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#peneca
librodelasimagenes · 4 years
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“El Peneca” fue una revista infantil chilena que marcó a varias generaciones. Nació en 1908 y, con altos y bajos, se publicó por última vez en 1960. Su época dorada fue bajo la conducción de Elvira Santa Cruz, entre 1921 y 1957.  Fue en esta época cuando comenzó a trabajar el ilustrador Coré en “El Peneca”, un pionero de la ilustración editorial en Chile, que estuvo a cargo de ilustrar cuentos y portadas. La edad de oro de El Peneca llegó a su fin con la importación de historietas norteamericanas, a mediados de la década del cincuenta. En Memoria Chilena es posible encontrar un completo minisitio sobre “El Peneca” y en la Biblioteca Nacional Digital, su primer año de publicaciones (y más años se sumarán). La imagen que acompaña esta nota, es una portada de 1926 de “El Peneca”.  La ilustración es de “El gato calzado” (o “El Gato con Botas”), cuento que se encuentra al interior de la revista. La imagen inferior, es parte de una portada de la revista del año 1917 (número 429). Que se vean a niñas y niños haciendo “El Peneca” es algo coherente con el espíritu de la revista, que generalmente incluía fotografías y textos enviados por sus lectores.
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minibeca · 4 years
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Logos y material gráfico para el proyecto de investigación : El Peneca . comunidades Lectoras
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shambelah · 7 years
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Mi casa está en cualquier lugar del mundo
Mi casa está en cualquier lugar del mundo Esperen mi visita entre los cactus de Maputo Todos los días beso a mis sobrinos en Biava Mi casa está en cualquier lugar del mundo
Soy un visitante en Estrasburgo Una puerta se abre misteriosa de visita Soy yo quien visita Estrasburgo Soy yo quien lee poemas en el Báltico Y recuerda "El Peneca" junto a Sergio Mi casa está en cualquier lugar del mundo En Balconcillo Miguel y su bailarina me esperan Todos los días estoy a orillas del Indico Y envío un ramo de aromos a mi ahijada en Quito
Mi casa está ahora en cualquier lugar del mundo Está donde se escriba un poema o se recuerde la Cordillera Donde bajo el Sena un mapuche añore el Ñachi y el Muday O en Gotemburgo se sueñe las rubias arenas del Pacífico.
Jorge Teillier, de “Hotel Nube”
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pabloaez · 5 years
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Portada de revista “El Peneca”, 1926. / Memoria Chilena. 
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mzhzkhzkshdd-blog · 5 years
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😔😔😔😔😔😔😔😔😔😔😔😔😔😔😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐☺️☺️☺️☺️☺️☺️☺️☺️☺️☺️☺️☺️☺️☺️😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉 . . . . . . . . @19nz9 yo si te monto bb 🤠🤠💕 (en Jardin Infantil y sala cuna El Peneca) https://www.instagram.com/p/B2dEd3ylS-J/?igshid=eoesgs7huofb
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mujeresbacanas · 8 years
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La hormiguita escritora
Alicia Morel
(1921-2017)
Novelista, dramaturga, poetisa y ensayista, Alicia Morel recorrió las distintas formas de la escritura y destacó por ser una de las precursoras de la literatura infantil chilena. Desde niña fue una gran lectora y siempre supo que se dedicaría a escribir: "Nací escritora para niños; creo que pocos autores se atreverían a decirlo, porque en Chile no se considera como literatura propiamente tal a la infantil”.
A los 17 años publicó En el Campo y la Ciudad, una autoedición familiar de poemas. Desde ahí no paró y durante la década del 50 creó a sus personajes más populares; La Hormiguita Cantora y el Duende Melodía. Sus historias incluso fueron radioteatralizadas y emitidas en Radio Chilena y Radio Cooperativa Vitalicia, donde entre 1954 y 1957 el actor Enrique Heine, la cantante Meche Videla y la actriz Eliana Simpson dieron voz a sus cuentos infantiles.
Fue muy cercana a la escritora Marcela Paz, juntas escribieron Perico Trepa por Chile (1978) y fundaron, junto a otras escritoras, el International Board on Books for Young People. Morel también colaboró con cuentos y artículos para la revista El Peneca y en 1960 dirigió la revista infantil El Volantín. En paralelo la escritora colaboró en distintos proyectos educativos durante su vida y hizo algunas importantes traducciones al español como El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.
Alicia Morel murió el pasado 1 de marzo a los 96 años de edad y hasta hace un par de años seguía publicando cuentos infantiles. La escritora dejó como legado una completa colección de cuentos, poemas y novelas que seguirán acompañando a los niños del futuro.
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masnoticiacl · 5 years
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San Felipe: Directora de jardín JUNJI “El Peneca” se acoge a retiro tras 40 años de entrega y compromiso con los niños y niñas
San Felipe: Directora de jardín JUNJI “El Peneca” se acoge a retiro tras 40 años de entrega y compromiso con los niños y niñas
La Toñita como la llama su equipo educativo se desempeñó como directora en Llay Llay, Santa María, siendo su lugar de mayor permanencia su amado jardín infantil “El Peneca” de San Felipe.
Su preocupación y entrega total por brindar educación inicial de calidad a los niños y niñas del jardín infantil JUNJI “El Peneca” de San Felipe, es lo que caracteriza a su directora María Antonieta Contreras.…
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jccamus · 5 years
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El Peneca. - BND: Hemeroteca
El Peneca. - BND: Hemeroteca https://ift.tt/32adE8x
Descripción Física
50 v. : il. (algunas col.) ; 27 cm.
Notas
General
Subtítulo de la portada: Semanario ilustrado para niños.
Referencia Bibliográfica
El Peneca. Santiago : Zig-Zag, 1908-1972. 50 v. : il. (algunas col.) ; 27 cm. .
https://ift.tt/33rPlDi via BND: Hemeroteca December 30, 2019 at 10:05PM
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en-futubandera · 5 years
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Un saludo para el nelson diaz que le gusta el peneca
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perrito0k · 6 years
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Yo: Jaja si te creo bebé. Mi mente: Este se cree que uno es peneca.
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rodrigoslay · 6 years
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Novela gráfica y memoria: “Fuentealba ‘73”
Novela gráfica y memoria: “Fuentealba ‘73”
En los años ochenta del siglo pasado, en días y noches de dictadura, se abre el apolillado ataúd del conde de Matucana, “de profesión: vampiro”; underground, sin orejas, “pobre, pero muy apasionado”, busca “un culito solitario o una tibia garganta rebosante de espumante R-H Negativo”. Acosador picaresco, de humor negro con tinta china, toques de aguada y letra set, el conde evidencia su pertenencia al mundo de la historieta (se conquista nada menos que a Luisa Lane, de Superman) y al barrio Matucana (con referencias a la Quinta Normal y a la Farmacia Andrade); pero muy significativamente es parte de la atmósfera contracultural del Garage Matucana (iniciativa de Jordi Lloret y Alfonso Godoy con otros rockeros) y Matucana, la revista, una de las publicaciones marginales que –junto a La Castaña, Beso Negro, Tiro y Retiro, Gnomon, Saga y otras- desafió la censura y la pacatería de la dictadura con atrevidos textos y dibujos que contribuyeron a mantener el fuego de nuestro cómic y estimuló la aparición de nuevas firmas. A pesar de todo.
