicia de una buena vez.
èl te ama como yo?
cielo negro me repito
me desnuda para vos
estoy rota y florida
pero quiero saber
son sus besos nuestro elixir?
porque no me ves
estoy a tu lado
pero no soy
y cuando era
soy la que baila toda la noche
sin refunfuño ni queja
tacones y narices frias
besame toda
haceme un beso
qué nazca de fuego
pero no,
no soy la chica qué te llevas
y se muere la música
y te digo adios
estoy a tu lado
implorando un beso
pero no me ves
y yo tan solsticio
y vos tan eclipse
no me ves
y yo rogando
cual sirena cantando
cual unicornio perdide
deseandote
en el sumun de mi silencio
quiero, necesito saber:
¿el te ama como yo?
amarme será un rito
venerarme como la linyera
encontrarme florecida contra el río
tratando con mis pequeñas manos
agarrar rocas gigantes
y es así como el arpa suena
y yo me ensueño en su devenir
psicodelico y real carne y hueso
otra vez el alimento de los dioses
juraría qué sabe a milagro
y dejaría darle juego para qué haga
sus magias y travesuras
soy una doña
no se mucho pero siento todo
y silbo por la calle del otoño
haciendo ruido con las zapas
supra etéreo en mi velero
viene el ritmo y me toma para danzar
yo de sediento di el si
e incorporamos al dios sin lengua
a danzar con nosotres
y así de salvaje
super ser diva
y darle placer a ambos
fue concebir la red
conectar con la fuente
cuando ya éramos un mar de pieles
cuando ya no había fin en las cuerpas
fuimos unx
y todo se hizo real
en sincronía con el placer de los tres
leo las caras de mis secuaces
y doy fino entendimiento
soy una reyna mi amor.
un desastre la psiquiatría
dije inmensa y espiritual
yo con mis dones sanadores
y sus vínculos macabros con el ceso
confieso no debo ser del bien o del mal
estoy en el gris donde todes me habitan
y así permitir y sentir qué creci
ya no era lo de antes
estaba medio atrapada
pero ojo, soy pisha
empeze a crear mi espacio de sanación
super importante
y la gente empezó a caer
a llorar a reír
soy un bendecido
vengo a traerle ternura a la fauna
al humanx, al árbol
lo imposible sería morir de amor
ya estoy hecha
de pedazos de mil yos
y en ese don de dádiva divina
me retiro para mis adentros
qué es donde mejor adivina soy.
no quiero darte mi corazon
no me sale
no me da ganas
me parece una boludez
desnudarme toda para vos
qué tanto gustas del todo
y yo qué nunca me imagine en tus brazos
pero aquí estoy y es tierno y mágico
tomemos tes, hagamos galletitas
quiero qué me penetres hasta el corazón
y lo sientas latir
tal vez solo así vos podes mirar
qué estoy herida y abandonada
pero siempre ando con la fuerza del cristal
andanzas de la soñadora
porque matarme los sesos en cambios
y si todavia me temo a mi misma
decime la verdad
qué se siente este mundo canibal
macabro, hermoso.
cómo no sentir?
no quiero darte mi corazón por qué lo necesito
así qué no se trata de dar,
sino de compartir.
muramos como de antojos y démosle al remojo la cabida de su merecida trampa.
estoy hecha de yos. con muchas espinas y flores. mi rincón. mi alma. ai. ese lugar donde puedo hacer crecer un paraíso, o donde transcurren las más macabras obras de la realidad. mis adentros.
qué sería de mí sin mis adentros.
templo sagrado del silencio más buscado.
soy unx con el ritmo de la sangre.
sanguíneo y letal.
voy.
y quiero ver el mar
siempre quiero ver el mar.
estaba re enojada, perdón
es qué me fallan los parlantes y necesito sedarme con música.
droga sagrada qué anida los lugares más puros
haz a la danza una superstar y soñar qué sos millonaria
todo podría ser en este mundo de frutos ácidos.
ofrendar como perro negro
y seré la buena chica la siempreatenta
dios, solo moriría de hacerlo.
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Capítulo 6
*POV Kennya
¡¡¡CARAJO!!!
Hija de puta, ¡mierda!, me duele bastante.
Me quedé un buen tiempo de pie, esperando que pasara un poco. El dolor era insoportable, sinceramente no puedo imaginarme cómo lo ha de sentir un hombre. Cuando el dolor pasó, entré a casa escupiendo fuego, subí las escaleras corriendo y fui directo al cuarto de mi hermano, cuando entré me encontré con Flor sentada, sola, sobre la cama pasando la mano en su brazo, sus ojos estaban llenos de lágrimas y algunas bajaban por su mejilla, yo cerré.
Así que notó mi presencia, pero intentó fingir que no lloraba.
— ¿Qué quieres? — Preguntó, mirándome — ¿viniste a terminar de quebrar mi brazo de una buena vez? — dijo, ahora mirando su brazo.
Suspiré y pasé mis manos en mi cabello desordenándolo hacia un lado y luego hacia el otro, nerviosa. En ese momento mi mamá entró.
— Flor querida, quier… — entonces vio sus lágrimas — ¿qué pasó?
Se acercó a ella, viendo su brazo.
— Mi Dios, ¿cómo te pasó eso? — preguntó, pasando la mano en el brazo de ella.
Cerré los ojos, esperando que ella le contara todo.
— Me golpeé. — dijo simplemente.
Abrí los ojos y la miré, completamente confundida.
— ¿Cómo? — preguntó, preocupada.
— No sé exactamente, soy un poco torpe. — forzó una sonrisa.
— Voy a ir a comprar algo para que te pongas ahí. — avisó, levantándose.
— No hace falta. — intentó, pero mi mamá ya había salido.
— ¿Por qué no me entregaste? — pregunté.
— Mi problema es contigo y lo resolveré sólo contigo. — Dijo mirándome — no tengo porque acusarte.
La miré, muy sorprendida para pensar en decir cualquier cosa, entonces, me acerqué, sentándome frente a ella, que se encogió en la cama, mirándome asustada.
— Tranquila- dije con la voz más baja que pude — Déjame ver eso.
Sujeté su brazo, ahora con cuidado, asustándome por la enorme marca que tenía ahí, suspiré.
Flor continuaba mirándome, una mirada cautelosa y asustada, como si yo fuera a torcer su brazo en cualquier momento, o algo parecido.
— Voy a buscar una pomada. — Dije levantándome — No te vayas.
— Si tú tenías una, ¿por qué no le dijiste a tú mamá? Ella fue hasta la farmacia a comprar.
— Estaba media ida. — me encogí de hombros — y nada de drama, la farmacia está al otro lado de la calle.
Ella se sonrojó un poco y volvió la atención en su brazo, verla observar lo que yo le había hecho, me removió absolutamente todo, por lo que fui a buscar la pomada hasta mi cuarto, cuando regresé. Decidí preguntarle.
— ¿En dónde está mi hermano? — dije mirando a los lados.
— Allá afuera con Gary.
Hmm, ni sabía que el pequeño ya había regresado a la casa. Me senté nuevamente frente a ella y coloqué un poco de pomada en mi dedo.
— Tal vez arda. — Avisé, ella alejó su brazo en el momento — ¿Qué pasa Flor, eres una mujer o un ratón?
— Un ratón, creo. — bromeó, sujetando su brazo contra su pecho, como protegiéndolo de mí.
— Deja las bobadas. — Hablé seria — te dolerá mucho más si no te pongo esto.
— Está bien. — suspiró, dándose por vencida.
Entonces estiró su brazo nuevamente, lo apoyé en mi pierna y pasé el dedo por el enorme moretón, ella cerró los ojos y sujetó la sábana con la otra mano.
— Está quemándome. –dijo intentando alejar el brazo.
— Ya va a pasar. — dije soplando y pasando mi dedo en su brazo, levemente.
— Está tardando mucho en pasar. — dijo impaciente, todavía queriendo sacar el brazo de mis manos.
— Cálmate. — Dije seria — después empeora. — Bromeé, ella me miró, con los ojos muy abiertos — Hey, estoy bromeando.
— No juegues con eso.
Hice movimientos circulares con el dedo sobre la marca, sintiéndome fatal por eso.
— ¿Me disculpas por esto? — señalé la marca.
— No te preocupes… — Me miró — discúlpame por el golpe. — Sonrió — pero, yo no pasaré la pomada en donde te está doliendo. — tuve ganas de reír.
Me quedé seria con su comentario, acabé dejando ir la necesidad de reír.
— ¿Tú nunca sonríes? — preguntó mirándome.
— No me gusta reír.
— ¿Por qué no? — Movió su cabello — una sonrisa mejora el día de todo el mundo.
— Solamente no me gusta reír, sin “porqués”. — dije, dando el asunto por terminado.
Ella entendió eso y luego volvió a hablar, sobre otro asunto.
— Ya no tienes que ayudarme más. — Dijo, alejando su brazo — y tampoco tienes que aguantar mis preguntas. — me miró — no contaré nada.
— ¿De qué estás hablando? — pregunté confundida.
— Estoy hablando de que no necesitas hacer estas cosas solo para que yo no le cuente a tu mamá la verdad.
La miré por unos segundos, muy sorprendida, pero luego la sangre comenzó a hervir en mí, yo nunca hice esto por nadie, ¡nunca!, ni siquiera presté mi pomada, ni para mi mamá, por algún motivo yo hice esto por ella, sin saber por qué ¿y ahora ella viene a decirme que fue por miedo? Si, exploté.
— No seas idiota, nena. — Me levanté — Yo no tengo problemas con un castigo, yo no los cumplo. — Dije mirándola — Si quieres contarle a mi madre, la decisión es tuya, yo no voy a impedírtelo y tampoco a hacer cosas para que no le cuentes. — dije nerviosa — sinceramente, es por personas así, que yo no sonrío.
Dicho eso salí del cuarto tirando la puerta.
*POV Flor
Estaba mirando la puerta cerrando por algunos segundos, estaba perdida en pensamientos y cuando se abrió, me asusté.
— Calma, calma, soy yo. — habló con sus manos arriba, como quien se rinde.
— Mil disculpas Kenny. — Dije con la mano sobre mi corazón — me asusté.
— Lo noté. Mi mamá me mandó a traerte esto. — Me dio una pomada — ella me contó que te golpeaste — llegó cerca a mirar mi brazo — Eso no es una marca de cualquier golpe, ni aquí ni en China. — dijo con un tono serio.
— Discutí con tu hermana. — suspiré.
— No creo que esa idiota tuviera el coraje de hacerte eso. Voy a matarla.
Se dirigía hacia la puerta, pero corrí hasta él, impidiéndolo.
— No hagas nada, yo la lastimé a ella también.
— Con todo el derecho después de lo que te hizo. — Me miró — eso no cambia nada Florencia, ella no puede hacer esto.
— Ella se disculpó y yo lo acepté, luego acabó. — volví a la cama.
Él negó con la cabeza, inconforme por no poder ir a golpear a su hermana.
— Lo que hiciste hoy fue increíble. — Sonrió — gracias por no haberla dejado allá.
— No lo hice por ella, lo hice porque no iba a dejar que te lastimara, hermanito. –sonreí, él sonrió enternecido y me abrazó.
— Muchas gracias. — dijo cuándo nos soltamos.
Sonreí para él y le guiñé un ojos, se sentó a mi lado y nos quedamos conversando, hasta que escuchamos tres toques en la puerta, luego de un grito.
— La cena está lista. — avisó.
Él se levantó y yo lo seguí hasta la sala. La cena fue silenciosa, Kennya no me miró ni una sola vez, ella no miró a nadie, sólo se sentó y comió.
— ¿Me pasas la ensalada? — dijo con la mano estirada hasta su hermana.
Ella no se movió.
— … por favor. — dijo, ya impaciente. Silencio total — ¡KENNYA! — gritó.
Ella levantó la mirada viendo a su hermano notablemente irritado.
— ¿Qué fue?
— La ensalada Kennya. — Dijo cansado — alcánzamela.
Muy lentamente ella la tomó y se la pasó a Kenny, que ya estaba irritado en tener que esperar tanto.
— …gracias. — habló en su propio silencio.
Él volteó los ojos y la ignoró, manteniéndose callado, comiendo, como todos nosotros.
— Flor, ¿no quieres llamar a tus papás? — Preguntó Gladys — sólo los llamaste el primer día que llegaste.
— No, está bien. No quiero causar tantos gastos. — La miré — además, hablo con ellos todos los días, por e-mail.
— Cuando quieras llamar, no dudes en hacerlo. — dijo simpática.
— Gracias, cuando necesite, yo llamo. — sonreí, volviendo a comer.
Nos quedamos en silencio un tiempo más, hasta que Kennya terminó de comer y salió de la mesa, luego todos hicimos lo mismo.
— Estoy lleno. — se recostó en el sofá.
— Se dice satisfecho, Kenny. — Lo corrigió.
— Bueno, eso. — habló con la mano sobre su estómago.
— Yo aún tengo espacio para un dulce. — sonrió el pequeño Gary, dirigiéndose a la cocina.
Nos mantuvimos en silencio, viendo las noticias en la televisión, algunas veces comentábamos algo o conversábamos sobre diferentes asuntos. Un tiempo después todos fueron a dormir, menos yo. No estoy acostumbrada a este horario y mucho menos con la costumbre de que todos aquí se van a dormir temprano, por eso, me quedé en la sala, buscando alguna película. Estaba sentada en el sofá, cuando escuché ruidos de alguien bajando las escaleras.
— ¿Kenny? — pregunté, sin fijarme para checar.
Silencio.
Todo volvió a quedar en completo silencio, hasta que sentí a alguien detrás de mí, me volví para ver quién era y entonces…
— ¡Maldición! — Grité asustada al ver a Kennya ahí atrás — ¿por qué no respondiste cuando pregunté quién estaba ahí?
Ella dio la vuelta y se vino a sentar a mi lado.
— Porque yo no soy Kenny — se encogió de hombros.
— ¿Y por qué no me dijiste eso? — la miré —
— Te lo acabo de decir. — me miró-
— Antes de asustarme. — suspiré —
— No es mi culpa si te asustas con facilidad. — Habló tomando el control de mis manos — ¿Quieres ver la propaganda política? — levantó su ceja, por el canal que estaba en la televisión.
—…Yo no me asusto con facilidad. — Dije entre dientes — no, la verdad no. —suspiré —
— Hmm, déjame ver qué hay de bueno por aquí. — comenzó a pasar los canales, mirando lentamente cada uno, hasta que se detuvo en uno de ellos.
