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RemyLeBlanc
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preguntalealpolvo · 4 years ago
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tigre tigre
¡Tigre! ¡Tigre! luz llameante En los bosques de la noche, ¿Qué ojo o mano inmortal Pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué distantes abismos, en qué cielos, Ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Y que mano Osó tomar ese fuego?
¿Y que hombro y qué arte,
Torció fibras de tu pecho?
Y al comenzar a latir tu corazón ¿Qué mano terrible o pie? ¿Qué martillo, qué cadena? ¿Qué horno forjó tu seso? ¿Qué yunque? ¿Qué osado puño Ciñó su terror mortal? Cuando los astros lanzaron sus venablos, Y cubrieron sús lágrimas los cielos, ¿Sonrió al contemplar su obra? ¿Aquel que te creó, creó al Cordero? ¡Tigre! ¡Tigre! luz llameante En los bosques de la noche, ¿Qué ojo o mano inmortal Osó idear tu terrible simetría?
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preguntalealpolvo · 7 years ago
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JIRONES DE MI VIDA: DISCURSO DE DESPEDIDA DE EVA PERÓN (1951)
Mis queridos descamisados.
Es éste un día de muchas emociones para mí. Con toda mi alma he deseado estar con ustedes y con Perón en este día glorioso de los descamisados.
Yo no podré faltar nunca a esta cita con mi pueblo de cada 17 de octubre. Yo les aseguro que nada ni nadie hubiera podido impedirme que viniese, porque yo tengo con Perón y con todos ustedes, con los trabajadores, con los muchachos de la CGT, una deuda sagrada; a mí no me importa si para saldarla tengo que dejar jirones de mi vida en el camino.
Tenía que venir y he venido para darle las gracias a Perón, a la CGT, a los descamisados y a mi pueblo. A Perón, que ha querido honrarme con la más alta distinción que pueda otorgarse a un peronista y con lo que acaba de decir esta tarde, que yo no terminaré de pagarle ni entregándole mi vida para agradecerle lo bueno que siempre fue y es conmigo. -Nada de lo que yo tengo; nada de lo que soy; nada de lo que pienso, es mío: es de Perón.
Yo no le diré la mentira acostumbrada; yo no le diré que no lo merezco; sí, lo merezco, mi general. Lo merezco por una sola cosa, que vale más que todo el oro del mundo: lo merezco porque todo lo hice por amor a este pueblo. Yo no valgo por lo que hice, yo no valgo por lo que he renunciado; yo no valgo ni por lo que soy ni por lo que tengo.
Yo tengo una sola cosa que vale, la tengo en mi corazón, me quema en el alma, Me duele en mi carne y arde en mis nervios. Es el amor por este pueblo y por Perón. Y le doy las gracias a usted, mi general, por haberme enseñado a conocerlo y a quererlo. Si este pueblo me pidiese la vida, se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida.
Tenía que venir a darle las gracias a la CGT por la distinción que significa el homenaje de laurear una condecoración que es para mí el más querido recuerdo de los trabajadores argentinos. Tenía que venir para agradecerle el que hayan dedicado los trabajadores y la CGT a esta humilde mujer este glorioso día.
Y tenía que venir para decirles que es necesario mantener, como dijo el general, bien alerta la guardia de todos los puestos de nuestra lucha. No ha pasado el peligro. Es necesario que cada uno de los trabajadores argentinos vigile y que no duerma, porque los enemigos trabajan en la sombra de la traición, y a veces se esconden detrás de una sonrisa o de una mano tendida. Y tenía que venir, para agradecer a todos ustedes, mis queridos descamisados de todos los rincones de la Patria, porque han sabido jugarse la vida por Perón.
Yo estaba segura que ustedes sabían –como lo han sabido- ser la trinchera de Perón. Los enemigos del pueblo, de Perón y de la Patria, saben también desde hace mucho tiempo que Perón y Eva Perón están dispuestos a morir por este pueblo. Ahora también saben que el pueblo está dispuesto a morir por Perón.
Yo les pido hoy, compañeros, una sola cosa: que juremos todos, públicamente, defender a Perón y luchar por él hasta la muerte. Y nuestro juramento será gritar durante un minuto para que nuestro grito llegue hasta el último rincón del mundo: la vida por Perón.
Que vengan ahora los enemigos del pueblo, de Perón y de la Patria. Nunca les tuve miedo porque siempre creí en el pueblo. Siempre creí en mis queridos descamisados porque nunca olvidé que sin ellos, el 17 de Octubre hubiese sido fecha de dolor y de amargura, porque esa fecha estaba destinada a ser de ignominia y de traición. Pero el valor de este pueblo lo convirtió en un día de gloria y de felicidad.
Yo les agradezco, por fin, compañeros, todo lo que ustedes han rogado por mi salud. Se los agradezco con el corazón. Espero que Dios oiga a los humildes de mi Patria, para volver pronto a la lucha y poder seguir peleando con Perón, por ustedes, y con ustedes, por Perón hasta la muerte.
Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria. Yo sé que Dios está con nosotros, porque está con los humildes y desprecia la soberbia de la oligarquía. Por eso, la victoria será nuestra. Tendremos que alcanzarla tarde o temprano, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.
Mis descamisados: yo quisiera decirles muchas cosas, pero los médicos me han prohibido hablar. Yo les dejo mi corazón y les digo que estoy segura, como es mi deseo, que pronto estaré en la lucha, con más fuerza y con más amor, para luchar por este pueblo, al que tanto amo, como lo amo a Perón.
Y les pido una sola cosa: estoy segura que pronto estaré con ustedes, pero si no llegara a estar por mi salud, cuiden al general, sigan fieles a Perón como hasta ahora, porque eso es estar con la Patria y con ustedes mismos. Y a todos los descamisados del interior, yo los estrecho muy, pero muy cerca de mi corazón y deseo que se den cuenta de cuánto los amo.
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preguntalealpolvo · 7 years ago
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La planta interna que le regalé a mi novia para su cumpleaños
Con unas monedas que tenía ahorradas de un trabajo anterior, salí a comprarte una planta interna para que sea de compañía en tu pieza. Ella no necesita demasiada luz la podés poner cerca de la ventana si es que esa es tu voluntad. Quizás el nombre ayude para que se aferre bien en su yo. Agua, toma como nosotros un vasito a la mañana y otro a la noche. Cuando la veas triste, con sus hojas caídas un sol pequeño la pondrá de vuelta en orden. Ya no somos niños ni queremos serlo no tengamos hijos, pero por lo menos que haya algo con vida entre nosotros.
