Tumgik
#¿Cómo te vendría una pausa en tu relación?
Text
MATEO 26:14-16
Un momento de quietud
Al amanecer del Miércoles Santo, un día antes de la Pascua y dos días antes de la crucifixión de Jesús, el plan de Dios para la redención de la humanidad estaba llegando a su momento más crucial en la historia.
El Miércoles Santo no es un día en que los autores de los evangelios enfatizan mucho. Parece ser un día relativamente tranquilo en la vida de Jesús, sin eventos sobresalientes registrados.
Lucas señala a grandes rasgos que "cada día Jesús enseñaba en el templo, y cada tarde salía a pasar la noche en la colina llamada Monte de los Olivos". Sin embargo, los movimientos específicos de Cristo no se describen con detalle.
Después de una emocionante entrada triunfal el domingo, seguido por las mesas volteadas del lunes y los tensos enfrentamientos verbales del martes, el miércoles trae una delicada —casi frágil— sensación de pausa.
El Miércoles Santo brindó a Jesús y a sus seguidores la oportunidad de tomar aliento, reflexionar sobre todo lo ocurrido y prepararse para lo que vendría a continuación.
Con la profunda importancia de la última cena en el menú de mañana, la jornada de hoy nos invita a tomar un respiro, a hacer una pausa y reflexionar acerca de todos los detalles del fin de semana que tenemos por delante.
Hay otra parte del Miércoles Santo que también merece nuestra reflexión. Mientras Jesús, pasaba este día en preparación y relativa calma, al mismo tiempo, había alguien con intenciones no tan nobles trabajando en la sombra y con una agenda aún más sombría.
Mateo lo describe muy bien en el pasaje de hoy: Uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes. ―¿Cuánto me dan, y yo les entrego a Jesús? —les propuso. Decidieron pagarle treinta monedas de plata. Y desde entonces Judas buscaba una oportunidad para entregarlo.
Los actos de Judas Iscariote nos explican por qué algunas personas se refieren a este día como el "Miércoles del Espía". Es el momento crucial y trágico de la traición, que prepara el escenario para los sorprendentes eventos que vendrán, de hecho, es lo que marca este día como uno de profundos contrastes.
Mientras Jesús se preparaba para dar su vida de manera desinteresada, Judas estaba enfocado en lo que podía obtener en la suya. Mientras Jesús seguía obedientemente la voluntad de su Padre, Judas optaba por la rebeldía. Mientras Jesús entraba en la gloria, Judas escogía un camino de dolor y sufrimiento.
En el “Miércoles del Espía”, se nos presenta un enfoque marcado pero opuesto: la obediencia perfecta de Cristo y la rebelión pecaminosa del hombre, señalando un choque inminente de gran trascendencia. Este contraste profundo nos invita a una pausa reflexiva.
A medida que nos acercamos a la cruz, ¿cómo está tu relación con Jesús en este momento? ¿Dónde te encuentras?
¿Estás siendo activo y comprometido, o te sientes distraído y desconectado?
Hoy es una gran oportunidad para acercarte y reencontrarte con tu Salvador. Él está contigo en este preciso instante.
2 notes · View notes
vnataliaguerra · 4 years
Text
6-9
Preludio
Diríamos lo no verdadero, pondríamos pausa a lo cotidiano, al tedio de levantarse para lidiar con asuntos ajenos y propios. Al tedio de mirar los mismos gestos de quienes están enajenados.
Usaríamos todas esas palabras que usa quien tiene urgencia de ser amado y visto en esta ciudad enorme en donde los rostros son borrosos. Masticaríamos esas palabras antes de decirlas y ya nos habríamos desnudado, en una fantasía, en medio de una reunión en donde se habla de cosas que no se concretan. 
Nos miraríamos, porque ninguno de los dos quería estar ahí y sin embargo, éramos los únicos que podrían haber hecho el trabajo sucio, lo que nadie quería hacer, que era, hacer explotar ese sitio con desastres constantes. 
Saborearíamos esas palabras en soledad con las manos en nuestros sexos, estando con otros y sabiendo que al siguiente día habríamos de fantasear de nuevo. Desearíamos lo que sabemos imposible porque nos gusta arder, estar al borde, en peligro constante de ser vistos.
Mientras muerdes una manzana te rehusarás a admitirlo, también yo. Entonces el deseo seguirá creciendo y quemando cada límite, la piel arderá y querremos huir y evadir las miradas. Te irás y yo también.
Te irás y diremos que lo mejor hubiera sido conocernos antes, nos lamentaremos por ello falsamente, ridículamente, estúpidamente, hipócritamente. Fantasearemos con un pasado en el que tú ambas tu relación burguesa, en donde la comodidad te habría consumido, pero igual te hubieras justificado con Strauss.
En tu contradicción estabas alimentando la primera institución de esclavitud, porque en el fondo no querías y querías ser libre. Ambos deseamos con todas nuestras fuerzas en contra, adaptarnos a eso que tanta curiosidad nos causaba, y no, no hubiese sido más simple, pero igual pensaríamos que sí.
Yo tendría suficiente polvo en el corazón para estar contigo, para enamorarme, luego amarte, hasta agotar el deseo y ser indeseable hasta para mí misma. Habríamos agotado todo, habríamos sudado y verificado haber sudado cada poro, haber aprovechado cada segundo antes de que te fueras. Nos habríamos amado hasta el hartazgo.
Igual que ahora, vendrías a lamerme la piel, a sudar, a beber agua, a mirarme con lujuria mientras fumas y hablas del Siglo XV. Igual que ahora, vendrías a escucharme hablar de todo lo opuesto, de la vanguardia  y la innecesaria comodidad, de lo absurdo del mundo, de lo absurdo de de existir y de lo mucho que disfruto que me paguen con botellas, con alcohol o cualquier otra cosa.
Porque igual que ahora, nos estimularíamos cerebralmente y después, sólo después, seríamos animales con el cerebro caliente. Seríamos liebres de marzo todo el año.
Como en todas esas historias, seríamos esos que reproducirían el lamento y el reproche. Ambos, siempre tendríamos una segunda carta con la cual jugar para volver a la quietud, a la cómoda certeza.
Probablemente yo no tendría la certeza, pero sí la placentera soledad, la compañía no obligada, el espacio semi vacío. 
Y después de un tiempo, dirías...