El autor del Conde Matucana colabora entonces no solo en Matucana. También lo hace en Ariete, Ácido y Trauko. Se trata de Ricardo Fuentealba Rivera (Melipilla, 1936), quien merecidamente recibió el Premio Amster/Coré -del año 2018-, que distingue el diseño y la ilustración, otorgado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a través del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Con su libro Fuentealba 1973, recibió la mención “Coré”; es decir, el premio a la ilustración instaurado en homenaje al recordado dibujante de la revista El Peneca.
Fuentealba, el autor, es testigo de su época y testimonia desde esa perspectiva; sin victimizarse él mismo, se conduele por lo visto y sabido. La historia lo hiere. Sale de la mudez marcándose con su autorretrato y una reflexión lúcida que sintetiza poéticamente en tres viñetas que se pueden leer como versos de un buen poema: “Hay un tajo en mis dedos cuando dibujo, ¿quién te hizo aquello Víctor Jara? / Siento aún sobre mí aquellas miradas inquisidoras de antaño / Los que no fuimos encarcelados, ni recibimos tortura, también sufrimos esa larga noche”. Como el Neruda de “Explico algunas cosas” se pregunta por sus amigos y colegas –entre ellos Máximo Carvajal– también náufragos del hundimiento de la utopía compartida durante “la tormenta”, como el autor titula la historieta central de la trilogía con que compone su libro. También está “El yanacona”, donde vemos al dibujante-testigo deseando poder borrar la imagen de la pesadilla que pisotea la dignidad humana; y “El muchacho héroe del puente Pío Nono”. No puedo, respecto del trabajo que cierra la obra, dejar de relacionar la historieta del joven asesinado en el puente Pío Nono con el destino de Luis Jiménez, el único dibujante en la nómina de personas desaparecidas en septiembre de 1973. Jiménez trabajaba en Quimantú y vivía en ese mismo barrio Bellavista.
Publicado en la posdictadura, firmados los originales el año 2012, a casi cuarenta años del golpe de Estado, en diferido se transmite el espanto que vuelve a la mirada del autor y lo expulsa –lo devuelve- en Fuentealba ‘73, el libro, como una expresión desgarrada, rayada, del trauma; del engrama que recuerda el terror y el dolor buscando su registro. Resulta una historia manchada, borroneada como el destino trunco de las víctimas. Un libro donde literatura y dibujo forman una sola obra, narrativa visual y poética que demuestra –una vez más- que el arte contribuye a la construcción de la memoria.
#ExtraNews: https://www.slaymultimedios.com/novela-grafica-y-memoria-fuentealba-73-2/
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natozambrano · 6 years
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Este 23 de Noviembre se celebra el Día de la Historieta Chilena en conmemoración a la 1ra publicación del semanario ilustrado para niños "El Peneca" de @zigzageditorial, aquí les dejo el link con el listado de actividades que se desarrollarán para su celebración, cortesía de @cuartomundocl, no se lo pierdan 💚 . Link con actividades: https://www.cuartomundo.cl/2018/11/19/este-23-de-noviembre-celebra-con-actividades-el-dia-de-la-historieta-chilena/?fbclid=IwAR2nd3IFtC_lsIhaaLj0bSU-jYNHMEIn9g0Q2NhGG9vtyt9KiXwZ75sLKL8 #Historieta #HistorietaChilena #Comics #Dibujos #Ilustracion #PanoramaGratis #InstaChile #Arte https://www.instagram.com/p/BqYlFs_DgXH/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=1tfgxvyxsx8nv
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balihotnewscom-blog · 6 years
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Patroli Jalur Gardu PLN Melinggih Kelod Pawas Kanit Sabhara Polsek Payangan Polres Gianyar Gelar Patroli Malam Hari
Patroli Jalur Gardu PLN Melinggih Kelod Pawas Kanit Sabhara Polsek Payangan Polres Gianyar Gelar Patroli Malam Hari
Polda Bali – Polres Gianyar, Polsek Payangan Personil Polsek Payangan selalu rutin melaksanakan kegiatan Patroli malam dan menjelang dini hari dalam menjaga stabilitas keamanan di kawasan rawan Kriminal khususnya pada Obyek Vital Kawasan Gardu PLN Banjar Peneca Desa Melinggih Kelod Kecamatan Payangan.
Satuan Dari Unit Sabhara Polsek Payangan Yang Mengawaki Kijang 91-2 Merupakan Bagian Dari Polres…
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mujeresbacanas · 7 years
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La imaginación tras Papelucho
Marcela Paz
(1902-1985)
Marcela Paz fue la tercera mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura de Chile, en 1982. Su gran aporte a la literatura chilena son las aventuras de un niño de 8 años, Papelucho, que tiene una imaginación e ingenio encantadores.
Esther Hunneus Salas nació el día bisiesto de 1902 en Santiago. Marcela Paz fue el seudónimo que creó Esther,  con la mezcla de una de sus escritoras favoritas, Marcella Auclair y la palabra Paz, pues le gustaba la idea de lo que significaba.
La niñez de Esther la pasó en su casa, educada por institutrices y sumida en su imaginación. Segunda de ocho hermanos, la futura novelista sufrió la muerte de su hermana mayor cuando tenía 11 años, un momento que la hizo ser aún más introvertida. Fue por este tiempo que comenzó a leer a Stefan Zweing, Fedor Dostoyevski y Anton Chejov, quienes influenciarían su futura carrera de escritora.
Su primera producción literaria que alcanzó fama fue Pancho en la luna, de 1927, con el cual ganó el premio del Concurso Sanidad. Sus escritos de tono familiar comenzaron a aparecer como breves cuentos en revistas como Lectura, El Peneca, Ecrán, Zig-Zag, Eva, Margarita y la página infantil del diario La Nación, El Diario Ilustrado y La Tercera. En todos publicaba con sobrenombres como Paula de la Sierra, Luki, Retse, P. Neka, Juanita Godoy, Nikita Nipone, entre otros.
Su obra más famosa, Papelucho, hoy reeditado más de 70 veces, recibió el premio de honor de la editorial Rapa Nui en 1947. Este libro y los que vinieron después, siempre tienen de protagonista a Papelucho, niño de 8 años que tiene muchas aventuras en su cabeza. La historia, basada en las experiencias infantiles de Marcela Paz, dan cuenta de cómo la imaginación de un niño interpreta lo cotidiano con un ingenio que siempre termina por hacer que las cosas terminen mal. La personalidad de Papelucho lo hace uno de los personajes infantiles más queridos de la narrativa chilena, pues además de sus peripecias, son historias que no tienen un tono moralista, lo que era muy alejado de la realidad social de la época en que comenzaron a publicarse.
