Text
Mito sobre la creación de internet 👩🏽💻
Registro #13 / 10.06.2021 📲
Instrucciones: Creación de texto a partir de cero.
Hace muchos años, justo después de que los dinosaurios y mamuts se extinguieron, llegó a nuestra vida el internet. Corría el año de 1910 y yo tenía solo 21 años, después de algunas guerras y conflictos en el mundo, a alguien en algún extraño y desconocido lugar del mundo se le ocurrió crear el internet: “esa cosa” que viaja a través de la luz, el universo, que necesita programas, luces que encienden y hasta hacen corto circuito.
Para ser sincera nunca imagine que el internet iba a ser tan importante en nuestro día a día, pero bueno, regresemos al inicio; aún recuerdo el día en que una señora que llevaba una canasta de pan y un bote de leche gritó que escuchaba sonidos extraños en una cabaña justo en la esquina del parque a un lado de la panadería, a cinco cuadras de la Torre Eiffel.
Ese mismo día por la tarde la policía entró a la fuerza a la cabaña y encontró a un tipo sentado con una pantalla, luces, cables y herramientas que nadie conocía, parecía como si hubiera venido del futuro a salvarnos a todos, ---claro que en ese entonces yo solo creía que era un lunático---; en fin, ese día por la noche no lo pudieron apresar ya que no estaba haciendo nada “ilegal”.
Exactamente una semana después había luces por todo París y por todo el mundo, en la televisión transmitían los alumbrados en el mundo entero y dos días después parecía que habíamos brincado al año 2000 aunque no era así: en las tiendas vendían computadoras que eran unas cosas enormes, al parecer el tipo encerrado en la cabaña venía de otro país justo al norte de México y no era el único. A voces en París se decía que existían sujetos en cada país del mundo haciendo pruebas sobre las computadoras y algo más (que era internet, pero en ese entonces no sabíamos que ese sería su nombre).
En realidad, fue una revolución enorme, y no de golpes o sangre, la gente en realidad parecía sedada no podíamos creer lo que pasaba; pero claro que yo no me iba a quedar con la duda. Como escritora, autora de libros y cronista en el periódico más vendido en París, así que tenía que entrevistar al sujeto misterioso y saber qué eran esas cosas enormes, que hacían, porque se llamaban computadoras y que era eso de internet. Lo estuve “cazando” por semanas, hasta que un día sentada en el parque lo vi pasar con una bolsa enorme llena de cables, caminé hacia él y le dije:
- ¡Señor, señor! ¿me permite un momento? Me gustaría entrevistarlo y tener una charla con usted
- Claro señorita, dígame, podemos ir al café de enfrente y conversar. Me dijo muy seguro con un acento francés muy extraño
Nos sentamos y ordenamos un té y un café
- ¿Qué está pasando en París y en el mundo?
- Excelente pregunta señorita, estamos evolucionando, creciendo y esto nos va ayudar. El internet nos va a permitir el intercambio libre de información entre todas las personas que lo usen, es decir si desea enviar un mensaje lo puede enviar desde un correo en una computadora y otros aparatos que se van a ir creando y ya no va a tener que ir a la oficina de correos y esperar más de 15 días a obtener respuesta, el internet nos va a dar rapidez.
O si desea poner en internet una página de su periódico o un libro lo va a poder hacer y no solo se va a quedar en Francia o Europa, sino en todo el mundo sin necesidad de imprimir, vamos a poder enviar fotos, jugar y van a suceder cosas que nadie va a poder creer.
(Yo lo veía con cara de: ¿De qué rayos me habla este sujeto?Para ser sincera no comprendía ni una sola palabra de lo que me dijo. Le sonreí y me dijo
- ¡Ya verás!
Tomó sus cosas y se fue. Días después hubo una gran explosión decían que comenzaba otra guerra, se fue la luz y los cables que estaban en el aire, las computadoras desaparecieron de las tiendas y todo regresó a como estaba. La gente dejó de hablar de eso, como si en realidad nunca hubiera existido porque había otras cosas por las cuales preocuparse y yo tenía mucho trabajo en el periódico; no sé qué haya pasado pero unos años después de la guerra había gente hablando de tecnología, había televisión a color, el teléfono era más moderno y todavía llegue a ver las computadoras y teléfonos con internet.