-No tienes idea de lo mucho que me hubiera gustado conocerte antes de casarme por primera vez, entonces, tenía 23 y la segunda vez que lo hice, tenía 33. En algún momento te tuve que haber visto, tuvimos que habernos cruzado al menos unas 5 veces, según mis cálculos probabilísticos. Pero estaba distraído con discusiones sobre qué hacer el fin de semana, con los gastos del hogar,  la vida en común y un montón de ideas sobre cómo construir identidad en un espacio. No tienes idea de eso, es un lugar sin salida, pero siempre parece el más seguro, el más certero. No duró por mí, porque era joven y porque la amaba tanto, pero también amaba mi narcisismo, mi soledad, y ya sabes lo que es eso. Ahora me excita saber que tú y  yo somos tan distintos, que a ti te fastidian los tecnócratas y yo prefiero trabajar con ellos porque saben lo que quieren. A ti te enfría el sistema y a mí me beneficia de muchas formas porque trabajo para él. Tú quieres todo en lo público y yo en lo privado. A mí la izquierda no me quiere a pesar de querer ser comunista. ¿Te conté que pertenezco a ese partido? Te molesta que ande con mi discursito sobre los músicos del siglo XV, sobre la literatura española y que vaya al teatro a ver obras de Moliere. En el fondo, me detestas porque sirvo al poder, porque soy un cínico que no niega sus privilegios, pero tampoco reniega de sus orígenes. Detestas que sea tan opuesto y que represente todo lo que no quieres, pero me detestas tanto que quieres más y me quieres cerca. Me niegas como niegas tus placeres.
Y yo, probablemente habría dicho...
Contigo no para la palabra y viene el verbo. Hay caricias en las que dejamos descansar las palabras y la animalidad nos toma. Contigo hay vértigo y caída libre. Me detengo cuando estás al sur y ahí sí que me gustan tus discursos.
Me guardo el afecto y desato el deseo. No lamento tu pasado ni el mío, somos quienes somos ahora, con toda nuestra torpeza, con todo nuestro letargo, desencanto, cinismo, juego sucio, con toda nuestra elegida soledad.
Lamentarnos por ello sería una farsa, tanto como hablar de amor a estas alturas. 
Y nosotros...
Nosotros, nosotros somos unos hipócritas. 
(2021)
2 notes · View notes
yaoi-no-akuma · 7 years
Text
Desechado 10
Once (O11CE serie). Fanfic. Rating: T. Genre: Romance/Shonen-ai. Pairing: Lorenzo/Gabo. Resumen: ¿Qué le aseguraba que no lo haría con él?
El diez es mi número de la suerte, en realidad es el cinco así que tomémoslo como dos cincos JAJA.
(Parte 9) (Parte 11)
Cómo lo aborrece. Le está mirando con suficiencia únicamente porque sabe que ha acertado y porque quiere que se humille delante de él y admita que es verdad. Es una suerte que Lucas y Adrián no estén escuchando la conversación o definitivamente no le daría la satisfacción al otro.
Se la permitió en el pasado y ahora que los ha traicionado no quiere concederle nada.
-¿Y bien? -Su sonrisa se ensancha y puede ver las perlas detrás de sus labios, tirarle algunas no le vendría mal.
No quiere darle el gusto pero si no lo hace no obtendrá nada de él, aunque empieza a dudar que lo valga. Se está desesperando y lo hace notorio en el golpeteo de sus dedos contra la mesa. Sería más fácil contestar afirmativamente si fuera una mentira pero al ser cierto le cuesta más.
Sí, le gusta Gabo; aún se pregunta de qué manera porque cuando lo piensa no parece ser algo muy sano: le gustaría encerrarlo de ser posible, monopolizarlo, colocar un collar con su nombre como dueño. Quiere que sólo lo mire a él.
-Estoy esperando la respuesta.
Bien, le dará el gusto. -¡Está bien! Sí... me gusta. -Las palabras le saben amargas y la garganta se le ha secado. Es demasiado difícil masticar verdades.
El otro suelta una carcajada que no hace más que irritarlo. -Y pensar que Lorenzo caería por un plebeyo...
-¡Cállate! -Le cabrea tanto. -Sólo dame lo que quiero. -Amenaza, no piensa irse con las manos vacías.
El arquero le sonríe, juega con el vaso de su bebida y entonces habla. -El pichón sospecha, cree que hubo algo entre nosotros, -hace una pausa, al principio no le mira, está atento al líquido dentro del vaso y antes de continuar clava su mirada oscura en la suya -cuando es obvio que no, ¿verdad?
Cierto, habían acordado negarlo todo frente a cualquiera que preguntara, de ser posible se lo llevarían a la tumba. Sólo ellos saben lo que hubo.
-¿Sabes? Es muy divertido que las cosas hayan terminado de esta manera. -Ya no le mira y en cambio está bastante concentrado jugando con el borde del vaso de vidrio. -Has querido manipularlo y te has enamorado en el proceso.
-No digas "enamorado". -La palabra le provoca escalofríos y una desagradable sensación en la parte trasera del cuello.
-Como sea, siento pena por Martina. -Regresa su mirada hacia su persona. -Mira que ser vencida por un pueblerino...
-Tú y yo sabemos la farsa que es nuestra relación. -Sonríe ladino. -Ella te quería a ti y en un absurdo intento por tenerte, las cosas se dieron como las ves.
-Son el uno para el otro. -Dice con sorna.
-¿En serio? -Sabe que quiere enfadarlo mas no se lo permite. Escucha a sus espaldas a Lucas llamarle, deben irse. -Tengo que irme. -Se levanta.
Al momento en que se gira, Ezequiel le dice: -Salúdame al pichón.
Y le toca un nervio. -Una última cosa, no, más bien dos -se voltea y se acerca al portero, quien sigue sentado en su lugar, levanta el dedo índice de su mano izquierda y enumera -uno: no quiero volver a verte en el IAD, -levanta el dedo cordial -y dos: aleja tus garras de Gabo. -Acorta la distancia y le susurra: -Él es mío.
Sabía que confiar en el arquero era un error, lo conoce hace cinco años y siempre ha hecho lo que le viene en gana, pero en el fondo esperaba que no siguiera metiendo la nariz en sus asuntos. Por eso le disgustó tanto que volviera a aparecerse en el instituto y le enojó más que se acercara al enganche a pesar de que le dijo que no lo hiciera.
Y por ello ahora está en los vestidores, después del entrenamiento, junto a Gabo y Francisco.
