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[storminparadise12]

Amor en tiempos de Pánico

El miedo de perderte no es un simple temblor, es una bestia que me desgarra desde adentro, que me arranca la carne con los colmillos sucios de mis inseguridades. Vivo con esa sensación de que cada segundo es prestado, de que tu nombre podría resbalarse de mis manos como arena húmeda y el mar lo devoraría sin compasión. Y yo… yo me quedaría vacía, rota, hecha pedazos en la orilla, gritando como un animal al que le arrebataron lo único que lo mantenía vivo.

Las olas que me golpean no son agua, son cuchillas. Cada una lleva el veneno de mis pensamientos: “no eres suficiente”, “te vas a cansar”, “él se irá como todos los demás”. Y yo sangro, sangro de miedo, sangro de amor, sangro de esta guerra que me obliga a pelear contra un océano que solo quiere tragarme. Y sin embargo, no me rindo. Porque aunque esté hecha jirones, aunque me ahogue en mi propia ansiedad, prefiero hundirme mil veces antes que dejar de luchar por ti.

Me quiebro, amor, lo admito. Me rompo en silencio mientras sonrío por fuera, mientras hago como que soy fuerte. Pero dentro de mí hay tormentas negras, hay gritos que no callan, hay demonios que me susurran que tarde o temprano vas a soltarme. Y aún así, me aferro. Me aferro a ti como quien se aferra a la última tabla en medio de un naufragio, con las uñas rotas, con la piel arrancada, con los ojos llenos de agua salada y desesperación.

Porque no sé amar a medias, no sé amar con calma. Te amo con rabia, con miedo, con la violencia de un huracán y la fe ciega de una suicida que se lanza al mar sin importar si habrá costa al otro lado. Te amo aunque duela, aunque el miedo me carcoma viva, aunque mis inseguridades quieran ahorcarme cada noche. Te amo porque eres lo único que se siente real en un mundo que me arrastra.

Y sí, puede que un día el mar me gane, puede que me hunda y que el miedo sea más fuerte que mi fe. Pero hoy, aquí, todavía sangrando, todavía luchando contra olas que me quieren destrozar, juro que seguiré peleando. Porque tú eres mi fe, tú eres el grito que me hace salir a flote cuando todo me empuja hacia el fondo.

Así que aunque me parta en mil pedazos, aunque mi cuerpo sea solo cicatrices y mi alma un cementerio de batallas perdidas, voy a seguir eligiendo quedarme en esta guerra. Porque perderte sería peor que ahogarme. Porque aunque el mar me devore, prefiero ser arrastrada con tu nombre en la boca, antes que vivir sin ti en tierra firme.

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"Amarte es un acto de locura sobrenatural"

Te amaría aunque fueras un cadáver frío, con gusanos bordándote los labios y el alma hecha mierda. Te amaría incluso si tu sombra me sacara de la cama por las noches para susurrarme que nada de esto es real. Porque eres mi error favorito. Mi película maldita. Mi jodido monstruo perfecto.

Amarte fue como abrir la puerta equivocada en la casa de Miss Peregrine, y aún así decidir quedarme. Aunque el loop se repita. Aunque el dolor también.

Y es que yo no vine a este mundo para vivir amores normales.

Vine a destruirme amando como Victor,

a revivirme como Sparky,

a esperarte como Emily,

a romperme mil veces como Edward cada vez que su ternura cortaba sin querer.

Yo no quiero amor de flores frescas.

Quiero flores secas sobre una lápida.

Quiero que me entierres con tus secretos y me beses con la furia de quien ama desde el abismo.

No me importa si esto está bien o no.

Me cago en los cuentos felices.

Yo no quiero un "felices por siempre", quiero un "te elegí en la peor versión del mundo y aún así te cuidé como si fueras el último puto milagro que me quedaba".

Quiero amarte aunque tenga que sentarme en una cena con Beetlejuice y Satanás, solo por olerte el cuello una vez más.

No sé si soy Sally cosiéndome por enésima vez,

o Lydia gritando que la vida es una mierda entre vivos.

Pero si tú existes,

si tus ojos siguen mirándome con esa mezcla de culpa y ternura,

yo vuelvo.

Vuelvo de cualquier muerte.

Porque amarte, flaco, es como revivir una y otra vez ese momento donde la Novia Cadáver suelta la mano, pero se queda para ver cómo el amor la libera.

Y yo, con mis costuras, mis gritos internos y esta maldita esperanza que no muere,

te miro y pienso:

"Que se pudra el mundo, si tú me eliges aunque sea en silencio."

Tu amor me rompió el pecho,

pero también me encendió el alma.

Eres mi experimento fallido favorito.

El Frankestein que armaría mil veces, aunque cada vez me dejara sin pedazos.

