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verba7im · 5 years ago
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Efectos de la hiperdomicialidad y lo que nos espera
Esta pandemia nos ha hecho replantearnos muchas cosas. No sólo nosotros como individuos, sino que toda la estructura que creíamos tan fuerte y sólida. Sistemas de salud colapsados, gobiernos ineficientes, cesantía a niveles históricos, muertes y más muertes son de lo único que escuchamos en las noticias. A veces se ve un rayo de esperanza cuando se contabilizan los recuperados, aquellas historias sobre adultos mayores que han sobrevivido al virus. Pero cinco minutos después, escuchamos sobre la inminente recesión y los muertos de nuevo. 
Los griegos creían que los humanos eran animales políticos, que lo que nos movía y hacía humanos era precisamente participar de la polis. Así lo sentimos en Octubre, por fin experimentamos plenamente lo que era ser un humano. Quizás otras generaciones lo vivieron antes, con el retorno a la democracia pero los más jóvenes sentimos por primera vez la euforia de participar de la polis. Calles movilizadas por semanas, la Alameda cortada y la Plaza Italia rebosante. El virus nos obliga a separarnos nuevamente. Al principio hubo resistencia pero entendimos que, eventualmente, hay que ceder.  Volvemos a la normalidad, sólo que esta vez es un poco diferente. 
Ahora toda nuestra vida transcurre virtualmente. El trabajo, la calle, la vida doméstica. Confinados en nuestras casas, unas en mejores condiciones que otras, resistimos. 
Ayer salí por primera vez -en casi dos meses- a la calle. La sensación era extraña, las calles no se sentían iguales. Pasé por la plaza que a esa misma hora, hace un par de meses, estaba llena de niños jugando, adultos conversando y jóvenes sentados en el pasto. Ahora sólo se veían los perros revolcarse en la tierra. Volver a adaptarse al exterior es extraño. Cuando se reabra el comercio, las universidades y los colegios, probablemente todos experimenten lo mismo. Hay algo enternecedor en las experiencias colectivas, el hecho de saber que estás viviendo algo que el resto también, se siente bien. 
Pero la normalidad no va a volver. Quizás tengamos que replantearnos, como ya hemos hecho con un montón de otras cosas, la normalidad. No vamos a poder saludarnos de beso como acostumbramos. Las mascarillas serán obligatorias en todos lados y el distanciamiento social también. De hecho, un estudio de Harvard advirtió que el distanciamiento social debería extenderse hasta 2022.  
Al otro le daremos una mirada de soslayo, intentando no tocarnos entre nosotros en el metro. La desconfianza del otro ya es parte de nuestra vida y esto la radicalizará aún más. En Vallenar, sujetos apedrearon e intentaron quemar la casa de una familia contagiada con el virus. Quizás estas situaciones se repliquen y no solo en Chile. En redes sociales circulan notas que dejan los vecinos en los ascensores dirigidas a personal médico, pidiéndoles que se vayan el edificio para no contagiar a nadie. 
La hiperdomicialidad quizá saque lo mejor de nosotros. Muchos están aprendiendo oficios, pasando más tiempo con sus familias, durmiendo lo que no habían dormido en meses. Pero también muestra la cara más fea y salvaje de nuestra sociedad y el sistema neoliberal. Al principio era mandatorio seguir yendo al trabajo, sin las medidas de seguridad necesarias, apelotonados en el metro o la micro, todo incierto. Es verdad, es una situación anómala, nadie estaba preparado, ni siquiera los gobiernos más competentes. Quizás ni siquiera se pueda comprar a otras pandemias, la desesperación, incertidumbre y el miedo hacen al humano comportarse erráticamente. 
Un par de años después, los niños van a estudiar todo esto en historia. Habrán muchos estudios sobre cómo nos afectó psicológicamente el encierro (mi apuesta: nos afectó bastante, tal vez a algunos hasta les de miedo salir de nuevo) y lo recordaremos por mucho tiempo, siempre en un rincón de nuestra mente, cada vez que nos llevemos las manos a la cara o escuchemos a alguien estornudar. 