-Regresaré dentro de tres horas y espero ver este cuarto reluciente. -Les dice antes de salir, quedando solos en la habitación.
Les ha dejado el carro de limpieza de Florencio junto a los productos necesarios... ¿cuántas veces ha tenido que limpiar cosas en el instituto? Prefiere no contarlas, mientras más pronto empiece su tarea más rápido terminará.
-Tú eres el plebeyo, ¿por qué debes arrastrarme en tus tareas? -Mira al castaño desde la entrada, espera una reacción de su parte.
-Sólo limpia, ¿quieres?
La respuesta le molesta pero es más de lo que espera. El chico le da la espalda y no parece tener intenciones de voltear a verle, está muy entretenido limpiando los bancos y tal vez debería imitarlo, si ambos trabajan saldrán más rápido de esto. Y le servirá de distracción, no quiere pensar en cosas innecesarias.
Han transcurrido quizás dos horas, dos largas horas en las que ha pensado en hablar con el castaño mas no lo hace. Siendo honesto tiene miedo de romper lo poco que hay... Pero la imagen de Ezequiel le acosa; no debe dejarlo acercarse a él.
-¿Es necesario preguntarle a Ezequiel lo que puedes preguntarme a mí? -Vuelve a estar detrás de él, viendo su espalda.
Lo ve tensarse y ha soltado el trapo que lleva en la mano. -¿Cómo...?
-Te lo dije, confiaste en la persona equivocada. -Se cruza de brazos mientras el más bajo se gira lentamente hacia su dirección. -¿Por qué has de preguntarle a él y no a mí? -Insiste.
Hay demasiadas emociones en el rostro del menor, tantas que no las puede identificar. Abre la boca varias veces, separando los labios con parsimonia y moviéndolos en busca de articular algo mas nunca dice nada. Baja la mirada y parece resignado.
Espera atentamente al castaño desde su sitio, -Si pregunto lo único que me dirás es que no es asunto mío, ¿verdad? -Entonces alza la mirada y clava sus opacos ojos en los suyos -Mas no te culpo, tú y yo no somos nada.
Incapaz de controlarse se acerca al más bajo, el cual reacciona e intenta meter los brazos para detenerlo pero entonces le toma por las muñecas y le obliga a quitarlos, dejándolos a sus costados a la altura de su cabeza.
-Pregunta. -Hay cuando mucho quince centímetros entre sus rostros y le es fácil advertir su estropeada respiración, está nervioso. -Aquí me tienes, pregunta. -Su propia voz le suena extraña y la tentación que tuvo hace algunas semanas ha vuelto.
-¿Qué estás-? Suéltame. -Forcejea contra su agarre y retrocede para alejarse pero sólo consigue que le acorrale.
-¿Qué quieres saber? ¿Mi color favorito? ¿Mi fecha de cumpleaños? -Gabo continúa forcejeando y le repite que lo suelte -¿Lo que hubo entre Ezequiel y yo? -Eso fue suficiente para que el otro se detuviera. El castaño le mira fijamente, incrédulo. -No hubo nada, no fue nada para él... y para mi tampoco. -Se sorprende a sí mismo, no ha dicho nada relevante pero no tenía la intención de decir eso.
-¿Por qué me dices esto? -Su gesto no cambia, su quijada tiembla ligeramente y hay un brillo peculiar en sus orbes oscuros. -¿Por qué ahora? -Forcejea de nuevo e intenta desesperadamente soltarse -¿Porq-?
Y sus impulsos no quedan en sólo eso. Junta sus labios con los ajenos, pero el contacto es tan repentino que sus dientes chocan. Necesitaba calmarlo y él mismo se estaba exasperando.
Presiona tanto como puede y escucha sonidos ahogados por parte del otro, sin embargo al cabo de unos segundos se queda inmóvil y cierra los ojos con fuerza. Hacer esto no es nuevo para él, pero los besos con Martina han sido falsos, éste no lo es; supone que esa es la razón de porqué se siente tan diferente... se le revuelve el estómago y recuerda las palabras de Ezequiel. No está enamorado, claro que no.
Los labios de Gabo son más delgados que los de Martina, están sutilmente agrietados y se sienten ásperos contra los suyos, son tan inexpertos que quiere reírse. Los besos de la chica eran más lentos, tiernos y huecos; éste es más hosco, torpe y primoroso.
Ladea la cabeza y mueve sus labios sobre los del menor, busca que Gabo deje de fruncir la boca y tan pronto lame el borde de sus labios el otro le empuja y termina el contacto bruscamente.
Debería detenerlo, lo sabe, pero no alcanza a reaccionar y sólo consigue ver la espalda del castaño, quien sale de los vestidores con prisa.
7 notes · View notes
melodijouncuento · 7 years
Text
Una historia pensada.
Y, la verdad es que no siempre decimos todo lo que pensamos, sino que actuamos, por momentos demasiado. Y de tanto pensar, sacamos conclusiones incorrectas, creyendo entender lo que el otro quiere.
Como le pasó a estos dos, el día en que se dio ese cruce fortuito, luego de mucho tiempo, caminando por una de las veredas que años antes fueran apoyo de ambos como pareja. Pero que hoy no son más que el suelo pisoteado que une dos caminos completamente diferentes y comunica a dos personas llegadas desde lugares opuestos, tanto en geografía, como en presente.
En dos partes se presenta este relato.
Diálogo puro:
- Adios señorita, ¿Cómo dice que le va?
- Hola ¿Bien y vos?
- Todo tranqui. Vengo del laburo.
- Ah, ¿Cómo viene eso?
- Bien, zafa. ¿Vos? ¿Qué andas haciendo?
- Vengo de hacer unas cosas con una amiga.
- ¿Cómo estuvo tu finde?
- Bien, tomé baaanda.
- Ah, yo también, tuve el cumple de una amiga.
- Bueno, te dejo q llego tarde a una cita.
- ¿Con un chabón?
- Si… jaja, con el ginecólogo
- Ah ta bien, bueno suerte.
- Igualmente para vos.
- Nos vemos.
- ¡Nos vemos!
Diálogo real:
MARIANO: Uh, ahi viene Romina. Directo hacia acá. ¿Me habrá visto? Voy a seguir caminando despacio, moviendo un poco los hombros, así parece que voy concentrado en la música. Guarda con las baldosas Mariano, que te llegás a tropezar y quedás como un gil.