Y si me toca irme, si te pierdes, si esto arde hasta consumirse,

que lo haga sabiendo que te amé como se ama solo en los mundos oscuros.

Con todas mis cicatrices.

Con los fantasmas de mi pasado.

Con las uñas sucias de excavar por ti.

Con el alma hecha trizas.

Y con una voz firme que no deja de decir:

“Volvería a morirme por ti.”

-HIDAV 🤍

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"El jardín sin niebla"

Hubo un tiempo en que yo era una casa habitada por humo. No tenía ventanas, solo espejos empañados donde mis pensamientos se tropezaban como pájaros ciegos. Cada bocanada era una nube que venía a contarme cuentos falsos, y yo, niña buena de un bosque torcido, me dormía entre sus brazos como si fueran estrellas.

Pero llegó un día —no sé si fue martes, luna llena o mi propio grito— en el que una mariposa me rozó la frente. Me dijo que había jardines donde el aire no dolía, donde los pulmones eran columpios y no cárceles. Y yo, con el miedo vestido de flor, le creí.

Entonces empezó el invierno dentro de mí.

Las paredes de mi cuerpo crujieron como madera vieja, los fantasmas se sentaron en mi cama y el tiempo se estiró como un chicle agrio. Mis manos temblaban como ramas bajo la lluvia, y en mi pecho nacían lobos sin nombre, aullando por el humo perdido.

La abstinencia fue un animal que no entendía el idioma del amor. Me mordía el alma cada noche, me susurraba que sin niebla no había magia, que sin el veneno yo era solo carne rota. Pero no le creí.

Porque había algo nuevo creciendo.

Pequeño como una semilla. Frágil como un sí.

Un día desperté y el aire olía a pan caliente. Mis pensamientos no se enredaban entre ramas secas, y mi cuerpo, aunque aún cansado, era mío. Ya no me visitaban los dragones verdes que me ofrecían sus fuegos falsos. Ahora me hablaban las luciérnagas. Me contaban que la claridad no es un castigo, que el dolor es solo el guardián de una puerta hermosa.

Y así, mi amor, florecí.

No como antes, con humo y olvidos.

Sino como una niña que ha encontrado un estanque claro, y ha metido los pies sin miedo, sabiendo que está viva.

Hoy, aunque duela a veces, soy jardín.

Y en mi jardín no hay niebla.

Solo sol, tierra, raíces.

Y una promesa: nunca más volver a dormirme donde no haya luz.

-Hidav 🖤

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Amada Muerte

Ya no.

Ya no vengas esta noche, ni ninguna más.

He dejado la ventana cerrada y la luna puesta del revés,

como un cartel que dice no hay nadie en casa,

aunque me tiemble el alma por dentro,

como un jardín que aún recuerda las pisadas del invierno.

Tú y yo nos hemos conocido demasiado bien.

Te he servido té en tazas rotas,

te he leído mis silencios como cuentos para dormir,

y tú —con tus dedos de sombra—

me has peinado el corazón hasta dejarlo quieto,

como si la vida fuera una marioneta sin hilos.

Pero esta noche escribo para decirte:

me voy.

No a ese otro lado donde me prometiste paz,

sino al milagro cotidiano de abrir los ojos

y sentir que aún duele.

Porque duele, sí,

pero también florecen cosas extrañas en medio del dolor.

Como si de las heridas nacieran flores que sólo crecen en el abismo.

Como si del llanto se pudieran hacer galaxias dulces,

con estrellas de azúcar que flotan en tazas de café tibio.

Tú me hablabas como un amante cansado,

me susurrabas que el silencio sería más amable que esta vida rota,

que bastaba con cerrar los ojos y dejar de nadar.

Pero yo he aprendido que flotar también es un acto de fe,

y que la superficie, aunque cruel, tiene cielo.

He dormido contigo demasiado tiempo,

envuelta en tus brazos de humo,

soñando con la nada como si fuera un refugio.

Pero hoy he decidido soñar con el absurdo de la esperanza,

con la locura de querer ser feliz sin saber cómo,

con la música que hacen las cosas rotas cuando aún quieren vivir.

Eras mi consuelo,

mi lugar secreto,

mi espejo que no juzgaba.

Pero ahora entiendo que no quiero consuelos que me callen,

sino razones que me griten que hay vida.

Que aún hay soles que no he visto,

y personas que aún no saben que me esperan.

Te agradezco, sí,

porque incluso el dolor me enseñó a escribir con el alma.

Pero te dejo aquí,

como se deja una carta sin enviar,

como se abandona una casa que ya no es hogar.

Ya no soy tuya.

Soy del aire, del barro, del canto de las cosas pequeñas.

Soy de mí.

Adiós, viejo amigo.