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preguntalealpolvo · 7 years ago
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YO TE AMO MAMÁ (COMO NADIE LO HARÁ)
Indefensos silencios que callan,
adentro del castillo hecho panza.
Vulnerables ojitos que no ven,
la tormenta que le aproximan a su piel.
Sonrisa muda de alegría,
pese a sentir que en breve se le irá su vida.
Manito tibia llena de amor,
que no se abrirá al sol y con dolor.
Mejillas suaves hechas para besar,
no conocerán los labios de su mamá.
Esperará con tristeza su muerte,
sin entender porque le corre esa suerte.
Tanto amor y deseos de abrazar,
serán mutilados y en sangre se ahogarán.
Te amo mami no me dejes,
es mi amor el que quiero que te llene.
Quiero beber de tu pecho la vida
y no entiendo quien te dice que no es mía.
Te amo, te necesito, yo te adoro,
y me entregan a la muerte aunque lloro.
Quiero que sepas que soy tu hijo,
ese mismo, que sin saberlo, tu corazón bendijo.
Ámame, abrázame, ya me muero,
y mi vida se la llevan sin un duelo.
Mi mamá no me mimará,
aunque yo la amaré en su eternidad.
Te amo mami aunque no me veas,
mi vida seguirá con la tuya aunque no creas.
Te amo mamá. Tu hijito por siempre.
-poema de Esteban Bullrich para oponerse al aborto-
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preguntalealpolvo · 7 years ago
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El viaje
Sólo quiero tu casa de      ternura, vivir en su calor. Eres el mar y la orilla segura porque el único viaje es el amor.
Reconocer tu alma, qué      aventura de mágico sabor. Allí tendré profundidad y altura porque el único viaje es el amor.
Besos desconocidos como      puertos esperan bajo un cielo de mirada. -Lo demás es dolor.
Hoy vuelvo de países que      están muertos, después de un mar que no me dijo nada, porque el único viaje es el amor.
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preguntalealpolvo · 7 years ago
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PARA JANE, CON TODO EL AMOR QUE LE TUVE, QUE NO FUE SUFICIENTE
Recojo la falda, recojo el rosario negro que brilla, eso que una vez tocó su carne, y llamo mentiroso a Dios y afirmo que algo que se moviera así o que supiera mi nombre no podía morir nunca con esa certeza inamovible de la muerte y recojo su precioso vestido, perdida toda su belleza, y les hablo a todos los dioses, dioses judios, dioses cristianos, pedacitos de cosas brillantes, ídolos, píldoras, pan, compresiones, riesgos, renuncias conscientes, ratas en la salsa de 2 que se han vuelto casi locos, sin ninguna oportunidad, conocimiento de colibrí, oportunidad de colibrí, me inclino sobre eso y lo sé: tengo su vestido en mi brazo pero nada me la devolverá.
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preguntalealpolvo · 8 years ago
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no recuerdo el titulo
no tendré hijos, solo yuyos nacen en una casa abandonada cercada por las promesas de los que juraron que jamás se irían.
no tendré esposo porque seré su madre, recuerdo ahora al jugador de básquet, volvía del estadio y antes de dormir desprendía sus zapatillas jordan azules y ponía sus manos en mi vientre acurrucado allí con la gesta de su camiseta escondía el rostro y en un murmullo onírico pedía ser hijo y amante.
estoy llana y me muevo en el sin sentido de la acción como una campeona de nado en el océano de la incertidumbre.
A la batalla por el amor voy de romántica, porque yo nunca pude pelear en contra en el bando del rival.
busco incluirle al pulso estelas de entusiasmo, desplazar con ánimo esta transición de adolescente y ver como por la ruta que separa los pueblos de mi ciudad la casa se habita el amor reblandece y oírte la voz en el teléfono que suene, áspera y agitada en un solo grito y diga que todo el mal que hicimos fue para enfrentarnos al perdón y volver a nuestro lugar de pareja, la única colina donde estar a salvo en la planicie que se volvió nuestra vida.
#F
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preguntalealpolvo · 8 years ago
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Pacto entre derrotados (antes del fin)
Te hablo a vos, y a través de vos a los chicos que me escriben o me paran por la calle, también a los que me miran desde otras mesas en algún café, que intentan acercarse a mí y no se atreven. No quiero morirme sin decirles estas palabras. Tengo fe en ustedes. Les he escrito hechos muy duros, durante largo tiempo no sabía si volverles a hablar de lo está pasando en el mundo. El peligro en que nos encontramos todos los hombres, ricos y pobres. Esto es lo que ellos no saben, los hombres del poder. No saben que sus hijos también están en esta pobre situación. No podemos hundirnos en la depresión, porque es de alguna manera, un lujo que no pueden darse los padres de los chiquitos que se mueren de hambre. Y no es posible que nos encerremos cada vez con más seguridades en nuestros hogares. Tenemos que abrirnos al mundo. No considerar que el desastre está afuera, sino que arde como una fogata en el propio comedor de nuestras casas. Es la vida y nuestra tierra las que están en peligro. Les escribo un verso de Hölderlin: El fuego mismo de los dioses día y noche nos empuja a seguir adelante. ¡Ven! Miremos los espacios abiertos, busquemos lo que nos pertenece, por lejano que esté. Sí, muchachos, la vida del mundo hay que tomarla como la tarea propia y salir a defenderla. Es nuestra misión. No cabe pensar que los gobiernos se van a ocupar. Los gobiernos han olvidado, casi podría decirse que en el mundo entero, que su fin es promover el bien común. La solidaridad adquiere entonces un lugar decisivo en este mundo acéfalo que excluye a los diferentes. Cuando nos hagamos responsables del dolor del otro, nuestro compromiso nos dará un sentido que nos colocará por encima de la fatalidad de la historia. Pero antes habremos de aceptar que hemos fracasado. De lo contrario volveremos a ser arrastrados por los profetas de la televisión, por los que buscan la salvación en la panacea del hiperdesarrollo. El consumo no es un sustituto del paraíso. La situación es muy grave y nos afecta a todos. Pero, aun así, hay quienes se esfuerzan por no traicionar los nobles valores. Millones de seres en el mundo sobreviven heroicamente en la miseria. Ellos son los mártires. 