Ya sé. Me voy a hacer el payaso simpaticón. Eso la va a descolocar y le va a gustar. Te estoy mirando fijo y no me ves aún. Voy a aclarar sin que se note la garganta, listo. Ahí vamos:
- Adiós señorita, ¿Cómo dice que le va?
Quedé re natural.
Romina venía distraida mirando una vidriera de ropa. Volteó su cabeza hacia Mariano, a la vez que arrugó la nariz, mientras su cerebro procesaba quién era el payaso que la saludaba así. Obviamente lo reconoció, por lo que elevó las cejas involuntariamente.
ROMINA: ¡La concha de la lora! ¡Es Mariano! Cómo no lo vi venir, me quiero matar. Estoy poniendo cara de sorprendida. ¡No demuestres nada, boluda!
- Hola. Todo bien ¿y vos?
Creo que no se dio cuenta.
MARIANO: Mmm, esto se me fue de control. Pensé sólo el comienzo. Qué mierda le respondo, de mi vida personal no le quiero comentar nada, aunque ahora ya soy un tipo fuerte, pero no tiene por qué saberlo. No me merece… Igual, tampoco es que conocí a alguien, no voy a negar que varias veces me han guiñado un ojo o algo más… pero algo de misterio no vendría mal. Hablarle de mi familia es rutinario. Del gimnasio, muy banana. Del fútbol cinco, innecesario. Ya sé, si le hablo del trabajo quedo como un tipo responsable, que sabe lo que quiere, maduro. Ésa es la que va. Vamos Mariano.
Mariano no se dió cuenta de que lo último que parecía en ese momento era alguien maduro. El saludo inicial le jugó en contra, pero no quería rendirse. Así, insistió con su gran idea:
- Todo tranqui. Vengo del laburo.
ROMINA: ¡Qué respuesta aburrida Dios! Pero lo voy a bancar, él me banco tantas veces. Ni me acuerdo dónde trabaja ahora, pero no quiero ser ortiva. No importa Romina, disimulá:
- Ah, ¿cómo viene eso?
MARIANO: Epa, se ve que le interesa en qué ando. No me olvidó. Pará, no te apures. Pero no, no, ¿y si todavía siente algo por mí? Sería muy raro, después de tanto tiempo. Hace mucho que no la veo, debe tener una vida diferente, otras experiencias, quizás ahora esté mejor, siempre quise eso para ella, quizás sea feliz y… Esta turra seguro está viendo a alguien. Voy a deslizar una pregunta casual, a ver si le saco algo.
- Bien, zafa - ¿Y vos? ¿En qué andas?
ROMINA: Mmmmmm… esa pregunta, qué rara suena Marianito, te conozco. Le voy a meter ambigüedad a la respuesta, así lo dejo regulando, a manipuladora no me vas a ganar a mí.
- Vengo de hacer unas cosas con una amiga.
MARIANO: ¿Así que no me querés contar eh? ¿A esa querés jugar? Está bien, fijate cómo no me importa y ni me inmuto.
- Mira vos. ¿Cómo estuvo tu finde?
ROMINA: ¿Eh? ¿Este pibe es pelotudo? ¿Cómo me va a preguntar por mi finde? ¿Qué carajo le importa? ¡Dios! ¿Ahora te hacés el interesado? ¿Después de ser una ameba durante el último año de la relación? ¿Ahora te hacés el chispa? Tomá, ahí va tu información tan preciada, con mi mejor cara de mujer alegre y superada:
- ¡Bien, tome baaanda!
Indiferencia total. Que sepa que ni lo necesito ni lo extraño. ¿No lo extraño? ¿A quién voy a engañar? Bueno, por lo menos que no lo note.
MARIANO: Ah, te querés hacer la gata fiestera, mira cómo te la devuelvo… atorranta.
- Ah, yo también, tuve el cumple de una amiga.
ROMINA: Se debe haber comido a alguien este hijo de puta, estoy segura, lo odio. Igual qué me importa, yo ya lo re superé. Y me sigue encantando confundirlo. Ah, ya sé, a ver la cara que pone:
- Bueno, te dejo porque llego tarde a una cita.
MARIANO: ¿Cómo? ¿Va a ver a un tipo y encima me lo dice asi? Perra fría.
- ¿Con un chabón? - ¡Pero qué pregunta pelotuda Marianoo! ¿No podías disimular un segundo más?
ROMINA: - Si… - Pausa para que se confunda aún más. Mirá como se remuerde, es un tierno, todavia me extraña - Jaja, con el ginecólogo.
MARIANO: - Ah ta bien - Y tragó los nervios contenidos.
Ese humor de mierda que tiene, la concha de su madre. Listo, hacé como si nada, no seas obvio, o vas a salir herido injustamente… como siempre. Ahora un saludo casual, sin sentimientos, como a un amigo:
- Bueno che, yo sigo, suerte - Qué simbólico estuviste pibe, “yo sigo”, sos un poeta, nunca lo valoró.
ROMINA: ¡Qué frío que es por favor! ¿Así pretende despertar algo en mí?
- Igualmente para vos.
MARIANO: - Nos vemos - Ojalá que muy pronto.
ROMINA: - ¡Nos vemos! - Ojalá que nunca… o no… no sé.
Y siguieron sus caminos, pensando que la tenían clarísima, que controlaban el mundo, la mente del otro y las voluntades de sus corazones, los propios y los ajenos. Pero la verdad, es que no entendieron nada de lo que pasó.
5 notes · View notes
josesaralegui · 7 years
Text
Una historia pensada.
Y, la verdad es que no siempre decimos todo lo que pensamos, sino que actuamos, por momentos demasiado. Y de tanto pensar, sacamos conclusiones incorrectas, creyendo entender lo que el otro quiere. Como le pasó a estos dos, el día en que se dio ese cruce fortuito, luego de mucho tiempo, caminando por una de las veredas que años antes fueran apoyo de ambos como pareja. Pero que hoy no son más que el suelo pisoteado que une dos caminos completamente diferentes y comunica a dos personas llegadas desde lugares opuestos, tanto en geografía, como en presente. En dos partes se presenta este relato. Diálogo puro: - Adios señorita, ¿Cómo dice que le va? - Hola ¿Bien y vos? - Todo tranqui. Vengo del laburo. - Ah, ¿Cómo viene eso? - Bien, zafa. ¿Vos? ¿Qué andas haciendo? - Vengo de hacer unas cosas con una amiga. - ¿Cómo estuvo tu finde? - Bien, tomé baaanda. - Ah, yo también, tuve el cumple de una amiga. - Bueno, te dejo q llego tarde a una cita. - ¿Con un chabón? - Si… jaja, con el ginecólogo - Ah ta bien, bueno suerte. - Igualmente para vos. - Nos vemos. - ¡Nos vemos!