Papelucho cuenta con 12 títulos, como Papelucho casi huérfano (1952), Papelucho perdido (1960), Papelucho en vacaciones (1962), Papelucho, mi hermana Ji (1964) entre otros. Estos han sido traducido al francés, griego, ruso, inglés, italiano y japonés, en más de 400 ediciones. Son hasta hoy libros de lectura obligada en todos los colegios chilenos.
Marcela Paz recibió en 1982 el Premio Nacional de Literatura de Chile por unanimidad, por "atención a su dedicación especial al cultivo de la literatura en especial a la narrativa infantil; al hecho de haber creado un personaje literario de alcances nacionales y universales; como una distinción a las numerosas mujeres que en nuestro país cultivan la literatura en forma sobresaliente".
Además de su labor como escritora, Marcela Paz ayudó a fundar IBBY (International Board on Books for Young People: Organización Internacional para el Libro Juvenil),un colectivo internacional que fomenta la lectura de niños y jóvenes. Y en un sentido más social, creó el Hogar Santa Lucía, para niños ciegos, que hoy es un Colegio, el primero de Latinoamérica, que atiende a niños con discapacidades visuales.
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vladichzg · 9 years
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Análisis LA LINARES (1975) del escritor quiteño Iván Égüez (Quito, 1944)
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Construcción del mito de la mujer fatal en La Linares
El escritor construye el mito de la “mujer fatal” alrededor del personaje central de la novela, María Linares, usando como recurso la enunciación. Empieza narrándole al lector, al principio de la novela, un primer comentario de alguien que le hablaba a ella sobre su fama de mujer fatal, y al final de la novela se notaría que ese alguien sería un “enfermero” o “doctor”  que le hablaba cuando la recibe inconsciente en el hospital luego de su intento de suicidio.  Éste se refiera a ella así:
“En los comentarios a través de los años la gente le ha puesto un sombrero de mujer fatal (de esos con velo y mosquitos hasta la mitad de la cara seguramente)” (Égüez, 2010, pág. 29)
 Y el novelista luego va construyendo a lo largo del relato el mito de “mujer fatal” a la Linares cuando continúa narrando el hecho de la visita de su madre, con la niña en brazos, a un brujo en la costa.  Éste predijo de la niña María Linares lo siguiente:  
“...todo aquel que se acerque tendrá muerte trágica o sufrirá padecimientos.” (pág. 55)
 El recurso de enunciar hechos para ir construyendo el mito de mujer fatal a la Linares, se pone en manifiesto más adelante al lector, cuando éste se encuentra en la lectura con historias de la vida de varios hombres que estuvieron relacionados con ella, como el de un ahorcado en el Ejido que tenía el día de su muerte en su mano una foto de la Linares.  O con la historia del Coronel que se suicidó en el baño de la casa de ella, o del pagador que desfalcó y está preso en el Penal, la de un poeta muerto bajo su balcón, entre otras historias de fatalidades que se suscitan en la obra.  Todas estas historias se construyen alrededor de hombres relacionados con la Linares y luego la novela le descubre al lector las historias verdaderas alrededor de la fatalidad de esas vidas: La foto de María en mano del ahorcado fue un montaje de un hombre que quería difamarla; el Coronel que se suicida lo hace por la culpa del daño inmenso e irreparable que le causó a su hijito; el hombre que desfalcó no lo hizo para llevarle el dinero a la Linares sino por otros motivos ajenos a ella.  
El relato crea a vistas del lector un mito inicial y luego la misma obra desenreda los hechos y la desmitifica de la fatalidad.
La Linares, una novela barroca
Muchos críticos y estudiosos de la literatura ecuatoriana, como Miguel Donoso, Manuel Corrales Pascual entre otros coinciden en encontrar en el estilo literario de la obra La Linares, como una novela barroca y algunos sugieren un neobarroco. (Dávila, 2010)
El Barroco lo define la DRAE como “Excesivamente recargado de adornos”;  y en el campo del arte plástico y de arquitectura el Barroco se manifestó en Europa en el siglo XVII  como:
El abandono de la idea renacentista del arte como representación e imitación de la realidad en un riguroso sistema de relaciones proporcionales y armónicas, y la afirmación, al mismo tiempo, de una nueva relación de naturaleza emocional con el espectador, en que el artista intenta sobre todo conmover y persuadir mediante los recursos de la imaginación que parece no conocer límites, la elocuencia, la extrema agudeza realista y sensorial de las imágenes y los más complicados y espectaculares efectos escenográficos, la interacción de todas las artes, la nueva concepción del espacio, de la naturaleza y de la renovada relación entre ésta y el hombre. (Rodrígez Compare)
Manuel Corrales  (2010) señala al espíritu de escritura barroco  como la angustia por llenar lo vacío y llenarlo con todo lo que pueda simbolizar trascendencia.  El barroco ha sido comprendido como “La necesidad de acudir a lo maravilloso como frecuente término de referencia y el descriptivismo como obligación primera” (Sénz de Medrano, 2014)
La obra de Égüez en la Linares expresa de manera copiosa manifestaciones literarias barrocas al describir situaciones, cosas, hechos, sitios, empujando a un realismo maravilloso su texto.  Por ejemplo cuando describe el  balcón de la  casa de María Linares preparado en las vísperas del Corpus:
El balcón había sido arreglado con el acostumbrado esmero, cubierto con edredones de seda, colchas de terciopelo, lazos de papel crepé, cadenas en papel de estraza, floreros de bronce, faroles, lámparas votivas de cristal verde celadón y candelabros de plata con el llamón protegido por cascarones de vidrio espumado que, contra pared, alumbraban a los cuadros de San Buenaventura, La Dolorosa, La Reyna de los Ángeles, San Cipriano y el Pastor de los Desamparados, constituyendo el todo un portentoso y entrehecho retablo. (Égüez, 2010, pág. 86)
Nos relata el autor el huerto de la casa de María, que existiendo en un plano real, lo expresa de forma mágica con un lenguaje que parece que no conoce límites y con imágenes muy sensoriales,:
En la huerta se cultivaban las más variadas hierbas y plantas medicinales, muchas que fueron obsequiadas desde lejanas tierras, prendiendo con fortuna hasta las más difíciles y celosas gracias a la mano prodigiosa de La Linares. Plantadas al tresbolillo, ahí se daban la legendaria mandrágora, el sagrado muérdago, el hechizador chamico, el narcotizante y nauseabundo beleño, la doradilla para hacer orinar, el depurativo marrubio, el ruibarbo para purgar, la borraja para sudar, la nuez vómica, la asa fétida, la antiespasmódica ipecacuana, el carminativo eneldo para el flato, el perfumado heliotropo, el venenoso rejalgar, el bedegambre para curar estornudos y la árnica para hacer estornudar, la menta que impotenciaba y la guayuza que encendía y fertilizaba, el toronjil y la valeriana para los nervios, el caballo chupa para las escaldaduras, el cedrón para antes de rezar, la manzanilla para el estómago, la mejorana para amedrentar las recalenturas, el matico para curarse en salud, el azándar, el servato, la saragatona, la yerba buena, la yerba luisa, la yerba impía, la yerba mora, la yerba de las coyunturas, la lengua de vaca, la atzera, el helenio, la celedonia, el esquenanto, el llantén, la verbena, la altamisa, el hinojo, el canónigo, el orégano, el corazoncillo, el mastranzo, el poleo, el cólquico, la salvia, el anís del país, y el anís estrellado. (págs. 88, 89)
 Éguez usa el relato fantástico como su expresión más barroca y lo envuelve enumerando al detalle accesorios, llenando el texto de mil y más imágenes en la mente del lector.
