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Dejó escapar una risa baja, ese tipo de sonido breve que parecía más un resoplido que una carcajada. Se inclinó un poco hacia adelante, apoyando los codos en una mesa polvorienta, mientras observaba los viejos juegos de mesa con ojo crítico. —No te veía con pinta de "súper gamer", pero ahora que lo dices… —alzó una ceja, esbozando una sonrisa ladeada que dejaba ver su típico humor seco—. Podrías sorprenderme. Sus dedos tamborilearon sobre la mesa, moviéndose con ritmo lento y constante, mientras su mirada se deslizaba hacia la figura de acción que tenía enfrente. —Ajedrez, ¿eh? Suenas ambiciosa —comentó con un tono burlón, su atención ahora en la caja de un juego incompleto—. Pero quién sabe, tal vez haya un 'Serpientes y Escaleras' por ahí, y con eso nos sentimos campeones por un rato. —Soltó un suspiro, como quien ya sabe que no tendrá suerte, pero aún así sigue buscando. Miró de reojo a su compañera, notando la chispa de esperanza en su rostro. Por un momento, su propia expresión se suavizó. —Si encontramos algo que no esté en pedazos, lo jugamos. Pero no me culpes si te gano —dijo con una sonrisa breve, volviendo a buscar entre las cajas como si eso fuera suficiente para distraerse de todo lo demás.
rió suavemente, se acercó un poco más, echando un vistazo alrededor con curiosidad mientras se movía. la luz tenue de las lámparas parpadeaba y proyectaba sombras largas sobre los viejos juegos de mesa y figuras rotas. '¿no me ves cara de ser súper gamer?' preguntó en tono bromista, arqueando una ceja y sonriendo de forma juguetona. su mirada se posó en la figura de acción que el masculino tenía en la mano y luego se desvió hacia él. 'creo que un ajedrez es pedir mucho de este lugar, pero estoy segura de que hay algún juego de mesa que podamos probar.' dijo, con un destello de esperanza en los ojos. tal vez, si los dos se tomaban un momento para relajarse, podrían olvidar, por un instante, lo raro que estaban actuando las personas de ese lugar.
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Soltó una risa breve, seca, más un resoplido que una verdadera risa. —No sería la primera vez que me sacan de un lugar por no seguir las reglas —comentó con su típico tono de sarcasmo mordaz, mirando de reojo a Minnie. Sus manos permanecían en los bolsillos de su chaqueta, pero sus hombros estaban tensos, alerta. Desvió la mirada hacia el centro del refugio, observando con ojo crítico la forma en que todos parecían adaptarse con tanta facilidad. —Demasiado rápido, ¿no? —añadió, su ceño fruncido le daba un aire más endurecido—. Como si hubieran estado esperando esta "nueva normalidad" con los brazos abiertos. No sé tú, pero yo no confío en la gente que acepta el control sin hacer preguntas. Se pasó una mano por la barba, sus dedos arrastrando el pensamiento como si quisiera deshacerse de él. —Pero tienes razón. Mejor no hacer olas, al menos no todavía —concedió, con una sonrisa torcida—. De todos modos, no hay exilio peor que estar allá afuera sin respaldo. Y dudo que nos den una segunda oportunidad si cruzamos esa línea.
se imagina que la desconfianza es una reacción natural, acababan de integrarse a un grupo donde las cosas funcionaban de forma distinta, sin mencionar toda la información que se vieron forzados a asimilar en poco tiempo. sin embargo, el sentimiento de minnie va más allá de la simple desconfianza, se siente como en una película de terror, forzada a seguir una rutina y creencias que no eran suyas. “ eso no parece importarles. ” apunta, el grupo parecía más preocupado de instalar un nuevo orden social que de lo que pasaba afuera del refugio. “ es raro, ¿no? ¿la facilidad con la que se adaptaron? ” minnie no pensaba rendirse frente a las nuevas circunstancias con tanta facilidad, no hasta que lograra reunirse con su familia nuevamente. no le queda más opción que concordar con interlocutor, pues no había mucho que pudieran hacer para intervenir. si el resto quería seguir al sargento samuels y la madre serena, era decisión de cada uno. “ aunque mejor no dejes que te escuchen, nos terminarán exiliando si no nos acoplamos a su forma de vivir. ” a pesar de que sus vocablos cargan cierto sarcasmo, la amenaza se siente real.
