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Poemas de MEDARGO ANGEL SILVA
Hay Algunos Como: -A una triste Al vago de las celestes liras del viento que divaga en la arboleda cantas, y no se sabe si suspiras o si es el ruiseñor que te remeda. Tus negros ojos de mirar doliente no sé en qué cuadro de Rosetti he visto y me recuerdan inconscientemente los ojos melancólicos de Cristo. Amo por dolorosa tu belleza: tu dulce faz de virgen mártir viene coronada de mística tristeza. Y vale más que todo lo que existe tu romántico espíritu, que tiene la suprema elegancia de lo triste. -Al angelus Atravesó la oscura galería... al Angelus... llamaban al rosario... La religiosa voz del campanario vibraba en la quietud de la Abadía. En sus manos de nácar oprimía el viejo Kempiso el Devocionario... La luz de un aceitoso lampadario delató su presencia en la crujía... Se vio palidecer su faz de nárdo... hablaba de Eloísa y Abelardo el llanto que la fuente diluía. Y la Sor que en el mundo fue princesa, inclinando la pálida cabeza, atravesó la oscura galería. Libro del amor, 1915-1917 -Amada El duro son de hierro tornaré melodía para cantar tus ojos! -violetas luminosas-la noche de tu negra cabellera y el día de tú sonrisa, pura más que las puras rosas. Tú vienes con el alba y con la primavera espiritual, con toda la belleza que existe, con el olor de lirio azul de la pradera y con la alondra alegre y con la estrella triste. La historia de mi alma es la del peregrino que extraviado una noche en un largo camino pidió al cielo una luz... y apareció la luna; pues, estaba de un viejo dolor convaleciente, y llegaste lo mismo que una aurora naciente, en el momento amargo y en la hora oportuna. Libro del amor, 1915-1917 -Amanecer cordial Ah, no abras la ventana todavía, es tan vulgar el sol!... La luz incierta conviene tanto a mi melancolía... me fastidia el rumor con que despierta la gran ciudad... Es tan vulgar el día!... Y ¿para qué la luz? ...En la discreta penumbra de la alcoba hay otro día dormido en tus pupilas de violeta... Un beso más para mi boca inquieta... Y no abras la ventana todavía! Baladas, Reminiscencias y otros, 1916-1917. -La muerte perfumada Convaleciente de aquel mal extraño, para el que sólo tú sabes la cura, como un fugado de la sepultura me vio la tarde, fantasmal huraño. Segó mis dichas la Malaventura como inocente y cándido rebaño y bajo la hoz de antiguo desengaño agonizaba mi fugaz ventura... Cual destrenzada cabellera cana la llovizna ondeó tras la ventana... Y aquella tarde pálida y caduca sentí en mi dulce postración inerte la bella tentación de darme muerte tejiéndome un cordel con tu peluca.
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