…otros aseguraban que el modisto que cosía para usted era un ruso blanco que después de hacer ahorcar a todos sus sirvientes logró escapar con la ayuda de Dios hasta América en un baúl lleno de joyas e iconos medioevales, que el ruso zarista se enamoró tanto de usted que le prometió gastar todo el dinero en las más suaves sedas y en los más finos tafetanes para diseñarle él mismo sus vestidos, que él traía para usted el encaje de bolillo de Brujas, el gro de Tours, la muselina más almocárabe, el bocací más entrefino, el paño y el alepín más abatanados y enfurtidos, la randa con orifrés, el esterlín sin orillo, la greca en azimut, las guirnaldas palominas, los entredoses volanderos, los aterciopelados festones y los besantes con perlas. (pág. 32)
 O como cuando enumera las cosas y accesorios que la gente quería salvar sus pertenencias cuando escuchó la alocución radial adaptada de la Guerra de los mundos de H.C. Wells:
La ciudad había perdido sus proporciones. Ya no cabía tanta gente en las calles. Hasta los perezosos y los petacas habían hecho varios viajes hacia el sur llevando las cosas más queridas para morir junto a ellas: los portarretratos, las cartas, las estampas, el calzador, las medallas, los corozos, las chinas, los carey, las polveras, el antifaz, la chispa, la petaca, los penecas, el sonajero y el chinesco, la matraca y la guaraca, el samovar y el escalfador, el sacacorchos y el tapapicos, el reclinatorio y la mecedora, la poltrona y el armario de lunas con espejo de cristal de roca y orillas biseladas, la bacinica, los gemelos, el organillo, la perla suelta, la cadena con mayólica, los colgantes en filigrana, las chinelas, babuchas, folgos y chapines, los huevos de pascua, los pedazos de cuarzo envueltos en papel de seda, el olor de clavo de olor sostenido en un algo de algodón, el embudo miniatura, el apagador de velas, el calidoscopio, la ocarina, los zancos, las garrafas, la damajuana, el pondo, el tiesto, el zurrón de puntas.  Igual que en las tumbas de los siglos y los siglos. Una señora mandaba a pedir de urgencia que preste el llavero la señora Quimí para ver si alguna calza en mi alacena. Otra avanzaba portando en la cabeza a manera de gran refugio un enorme tablero de ajedrez en el un lado, camuflado por el señor de la Santa Faz en el otro. (págs. 41,42)
 Y también el autor describe de forma barroca cuando relata que el Gran Difamador era buscado para ser padrino:
Comenzaron a hacerlo padrino de todo lo imaginable; del pelo de la novicia, de la inauguración del alcantarillado, de las presidas del Prefecto, de la Primera Patada del Partido, de la primera menstruación de la niña en sociedad, de la vaca lechera tolón-tolón, del perro campeón, del pubis afeitado de la socia más antigua del club, del canario australiano, del Decano del Cuerpo Diplomático, de la donación de carros policiales, de la fiesta del capulí, del choclo y de la yuca, de la flamante dentadura del ministro, de la promoción de Estudiantes Altos, de la Reina del Suburbio, del manto de la Virgen Patrona de las Fuerzas Armadas, de las orejas y rabo del quinto toro, de las bodas de plata, de las bodas de oro, de las bodas de cacao, de las bodas de diamante, de las bodas del café, del banano o del petróleo en la Iglesia de la Paz o en Santa Tere. (pág. 96)
 La obra tiene un lenguaje vibrante, poderosamente descriptivo lleno de fantasía e imaginación de lo real posible.    El autor con los accesorios con los que construye la idea en la mente del lector, torna al relato una fantasía posible que raya en lo imposible de ser.  Son estas las razones que han enmarcado a La Linares de Iván Égüez como un ícono innegable nel neo-barroco de las letras ecuatorianas en el siglo XX
 Tipo de lenguaje, recursos y figuras literarias en la obra
La novela es escrita en prosa, se encuentra en algunas partes una prosa poética “He pensado que murmurar de usted era también una forma de poseerla, de querer ser usted, aunque a veces los ríos subterráneos de las habladurías son imprevisibles y se desaguan por donde uno menos lo piensa” (pág. 30), con una narración neo-costumbrista donde matices de modismos muy ecuatorianos aparecen como pinceladas, por ejemplo: “Tomaba sin parar y cuando en alguna farra se acababa el trago les obligaba hacer vaca para ir a comprar más” (Égüez, 2010, pág. 111), y abunda en coloquialismos de mucha usanza en Ecuador como: “Vos siempre tuviste debilidad por los milicos” (pág. 61) .  Su estilo literario general corresponde al barroco, al neo-barroco por la riqueza de las expresiones dadas y con un lenguaje de realismo maravilloso.  Esta forma de escribir personaliza a la obra y la robustece.  El autor tiene una intención consciente de manipular su mensaje su expresión de esta manera, para transmitir una significación a la obra.
 Las figuras literarias que usa el autor son variadas a lo largo de la obra.
Figuras lógicas:
 1.      Hipérbole: “…llenó hasta la bandera el patio de Palacio con notas y cartas de condolencia” (Égüez, 2010, pág. 74) En este texto es necesario exagerar que se recibieron una buena cantidad de cartas y notas de condolencias de todas partes del mundo debido al terremoto de las Flores que aconteció.
 2.      Antítesis: “Siempre hubo personas que me amaban en secreto y me difamaban en público” (págs. 108, 109). El autor contrapone dos ideas para enfatizar sobre las emociones encontradas que desataba La Linares.
 3.      Paradoja: “decía sin decir”  (pág. 40).  Usa la paradoja el narrador para mostrar una contradicción y darle significación al mensaje de lo taimado que resultaba el Gran Difamador.
 4.      Prosopopeya: “Girando sobre sí mismo se puso a roncar” (pág. 73).  Le da este atributo de los seres animados a un “zapallo”.  La novela usa este recurso para dar a entender el fenómeno que estaba provocando el Terremoto de las Flores”
 Figuras de repetición:
 1.      Retruécano: “…estos seres interplanetarios, ya sean lunáticos, marcianos o marcianos lunáticos, o lo que sean”  (pág. 40).  El narrador repite las mismas palabras con un orden y sentido diverso, de manera graciosa y hábil para generar humor en el relato.