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Zeke caminó en silencio unos segundos, sus ojos fijos en el camino adelante, como si estuviera midiendo cada palabra antes de soltarla. —Se ve como elegir tus cadenas —respondió con calma, su voz arrastrando un tono seco pero firme—. No importa a dónde vayas, siempre habrá algo que te ate. La diferencia es si tú decides cuáles. Ajustó la correa de su mochila sobre el hombro y miró de reojo a su compañera, su expresión neutral pero sus ojos llenos de intención. —No te equivoques, el costo siempre va a estar ahí —continuó, encogiendo los hombros con resignación—. Pero al menos que el precio lo pongas tú. Porque si no, alguien más lo hará por ti.
La libertad real no necesita permiso, se repitió en su cabeza. Lo meditó un segundo, mientras intentaba igualar su paso; o como mínimo, caminar más cerca de él. Sus propias herramientas las cargaba sobre el hombro.
"¿Y cómo se ve esa libertad en nuestra situación?" replicó con calma. Con o sin permiso las trabas eran claras... ¿O solo era ella la cobarde? No le gustaba ese pensamiento. "Últimamente cada paso que damos tiene un costo. Con o sin ellos presentes."
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Soltó un resoplido de acuerdo, una de esas exhalaciones cortas que llevaban más peso que cualquier palabra. Desvió la mirada hacia la calle vacía frente a ellos, sus ojos siguiendo algún punto imaginario en la distancia. —Todo tiene su precio, sí... —respondió, con voz baja y grave—. Y cuando algo parece demasiado bueno para ser verdad, es porque alguien más ya está pagando por ello. —Apretó la mandíbula, los músculos de su rostro tensándose apenas antes de relajarse. Miró de reojo a la otra persona, su cuerpo aún en alerta a pesar de la aparente calma. Zeke era el tipo de hombre que nunca se permitía bajar la guardia, ni siquiera en sus sueños. —Dormir tranquilo suena bien —admitió con una sonrisa torcida—. Pero si el costo es estar rodeado de gente "rarísima" que actúa como si nada pasara, entonces prefiero dormir con un ojo abierto. —Le dio un par de toques con los nudillos al marco de la puerta contra el que se apoyaba, como si estuviera probando la solidez del lugar—. La normalidad forzada apesta a trampa, ¿sabes? —Lo dijo en un tono casual, pero sus ojos estaban afilados, atentos a cualquier movimiento extraño.
escuchó las palabras del chico mientras le miraba, su propio cuerpo tenso a pesar de la aparente calma del momento. dejó escapar un leve resoplido y, sin voltear del todo, comentó: ' supongo que siempre hay un precio por cualquier cosa que se sienta un poco mejor que estar a la intemperie .' su tono era neutral, pero había un ligero matiz de cansancio y frustración que delataba sus pensamientos. finalmente, giró hacia él, apoyando un hombro contra el marco de la puerta. ' aunque no voy a mentir, dormir sin sentir que alguien saldrá de la oscuridad a comerte es un lujo al que no me importaría acostumbrarme... aunque bueno, ahora tenemos que lidiar con la gente esta que es rarísima. '
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Dejó escapar un resoplido que sonó a una mezcla de burla y cansancio. —Si alguien intenta comerme, más le vale tener los dientes bien afilados —murmuró, con ese humor seco que usaba para disfrazar la preocupación real. Acomodó el cuello de su chaqueta y siguió caminando a su ritmo constante, siempre mirando de reojo las esquinas, los techos, cualquier punto ciego. —Sí… —admitió al fin, con voz más grave—. Pero no porque fuera tranquilo, sino porque ya no quedaba nadie para hacer ruido. —Bajó la vista, sus ojos grises afilados como un cuchillo—. Los lugares así me ponen los pelos de punta. Silencio total no significa paz, significa que algo espantó a todo lo demás. Apretó la mandíbula un instante antes de relajarla con un suspiro controlado. Ante la última pregunta, se quedó pensando, su mirada perdida por un momento en algún recuerdo que no quería revivir. —Algo parecido, sí —dijo finalmente, con un tono que no invitaba a muchas preguntas, pero tampoco las prohibía—. La primera vez que volví a mi taller después del incendio... —su mirada se endureció, su ceño se frunció ligeramente—... todo estaba en cenizas, y el único sonido era el crujido de la madera quemada.
