hiperfluo-r

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Ni un día más

Tengo pocos recuerdos de mi abuela, ella falleció hace ya ocho años. Yo tenía 5 y no entendí lo que todo aquello significaba. Todo el mundo dice que era muy buena, pero no les creo mucho, si me hubiese querido más, se hubiese tomado más fotos conmigo. Solo tengo una foto junto a ella, su gato mimado estando en sus brazos y yo tomando mamadera apoyado en su costado, creo que es el recuerdo más tierno que tengo de ella. Para mis primos acercarse a ella resultaba muy fácil, probablemente ella no los molestaba en sus sueños flotando en una escoba y lanzando maldiciones. Ese fue un sueño recurrente que tuve cuando aún tomaba mamadera. Siempre creí que ese gato suyo era mi abuelo, que ella con sus poderes lo transformó en esa bola de pelos que siempre le ronroneaba, pero hasta hace muy poco me enteré que no era el, que mi abuelo murió cuando mi papá tenía apenas 5 años. Probablemente mi papá nunca tomo leche en mamadera, pero si conoció a mi abuela. Ahora simplemente quiero creer que en sueños mi abuela me acompañaba en la forma de una bruja, maldiciendo a quienes me molestaban por tomar mamadera. Esta figura la hice en el colegio pensando en ella.

Ñeclita 04

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Elbaberto Confucio Yunque - Artesano de la herrería

Elbaberto Confucio Yunque mira los autos pasar, desde su modesto ante jardín ubicado hoy frente a una ardiente calle asfaltada. En el pasado aquellas calles eran de tierra, y sobre ellas trotaban herraduras torneadas por el martillo de Confucio Yunque.

“Si tan solo pudiera martillar caucho derretido y darle forma de neumático. El pensamiento no tendría tiempo de ser pensamiento y el tiempo sería de la pega pa' de toda la semana” - pensaba Confucio Yunque.

Con una montaña de bolsas repletas de latas aplastadas, aparecía el triciclo de Facundo Tumultoso.

- ¿Como anda Don Elbaberto?, pesemos estos paquetitos que le traje, mire que ya prontito me voy yendo. Los viejos del quita pena son cosa seria pa' jugar la brisca.

- ¿Y hay ganao platita en la brisca? ¿O vas a puro perder lo que te pago? Tenis que ver cómo anda la cosa en el juego. “Estúdiate el pasado pa' pronosticar el futuro”.

- Algo cae, algo cae, nunca la dejan fácil esos viejos cizaña. A todos les ha tocado ganar, pero la suerte da y quita, así que nunca se sabe.

- “El hombre que mueve montañas, empieza sacando piedritas no'más”. Ándale calmaíto. Mira que de momento las únicas montañas que estai moviendo son estas latas que me traís. Ya ay escuchado lo que dicen, "tranquilito por las piedras".

- Ando atento a la jugada Don Elbaberto, fíjese que, de esta rumba de latas, dos bolsas las llené de purito lo que se tomaron en pilsen los viejos el otro día.

- ¿Y con cuantas latas te pusiste tu?, mira que “el guerrero más poderoso es el que se conquista a sí mismo”. ¿A ver cuántos kilitos salieron?, 19 con yapa, ocho quinientos serían. ¿Quiere billete chico, billete grande o monedas?

- Moneitas no'más, voy a ir soltando de a poquito las moneas en la brisca hoy día. Capacito así de a poco me llego a conquistar como uste' dice y dejo de perder tanta plata con las cartas.

- “No importa lo lento que vayas mientras no te detengas”. Pa' lo bueno, bueno no detenerse, pero pa' perder plata, mejor chanta la moto y juegate un solitario jajaja.

- Ya Don Elbaberto, muchas lecciones por hoy día. Pensativo voy a quedar hoy día, ojalá no me pillen volando bajo en la brisca por andar en las nubes por sus dichos sabios.

Al rato Elbaberto Confucio Yunque prende la fragua, para preparar el cóctel de latas incandescentes. Mientras tanto piensa en Confucio su tocayo, filósofo del imperio chino que vivió hace más de dos mil años y que de alguna manera se las arregló para que su voz se escuchara hasta hoy, este hecho es algo que Elbaberto Confucio Yunque sin dudas el no planeo.

Elbaberto Confucio Yunque lo conoció en un libro que compro de remate en la feria un día domingo. Desde ese día sintió una conexión con las palabras, tal vez con las de Confucio, el filósofo chino, cuyas frases incluía a diario en sus conversaciones cotidianas. O tal vez con las suyas propias. Desde que las herraduras dejaron de trotar y trastabillar frente a su puerta. El acero cada vez sonó menos al son de los martillazos en el Yunque de su humilde taller, sin embargo, el pensamiento, la nostalgia y todo lo vivido, se martillaban y tomaban forma en el Yunque de su cabeza. El tiempo hoy más abundante que ayer, alimentaba el calor de la fragua que los mezclaba.