Diálogo real: MARIANO: Uh, ahi viene Romina. Directo hacia acá. ¿Me habrá visto? Voy a seguir caminando despacio, moviendo un poco los hombros, así parece que voy concentrado en la música. Guarda con las baldosas Mariano, que te llegás a tropezar y quedás como un gil. Ya sé. Me voy a hacer el payaso simpaticón. Eso la va a descolocar y le va a gustar. Te estoy mirando fijo y no me ves aún. Voy a aclarar sin que se note la garganta, listo. Ahí vamos: - Adiós señorita, ¿Cómo dice que le va? Quedé re natural. Romina venía distraída mirando una vidriera de ropa. Volteó su cabeza hacia Mariano, a la vez que arrugó la nariz, mientras su cerebro procesaba quién era el payaso que la saludaba así. Obviamente lo reconoció, por lo que elevó las cejas involuntariamente. ROMINA: ¡La concha de la lora! ¡Es Mariano! Cómo no lo vi venir, me quiero matar. Estoy poniendo cara de sorprendida. ¡No demuestres nada, boluda! - Hola. Todo bien ¿y vos? Creo que no se dio cuenta. MARIANO: Mmm, esto se me fue de control. Pensé sólo el comienzo. Qué mierda le respondo, de mi vida personal no le quiero comentar nada, aunque ahora ya soy un tipo fuerte, pero no tiene por qué saberlo. No me merece… Igual, tampoco es que conocí a alguien, no voy a negar que varias veces me han guiñado un ojo o algo más… pero algo de misterio no vendría mal. Hablarle de mi familia es rutinario. Del gimnasio, muy banana. Del fútbol cinco, innecesario. Ya sé, si le hablo del trabajo quedo como un tipo responsable, que sabe lo que quiere, maduro. Ésa es la que va. Vamos Mariano. Mariano no se dió cuenta de que lo último que parecía en ese momento era alguien maduro. El saludo inicial le jugó en contra, pero no quería rendirse. Así, insistió con su gran idea: - Todo tranqui. Vengo del laburo. ROMINA: ¡Qué respuesta aburrida Dios! Pero lo voy a bancar, él me banco tantas veces. Ni me acuerdo dónde trabaja ahora, pero no quiero ser ortiva. No importa Romina, disimulá: - Ah, ¿cómo viene eso? MARIANO: Epa, se ve que le interesa en qué ando. No me olvidó. Pará, no te apures. Pero no, no, ¿y si todavía siente algo por mí? Sería muy raro, después de tanto tiempo. Hace mucho que no la veo, debe tener una vida diferente, otras experiencias, quizás ahora esté mejor, siempre quise eso para ella, quizás sea feliz y… Esta turra seguro está viendo a alguien. Voy a deslizar una pregunta casual, a ver si le saco algo. - Bien, zafa - ¿Y vos? ¿En qué andas? ROMINA: Mmmmmm… esa pregunta, qué rara suena Marianito, te conozco. Le voy a meter ambigüedad a la respuesta, así lo dejo regulando, a manipuladora no me vas a ganar a mí. - Vengo de hacer unas cosas con una amiga. MARIANO: ¿Así que no me querés contar eh? ¿A esa querés jugar? Está bien, fijate cómo no me importa y ni me inmuto. - Mira vos. ¿Cómo estuvo tu finde? ROMINA: ¿Eh? ¿Este pibe es pelotudo? ¿Cómo me va a preguntar por mi finde? ¿Qué carajo le importa? ¡Dios! ¿Ahora te hacés el interesado? ¿Después de ser una ameba durante el último año de la relación? ¿Ahora te hacés el chispa? Tomá, ahí va tu información tan preciada, con mi mejor cara de mujer alegre y superada: - ¡Bien, tome baaanda! Indiferencia total. Que sepa que ni lo necesito ni lo extraño. ¿No lo extraño? ¿A quién voy a engañar? Bueno, por lo menos que no lo note. MARIANO: Ah, te querés hacer la gata fiestera, mira cómo te la devuelvo… atorranta. - Ah, yo también, tuve el cumple de una amiga. ROMINA: Se debe haber comido a alguien este hijo de puta, estoy segura, lo odio. Igual qué me importa, yo ya lo re superé. Y me sigue encantando confundirlo. Ah, ya sé, a ver la cara que pone: - Bueno, te dejo porque llego tarde a una cita. MARIANO: ¿Cómo? ¿Va a ver a un tipo y encima me lo dice asi? Perra fría. - ¿Con un chabón? - ¡Pero qué pregunta pelotuda Marianoo! ¿No podías disimular un segundo más? ROMINA: - Si… - Pausa para que se confunda aún más. Mirá como se remuerde, es un tierno, todavia me extraña - Jaja, con el ginecólogo. MARIANO: - Ah ta bien - Y tragó los nervios contenidos. Ese humor de mierda que tiene, la concha de su madre. Listo, hacé como si nada, no seas obvio, o vas a salir herido injustamente… como siempre. Ahora un saludo casual, sin sentimientos, como a un amigo: - Bueno che, yo sigo, suerte - Qué simbólico estuviste pibe, “yo sigo”, sos un poeta, nunca lo valoró. ROMINA: ¡Qué frío que es por favor! ¿Así pretende despertar algo en mí? - Igualmente para vos. MARIANO: - Nos vemos - Ojalá que muy pronto. ROMINA: - ¡Nos vemos! - Ojalá que nunca… o no… no sé. Y siguieron sus caminos, pensando que la tenían clarísima, que controlaban el mundo, la mente del otro y las voluntades de sus corazones, los propios y los ajenos. Pero la verdad, es que no entendieron nada de lo que pasó.
1 note · View note
plenitud-04 · 8 years
Text
Carta a Raúl
20 de Enero
Amor mío, corazón.