"ojalá nadie que tenga intención de comernos." añade esperando que su comentario no la deje con mil años de mala suerte haciendo peso sobre los hombros. un deseo sin sentido al tomar en cuenta que la normalidad que conocen está cada día más fuera de su alcance. "me inquieta el silencio, si pensaba que safe haven era tranquilo, este lugar le gana." admite en un tono más bajo de lo normal, pensando que ahí hasta los susurros se sienten como gritos. sus pies se mueven despacio, sin intención de quedarse atrás en ese lugar tan nuevo y extraño. teme por las amenazas conocidas y esas que aún les falta por conocer. "¿has estado en un sitio similar?"
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Soltó una carcajada baja, ronca, de esas que parecen más aire que sonido. Se inclinó un poco hacia adelante, con las manos aún enterradas en los bolsillos de su chaqueta. —Bueno, si tengo que contarlas, me sobran los dedos de una mano. —Su mirada se endureció por un instante antes de desviarse hacia el horizonte, como si estuviera viendo algo mucho más allá del refugio. Su lengua chasqueó contra el paladar y se encogió de hombros, sacando una mano para pasársela por la nuca. —No era mi plan, pero los planes nunca salen como uno quiere, ¿o sí? Zeke inclinó la cabeza hacia un lado, observando al otro con una expresión más seria. —El taller de Havenwood se fue al demonio y... bueno, Safe Haven tenía lo que necesitaba: un techo, trabajo y suficiente distancia de todo lo demás. No lo llamaría "quedarse", más bien "aguantar". —Su mirada se oscureció, pero luego volvió a esa neutralidad cautelosa que siempre cargaba encima—. Pero ya viste cómo terminó eso. Pausó, observándola un poco más de cerca—. ¿Cuáles eran tus planes?
"¿nada es seguro excepto que nada es seguro?" concluye enarcando una ceja antes de dejar que un pequeño resoplido irónico se deslice entre sus labios. "qué reconfortante…" tampoco es como si hubiese estado esperando obtener alguna especie de consuelo o esperanza de las palabras ajenas, si acaso le han servido para saber qué tanto tendría que cuidar lo que decía alrededor del contrario. "supongo que este es una de esas situaciones en las que hay que contar bendiciones entonces" se encoge de hombros, hundiendo las manos en los bolsillos de la chamarra que trae encima. le parece casi irrisorio que su existencia inmediata se vea reducida a tener que aceptar un panorama lleno de incertidumbre. "¿tú querías quedarte en el pueblo?" pregunta ladeando la cabeza ligeramente para mirar al contrario.