Ahora les platico esto porque a mi nieta le dejaron una tarea de ¿Cómo surgió el internet? Claro que nadie le va creer mi historia, pero así fue. La gente del pueblo decía que era gente del futuro avisandonos de las cosas que iban a pasar y yo les creo, porque en ese momento no estábamos preparados para una revolución tecnológica tan grande y sé que con el tiempo va a ir creciendo, aunque no lo pueda ver, pero esa fue una de las primeras apariciones del internet.
FIN.

1 note
·
View note
Text
La vida de Lazarillo de Tormes, de sus fortunas y adversidades 🪨
Registro #12 / 5.O6.2O21
Fragmento contextualizado
Tratado primero
Cuenta Lázaro su vida y quiénes fueron sus padres 👨👩👦
Esta historia comienza así, mi nombre es Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, nativos de Tejares, aldea de Salamanca España. Nací en el río Tormes, por ello tengo ese sobrenombre, y fue de esta manera: mi padre, que Dios perdone, trabajaba en atender un molino que estaba a la orilla de aquel río, trabajo en el cual estuvo más de quince años; una noche mi madre estaba cerca del molino, embarazada de mí y allí me tuvo; de manera que en verdad me puedo considerar nacido en el río o al menos cerca de él.
Cuando yo tenía ocho años, acusaron a mi padre de robar de lo que la gente venía a moler, por lo cual fue encarcelado, confesó y no lo negó, después de eso vivió una persecución por la justicia. Espero que Dios lo tenga en la gloria, pues el Evangelio llama bienaventurados a los perseguidos.
En este tiempo se organizó una expedición naval para luchar contra los moros (musulmanes), y en ella fue mi padre, que por entonces estaba expulsado a causa del desastre ya dicho, con el oficio de cuidar las mulas de un hombre que allá fue, y con su señor, como criado fiel, acabó su vida. Murió.
Mi madre quedó viuda y al verse sin marido y sin protección, decidió que nos fuéramos con la gente de ciudad para ser uno de ellos, cuando llegamos mi madre alquiló una casa, y comenzó a trabajar de cocinera para unos estudiantes; lavaba la ropa a ciertos jóvenes solteros pertenecientes a los militares de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas donde ellos se encontraban. En ellas conoció a un hombre moreno de los que cuidaban los animales. Este algunas veces iba a nuestra casa y se iba por la mañana. Otras veces, llegaba en el día y, con la excusa de comprar huevos, entraba a la casa. Yo, al principio sentía miedo de él, viendo el color de su piel y el feo rostro que tenía; después de un tiempo vi que ya no sufriamos con la comida entonces le comencé a tomar cariño porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leña, con la que nos calentabamos.
Paso el tiempo y el seguía visitando la casa de noche y de día entonces mi madre vino a darme un hermano negrito muy bonito, con el cual yo jugaba y ayudaba a cuidar. Recuerdo muy bien que estando el negro de mi padrastro jugueteando con el pequeño, yo veía como el niño nos observaba a mi madre y a mí blancos de color de piel, y a él no, entonces ese día huyó de él fue hacia mi madre, con miedo, y, señalándole con el dedo, dijo:
¡Mamá, coco!
Mi padrastro respondió riendo:
¡Maldito!
Yo, aunque aún era muy niño, pensé en aquella palabra de mi hermanito, y dije para mí: «¡Cuántas personas debe de haber en el mundo que huyen de otras porque no se ven a sí mismas!».
Quizá nuestra mala fortuna hizo que llegara a oídos del señor a cargo del trabajo de la zona la relación entre mi madre y Zaide, así se llamaba mi padrastro, entonces hicieron una investigación y se descubrió mi padrastro robaba la mitad de la comida que le daban para los animales, y simulaba que se habían perdido cepillos, paños, leña, pienso, y hasta las mantas y sábanas de los caballos; y cuando no tenía otra cosa, quitaba las herraduras a los animales, y con todo esto ayudaba a mi madre a criar a mi hermanito.
Si no nos asombramos de un clérigo ni de un fraile cuando el primero hurta a los pobres y el segundo al convento para mantener a sus devotas y a sus hijos, tampoco debemos sorprendernos de un pobre esclavo al que el amor le animaba a hacer lo mismo. Es decir, no nos debería sorprender que mi padre haya robado y mi padrastro igual solo por mantener a sus hijos y por amor.
