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V e r t

Anoche me perdí en la ciudad que no duerme, en el sitio donde los locos son presos de su avanzada modernidad. Me quedé acurrucado en la libertad, añorando el futuro prometedor; entre sueños y cables. En el eterno andador del reflejo, del azul. 

Aquí se siembran las mañanas más suaves, bajo el yugo de lo heterogéneo, bajo la salvaje señal de la frecuencia que consuela sus corazones. Aquí las tragedias saben a comedia y se narran entre humo y risas. Entre birras frías y labios libidinosos..

La magia sale en forma de nubes por todos los putos callejones, la soledad se vuelve paz. 

La latina danza en la habitación amarilla. En un séptimo piso para acabar a mordidas y entre porros. Entre jerga sudaca.

Podríamos dar un viaje en metro hasta llegar al punto de partida en donde las luces rojas adornan la superficialidad de las almas atormentadas que disparan contra su puta realidad, entre chupitos de absenta y el idioma furtivo de la monotonía, entre susurros fugaces que se desvanecen con el amanecer

Aquí no hay lugar para los débiles.

Para el coqueteo que se vuelve bilingüe y hace que esas niñas bailen desnudas en su propia fiesta, bajo aparadores como muñecas, bajo miradas de espectadores que se vuelcan en los recuerdos detrás de la ventana

Y te avientas por el tobogán que se cuela al vacío.

Te sientes joven y enfermo; te quieres comer el cabello del ángel que te acaricia sobre el regazo de sus piernas y atravesar la luz de sus mecheros calentando el pecho de a los que nada les pesa.

Anoche soñé contigo, con el martillo con el que golpeas mi cabeza 

Soñé con dunas infinitas y laberintos. 

La misma secuencia, las manecillas del reloj en reversa y tu película en cámara lenta. Perdido entre la astringencia de lo sublime. 

Estar lejos. Ahí, junto a desconocidos viviendo el sueño. 

Buscando la respuesta al encierro condicionado.

Pedaleando entre calles a medio gris. Sobre un lenguaje que desnuda la imaginación y apapacha tu soledad. 

Charlas en puntos suspensivos. 

No le escupas al cielo. 

Fúmate las bachas a medio día

Abraza el infinito. 

Me comería tus ojos y las postales que  no entinté

Y graba tus recuerdos en esa libreta

Hazte nudos de nostalgia y misericordia. 

No olvides que también desapareciste cuando se acabó la hierba, cuando nos ahogamos de ajenjo

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Cero uno

Se evapora tu alma por el hueco que hay entre tus costillas

Prometiste confiar en tu karma, en las palabras que resonaban en tu inconsciente, en el fondo donde habitan mensajeros que se encargan de entregarte saliva.

La inquietante emoción, la sensación de estar repitiendo el mismo ciclo. No saber si esto termina o comienza. Cero y uno.

Una balanza, un ramo de ideas que encuentran la tragedia en el surco de la juventud que desperdiciamos juntos. Fueron viajes con placer profundo, extasiados en la miel, cruel deseo.

Nos prometimos estar justo aquí, en el final de los tiempos, en el abismo que nos consuela el siniestro. Creo que funciona mejor si no abandonas la vista en el horizonte, es un emblema que acompaña nuestras confesiones.

Cabalgas en tus pastizales cubiertos de fuego, con el cigarro en la boca y el temor a mirar el caleidoscopio al cerrar los ojos, el eco desvanecido en tus paredes, una pintura que escurre en acuarelas.

Podría tatuarme el escapulario que adorna tu espalda, el bostezo de los sueños que no cumpliste. Veme aquí, esperando que el sonido intermitente se cuele en las entrañas causando escalofrío de arriba a abajo, tal vez de izquierda a derecha.

Es donde no se acaban las fotografías que capturaste sobre la piel, donde el mar no se acaba y el recuerdo parece se vuelve eterno, donde la temporalidad se nubla.

Escupes tus miedos y te sientes de acero. Enciendes el fuego, no estoy para lamentos.

¿Cuánto te cuesta arder en silencio?

Antes de que te acabes la cinta de la película 

Antes de que escuches la última campanada

Sobre el azul que pinta tu alma.