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Soltó una risa seca, más por costumbre que por diversión. Su mirada recorrió el refugio con desconfianza, deteniéndose en los puntos donde la tranquilidad parecía demasiado perfecta: la gente sonriendo, las charlas animadas, todo en su sitio como si el mundo no se hubiera ido al infierno. —Sí, tiene ese "brillo falso" que usan para venderte un auto que se va a descomponer a la semana. —Sus ojos marrones se entrecerraron, evaluando con cautela los alrededores—. La calma forzada siempre es la antesala de la mierda que viene después. Volvió la mirada hacia Nina, deteniéndose un segundo en su pierna y las muletas. No dijo nada al respecto, pero sus ojos mostraron un reconocimiento silencioso. Entendía lo que era sentirse limitado por algo que no podías controlar. —No te culpo por quedarte, nadie quiere salir corriendo si no tiene que hacerlo —se encogió de hombros, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta—. Pero eso no significa que bajemos la guardia. "Aprovecha mientras puedas, pero duerme con un ojo abierto", eso me decía mi abuelo. Quizá su desconfianza era heredada—. Vamos, pero si ves a alguien "demasiado amable", dame un codazo —añadió con media sonrisa torcida—. La gente que sonríe tanto no lo hace gratis.
' no puedo culparte por pensar así, este refugio tiene algo que levanta sospechas, todo es muy calmo y perfecto, como si se tratara de una fachada. ' su mirada se desvía momentáneamente hacia la parte central del refugio, donde las cosas siguen igual de tranquilas, cual sitio idílico, ¿quien no querría quedarse? ella, por ejemplo, no logra tomar una decisión aún y es todo gracias a lo que vieron sus ojos en las calles de safe haven. ' no me agrada sentir que dependo de un sitio así, pero tampoco quiero ponerme en marcha tan rápido, mi rodilla sigue recuperándose y con las muletas no nos llevamos bien. ' por ahora es lo más lógico, aprovechar que se trata de un sitio cerrado y aparentemente seguro, que tiene todo lo que necesitan y más. ' me mantendré alerta y también fuerte, ¿quieres ir por provisiones? escuché que hay una sala de suministros. '
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Se apoyó contra la pared con los brazos cruzados, dejando escapar un resoplido breve, mezcla de comprensión y cansancio. Su mirada grisácea se fijó en la persona que hablaba, analizando cada palabra con calma antes de responder. —La paranoia a veces es lo único que te mantiene con vida —comentó con su tono seco pero no carente de sinceridad—. Si algo se siente raro, probablemente lo sea. Y aquí… —movió la cabeza en dirección al entorno, señalando con un leve gesto del mentón—. Aquí todo grita raro. Bajó la vista hacia las muletas y luego subió de nuevo hacia sus ojos. Su ceja se arqueó apenas. —No puedes correr, pero aún puedes pelear. No subestimes eso —dijo con un tono más serio, directo pero sin brusquedad—. Y, por cierto, "gente rara" es solo la forma educada de decir "problemas en puerta". No los pierdas de vista. —Dejó salir una pequeña risa nasal, un susurro breve de humor negro—. Que no te confunda la calma, siempre es antes de la tormenta.
Escuchó atentamente, ladeando la cabeza con curiosidad al notar el tono serio del masculino. Sus ojos brillaron con un destello de interés cuando le hizo una pregunta. "¿Dónde viste eso antes? ¿A qué te dedicabas?" preguntó, con una ligera sonrisa, tratando de hacer que la conversación fuera más ligera. Pero al final, su expresión se endureció un poco al pensar en lo que él había dicho. Suspiró y asintió con la cabeza. "Tienes razón, no quiero ser paranoica, pero no me siento en confianza aquí. La gente es... rara." se pasó una mano por el cabello, mirando alrededor como si estuviera buscando alguna señal. "Y con la pierna todavía en recuperación..." miró las muletas que apoyaba a su lado. "No podría correr si algo sale mal. Así que, más vale estar alerta."