􀂔 Se los ve bajando de los trenes, de los ómnibus, después de inhumanas jornadas de trabajo, o desolados cuando no lo consiguen. Se los ve en las mujeres gastadas a los treinta años por los hijos y la urgencia de salir a trabajar por pagas miserables. Se los ve en los chicos de la calle, en los ancianos que duermen en los subtes. En todos los hombres abandonados en el sufrimiento y en su indigencia. Una vez le preguntaron a Pasolini por qué se interesaba en la vida de los marginados, como el protagonista de Mama Roma, y él respondió que lo hacía porque en ellos la vida se conserva sagrada en su miseria. En un archivo donde colecciono papeles, recortes que me ayudan a vivir, tengo una fotografía del terremoto que destruyó hace años Concepción de Chile: una pobre india, que ha recompuesto precariamente su ranchito hecho de chapas de zinc y de cartones, está barriendo con una vieja escoba ese pedazo de tierra apisonada delante de su casucha. ¡Y uno se hace preguntas teológicas! ¡Cuánto más demostrativa es la imagen de la pobre indiecita que sigue barriendo su casa y cuidando a sus hijos! Esta clase de seres nos revelan el Absoluto que tantas veces ponemos en duda, cumpliéndose en ellos, como dijera Hölderlin, que donde abunda el peligro crece lo que salva. Cada vez que hemos estado a punto de sucumbir en la historia nos hemos salvado por la parte más desvalida de la humanidad. Tengamos en consideración entonces las palabras de María Zambrano: “No se pasa de lo posible a lo real sino de lo imposible a lo verdadero”. Muchas utopías han sido futuras realidades. 􀂔  Son muchos los motivos, me dirás, podrías decirme, para descreer de todo. Los jóvenes como vos, herederos de un abismo, deambulan exiliados en una tierra que no les otorga cobijo. En este desguarnecimiento existencial y metafísico, sufren huérfanos de cielo y de techo. Comprendo tu congoja, el desconcierto de pertenecer a un tiempo en que se han derrumbado los muros, pero donde aún no se vislumbran nuevos horizontes. Falsas luminarias pretenden cautivar tu voluntad desde las pantallas. Debes de pensar que no hay un cambio posible cuando el valor de la existencia es menor que el precio de un aviso publicitario. El escepticismo se ha agravado por la creciente resignación con que asumimos la magnitud del desastre. La banalidad con que se degradan los sentimientos más nobles, degenerando al hombre en una patética caricatura, en un ser irreconocible en su humanidad. Yo también tengo muchas dudas, y en ocasiones llego a pensar si son válidos los argumentos con que he intentado hallarle sentido a la existencia. Me reconforta saber que Kierkegaard decía que tener fe es el coraje de sostener la duda. Yo oscilo entre la desesperación y la esperanza, que es la que siempre prevalece, porque si no la humanidad habría desaparecido, casi desde el comienzo, porque tantos son los motivos para dudar de todo. Pero por la persistencia de ese sentimiento tan profundo como disparatado, ajeno a toda lógica —¡qué desdichado el hombre que sólo cuenta con la razón!—, nos salvamos, una y otra vez, sobre todo por las mujeres; porque no sólo dan la vida, sino que también son las que preservan esta enigmática especie. No en vano, en una de las culturas cuya sabiduría es milenaria, se creía que el alma de una mujer que moría en medio del parto era conducida al mismo cielo que el guerrero vencido en un combate. 􀂔 Por eso te hablo, con el deseo de generar en vos no sólo la provocación sino también el convencimiento. Muchos cuestionan mi fe en los jóvenes, porque los consideran destructivos o apáticos. Es natural que en medio de la catástrofe haya quienes intenten evadirse entregándose vertiginosamente al consumo de drogas. Un problema que los imbéciles pretenden que sea una cuestión policial, cuando es el resultado de la profunda crisis espiritual de nuestro tiempo. Yo reafirmo a diario mi confianza en ustedes. Son muchos los que en medio de la tempestad continúan luchando, ofreciendo su tiempo y hasta su propia vida por el otro. En las calles, en las cárceles, en las villas miseria, en los hospitales. Mostrándonos que, en estos tiempos de triunfalismos falsos, la verdadera resistencia es la que combate por valores que se consideran perdidos. Durante mi viaje a Albania, conocí a un muchacho llamado Walter, que había dejado su casa en la provincia de Tucumán, para ir a cuidar enfermos junto a la congregación de Teresa de Calcuta. Con cuánta emoción lo recuerdo. Siempre que veo las terribles noticias que nos llegan desde aquel entrañable país, me pregunto dónde estará, si acaso leerá estas palabras de reconocimiento a su noble heroísmo. Son millones los que están resistiendo, vos mismo lo podés comprobar cuando ves a esos hombres y mujeres que se levantan a altas horas de la madrugada y salen a buscar un empleo, trabajando en lo que pueden para alimentar a sus hijos y mantener honradamente al hogar, por modesto que sea. ¿Te detuviste a pensar cuántos en todo el país comparten esta hambre por la dignidad y la justicia? Miles de personas, a pesar de las derrotas y los fracasos, continúan manifestándose, llenando las plazas, decididos a liberar a la verdad de su largo confinamiento. En todas partes hay señales de que la gente comienza a gritar: “¡Basta!”. Lo mismo ocurre con el movimiento zapatista en México, y con todos los movimientos que nos advierten del peligro que corre el futuro del planeta. Hay que recordar que hubo alguien que derribó al imperio más poderoso del mundo con una cabra y una rueca simbólica. Una salida posible es promover una insurrección a la manera de Gandhi, con muchachos como vos. Una rebelión de brazos caídos que derrumbe este modo de vivir donde los bancos han reemplazado a los templos. Esta rebelión no justifica de ningún modo que permanezcas en una torre, indiferente a lo que pasa a tu lado. Gandhi advirtió que es una mentira pretender ser no violento y permanecer pasivo ante las injusticias sociales. Por el contrario, creo que es desde una actitud anarcocristiana que habremos de encaminar la vida. Ya no quedan locos, se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma en el desierto. Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo. Esa locura cuya ausencia León Felipe lamenta, es un acto similar a la del estoico Guevara, cuando abandonó todas las comodidades y partió hacia una lucha insensata en la selva boliviana, enfermo de asma, ya sin remedios para su mal; para terminar asesinado por despiadados y repugnantes bichos. ¿Qué importa si se equivocaba con el materialismo dialéctico? Eso mismo prueba su inocencia, su autenticidad. Luchaba por aquel Hombre Nuevo que hoy nos urge rescatar de los escombros de la historia. En su carta final les dice a los padres: “Queridos viejos, otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo”; y entonces sale en busca de lo que Rilke llamaría su muerte propia. Esa es su grandeza, que algunos considerarán su chiquilinada, su tontería; pero estos gestos de heroísmo demencial son los que nos rescatan de tanta iniquidad, porque no se puede vivir sin héroes, santos ni mártires. Como esos estudiantes que en la plaza de Tian-An-Men, en una horrible masacre, murieron al imponerse ante el implacable acero de los tanques. Son ellos los que nos indican los caminos por los que la vida puede renacer. Vivimos un tiempo en que el porvenir parece dilapidado. Pero si el peligro se ha vuelto nuestro destino común, debemos responder ante quienes reclaman nuestro cuidado. 􀂔 Hace poco he visto por televisión a una mujer que sonreía con inmenso y modesto amor. Me conmovió la ternura de esa madre de Corrientes o del Paraguay, que lagrimeaba de felicidad junto a sus trillizos que acababan de nacer en un mísero hospital, sin abatirse al pensar que a éstos, como a sus otros hijos, los esperaba el desamparo de una villa miseria, inundada en ese momento por las aguas del Paraná. ¿No será Dios que se manifiesta en esas madres? ¿Por qué tendría que manifestarse sólo en poetas como Juan de la Cruz o en las sagradas pinturas de Rouault? Si toda resistencia parece absurda cuando se presiente el fin, ¿por qué no detenernos a meditar en estos santos? ¿Acaso no son una muestra de que algo existe del otro lado del absurdo? No sabemos si al final del camino, la vida aguarda como un mendigo que nos extenderá la mano. Esta fe demencial, o milagrosa, se debe precisamente, a que hemos llegado a tocar fondo. Es necesario preservar los lugares que existen hasta en los suburbios de las grandes ciudades, donde aún se conservan los atributos del hombre concreto de carne y hueso. Cuando el mundo hiperdesarrollado se venga abajo, con todos sus siderántropos y su tecnología, en las tierras del exilio se rescatará al hombre de su unidad perdida. Y quizá, cuando despertemos de esta siniestra pesadilla, cuando un vacío de humanidad nos duela en el pecho, entonces recordaremos que alguna vez fuimos aquello que dijo Rene Char: “Seres del salto, no del festín, su epílogo”. 􀂔 Me hablas de tu agitación, de una especie de temblor que te sobrecogió y aún perdura, luego de nuestra conversación en aquel café al oírme decir estas palabras. Debes perdonarme; a pesar de los años, no puedo evitar ser desmesurado en lo que considero fundamental. Por otro lado, ¡hay temblores que son tan importantes! Porque anteceden a esa clase de decisiones que sacuden los cimientos de nuestra existencia y, aunque generen incomprensión, terminan repercutiendo en el destino de los demás. Los grandes creadores realizan sus obras bajo tensiones similares. Sólo lo que se hace apasionadamente merece nuestro afán, lo demás no vale la pena. 􀂔 También yo quise huir del mundo. Ustedes me lo impidieron, con sus cartas, con sus palabras por las calles, con su desamparo. Les propongo entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso: salgamos a los espacios abiertos, arriesguémonos por el otro, esperemos, con quien extiende sus brazos, que una nueva ola de la historia nos levante. Quizá ya lo está haciendo, de un modo silencioso y subterráneo, como los brotes que laten bajo las tierras del invierno.  Algo por lo que todavía vale la pena sufrir y morir, una comunión entre hombres, aquel pacto entre derrotados. Una sola torre, sí, pero refulgente e indestructible. En tiempos oscuros nos ayudan quienes han sabido andar en la noche. Lean las cartas que Miguel Hernández envió desde la cárcel donde finalmente encontró la muerte: Volveremos a brindar por todo lo que se pierde y se encuentra: la libertad, las cadenas, la alegría y ese cariño oculto que nos arrastra a buscarnos a través de toda la tierra. Piensen siempre en la nobleza de estos hombres que redimen a la humanidad. A través de su muerte nos entregan el valor supremo de la vida, mostrándonos que el obstáculo no impide la historia, nos recuerdan que el hombre sólo cabe en la utopía. Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido.
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preguntalealpolvo · 8 years ago
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F A R E W E L L
1
DESDE el fondo de ti, y arrodillado, un niño triste, como yo, nos mira.
Por esa vida que arderá en sus venas tendrían que amarrarse nuestras vidas.
Por esas manos, hijas de tus manos, tendrían que matar las manos mías.
Por sus ojos abiertos en la tierra veré en los tuyos lágrimas un día.
                       2
YO NO lo quiero, Amada.
Para que nada nos amarre que no nos una nada.
Ni la palabra que aromó tu boca, ni lo que no dijeron las palabras.
Ni la fiesta de amor que no tuvimos, ni tus sollozos junto a la ventana.
                       3
(AMO el amor de los marineros que besan y se van.
Dejan una promesa. No vuelven nunca más.
En cada puerto una mujer espera: los marineros besan y se van.
Una noche se acuestan con la muerte en el lecho del mar.
                       4
AMO el amor que se reparte en besos, lecho y pan.
Amor que puede ser eterno y puede ser fugaz.
Amor que quiere libertarse para volver a amar.
Amor divinizado que se acerca Amor divinizado que se va.)
                       5
YA NO se encantarán mis ojos en tus ojos, ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. Qué más? Juntos hicimos un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame, del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste. Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.
...Desde tu corazón me dice adiós un niño. Y yo le digo adiós.