No vuelvas a llamarme en la noche,

porque he decidido quedarme en la fiesta,

aunque no entienda aún cómo se baila.

Y si alguna vez regresas,

te invito a sentarte,

a escuchar,

pero no a quedarte.

Porque ahora,

aunque a veces me tiemble la fe,

yo quiero vivir.

Con amor,

la que tantas veces pensó que no podía,

y hoy escribe,

respira,

resiste.

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"La chica que ama como un relámpago entre flores"

Ella no camina, flota sobre emociones que nadie ve. Tiene el alma hecha de pinceladas torpes y brillantes, como si en su corazón habitara un jardín que no entiende de estaciones. Ama con la fuerza de una tormenta de verano: rápida, intensa, impredecible… y hermosa. Ama sin pedir permiso, como quien se lanza al vacío con los ojos cerrados y las manos llenas de flores arrancadas de un sueño.

Es imperfecta, sí. Como los mejores cuadros, los que no están bien trazados pero te dejan llorando frente a ellos sin saber por qué. Su cariño no es de azúcar ni de terciopelo: es fuego tibio, es abrazo que a veces raspa pero que nunca miente. Tiene un carácter espantoso —como una bruja buena con escoba de estrellas— pero su corazón es tan grande que dentro le caben todas las personas que ama y aún sobra espacio para una biblioteca de poemas y una tarde de espagueti.

Le gusta correr descalza por el pasto mojado, como si en cada gota de rocío se escondiera la libertad que el mundo le debe. El verde es su himno, su color de guerra, su descanso. Leer poesía es su forma de respirar, pintar su forma de llorar sin hacer ruido. Vive enamorada de la idea del amor: la espera de un príncipe que no necesita rescatarla, sino recordarle que el castillo es suyo y que el dragón no la encierra, la protege.

A veces se contradice —como toda alma que piensa demasiado y siente aún más— y dice que no quiere volver a amar, que ya tuvo suficiente, que ya no quiere dragones ni cuentos. Pero luego suspira. Luego espera. Porque en el fondo, muy en el fondo, aún cree que el amor verdadero existe y que vendrá un día con pasos de promesa, sin prisa, pero con verdad.

No es una princesa de cuento, ni una guerrera de leyenda. Es ambas. Y ninguna. Es ella: fuego envuelto en caricias, caos envuelto en arte, un poema vivo que no rima pero se siente.

Y cuando él regrese —porque en su historia él siempre regresa— sabrá que ha llegado al único lugar donde la magia nunca muere: su corazón.

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"Donde se rompen las alas y florecen los fuegos"

Dicen que hay una línea delgada como un suspiro, invisible para la mayoría, pero tan real como un latido contenido. Esa línea divide la luz de la sombra, la música del silencio, los rezos de los gritos. De un lado, el cielo de los que nacieron para sanar. Del otro, la tierra herida donde los que arden caminan sin tregua.

Él era un ángel, uno de los silenciosos, de los que no alardean de alas ni de dones. Tenía el alma envuelta en luz líquida y los dedos acostumbrados a escribir versos en la corteza de los árboles. Cada tarde, caminaba hasta el límite del mundo —ese que nadie se atrevía a cruzar— y se sentaba sobre la hierba que no pertenecía a ninguno de los dos lados. Tocaba una flauta de viento con notas hechas de nostalgia, y el aire se quedaba quieto para escucharlo.

Ella era un demonio. Pero no de los que arden por crueldad; ella ardía porque el fuego en su pecho no encontraba descanso. En las noches en que su pecho pesaba más de lo que su piel podía sostener, se escapaba. Caminaba descalza sobre las piedras que quemaban, hasta llegar a aquella línea donde terminaban las sombras. Se preguntaba, en voz apenas murmurada: *¿qué hay detrás de tanta luz?*

Una noche, sin planearlo, los ojos de ambos coincidieron. Brillaron. Como fuego en el agua, como sol bajo la lluvia, como dos mundos que no se suponía que debían verse... y sin embargo lo hicieron. Ella tenía ojos de tormenta dormida. Él, mirada de amanecer aún no nacido.

No hablaron al principio. Sólo se escucharon. Él tocó su flauta. Ella cerró los ojos. El mundo dejó de girar un instante.

Al día siguiente, ella volvió. Y él ya la esperaba. Empezaron a hablar de todo lo que no se dice. De las veces que uno siente que no pertenece ni a su lado del mundo. De los sueños que no saben si son suyos. Del miedo. De la ternura que a veces da miedo. Y él, el ángel, se enamoró. De la bondad escondida tras sus llamas, de la suavidad que la oscuridad le había obligado a callar. Pero ella tenía miedo. No por ella. Por él. Porque el amor entre luz y sombra nunca es simple. Porque los ángeles que aman a demonios pierden sus alas, y eso duele más que cualquier castigo.