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Resopló con una risa seca y corta, más por costumbre que por verdadera diversión. Se inclinó hacia atrás, apoyando la espalda contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho. Sus dedos tamborilearon dos veces contra su bíceps antes de detenerse. —¿Comprársela? Nah. No negocio con quien se cree elegido divino. —respondió con desdén, la mueca en su rostro era mitad burla, mitad fastidio. Desvió la vista hacia el techo por un segundo, como si estuviera evaluando la paciencia que le quedaba. Su mirada volvió hacia ella, tranquila pero afilada, como la de alguien que ya ha visto a suficientes "líderes" perder sus coronas. —Los profetas tienen algo en común: siempre necesitan un rebaño que les escuche. —su tono era bajo, firme, y con esa nota de sarcasmo característico que nunca se molestaba en suavizar— Y los que más gritan ser salvadores suelen ser los primeros en clavar cuchillos. Zeke bajó la mirada a sus botas, sacudiendo un poco el polvo con la punta de una contra la otra. Se tomó un momento antes de responder a la última pregunta, como si estuviera considerando todas las variables, todos los posibles giros. — Depende. —dijo con una calma calculada, levantando la mirada lentamente hacia ella— Si quieren que nos quedemos, harán que parezca nuestra idea. Si quieren que nos vayamos... nos lo van a hacer imposible.
suspira con los labios cerrados, produciendo un resoplido tan largo como le estaba resultando aquella espera. aburrida, pesada, monótona. quizá jamás se había dado cuenta lo mucho que disfrutaba que su cuerpo esté en constante estado de movimiento, el pánico siendo ese extremo al que no había llegado pero del que no quería desprenderse luego de haberlo visto. estar estancada ahí solo le daba más ansiedad. de todas formas, su mirada se concentra en seguir dirección de la ajena con curiosidad. ' ¿acaso irás a buscarle e intentarás comprársela? ' el contrario sonaba escéptico, claro, pero la desesperación llevaba a las personas a lugares inimaginables. ' ah ~ solo sé que los líderes con aires de profeta no me gustan para nada ' y todo el discursito con el que les habían llegado le había dado más preguntas que respuestas, constantemente. ' ¿en cuánto tiempo crees que nos dejarán salir de aquí? '.
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La miró de reojo mientras sus palabras se asentaban en el aire, cada una más pesada que la anterior. No la interrumpió. Dejó que hablara, que buscara ese término que parecía escaparle, porque él sabía bien de qué estaba hablando. Esa incomodidad en el estómago no era nueva para él; la había sentido en talleres a punto de incendiarse, en calles con sombras que se movían donde no debían. —Demasiado bueno para ser real, ¿mhm? —repitió con una sonrisa que no tenía nada de alegre, apenas un tirón breve en la comisura de sus labios. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas, con la vista fija en el suelo frente a él, como si ahí pudiera encontrar la respuesta a todo. —No te culpo por pensarlo. —admitió, entrelazando los dedos frente a él— Siempre hay una trampa. A veces la ves venir, a veces no, pero siempre está. Alzó la vista hacia ella, su mirada era seria, firme, pero no dura. No la estaba juzgando, todo lo contrario. Había cierto entendimiento compartido en sus ojos oscuros. —Safe Haven era un desastre... pero al menos sabíamos qué monstruos nos estaban comiendo.— declaró con la misma franqueza con la que decía que una pieza de motor estaba rota. Se recostó contra la pared, dejando escapar un suspiro largo, uno que venía con el peso de los días pasados y las decisiones por venir.