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preguntalealpolvo · 8 years ago
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La sombra de heidegger
https://radiocut.fm/audiocut/jose-pablo-feinmann-la-sombre-de-heidegger/
¿Donde esta el horror que hubo aquí una vez? No lo veo, no por eso lo olvidare. Me acerco a una iglesia. Es chica. Es humilde. Tan humilde que acaso algún buen dios habite realmente en ella. tiene verjas altas, pintadas de verde, que se cierran en un vértice agudo, como si una flecha señalara el cielo y prepotente dijera: ahí esta el secreto
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preguntalealpolvo · 8 years ago
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Relatores
Los griegos creían que las cosas ocurrían para que los hombres tuvieran algo que cantar. Las guerras, los desencuentros, los amores trágicos, los horrendos crímenes, las gestas heroicas: todo tenía para los dioses impíos el único fin de proporcionarles tema a los cantores. La Historia pone al alcance del menos docto centenares de ejemplos de relatos que fueron más ilustres que los sucesos narrados. Resulta difícil concebir una idea más triste del destino humano. Sin embargo, a los juglares, cantores, cronistas y narradores de cuentos les complace pensar que el mundo se mueve para favorecerlos en su oficio. Héctor Bandarelli, el relator deportivo de Flores, creyó pertenecer a la estirpe de Homero. Durante toda su vida se esforzó para que la narración deportiva alcanzara las alturas artísticas de la épica. En sus comienzos, Bandarelli hizo algo que nadie había hecho antes. Siendo entreala izquierdo del equipo de Empalme San Vicente, acostumbraba relatar los partidos que él mismo jugaba. Era héroe y juglar, Aquiles y Homero, Eneas y Virgilio. Según dicen, no era del todo imparcial en sus narraciones. Cuando se hacía de la pelota, comenzaba a elogiar su propia jugada. -Extraordinario, Bandarelli avanza en forma espectacular. Muchas veces, por elegir las palabras e impostar la voz, se perdía goles cantados. Cantados incluso por el mismo. A medida que pasaba el tiempo, el relator iba superando al jugador. Algunos viejos que lo vieron jugar cuentan que pasaba la mayor parte del tiempo parado en el medio de la cancha, relatando, casi sin tocar la pelota. Finalmente fue excluido del equipo. Sin rencor ni tristeza, siguió acompañando las modestas giras del Empalme San Vicente, solo para relatar desde un costado de la cancha el partido que jugaban sus antiguos compañeros. Lo hacía sin micrófono y sin radio, de modo que nadie lo escuchaba, salvo algún wing peregrino que alcanzaba a oír de paso su voz emocionada. Después, según se sabe, el Empalme San Vicente dejó de jugar y sus futbolistas pasaron a integrar otros equipos. Y en ese momento, cuando todo hacía sospechar la decadencia de Bandarelli, el hombre dio un paso genial: descubrió que su narración no necesitaba de un partido real. Era posible relatar partidos imaginarios, hijos de su fantasía. Parece una evolución previsible: los antiguos poetas cantaban hazañas más o menos reales. Después las inventaron. Lo mismo sucedió con Bandarelli. Y al no tener que ceñirse al rigor de los hechos ciertos, los partidos que relataba empezaron a mejorar: se lograban goles estupendos, los delanteros eludían docenas de rivales, había disparos desde cincuenta metros, los arqueros volaban como pájaros, se producían incidentes cruentos, los arbitros cometían errores perversos. De a poco, el artista fue incorporando elementos más complejos a su obra. El tiempo, por ejemplo, manejado en un principio de un modo convencional, pasó a tener durante el apogeo de Bandarelli un carácter artístico y psicológico. Los partidos podían durar un minuto o tres horas. Algunas veces, el relator omitía cantar un gol, pero daba claves y mensajes sutiles para que el oyente descubriera la terrible existencia del gol no cantado. Aparecían, cada tanto, unas historias laterales que provocaban un falso aburrimiento, que no era sino una trampa para mejor asestar la alevosa puñalada del gol sorpresivo. Todos recuerdan el famoso partido Boca-Alumni que Bandarelli relató en un asado del club Claridad de Ciudadela. En esta obra mezcló jugadores actuales con glorias de nuestro pasado futbolístico. Los viejos hacían fuerza por Alumni, los más jóvenes por Boca. Ganó Alumni, pero en su magistral narración, Bandarelli dejó caer -con toda sutileza- la sensación de que los boquenses, por respeto a la tradición, se habían dejado ganar. Las audiencias de Bandarelli no siempre fueron numerosas. Algunos partidos los relató solo, en una mesa del bar “La Perla” de Flores, ante el estupor de los mozos y parroquianos. Pero poco a poco, los muchachones del barrio fueron descubriendo sus méritos y con el tiempo hubo quienes prefirieron escucharlo a él antes que ir a la cancha. En 1965, Héctor Bandarelli organizó su campeonato paralelo de fútbol. Todos los domingos narraba el encuentro principal, mientras un colaborador lo interrumpía para comunicar lo que sucedía en el resto de loa partidos. Algunas firmas comerciales de Flores lo ayudaron a solventar los nulos gastos del certamen a cambio de avisos publicitarios. Las narraciones tenían lugar en la puerta de la casa de Bandarelli y, cuando llovía, en la cocina. Hay que decir que el relator poeta nunca trabajó para ninguna emisora y jamás utilizó micrófono, salvo en la grabación que realizara del segundo tiempo de Barracas Central-Barcelona, ya en el final de su carrera. El campeonato paralelo terminó en un desastre. El artista no tuvo mejor ocurrencia que sacar campeón a Unión de Santa Fe y mandar al descenso a River, lo que irritó a muchas personas, que hasta llegaron a agredir a Bandarelli. Pero todos los que saben algo del relator coinciden en afirmar que su mejor partido fue Alemania-Villa Dálmine, relatado en el Colegio Alemán de la calle José Hernández, a pedido de la Asociación Cooperadora. Ese encuentro fue un verdadero canto a la hermandad entre los hombres. Los zagueros entregaban banderines a los delanteros rivales en cada jugada. El árbitro abrazaba llorando a los futbolistas que quedaban en offside. Los de Villa Dálmine hicieron una suelta de palomas celestes y blancas a los quince minutos del segundo tiempo para celebrar el segundo gol de la selección alemana. En el final, todos se abrazaron e intercambiaron obsequios. Fue inolvidable. En el Colegio Alemán, los padres lloraban de emoción añorando la tierra de sus antepasados. Algunos miembros de la Asociación Cooperadora le pidieron a Bandarelli que volviera a relatar el encuentro en diferido, pero el artista se negó. En el esplendor de su actividad, tal vez advirtiendo el carácter efímero de su obra, resolvió escribir libretos detallados que luego archivaba prolijamente. Desgraciadamente, sus familiares quemaron este valiosísimo cor-pus argumentando que juntaba mugre. Nos queda apenas un breve fragmento, correspondiente al encuentro Boca Juniors 3-Vélez Sarsfield 3. "Solidario, agradecido, ayuno de envidias, Javier Ambrois entrega la pelota a Nardiello. El viento agita las banderas en los mástiles de la Vuelta de Rocha. Nardiello tira un centro rasante... Arremete J. J. Rodríguez, pero ya es tarde... tarde para remediar los errores del pasado... tarde para volver a unos brazos que ya no nos esperan... Ya es tarde para todo." Según sus seguidores, el libreto le quitaba frescura a Bandarelli y -como hemos visto- recargaba un tanto su estilo. Un día desapareció. Algunos dicen que se mudó, o que se murió, es lo mismo. La gente volvió a preferir los partidos sonantes y contantes de la radio. Los relatores de hoy tienen la posibilidad de seguir al maestro e intentar la ficción y la fantasía en sus narraciones. ¿Por qué depender de la actuación, muchas veces mediocre, de los futbolistas? ¿Por qué no crear con la voz jugadas más perfectas? ¿Por qué no dar nacimiento a deportistas nobles, diestros y mágicos que nos emocionen más que los reales? Se puede ir más allá. Todo el periodismo podría tener un carácter fantástico y abandonar los vulgares hechos de la realidad para aludir a sucesos imaginarios: conflictos, tratados, discursos, crímenes e inauguraciones de ilusión. En este último instante comprendo que nadie me asegura que estos artistas no existen ya. Tal vez, todo cuanto uno lee en los diarios no es otra cosa que un invento del periodismo de ficción. Sin embargo, esta clase de incredulidad conduce a sospechar la falsedad del Universo mismo. Suspendamos semejante astucia porque algunos hasta podrían pensar que el propio Bandarelli es imaginario y sus partidos, sombras de una sombra.