— Este es bueno. — sonrió, mirando la televisión.
Demoré algunos segundos para darme cuenta en que canal estaba.
— Kennya, yo no voy a ver películas pornográficas.
— Entonces tapate los ojos. — dio una sonrisa victoriosa.
— ¡Cambia de canal, ahora! — Ordené, ella me ignoró — Kennya, quita eso. —hablé de lado, con el fin de no ver la televisión, los sonidos que venían de ella eran insoportables.
— Mira, mira, mira. — dijo con los ojos fijos en la pantalla.
— NO, no me voy a perder nada bueno. Ya cambia ese canal.
— Cuando termine, yo lo cambio. — me miró rápidamente.
— ¿Me das el control? — Estiré mi mano, nada pasó — dame ese cochino control. — ella continuó ignorándome—
Bufé y me llené de coraje, me monté en sus piernas e intenté quitar el control de sus manos sin éxito, sus brazos eran largos, ¡estaba jugando conmigo!
— ¡Vamos, bajita, quítamelo si eres capaz! — me desafió —
Apoyé mi mano sobre su estómago, para impulsar mi cuerpo hacia arriba, pero aun así no lo lograba, después de un tiempo, me di cuenta de que ella ya no miraba la televisión, estaba muy ocupada molestándome… pero más que eso, ella se reía, de verdad, sin ironías, una risa hermosa.
— ¿Te rindes? —dijo cuándo me detuve.
— Jamás.
Volví encima de ella, pero ahora ella colocó el control dentro de sus pantalones.
—¡Hey!, eso no se vale. — hice un puchero.
*POV Kennya
Me tuve que reír de la cara que ella hizo cuando coloqué el control dentro de mis pantalones, sus ojos se abrieron muy grandes por unos segundos, para sólo entonces, ella hacer un puchero y cruzarse de brazos.
— Ya valió todo. — Le hice un guiño — Prometo que si lo tomas de aquí ya no te molestaré más.— hablé seria, ella se quejó —
— No voy a colocar mi mano dentro de tus pantalones Ken, olvídalo. — Volteó sus ojos —
En eso, me di cuenta que ella estaba sentada sobre mis piernas, con un peso prácticamente nulo.
— No seas tonta. — La abracé por la cintura — así es la vida. — hablé, dejándola aún más molesta.
Miré de reojo la televisión, Flor pareció hacer lo mismo, bueno ahora pasó una escena muy fuerte y ella se exaltó, escondiendo su rostro en mi cuello. Por impulso coloqué mi mano en sus cabellos, dejándola aún más cerca de mí, cerré los ojos, sintiendo el dulce aroma que emanaba de ella y recorría todos mis sentidos, dejándome atrapada.
— ¿Ya pasó? — murmuró, contra mi cuello.
-— No todavía no. — mentí, una vez que ya había pasado aquella escena.
— ¿Puedes bajarle? — Preguntó aún escondida en mi cuello, no respondí.
No sé exactamente por qué lo hice, pero la idea de soltarla no me parecía buena, además, me faltaba la fuerza para hacerlo. Me quedé un tiempo más abrazándola y sintiendo su tranquila respiración tocar mi cuello. Entonces, decidí que era hora de alejarla.
— Listo. — La solté, Flor se alejó, aun con sus ojos cerrados.
— ¿Ya? — abrió un ojo, espiando.
— Ya. — afirmé.
Entonces ella se volvió a quedar quieta, aún sentada a horcajadas sobre mí, con las manos firmes en mi estómago.
— Cambia el canal… — pidió nuevamente, de espaldas a la televisión — Por favor.
La miré por unos segundos, miré la televisión, la miré a ella nuevamente.
— Espera a que termine. — Dije por fin —
Flor se quejó de algo e hizo un gesto con su cara, negué con la cabeza y volteé mis ojos, viendo la película.
O intentándolo.
— No sé porque existen personas que aman ver este tipo de cosas. — comenzó a hablar — ¿Cuál es la gracia de ver a dos personas teniendo relaciones? — levantó su ceja — ¿La necesidad es tanta o qué?
— ¿Cuál es la gracia de ver películas de romance? — Contesté, ironizando en mi cabeza puesto que también amaba las películas de romance. — ¿Están tan necesitados que tienen que ver el amor ajeno? — Ella se cruzó de brazos, nuevamente.
— Cállate la boca. — murmuró —
La ignoré volviendo a ver la película, pero Flor nuevamente se soltó a hablar.
— Además, estas películas son asquerosas. — Hizo un gesto — muestran mucho más de lo que deberían.
— Justamente por mostrar más, es que son películas pornográficas. — Volteé los ojos-
— Aun así, ¿qué tipo de persona sin carácter se presta para que la filmen haciendo esas cosas? — preguntó —
— El tipo de persona que quiere dinero fácil. — respondí —
— ¿Tú tienes siempre una respuesta para todo?
—…Tal vez… ¿algún otro comentario o puedo ver la película?
— No quiero que mires. — Dio un brinco, tapando mi visión — Me da una pena verte viendo esas cosas.
— No seas aburrida. Mira tú también.
— Ni muerta. — dijo seria.
*POV Flor
Continué con mi berrinche por un tiempo más, hasta que la porquería de película terminó, Kennya apagó la televisión y pude caer en cuenta que estaba sentada en sus piernas.
— Oh… Disculpa. — sonreí sonrojada, sentándome a su lado — Am, ¿por qué apagaste la televisión? — pregunté, para que se me pasara la vergüenza.
— Todo bien, — me miró — Porque terminó la película. — Se encogió de hombros —
— Yo sé que terminó, pero eso no quiere decir que no haya más.
— ¿Quieres ver otra? — abrió sus ojos.
— Es claro que no. — Respondí rápidamente — Quiero decir que hay otras cosas para ver.
— Lo sé… — me miró, desconfiada — ¿por qué no admites de una vez que te gustó?
— Porque no me gustó.
— Tú eres tan anticuada Florencia. — Negó con la cabeza —
— ¿Y qué es ser moderna? — Pregunté — ¿ver películas de este tipo? — dije irónica-
— También. — Asintió — usar cosas así — sacó una caja de cigarros del bolsillo — es moderno.
— Discúlpame Ken, pero si para ser “moderna” necesito acabar con mi salud, entonces yo seré muy “anticuada”. — Afirmé — no creo que tú uses esas cosas solo para ser “moderna”. — completé —
— No es sólo para eso. — me miró, seria.
— ¿Y para qué es? ¿Para ser aceptada? — por la cara que ella hizo, creo que acerté.
— No importa.
— Si es por eso, tienes que saber que no necesitas de esas cosas para serlo. En estos pocos minutos que fuiste tú misma conmigo, yo me divertí mucho. No te dejes llevar por los que opinen los otros, piensa por ti misma.
Antes que ella pudiera responder, salí de la sala, dejándola pensar, ya que se quedó allí, ella podría pensar en todo lo que le dije.
Entré en la habitación, pie por pie, para no despertar a Kenny, que dormía en su cama, fui hasta el baño a lavar mis dientes y colocarme el pijama.
Ah, rayos, olvidé tomar agua.
Me dirigí nuevamente al baño a buscar, porque aunque pareciera mentira, cuando no lo hago me da mucha sed.
De regreso, vi la puerta del cuarto de Gary medio abierta y una conversación venia dentro de ella, me detuve al lado y espié.
— ¿No tienes sueño capeón? — Preguntó, sentándose a su lado en la cama —
— Tuve una pesadilla. — Respondió, frotando sus ojos — varios monstruos venían a buscarme. — Amplió sus ojos —
— ¡Ah!, pero sólo fue un sueño. — pasó su mano por el cabello de él — ¿tienes miedo de quedarte sólo?
— Sí… — entonces, bajó su voz para decir la siguiente frase — …yo creo que hay un monstruo dentro del armario, pero no se lo digo a papá, porque él dirá que soy un cobarde.
— ¿En el armario dónde? — se levantó, dirigiéndose hasta la puerta del armario — ¿aquí adentro? — preguntó, en el mismo tono de voz que el pequeño usaba.
— Sí… — dijo precavido — Ten cuidado Nina.
Kennya le hizo una señal de silencio y suavemente abrió la puerta, espiando, y en seguida la abrió completa, metiéndose en el armario.
— Pues… Creo que ya se fue. — sonrió —
Yo también sonreí, la forma en la que ella trataba a Gary es completamente diferente a como ella trata a cualquier otra persona, es una Kennya totalmente cariñosa y atenta, que sonríe verdaderamente, que se muestra como una buena hermana mayor.
— ¿Y si regresa? — preguntó, escondiéndose sobre las cobijas.
— Uhm, si regresa, tú me llamas. — se sentó a su lado nuevamente.
— ¿Qué dices de dormir aquí Nina? — sonrió, sentándose.
— ¿Cómo voy a caber en tu cama? — preguntó divertida.
— Yo te hago un lugar. — Se corrió hacia el lado — Pero tienes que contarme una historia. — habló alegre.
— Está bien. — se acomodó al lado de él — ¿Qué historia?
— Cualquiera. — Habló con la típica sonrisa de un niño — Pero tiene que ser nueva. — sus ojos brillaban-
Entonces caí en cuenta de que Kennya siempre tiene esos momentos con Gary y que no interrumpiría nada, así que decidí entrar.
— Wow, una historia. — dije sentándome en la cama al lado de ellos —
El pequeño sonrió enormemente y me abrazó por mi cuello.
— Flor, ¿te vas a quedar aquí con nosotros? — preguntó, emocionado —
— Si me dejan… — miré fijamente a Kennya, que dio una media sonrisa y asintió —
— Claro que te dejamos. — se sentó en mi regazo — ¿No Nina?
— Claro, claro. — Movió su cabello — ¿Podemos comenzar? — Los dos asentimos — Había una vez, en un reino muy, muy lejano un chico pequeño que quería ser un pirata… — yo no aguanté y comencé a reír, ella me miró —
— Disculpa… — coloqué mi mano en mis labios — Es que… — intenté calmarme, pero no resultó — … ¿Un pirata Ken? — volví a reírme, Gary me acompañó, aunque creo que no entendió el chiste, porque ni yo lo entendí —
— Deja, es mi historia. — habló, como una niña berrinchuda —
— Uhm, cambia eso. — pedí, mirándola —
— …Cambiarlo ¿por qué? — Levantó su ceja —
— Una princesa. — dije sonriendo —
— Gary no quiere escuchar historias de princesas. — volteó los ojos. Ah, claro, olvidé el detalle —
— Está bien, entonces coloca un rey. — Miré al pequeño —
—¡ESO!, ¡Un rey es genial. — dijo el pequeño, animado —
— Fui vencida… — suspiró — …Está bien, que sea un rey. — Me miró — ¿satisfecha? — Asentí — … Okay, este rey tenía mucho dinero y dirigía todo su palacio.
— ¿Solo el palacio? — Interrumpí nuevamente — Un rey dirige todo un país. —sonreí —
— ¿Vas a interrumpir siempre mi historia? — preguntó divertida —
Negué con la cabeza e intenté mantenerme callada, pero es bien complicado con la historia que ella está intentando inventar.
— …Entonces un cierto día, el reino fue atacado por unos dinosaurios. — Contó, mirando a Gary —
Debí haber hecho una cara muy extraña, porque ella detuvo todo y me miró.
— Habla. — Suspiró — ¿ahora qué?
— Nada, nada, puedes seguir. — mentí descaradamente, obvio ella lo notó —
— Habla, Flor. — pidió, mirándome —
— Es que… — comencé — ¿Dinosaurios Ken? — La miré — … sabes, es difícil imaginar eso. — Expliqué — ¿Por qué no los cambias por dragones?
— ¡Ah claro!, los dragones son fáciles de imaginar. — Dijo con un tono sarcástico — por lo menos los dinosaurios realmente existieron.
— Hace trecientos años atrás, están fuera de moda. — Miré a Gary, que se divertía con nuestra pequeña discusión —
— Está bien, que sean los cochinos dragones. — Se dio por vencida — ¿ahora vas a dejarme terminar la historia?
Asentí, sonriendo. Ella siguió contando, interrumpí tres veces más, sinceramente, está confirmado que Kennya Fernández no sabe contar historias, por eso Gary se acabó durmiendo.
— Tu historia fue tan aburrida, que hiciste al niño dormir. — dije, levantándome — bien Ken. — dije sarcásticamente.
— Ese era mi objetivo. — cobijó al pequeño y se levantó también.
— La próxima vez yo cuento la historia. — salí del cuarto, seguida por ella.
— … Había una vez una linda princesa que… blah, blah, blah. — Volteó los ojos, intentando imitar mi voz — esas historias son aburridas Flor.
— No lo son. — Me crucé de brazos — tienen príncipes, luchas, diversión… — la miré — …tienen sueños. — suspiré —
— Tú eres muy soñadora. — se recostó en la pared del pasillo.
— Lo soy. — Admití — Uhm, creo que mejor me voy. ¡Buenas noches!
— buenas noches… — le di un rápido beso en su mejilla y corrí hacia la habitación.