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Andrómeda

Tu voz es la canción que voy a escuchar el día de mi muerte

Cuando tus ojos se rompan de nuevo en los columpios y el miedo atormente tu cielo

Sólo le pedías tiempo al viento para alejar mi aliento alcohólico

Se va perdiendo entre la niebla el desayuno con pan francés, tus besos ocultos en el sillón

Sacaste la monotonía y nos da miedo sentir

Me atasqué en un agujero de palabras

Me atasqué en el vaso de la cerveza que dejó su piel impregnada en la cama

El beso con el que despediste el viernes cuando tomaste el taxi

El café en la mañana y por qué no te quedas en pijama y me muestras cómo es el mundo desde tu cama

Cara de niña planeando un asesinato

Tal vez eres eso a lo que llamo mi tipo de mujer

Eres esa melodía que respira en las mañanas por todas mis heridas

Buscas amor repentino y no sabes cómo lidiar conmigo

Porque eres parte de este eco que baña los días en la ciudad

El jugo de arándano con vodka en la boca, el vacío existencial que vomitaste el 16

Aquí solo esperamos el desayuno con la botella en la mano

Buscar cigarros y mi paranoia en el patio gris, mi paranoia que derrumba las paredes despintadas

El temor de tus besos o eres más que todo eso, martilla mis dedos, aplasta el futuro planeado y quema el boleto de avión que no tiene regreso

El necesitar estar solo para poder huir, inventar un plan de escape que nos lleve lejos de estos mares, que te lleve a una playa con mil estrellas

Desfasar mis horas de sueño y quedar atrapado entre las sábanas cubriendo las heridas en el cuerpo

Harías un manifiesto de todo esto

Esta constante batalla con los ojos llenos de polvo, el líquido que acabó con todos mis días, el elixir de la vida, la traducción de tus gestos

La sonrisa en medio del parque, los errores cometidos en diciembre

El atentado contra tus labios, una marca de ceniza en tus mejillas

Ser lo que no fuimos en otra vida, aparecer entre la multitud obsesionada con el recuerdo, con el silencio repentino de una mañana triste el primero de octubre

Ser lo que tus padres no esperaban y llorar porque esto no va a terminar bien

El caleidoscopio en tu retina, ver mi vida pasar delante de todo lo que eres

Reparar los vidrios rotos de tu cuarto para evitar más luz

Mutilar los malos ratos que dejaron en tu templo

Hoy no sirve de nada buscar un manto estelar o algo que nos pueda arrullar

La sinfonía en tu risa me va a matar

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Elysian

Despierta, son las 6 de la mañana y la gente ya comienza a moverse en esta selva de asfalto, en la ciudad de los locos. Es todo un caos, casi como un simulacro en un terremoto o una llamada para cometer un frío asesinato.

Anoche morí otra vez, me mude de nuevo. Siento el cuerpo pesado y en mi cabeza repito tu nombre, es algo cálido, acogedor y a la vez extraño, es capaz de dejarme esa sensación de resaca con un sabor dulce en la punta de la lengua, es capaz de atrapar mariposas con la boca y hacer vibrar el epicentro con unos cuantos movimientos de sus pies ligeros.

Elysian, mira cómo abordan el taxi, mira cómo esperan a que el café esté listo, a que ese líquido cálido resbale por sus gargantas y se convierta en su mejor arma durante el día.

Mira cómo todos corren y gritan desesperados por dentro, detente a pensar esto un momento e imagina cómo nos están viendo sus almas degeneradas. Siento que estás lejos, te veo recorrer la calle empedrada y tus tacones se van quebrando al igual que tus piernas, se doblan como hojas de papel, como cartas recién escritas, puedo ver cómo se tambalean y luchan contra el pavimento haciendo que recuerde la noche que no pasamos juntos, esa noche en la que tú estabas sola y yo estaba con otra mientras imaginaba tu piel deshaciéndose al besarme al igual que el cielo.

Y sigo hablando solo en esta esquina, buscándote entre maniquís y aparadores de tiendas a medio día. No estás, me conformaría con ver tu reflejo en algún espejo.  ¿A caso es otro efecto del alcohol? No vengo lo suficientemente ebrio como para hacerte estas declaraciones de amor.

Sé que te he visto en alguna pintura o en alguna fotografía de exposición artística contemporánea, tal vez en alguna revista de moda. Recuerdo la perla en tu ombligo, el lunar en tu muslo izquierdo, tu cabello enmarañado cayendo como cable de teléfono público. Surge un susurro desesperado y es para ti, Elysian, debe ser porque ella no me ha buscado en dos días y siento su ausencia en mis labios, debe ser por eso que te llamo antes de dormir, tal vez sea la razón por la cuál te pido un cigarro y una cita para vernos aunque estés a 3 horas de mí. Crees que eso te da derecho para pedirme el cielo o para esperarme en la esquina de tu casa. Finges diciendo que me veo bien aunque no me haya bañado en 3 días, que si no me he rasurado es lo de menos, que tú quieres besarme, pero yo te beso y pienso en ella, en que los días en su habitación son extraños, cálidos, y no puedes quedarte. Debes marcharte, deja de darme vueltas en la cabeza, Elysian.