resolución opuesta, aunque logra dar veracidad a propia opinión, solo termina por agudizar inquietud, esa sensación afianzada en la boca de su estómago desde que llegaron a greenville. exhala con pesadez, buscando expulsar también ese peso que se ha instalado sobre sus hombros, como una carga extra que no puede visualizar con claridad. ' la sensación de tranquilidad no es... ' se detiene, buscando un término que se saborease correcto. muerde su labio inferior, quizá más frustrada de lo que se permite mostrar. ' no parece auténtica. como si fuese demasiado bueno para ser real. ' explica y quizá, es naturaleza desconfiada la que habla por sí sola. nunca ha recibido algo sin tener que dar algo más grande a cambio. ' tal vez, acabamos en un sitio peor que safe heaven. '
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Zeke desvió la mirada hacia la mujer, manteniendo el ceño fruncido como si le pesara la propia cautela. Su mandíbula se movió apenas, apretando los dientes en un gesto que indicaba que estaba considerando seriamente la pregunta. —Siempre hay peligro. La diferencia es si te das cuenta antes o después de que te muerda. —respondió en un susurro áspero, sin apartar la vista de los alrededores. Era una frase tan cruda como lógica, y eso la hacía más inquietante. Su mirada volvió a recorrer el lugar, tomando nota de cada entrada, salida y cualquier cosa que pudiera usarse para cubrirse o pelear. No lo hacía de forma evidente, sino con la precisión tranquila de alguien que había desarrollado el hábito de no bajar la guardia. Cuando ella repitió su pregunta, la observó de reojo, esta vez con un destello de empatía, aunque disfrazado de pragmatismo. —No estoy diciendo que nos mintieran... pero si lo hicieran, no sería la primera vez que alguien endulza la verdad para que te quedes sin hacer nada. —su tono fue pausado, como quien no quiere alarmar pero tampoco quiere engañar. Se agachó un poco más, copiando la postura de ella, apoyando sus antebrazos sobre las rodillas. —Y sobre 'esas cosas'...—sus ojos se clavaron en ella, serios, con la dureza de alguien que ya ha enfrentado lo peor y no le interesa el consuelo fácil— ...me preocupa más lo que aún respira. Los que sonríen mientras te cierran la puerta por dentro. Se quedó en silencio un momento, como si las palabras flotaran entre ellos, pesadas e incómodas. Luego, se inclinó hacia adelante, susurrando con más intensidad: —Si oyes pasos donde no debería haberlos... no grites. Corre primero.—su mirada se mantuvo fija en la de ella por un instante más, suficiente para asegurarse de que entendiera el mensaje. Después, se irguió lentamente, sus ojos siempre atentos, siempre buscando algo que los demás no veían.
Las palabras ajenas se sentían pesadas, podía entender muy bien la razón por la que decía aquello, ella misma dudaba de la seguridad del lugar pero él parecía estar en un nivel distinto de alerta lo cual lograba preocuparla aún más "¿Crees que estamos corriendo peligro?" Entonces su tono de voz iguala al del contrario siendo bajo y pareciera tener el mismo temor de ser escuchada, como si plantearse aquella idea era algún tipo de pecado o delito, ¿Lo era? Quizá estaba siendo mal agradecida, estaban en una mejor situación que la de hace poco, al menos eso era lo que parecía. Nota como él examina el lugar y ella procedió hacer lo mismo "¿Si oigo qué?" Susurra entonces imitando la pose de su acompañante, inclinándose y colocando las manos sobre sus rodillas "¿Crees que hay de esas cosas aquí? ¿Y nos mintieron?" Vuelve a interrogar, llevando su mirada a él finalmente.
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Zeke observó a su interlocutor con una mezcla de escepticismo y resignación. Sus ojos, siempre medio entornados, se fijaron en los miembros de La Nueva Era que estaban cerca, evaluando sus movimientos con la misma paciencia con la que inspeccionaba una pieza de motor que no encajaba. —Las listas de reglas siempre suenan bonito hasta que alguien las usa como excusa para joderte —murmuró, bajando la voz lo suficiente para que solo su compañero pudiera oírlo. Su tono tenía esa aspereza típica de quien ha visto demasiadas promesas rotas. Se inclinó ligeramente hacia adelante, como quien comparte un secreto prohibido. Se frotó la nuca, el movimiento casi automático, como si intentara liberar la tensión acumulada en sus hombros. Al escuchar la parte sobre cantar, una risa seca y breve escapó de su garganta, más un resoplido que una carcajada. —Si llegamos a cantar, más vale que sea con la panza llena. No soy de los que hacen conciertos de caridad. —le lanzó una mirada de reojo, con esa chispa de cinismo en los ojos que solo se veía cuando dejaba caer una broma ácida. Luego volvió la vista hacia adelante, serio otra vez. —Y si no nos dejan ir... —su mandíbula se tensó, y su voz bajó un tono— ...entonces habrá que desafinar un poco.