A diferencia de Kant, no tengo una mirada positiva. No creo que exista una generación que va a servirse de nuestro esfuerzo. Todos queremos ser esa generación, nadie hasta ahora lo ha logrado. ¿Qué hará a esa generación diferente? Somos egoístas por naturaleza, no vamos a actuar de acuerdo a la ley porque, sencillamente, no nos gustan las leyes. Se habló mucho durante el estallido social sobre la falta de respeto hacia la autoridad, especialmente por parte de mi generación. ¿Por qué para llegar al fin de la historia, tenemos que agachar la cabeza ante la ley? De todas maneras, ahora debemos hacerlo. Es hora de poner a prueba si podemos luchar en contra nuestra naturaleza. 
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verba7im · 5 years ago
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Análisis película “Teta Asustada” y estallido social en Chile
Fausta es una joven peruana con una estrecha y personal conexión con su madre. Creció escuchando los horrores que sufrieron las mujeres que vivían en los Andes a manos de grupos terroristas en la década de los ochenta y noventa. Su propia madre fue abusada mientras estaba embarazada de ella, y le narra su historia a través de canciones en su lengua, el quechua. Todos estos miedos fueron heredados por Fausta a través de la leche materna, padeciendo así del síndrome de la “teta asustada”.   
Fausta es una mujer introvertida, desconfiada y pasiva, que no mantiene lazos con nadie más allá de su familia. Al principio del largometraje, se nos hace saber que su madre ha fallecido. Fausta se propone enterrarla, pero carece de los recursos necesarios para hacerlo, por lo que su tía le consigue un trabajo como sirvienta en la casa de una pianista frustrada de clase alta, llamada Aida. Aida tiene un concierto próximamente, pero se encuentra sin inspiración. Un día escucha a Fausta cantar y le pide que cante para ella. Tras esto, Aida ofrece regalarle un collar -que anteriormente se había roto- si consigue juntar todas las perlas; cada perla es una canción interpretada por Fausta.  
 A lo largo del filme, se retratan situaciones que la protagonista debe sobrellevar, tales como la pérdida, el miedo y la búsqueda de una identidad propia. Cuando Aida roba su canción, la desposee de su identidad, algo que la conectaba a su madre y su historia. Al mismo tiempo, es el último paso que debe dar para poder liberarse de los miedos que su progenitora le había heredado. Enrique Dussel y Judith Butler, en cierto sentido, posicionan la identidad como un tema central también.  
 Por un lado, Dussel propone pensar desde lo periférico, desde lo marginalizado, desde la perspectiva de las personas que han sido dejadas fuera históricamente de los relatos sobre el pasado. La Filosofía de la Liberación, dice el autor, “intentaba situarse desde la periferia del sistema-mundo, desde las razas dominadas, desde la mujer en el orden machista, desde el niño en el sistema de educación bancario, desde la miseria” (p. 43). A fin de cuentas, Dussel plantea reflexionar desde la posición de una persona como Fausta: una mujer indígena, de clase baja, que ha sido despojada del último rastro de su identidad, que no es sólo oprimida por ser mujer, sino también por ser pobre. Esta cinta representa los efectos que la violencia de género deja en sectores marginalizados y en las mujeres que viven en ellos.  
Siguiendo esta misma línea, el filósofo se pregunta si ya es momento de tener una filosofía auténtica desde el Sur, que no mimetice conceptos europeos, ya que la filosofía clásica siempre se ha caracterizado por ser eurocéntrica. Con esta nueva corriente, se crearía una identidad propia y emancipatoria. 
Para ilustrar esto, desarrolla la idea de reemplazar términos que se usan para hablar de experiencias europeas. Por ejemplo, cree que lo “posmoderno” cae en lo mismo que la modernidad puesto que “bajo la pretensión de criticar la Modernidad, al no tener conciencia crítica de la «localización» de su propio discurso [...] de una u otra manera vuelven a caer en la Modernidad (si alguna vez salieron de ella)” (p. 36).  
Para referirnos a Latinoamérica, el término “transmoderno” será más acertado. Dussel indica que este término “se encuentra mejor articulado a la situación latinoamericana” (p. 46).  