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preguntalealpolvo · 8 years ago
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Para el muro de un hospital de sangre.
I
Por los campos luchados se extienden los heridos. Y de aquella extensión de cuerpos luchadores salta un trigal de chorros calientes, extendidos en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo. Y las heridas suenan, igual que caracolas, cuando hay en las heridas celeridad de vuelo, esencia de las olas.
La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega. La bodega del mar, del vino bravo, estalla allí donde el herido palpitante se anega, y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas. La que contengo es poca para el gran cometido de sangre que quisiera perder por las heridas. Decid quién no fue herido.
Mi vida es una herida de juventud dichosa. ¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente herido por la vida, ni en la vida reposa herido alegremente!
Si hasta a los hospitales se va con alegría, se convierten en huertos de heridas entreabiertas, de adelfos florecidos ante la cirugía. de ensangrentadas puertas.
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo. Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida.
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preguntalealpolvo · 9 years ago
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Canción para no morir
Cuando te vayas, muchacha blanca, como la nieve, llevame.
Si acaso no podés cargarme de la mano, niña blanca de nieve, llevame en el corazón.
Si en el corazón no podés acaso llevarme, muchacha de sueño y de nieve, llevame en tu recuerdo.
Y si allí tampoco podés por tanta cosa que lleves conmovida en tu pensamiento niña blanca de nieve llevame en el olvido.
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preguntalealpolvo · 9 years ago
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Recitado
No me interesa saludarte Ni contarte nada sobre mi vida Ni tus guiños cómplices Ni tus palmas en mi espalda Me van a hacer creer que la vida continúa A qué grado vas? Qué vas a hacer cuando crezcas? Voy a hacer tu asesino El asesino de tu herencia Yo no te voy a matar Pero lo que es peor  Es que cuando estés agonizando Yo voy a estar tirado en mi cama Masturbándome, mirando como se cae el techo
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preguntalealpolvo · 9 years ago
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EL JUEGO EN QUE ANDAMOS
Si me dieran a elegir, yo elegiría esta salud de saber que estamos muy enfermos, esta dicha de andar tan infelices. Si me dieran a elegir, yo elegiría esta inocencia de no ser un inocente, esta pureza en que ando por impuro. Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte.
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preguntalealpolvo · 9 years ago
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Tabaquería.
No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo. Ventanas de mi cuarto, de mi cuarto de uno de los millones de gente que nadie sabe quién es (y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?), dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente, a una calle inaccesible a todos los pensamientos, real, imposiblemente real, evidente, desconocidamente evidente, con el misterio de las cosas por lo bajo de las piedras y los seres, con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres, con el Destino conduciendo el carro de todo por la carretera de nada. Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad. Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme y no tuviese otra fraternidad con las cosas que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle la fila de vagones de un tren, y una partida pintada desde dentro de mi cabeza, y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos a la ida. Hoy me siento perplejo, como quien ha pensado y opinado y olvidado. Hoy estoy dividido entre la lealtad que le debo a la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera, y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro. He fracasado en todo. Como no me hice ningún propósito, quizá todo no fuese nada. El aprendizaje que me impartieron, me apeé por la ventana de las traseras de la casa. Me fui al campo con grandes proyectos. Pero sólo encontré allí hierbas y árboles, y cuando había gente era igual que la otra. Me aparto de la ventana, me siento en una silla. ¿En qué voy a pensar? ¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy? ¿Ser lo que pienso? Pero ¡pienso ser tantas cosas! ¡Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no puede haber tantos!  ¿Un genio? En este momento cien mil cerebros se juzgan en sueños genios como yo, y la historia no distinguirá, ¿quién sabe?, ni a uno, ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras. No, no creo en mí. ¡En todos los manicomios hay locos perdidos con tantas convicciones!  Yo, que no tengo ninguna convicción, ¿soy más convincente o menos convincente? No, ni en mí... ¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo no hay en estos momentos genios-para-sí-mismos soñando? ¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas -sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas-, y quién sabe si realizables, no verán nunca la luz del sol verdadero ni encontrarán quien les preste oídos? El mundo es para quien nace para conquistarlo y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón. He soñado más que lo que hizo Napoleón. He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo, he pensado en secreto filosofías que ningún Kant ha escrito. Pero soy, y quizá lo sea siempre, el de la buhardilla, aunque no viva en ella; seré siempre el que no ha nacido para eso; seré siempre el que tenía condiciones; seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una pared sin puerta y cantó la canción del Infinito en un gallinero, y oyó la voz de Dios en un pozo tapado. ¿Creer en mí? No, ni en nada. Derrámame la naturaleza sobre mi cabeza ardiente su sol, su lluvia, el viento que tropieza en mi cabello, y lo demás que venga si viene, o tiene que venir, o que no venga. Esclavos cardíacos de las estrellas, conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama; pero nos despertamos y es opaco, nos levantamos y es ajeno, salimos de casa y es la tierra entera, y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido. (¡Come chocolatinas, pequeña, come chocolatinas! Mira que no hay más metafísica en el mundo que las chocolatinas, mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería. ¡Come, pequeña sucia, come! ¡Ojalá comiese yo chocolatinas con la misma verdad con que comes!  