Aun así, se siguieron viendo. Noche tras noche, en aquel terreno sin nombre, donde sólo ellos existían. Donde la línea se hacía cada vez más fina. Donde los silencios hablaban y los gestos temblaban de tanto contener.

Hasta que un día, ella no volvió.

Él esperó. El viento cargaba su flauta, pero no había melodía. Esperó. Y esperó. Y luego sintió el fuego. No en el aire. En su pecho. Era ella.

Corrió hacia la línea.

Y allí estaba. Cruzando. Sus llamas más suaves, su mirada más firme.

—No me importa —dijo ella—. Que me arranquen las llamas, que me juzguen los míos, que me condene el fuego. Si tú eres el precio, estoy dispuesta.

Él la miró como se mira un milagro que se creía imposible. Y sin decir palabra, la abrazó. El cielo pareció temblar. Las alas cayeron a su lado, como copos de nieve que ya no querían volar. Él lloró. No de tristeza. De amor. De ese amor que entiende el sacrificio, que lo abraza, que no lo exige, pero lo honra.

Y en medio de aquel terreno sin nombre, donde la línea ya no existía, se fundieron en un beso eterno. Uno que no necesitaba promesas, porque ambos sabían que siempre habían sido uno. Que sus almas habían nacido del mismo polvo estelar, y sólo el tiempo había querido separarlos.

Dicen que, desde entonces, en las noches donde el cielo se tiñe de rojo y azul, pueden verse dos sombras abrazadas sobre el horizonte. Una sin alas. La otra con fuego suave en la piel.

Y que si escuchas con atención, suena una flauta.

Y un susurro.

"Al fin, cruzamos."

Dedicado al eterno amor de mi vida mi dulce ángel❤️‍🩹

-Hidav💐

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Por favor, déjalo ir

Por favor, déjalo ir. Déjalo ir, aunque tus dedos tiemblen al intentar soltarlo, aunque cada fibra de tu ser te grite que no puedes. Pero… ¿cómo puedes seguir aferrándote a algo que ya se ha convertido en un espejismo? Lo tocaste, lo sentiste, pero al final solo era humo. Déjalo ir, aunque en cada paso que des hacia adelante sientas que te arrastras, que las sombras de lo que fue siguen abrazándote como un fantasma que no sabe cómo decir adiós.

Déjalo ir, aunque el eco de su nombre aún se derrame en tu lengua, como veneno dulce que te embriaga y te promete lo que nunca volverá. Déjalo ir, aunque su risa aún sea música en tus oídos, aunque su rostro se cuele entre tus sueños y robe la paz de tus noches. Porque hay amores que se convierten en cárceles invisibles, y tú, mi alma, ya no puedes seguir prisionera.

Es cruel, lo sé. El amor se desangra cuando lo dejas ir, como una flor marchita que se desvanece entre tus manos. Pero ¿qué otra opción queda? Si sigues mirando hacia atrás, solo verás ruinas. Y las ruinas no regresan a la vida. Las ruinas, aunque hermosas, no dejan de ser dolorosas.

Déjalo ir, aunque en lo profundo de tu pecho grite que no puedes, que aún queda esperanza, que todo podría volver a ser. Porque hay algo más hermoso que aferrarse a lo que ya no existe: la libertad que llega cuando decides cerrar los ojos y caminar hacia lo nuevo.

Y aunque duele, aunque las lágrimas caigan como piedras en el río de tu alma, recuerda que hay dulzura en la despedida. La despedida, aunque amarga, es el puente que te lleva a algo que aún no conoces, algo que te espera con brazos abiertos. La despedida te enseña a amarte a ti mismo, a abrazarte sin necesidad de otro que complete tu ser.

Por favor, déjalo ir. Y aunque tu corazón se rompa en pedazos, recuerda que en la ruptura también hay una oportunidad de reconstrucción. Como un árbol que se despoja de sus hojas en invierno para florecer con más fuerza en la primavera. Porque dejar ir no es perder… es renacer.

-Hidav💕

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Lo que aún late

Lo que aún late dentro de mí no es solo mi corazón, sino el eco de todos los momentos en los que te tuve, en los que me perdiste. Son las huellas invisibles que dejaste sobre mi piel, como estrellas apagadas en un cielo que nunca dejó de temblar. Lo que aún late es un suspiro que se quedó atrapado en la garganta, un grito que nunca alcanzó la luz, un amor que se convirtió en sombra, pero que nunca se desvanece.