El autor indaga sobre la identidad de Latinoamérica, comprendiendo que la transmodernidad y sus teorías nacen en el tercer mundo y reclaman un espacio frente a la modernidad occidental. Este concepto indica la radicalidad flamante que significa la irrupción desde la exterioridad, desde el lugar de sus propias experiencias culturales, distintas a las europeas. Lo que Dussel le designa a la Filosofía de la Liberación en Latinoamérica es pavimentar el camino para la creación de una nueva identidad, potenciando el concepto de la voz oprimida del “Otro”. Claudia Llosa al poner de protagonista a Fausta, eleva la voz de mujeres indígenas y sus problemas; no sólo muestra la violencia de género, sino que también el clasismo.  
 Esto se puede relacionar, también, con el estallido social. De cierto modo, la oligarquía chilena ha operado como los europeos hacían en época colonial; sintiéndose superiores a las otras clases, excluyendo a los que no son como ellos. Nuestros gobernadores sólo se preocupan y trabajan para el beneficio de unos pocos. Dussel escribe:  
 “[...] La Filosofía de la Liberación reconstruye no sin la oposición del propio Levinas, que sólo pensaba en Europa, sin advertirlo y en la pura «responsabilidad» ética por el Otro, pero sin «responsabilidad» sobre el que dejara de «tener hambre», de estar sin casa, de ser extranjero.” (p. 42)  
 El desencanto de los ciudadanos por la política y sus representantes es una problemática que se venía arrastrando desde incluso antes del regreso de la democracia; los que tuvieron la oportunidad de cambiar este sistema discriminatorio e injusto no lo hicieron en su momento, y ahora deben afrontar un tsunami de demandas sociales. Este movimiento, a diferencias de otros que han nacido en el país, se caracteriza por manifestar el descontento a través de manifestaciones mayoritariamente autoconvocadas, peticiones que engloban muchos sectores (salud, educación, etcétera) y lo más importante, no tiene líderes. En la Filosofía de la Liberación se establece que “el filósofo de la liberación no es «representante» de nadie, ni habla en nombre de otros (como si hubiera sido investido de esta función política), ni realiza una tarea para sobrellevar una culpabilidad pequeño burguesa.” (p. 42)  
 Judith Butler, por su lado, también hace referencia a la identidad. Postula que el género es un acto performativo, una construcción de la identidad de género ya que este mismo se va configurando por medio de variados elementos tanto simbólicos como culturales; los individuos no nacen psicológicamente como mujeres u hombres, sino que la constitución de la feminidad o masculinidad es el resultado de un proceso. “Así, dentro del discurso legado por la metafísica de la sustancia, el género resulta ser performativo, es decir, que conforma la identidad que se supone que es. En este sentido, el género siempre es un hacer, aunque no un hacer por parte de un sujeto que se pueda considerar preexistente a la acción.” (p. 84)  
Esta sociedad nos ha construido a las mujeres con miedo, culpas y ansiedades. En Fausta se ven representadas estos aspectos. Fausta no mantiene mayor relación con otras personas, pero tiene un particular rechazo hacia los hombres puesto que creció escuchando las historias violentas de abuso.  Por esto mismo, por el miedo de ser violada como vio desde el vientre, se introduce un tubérculo en la vagina. Las personas que padecen del síndrome de “la teta asustada” no tienen alma, muestra, entonces, la violencia como analogía de perder la vida.  
En el estallido social esto también se ve representado. Los miedos de Fausta no son mera ficción, son sentimientos que las mujeres compartimos y, muchas veces, intentamos reprimir. Esta ola de descontento también arrastra problemas de género. No es coincidencia que la performance de Lastesis, “un violador en tu camino”, represente a tantas mujeres, no solo en Chile, sino que en otras partes del mundo también. Por nacer mujeres, nacemos con un destino que se construyó para nosotras.  