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Nenito mirón Me llamo tomás, y me considero afortunado por vivir casi rodeado de mujeres, desde que tengo 15 años. En ese tiempo mi viejo se fue a laburar al Paraguay, para una cadena de talleres del automotor. En casa vive mi madre, mi tía Roxana, mi hermana Cecilia y mi hermano Damián con su novia Nara. Realmente no puedo decir que todo fue mi culpa, pero tampoco tengo forma de declararme inocente. Sucede que, por alguna razón yo estaba en el lugar indicado, a la hora exacta y el día preciso en que lo más suculento de las relaciones humanas se sucedía para alcanzar su punto más íntimo y vulnerable. Todo empezó cuando sorprendí a mi madre en el patio, una tarde soleada y ventosa. Ella tendía la ropa recién lavada, y no sé por qué razón se sobaba las tetas. Yo había llegado temprano de inglés, por lo que supuso que estaba completamente sola en la casa. Al rato la vi subirse la pollera con total desparpajo, y no solo le vi la bombacha roja dividiéndole una cola perfecta para sus 45 años. También la observé rozarse la vulva con un broche de madera, después con su mano derecha convertida en un puño, y luego con las yemas de sus dedos a lo largo y ancho de su sexo. Se dio unas nalgadas en la cola, se bajó la bombacha, palpó la parte de adelante, suspiró y volvió a subírsela. Seguro que la descubrió mojadita. Tenía los ojos cerrados y el cuerpo como recostado en una nube que la hacía flotar. Mientras tanto, sentía que la pija se me paraba, que ya me goteaba de esa cosa pegajosa y que mis huevos comenzaban a suplicarme atención manual. Me metí la mano adentro del calzoncillo y empecé a apretujarme el pito, lleno de intriga por saber por qué mi madre se tocaba de esa forma, y por suerte salí rapidísimo de mi ensimismamiento en cuanto escuché sus pasos entrando a la cocina, ya que yo la mironeaba desde el living. Corrí al baño pensando en el orto de mi vieja, y para mi fortuna, encuentro casi sin proponérmelo una tanguita celeste de Ceci, quien hacía un ratito había salido al gimnasio. No era la primera vez que me tocaba la chota oliendo una bombacha de Ceci, o alguna de mi tía Roxana. Solo que esta vez, apenas la tomé en mis manos pensaba en mi mami, en que mataría por pajearme con una bombacha de ella, y en lo hermoso que seguía siendo su colita en mi mente, bajo los impiadosos rayos del sol que se la iluminaban. Pero en cuanto me la acerqué a la nariz, me volví loco con su aroma a pichí. Mi hermana nunca había dejado una bombacha con esa fragancia, y eso me desestructuró sin mesura. Me la imaginaba haciendo pis con una pija en la boca, meándole la verga al pibe que se la estuviese cogiendo, sacándose la bombacha en cuanto notara que se había meado sin querer por algo gracioso, y hasta la idealicé masturbándose tirada en mi cama, lugar que prefería muchas veces para echarse una siesta. Acabé en seco, convirtiendo al baño en una estela de sudor insoportable, jadeando como un tarado y apretando esa tanguita en mi nariz como si se tratara de un asunto de vida o muerte. A los días, en medio de una siesta igual a cualquiera, salí de mi cuarto a buscar algo para comer. Pero mis pasos se congelaron justo ante la puerta entreabierta de la pieza de Dami, gracias a los gemiditos de Nara. ¡dame verga nene, agarrame las tetas, tocame toda y cogeme más fuerte, asíii, daleee, no parees, dame piijaaa!, decía despreocupada y movediza, mientras mi hermano intentaba silenciarla, sabiendo que mi vieja deambulaba por la casa envuelta en sus tareas domésticas. Mi pecho era un corso de paraísos estrellándose unos contra otros, cuando al fin mi mano abrió un poco más la puerta, y entonces vi a Nara sentada arriba de la pija de Damián, saltando cada vez más ágil, con sus tetas meciéndose con algunos machucones, y con una bombacha roja colgándole de una pierna. De inmediato persiví que las cosquillitas de mis huevos turbaban mi pensamiento, y mi mano actuó sin reparo. Me la metí adentro del calzoncillo y empecé a cogotearme la gallinita con suavidad, sintiendo cómo me subía la temperatura y se me apuraban los relojes de mi sangre. Estaba seguro de que si no hacía ningún ruido no iban a verme. Damián la sacudía con furia, y ella le arrancaba los pelos, frotándose y gimiendo con los labios entumecidos. Pero no pude disfrutar del descenlace, porque oí los pasos de mi madre acercándose al baño, y tuve que esconderme, mientras se me derramaba toda la leche en el calzoncillo. Nara tenía en ese tiempo 20 años, unas tetas chiquitas, una boca siempre pintada de rojo y una cola que podía cegar a la mismísima lujuria. Algunas veces la vi desde la ventana que da al patio mientras dormía la siesta con Dami, pero solo la veía con un topsito, y abultando a la sábana con la que se cubría la cola, ya que habitualmente dormía boca abajo. El olor de la concha de mi tía era bastante más fuerte, impaciente, salvaje y cargado de ratones. Eso se debía, ahora que lo comprendo, a que tenía 35 años, no tenía relaciones sexuales con frecuencia, y porque se vivía calentando con los clientes, ya que atendía una ferretería por la mañana. Era normal que llegara a casa baboseándose por algún tipo, y mi pobre madre tenía que aguantar sus delirios. Vivía hablándole de los bultos que veía, de los músculos que la sorprendían, de lo desarrollados que venían los adolescentes, de las tetas de ciertas chicas, y hasta de las cosas que le haría a mi vecino Diego si pudiera pescarlo solito. El flaco tenía 3 años más que yo. Pero siempre andaba en patota, y además tenía novia. A mi tía no le importaba. Siempre que pasaba cerca de él lo seducía con sus armas fatales. Tiene unas tetas terribles, una cintura pequeña, hombros bronceados porque le fascina tomar sol en la terraza, una cola normal, y una sensual manera al caminar, tanto como para vestirse y perfumarse. Pero no se enamoraba de ninguno. Apenas me enteraba de que la tía Roxana había terminado de ducharse, corría al baño con la esperanza de encontrar algún calzón suyo, y mayormente el destino me echaba una mano. La primera vez lo dudé, lleno de inexperiencia, temor al ridículo, o lo que fuere. Pero la segunda no hubo marcha atrás. Después de hacer pis, lo buscaba colgado en los grifos, en el canasto de la ropa sucia, o junto a la cortina de la ducha. Generalmente los dejaba en esos lugares. Entonces, me sentaba en el inodoro, pelaba la verga y no paraba de pajearme con su bombacha casi adentro de mis orificios nasales, hasta que acababa aturdido y mareado, y le dejaba todo el semen en la bombacha. Apenas concluía la dejaba en el canasto de mimbre y esperaba unos segundos para salir del baño. no podía evidenciarme, y no me salía mentir si alguien llegaba a descubrirme. Recién como a los 2 meses, escuché desde el living una charla que mi vieja mantenía con Roxana, mientras mateaban en la cocina: Mami: ¡no sé Ro, no tengo idea… pero no creo que sea él! Tía: ¡mirá, a mí no me jode… pero no es raro! Tomy está en una edad en la que anda inspeccionando, y bue, de última sabemos que me llena la bombacha de semen cuando se masturba! Mami: ¡diooos, cómo bas a decir eso! Tía: ¡pero calmate, que no es algo enfermizo! ¡además, seguro que a vos no te lo hace, y a Ceci menos! ¡tranqui, que solo son mis bombachas! Las dos se reían luego, como para descomprimir lo que en la cabeza de mi madre era un absurdo, fuera de toda lógica. Yo me re tocaba el pito sin importarme si me descubrían. Hasta que mi tía se levantó a buscar más azúcar, y mientras otra vez me empapaba el bóxer con una acabada que me estremeció, me hacía el dormido por si alguna de las 2 llegaba a mirar para el sillón en el que yo estaba echado. Nunca le enleché ninguna bombacha a Ceci. Pero sí que se las olía y me pajeaba con la misma intensidad que con las de Roxi. Nara zafaba en cierto modo, porque muy pocas veces las dejaba en el baño. pero al menos 3 veces encontré una de ella. Sabía que ella era la dueña de semejantes trofeos porque la veía salir del baño, con el pelo mojado y un toallón enorme envolviéndole el cuerpo. Un par de veces me apropié de una bombacha celeste de Cecilia. Supongo que era mi preferida. La tuve conmigo en mi cama por espacio de una semana, y me pajeaba como un loco. Incluso una vez me la puse y dormí con ella rozándome los huevos y apretando a la erección de mi pija cuando tenía sueños eróticos, cosa que me pasaba a menudo. Cecilia tenía 17, unas tetas siempre escotadas y de pezones grandes, una cola bien parada aunque no muy grande, unas pequitas divinas en la frente, unos ojos pícaros, bastantes amigos varones, una hermosa sonrisa, y una conchita que siempre se le abultaba en las calzas que se ponía para salir. Una vez la descubrí en el baño, sacándose el corpiño y la bombacha, dispuesta a meterse en la ducha. ya había aprendido a ser silencioso cuando llegaba temprano a casa, o a un horario fuera de la rutina. Entonces, segura de que no había nadie, Ceci se paró en la ducha con la cola apoyada en la pared, suspiró mientras se hacía pichí, olió su colaless violeta, se escupió una mano y empezó a tocarse las tetas. La pija se me endureció sin cuestionamientos, y más cuando decidió regalarme una oleada de suspiros al frotarse la bombacha en la concha, abriéndose los labios vaginales, dándose algún que otro pellizco en las tetas y hablándose como si tuviese un espejo en frente: ¡qué calentona que estás nena! Qué puta te pone esto! Sos una chanchita, una pajerita, te hiciste pis en la bañera sucia, y te estás tocando las tetas con las manitos babeadas!, se decía Ceci, cuando yo también me babeaba las manos para tocarme desde el glande a la entrada del culo. Claro que no me las escupía con estruendo para no alertarla. Todo hasta que Ceci optó por salir de la ducha para cerrar la puerta del baño, tras unos segundos de suspenso, en los que pensé que me había descubierto. Pero evidentemente escuchó algo que la hizo entrar en razones. Yo estaba petrificado contra la pared, frotándome el culo con un dedo y con la otra mano subiendo y bajando el cuero de mi verga, hasta que me saltó la leche, y del mismo sunami de emociones me caí al piso y me meé encima. Estaba hecho un pajero enfermo. Coleccionaba ojeras por los videítos pornos que veía por las noches, soñaba con el orto de mi madre, con la conchita de Cecilia, con los gemidos de Nara y con los aromas de mi tía Roxana. No me concentraba en el colegio, no me ponía las pilas para buscar otra chica, cancelaba muchas veces los torneos de play en casa con mis amigos, no comía muy bien, y encima las bombachas de Roxana estaban cada vez más empapadas. Una vez entré al baño, y tenía 3 bombachas a mi disposición. Una era de Roxana. La amarillita con lunares en la cola. Se las conocía muy bien. La otra era una tanga negra de Cecilia. Lo sabía porque fue la última en bañarse. De hecho, todavía estaba transpiradita porque la nena venía de gimnasia. Y la otra, era una bombacha grande, que no conocía pero que me recordaba demasiado al culo de mi madre. Nunca supe realmente si era de ella. Pero la sola idea de suponerlo me llenó el pito de venas imbatibles. En cuestión de 2 minutos se la enchastré toda, ya que me la envolví en la pija y no paré de cogerme la mano que la sujetaba, mientras decía: ¡tomá mami, así te va a coger tu nene, dale puta, abrile las piernas a tu bebito, y dame la teta mamiii! A un mes de cumplir los 16, tuve que hacerme el estúpido ante mi nueva sorpresa. Yo me había quedado dormido en la cama de mi madre, porque en mi pieza estaba Damián haciendo un trabajo en mi computadora. Cuando me levanto, apesadumbrado por el calor, decido ir a la cocina a prepararme algo fresco para beber. Pero, apenas llego a la puerta de la heladera, oigo unos besos ruidosos, unas tosecitas y unos jadeos. Hago todo el silencio que puedo, y seguro de que aquello provenía del living, miro hacia allá. Cecilia estaba en 4 patas arriba del sillón, con una bombachita rosa, una remerita color crema y descalza, con sus manos apoyadas en las piernas de un pibe de más o menos su edad, y con su boca comiéndole la pija. Inmediatamente un chorro de presemen hirviendo me lubricó la verga, y mis manos quisieron inundarse de ese olor agridulce para pajearme casi sin tocarme el glande. Aunque las frotadas que impactaban contra la tela de mi slip me volvían loco. Encima Cecilia gemía ahora más emputecida, y el flaco quería arrancarle la bombacha con los ojos. ella lo re histeriqueaba. ¡¡qué rica putita resultaste nena, me encanta cómo la chupás pendeja, lo hacés mejor que la sucia de mi novia, cométela toda, así guacha, mamala bien, olela, pegate en la carita perra!, le decía el infiel, y mi hermana lagrimeaba, salivaba y lamía cada vez más endiablada. Solo pude ver hasta que ceci se bajó del sillón y empezó a darle unos culazos a la verga paradísima del pibe, ya con sus melones al aire y la bombacha por las rodillas. No sé si habrá sido el gato, o qué cosa impulsada por la fuerza de gravedad sonó en la cocina. Pero fue suficiente como para que Cecilia pregunte: ¡quién anda por ahí?! Enseguida empezaron a vestirse más rápido de lo que le daban las manos, y yo corría al cuarto de mi mami, una vez más todo acabado. Apenas me recosté en la cama, empecé a pensar en el pete que Ceci le hacía al pibe, en lo perra que debió haber sido mi madre cuando era pendeja, en que precisamente en esta cama me cambió los pañales y a Ceci le dio la teta, en lo hermoso que se veía Nara en bikini, y en que mi madre hizo el amor con mi padre en la misma cama varias veces, aunque no fuera tan exacto que haya quedado embarazada bajo mis ideas ilusorias. Me la imaginé gimiendo, con una pija llenándole la concha, y me acabé una vez más. Una noche, por pedido de mi madre fui a llevarle una pastilla para el dolor de cabeza a Roxana, que se había recostado un rato para mitigar la cosa, a unos minutos de la cena. golpeé la puerta 2 veces, y como no respondió, o tal vez sí, y yo no pude oírla, decidí entrar. La cabrona estaba desparramada y dormida en su cama, destapada, con una bombacha azul y una remera viejita. No quise despertarla. En lugar de eso me quedé a contemplarla, y nuevamente mi erección necesitó de mis auxilios manuales. Comencé a darme candela mientras le veía una mata de vellos rubios escapándose por los costados de su bombacha, aspirando cada vez más próximo a sus piernas de la fragancia de su sexo, y palpitando junto a sus respiraciones más profundas. Me apretaba la poronga con pasión, aumentaba el dolor de mis bolas cuando retrazaba el lechazo para poder disfrutarla un poco más, y ni me atrevía a rozarla siquiera. Hasta que un movimiento de su brazo sumado a un bostezo la trajo a la realidad, y no tuvo piedad, ni yo tampoco la lucidez para rehacerme del error. ¡qué hacés con la mano en el pito pendejo? Qué andás haciendo por acá?!, me dijo desperezándose. Al tiempo que me llenaba el calzoncillo de semen, saqué la pastilla de mi bolsillo y se la di en la mano, listo para huir sin darle tiempo a que me repregunte nada. Un viernes llegué tarde a