A veces lo siento como un peso, como si mi pecho fuera un campo de batalla donde las heridas no se cierran, donde los recuerdos son lanzas que siguen clavadas en mis costillas. Lo que aún late es ese dolor que no pide permiso, que me arrastra a la orilla de lo que no puede ser, que me ahoga en una marea de "te quise" y "ya no puedo más".

Y sin embargo, hay belleza en lo que aún late. Porque, a pesar de todo, ese latido es mi testamento. Es la prueba de que amé, de que mi alma no se rindió, de que aún guardo en alguna parte de mí los restos de lo que fuimos. En su crudeza, hay dulzura: una dulzura amarga, como la miel que se derrama sobre una herida, un consuelo que duele y sana al mismo tiempo.

Lo que aún late son los pedazos de nosotros que se niegan a desaparecer. Son tus palabras susurradas al oído que se enredan en mi mente, son tus abrazos que aún me rodean aunque no te sienta cerca. Es el rastro de tu risa flotando en el aire de mi habitación, como un perfume que nunca se desvanece, pero que me quema.

Lo que aún late es mi resiliencia, mi capacidad de seguir respirando cuando todo en mí quiere detenerse. Es la pequeña chispa de fuego que, aunque se extinguió, sigue ardiendo en algún rincón olvidado de mi ser. Lo que aún late es un recuerdo que se niega a morir, un amor que ya no puede ser, pero que sigue siendo parte de mí, como una cicatriz que aún palpita en la piel.

Y lo que aún late, al final, me pertenece. Es mío, aunque duela. Es lo único que nunca pude perder, porque incluso el olvido no puede arrancar lo que ha sido amado con tal intensidad. Lo que aún late es la prueba de que aún soy capaz de sentir, de seguir adelante, aunque la vida se haya vuelto un eco lejano.

-Hidav ❤️‍🩹

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Y si mi corazón calla

Y si mi corazón calla, será porque ya no tiene voz, o tal vez porque sus palabras se han vuelto demasiado pesadas para ser pronunciadas. Será como un océano mudo, cuyas olas ya no rompen contra las rocas, porque se han quedado atrapadas en la profundidad, en un abismo donde el amor ya no alcanza.

Mi corazón, que alguna vez fue un canto vibrante, ahora es un silencio que sangra lentamente. El eco de su latido se pierde en la nada, y lo que alguna vez fue un grito lleno de esperanza se convierte en susurro roto, como hojas secas que se deshacen al viento.

Y si mi corazón calla, será porque sus palabras fueron demasiado dulces para ti, y tú nunca supiste saborearlas. Fueron promesas que se deshizo la lluvia, caricias que se marchitaron en la espera. ¿Qué más podría decir? Si lo que más temía decir se quedó atrapado en mi pecho, como un pájaro con las alas rotas, que nunca pudo volar hasta ti.

Sería cruel, pero también hermoso, ¿no? Porque callar no siempre significa rendirse. A veces es el último acto de resistencia. Mi corazón calla porque se cansa de gritar sin ser escuchado, de amar sin ser amado. Porque sus palabras, ya rotas y manchadas, saben que el sonido de su dolor nunca será suficiente para llenar el vacío que dejaste.

Y si mi corazón calla, será porque ya no tiene más que dar, porque las promesas que guardaba en sus venas se han desangrado. Y en su silencio, habrá una tristeza dulce, como un final que nunca llegó a ser, como una flor que se marchita antes de abrir sus pétalos.

Así que, si mi corazón calla, no lo hagas gritar. Porque en su silencio, hay una historia que tú nunca escucharás, pero que vivirá en mí como el último suspiro de un amor que, por mucho que lo intente, no puede dejar de querer.

-Hidav💕

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El eco de tu nombre

El eco de tu nombre me persigue como una sombra que aprendió a gritar. No importa cuán lejos camine, cuántas puertas cierre, cuántas veces intente llenar de ruido los espacios: siempre vuelve, arrastrando tus sílabas como cadenas oxidadas en el alma.

Tu nombre ya no es palabra, es herida. Ya no es sonido, es presencia que duele. Lo escucho en la taza vacía, en la sábana tibia que aún conserva tu forma, en el espejo que ya no me reconoce sin ti.

A veces lo susurra el viento, burlón, como si supiera que lo has dejado y yo aún me aferro. A veces lo grita mi memoria con la fuerza de un corazón que no aprendió a rendirse. Tu nombre es eco y es cárcel.

Cruel, como esos sueños donde aún vuelves y sonríes, y me tomas la mano con la dulzura de un dios que no recuerda haberme abandonado. Dulce, como la forma en que solías decir “todo va a estar bien”, y yo te creía, porque tu voz era refugio y sentencia.

El eco de tu nombre se esconde en las canciones que me niego a borrar, en los mensajes que nunca respondí, en los lugares donde fuiste y dejaste pedazos de ti adheridos a las paredes, como si tu amor hubiese tenido garras.