Pero yo pienso, y al quitarles la platilla, que es de papel de estaño, lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida.) Pero por lo menos queda de la amargura de lo que nunca seré la caligrafía rápida de estos versos, pórtico partido hacia lo Imposible. Pero por lo menos me consagro a mí mismo un desprecio sin lágrimas, noble, al menos, en el gesto amplio con que tiro la ropa sucia que soy, sin un papel, para el transcurrir de las cosas, y me quedo en casa sin camisa. (Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas, o diosa griega, concebida como una estatua que estuviese viva, o patricia romana, imposiblemente noble y nefasta, o princesa de trovadores, gentilísima y disimulada, o marquesa del siglo dieciocho, descotada y lejana, o meretriz célebre de los tiempos de nuestros padres, o no sé qué moderno -no me imagino bien qué-, todo esto, sea lo que sea, lo que seas, ¡si puede inspirar, que inspire! Mi corazón es un cubo vaciado. Como invocan espíritus los que invocan espíritus, me invoco a mí mismo y no encuentro nada. Me acerco a la ventana y veo la calle con absoluta claridad, veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan, veo a los entes vivos vestidos que se cruzan, veo a los perros que también existen, y todo esto me pesa como una condena al destierro, y todo esto es extranjero, como todo.) He vivido, estudiado, amado, y hasta creído, y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo. Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira, y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado ni creído (porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso); puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto al que cortan el rabo y que es un rabo, más acá del lagarto, removidamente. He hecho de mí lo que no sabía, y lo que podía hacer de mí no lo he hecho. El disfraz que me puse estaba equivocado. Me conocieron enseguida como quien no era y no lo desmentí, y me perdí. Cuando quise quitarme el antifaz, lo tenía pegado a la cara. Cuando me lo quité y me miré en el espejo, ya había envejecido. Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no me había quitado. Tiré el antifaz y me dormí en el vestuario como un perro tolerado por la gerencia por ser inofensivo y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime. Esencia musical de mis versos inútiles, ojalá pudiera encontrarme como algo que hubiese hecho, y no me quedase siempre enfrente de la tabaquería de enfrente, pisoteando la conciencia de estar existiendo como una alfombra en la que tropieza un borracho o una estera que robaron los gitanos y no valía nada. Pero el propietario de la tabaquería ha asomado por la puerta y se ha quedado a la puerta. Le miro con incomodidad en la cabeza apenas vuelta, y con la incomodidad del alma que está comprendiendo mal. Morirá él y moriré yo. Él dejará la muestra y yo dejaré versos. En determinado momento morirá también la muestra, y los versos también. Después de ese momento, morirá la calle donde estuvo la muestra, y la lengua en que fueron escritos los versos, morirá después el planeta girador en que sucedió todo esto. En otros satélites de otros sistemas cualesquiera algo así como gente continuará haciendo cosas semejantes a versos y viviendo debajo de cosas semejantes a muestras, siempre una cosa enfrente de la otra, siempre una cosa tan inútil como la otra, siempre lo imposible tan estúpido como lo real, siempre el misterio del fondo tan verdadero como el sueño del misterio de la superficie, siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni la otra. Pero un hombre ha entrado en la tabaquería (¿a comprar tabaco?), y la realidad plausible cae de repente encima de mí. Me incorporo a medias con energía, convencido, humano, y voy a tratar de escribir estos versos en los que digo lo contrario. Enciendo un cigarrillo al pensar en escribirlos y saboreo en el cigarrillo la liberación de todos los pensamientos. Sigo al humo como a una ruta propia, y disfruto, en un momento sensitivo y competente, la liberación de todas las especulaciones y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de encontrarse indispuesto. Después me echo para atrás en la silla y continúo fumando. Mientras me lo conceda el destino seguiré fumando. (Si me casase con la hija de mi lavandera a lo mejor sería feliz.) Visto lo cual, me levanto de la silla. Me voy a la ventana. El hombre ha salido de la tabaquería (¿metiéndose el cambio en el bolsillo de los pantalones?). Ah, le conozco: es el Esteves sin metafísica. (El propietario de la tabaquería ha llegado a la puerta.) Como por una inspiración divina, Esteves se ha vuelto y me ha visto. Me ha dicho adiós con la mano, le he gritado ¡Adiós, Esteves! , y el Universo se me reconstruye sin ideales ni esperanza, y el propietario de la tabaquería se ha sonreído
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preguntalealpolvo · 9 years ago
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Emilia, mundial.  - Lucas Carrasco
Me dicen que es por la merca que no duermo en todo el día, que puedo argumentar, vivir, estar lleno de vigor y ganas de pelear ideas desaparecidas y enterradas: no han visto tus miradas, cuando querés joderme, hacia el infinito, parodiando lo tanto que me la creo, mirando, como un médico un enfisema pulmonar, lo inmediato y profundo del alma. Me agarrás, tibia y prepotente, de la mano. Para caminar. Cuando estoy triste. Vos dormida, toda silencio y un cielo, pedazo, chiquito, de infinito. Vos dormida y los gorriones. Allá, cuando fuimos, testimonio de las pesadas cadenas hermosas del amor, cuando fuiste conmigo, sencilla y tierna, a Paraná. Estoy, Emilia, completamente borracho. Pendenciero. Y absoluto. Con bronca y fuego por lo que cualquiera piense, ya está, deberíamos drogarnos de nubes y un pimpollo tejido, ahora que estás, en la cima profunda del embarazo existencial, hacer un pompón, rubia terrible, no sé en San Juan cómo les decían a esos gorros, para dormir, vos que tenés piyama de telas chetas que no conozco. Vos que tenés piedad, vos que tenés eso. Tan importante. Nosotros, mirá, yo no soy rock, ya me aburre eso. Las siestas tirado en la cama. Las patas. Despatarradas. Las mil horas diarias donde trabajo. Mal pago. Las citas, esotéricas y nerviosas, de poetas clásicos, con que adorno esta desolación de orfanato. Las ganas de vivir otra vida. Los enemigos míos, que te bardean a vos. La idea, ojalá acertada, de que te puedo dar: mirá, aprender a morder, los dientes, ante tantas sobradas, vos que sos primavera, vos que sos la mina más preciosa del mundo, qué elegante, manera, chanta, yo soy un atorrante, pero te escribo, mientras dormís, esto. Para decirle a los que te jodan que de ahora en más, de ahora y antes, de ahora y siempre, se meten