Estaba pensando en tus ojos. Me gusta comenzar así mis palabras: Estaba pensando en tus ojos. El día transcurrió de forma paulatina; en mi hogar todo marchaba con una calma tenue y misteriosa y ante el hecho de que no podía comunicarme contigo por problemas en mi red, te pensé e inicié un par de cartas. Esta es la tercera y espero poder finalizarla a diferencia de las otras, pues siento que cuando voy a escribir sobre ti o sobre nosotros se me forma un nudo gigante en el corazón que limita mis palabras. Sabes que me gusta escribir aunque sepa que no lo haga del todo bien, en esta carta –por ejemplo- creo estar escribiendo sin fijarme en la redacción tan minuciosamente como suelo hacerlo. No quiero analizar la coherencia de mis oraciones, eso me hace corregir y cuando corrijo lo que he escrito de primera mano, siento que el sentimiento que intentaba plasmar se manipula asquerosamente. Me duele un poco la cabeza, no me he puesto mis lentes en todo el día y creo que he llorado bastante. ¿Conoces esa sensación de hinchazón en la mirada que te hace ver hacia abajo todo el tiempo? Me parece horrible, pues me pesan los ojos y al sentirme así me invade un cansancio tremendo.
Estaba pensando en tus ojos y luego de eso observé –sin querer- un comentario en una fotografía.  La era digital es una mierda. Que ésta facilita múltiples procesos es algo evidente, pero parece que ahora todo el mundo siente satisfacción al compartir hasta sus más profundos secretos en la red. Admito que soy de las que comparte constantemente acontecimientos y, creo que esa horrible costumbre se debe a la necesidad de atención ¿No lo crees? ¡Las personas son tan susceptibles ante la opinión del otro!
En el comentario respondías a tu pareja que la amabas, algo totalmente normal, pues es tu esposa. Pero ante aquellas palabras me abordó un vacío inmenso en el pecho y eso dio pie a que pensara en lo nuestro. El próximo mes se cumplirá un año desde que nos conocimos. ¡Un año! Vaya… eso es muy poco para todo lo que hemos tenido que pasar. Anoche tuve sueños pesados en los que confrontaba a mi padre ante la posibilidad de que atentara contra tu vida artística y, en el sueño siguiente, aparecía Alejandra formulándome la siguiente pregunta: “¿Cómo te sientes con todo lo que has causado?” Fue un instante tortuoso; justo allí me levanté, bebí un vaso de agua, me mojé el rostro con agua fría y volví a la cama. Luego no pude dormir de nuevo.
A mitad de la tarde hablamos a través de una llamada. Tu voz se sentía opaca, triste; al otro lado de la línea te sentía acongojado. Hablamos siete minutos en los que compartimos cómo nos sentíamos y otros detalles y, mientras me hablabas de cómo te había ido en estos cinco días en México,  cerré mis ojos y pensé que me hablabas justo en frente con tus gestos faciales tan medidos y tu tono de voz siempre altivo. Esta última semana ha sido muy difícil para los dos, una semana atestada de incertidumbre. ¡Me imagino todo el temor que te ha invadido ante las amenazas de mi padre! Te pido una vez más perdón por todo lo que he ocasionado. Si mi padre llegara a atentar contra ti, tu vida artística o tu familia, jamás me lo perdonaría.
Recuerdo cuando permití que iniciara todo esto y fue justo en un salón, sabrás tú en cuál. Intentaste besarme y no lo permití, en ese momento el miedo de lo que ocurriera tras algún contacto físico contigo me perturbaba, por esa razón simplemente te detuve y sentiste pena. Días después –en el mismo lugar- y mientras tus manos acariciaban lentamente las teclas del piano, me acerqué y besé tus labios. Tus dedos delgados temblaban y por eso en un instante paraste de tocar y colocaste tus manos sobre tu regazo. Yo me encontraba al costado derecho observándote con sigilo, pensando y pensando y pensando. Sentí en mi cuerpo una vibración extraña, era como si estuviera en el borde de un precipicio y alguien se acercara a mi oído y me dijera: salta. Te tome del rostro y te besé, tus labios tenían la humedad perfecta de un primer beso entre dos individuos. Tu piel estaba tibia, amor, y temblabas como el viento que corre raudo y frágil sobre la cima de una montaña. Nunca olvidaré aquel momento decisivo que dio inicio a esta historia de dos soñadores que no se rinden y no sucumben ante las adversidades del tiempo.
Al revivir aquel momento en mi memoria, las lágrimas me abordaron y un terrible dolor me obligó a formularme diversas preguntas tales como ¿Y si en realidad mi padre hace algo? ¿Estoy arruinando una familia? ¿De verdad me amarás? Lamento dudar de tu sentir por mí, pero hay detalles que me joden como el comentario que te mencioné anteriormente. Si como pareja se aman ¿Qué carajos estoy haciendo yo?
Son las 7:28 pm, o sea las 6:28 allá en México, supongo. Realmente no creo que mi padre haga nada, pues sería poner en riesgo nuestra relación padre-hija y lo considero una persona inteligente. Por supuesto no estoy del todo segura de eso, pero esperemos que no haga nada, pues confío en ello, en que no hará nada para hacerte daño. ¿Si ves el precio de amar? ¡Caramba! Pero supongo que él ignora la diferencia de edad y que seas mi maestro, y lo que en verdad le asusta es que estoy en la posición de amante, de intrusa. Estoy destrozando despacito una familia. (Con esa última oración esta carta me supo a despedida)
Debes estar en tu concierto, creo que el lugar de este se llama Teatro Primero de Mayo. Una de las cosas que más me gusta hacer es observarte dirigir. ¡Hay algo mágico en el aire cuando diriges! Me agrada ver tus ojitos llenarse de alegría a cada compás, ver tus manos dibujar pasión y aquel momento antes de finalizar una obra en el que te apoyas en la punta de tus pies es como el broche de oro. Cuando pienso en todo lo que has logrado y lo que te falta por lograr no dejo de sonreír. Aunque lo diga un millón de veces no me cansaré de repetirlo: eres un docente, un músico y una persona excepcional.
Hoy estuve pensando seriamente en finalizar lo nuestro porque me he dado cuenta de todo el daño que por mi culpa puedo causarte y, lo único que quiero para tí son éxitos y alegrías. Tengo miedo ¿Sabes? Mucho, mucho miedo y sé que tú también lo tienes. “¡Hay que construir!” –me dices, pero tienes toda una vida, amor, soy una intrusa.
Quiero café con leche ahora mismo, me vendría muy bien. Hace un rato dejé que mis niñas salieran a correr y me senté en el andén de mi casa. ¿Recuerdas que te había comentado que están construyendo una casa de tres pisos en frente? Bueno, el primer piso ya está en uso. Hay dos nenas de unos cinco y seis años y, al verme me invitaron a jugar a la cocina, fue muy grato. Parecía que lo único que les importaba en la vida era si el jugo de piña que me estaban preparando me iba a gustar, la inocencia no tiene precio.