Después de un tiempo consiguieron pruebas ya que a mí me preguntaban con amenazas, y, cómo era niño, respondía con miedo y descubrieron cuánto sabía: hasta herraduras que por órdenes de mi madre vendí a un herrero. Al pobre de mí padrastro lo azotaron y le echaron grasa caliente sobre las heridas de los azotes, y a mi madre le pusieron una condena que era no entrar en la casa del joven militar, ni esconder en nuestra casa al lastimado Zaide y de cajón los acostumbrados cien azotes,
Por no empeorar las cosas mi pobre mamá sacó fuerzas y cumplió la sentencia. Por evitar más peligros y quitarse de los chismes, se fue a trabajar a los que por entonces vivían en una posada de la Solana; y allí, viviendo mil incomodidades, se acabó de criar mi hermano hasta que supo caminar, y yo hasta que fui buen hijo y adolescente, yo ayudaba en la posada; iba por vino y por velas para los huéspedes y por todo lo que me mandaban.
En este tiempo llegó a la posada un hombre ciego, el cual, creyendo que yo serviría para guiarlo, hablo con mi madre para que trabajara con él, y ella me autorizo trabajar con él, diciéndole que yo era hijo de un buen hombre, el cual, por defender la fe, había muerto en la batalla de los Gelves, y que ella confiaba en Dios que yo no saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba que me tratará bien y viera siempre por mí, pues era huérfano y no tenía nadie. Él respondió que así lo haría y que me recibiría, no por joven, sino por hijo. Y así comencé a trabajar y a guiar a mi nuevo y anciano dueño.
Como estuvimos en Salamanca algunos días y las ganancias no eran del gusto de mi jefe, decidió irse de allí; y cuando llegó la hora de irnos, yo fui a ver a mi madre, y ambos llorando, me dio su bendición y dijo:
Hijo, ya sé que no te veré más. Procura ser bueno, y que Dios te guíe. Te he criado y con buen jefe te he puesto; cuídate por ti mismo.
Y así me fui con mi amo, que me estaba esperando.

0 notes
Text
Caperucita Roja 🐺
Registro #11 / 29.O5.2O21 💫
Instrucciones: Sin modificar el sentido de la historia original, crearás una reversión del cuento a partir de la mirada del personaje que elijas: Caperucita, mamá de caperucita, lobo, abuelita o cazador. 📝
Un cuento de los hermanos Grimm, desde la perspectiva del lobo. 🐺
Era un día nublado y triste como los que siempre me tocaba vivir, me encontraba solo vagando en el bosque, cansado y hambriento, era lo que a un lobo como yo le tocaba vivir, de repente después de tanto caminar, me tope con una cabaña donde había una adorable niña que era querida por todo aquél que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, al menos era lo que escuchaba a través de la ventana, pensé en entrar pero vi una escopeta así que aguardé escuchando la historia que contaba la pequeña niña, al parecer una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un color rojo su abuela, que le quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así que la empezaron a llamar Caperucita Roja.
Terminando la historia sobre su absurda capa escuché que su madre le dijo:
- "Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y una botella de vino, llévalas en esta canasta a tu abuelita que está enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora temprano, antes de que caliente el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, "Buenos días," ah, y no andes curioseando por todo el aposento."
- "No te preocupes, haré bien todo," dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente.
Al parecer la abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Así que ideé un plan para seguirla y comerme a su abuela tan débil, la comida de la canasta y a la niña. Y no más había entrado Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró conmigo; un lobo fuerte, grande y claro que hambriento. Caperucita Roja no sabía que yo le pudiera hacer algún daño, y no tuvo ningún temor hacia mí.
- "Buenos días, Caperucita Roja," dije mirándola fijamente.
- "Buenos días, amable lobo." Me respondió.
- "¿Adónde vas tan temprano, Caperucita Roja?"
- "A casa de mi abuelita."
- "¿Y qué llevas en esa canasta?"
- "Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse."
- "¿Y adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?"
- "Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto," me contestó inocentemente Caperucita Roja.
La miré y dije en silencio a mí mismo:
- "¡Qué criatura tan tierna! qué buen bocadito - y será más sabroso que esa viejita. Así que debo actuar con delicadeza para obtener ambas fácilmente."