Su apellido Yunque parecía destinarlo a derretir metales para moldearlos, pero al mismo tiempo hoy, compartía pensamientos y el nombre con Confucio, el filósofo chino que vivió hace más de dos mil años.

Nunca se esperó llegar a esta edad con tantas dudas, ni con pensamientos que buscasen respuestas, como tampoco se esperó labrar latas sobre su Yunque.

Mejor me apuro en reducir a piedras esta montaña de latas se dijo Confucio a sí mismo.

Ñeclita 03

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Gilberto Ocaso lustrinhólico

Gilberto Ocaso camina por la calle, sus hombros siempre tensos y empapados de un sudor frío le otorgan un lacónico caminar. Mientras un ojo sigue el camino al que se enfrentan, el otro examina que de cuero de su zapato mantenga el brillo conseguido tras una hora de lustrado esa misma mañana. Gilberto ya sobrevivió al cruce de la polvorienta callejuela que separa su casa del paradero de micros. Ya sobrevivió a los pisotones que los odiosos pasajeros del transporte podían propinarle a alguno de sus pies. Toda esta tensión busca ser liberada en un acto que, para él, guarda un goce inexplicable, encontrar a un lustrabotas es menester. Pero aún faltan algunas cuadras para llegar al paseo ahumada, lugar donde una orquesta de lustrabotas entona una exquisita tonada al ritmo de las escobillas.

Sus ojos desencontrados siguen fijos en su tarea, hasta que uno de los insensatos transeúntes del centro de la ciudad lo choca, para, sin arrepentimiento alguno seguir con su camino. Gilberto Ocaso con una tensión mortuoria, lanza un par de insultos que no fueron escuchados. Resignado retoma su camino hasta que una sensación pastosa en su zapato lo detuvo. Un excremento de perro se encontraba aplanado debajo del cuero de su zapato. Su corazón se detuvo por un segundo, su mente en blanco no encontró una palabra que expresará la angustia que sentía en ese momento, la imagen era catastrófica, las moscas que huyeron del pisotón merodeaban las cercanías de su zapato, como harían los testigos de un accidente automovilístico. Su pie enterrado en aquella apestosa masa amorfa, significaba nada más la muerte del zapato que calzaba.

Apenas su corazón retomó el palpitar, Gilberto comenzó a correr hasta encontrar a sus habituales héroes, los lustrabotas, esta emergencia no tenía precedentes para él. Y entre maldiciones encomendadas a ese anónimo animal llegó a su destino, el paseo ahumada. Su sorpresa fue aterradora, que tonto había sido. Su corazón se detuvo para siempre con la figuración de que los lustrabotas no trabajan un día domingo.

Ese fue el ocaso de Gilberto Ocaso, aquella fue la muerte de un lustrínhólico, obseso del brillo de un zapato.

Ñeclita 02

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Tallarinovsky

Tallarinovsky fue un investigador de la policía en el pasado, por motivos confidenciales fue desvinculado de la institución al finalizar un trabajo secreto de espionaje. Su buena reputación en el área lo llevó posteriormente a trabajar junto a la kgb (policía secreta de la Unión Soviética), quienes lo contactaron para realizar labores de espionaje en los supermercados Walmart que se extendían multinacionalmente por muchos países del cono sur. Durante ese trabajo, al frecuentar regularmente diversos supermercados Tallarinovsky almorzaba diariamente sopas de fideos instantáneos, invirtiendo así un tiempo mínimo en alimentación para destinar todos sus esfuerzos en el trabajo.

A día de hoy se encuentra separado, tuvo un hijo que falleció en extrañas circunstancias, el parte médico indicó que el niño de 6 años falleció de un golpe en la cabeza al resbalarse producto al piso húmedo en uno de los pasillos de un supermercado Walmart, curiosamente en el pasillo de los fideos instantáneos. Tallarinovsky no estuvo a diferencia de su esposa, no estuvo presente en el incidente, en ese momento se encontraba trabajando. Recriminando la responsabilidad en su esposa, el matrimonio no pudo recomponerse ante aquella tragedia.

Actualmente trabaja como detective privado y cuenta con una gran reputación, si bien no le falta trabajo, no encuentra una voluntad para, con los frutos de este, recomponer su vida personal. Vive en un departamento pequeño que usa como oficina. Sus clientes le contactan de forma online desde una página web a la que solo se puede acceder desde la Deep web.

Solo tiene un amigo de nombre Pancracio Duran, es una curiosa relación de dos personas solitarias las cuales intercambian conversaciones que duran lo que una caja de cigarrillos tarda en ser consumida. Pancracio Duran siempre hace notar el poco apego hacia la higiene de su amigo, por esta razón lo bautizó como Tallarinovsky, ya que con el agua languidece como un tallarín, rememorando a la vez los tiempos pasados en la fría Unión Soviética. Lugar donde sin dudas las ganas de una ducha sobraban.

Ñeclita 01

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