casa, después de un torneíto en la play con mis amigos. Ni siquiera me retaron porque mi viejo había llegado de Paraguay, y todo era una fiesta que solo giraba a su alrededor. Nos trajo regalos a todos, un poco para compensar que solo estaría 5 días con nosotros. Pero a mi madre se la veía rejuvenecida, con otra luminosidad en la mirada, y eso me ponía contento. Ese viernes me tomé un vaso de coca en la cocina, y a medida que caminaba hacia mi cuarto, unos gemidos acompañados de unos golpes se me instalaban cada vez más en la curiosidad de mi pecho. Ceci no estaba, Dami había salido al boliche con Nara, y Roxana dormía con las gomas al aire. Me fue imposible no detenerme a mironearla, y como resultado sobarme un poquito la verga. Pero tenía que saber de dónde provenían tales sonidos, luego de que pasé por todas las habitaciones. La puerta del cuarto de mi madre estaba totalmente abierta, y adentro, ella estaba en 4 patas. Paraba bien la cola para que mi viejo se la nalguee con las manos y con su tremendo garrote de carne y músculo. Mi madre le lamía los dedos, y cada vez que mi viejo le acercaba la pija a la boca, ella le daba unas chupadas que, hasta yo podía sentir en mi pene decidido a largar toda la leche ante semejante espectáculo. Enseguida mi viejo revoleó a mi madre cara al cielo sobre el colchón, le abrió las piernas, se le prendió de las tetas sin ninguna delicadeza, y, mientras se pajeaba contra los labios de su vagina colmada de unos vellos enrulados le decía: ¡me extrañaste putona? Segura que no me pusiste los cuernos con alguno? Querés pija nena? Te la clavo entera guacha?! Mi madre solo asentía con su respiración agitada y sus jadeos. Por lo tanto, mi viejo se la mandó con todo y empezó a penetrarla con verdaderas ganas de partirla en dos, haciendo que su cabeza golpee el respaldo de la cama, escupiéndole las gomas y mordiéndole los labios cuando a mi madre se le olvidaba controlar el volumen de sus cuerdas vocales. No pude soportarlo. Me acabé encima, supongo que ni bien mi padre empezó a darle esos terribles embates a su sexo. Y, preso de la vergüenza, el pánico a ser descubierto, los chorros de semen que ya me goteaban del bóxer y las piernas, preferí irme a la cama, donde me hice 2 pajas más. El sábado vi a Ceci tirada en su cama, a eso de las 5 de la tarde. La pibita estaba en bombacha, con el celu en la mano y las gomas como 2 trozos de atardecer. Me hice el boludo y entré a su pieza, tan solo para verla más de cerquita. Apenas llegué a su cama me agaché para olerle los pies, después las piernas y la pancita. Desde ahí podía percibir claramente el aroma de su conchita apretada en esa bombacha blanca, y no quise esperar más para tocarme el pito. Le olí y rocé una goma, posé uno de mis dedos en sus labios cerrados, saqué la pija afuera de la dictadura de mi short y lo apoyé en la sábana, donde por poco le vuelco toda la leche. Tenía que ser prudente. Aparte, mi viejo ahora estaba en casa, y si llegara a sospechar lo más mínimo, nadie podría defenderme de sus excesos de autoridad. Pero necesitaba continuar. Por eso acerqué mi nariz a su vulva, y me atreví a levantarle un poquito la bombacha. Su olor era penetrante, libidinoso, tan invasivo como el brillo de sus pezonsitos, con resabios de un olor a pis no tan reciente, y despiadadamente inmoral. Tomé unas buenas porciones de su olor y perdí la tranquilidad. Ahí solo tuve que presionar mi glande 2 veces para que entonces todo mi semen espía se derrame sobre su sábana, haciendo un charquito que comenzaba a escabullirse bajo sus piernas dormidas. Había llegado demasiado lejos. Aunque, para mi sorpresa Cecilia no mencionó nada referido a sus sábanas, y eso no sé si era saludable. Pero todo sucedió una mañana en la que falté al cole por no estudiar para un examen de biología. Desayuné a eso de las 10, y dejé que el corazón se me revele ante lo que vieron mis ojos. Roxana terminaba de ducharse, y salía envuelta en una bata del baño. Seguro había una bombacha suya esperando a que mi olfato disfrute de sus gotitas de naturaleza de hembra. Apenas Roxana me regañó por no ir al cole, me metí en el baño, y encontré una bombacha azul impregnada de jugos. Comencé con el ritual de siempre. La olí profundamente, me la pasé por la chota, la lamí, me pajeé sin importarme que se me escaparan gemidos, me escupí la mano para lubricarme bien la pija, y cuando estuve a un paso de estamparle mi acabada a la bombacha de mi tía, escucho la voz de Ceci, y sus golpes en la puerta: ¡dale nene, dejá de pajearte y salí que me hago pis! Y no digas que nada que ver, porque ya sé que te pajeás todo el día cochino! Ni yo sé qué fue lo que le respondí. Ceci tampoco había ido al colegio, y la pija se me empezaba a encoger, porque la pendeja me sacó del trance sin anestesia. Cuando salgo del baño, descubro que la mirada de Cecilia tenía un cierto reproche hacia mí. ¿dejaste todo limpio pajerito?!, me dijo con una sonrisa pícara antes de entrar. ¿qué te pasa nena? Aparte, todos los varones lo hacen, y ustedes también, o no?!, se me ocurrió decirle. ¡haaammm, ni ahí Tomás, eso lo hacen ustedes, que se la pasan mirando culos y tetas! Por eso estás así nene! ¡y correte que me hago pichí, dale!, me dijo empujándome de la puerta, donde hasta entonces permanecía apoyado. Me sentí ridiculizado, abatido, como si hubiese cometido un crímen. No encontré respuestas ni lucidez. No sabía si pedirle disculpas por lo que le dije, o si seguir en posición defensiva, porque, al fin y al cabo ella empezó a atacarme. Pero de repente, la tía Roxana aparece ante mis ojos, tan solo con una bombacha rosa y un corpiño de encajes, en el que se le transparentaban sus pechos. Con toda claridad se advertía que tenía los pezones parados. ¿qué pasa sobrino? Te divierte escuchar a tu hermanita haciendo pis? Mejor vení conmigo, que tenemos que hablar un momento!, me dijo agarrándome de la mano con la que segundos antes me estaba pajeando a mis anchas, y me llevó a su cuarto. Cuando me besó la mano con cierto aire maternal, sentí que la pija me volvía a renacer de las cenizas. ¡qué pasó con Ceci? Aaah, ya sé, no me digas nada! Te prometo que voy a hablar con ella! La tonta no entiende que los varones se masturban más seguido, y que necesitan hacerlo! Aparte, no te creas! Ella también se manda unas lindas pajitas! Yo misma le compré un par de consoladores cuando me los pidió! Aaaaay, qué sería de ustedes sin mí!, concluyó su perorata mientras me invitaba a sentarme en la cama. Ahora sí que tenía la mente en blanco. Solo pude decirle: ¡tía, no fui a la escuela porque no estudié para biología, soy un tarado! ¿y a quién le importa el colegio ahora? Escuchame Tomi, no tengas vergüenza en pajearte todo lo que quieras bebé, que no está mal! además vivís rodeado de mujeres! Qué le vas a hacer? Solo que, tratá de tener ciertos cuidados!, me dijo rozándome los labios con sus dedos, sonriendo con frescura y pegándose más a mi cuerpo. Me sacó la remera, me pidió que me ponga de pie y que dé una vueltita, como si fuese una modelo. ¡uuuuf, mirate cómo estás! Ya sos todo un hombresito! Me imagino la baba de las chicas del cole cuando te miran! Mi sobrino es un bombonazo, y encima se te re marca la pija cuando se te para! ¿sabías?!, me decía, alimentando cada poro de mi masculinidad, sin disimular el fuego de sus ojos ni sus pequeños roces sobre la tela de su corpiño. ¡vení, sentate que te tengo una sorpresa chiquitín!, sentenció perpicaz, y se levantó con dirección a su placard. ¡y no le dés bola a la Ceci cuando te trate de pajero!, decía mientras buscaba algo en un cajón, y mis pupilas se incineraban en su maravilla de culo bamboleante, que ya empezaba a comerse esa bombachita, la que recordé haber enlechado en varias oportunidades. Enseguida regresó a mi lado con 3 bombachas en la mano. Se sentó, se sacó el corpiño y balbuceó: ¡te gusta lo que vés? ¡igual, no creas que no sé que me las mirás… ni que dejás la lechita en mis bombachas sucias cuando te pajeás en el baño! Un calor incómodo y perpetuo me subió hasta las orejas, y seguro que ella lo notó, porque al instante agregó: ¡no te pongas mal tontín, que no me molesta! Al contrario, me re excita que hagas eso! Es más, para que veas que confío en vos, que me gusta lo que hacés y que no te voy a vender con tu mami, tengo esto para vos! Podrías decirme de quién son estas bombachitas?! Cuando las puso en mis piernas, supe que no tenía otra opción. además, en cierto modo me sentí protegido por ella. Tomé la primera, y le dije sin dudarlo que era de Ceci. Era esa bombachita celeste, la que atesoré repetidas noches, y me puse al palo cuando le descubrí un sutil arresto de olorsito a pis. ¿te calienta en olor de la conchita de Ceci? fantaseás con que se la chupás o algo de eso bebé?!, me dijo, ya con una de sus manos sobre mi bulto, con mi respiración pendiendo de su arte seductor al hablarme cerquita del oído y con sus tetas nublando mi poca capacidad de razonar. De hecho, no podía articular palabra. ¿y esta, de quién es Tomi? Mirala bien, que si la conocés, te doy un premio!, me dijo agarrando una tanguita blanca. ¡es de Nara tía, estoy casi seguro!, arriesgué ilusionado, mientras la olía y la tocaba con sorpresa, ya que todavía estaba húmeda en la parte de adelante. ¡muuuy bieeen pendejito! Es de tu cuñadita! Esta mañana la dejó antes de irse a la facu! ¡qué guacho que sos!, dijo saltando con su cola en el colchón. ¡pero bueno, ahora tu premio! Chupame las tetas nenito mirón!, me dijo con la voz en un hilo de sensualidad. No lo pensé 2 veces. Enseguida me le tiré encima para rodearle los pezones con mi boca seca al principio, la que cuando empecé a succionarlos se convirtió en un río de saliva, y para darle unos mordisquitos suaves, los que ella me solicitó entre suspiros. No pude evitar rozarle la entrepierna en medio de mi labor, y eso la enloqueció. ¡basta guachito, acostate ahí, y sacate ese calzoncillo mojado!, me dijo mientras se sacaba la bombacha. Cuando menos lo imaginé, tenía su conchita velluda a escasos centímetros de mi cara. Se acomodó sobre mí aunque sin tocarme, apenas sosteniéndose de la pared para que mi sangre se perfume con su olor, y mi cara reciba algunas gotitas de sus flujos incesantes. ¿te gusta puerquito de la tía? Querés lamerla? ¡dale, hacelo, chupala nene, no tengas miedo!, me dijo jadeando como una locomotora, y mi lengua solo pudo saborearla en 2 lametones de arriba hacia abajo. Tenía el clítoris hinchado y gordito. Lo supe porque ella me explicó que si seguía rozándole allí, me acabaría en la cara, y al parecer ese no era su plan. De inmediato se bajó de la cama, me escupió el pito, me lo re manoseó, lamió mis huevos, me mordisqueó las piernas y las tetillas mientras subía y bajaba por mi mástil resbaladizo, y le dio 3 chupadas a fondo a mi glande colorado. No llegué siquiera a decirle que no aguantaba más, y le largué toda la leche en la cara apenas el calor de su boquita la liberó para tomar un poco de aire. ¡uuuuy bebito! Te vino toda la lechita! No pasa nada mi cielo! Eso es poruqe estás muy calentito mi vida! Pero ahora la tía te la va a poner bien durita otra vez!, dijo mientras acercaba su bombacha recién sacadita a mi nariz. Me hizo chuparle las tetas, pegarle en el culo después de prestármelo para que se lo llene de besos y mordiditas, le metí los dedos en la boca para que me los chupe como si fuesen pijas chiquitas, y le pedí que me deje colarle algún dedito en la conchita. cuando hice eso, sus flujos espesos y calientes me pusieron de los pelos, porque, al mismo tiempo ella me frotaba las gomas en la pija. Ya la tenía dura de nuevo, lista para ella, a su antojo y tan guerrera como siempre. Ella volvió a chupármela, pero ahora pude disfrutar más tiempo de su arte bucal. Le gustaba olerla, pegarse en la cara y escupirla antes de succionarla. Gemía entrecortado, se pegaba en la cola y pronunciaba mi nombre cada vez que mi poronga llegaba al umbral de su garganta y salía envuelta en un camisón de saliva. Se reía por mis gemidos, ya que me estaba cambiando la voz, presionaba el puente que une al culo con los huevos, me rozaba las uñas en las piernas y me pedía la leche, a veces cacheteándose el mentón con mi pija. Finalmente su cuerpo me inmovilizó por completo, y la misma emoción de saber que mi tía me estaba desvirgando me hizo escapar algunas lágrimas. Mi pija encontró sin demasiado esfuerzo la entrada de su vagina, y desde entonces, mi tía no paró de moverse, gemir, saltar, pegarme con las bombachas en la cara, darme sus tetas para que se las muerda, estrujarme la pija con los movimientos de su pelvis, de ahogarla con el incendio que nos consumía, y en pedirme la leche casi a los gritos. ¡dame la leche pendejo, me tenés re loquita Tomiiii, acabame adentro, dale guachito asqueroso, y no dejes de pajearte con mis bombachas, ni con las de tu hermana, que en el fondo seguro que se calienta sabiendo que te tocás el pito con sus olores en tu nariz, dame más pija neneeee, haceme gozar, cogeme fuerte, así bebé, no pares, dame piiijaaa!, me decía aturdiéndome, robándome hasta la dignidad, pero haciéndome sentir único, un buen amante, y que verdaderamente la estaba cogiendo bien, por más que no fuese tan así, ni mucho menos. Mi leche se derramó en su conchita apenas un ruido nos distrajo, aunque ella no detenía la marcha de sus entrañas. Además me comía la boca y me pedía que le pegue más fuerte en la cola. Sorpresivamente, en el exacto momento en el que Roxana intentaba levantarse de encima de la estela de sudor que había en mi cuerpo, los 2 vimos a Cecilia, parada contra el marco de la puerta abierta, con una mano apretándose una goma y con la otra masajeándose la chocha, solo con un corpiño y una colaless chocolate. Sus palabras fueron una sentencia irrevocable, antes de irse corriendo y dejarnos tan atónitos como perplejos: ¡escuchame pajerito, si no querés que mami se entere, esta noche te espero en mi pieza, después de las 2 de la mañana! Y más te vale que no faltes! Necesito una buena cogida! Pero, bajo mis reglas! Y de mis bombachas, olvidate pendejo de mierda! ¡aaah, y no creas que estaba dormida la noche que me dejaste tu leche en la sábana, taradito! Fin (en Rab.Sex_Shop)
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A-TIRADOR LASER / SUNBURST
acao
amor eterno me invernas bajo la espada santo me internas
nada sucede, mi bocho es Vanelli y ante un problema todo detiene
hermano anfibio sal de ti mismo, llevas familias viviendo contigo
tu ser sorprende habilidades, tu mente emprende daños morales
acao en my heart
en mi cabeza la accion presente no impide nunca que sea coherente
lo veo a Shersy y nada es distinto aquel guerrero conserva su instinto
mujers todas hagan prodigios, albinos, negros, buenos amigos
que especialmente sean unidos y colaboren a un reino unido
acao en my heart
sobre la cama recuerdo haber visto un niño solo,
el hijo de cristo tenia en sus manos un album dorado
donde guardaba su cuerpo de anciano en este tiempo pude haber visto
la accion presente vive conmigo.