Entonces me decidí a acompañar a Caperucita Roja un pequeño tramo del camino y luego le dije:
- "Mira Caperucita Roja, que lindas flores se ven por allá, ¿por qué no vas y recoges algunas? Y yo creo también que no te has dado cuenta de lo dulce que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras que todo el bosque está lleno de maravillas."
En cuanto le dije eso Caperucita Roja levantó sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aquí y allá entre los árboles, y vio las bellas flores y el canto de los pájaros, me dijo:
- "Supongo que podría llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarán. Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito, siempre llegaré a buena hora."
Entonces logrando mi objetivo ella se salió del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veía otra más bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque.
- Mientras tanto aproveché el tiempo y corrí directo a la casa de la abuelita y toque a la puerta.
- "¿Quién es?" me preguntó la abuelita.
- "Caperucita Roja," conteste.
- "Traigo pastel y vino. Ábreme, por favor."
- "Mueve la cerradura y abre tú," gritó la abuelita, "estoy muy débil y no me puedo levantar."
Moví la cerradura, abrí la puerta, y sin decir una palabra más, me fui directo a la cama de la abuelita y de un bocado me la tragó. Y enseguida me puse ropa de ella, me coloqué un gorro, me metí en la cama y cerré las cortinas.
Yo pensaba que mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado recogiendo flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en camino hacia ella.
Cuando llegó, vi a lo lejos su cara de sorpresa al encontrar la puerta abierta, grave error que cometí y al entrar a la casa, vi su mirada tan extraña que escuché que se dijo para sí misma:
- "¡Oh, Dios! que incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita."
Entonces gritó:
- "¡Buenos días!," pero no le respondí, así que fue al dormitorio y abrió las cortinas.
Allí parecía estar su abuelita con su gorro cubriendo toda la cara, y con una apariencia muy extraña.
- "¡!Oh, ¡abuelita!" me dijo, "qué orejas tan grandes tienes."
- "Es para oírte mejor, mi niña," fue la respuesta que le di.
- "Pero abuelita, qué ojos tan grandes tienes."
- "Son para verte mejor, querida."
- "Pero abuelita, qué brazos tan grandes tienes."
- "Para abrazarte mejor."
- "Y qué boca tan grande tienes."
- "Para comerte mejor." Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salí de la cama y me tragué también a Caperucita Roja.
Estaba tan satisfecho después de no haber comido tanto tiempo así que tomé una siesta y me volví a tirar en la cama, y una vez dormido comencé a roncar fuertemente.
Se que roncaba fuerte porque desde pequeño mi mamá siempre decía eso; caí profundamente dormir sentía una gran molestia en mi barriga y un ardor así que desperté.
Al momento de abrir los ojos me lleve la gran sorpresa de que estaba Caperucita Roja, la abuela y un cazador con una enorme hacha; me estaban cosiendo la barriga así que trate de huir y correr los más lejos pero no pude, algo me pesaba en la barriga y sentia como me desmayaba. Era un dolor impresionante.
Observaba a ese hombre, yo conocía a ese cazador, llevaba meses siguiendo desde que llegué a este bosque así que por fin me había atrapado, todo por un torpe descuido de mi parte.
Las tres personas se sintieron felices, lo veía en sus caras. El cazador me quitó la piel y se la llevó a su casa. La abuelita comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanimó. Pero Caperucita Roja solamente me dijo en mi lecho de muerte:
- "Mientras viva, nunca me retiraré del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me había ya prohibido hacer."
Cerré los ojos y morí.
Claro que el final de esta historia hubiera sido más feliz si las hubieras masticado en lugar de tragarlas, pero esta suele ser la vida de un lobo atrapado en el bosque.



7 notes
·
View notes
Text
La cigarra y la hormiga 🐜
Registro n° 10 / 22.O5.2O21 ✨
Instrucciones: Amplificando esta fábula: Puedes cambiar de estilo directo a indirecto, puedes añadir diálogos, y recursos literarios, descripción, explicación, argumentación, entre otros.