 2.      Reiteración:  
“…los Hijos de Jehová, los Hijos de El Salvador, los Hijos del Señor, los Hijos de Cristo Rey, los Hijos de Dios General de los Ejércitos, los Hijos de las Siete Plazas, los Hijos de las Siete Leches, los Hijos de la Gran Flauta y los Hijos de la Gran Puta”. (pág. 83).  En esta reiteración  repite el término “Hijos” con mayúscula para denotar los matices religiosos presentados distintos pero que suenan como una sola idea en el fondo y al final los desacredita colocándolos al nivel de los “Hijos de la Gran Puta”
 Figuras pintorescas:
1.      El paisaje: El autor usa esta figura literaria para introducir al lector a un espacio, a conocer la casa de la Linares y su entorno.  El lector es llevado de la mano a recrear en su mente el ambiente donde se desenvolvía María Linares, así lo introduce más en la historia de la protagonista y de su vida:
 “La casa que fue de La Linares tiene techo de musgosa teja y gruesas paredes de barro, de ese apretado con guano seco y sangre de toro. Mas las gentes dicen que tal argamasa fue apresurada con empenta de otra laya; que son entierros, huacas y empotrados los que sostienen a esos paredones y, al paso advierten, que corre maldición para quien los desapresure o despeñe.
La casa forma esquina en esa plaza redonda que iniciaba el camino a La Chorrera y por el cual, desde hace muchos años antes que naciera la Linares, subían y bajaban las muías aguaderas cargadas con zunchos, pondos y barriles; a veces también bajaban con trozones de hielo envueltos en saquillos rumbo a las tiendas donde se preparaban el salpicón y las pajaritas de coloreado granizo.
El frente principal no da a la plaza sino a la calle que sube a desembocar con ella.  Mide unos treinta metros de largo y no es más que una gran pared, alta y blanca como un talud de yeso interrumpida por solo el repujado portón añil que la distingue y rematada a todo correr por una balaustrada de gordas canillas pintadas también al albayalde.
A la plaza da en cambio un frontis cóncavo de seis o siete metros con una puerta de segunda que, abierta de día, permitía a Joaquín Villamil Cabamba tomar sol en su asiento de esterilla. La puerta está flanqueada a flor de barba por un ventanuco que forma arco de todo punto y por un descomunal acanto que sostiene el balcón de barrigosa urdimbre, donde se arreglaban altares para el paso del Señor en la procesión de Corpus” (págs. 85, 86).
 2.      La prosopografía:  es una figura usada por el escritor en su novela, usado por la necesidad de describir físicamente al personaje, para asignarle a él ciertas características únicas que lo distinguen y que se hacen necesario saberlas por el lector para entender su desempeño en la trama de la narración:
 El Gran Difamador era bajito, andaba con maleta y parker al bolsillo. Dios le había puesto la boca un poco a un lado, como al socaire.[...] Tenía la voz apagada pero encendido el parloteo, le hervían como en locro las palabras, por eso quizá las sacaba arrastradas entre silbos y soplidos.[...]  Cuando se sentaba lo hacía al filo de la silla y a medio despatarrarse como violinista concertino. Usaba sombrero arriscado, pantalones ajustados y sacos culingos. [...] Se polveaba casi siempre las mejillas, decía que era viudo y tenía los ojos manchados por la ictericia (pág. 49).  
 3.      El retrato:  en esta figura, el narrador describe cualidades físicas y morales del personaje, las combina para dibujarle al lector y graficarle con más certeza cómo quiere el autor conciba a la persona descrita en la narración:
Tenían presente la magnanimidad del Presi con aquel político que le combatía con una revista de doscientos ejemplares y que al Presi le parecía ocurrida al punto de estar dispuesto a financiarla.
La Linares que lo conocía desde hace muchos años decía que el Presi solamente la facha tenía de tonto.
El Presi era buena persona, grandote e inofensivo como una palanqueta totémica, rubicundo, narizón hasta la simpatía, bonachón hasta el anonimato, merlino, ojos de azul bobo como decía la gente. Era en materia de discursos un nuevo estilo, no movía las manos ni gesticulaba al hablar, no cambiaba el tono ni el volumen, no usaba palabras raras como tránsfugas, rastacueros, ratoniles, mostrencos, mequetrefes. “Habla como evangelista” decían al principio, pero los editoriales de El Mercantil comenzaron a machacar que ahora el paisito ha superado las arengas fogosas vacías de contenido. Desde entonces al Presi le decían que es un Presi Práctico.
- En eso sí se parece a los gringos, no se anda con vainas, decía el Cuete.
- Por algo la Columbian le dio el título de Doctor Menoris Causa, decía chanceando La Linares.
El Presi era gran gente, un verdadero demócrata decía El Mercantil.  No le importaba codearse con los cholos, era deportista, chullero, le gustaba bailar aires típicos, sanjuanitos cachullapis, incluso en la plaza a veces. Tenía la soltura y desfachatez del patrón gringo y la sal y chabacanería del mayordomo pícaro. Era una mezcla de chicle y tripa mishqui, de chicha y coca-cola. El en persona iba a franquear las cartas al Correo o a ordeñar las Holstein, era diestro para el sapo, se hacía retratar en short jugando fútbol en la plaza y se sentaba en cualquier localidad en la Plaza de Toros. (págs. 81, 82).
 Figuras de lenguaje tropológico:
 1.      La sinécdoque: Es una figura literaria muy utilizada por el autor, para darle un pincelazo descriptivo y característica al hecho que desea narrar en el texto: “se firmó el Tratado Militar de Pestilencia Recíproca con las águilas del norte.” (pág. 83).   Usa “águilas del norte” por referirse a los Estados Unidos de América.  “Ya no gustaba gastar tanta saliva para lograr sus objetivos” (pág. 100).   Usa “gastar tanta saliva” por decir “decir o hablar bastante”.  
 2.      La antonomasia es usada por el autor en el contexto muy dirigido para el lector ecuatoriano: “También pasé la Gloriosa y vi entrar al Ausente por las calles de Quito rodeado de miles de gentes” (pág. 105).  La Gloriosa se refiere a la rebelión del 28 de mayo de 1944 que fue un levantamiento popular de Ecuador; el Ausente es la mención del presidente Velasco Ibarra.  
 3.      La metonimia la usa Égüez en la obra para ponerle humor y gracia al relato: “Todo esto, más la rubicundez hierática bajo el sombrero alón de recoger mangos, aseguraba el más gracioso espectáculo.” (pág. 105), por todo esto, más su color de piel blanco rojizo propio de los curas bajo un sobrero de ala grande.  “Un imperceptible movimiento de sus cejas para arriba, de sus orejas para atrás, de su pulgar para abajo y eran movilizadas sus pandillas de monos, orangutanes, mandriles, titíes, macacos, rangers, gibones, platirrinos, araguatos, abazones, soimiríes, chimpancés, pentágonis, gorilas” (pág. 105)  por eran movilizados su guardia armada y fuerza de choque organizada.