huir aqui
despegar de la selva roll real no haces lo que piensas
un amor me llama al final me lleva,
si no es estas seguro dejame que vea
transpirar por las cuerdas te veras tras mi rejas
si yo no te suelto no creo que puedas cancelar mis penas
que ahora te condenan
huiras pero aca "en mi lugar te voy a amar"
invitar a los problemas aclamar que me veas
cuando yo te sigo, sigo a mi conciencia
y si esta en el aire Dios que me proteja
hoy cante con pobreza sin saber que eras la doncella
mueves los guerreros que cuidan tus penas
ojala se pierdan asi no te encontraran
huiras pero aca "en mi lugar te voy a amar"
si te alcanzo las manos quien sabe si las querras
si te llevo al agua conmigo te bañaras
si te saco del sitio la entrada no encontraras
si te llevo en el alma de ahí nadie te sacara.
kim
jin kin kim
muere, renace en el, su vida ya es parte de el
jin kim kim
nace del discurso en el no tiene paz, se ama
muere y al dia renace en el
se muere y al dia renace en el
un niño extraño algo en sus manos ya es apreciado
un juego amo amo
abuelo tu luz en mi, un sueño hoy te espera aqui
jin kin kim
muere, renace en el, su vida ya es parte de el
jin kim kim
nace del discurso en el no tiene paz, se ama
se auto ama
muere y al dia renace en el
se muere y al dia renace en el
y al dia renace en el.
inesperada
descubre el dolor entrando al western bar
la larga espera por ti marea
hazme un favor, congela mi alma
manchas de luz la noche me aclaran
tontas fallas revelan mis faltas que derivan en risas
pero no creas que un libro hace a alguien
es alguien quien lo hace ser
veas en mi un tonto un sabio
disfruta en mi de lo grato y despues ves
hazme un favor, congela mi alma
manchas de luz la noche me aclaran
tontas fallas revelan mis faltas que derivan en risas
inesperada ada
inesperada ada
inesperada ada
inesperada ada
tus pelos a los vientos
tu pelo a los vientos
como esta la gente
sangren, como esta la gente madres sus hijos dementes
pagaran quienes
pagaran quienes
marquen quienes no nos quieren, llenen sus manos de gente
pagaran quienes
pagaran quienes
pibes in the world, heavy world
pibes in the world, heavy world
pibes in the world, heavy world
pibes in the world, heavy world
hasta reventar
miren como esta la gente
matan lo que ellos no entienden, es que
pagaran quienes
pagaran quienes
pibes hechos de la nada, clavan sus ojos en las armas
pagaran quienes
pagaran quienes.
road way set 25
algo se paso aqui por esta alma
no recuerdo si fue amor lo que vivi
yo se que senti por vos algunas penas
pero eso no me impide que ahora te extrañe
que hermosa es la luz del sol
road way set 25 road way set 25
en el fonde de mi pecho se encuentra encerrada
la princesa Leia nunca fue mi amada
el set de autos no comparte la ruta con ella
que los lleva hasta el peaje para un corto viaje
pero cristo llego aqui
road way set 25 road way set 25
amor mio estaras conmigo aqui
tu vida vida
tu vida vida
road way set 25 road way set 25.
errado
tus manos mi cuerpo obraran, obraran
camino de velas al llegar, al llegar
y al volver, y al volver al asiento de nebli
presiento que esta aqui
solo vi al errado
errado por siempre quedara
sus fallas son años a curar
al volver
al volver al asiento de nebli presiento que esta aqui
solo vi al errado.
es parte en mi
vas planeando un nuevo despertar, ponte tu aura y sal a trabajar
dame un paso para caminar, llega pronto y no vuelvas de mas
niño que de viejo moriras, y a tus hijos nada dejaras, tomate tu tiempo
pues tomate la eternidad pero no te ahogues moriras
tu vida es parte en mi, es parte en mi
un refugio debes encontrar tu familia te lo puede dar
deja el largo viaje al mas alla, al mas aca, si tu giras todos giraran
torno en torno la lago de cristal, una lagrima lo quebrara
un viento de voces te ayudara, debes detenerte y escuchar
tu vida es parte en mi, es parte en mi
en mi alma date cuenta, te recuerdo, eres otro
en mi alma tu puedes confiar, yo te amo
date cuenta que ellos te querran dar las manos
te recuerdo frente al caminar como hermano eres otro
debes regresar yo te extraño, años.
cristol
cristo, bristol, cristol
vi su nombre a la luz del sol
en la playa tomando el sol
cansado de ver al Dios de la bristol
tome mis cosas, me fui a vivir a los rios
pasado el tiempo y extraño mi lugar
cristo, bristol, cristol
vi su nombre a la luz del sol
en la playa tomando el sol dios sol dios
dos leones guardaban la fe de cristo
ya estoy de nuevo tomando el sol junto a cristo
pero hay alguien que ya no esta.
en el reflejo del dia
fa, fa, fa, fa, fa, fa, fa
pleno dia, la noche cayo, confundido el dia salio
debe ser que un sueño lo aturdio
si en vos me encuentro, a mi es solo un reflejo
igual no creas que estemos tan lejos o no mi amor
fa, fa, fa, fa, fa, fa, fa
dia a dia, el dia paso normalmente, el dia salio
saben algo, no hay nada como el amor
si en vos me encuentro, a mi es solo un reflejo
igual no creas que estemos tan lejos o no mi amor
el tiempo se nos va, mi amor despierta solo pienso en vos.
hazme saber
saborear el dolor de mi alma te hace bien, hazme ver
saborear el dolor de mi alma te hace bien, hazme ver
fria y sin temor arranco mi alma, mi alma de la nada
ahora en mi dolor descubro que inutil fue haberte amado
saborear el dolor de mi alma te hace bien, hazme ver
saborear el dolor de mi alma te hace bien, hazme ver
de mi amor
de mi amor, no queda nada
de mi amor
de mi amor, ya no hay palabras
adorar el dolor de la muerte del amor, hazme ver
adorar el dolor de la muerte del amor, hazme ver
la cumbre del dolor llego a lo alto a lo alto de las nubes
a tu alma me vendi haciendo al vacio errado, estaba viviendo asi
adorar el dolor de la muerte del amor, hazme ver
adorar el dolor de la muerte del amor, hazme ver
de mi amor
de mi amor, no queda nada
de mi amor
de mi amor, ya no hay palabras.
derrape de aura
ya no hay perdon, marcas mi cruz, el reo vengara tu tornar
tu voluntad se designo a tu persona
derrape de aura
derrape de aura
me sorprendio su resplandor y su fuerza al pelear por su nombre
no hizo bien lo que hay que hacer y hoy sirve al gran rey
derrape de aura
derrape de aura
mi llama de agua derrapa mi aura
que Dios me dio al salir de su cuerpo.
silenciosa
llama alarmas me llama, me esconde algo raro
llama alarmas me llama, me esconde algo raro
deja que la niebla corra y oculte mi mañana
deja que se muera el arbol y ya no tenga ramas
detras de mi
silenciosa ocultas tu voz, pues sabes bien que alarmas
mi alma quen todo te obedece
llama alarmas me llama, me esconde algo raro
llama alarmas me llama, me esconde algo raro
deja que se apague el fuego de los buenos momentos
deja que se quede ciego ante sus movimentos
detras de mi
silenciosa ocultas tu voz, pues sabes bien que alarmas
mi alma quen todo te obedece
llama alarmas ah ah
llama alarmas ah ah
detras de mi
sueña tu vida se encarna en mi
nena tu vida se encarna en mi.
sunburst
abre tu alma sunburst esta aqui, date cuenta no puedes partir
sunburst royal guard
al filo de muerte encuentro tu suerte
sunburst desde el alma
sunburst es quien te atrapa
un color presente se sienta en tu mente
por tanto ruego al mundo llorando me hundo
sunburst prueba tu suerte y veras que abre tu mente
se quebro la tierra rojo me quema
voy removiendo el cielo, el tiempo se altera
andando caminos quemando
andando caminos quemando
sunburst royal guard
sunburst royal guard
cercano a lo lejano me encuentro allanado
sunburst hace a las ramas
sunburst parques no mata
miremos muy profundo a todo el mundo
no ayuden no presionen a ahogar este mundo
sunburst viaje de mente junto al cuerpo un ser transparente
un imperio llega cargando su tierra
cuando por sorpresa su amo los deja
andando camino quemando
andando camino quemando
date cuenta no puedes partir hay un alma cuerpo para ti
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Un cuento de Parménides García Saldaña
¡NO TE ADORNES, NO TE ADORNES!
HAVE YOU SEEN YOR MOTHER, BABY,
STANDING IN THE SHADOW?
¿Has visto a tu madre, nena, parada en la sombra?
¿Has tenido otra nena, parada en la sombra?
Estoy contento de haberte abierto los ojos.
Los jodidos iban a tratar de congelarte en hielo.
¿Has visto a tu hermano, nena, parado en la sombra?
¿Has tenido otro nene, parada en la sombra?
Yo sólo estaba perdiendo el tiempo.
Estoy completamente solo, ¿no vas a dar toda tu simpatía a la
mía?
Dame una historia de cómo me adoras,
cómo vivimos en la sombra,
cómo vemos a través de la sombra,
cómo vislumbramos a través de la sombra,
cómo lloramos a la sombra,
cómo odiamos en la sombra y amas en tu vida sombría.
¿Has visto a tu amante, nena, parado en la sombra? ¿Has
tenido otro, nena, parado en la sombra?
¿Dónde has estado toda tu vida?
Hablando sobre toda la gente que trataría cualquier cosa dos
veces.
¿Has visto a tu madre, nena, parada en la sombra?
¿Has tenido otra nena, parada en la sombra?
Tú escoges todo esta vez:
El viejo bravo mundo o la lenta caída a los abismos de la
decadencia.
-The Rolling Stones
Era sábado. Un sábado tibio por el sol que resplandecía oculto entre unas nubes que avanzaban diagonalmente. Una sombra cubría parte de la casa. El agua de la alberca estaba casi inmóvil. Fernando y Luis jugaban futbol en el jardín. Rodolfo (traje de baño, camisa sport desabotonada, lentes oscuros de burbuja), sentado en una silla playera, con una lata de cerveza en una mano y un cigarro en la otra, estaba en el pórtico, y los miraba. Espera a las golfasgordas que habían subido a cambiarse, y arriba oía la confusión de sus voces y pasos. Estaba agotado (tronadísimo), y nadó como foca. Tuvo que nadar y jugar volibol, hacerle al monje porque el imbécil de Fernando (como siempre, siempre hay un o una imbécil que siempre chinga los planes chingones), aún no podía fajar. En parte, Alma tenía la culpa: le había dicho que invitara a dos de la onda y la que le tocó a Fernando estaba de adornada.
En la carretera, él y Alma medio fajado, besos y cachondeo ligero, una mano en un seno, en un muslo, preparando el terreno, bregando. También Luis en un besuco por aquí y por allá, pero Fernando, elimbecilquesiemprenofalta, nada, cruzado de brazos, mientras su nalga miraba el paisaje de la carretera. Como la vieja que le tocó a Fernando no fajaba, al rato las otras no quisieron. Un plan prometedor se había echado a perder al principio por culpa de una pinche vieja adornada. Fernando era un pendejo, cotorrear aquí y allá, mira gorda esto y lo otro y que aquí y que allá, mira gorda esto y lo otro y que aquí y que allá, lavarle el coco para meterle la onda. Y hubieran llegado a la casa directamente al colchón, unos guapachosos saltos de bienvenida pero ni madre, echando farsa: jugando fut y nadando para-ver-si-la-pendeja-de-la-adornada reaccionaba y entraba en la onda de fajar con Fernando.
Tanatodamadreplanqueteníanypordospendejosselollevabalachingada. Llegando a la casa, unos drinks, y ya que estuvieran medio alumbrados, las viejas cachondas por los alcoholes en el cerebro, a bailar, faje sabroso (mamacita, pero mira nomás qué bien te has puesto, ¡sabor!), guapachoso, y todos al box-spring, él a gozar guapachosamente a Almita, con sabor a mamaíta. Todo así de perfecto y de chingoncísimo. Pero no, el plan se había ido a la chingada por la puta pendeja adornada. Las otras, si ella no jala, pues nosotras no podemos, no aguanta. ¡Pendejadas, pendejadas, flaco! La adornada se adornó cuando Fernando trató de abrazarla en el coche: oyes, no abraces que no somos nada… Cuando llegaron, Alma le dijo que no se preocupara, que al rato convencería a la adornada (o sea exactamente en ese momento cuando se estaba vistiendo), para que se comportara a la altura, que conocía a Lidia, que a veces era muy temperamental y que ya se le pasaría (con el ligero cotorreo que ahora estaba sosteniendo con ella), que jalaría. Pues era lo único que le quedaba a semejante bollo gélido, o si no la agarraría a punta de chingadazos. Pinche babosa de mierda: no me abraces que no somos nada, como si fuera la reina de Inglaterra o qué… Pero si la adornada se seguía adornando… Él había puesto la carne y a la chingada lo demás; si Fernando no podía hacer nada era su onda. Rodolfo estaba como el marqués de bollo gordo. Drinks, su nalguita guapachosa y bullanguera… de pinga, de pinga flaco… aunque por la hawaiana se estuviera prolongando el momento de box-spring. Vamos a esperarnos tantito a que Lidia se anime. Yugoslava crema, pasos apresurados bajando la escalera. Las gordas llegaron. De pantalón ajustado y suéter. Marta corrió hasta donde jugaban Fernando y Luis. ¡Coño; qué buenas nalgas tenía Marta, coño no jodas, pero qué buenas nalgas! Un poco sotacona, pero… ¡qué nalgas! ¡Y esa nalga la tiene que gozá! Como para darle el tremendo beso negro, llegarle por chicuelinas… ¡Olé! ¡Nada más de verla, coño, quieta sin orejas, coño, y qué pitones tiene la hija de su puta madre, una vaca suiza auténtica! La nalga perfecta para Luis. Las vacas suizas lo destrampaban.