Ahora que le doy una ojeada a esta “carta” noto que los párrafos no tienen concordancia entre sí. ¡Bueno, qué más da! El fin de escribirte estas palabras era que supieras de la ira que me invade ahora mismo con la vida. Que me escribieras algo así te haría mucho bien, pues sé que por tu posición y por las circunstancias suprimes muchas de tus emociones y eso no es sano. ¡Anda, anímate a escribirme, puteame que sé que quieres hacerlo por todo lo que he ocasionado!
Amor ¿Por qué las cosas no se dan como uno lo desea? Te voy a confesar que quiero finalizar lo nuestro porque te aprecio infinitamente y no quiero generarte más daño. Yo soy la que está detrás de la cortina, a la que nadie puede ver tomarte la mano. Es claro que ahora las circunstancias no nos permiten estar juntos, pues uno de los factores que intervienen en ello es mi edad, pero… ¡Vamos! Yo en el fondo de mi alma sé que aun si tuviera la mínima edad requerida para que no hubiera problemas legales, tú no dejarías a tu esposa y yo jamás te pediría que lo hicieras porque se volvería algo que te pedí. Es la madre de tu hija, hermoso, es tu familia.
No, no me estoy despidiendo. Como te he dicho ya muchas veces las decisiones las tomamos los dos, pero ahora tengo tanto miedo por tí…
Cada momento que hemos pasado ha sido maravilloso. Hemos construido emociones fuertes a lo largo de este año y ya no me imagino un día sin ti, sin tus buenas días, sin tu “¿Cómo amaneces mi cielo?”. ¡Tengo tanto miedo! Pero incluso con este mortal temor que me invade, quiero decirte que cuentas conmigo siempre. Quiero seguir viéndote crecer personal y profesionalmente. Quiero acompañarte en tus triunfos. Quiero verte reír a la orilla de la noche silente. Sin embargo ahora hay asuntos que nos tensionan, que debilitan lo nuestro, que nos sumergen en una incertidumbre que parece que no tuviera fin. Amor mío, lamento tanto dolor. ¡Yo quiero verte feliz, caramba! ¡Quiero verte pleno! Y si lo nuestro llegara a tomar una pausa o decidiéramos (juntos) escribir un punto final, te pediría una sola cosa: No me olvides.
Yo soy tuya en cuerpo y alma. ¡Que sea lo que Dios quiera! (Aunque mi fe sea inestable)
Sólo sé feliz, tonto. Sé feliz aunque sea sin mí. Hay que tomar decisiones pero para ello necesitamos tiempo, y el tiempo es un hijo de puta.
Siempre tuya, siempre, siempre. No me olvides.
- T
18 notes · View notes
nextnnet · 6 years
Text
Me gustaría empezar este análisis pidiéndote un ejercicio de colaboración. Quiero que respires bien hondo y digas esta palabra: Tsundere. Bien. Ahora quiero que olvides todos tus conocimientos de la lengua de Shakespeare y pronuncies lo siguiente: Sundered. ¿Ves la relación fonética entre ambas palabras? Pues bien, lo que para mí empezó como un detalle curioso y gracioso, que usé como broma para pedir analizar este juego, ha acabado por convertirse en el eje central sobre el que gravita el enfoque del texto.
  Por si te has perdido: Tsundere es un término japonés que se emplea para describir a una persona que nada más conocerla presenta un carácter reservado y hostil hacia tu persona, pero que con el paso del tiempo su comportamiento vira hacia alguien amistoso y empático. La palabra proviene de la unión de los términos tsuntsun, que significa hostilidad o agresividad, y deredere, que representa abrirse a otra persona. Completadas las presentaciones puedo comenzar con el análisis de Sundered: Eldritch Edition para Nintendo Switch.
youtube
    Mi humanidad
Sundered: Eldritch Edition es un metroidvania. Un juego de plataformas y acción donde no progresamos linealmente. Tenemos que explorar un inmenso laberinto donde solo podemos acceder a distintas zonas según las habilidades que vamos desbloqueando para nuestro personaje. Un título donde es importante volver sobre nuestros pasos para descubrir pasajes y secretos ocultos o inaccesibles en nuestras primeras visitas. Sin embargo, este juego tiene una singularidad en su diseño de niveles: las estancias por las que pasamos se generan proceduralmente.
  Este es el mapa de una zona una vez la hayamos visitado
Cada vez que volvemos al santuario, que hace las veces de base del juego, donde despertamos tras cada muerte y mejoramos nuestro árbol de habilidades, ya sea desde el menú de pausa o por nuestra defunción en el juego, estas estancias se reinician, como podéis ver en las dos imágenes de arriba. Sin embargo, no todas las estancias se generan de forma procedural. Aquellas salas donde tenemos que resolver puzles para avanzar, así como enfrentarnos a los enormes jefes del juego, tienen un diseño manual.
  En el aspecto donde más se evidencia la naturaleza algebraica del título son en los enemigos. Salvo los jefes, todos los monstruos a los que nos enfrentamos se generan aleatoriamente. En este aspecto es donde el juego muestra todos sus problemas. El principal problema del juego es la abusiva cantidad de enemigos que es capaz de soltarte a la cara de golpe. ¿Por qué? Porque sí. Vamos a ver, es cierto que hay zonas del juego que pone “Hordas infinitas”. Si entras ahí sabes a lo que te enfrentas. Sin embargo, tras un combate donde te pueden enviar a tres monstruos a por ti, en el siguiente puedes enfrentarte a más de una veintena en total que van llegando de forma continuada, viéndote completamente rodeado y sobrepasado. Y a no ser de que tengas el árbol de habilidades lo suficientemente avanzado y se te dé bien esquivar ataques al límite vas a morir muchas, muchas veces.
  ¡Deme una de mejora de la salud por favor!
Todos los problemas que tenemos con los enemigos se ven acrecentados por el sistema de combate. No es que sea malo. Tenemos un único botón con el que atacar siempre que queramos. Tras derrotar a varios enemigos, y rompiendo vasijas que encontramos por los túneles del laberinto, vamos a ir cargando un medidor que una vez listo nos permite ejecutar un ataque especial o rematador. No es que sea muy fuerte ese ataque pero es de utilidad. Disponemos también con un cañón al más puro estilo Iron Man, que conseguimos en un determinado punto de la aventura, y que cuenta con un número limitado de usos.