 4.      El simil es usado de forma permanente en el texto, pues el autor desea siempre comparar una cosa real con algo imaginario para producir un efecto esperado en el lector y que la idea descrita quede mejor plasmada: “Dios le había puesto la boca un poco a un lado, como al socaire” (pág. 49).  “Don Alsino era negro y un poco chorreado como manga de fotógrafo. [...] En el piso como iguanas aplastadas, las hojas de plátano separaban al curador de la cliente” (pág. 55).  “Caminaste como fantasma sin que te  importen los gritos” (pág. 57).  “Llegó cojeando, jalando el poncho estanciero, arrastrándolo como si se tratara de un viejo jamelgo o un pinto remolón.” (pág. 64).  “cabeceando como toro herido bajo el raro impulso de su forma de huevo grande, de ovo apocalíptico.” (pág. 73).    
 5.      La metáfora es otro recurso fuerte del autor, pues lo obra es rica en expresiones metafóricas para llegar a construir con el lenguaje propio el realismo maravilloso y mágico en la historia: “Yo soy la Linares piedra de toque en la ciudad” decía de sí mismo María Linares identificándose a sí misma como trascendente en su medio. “Me he de comer esa tuna aunque me espine las manos” (pág. 99) decía el Gran Difamador para referir sus deseo hacia la afamada como peligrosa, la joven Linares. Decía María Linares “solita supiste capear el temporal” (pág. 57) refiriéndose a su hermana Marieta que logró sobrevivir a una tragedia.
6.      La alegoría también tiene sitio en la narración de la La Linares:  
 El Mono decía que la vendeta no era por los reclamos que hacía en la Gerencia o en la Proveduría a la Empresa, sino por haber salido en defensa de las mulas ciegas: todo el pedernal que barrenaban los zapadores era movilizado dentro de las mismas por mulas que jamás salieron a mirar el sol: nacían en la obscuridad, cargaban en la obscuridad y morían en la obscuridad. Esto le parecía espantoso a nuestro padre y un día organizó la gran marcha a fin de que vean la luz. (pág. 58)
 Es texto está enmarcado en la gran tragedia que se dio en la matanza por parte de las fuerzas represivas del Gobierno el15 de noviembre de 1922 a los trabajadores que salieron a protestar por mejores salarios y la disminución de la horas de trabajo.  Égüez usa al abuelo de la Linares “el Mono” para atribuirle que la intención real de la clase obrera era dejar de ser una clase “mulas ciegas” que siempre han permanecido como una clase en obscuridad, sin acceso a la luz de la educación y al progreso, sólo viviendo para trabajar y trabajando para sobrevivir, permaneciendo en un mundo y una vida de oscuridad
 7.      La imagen es también una figura utilizada por el narrador usando las palabras en sentido distinto del que propiamente les corresponde, dándole una forma sensible a ideas abstractas para visualizar de mejor manera el fenómeno:
 Incluso las cofrades me caían bien, con sus ojillos tan astutos, sus lenguas de tornillo, sus mantas ceñidas con alfileres grandes de cabeza negra, sus pasitos escaldados, sus cuerpos de signos de interrogación preguntando cosas por sí solos. Parecen cacatúas con patines o garruchas en los pies. Me rechazaban y me admiraban a la vez. Me escudriñaban de principio a fin sin disimulo, con ese ojo fotográfico femenino que mientras más viejo, es más instantáneo y severo. (pág. 108)
 8.      La adjetivación es otro uso habitual en el realato y lo usa el autor para darle un rasgo estilístico buscando una representación innovadora al término a fin dea darle mayor sentido a la frase: “al momento de expulsarlo de la estancia solariega” (pág. 63), “rubicundez hierática” (pág. 105),  “ñoña infinita” (pág. 123),   “muerte forzada” (pág. 129)
 Figuras de dicción:
 1.      Aliteración: “en las más suaves sedas y el en los más finos tafetanes” (pág. 32),    El uso de la sibilante s crea una sensación de tersura.
 2.      Onomatopeya: “rozar de rasos, erizar de rizos, riscar de rosarios”  la repetición de la r vibrante da sonido a la frase de rozar algo.
 3.      Enumeración: Las enumeraciones son amplias debido a la necesidad de ampliar espacios en el texto y rellenarlo para construir el relato fantástico que permita al lector entender la idea principal del texto narrado. Por ejemplo, cuando se describe que Don Ernesto, padre de la Linares, era chulquero y que sus actividades de prestamista eran muy amplias lo describe enumerando a todos a quienes les prestaba dinero y hasta se podía haber quedado con sus bienes.  El relato lo describe así::
 Con los únicos sucres que tenía en su talega inició su carrera de prestamista. De calé en calé, de medio en medio, de real en real, de interés sobre interés llegó a ser dueño del andén, dueño del cargador y de sus hernias, del brequero y de sus guantes, del maquinista y de su humo, del jefe de estación y su pizarra, del jefe de patio y de su sueño, del telegrafista y su temblor, dueño del bodeguero y sus cuentas alegres, del señor de la ventanilla y de su cárcel, del fogonero y de su infierno, del controlador y de su gorra, del raso de vía y sus señales, de la fiambrera y de sus viandas, de la cartuchera y sus platos desechables de hoja de lechuga, dueño de la caldebache y sus caldos humeantes en fondos floreados, de las fritangueras y de sus pailas, de la fresquera y sus dos baldes, de la canelera y su país del oro y la miseria, de la huevera y sus proclamas picaras, de la espumillera y sus ilusiones de célibe, de la frutera y sus mejillas, dueño del dulcero y sus alfajores y buñuelos y yemitas, del celador y de su pito, del escapero y sus pies de Mercurio, del pesquisa y su recompensa, del soldado y la guaricha, del corocero y sus figurillas, del mercachifle y sus yardas de palo, del caramanchelero y sus chucherías, del timador y sus bolitas, del suertero y su papagayo, del charlatán y sus culebras, del embaucador y sus pomadas, del rufián y sus pelanduzcas, de la Loca y de su hija, de la gitana y de sus ojos, de los posilleros y de sus camas, del voceador y de su escándalo, del fondero y sus calderones. del tendero y sus balanzas, del vecino y del de al lado, dueño del cachivachero. (págs. 64, 65)
 Y  cuando describe que Don Ernesto era dueño del cachivachero, también enumera los artículos de éste último: “…y sus peinillas tijeras cuchillos navajas espejos botones trompos perinolas baleros yo-yos canicas calcetines almanaques alfeñiques animalillos anillos zarcillos debajeros zarazas rosarios escapularios mantas cintas imperdibles invisibles imposibles.” (pág. 66)
             4.      La elipsis la usa el autor omitiendo deliberadamente palabras, para darle sentido por los modismos a la frase: “pesar de que alguien dijo que mi madre se dedicó a la vida en Guayaquil cuando yo tenía uno o dos años” (pág. 103), aquí se refiere a se dedicó a la vida alegre, a la prostitución. “Una inquilina confesó que cada tarde robaba miel para untarse en las partes y hacerse lamer del perro que dormía con ella.” (pág. 46), se refiere a untarse miel en las partes íntimas de la mujer, el uso sólo de partes es también una forma de eufemismo para que la frase no suene muy sicalíptica.