Alma y Lidia jugaban pingpong cerca de él. Pingpongpingpong después de unos ostionucos, así te voy a hacer cabrona. Ya te estoy oyendo hija de la chingada: ¡salvaje, salvaje, brujo, brujo maldito! La adornada estaba bien, tenía suave cara, por eso se cree la reina del bollo gordo. Pero lo que es bollazo, almuca, ama-señora-y-maestra-del-cojín, especializada en sesentaynueve, y otros pomos en el cerebro y después a gozar.
-Aí mumi, ¡aí! –le gritó a Alma, con el acento cubano adquirido en cientos y cientos de rumbeadas.
Ligarse a Alma fue fácil. Gorda a dónde vas, que aquí, pues te acompaño, perfecto, vamos a tomarnos un drink, está bien, esto y lotro, y mucho gusto, que yo trabajo de secre y que yo soy el cuerpo de tránsito, que aquí y allá y perfecto, y ya es hora de irme a mi casa, te llevo, un taxi, okey, chao nos vemos mañana, háblame a mi trabajo, hola Almita cómo estás, vamos a bailar; Prado Floresta: un conjunto de rumba y una cantante balín, gallega a morir, pero luces de colores para poner a tono, Almita qué bien estás, unos pomos en el cerebro, cachondeo, vamos a donde te platiqué, pero gorda qué sabrosa estás, sabor, gozando, gózame prieta, gózame, salvaje, gózame, salvaje, y desde hacía tres meses Almita era su nalga. Todo un campeón, rey del colchón.
-¡Aí mumi, aí! –le gritó con acento cubano, casi perfecto. Digno de ser elogiado por el inmortal Beny Moré.
Lidia estaba acostada en el sofá de la sala, fumando. Marta y Alma pensaban que era como ellas, que andaba con cualquier chavo y con cualquiera se besaba y abrazaba, pero no. No. No. Una cosa era que le gustara salir con muchachos a dar la vuelta en sus coches a andar chacualoqueando como ellas, con todos. Más valía sola. Fernando era de lo más aburrido. Aich, no tenía nada de plática. Luego luego la quiso abrazar, como si fuera qué. Era de ésos que le caían mal nada más de verlos. Marta se estaba creyendo la gran cosa nada más porque andaba con Luis, que era el dueño de la casa y del coche. Claro, primera vez (y segurísimo que la última) que andaba con uno de Mustang. Pero Luis no la había escogido, sino que ella de resbalosa se apuntó con él. Cuando llegaron por ellas, rápidamente Marta se subió y se sentó en el asiento de adelante, con Luis.
-Kid Adornos… como la Bella Durmiente –dijo Rodolfo.
Lidia se levantó rápido, como impulsada por un resorte. El resorte la dejó sentada, con los codos sobre las rodillas, las mandíbulas sobre las palmas de las manos, mirando el suelo. Las voces de todo confusas. Entraron.
Rodolfo puso un elepé en el estereofónico: dicen que la cubana tiene fuego en la cintura, bailando nadie le gana cuando repica una rumba, yo sé que en Buenos Aires todo´ lo, pollo´ son bueno´, que no hay na´ comparable con un pollico chileno…
Rodolfo bailaba solo, haciendo pasos de rumba fuite y caliente, como poseído e iluminado por Changó, dirigiendo con las manos a un conjunto rumbero invisible, cantando: dicen que la mexicana tiene nalga parada, que no hay na´ comparable con una araña chicana…
-Flaco –le dijo a Luis-, prepara los alcoholazos, mi cerebro necesita pomos, pomos, flaco, pomos, y ustedes bollos flamencos –le dijo a las tres españolas-. ¿Qué? ¿Les gusto para el negocio aquel que les platiqué? ¿O qué? Estamos en la onda caliente, la onda más caliente del siglo, de-bedá. ¿Qué chupan? No lo que les platiqué, sino… -en tono afectado, como si fuera un verdadero caballero inglés, agregó-: ¿Qué van a beber las francesas?
Yo se´ que la venezolana
tiene la panocha negrita
que la colombiana
el ombligo pa´fuerita
que la peruana… (guess what)
Aich, como la miraba el menso de Fernando, como si fuera qué, aich. Y riendo como idiota de las idioteces de Rodolfo mandó a Alma.
-Rumana –le dijo a Lidia-, ven –sacudiendo las manos cerca de la cara de la de Rumania-, vamos a mover el botafogo y el Necaxa –Lidia miraba al suelo, ignorándolo, cero a la izquierda, sorda a sus palabras, totalmente frígida-, no seas checoslovaca –Lidio hizo un gesto como a punto de explotar en cólera y decirle: ya, ya, ¿no?- vamos a bailar, no seas como te dije…
Songo le dio a Borondongo
Borondongo le dio a Bernabé
Fernando, que estaba en el sillón como un muñeco de trapo abandonado por su dueño o algo así, de pronto se paró y dijo:
-Voy a prepararme un chinguiri –simultáneamente se paró y se dirigió a la cocina, donde, como ya sabemos, Luis, Marta y Alma preparaban drinks. (Aclaración pertinente para el lector olvidadizo, debido a que el autor es muy, como se dice, amable, de-bedá.)
-Anmárgaret… ¿me hace usted el favor de bailar?
Aichhhh. ¡Qué tipo! Era de lo peor, tan plebe, aich. ¿Qué se creía el idiota?
-No seas uruguaya, contesta cuando se te habla…
-No… gracias… es-toy can‑sa-da… -dijo Anmárgaret, dejando resbala las sílabas a pausas, como bolitas de la Lotería Nacional para la Asistencia Pública.
-Ayayayayay, mira, mira… no te adornes, flaca, no te adornes, que no te queda… que para eso estás aquí… ¿O veniste a tomar el sol como inglesa?
-Pues sí –Lidia se acomplejó. [El autor desconoce el motivo, y por tanto lo único que puede decir es: el tono y la actitud al decir la frase (con el cuerpo ligeramente doblado, su mirada de muchacha indefensa y resignada ante un inminente ataque), fueron de ambigüedad.]
-No me vengas con eso, flaca, lo sabes, a mis años… no seas gallega, ten criterio…
Unodostrescuatrocincoseis. Lidia medía su paciencia.
-Baila con Ala… es tu-no-via.
Bernabé le pegó a Mochilanga
Mochilanga le echó a Burundanga
Burundanga le jincha lo´pie´
-Le jincha lo´pie´… Pero tú, gallega de la Obrera, me alborotas con el cerebro, me guapacheas, anda, no te pongas flamenca, digo, coño, no seas folklórica… ya que el panzón es un punto menos… aquí me tienes para gozarme… ¡Gózame, negra, gózame, mumi! ¡Goza a papaíto!
-¡Aich, ya, ¿no?! –dijo Lidia, y toda enojada se paró y salió al jardín. Rodolfo (que por cierto se llamaba así porque su papá se llamaba así porque su abuelita fue fanática admiradora de Rodolfo Valentino) empezó a bailar solo.
¿Por qué fue que Songo
le pegó a Bernabé?
¿Por qué Borondongo
le pegó a Bernabé?
Y los que estaban en la cocina regresaron a la sala con drinks y sándwiches. Alma le dio a Rodolfo su gin n´tonic.
-Y ahora a bailar como degenerados rumbita caliente –dijo Rodolfo.
Los guapachosos y superrumberos Lobo y Melón colaboraban desde el estereofónico a la diversión de Luis y Rodolfo y sus golfas (Marta y Alama) con estas líneas con mucho ritmo y sabor tropical:
¿Qué es aquello que verdea
en medio de la sabana?
Yo creía que era zacate
y era la maldita iguana
Excepto Fernando (que estaba sentado en un sillón bebiendo su drink y comiendo un sándwich) y Lidia (que como veremos después está como reina acostada en el pasto tomando el sol), las parejas bailaban. Luis no hacía caso del ritmo de la música y llevaba a Marta lentamente, como si estuviera bailando una pieza de Ray Conniff: música sólo para enamorados que se bailaba en las fiestas de los sábados ente las presencias de las mamás. Rodolfo derrochando, lanzando, expulsando sus cualidades de rumbero, aventando el estilo que había adquirido en miles de rumbeadas a las que había asistido como invitado o como rumbero, y que perfeccionó, nada menos que el Califa (salón de baile sede nacional del danzón, la guaracha, la rumba, en resumen, de la música tropical de la que Rudolph era uno de los más brillantes exponentes), el Nahual, el Esmeril, el Chamberi, el Naco, el Gato. Alma, tímida –debido a su inexperiencia- y torpemente, le seguía la onda.
-Guerrero –le dijo Rodolfo a Fernando porque así se apellidaba, y agregó-: píntate de colores por la alemana, ora panzón, está en el jardín…
Muy digno, el panzón Guerrero dijo:
-Ni madres… Pinche vieja payasa… India de cagada…
-Ándale, Barrigas, que se me hace que te gusta gozar el chou.
Fernando Guerrero (que no es pariente de Vicente) se acostó en la alfombra. Las parejas bailaban. Luis y Rodolfo cachondeaban a sus viejas de la danza, guerreras del abachobecho y del cojín. Rodolfo, como si estuviera bailando con una puta del cabaré Bombay, con las manos en las nalgas de Alma. ¡Sabor morena, sabor!
Fernando recuerda una anécdota de Rodolfo (el motivo debe ser revelado y aclarado por el psicoanalista de este personaje, pues el autor no se lo explica; lo único que hace es simplemente transcribir en palabras lo que el personaje está pensando en el momento en que se ocupa de él; o sea, cuando el autor del cuento corto o novela larga se introduce en el cerebro del personaje. Gracias).
Para llegar a la anécdota, Fernando tiene la siguiente stream-of-conciousness: el pinche Rodolfo era una ladilla. Desde chavo un piojo pubis, un mevalemadrestodo. Siempre podiendo a todo mundo, a las viejas en las fiestas; en una fiesta, cuando eran chavos, un cuate estaba bailando con su gorda y La Ladilla se acercó al cuate:
-Oye compadre… ¿es tu novia?
-Sí… ¿por qué? –respondió el cuate.
-¿Cómo que por qué?
-¿Tiene algo de malo?
-No compadre, no tiene nada de malo que sea tu novia, lo que tiene de malo es que… respétala…
El cuate sin descifrar el enigma.
-¿Por qué?
-¿Cómo que por qué? Cuando vengas a una fiesta y te pongas como te platiqué, ponte traje de baño… todos te están viendo, compadre, hazlo por ella…
El cuate, sudando como bestia. Y su pobrecita niña muerta de la pena. Una vil ladilla. Lo iba a quemar con sus cuates: el pinche panzón no pudo afincar por pendejo. Nosotros fajando, cogiendo, zabadaba, él cagándola. Pero si no le rogaba a la niña decente, menos le iba a rogar a una pinche corriente, pelada de mierda. Viejas que no cogen a la verga.
A gozá, mumi, a gozá
a gozá este guaguancó
que está de pinga, mumi…
-Almuca… ya se me paralizó la que te platiqué… Así es que ya sabes… Vamos a donde te conté…
-Espérate… plis…
-No, nada, nada, si no… Pa´ qué te cuento…
Y haciéndose rogar como los toros, Alma dijo:
-Ay, no, Rodolfo… plis…
Luis y Marta en tremendo clinch. Lo que pasaba es que a la adornada le gustaba Luis y por eso estaba de mamona, pero le valía madres. Corriente y adornada.
-Vamos a servirnos otra copa –le dijo Alma a Rodolfo en voz alta para que no sospecharan los demás que en ese preciso momento ella había aceptado ir a la cama.
Alma y Rodolfo caminaron.
-Se echan uno a mi salud –dijo Fernando.
-¡Ay, cómo eres! –dijo Alma volteando a verlo.
-Los que quieras, flaco, los que quieras…
-¿Qué haces? –peguntó Fernando Guerrero a Lidia Lafontaine.
Lidia se tapó los ojos del sol, alzando un brazo en ángulo. ¿No me ves idiota? Tirada en el pasto-
-Descansando…
-¿Por qué estás enojada conmigo?
-No estoy enojada.
-¿Enton´s?
– Enton´s… ¿qué?
-No me pelas…
Como no contestó la adornada, Fernando continuó su labor de persuasión para que Lidia entrara a la onda, y así, él se divirtiera e hiciera realidad los proyectos configurados desde que salió de sus casa: drinks, nalga: diversión, una onda buenísima. Ondón que hasta ese momento sólo sus amigos gozaban.
-¿Siempre eres así?
-¿Cómo?
-Pues venimos a divertirnos… todos.
-Yo me he divertido… mucho.
-Pues parece que estás aburrida.
-No.
-Entonces… ¿por qué no quieres bailar?
-Porque no sé…
-¿Quieres un drink?
-No bebo… gracias.
-Un trago no es ninguno… te pone en onda…
-No quiero estar en onda. Yo no soy como Alma y Marta… ¿sabes?
-Entonces… ¿cómo eres?
-Diferente, muy diferente, si crees que porque vengo con ellas soy igual… pues, no, yo no soy como ellas…
-Yo no te he dicho que eres como ellas.
-No, pero yo te lo dije.
-¿Qué te pasa?
-A mí… nada.
-¿No te caigo bien?
-¿No tienes un cigarro?
Le dio el cigarro, sacó su encendedor y llevó la llama al cabo del cigarro y luego al suyo. Se quitó el cigarro de los labios y bebió un trago largo de su drink.
-¿Enton´s no te caigo bien?
-No me caes mal.
-¿Por qué no quieres bailar?
-Ya te dije que no sé…
-Te enseño…
-No, gracias…
-Desde que veníamos en la carretera no me has pelado.
-¿Por qué?
-Pues, quise abrazarte…
–Sólo me abraza mi novio…
-No soy celoso.
-Pero mi novio sí, y yo lo quiero mucho.