El feliz y caluroso verano 🌞
Era un caluroso y hermoso verano se sentía la humedad, el sol en su máximo esplendor, las flores y plantas se sentían tan vivas y los animales felices y trabajadores, uno de ellos era la cigarra; era un bicho de lo más feliz ya que disfrutaba del sol que brillaba alto en el cielo, de las flores que perfumaban el aire, del calorcito sobre su cara... la cigarra no hacía más que cantar todo el día, recostarse en una roca, comer lo que estaba a su alcance y disfrutar de los placeres de la naturaleza ya que estaba tan contenta del clima. Se pasaba el día sobre una roca o sobre una rama, cantando a los cuatro vientos, sin preocuparse de nada más que de disfrutar del sol que calentaba su cuerpo. El final de la primavera y todo el verano era lo mejor para la cigarra ella vivía día con día sin preocuparse del mañana, se relajaba y analizaba la forma de las nubes, el soplar del viento, el olor a tierra mojada y la música al ritmo del viento.
En cambio, su vecina y amiga, la hormiga, trabajaba de sol a sol sin descansar, sin tomarse un momento de relajación y apreciar todo aquello que la naturaleza les brindaba. La cigarra la veía pasar cientos de veces, cargando alimentos que recogía en el prado y llevándolos hasta su hogar. Se preguntaba porque la hormiga no paraba ni a beber un poco de agua y parecía muy animada cargando alimentos como si todo eso fuera a comerlo en un solo día, no entendía porque la hormiga no se recostaba con el apreciar la dulzura y suavidad del viento, lo que a la cigarra le parecía que su amiga no sabía disfrutar de la vida:
¡Amiga mía! ¿No te cansas de tanto trabajar? Relájate un rato, ven conmigo a cantar, a disfrutar del sol, de la frescura del viento y te invito un chorrito de agua para que te relajes - le decía la cigarra a la hormiga.
¡El verano terminará y con él también se acabarán los alimentos! En lugar de holgazanear todo el día sobre una rama tendrías que recoger provisiones para el invierno, ya que este verano no es eterno como tu quisieras; ¿acaso has pensado en lo que va a pasar el día de mañana si no hay comida? Creo que exageras en relajarte - le respondía la hormiga, sin dejar de transportar semillas, hojas y con una gotita de sudor en su frente.
La cigarra se reía a carcajadas de esta amiga tan seria, pero aun así seguía cantando sin hacerle caso; tomó una hoja con agua dos semillas las tragó de un solo bocado de recostó en la roca y comenzó a silbar. Cerró los ojos y solo pensó ¡Ya habría tiempo para pensar en el invierno, ahora a disfrutar que el mañana es lo último que queda!
Llega el frío invierno ❄️
Pero los días pasaron, las hojas comenzaron a caerse, los días calurosos y sudorosos llegaban a su fin, el aroma de las flores frescas y árboles frutales del prado se desvanecieron y una mañana al despertarse, la cigarra sintió frío abrió sus pequeños en hinchados ojos y vio a su alrededor que el frío invierno había llegado. Los árboles ya no tenían hojas, la tierra estaba cubierta de nieve, las rocas estaban congeladas, no había ni una sola hoja, ni una sola semilla para comer; en fin, no había algo con lo que pudiera sobrevivir al frío invierno que estaban viviendo.
La cigarra comenzó a vagar, muerta de hambre y frío, tratando de encontrar algún alimento. Temblaba de frío, sus ojos y pequeñas patitas se hacían más pequeñas de lo congelado que estaba afuera y no se veía ni una sola hojita verde, ni una sola semilla en todo el campo. Cansada, hambrienta y muerta de frío, vio a lo lejos la casa de su vecina la hormiga; aceleró el paso y se acercó para pedirle ayuda. Tocó desesperadamente con la poca energía que tenía y así la hormiga escuchando pequeños golpes en su puerta abrió encontrándose así con la sorpresa de que su vecina y la cigarra estaba congelada en la entrada de su casa.
Querida amiga hormiga, ayúdame por favor ¿me darías algo de comer? Tengo frío y mucha hambre, y en el campo ya no queda nada de comida. Llevo caminando por la nieve todo el día, no hay nada cálido afuera ni mucho menos comida. Tú tienes mucha, te he visto durante todo el verano y parte del otoño recoger la comida. Además, tu casa es cálida y cómoda, llena de hojas del verano y yo no tengo donde vivir. No puedo estar allá afuera me voy a congelar; el sol ni siquiera ha salido y no creo que sea así, pareciera que viene una tormenta de nieve.