 5.      El pleonasmo lo usa el narrador aumentando palabras para enfatizar y darle vigor a la expresión: “Cayó exactamente como un zapallo, rebotó con rebotes secos” (pág. 103).
 6.      La ruptura de sistemas es también un recurso utilizado en la narración, describiendo hechos que se salen de esquemas lógicos para lograr mayor expresividad en el texto:
“Por la ventana del tercer piso salieron un piano, un asiento de tornillo y un pianista de espalda erecta que siguió tecleando en el aire sin saber qué es lo que pasaba.” (pág. 44).
“llevando las cosas más queridas para morir junto a ellas: [...] el olor de clavo de olor sostenido en un algo de algodón” (pág. 41).
7.      La sinestesia es usada en el relato para producir efectos estéticos y de sensaciones.  Usa la conocida frase del pasillo Sombras, “me envolverán las sombras” (pág. 127). representa una sinestesia combinando los sentidos del tacto con lo visual.  
  La Linares, una sátira de la sociedad y, sobre todo, del poder establecido de ese tiempo (siglo XX, 1920-1950)
Iván Égüez de manera certera dibuja y caricaturiza a nuestra sociedad ecuatoriana a mediados del siglo anterior, hace referencias claras al escenario político y social del Ecuador en los años 1920 al 1950. Crea a una damisela, María Linares, con su tragicómica vida en el contexto de hechos históricos del Ecuador. Los abuelos de la Linares mueren en el suceso de la matanza a los obreros el 15 de noviembre de 1922, sitúa al abuelo materno denominado “el Mono”  en el epicentro del alzamiento así y que su motivación era el rescate de unas “mulas ciegas”:
En Quito se decía que supiste sobreponerte a la tragedia que nuestro padre el Mono mismo ha de haber buscado, porque se había hecho medio bolche, que meses antes a la masacre ya se había quedado sin el empleo que tenía en los talleres ferroviarios de Durán por pedir con paro el aumento de salarios y disminución de las horas de trabajo; [...]  El Mono decía que la vendeta no era por los reclamos que hacía en la Gerencia o en la Proveeduría a la Empresa, sino por haber salido en defensa de las mulas ciegas: todo el pedernal que barrenaban los zapadores era movilizado dentro de las mismas por mulas que jamás salieron a mirar el sol: nacían en la obscuridad, cargaban en la obscuridad y morían en la obscuridad. Esto le parecía espantoso a nuestro padre y un día organizó la gran marcha a fin de que vean la luz. (Égüez, 2010, pág. 58)
 El autor se burla de la sociedad capitalina y hace un relato ,como un cuento inventado, un hecho que históricamente sucedió en febrero de 1949 cuando Radio Quito, emulando a Orson Welles, transmitió la novela de Guerra de los Mundos de manera realista simulando una noticia de último momento, una invasión marciana en Quito.  Égüez se burla en la novela del imaginario colectivo, de la reacción de la gente, relatando así:
La ciudad había perdido sus proporciones. Ya no cabía tanta gente en las calles. Hasta los perezosos y los petacas habían hecho varios viajes hacia el sur llevando las cosas más queridas para morir junto a ellas: los portarretratos, las cartas, las estampas, el calzador, las medallas, los corozos, las chinas, los carey, las polveras, [...] el antifaz, la chispa, la petaca, los penecas, el sonajero y el chinesco, la matraca y la guara- ca, el samovar y el escalfador, el sacacorchos y el tapapicos, el reclinatorio y la mecedora [...] (págs. 41, 42).
 Cuando la gente se da cuenta que fue un engaño la noticia, el novelista relata con humor negro y sarcasmo la reacción:
Cuando trataron de explicar que era una broma, una adaptación criolla a la obra de Wells, todo fue muy tarde. Lo primero que hicieron fue desnudarse y empapar sus ropas con gasolina para avivar con ellas las llamas que ya lamían el edificio.  Por la ventana del tercer piso salieron un piano, un asiento de tornillo y un pianista de espalda erecta que siguió tecleando en el aire sin saber qué es lo que pasaba. Entre los incendiarios se hallaban en primera fila los huérfanos de último minuto, los que habían confesado y pedido perdón a gritos, los que se habían abrazado con sus enemigos, los cortados el sueño de gana, los que se quedaron con las esposas pasmadas, piponas y sin poder moverse, el duende con sus ojos del porte de la plaza y del tamaño del espanto, los que habían llevado acuerdos mortuorios al periódico y habían sido rechazados porque les faltaban uno o dos sucres, en fin los que habían sido maltratados alguna vez en los editoriales de El Mercantil repetidos en la radio. (págs. 43, 44).
 El edificio que se quemó en llamas era el de El Comercio, donde funcionaba el periódico del mismo nombre y la radio Quito.  En la vida real este suceso provocó muertes.  Égüez en la obra llama El Mercantil al periódico El Comercio, y le endilga todos los vicios que la prensa corrupta tenía en aquella época.
 El terremoto de la Flores contado en la novela sucedió por esa época.  El 5 de agosto de 1949 el terremoto en la tierra de las flores y las frutas, Ambato, sepultó una buen parte de la región en el Tungurahua, contándose alrededor de ocho mil muertos y decenas de miles de viviendas damnificadas.    La solidaridad mundial se hizo manifiesta con todo tipo de ayudas que llegaron al país.  Égüez lo cuenta así:
[...]rellenó las bodegas presidenciales, los corredores, el gran pasillo, el altillo, las buhardas, el palomar, el torreón de guardia, los calabozos, los cuartos falsos, el túnel al convento, la salida a la quebrada, el pasadizo al cuartel, la fosa, la capilla, las catacumbas, el salón amarillo, el salón azul, el salón rojo, las salas de espera, las salas de desespera, las salas de recibo, las salas de audiencia,  las salas confidenciales, la alcoba pública, la alcoba de secretarias, la alcoba íntima, el comedor de los esbirros, el salón de credenciales, el muladar de los pesquisas, el salón de los espejos, la galería de presidentes, el cagadero de edecanes y el estercolero de los ahijados. Lo mismo hizo con las casas de hacienda de las Haciendas Presidenciales, las abarrotó con enormes fardos que venían zunchados desde las cuatro puntas del planeta hasta este país sentado en el ombligo del mundo y en el cual según los termómetros de la paciencia no pasa nada a más de la línea equinoccial. (págs. 74, 75).