A veces lo repito sin querer. Lo digo entre dientes, mientras cocino, mientras lloro, mientras río por cosas que tú ya no compartes. Y me odio por eso. Por seguir invocándote como si fueras un dios ausente. Por seguir nombrándote como si no doliera cada vez un poco más.

El eco de tu nombre se ha vuelto mi idioma. Hablo en ti, respiro en ti, me rompo en ti. Aun cuando juro que ya te olvidé. Aun cuando le cuento al mundo que ya no me haces falta. Miento. Porque el eco de tu nombre es más fiel que tú.

Y aquí estoy. Escuchándolo una vez más, repitiéndose en mí como un mantra de lo que fue, de lo que no será, de lo que aún arde. Porque no importa cuántos años pasen: hay nombres que se quedan tatuados en el alma… y el tuyo, maldita sea, no deja de hablarme.

-Hidav ❤️‍🩹

[storminparadise12]

Cartas que no firmé

Son muchas. Apiladas en una esquina de mi alma como cuerpos sin entierro. Cartas que no firmé, porque cada palabra escrita dolía más que el silencio. Porque poner mi nombre era aceptar que sí, que era yo quien sangraba en cada línea, quien lloraba a través de la tinta.

Las escribí con los dedos rotos de tanto esperar. Con el corazón abierto como un animal herido que no entiende por qué lo dejaron solo. Algunas llevan fechas que ya no existen, días donde el mundo parecía detenerse solo para escucharme mentir: “Estoy bien”.

Hay cartas que aún huelen a ti. Al perfume que dejabas en mi piel cuando te ibas sin irte, cuando tus abrazos eran solo sombras tibias. En esas te dije que te amaba, pero también te arranqué de mí con palabras que ardían como ácido en la boca.

Otras son dulces. Tan dulces que duelen. Te conté que soñé contigo, que te vi reír entre luces de un lugar que no reconozco, pero que sé que habitamos en algún plano invisible. En esas cartas fuiste mío sin interrupciones, sin excusas, sin despedidas.

No las firmé. Porque si las firmaba, tú podrías haberlas leído. Y si las leías, sabrías lo mucho que dolió no bastar. Lo mucho que me rompí intentando sostener un amor que se escurría como arena entre las costillas.

Hay cartas escritas con rabia. Con palabras que muerden, que gritan, que suplican. Son cuchillos disfrazados de letras. En ellas te acusé de fantasmas que no eran solo tuyos, te culpé de vacíos que yo misma agrandé con mis miedos.

Y luego están las que nunca terminé. Empezaban con un “Querido…” y morían entre suspiros. Porque a veces, ni todo el papel del mundo puede contener la dimensión exacta de una pérdida.

Cartas que no firmé, pero que me firmaron a mí. Me dejaron cicatrices con forma de palabras no dichas, de adioses disfrazados de promesas. Me dejaron siendo otra. Más sola, más real, más fuerte.

Y aquí siguen, amontonadas en mí, enredadas con mis días. Nadie las leerá jamás. Pero existen. Como existe el amor que no se gritó. Como existe la herida que no sangra pero nunca cierra.

Cartas que no firmé… pero que fui yo, completamente yo, llorando con tinta lo que mi voz no pudo decir.

-Hidav❤️‍🩹

[storminparadise12]

Sigo hablando contigo

Sigo hablando contigo, aunque tu nombre ya no viva en el calendario, aunque tu voz se haya apagado como una vela que nadie quiso soplar. Hablo contigo en el idioma de los muertos dulces, esos que aún huelen a abrazo y a despedida sin cerrar.

Mi boca no te olvida, aunque mi alma ya se haya roto tantas veces que pronunciarte es como meter los dedos en una herida antigua. Te nombro con la naturalidad del dolor, como quien respira espinas pero aún busca rosas.

Te hablo en las noches que no terminan, cuando el insomnio se sienta a los pies de mi cama como un perro fiel. Te hablo cuando algo me duele y no sé a quién más contárselo. A veces creo que contestas, en el crujido de las paredes, en el aleteo de las sombras, en el frío que me acaricia el cuello.

Sigo hablando contigo como quien canta una canción que ya no existe, pero aún tiene la melodía tatuada en los huesos. Te digo que me haces falta. Te digo que me estoy deshaciendo. Que los días sin ti son como beber agua salada: calman por un segundo, pero al final solo dejan más sed.

Hay dulzura todavía, ¿sabes? En el recuerdo de tus manos, en los detalles que nadie notaba pero yo atesoro como migas de pan en un bosque sin salida. Pero también hay crueldad. Porque fuiste y ya no eres. Porque amé y no bastó. Porque me quedé y tú, de algún modo, ya estabas en otra parte.