-Enton´s… ¿por qué veniste?
-Y no vine a abrazarme con nadie.
-Digo, si quieres a tu novio…
-Alma me dijo que íbamos a venir a Cuernavaca con unos muchachos decentes. Que veníamos a nadar. No sé qué pienses tú.
Fernando se paró. Bebió un sorbo. Muy cool le dijo:
–Que-eres-una-pendeja.
Era ya la caída de la tarde cuando Lidia despertó. Se quitó el pantalón y el suéter y quedó en su traje de baño en dos piezas. Se echó a nadar. Al rato salió de la alberca y se acostó en una silla playera. La voz de Javier Solís llegaba hasta ella cantando:
Entonces yo daré la media vuelta
y me iré con el sol cuando muera la tarde…
(Su vida sería otra cosa, con dinero, podría pensar en casarse con un muchacho rico. Un rico la tomaría en serio y no nada más para divertirse de vez en cuando. Sólo dos caminos: o ser la esposa de uno de la Colonia Obrera: peluquero, obrero, carpintero, tendero; o ser una puta. Tener un amante rico. Ahí estaba su futuro. Y dejar de vivir en un edificio mugroso, oscuro, siempre oliendo a orines y sudor, a los cuerpos de los vecinos, de sus parientes: de sus hermanos, su padre y su madre.)
Pasó el tiempo, y los libidinosos, satisfechos ya, calmados, agotados por el ejercicio, bajaron a preparar unos drinks; gin n´ tonics para recuperar las energías dejadas en la cama, como diría Rodolfo el Guapachoso, en el boxspring o colchón. Cuando todos estaban en la sala, saboreando unos drinks, entró la adornada.
-¿A qué hora nos vamos?
-¿A dónde? –preguntó Rodolfo.
-A México.
-Ah, yo pensé que al guayabo.
-Luego, manita –dijo Marta.
-Ya es tarde.
-Son las ocho –dijo Alma.
-Si llego tarde, ya sabes el tango que me hacen…
-No te pongas flamenca –dijo Rodolfo.
-Vamos. Te dije que venía si regresábamos temprano, Alma.
-Ya, ya, no chingues, que me encabronas –obviamente fue Rodolfo quien dijo tan bellas palabras.
-Ya sabes cómo es mi mamá, Alma…
-¡Puta madre, qué pinche pedo! ¡Voy a guacarear! –dijo Fernando, y obviamente dirigiéndose hacia el baño a vomitar, que es lo que significa “guacarear”.
Tienes que tomar una sopa de pichón
tienes que tomar una sopa de pichón
tienes que tomar una sopa de pichón
tienes que tomar una sopa de pichón
-Ay manita, me siento muy mariada para irme orita. Si llego así a mi casa, olvídate –dijo Marta.
-Sí, pero a mí también… olvídate –dijo-la-que-se-quería-ir.
-Orita que salga Fernando del baño, que te lleve en el coche a Cuernavaca, para que tomes un camión… -dijo Luis con su acostumbrada cortesía.
-¡Y ya no chingues hawaiana!
Cuando Fernando regresó del baño y le dijeron que llevara a la Lafontaine a la terminal de camiones, en Cuernavaca, se rehusó y dijo…
-Yo ni madre… me voy a jetear un rato para que se me baje un poco el pedo…
Entonces Luis dijo que él la llevaría. Y así fue. Marta quiso ir, pero Luis le dijo que no. Lidia, por lo tanto, iba en el Mustang, creyéndose la Mamá de los Pollitos o de Tarzán o de cualquier presidente de cualquier país. Y cuando Luis estacionó el coche a un lado de la carretera, Lidia pensó que el ataque se iniciaría. Su sueño hecho realidad.
-¿Por qué quieres irte? –le preguntó Luis.
-No sabes lo que me hacen…
-¿Qué te hacen?
-Nada más me matan.
-¿Tienes teléfono?
-Sí.
-Pues hablas a tu casa y dices que se descompuso el coche, cualquier cosa.
-Es que… tengo novio… y olvídate si no me encuentra.
-Agarra la onda, apenas está empezando…
-Pero… yo no tomo ni nada,
-¿Quieres irte?
-Este… sí…
-Okey.
Luis encendió el motor de su Mustang. Arrancó. Las llantas patinaron. En la carretera el coche iba a más de cien. Lidia, realmente emocionada. Además de tener dinero, ser guapo, Luis era buenísimo manejando. ¡Wow! Llegaron a la terminal de autobuses.
-Bueno, ha sido un placer, chao.
-¿Te pido un favor? ¿Me prestas? Es que con las careras…
-¿Cuánto?
-Espérame tantito, voy a preguntar… ¿sí?
-Hecho.
She loves you, yeah, yeah, yeah
She loves you, yeah, yeah, yeah
Regresó la que se había bajado. Abrió la portezuela y entro al Mustang. Se sentó. Y dijo:
-Te hice caso, me quedo.
Primera. Las llantas patinan. ¡Wow!
-Que Alma le hable por teléfono a mi mamá.
-Okey.
Don´t be fooled by her love
You can never win
You can buy her everything
Los Ermitaños de Herman cantaban para ellos. Y como principio de entrada en la onda, Lidia, con voz melosa –como una mezcla de miel y mantequilla-, preguntó ¿Tienes novia, Luis?
-No.
-¿No?
-¿Por qué?
-Porque no.
-Si tienes me imagino que ha de ser muy así…
-¿Tú crees?
-Sí.
-Ah.
-¿La quieres?
-¿Tú qué crees?
-Que sí.
-¿Y tú?
-¿Qué?
-¿Quieres a tu novio?
-Pues no sé… ¿nunca te ha pasado?
-¿Qué?
-Que no sabes si quieres a alguien o no.
-NO.
-¿No?
-No. Digo, me gusta una niña y ya. Si yo le gusto perfecto. Es todo.
-¿Cuántas novias has tenido?
-No sé.
-¿Te cae bien Marta?
-Sí.
-¿Te gusto yo?
-Sí.
-Fernando… no sé, no me cayó bien…
-Es mi amigo… ¿eres virgen?
-¿Qué?
-Que si eres virgen…
-Sí… ¿por qué?
-Nada más.
-¿Te gusta Marta para eso?
-¿Para qué?
-Pues para acostarte con ella.
-Me acosté con ella.
-¿Sí?
-Sí… Después de todo, me caes bien.
-Tú también; no eres como Rodolfo.
-Cada quien tiene su onda.
-¿Quieres que te diga una cosa?
-¿Qué?
-No soy virgen. Una vez me acosté con uno, pero yo no sabía. Era mi jefe. Y me invitó a tomar una copa. Tomé una y perdí la cabeza. Creo que me echó algo en la copa. Perdí la cabeza y me llevó a un hotel. No supe lo que hice. Yo no quería. Pero ya no soy virgen.
-Muy trágico.
-¿No me crees?
-Sí, te creo, es muy trágico.
-Me estas vacilando.
¿Por qué no te voy a creer?
-No sé, lo dijiste no sé cómo. Alma lo sabe. No tenía con quién hablar y se lo dije a ella. Ella por eso cree que soy como ella, que se acuesta con todo el mundo.
-Hacer el amor es lo máximo.
-Pues yo no sé.
-Es lo máximo. No sabes porque lo hiciste en malas circunstancias.
-Pues no sé.
-La onda es el sexo. Es lo máximo.
-¿Tú crees?
-Fernando puede enseñarte.
Cuando entraron a la sala, Marta y Alma hacían strip-tease. La orquesta de Ray Conniff tocaba: “Frenesí”. Rodolfo y Fernando palmotearon al compás de la música. Las strip-tease girls de la Obrera recogieron sus prendas que estaban en la alfombra y fueron al baño.
-Tenía que ser la checoslovaca la que nos chingara la onda. ¿No que te ibas?
Lidia lo castigó con el látigo de su desprecio y le dijo a Luis:
-¿Me acompañas a servirme algo de tomar?
-¡Sabor, sabor, la rusa va a inflar, sabor!
Música de fondo: Ray Conniff, coros y orquesta. Las parejas (Lidia ya dentro de la onda) fajaban. Rodolfo y Alma, en un sofá. Marta y Luis rumbo a una recámara, por las escaleras, abrazados. Lidia, sentada en la alfombra, recargada la espalda en la pared, al lado del estereofónico, con la vista en el vaso de gin n´ tonic, parecía una marioneta abandonada. Fernando llegó hasta ella.
-¿Quieres otro drink?
-Bueno.
La orquesta de Ray Conniff tocaba ahora: “I´m in the mood for love.” Fernando regresó con el drink, se lo dio y fue a sentarse a un sillón, frente a ella.
-¿Te gusta Ray Conniff?
-Sí-
-¿Puedo poner otro disco?
-Como quieras.
-Fernando hizo una pausa. Un silencio flotaba entre los dos, interrumpido pos los jadeos de Rodolfo y Alma, dentro de la música para enamorados jóvenes de la orquesta de Ray Conniff.
-¿Qué piensas? –preguntó Fernando.
-En nada.
-Te ves triste.
-No, no estoy triste, estoy un poco mareada… Per…
-¿Quieres bailar?
-Bueno.
Fernando secó el sudor de sus manos en el pantalón. Fue hasta ella. Ella se incorporó. Fernando la tomó entre los brazos y empezó a bailar, como si Lidia fuera su novia: suavemente, mejilla contra mejilla, cuerpo contra cuerpo, ojos cerrados. Ella fue quien lo besó. Cuando separó sus labios, en voz muy baja, Fernando preguntó:
-¿Quieres… vamos arriba?
-Vamos –dijo sin verlo.
Entraron a la recámara y él encendió la luz.
-Apágala –dijo Lidia.
Él la apagó.
Preferir a Marta.
Ella fue a la ventana, cerró los ojos. Fernando le puso las manos en los hombros. A los lejos la voz de Alberto Vázquez cantando: …por favor olvídalo.
-Yo me desvisto –dijo-
-¿Por qué?
A Elena Poniatowska,
mi hada madrina.
Fuente: http://circulodepoesia.com/2012/07/no-te-adornes-no-te-adornes-de-parmenides-garcia-saldana/
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La hermandad
Un hermano es alguien que daría la vida por ti, y tú harías lo mismo, con un hermano compartes un gran lazo de amistad, de amor y comprensión, aveces el hermano puede ser quien mas te entienda. Y de esto se trata esta pequeña historia. Dos hermanos, los más unidos e inseparables que he conocido. Albert: el hermano mayor, protector, honesto y siempre fuerte para el mundo Jon: El hermano menor, ambicioso, soñador pero siempre atento Jon y Alberto en su niñez siempre fueron dañados física y emocionalmente, ambos eran atormentados por 5 niños de sus mismas edades (entre 8 y 12 años) Ellos eran humillados por ser de bajos recursos, se burlaban de sus ropa, de sus zapatos e incluso les rompían los materiales de estudios. Un día los demás niños fueron a un nivel mas allá, tomaron a Albert solo para que viera como golpeaban a su pequeño hermano de 8 años. Albert lloraba de desesperación e impotencia, el simple hecho de ver como su hermano era humillado y golpeado sin que uno de los dos pudieran hacer algo lo llenaba de rabia y odio. Al final los niños se fueron mientras le aventaban un escupitajo a Albert, de inmediato se dirigió a con su hermano, lo abrazo, Jon estaba en llanto. -Ya estoy harto! No puedo soportar que nos sigan haciendo esto!- dijo Albert algo desesperado- No entiendo porque siempre nos molestan, no entiendo si no somos malos con ellos. -Me hicieron daño, me duele mi cara, me duele -Tranquilo! Veras que encontraremos una manera de que nos dejen en paz. Albert y jon llegaron a casa, le contaron a sus padres, sus padres de inmediato fueron a la escuela donde citaron a los papás de los niños. Todo empeoró. Los niños hicieron mas grandes las amenazas hacia Albert y Jon. Tenían miedo de ir a la escuela, así que en lugar de asistir a clases se iban a un lugar “secreto” donde solo ellos sabían como llegar, era donde compartían mas tiempo de hermanos. -Albert, no funcionó, nos están asustando mas, y cuando nos vean nos golpearan, todo esta mal. -No Jon, todo será mejor, aun no sé como hacerle pero veras que no nos golpearán. -Hermano, y si hacemos lo mismo que ellos? -Como? -Y si nos enseñamos a pelear? No entienden a palabras, necesitan que nos rebelemos -No! No arriesgaré a que te dañen de nuevo -De todos modos lo harán cuando nos vean, siempre les rogamos y nos humillamos y nunca nos dejan en paz! -No sé si sea lo correcto -No es correcto que ellos nos golpeen y aun así lo hacen, así que intentemos, va? -Esta bien.