Aunque su comentario había nacido desde el sarcasmo, ahora que lo pensaba un poco mejor no le parecía descabellada la perspectiva que oponía. ¿Acaso no había un dicho que rezaba: piensa mal y acertarás? "Apuesto a que en algún rincón tienen una lista de reglas. Número uno: actúa amable. Número dos: asegúrate de que crean que necesitan quedarse. Número tres: indoctrina con estilo." Optó por cuchichear ladeándose muy levemente hacia el contrario, de ese modo podía bajar la voz y continuar la conversación con discreción. No muy lejos de ambos, habían un par de miembros de La Nueva Era. "Aunque..." Inevitablemente, su mente viajó al bosque y a los refugios improvisados en Safe Haven. "Si no se ponen difíciles a la hora de dejarnos partir, creo que podría cantar un par de canciones con ellos." Al mirar al hombre, responde con un alzar de hombro, como si se excusara. "Por la plata baila el mono. O la comida, en este caso."
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DYLAN O'BRIEN The Road to the Golden Globes Party, Toronto International Film Festival September 07, 2024
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"Lo bueno es que aquí podemos descansar." @hwlevi
Zeke arqueó una ceja, mirando alrededor con una mezcla de escepticismo y resignación. —Descansar, sí... hasta que algo decida que somos buena compañía. —Se pasó una mano por la nuca, soltando un suspiro largo—. Pero supongo que un suelo firme y un techo encima ya es más de lo que hemos tenido últimamente. Se dejó caer sentado contra la pared, con las piernas estiradas y los brazos cruzados sobre el pecho. Cerró los ojos por un momento, pero uno de ellos se abrió apenas, vigilando la entrada. —Solo que no te acostumbres. Los lugares "cómodos" siempre terminan costando más de la cuenta. —Dijo esto último en voz baja, casi para sí mismo.
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"¿Tú crees que esto es seguro?" @jivhs
Zeke soltó una risa corta, sin nada de humor. Su mirada se mantuvo fija en el horizonte, observando las ventanas oscuras de los edificios alrededor. —Nada es seguro —respondió con voz grave, pasándose una mano por la barba—. Solo hay cosas menos peligrosas que otras. Apretó los labios y miró de reojo al que hizo la pregunta. —Si estás esperando garantías, mejor sigue esperando. Aquí lo único seguro es que, cuando crees que todo está tranquilo, es cuando peor se pone. —Su mirada volvió al frente, con la atención afilada de alguien que sabe que la calma nunca es gratuita.
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"No puedo creer que estemos dentro." @lilcsh
Zeke miró a su alrededor, observando las calles silenciosas y los edificios vacíos con una expresión fría. Su mandíbula se tensó mientras su mirada recorría cada ventana oscura, cada rincón donde una sombra podía esconderse. —Yo sí lo creo —respondió en voz baja, sin mirar a nadie en particular—. La pregunta es... ¿quién más está mirando? Se ajustó la correa de su mochila y siguió avanzando, los ojos siempre en movimiento. Cada crujido bajo sus botas parecía más fuerte de lo que debería, como si el silencio amplificara cada sonido. —Si algo he aprendido —añadió con el tono cansado de quien ha visto demasiado—, es que los lugares así no están vacíos porque sí.
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ARCADE para un starter en la tienda de juegos. @breeksm
Zeke se detuvo en la entrada, echando un vistazo rápido al interior. Su mirada se fijó en la otra persona, pero no dijo nada de inmediato. Caminó con calma, recogiendo del suelo una caja de juego de mesa polvorienta. —"Escape del Fin del Mundo" —leyó con una mueca burlona—. Qué apropiado. Dejó la caja en un estante medio roto y se acercó un poco más a contraria. —No pensé que este fuera tu tipo de sitio —comentó sin mirarle directamente, revisando una figura de acción con el brazo roto—. Pero, oye, si encuentras un ajedrez, avísame. Podría usar un reto que no implique correr o pelear.
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