A veces me río sola, como si me respondieras con esa voz que aún vive en mi costado izquierdo. A veces te reclamo, con furia, con rabia, como si fueras un dios que me prometió algo y luego me dejó esperando la eternidad. A veces solo lloro. Y tú, en silencio, lloras conmigo desde esa dimensión en la que el amor se congela y no vuelve.

Sigo hablando contigo, porque no sé cómo callarte sin matarme un poco. Porque tu ausencia no ha aprendido a ser olvido. Porque aún me haces falta, incluso en los días donde ya no te pienso… hasta que lo hago.

Y así voy. Diciéndote cosas que no tienen eco. Construyendo castillos de palabras para un rey fantasma.

Pero aún así, sigo hablando contigo. Porque de todas mis ruinas, tú eres la única que aún responde desde el silencio.

-Hidav💕

[storminparadise12]

El día que lloró el alma

El día que lloró el alma, el cielo no llovió. Se quedó en silencio, avergonzado, incapaz de igualar esa tormenta invisible que nació desde adentro. Nadie lo notó. No hubo truenos, ni relámpagos, ni catástrofes que anunciaran el colapso. Solo una lágrima muda cayendo desde el centro exacto de lo que no se ve.

Ese día, la tristeza no tuvo forma, pero lo cubrió todo como una sombra que no pide permiso. Los pájaros no dejaron de cantar, pero sus cantos sonaban huecos, falsos, como risas en un funeral. Y yo caminaba como quien lleva un ataúd dentro del pecho, con flores marchitas en lugar de pulmones.

El alma lloró sin lágrimas. Lloró en los huesos, en la piel que ya no sentía, en la memoria que escupía imágenes como cuchillos. Cada recuerdo era un espejo roto que me devolvía un “nosotros” que ya no existía.

Lloró el alma como si cada célula se quebrara una a una. Era un llanto sordo, cruel, hermoso. Como ver a un ángel partirse las alas a sí mismo por amor. Como un amanecer que decide no llegar, harto de prometer esperanzas falsas.

Ese día, el cuerpo seguía vivo, pero era sólo la carcasa de algo que se había rendido. Caminaba, reía, decía “estoy bien”, mientras adentro mi alma lloraba con la furia de un universo extinguiéndose.

Lloró con dulzura también. Porque te recordaba. Porque aún amaba la forma en que decías mi nombre antes de desaparecer. Lloró por los instantes pequeños, por los gestos que nadie más vio, por las promesas que nunca rompiste con palabras, pero sí con el abandono.

Y fue bello. Dolorosamente bello. Porque en esa lágrima sin forma, sin sonido, vivía todo lo que alguna vez me hizo sentir viva. Lloró el alma y en ese llanto se llevó lo que quedaba de ti. Lo que quedaba de mí contigo.

Desde entonces, sigo aquí. Más vacía, más liviana, más yo. Porque cuando el alma llora, no muere… se purifica. Y aunque duela, aunque arda, aunque rompa, también libera.

-Hidav💕

[storminparadise12]

Tu ausencia en mi voz

Tu ausencia en mi voz suena como una plegaria que se pudre antes de llegar al cielo. Cada palabra que intento decir nace prematura, desangrada, rota por dentro. Mi lengua te busca como un náufrago busca la costa, pero solo encuentra el sabor oxidado de tu silencio.

Hablar sin ti es como escupir pétalos de vidrio, como cantar con la garganta llena de cuchillas. Las frases se suicidan en mis labios, sabiendo que tú ya no estás del otro lado para oírlas. Te fuiste, pero dejaste un eco que se sienta conmigo a cenar, que me duerme con promesas viejas y me despierta con ausencias nuevas.

Tu ausencia no es sólo silencio: es un animal hambriento que habita mi pecho, que aúlla en mi voz cada vez que pronuncio tu nombre. Me tiembla la boca con la memoria de tus besos no dichos, me arde la saliva con el veneno dulce de tus despedidas.

Fuiste melodía en mi garganta, y ahora eres grieta. Fuiste verbo, y ahora eres hueco. A veces intento nombrarte, pero tu nombre me rechaza, como si mi voz ya no fuera digna de sostenerte. Eres un dios caído de mi altar vocal, un milagro que se volvió castigo.

Y sin embargo, aún te hablo. Como una loca que canta a una tumba. Como un faro que grita al mar aunque no haya barcos. Como un corazón que late por costumbre, aunque ya no haya nadie que lo escuche.

Tu ausencia en mi voz es cruel, pero también tierna. Porque en ella vive todo lo que no pudimos decirnos. Cada “te amo” asesinado antes de nacer, cada “quédate” que se ahogó en el orgullo, cada “perdón” que no tuvo tiempo de crecer.