La autora se plantea si ser mujer es todo lo que somos. Concluye que no, ya que el género no es algo continuo y coherente. Los conceptos de coherencia y unidad son normas de una comprensión establecidas social y no biológicamente. El hecho de que una persona tenga ciertas características o sea mujer u hombre es una manera de entender a dicha persona, pero no es completamente real. Al respecto escribe:  
 “Si una «es» una mujer, es evidente que eso no es todo lo que una es; el concepto no es exhaustivo porque una «persona» con un género predeterminado sobrepase los atributos específicos de su género, sino porque el género no siempre se constituye de forma coherente o consistente en contextos históricos distintos, y porque se entrecruza con modalidades raciales, de clase, étnicas' sexuales y regionales de identidades discursivamente constituidas. Así, es imposible separar el «género» de las intersecciones políticas y culturales en las que constantemente se produce y se mantiene.” (p. 49)  
 Se pregunta si a las mujeres nos une algo más además de nuestra opresión patriarcal, ya que, a pesar de ser representadas como género femenino, no es lo único que somos. Al mismo tiempo, no todas somos afectadas por el patriarcado de la misma manera, porque vivimos bajo contextos político-sociales diferentes. Butler señala:  
 “La idea de un patriarcado universal ha recibido numerosas críticas en años recientes porque no tiene en cuenta el funcionamiento de la opresión de género en los contextos culturales concretos en los que se produce. (...) Esa manera de hacer teoría feminista ha sido cuestionada porque intenta colonizar y apropiarse de las culturas no occidentales para respaldar ideas de dominación muy occidentales, y también porque tiene tendencia a construir un «Tercer Mundo» o incluso un «Oriente», donde la opresión de género es sutilmente considerada como sintomática de una barbarie esencial, no occidental.” (p. 49 - 50). 
 Finalmente, tanto la cinta como los textos exploran la identidad, ya sea como latinoamericanos, como mujeres o como sujetos. 
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verba7im · 5 years ago
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Venta de lectores digitales aumenta un 30% durante crisis sanitaria
Los Kindles y la Biblioteca Pública Digital son las alternativas para los lectores que van en alza, en el contexto de la pandemia de COVID-19 que afecta al país. 
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Fabian Hidd, gerente comercial de SmartDevice, principal proveedor de lectores electrónicos Kindle en el país, señala que la venta de éstos dispositivos portátiles han aumentado un 30% desde que comenzó la crisis sanitaria, que ya ha afectado a 28.866 personas, según los últimos datos entregados por el Ministerio de Salud. 
No sólo aumentó la venta de Kindles, sino que los préstamos en la Biblioteca Pública Digital crecieron un 110% con respecto al año pasado, según el encargado de contenido de BP Digital, Salvador Young. También indica que el martes 17 de marzo se registraron 2.000 préstamos. “Esa semana tuvimos todos los días arriba de 2.000 préstamos, que es mucho”, comenta para una entrevista con la página web Libros al Aire el pasado 1 de abril. 
La plataforma ya cuenta con 509.914 usuarios hasta el viernes 8 de mayo. Sin embargo, para visualizar la explosión que ha tenido, es necesario observar la cantidad de préstamos. “En el primer cuatrimestre  enero-abril se ha prestado un 31% más que en el mismo periodo de 2019. Principalmente impulsado por el aumento de descargas en el mes de abril más que 110%  en la misma fecha del 2019.”
¿Qué explica este aumento de lectores? La psicóloga clínica de la Universidad Viña del Mar, Camila Zuares, sostiene que las personas se dieron cuenta de que tienen más tiempo y han incluido la lectura como parte de su vida. “Les permite conectarse con ese lado aventurero que la rutina no les dejaba tiempo para hacerlo.”
La lectura, también, potencia la estimulación cognitiva. Explica que hay estudios que demuestran que puede disminuir daño degenerativo a nivel neuronal. “Además, propicia la imaginación, la empatía, el aprendizaje. Ahora en el contexto de confinamiento, puede actuar de la misma forma.” 
Por otro lado, Marisol Vera, fundadora y directora de la editorial Un Cuarto Propio, cree el aumento de la demanda de libros digitales  son indicadores que lo importantes que han sido en estos momentos de reclusión. “Es un compañero que permite viajar a otros mundos, alimenta la imaginación, alivia el cansancio. Abre espacios de conocimiento, entre tantas otras”, comenta. 
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