-Gracias hermano! Ahora si les daré lo que se merecen- hace señales de batalla con sus puños -Jajaja eres tan soñador! Pero empecemos Los dos hermanos comenzaron a tomar coraje para así enfrentar a sus agresores, ambos se ayudaban, como siempre lo hacían, pero ahora en plan de lucha. No iban a la escuela, se pasaban directo a su lugar “secreto” donde día a día entrenaban, sus padres alejados del pueblo jamás se enteraron de nada. Los hermanos estuvierón así un par de semanas. Su mayor éxito era que se sentían listos -Y si creamos una nueva manera de pelear? -Como sería eso Jon? -No sé, una manera que solo tú y yo sepamos, así una llave o algo que solo tú y yo hagamos -Los hermanos nos cuidamos siempre las espaldas, como podría ser? -Ya sé! Nos ponemos de espaldas, así tu cubrirás mi espalda y yo la tuya, si alguien nos ataca por los lados podremos defendernos y no dejar que nos dañen! Que se llame Hermandad! Jon se levantó y le enseño a Albert su idea Ambos de espaldas, las manos entre cruzadas y listos para atacar con las piernas, e incluso con los brazos si era necesario. Siempre practicaban la “hermandad” era una llave increíble, simplemente casi perfecta para ellos dos, por su situación. -Listos, vamos- dijo Albert Apenas tocaron la escuela y los 5 niños llegaron a rodearlos -Nenas! Donde están las nenas! – decía el líder de del grupito Los comenzaron a molestar con empujones y palabras. Albert miro a Jon y ambos gritaron “Hermandad” Se pusieron en posición y listos para atacar. Desafortunadamente no fue suficiente, aunque los 5 niños quedaron algo sorprendidos porque también recibieron uno que otro golpe de los hermanos. Los 5 niños dejaron de molestarlos, pero ellos siguieron practicando. Así pasaron los años y perfeccionaron la “hermandad” Todo el pueblo los respetaban porque sus niveles de peleas y entrenamiento subió a otro nivel donde nadie se atrevía a molestarlos, nadie podría enfrentarlos, eran demasiado rápidos, fuertes y ágiles. Albert se enamoró, Jon sintió que lo perdía, así que trataba de pasar mas tiempo con él, pero Albert siempre con su novia. -Albert! Vamos a entrenar -No puedo, iré con mi novia -Siempre es primero ella! Eso me molesta -Tienes que madurar -Madurar? A que te refieres -Ya no somos unos niños que entrenaban para defenderte, ahora tenemos distintas prioridades -Cuales son las tuyas? -Ver a mi novia, salir con ella, hacerla feliz -enserio?-Jon con sus ojos llenos de lagrimas y su voz entre quebrada dijo- Yo jamás te he quitado de mi prioridad, tu me enseñaste a jamas rendirme y por eso siempre estoy buscándote, no se vale que ahora yo tenga que mendigar tu atención y tu tiempo, siempre fuiste tú, pero ahora veo que todo cambió -Pero no me refiero a eso…- Jon se dio la vuelta y comenzó a caminar- Espera Jon! A donde vas -Jodete! Iré por mis sueños, sé feliz con ella, un día sabrás lo que era para mí la “hermandad” y nuestros sueños de ser luchadores profesionales -Has lo que quieras, no me interesa Jon en ese momento comenzó un viaje donde no sabía donde pararía. Jon no volvió jamás a su pueblo, se fue sin decir nada. Todo cambio entre los dos hermanos. Jon salió del país y comenzó con una pequeña academia de pelea semi-profecional. Albert se cazó con su amada, tuvieron familia. 3 hijos para ser exacto. -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- ERES ALGUIEN QUE BUSCA DINERO O FAMA? POR QUE NO AMBAS? VEN Y PARTICIPA EN NUESTRO CONCURSO DE PELEAS LIBRES, DONDE TODO EL MUNDO PODRÁ VERTE! CÁMARAS EN VIVO LAS 24 HORAS DE DÍA PAGANDO SOLO POR VERTE LUCHAR! SI QUIERES SER PARTE DE ESTE GRAN CONCURSO DE PELEAS SOLO TIENES QUE LLAMAR A ESTE NUMERO! 683726-86367 PIÉNSALO! FAMA Y UN PREMIO DE 10 MILLONES DE EUROS A QUIEN SEA EL ULTIMO HOMBRE DE PIE… -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- -Listo señor, su vuelo saldrá mañana. -Gracias. Era Albert listo para ir al gran concurso de pelea. Pasaba por un situación económica muy difícil. Él solo veía esa competencia como la única salida Subió al avión que se dirigía a Rusia donde se llevaría acabo el gran evento Albert llego, entro y comenzó el juego. Un tablero enorme era el que decidía con quien pelearía cada uno de los concursantes. Entre mas peleas mejor. Al menos así lo anunciaba el vocero del evento. Albert subió demasiadas categorías, de inmediato se hizo notar, el mundo lo apoyaba, querían verlo mas en acción. A él y a una crew que se suponían que eran los mas polémicos, porque entre todos eliminaban a los demás, pero al final tendrían que pelear entre ellos para poder que hubiese un ganador. Las semanas pasaron y Albert seguía en pie, era indestructible. El final se acercaba, él lo sentía porque la crew lo buscaba para eliminarlo. Tenían que hacerlo. Abert caminaba por uno de los pasillos que lo dirigía hasta el ring. De pronto se topa a la crew, de inmediato él corre, eran demasiados para el solo. No avanzo mucho y lo terminaron golpeando sin aun comenzar la pelea. Las cámaras estaban sobre ellos, eso les daba mas visitas al sitio web. En eso se escucha una voz. Una voz que a Albert le era reconocida ***EN ESTE MOMENTO ANTES DE SEGUIR LEYENDO PON LA CANCIÓN DE Sia - Bird Set Free, LAS VECES QUE SEA NECESARIA HASTA QUE TERMINES DE LEER LA HISTORIA**** -esperen! Que están haciendo!!! Joder!!! Era jon, el hermano menor de Albert. Jon era el líder de la crew. Albert de inmediato lo reconoció. -Albert! Estas bien? -La crew de inmediato comenzaron a hablar, no sabían de que se trataba -No me digas que es uno de tus alumnos?- dijo uno de los de la crew- Porque si fuese así de todas formas sería eliminado! -No, no es uno de mis alumnos, es mi maestro- alber algo sorprendido se sentó para acomodar su espalda- Es el que me enseño todo lo que sé. Aunque un día renunció a todo -Merece morir! Merece que lo eliminemos! – Integrante de la crew hablo -Dame la mano- dijo Jon a Albert- No merece estar aquí. No merece estar en este miserable lugar. Aunque me traicionó de una forma, realmente no debe de estar aquí -Pero Jon -Calla! Calla! Ahora tengo una crew, una que me apoya incondicional, ahora siento que lo tengo casi todo… -Perdoname! Enserio, Pero yo soy tu her… -Que te calles! No pidas perdón. La ultima vez que te vi te dije que siempre fuiste mi prioridad. Ahora lo demuestro, MI HERMANO ES PRIMERO- Albert estaba en el piso y Jon parado dándole la mano, Jon le guiñe el ojo- Y NUESTRA MEJOR LLAVE ES ¡LA HERMANDAD! De inmediato se pusieron en posición, la crew de inmediato lo entendió, eran todos ellos contra los dos. Los rodeaban, las caras emocionadas de los hermano los asustaban, Jon era el mejor, pero Albert siendo el maestro, no podían pensarlo con claridad. El pensamiento de jon y Albert paso muy lento. La crew comenzó a atacar, ellos hicieron lo mismo. Uno ataco por el lado derecho de jon, Albert de inmediato con una simple patada lo derribó, Jon de frente los enfrentaba. Jon y Albert soltaron sus brazos, y Albert grito -AHORA LA ETERNIDAD!- La eternidad era como un juego de escudo en la cual usaban sus cuerpos como base para golpear el enemigo, jamas la habían intentado de verdad, solo había sido como un experimento. Jon de inmediato se agacho y Albert piso su espalda y salto dando una gran patada a uno de los enemigos. Jon se levantó, suaviso la caída de Albert, así mismo se impulso con los brazos saltando por completo a Albert y con un puñetazo atacó a otro más. Solo quedaban 3, y los hermanos sin ningún rasguño. Albert tomo de la mano a Jon, Jon se impulso dando vueltas junto con Albert en su circunferencia, Jon levanto su pie y de una patada realmente dolorosa, mando a volar al 3er integrante… Estando cara a cara Jon y Albert deciden hacer llaves por separados. Derribaron a todo el mundo. Al terminar, Jon y Albert comienzan a hablar -Jon, que haces aquí? -Necesitaba fama! La academia esta creciendo, bueno estaba creciendo -Pero tu vida estaba en peligro! -No tanto como la tuya, tú que haces aquí? -Necesitaba dinero, tengo una familia, la cual quisiera que conocieras. 3 sobrinos que saben mucho de ti y mueren por conocerte. -Enserio? Wao! Terminando esto iré! No quiero alejarme más de ti -Gracias hermano, me hiciste mucha falta, solo tú me conoces bien En eso suena una alarma! Se abrió una gran pantalla por encima de ellos que decía NUEVO ANUNCIO! LOS FINALISTAS ESTÁN POR COMBATIR! ALBERT Y JON! LOS DOS LUCHADORES, UNO DE ELLOS GANARÁ, EL OTRO, CON SUERTE, REGRESARA A CASA. QUE COMIENZE LA PELEA ENTRE HERMANOS. -No Jon, no lucharé -Debemos de hacerlo, no quiero que nos pasé algo. Yo solo quiero la fama -Lo sé, pero no podría golpearte -Hazlo por tus hijos. Piensa en ellos. Piensa que necesitan este dinero -Pero, tú, jamas -Mira si yo ganó te daré el dinero. Si tu ganas sé que me dará fama porque somos hermanos! Es algo increíble de creer! Ambos se pusieron en posición de pelea. Jon levanto la cabeza, ambos gritaron “HERMANDAD”. saltaron, una pata en el aire sería su gran despedida del juego.
Las decisiones mas difíciles son en la cuales alguien tan cercano a ti será dañado. No dejes que suceda, si tienes un hermano, simplemente cuidale, quiérele, amalo, respetale y escúchalo. No dejes que alguien más los separé, porque cuando menos piensas pueden que se allan alejado lo suficiente como para no saber nada el uno del otro. Nadie te sabrá mejor de ti que un hermano, el que desde niño te vio, te cuido y aunque no pudiera defenderte de verdad, siempre dio la cara por ti.
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// pt. 5 Era algo triste el haber llegado al campamento junto a su princesa y tener que retornar a casa, solo. Su pequeña Venus tuvo un cuadro de bronquitis que de por sí, lo tenía histérico. Lo que parecía un simple resfriado en sus inicios, se complicó de manera precipitada y terminó con la llegada de una ambulancia al campamento, en donde se llevaron a una inconciente Venus a la clínica más cercana. Su nena estaba recuperándose, le darían una semana de descanso y podría retomar las clases. Pero las cosas dieron un giro inesperado, el padre de Venus se había puesto en contacto con él la noche anterior. Muy enojado, intentó culparlo de la situación de su hija, pero en medio de sus reproches el hombre se dio cuenta de lo irracional que estaba siendo. Le dijo que sólo se encontraba preocupado por su niña, y que pensaba llevársela una temporada fuera del país. Al comienzo intentó persuadir al hombre de que aquella no era la solución, pero entrando en la conversación se convención de que podría ser beneficioso para Venus. Aquel día tenía que dejar el campamento atrás, debe admitir que obtuvo algo de diversión. Pero principalmente, logró crear un vínculo con el bosque. En medio de sus preocupaciones encontró refugio entre los árboles y tranquilidad con el cantar de los vientos. Se sintió vivo, a gusto, muy a gusto. Sentía que debía despedirse de aquel mágico lugar que lo acogió con los brazos abiertos.ㅡKim, dame un momento. Tengo que hacer algo antes de irnos.ㅡLe comentó al señor de traje antes de que este le abriera la puerta del vehículo. El pequeño hombre asintió con una sonrisa y le hizo señas con las manos incitándolo a seguir con su cometido. Se tomó un momento para ingresar al bosque, sentir como el viento le acariciaba los cabellos y le hacía cosquillas en su cuello. Se permitió jugar con las aguas del lago, tirando piedresillas y viendo como su reflejo se distorsionaba con las ondas. Tomó un hondo respiro, de aquel aire limpio y puro, fresco y purificante. "Gracias a todos por cuidar de mi", cualquiera que lo viera hablar con la nada pensaría que estaba fuera de sí, pero, el nunca se había sentido más en armonía consigo mismo que en ese instante. Poniéndose de pie se dispuso a regresar a donde se encontraba su vehículo, ya era hora de volver a la realidad. // pt. 6 Aquella madrugada recibió una llamada de su madre, quien comenzó con sus quejas habituales, nada fuera de lo común durante sus escasos intercambios de palabras. Pero la mujer china dio un "espléndido" giro a la conversación: " Querido, ¿recuerdas a Luke, verdad?. No creo que más de un año de relación se te olvide tan rápido y ¿sabes? escuché que mantiene un noviazgo con la hija mayor de los Limbaugh, y si mal no recuerdo viven juntos desde hace un par de meses en Londres. Oh, me olvidaba de lo más importante, hay rumores de que se unirán en matrimonio a finales de este año. ¿No es eso fantástico? " Oír aquello fue fulminante, lo dejó sin palabras, temblando sin saber el motivo exacto. Tirando el móvil contra la cama y sin importarle el seguir todavía con pijamas salió disparado de su cabaña, tomando una polera con capucha en el camino. Caminar, eso necesitaba, pero no logró dar más de dos pasos cuando ya se encontraban sollozando patéticamente. Porque sí, era patético y masoquista el llorar por aquel hombre, pero ¿que podía hacer?. Su madre se había excedido en demasía, no tenía derecho a humillarlo de aquella forma, ella sabía. ¡Por dios que ella sabía! Conocía de sobra el desastre de ser humano que fue durante meses después de terminar aquella relación, lo acabado que terminó y lo difícil que seguía siendo el intentar rehacer su vida. A la tristeza le siguió el enojo y usar el término "molesto" era totalmente insignificante para lograr expresar lo que sentía, porque no había palabra alguna para describir los sentimientos que se apoderaban de él minuto a minuto. Estaba furioso, enardecido, a punto de perder la cabeza. Para fortuna suya, halló en el bolsillo de la polera algunos cigarros y uno de sus tantos encendedores. Prendió uno y dejó que el humo lo llenara, que lo ayudase a desaparecer esa melancolía que amenazaba con invadirlo. Sin darse cuenta en medio de su paseo por el bosque, se topó con la aglomeración de jóvenes. Reconoció con facilidad a los estudiantes, algunos murmuraban cosas y otros mantenían la vista fija en el centro del tumulto. Como el curioso que era, no pudo controlar su deseo de acercarse. Acomodó su capucha, porque por nada del mundo quería ser visto con las fachas que se cargaba. Porque además del pantalón de pijama rosa que portaba y las pantuflas, debía de tener los ojos hinchados y rojos. Al acortar la distancia tratando en todo momento de pasar desapercibido, notó que en el centro de todos había una chica. En un estado deplorable, con cortes y pálida en extremo, se la notaba aterrada. La conocía, era Tough, una de las chicas bonitas de aquella fraternidad, nada especial. Supo de un pequeño altercado que tuvo con una de sus chicas en el pasado, pero no le pareció lo suficientemente importante como para hacerla acreedora a su desprecio. Sin embargo, lo que le habían hecho era detestable, por que sí, no tardó en oír las conversaciones de las personas a su alrededor. Se enteró de la historia, intentando retener su risa al escuchar sobre "un antiguo demonio que los quería fuera", por favor, que esos eran disparates. Tan rápido como llegó se dio la vuelta de regreso a su cabaña por algo de comer, tomando algunos desvíos en el camino en lo que terminaba el cigarro entro sus dedos. Siendo ya costumbre, no planeaba involucrarse en cosas que no le incumbian. Siempre y cuando no se viera perjudicado dejaría al resto con sus especulaciones, tenía ya demasiados problemas con los cuales lidiar. _________________________________________________________________ Única reacción.
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