Tumgik
#ignoremos a careta
hala2021 · 2 years
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Las hojas perdidas
Aquí estoy, en el colegio. Un día hermoso, de sol. Pronto llegará el calor, ¡el verano!, que tanto amo.
No sé si será estrés que tengo; demasiadas actividades. Y digo esto porque ayer me pasé buscando las hojas de escritura, en donde ya hice varios ejercicios, que tanto me costaron. Y yo había desplazado los dos rezos que debía para las últimas horas. Y buscando y buscando, le dije a Dios que no le iba a rezar, enojada. ¿Y Dios tiene la culpa de que yo perdí las hojas? Y en eso pensaba, en que a veces nos desquitamos con quienes no tienen la culpa de nada. Y me puse nerviosa y me temblaba el párpado del ojo derecho. Por lo tanto, me dije: «bueno, Hala, no es el fin del mundo. Si perdiste las hojas, las imprimirás otra vez, pero no vale la pena que te pongas nerviosa. ¡Anda! ¡Ve a rezar!». Y recé, y cuando me disponía a dormir, porque ya era tarde, entré al comedor y pensé: «¿no será que las dejé con lo de coreano?». Entonces, revisé y ahí estaban. Y dije: «alhamdulillah» (gracias a Dios).
Y así somos, sacamos lo peor de nosotros con quien más queremos, pero en el trabajo mostramos nuestra mejor cara y a los vecinos les regalamos nuestra mejor sonrisa. Claro, a eso le llamamos estar libre de «caretas», porque con nuestros seres queridos nos distendemos, nos sentimos bien y no nos tensionamos como con los demás.
Y pienso que de alguna manera, Dios me recompensó con que yo encontrara mis hojas, porque yo me dije, antes de rezar: «Dios no tiene la culpa».
Y esto me dejó una enseñanza, que así como somos exigentes con los que más queremos, también debemos darle más que a otros. Muchas veces, sería bueno sorprender a ese ser que tanto amamos con algo inesperado. Tal vez, regalándole flores o limpiando nuestro hogar. Hacer algo que le gusta a ese ser que no valoramos, pero sabemos que siempre está.
Al encontrar las hojas, las puse en la cartera. Aquí las tengo, guardadas. Quizá las lea en el colectivo. Y le agradecí a Dios. Así es nuestro Creador, aguanta que lo ignoremos, que no valoremos todo lo que hace por nosotros. Muchas veces, ni siquiera le agradecemos la vida.
Si viviera mi hija, juntaría dinero y le compraría algo que a ella le gustaba, pero ahora que se fue, me doy cuenta de cuánto la necesito. Y espero que eso no te pase a ti, que te veas mal, para valorar al ser que más quieres.
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