  Para terminar con el apartado de “Cosas de las que estar pendientes en batalla” tenemos una barra con el número de esquivas que podemos hacer, que se va recargando poco a poco; una barra con la resistencia de nuestro escudo automático, ya que recibimos golpes a cada minuto del juego; la barra de salud de nuestro personaje; y los elixires que tenemos para recuperar salud. El problema del sistema de combate viene dado por los enemigos. No es un mal sistema, pero con la abrumadora cantidad de enemigos que nos suelta el juego encima, nos pasamos los combates machacando el botón de ataque, y ocasionalmente el botón de esquivas y el del rematador. Muchas veces cantidad no es igual a calidad.
    Se abre camino
Con todo lo dicho podría parecer que el juego no es bueno, pero nada más lejos de la realidad. Sundered: Eldritch Edition es un buen juego, uno espectacular cuando se porta con la cantidad de enemigos a los que nos hace enfrentarnos. La historia que nos cuenta es realmente interesante y la forma en la que nos la va contando durante el juego es muy buena. El juego presenta hasta tres finales distintos dependiendo de las decisiones que tomamos en el juego, que básicamente consiste en decidir si utilizar esquirlas de poder para corromper nuestras habilidades y mejorarlas. Lo que en el mundo deportivo vendría a ser doparse como un caballo, vaya.
  Los enfrentamientos contra los minijefes y jefes del juego son las mejores secciones jugables del título. Los diseños de estos últimos son soberbios. Nos enfrentamos a enemigos colosales donde hay que escalar hasta los lugares en los cuales se encuentren los puntos débiles del mastodóntico enemigo mediante los distintos tipos de plataformas del escenario, así como esquivar sus terroríficos ataques que ocupan toda la pantalla. Todo ello mientras lidiamos con hordas de enemigos que van invocando para complicar su aniquilación. Esta vez, eso sí, dichas hordas no vienen directamente a por nosotros, ya que si lo hiciesen no habría forma de ganar. Lo único malo de estos enfrentamientos es que al alejarse tanto la cámara de nuestro personaje dada la inmensidad de los jefes, podemos llegar a perder de vista con facilidad a nuestro personaje entre tamaña marabunta de efectos, ataques y enemigos que hay en pantalla.
  Además, el juego puede ser jugado junto a un máximo de tres personas gracias a su modo cooperativo local. En total, cuatro jugadores, cada uno con su propio mando, ya sea el mando Pro o un Joy-Con, pueden pasarse juntos la historia al completo, siendo posible que estos se unan a la partida del jugador principal en cualquier momento, independientemente de la situación. Disfrutar Sundered de esta forma no implica ningún sacrificio técnico, es decir, el juego rinde exactamente igual que si jugase una sola persona. Sin embargo, jugar en compañía facilita la aventura, de forma similar a lo visto en Pokémon Let’s Go, salvando las distancias de dificultad, eso sí; en vez de reajustar la dificultad del juego según el número de jugadores, como hace Shovel Knight: Treasure Trove.
    Aun con todas sus virtudes, el aspecto donde Sundered brilla con mayor fuerza es en el apartado gráfico. Todo lo que vemos en el juego está dibujado a mano. Todos los diseños que vemos a lo largo del título son maravillosos. Sundered te entra por los ojos y se queda en tu memoria. Podríamos achacarle que hubiera sido mejor haber creado más enemigos en vez de darles una capa de pintura al más puro estilo Dragon Quest para indicar que son más duros, pero todo lo que vemos en el título es tan bonito y maravilloso que se lo acabas perdonando.
  En el aspecto sonoro poco tenemos que decir. Las músicas cumplen bien su cometido de acompañantes de lo que sucede en pantalla y el gong que suena antes de que las hordas de enemigos vengan a por nosotros sin mesura ni cordura nos hace temblar, temerosos de lo que está a punto de llegar. Todo correcto. En el apartado técnico el juego se muestra nítido en todo momento y rinde a unos rocosos 60 fps. Sin embargo, en ocasiones el juego da tirones, paralizando durante un brevísimo instante lo que vemos por pantalla. A veces pasa cuando estamos solos y otras cuando estamos enzarzados en la lucha por nuestra supervivencia, que es cuando estos parones se vuelven imperdonables.
    Sundered: Eldritch Edition – ¿Resistirás o sucumbirás?
Empecé el análisis comparando a Sundered: Eldritch Edition con el término Tsundere y es que juego y término guardan parecidos en cuanto a su forma. Ambos empiezan siendo fríos y agresivos contra nosotros. Esa infinidad de enemigos que nos asola a cada nueva estancia que visitamos y las muertes constantes que sufrimos en los primeros compases del juego podrían echar hacia atrás a muchos jugadores. A medida que vamos avanzando juego y término se van abriendo a nosotros; les conocemos mejor y podemos responder ante ellos con la sabiduría que aporta la experiencia. Vamos descubriendo nuevas zonas, nuestro árbol de habilidades cada vez es más grande y nuestros enfrentamientos contra hordas de enemigos se saldan cada vez con más y más victorias a nuestro favor. Finalmente, acabamos por cogerles cariño, por establecer una bonita relación con juego y término. Conocemos las estancias del juego y dominamos todos nuestros poderes. Por muchos enemigos que nos lance el juego, tenemos la seguridad y el aplomo de que ninguno puede con nosotros. Y ahora, rara vez nos tumbarán.
  Sundered: Eldritch Edition no es un juego fácil. Es difícil. Tanto por diseño como por las trabas que él mismo nos pone con sus fallos. Pero si somos capaces de mirarle a la cara y decirle: “No. No vas a hacer que abandone. Voy a seguir luchando por conocerte y comprenderte.“, veremos todas las bondades que puede ofrecernos tras la fría máscara inicial. Al fin y al cabo, Sundered es una ardua aventura que al final sabe cómo recompensarnos.
  Este análisis ha sido realizado gracias a un código de descarga de Sundered: Eldritch Edition para Nintendo Switch proporcionado por Thunder Lotus Games.
  Análisis – Sundered: Eldritch Edition (Nintendo Switch). Tsundere-chan Me gustaría empezar este análisis pidiéndote un ejercicio de colaboración. Quiero que respires bien hondo y digas esta palabra: …
0 notes