ayamorrr

[ayamorrr]

¿Alguna vez sintieron su corazón tambalear entre el miedo y el deseo?

Me encontraba en el mercado, camino a casa. El aire estaba impregnado de especias y leños quemados, una mezcla que se escondía en cada rincón.

Entre el bullicio, mis pasos se detuvieron frente a un puesto que parecía fuera de lugar. Las cortinas de la tienda eran de escenario: elegantes y pesadas, decoradas con bordes ondulados de encaje y borlas doradas. Enmarcaban, como si de un teatro perdido se tratara, una colección de relojes, cuadros y hermosas piezas de antigüedades atrapadas en el tiempo.

En un rincón, sobre una caja de terciopelo azul, descansaba un fino collar de joyería antigua.

Sus ramas, talladas en plata, brotaban de un árbol encantado y se entrelazaban con delicadeza, envolviendo una potente cruz.

En el centro, una gema roja latía con un fulgor casi abrazador, como si en su interior ardiera una llama eterna.

En su extremo, una lágrima de rubí —aún tibia, deliciosa y perfecta— caía en un final inacabable…

El hombre del puesto apenas levantó la vista cuando mi mano rozó el collar.

No recuerdo haberlo tomado, pero, de repente, estaba entre mis dedos. Me fascinaba su color.

No era simplemente hermoso. Era… inquietante.

—Es para usted —interrumpió el vendedor, en un tono bajo, como si el mercado entero no debiera escucharlo.

Me sentí atraída de una manera inexplicable. Mi corazón se agitaba…

Aquella piedra parecía observarme.

Lo recordé a él de inmediato, tal cual lo había visto bajo el techo de la tienda de relojes, la noche en que todo comenzó…

—Pruébeselo —insistió el hombre, con una calma que contrastaba con mi inquietud.

Retrocedí ligeramente, alejando mis manos —y con ellas, la cruz—, siendo incapaz de apartar la mirada de esa gema.

Pero, antes de que pudiera decir algo, sus dedos ya habían deslizado el collar sobre mi piel. Su movimiento fue tan rápido y preciso, que apenas tuve tiempo de reaccionar.

El metal era frío…

Y, sin embargo, sentí un calor recorrerme el cuerpo que jamás olvidaré. Como si esa piedra encendiera algo dentro de mí.

La gema ardió contra mi pecho. Y cuando la cadena se cerró en mi cuello, una ráfaga de viento irrumpió en la tienda.

Las cortinas se agitaron.

Los espejos temblaron.

Y un escalofrío helado me atravesó entera.

Cerré mis ojos.

Por un instante, el mundo se detuvo.

Había algo más profundo que nos ataba…

—Le queda perfecto —murmuró el vendedor, mientras su voz flotaba entre la niebla, tan irreal como la escena misma.

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[ayamorrr]

[ayamorrr]

¿Alguna vez sintieron que el deseo puede ser tan peligroso como tentador?

Yo no.

No hasta que lo conocí a él.

La primera vez que lo vi, no sabía quién era ni qué buscaba. Pero todavía tengo vivo el recuerdo de aquella noche. Era tarde, y la oscuridad se hundía en un silencio que pesaba.

Él estaba allí, bajo el techo de una tienda de relojes antiguos… como si el tiempo mismo le perteneciera.

El frío intenso del invierno movilizaba mi sangre. Apretaba los pliegues de mi abrigo contra el cuerpo, y, aun así, se filtraba hasta la piel.

El taxi no llegaba, y las luces de la calle parpadeaban, como si supieran algo que yo no.

Fue entonces cuando me detuve en sus ojos….

Era como si algo dentro de mí reconociera el peligro… y, aun así, lo deseara.

No pude apartar la mirada de la suya.

No quise.

Dios… ¿qué me pasa?

¿Qué haces conmigo? —pregunté.

No era la primera vez que sentía sus ojos sobre mí, aunque estaba segura de no haberlo visto antes.

¿Cómo podía ser?

Había algo inquietantemente familiar en su mirada. Como un recuerdo olvidado...

Entonces, en un instante sigiloso, todo se volvió extraño.

El aire, más frío.

El silencio, más profundo.

Y mi corazón… latía con más fuerza.

Parpadeé.

Al abrir los ojos, él ya no estaba allí.

Había desaparecido, como si se hubiera disuelto en la noche misma, en la niebla helada.

Al llegar a casa, no pude dormir....

Esto fue solo el comienzo de mi historia…

¿Qué harían si una mirada desconocida les hiciera sentir que todo está a punto de cambiar?

...¿Escaparían?

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[ayamorrr]

Rezaba a Dios hoy ya no le hablo. A veces lo pienso... aunque, no me animo a mirarlo||