Sigo hablándote en sueños, en pensamientos que no saben guardar silencio. Eres mi idioma muerto, pero mío. Mi lengua rota, pero sagrada.

Y en cada intento de nombrarte, muero un poco más. Pero también vivo, porque mientras tu ausencia exista en mi voz, algo de ti aún vibra en mí. Aunque no contestes. Aunque nunca vuelvas. Aunque ya no me recuerdes.

-Hidav🖤

[storminparadise12]

Promesas sin ruido

Fueron promesas sin ruido, como cuchillas envueltas en terciopelo, como flores que germinan en cementerios. Palabras que no nacieron con voz, pero que se tatuaron en la piel del alma, como si el silencio fuera suficiente para sostener un mundo.

Me las dijiste con los ojos, con la forma en que no me soltaste la mano, con las ausencias disfrazadas de presencia. Y yo, necia de fe, las recogí una por una, como quien junta cristales rotos pensando que aún pueden formar un espejo.

Eran promesas sin ruido, pero con peso. Me dormían el corazón con caricias de miel envenenada, y lo despertaban a mordidas. Me envolvieron con un amor que no gritaba, pero tampoco callaba. Era un murmullo sordo que erosionaba mi paz, como el agua que al final parte la roca.

Tu amor era un fuego sin llamas, un invierno que no se veía pero escarchaba todo lo que tocaba. Me prometiste que no te irías mientras te marchabas con cada latido. Me juraste que me cuidarías mientras apuñalabas mis certezas con la suavidad de un suspiro.

Tus promesas eran pájaros sin alas: bellas, inútiles, moribundas. Las guardé en mi pecho como quien esconde cartas de un amante ausente, con la esperanza de que un día vuelvan a tener voz. Pero el silencio creció, como hiedra negra en mi garganta, y ahogó todo lo que alguna vez fue ternura.

Aun así, hubo dulzura. La había en la forma en que me sonreías mientras mentías con la piel. Había una belleza triste en tu engaño, como un atardecer que muere sabiendo que nadie lo verá. Y yo, estúpida de amor, encontraba poesía en tu traición.

Promesas sin ruido. Sin estruendo. Sin verdad. Pero vivas en mi memoria como ecos de algo que nunca fue, pero que dolió como si hubiera sido.

Ahora camino sobre sus restos. Hacen crujir el alma como vidrio bajo los pies. Y aún así, hay algo en mí que las añora. Porque a veces, incluso lo que nos destruye, se convierte en el único lenguaje que sabemos amar.

-Hidav🖤

[storminparadise12]

Mi corazón aún no sabía

Mi corazón aún no sabía que doler era una forma de recordar. Latía como un tambor sin guerra, como un lobo sin luna, ignorando que el amor llegaría con cuchillos escondidos en el perfume. Aún no sabía que se podía amar con los huesos rotos, con la sonrisa deshilachada por dentro, como quien abraza un espejismo con los ojos vendados.

No sabía que las promesas pesan más que las piedras cuando se hunden. No sabía que los abrazos pueden dejar cicatrices invisibles, que algunas caricias huelen a despedida antes de empezar. Mi corazón aún era un pájaro sin cielo, un niño que reía en medio del incendio.

Mi corazón aún no sabía que hay voces que se quedan a vivir en las costillas, que hay miradas que siembran raíces y después te abandonan con un bosque seco en el pecho. No entendía que el amor también se arrastra, que a veces florece en los pantanos, y que la belleza puede doler como una aguja oxidada en la lengua.

Aún no sabía que los besos pueden vaciarte, que algunos tejen telarañas de nostalgia alrededor del alma. Aún creía que el amor era salvación, no ruina dulce, no tormenta con ojos tristes. No sabía que se puede llorar con el cuerpo entero, sin lágrimas, solo con silencios que aprietan el alma como puños cerrados.

Mi corazón aún no sabía que tú serías el incendio más hermoso, la herida más luminosa. Que llegarías como un dios cruel vestido de ternura, con labios que sabían a eternidad pero hablaban con la lengua de la pérdida. Aún no sabía que se puede desear morir solo para dejar de recordar cómo era estar contigo.

No sabía que se puede vivir con fantasmas que huelen a ti. Que los sueños pueden doler más que la vida. Que tu ausencia sería una canción en bucle que ni el tiempo quiere silenciar.

Mi corazón aún no sabía que amar también es morir un poco, cada día, como una vela que llora su propia luz. No sabía que tú serías todos los otoños de mi alma, todos los inviernos de mis manos.

Aún no sabía. Pero ahora lo sabe. Y late igual. Aunque duela. Aunque tiemble. Aunque sepa que tú fuiste el principio de su fin.

-Hidav 🖤