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Las 25:03 de una diegesis caótica.

Son las mismas palabras, no te diré otras, ni siquiera me esforzare. Hay ciertos matices que nos hacen creer que nos dirán la verdad, o tu verdad; solo radica en quien te las diga; Y si eres tu (siempre eres tu), ya para que contarte.

Aquí mismo es donde estoy de pie frente al mundo, frente a ti, y si en este punto miro hacia atrás, veo como una ciudad va desapareciendo en la serena intranquilidad de la quietud nocturna. Todo esto para mí ha carecido de sentido emocional, porque eres la clase de mujer que cuando te miran a los ojos te dejan con daños psicológicos irreparables, y yo soy un testimonio, por ello, aparecen sentimientos parecidos a los que siente un niño cuando se aferra de la mano de un adulto a punto de cruzar alguna autopista, temeroso y muerto de miedo. Así me acostumbre a ir durante los últimos meses que he pasado contigo, y si me sueltas, siento que cualquier cosa me puede pasar. A pesar de eso, el tiempo junto a ti me enseñó a apreciar la belleza de la palabra felicidad, cada vez me suena menos rara, cada vez es más clara, pero del mismo modo, me duele más.

Te conocí en una noche de marzo, lluviosa, ibas hermosa y gallarda como es habitual, y yo que disimular no se ni un poquito. Irónicamente, tímida tomaste asiento y a los ojos no fuiste capaz de mirarme, la risa nerviosa tomo control de mí y sentí, que, entre ambas constantes situaciones, la pena se hizo más llevadera. Y ahora que lo pienso, ame el momento en que me tomaste del brazo y pegaste tu cuerpo junto al mío por la desconfianza del sitio por donde caminamos hasta tomar el taxi. Lo que a continuación sucedió es historia, mi historia. ¿Porque te entrego tanto de mí? Sencillo Amarilis, mis primeras veces son contigo, y las cosas fueron así durante el primer semestre de este año, y sobre el pasado, tratare de hacer poca referencia en este puñado de lágrimas, agobios, sentimientos, y desvelos, que tienen forma de letras.

Me equivoqué, con mil kilómetros de distancia, tiempo y claustrofobia en contra, sentí subestimarte, y mírame ahora, humillado y derrotado ante ti, ha sido el peor error que he podido cometer. Ninguno de los dos tiene la culpa, yo lo intenté, fueron tantas las veces en que quise acercarme y que te dieras cuenta de todo lo que sucede conmigo, de lo bonito que me haces sentir las cosas, pero supongo que no tuviste el valor suficiente como para notarlo, sin embargo y por última vez, quiero atreverme a expresar lo mucho que me gustas, el excesivo amor que produces en mí, y lo feliz, lo estúpidamente feliz, que me hace tenerte cerca. Piénsalo bien, porque si te suena a vesania insana, lo cierto es que no puedo evitarlo, llegaste y me hiciste cambiar la percepción que tenia de las cosas. Es difícil describir como una mirada tuya basta para que sienta vértigo debajo de mis pies y mi ánimo se mantenga durante el resto del día, me miras de esa manera que, aunque no me digas nada, te creo absolutamente todo. Tienes un superpoder Amarilis, un poder que verdaderamente no me lo puedo explicar, y tampoco estoy seguro de querer encontrarle algún sentido.

Entre momentos de meditación, tu vociferabas tus lamentos y yo escuchaba, a continuación, era yo el que lo hacía y tu atendías, con nuestros ejercicios, ejercicios que verdaderamente AMÉ, pude sentirme importante, y te sentí a vos, aun mas importante. Aquella noche éramos uno solo, acucharados hablando de todo lo que se nos antojaba, sintiendo que sentías decepción, pero que no te importo, constantes ayudas que me prestaste y que yo te brinde, siempre uno pendiente del otro, porque reconozco que en muchas ocasiones me has hecho rabiar, llorar, detestar la forma en que te diriges hacia mí, y aunque esas son cosas que no sirven de mucho para intentar esconder que te amo, también reí, ame, sentí, después de demasiado tiempo, sentí, y me sentí humano junto a ti, por esto y por muchísimas más cosas, te has convertido en mi mejor amiga.

Mientras siento que mi llamado a escena a la hora de claudicar se acerca, un demonio me arrastra del brazo, y yo ni siquiera me pregunto a donde. Tus amenazas me tienen verdaderamente mal, tantos motivos por los que sentí disputar en una contienda contra ti, en donde eras mucho más experta y más fuerte que yo, finalmente te dieron frutos. Me rindo, dejo de pregonar tanto este amor que no me cabe en el pecho, empiezo a sacarlo por partes, y esto es algo que quiero hacer yo solo, porque siempre lo he hecho así, porque ya forjé un vínculo contigo, y si te has dado cuenta, los vínculos que realmente me importan, nunca se desencadenan, nunca, y ¿te confieso algo? En 22 años que llevo caminando por diferentes tierras, eres la única persona que pudo saber joderme la vida, desestabilizarme de tal manera y sentir tantas, tantas cosas, por eso también gracias, porque eso es vivir, y por eso mi vinculo contigo es dorado, y es el más importante que poseo. Quiero escuchar que siempre estarás, es mi mayor tranquilidad, y así, me ayudas muchísimo más, si realmente me quieres ayudar. Escúchame, no es sentimiento, es la verdad, probemos hacer las cosas a mi modo, y por una vez en tu vida, cree en algo que te digo.

La vida nos puso en frente para amarte un rato, y que rato, Amarilis.

Sin mucho más que decir, yo seguiré ahí, y si tu no lo haces, yo sí, te buscare, y te preguntare, me preocupare y no me distanciare, pero ya no me esmerare. No tengo más remedio que amarte en silencio, porque haces justicia cuando caminas, sola. Y con todo esto te digo, que eres mis primeras veces, pero por favor, no te conviertas en mi primer adiós.

TE AMO.

Siempre contigo, Santiago.