conmigo. Que me estoy cansando. De que te subestimen. Los rumores corren. Se exageran. Se alejan, irremediables y absolutos, delicados, tan pelotudos. Yo siempre fui el resto del tiempo. A mí me chupa un huevo. Pero vos sos la delicadeza. Un cristo de la infancia en la mesa de la luz. Toda dormida. Yo creo que el mundo descansa. Mientras vos tengas los párpados llenos de calma. Que seas la distancia. Y el vuelo. Cuando me tirabas con vasos y me gritabas, pataleando, cuando me mirabas a los ojos, cuando te sonabas, con un pañuelo, las tetas, cuando te ibas del tiempo, cuando volvías, cuando fuimos los balcones y las azaleas y los amaneceres y cuando, te acordás, princesa de imperios celestes, espaciados, espaciales, te acordás, tan tenue, cuando te ibas a las manos por las ganas de coger. Qué importan los que te subestimen, ni saben de las rutas que hicimos discutiendo a Simone De Beauvoir. De las vacas pastando. Los amigos faltando. De los faltos de poesía. De todas las putas por las que pedimos clemencia, yo tan feminista, al costado del foco rojo, vos tan comprensiva. Vos que habías conocido la gloria del glamour y te habías hartado. Ahora que se puebla, el panorama político, de viejas calandrias que son capaces de subastar a la madre. Incapaces de amar. Sino tiene raiting. Estoy harto. Después viene como ducha la curva firme de tus pies. Todas tus bombachas. Nuestros espejos. Las flores que me regalaste. Los delincuentes de mi barrio que me invitan una cerveza cuando no tengo plata. Toda esa malaria de amor incomprensible. Lo incognoscible de tu culo. La onda minita de los buitres del espectáculo. Mis ganas de defenderte. Las tuyas de cuidarme. Los países que sos. El canto rodado de los aviones. Lo que te sobra. Lo que puedo darte. Las películas, entre besos, que nunca vimos. Vos sonreís y se puebla el mundo de buenas intenciones. Vos tan herida. Tan dormida. De todos los fantasmas que iban invadirme, vos, que sos de las pocas hermosas personas que acá, en lo extraño; yo que hablo sin falsas profecías de mi barrio, siguen teniendo amigas, amigos, del barrio, de la patrias pequeña de cuando fuimos pequeños. Vos que sos capaz de hacerle sentir a un pescador de islote y cañaveral que estas, con sencillez de autoconocimiento, de su lado. Vos que te adaptaste al mundo hipócrita con más huevos, sin dudas, con mas resistencia y conservado, ja, sin fecha de vencimiento, los sueños. Vos que me corrés, en las noches secretas de luna a través de la cortina, por izquierda. Vos que sos Miami, con derechos humanos. Vos que me paseás en ética peor te ponés colorada de impotencia, a vos, que tenés los frenos inhibitorios que me faltan. Vos que sos el morral y el corral, el matorral y el andurrial, vos que tenes pelotas y resististe, vos, enseñame, con tu frente alta pero tan digna, con  tus dientes que muerden pero atrapan y no sueltan, cuando, sobre todo, cuando el otro, cualquier otro de todos los castores de la patria, necesitan. Castorcita mía. De arriar tu culo a arriar mis banderas, me pronosticaron. Tanto. Emilia, mundial. cada vez que te callás y me ponés una canción entiendo el principio de la física y de todas las cosas. De la mano de tu enciclopedia de caricias. Con ese cinismo, ese humor negro. Que compartimos. Si supieras, el miedo que tengo. Escribo ésto para contarlo, yo, pibe de barrio, que tengo la novia más bella, irremediablemente bella, que se pueda conseguir en este planeta. Y en el resto de los planetas del universo. Y de los planetas y extraterrestres que puedan descubrir. Tengo una novia mundial. Universal. Transplanetaria. No soy ningún boludo. Pero prefieron cuatrocientas mil trescientas veces pasar por boludo que perder un segundo de tu piel con prisas y testimonios, tantos, de que soy un gil con suerte. Voy a pelearlos a todos. Soy loco. No me jodan. Y que la comparsa de forros sin hermenéutica, de idiotas de cotillón, de contratapa. Vos y tus ojos ganan el salto mundial. En las olimpiadas de las buenas personas. Ellos, todos. Livianitos y pueriles. Brutos como una cantimplora vacía. Pero con la misma arrogancia de supervivencia. Yo estoy podrido. Yo estoy profundamente asqueado. De sus sistemas de privilegio. De sus afanos. De sus contratos. De sus jefes ocultos. De sus batallitas, tontuelas, por el ego. Y la guita. De las tetas caídas. De los juicios morales, chantas, sinvergüenzas, caraduras. -Está muy fuerte la música, el mismo, único tema, con que escribo algo. Emilia. -No, Lucas. Me da quietud saberte así, porque a veces te vas, escribiendo. De la inmensidad de tu cuerpo hermoso hasta la patria absurda de lo que te exigen, desde qué morral ético, los maestros, putañeros, del ceremonial y protocolo. Nosotros nos distinguimos, fijate, por el inmenso respeto a nuestros ex. De la puntita, jugosa como un bife de chorizo, de tu lengua puesta en modalidad Raymond Chandler, hasta el próximo precipicio donde no me engañen y me caiga al ridículo, de todo eso sale no un libro,  no un contrato, no una transacción. Sino este abismo. Piba inteligente, con la desgracia de ser, sencillamente, hermosa. Las prostitutas del prestigio te odian y hablan de cosas de género mientras se rellenan con almohadones el corpiño, señoras tan buscando el contrato de su próxima novia De. Aguanta. Vos, podés. Por tener este atorrante de novio. Por tener que explicar cosas. Por creer en el amor. Por tener esa compulsión, equivocada, de demostrar. No hay nada que explicar. Ni demostrar. No resbales escalones para que las princesas no se sientan gordamente ofendidas. Vos sos Cenicienta. Vos ganaste el arco iris, por derecho propio, por luchadora, por que te subestimaron, por que tenés más huevos que una tortilla sin verduras, por tener amigas, por que sean de verdad, por el mundo que se abre,  por el mundo que se pierde. Por tener un pibe, digan lo que digan, que de puro atorrante, sin ser dueño de nada, se cola, para reglarte entero, sin excepciones, cada mancha, cada clima, cada genocidio, cada primavera, todas las esperanzas, cada continente; yo, Emilia, te regalo el mundo. Qué me importa que no sea dueño de las cosas. De absolutamente ninguna, escrituradamente, como hablan del amor los vacíos, los rendidos, los pueriles. Qué me importa no ser dueño de nada, yo te regalo, igual, como un sueño, una posibilidad, todos, si querés todos mis fracasos, te los regalo, te regalo mi mundo, te regalo el mundo, la posibilidad de cambiarlo, las ganas enormes, Emilia de mis días, las ganas urgentes de estar a la altura de tu circunstancia; por eso, bueno, no es mío, nunca me lo reconocerán, pero lo amo casi tanto como a vos. Y te lo regalo. Emilia. De mi parte. El mundo, es tuyo.
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