 La novela La Linares presenta a un Presidente de la República, denominándolo como “el Presi”, que dado los tiempos y varias características descritas en la obra, alude al Presidente de la época, a Galo Plaza Lasso.  Lo presenta como la manifestación de lo oprobioso de la clase política ecuatoriana, entreguista e interesada en proteger los intereses de su clase y grupos vinculados con el poder.  Entre las muchas partes nombradas al presidente, podemos recoger esta:
 El Presi era buena persona, grandote e inofensivo como una palanqueta totémica, rubicundo, narizón hasta la simpatía, bonachón hasta el anonimato, merlino, ojos de azul bobo como decía la gente. Era en materia de discursos un nuevo estilo, no movía las manos ni gesticulaba al hablar, no cambiaba el tono ni el volumen, no usaba palabras raras como tránsfugas, rastacueros, ratoniles, mostrencos, mequetrefes. “Habla como evangelista” decían al principio, pero los editoriales de El Mercantil comenzaron a machacar que ahora el paisito ha superado las arengas fogosas vacías de contenido. Desde entonces al Presi le decían que es un Presi Práctico.
- En eso sí se parece a los gringos, no se anda con vainas, decía el Cuete.
- Por algo la Columbian le dio el título de Doctor Menoris Causa, decía chanceando La Linares.
El presi era un gran gente, un verdadero demócrata según El Mercantil.  No le importaba codearse con los cholos, era deportista, chullero, le gustaba bailar aires típicos, sanjuanitos, cachullapis, incluso en la plaza a veces. Tenía la soltura y desfachatez del patrón gringo y la sal y chabacanería del mayordomo pícaro. Era una mezcla de chicle y tripa mishqui, de chicha y coca-cola. El en persona iba a franquear las cartas al Correo o a ordeñar las Holstein, era diestro para el sapo, se hacía retratar en short jugando fútbol en la plaza y se sentaba en cualquier localidad en la Plaza de Toros. (pág. 82).
 Para esa época, el país no había llegado a explotar el petróleo en la Amazonía, se estaban dando las primeras exploraciones por compañías extranjeras norteamericanas el Gobierno de Plaza Lasso no creía en las posibilidades de encontrar crudo en el Oriente y pronunció la famosa frase: “el Oriente es un mito”. En su periodo, Galo Plaza,  abrió las puertas a las misiones protestantes.  La novela relata con sarcasmo estos hechos así:
Entre choclos humeantes, cariuchos, llapingachos, timbuschcas, mondongos, cuyes y puerco hornado se firmó el Tratado Militar de Pestilencia Recíproca con las águilas del norte. Después de la firma -le contaba el Cuete a La Linares— un editorialista de El Mercantil le preguntó al Embajador de las águilas sus impresiones, y éste respondió.
—Todo very well, nos hemos servido hasta el último bocado.
Cuando el Presi dijo “nothing, nothing. nada por aquí, nada por acá”, lo dijo seguro de lo que decía, porque la Shell le pasó el informe diciéndole “take it easy boy, en esa selva a más de tzántzicos reductores de cabeza no existe nada, nosotros seguiremos ocupando esas provincias pero con fines evangélicos y antropológicos”. Y vinieron los Institutos Lingüísticos, las Fundaciones, los Programas, los Hijos de Jehová, los Hijos de El Salvador, los Hijos del Señor, los Hijos de Cristo Rey, los Hijos de Dios General de los Ejércitos, los Hijos de las Siete Plazas, los Hijos de las Siete Leches, los Hijos de la Gran Flauta y los Hijos de la Gran Puta (pág. 83).
 La novela La Linares quiere también satirizar el fervor religioso, apuntando los dardos a la Quito colonial con una herencia barroca católica romana riquísima:
El balcón había sido arreglado con el acostumbrado esmero, cubierto con edredones de seda, colchas de terciopelo, lazos de papel crepé, cadenas en papel de estraza, floreros de bronce, faroles, lámparas votivas de cristal verde celadón y candelabros de plata con el llamón protegido por cascarones de vidrio espumado que, contra pared, alumbraban a los cuadros de San Buenaventura, La Dolorosa, La Reyna de los Ángeles, San Cipriano y el Pastor de los Desamparados, constituyendo el todo un portentoso y entrehecho retablo. (pág. 86).
 Y la obra también, como asimilándose a las viejas historias del Padre Almeida, nos presenta a un cura Canónigo, deseoso de tener un encuentro con la Linares “Una tranquila madrugada las cuatro campanadas de la Catedral fueron reemplazadas por discretas piedrecillas que se alzaron como gorriones a picotear el balcón de La Linares: era el Canónigo Moscoso...” (pág. 117).
 Siempre las sociedades conservadoras nos dejan en el imaginario colectivo la idea del grupo de damas de la sociedad, como un grupo que se reúne para fines caritativos pero que no pueden dejar de sucumbir al chisme, el cuento y el enredo.  En la obra, el autor muestra así a este clásico grupo de señoras:
Me invitaban a una reunión de damas caritativas. Esta vez la esquela estaba firmada por el Canónigo y traía el sello cardenalicio. Se iba a realizar en casa de doña Paulina.
Las encontré maternales, perdonavidas.  Estaban noveleras, sin la consciencia exacta de lo que sentían, de lo que eran en ese momento: las madres de la gran puta, casi las madres de la puta madre.  Y el Canónigo Moscoso, parado ahí, arrimado a la puerta con las manos entre las mangas de su sotana, como contando billetes por dentro, santificando la putería. (pág. 116).
 Esta novela, neo-barroca, neo-costumbrista, no convencional, es la manifestación creativa de contarnos, como confesión social, un poco de lo que nuestra sociedad ecuatoriana ha sido, y en muchos términos lo sigue siendo.  Después de 40 años de haber sido presentada esta obra, sigue intacta como un reflejo burlesco, satirizador, cómico, caricaturizador de las entre pieles del alma de nuestra sociedad presente.
  Bibliografía
Corrales, M. (2010). Costumbrismo, picaresca, barrroco, realismo: la herencia superada. En I. Éguez, La Linares (pág. 145). Quito: Eskeletra.
Dávila, J. (2010). La Linares como novela Neo-Barroca. En I. Égüez, La Linares (pág. 157). Quito: Editorial Eskeletra.
Égüez, I. (2010). La Linares. Quito: Eskeletra.
Rodrígez Compare, P. F. (s.f.). Un punto de encuentro con la historia del arte. Recuperado el 2 de enero de 2015, de http://estudi-arte.blogspot.com/2009/05/el-arte-barroco-concepto.html
Sénz de Medrano, L. (2014). Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Recuperado el 2 de enero de 2015, de http://www.cervantesvirtual.com/obra/los-limites-del-barroco-literario-hispanoamericano/
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jccamus · 5 years
Text
El Peneca. - BND: Hemeroteca
El Peneca. - BND: Hemeroteca https://ift.tt/32adE8x
Descripción Física
50 v. : il. (algunas col.) ; 27 cm.
Notas
General
Subtítulo de la portada: Semanario ilustrado para niños.
Referencia Bibliográfica
El Peneca. Santiago : Zig-Zag, 1908-1972. 50 v. : il. (algunas col.) ; 27 cm. .
https://ift.tt/33rPlDi via BND: Hemeroteca October 13, 2019 at 12:04AM
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