La hormiga con una bufanda tejida con hojas en su pequeño cuello la miró con pena y le respondió:
Y tú, amiga cigarra, mientras yo trabajaba de sol a sol, ¿qué hacías? ¿Qué hacías mientras yo cargaba semillas y preparaba mi casa?
Yo... yo cantaba bajo el sol- le respondió la cigarra.
¿Cantabas bajo el sol? Y te burlabas de mí, no te acercaste a preguntarme si me podías ayudar en algo, no te importo verme trabajar durante en meses; yo te advertí que esto pasaría yo trabajé mucho para no sufrir en esta época y solo tú te burlabas yo no creo que después de todo mi esfuerzo, trabajo y sudor durante meses sea para ti. Pues entonces, si en el verano cantabas, ahora durante el invierno te tocará bailar. No puedo ayudarte tengo la comida y espacio exacto para mi y lo siento; toma algunas semillas y ojalá encuentres un refugio antes de que llegue la tormenta.
Tomó una hoja envolvió unas siete semillas y se las dio en su patita fría, tomó su bufanda y la puso en el cuello de la cigarra.
Y diciendo esto, cerró la puerta en la cara de la cigarra, que no tuvo más remedio que aprender la lección.
La moraleja de «La cigarra y la hormiga» 🪵🪨
La moraleja de esta fábula es bastante evidente, ¿no os parece? Para poder disfrutar, primero hay que trabajar. Es decir que hay que ser previsores, pensar en el futuro y trabajar duro cuando es necesario, para poder luego estar tranquilos.
La cigarra y la hormiga 🐜
2. Instrucciones: Abreviando la fábula: Puedes eliminar, suprimir, recortar información, pero no perder el sentido original de la historia.
Verano 🌞
Era verano, y la cigarra era un bicho feliz; disfrutaba del sol que brillaba, de las flores, del calorcito sobre su cara... la cigarra no hacía más que cantar todo el día. Se pasaba el día sobre una roca o rama, cantando a los cuatro vientos, sin preocuparse de nada más que de disfrutar del sol que calentaba su cuerpo.
En cambio, su vecina y amiga, la hormiga, trabajaba de sol a sol. La cigarra la veía pasar cientos de veces, cargando alimentos que recogía en el prado y llevándolos hasta su hogar. La cigarra pensaba que ella no disfrutaba de la vida:
¡Amiga mía! ¿No te cansas de trabajar? Relájate, ven conmigo a cantar y disfrutar del sol- le decía la cigarra a la hormiga.
¡El verano terminará y con él también se acabarán los alimentos! Mejor ayúdame a recoger provisiones para el invierno- le respondía la hormiga.
La cigarra se reía de ella, y seguía cantando sin hacerle caso. ¡Falta para el invierno!
Invierno 🥶
Los días pasaron, y el invierno llegó; la cigarra sintió frío y vio a su alrededor que los árboles ya no tenían hojas, y la tierra estaba cubierta de nieve. La cigarra comenzó a vagar, muerta de hambre. Cansada y hambrienta, vio la casa de su vecina la hormiga y se acercó para pedirle ayuda.
Amiga hormiga, ¿me darías algo de comer? en el campo ya no queda nada de comida. Tú tienes mucha, yo lo sé. Tu casa es cálida y cómoda, yo no tengo donde vivir.
La hormiga la miró y le respondió:
Amiga cigarra, mientras yo trabajaba de sol a sol, ¿qué hacías?
Yo cantaba bajo el sol- le respondió la cigarra.
Pues entonces ahora durante el invierno te tocará bailar.
Diciendo esto, cerró la puerta en la cara de la cigarra y no tuvo más remedio que aprender la lección.
La moraleja de «La cigarra y la hormiga» ✨
La moraleja de esta fábula es evidente. Para disfrutar, primero hay que trabajar. Hay que ser previsores, pensar en el futuro y trabajar duro, para luego estar tranquilos.


0 notes
Text
Registro 9 🖍🖍
0 notes
Text
Registro 8 📝🖍🖊
0 notes
Text
Registro 7 ⌨️✏️
1 note
·
View note
Text
Registro 5 ⌨️
0 notes
Text
Registró 4
0 notes
Text
Registro 3 ✏️
0 notes
Text
Registro uno 🎓
0 notes